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Leyes de la Forma

por

George Spencer-Brown

Spencer-Brown G( 2011). Laws of Form, Bohmeier Verlag, Leipzig, Alemania, 222


páginas.
Traducción: Karla D. Hernández García
Prefacio a la quinta edición inglesa
Tal y como ahora sabemos, Leyes de la Forma demoró diez años entre su concepción y su
aparición, cuatro años para ser escrito y seis años de intrigas políticas, para finalmente ser
publicado.
Como es típico de los inadvertidos mejores editores de autores relativamente oscuros, el
trabajo fue rechazado por seis editoriales incluyendo a Mark Longman, quien ya había
publicado mi temprano trabajo sobre probabilidad. Inclusive Sir Stanley Unwin se reusó a
publicarlo hasta que su mejor autor, Bertrand Russell, se lo pidió.*
Esta decisiva recomendación no fue recibida sin intriga e implicó que yo durmiera (no de
mala gana) con una de las nietas de Russel, quien me preguntaba en la mañana:
-“¿Qué es lo que realmente quiere usted de Bertie?”
-“Que ratifique, como había dicho, el libro tras haber leído la primera versión
mecanografiada”, le dije.
-“Nunca lo hará”, ella exclamó. “Para ello debe torcerle el brazo, debe chantajearlo, ¿cómo
puedo ayudarle?”.
Durante algunos años, nos volcamos en vigorosos torcimientos de brazos y chantajes. Uno
de los métodos que ella implementó fue invitarme a Plas Penrhyn como su huésped,
mientras Bertie y Edith estaban fuera, en Londres. Esto llevó a Bertie a un ataque de terror,
por aquello que los vecinos podrían pensar. Él tenía un miedo irracional por estropear su
reputación como matemático, que no era muy buena de todos modos, recomendando un
libro que no había sido aún expuesto a las críticas. El parecía totalmente inconsciente de
que cualquier libro que él recomendara, aunque ridículo, no tendría cualquier efecto.**

Cuando finalmente lo hubimos acorralado en nuestra siguiente visita a Plas Penrhyn, él


esquivó cuidadosamente aludir el tema durante toda mi estancia, la que consideré tan
peligrosa como para mencionarme a mí mismo. A la mañana siguiente opté por partir

**
Leyes de la Forma ha sido el único trabajo en toda la historia de la humanidad en el que Russel vertió su
inapreciable aprobación. Este es un libro que él mismo hubiera querido escribir, de hecho lo intentó, pero
desafortunadamente su intento terminó en los Principia. Esto fue para él la mayor tragedia y fue en buena
parte responsable por su pérdida de tiempo en aquellas tardías e infructuosas protestas políticas. En cierta
ocasión me preguntó: “¿Tú crees que he desperdiciado diez años de mi vida escribiendo los Principia?” ¿Qué
podría haberle respondido? No podía decirle que estaba bien, porque él sabía que estaba mal. Finalmente le
respondí con poca convicción: “No Bertie. Si no hubieras escrito los Principia, yo no podría haber escrito las
Leyes”. Más aún, no hubiera tenido que hacerlo porque no habría necesitado hacerlo. Russell sabía que los
Principia eran inservibles porque estaban erróneamente fundamentados en la lógica, y tuve que escribir las
Leyes para corregirlo.
****
No hay duda de que Russell me consideró como su sucesor, como el siguiente gran filósofo inglés, e
inclusive se lo mencionada a sus nietos con frecuencia. Pero el riesgo de declararlo públicamente en la época
en la que nadie más lo creía, ese era otro problema.
mientras Bertie y Edith estaba aún dormidos, pensé que había fracasado miserablemente en
mis propósitos. Sin embargo no fue así, pues perdí el tren debido a que ellos no pidieron un
taxi que me llevara a la estación, lo cual fue su forma de decirme que mi estancia se
prolongara por otro día.
Cayó la tarde de aquel día adicional y aún no se mencionaba nada sobre el tema. Dieron las
diez de la noche, la hora de dormir, yo creía que había fallado nuevamente, cuando Bertie
repentinamente dijo:
-“¿Qué es exactamente lo que quieres de mí?”
-“Que ratifiques lo que habías dicho del libro hace tres años”, le dije.
-“Debes recordarme qué fue lo que dije”, él dijo.
Yo reproduje palabra por palabra sus comentarios, cuidadosamente mecanografiados, y se
los eché en cara.
-“¿Estás seguro de que esto es todo lo que quieres?”, él dijo. “¿No esperas que haga una
detallada introducción del libro tal y como lo hice para Wittgenstein?
Le dije que eso sería fantástico, sin embargo, por ahora no necesitaba más que su
aprobación.
Él contempló la página mecanografiada por un momento, cuando de pronto un destello
malvado iluminó su rostro mientras frotaba sus manos.
-“¿Y suponiendo que no lo haga?”
“Entonces”, me escuché decir, “eso retrasará la publicación por un año más, pero el libro
terminará siendo publicado finalmente y no querrás ser parte de eso”.
“Oh”, dijo, “nunca lo vi de ese modo. ¿Cómo te gustaría que lo firmara?”
Cuando finalmente el libro salió a la luz el 17 de abril 1969, en efecto, fue toda una
sensación. El Whole Earth Catalog ordenó 500 copias, lo que comprometió la mitad de la
edición, y otros grandes vendedores le siguieron después. La primera impresión fue vendida
antes de que llegara a las tiendas y el editor tuvo que ordenar rápidamente una reimpresión
para cubrir la demanda.
Nadie había visto antes algo así. Aquí estaba un advenedizo autor explicando los misterios
de las matemáticas que los así llamados Grandes de la Ciencia no habían mencionado en
los últimos 8000 años, y en un lenguaje que incluso un niño de seis años podría entender.
Habiendo alcanzado la meta de mi vida, de componer y publicar un casi perfecto trabajo de
literatura a la edad de los 46 años, tuve que enfrentarme al problema de qué hacer por el
resto de mi vida. Yo sabía, como todos los demás, que no debería de haber alcanzado ese
propósito, pues, ¿con qué nuevo propósito podría seguir adelante?
Un propósito que podría haber elegido, y que de hecho elegí, fue aprender algo de
matemáticas. En diez años había aprendido suficiente como para volverme Full Profesor en
la Universidad de Maryland, aunque yo aún consideraba que sabía bastante poco. Es casi
imposible dominar matemáticas sin instrucción personal y yo tuve la suerte de entablar
amistad con D. H. Lehmer y J. C. P. Miller, ambos expertos en hipótesis de Riemann, en las
que yo no tenía interés alguno, como tampoco en la teoría analítica del número en general.
Fue sólo hasta que mi ex-estudiante James Flagg, quien es el estudiante de matemáticas
mejor informado en el mundo, me señaló el hecho de que tuve que demostrar hipótesis de
Riemann en el apéndice 7, y nuevamente en el apéndice 8. Por lo que fui persuadido de
aprender más acerca del tema.
Soy una persona muy competitiva debido a las repetitivas aseveraciones que hacía mi
madre acerca de que yo no haría nada bueno. Esto me llevó a invertir el resto de mi vida en
intentar probar que ella se había equivocado. La tragedia es que por más brillante que me
volviera, no hacía ninguna diferencia. No había modo de cambiar su opinión. La vencí en
ajedrez cuando yo contaba con cuatro años, y su única reacción fue rehusarse a jugar
conmigo de nuevo, en lugar de admitir que yo era bueno.
Si resuelves un famoso problema no resuelto por error, ello no cuenta. Tienes que decir
“voy a resolver este problema”, y resolverlo. Entonces tuve que invertir otros diez años en
aprender teoría analítica del número, que yo odiaba porque mucha de la literatura es
matemáticamente incompetente.
El resultado fue tan fascinante que hizo que el esfuerzo casi valiera la pena, y el problema
era tan difícil que resolverlo me trajo casi tanto placer como escribir Leyes de la Forma. El
mundo del análisis es completamente diferente a cualquier otro que haya explorado: la
ciencia de las variaciones continuas, más que la de saltos discontinuos. El problema de
Riemann está resuelto por el matrimonio entre las dos. Aunque el logro de una solución no
puede alcanzar aquello que hice en Leyes de la forma, esta le siguió de cerca en un segundo
lugar, sino es que lo igualó.
0100 hrs. 23 06 2007 Sábado
Prefacio a la primera edición estadounidense
Además de los problemas universitarios comunes de lógica, que el cálculo publicado en
este texto vuelve tan sencillos que no tendremos dificultades con ellos, quizá lo más
importante –desde el punto de vista matemático– es que nos permitirá utilizar valores
complejos en el álgebra de la lógica. Ellos son los análogos en el álgebra ordinaria de los
números complejos a + b √ −1. Mi hermano y yo habíamos utilizado sus análogos
booleanos en ingeniería práctica por muchos años antes de darnos cuenta de lo que eran.
Por supuesto, sabíamos lo que eran, y trabajan perfectamente bien, pero comprensiblemente
nos sentíamos un poco culpables por utilizarlos, al igual que los primeros matemáticos
utilizaban “raíces cuadradas de números negativos” sintiéndose culpables por no poder
atribuirles un respetable sentido académico. Del mismo modo, nosotros estábamos
completamente convencidos de que había una buena teoría para sostenerlos, si sólo
pudiéramos pensarla.
La postura es simplemente esta. En álgebra ordinaria los valores complejos son tenidos
como algo normal y las técnicas más avanzadas serían imposibles sin ellos. En álgebra
booleana (y así, por ejemplo, en todos nuestros procesos de raciocinio) nosotros los
rechazamos. Whitehead y Russell introdujeron una regla especial, a la cual llamaron Teoría
de Tipos expresamente para ello. Equivocadamente, como ahora sabemos. Para ellos, en
este campo las más avanzadas técnicas, aunque no imposibles, simplemente aún no existen
y en el presente estaríamos constreñidos a nuestros razonamientos de la misma manera que
en tiempos de Aristóteles. El poeta Blake podría haber tenido una idea de esto en 1788,
cuando escribió que “razón o ratio, como todos deberíamos saber, no es la misma que será
cuando sepamos más”.
Volviendo al vínculo de Russell con la Teoría de Tipos, esto fue precisamente –con cierto
miedo– lo que yo le señalé en 1967 con la prueba de que tal teoría era innecesaria. Para mi
alivio, él se mostró complacido. La Teoría de Tipos era –según él mismo– la cosa más
arbitraria que él y Whitehead hayan hecho jamás, y no era tanto una teoría como un recurso
provisional. Russell estaba encantado de haber vivido lo suficiente como para ver el
problema resuelto.
Tan simple como puedo expresarlo, la solución es como sigue. Todo lo que tenemos que
mostrar es que las paradojas auto-referenciales, descartadas en la Teoría de Tipos, no son
peores que las paradojas auto-referenciales que son consideradas aceptables en la teoría
ordinaria de ecuaciones.
La más famosa de tales paradojas en lógica es la proposición “Esta oración es falsa”.
Suponga que asumimos que la oración cae en una de tres categorías: verdadera, falsa o sin-
sentido; y una oración plena de sentido que no es verdadera, debe ser falsa, mientras que
una que no es falsa, debe ser verdadera. La oración que estamos considerando no parece
carecer de sentido (algunos filósofos han argumentado que carece de sentido, pero es fácil
refutar esta aseveración), entonces debe ser verdadera o falsa. Si es verdadera, debe ser,
como dice ella misma, falsa. Pero si es falsa, ya que esto es lo ella afirma, debe ser
verdadera.
No ha habido hasta ahora noticia de una paradoja viciosa igual en la teoría ordinaria de
ecuaciones, y esto es porque hemos sido muy cuidadosos en ocultárnoslas a nosotros
mismos, evitando expresarlas de modo paradójico. Permítasenos hacerlo ahora.
Haremos aseveraciones análogas a las abajo mencionadas. Asumimos que un número puede
ser, ya sea positivo o negativo o cero. Asumimos, además, que un número que no es cero y
que no es negativo, debe ser positivo, y que uno que no es negativo debe ser positivo.
Ahora consideramos la ecuación

Transponiendo, tenemos

y dividiendo ambos lados entre x, se obtiene

Podemos apreciar que (tal y como en el caso de las oraciones en lógica) esto es auto-
referencial: el valor-raíz de x que buscamos debe ser puesto dentro de la expresión en la
cual la buscamos.
La mera inspección nos muestra que x debe ser una forma de unidad, o la ecuación no se
balancearía numéricamente. Hemos asumido sólo dos formas de unidad (+1 y -1), por lo
que podemos tratarlas ahora a cada una sucesivamente. Establezca que x=+1.
Esto da

lo cual es claramente paradójico. Entonces establezca que x=−1. Esta vez tenemos
que es igualmente paradójico.
Por su puesto, como todos sabemos, la paradoja en este caso es resuelta mediante la
introducción de una cuarta clase de números, llamados imaginarios. Entonces podemos
decir que las raíces de la ecuación abajo mencionada son ±i, en donde i es un nuevo tipo de
unidad que consiste en una raíz cuadrada de menos uno.
Lo que haremos en el capítulo II será extender el concepto a las álgebras booleanas, lo que
significa que un argumento válido puede contener no sólo tres clases de oraciones, sino
cuatro: verdadera, falta, sin-sentido e imaginaria. Las implicaciones de esto, en los campos
de la lógica, la filosofía, las matemáticas, e incluso en la física, son profundas.
Lo que es fascinante de los valores booleanos imaginarios, una vez que los admitimos, es la
luz que parecen proyectar sobre nuestros conceptos de materia y de tiempo. Esto es,
considero, la maravilla de por qué el universo aparece tal y como lo hace. Por qué, por
ejemplo, el universo no es más simétrico. Bueno, si usted es tan amable y tiene suficiente
paciencia para emprender conmigo a través del argumento tal y como se desarrolla en el
texto, el universo se volverá por su propia cuenta cada vez menos y menos simétrico en la
medida en que avancemos, incluso aunque iniciemos tan simétricamente como sabemos.

