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La ética en la república dominicana

A propósito del más reciente informe de Transparencia Internacional, en


donde coloca a República Dominicana entre los 50 países más corruptos a
nivel mundial y uno de los 7 más corruptos en América Latina, es preciso
dedicarle un espacio al tema de la Ética dentro de la administración
pública. Sin embargo, antes de entrar en materia es preciso conocer su
significado. Ésta se define como la rama de la filosofía que estudia lo
correcto o equivocado del comportamiento humano, la moral, la virtud, el
deber, la felicidad y el buen vivir.

En este sentido, la Ética obliga al individuo a su perfeccionamiento


personal, ya que se adquiere un compromiso de ser más humano, en virtud
de una decisión interna y libre que no representa una simple aceptación de
lo que otros piensan, dicen y hacen. Es decir que, orienta las actuaciones
del hombre para que, inspirados en cánones morales, alcancen fines
elevados y puros. Es por ello que, está incondicional e irrefutablemente
relacionada con la personalidad de los individuos. Toda vez que, procura la
realización máxima del hombre por medio de la virtud, de la práctica del
bien o realización de buenas obras.

Cabe destacar que, dependiendo de la responsabilidad que se tenga habrá


una mayor o menor exigencia de ella, pero a todos se nos exige un
comportamiento honorable. No obstante, se ha llegado a creer que los
actores sociales de la administración pública están exentos de esta
conducta. Puesto que, a pesar de su gran importancia para el desarrollo y la
justicia social del país, se ha convertido en un espacio donde no cuentan las
reglas de la sociedad que rigen las buenas costumbres. Algunos servidores
públicos, para no generalizar y ofender, pretenden tener licencia para actuar
conforme a dichas normas, lo cual ha resultado muy dañino para el Estado
dominicano.

En ese tenor, la falta de criterios éticos en el ejercicio de las funciones


públicas, acompañado además, entre otros factores, por un régimen de
consecuencia no efectiva e ineficaz y la adopción de una visión
mercantilista, ha conducido a que la administración pública se entienda
para algunos como el ámbito perfecto para el enriquecimiento, estafa a los
ciudadanos y la obtención de beneficios personales. Por lo que, se ha
distorsionado en la práctica el sentido de “servir a” con “servirme”. En tal
virtud, el ejercicio de la función pública ha perdido su esencia, lo cual ha
producido la pérdida de credibilidad en los órganos estatales.

Por estas y otras razones, es indispensable incorporar reflexiones y


acciones fundamentales en valores éticos dentro de la administración
pública. Toda vez que, allí es donde con mayor frecuencia se manifiesta el
poder y los conflictos de intereses están a la flor de piel. Pero, además, es la
llamada a satisfacer las necesidades de las personas y a proteger su
dignidad y derechos fundamentales. Así, como también, traza las pautas
para el progreso nacional. Es decir que, juega un rol importantísimo para el
bienestar de todos y las futuras generaciones. Su buen accionar representa
un equilibrio social.

La Ley No. 41-08 de Función Pública y su Reglamento de Aplicación


establecen el Régimen Ético que supone los deberes de los servidores
estatales, algunos de los cuales se expresan en forma de prohibiciones y de
incompatibilidades. Éste se conceptualiza como los valores de una sociedad
aplicados al ejercicio de la función pública, los cuales son consecuencia de
la responsabilidad y el compromiso que se asume con la sociedad al
aceptarse un cargo público. Busca fomentar la eficacia y eficiencia de los
servicios públicos y promover el cumplimiento del bien común, el interés
general y preservar la moral pública. Se basa en unos principios recogidos
en el Artículo 77 de dicha Ley, el cual establece:

“A los efectos del régimen ético y disciplinario, serán considerados como


principios rectores de la conducta de los servidores públicos de los órganos
y entidades de la administración pública, los siguientes:
1. Cortesía: Se manifiesta en el trato amable y respeto a la dignidad en las
relaciones humanas;
2. Decoro: Impone al servidor público respeto para sí y para los ciudadanos
que demanden algún servicio;
3. Discreción: Requiere guardar silencio de los casos que se traten cuando
éstos ameriten confidencia;
4. Disciplina: Significa la observancia y el estricto cumplimiento de las
normas administrativas y de derecho público por parte de los servidores
públicos en el ejercicio de sus funciones;
5. Honestidad: Refleja el recto proceder del individuo;
6. Vocación de Justicia: Obliga a los servidores públicos a actuar con
equidad y sin discriminación por razones políticas, religión, etnia, posición
social y económica, o de otra índole;
7. Lealtad: Manifestación permanente de fidelidad hacia el Estado, que se
traduce en solidaridad con la institución, superiores, compañeros de labores
y subordinados, dentro de los límites de las leyes y de la ética;
8. Probidad: Conducta humana considerada como reflejo de integridad,
honradez y entereza;
9. Pulcritud: Entraña manejo adecuado y transparente de los bienes del
Estado;
10. Vocación de Servicio: Se manifiesta a través de acciones de entrega
diligente a las tareas asignadas e implica disposición para dar oportuna y
esmerada atención a los requerimientos y trabajos encomendados.”
Finalmente, es prudente señalar que ni la ética ni la moral tienen valor
relativo. Éstas en cualquier época, lugar y circunstancia procuran la
práctica del bien. Es indispensable hacer consciencia de que una
administración pública debe estar fundamentada en principios y valores.
Sólo así existe la posibilidad de desarrollo nacional y una lucha exitosa
contra la plaga de la corrupción administrativa.

