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Ponte a escribir de una vez carajo

Borrador novela de Praga

Capitulo uno 11/8/2017

Escena 1
Roberto acero se estremece en la cama, con los parpados
apretados y una mano en el esternón, algo lo oprime en
su sueño agitado. Su cuerpo atlético y dorado por el Alba
se contrae acentuando su musculatura a lo largo de su
metro ochenta de estatura.
Una dibujante profesional, lo elegiría de modelo.
Gime el hombre, en esos caminos oníricos que está
recorriendo. Su voz adolorida se escucha allí en su casa
solitaria en el bosque, sin un alma a más de 180 m a la
redonda.
Amanece y la luz que bosque que abraza la ciudad de San
Carlos de Bariloche, empieza a dorar las dos plantas de la
cabaña. Su amplio dormitorio, en la planta superior, está
decorado con un par de réplicas de Kandinsky. Al costado,
en el ventanal contrario, una pared dónde está su
escritorio preferido de escritura, Justo encima un tablero
de corcho dónde se pueden distinguir sus diplomas
profesor de física y matemático, ingeniero atómico y
algunos diplomas más pequeños que certifican su
presencia en muchos congresos.
De manera más informal en la tabla de corcho, hay una
escaleta hecha con tarjetas clavadas con adhesivos en
orden lineal como una cuadrilla. Más allá, una foto de
Einstein y Luego una imagen del obelisco de Buenos Aires
y al lado Maradona pateando con violenta elegancia un
planeta tierra.
En el sueño, Roberto Acero se ve a sí mismo prendiendo
fuego, quemando viva a una criatura que se retuerce y se
va convirtiendo en cenizas. En el mismo sueño tiene un
momento de aguda lucidez. Se mira la palma de las
manos y grita: “¡Es mi novela! Mi novela muerta, la que
yo asesiné! Estoy dramatizando en un sueño toda mi
culpa, mi frustración y mi ira. Sí, el fuego simboliza mi
ira”.
Entonces se yergue con resolución y un jadeo
atormentado. Se sacude algo invisible de su rostro. Abre
los ojos verdes, bien cristalinos. Con esa dulzura de niño,
que parece contradecir su recia figura varonil. Un hombre
fibroso, duro y curtido en más de 50 años de lucha.
Se queda absorto un instante y luego se ríe de sí
mismo.
Se ríe por el sueño. Si, si no fuera que estaba construido
con una anécdota tan dolorosa hasta era gracioso.
“El soñador decide ahorrarse el psicoanalista y analizarse
en el mismo sueño. Qué practico.”
Se pone de pie y va hacia el generoso ventanal. Se
encuentra con el alivio de una imagen cotidiana y
querida. El bosque sereno y azul verdoso de escarcha y al
fondo las manos enormes de una niebla maternal sobre la
pre cordillera.
Toma una bocanada de aire, exhala aliviado.
Algo en el sueño le ha sacado demasiado oxígeno. Como
si en vez de todo aquel papel A 4 salido de su impresora
hubiera sido una parte de su espíritu la que se hubiera
consumido.
Se tira al piso de súbito y sosteniéndose con ambos
brazos asciende y desciende de manera sucesiva
enumerando en cada exhalación el completo
movimiento. Su es externo clestomastoideo se hincha viril
y la sangre le engrosa las venas de las sienes, se agita con
cada elevación y sus imponentes deltoides sobresalen en
su espalda como cordillera allí a lo lejos.
Y …31.
Antes llegaba a 40 flexiones matutinas sin parar, incluso
acentuando lentamente la última.
Se pasa ambas manos por la plateada y abundante
cabellera y se acaricia la barba se pone de pie
tambaleando llega al baño abre la canilla y se da una
buena cantidad de agua a golpes suaves pero
consistentes en las mejillas. Estornuda y por fin
contempla su imagen frente al espejo cayéndole todavía
gotas desde la barba y el pelo de la frente amplia.
Suena Mozart desde el móvil, indicando una llamada
entrante. Es peteco.
--- Chamaco. Soy yo! Reportándome desde el campo de
batalla DF—Dijo como si se hubieran visto apenas ayer---
Cómo te trata la vida güey?—
--- Pues bien chavo, aquí resucitándome con mis
abluciones matinales. Solitario, rodeado de buenos libros
y mucho trabajo, ¿cómo va todo por allá?—
Peteco siempre animado, le explicó novedades en la
compañía y que también disfruta de su soltería y que
añoraba encontrarse con él para “ver si otra vez catamos
unos buenos vinos de verdad” Eufemismo aplicado a las
chicas “prepago” con las que se solazaban en la city de
turno.
---Bobsito! Cuánto hace que no nos vemos? –
--- Pues desde del congreso del CERN en Suiza, ¿cierto?
…---
Pues te tengo que ofrecer algo relativo al CERN
justamente-- ¿podrías ir a Praga? Tengo una vacante para
ti--- Es exclusivamente para gente especializada en el
bosón de higgs., la única pega es que tendrías que salir
pasado mañana como máximo.—
---Pues mira la semana entrante, creo que viene al puto
bosque donde vivo, alguien del comité de Oslo para el
asunto de mi nominación al novel…pero, bueno, que se
jodan.---
Del otro lado Peteco rio con algarabía mexicana.
---Hijo de la ching…Tomo esa broma como un afirmativo.
¿ok?
--Pues claro, ¿y yo puedo exponer el tema que yo quiera?
O me recomiendas algo en especial?
---Pues por mi, Guey, tanto como si declaras el numero pi
de una teta de Maria Felix! Todo bien, lo que importa es
que me salves. Si vienes te debo una. Es un hecho.
Animado por lo de Praga, Roberto se prepara su
desayuno.

Escena dos:
Le vendrá bien salir de viaje. Alejarse de los despropósitos
que le acontecieron en los últimos meses. Primero aquel
romance con la jovencísima odontóloga recién llegada al
pueblo que lo dejó por un profesor de Ski que al final se
matò contra un pino, pobre muchacho.
Aquello pareció una escena poco lograda de una novela
escrita por alguien del barrio. Podría ser en todo caso una
novela negra, pero como lo del muchacho pasó en plena
temporada y estaba todo blanco de nieve, se trataba de
un hecho bastante grisáceo.
Roberto tuvo que ocuparse del cadáver hasta que llegara
la policía. Puesto que en el pueblo la ignorancia de
algunos vecinos le atribuyeron conocimientos en
medicina por el simple hecho de tener un doctorado y
que por eso casi todos lo llenaran “doctor”.
Pues la experiencia le impacto muy mal, claro no tan mal
como al profesor de sky. La odontóloga no estaba en
Bariloche, de modo que le tuvo que ir a dar la noticia.
Ella había estado ausente y llego una tarde después de la
muerte de su amante.
Le había dado una profunda pena por ella en cuanto la
vio. Y sì también por el esquiador, tan joven así y con la
vida malograda.
No la pudo ni tocar. Eso no pudo hacerlo. Nada de un
abrazo de consuelo. Roberto no quiso consuelos cuando
le clavó bien adentro el torno y se lo retorció en el pobre
corazón sin anestesia. No, no estaba resentido con la
joven Doctora. Solo quería ser sincero. Por eso no le dio el
par de dientes que se encontró en la nieve sanguinolenta.
Roberto, Solo bajo la mirada. Y le dijo.
---Mira, lamento desde lo más hondo la muerte de este
muchacho, podría tener la edad de un hijo mío. Seguro
que no merecía un final así. No fue por su impericia,
seguro. Me lo contaron. sino un turista imprudente que
se le cruzó con un skate. Ojala puedas superarlo tan
fácilmente como superaste mi ausencia. Adios.---
A los pocos días, nunca sabrá si por lo ocurrido o porque
realmente su novela era muy difícil de entender e
inaccesible para la mayoría de la gente, Roberto quemó
todo el texto en el quincho de asado de Clarisa.
---Cariño…vs a preparar un asado en invierno? Pero que
mala idea.
----No, es la novela---dijo como en funerales.
----Eso es una idear peor!
300 páginas en letra palatino linotype 18 a doble espacio.
Una historia compleja y enredada, que terminó por
artarlo. Pensó, que lo bueno era que había salvado a
unos cuantos lectores del esfuerzo inútil de intentar
entenderla. Que se le había ido de las manos muchas
oraciones y personajes. Que la trama se debilito porque el
punto de conflicto era casi increíble y que los personajes
en efecto parecían no ser de este mundo..
Ahora recordaba todo aquello no tan lejano como algo
dejado muy atrás. Tal vez a la catarsis involuntaria del
sueño. Posiblemente gracias a la llamada de Peteco que
le hacía recordar buenos momentos en Barcelona
“Catando vinos” y comiendo paellas valencianas en la
Rambla. O simplemente que hay etapas que debe ser
dejadas atrás.
---Nunca más volveré a quemar, ni destruir de ningún
modo ninguna novela-- dijo al escritorio donde reposaban
apagada la impresora y dormido el ordenador.
Mira, a través del ventanal mientras come los huevos
con “panceta” y se toma un buen mate cocido. Y decide
que debe cumplir con los deberes para tener todo
preparado para el viaje.
Roberto levanta el móvil y Llama a su ex mujer, que vive
del otro lado del pueblo.
Clarisa Montalbán contesta con una voz matutina fónica
y soñolienta. Carraspea demasiado grave para tratarse
de una mujer. Le respondió del otro lado intentando un
desenfado:
--- se puede saber qué cosa te puede estar pasando para
que me despiertes a estas horas? ---
--- Lo siento cariño---
Dijo y enseguida se arrepintió. Porque eso develaba
demasiado pronto que la llamaba para pedirle un favor.
“Se le escapó” lo de cariño, pero era peor disculparse por
haberlo dicho. Era la costumbre? Clarisa y Roberto se
habían separado hacía más de un año y permanecían en
una zona fraternal, en la que Roberto siempre intentaba
de alguna manera No sentirse culpable por haberla
abandonado y ella, paciente, resignada, al tener la
certidumbre de que nunca Podría tener un hombre como
él otra vez.
Por pura necesidad y vecindad habían recibido entre las
sábanas esperando remotamente una reconciliación,
pero poco a poco fueron reconociendo que ambas
soledades eran el mejor ámbito, para sus actividades
intelectuales y para tener una convivencia más sana por
lo menos sin tanta abundancia de discusiones. Eso por no
hablar de ciertas infidelidades con mujeres jovencitas.
Cosa que en el fondo comprendía pero que a Clarisa,
como era natural le resultaba insoportable.
---Voy a viajar otra vez, se trata de un congreso en
Praga.---
---Ah! pero qué bien! afortunado el hombre! Y què me
llamas para invitarme?---bromeó
--- Cariño voy a necesitar que me consigas alguien para
limpiar la cabaña y esas cosas y tengo que verte primero
para darte un abrazo, porque nunca se sabe---
--- Ay por favor! encima que me despertáis y no me
invitas ni en broma, no te pongas ni melancólico ni
fatalista---dijo
Roberto se rio con sincera alegría puesto que era mejor
una Clarisa Sarcástica, irónica que una Clarisa Fría y
distante. Y cuando ella tenía nieve en el alma exhalaba
ácido nítrico.

---Podes dejarme la llave si quieres en la recepción del


instituto, la puedo recoger ahí luego y me ocuparé de
que tu casa no se llene de más polvo que el que tu le
hayas metido---
---Cariño---insistió Bob con verdadera nostalgia por la
juventud compartida. Una nostalgia mezclada con
gratitud. Porque sabía que siempre podía contar con ella.
Que era una mujer que le había enseñado mucho en la
vida. Que le había dado mucho amor. Una verdadera gran
mujer—cariño, Tal vez no sea el momento para decirlo,
pero siempre te sigo queriendo.---
---Sí, tienes razón, no es el momento para decirlo, pero
vale la pena que lo digas--- y agregó después de un
sentido silencio entre los dos---Vamos a ver si sos tan
guapo y me lo decís en la cara!
---|cuando y donde!---
---Esta tarde, en el nuevo restaurantito italiano de la
Bartolomè Mitre---

………………
…..