G. Spencer-Brown
Cambridge, Inglaterra
Jueves Santo, 1972
Prefacio
La exploración sobre la que descansa este trabajo comenzó al final del año 1959. El registro
subsecuente debe mucho, en su etapa temprana, a la amistad y al ánimo de Lord Russell,
quien fue uno de los pocos hombres que en un inicio lograron ver un valor en lo que yo
propuse hacer. Debe igualmente, en la etapa posterior, a la generosa ayuda de Dr. J. C. P.
Miller, Fellow of University College and Lecturer in Mathematics en la Universidad de
Cambridge, quien no sólo leyó las sucesivas impresiones de prueba, sino que también
fungió como invaluable mentor y guía, e hizo muchas sugerencias para mejorar el estilo y
la precisión, tanto del texto como del contexto.
En 1963 acepté una invitación de Mr. H. G. Frost, Staff Lecturer in Physical Sciences en el
Departamento de Estudios Extra-muro de la Universidad de Londres, para impartir un curso
sobre lecturas en matemáticas de lógica. Posteriormente el curso fue extendido y repetido
anualmente en el Instituto de Ciencia Computacional en Gordon Square, y ello proporcionó
algo del contexto de las notas y los apéndices de este ensayo. Yo estaba también habilitado
por la ayuda de sucesivas clases de pupilos a extender y ajustar el texto.
Los editores (incluyendo sus lectores y sus artistas técnicos) fueron particularmente
cooperativos, como lo fueron los impresores. Y antes de esto Mr. Peter Bragg asumió la
severa tarea de preparar un escrito mecanografiado. Finalmente, debo decir que un original
ímpetu para el trabajo provino de Mr. I. V. Idelson, General Manager de Simon-MEL
Distributions Engineering, ya que las técnicas aquí registradas fueron desarrolladas no con
respecto a preguntas de lógica, sino en respuesta ciertos problemas no resueltos en
ingeniería.

