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Juárez OP
Misterio de Dios 1
A) Los ebionitas
Esta fue la primera secta que sostuvo una herejía cristológica. Esta palabra
“ebionitas” significa “pobres”. No viene, como han propuesto ciertos exégetas, del
nombre del fundador de la secta, Ebión. Este Ebión no existió nunca. Este nombre
viene de un término hebreo “ebionim” que significa justamente pobres, palabra que
revestía la dignidad de un título de honor para el judaísmo. Estos ebionitas se vincula-
ban al judeo-cristianismo: ellos pensaban y practicaban la fe cristiana de una manera
regida por la herencia del Antiguo Testamento. Ellos consideraban, pues, como una
necesidad aplicar el contenido de la ley mosaica: circuncisión, sabat y ritos de
purificación. Para ellos, Jesús venía a cumplir (realizar plenamente) la ley inte-
gralmente y es por esto que podía ser llamado Cristo.
Juárez OP
Misterio de Cristo 2
Así pues, los ebionitas enseñaban una cristología reducida que no veía en Jesús
más que a un hombre elegido por Dios, un verdadero profeta, pero un hombre puro y
simple, hijo de José y de María e iluminado por el Espíritu Santo en el bautismo. El
bautismo era pues considerado por los ebionitas como un momento decisivo de la vida
de Jesús porque es por el bautismo que él se volvió Mesías e Hijo de Dios, lo que él
no era antes. Así, los ebionitas rechazaban la maternidad virginal de María y re-
chazaban igualmente la filiación divina de Jesús en el sentido de una filiación eter- Así, los ebionitas
na por el Padre. Para ellos, Jesús no era engendrado desde toda la eternidad por el permanecían al mar-
Padre. gen de la fe cristiana.
B) El adopcionismo
El adopcionismo es un conjunto de corrientes heréticas para las que Jesús era
un simple hombre adoptado por Dios. Él no era Hijo de Dios por naturaleza sino por
adopción, como nosotros. Teodoto el Zurrador (curtidor) o Teodoto el viejo estuvo en
actividad hacia el 190-200 en Roma. Él es el primero en haber afirmado que Jesús era
un simple hombre, un purus homo, un . En el siglo III, esta afirma-
ción fue retomada por uno de sus discípulos llamado Teodoto el cambista y después
por Artemon.
Pablo de Samosata fue uno de los blancos preferidos de los Padres del siglo IV.
Era obispo de Antioquía y fue condenado por el concilio de Antioquía en 268. Según
él, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tenían una sola substancia porque el Hijo y el
Espíritu no eran personalidades propias sino potencias del Padre, siendo sólo
este último una persona. Por lo demás, siempre según Pablo de Samosata, Cristo era
Así pues, él mez-
un puro hombre en quien el Logos había venido a hacer su morada. Pablo veía al claba allí dos herejías:
Logos habitar en Jesús como en los santos. el monarquianismo y el
adopcionismo.
Para Fotino de Sirmium, Cristo era igualmente un simple hombre que, por el don
del Espíritu que había hecho fructificar en él, había merecido hacerse Dios por adop-
ción, por gracia, pero no por naturaleza. Fotino fue depuesto y condenado por muchos
sínodos de Sirmium, en el siglo IV.
C) Docetismo y gnosticismo
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Misterio de Cristo 3
El nombre de este movimiento viene, por lo demás, del verbo griego que
significa aparecer, parecer.
Para los docetas, Cristo es un ser celeste y glorioso que no puede tener una reali-
dad humana como la nuestra. Él no puede tampoco haber sufrido las leyes de la cor-
poreidad y de la muerte. La humanidad de Jesús es pues una suerte de engaño.
La forma sabia. Es aquella que uno encuentra en las sectas gnósticas co-
mo por ejemplo en la de Marción, de Valentín o todavía de Basilide. Su
doctrina común es la siguiente: la materia de nuestro mundo creado y la
carne del hombre son creaturas malvadas y la obra de un demiurgo inferior
al Dios bueno. Así, esta teoría rechaza que la humanidad de Cristo sea la
misma que la nuestra.