Escena tres

El avión hizo aterrizó en el aeropuerto Jorge Newbery, sin


embargo no quiso pasar la noche Buenos Aires. Le traía
buenos recuerdos y a la vez le aturdía el alma.
Demasiadas vivencias allí. Ya en el Internacional de
Ezeiza, tuvo que esperar el avión a Praga hasta las 2 de la
mañana. Por eso primero visitó el freeshop y allí buscó,
un negocio repleto de libros. Un poco por vicio y otro
poco por ese masoquismo: Allí seguro que no encontraría
ninguno de los ejemplares de su propia novela.
---Y claro, si la quemaste boludo—dijo su ego argentino
mal herido.
Paseò la vista por los anaqueles y mesas, textos, novelas,
cuentos. Los abominables textos de autoayuda. Se fijò,
con alguna veta de envidia, alguna novela best-seller.
El ejemplar, inclusive hasta tenía una ridícula ilustración
con un sello de oro. Más de 500,000 ejemplares vendidos
adornaba la contratapa con una mira telescópica y un
blanco humano en el centro. Pues bueno, la mira
telescópica seria de la gente de marketing. (la figurita
amenazada seria el lector)
Sí, lo sabía, no era más que una cuestión de marketing.
No era más que una cuestión de lanzar un producto y
que el mecanismo adecuado de publicidad hiciera llegar
al número de gente adecuado, que luego lo recomendaría
Y así sucesivamente, hasta construir una red que diera la
posibilidad de vender semejante cantidad de ejemplares.
Para Roberto Acero eso significaba una cosa primordial:
Allí no podía haber arte.
Eso, por definición no podía ser literatura.
Se trataba de una mecánica, de una técnica, de un truco
con el cual se lograba que miles de personas compraran
esos libros y luego los recomendaran a sus amigos tal
como recomendarían un lugar para comer hamburguesas
o una película con muchos efectos especiales, disparos y
patadas a lo Bruce Lee.
Alguien le contó, que Borges consideraba que la noticia
de la rápida venta de su primera publicación, era una
infamia.
En el fondo de su corazón, Roberto seguía pensando lo
mismo. Que un autor vendiera semejante cantidad de
ejemplares, que en tan poco tiempo, era ya una garantía
absoluta de que la obra no era buena.
Para Roberto era necesario que pasara el tiempo. Para
que la obra creara alguna suerte de impacto en el público
y que es impacto provocan un cambio de conciencia, de
manera paulatina y olo asì de manera profunda. Dejando
una impronta en la historia.
Tomó un ejemplar, decía en letra de molde negro con
ribetes dorados:
EL PERSEGUIDOR.
Bueno pues claro no se trataba del cuento de Cortázar.
Se trata de una novela de un americano, un tal Clark, que
tampoco tenía nada que ver con el autor que escribió la
“odisea del espacio 2001” Ni una cosa ni la otra. Ni
ninguna otra más que sólo un típico bestseller. Un héroe
musculoso relacionado con la CIA que luego de unas
cuantas peripecias Y seguramente muchos obstáculos,
frente a un enemigo y un conflicto de asuntos de Ultra
espionaje, entre superpotencias. Terminaba besando a la
chica en la última escena. Todo eso o algo peor!
450 páginas! Un pedazo de libraco.
Sin embargo Roberto reflexiono. Esto soliloquio me
parece sospechoso. ¡Y si estuviera equivocado.
Porque no puede ser que millones de lectores
consumidores de Best sellers en el mundo puedan estar
equivocados.
Bueno, la lógica no era muy buena, en realidad, desde el
punto de vista Cartesiano: “millones de moscas comen
mierda y eso no significa que la mierda sea buena”.
Vamos a ver muchacho. Pensó mientras tomaba el
ejemplar por el lomo y lo sacudía como si fuera una cajita
con algo adentro. Habiendo pasado Ya casi dos décadas
del año 2000, en una época de GPS, teléfonos móviles
que ya no deberían ser los llamados así porque son
microcomputadores más potentes que el legendario
ENIAK, Tù vas a pensar como un literato? Tù muchachote,
VIVES en un mundo con exploraciones hasta en el planeta
Plutón, donde se habla de nanotecnología de manera
cotidiana y de trans-humanismo hasta el las escuelas
primarias ¿y vos vas a seguir pensando cómo se pensaba
en el siglo 19?
Con respecto a la literatura, considera lo siguiente: què
tal si tu y otros como tu están equivocados? ¿no es acaso
la literatura en la actualidad más bien un fenómeno
totalmente distinto?
Roberto se decía todas esas blasfemias, con muy poca
convicción, cuando una chica rubia su lado le dijo:
--- Señor, se va a llevar el libro?---
--- No, lo estoy sopesando--- dijo
---Porque es el último que queda y yo me lo quiero
llevar--- dijo la chica con una sonrisa limpia, diseñada en
perfecto metacrilato y tal vez, alguna rinoplastia
innecesaria.
---Este libro es perfecto para ti. Està muy guapa. Seguro te
admirarían los 500.000 lectores y más.
La chica ejecuto una rápida ojeada de tipo sensual sobre
Roberto Acero. Sopesando a su vez la mercadería, Una
especie de esscaneo de tipo reticular con dos parpadeos y
una pasada de lengua por el labio inferior.
Roberto se sintió contento, halagado de que una chica
tan guapa y tan joven, le echara una mirada así. Había
tenido muchas alumnas de la edad esa chica. Tal vez
demasiadas. Sabía qué era lo que le podíainteresar y cuál
era la actitud correcta para encantarlas. Para hacerla
sentir bien incluso de manera gratuita, sin ninùn interés
posterior. Aunque un par de veces tuvo aventuras
frugales con desconocidas en aeropuertos.
Por lo tanto sabìa como tenia que proceder para
aumentar sus chances. Ante todo no ser pedante, ni
creído, O sea, dar la impresión de no ser arrogante y
dominante, sino un papito cariñoso y comprensivo, con
algún toque facilista, eso también le dejaba Rango de
maniobra porque podía en cualquier momento lanzar un
buen impacto verbal. Para dejarla allí tocada por dentro.
E imaginando.
Pero no. En el fondo aunque el bocado no era
despreciable, estaba buscando otra cosa en la vida. ¿sería
muy tarde para madurar? Justo en ese instante se le vino
la cara rota del profesor de sky sangrando sobre la nieve.
Por esa y muchas otras experiencias, Roberto estaba
aceptando la idea de tener una pareja estable. Clarisa Ya
no podía ser. Lástima, su ex mujer había envejecido mal.
Porque había sido una linda chica. En fin sin abajes: ya no
le gustaba nada de Clarisa en la cama y èl se veia a si
mismo, sin exagerar todavía dentro del canon de lo
apetecible para las mujeres. Ya tenía bastantes pruebas
científicas de ello.
Simplemente no me gustaba hacer el amor con Clarisa. Y
es cierto la odontóloga, la joven doctora, tenía un cuerpo
divino. Aunque su personalidad era un tanto superficial,
Lo cierto es que se la pasaba muy bien, con ella y con
todas aquellas chicas que los últimos 4 o 5 años habían
pasado por su vida.
De modo que le entregó el libro a la preciosa chica.
---No, mejor quédeselo usted-
---No! ¿Y eso por qué? Me vas a negar siquiera la
posibilidad de ser una aciano galante?—
La chica rio con ganas. ---no, no es eso—insistió--- Mejor
llévelo usted porque me da la impresión de que este libro
lo puede ayudar en algo. Me lo indica mi intuición
femenina.
Entonces la rubia se dio media vuelta y se fue.
Nunca sabremos si realmente aquella fue una maniobra
de sabiduría femenina, o porque en efecto, Roberto, ya
estaba comenzando a perder atractivo en el del mercado
femenino joven. Un nicho de mercado que ya no le era
tan accesible.
Por otra parte, no sabía hasta qué punto el libro podía
llegar a ayudarlo a volver a escribir.
Ya sin culpas un best-seller le podría ayudar con las
técnicas ocultas que posee paraq fascinar tanto aeditores
como lectores en general. Teniendo en cuenta mucho
más el marketing y los nichos de Mercado que sus
tremendas presunciones de ser un genio de la ficción o de
la ciencia ficción.
Entonces, ¿Qué tal si creando un bestseller se pudiera
llegar a explicar cosas más trascendentales? Dejar una
resonancia en los Espíritus, con la finalidad de producir
algún cambio de conciencia… se rio por su ocurrencia al
tiempo que fue a la caja, sacó la billetera y pago los $5
que valía el libraco. A lo mejor se llevaba una sorpresa y el
libro era bueno. Después de todo, en su vida había leído
un Best Seller.
En efecto Roberto Acero, todavía no lo sabía, pero el
destino le deparaba sorpresas, le deparaba
incertidumbres increíbles y experiencias que en ese
momento le hubieran parecido algo perteneciente a la
más pura ficción.