Richmond, Agosto 1968


Introducción
El principal objetivo de este ensayo es separar aquello que conocemos como álgebras de
lógica, de la lógica; y religarlas con matemáticas.
Tales álgebras, comúnmente llamadas booleanas, parecen ser misteriosas porque hasta el
presente los registros de sus propiedades no revelan nada de interés matemático sobre sus
aritméticas. Toda álgebra tiene una aritmética, pero Boole diseñó su álgebra para encajar
con la lógica,1 la cual es una posible interpretación de esta, pero ciertamente no de su
aritmética. Con respecto a esto, autores posteriores han copiado a Boole con el resultado de
que hasta ahora nadie parece haber hecho un intento sustantivo por elucidar y por estudiar
la aritmética primaria no-numérica del álgebra en el uso diario que ahora rodea al nombre
de Boole.
Cuando comencé –hace ya siete años– a observar que tal estudio era necesario, me encontré
sobre lo que era (matemáticamente hablando) un terreno poco conocido. Tuve que
explorarlo para encontrar los principios faltantes. Los cuales son de una gran profundidad y
belleza, como el lector podrá observar.
Registrando dichos principios, estuve encaminado a escribir, entonces, que cada término
especial debería ser definido o clarificado mediante su contexto. He asumido en la parte del
lector, no más que el conocimiento de la lengua inglesa, el conocimiento del contar y el
conocimiento de cómo los números son comúnmente representados. Me he permitido la
libertad de escribir un tanto más técnicamente en esta introducción, en las notas y apéndices
que siguen al texto, pero incluso aquí –debido a que la materia es de interés general– he
tratado en la medida de lo posible de referirlos de modo que puedan alcanzar a los no-
especialistas.
11
George Boole, The mathematical analysis of logic, Cambridge, 1847.
Los conteos de álgebras booleanas se han basado en conjuntos de postulados. Podemos
considerar a un postulado como una afirmación que es aceptada sin evidencia, porque
pertenece a un conjunto de tales afirmaciones desde las cuales es posible derivar otras
afirmaciones que son convenientes para ser sumidas. La principal característica que
siempre ha marcado a tales afirmaciones ha sido la falta de cualquier espontánea apariencia
de verdad.2 Nadie pretende, por ejemplo, que las ecuaciones de Scheffer 3 son
matemáticamente evidentes, porque su evidencia no se manifiesta aparte de la utilidad de
las ecuaciones que le siguen. Pero en la aritmética primaria desarrollada en este ensayo, las
ecuaciones iniciales pueden representar dos sencillas leyes de indicación que, cualquiera
sea nuestra apreciación sobre la naturaleza de su auto-evidencia, por lo menos se
recomiendan a los descubrimientos del sentido común.
Así, estoy en la posibilidad de presentar (apéndice 1), aparentemente por primera vez,
pruebas para cada uno de los postulados de Scheffer, y por lo tanto, a todos los postulados
booleanos, como teoremas sobre un sistema axiomático que descansa en el terreno
fundamental de las matemáticas.
Trabajando hacia afuera de este recurso fundamental, la forma general de comunicación en
matemáticas, como la entendemos hoy en día, tiende naturalmente a crecer bajo la mano
que la escribe. Tenemos un sistema definido, nombramos sus partes, y adoptamos –en
muchos casos– un solo signo para representar a cada nombre. Haciendo esto, las formas de
expresión son inevitablemente llamadas fuera de su necesidad, y las pruebas de teoremas
que son en un primer momento consideradas un poco más que una dirección de atención
relativamente informal para un ámbito completo de posibilidades, se vuelven más y más
formales a partir de nuestra concepción original.
A mitad de camino, el álgebra en toda su representativa completitud, es fundada para crecer
fuera de la aritmética. Por el tiempo que llevamos trabajando en ella, estamos
completamente familiarizados con sus formalidades y sus posibilidades sin que nadie haya
tenido que exponer la intención de describirlas como tal.
Uno de los méritos de esta forma de representación es la construcción gradual de nociones
matemáticas y de formas comunes de procedimiento sin ningún soporte aparente en el
sentido común. La disciplina matemática es vista como una manera (poderosa en
comparación con otras) de revelar nuestro conocimiento interno de la estructura del mundo,
y únicamente mediante una manera asociada con nuestra habilidad común para razonar y
computar.
Aun así, el desarrollo ordenado de convenciones matemáticas y formulaciones paso por
paso, no ha carecido de problemas en su reverso. Una persona con entrenamiento
matemático, que puede utilizar automáticamente una diversidad completa de técnicas sin
cuestionar su origen, puede encontrarse en dificultades en la primera parte de la
presentación, en la que ha sido necesario desarrollar una idea utilizando únicamente tales
22
Consulte: Alfred North Whitehead y Bertrand Russell, Principia Mathematica, vol. I, segunda edición,
Cambridge, 1927.
33
Henry Maurice Scheffer, Trans. Amer. Math. Soc., 14 (1913), 481-8.
técnicas como ya han sido identificadas. En algunos de estos casos necesitamos derivar un
concepto para el cual los procedimientos ya desarrollados son sólo adecuados. El
argumento es elegante al máximo, y lo es a tal punto que puede ser conceptualmente difícil
de seguir.
Uno de estos casos (capítulo 2) es la derivación de la segunda de dos ecuaciones primitivas
del cálculo de indicaciones. Parecen haber tantas dificultades en seguir el argumento en este
punto, que le he restado elegancia en las notas de este capítulo al final del texto. Cuando se
ha entendido, el argumento parecer ser tan simple que casi es trivial. Pero debe recordarse
que, de acuerdo con el riguroso procedimiento del texto, ningún principio puede ser
utilizado sin ser creado o justificado en términos de otros principios ya adoptados. En este
caso particular, hemos hecho sencillo el argumento mediante el uso de substitución
ordinaria. Pero en la etapa del ensayo en donde se vuelve necesario formular la segunda
ecuación primitiva, no se utiliza principio de substitución alguno, ya que su uso y
justificación (como veremos posteriormente en este ensayo) depende en parte de la
existencia de la ecuación que deseamos establecer.
En el apéndice 2, expongo un breve conteo de algunas de las simplificaciones que pueden
ser hechas mediante el uso de álgebra primaria como un álgebra de lógica. Por ejemplo, no
hay proposiciones primitivas. Y esto es porque tenemos la libertad básica (no garantizada
para otras álgebras de lógica) de acceder a la aritmética siempre que lo deseemos. Así, cada
una de las cinco implicaciones primitivas de Whitehead y Russel pueden ser equiparadas
con una sola constante. La constante, si fuera una proposición, sería la implicación
primitiva. Pero de hecho, siendo aritmética, esta no podría representar una proposición.
Un punto de interés en esta conexión, es el desarrollo de la idea de una variable únicamente
a partir de tal constante operativa. Esto proviene del hecho de que el álgebra representa
nuestra habilidad para considerar la forma de una ecuación aritmética independientemente
de la apariencia (es decir, independientemente de esta constante en ciertos lugares
específicos). Y dado que en la aritmética primaria no se presentan (aparentemente) dos
tipos de constante (tales como 5, 6, etcétera y +, X, etcétera), pero sí expresiones hechas
(aparentemente) de constantes similares cada una con una sola propiedad, la concepción de
variable proviene de considerar la irrelevante presencia o ausencia de esta propiedad. Esto
presta un soporte para la visión, sugerida por Wittgenstein, 4 de que las variables en el
cálculo de proposiciones no representan a las proposiciones en una expresión, sino que
únicamente lo hacen los valores-verdad de estas proposiciones, ya que las proposiciones no
pueden ellas mismas ser equiparadas con la mera presencia o ausencia de una propiedad
dada, mientras que la posibilidad de su verdad o no verdad sí puede serlo.
Otro punto de interés es la clara distinción –con el álgebra primaria y su aritmética– entre la
prueba de un teorema y la demostración de una consecuencia. Los conceptos de teorema y
consecuencia, y por lo tanto, de prueba y demostración, son frecuentemente confundidos en
la literatura común, en donde las palabras son utilizadas como intercambiables.
Indudablemente esto ha generado dificultades. Como veremos en la declaración de
44
Ludwig Wittgenstein, Tractactus logico-philosophicus, Londres, 1922, proposiciones 5 sq.
completitud del álgebra primaria (teorema 17), aquello que es probado, se vuelve
sorprendentemente claro cuando la distinción es apropiadamente mantenida. Una confusión
similar existe –especialmente en la literatura de la así llamada lógica simbólica– entre los
conceptos de axioma y postulado.
Es posible desarrollar al álgebra primaria hasta un punto tal que pueda ser utilizada como
una restringida (o incluso completa) álgebra de números. Hay muchas maneras de hacer
esto, la más conveniente es limitar condensación en la aritmética, y así utilizar un número
de cruces en un espacio dado para representar al número correspondiente o a su imagen.
Cuando esto se ha logrado, puede observarse claramente por lo menos algo de evidencia
para los teoremas de decisión de Gödel5 y Church.6 Pero con la rehabilitación de las
ecuaciones paradójicas emprendida en el capítulo 11, el significado y aplicación de estos
teoremas requieren ser revisados. Estos parecen ser, ciertamente, menos destructivos de lo
que hasta ahora se había pretendido.
En el texto propuse llevar el desarrollo sólo tan lejos como para poder considerar
razonablemente completas todas las formas que emergen en cada etapa. Aunque indiqué la
expansión dentro de formas complejas en el capítulo 11, intenté limitar su desarrollo.
La mayoría de los teoremas son originales y sus pruebas, por lo tanto, son nuevas. Pero
algunos de los ulteriores teoremas algebraicos y mixtos (que ocurren en lo que, en esta
etapa, es un terreno familiar) son ya conocidos y ya han sido probados en otras formas. En
todos estos casos he sido capaz de encontrar aquellos que parecen ser más claros, simples o
cuyas pruebas son más directas; y en la mayoría de los casos, los teoremas que probé son
más generales. Este es el caso de mi teorema 16. Fue sólo después de contemplar este
teorema por dos años que encontré la bella llave con la cual es verdadero para todas las
álgebras posibles, booleanas o diferentes.
Llegando a las pruebas, a menudo me he asombrado por la aparente alineación de las
matemáticas con la teoría psicoanalítica. En cada disciplina tratamos de averiguar,
mediante una mezcla de contemplación, cambios de presentación, comunión y
comunicación aquello que sabemos. En matemáticas, como en otras formas de auto-
análisis, no hemos explorado el mundo físico para encontrar aquello que buscamos.
Cualquier niño de diez años que pueda multiplicar y dividir sabe, por ejemplo, que la
secuencia de números primarios es infinita. Pero si él no muestra la prueba de Euclides, es
improbable que él jamás sepa –antes de morir– que sabe.
Esto sugiere que tenemos consciencia directa de forma matemática como una estructura
arquetípica. Trato de ilustrar en el capítulo final la naturaleza de esta consciencia. En
cualquier caso, preguntas de probabilidad pura deberían llevarnos a suponer que algún
grado de consciencia directa está presente en las matemáticas.
Podemos considerar que el números de enunciados que pueden ser (o no) probables es
ilimitada y es evidente que, en cualquier muestra suficientemente grande, las declaraciones
55
Kurt Gödel, Monatshefte für Mathematik und Physik, 38 (1931) 172-98.
66
Alonzo Church, J. symbolic Logic, 1 (1936) 40-1, 101-2.
falsas no producen ningún útil grado de significancia, en comparación con los enunciados
verdaderos superados en número. Por lo que, en principio, si no hubiera un sentido innato
sobre lo correcto, un matemático debería intentar probar más enunciados falsos que
verdaderos. Pero en la práctica, muy pocas veces intenta probar cualquier enunciado a
menos de que esté convencido de su verdad. Y ya que él no lo ha probado aun, su
convicción surge, en primer lugar, de otras consideraciones además de la prueba.
Así, la codificación de un procedimiento de prueba, o de cualquier proceso directriz,
aunque inicialmente útil, puede ser más tarde una amenaza al progreso ulterior. Por
ejemplo, podemos considerar a la inconsciente –pero ahora codificada– limitación del
razonar partes de estructuras de prueba para la solución de ecuaciones booleanas del primer
grado. Como veremos en el capítulo 11 y en las notas, la solución de una ecuación de un
grado más alto no sólo es posible, sino que ha sido emprendida por ingenieros de
interruptores durante medio siglo o más. Tales ecuaciones han sido hasta ahora excluidas de
la lógica ordinaria por la Teoría de Tipos de Whitehead y Russell.
En el texto muestro que es posible construir una función implícita de sí misma de modo que
re-entre su propio espacio en una profundidad par o impar. En el caso anterior encontramos
la posibilidad de una ecuación de auto-negación del tipo que estos autores describen. En tal
caso, las raíces de la ecuación son entonces imaginarias. Pero en el último caso
encontramos una ecuación de auto-confirmación que es satisfecha, mediante algunas
configuraciones de las variables, por dos raíces reales.
De esta manera, soy capaz de rehabilitar7 la estructura formal hasta ahora descartada con la
Teoría de Tipos. Como ahora podemos observar, la estructura puede ser identificada en la
más general teoría de ecuaciones, detrás de la cual ya se cuenta con el peso de la
experiencia matemática.
Una perspectiva de tal rehabilitación, que podría exigir posterior atención, proviene del
hecho de que, aunque las ecuaciones booleanas de primer grado pueden ser completamente
representadas en una superficie plana, las de segundo grado no puede serlo. D. J. Spencer-
Brown y yo encontramos evidencia –en un trabajo inédito emprendido entre 1962 y 1965–
de que tanto el teorema de los cuatro colores como el teorema de Goldbach son indecidibles
con una estructura de prueba confinada a las ecuaciones booleanas de primer grado, pero
que son inteligibles si estamos preparados para aprovechar ecuaciones de un grado más
alto.
Uno de los motivos que impulsó al presente trabajo fue la esperanza de reunir las
investigaciones de la estructura interna de nuestro conocimiento del universo (como las
expresadas en las ciencias matemáticas) con las investigaciones sobre las estructuras
externas (como las expresadas en las ciencias físicas). Aquí los trabajos de Einstein,
Schrödinger y otros parecen haber llevado a una última frontera de conocimiento físico a
través del medio por el cual percibimos el mundo. Se vuelve patente que ciertos hechos
77
Para consultar una historia de los primeros ensayos de rehabilitación de aquello que ha sido descartado en
las bases lógicas (y no tanto en las bases matemáticas), consultar Abraha, A. Fraenkel y Yehoshua Bar-Hillel,
Foundations of set theory, Amsterdam, 1958, p.p. 136-95.
sobre nuestra experiencia común de percepción, o aquello que podríamos llamar el mundo
interior, pueden ser revelados mediante un estudio extendido sobre lo que llamamos –en
contraste– el mundo exterior. Entonces un estudio igualmente extenso de este mundo
interior revelará los hechos inicialmente conocidos en el mundo exterior: desde nuestra
perspectiva, en cualquier caso, desde un lado o del otro, existen una frontera común entre
ambos lados.
Yo no pretendo haber llevado estas reflexiones demasiado lejos, o que otros mejor
equipados no puedan llevarlas más lejos. Espero que lo hagan. Mi intención consciente al
escribir este ensayo fue la elucidación de un cálculo indicativo, pero su potencial latente se
hizo manifiesto sólo cuando la realización de esta intención se encontraba ya avanzada,
tomándome por sorpresa.
Interrumpí la exposición en el punto en el que, dado que entramos en la tercera dimensión
de representación con ecuaciones de un grado mayor que la unidad, la conexión con las
ideas básicas del mundo físico comenzó a aparecer con más fuerza. Yo tenía la intención,
antes de comenzar a escribir, de concluir hasta aquí, ya que las formas latentes que emergen
de esto, la cuarta salida de la forma primaria (o la quinta salida, si contamos desde el
vacío), son tantas y tan variadas que no tengo esperanzas en poder presentarlas todas,
incluso en un libro.
Medawar observa8 que la forma estándar de presentación requerida por un artículo
científico ordinario representa todo lo contrario de aquello que el investigador de hecho
hace. En la realidad, dice Medawar, la hipótesis es postulada primero, y se convierte en un
medio a través del cual hechos que de otro modo serían oscuros (y que posteriormente
serán recolectados como evidencia de la hipótesis) son observados claramente. Pero en la
narración del artículo da la impresión de que los hechos fueron los que en primer ligar
sugirieron la pertinencia de la hipótesis, independientemente de si esta impresión es
verdaderamente representativa.
En matemáticas este proceso ocurre en reversa. El matemático, más frecuentemente de lo
que se permite admitir, procede experimentando, investigando y probando hipótesis para
ver si encajan los hechos razonados y computados con la que presentan. Cuando ha
encontrado una hipótesis que encaja, espera publicar una narración del trabajo en el orden
inverso, así como deducir los hechos de la hipótesis.
No recomendaría que se hiciese de otro modo, en cualquier caso. Para todas las
narraciones, el contar la historia hacia atrás es conveniente y ahorra tiempo. Pero pretender
que la historia se vive hacia atrás puede tener efectos mistificadores.
En vista de esta aparente inversión, Laing 9 sugiere que aquello que en la ciencia empírica es
llamado dato, siendo en realidad arbitrariamente elegido por la naturaleza de la hipótesis
ya formulada, podría ser llamado con más honestidad lo capturado.i En una analogía
inversa, los hechos de la ciencia matemática, que parecen ser elecciones arbitrarias (y por lo
88
P. B. Medawar, “Is the Scientific Paper a Fraud”, The Listener, 12. September 1963, p.p. 377-8.
99
R. D. Laing, The politics of experience and the bird of Paradise, Londres, 1967, p.p. 52 ff.
tanto, lo capturado), no son del todo arbitrarios, pero sí son absolutamente determinados
por la naturaleza y coherencia de nuestro ser. Desde este punto de vista, podríamos
considerar a los hechos en matemáticas como datos reales de la experiencia, sólo si estos
parecen ser ineludibles en el análisis final.
Aunque he emprendido la tarea (en la medida de mis posibilidades) de preservar en el texto
mismo aquello que es ineludible, y por lo tanto eterno (y descartar aquello que es
temporal); no tengo la ilusión de haber tenido éxito. El que uno no pueda tener total éxito
en tal empresa me parece explicarse por la manifiesta imperfección del estado de existencia
particular, en cualquier forma, en todo sentido. El trabajo de cualquier autor humano debe
ser, en algún grado, idiosincrático, incluso aunque pueda saber que su ego personal es un
traje de moda para vestirse en el presente, más que el promedio del pasado y del futuro en
el cual descansará su trabajo.
Un aspecto importante en el lenguaje de las matemáticas es el grado de su formalidad.
Aunque es cierto que en matemáticas estamos preocupados por proporcionar una
abreviatura de lo que en realidad se dice, esta es sólo la mitad de la historia. Lo que me
propongo hacer es proporcionar una forma más general en la cual el lenguaje ordinario de
experiencias pueda descansar. Tan pronto como nos restringimos al tema en cuestión, sin
extender nuestras consideraciones a aquello que puede tener en común con otros temas, no
estamos haciendo uso del verdadero modo de presentación matemático.
Las matemáticas permiten trascender de un determinado modo de ver hacia un nuevo modo
que hasta ese momento no era visible. Cuando la existencia presente ha dejado de tener
sentido, puede volver a tener sentido mediante la realización de su forma.
Así, la materia de la lógica, aunque simbólica, no es, mientras se confine al terreno de la
lógica, un estudio matemático. Se vuelve tal sólo cuanto somos capaces de percibir su
terreno como parte de una forma más general, en un proceso sin fin. Su tratamiento
matemático es un tratamiento de la forma en la cual nuestra manera de hablar sobre la
experiencia ordinaria puede ser acunada. Son las leyes de eta forma, más que las de la
lógica, las que he intentado registrar.
En este intento, he encontrado más fácil acceder a las leyes mismas, que determinar un
modo satisfactorio de comunicarlas. En general, la ley más universal, parece resistirse a ser
expresada en cualquier modo en particular.
Algunas de las dificultades en la lectura, así como en la escritura en la primera parte del
texto provienen del hecho de que, desde el capítulo 5 en hacia atrás, estamos extendiendo el
análisis a través y más allá del punto de simplicidad en el que el lenguaje cesa de actuar
normalmente como medio de comunicación. El punto en el cual se rompe con el uso
normal, es de hecho el punto en el que se comienza a utilizar álgebra. Para extenderlos
hacia atrás de este punto se requiere desaprender la superestructura descriptiva que, hasta
que sea desaprendida, puede estar equivocada.
ii
A partir del texto original, la palabra data es traducida como “dato”, y la palabra que el autor utiliza para
reformular este concepto a la luz del valor de la hipótesis es capta, que aquí traduzco como lo capturado. N.T.
El hecho de que en un libro hemos utilizado palabras y otros signos en un intento de
expresar aquello que el uso de palabras y otros signos han oscurecido hasta ahora, demanda
una naturaleza extraordinaria tanto del autor como del lector. Y soy consciente, en mi lado,
de cuan imperfectamente lo he logrado. Pero al menos, en el proceso de emprender la tarea,
me he vuelto consciente (como el mismo Boole lo hizo) de que aquello que estoy diciendo
no tiene nada que ver conmigo (o con nadie) a nivel persona. Ello se registra él mismo e,
independientemente de las faltas en el registro, aquello que es registrado no es materia de
opinión. El único crédito que considero merezco es el de ser un instrumento en la labor de
hacer un registro de aquello que puede ser suficientemente articulado y coherente para ser
entendido en su contexto temporal.

Londres, agosto, 1967.

