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JUICIO Y ESPERANZA EN ISAÍAS 1, 21-26

H.G.M. Williamson

Una de las cuestiones más discutidas en cuanto a la reconstrucción de la enseñanza del Isaías
histórico se refiere a lo que él dijo acerca del futuro. El problema ha sido cuidadosamente
documentado y analizado por Barton (1995: 64-82). Él muestra que los oráculos relevantes en
Isaías 1-39 pueden ser divididos por su contenido en cinco grupos, y que la semejanza de su
derivación del profeta del siglo octavo varía considerablemente, dependiendo en parte de cómo
son interpretados. ‘Los oráculos que predicen cierta derrota/desastre para Judá’, por ejemplo, es
probable que sean auténticos, mientras que ‘los oráculos sobre el futuro remoto’ son menos
probables.
Isaías 1, 21-26 entra en la categoría mixta de ‘los oráculos que predicen la restauración después
de la destrucción’ y, dado que esto puede implicar la supervivencia de un resto, muchas veces se
ha considerado que nos acerca al corazón de lo que pudo haber sido un elemento distintivo en la
enseñanza de Isaías. Más aún, está incluido entre los pasajes relevantes que son más comúnmente
considerados como derivados del propio Isaías. Consecuentemente, varios estudios de más amplio
tema han hecho de este pasaje, deliberadamente, su punto de partida (v.gr. Herrmann 195: 127-29;
Hermisson 1973; Jensen 1981).
Por toda la importancia y el grado de atención que ya ha recibido por todas estas
consideraciones, en mi opinión, aún quedan algunos aspectos de la composición del pasaje que no
han sido adecuadamente apreciados. Inevitablemente, el análisis que se presenta aquí presupone y
construye sobre otros estudios de este primer capítulo de Isaías (Williamson 1995, 1997, 2002).
En particular, comparto con otros la visión de que el capítulo incluye material del siglo octavo,
aunque éste haya sido estructurado en una etapa mucho más posterior en orden a que sirva como
una especie de introducción para el libro de Isaías como un todo. Consecuentemente, es probable
(y los estudios previos lo confirman) que, por un lado podemos esperar encontrar una combinación
de material primitivo y adiciones de redacción posteriores para unir el material y posiblemente
para desarrollar más su pensamiento y, por otro lado, si el material primitivo ha sido incluido aquí
debió haber llegado al editor posterior desde un estadio originario en algún otro lugar entre los
oráculos de Isaías conservados. Es difícil poder ver de qué otra manera pudo haber sobrevivido
por tanto tiempo; la sugerencia de Wildberger de que el núcleo del capítulo existía como ‘una
colección independiente’ (1980: 8) es imposible de acreditar.
En orden a promover la claridad de la discusión, incluyo una traducción del párrafo en cuestión,
a pesar de que el espacio impida cualquier discusión de las decisiones críticas del texto en el que
se basa. Afortunadamente, ninguna de éstas afecta los asuntos pertinentes que se discutirán a
continuación.
21
Cómo se ha convertido en prostituta,
la ciudad antes fiel;
llena de justicia,
la rectitud solía alojarse en ella - pero ahora son asesinos.
22
Tu plata se ha convertido en escoria,
tu licor fino se ha adulterado con agua.
23
Tus gobernantes son rebeldes y socios de ladrones;
cada uno ama el soborno y persigue regalos;
ninguno toma el caso del huérfano, ni el caso de la viuda aparece ante ellos.
24
Por lo tanto –oráculo del Señor, el Señor de los Ejércitos, el Poderoso de Israel–
¡oh!, yo me libraré de mis oponentes,
me vengaré de mis enemigos,
25
y volveré mi mano contra ti.
Fundiré tu escoria en el crisol,
y removeré todas tus impurezas.
26
Restauraré tus jueces como en antaño,
y a tus consejeros como en el principio;
entonces te llamarán ‘ciudad de rectitud’,
‘ciudad fiel’.