Escena 4
Roberto acero se tomó un taxi desde el aeropuerto que
lo llevó al hotel reservado por Peteco en la ciudad vieja
de Praga. Cuando llegó al lobby esperó su turno y se
dedicó a conservar a los animales como èl que venían de
diferentes sitios del mundo a pasar unos días en la
antigua ciudad Medieval. Miro su alrededor a la izquierda
bajo una estrafalaria araña de cristales, un piano negro.
Luego una amplia zona alfombrada al estilo persa y unos
señoriales sillones que conducían a el mostrador de
recepción, donde una preciosa belleza Checa de amplia
sonrisa atendía una fila de señores con portafolios o
maletines de cuero de víbora, vestidos con trajes de tela
casimir o de raya diplomática mostrando el conjunto
hasta alguno Con un pintoresco sombrerito anacrónico o
más de dos con pajaritas en los vértices blancos de sus
camisas. Roberto Acero se mira a sí mismo en una gran
espejo oval situado en una columna cercana y se dijo:
Bueno, pues yo, tengo alguna semejanza con ellos: son
hombres de negocios.
Si, hombres de negocios en Praga.
¿Y cuál es tu negocio Roberto Acero? Pues vaya que es
sutil, mi negocio. Mi vida está dedicada a lo infinitesimal
a lo más pequeño de lo pequeño. O sea a lo invisible e
intangible.
Ya desde la antigua Grecia clásica, desde los tiempos de
Tales de Mileto, hubo una preocupación por lo pequeño,
por lo originario, por lo infinitesimal, O sea ¿cuáles eran
aquellas partículas que ordenaban todo? Todo lo
perceptible. Todo fenómeno perceptible por los sentidos
y aún más allá. Porque si una partícula se iba
subdividiendo y subdividiendo en partes y más partes….
¿hasta dónde se podría llegar? Y lo más importante.
¿Había allí un conjunto de fuerzas mensurables? ¿Había
allí un orden?
Pues ya desde Aquellos tiempos se empezó a descubrir
que sí, en efecto, había una orden y que todo lo
perceptible por los sentidos obedecía a causas
infinitesimales. Que podían comprenderse, expresarse en
lenguaje matemático y por lo tanto eran susceptibles de
ser controladas por el ser humano. Se podría llegar a un
átomo. Es decir una partícula que fuera indivisible y que
fuera el origen de todo lo que existe. Pues ese era en el
fondo, expresado de manera muy práctica y superficial, el
negocio de Roberto.
Y por eso estaba allí. Haciendo la fila con su papeles en
una mano, su maletín con el leptop en la otra y una valija
con dos trajes al pie. Otro Hombre de negocios. Un
traficante de información. Información vital para
empresas como intertech que pagaban aquel tour de lujo
y un estipendio por demás razonable si solo se miraba
desde el punto de vista alimenticio.
Un tipo de información que puede ser comprendida y
sólo hasta cierto punto, para esclarecer misterios que
dieran lugar a avances tecnológicos o tendencias
bursátiles por causas muy alambicadas pero verídicas.
Incluso, lo que hasta ayer no más, podía ser
absolutamente cierto, hoy Gracias a unas supe maquinas
como el bendito CERN, era posible que lo que era
verdadero se trocara en falso. Que mucho cambiara en
unos minutos, en unos segundos, o aún en menos que
eso : en un nanosegundo.
El CERN fue creado para investigar, dilucidar el
comportamiento las causas de las partículas sub
atómicas. Y los físicos matemáticos, ingenieros nucleares
y de otras disciplinas de las ciencias exactas, eran usados
por grandes corporaciones para poder formarse opinión,
y poder predecir el avance de la ciencia y la tecnología. O
sencillamente PRODUCIRLA.
Entonces, se reunían en hoteles cinco estrellas y en
centro de convenciones, para hablar acerca de esta súper
máquina. De lo descubierto, de lo analizado, para
manejar esa información y luego en muchos casos, como
mínimo, venderlas al mejor postor.
El CERN. un gigante de 27 kilómetros Qué pesa más de
37.000 toneladas enterrado a más de 160 metros de
profundidad en Suiza, hizo posible a través de las
décadas que el ser humano llegará a comprender cada
vez con mayor presumible precisión, el origen del
universo.
La preciosa recepcionista checa lo sorprendió con su
mirada esmeraldina. Era más bella aún que metros allá
atrás en la fila, años luz en el espacio y el tiempo. Una
prueba màs de la teoría de la relatividad. Le dirigió unas
palabras en inglés con amistosa tranquilidad. Roberto
Acero le extendió su credencial, sus papeles y el
pasaporte. Se le asigna una habitación y luego de un
casillero la muchacha de redondeado tracero deportivo
extrajo una llave.
Gracias a Dios o mejor dicho al bosón de Hiigs, le tocó
una habitación con un gran ventanal que daba a la ciudad
de “cien torres”. Desde ahí podía ver claramente el
ayuntamiento y comprobó que había más de cien Torres,
calculaba trescientas. De modo que se cambia la
chaqueta después de darse una ducha y apenas con la
tarjeta de crédito salió del Hotel rumbo a la hermosa
tarde de Praga que le parecía que estaba diseñada para
su placer.
Comenzó a caminar por esas calles antiguas de la ciudad
medieval, el sol personalizaba las calles con su colorido y
sus edificios de manera tal que se sentía en un set
cinematográfico. Llegó al ayuntamiento y así en la torre
de Casi más de 60 metros de altura pudo apreciar la
estrella de las curiosidades turísticas: El reloj
astronómico. Reconoció en ese instante que la elección
de la ciudad por los organizadores del congreso había
estado muy inspiraba. Porque una de las cuestiones
fundamentales en el temario del congreso, era
justamente el tiempo. Como era natural. El CERN las
partículas sub atómicas y el tiempo.
El reloj astronómico más antiguo del planeta, con más de
600 años de antigüedad era un símbolo espectacular que
casi lo resumía todo. Ahora bien, ¿estaba pensando como
un físico o estaba imaginando cosas como un novelista?
Aquel artilugio mecánico se distinguía no sólo por
marcar las horas, además marcaba la fecha y los tiempos
astronómicos. También, oh maravilla de cálculo
matemático y tecnología relojera de avanzada, tiene un
sub círculo mecánico movible, en el cual están dibujados
los 12 signos zodiacales, marcando de ese modo, la
posición de las constelaciones en el cielo de Praga.
Maravilloso. Al mismo tiempo, las figuras de los
Apóstoles, propio e inevitable de la mentalidad de la edad
media, Aparecen por 2 ventanas en la parte superior al
conjunto adornado por la muerte en forma de esqueleto
articulado, que se mueve al son de las internas
campanadas musicales. Cuentan que al diseñador, al
constructor de esta maravilla tecnológica, le quemaron
los ojos para que nunca más alguien pudiera hacer algo
así.
Roberto Acero había tenido oportunidad de ver cierta
información que lo hacían candidato que en algún
momento alguien se le ocurriera quemarle los ojos.
Estaba en la misma situación que muchos otros
científicos, que por tal razón era mantenían una sobria
cautela ante todo lo que se decía. Sobre todo ante todo
lo que se escribía o se divulgaba a la prensa.
Abrumado por tales ideas y comparaciones, se sintió
impulsado a seguir caminando. Por eso y porque un
contingente de japoneses con móviles y cámaras
invadieron el lugar con su sonrisas orientales desplazando
a unos circunspectos ancianos alemanes con pinta de
matrimonios casados por las SS.
De modo que se animó a salir del gentío turístico, quiso
visitar la calle prikópe y ver si podía tomarse un tranvía
para ver el museo de Kafka.
Su vida en relación a todo la información que manejaba,
tenía algunos aspectos entonces verdaderamente
kafkianos, otro motivo acertado por el cual estaba
elegido el lugar del congreso de manera excelente. Esa
era la mejor ciudad, también por eso, porque nadie como
Kafka pudo trasuntar el absurdo y la demencia de las
incógnitas Suprema la vida, como él pudo hacerlo.
Inclusive era probable que el propio Kafka, estuviera loco.
Demente, tal como el sistema, el establishments parecía
estar Demente al tratar de tener la información de
aquello que le daría el poder absoluto sobre todo lo
creado. Aún a riesgo de hacer desaparecer el planeta en
el trámite. Roberto Acero se sentía profundamente
empequeñecido al estar en ese tablero de ajedrez,
sintiéndose apenas un peón científico. Alguien que
recolectaba y transmitìa información. Un alfil sacrificable,
que tenía un margen de maniobra muy pequeño, para
emitir sus propias opiniones, si es que quería conservar
el poco estatus que había logrado en la comunidad
científica.
A través de los últimos lustros, Roberto había sido testigo
involuntario de la destrucción de varias carreras de
colegas de lo mejor intencionados. Cientìficos, que de
pronto no quisieron afinar la nota en el coro o
pretendieron ser solistas, cuando la partitura de las
multinacionales indicaba un pianissimo obediente.
Incluso, en opinión de Roberto, en muchos casos ese
protagonismo estaba justificado. No obstante en aquella
época, estas personas, se encontraron, no con los ojos
quemados, pero si ninguneados, hasta un punto que
perdieron la posibilidad de continuar adelante. Al menos
de manera oficial. Es que hay poderes fácticos que se
ocupan de pagar “la fiesta” de las subvenciones, los
presupuestos, los subsidios, en fin: vil caballero don
dinero.
Pues Roberto podía verse así, como un hombre de
negocios. Pues efectivamente él se veía empequeñecido,
reducido a la simple condición de un Cortesano en el
castillo. Justo Kafka en su novela el Castillo sugería con
múltiples metáforas algo así, con increíble intuición.
Al fondo de la plaza del ayuntamiento rodeado por esos
extraños especímenes humanos con cámaras fotográficas
y celulares tratando de captar, de congelar aquel instante
en el momento en que se estaba moviendo la galaxia
obedeciendo fuerzas gravitacionales casi incalculables,
había un palco con una pequeña orquesta sinfónica, no
era más de 30 músicos. Comenzó a sonar por toda la
plaza debidamente amplificada. La música sinfónica se
desplazó entre las Torres, acariciando las paredes y
ventanas de los antiguos edificios y en la profundidad de
la mente de Roberto Acero con un sinuoso fluir de
semicorchea ejecutado por los violines. Un melisma
desde donde luego de unos compases surgió la melodía
del moldava de Smétana. La melodía nostálgica que
describe al río que cruza La república Checa. Roberto, de
una manera que le pareció un tanto vergonzosa sintió
que se le estremecía el corazón. Sólo, en aquella ciudad,
en un momento de su vida que le presentaban unas
circunstancias en las cuales los tiempos astronómicos, las
coordenadas Galácticas y la pura conciencia de llevar más
de 5 décadas entre sus ojos, determinaban que había un
antes y un después en su vida.
Podía percibir de alguna forma que aquella melodía de
Smétana le revelaba, más allá de lo verbal, una verdad
tierna, bondadosa y fatal: había ya pasado la mitad de su
vida y su destino era la muerte
Y tal como en el reloj astronómico donde una de las
figuras es un esqueleto que agita un farol, la vida parecía
decirle que la muerte se avecina. Porque no sabes
cuándo será tu último día pero tu último día llegará.
¿Y qué has hecho qué has hecho de tu vida hasta ahora?
Esa era la razón, no había otra más profunda por la cual
Roberto deseaba escribir una novela. Deseaba llegar a
plasmar en forma literaria algo que pudiera llegar a las
conciencias de la mayor cantidad de gente posible. Por
eso quería escribir, por eso era necesario escribir.
El asunto, era como y de que escribir. Exactamente para
despertar algo que valiera la pena en las almas humanas.
Miró al campanario saludo a la orquesta con un gesto de
aprobación con la cabeza y le dio la espalda dejándola
resonar acordes disminuidos.
Roberto se sintió ante esas diatribas bastante
apesadumbrado por dos cosas: la primera era que le
parecían sus pensamientos muy presuntuosos y la
segunda que le daba vergüenza tener esa sensiblería de
poeta fracasado. De modo que tomó la calle que tenía
mayor brisa para ver si se le secaba la Lagrimita del ojo
izquierdo que la había surgido. Aquello entre lastimero,
musical y autocompasivo de pronto le había traspasado
todo el cuerpo y el alma. Lamentable.
Se sentía caer bajo.
Entonces empezó a preguntar por algún bar histórico o
reconocido de la zona. Los bares en algunos cascos
antiguos de viejas ciudades eran los refugios predilectos
de su alma de escritor. En momentos así necesitaba
tener su portátil o por lo menos una libreta porque quería
tomarse un capuchino o un licor (nunca vino porque el
vino es para tomarlo en compañía, es un duende y para
despertar al duende hace falta Un par de amigos sobre
todo si hay una presencia femenina de por medio)
Busco un bar y lo halló. Ya alguien le había hablado del
el café más antiguo de Praga. El café Slavia.
Un café parecido a la Paz de Buenos Aires, un poco más
amplio. Al principio no le pareció gran cosa, pero cuando
abrió la puerta la decoración Art decó y ese sabor a
café recién tostado, a croissant poco horneado, todo ello
tan amigo de las mejores ideas de los mejores momentos
que respiró a fondo por que pocos lugares públicos
pueden encontrarse que evoquen tanto a un hogar como
ese tipo de sitios. Se sentó cerca de un ventanal y pidió
un capuchino a una camarera de impecable uniforme y
pulcro rodete en el cabello.
Ver a la gente pasar es como una especie de espiral
hipnótica. Un transeúnte tras otro, ver la vida ajena pasar
ser testigo del acontecer de la calle como si fuera el
propio discurrir del pensamiento. Un instante que
permite meditar y regocijarse íntimamente de la vida.
Sobre todo frente a esa tasa de impecable porcelana
blanca que le ponen humeante de aroma dulzón unas
manos femeninas. Maternales.
---Voy a volver a escribir, tengo que volver a escribir,
debo volver a escribir--- Le dijo a la gente que pasaban
metidos en sus cosas.
Introdujo la cuchara en la espuma de la tasa de café. Una
espuma que tenía dibujado un corazón. Empezó a darle
vueltas y la deshizo. La transformó en una espiral, en una
espiral de partículas, en una diminuta vía láctea con café.
En un instante puede cambiar toda una vida. En un
momento puede estar inadvertida tola historia del
cosmos. En lo más pequeño, en lo infinitesimal está
implícita la enormidad de todos los fenómenos cósmicos.
Roberto era una partícula del universo y tenía sintetizada
en su propia alma, en su ser, en su piel, en sus huesos, la
historia misma de las estrellas. Igual que cada persona
más allá del vidrio del ventanal.

Escena 5 MILUSKA

Llegó la tarde de clausura del Congreso.


Aplausos, ambiente pseudo fraternal. Pasillos
alfombrados. Saludos Cómplices. Falsas estimas en la
mirada, Ocultas envidias reptando entre las butacas.
Roberto acero con la mente ida, sin querer escuchar más
nada acerca de ninguna partícula divina, de ningún bosòn,
ni de ningún TAU Y mucho menos NINGÙN pentacuarc
advenedizo. Y aunque no se hablará de ello
explícitamente en todo el congreso estuvo ahí más bien
como un tema fantasma la posibilidad de una des
estabulación de protones que dieran lugar a la
desaparición de la materia cósmica y que fuera a para
todo el universo a la menos una parte importante de ÈL, a
un espacio adimensional de carácter cuántico. En otras
palabras: que todos los presentes en la sala, incluidos los
expositores, nos fuéramos a parar a la mismísima mierda
cósmica.
Algún camarada argentino, con actitud presuntamente
amigable le fue a estrechar la mano y darle tres sonoras
palmadas en el deltoides. Una eminencia de Princeton le
elogio un trabajo leído en “Cience” Dos palabras con
una fascinante doctora de Eslovenia y solo una mirada
con la joven y distante astrofísica de Rusia que tenía un
vestido semejante al de una empleada pública y una
andar que evocaba la misma sensualidad de un alíen.
Y así sucesivamente, almuerzo, risas, sonrisas y rostros
serios, ensimismados. Pipas humeantes y algunas
exposiciones capaces de hacer dormir hasta a una momia.
Arto ya del congreso y todas sus variantes, hasta volver al
hotel y leer el best seller le pareció una idea atractiva.
Se sentía como un átomo de hidrógeno con necesidad
de enlazarse a otro átomo, preferiblemente con una
fuerte carga electronegativa. Pues claro el átomo de
hidrógeno posee una carga positiva parcial y puede
interactuar con otros átomos electronegativos, en otra
molécula.
Es decir, necesitaba sexo
Lo habían invitado a una cena de seis científicos
multinacionales. Tenía tantas ganas de ir, como de
comerse un tubo de ensayo. Se escuchó exponer las más
rastreras e hipócritas escusas. Hubiera inventado un
infarto de su propia madre, si no hubiera sido que ya
estaba muerta.
No importaba nada, ya no quería más de toda aquella
paliza científica. Prefería hablar con cualquier, cuanto
más ignorante mejor. Un vendedor de periódicos, un
ciego pidiendo moneditas en la parda del tranvía, una
ancianita con su caniche, o sea gente realmente cuerda.
Y no personas capaces de ver enlaces covalentes apolares
o expresiones de fenómenos de polarización temporal
hasta en los fideos flotantes de una sopa.
No! ya no más caras conocidas ni desconocidas que le
sugirieran que él. Roberto acero era o podría llegar a ser
algo mucho peor: Un tipo que quiere triunfar con un best
seller porque ha fracasado en todo en la vida.
Y sí, debía aceptarse con lo que era. Primero que nada
un físico. De modo que empezó, siguiendo la misma línea
de pensamiento con la cual criticaba a algunos de sus
colegas. Burlándose de su patética situación. O sea
Roberto Acero necesita: “enlazar con una molécula
covalente y por lo tanto estaba la ayuda de Internet.
Chicas en las inmediaciones. Pero ni siquiera quería hacer
ese esfuerzo a arriesgarse a ser esquilmado por
profesionales de la prostitución. Si pagaba una prostituta
que fuera la mejor que pudiera pagar. Era en aquel
momento un inversión, más que un gasto. De modo que
con fue a su habitación dispuesto a hacer un uso
imprudente de sus “gastos reservados para una
emergencia”
Bueno, aquello, en verdad podía ser considerado una
emergencia puesto que las perspectivas a en su
habitación no eran prometedoras: estaba la maldita
novela best-seller antes mencionada, qué más que
ayudarlo, lo había deprimido. La pantalla plana de la
televisión, para mirar las últimas noticias en la CNN u
algún documental NAT. G. O. No era para nada una
posibilidad SOSTENIBLE.
Llegò a la recepción del hotel y estaba otra chica checa,
que le pareció todavía màs atractiva. Caminó hacia el
mostrador y reprimió a absurda intenciòn de invitar a la
chica a su habitación tal como lo que marcaban sus
instintos de troglodita ilustrado. De modo que yendo
hacia el ascensor uno de los camareros de habitación le
preguntó si “le faltaba algo al señor” muy servicial.
--Necesito información para acceder a una señorita en lo
posible muy bella y profesional, que esté dispuesta a
acudir a mi habitación antes de medianoche—Dijo y no
supo porqué se sintió tan absurdo, como si pidiera “una
bolsa de agua caliente para los pies por que se le enfrían”.
El camarero levantó la comisura derecha de su boca, en
señal no sólo de aprobación, sino de de ser la persona
indicada para ofrecer ese tipo de informaciones.
--- Le haré llegar un book a su habitación ahora mismo y
que lo disfrute, señor.---
Aliviado de haber dejado atrás aquel dìa se pidió una
bebida un brandy y Le trajeron la bebida junto con El
Book. Envuelto discretamente con un estuche color borra
vino. Tal cosa, un buen augurio. En efecto, era la noche
perfecta para cantar un buen vino, de modo que tomó el
vaso de Cristal, le introdujo el elixir de los sueños, ámbar,
dorado, refulgente milagro alquímico. apunto de
rejuvenecer su sangre y se tomó un sorbo mientras
extrajo el Book con las féminas Del interior del estuche
borra vino y el esplendor la gloria de todas las curvas
tangentes y polígonos revestidos de magnífica piel
femenina. Se abrieron ante sus ojos con el magnífico
esplendor de esas bellezas, graficadas con fotografías
indudablemente ejecutadas con una preciosa cámara
réflex. Padre y Señor nuestro qué maravilla. ¡Que viva la
Republica Checa!
Esto sí que es física! física cuántica y Cuánta física que
hay. Río y se sintió mejor por su actitud tan inmadura.
Se acabó la copa de un trago. Y sin ningún pudor, volvió
a llenar el vaso con el brandy que le había llegado a
acariciar las entrañas así como las señoritas en el papel
ilustración lograban enardecerle el corazón de dicha.
Casi cualquiera de ellas estaba a su alcance gracias a un
simple cartón de plástico con sistemas matemáticos
encriptados en red. Entonces después de haber pasado a
7 u 8 páginas apareció una chica que debajo decía:
Miluska.
Pelo claro y mirada distante. Roberto se quedó mirando
fijo aquel cuerpo, aquel extraordinario fenómeno de
trigonometría esférica, pero ante todo lo que vio fueron
curvas, una curva: “línea continua de una dimensión que
varía de dirección de manera paulatina.·
La elipse, circunferencias curvas abiertas, la parábola y la
hipérbola, en efecto magnífica expresión de codominio,
porque los condominios son reales y El dominio un
espacio vectorial. Superficies de nivel concéntricas;
paraboloide, o una hiperbólica revolucionada. Elipsoides
con expresión de inefables seno y coseno. Roberto Acero
se mandó otro trago, muy a fondo, que le estremeció las
tripas con ardor, con esa amistosa ternura de un amor
fogoso, que se le prendió en el esófago, un incendio
Allende el estómago donde empezó a fructificar la razón
alegre de todas las cosas.
Entonces se decidió, fue por su cartera, extrajo la tarjeta
de crédito y levantó el teléfono. Efectuó el llamado
correspondiente y nombró el código de Miluska. Dijo los
números correctos, el código y de la tarjeta, el de su
habitación.
La mujer, Miluska entró a la habitación. Era la chica de la
foto, pero tenía una actitud muy seria. No obstante, por
el efecto del alcohol y la actitud festiva de Roberto.
Aquello le pareció un buen desafío que le ponía
condimento al asunto.
Miluska dejó caer el bolso en la mesita al lado del sofá, se
sentó y cruzó las piernas. Tal como si en vez de ser una
profesional del sexo fuera una vendedora de seguros.
Llevaba pantalones, lo cual impedía ver el esplendor de
la belleza anunciada en las fotos. Qué raro. Roberto le
mencionó tal cosa en inglés y la chica Con un fuerte
acento le dijo que ocultar, prohibir formaba parte de
toda seducción. La respuesta era buena pero hablaba con
un desdén que trasuntaba frialdad. Incluso cierto
desprecio.
Roberto se la quedó observando.
---Bueno ¿y qué? ¿Por dónde quiere empezar?
Roberto se sentó a su lado en el sofá.
---Primero podríamos conversar—
Miluska frunció un poco más el ceño y movió levemente
la cabeza con desgano.
---¿Conversar? ¿Es que usted va a pagarme por
conversar?

