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M ist e rio de Crist o

Fr. Dr. Guillermo Andrés Juárez OP

Se gunda pa rt e . T e ología y dogm a c rist ológic o e n la


t ra dic ión pa t ríst ic a y e n los c onc ilios

Le c c ión 6 La prim e ra re fle x ión


c rist ológic a de los pa dre s

Versión 1 / mayo 2013


Juárez OP
Misterio de Cristo 2

Índice

Observaciones introductorias ..................................................................................................................... 1


1. Las primeras herejías sobre la persona de Cristo .................................................................................. 1
A) Los ebionitas ...................................................................................................................................... 1
B) El adopcionismo ................................................................................................................................. 2
C) Docetismo y gnosticismo ................................................................................................................... 2
2. las primeras expresiones patrísticas de la doctrina sobre Cristo ........................................................... 3
A) Ignacio de Antioquía........................................................................................................................... 3
La verdad de la encarnación................................................................................................................................3
La unidad de la persona de Cristo .......................................................................................................................4
B) Melitón de Sardes .............................................................................................................................. 4
La fe en Cristo en su obra universal ....................................................................................................................4
La unidad de Cristo ..............................................................................................................................................5
La unidad de Cristo y la distinción de naturalezas ..............................................................................................5
C) Tertuliano ........................................................................................................................................... 5
La carne de Cristo................................................................................................................................................5
La unidad de la persona de Cristo y la distinción de sus dos naturalezas ..........................................................6

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Juárez OP
Misterio de Dios 1

Obse r va c ione s int roduc t oria s


La época que abordamos ahora ha sido marcada por el posesionamiento y la
profundización del misterio de Cristo.

La fe en Cristo sigue siendo la misma que la que hemos visto en el período


apostólico. Del mismo modo, la Iglesia sigue siendo la misma. Es el régimen el
que cambia. La época apostólica estaba en el régimen de la revelación pero la edad
post-apostólica que abordamos ahora vivía en el régimen de la tradición. La novedad
reside pues en la explicación, la norma a la que la cristología deberá medirse es y
permanece la cristología del Nuevo Testamento.

Hay tres razones principales para detenerse sobre esta época:

 Primeramente, los enunciados dogmáticos cristológicos de la Antigüedad tie-


nen un valor de referencia y de norma. Incluso si no dicen todo sobre Cristo,
ellos siguen siendo como una referencia obligada.

 En segundo lugar, nuestras expresiones de fe tienen una historia y es impor-


tante conocer sus acontecimientos históricos y sus desafíos.

 En tercer lugar, LA EDAD PATRÍSTICA nos muestra que no hay separación


entre la reflexión bíblica y la reflexión especulativa sobre el misterio de Cris-
to.

1 . La s prim e ra s he re jía s sobre la pe rsona de


Crist o
La reflexión cristológica que se ha cometido en la época patrística tiene, por una
parte, el motivo contemplativo como fuente. Pero, por otra parte, es la refutación de
las herejías la que entraña este movimiento. Así, los errores y las divisiones han sido
la ocasión de la manifestación de la verdad.

La confrontación ha sido conducida sobre dos frentes: entre la fe cristiana y los


movimientos judeo-cristianos, por una parte, y entre la fe cristiana y la cultura
filosófica y la religión griegas, por otra.

A) Los ebionitas
Esta fue la primera secta que sostuvo una herejía cristológica. Esta palabra
“ebionitas” significa “pobres”. No viene, como han propuesto ciertos exégetas, del
nombre del fundador de la secta, Ebión. Este Ebión no existió nunca. Este nombre
viene de un término hebreo “ebionim” que significa justamente pobres, palabra que
revestía la dignidad de un título de honor para el judaísmo. Estos ebionitas se vincula-
ban al judeo-cristianismo: ellos pensaban y practicaban la fe cristiana de una manera
regida por la herencia del Antiguo Testamento. Ellos consideraban, pues, como una
necesidad aplicar el contenido de la ley mosaica: circuncisión, sabat y ritos de
purificación. Para ellos, Jesús venía a cumplir (realizar plenamente) la ley inte-
gralmente y es por esto que podía ser llamado Cristo.
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Misterio de Cristo 2

Así pues, los ebionitas enseñaban una cristología reducida que no veía en Jesús
más que a un hombre elegido por Dios, un verdadero profeta, pero un hombre puro y
simple, hijo de José y de María e iluminado por el Espíritu Santo en el bautismo. El
bautismo era pues considerado por los ebionitas como un momento decisivo de la vida
de Jesús porque es por el bautismo que él se volvió Mesías e Hijo de Dios, lo que él
no era antes. Así, los ebionitas rechazaban la maternidad virginal de María y re-
chazaban igualmente la filiación divina de Jesús en el sentido de una filiación eter- Así, los ebionitas
na por el Padre. Para ellos, Jesús no era engendrado desde toda la eternidad por el permanecían al mar-
Padre. gen de la fe cristiana.