No cabe duda de que, dentro de la unidad mayor que acaba de ser armada por el compilador del
capítulo 1 como un todo, el v. 21 comienza una nueva sección. La naturaleza conclusiva del v. 20
(que muestra una inclusio con v.2) es clara, y v. 21 comienza con su propia introducción hkya (cf.
Lam. 1.1; 2.1; etc.).
Existe menor concordancia, sin embargo, sobre si la unidad termina en v. 23, 26, 28 ó 31 (para
un completo estudio, ver Willis 1986). Parte de este desacuerdo surge de una falla en apreciar la
naturaleza de la composición del capítulo 1 como un todo. Una vez que se acepta que ha sido
estructurado como una redacción completa, no se necesita una objeción para afirmar ambos: que
v. 21 introduce una sección que se extiende hasta el final del capítulo y que éste está compuesto
por párrafos más pequeños. Una vez comprendido, surge claramente que la visión de la mayoría
es correcta cuando ve vv. 21-26 como uno de estos párrafos. Internamente, tiene cohesión crítico-
formal, como se verá enseguida, y por la repercusión de algunos temas de los vv. 21-23 en 24-26
(la metáfora de la purificación de la plata y la obvia inclusio entre 21 y 26). Por lo tanto, interrumpir
el párrafo en v. 23 es injustificado.
De la misma manera, aunque haya una clara conexión en el pensamiento con los versos que
siguen inmediatamente, eso no necesariamente nos impide verlos como párrafos separados. No
hay una conjunción u otra conexión entre vv. 26 y 27, hay un cambio en la manera de dirigirse de
una segunda a una tercera persona, y hay un cambio bastante marcado en el énfasis. Por otro lado,
v. 29 está estrechamente ligado a 28 por su inicial yk, por lo que introducir un corte mayor en este
punto como justificación para unir 27-28 con 21-26 en sí mismo no tiene garantía.
La forma del pasaje es aquella del clásico discurso de juicio profético: una acusación (21-23)
seguida por ‘por lo tanto’ con una extensa fórmula del mensajero (24a), y luego el anuncio del
juicio (24b-25; en 26, ver abajo). Como es usual, los dos elementos principales están verbal y
conceptualmente asociados (ver especialmente Westermann 1964: C y D; Wildberger 1980: 56-
58; Sweeney 1996: 84-85). Dentro de esta forma general, la acusación toma la forma de un canto
funerario (21), el cual es apropiadamente repetido en la exclamación ywh al inicio del anuncio del
juicio. Sin embargo, esto no debe ser considerado como un elemento separado; se encuentra bien
dentro del rango de variación en el que los profetas, como oradores o escritores creativos, pueden
usar dentro de un singular género.1
Retornando a la inevitable tarea especulativa de buscar identificar la figura del material original
que el compilador del capítulo pudo haber heredado y adaptado, encontramos que muchas
propuestas pequeñas para la eliminación o adición de palabras y frases pudieron haber sido
dirigidas por el deseo de hacer que el pasaje completo se conformara al ritmo 3:2 del lamento. Las
propuestas de Budde (1931: 31-35) han sido particularmente influyentes en este punto. En algunos
casos hay argumentos adicionales que lo sustentan, pero en otros no. Un acercamiento más
prometedor es investigar si podemos detectar la mano del compilador del capítulo (con cuyos
métodos nos son familiares) en la integración del párrafo dentro de la composición más amplia.

1
Para éste y otros ejemplos similares, ver nuevamente Westermann 1980: D (esp. v. 4), además
Hardmeier 1978: 348-54 (Hardmeier categoriza los versos iniciales como la parodia de una
Untergangslied más que un canto funerario; es seguido de cerca por Stansell 1988: 57-60). Dobbs-
Allsopp (1993: 148-52) basa su atención en paralelos con el género ciudad-lamento, incluyendo el tema
de restauración del v. 26. Sin embargo, mientras que los paralelos no deben negarse, la estructura
invectiva-más-!kl-más-anuncio claramente muestra que el género dominante es el del discurso de juicio,
y esto debe ser tomado en cuenta en consideración con v. 26 también. Es una lástima que Dobbs-
Allsopp parezca haber sido inconsciente del trabajo de Hardmeier.