La verdad de la encarnación
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Misterio de Cristo 4
Ignacio insistía sin cesar sobre la verdad y la realidad de la carne de Cristo. Por lo
demás, uno reencuentra muy frecuentemente el término , que significa verda-
deramente, en sus textos. Siempre según Ignacio, Cristo poseía todo lo que pertene-
ce a la humanidad, él era un hombre perfecto (n. 4) en oposición al hombre en apa-
riencia al que hacían mención los docetas. La vida cristiana para Ignacio debía, por lo
demás, ser una participación de Cristo. Así, decir que Cristo no ha sufrido más que en
apariencia, es decir que existió, que vivió en apariencia (n. 1-2).
Algunas expresiones dan un buen ejemplo de esta práctica. Así, Ignacio habla de
aquellos que son “reanimados en la Sangre de Cristo”, de la “pasión de Dios” o todavía
de “Dios llevado en el seno de María”. Estas expresiones muestran la unión entre lo
humano: sangre, pasión y gestación, y lo divino: Dios. Aquí hay, pues, una manera
importante de afirmar la unidad de Cristo. Lo que él vive en su humanidad es atri-
Esta herejía es
buido a toda su persona, a todo lo que él es. muy antigua, lo que no
le impide estar exten-
Si se interpreta mal esta teología existe un riesgo de caer en la Teopashita. Ella dida en nuestra época.
hace de Dios, en su naturaleza divina, un ser sometido al cambio y al sufrimiento. En
Ignacio no se trata de esto sino de la confesión en la unidad de la persona que es Cris-
to. Dios, el Verbo, encarnado es uno y un solo sujeto.
En los textos de Ignacio, uno reconoce que él habla de Cristo afirmando que es
carne y espíritu. No se trata aquí de una oposición de tipo paulino. Hay que compren-
der “carne” como “hombre” y “espíritu” como “Dios”. La palabra espíritu significa el
elemento divino en Cristo. Será más tarde reemplazada por el término . Ignacio
habla igualmente de Cristo como un ser engendrado e inengendrado. El término
“engendrado” designa aquí al hombre en una de sus características, mientras que el
término “inengendrado” designa lo propio de Dios.
Gracias a esta doble condición divina y humana, Cristo puede curar al hombre pe-
cador. Él es el único médico. Cristo es uno y el mismo. Él es a la vez Dios y hombre y
es por eso que él es nuestro Salvador y nuestro Médico.
B) Melitón de Sardes
Melitón es una figura representativa de la cristología del segundo siglo. Ha escri-
to una homilía pascual sobre el capítulo 12 del libro del Éxodo. Esta obra es alrededor
de 50 o 60 años posterior a Ignacio, ya que data de 160-170. Este texto presenta a
Cristo, su persona y su obra en el cuadro de la economía de la salvación. Melitón se
opone a los gnósticos y a Marción y sostiene la verdad de la humanidad de Cris-
to y la unidad del ser divino-humano de Jesús.
Este texto es, de hecho, un credo que celebra la obra de Cristo y que anuncia los
credos ulteriores confesando a Cristo a través de lo que él hace. Es por Cristo que el
Padre realiza toda cosa.
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Misterio de Cristo 5
La unidad de Cristo
En este texto, Melitón tiene fórmulas muy fuertes que podrían dar lugar a una in-
terpretación teopaschita pero que, de hecho, son completamente ortodoxas. Así, “Dios Es necesario dis-
tinguir bien lo que
fue matado” no debe ser tomado en el sentido de una muerte de Dios. Se trata, de puede sufrir de lo que
hecho, de una distinción hecha entre las partes divina y humana de Cristo. Cristo es no puede en Cristo.
Dios encarnado que sufre tomando sobre él los sufrimientos de la humanidad. Pero
Cristo sufre por su cuerpo. Él se encarna para ser capaz de tomar sobre sí nuestro
sufrimiento y nuestra muerte, y liberarnos de esto. Pero por su espíritu, Cristo no pue-
de morir.
C) Tertuliano
La reflexión conducida por Tertuliano es más profunda que la de Melitón. Es ne-
cesario decir que se sitúa al comienzo del siglo III. Tertuliano ha dado forma a los tér-
minos precisos que nosotros utilizamos todavía hoy. El contexto en el que Tertuliano
escribe es el de la defensa de la fe en Cristo sobre tres frentes:
La carne de Cristo
Equipo editorial
Corrección de estilo: Mg. María Clara Lucifora y Lic. María Verónica Riedel