B) El adopcionismo
El adopcionismo es un conjunto de corrientes heréticas para las que Jesús era
un simple hombre adoptado por Dios. Él no era Hijo de Dios por naturaleza sino por
adopción, como nosotros. Teodoto el Zurrador (curtidor) o Teodoto el viejo estuvo en
actividad hacia el 190-200 en Roma. Él es el primero en haber afirmado que Jesús era
un simple hombre, un purus homo, un . En el siglo III, esta afirma-
ción fue retomada por uno de sus discípulos llamado Teodoto el cambista y después
por Artemon.

Dos grandes nombres representan el adopcionismo: PABLO DE SAMOSATA Y


FOTINO DE SIRMIUM.

Pablo de Samosata fue uno de los blancos preferidos de los Padres del siglo IV.
Era obispo de Antioquía y fue condenado por el concilio de Antioquía en 268. Según
él, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tenían una sola substancia porque el Hijo y el
Espíritu no eran personalidades propias sino potencias del Padre, siendo sólo
este último una persona. Por lo demás, siempre según Pablo de Samosata, Cristo era
Así pues, él mez-
un puro hombre en quien el Logos había venido a hacer su morada. Pablo veía al claba allí dos herejías:
Logos habitar en Jesús como en los santos. el monarquianismo y el
adopcionismo.
Para Fotino de Sirmium, Cristo era igualmente un simple hombre que, por el don
del Espíritu que había hecho fructificar en él, había merecido hacerse Dios por adop-
ción, por gracia, pero no por naturaleza. Fotino fue depuesto y condenado por muchos
sínodos de Sirmium, en el siglo IV.

Esta herejía tiene dos fundamentos principales:

 Primeramente, ella ha salido del judeo-cristianismo, un pensamiento cris-


tiano que no considera a Jesús más que como un elegido de Dios sin dar el
paso de la fe cristiana.

 En segundo lugar, esta herejía es un racionalismo porque no llega a admitir


una trinidad en Dios. Ella se mantiene en un monoteísmo unitarista. Ella no
considera más que un solo Dios en la persona del Padre. Por este hecho, Se trata de un mo-
Jesús no es Dios sino un hombre excepcional. Se lo puede considerar como narquianismo unitaris-
Dios por adopción o como Dios luego de la venida de Cristo en él. Se lo ta.
puede considerar, igualmente, como un simple merecedor de ser llamado
Dios. Uno encuentra estas tres formas en el adopcionismo.

C) Docetismo y gnosticismo
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Misterio de Cristo 3

Cuando se habla de docetismo, ya no se habla de un grupo bien definido sino de


un conjunto de corrientes. Se llama docetismo a este conjunto para el que la humani-
dad de Jesús no es más que una apariencia.

El nombre de este movimiento viene, por lo demás, del verbo griego  que
significa aparecer, parecer.

Para los docetas, Cristo es un ser celeste y glorioso que no puede tener una reali-
dad humana como la nuestra. Él no puede tampoco haber sufrido las leyes de la cor-
poreidad y de la muerte. La humanidad de Jesús es pues una suerte de engaño.

Nos encontramos aquí en un medio opuesto al del adopcionismo. Se quiere po-


ner a Dios al abrigo del compromiso con la carne. Se encuentran dos formas mayo-
res de docetismo:

 La forma popular, la expresión ingenua de la fe que espiritualiza o idealiza al


extremo la humanidad de Cristo insistiendo sobre lo maravilloso e inspirán-
dose en el dualismo griego que tiende a desfavorecer el cuerpo y la materia.
En los textos de este docetismo popular, Jesús no tiene nunca hambre ni
sed, no es afectado por la muerte, ríe ante la cruz, etc…

 La forma sabia. Es aquella que uno encuentra en las sectas gnósticas co-
mo por ejemplo en la de Marción, de Valentín o todavía de Basilide. Su
doctrina común es la siguiente: la materia de nuestro mundo creado y la
carne del hombre son creaturas malvadas y la obra de un demiurgo inferior
al Dios bueno. Así, esta teoría rechaza que la humanidad de Cristo sea la
misma que la nuestra.