Nota en el enfoque matemático


El tema de este libro es que un universo viene a existir cuando un espacio es dividido o
escindido. La piel de un organismo viviente divide un afuera de un adentro. Así ocurre con
la circunferencia de un círculo en un plano. Mediante el seguimiento del modo en el que
representamos tal división, podemos empezar a reconstruir, con una precisión y cobertura
casi misteriosa, las formas básicas de lingüística, matemática, física y biología subyacentes.
Y se puede empezar a observar cómo las leyes comunes de nuestra propia existencia siguen
inexorablemente al acto original de división. El acto mismo de dividir es recordado, incluso
inconscientemente, como nuestro primer intento de distinguir cosas diferentes en un mundo
en donde, en primer lugar, los límites pueden ser dibujados en donde quiera que deseemos.
En este sentido, el universo no puede ser distinguido de cómo actuamos sobre él, y el
mundo puede ser visto como arena movediza debajo de nuestros pies.
Aunque todas las formas, y por lo tanto todos los universos, son posibles, y cualquier forma
particular es cambiable, es evidente que las leyes relativas a tales formas son las mismas en
cualquier universo. Es esta igualdad, la idea de que podemos encontrar una realidad
independiente de cómo el universo se nos manifiesta, la que provoca tanta fascinación en el
estudio de las matemáticas. El que las matemáticas nos permitan –al igual que otras formas
de arte– ir más allá de la existencia ordinaria y el que nos muestren una parte de la
estructura que mantiene junta a toda la creación, no es una idea nueva. Pero los textos
matemáticos generalmente comienzan a la mitad de la historia, dejando al lector la tarea de
recoger el hilo conductor como pueda. Aquí la historia es trazada desde el inicio.
A diferencia de formas de experticia más superficiales, las matemáticas son un modo de
decir cada vez menos sobre cada vez más. Un texto matemático es, entonces, no un final en
sí mismo, sino una llave a un mundo más allá de los alcances de la descripción ordinaria.
Una exploración inicial de tal mundo es usualmente emprendida en la compañía de un guía
experimentado. Emprender el viaje solo, aunque posible, es tal vez más difícil que entrar en
el mundo de la música intentando leer las partituras de una obra maestra sin un guía, o
pilotear por sí mismo un avión por vez primera sin otra preparación que el manual de
estudio del piloto.
Aunque las notas al final del texto pueden hasta cierto punto compensar una guía personal,
no puede reemplazarlo efectivamente. Han sido diseñadas para ser leídas junto con el texto
y pueden de hecho ser de ayuda para leerlo.
El lector que ya se ha familiarizado con la lógica, ya sea en la forma tradicional o
“simbólica”, puede hacer bien en comenzar con el apéndice 2, refiriéndose al Índice de
Formas del texto siempre que sea necesario.
Las matemáticas son la ciencia de lo que sabemos sobre aquello que hemos definido. No
hay lugar para opiniones o creencias de ningún tipo.
1
La Forma
Partimos de la idea de distinción y de la idea de indicación; y no podemos hacer una
indicación sin dibujar una distinción. Tomamos, por lo tanto, la forma de la distinción por
la forma.

Definición
La Distinción es perfecta continencia*

Ello significa que una distinción es dibujada trazando un límite que separa lados, por lo
que un punto en un lado no puede alcanzar el otro lado sin cruzar el límite. Por ejemplo, en
un plano en el espacio, un círculo dibuja una distinción.
Cuando una distinción se dibuja, los espacios, los estados o contenidos en cada lado del
límite, son distinguidos, pueden ser indicados.
No puede haber distinción alguna sin motivo, y no puede haber motivo sin contenidos que
sean vistos en diferir en valor.
Si un contenido es de valor, un nombre puede indicar este valor.
Por lo tanto, el llamado del nombre puede ser identificado con el valor del contenido.

Axioma 1. La ley del llamado


El valor de un llamado hecho nuevamente es el valor del llamado.
Esto es, si el nombre es llamado y luego es llamado nuevamente, el valor indicado por los
dos llamados tomados juntos es el valor indicado por uno de ellos.
Esto es, para cualquier nombre, un segundo llamado es un llamado.
Igualmente, si el contenido es de valor, un motivo, intención o instrucción de cruzar el
límite en el contenido, puede ser tomado como indicación de este valor.
**
Se han hecho tantas bromas sobre esto, que he tenido que aclarar que he utilizado el concepto “continencia”
en su sentido original de “contención”, y no su posterior acepción de “abstinencia sexual” – Nota del autor,
2000-60-27.
Por lo tanto, también el cruzar el límite puede ser identificado con el valor del contenido.

Axioma 2. La ley del cruce


El valor de un cruce hecho nuevamente no es el valor del cruce.
Esto es, si el propósito de cruzar el límite es el propósito de cruzarlo nuevamente, el valor
indicado por las dos intenciones tomadas juntas es el valor indicado por ninguna de ellas.
Esto es, para cualquier límite, el cruzar nuevamente no es cruzar.

2
Formas que salen de la forma

Construcción
Trace una distinción.
Contenido
Llámela la primera distinción.
Llame al espacio en el cual es trazado, el espacio dividido o escindido por la distinción.
Llame a las partes del espacio conformado por la división o escisión de lados de la distinción, los
espacios, los estados o los contenidos distinguidos por la distinción.

Propósito
Deje cualquier marca, señal, o signo ser tomado en cualquier forma o con respecto a la distinción
como señal.
Llame al uso de cualquier señal, su propósito.

Primer criterio. Convención de intención


Deje al propósito de una señal ser limitado a su uso permitido.
Llamar a esto la convención de la intención. En general, aquello que no está permitido está
prohibido.

Conocimiento
Deje que a un estado distinguido por la distinción ser marcado por una marca
o distinción.
Deje al estado ser conocido como la marca.
Llame al estado, el estado marcado.

Forma
Llame al espacio escindido por la distinción, junto con todo el contenido del espacio, la forma de la
distinción.
Llame a la forma de la primera distinción, la forma.
Nombre
Hágase una forma distinta a partir de la forma.
Deje a la marca de la distinción ser copiada fuera de la forma, dentro de otra forma.
Llame a cualquier copia de la marca, una seña de la marca.
Deje a cualquier seña de la marca ser llamada como el nombre del estado marcado.
Deja al nombre indicar el estado.

Arreglo
Llame a la forma de un número de señales consideradas con respecto a alguna otra (esto es,
considerada en la misma forma), un arreglo.

Expresión
Llame a cualquier arreglo destinado a ser indicador, expresión.

Valor
Llame a un estado indicado por una expresión, el valor de la expresión.

Equivalencia
Llame a las expresiones del mismo valor, equivalentes.
Deje un signo
=
de equivalencia ser dibujado entre expresiones equivalentes
Ahora, para el axioma 1,

Llame a esto la forma de condensación.

Instrucción
Llame al estado no marcado con la marca, el estado no marcado.
Deje a cada seña de la marca ser vista para dividir el espacio dentro del cual es copiada.
Esto es, deje a cada marca ser una distinción en su propia forma.
Llame al lado cóncavo de la seña, su interior.
Deje a cualquier seña ser una instrucción de cruce del límite de la primera distinción.
Deje al cruce ser desde el estado indicado al interior de la seña.
Deje al cruce ser el estado indicado por la seña.
Deja a un espacio sin seña, ser indicando como el espacio no marcado.
Ahora, para el axioma 2

Llame a esto la forma de cancelación.

Ecuación
Llame a una indicación de expresiones equivalentes, una ecuación.

Ecuación primitiva
Llame a la forma de condensación, una ecuación primitiva.
Llame a la forma de cancelación, una ecuación primitiva.
No se permitan otras ecuaciones primitivas.

Expresión simple

Note que tres formas de arreglo, y una usencia de forma, , tomadas


de ecuaciones primitivas, son todas ellas expresiones.
Llame a una expresión cualquiera consistente en una marca vacía, simple.
Llama a una expresión cualquiera consistente en un espacio vacío, simple.

Operación
Ahora vemos que si un estado puede ser indicado utilizando una seña como un nombre, ello
puede ser indicado utilizando la marca como una instrucción sujeta a convención.
Cualquier marca puede ser tomada, por lo tanto, para ser una instrucción para la operación
de una intención, y puede ella misma darse el nombre
cruce
para indicar su intención.

Relación
Habiendo decidido que la forma de cualquier marca llamada cruce es perfecta continencia,
hemos permitido sólo un tipo de relación entre cruces: la continencia.
Deje al propósito de esta relación ser restringida a lo que un cruce dice contener y no a
aquello que no está en su interior.

Profundidad
En un arreglo a estando en un espacio s, llame al número n de cruces que deben ser
cruzados para alcanzar un espacio sn de s, la profundidad de sn con respecto a s.
Llame a un espacio alcanzado por el número más grande de cruces hacia adentro desde s, el
espacio más profundo en a .
Llame al espacio alcanzado por un no cruce desde s , el espacio más superficial en a .
En consecuencia
s0 = s .
Permita a cualquier cruce estando en cualquier espacio en un cruce c , ser contenido en c .
Permita a cualquier cruce estando en el espacio más superficial en c , –ya sea que repose
por debajo o que sea cubierto por– ser llamado c.

Cruce no dibujado
Supóngase cualquier s0 para ser rodeado por un cruce no dibujado.
Llame a los cruces que yacen bajo cualquier cruce c, dibujados o no dibujados, los cruces
impregnados por el espacio más superficial en c.

Espacio penetrante
Deje a cualquier espacio sn ser designado a penetrar cualquier arreglo, en el cual sn es el
espacio más superficial.
Llame al espacio s penetrando un arreglo a, sea o no a el único arreglo penetrado por s, el
espacio penetrante de a.

3
El concepto de cálculo
Segundo criterio. Contracción de referencia
1 Construya un cruce.
2 Márquelo con c.
3 Deje c ser su nombre
4 Deje que el nombre indique el cruce
Deje a los cuatro interdictos (dos de propósitos constructivos, dos de propósitos
convencionales) ser contraídos bajo un interdicto (de propósitos mixtos).

1 Tome cualquier cruce c.


En general, deje a los interdictos ser contraídos a cualquier grado en el cual ellos puedan
permanecer secundados.

Tercer criterio. Convención de sustitución


En cualquier expresión, deje a cualquier arreglo ser cambiado por un arreglo equivalente.

Paso
Llame a cualquiera de esos cambios, un paso.
Deje que un signo

sustituya las palabras
es cambiado a.
Deje una flecha en el signo indicando la dirección del cambio.

Dirección
Un paso puede ahora ser considerado no solamente con respecto a su tipo, como en

más bien que

pero también con referencia a su dirección, como en

más bien que

Cuarto criterio. Hipótesis de simplificación


Suponga el valor de un arreglo para ser el valor de una expresión simple, la que, mediante
la implementación de pasos, puede ser cambiada.
Ejemplo. Encontrar un valor del arreglo

tome los pasos simplificadores


condensación

cancelación

para cambiarlos por una expresión simple. Ahora, por la hipótesis de simplificación, su
valor es supuesto para ser el estado marcado.
Por lo tanto, un valor para cualquier arreglo puede ser supuesto si el arreglo puede ser
simplificado. Pero es claro que algunos arreglos pueden ser simplificados en más de una
manera, y es concebible que otros no puedan ser simplificados del todo. Para mostrar, por
lo tanto, que la hipótesis de simplificación es una determinante utilizable del valor, nosotros
necesitamos mostrar, de algún modo, que cualquier arreglo dado se simplificará y que
cualquier procedimiento de simplificación posible será conducido a una expresión simple
idéntica.
Quinto criterio. Expansión de referencia
Los nombres hasta ahora utilizados por la ecuaciones primitivas sugiere pasos en la
dirección de la simplicidad, y no son completamente adecuados para pasos que de hecho
pueden tomar otra dirección. Nosotros, por lo tanto expandimos la forma de referencia.

condensación
número
confirmación

cancelación orden

compensación

En general, una contracción de referencia acompaña a una expansión de conocimiento, y


una expansión de referencia acompaña a una contracción de conocimiento. Si ello fue
logrado a través de conocimiento, se convertirse en regla, en formas de referencia que
deben crecer (lo que significa, dividirse) para hospedar reglas.
Como contracción de referencia, de la cual es una imagen, la expansión de referencia
sucede, originalmente, por su propio acuerdo. Esto es a primera vista un extraño
procedimiento: llamar dentro del ser una regla que lo permita. Pero veamos, si
consideramos esto, debemos llamar una regla para cualquier proceso que ocurra por su
propio acuerdo, con el objetivo de salvar la convención de intención.
Por lo tanto, en general, deje cualquier forma ser divisible sin límite.

Calculación
Llame calculación a un procedimiento por medio del cual, como consecuencia de los pasos,
una forma es cambiada por otra, y llame a un sistema de construcción y convenciones a
aquellas autorizaciones de calculación del cálculo.

Inicial
Las formas de paso permitidas en un cálculo pueden ser definidas como todas las formas
que pueden ser vistas en un conjunto dado de ecuaciones. Llame a las ecuaciones así
utilizadas para determinar estas formas de ecuaciones, o iniciales, del cálculo.
El cálculo de indicaciones
Llame al cálculo determinado por las dos ecuaciones primitivas

número

orden

iniciales del cálculo de indicaciones.


Llame cálculo limitado a las formas generadas a partir de las consecuencias directas de
estas iniciales de aritmética primaria.
4
La aritmética primaria

Inicial 1. Número
condensa

confirma

Inicial 2. Orden
cancela


compensa
Procederemos a distinguir declaraciones generales, llamadas teoremas, de aquello que
puede ser visto a partir de consideraciones formales de estas iniciales.