---Me explico, tu cuerpo simplemente es el continente A


mí también me interesa el contenido---
Miluska abrió bastante sus ojos, como si le hubieran
dicho que había un paracaídas guardado y que podrían
saltar por el balcón.
---Si tu conversación es interesante puedo pagarte toda
la noche y además intentar comportarme como el
amante que a ti te gustaría tener. Me gustaría hacerte
sentir bien.
Miluska hizo un mohín de despreocupación y extrajo del
bolso una lima para uñas. Acto seguido empezó a limarse
el dedo índice de la mano izquierda, como si ello fuera el
acto más interesante del día.
Roberto, en vez de amilanarse, decidió tomar aquella
acción como una simple resistencia y prosiguió con su
alcoholizada estrategia.
---Pues bien, conversemos—dijo ella y sopló la punta del
índice pasando a limar el dedo anular.
---Pues, a que te dedicabas antes de realizar esta
actividad?---
---Uy, nunca me hicieron esa pregunta!---dijo con una
sonrisa súbita.--- y agregó—Usted se refiere a antes que
me hiciera puta?
---Yo elijo no verte como una puta—
---¿A no? ¿y que te crees que soy? Una manicura en
apuros?—inquirió con una mueca burlona.

Que realices esta actividad no significa que seas una Puta.


---No! claro! Yo soy una cosmonauta soviética retirada y
me dedico a mamarla porque estuve mucho tiempo en el
espacio!---Se enojó.
A Roberto le encantó esa bravura mesclada con la ironía.
Prosiguió con temple, como si aquello fuera una partida
de naipes.
---Con todo respeto, intentaré explicarme mejor—
Miluska se quedó paralizada y lo miraba con los ojos más
abiertos aún.
--- Mira, por ejemplo, yo soy ingeniero y sin embargo no
ejerzo la ingeniería. En el fondo no es mi vocación. Tengo
un título, nada más. También escribo, escribo y me
encanta escribir, sin embargo no puedo considerarme
escritor. Al menos lo que yo considero que es un escritor.
Miluska arrojó la lima de uñas por el aire y se puso de pie
con verdadero enfado.
---¡Lo que me faltaba a mí en este maldito día!. Un Kafka
argentino con pretensiones!
Roberto emitió una sonora carcajada como si le hubiera
contado un chiste buenísimo, de esos que tiene un
remate impensable. Dejó el vaso de brandy en la mesita
del sofá. Y se puso de pie frente a la joven mujer. Una
hermosa hembra con ira contenida, con los puños
apretados, los labios fruncidos y las pupilas de gata
acorralada.
---Vamos Miluska! Pégame! Yo puedo aguantar un buen
golpe. He recibido muchos en la vida, casi tantos como tú.
Si quieres pegarme, pégame---dijo con emocionada
actitud servicial. Y abrió los brazos en señal de desarme.
Miluska se agitó y movió los ojos alrededor de aquel
hombre grande y fuerte. Un varón con barba plateada de
profeta y ojos humedecidos de ternura. Entonces con
torpeza, le dio un buen golpe a aquel soberano pecho
masculino que se le ofrecía.
Un golpe y otro más.
Roberto, firme, apenas si acusaba cada impacto. Y cada
golpe se fue haciendo más débil, menos convencido. Y
una mueca de llanto largamente contenido, le empezó a
salir por la cara maquillada y le hizo temblar los hermosos
senos bajo la blusa. Y finalmente como en un orgasmo de
profunda tristeza se entregó a un llanto desolado, como
el de una niña abandonada en una isla.

Roberto Acero, por fin rodeó con sus brazos a aquella


amada criatura y como si se tratara de una síntesis de
todas las mujeres posibles, la contuvo contra sí y le beso
con delicadeza el pelo y la frente.
---Perdón. Perdóname. Lo siento mucho. Muchísimo.

Capítulo 2
Escena 1:

Lo de aquella noche con Miluzka más que una reacción


entre dos partículas, fue una explosión nuclear. Con
cierta ingenuidad pensó que hubiera querido ser
millonario para quedársela para siempre. Pero negocios
son negocios y Miluzka se dio una ducha, se vistió y con
una mirada serena, espléndida, lo beso en la frente le dijo
un Gracias, en Checo.
---děkuji lásko---Susurró (gracias mi amor)
La hermosa chica salió por la puerta. “Cómo me gustaría
volver a verla”. Pensó.
No aguanto mucho tiempo más en la cama. No le
gustaba que le molestara la sensación de soledad.
Además Miluzka le había dejado un dulce sabor en el
alma y quería conservarlo. Era el momento de salir a
disfrutar otra vez de la ciudad.
Decidió que se iba a quedar un par de días más en Praga.
Lo llamaría a Peteco al medio día por la diferencia
horaria.
Salió del hotel hacia las calmadas calles del amanecer de
Praga. Sintiéndose profundamente restablecido.
Miluzka había resultado ser una espléndida medicina,
casi insuperable, afirmo.
Roberto, levantó la frente, erguido con un firme paso
marcial taconeaba en el empedrado como si tuviera un
joven exceso de energía.