El candidato más convincente para reconocer la mano del compilador es la última línea del v.
23 (así, por ejemplo, Vermeylen 1977: 73, quien cita Budde 1931: 33; Fey 1963: 64; y Vollmer
1971: 156 apoyan; ver además Kaiser 1981: 53; y Deck 1991: 146-47). Las palabras están tomadas
casi completamente de la última línea del v. 17 y deben ser dependientes de él. El punto que se
quiere hacer es obvio, a saber, que los ‘gobernantes’ rebeldes del v. 23 son precisamente aquellos
que no cumplen las exigencias en las que depende el escapar del juicio amenazado de acuerdo con
los vv. 16-17. La línea entonces funciona muy bien para ayudar a integrar una parte del capítulo
con la otra, y no pudo haber sido colocada aquí antes de que el capítulo como un todo haya sido
estructurado. Para sostener esta conclusión, podemos notar que la línea por sí sola está
rítmicamente perdida (incluso Buddge se rinde ante el intento de mejorarla, y simplemente
elimina) y que encaja en otro lugar del proceso del compilador en el uso de palabras clave y frases
para ligar un pasaje con otro (para esto, ver, por ejemplo, vv. 9-10 y 26-27, mientras v. 28 se basa
en los vv. 2-4).
Es probable que las últimas dos palabras del v.21, ‘pero ahora, asesinos’, encaje en la misma
categoría. Para el argumento rítmico en que sobrecargan la línea puede agregarse la observación
de que, justo como la última línea de v. 23 se basa en el clímax de 16-17, así estas dos palabras se
basan en la acusación en 11-15 (‘tus manos están llenas de sangre’). Ellas también introducen un
elemento ‘personal’ que no se podía esperar antes de v. 23. El caso no es tan sólido aquí, porque
el vocabulario es diferente (aunque el uso de alm al inicio de la línea en v. 21 pudo haber llamado
la atención al paralelo con el final del 15), pero como encaja conceptualmente con el caso sólido
basado en el v. 23, parece convincente. 2 Muchos comentadores sólo eliminan las palabras, pero si
deben ser atribuidas al compilador del capítulo, entonces claramente ellas deberían ser retenidas
en términos del texto que era su intención y que hemos heredado de él.
El verso 26 es frecuentemente tomado como parte integral del párrafo original, y como tal ya
hemos notado que habitualmente ha sido usado como la base para reconstruir la naturaleza de la
esperanza de Isaías para el futuro. Hay varias razones, sin embargo, que no han sido notadas

2
El argumento que, en términos crítico-formales, la frase deba ser retenida a causa de la necesidad de
contrastar ‘el glorioso pasado de Sión con su desafortunado presente’ (Dobbs-Allsopp 1993: 149; cf.
Janzen 1972:58) no es razón suficiente ya que este elemento en ningún caso sigue inmediatamente en
los vv. 22-23. En la p. 151, Dobbs-Allsopp mismo categoriza estos dos versos como un ejemplo de
‘motivo de reversión’.
anteriormente, para atribuir este verso al compilador del capítulo en su forma final más bien que
al material original que él heredó.