Teorema 1. Forma
La forma de cualquier número cardinal finito de cruces puede ser considerada la forma
de una expresión.
Esto es, cualquier arreglo concebible de cualquier número integral de cruces puede ser
construido a partir de una expresión simple mediante pasos iniciales del cálculo.
Podremos probar este teorema encontrando un procedimiento por simplificación: ya que
puede ser reducido a una expresión simple puede ser construido a partir de ella mediante la
retracción de los pasos.
Prueba
Tome cualquier arreglo a en un espacio s.
Procedimiento. Encuentre cualquier espacio profundo en a. Este puede ser encontrado con
una búsqueda finita desde cualquier número de cruces dado a, y de este modo el número de
espacios, es finito.
Llame el espacio sd.
Ahora sd es cualquier contenido en un cruce, o no contenido en un cruce.
Si sd no es contenido en un cruce, entonces sd es s, y no hay cruce en s, y entonces a es
ahora simple.
Si sd es un cruce c d, entonces c d está vacío, ya que si c d no fuera vacío, no podría ser
profundo.
Ahora c d permanece sólo en s o no permanece sólo en s.
Si c d está sólo en s, entonces a es ahora simple.
Si c d no permanece sólo en s, entonces c d debe estar:
(caso 1) en un espacio junto con otro cruce vacío (si el otro cruce no estuviera vacío, sd no
sería profundo) o,
(caso 2) sólo en el espacio bajo otro cruce.

Caso 1. En este caso c d se condensa con el otro cruce vacío. De este modo, un cruce es
eliminado de a.
Caso 2. En este caso c d se cancela con el otro cruce. De este modo, dos cruces son
eliminados de a.
Ahora, ya que cada repetición de procedimiento utilizado en el caso 1 o en el caso 2 (esto
es, el procedimiento para un arreglo que no es simple) resulta en un nuevo arreglo con uno
o dos cruces menos, llegará el momento en el que, después de un número finito de
repeticiones, a haya sido reducido a un cruce o eliminado completamente.
Por lo tanto, en cualquier caso, a es simplificado.
Por consiguiente, la forma de cualquier número cardinal infinito de cruces puede ser
tomada como la forma de una expresión.

Teorema 2. Contenido
Si cualquier espacio impregna un cruce vacío, el valor indicado en el espacio es el estado
marcado.

Prueba
Considerar una expresión consistente en una parte p en un espacio con un cruce vacío c e.
Es requerido demostrar que en cualquier caso
pc e =c e.
Procedimiento. Simplifique p.
Si el procedimiento reduce p a un cruce vacío, entonces el espacio vacío condensa con c e, y
sólo c e permanece.
Si el procedimiento elimina p, entonces sólo c e permanece.
De este modo, la simplificación de toda forma de pc e es c e.
Pero c e indica el estado marcado.
Por lo tanto, si cualquier espacio impregna un cruce vacío, el valor indicado en el espacio
es el estado marcado.

Teorema 3. Acuerdo
La simplificación de una expresión es única.
Esto es, si una expresión e simplifica a una expresión simple e s, entonces e no puede
simplificar a una expresión simple que no sea e s.
Simplificando una expresión, podremos tener una elección de pasos. Por lo tanto el acto de
simplificación no puede ser un único determinante del valor a menos que podamos
encontrar en ello una forma independiente de esa elección.
Ahora es claro que, para algunas expresiones, la hipótesis de simplificación provee un
único determinante del valor, y deberemos proceder a usar este hecho para mostrar que
provee una determinante para todas las expresiones.
Permita a m representar cualquier número mayor que cero de tal expresión indicando el
estado marcado.
Permita a n representar cualquier número tales expresiones indicando el estado no marcado.
Por el axioma 1
mm=m
y
nn=n
Y por simplificación o el uso del teorema 2,
mn=m .

Llame al valor de m un valor dominante, y llame al valor de n un valor recesivo.


Estas definiciones y consideraciones deben ahora resumirse en la siguiente regla.
Sexto criterio. Regla de dominio
Si una expresión e en un espacio s muestra un valor dominante en s, entonces el valor de e
es el estado marcado, de otro modo, el valor de e es el estado no marcado.
También, por definición,
(i) m=¿

y
(ii) n=¿
así pues
(i)
m=n cancelación
(ii)
y
n=m (i), (ii).

Prueba del teorema 3


Deje a e permanecer en el espacio s0.
Procedimiento. Cuente el número de formas de cruce s0 del espacio profundo en e. Si el
número es d, llame al espacio profundo sd.
Por definición, la cubierta de los cruces sd están vacíos, y son sólo contenidos de sd-1.
Estando vacío, cada cruce en sd-1 puede ser visto con indicar sólo el estado marcado, y por
lo tanto, la hipótesis de simplificación únicamente determina su valor.
1 Elabore una marca m en el exterior de cada cruce en sd-1.
Sabemos por (i), que
m=¿
Por lo tanto, el no valor en sd-1 es cambiado, desde
⇀ m procedimiento
¿ (i)
¿ condensación.
Por lo tanto el valor de e permanece sin cambios.

2 Luego considere lo cruces en sd-2.


Cada cruce en sd-2 está vacío o cubre uno o más cruces ya marcados por m.
Si es vacío, márquelo con m de modo que la consideración en 1 aplique.
Si cubre una marca m, márquelo con n.
Sabemos por (ii) que
n=¿ .
Por lo tanto ningún valor en sd-2 es cambiado.
Por consiguiente el valor de e permanece sin cambios.

3 Considerar los cruces en sd-3.


Cualquier cruce en sd-3 está vacío o cubre uno o más cruces ya marcados con m o n.
Si no cubre una marca m, márquelo con m.
Si cubre una marca m, márquelo con n.
En cualquier caso, por las consideraciones en 1 y 2, el no valor en sd-3 es cambiado, y
entonces el valor de e permanece sin cambios.
El procedimiento en espacios subsecuentes a s0 no requiere consideración adicional.
Por lo tanto, por el procedimiento, cada cruce en e es únicamente marcado con m o n.
De esta forma, por la regla de dominio, un único valor de e en s0 es determinado.
Pero el procedimiento deja al valor de e sin cambios, y las reglas del procedimiento son
tomadas de las reglas de simplificación.
De esta forma, el valor de e determinado por el procedimiento es el mismo que el valor de
e determinado por simplificación.
Pero e puede ser cualquier expresión.
De esta manera, la simplificación de una expresión es única.

Ilustración. Deje que e sea


El espacio profundo en e es s4, entonces marque cruces primero en s3.

luego en s2

luego en s1

y finalmente en s0

Hay un valor dominante en s0.


Por lo tanto

Compruebe por simplificación.

condensación

cancelación
(cinco veces)

Hemos mostrado que los indicadores de dos valores en el cálculo permanecen distintos
cuando tomamos pasos hacia la simplicidad, de este modo justificando la hipótesis de
simplificación. Para completar, debemos mostrar que estos también permanecen distintos
cuando realizamos pasos hacia afuera de la simplicidad.
Teorema 4. Distinción
El valor de cualquier expresión, construida a partir de la realización de pasos desde una
expresión simple dada, es distinta del valor de cualquier expresión construida mediante la
realización de pasos a partir una expresión simple diferente.
Prueba
Considere cualquier expresión compuesta e c construida como una consecuencia de pasos a
partir de una expresión simple e s.
Ya que cada paso en la construcción de e c puede ser retractado, existe una simplificación de
e c que lleva a e s.
Pero, por el teorema 3, todas las simplificaciones de e c están de acuerdo. Por lo tanto, todas
las simplificaciones de e c llevan a e s.
Así, por la hipótesis de simplificación (uso que es justificado en la prueba del teorema 3), el
único valor posible de e c es el valor de e s.
Pero e s debe ser una de las expresiones simples o , que por definición tienen
diferentes valores.
Por esto, el valor de cualquier expresión construida mediante la realización de pasos a partir
de una expresión simple dada, es distinta del valor de cualquier expresión construida
mediante la realización de pasos a partir de una expresión simple diferente.

Consistencia
Ahora hemos mostrado que los dos valores que las formas del cálculo están destinadas a
indicar, no son confundidas por cualquier paso permitido en el cálculo. Por lo tanto, el
cálculo es de hecho llevado fuera de su intención.
Si en un cálculo las intenciones incluyen varias indicaciones, estas están dondequiera
confundidas, por lo que están en todas partes confundidas, y si están confundidas no están
distinguidas, y si ellas no están distinguidas no pueden ser indicadas, y el cálculo no hace
de este modo una indicación.
Un cálculo que no confunde una distinción, será señalado como consistente.

Una clasificación de expresiones


Las expresiones del estado marcado pueden ser llamadas dominantes. La letra m, a menos
que sea empleada de otro modo, puede ser utilizada para indicar una expresión dominante.
Las expresiones del estado no marcado pueden ser llamadas recesivas. La letra n, a menos
de que se utilizada en otro sentido, puede ser tomada para indicar una expresión recesiva.
Teorema 5. Identidad
Expresiones idénticas expresan el mismo valor.
En cualquier caso
x=x
Prueba
Por los teoremas 3 y 4 observamos que ningún paso de una expresión x puede cambiar el
valor expresado por x.
Por lo tanto, cualquier expresión que pueda ser alcanzada mediante pasos de x debe tener el
mismo valor que x.
Pero una expresión idéntica con x puede ser alcanzada mediante la realización de pasos a
partir de x y entonces retractarse.
En consecuencia, cualquier expresión idéntica con x debe expresar el mismo valor que x.
Por lo tanto
x=x
en cualquier caso. 1

Teorema 6. Valor
Expresiones del mismo valor pueden ser identificadas.
Prueba
Si x expresa el mismo valor que y, entonces tanto x como y serán simplificadas a la misma
expresión simple, llamada e s.
Deje que v=e s. Así v será también simplificada a e s, y entonces v puede ser alcanzada por x
o ymediante la realización de pasos a e s, y luego retractando la simplificación de v.
Así,
x=v
y
y=v.

Autores previos han tomado


1*
x=x de forma axiomática. Soy el primer autor en probar sus axiomas. El
Autor, 2000, 06, 27.
En consecuencia, por la convención de sustitución, tanto x como y pueden ser cambiados
por una expresión idéntica v en cada caso.
Pero x y y pueden ser cualquier expresión equivalente.
Por lo tanto, expresiones del mismo valor pueden ser identificadas.
Teorema 7. Consecuencia
Expresiones equivalentes a una expresión idéntica son equivalentes a otra.
En cualquier caso, si
x=v
y
y=v ,
entonces
x= y .
Prueba
Permita a e s ser simple, y permita que v=e s.
Ahora, ya que x=v y y=v , es pueden ser alcanzados mediante pasos a partir de x y
mediante pasos a partir de y.
Procedimiento. Realice los pasos de x a e s y a partir de e s retráctese de los pasos desde y a
e s.
Así, y es alcanzado mediante pasos a partir de x.
De este modo, si
x=v
y
y=v ,
entonces
x= y
en cualquier caso.

Teorema 8. Invariabilidad
Si espacios sucesivos sn, sn+1, sn+2 son distinguidos por dos cruces, y sn+1 impregna una
expresión idéntica con la expresión completa en sn+2, entonces el valor de la expresión
resultante en sn es el estado no marcado.
En cualquier caso,

Prueba
Permita que p=¿ . En este caso

sustitución

orden
(dos veces)

Ahora permita que p=¿ . En este caso

sustitución

orden.

No hay otro caso de p, teorema 1.


No hay otra forma de sustituir cualquier caso de p, teorema 5, 6.
Por lo tanto,

en cualquier caso.

Teorema 9. Variación
Si espacios sucesivos sn, sn+1, sn+2 son arreglados de modo que sn, sn+1 sean distinguidos por
un cruce, y sn+1, sn+2 sean distinguidos por dos cruces (sn+2 estando entonces en dos
divisiones), entonces la expresión completa e en sn es equivalente a una expresión, similar
en otros aspectos a e, en el cual una expresión idéntica ha sido puesta fuera de cada
división de sn+2 y puesta dentro de sn.
En cualquier caso
Prueba
Permita que r =¿ .
Entonces

sustitución

teorema 2
(dos veces)

orden
(dos veces)
y
sustitución

teorema 2.
Por lo tanto, en este caso,

teorema 7.

Ahora permita que r =¿

Así,
sustitución
y
sustitución.

Por lo tanto, en este caso,

teorema 7

No hay otro caso para r, teorema 1.