Ya eran las 8 de la mañana y el aire fresco lo animaba más


aún. Se dirigió sin dudarlo hasta el legendario barrio
Staré Město, cruzado por el Moldava. Había decidido
volver hasta aquel viejo café que lo había encantado:
Svelia
El otro día, disfrutó del momento allí, sin tener siquiera
una libreta para anotar ideas. Llevaba entonces su portátil
bajo el brazo y Ahora sí, iba a empezar a crear una
síntesis argumental de su futura novela.
O mejor aún, dos síntesis, o las que fueran necesarias
hasta encontrar aquel tema que lo apasionara, hasta
encontrar ese tema, esos personajes, más Irresistibles
que harían que pudiera llegar a millones de personas.
Y ya no se sintió avergonzado de tener tales
sentimientos, totales deseos o delirios de grandeza.
Estaba abierto el Svelia y para mejor había muy poca
gente en sus paralelas filas de mesas y sillas de color
caoba.
Abrió la antigua puerta con baranda de bronce y le dio la
bienvenida el mismo aroma de café torrado y una
magnífica bandeja de confituras recién horneadas que
esparcían un inmejorable aroma de cosa buena. Todo a
su alrededor parecía sonreírle y mirarlo como si fuera un
amigo entrañable. No había música de fondo, ni el mal
gusto de una pantalla plana encendida. Hasta era
perceptible el murmullo de la moldava que metros allí se
desperezaba con la mañana tan joven.
La misma mesera con su impoluto rodete clásico,
impecable, el panadero detrás del mostrador con su
gorro blanco que lo reconoció como si estuviera en
Bariloche y lo saludara un amigo.
Se sentó en la misma mesa del otro día. Miró por el
ventanal, el cielo todavía conservaba el cobalto del alba y
pasaba mucho menos gente la calle. La calle estaba casi
desierta el sol apenas empezaba a sobresalir detrás de
una de las Torres que daban a la plaza del ayuntamiento.
Abrir el ordenador y empezó a intentar pasar en limpio
las vivencias de los últimos días y anotar palabras al azar.
O sea, una asociación libre para luego confeccionar un
mapa mental con círculos flechas y rectángulos de toda
esa “brain storm” quería obtener el conjunto de ideas con
las cuales pudiera configurar una novela atrapante. Una
novela que pudiera fascinar a los lectores. Una obra que
comenzaran a leer y no pudieran dejarla y que una vez
que la novela hubiera terminado. Los lectores quisieran
seguir leyendo más. Como si se les hubiera despertando
una sed Insaciable de más imaginación de Roberto Acero.
Bueno, tal vez, se pusiera un seudónimo. Lo del
seudónimo lo pensaría después. Porque no le gustaba su
apellido. “Acero”. Roberto, no tenía no era nada
metálico todo lo contrario no era Frío, ni duro como el
acero.
El movimiento de rotación de la Tierra hacia aparecer el
sol detrás la columna del ayuntamiento. Roberto estiró
las piernas y sintió que su pie izquierdo tocaba contra un
objeto. Se agachó y miró debajo de la mesa. Escondido así
identificó enseguida el objeto, se trataba de un portafolio
de cuero grueso. Miró a su alrededor buscando alguna
mirada que lo reprobara. Alguien que observara lo que
había encontrado, pero la camarera estaba muy lejos y el
panadero estaba hablando con el mesero. De modo que
Roberto pudo rescatar el objeto y abrirlo era un
portafolio buena calidad. Tantas décadas como el propio
Roberto con toda probabilidad. Tenía gastadas las
solapas de la parte superior, tanto como la manija. Lo
abrió y en su interior había dos libretas y un fajo de
papeles anillados escritos en una máquina. Posiblemente
una Olivetti. Porque le resultaba familiar esa tipografía.
En efecto, podía tratarse de una Olivetti, una vieja
Olivetti. Mesas Sin embargo el papel era nuevo. Extraño,
parecía que el texto hubiera sido escrito hacia poco
tiempo. Una resma recientemente abierta, y eso ya, sólo
eso, lo impactó por razones que no quiso analizar. Se
trataba más bien de un sentimiento romántico originado
en el amor por la literatura.
De inmediato leyó en la primera página: BASTET
De bajo decía: Berzelius.
Buen seudónimo. Berzelius, hubo un químico que se
apellido así siglos atrás el famoso Berzelius químico de la
antigüedad. O un alquimista.
Roberto comenzó a leer mientras tomaba el café.
El capítulo uno: “Sobre los desplazamientos de nuestra
familia” Era un relato en primera persona explicado por
una mujer, enseguida la personalidad y la línea de
pensamiento de la narradora, Le interesó por lo directa y
su sabor a sinceridad. Pasó una página y otra. Su mente,
tal como los sedimentos de un líquido agitado se limpió y
se reflejaban sobre su superficie serena las imágenes, las
escenas y las cosas. Se pidió otra taza de café, no comió
el tiramisú que había pedido en principio. Lo olvido. Pasó
una hora y media leyendo sin parar, arrastrado por una
trama con tenciones y distenciones que lograba
magnetizarle la atención, como si fuera testigo directo de
todo lo que allí se mostraba con palabras.
Roberto, empezó a sentir envidia, profunda envidia, sintió
ese sabor inconfundible que sobreviene al estar leyendo
algo que tanto por contenido, como por etilo literario,
impactaba por pura calidad. Una obra maestra sin
grandes pretensiones, pero que lograba llegar al corazón.
Ese tipo de escritos frente a los que uno llega a decir:
Caramba yo ni en 100 años podría escribir algo así!
La prosa era elegante, pero discreta, en ningún momento
se enredaba en circunloquios ni opiniones, cada
personaje tenía su función en relación a la historia y se
iban resolviendo con auténtica credibilidad. La coherencia
interna de la estructura obedecía a la más pura lógica, sin
embargo lo que narraba era imposible. Incluso demencial.
No obstante, de algún modo llegaba a persuadir de su
verosimilitud, dentro del contexto del relato.
A demás, no perdía ritmo y conducía las frases párrafo a
párrafo, con tenciones y distenciones de forma tal que
lograban mantener el interés del lector. Prometía,
anunciando un punto de conflicto y dibujando con rasgos
muy precisos, la personalidad de un Villano convéncete
que enervaba por su sistemática pero conveniente
maldad. Un ser del todo abominable, abyecto, que sin
embargo tenía rasgos muy humanos, muy creíbles.
Con esto creaba un antagonismo de fuerzas creciente e
Irresistible, que llevaba de manera inexorable a dar vuelta
una página tras otra, sin querer despegar la vista del
texto. Creando incertidumbre, formulando incógnitas en
las cuales podría ser partícipe al lector, con descripciones
precisas pero austeras. Mostrando escenas, con una
economía de palabras tal .que sólo podía tratarse de una
Obra maestra.
Pasaron dos horas y medias en aquel café. Tanto es así
que tuvo que pedir un almuerzo. Entonces mientras
comía sin mirar una buena trucha con papas, Roberto
devoró cada capítulo sin poder apartarse de la lectura, ni
un instante. La fatiga en la espalda empezó a señalar que
ya era hora de levantarse. Y no quería.
Lo que quería era seguir leyendo. Sin embargo alguna
regio remota de su cerebro íntimamente conectado con
su trasero le indicó que era más sostenible leer en la
comodidad de la cama del hotel.
Por otra parte era ya prudente no debía olvidar llamar a
Peteco.
De modo que puso con cuidado una servilleta del Svelia
en la última página leída, pagó la cuenta si dar la más
mínima explicación de su hallazgo. Incluso, temiendo el
ser descubierto infraganti en aquella suerte de
“latrocinio”.
O peor aún: que apareciera el dueño del portafolio y se lo
reclamara perdiendo así la posibilidad de continuar
leyendo.
Salió del bar con premura. Se fue caminando por aquella
calle de Praga, con el maletín, contento, como una
especie de grandote colegial con una alegría en el espíritu
como si algo efervescente y renovador le iluminará los
lóbulos pre frontales. Con la exquisita sensación de no ser
exactamente la misma persona que ayer. No ser el mismo
hombre que había llegado a tomar una café al Svelia.
Transmutado en un ser distinto por la inefable alquimia
espiritual de las palabras.
La magia de la literatura. Una fuerza extraña que le
hubiera colocado dos alas en los tobillos y estuviera a
punto de levantar vuelo por encima de las cien o 200
Torres de Praga.
Escena 2:
Una vez en el hotel Roberto Acero sintió que en todo
esto algo no encajaba del todo bien. Sentía una cierta
incomodidad. Primero: cuáles eran las probabilidades
reales desde el punto de vista estadístico, que encontrara
en un bar una novela tan buena y que además estuviera
en español. Le subió reputando una molestia interna por
el pecho. De pronto le pareció que hubiera sido más
natural que estuviera en inglés. Aunque lo justo hubiera
sido que la obra estuviera en idioma checo.
Pero no, estaba en español. Había algo que no le
gustaba en ese hecho. Sobre todo a la luz del
comportamiento que Miluzka había tenido la noche
anterior. Eso también tenía algo extraño y de alguna
manera no sabía porque relacionada una cosa con la otra.
Miluzka se había comportado como una chica enamorada
ni bien había atenuado la luz. Parecía muy emocionada,
para nada con ese tono profesional y entre amable, y
distante que tienen la mayoría de las chicas del oficio. Y
su resistencia inicial, ¿entonces habría sido una
actuación? Pero ¿por qué?
En una tregua de la tremenda lucha cuerpo a cuerpo,
hablaron de literatura, de libros. Y el tema lo sacó ella. Le
llamó la atención, pero ahora le parecía una coincidencia
desproporcionada. Su referencia a Kafka podía ser
explicada simplemente porque era el personaje histórico
más famoso de la ciudad a nivel internacional. Pero
cuando hablo de García Marques? ¿y de Foulkner?
Trato de despejar estos pensamientos. Los atribuyó a su
natural escepticismo. Esas ideas repentinas y pseudo
paranoicas eran en sí mismas, desproporcionadas. Las
apartó de si, pensando, que lo primero era llamar a
Peteco. Necesitaba arreglar con él los deberes
primordiales. Su prolongación de la estadía en Praga.
En realidad. Por sobre todas las cosas, necesita una voz
amiga. Alguien a quien contarle Lo que le había sucedido.
Como si le faltara contárselo a alguien de confianza para
que el encuentro con aquel texto le terminara por
parecer más real. Buscando una poco de naturalidad en el
asunto.
Miró el portafolio allí sobre la cama. Entonces, tal como si
fuera un alcohólico que se inventora cualquier excusa
para tomar, tuvo el impulso de sacar otra vez el ejemplar
y abrirlo por donde lo había dejado. Quedarse toda la
tarde allí hasta acabar con aquella cosa que le había
infectado la mente con un interés compulsivo.
Necesitaba seguir leyendo. Pero se contuvo y busco en
los bolsillos gastados de portafolio. Encontró una tarjeta,
se leía: Jauma Castell. Abogado. Paseigg de Gracia 33.
Barcelona. Había un número de teléfono móvil, marcó el
número y respondió de inmediato una voz en catalán.
Roberto se presentó y explicó la situación preguntando
si conocía a un escritor llamado Berzelius. Enseguida notó
una voz afable y con la cadencia medida y aguda que todo
profesional catalán conserva cuando hace negocios.
Ante todo, el hombre se alegró de escuchar la palabra
Berzelius y hasta espontáneamente medio carcajeó como
si Roberto le hubiera declarado una muy buena noticia.
- Berzelius, claro--
Cuando le comentó lo de la novela encontrada en el
Svelia el hombre se quedó mudo.
---¿Hola? ¿Me escucha?
---Si, claro. Mol bè. Estoy muy complacido por el hecho de
conocer a alguien honesto.
El Doctor, Comentó que sabia de la existencia de la obra
y que Berzelius en realidad era una autora, una mujer.
---Alba Gosalvez.---Dijo.
De inmediato, Roberto reclamó encontrarse, contactar
con la señora.
---Señorita, que yo sepa, pero encontrarla ya no es tan
fácil, de todas maneras tráigame la novela a mi
consultorio. PODEMOS ACORDAR UNA RAZONABLE
RECOMPENSA DE TIPO ECONOMICO, CLARO.---dijo, con
serenidad.
---No, nada de eso. Tengo que ir a Barcelona por otro
motivo.---
Roberto Acero, entonces, improvisó para asegurarse un
encuentro con la autora.
---Lo que ocurre es que yo tengo la posibilidad concreta
de ayudarla o sea, de hacerle un ofrecimiento, para la
edición del libro---
---No me diga que además de encontrarse usted a Bastet,
es editor. Increíble---
---No, yo soy físico. Pero tengo, digamos, algunos
contactos con el mundo editorial, en argentina. Pondría
mi mejor empeño. Estimo mucho a la obra.
La voz del anciano carraspeó revelando que con toda
probabilidad se trataba de un anciano. Fumador.
---Pues no estoy seguro realmente de nada con respecto
a Alba o sea Berzelius. No óbstate, Ayer mismo me llamó
y me dijo que había perdido el único ejemplar que tenia
de Bastet, en un viaje. Estaba desolada.
Acordaron encontrarse en su consultorio ni bien pudiera
llegar a Barcelona.
Escena 3:
Roberto marcó de inmediato el número de Peteco. Ya
tenía todo el asunto un poco más claro. Iria a Barcelona,
Pero antes tenía que contarle lo sucedido, ardía por
compartir algunos detalles con él.

---Cuéntame, pues, chamaco---


---Ayer estuve catado Vino.

---Pinche cabrón!
---Je, Uno muy exótico. La verdad es que este vino
checoslovaco, me dejó la sangre renovada—
---¡híjole! ---
--- Entonces me levanté de muy buen humor, me fui a un
café dispuesto a comenzar mi nueva novela. Fíjate vos de
que buen ánimo estaría para pensar tal cosa---
---Increíble, yo pensé que ya por tu edad…no reincidirías
en tales pecados…me refiero a escribir un best seller, por
supuesto---
--Me lleve, incluso, el portátil al café decidido a escribir
por lo menos una síntesis argumental.
--- Espero que esta vez me dejes leer tus intentos
literarios antes de que los quemes…o que lo arrojes en el
centro del Nahuel huapi—
--- Pues la cuestión es que no pude escribir ni media
palabra---
---Uy pero y entonces? ---
---Espera hombre. Cuando estaba tomándome el café
golpeé con algo debajo de la mesa. Era un portafolio de
cuero.
---Un portafolio con un millón de Rublos y ahora te
persigue la mafia Rusa!!!.---
--- No! en serio Peteco: Un portafolio que a su vez
contenía una novela mecanografiada, una novela
completa, interesantísima. Estuve encofrado allí, más de
dos horas leyéndola---Dijo casi como asustado, como si lo
persiguiera algo parecido a la mafia rusa. Pero invisible.
Sobrenatural.

---¿qué te parece eso?---inquirió.


--- Pues hombre. ¿Qué te puedo decir? una sincronía de la
gran puta---como diría Carlitos Jung.
---Pues eso una sincronía. En forma de una novela
completa con dos libretas, llenas de anotaciones y
gráficos sobre el contenido. Y va sobre un asunto de una
diosa egipcia. Sin embargo la diosa vive en nuestros días,
pero no es una reencarnación, ojo, es la propia Diosa
egipcia que vive en nuestros días—
---oye wuey, fíjate en la billetera…no te falta nada?
---¿qué? ¿Porqué?---
---Porque la puta, por ahí te metió una buena merca en la
bebida chamaco.
---Ja, ja, ja…no, era una chica culta, refinada, me costó
casi un mexicano de oro!--
---No, lo digo porque se te escucha un poco rarito, con
perdón, como con aire de mezcalito---
Roberto, observó el portfolios. Era real, tan real como las
trescientas y algo más páginas de Bastet.
---Pues no puedo negar que estoy un poco narcotizado,
pero de palabras. Me pegué un viaje con el escrito
mecanografiado, casi toda la mañana. Vengo de ahí y son
las 12 del mediodía y lo más raro de todo sabes qué es?
--- no me imagino---
--- La novela está íntegramente escrita en español---
---¿ Y eso qué tiene de raro?
--- ¡Hombre! Estamos en Praga.---
---No, tú estas allí y yo aquí bajo mi cielito lindo.
---A un argentino le tocó la novela en español. ¿no te
parece extraño?
---Mira guey, la verdad es que 300 millones de personas
hablan español y seguro que tu no eres el único pinche
argentino en Praga en este momento, la verdad, no veo la
rareza. Además, después del hecho de que el Papa sea
argentino…de ahí en más puede pasar cualquier cosa en
este mundo.
Roberto, arregló con Peteco lo del pasaje Barcelona y el
hotel.
Volvió a tomar el ejemplar entre sus manos y fue pasando
las páginas hasta que encontró la servilleta que decía
Svelia. Se lo puso entre los labios y un extraño perfume
surgió del papel. Delicadísimo. Antes no lo había
notado. Tal vez el aroma de la cafetería lo había tapado.
Pero ahora le despertaba una reminisancia. Como una
sensación de algo muy querido, deseado.
Apretó el texto contra su nariz, cerró los ojos y dejó que
aquella reacción química en su cerebro despertara
imágenes y evocaciones sensoriales de una zona
inexplorada de su alma.
Era un suave perfume a violetas, tal vez mesclado con
rosas. Sí. las manos de una mujer habían sostenido
aquellos papeles.
De manera inevitable recorrió la delicia de la reciente
dicha plena. junto a cuerpo de Miluzka.
Luego, intentando defenderse del recuerdo de ella. Algo
que le pareció peligroso, tomó las libretas y fue
ojeándolas una por una. Un demonio le habló por la
oreja derecha.
Un ser negro y alado, con un puro en la mano izquierda
yla voz de un político persuasivo.
“Porque no tomas todo este trabajo? Esto es un regalo
del destino. Solo tienes que cambiar el título, cambiar los
nombres de los personajes y de la novela será tuya.”
Roberto se puso de pie, como si un insecto lo hubiera
picado. Miró el espejo y vio allí a un hombre erguido, con
barba y esa mirada acerada haciéndole honor al su
apellido.

---Nunca, Jamás---se señaló con el índice.


--No me pertenece. Yo quemé una novela y ahora me
toca salvar otra!