Hoy todavía esta herejía asoma, a veces, la punta de su nariz. En efecto, se


busca de tanto en tanto proteger al hombre de toda intervención divina. El problema es
el mismo, el de la unión real entre Dios y el hombre. Mientras que la tentación anti-
gua era preservar a Dios de la carne, la tentación moderna es proteger al hombre Esta herejía vuelve
de Dios. a emerger, igualmente
cuando se dice que el
En conclusión, la Iglesia ha debido luchar sobre dos frentes con los ebionitas y los Jesús de la fe cuenta
más que el Jesús
adopcionistas, por una parte, y con los docetas y los gnósticos, por otra. Aquellos que terrestre o cuando se
rechazan la plena divinidad de Jesús, como aquellos que negaron su plena humani- dice que la resurrec-
dad, han intentado amortiguar el choque terrible que la afirmación “Verdadero Dios y ción de Jesús es un
verdadero hombre” constituyen para nuestro espíritu. Para hacer esto, ellos han nega- acontecimiento espiri-
tual y no corporal, o
do simplemente uno de los dos términos. todavía cuando se
rechazan las aparicio-
nes o la fe en la resu-
2 . la s prim e ra s ex pre sione s pat ríst ic a s de la rrección como el ver-
dadero retomar del
doc t rina sobre Crist o cuerpo en otra condi-
ción.
A) Ignacio de Antioquía
Ignacio fue el primer Padre de la edad post-apostólica en presentar una doctri-
na elaborada y original. Él estuvo marcado por una viva reacción contra el docetismo,
fue el anti-doceta por excelencia.

La verdad de la encarnación
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Misterio de Cristo 4

Ignacio insistía sin cesar sobre la verdad y la realidad de la carne de Cristo. Por lo
demás, uno reencuentra muy frecuentemente el término , que significa verda-
deramente, en sus textos. Siempre según Ignacio, Cristo poseía todo lo que pertene-
ce a la humanidad, él era un hombre perfecto (n. 4) en oposición al hombre en apa-
riencia al que hacían mención los docetas. La vida cristiana para Ignacio debía, por lo
demás, ser una participación de Cristo. Así, decir que Cristo no ha sufrido más que en
apariencia, es decir que existió, que vivió en apariencia (n. 1-2).

La unidad de la persona de Cristo

Ignacio de Antioquía pone particularmente el acento sobre la comunicación de


idiomas, es decir, de las propiedades, de las cualidades y de las características. Se
trata de atribuir a Cristo propiedades divinas en su humanidad y propiedades humanas
en su divinidad.

Algunas expresiones dan un buen ejemplo de esta práctica. Así, Ignacio habla de
aquellos que son “reanimados en la Sangre de Cristo”, de la “pasión de Dios” o todavía
de “Dios llevado en el seno de María”. Estas expresiones muestran la unión entre lo
humano: sangre, pasión y gestación, y lo divino: Dios. Aquí hay, pues, una manera
importante de afirmar la unidad de Cristo. Lo que él vive en su humanidad es atri-
Esta herejía es
buido a toda su persona, a todo lo que él es. muy antigua, lo que no
le impide estar exten-
Si se interpreta mal esta teología existe un riesgo de caer en la Teopashita. Ella dida en nuestra época.
hace de Dios, en su naturaleza divina, un ser sometido al cambio y al sufrimiento. En
Ignacio no se trata de esto sino de la confesión en la unidad de la persona que es Cris-
to. Dios, el Verbo, encarnado es uno y un solo sujeto.

En los textos de Ignacio, uno reconoce que él habla de Cristo afirmando que es
carne y espíritu. No se trata aquí de una oposición de tipo paulino. Hay que compren-
der “carne” como “hombre” y “espíritu” como “Dios”. La palabra espíritu significa el
elemento divino en Cristo. Será más tarde reemplazada por el término . Ignacio
habla igualmente de Cristo como un ser engendrado e inengendrado. El término
“engendrado” designa aquí al hombre en una de sus características, mientras que el
término “inengendrado” designa lo propio de Dios.

Gracias a esta doble condición divina y humana, Cristo puede curar al hombre pe-
cador. Él es el único médico. Cristo es uno y el mismo. Él es a la vez Dios y hombre y
es por eso que él es nuestro Salvador y nuestro Médico.

B) Melitón de Sardes
Melitón es una figura representativa de la cristología del segundo siglo. Ha escri-
to una homilía pascual sobre el capítulo 12 del libro del Éxodo. Esta obra es alrededor
de 50 o 60 años posterior a Ignacio, ya que data de 160-170. Este texto presenta a
Cristo, su persona y su obra en el cuadro de la economía de la salvación. Melitón se
opone a los gnósticos y a Marción y sostiene la verdad de la humanidad de Cris-
to y la unidad del ser divino-humano de Jesús.

