Está en la página 1de 5

ESTIMULANTES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Los fármacos estimulantes del sistema nervioso central también son llamados


psicoestimulantes, psicotónicos, psicoanalépticos o energizantes psíquicos, son drogas que
tienen varios efectos benéficos pero muestran un gran potencial de abuso. Los psicoestimulantes
son una clase de fármacos que se asocian con gran frecuencia a acciones potentes de activación
cognitiva y conductual, a la vez que tienen un potencial de abuso importante. No obstante, estos
fármacos, en especial el metilfenidato y la anfetamina, se utilizan ampliamente para calmar la
conducta y mejorar la función cognitiva en niños, adolescentes y adultos con trastorno por
déficit de atención/hiperactividad (TDAH) (Berridge y Devilbiss, 2002).

Según Barreto et al (2003) las indicaciones para el uso de estos farmacos son
específicas: narcolepsia (somnolencia constante a la que se suman ataques de sueño por una
perturbación del sueño REM que aparece repetida y abruptamente durante los períodos de
vigilia del paciente) y trastorno por déficit de atención con hiperactividad en niños (attention-
deficit/hyperactivity disorder o ADHD). Los psicoestimulantes, dadas sus propiedades
anorexígenas, han sido ampliamente utilizados para el tratamiento de la obesidad. Actualmente,
en los programas que contemplan no solamente el adelgazamiento sino también el
mantenimiento del peso alcanzado, se restringe la utilización de estos fármacos dada la escasa
eficacia a largo plazo y la potencialidad de abuso y dependencia que presentan.

Mecanismo De Acción

Estas drogas son agonistas indirectos de los sistemas noradrenérgicos, dopaminérgicos y


serotonérgicos. Actúan liberando noradrenalina, dopamina y serotonina de las terminales
nerviosas presinápticas. Además, la anfetamina inhibe la recaptación de noradrenalina y
dopamina, y puede actuar a altas dosis como agonista directo sobre receptores serotonérgicos.
También se ha observado un leve efecto inhibidor de la MAO. Como resultado se observa
aumento del estado de alerta, anorexia, estimulación motriz, euforia y estimulación simpática
(aumento de la tensión arterial sistólica y diastólica con disminución refleja de la frecuencia
cardíaca).

Clasificación De Los Estimulantes Del Sistema Nervioso Central

De acuerdo a Bravo Ortiz (2002) se ha clasificado a los estimulantes


del SNC en menores y mayores. Los estimulantes menores son la teobromina (extraída del
chocolate), la teofilina (proveniente del té) y la cafeína (proveniente del café) y todas se
agrupan, por su estructura química, como Metilxantinas. Como estimulantes mayores se
consideran las Anfetaminas, Pemolina y la Cocaína.

Metilxantinas: Estas sustancias provienen de plantas ampliamente distribuidas. Las


bebidas preparadas con ellas, el café, el té, el chocolate, el guaraná (la bebida nacional de
Brasil) o el mate (de Uruguay y Argentina), representan las drogas más usadas por el hombre.
Los efectos estimulantes de las metilxantinas provienen de su interacción con receptores de la
adenosina, molécula activa de la membrana celular y componente esencial del "combustible"
principal de la célula: el adenosín trifosfato (ATP). Cuando la célula requiere efectuar algún
trabajo, se activa una enzima que convierte el ATP en ADP (adenosín difosfato). La liberación
del fósforo del ATP, produce gran cantidad de energía. Esta reacción ocurre intracelularmente,
donde también actúan las metilxantinas. Estas sustancias inhiben la destrucción
del AMPC (adenosín monofosfato cíclico), por bloqueo de la fosfo-diesterasa, prolongando la
acción de este AMPC, uno de los principales segundos mensajeros de todas las células del
cuerpo.