Escena 4
Gracias a Dios o a la diosa Bastet, resultó que Peteco
encontró pasajes para aquella misma noche. Entonces
serían pocas horas de vuelo y estaría tomando un
desayuno, mañana mismo, en la rambla San Josep.
Peteco inclusive a cambio de un hotel más económico, Le
consiguió un coche de alquiler. Todo redondo.
Por la noche leyó parte de la novela, en el avión. El punto
de conflicto llegó al clímax. Donde realmente se
conjugaron todas las fuerzas de los personajes y se
empezó a desprender un desenlace con un giro
inesperado de la trama.
El avión se inclinó y allí abajo ya se empezó a divisar la
miríada de luminarias de Barcelona.
El air bus se posó sobre la pista 2 del aeropuerto del
Prat. Roberto Camino por los amplios corredores y se
encontró con una chica rubia parecida a la que había visto
en el aeropuerto de Buenos Aires. Ojeando ejemplares
de oferta en la librería del Shoop. Lástima que no era la
misma.
Dio rienda suelta a su impulso y sin pensarlo se acercó
hasta ella.
--- Disculpe señorita, Acabo de comprar esta novela en
otro aeropuerto, pero no puedo llevarla conmigo, me la
aceptaría. No quiero dejarla “olvidada” por allí. ---le
sonrió
La chica lo observo como si fuera el mismo Stephen King y
le preguntara donde podía encontrar una funeraria
abierta.
--- Veo que está apunto de comprar un libro---agregó
Roberto--- No espero nada de usted, solo que tome la
novela y haga con ella lo que quiera. Yo sigo mi viaje.---
Dijo al la vez que le entregaba el ejemplar de F Clark “el
Perseguidor” ·500mil ejemplares vendidos· Best Seller.
---Si, claro que sí—murmuró. Al tiempo que tomaba el
objeto y no le quitaba los ojos de encima.
Acto seguido, la menuda señorita lo beso en el costado
derecho de la barba. Como como una especie de Heidi
despidiéndose del abuelito.
---Esto para mí es un buen presagio--- dijo la niña
regocijada.
Roberto asintió y sin más, se dio la vuelta. Se marchó
ancho de gratitud.
La diminuta boca de la niña se le quedó en la piel peluda
un rato como recordatorio de que una nueva etapa
comenzaba en su vida.

………………………

Ni bien llegó al hotel. Un antiguo caserón cerca de la


estatua de colon en “Ciutat vella”, llamó al doctor Jauma
Castell y quedaron en encontrarse en el consultorio.
El edifico de la oficina del Doctor, se encontraba a metros
de la casa Batlló. Se quedó mirando aquello que más que
casa parecía poesía matemática, un alarde de magistral
trigonometría rítmica. Una cosa soberbia y casi
estrafalaria, que sin embargo emanaba un encanto “belle
èpoc”. ¿También el Señor Gaudí había sido un loco
genial? A lo Kafka.
A metros, no más, estaba el modesto refugio de Jauma
Castell.
Subió al cuarto piso y lo recibió. Era un hombre de baja
estatura con pelos canosos sobre ambas orejas en líneas
paralelas con una amplia calva que mostraba una
diminuta mancha magenta poligonal.
Completando, unas gafas rectangulares sostenidas por
una cadenilla dorada.
En el despacho, cuatro paredes revestidas hasta el cielo
raso de incontables volúmenes de indudable carácter
jurídico. Un fichero metálico y la ausencia completa de
tecnología, salvo un antiguo teléfono negro de baquelita.
Un señorial escritorio con floripondios tallados en las
patas con una cobertura de cristal sobre la que además
descansaban dos tinteros con una pluma de ganzo.
Objetos qué bien podrían estar cotizados en una casa de
antigüedades.

El afable gerónte, con medida cortesía catalana, a


rebosar de discreto sentido del humor, comenzó a
monologar con relajada complacencia.
--Estoy gratamente sorprendido por su noble actitud
señor Bohedo.---
---Acero, Llame Roberto, a secas—
---Mol be! Roberto—dijo y sacó una bolsita de tabaco del
escritorio--- Hoy en día, las gentes no suelen devolver, ni
siquiera los libros que les han prestado. Resulta insólito
que alguien devuelva un libro encontrado—dijo divertido
encendiendo su pipa tan curva como una cornisa de la
Batlló.
---Bien hallado---Respondió Acero y obtuvo la novela del
portafolios y la depositó sobre el escritorio.
Ya le explicó a Alba Gosalvez que aquí está su obra?—
--No, yo siempre debo esperar que ella me llame, estos
últimos tiempos, ha estado un poco extraña y no desea
ser ubicada. Incluso cambio su número de móvil.—
Roberto frunció los labios y miró al piso buscando alguna
idea.
-- Pero no se preocupe, este original está seguro aquí
mismo.---
Estudió a Roberto y exhalo una larga bocanada haciendo
rechinar su majestuoso sillón presidente.
--- Le insisto, que esto merece una recompensa. A ella le
hubiera gustado dársela. Esa es la verdad, yo cumplo con
decírselo.—dijo dibujando un circulo en el aire con la
pipa.
--Mi única recompensa seria conocer a la autora de esta
maravilla antes de que tenga que marcharme. Incluso
estaría dispuesto a hacer alguna pesquisa. Si usted me
ayuda con algunas señas.---Intentó sin mucha convicción.
---Una pezquiza?—
--Si algunos datos. Me gustaría intentarlo y que además
me permitiera hacer una copia de la obra…al menos la
parte que me falta por leer. Estoy enamorado de esta
narración. Es muy original..
---Enamorado!---carcajeó--- Pues si la llega a ver en vivo,
se enamorará muchísimo más. Es una “noia”
esplendida.---Dijo y se puso de pie. Hurgó en el cajón
superior del vetusto archivador y extrajo de allí una
fotografía a color.
--Contemple esta verdadera maravilla---Dijo orgulloso,
como si se tratara de una hija, o de una nieta.

Una foto presentada con paspartú, que mostraba a la


autora: Ojos claros, rostro de ninfa y una sonrisa que
hubiera servido a un publicista para promocionar una
pasta petrifica.
En serio. Lo que lo impacto de verdad fue esa mirada.
Era como una especie de Miluzka pero con un rostro más
anguloso, una mandíbula más acentuada y el pelo más
oscuro.
--Pues la verdad que sí, es muy cierto es una belleza---
dijo intentando algún disimulo. Pero tuvo que tragar
saliva. Dejó la foto de inmediato.
¿Dónde había visto el esa mirada? ¿Y ese estilo de
sonrisa? Había imaginado una señora mayor, tal vez una
anciana, por el tipio de escritura. Que desgranaba
profundidad, madurez a cada párrafo. Ver a una mujer
tan joven y bella en lugar de esa imagen mental que se
había creado al principio, le resultó tan incongruente
como todo lo demás que le había pasado desde que había
encontrado a “Bastet”
--Fíjese la noia, ya no vive aquí en Barcelona. Y el último
domicilio de ella , que no me dijo porque lo tuvo que
abandonar de improviso, era “Granollers” una localidad
cercana---dijo y empezó a observar el humo como si alli
pudiera encontrar algún dato más.

--Ahora que el teléfono no lo tengo. Ella se comunica,


una vez a lo sumo dos por semana. Me ocupo de algunas
de sus cosas. Asuntos contables, derechos y alguna
propiedad que alquila aquí mismo.—
--Tendrá algún pretendiente molesto que la asedia---
Castells le arrojó una mirada extrañada. No no creo. No
sabría cómo explicarlo pero no es ese tipo de mujer. Me
da la imprecion que hay algo en ella que asusta a los
hombres---
---Sera su inteligencia, su talento. Este texto demuestra lo
aguda que puede llegar a ser.—
---Buena observación.-- Señaló Castells. Se quedó
pensando.--- Es como si sufriera algún tipo de delirio
persecutorio, me habló de unas personas muy extrañas
que la seguían, pero no, por ningún asunto amoroso. Me
sugirió que era otra cosa. La verdad es que me quedé un
poco preocupado, de todas maneras.---confesó.
Roberto insistió. ---Me gustaría conocerla y te entregarle
su novela. En la propia mano.---
El Dr Castells lo observó tal como si de pronto hubiera
encontrado en Roberto un detalle importante que no
hubiera notado en un principio. Su semblante se puso
muy serio.
---Es una satisfacción muy personal.---continuó Roberto---
Lo que pasa, es que yo he intentado escribir una novela.
Pero he fracasado.—Se sinceró. .

---No sé dónde está, por eso le decía que me dejara de


texto y ya está. Pero por otro lago sería bueno que usted
la buscara y la ayudara. Siento que yo no puedo hacerlo.
Sé muy bien que Alba no tiene a nadie de su familia en el
país. Está sola, demasiado sola.---dijo abriendo un libreta
con direcciones en un cajón.
---solo le pido la máxima discreción y que me mantenga
informado. Yo también necesito saber a donde está. Por
lo menos eso. Y Si ella llega a llamarme prometo darle su
número.---

Castells le cedió la foto y un papel con los datos que tenía


en la libreta.
--esto es lo que hay. La última dirección que ella me dio y
la foto. Averigüe. Lleve la novela y cuando la termine de
leer me la trae. La verdad es que no sé por qué confío
tanto en usted.---Dijo negando con la cabeza.
Muchas gracias, Doctor Castells---
---Nada de Doctor: Jauma, para usted Jauma.

--Nos volveremos a ver, lo mantendré informado—


Roberto salió del Antiguo edificio y una vez en el Hall de
salida no pudo resistir la tentación de sacar del
portafolios de cuero la foto que le habían cedido.
Fijó su mirada en la fotografía un instante.

“Cuanta luz” dijo para sí.


Sin poder presentir y menos adivinar, del pasadizo
oscuro en el que se estaba a punto de meter.

Capítulo 3
Escena 1:

Ni bien pudo se subió al Volkswagen alquilado y tomó


rumbo a la Costa Brava. Se tenía que dirigir a una
localidad balnearia llamada Lloret del mar.
El Mediterráneo, reflejaba un verde Esperanza bajo un
azul cielo poco nuboso. La brisa de las corrientes marinas
entraba por la ventanilla y la ciudad le daba la bienvenida
con un pleno sol de mayo.
Ciudadanos ingleses o alemanes, con floreadas
Bermudas, infaltables gafas oscuras, cabellos pelirrojos y
vientres abultados se movían por las calles en un paraíso
de licorerías y restaurantes con olor a español.
Halló la dirección que el doctor Castell le había dejado.
Era una antigua mansión muy venida a menos a unas 10
cuadras de la playa. En cuanto bajó del Volkswagen,
frente a la casa, se encontró una dama con un perrito
blanco espumoso.
--Disculpe señora, pero estoy buscando a una querida
amiga y me han dicho que vivía en esa misma casa---Dijo
mostrado la foto.
--¿Usted me podría ayudar?—
--¡Ostia! Pero si esta es la chica de los gatitos!—exclamó
sacudiendo el retrato de un golpe.
--Ajá, la chica de los gatitos.—repitió Roberto
sorprendido del trato familiar de la señora. Una dama de
aspecto gallináceo, bien entrada en carnes, que lucía un
horrible chándal color fucsia: Just do it!
---Conoce usted a alguien que pueda ayudarme a
encontrarla?—Inquirió.
---Pues los gatos siguen aquí—declaro con un alto grado
de memes, tal como si algún felino pudiera ser mucho
más inteligente que ella.
---Los ve?---
Roberto divisó un angora asomando por la ventana
principal y dos atigrados medio escondidos de tras de los
arbustos. Aceptó que sí. Que cualquiera de los gatitos
podía ser más inteligentes que la Señora del chándal y el
perrito.
---Desapareció, hace meses que no la veo y que nadie
viene a la casa, salvo un chavalito que trae comida a los
mininos.—declaró.
---esper un momento dijo la gorda y lo agarró del brazo
como si Roberto quisiera salir corriendo.
---ahor arecuerdo… unos hombres altos como usted que
vinieron en un coche antiguo y preguntaban por ellaA mi
no me gustaron nada esos tipos.---aclaró enfática--- Nada
que ver con usted!---
---A no?---
--No, usted es un argentino guapo, uno que hace flipar—
le espetó y enseguida comprendió que se había pasado.
Las regordetas mejillas se le enrojecieron en el acto. Y
asumió una pose de falso recato.
---Gracias señora. Es usted una dama muy simpática.---
dijo Roberto
---Vea usted—dijo cambiando de tema---esto es una
mugre---señaló el predio con un ademán despectivo. Así
era Roberto admitió la exagerada cantidad de la maleza
que cubría un amplio jardín de entrada. En las cuales
antes había habido arbustos con diversas flores.
--- A lo mejor usted conoce algún vecino que pueda
darme alguna idea de dónde está la chica de los gatitos?--
insistió Roberto y en ese preciso instante el perro tomo
la palabra y empezó a ladrar, tal como si el de verdad
supiera dónde estaba Alba Gosalvez.