(1) De manera crítico-formal, el verso no se asienta bien con lo que precede. Como hemos visto,
vv. 21-25 toman la forma de un juicio profético estándar, y un abrupto cambio a una expresión
culmen de esperanza para el futuro no se espera. Peels (1995:110), por ejemplo, encuentra la usual
combinación de ‘Scheltwort’ [~improperio] y ‘Drohwort’ [~amenaza] en vv. 21-25, pero luego
concluye que debido a la inclusión de v. 26 el pasaje es ‘una palabra profética sui generis’. De
hecho, el efecto de incluir v. 26 es para convertir el pasaje completo en lo que Hanson (1975: 162-
63) ha acuñado como ‘oráculo de salvación-juicio’, una forma que él encuentra en varios pasajes
del Trito-Isaías y que, él argumenta, es un desarrollo del clásico oráculo de juicio no testificado
antes del siglo sexto. Es comparable con lo que Westermann (1987: ch. 10) llama el grupo de
textos de ‘destino de los piadosos, destino de los impíos’, que también sostiene que sean el
resultado de adiciones posteriores a los textos primitivos. El efecto de dividir el destino de la
nación en dos grupos es, por supuesto, el resultado de la individualización incrementada que
caracteriza el material postexílico en el libro de Isaías, incluso aunque sus orígenes en términos
generales puedan ser trazados hasta tan temprano como el período preexílico tardío (cf. Koenen
1994).
(2) Nada en los vv. 21-25 nos prepara para lo que viene en este verso. Aunque de la metáfora
de purificación pudiera legítimamente inferirse que algo limpio pueda emerger al final, éste no es
el uso al que los versos previos colocan la metáfora. Los versos 24b-25 se enfocan unívocamente
en la remoción de la impureza, no en la emergencia del bien. La fuerza de este punto es reconocida
por Deck (1991: 147).
(3) El renombrar la ciudad de Jerusalén en la nueva era como una inversión de su período de
juicio es un tema característico del Trito-Isaías (ver especialmente 62.4, 12; cf. 60.14, 18). Más
ampliamente, este tema general es también aplicado (a menudo con el uso de la misma locución
que aquí) al renombrar de la comunidad, una noción ya bosquejada de alguna manera en Deutero-
Isaías y los otros profetas del exilio; en Trito-Isaías: 58.12; 61.3, 6; 62.2; en Deutero-Isaías: 43.7;
48.1, 2 (y cf. 35.8); y otros: Jer. 3.17; 33.16; Ez. 48.35; Zac. 8.3. Ni la locución ni la noción que
expresa se encuentran en textos anteriores,3 y como es el caso de otros elementos en los versos

3
El profesor Dobbs-Allsopp amablemente ha confirmado que en su conocimiento esta noción particular
de renombrar no está incluida en ningún ejemplo extra-bíblico del género ciudad-lamento, aun incluso
cuando el tema general de la restauración es, por supuesto, testificado.
conclusivos de este capítulo que han sido ampliamente reconocidos con paralelos cercanos en
Trito-Isaías, debe ser juzgado muy probable que este verso refleje una influencia comparable.
(4) El un tanto prosaico !k-yrta que introduce la segunda línea del v. 26 no ocurre en otro lado
en Isaías (ni en ningún otro profeta preexílico). Aunque De Vries (1995: 116) supone que aquí es
Isaiánico, la manera de su uso como lo describe sugiere de hecho una conclusión contraria: ‘En
cualquier caso, este contraste de épocas no prueba ser típico de la oratoria de Isaías’ (117). Más
significativamente, mi colega John Barton me ha hecho notar que la idea de una línea de tiempo
de eventos sucesivos en el futuro que esta frase introduce no tiene paralelo y por ello es más
improbable en un profeta preexílico.4
(5) La razón porqué el verso es frecuentemente puesto junto con 21-25 es, por supuesto, la
inclusio con v. 21. De hecho, sin embargo, esto no es un recurso que puede encontrarse en otro
lado en la propia escritura de Isaías, sino que es exactamente lo que he demostrado en estudios
previos para marcar el trabajo de nuestro compilador del capítulo cuando introduce o, como aquí,
pule una sección (ver especialmente vv. 2, 10 y 20). Este recurso, por lo tanto, apunta lejos de v.