Como ciudadana y estudiante pienso que en 10 años la ética de la


administración pública habrá desaparecido debido a la alta tasa de
corrupción por la cual atraviesa nuestro país. Hoy en día se está tratando de
controlar esta situación pero que pasa, no se puede porque habría que
eliminar cada ciudadano del país y que vuelva a nacer, ya que la corrupción
ya hace en cada uno de nosotros como ciudadanos, a diario se escuchan
personas diciendo, si es a mi que me ponen hay cabo con todo, entonces
esa es la actitud y los pensamientos que deben de desaparecer para poder
acabar con la corrupción, por ende eso no será posible.
La falta de un código de ética puede derivar en una serie de malas
conductas dentro de una organización, afectándola en materia de tiempo y
de dinero.

La creación de un código de ética facilita la toma de decisiones en todos los


niveles de una organización, ya que reduce la ambigüedad y las
consecuencias de las perspectivas individuales en los estándares éticos. Un
código ético es, entonces, un documento vital para las empresas, pues las
infracciones pueden generar en éstas graves problemas con los
consumidores, con otras firmas o con las autoridades gubernamentales.
Toda compañía debe protegerse de escándalos de mala conducta y los
códigos de ética pueden prevenir que esto ocurra. Sin embargo, ¿cuáles
serían las consecuencias para una organización cuando no posee este
instrumento que establece normas de conducta?
Pérdida de respeto. Cuando los gerentes o líderes incurren en la toma de
decisiones poco éticas, esto puede llevar a que los empleados pierdan el
respeto hacia ellos. Cuando esto ocurre, puede ser difícil para el líder
recuperar el respeto y la confianza que ha perdido. Esta conducta impide
sacar adelante a un equipo que siente que su superior está tomando malas
decisiones corporativas.
Disminución de niveles de productividad. El objetivo principal de las
empresas es impulsar las ventas de los clientes para mantener una fuerte
presencia en el mundo de los negocios. En este sentido, cuando salen a la
luz comportamientos poco éticos, esto puede causar que disminuyan los
niveles de productividad que rodean a la persona o a la corporación en
cuestión.
Pérdida de credibilidad pública. Un comportamiento poco ético dentro de
un entorno corporativo está susceptible a ser expuesto en los medios de
comunicación. La publicación de tales hechos puede hacer que la
organización pierda credibilidad. Ello provocará que los clientes abandonen
las ventas, hablen mal del negocio y, posiblemente, nunca más confíen en
la marca.
Cuando esto sucede, deben invertirse grandes sumas de dinero en la
contratación de un equipo de relaciones públicas. Este deberá diseñar una
campaña de mercadeo que cambie la imagen de la marca y/o producto con
la finalidad de mejorar la reputación.
Conflictos legales. Cuando las faltas éticas son de suma gravedad, estas
pueden conllevar a problemas legales que derivan en pérdida de tiempo,
grandes multas y sanciones que pueden contemplar encarcelamiento. El
costo de la batalla legal puede llegar a afectar a los empleados, quienes
también pueden ser objeto de la ley y enfrentar cargos criminales.
En cualquier entorno corporativo, es importante mantener un alto nivel de
conducta y comportamiento ético para garantizar el éxito de una empresa.
Conocer las consecuencias de la falta de ética puede hacer que la compañía
mantenga una presencia positiva dentro del mercado.
La falta de ética en un órgano regulador puede ser una catástrofe debido a
que sin ética no existe la trasparecían, la organización, el lineamiento de lo
correcto, ya que la ética es la base de todo lo correcto y lo bueno.

Una institución de comercio sin ética está destinada al fracaso o al


constante atraso, porque, si quien la regula no tiene ética, nunca habrá
buenas finanzas, honestidad y mucho menos crecimiento.

La ética no es más que el corazón de la derecha, en buen DOMINICANO


hacer lo correcto, que tan importante es, bueno podemos ver el ejemplo que
se está viviendo hoy en día con los caso de corrupción en nuestro país,
donde personas son acusadas directamente de actos ilícitos con el dinero
del pueblo, pues en estas acciones carece la ética.

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