La fe en Cristo en su obra universal

Este texto es, de hecho, un credo que celebra la obra de Cristo y que anuncia los
credos ulteriores confesando a Cristo a través de lo que él hace. Es por Cristo que el
Padre realiza toda cosa.
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Misterio de Cristo 5

Melitón expresa pues el carácter universal de la obra de Cristo tanto en el orden de


la creación como en el de la salvación.

Melitón hace igualmente una relectura del Antiguo Testamento a la luz de la fe en


Cristo. Este Dios Creador es Cristo. Este Dios liberador es Cristo y es aquél mismo
que se ha encarnado y que ha muerto en la cruz.

La unidad de Cristo

En este texto, Melitón tiene fórmulas muy fuertes que podrían dar lugar a una in-
terpretación teopaschita pero que, de hecho, son completamente ortodoxas. Así, “Dios Es necesario dis-
tinguir bien lo que
fue matado” no debe ser tomado en el sentido de una muerte de Dios. Se trata, de puede sufrir de lo que
hecho, de una distinción hecha entre las partes divina y humana de Cristo. Cristo es no puede en Cristo.
Dios encarnado que sufre tomando sobre él los sufrimientos de la humanidad. Pero
Cristo sufre por su cuerpo. Él se encarna para ser capaz de tomar sobre sí nuestro
sufrimiento y nuestra muerte, y liberarnos de esto. Pero por su espíritu, Cristo no pue-
de morir.

La unidad de Cristo y la distinción de naturalezas

El Hijo encarnado es por naturaleza, en el sentido de verdad ontológica, Dios y


hombre. La muerte es atribuida a su humanidad y la resurrección a su divinidad. Cristo
resucita por la actividad que ejerce en tanto que es Dios. En paralelo, Melitón intro-
duce la palabra substancia por primera vez en la cristología. Hay dos substancias
en Cristo. Hay plena consistencia en su humanidad y plena consistencia en su divini-
dad. La unión entre las dos no termina aboliendo la consistencia de la humanidad o de
la divinidad de Cristo.

C) Tertuliano
La reflexión conducida por Tertuliano es más profunda que la de Melitón. Es ne-
cesario decir que se sitúa al comienzo del siglo III. Tertuliano ha dado forma a los tér-
minos precisos que nosotros utilizamos todavía hoy. El contexto en el que Tertuliano
escribe es el de la defensa de la fe en Cristo sobre tres frentes:

 El frente del marcionismo, herejía que consideraba la creación corporal co-


mo mala

 El frente de los gnósticos


 El frente de los monarquianos, que consideraban que Dios era una sola per-
sona, la cual persona se había encarnado y había muerto. Esta herejía es-
taba representada en la época de Tertuliano por Praxeas, que era calificado
de patripasionista.

La carne de Cristo

Tertuliano, para luchar contra el docetismo de Marción, va a dar un realce ex-


cepcional a la humanidad de Cristo y a la consistencia propia, carnal de esta humani-
dad. Del mismo modo, él va a insistir fuertemente sobre la pureza moral y la santidad
de la encarnación de Cristo. Para Tertuliano es falso afirmar que el Verbo se ha trans-
formado en carne. La realidad es completamente diferente: el Verbo ha tomado una
carne sin dejar de ser Dios. Este tema de la carne es desarrollado según tres aspec-
tos:
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Misterio de Cristo 6

 De cara al docetismo de Marción, Tertuliano afirma que la carne es buena y


que Cristo la ha asumido porque él ama su creación. El Verbo, como
creador, tiene amor por la creación que él ha hecho.

 Tertuliano reprocha a los docetas el negar la verdad del sufrimiento de Cristo


en la cruz. La encarnación de Cristo es tan real como su cruz que nos salva.
Tertuliano hace valer la locura de Dios en oposición a la pretendida sabidu-
ría de los hombres. El cristiano no se enrojece por creer en la resurrección
de Cristo aún cuando esto sea absurdo a los ojos del mundo, porque la cruz
de Cristo muestra la sabiduría de Dios. La sabiduría humana querría nivelar
la verdad de la encarnación para eliminar el shock intelectual de un Dios
hombre. Pero la fe nos obliga a mantener la plena humanidad y la plena di-
vinidad de Jesús. Siempre según Tertuliano, “caro salutis est cardo”, la car-
ne es el pivote de la salvación. No hay salvación del alma sin la carne: sin la
carne de Cristo por una parte y sin que nuestra carne participe en la salva-
ción por otra. La meta de la encarnación es establecer una solidaridad entre
el Verbo de Dios y los hombres para que la carne santa de Cristo vuelva
santa, liberada del pecado y divinizada nuestra propia carne.