No existe otra manera de sustituir cualquier caso de r, teoremas 5,6.
Por lo tanto,

en ningún caso.
Una clasificación de teoremas
Los primeros cuatro teoremas contienen una declaración de completitud y consistencia de
representación. Sus pruebas comprenden una justificación del uso de aritmética primaria
como un sistema de indicadores de los estados distinguidos por la primera distinción. Los
llamamos, teoremas de representación.
Los siguientes tres teoremas justifican el uso de determinadas contracciones
procedimentales, sin las cuales justificaciones subsecuentes podrían volverse
intolerablemente incómodas. Los llamaremos, teoremas de procedimiento.
Los últimos dos teoremas funcionan como una puerta de entrada a nuevos cálculos. Los
llamaremos, teoremas de conexión.
El nuevo cálculo dará lugar él mismo a teoremas posteriores que, cuando describen
aspectos del nuevo cálculo sin referencia directa al viejo sistema, serán conocidos como
teoremas algebraicos puros, o teoremas de segundo orden.
Además, deberemos encontrar teoremas a cerca de los dos cálculos considerados en su
conjunto. El teorema-puente y el teorema de completitud son ejemplos de lo que podemos
llamar teoremas mixtos.
5
Un cálculo sacado del cálculo

Deje señas de forma variable


a,b,…
Indique expresiones en la aritmética primaria.
Deje sus valores ser desconocidos, excepto en lo respectivo al teorema 5,
a=a , b=b , …
Deje señales de forma constante

indicar instrucciones de cruce del límite de la primera distinción de acuerdo con las
convenciones ya mencionadas.
Llame a cualquier marca de forma variable, su forma.
Llame a cualquier seña de forma constante
cruce.
Deje a las indicaciones utilizadas en la descripción del teorema 8 ser sacadas de contexto de
modo que

Llame a esto, la forma de posición.


Deje a las indicaciones utilizadas en la descripción del teorema 9 ser tomadas fuera de
contexto tal que

Llame a esto, la forma de transposición.


Deje a las formas de posición y transposición ser tomadas como las iniciales de un cálculo.
Deje al cálculo ser visto como un cálculo de aritmética primaria.
Llámelo: el álgebra primaria.

Cálculo algebraico
Para el álgebra, dos reglas son comúnmente aceptadas como implícitas en el uso del signo
=.
Regla 1. Sustitución
Si e=f , y si h es una expresión construida mediante la sustitución de f por cualquier
presentación de e en g, entonces g=h.
Justificación. Esta regla es una expresión de la convención aritmética de sustitución junto
con una inferencia de los teoremas de representación.
Regla 2. Reemplazo
Si e=f , y si toda seña de una expresión de variable independiente dada v en e=f es
reemplazada por una expresión w –sin ser necesario para v que w sea equivalente o que w
sea independiente o variable– y si como resultado de este procedimiento e se convierte en j
y f se convierte en k, entonces j =k.
Justificación. Esta regla deriva del hecho –probado por los teoremas de conexión– de que
podemos encontrar expresiones equivalentes, no idénticas, que, consideradas
aritméticamente, no están completamente reveladas. En una ecuación de tales expresiones
cada indicador de variable independiente permanece por una expresión que, siendo
desconocida excepto en lo concerniente al teorema 5, su valor debe ser tomado como el
mismo donde lo denote su indicador. Por consiguiente, su indicador puede también ser
cambiado a voluntad, siempre que el cambio sea hecho para toda expresión del indicador.*

Indexación
Numerados miembros de una clase de resultados serán de aquí en adelante indexados
mediante una letra mayúscula denotando la clase, seguida por una figura denotando el
número del miembro. Las clases serán indexadas como sigue.
Consecuencia C

**
Esta es la primera vez que las dos reglas universales de álgebra son correctamente enunciadas. En otros
libros estas no han sido apropiadamente distinguidas, o mencionadas del todo. Sólo otro autor, Tarsky, intentó
explicitarlas, y lo hizo incorrectamente. – El Autor.
Inicial de la aritmética primaria I
Inicial del álgebra primaria J
Regla R
Teorema T
Ciertas ecuaciones, designadas por E, serán también indexadas; pero la referencia en cada
capítulo será confinada en conjuntos separados. Así, EI en el capítulo 9 no será
intencionalmente la misma ecuación que EI, en el capítulo 8.
6
El álgebra primaria

Inicial 1. Posición
sacar

J1 ⇌
poner

Inicial 2. Transposición

J2 recoger

distribuir

Procederemos a distinguir ecuaciones particulares, llamadas consecuencias, que pueden


condensar ciertas secuencias de estas iniciales.

Consecuencia 1. Reflexión
reflexionar
C1 ⇌
reflexionar

Demostración
Primero encuentre
por J1. Usamos R2 para convertir cambiando

todo aspecto de p a un aspecto de a . Luego utilizamos R1 para cambiar un aspecto de

a un aspecto de en el espacio la expresión original , y así

encontrando .
Luego encontramos

por J2. Hacemos uso de la licencia permitida en la definición de =, para convertir

Luego utilizamos la licencia permitid en la definición de la relación para cambiar esto a

p
. Luego utilizamos R2 para cambiar todo aspecto de en esta

ecuación a un aspecto de , finalmente encontrando .


Utilizamos R2 nuevamente para cambiar todo aspecto de q en esta ecuación para un

aspecto de a , y luego nuevamente para cambiar todo aspecto de r a un aspecto de y

así encontrar .
Luego encontramos

por J1. Encontramos mediante la primera ecuación y ahora sólo

necesitamos utilizar R1 para cambiar la apariencia de en el espacio con a

un aspecto de en para encontrar


Luego encontramos

por J1. Utilizamos R2 para convertir mediante el

p a
cambio de toda a , luego utilizamos R1 para cambiar a en el espacio con

y así encontrar

Cuando encontramos

p q
Mediante J2, utilizando R2 para cambiar toda a y luego toda a y después toda
r a a.
Y por último, encontramos

p
por J1. Encontramos mediante el uso de R2 para cambiar toda a ,

a
y luego utilizamos R1 para cambiar a en el espacio con , y finalmente
encontramos

Con esto completamos una descripción detallada de seis pasos. Ahora podemos utilizar T7
cinco veces para encontrar

Y con esto concluimos la demostración.


Repetimos esta demostración y elaboramos demostraciones subsecuentes, solamente con
los índices clave del procedimiento.
Consecuencia 2. Generación
degeneración
C2 ⇌
regeneración
Demostración
Consecuencia 3. Integración

reducción
C3

aumento
Demostración

Consecuencia 4. Ocultamiento

encubrimiento
C4 ⇌
revelación

Demostración

Consecuencia 5. Repetición

repetición
C5

reiteración
Demostración
Consecuencia 6. Extensión

contracción
C6 ⇌
expansión

Demostración

Consecuencia 7. Escalón

ruptura
C7 ⇌
construcció
n

Demostración
Consecuencia 8. Transposición modificada

recolección
C8 ⇌
distribución

Demostración

Consecuencia 9. Transposición de cruce


Transposición de
cruce (recolección)
C9

Transposición de
cruce (distribución)

Demostración
C1, J2, C1

C8, C1 (tres veces)

C2, C1

C2

C6.

La clasificación de consecuencias
Clasificando estas consecuencias, no hay necesidad de confinarlas rígidamente en las
formas arriba mencionadas. El nombre de una consecuencia puede indicar una parte de la
consecuencia como en

integración

En otro caso, puede contener reflexiones como en

transposición o
escalón

extensión

En otro caso, puede indicar una forma de cruce transpuesto, tal y como en

extensión.
Como ya hemos visto en uno de los casos, tampoco las clases de consecuencia están
apropiadamente distinguidas. Lo que ahora haremos será indicar números cada vez más
grandes de pasos un una sola indicación. Esta es la forma dual de la contracción de una
referencia, la señalada expansión de su contenido. Evitamos la labor de cálculo tomando un
número de pasos como un paso.
En consecuencia, si consideramos la equivalencia de pasos, encontramos

Además, desde que retractarse de un paso puede ser considerado como un paso no hecho,
encontramos

Sin embargo, si permitimos pasos en la indicación de pasos, tenemos que el resultado del
cálculo es inconsistente.
Así

de acuerdo con el paso que tomamos inicialmente.


Por lo tanto,

lo cual sugiere que, en cualquier cálculo, consideramos cualquier número de pasos,


incluyendo cero, un paso.
Esto coincide con nuestra idea de la naturaleza de un paso que, como ya hemos
determinado, no es un intento de cruzar un límite.

Una clasificación adicional de expresiones


La consideración algebraica del cálculo de indicaciones conduce a una distinción adicional
entre expresiones.
Expresiones del estado marcado puede ser llamadas integrales. La letra m, a menos de que
sea empleada con otro sentido, puede ser tomada para indicar una expresión integral.
Expresiones del estado no marcado pueden ser llamadas des-integrales. La letra n, a menos
de que sea empleada de otro modo, puede ser utilizada para indicar una expresión des-
integral.
Expresiones de un estado consecuente en los estados de sus indicadores desconocidos,
pueden ser llamadas consecuenciales. La letra v, a menos de que sea utilizada con otro
sentido, puede ser tomada para indicar una expresión consecuencial.
7
Teoremas de segundo orden

Teorema 10
El ámbito de J 2 puede ser extendido a cualquier número de divisiones del espacio sn+2.
En cualquier caso,

Prueba
Consideramos los casos en los cuales sn+2 es dividido entre 0, 1, 2 y más de dos divisiones
respectivamente. En caso 0

En el caso 1

En el caso 2

En el caso más que 2


(tantas veces como
sea necesario)

(tantas veces como


sea necesario)

(tantas veces como


hasta ahora)
Esto completa la prueba.

Teorema 11
El ámbito de C 8 puede ser extendido como en T 10.

Teorema 12
El ámbito de C 9 puede ser extendido como en T 10.

Las pruebas de T 11 y T 12 siguen a las demostraciones de C 8 y C 9, utlizando T 10 en


lugar de J 2.
Teorema 13
El proceso generativo en C 2 puede ser extendido a cualquier espacio que no sea más
superficial que aquel en el cual aparece inicialmente la variable generada.
Prueba
Consideramos casos en los que una variable es generada en los espacios 0, 1 y más de 1
espacio tan profundo como el espacio de la variable de origen. En el caso 0
En el caso 1

En el caso más de 1

etcétera. Claramente, no son necesarias consideraciones adicionales para la obtención de


generaciones aún más lejanas de g, y es claro que ningún espacio no más superficial que
aquel en el que se localiza g, puede ser alcanzado.
Es conveniente considerar a J 2 ,C 2 , C 8 y C 9 como ampliados por sus respectivos
teoremas, así como dejar que el nombre de la inicial o consecuencia denote también al
teorema ampliándolo.

Teorema. Criterio con respecto a la constante


A partir de cualquier expresión dada, puede ser derivada una expresión equivalente no
más profunda que dos cruces.
Prueba
Suponga que una expresión dada e tiene i espacios profundos de profundidad d, y que d >2.
Llevamos a cabo un procedimiento de reducción de profundidad con C 7. Una inspección
de posibilidades muestra que no más que 2i – 1 pasos son necesarios para encontrar e=e1,
de modo que e 1 tiene (indica) j espacios profundos de profundidad d−1 (el número
máximo de pasos es necesario en el caso de que la parte de sd-2 en e sea la única parte que
contenga sd, y cada división de sd sea contenida en una división separada de sd-1). Si con (
d−1)¿ 2 continuamos el procedimiento con a lo sumo2j – 1 pasos adicionales para encontrar
e 1 ¿ e 2, entonces e 2 es únicamente d−2 cruces profundos. Observamos que el procedimiento
puede ser continuado hasta que encontramos e=ed-2, así que e d-2 es sólo d− ( d−2 )=2 cruces
de profundidad, y esto completa la prueba.

Teorema 15. Criterio con respecto a una variable


A partir de cualquier expresión dada, es posible derivar una expresión equivalente para no
contener más dos aspectos de cualquier variable dada.

Prueba
La prueba es trivial para una variable no contenida en la expresión original e, de modo que
podemos restringir nuestra consideración al caso de una variable contenida en e.
Ahora, por C 1 y T 14

e=¿

en lo cual a , b , … , p , q , … , x , y , … y f representan arreglos apropiados a la expresión e,

CI, J2, C1 (tantas veces como


sea necesario

llamando g=¿

CI, J2 (dos veces cada uno)

y con testo completamos la prueba.