Los efectos estimulantes de las metilxantinas se observan a varios niveles del


organismo: del sistema nervioso, de la respiración, del músculo esquelético y cardiaco. Tienen
también efecto diurético (aumentan la excreción de orina), participan en la dilatación bronquial
(propiedad muy útil en enfermos asmáticos) y en el aumento del metabolismo basal. El empleo
exagerado de las metilxantinas puede acarrear la aparición de reacciones adversas: alteraciones
del ritmo cardiaco, tinnitus (sensación de escuchar campanas), nerviosismo, inquietud, temblor
e insomnio, irritación gastrointestinal, y en sujetos susceptibles, tolerancia y dependencia
graves.

Anfetaminas: Estas sustancias se sintetizaron por vez primera en 1887, pero sus efectos
estimulantes se descubrieron 40 años después. Se comenzaron a utilizar en forma de inhaladores
nasales como descongestionante y después como estimulantes respiratorios; hacia 1937 se
usaban en el tratamiento de la narcolepsia (crisis de sueño incontrolable). Durante la segunda
Guerra Mundial se les empleó mucho para combatir la fatiga de los soldados, y en los años 50
se intentó aplicarlas como antidepresivos. De los años 60 a la fecha se han manufacturado
ilícitamente millones de dosis de anfetaminas para consumo ilegal. En la actualidad, el uso
aceptado de las anfetaminas es para tratar la hiperactividad y trastornos de la atención en niños,
la narcolepsia y en algunos casos de obesidad refractaria. Este último uso, llamado
anorexigénico (supresor del hambre), debe ser reservado para casos patológicos. Hace algunos
años se utilizaron mucho las anfetaminas en personas que deseaban bajar de peso. Se vio que no
sólo era arriesgado —por el peligro de desarrollar adicción— sino que además se presentaba
taquifilaxia (tolerancia de aparición rápida), que hacía que los efectos anorexigénicos
desaparecieran rápidamente.

Las anfetaminas son potentes agonistas catecolaminérgicos, es decir, actúan


directamente en los receptores membranales de la adrenalina, noradrenalina y serotonina, e
inhiben su recaptura por las terminales nerviosas, lo que produce un efecto prolongado a nivel
de los receptores. Estos efectos ocurren tanto en el SNC como en la periferia. Los efectos
centrales de las anfetaminas se observan en la corteza cerebral, el tallo cerebral y la formación
reticular. Al actuar en estas estructuras hay una activación de los mecanismos del despertar,
aumento de la concentración mental, mayor actividad motora, disminución de la sensación de
fatiga, elevación del estado de ánimo, inhibición del sueño y del hambre. A dosis menores se
puede observar lo contrario: un efecto sedante. Este es particularmente importante, y de hecho
terapéutico, en niños hiperactivos con problemas de atención, a quienes tranquilizan los
estimulantes, mientras que los sedantes los estimulan. Esta respuesta paradójica a las drogas es
parte del síndrome del niño hiperquinético (antes se le llamaba "disfunción cerebral mínima").
Estos niños tienen inteligencia normal o incluso superior, pero su aprendizaje es limitado en la
escuela por no poder fijar la atención. Es decir, se distraen demasiado, hablan y se mueven
mucho, cambian frecuentemente de actividad, interrumpen continuamente a sus padres,
maestros o a otros niños cuando hablan y juegan, etc. En este tipo de sujetos el empleo de las
anfetaminas, o de preferencia, del metilfenidato (Ritalín®) tiene efectos benéficos. El
tratamiento farmacológico, sin embargo, debe acompañarse de psicoterapia y no prolongarse
demasiado tiempo, porque estas sustancias interfieren con el crecimiento y desarrollo del niño
cuando se administran por periodos prolongados.
La anfetamina presenta buena absorción por vía oral. Su vida media es de 8-12 horas,
requiriendo varias dosis diarias. Se trata de una droga liposoluble, por lo tanto atraviesa la
barrera placentaria y alcanza altas concentraciones en el sistema nervioso central. La anfetamina
se metaboliza en el hígado y parte se elimina sin modificar por la orina. Los efectos adversos de
las anfetaminas son inquietud, irritabilidad, nerviosismo, euforia, falta de apetito, pérdida de
peso, mareo, midriasis (dilatación pupilar), fotofobia (temor de la luz), elevación del azúcar
sanguíneo (peligroso en los diabéticos), palpitaciones, taquicardia, aumento de la presión
arterial, alteraciones del ritmo cardiaco, angina de pecho (vasoconstricción de las arterias
coronarias), irritación gastrointestinal y diarrea. Y por supuesto, tolerancia y adicción. El uso
prolongado de dosis elevadas de anfetaminas se asocia con la aparición de cuadros psicóticos.

