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Tiempo libre

Ideas para disfrutar del tiempo libre en familia Algunas de las actividades familiares que se pueden
realizar en el tiempo libre son:
1. Practicar deporte. Dedicar un tiempo al deporte siempre es una buena idea. El tiempo libre puede
ser un momento para hacerlo con más frecuencia o para aprender algún deporte nuevo
. 2.  Organizar salidas. Los fines de semana son el momento perfecto para realizar excursiones,
salidas al campo o paseos en bicicleta en los que la familia aproveche para salir de los lugares
frecuentados habitualmente y conozcan lugares nuevos.

3.  Ayudar en casa. Echar una mano en casa debe ser un hábito del día a día, pero cuando
disponemos de más tiempo podemos concretarlo en cosas que supongan una mayor dedicación de
tiempo como una reparación o limpieza.
4.  Jugar en casa o al aire libre. Es necesario dedicar un momento del día a los juegos. Actualmente,
existen muchos y muy interesantes para todas las edades. Además, también se pueden organizar
juegos para toda la familia, aprovechando así para compartir un momento de salir de los lugares
frecuentados habitualmente y conozcan lugares nuevos.

5.  Organizar fiestas familiares. Los cumpleaños y los santos pueden ser un buen momento para
celebrar algo con toda la familia. Además, la previa organización que exige una fiesta ensenará a
mayores y pequeños a trabajar en equipo.
6.  Hacer visitas culturales. Visitar museos o exposiciones donde los niños y los padres aprendan
nuevas cosas. Es importante que resulten atractivas para todos y no "meter la cultura con calzador".

7.  Ayudar a los demás. Colaborar con alguien en alguna actividad, trabajar para sacar un dinero para
la familia o ayudar a alguien a solucionar un problema son cosas que se pueden realizar en el tiempo
libre.
8.  Fomentar nuevas aficiones. Siempre es un buen momento para descubrir nuevas aficiones y
enseñar a los hijos a ser constantes. Lo más interesante es compartir con los hijos las propias
aficiones, sin imponerlas.

9.  Visitar familiares, amigos, enfermos. En el día a día a veces es difícil encontrar un hueco para ver
a familiares que viven lejos, cenar con amigos que nunca ves o visitar a enfermos que agradecerían
una visita al hospital. Los fines de semana es el momento ideal para hacerlo.
10.  Proponerse actividades de más duración. El tiempo libre ofrece la posibilidad de realizar
actividades que normalmente, por falta de tiempo, no se pueden llevar a cabo. Aprender un idioma, ir
a un campamento
15 actividades familiares para el tiempo libre

11.  Repasar conceptos. Después de las vacaciones siempre llega la rutina. Por eso, es necesario
dedicar un tiempo al repaso del curso o a las actividades del verano programadas por el colegio.
12.  Compartir el tiempo de las comidas. Desayunar, comer y cenar con los hijos es un buen hábito
que los padres deberían llevar a cabo todos los días. Sin embargo, la incompatibilidad de horarios a
veces no lo hace posible. Los fines de semana son un buen momento para compartir el tiempo de la
comidas, aprovechando también para educar en los buenos modales en la mesa.

13.  Organizar tertulias. Cuando no hay prisa por volver al trabajo o al colegio, es necesario que después
de comer la familia realice un rato de tertulia en la sobremesa en la que intervengan todos los miembros
para compartir experiencias e intercambiar opiniones.
14.  Distribuir encargos. Es necesario repartir encargos de colaboración familiar entre los hijos. Tener un
encargo concreto del que responsabilizarse desarrolla el hábito de estar pendiente de los demás y de
preocuparse po ...

15.  Ver películas o series. Ver películas o series en familia es la excusa perfecta para compartir un
momento entre padres e hijos. Además, compartir este momento permitirá a la familia comentar con los
hijos aspectos de las películas o serie, esto servirá a su vez para enseñar algo nuevo a los hijos a
aprender algo a los padres. Es importante estar pendiente de que los hijos no abusen de la televisión. El
exceso de televisión impide la conversación, fomenta la pasividad, impide el desarrollo de
la creatividad y facilita la adquisición de contravalores, entre otros efectos contraproducentes.

Factores protectores y de riesgo


FACTOR DE RIESGO
En esencia, un factor de riesgo “es una característica interna y/o externa al individuo cuya presencia aumenta la
probabilidad o la predisposición de que se produzca un determinado fenómeno” (Luengo y otros, 1999)

Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es necesaria la presencia de todos y cada uno de los factores de riesgo
para que se produzca el comportamiento desviado, de la misma forma que la aparición de uno de ellos no determina
necesariamente la ocurrencia del mismo de forma causal. De hecho, coexisten otros factores que protegen al sujeto
frente al consumo. Los factores de riesgo interactúan entre sí influyéndose y son de carácter probabilístico, es decir, su
presencia aumenta la probabilidad de que se dé una conducta.

Factores de riesgo individuales: Hacen referencia a las características internas del individuo, a su forma de ser, sentirse
y comportarse. La edad, la personalidad, los recursos sociales de que dispone, las actitudes, los valores, la autoestima,
etc. conforman un sujeto único.

La adolescencia es un período de apertura al mundo social, por lo que no es infrecuente encontrar dificultades en el área
de las habilidades de relación para interactuar en este contexto de un modo socialmente eficaz. En este sentido, una
persona con dificultades para expresar abiertamente sus opiniones o para desenvolverse adecuadamente en su entorno
será más vulnerable a la influencia de su grupo. Así, si el consumo de drogas es algo frecuente en este medio, la persona
con pocas habilidades sociales, con poca asertividad, tendrá más dificultades para resistirse a la presión de sus
compañeros, mientras que sucederá lo contrario en el individuo que posea un buen repertorio de conductas sociales.