8
Reunificando los dos órdenes

Contenido, imagen y reflexión


Para cada expresión dada e, llame a e, el contenido, llame a e la imagen, y llame a e la
reflexión.
Ya que e ¿ e, el acto de reflexionar es un retorno de una imagen a su cotenido o de un
contenido a su imagen.
Suponga que e es un cruce. El contenido de e es el contenido del espacio en el cual este
está, no del contenido del cruce que marca el espacio.
En general, un contenido está en donde lo hemos marcado, y una marca no está dentro del
límite que conforma su forma, pero sí dentro del límite circundante y conformando otra
forma. Así, describiendo una forma, encontramos una sucesión,

contenido
contenido imagen

contenido imagen contenido

contenido imagen contenido imagen…


Espacio indicativo
Si s0 es el espacio penetrante de e, el valor de e es el valor s0. Si e es la expresión completa
en s0, s0 toma el valor de e, y podemos llamar a s0 el espacio profundo de e.
Evaluando e, nos imaginamos a nosotros mismos en s0 con e, y por tanto, rodeados por el
cruce no dibujado que constituye el límite con s-1.

Séptimo criterio. Principio de relevancia


Si una propiedad es común a cualquier indicación, esta no requiere ser indicada*
Un cruce no dibujado** es común a toda expresión en el cálculo de indicaciones y por tanto,
no requiere ser dibujado. De manera similar, un valor recesivo es común a toda expresión
en el cálculo de indicaciones y también, por este principio, no requiere indicador.
En la forma de cualquier cálculo, encontramos las consecuencias en su contenido, y los
teoremas en su imagen.
Así

es una consecuencia en, y por lo tanto en el contenido de, la aritmética primaria.


Demostración

Una consecuencia es aceptable porque nosotros decidimos las reglas. Todo lo que
necesitamos mostrar es que aquella las sigue.
Pero cualquier demostración, excepto la más simple de las consecuencias en el contenido
de la aritmética primaria, es repetitivas y tediosa. Y podemos contraer el procedimiento
mediante el uso de teoremas, que existen con respecto a (o en la imagen de) la aritmética

**
De hecho, esta no puede ser indicada, ya que todo intento de indicación debería estar desprovisto de
significado. En resumen, no podemos decir nada a cerca de todo. Cf. J. M Robertson, Letters on reasoning,
Londres 1902, “There can be no rational ascription of a single mode to the totality of things”.
****
Algunos no-matemáticos han atribuido profundos significados al cruce no dibujado, pero este es
meramente un recurso para recoger la expresión completa dentro de un soporte. El Autor.
primaria. Por ejemplo, en lugar de demostrar la consecuencia arriba indicada, podemos
utilizar T 2.
T 2 enuncia que todas las expresiones de un cierto tipo, a las cuales describe sin
enumeración, y con las que la expresión arriba mencionada puede ser reconocida como un
ejemplo, indican el estado marcado. Su prueba puede ser considerada como una
demostración simultánea a todas las simplificaciones de expresiones del tipo que describe.
Pero el teorema por sí mismo no es una consecuencia. Su prueba no procede de acuerdo
con las reglas de la aritmética, pero comprende, en cambio, ideas y reglas de razonamiento
y de conteo que no hemos justificado.
De esta forma, si cualquier persona rechaza una prueba, no podemos hacerlo mejor
intentando con otra. Un teorema es aceptable porque aquello que sostiene es evidente, pero
no lo consideramos como una regla que valga la pena si su evidencia no requiere, en algún
modo, hacerse evidente. Esta regla es aceptada en el caso de un axioma, el cual puede
mostrar evidencia sin más guía. Ambos axiomas son enunciados más o menos simples de
acuerdo a las condiciones que hemos elegido para residir.
Ya que los pasos iniciales en el álgebra fueron tomados para representar teoremas sobre
aritmética, depende de nuestro punto de vista si consideramos una ecuación con variables
como expresión, como una consecuencia en el álgebra o como un teorema sobre la
aritmética. Cualquier consecuencia demostrable es alternativamente probable como un
teorema, y esto puede ser utilizado en donde la secuencia de pasos es difícil de encontrar.
Así, en lugar de demostrar en álgebra la ecuación

podemos probarlo mediante aritmética.


Llame

E1
y

E1

Establezca a=¿ . Por lo tanto,


Sustitución en E1

I2

T2, T7

T9

T2

I2 (dos veces)
y

Sustitución en E2

T2

I2 (dos veces)

T7.
y entonces x= y en este caso

Ahora establezca a=¿ . Por lo que,

Sustitución en E1

T2, T7

T9

T2

I2 (dos veces)

y
Sustitución en E2

T2

I2

T7.

y entonces x= y en este caso, T1.

No hay otro caso.

Por lo tanto, x= y .
Debido a su origen, las consecuencias en el álgebra son aritméticamente válidas, así que
podemos utilizarlas para acortar la prueba.
Prueba acortada
Establezca que a=¿ . Por lo tanto,

Sustitución en E1

C3, C1 (tres veces)

Sustitución en E2
y
C3, C1, (dos veces)

y entonces x= y en este caso, T7.

Establezca a=¿ . Así,

Sustitución en E1

C3, C1 (dos veces)

y
Sustitución en E2

C3, C1

y entonces x= y en este caso, T7.


No hay otro caso, T1.
Por lo tanto, x= y .
En estas pruebas evidentemente supusimos la irrelevancia de variables distintas a aquella
que arreglamos aritméticamente. Puede no ser obvio a primera vista que podemos ignorar
los valores posibles de otras variables, pero la suposición es de hecho justificada en todas
las instancias (y, ciertamente, en todas las álgebras), como la siguiente prueba nos muestra.
Teorema 16. El puente
Si dos expresiones son equivalentes en todo caso de una variable, estas son equivalentes.
Deje una variable v en un espacio sq oscilar entre los límites de sus valores m, n.
Si el valor de otro indicador en sq es n, la oscilación de v será transmitida mediante sq y
será vista como una variación en el valor del límite de sq a sq-1.
Bajo esta condición llame a sq, transparente.
Si el valor de cualquier otro indicador en sq es m, nada será transmitido a través de sq.
Bajo esta condición llame a sq, opaco.
La transmisión a partir de v es el cambio entre transparencia y opacidad en sq y cualquier
espacio más distante en el cual esta alteración puede ser detectada. Esta puede en cualquier
punto ser absorbida en transmisiones de otras variables en el espacio a través del cual pasa.
En condiciones en donde esta absorción es total, llame a la franja de espacio en el cual
ocurre, opaca. Bajo cualquier otra condición, llámela transparente.
A partir de estas definiciones y consideraciones podemos observar el siguiente principio.

Octavo criterio. Principio de transmisión


Con respeto a una oscilación en el valor de una variable, el espacio fuera de la variable es
transparente u opaco.
Prueba del teorema 16
Deje a s , t ser los espacios indicativos de e, f respectivamente.
Permita tanto a e como a f contener una variable v y permita a v oscilar entre los límites de
sus valores m , n.
Considere la condición bajo la cual tanto e como f son opacos a la transmisión desde v. Si
e y f son equivalentes después de un cambio en el valor de v, fueron equivalentes antes del
cambio.
Así, e=f bajo esta condición.
Considere a e o a f transparentes.
Suponga que la oscilación de v es transmitida a un espacio indicativo y no al otro. Mediante
la selección de un valor apropiado de v, podríamos hacer que e no sea equivalente a f , y
esto es contrario a nuestra hipótesis de que son equivalentes. Así, si e o f es transparente,
ambos son transparentes.
De modo que cualquier cambio en el valor de v es transmitido a s y t.
Por lo tanto, si e y f son equivalenes después de un cambio en v, estos eran equivalentes.
Así, e=f bajo esta condición.
Pero, mediante el principio de transmisión, no hay otra condición.
Por lo tanto, e=f bajo cualquier condición, y por consiguiente en cualquier caso.
Esto completa la prueba. *

9
Completitud

Hemos visto que cualquier consecuencia demostrable en el álgebra debe indicar un


probable teorema sobre la aritmética. En ese sentido, se puede decir que consecuencias en
el álgebra pueden representar propiedades de la aritmética. En particular, representan las
propiedades de la aritmética que pueden ser expresadas en formas de ecuaciones.
Podemos cuestionar si el álgebra constituye un reporte completo o parcial de dichas
propiedades. Esto es, podemos preguntar si cualquier forma de ecuación que pueda
probarse como un teorema sobre la aritmética, puede ser demostrada como una
consecuencia en el álgebra.

Teorema 17. Completitud


El álgebra primara es completa.

**
Nuevamente, ningún otro autor ha sido capaz de probar esto antes, por el contrario, había sido asumido
axiomáticamente – El Autor.
Esto es, si α =β puede ser probado como teorema sobre la aritmética primaria, entonces
puede ser demostrada como una consecuencia para todo equivalente α, β en el álgebra
primaria.
Probamos este teorema por inducción. Mostramos primero que si todos los casos de α =β
son algebraicamente demostrables con menos que un cierto número positivo n de distintas
variables, entonces es cualquier caso de α =β con n variables distintas. Entonces
mostramos que la condición de demostración completa en casos de menos que n variables
contiene algún valor positivo de n.
Prueba
Suponga que la demostración α =β es establecida por toda α, β conteniendo un total de
menos que n distintas variables.
Deje que equivalente dado α, β contenga entre ellos n variables distintas.
Procedimiento. Reduzca los α, β dados a sus formas canónicas y llámelas α´, β ´ con
respecto a una variable v.
Vemos en las pruebas de T 14 y T 15 que esta reducción es algebraica, así que α =α ´ y
β=β ´ son ambos demostrables y que no son agregadas variables distintas en el transcurso.
Mediante la prueba de T 15 podemos suponer la forma canónica de α, ser
β
y ser . Por lo tanto

E1
y

E2

son ambos demostrables. Así,

es verdadero, aunque no sabemos aún si es demostrable. Pero sustituyendo valores


constantes por v, encontramos

E3

E4

Ahora cada E 3, E 4, teniendo a lo sumo n−1 variables distintas, es demostrable mediante


hipótesis. Por lo tanto, es demostrable toda E 1 a través de E 4, y podemos demostrar que
Por lo tanto α =β es demostrable con n variables con la condición de que sea demostrable
con menos de n variables.
Esto permite mostrar que existe un valor positivo de n para el cual α =β es demostrables
para todo equivalente α, β con menos de n variables.
Es suficiente probar la condición de n=1. Por lo tanto, necesitamos mostrar que si α =β no
contiene variable, es demostrable en el álgebra.
Si α, β no contienen variable, deben ser considerados como expresiones en la aritmética
primaria.
Observamos en las pruebas de T 1 a través de T 4 que todas las ecuaciones aritméticas son
demostrables en la aritmética. Esto permite mostrar que don demostrables en el álgebra.
En C3 permita a a=¿ dar

y esto es I1.
En C1 permita a a=¿ dar

y esto es I2.
Así, las iniciales de la aritmética son demostrables en el álgebra, y por lo tanto, si α =β no
contiene variables, es demostrable en el álgebra.
Esto completa la prueba.
10
Independencia

Clasificamos ecuaciones en un grupo independiente si ninguna de estas ecuaciones puede


ser demostrada a partir de otras.
Teorema 18. Independencia
Las iniciales del álgebra primaria son independientes
En otras palabras, dada J1 como la única inicial, no podemos encontrar a J2 como su
consecuencia; y dada J2 como la única inicial, no podemos encontrar a J1 como su
consecuencia.
Prueba
Suponga que J1 determina la única transformación permitida en el álgebra. Esto se sigue de
la convención de intención que indica que ninguna otra expresión que la forma p p
puede ser puesta dentro o fuera de cualquier espacio.
Pero en J2, r es sacada de un espacio y puesta en otro, y r no pertenece necesariamente a la
forma p p .
Por lo tanto, J2 no puede ser demostrada como una consecuencia de J1.
Ahora suponga que J2 determina la única transformación permitida en el álgebra.
Una inspección del J2 revela que no hay forma de eliminar cualquier variable distinta.
Pero J1 elimina una variable distinta.
Por lo tanto, J1 no puede ser demostrada como una consecuencia de J2, y esto completa la
prueba.

11
Ecuaciones de segundo grado

Hasta ahora hemos obedecido una regla (teorema 1) que requiere que cualquier expresión
dada, ya sea en la aritmética o el álgebra, sea finita. De lo contrario, por los criterios hasta
el momento enunciados, no deberíamos tener problemas en encontrar su valor.
Esto se sigue de que cualquier expresión dada puede ser alcanzada desde cualquier otra
expresión equivalente en un número finito de pasos. Encontraremos conveniente extraer
este principio como una regla para caracterizar el proceso de demostración.