26 como parte de la composición original y hacia la dirección del compilador.
(6) La repetición hbyvaw (v. 25) al inicio de este verso es nuevamente algo que es característico

de la redacción adicional en general (ver, por ejemplo, la repetición de ~hnyw en 5.29 y 30 y mi


discusión en 1994: 135-36), y no es extraño al estilo de nuestro compilador (v.gr. las referencias a
Sodoma y Gomorra en v. 10). Kaiser, que es uno de los muy pocos comentadores que reconocen
que v. 26 es una adición separada, basa casi todo su caso en este punto (1981: 54). Porque esto
explica la repetición de acuerdo con el procedimiento atestiguado, parece ser preferido sobre la
propuesta de Fohrer (1991: 43) y Wildberger (1980: 65) de eliminar las primeras tres palabras de
v. 25 como una glosa posterior, intentando fijar la identidad de los enemigos del v. 24. De hecho,
las palabras en cuestión caben en su actual contexto perfectamente e introducen una imagen
Isaiánica característica dentro de la descripción del juicio: ver, por ejemplo, el uso de ‘la mano’ de
Dios como un instrumento de juicio en el estribillo del poema en 5.25; 9.11, 16, 20; 10.4. Si las
palabras se toman como el elemento culmen de un tricólon, no hay razón para no retenerlas.
Por estas seis razones, concluyo que v. 26 fue añadido por el redactor en orden a extraer las
implicaciones positivas de lo que en el material primitivo estaba sólo latente. Mientras el oráculo

4
Cuando subsecuentemente leí este comentario en Joel, descubrí más razones en las que esta
conclusión está basada; ver Barton 2001: 13, 92-94.
original en vv. 21-25 era una sentencia categórica de un juicio inminente, el compilador posterior
del capítulo 1 percibió en la metáfora de la purificación de la escoria la posible implicación de que
lo que haya entonces quedado, sobreviviera como un resto purificado. Como he argumentado, esto
data desde el período postexílico y así se llega el ‘cumplimiento’ del juicio predicho en la caída de
Jerusalén ante los babilonios, y no habría sido injustificado en aplicar este potencial positivo en la
comunidad restaurada de cual él era miembro. Este tipo de reúso de las palabras de juicio en orden
más tarde a dar expresión a la esperanza es nuevamente testificada en otro lado, tanto en Isaías,
cuyo ejemplo está al final del c. 6, y más allá (v.gr. los versos conclusivos de Amós, que se puede
ver en Groves 1987: 179-91).
Una posible objeción que puede surgir contra esta conclusión es la supuesta estructura
concéntrica que algunos han encontrado en vv. 21-26. Esto se presenta ligeramente diferente por
diversos comentadores, pero se puede típicamente resumir como 24b correspondiente a 23, 25 a
22, 26a a 21b, y 26b a 21a.5 En una inspección más de cerca, sin embargo, este argumento no es
muy fuerte como aparenta en un inicio. Mientras el eco de 21 en 26 es rápidamente aceptado, no
está tan intrincado como la estructura sugiere, ya que la conexión más obvia con 21b es ‘la
rectitud’, que viene en 26b, no en 26a como se propuso. De hecho, no hay un eco claro de 21b en
26a en manera alguna. Si 26a se refiere a algo específico en los versos previos, es 23, parte de lo
que hemos visto ser el trabajo del editor final. Una vez que esto es reconocido, entonces la
estructura propuesta hace poco más que llamar la atención a una banalidad, atestiguada
frecuentemente en otras partes, a saber, que el anuncio del juicio a menudo hace eco de la
acusación con la que está relacionada. En este caso, la conexión más obvia es, por supuesto, la
imagen de ‘la escoria’ (22 y 25, pero hay que notar que esta última no hace ninguna referencia a
la imagen del licor de 22b), mientras 24b ciertamente puede decirse que anuncia el juicio contra
aquellos condenados en 23a, pero sin el uso de ni una sola palabra en común. Por lo tanto, en el
entendido de la figura original de este pasaje delineado arriba, se puede sugerir que 21 formaba
una introducción generalizada, seguido por una acusación doble (22 y 23a), la cual, siguiendo la
fórmula del oráculo (24a), fue respondida por el anuncio del juicio en orden inverso (o en forma
de quiasmo, si esa terminología se prefiere) en 24b y 25 (un patrón ABCC’B’). Esto puede parecer
tan suficiente como el patrón concéntrico propuesto, pero el punto importante a notar es que dichos

5
Entonces, por ejemplo, Fey 1963: 64, seguido por Wildberger 1980: 57-58; Hardmeier 1978: 349-50;
Becker 1997: 193; y Berges 1998: 69; diferente Vermeylen 1977: 71; Deck 1991: 146.