--Ya basta Napoleón! ¡no interrumpas al señor-- dijo en


tono autoritario.
--Vea esa Noia, no era como las otras turistas que se
dedican al pendoneo…era una chica seria. Se lo pasaba en
la biblioteca. No entró aquí ni un solo hombre salvo un
anciano medio calvo que podía ser el padre. O sea,
guapo, vaya a la biblioteca y allí seguro alguien la habrá
visto—concluyó
---Una vez, un millón de gracias, señora--- y en ese
instante Napoleón, reanudó sus ladridos encolerizados
insistiendo en que él sabía de sobra donde estaba
Berzelius.
Y la vecina agitó la cuerda que daba al collar con
vehemencia y el perro se sacudió como si fuera un
peluche de feria.
---Cállate Napoleón eres un atrevido No molestes---
Escena 2:

Roberto se subió al WW y fue en buscar de la biblioteca


en la dirección que la dama del perrito le había señalado.
No fue difícil encontrar la biblioteca. Estaba en un edificio
bastante moderno. Ingresó en el ámbito silencioso con
aire acondicionado solo había un lector y el bibliotecario
detrás del mostrador. Era un muchacho de pelo largo de
pequeñas gafas circulares, con una remera que decía
“Metallica” y una Barba de 3 meses que evocaba un
náufrago desentendido de lo que lo rodeaba.
Roberto acero le mostró la foto y el náufrago no dijo
nada., tal como si le hubiera enseñado la foto de un pez
muerto en la playa. Siguió escribiendo con una actitud
que resultó bastante chocante. Roberto, con paciencia,
insistió.
-- Bueno pues no sé si la ha visto, es una chica difícil de
olvidar, cierto?
--Sí la he visto-- admitió—
Roberto apenas se podía creer la actitud del chico.
---A lo mejor, no sé, si sería un abuso, preguntarle si usted
tiene idea dónde la puedo ubicar---adujo con una sonrisa
ya forzada.
---Yo no estoy aquí para dar información acerca de nadie
que venga la biblioteca, en todo caso tendría que ir a la
policía y preguntar allí. Ellos son los que buscan personas.
Yo busco libros-- dijo con la misma amabilidad de un
vendedor de leche podrida.
Roberto se quedó inmóvil y comprendió que se sentía
tan contrariado como si una flatulencia le quisiera salir
justo dentro de un ascensor.
--Oye, ¿tú siempre eres así? O solamente hoy porque te
vino la regla? El muchacho se irgió detrás del mostrador y
y le devolvió una mirada más atenta, retorcida, como si
ahora el de la flatulencia fuera él.
Y justo cuando parecía que el rokero iba a ir a buscar los
32 tomos de la enciclopedia británica, para tirárselos a
Roberto por la cabeza, el muchacho que estaba en la
mesa cercana intervino.
Se acercó a Roberto. ---me deja ver la foto caballero?
---reconoció-- Yo conozco bien a esta mujer---
--- Mira tenemos que devolverle una documentación
importante, estoy dispuesto a darte una recompensa de
tipo económico, si me podes dar un número de teléfono,
la dirección o alguien que pudiera llegar a encontrarla. Te
aseguro que se trata de una nada despreciable
recompensa en dólares.---aseguró Roberto en tono bien
audible.
--Es que, me ahorraría mucho trabajo, mucho tiempo
comprendes?---
----No va a hacer falta Yo conozco muy bien a la señorita
Alba. Ella me ayudó mucho con mi novela. Yo estoy en
deuda, además, usted tiene pinta de escritor.
---Es escritor?—
-- Ojalá, ojalá lo fuera ya me gustaría serlo. Lo he
intentado No te lo voy a negar---
--Perdón pero si ustedes tienen una escena romántica
aquí delante del mostrador, voy a tener que llamar a
seguridad, mejor vayan al baño, dijo el rockero.
---Bueno, no te pongas celoso Margarito, que para vos
también puede haber algo---Declaró divertido Roberto
Acero.
El muchacho del pelo largo, se dio media vuelta y se fue a
otro sector del mostrador intentando una maniobra de
ninguneo.
-- cómo la puedo encontrar a alba?
---¿Paraqué , exactamente?
Roberto abrió el portafolio y le mostro el tomo de hojas
mecanografias.
---Quiero devolverle esto, hoy mismo, le pertenece.—
El chico pareció reconocer el escrito Tan rápidamente
como la foto.
---Sígame--Dijo

Escena 3:

Fueron al café de enfrente. Roberto obtuvo un número


de móvil secreto. El joven novelista le explicó que tenía
por misión cuidar a los gatos de la vieja mansión
abandonada.
En ese momento un viejo Cadillac se estaciono frente a la
terraza del bar a espaldas del muchacho. En un primer
instante Roberto no le dio la debida importancia. Pero sí
le llamó la atención que los hombres dentro del vehículo
estuvieran vestidos con trajes incongruentes para una
zona veraniega.
---Alba me dio ese número para informarle sobre la casa y
los gatos—Continuó el Joven novelista.---Yo se los cuido
porque casi haría cualquier cosa que me pidiera. Es una
mujer extraordinaria. A mi me ayudó a volver a creer en
mis posibilidades.--dijo
Mientras el muchacho le hablaba de alba con innegable
regocijo. Roberto anotó el nuevo número en su teléfono
móvil. Y lo incorporó a la memoria de la aplicación GPS.
El sistema la halló en un par de segundos.
--¿Pero dime, tú crees que atenderá a un número
desconocido por esa línea?—
El muchacho dudo.
Entonces, le explicó que era mejor avisarle con una
llamada previa, que eso le parecía razonable.
---Dile que soy alguien que viene de parte del Doctor
Castells, es un abogado conocido de ella de Barcelona—
Explicó Roberto.
---No, eso no, mejor le digo que es usted veterinario. De
ese modo es más probable que la atenderá. Yo intentaré
inventar un buen cuento con una de las gatitas que está
embarazada---dijo meneando la cabeza, sonriendo---
Últimamente, Alba, no quiere ver a nadie. A mí tampoco,
para mi desgracia. Pero sé que me lo perdonará todo en
cuanto usted le devuelva ese ejemplar.---dijo señalando
el portafolios.
Roberto observó que la pantalla del móvil le mostraba un
mapa de la Costa Brava y allí una localidad llamada
“Tossa del mar” a pocos kilómetros de allí.
Roberto prestó atención a un detalle incongruente en los
señores tarjeados dentro del Cadillac. Ambos tenían
sombreros puestos. Parecían dos actores de los años
cincuenta en una escena de cine negro. Lo más llamativo
era que el vehículo también sería aproximadamente de
esa época.
---¿y usted qué escribe? Insistió el muchacho.
---yo más que escribir, desescribo. Me temo que soy
demasiado Autocrítico.—
---Ah, de eso mismo me curó alba a mi. Esa era una de las
claves de mi bloqueo. Me flagelaba con criterios!.---
Carcajeó divertido.
El Cadillac estacionado se puso en marcha y partió del
lugar haciendo un leve zigzagueo antes de llegar a la
esquina, como si lo condujera alguien en estado de
ebriedad.
El joven novelista, en ese momento giró su cabeza y
alcanzó a distinguir el automóvil que se perdía dando la
vuelta. De súbito le cambiaron los colores de la cara y se
tensó como si hubiera visto un cocodrilo reptando en la
vereda.
Agachó la cabeza y entrecruzó los dedos de ambas
manos-
---Bueno, señor, me tengo que ir.--Dijo en un tono
tembloroso. Tengo cosas que atender. Yo llamaré a Alba,
pero por favor,--reflexionó--- no le diga nada de mí. ¿Ok?
Cuando Roberto quiso sacar la billetera para compensar
al muchacho, este negó con la mano y salió de la terraza
como si padeciera de un cólico repentino.
Roberto, perplejo intentó una hipótesis a cerca del
Cadillac y la reacción del muchacho. Pero se limitó a
tomar nota mental de todo ello y unirlo a todo lo demás
que de alguna forma no le terminaba de convencer. Salvo
por el hecho innegable de que se sentía atraído por una
personalidad que no conocía. Una entidad que hasta
ahora solo existía como un concepto hecho de palabras y
una fotografía.
Escena 4
Roberto Acero, tomo su bendito portafolios y se subió al
Volkswagen. Recorrió la sinuosa ruta entre las laderas de
unas montañas arboladas de Cataluña que lo conducían a
un horizonte marino. Llegó entonces a otra playa, lo
primero que le llamó la atención fue un castillo sobre un
acantilado frente a la Inmensidad del mar Mediterráneo
caminó por la pequeña ciudad de Tossa del mar.
Efectuó el llamado bajo una sombrilla en una heladería
repleta de turistas bronceados o enrojecidos por el sol
que caía de punta sin piedad.
Contestó enseguida una voz de mujer.
Roberto percibió que se le anudaba la garganta y se
concentró buscando calma, haciendo equilibrio en la
cuerda floja de una frágil comunicación telefónica que la
Señorita Alba le podía cortar en cualquier instante.
---Buenos días señorita, usted no me conoce, Yo soy
Roberto Acero. El motivo de mi llamada es que hace
pocos días …
---Sí ya sé quién es usted, acabo de hablar con Castells y
un amiguito de Lloret que dijo que usted era veterinario.
Pero no, usted no es veterinario. ¿verdad?
---No, yo soy físico. Encontré su novela. La estoy leyendo.
Me gusta mucho. Es apasionante.
La mujer tardó unos segundos en continuar y Cuando
comenzó, aquella voz sinuosa, aterciopelada, con una
parsimonia propia de una actriz consumada que elegía
cada palabra como si un error fuera a hacer estallar el
móvil por el que Roberto escuchaba.
Esa voz femenina le decía algo que Roberto apenas si
podía creer.
-- En suma señor… Roberto, lo mejor que puede hacer
con la novela es quemarla. Destrúyala. ¿Me oyó?--- y
enseguida agregó--Tome un crucero y arrójela por la
borda a media noche en el Mediterráneo—Precisó.
---Pero…¿y eso porqué?—.
--No la conserve, por su propio bien---
Roberto se sintió ridículo y apenado a la vez. Con un flujo
de sentimientos divididos entre la bronca y la
incredulidad.
Como cuando levanto un par de dientes sanguinolentos
en la nieve. Solo que esta vez parecían ser su propia
dentadura caída sobre la arena ardiente.
---Discúlpeme señorita. A qué se debe esa actitud tan
auto destructiva? ---Inquirió fastidiado.
¿Escribir esa novela no le costó nada?---inquirió.
---Debo agradecerle que se haya tomado la molestia de
viajar a Barcelona. Pero hágase un favor, mejor no se
meta mucho en esto. Deje la novela allí mismo, donde
esté.---
---No, de ninguna manera me atrevo a deshacerme de
este ejemplar único.---
---Por su propio bien y por el bien del doctor Castell, le
sugiero que dejemos este asunto aquí, ¿de acuerdo?
---Por favor, no corte Alba---se desesperó--- Yo estoy en
este momento delante de la playa, aquí mismo en Tossa
del Mar. Hablemos personalmente.
---Quien le dijo que yo estoy en Tossa del Mar?---
Roberto comprendió que si decía la verdad corría el
riesgo de que la conversación acabara allí mismo.
La refracción del sol, el reflejo de la luz lo golperon de
repente. Como si hubiera alcanzado su línite de
resistencia solar. Rodeado por aquellas gentes que
parecían ser los habitantes de otro planeta, indiferentes y
distantes como criaturas robóticas destinadas a darle
utilidad a aquella heladería, aquellos negocios de
baratijas y suvenires, pero que nada de todo aquello era
real. Que estaba a millones de kilómetros de lo que debía
estar haciendo. Un vacío en el cual comprendía que
estaba desubicado en elespacio y el tiempo.
Una niña gorda enchastrada de helado, se puso delante
de Roberto y mientras estúpidamente dejaba que le
chorreara chocolate por la mano, lo miraba con un
desdén infantil mezclado con un diabólico desprecio.
Parecía una enana maldita puesta allí con la obvia
intención de enervarlo.
---Alba. Sea como sea, lo cierto es que lo más inteligente
de su parte es recuperar la novela y hacer con ella lo que
le plazca. Vine hasta aquí porque quería conocerla
personalmente, nada más. Por favor no me niegue esa
humilde recompensa.---declaró.
Alba hizo una pausa que Roberto percibió como el
instante en el que se cruza un puente de cuerdas sobre
un precipicio muy hondo.
Roberto experimentó una lacerante vergüenza repentina.
Miró en dirección al Wolkswagen con la intención de
tomar rumbo a la Antártida.
--- Bueno está bien. Si insiste tanto señor, los dioses
sabrán porqué---dijo con serena nitidez.
Enseguida Roberto cambio el celular de mano, porque el
sudor le molestaba. Inspiró buscando una brisa residual
que penosamente se arrastraba por la playa y exhaló
aliviado. La niña del helado se marchó casi arrastrada por
la mano de la madre, pero no dejaba de mirarlo
amenazante.
--- Lo espero en el bar Sinatra---indicó Alba Gosalvez.
Roberto se encontró recorriendo las retorcidas callejuelas
con gentes en traje de baño, camisolas, sombreros y un
aire un poco más humano que minutos atrás.
Miró alrededor y estuvo a punto de decirse a si mismo
que estaba de vacaciones.
¿Dónde estaba el problema?
¿A qué venia esa preocupación? Se trataba de una chica.
Solo una chica un poco loca, que escribió algo que le
había parecido bueno, pero que tal vez no fuera para
tanto después de todo.
Tomaría algo con ella y después, nada. Todo habría
acabado bien. Fin de la historia. Finish. Çe finì! Y…
Arrivederchi!. Llegaría el momento de volver a Bariloche.
Hogar dulce hogar. Y allí, en serio, se pondría a escribir su
novela y si triunfaba con ella, fantástico, pero si no, igual
lo importante era disfrutar del proceso de su escritura y
nada más.
Y todo bien.
Al fin llegó al lugar: Entre dos edificios pintados a blanco
de cal, casi en un rincón que parecía una acuarela, se
encontraba un pequeño bar. “Sinatra”.
Ni bien entró lo recibió a bajo volumen el tema de “Yung
at heart”. La orquesta de Nelson Riedle, muy femenina, se
deslizaba sensual por el medio de la sombra de terciopelo
de la Voz de “Franky”.
Roberto observó la derecha del local. Una serie de fotos
enmarcadas en bohemio desorden sobre la pared. Una
grande, de Sinatra, bastante joven y gris. Luego varias
imágenes en las que aparecía Ava Gardner, en algunas
sonriente, joven, posando a la cámara. En otras más
informal, con una espléndida capelina amarilla y los
labios delineados con la más absoluta precisión. Al lado,
su amigo el torero, con cara de habérselo pasado bien la
pasada noche y otros caballeros con el infaltable matiz
hollywoodense. Parecían personas. Pero eran los
habitantes inmóviles de una dimensión desconocida.
Sinatra, muy delgado, sonreía un poco fatigado.
Aquella exposición de recuerdos le resultó entretenida y
de golpe reconoció que su mal humor se había esfumado.
Además, la frescura recoleta de aquel sitio en penumbras
tenía algo de la soledad de una cripta y el fervor solemne
de una especia de capilla glamurosa.
Como fuera, lo fundamental era que le resultaba un alivio
de la resolana de la acera.
Pidió un café con una esfera de helado de vainilla. Abrió
el portafolios y extrajo una de las libretas de Bastet,
consciente de que debía entregar todo el combo.
Olvidarse de él.
Resonó el vapor de la máquina de expreso a sus
espaldas, para completar la atmosfera nostálgica junto a
la canción de Sinatra.
Había perdido tiempo. Suspiró. Peteco le había sugerido
días atrás, que si “el Tal Castells conocía a Berzelius, lo
mejor era mandarle el ejemplar por correo”.
Roberto enseguida le contestó a aquella voz: “Yo quería
estar seguro. Así de simple”.
Le trajeron una copa del tamaño de su palma con una
esfera pálida rodeada de café, emanado un humito como
la sutil atmosfera de un planeta congelado.
Ojeo las paginas donde habían resúmenes, sinopsis,
mapas mentales, extrañas formulas con letras y símbolos
arcanos, que nunca había visto. Le parecía que invitados
por capricho.
“Un desafío para un criptógrafo”, bromeó para sí.
Se centró en el dibujo de un hombre con cabeza de gato.
Un hombre caricaturizado al estilo de un superman, con
una desafiante cara de felino.
Desde la entrada del local, provenía el resplandor de la
calle y Roberto desde el fondo en penumbras sorbió el
café ya con crema helada.
Experimentó el efecto casi cinematográfico de la escena
con una complacida serenidad interior.