 Tertuliano es el primer teólogo que ha hablado del alma humana de Cris-


to y que le atribuye un rol importante en nuestra redención. Para oponerse Nota sobre oríge-
a los valentinianos que veían el cuerpo de Jesús como un cuerpo de alma, nes: va a insistir fuer-
Tertuliano tendrá estas palabras: “ningún rastro de carne-alma o de alma- temente sobre la nece-
carne”. Si Cristo quiere salvar nuestra alma, debe tomar un alma como la sidad de un alma en
nuestra. Lo que Cristo ha mandado es lo que él hace. Es salvado en noso- Cristo. Para Orígenes,
el Verbo se ha unido al
tros lo que Cristo ha tomado. cuerpo por intermedio
del alma. Detrás de
La unidad de la persona de Cristo y la distinción de sus dos naturalezas esta teología se es-
conde una antropolo-
gía escalonada de tipo
Tertuliano subraya pues fuertemente la unidad de Cristo. Por lo demás, en su dis- platónico. La parte
cusión con Praxeas, Tertuliano va a ser llamado a precisar su vocabulario. Así él va a superior del alma
distinguir muy claramente tres personas en Dios y una divinidad única utilizando un (-spiritus) es
vocabulario preciso y sistemático. próxima de Dios y la
parte inferior (-
anima) próxima de la
Así, no hay en Dios más que una sola substancia pero tres personas. A las
carne. Para Orígenes,
cuestiones: “¿quién ha nacido de María?” y “¿quién ha sufrido en la cruz?”, uno puede el alma en Cristo es el
responder, entonces, según Tertuliano, que no es ni la substancia divina ni la persona nudo que liga los ele-
del Padre sino más bien la persona del Verbo. mentos divino y huma-
no.
Orígenes va a des-
Examinemos ahora algunos términos del vocabulario de Tertuliano: arrollar igualmente el
argumento soteriológi-
 Tertuliano habla, primeramente, de doble condición. El término “condición” co a propósito del
significa: lo que es, lo que se tiene en lo que uno ve. Designa una manera alma. Según él, el
Verbo ha tomado el
de ser. Hablar de una doble condición en Cristo es señalar el doble cons- hombre entero, sin lo
titutivo estable de la persona de Cristo, es señalar la realidad permanente cual el hombre no
de su divinidad y de su humanidad. habría sido salvado
enteramente. Como lo
dirá más tarde A. Grill-
 Tertuliano habla, igualmente de “persona”. Este término designa un indivi- meier: “Lo que no ha
duo particular a quien uno atribuye alguna cosa. La persona de Tertuliano sido asumido no ha
no es una apariencia exterior sino la realidad que existe realmente. La pala- sido curado”.
bra persona designa pues lo que es tres en Dios y uno en Cristo.

 El término “propiedad” aparece luego. Esta palabra designa el fondo de la


realidad de una cosa. Literalmente, se trata de lo que se tiene debajo. Tertu-
liano mantiene así la propiedad de cada una de las dos substancias. Es-
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Misterio de Cristo 7

ta palabra “propiedad” designa lo que es uno en Dios y dos en Cristo. La di-


vinidad no es transformada en humanidad. Por lo demás, la divinidad y la
humanidad no son unidas en Cristo a la manera en que dos metales se fun-
den para dar un tercero. Las dos substancias permanecen y no hay transfe-
rencia de función.

Así pues, las propiedades son mantenidas. La humanidad y la divinidad permane-


cen en Cristo el principio de una actividad propia distinta. No hay confusión en las acti-
vidades. La divinidad de Cristo no es el principio que sufre y la carne no es el principio
inmortal en Cristo.

Esta estructura de la ontología permite interpretar correctamente la pasión de Jesús


y oponerse a los patripasionistas: el Padre es personalmente distinto del Hijo. Es la
persona de Jesús, Dios encarnado, la que ha sufrido la muerte. En cuanto al sufrimien-
to, él no se asigna a la divinidad sino a la humanidad. La inmortalidad natural no co-
rresponde a la carne sino a la substancia divina.
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Misterio de Cristo 8

Equipo editorial

Corrección de estilo: Mg. María Clara Lucifora y Lic. María Verónica Riedel

Mediatización: Prof. Ana de Medina

Diseño y edición digital: Lic. José Miguel Ravasi

Dirección general: Lic. Matías Zubiria Mansilla

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