patrones pueden ser usados muy raras veces para predeterminar juicios crítico-literarios; más bien,
deben seguir los resultados de dicho análisis en una manera descriptiva. Finalmente, cuando v. 26
fue añadido por el compilador, basó su conclusión (26b) en el todo de 21 en línea con su práctica
en otro lugar. El verso 26a no está integrado concéntricamente, sino más bien proporciona una
inversión de la acusación como un todo.
Por ello concluyo que la forma del oráculo que el compilador heredó comprendía 21 (sin
~ytcrm ht[w)-23a + 24-25. La autoría Isaiánica de este pasaje ha sido casi universalmente
aceptada: su tema (especialmente una vez que v. 26 es tomado como posterior), el lenguaje y el
uso de la metáfora todo cabe en su trabajo como conocido de otro lado extremadamente bien. Las
pocas voces que muy recientemente se han levantado contra este consenso no han encontrado
favor. En particular, el extenso análisis del vocabulario de Vermeylen (1977: 80-93) fracasa en su
reclamo de establecer sobretonos deuteronómicos: las palabras a las que apela son demasiado
generales para dicha conclusión, y no existe un ejemplo de un estereotipo de fraseología
deutornomist(ic)a (ver, por ejemplo, la tersa crítica de Blum 1996: 564 n. 75, y más completo
Hogenhaven 1988:56-57). Más aún, contra Robertson (1934: 235) y Kaiser (1981: 53-54), hemos
visto que existen fuertes razones crítico-formales para mantener la unidad esencial del pasaje, y el
hecho de que ciertas partes del pasaje pueden caber bien en períodos posteriores (ver, por ejemplo,
los paralelos publicados por Becker 1997: 194 con partes de las Lamentaciones y el tema de la
purificación, que es recurrente en Jeremías y Ezequiel) no es un argumento de que por ello debieran
haber sido compuestas entonces. El hecho de que haya sido posible distinguir más bien claramente
las adiciones hechas por el compilador del capítulo indica que él estaba trabajando aquí con el
material heredado, en marcado contraste con los versos conclusivos del capítulo.
Frecuentemente se discute que el hecho de que la vida en la ciudad parece proceder como
normal, junto con la falta de referencia a una crisis específica, como la invasión asiria de 701 a.C.,
apunta a una fecha dentro de la primera parte del ministerio de Isaías (para un repaso de los muy
pocos que han favorecido una fecha Isaiánica posterior, ver Willis 1986: 243-45). Incluso si la
práctica asiria de la deportación está por detrás de la metáfora de la purificación, no hay necesidad
de dudar que esto haya sido conocido en Jerusalén mucho antes de que los de Judea llegaran a
tener la experiencia de primera mano ellos mismos.
