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“PIAGET SE EQUIVOCO”
La intuición numérica en la cuna.
Aunque resulte sorprendente, los bebes son capaces de detectar cambios sutiles en las
cantidades numéricas mejor que en otros parámetros físicos como, por ejemplo, el
tamaño de los objetos. Recién nacidos pueden llegar a distinguir un conjunto de 4 puntos
vinculados a estímulos sonoros respecto a uno de 12 (proporción 1:3); con 6 meses
diferencian un conjunto de 8 puntos respecto a uno de 16 (proporción 1:2; ver video); y
con 9 meses distinguen uno de 8 respecto a uno de 12 (proporción 2:3), es decir,
muestran un sentido numérico que se va perfeccionando con la edad (Szkudlarek y
Brannon, 2017)
Y no solo eso. El bebé nace con mecanismos innatos que le permiten discriminar entre dos
o tres objetos sin necesidad de contar y entender operaciones aritméticas elementales en
las que intervienen los primeros números naturales. Por ejemplo, en un experimento que
se ha replicado varias veces, se mostró a bebés de cinco meses un juguete en un escenario
y, a continuación, se subió una pantalla para que lo ocultara. Ante la mirada del bebé, se
colocó un segundo juguete detrás de la pantalla y, posteriormente, se descubrió de nuevo.
En algunas ocasiones aparecían dos juguetes, lo cual coincide con el resultado lógico (1 + 1
= 2), mientras que en otros casos se mostraba solamente uno, lo que corresponde a un
resultado imposible (1 + 1 = 1). En psicología del desarrollo ya se sabía que los bebés
pasan más tiempo analizando una situación inesperada o irreal que frente a escenas
normales. Y así fue: los bebés dedicaron mucho más tiempo a observar la situación en la
que aparecía solo un juguete, que era la que se asociaba al resultado imposible. Y algo
parecido ocurre cuando se les muestra a bebés de 9 meses animaciones en las que se
observan operaciones del tipo 5 + 5 = 10, frente a 5 + 5 = 5, o 10 – 5 = 5, frente a 10 – 5 =
10 (McCrink y Wynn, 2004).
El sentido numérico que permite a los bebés identificar pequeñas cantidades sin
necesidad de contar también les permite comparar cantidades mayores, un proceso que
se irá puliendo progresivamente a lo largo de la infancia. Se cree que la integración de
estas dos formas diferentes de representación numérica, una para números pequeños
hasta el tres y otra intuitiva para números grandes que nos informa de que cualquier
conjunto tiene asociado un número cardinal, es fundamental para que el niño, en torno a
los tres o cuatro años de edad, vaya comprendiendo el concepto de número natural,
esencial para el aprendizaje de la aritmética (Dehaene, 2016).
En concreto, existe una franja específica de la corteza cerebral que se encuentra en los
dos hemisferios del lóbulo parietal, el surco intraparietal, que se activa ante cualquier tipo
de presentación numérica, sea un conjunto de puntos, un símbolo o una palabra que hace
referencia a un número (Amalric y Dehaene, 2016)