Algunos autores (Kaplan, 1996; Simons, Conger et al. 1988) han señalado que una baja autoestima, una pobre
autovaloración etc. están en la base de las conductas desviadas. Las personas con un autoconcepto positivo muestran
menos vulnerabilidad ante situaciones de riesgo o individuos influyentes que las que carecen de este rasgo psicológico.
Un bajo nivel de autoestima hace al sujeto sentirse incompetente para resolver situaciones o problemas y esto provoca
frustración. Nuevamente, la droga puede aliviar una percepción personal negativa y puede utilizarse para evitar
enfrentarse a ella.

En este sentido, un buen nivel de autocontrol permitirá al sujeto rechazar comportamientos que a pesar de permitirle
obtener consecuencias positivas inmediatas repercuten negativamente a largo plazo; también le permitirá planificar
objetivos, ejecutarlos con estrategias adecuadas y obtener con ello recompensas personales.

La impulsividad, el “no pararse a pensar”, es la otra cara del autocontrol. Con esta denominación se conjugan aspectos
como la dificultad para valorar las consecuencias de la propia conducta, un estilo rápido y poco meditado a la hora de
tomar decisiones sin considerar alternativas y una resolución de problemas poco efectiva, sin planificar el propio
comportamiento y sin capacidad para ejercer autocontrol sobre él

Factores de riesgo relacionales: Son aquellos aspectos relativos al entorno más próximo de la persona. La interacción
específica de cada sujeto con la familia, los amigos y el contexto escolar determina una situación peculiar.

El grupo proporciona sensación de pertenencia, comprensión, reconocimiento, etc., por lo que se constituye como un
foco de grandes influencias. Los compañeros proporcionan información directa o indirecta sobre aquellas conductas que
son aceptadas y reconocidas en determinadas situaciones sociales, diferentes a las que el sujeto vive en su medio
familiar. El grupo establece sus propias normas y el sujeto que pertenece al grupo debe adoptarlas para ser valorado. En
este sentido, si el grupo muestra una actitud favorable al consumo, el adolescente adoptará también estas mismas
reglas en su repertorio de conducta. El grupo de amigos como factor de riesgo, se ha manifestado como una de las
variables más influyentes a la hora de explicar el consumo de drogas, hasta tal punto que para algunos autores el
consumo depende enteramente de la naturaleza social del grupo de amigos del sujeto

La investigación concluye que una percepción negativa de las relaciones familiares por parte de los adolescentes aparece
como una variable constante en un gran número de consumidores (Pons y Berjano, 1999). En este caso, el uso de
sustancias funciona como un indicador de problemas, como una vía de escape de un clima familiar percibido como hostil
o como forma de atenuar esa percepción.

Factores de riesgo sociales: Hacen referencia a un entorno social más amplio. La estructura económica, normativa, la
accesibilidad al consumo, la aceptación social del mismo y las costumbres y tradiciones imprimen unas características
que diferencian a unas culturas de otras y por tanto afectan a la conducta del individuo.

Factores protectores

La Teoría del Desarrollo Social propuesta por Hawkins y cols. (1992) es un enfoque teórico que describe cómo existen
procesos protectores que parecen incidir en la reducción de problemas de comportamiento. Estos autores proponen
tres factores de protección que controlan el desarrollo de los comportamientos antisociales: los lazos sociales (adhesión
y compromiso con la familia, las escuela y los compañeros), las coacciones externas (normas claras y consistentes contra
el consumo de drogas mantenidas por personas ligadas al individuo) y las habilidades sociales (poseer estrategias de
solución de problemas para afrontar asertivamente las situaciones y resistir las presiones a la transgresión de normas).
Además de éstos, los factores de protección mencionados en este apartado están referidos a las áreas individual,
relacional y social comentadas anteriormente y, por ende, la posesión o el desarrollo de características contrarias a las
mencionadas como factores de riesgo actuarían protegiendo al sujeto. De este modo, un buen nivel de autoestima, un
adecuado autocontrol emocional, la cohesión y comunicación familiar, el apego a un grupo de referencia positivo, etc.
favorecerían al sujeto frente a la desviación. No obstante, nos parece importante señalar algunos de los hallazgos
empíricos referidos a este tema.

En este sentido aquéllos jóvenes que perciban la conducta de consumo como arriesgada y/o quienes no perciban
ninguna ventaja en practicarla manifestarán, en menor medida, conductas de consumo. Por ende, una información
adecuada, junto con unas expectativas realistas acerca de su uso contribuirá a un balance decisional más saludable.

Para Bry (1996), una buena relación entre los miembros de la familia, cercana, duradera y sin conflictos, junto con unos
métodos de disciplina adecuados a la edad actúan como factor de prevención del consumo. En general, parece que un
buen funcionamiento familiar en términos de buena comunicación, implicación y dedicación, afecto, cercanía de los
padres, etc., correlacionan positivamente con una menor implicación en conductas problema por parte del adolescente,
confirmándose la capacidad de la familia como agente preventivo frente a las conductas desviadas. Por otro lado,
aspectos como el nivel cultural, el rendimiento académico, la implicación en conductas problema por parte del
adolescente, confirmándose la capacidad de la familia como agente preventivo frente a las conductas desviadas.

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