Allí fue cuando ingresó al local la figura curvilínea de una


hembra. La misma se desplazaba moviendo las caderas
con una cadencia perfecta en relación a un eje
gravitacional invisible. Una fuerza que la sostenía de
modo tal, que fuera un poema en movimiento.
Mientras la figura se aproximaba, comprendió que
aquello podría haber disminuido la presencia de la misma
Ava Gardner, que se opacó furtiva desde las fotos, como
un mustio fantasma de celuloide.
Para adornar el sortilegio, la voz de Sinatra emergió desde
los arpegios de una guitarra española, con la estrofa del
Moon River y entonces Roberto se quedó suspendido en
la cornisa sublime de algo que le sucedía, pero que tenía
el delicioso sabor de un recuerdo entrañable. Imposible
de olvidar.
Esas cosas que pasan, pero que construyen, de forma
inadvertida, el alma misma de una existencia.
La pobre luz de una lamparita sobre las fotos, iluminó el
rostro de la mujer que había entrado al local y que ahora
había llegado hasta él y lo miraba. Lo observaba con unas
pestañas que podrían haber sido asesinas, si no fuera que
enmarcaban unos ojos verde malva, repletos de bondad.
Permanecía delante de Roberto y la figura lo apuntaba
directo al corazón con dos pezones de alto calibre.
---Tú eres Roberto---dijo y extendió la mano---Yo soy
Alba.
---Por supuesto---balbuceó Roberto como si le hubieran
metido una calmante para caballos.
En el acto, Alba se sentó frente a él y cruzó las piernas
como si fuera la secretaria privada del mismísimo diablo.
El contraluz resaltaba los contornos de uno de sus muslos
y se extendía en una línea de luz que se perdía en
dirección al gemelo del peroné como si fuera la síntesis
del erotismo más agudo.
Roberto se apoderó de la copa de café y buscó dar u
sorbo que lo salvara de la impresión. Los bigotes de su
abundante barba plateada quedaron marcados con la
vainilla derretida.
Alba sonrió con picardía y señaló con dos golpecitos sobre
sus labios para señalar la huella.
Roberto, algo apenado tomó una servilleta y se limpió el
labio superior.

CONVERSACION TELEFONICA CON Clarisa desde una


habitación
De hotel de Barcelona.

Bueno claro entonces pasó a explicarte x** llegué a


Praga y hice todos los trámites para ir al congreso y al
cabo de unos días me fui dando cuenta del vacío
profundo de mi vida ya te he hablado de esto otras veces
pero realmente es a veces fue algo distinto x** no se se
debe se debió tal vez al hecho de que estaba en un país
lejano extraño una ciudad realmente bonita x**
maravillosa Praga recorrido calles conocí el viejo reloj
astronómico te acordás x** Si me hubiera gustado
haberlo realmente Es una de las cosas de Praga que me
hubiera gustado ver pero me preocupa lo que me estás
diciendo Mejor dicho no es lo que estás diciendo sino
cómo lo dices x** Pues sí me empecé a deprimir tengo
que reconocerlo fundamentalmente porque de los 6000
empleados del SAT todos físicos ingenieros ya sabes x**
así estaban presentes entre 200 y 300 habían algunos
invitados como mi caso de diferentes partes del mundo
para hacer ponencias en algunos casos y en otros
simplemente para divulgar la información que se estaba
revelando así x** te puedo asegurar que medida
empezaron a explicar los procesos los nuevos procesos en
el choque de partículas y el descubrimiento de nuevas
partículas derivadas de esos choques empecé a
comprender el gran Peligro en el cual todos nos
encontramos bajo esta gente que está jugando a ser Dios
y sin poder decir absolutamente nada mucho miedo
Sentí mucho que había mucho miedo a mi alrededor x**
tal cual te lo digo miedo a decir las cosas directamente
x** En definitiva la jerga científica el lenguaje científico
oculta un hecho flagrante x** es un riesgo que
semejante máquina este funcionando x** un momento
que me quise poner de pie y a los gritos que cierra el
maldito trasto de una vez x** Qué hay que esperar para
que se forme no se dé un anillo un círculo de antimateria
isecom a medio planeta x** cuál planeta entero existe
esa posibilidad interrogación x** Pues sí ya se han
formado agujeros de antimateria y si se vuelven
inestables y por algún motivo empieza esto entrar una
región de reacciones de física de partículas que
desconocemos esto puede derivar en una catástrofe a
nivel Planetario y yo me animaría a decir a nivel galáctico
x** pero Sencillamente no tengo pelotas no sé cómo
hacer para que me planteó sea creíble y sea persuasivo
no sé qué día legal puede existir y me encuentro muy
solo x** y no sentiste nada Y algún colega No siento lo
mismo que tú deben haber varios que siento lo mismo
que tú x** Pues si lo hay yo no les merece la suficiente
confianza como para que se te ve atrevieran hablar x**
En definitiva querida pienso que que se debería
renunciar a todo debería abandonar mi profesión al
menos mi actividad dentro del campo de investigaciones
donde me instales de hace unos años pensando que la
ciencia es una panacea que con el correr de los siglos
sería la luz del mundo de la humanidad x** bueno
Roberto de alguna manera es así todo el poder
tecnológico que usamos actualmente es el resultado de
personas como tú que han investigado porque han
servido de intermediarios para grandes investigaciones
dentro del campo de la física eso es obvio ahí se
originaron grandes inventos y grandes descubrimientos
acaso se equivocada o exagero x** en parte es así pero
qué pasa si te digo que este bendito cañón de hadrones
puede provocar un desastre de una magnitud tal que
haga desaparecer la vida biológica de la tierra de qué
habrá servido todo lo que se ha conseguido de
absolutamente nada porque nosotros nuestras
investigación en nuestro afán de poder nuestra fan de
prestigio nuestra fan de conseguir mayores recursos
económicos para investigaciones nuestro ego nuestra
ceguera no puede conducir al mayor desastre que se
haya producido En este planeta en los últimos millones de
años Sencillamente no quiero ser cómplice de eso x**
osea te deprimiste yo lo comprendo tomaste algo algún
medicamento algún tranquilizante algo que te ayude o
simplemente te fuiste de frutas x** y que voy a tocar y
que voy a tomar o qué hubiera tomado que hubiera sido
lo mejor x** Pues no sé un valium para los nervios un
prozac para la depresión x** el único remedio para todo
esto es la verdad y la verdad es lo que la mayoría de la
gente no quiere saber lo que la mayoría de la gente no
quiere o no puede entender siquiera x** debe ser por
todas estas cosas que pensé en que dedicarme a la
escritura pura y exclusivamente y renunciar a todo esto
sería una posibilidad cierta de ser feliz para mí x** es
decir imagínate escribir un libro O varios que me
permitieran tener los ingresos y la fama que a mí me
pudiera satisfacer como persona como ser humano el
prestigio si te gusta más la palabra x** créeme querido
que yo te comprendo en el fondo vos sabés que en mi
tienes una aliada para entender todas esas cosas claro
que sí no debes avergonzarte pero es que tú eres
demasiado perfeccionista En todo caso eso está bien
deberías Buscar el tema y el libro apropiado para poder
alcanzar ese objetivo y puede ser que estés en el proceso
de lograrlo y no te hayas dado cuenta todavía x** Bueno
pues una de esas mañanas Mejor dicho la última mañana
en la que me tocaba estar en Praga me fui a un café muy
bonito que está cerca del moldava y enfrente
prácticamente un café que se llama Estrella y bajo la
mesa encontré un portafolios x** más interesante y qué
qué pasó con el portafolios x** Bueno pues en su interior
había un texto estaba titulado o está titulado bastet
pues qué me dirías tú que aquello es una novela y
además una novela muy buena logró entretenerme logró
mantenerme muy interesado durante un largo rato me
hizo Olvidar de todo mientras que la lectura si bien no es
una lectura que tenga un aval científico Lo cierto es que
trataba sobre una científica que hace un gran
descubrimiento y que a través de Este descubrimiento
logra esclarecer muchos problemas que estamos viendo
Y ahí es donde está la parte más interesante porque la
novela Explica las causas y los porqués existe sangrado
de corrupción en el mundo en los estamentos políticos
militares culturales y científicos es decir la novela toda
funciona como una gran explicación del porque vivimos
en un planeta tan enormemente conflictivo x** y Quien
escribió la novela x** es una mujer bajo el seudónimo de
berzelius x** claro al principio yo no me di cuenta que
era una mujer lo descubre a través de un llamado
telefónico que hice a un abogado juicio a tarjeta de
presentación estaba en uno de los bolsillos de portafolio
por eso es que ahora estoy en Barcelona finalmente
conocí al abogado que me dio algunas señas de Don
dónde podía encontrar a la autora y en efecto la acabo de
conocer hace unas pocas horas intenté devolverle el
ejemplar que estaba mecanografiado o sea sería el
original en segunda versión pero la mujer no quiso me
pidió algo insólito algo que me sorprendió y me dejó
como partido al medio qué querés que te diga x**
bueno supongo que no te habrá pedido que baje hubieras
ido a un hotel con ella x** vamos clarillo no estoy para
bromas nome notas que no estoy bien x** de acuerdo Y
qué fue lo que te pidió x** pues Sencillamente me pidió
que quemara la novela que la destruye mis instrucciones
me dijo que me tomara un tour un barco y que me fuera
al centro del Mediterráneo y a medianoche la tirada Y en
el medio del mar te esplico la imagen que me causó es un
impacto horrible primero la coincidencia de encontrar
una obra en castellano en una ciudad como Praga
después encontrada la autora que si es una mujer
encantadora y si me hubiera pedido que me acostara con
ella pero pero eso no fue lo que pasó me pidió lo peor
que me podía pedir x** Y porqué no te quedas con la
novela y le pones tu nombre y tu apellido por algún lado
se empieza no x** no puedo querer que me estés
diciendo algo así Clarisa realmente pensás eso que podría
ser una cosa sí x** no estoy segura que no por puro
orgullo no lo harías al menos por eso x** no se trata de
orgullo se trata de dignidad x** si Roberto es cierto
Tienes razón disculpa no sé porque se me ocurrió tal cosa
así a casa no se te ocurrió x** Pues sí se me ocurrió pero
Enseguida lo rechace de mi mente y por eso es que ahora
estoy en Barcelona porque vine con la mejor intención de
devolver el texto y resulta que la autora me pide que lo
destruyó estoy confundido pero a la vez esta experiencia
yo sé que me va a dejar algo en limpio x** Bueno mi
amor y disculpa que te diga sí pero tú sabes que en el
fondo todavía sigue siendo mi amor discúlpame que me
ponga de esta manera tan celosa y tan mal porque estás
tan lejos y porque en el fondo no puedas o no quieras
estar conmigo pero créeme que yo hago todos los
esfuerzos para aceptarlo y para entenderlo he llegado a
comprender ya lo sabes te lo reiteró que esto es lo mejor
que lo mejor es que seas libre y cómo te amo anhelo tu
libertad de anhelo por sobre todas las cosas que realice
sus sueños y yo pienso que todo esto que me acabas de
contar es una buena señal es un presagio de algo bueno
que encontraste una novela no hagas plagio pero no que
te inspires en ella sería algo que te moviliza trata de
utilizarlo como Punto de partida tu estilo tan abarrotado
que marea al lector Sólo un poco menos un poco menos
de palabras limar el texto si no hubiera quemado la
novela tal vez ya tendrías una corregida la próxima
novela Yo voy a tomar cartas en el asunto me vas a dar a
mí una copia y yo voy a enviar la hacer una corrección o
limado para tener una versión objetiva una segunda
versión objetiva con un estilo un poquito más accesible
desde el punto de vista literario para el público y los
Editores porque yo sigo pensando que tus ideas son muy
buenas x** a Roberto le quedaron resonando aquellas
palabras qué terminó por agradecer y apagó el teléfono
al lado de la mesa de luz x** volvió a fijar su vista en el
cielorraso y ya novio así Andrómeda ni mucho menos a
las pléyades vio la explosión de dos partículas chocando
entre sí reventando y produciendo en menos de un
nanosegundo una cantidad de partículas de neutrinos
nuevos que habría que se clasificar y empezó a inventar
les nombres allí en el techo en cielo raso estaba una
fotografía del principio del universo de antes del Big Bang

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