Pemolina: es un estimulante del sistema nervioso central oral. La pemolina posee


acciones farmacológicas que son similares a los de las anfetaminas y metilfenidato; sin
embargo, sus efectos simpaticomiméticos son mínimos. Debido a su larga vida media, la
pemolina se puede administrar una vez al día. Las acciones farmacológicas de la pemolina
incluyen estimulación sobre el SNC, estimulación respiratoria y débil actividad
simpaticomimética. El mecanismo y el sitio de acción de la pemolina en seres humanos no han
sido determinados. Estudios realizados en animales de experimentación sugieren que las
acciones estimulantes sobre el SNC pueden ser mediadas a través de mecanismos
dopaminérgicos. En niños con Trastorno por  Déficit de Atención, la pemolina disminuye la
hiperactividad y prolonga el período de atención. No obstante, no se ha establecido el
mecanismo por el cual la pemolina produce efectos mentales y de comportamiento en los niños.

La pemolina se administra por vía oral. Las concentraciones séricas máximas se


alcanzan en 2-4 horas. Los efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central en adultos se
observan típicamente después de 4 horas, con una duración de acción de al menos 8 horas. Las
concentraciones en el estado estacionario se alcanzan a menudo en 2-3 días; sin embargo, los
efectos terapéuticos pueden no ser observados durante al menos 2-3 semanas. El fármaco se
distribuye ampliamente en todo el cuerpo, incluyendo el SNC. La unión a proteínas plasmáticas
es aproximadamente del 50% y no se considera clínicamente significativo. Al menos el 50% de
una dosis única se metaboliza a través de vías hepáticas y otras la pemolina-diona, glucurónido
de pemolina, ácido mandélico, y otros metabolitos desconocidos. La pemolina-diona exhibe una
acción estimulante que es menos potente que la del compuesto original. La semi-vida de la
pemolina en los adultos es más o menos de 12 horas; la semi-vida en niños oscila entre 2-12
horas. Se ha sugerido que la pemolina exhibe una cinética no lineal con la dosificación múltiple
en los niños, lo que produciría una prolongación de la semi-vida media de aproximadamente 12
horas. Aproximadamente el 75% de la dosis se elimina por vía renal durante 24 horas, siendo el
50% debida a la pemolina inalterada y el resto como metabolitos.

La pemolina está indicado para uso en el trastorno de hiperactividad por déficit de


atención (THDA), aunque debido a su hepatotoxicidad, se debe no ser considerada como terapia
de primera línea para trastorno La pemolina se ha utilizado también para combatir la fatiga en
pacientes con esclerosis múltiple, como una alternativa de tratamiento para la narcolepsia, y
para combatir la fatiga asociada con las operaciones militares sostenidas. Debido al riesgo de
insuficiencia hepática, los pacientes tratados con pemolina deben ser observados de cerca; si no
hay una mejoría sintomática notable en las primeras 3 semanas de tratamiento el fármaco debe
ser retirado.
La pemolina como efectos adversos puede provocar insomnio, movimientos
diskinéticos, irritabilidad, fatiga, depresión moderada, vértigo, dolor de cabeza, somnolencia,
alucinaciones, convulsiones, síndrome de Tourette, función oculomotor anormal, anorexia,
dolor abdominal, náuseas, anemia aplásica, aumento de los niveles de las enzimas hepáticas,
falla hepática, rash.