En la suposición de que esto sea correcto, entonces una especulación final se puede permitir en
cuanto al lugar que este material haya podido originalmente ocupar en una forma más primitiva
del libro de Isaías y de la que el compilador del capítulo haya podido moverlo. Hay únicamente
otros tres pasajes en la primera mitad del libro de Isaías donde Sión es llamada en segunda persona
singular, y de éstos 3.25 nos da los puntos obvios de conexión que buscamos. 6 En 3.16 existe un
claro inicio de una nueva sección, donde las ‘hijas de Sión’ son el sujeto de la injuria en tercera
persona femenina plural. Después de la adición posterior de la lista de galas en vv. 18-23, este
tema principal se retoma en v. 24. El verso 25, que sigue, sin embargo, no parece encajar: se dirige
a una segunda persona femenina singular, ‘Tus hombres habrán de caer por la espada, y tus
soldados en la batalla’. El verso 26 es nuevamente incómodo, ya que pasa a una referencia de una
tercera persona femenina, aparentemente Jerusalén: ‘Y sus (fem.) puertas lamentarán y harán
duelo; devastada, se sentará en el suelo’. Finalmente, 4.1 (4.2 comienza una nueva sección) vuelve
a las mujeres, y así pudiera ser ya sea una continuación original de 3.24 ya sea incluso otro
fragmento. Su tema parece como una contraparte cercana a 3.6, las mujeres ahora sufriendo un
destino que es comparable con el de los varones. Comentadores más antiguos se inclinaban a
cambiar algunos de los sufijos en orden a suavizar las dificultades causadas por estos súbitos
cambios en la personas, pero esto es por ningún medio certero; existen otros pasajes en Isaías
donde fenómenos similares son más fáciles de explicar como el resultado de una actividad de
redacción.
En el caso presente, se puede pretender que 3.25 puede encajar fácilmente como la continuación
original de 1.21-25. Justo como la metáfora de plata degradada en 1.22 es explicada en 23a como
referente a los gobernantes rebeldes, así la metáfora de la purificación de 1.25 puede ser explicada
por la derrota en la batalla de 3.25. Esto también puede lograr un atractivo patrón literario de
diferente tipo de los ya discutidos: un clamor introductorio (21) seguido de la metáfora de
corrupción (22) y explicación (23a); después, en estrecho paralelo, un introductorio clamor divino
de venganza en 24, seguido de la metáfora de la purificación (25) y la explicación (3.25). Esto
podría pasar por un párrafo completo convincente por sí mismo. Bien puede uno ver cómo 1.21-
25+3.25 podría haber estado después de 3.16-24 en una versión anterior de la colección de los

6
Esto fue sugerido previamente por Barth 1977: 220 n. 48. Los otros dos pasajes son 12.6, el cual
obviamente puede ser descartado para estos propósitos, y 29.1-5. Si 1.21-25 fuera de la última parte del
ministerio de Isaías, un escenario anterior a 29.1 pudiera ser considerado (notar, por ejemplo, el uso
inusual de hyrq en 1.21 y 29.1, y el uso de ywh en ambos 1.24 y 29.1; en efecto, Hovenhaven [1988:57]
usa éstos y otros puntos de comparación para sostener una fecha posterior para 1.21-26. Su argumento
depende en 1.26, sin embargo, el cual hemos visto que no debe ser atribuido a Isaías mismo). Sin
embargo, 29.1 pare ser plenamente satisfactorio como el inicio de la sección, y no requiere que algo
haya estado ahí antes.
oráculos de Isaías. Hay un movimiento ordenado de las mujeres de Jerusalén a la ciudad descrita
ella misma como mujer (hnwz). El compilador del capítulo 1 pudo haber interrumpido el uso del
pasaje original, por supuesto, porque quiso ser capaz de desarrollar las implicaciones positivas de
1.25 más bien que el final en una nota de derrota en la batalla, lo cual era la intención original de
Isaías al usar la metáfora.
Es por eso grato poder concluir, en cuanto a este párrafo en particular concierne, que la
expresión de un brillo de esperanza para el futuro fue el resultado de la reflexión de un texto
heredado por un editor escolar. Espero que David Clines se sienta completamente cómodo en esta
compañía.

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