Cocaína: es un alcaloide que se encuentra naturalmente en las hojas de Erythroxylum


coca, ha sido utilizada como estimulante desde hace cientos de años. Quizás la huella más
antigua de su uso data de los años 500 d. C., en Perú, donde se encontraron bolsas conteniendo
hojas de la planta de la coca en una tumba, probablemente como ofrenda para acompañar al
muerto en su viaje. La cocaína causa una euforia significativa, y su abuso puede llevar a la
dependencia física. A pesar de ser un excelente anestésico local, el riesgo de abuso y la intensa
vasoconstricción local, impide que la cocaína sea más ampliamente utilizada en la clínica. Es
una sustancia controlada y para su uso se requiere una receta de estupefacientes.

La cocaína tiene dos mecanismos farmacológicos diferentes sobre el sistema nervioso:


la disminución de la permeabilidad al sodio de los nervios y la potenciación de las
catecolaminas. La capacidad de cocaína para disminuir la permeabilidad de la membrana de los
nervios al sodio es compartida por otros anestésicos locales. La cocaína estimula
periféricamente la liberación presináptica de noradrenalina e inhibe la recaptación neuronal de
norepinefrina y epinefrina. La cocaína se absorbe bien en todas las membranas mucosas,
especialmente de tejido dañado o inflamado. Aunque la vasoconstricción tópica puede limitar la
tasa de absorción, la absorción sistémica significativa se produce normalmente. Cuando se
utiliza para la anestesia tópica, el comienzo de la acción se produce en 1 minuto, y el efecto
máximo tiene lugar a los 5 minutos. La duración de la acción es de aproximadamente 30
minutos. La distribución de cocaína no es bien conocida, pero cuando se usa por vía intranasal,
cruza rápidamente la barrera hematoencefálica y la placenta. La cocaína se excreta en la leche
materna. La cocaína es desmetilada en el hígado y es hidrolizada por esterasas de suero. El
metabolito hepático, norcocaína, tiene algo de actividad anestésica local. La excreción es
principalmente renal, con una semi-vida de 1-1,5 horas. Entre el 10-20% de la cocaína se
excreta sin cambios en la orina.

Las personas que se auto administran cocaína reportan euforia, aumento de la energía
mental y física, desaparición de la fatiga, mayor alertamiento, anorexia, y elevación del estado
de ánimo. Cuando los efectos estimulantes han desaparecido, las personas pasan a estar más
más cansadas y deprimidas que antes, particularmente después del uso prolongado. La cocaína
produce tolerancia rápidamente, a dosis elevadas dependencia física y gran dependencia
psíquica. Además de la toxicidad ligada al abuso de cocaína, incluyendo la necrosis del tabique
nasal en inhaladores, con hemorragias graves, por la constante vasoconstricción
catecolaminérgica producida por el alcaloide,, se han reportado crisis de hipertensión arterial y
falla cardiaca en sujetos susceptibles, además de los síntomas relacionados con ellas.

 
Berridge, Craig W., Devilbiss, David M. (2002). Psicoestimulantes y potenciadores cognitivos:
corteza prefrontal, catecolaminas y trastorno por déficit de atención/hiperactividad. Rev. Psiq.
Biol. 2012; 19(3):84–94. Psiquiatría Biológica.

Barreto, Mara., Ingelmo, Juan., Picardi, Nadia., Puppo, Soledad. (2003). Farmacología de
benzodiazepinas, hipnóticos y ansiolíticos no benzodiazepínicos, psicoestimulantes, etanol y
neuroactivadores cognitivos.

Bravo, O., Maria F. (2002). Psicologia para Psicologicos. España: Editorial Sintesis, S. A.

También podría gustarte