Noveno criterio. Regla de demostración


Una demostración descansa en un número finito de pasos.
Una forma de observar el que esta regla sea obedecida es mediante el conteo de pasos. No
necesitamos restringir su aplicación a cualquier nivel de consideración dado. En una
expresión algebraica cada variable representa un número desconocido (o inmaterial) de
cruces, y entonces no es posible en este caso contar pasos aritméticamente. Pero podemos
contar pasos algebraicos.
Podemos notar que, de acuerdo con la observación en el capítulo 6 sobre la naturaleza de
un paso, no importa si discrepan muchos conteos, siempre que al menos un conteo sea
finito.
Considere la expresión a b . Ahora proponemos generar una secuencia de pasos de la
siguiente manera.

etcétera. No hay límites en la posibilidad de continuar la secuencia, y por lo tanto, no hay


límite para el tamaño del escalón de alternantes a y b con las cuales a b pueden ser
equiparadas.
Permítasenos imaginar, si podemos, que el orden del inicio de la secuencia de pasos nunca
es contra-orden, por lo que ese proceso continúa intemporalmente. En el espacio, esto nos
dará un escalón sin límite, de la forma

Ahora, ya que esta forma, siendo interminable, no puede ser alcanzada en un número finito
de pasos a partir de a b , no esperamos para expresar necesariamente el mismo valor que
a b . Pero podemos, mediante un examen exhaustivo de posibilidades, comprobar qué
valores podrían tomar en los diversos casos de a, b y compararlos con los de la expresión
finita.

Re-entrada
La clave es observar que la parte cruzada de la expresión, incluso en cualquier profundidad,
es idéntica a la expresión completa, y puede por lo tanto considerarse como un re-entrar de
su propio espacio interior en cualquier profundidad. Por lo tanto

E1

Ahora podemos encontrar, mediante la regla de la dominancia, los valores que f puede
tomar en cada posible caso de a, b

Para el último caso suponga f =m. Entonces mn n=m y E1 está satisfecho. Ahora suponga
que f =n. Entonces nn n=n y entonces E1 es otra vez satisfecho. Por lo que la ecuación, es
este caso, tiene dos soluciones.
Es evidente que, mediante un número ilimitado de pasos a partir de una expresión dada e,
podemos alcanzar una expresión e ´ que no es equivalente a e.
Vemos, en tal caso, que los teoremas de representación no se sostienen, ya que el valor
aritmético de e ´ no está determinado de una manera exclusiva, en todos los posibles casos
de a, b.

Indeterminación
Hemos, por lo tanto, introducido dentro de e ´ un grado de indeterminación con respecto a
su valor, el cual no es (como fue en el caso de indeterminación introducida meramente por
el uso de variables independientes) necesariamente resuelto fijando el valor de cada
variable independiente. Pero esto no invalida nuestra equiparación entre una expresión con
otra, siempre que el grado de indeterminación mostrada por cada expresión sea la misma.

Grado
Definimos el grado de una expresión como el número de distintos estados estables que se
puede mostrar se tienen. Un estado paradójico ( ¿ ‘oscilatorio’) es definido como ‘estable’
para este propósito.
Es evidente que J1 y J2 se mantienen para todas las ecuaciones, cualquiera sea su grado. Es
por lo tanto posible usar el procedimiento ordinario de demostración (esbozado en el
capítulo 6) para verificar una ecuación de grado ¿ 1. Pero hemos negado el procedimiento
(delineado en el capítulo 8) referente a la aritmética para confirmar una demostración de tal
ecuación, ya que la muestra de infinidad emprendida para producirlo nos ha negado un
previo acceso a un completo conocimiento sobre cuál es nuestro lugar en la forma. Por
consiguiente fue necesario extraer la regla de demostración antes de comenzar, la cual
ahora se convierte con la regla de dominancia, en un principio rector con el cual todavía
podemos encontrar nuestro camino.
Estado imaginario
Nuestra pérdida de conexión con la aritmética es ilustrada mediante el siguiente ejemplo.
Deje que

E2

E3

Claramente cada E2, E3 puede ser representado, en aritmética equiparando f con la misma
expresión infinita, así
De igual manera, mientras E2 está abierto a las soluciones aritméticas o , cada una
de las cuales lo satisface sin contradicción, E3 no es satisfecho por alguna de estas
soluciones, y no puede, por lo tanto, expresar el mismo valor que E2. Y ya que y ,
representan los únicos estados de la forma hasta ahora previstos. Si deseamos pretender que
E3 tiene una solución, deberemos permitirle tener una solución representando un estado
imaginario, hasta ahora no previsto, de la forma.

Tiempo
Ya que no deseamos (si pudiéramos) abandonar la forma, el estado que prevemos no está
en el espacio sino en el tiempo (esto permite a un estado aparecer en el tiempo sin dejar el
estado en el espacio, en el cual ya se ha manifestado).
Una manera de imaginar esto es suponer que la transmisión de un cambio de valor a través
del espacio en el cual es representado toma tiempo para cubrir la distancia. Considere un
cruce

en un plano. Una indicación del estado marcado es mostrada mediante el sombreado.


Ahora suponga que la distinción dibujada por el cruce es destruida mediante un túnel bajo
la superficie en la cual aparece. En la Figura 1 vemos los resultados de tal destrucción en
los intervalos t 1, t 2, …
Figura 1

Frecuencia
Si consideramos la velocidad con la cual la representación del valor viaja a través del
espacio de la expresión para ser constante, entonces la frecuencia de su oscilación es
determinada por la longitud del túnel. Alternativamente, si consideramos esta longitud
como constante, entonces la frecuencia de la oscilación es determinada por la velocidad de
su transmisión a través del espacio.

Velocidad
Vemos que una vez que damos a la transmisión de una indicación del valor, una rapidez;
debemos también darle una dirección, de modo que se convierte en una velocidad. Porque
si no lo hacemos, no habría cómo detener la propagación procediendo como representación
a t 4 y entonces continuaríamos hacia la representación mostrada en t 3 en lugar de lo
mostrado en t 5.

Función
Deberemos llamar a una expresión que contiene una variable v alternativa, una función de
v. De este modo, observamos expresiones de valor o funciones de variables, de acuerdo con
el punto de vista con el cual los consideramos.

Función del oscilador


Considerando las indicaciones de valor del punto p en la Figura 1, tenemos, en el tiempo,
una sucesión de redes cuadradas de una frecuencia dada.

… estado marcado indicado


… estado no-marcado y no- indicado

Suponga que ahora arreglamos para todas las propiedades relevantes de un punto p en la
Figura 1 aparecer en dos espacios sucesivos de expresión, entonces

Podríamos hacer esto arreglando similarmente distinciones indeterminadas en cada espacio,


suponiendo la velocidad de transmisión ser constante. En este caso la súper-imposición de
dos redes de cuadrados en el espacio exterior, una de ellas invertida mediante el cruce,
daría sentido a una representación continua del espacio ahí marcado.

Valor real e imaginario


El valor representado en (o por) el punto (o variable) p, siendo indeterminado en el espacio,
puede ser llamado imaginario en relación con la forma. Sin embargo, como hemos podido
apreciar, es real en relación con el tiempo y puede, en relación consigo mismo, volverse
indeterminado en el espacio; por lo tanto es real en la forma.
Hemos considerado hasta ahora una representación gráfica de E3. Ahora consideraremos
E1 y su caso límite E2 en líneas similares.

un solo pulso a partir de a

un solo pulso a partir de b

Figura 2

Función de la memoria
El presente valor de la función f en E1 puede depender de su valor pasado y por lo tanto de
sus valores pasados de a y b. En efecto, cuando a, b indican el espacio marcado, recuerda
cuál de estos había indicado el espacio marcado. Si a, entonces f =m. Si b, entonces f =n.

Subversión
Una manera de hacer la configuración ilustrada en la Figura 2 exactamente como f en E1,
es lograr que la transmisión efectiva a través del túnel sea sólo desde el exterior hacia el
interior. Deberemos llamar a esta destrucción parcial de las propiedades distintivas de
constantes, una subversión.
Podemos notar que, si queremos avalar nosotros mismos la memoria apropiada de f , donde
f es igualmente una función subvertida, ciertas transformaciones –admisibles en el caso de
una expresión sin esta propiedad– deben ser evitadas.
Podemos, por ejemplo, permitir

pero debemos evitar

ya que la última transformación proviene de una expresión por la cual una indicación del
estado marcado por c puede ser fielmente recordada, para una expresión en la cual la
memoria aparentemente se ha perdido.

El tiempo en expresiones finitas


La introducción del tiempo dentro de nuestras reflexiones no proviene de una decisión
arbitraria, sino que constituye una medida para posteriores investigaciones.
El grado de necesidad de una medición asumida es la extensión de su aplicación. La medida
del tiempo, como hemos introducido aquí, puede ser vista para cubrir, sin inconsistencias,
todas las formas representativas hasta ahora consideradas.
Esto puede ser ilustrado reconsiderando E1. Aquí podemos probar el uso del concepto de
tiempo observando si nos conduce a la misma respuesta (esto es, si nos lleva a la misma
memoria de estados dominantes de a, b) en la versión expandida de f como lo hace en la
versión compacta mostrada en la Figura 2. Por propósitos de ilustración, primero debemos
considerar una expresión finita.
Se observa en la Figura 3 que tal expresión finita es estable en una condición, y que tiene
una memoria finita de otra, de duración proporcional al grado de su extensión. Es claro que
una extensión infinita del escalón permite una memoria sin fin de cualquier condición. Así
que el concepto de tiempo es una llave con la cual tanto las formas contraídas como las
expandidas de f en E1 se hacen patentes las unas a las otras.
f

Figura 3

t0 f en estado estable

t1 f Pulso corto a a

t2
f en estado estable
t3

t4 f comienza para transmitir

t5 f continúa para transmitir

t6 f nuevamente en estado
estable, pero ahora un quantum de
redes indicativas viaja hacia el Serie de redes en espacio exterior a
exterior a través del espacio f
representativo de f
Figura 4
Una condición de especial interés emerge si el pulso dominante de a es de una corta
duración suficiente. En esta condición, la expresión emite una serie de redes de longitud y
duración finitas, como lo ilustra la Figura 4.
La duración de la serie de redes, la frecuencia de sus componentes, etcétera, depende de la
naturaleza y extensión de la expresión con la cual es emitida. A partir de una expresión
infinitamente extendida, proviene una emisión potencialmente infinita. Y aquí de nuevo, las
dos maneras (contracción y expansión) de expresar E1 en relación con el tiempo nos llevan
a la misma respuesta. Sin la llave del tiempo, sólo la expresión contraída tiene sentido.

Cruces y marcas
Considere el caso en donde la expresión en E1 representa una parte de una larga expresión.
Ahora se vuelve necesario no sólo indicar en dónde tiene lugar una re-inserción, sino
también designar la parte de la expresión que es re-insertada. Ya que la expresión completa
no es más grande que la parte re-insertada, será necesario en cada caso nombrar la parte re-
insertada o indicarla mediante conexión directa.
El último es menos incómodo. Así, podemos re-dibujar la expresión en E1

de modo que pude ser colocado, sin ambigüedad, dentro de una expresión larga.
En una expresión subvertida simple de este tipo, ni siquiera las partes no-literales son
estrictamente hablando, cruces, ya que representan, en un sentido, el mismo límite. Es
conveniente, sin embargo, referirse a estos de modo separado, y para este propósito
podemos llamar a cada parte no-literal separada de una expresión, un marcador. Así, un
cruce es un marcador, pero un marcador no necesita ser un cruce.

Función de modulador*
Hemos visto que las funciones de segundo grado pueden oscilar o recordar. Podemos
también escribir una ecuación de segundo grado que no sólo recuerde, sino que cuente.
Una manera de conceptualizar el contar es considerarlo como el contrario del recordar. Una
función de la memoria recuerda la misma respuesta a la misma señal: una función que
cuenta, cuenta diferente en cada momento.
Otra manera de imaginarse el contar es como una modulación de una estructura de red. Esta
es la forma que utilizaremos aquí para describir.

**
Por las aplicaciones en ingeniería, llamo a estas expresiones, reductores – El Autor.
La modulación más simples es para una estructura de red de la mitad de frecuencia del
original. Para lograr esto con una función utilizando sólo calores reales, podemos utilizar
ocho marcadores, así

Si la estructura de red de a es entonces para f será o ,


dependiendo de cómo se establezca la expresión original antes de que a comience a oscilar.
Ahora estamos en dificultades por intentar dibujar en dos dimensiones aquello que
claramente es representado en tres. Deberíamos dibujar en tres dimensiones. Podemos, por
lo menos, idear un mejor sistema de dibujo de representaciones tridimensionales en dos
dimensiones.
Permita a un marcador ser representado por un trazo vertical.

Permita que aquello que se encuentra bajo el marcador sea visto entonces como líneas de
conexión, llamados cables.

Permita al valor indicado por el marcador ser conducido a partir de un marcador mediante
un cable, con el que podemos en la expresión, dividir para ser ingresado bajo otros
marcadores. Ahora, por ejemplo, la expresión

puede ser representada así.


Transfigurado de esta manera, E4 aparece en una forma en la cual es más fácil seguir cómo
la estructura de red de a es tomada aparte y es recombinada para darla a f .

Observamos que la estructura de red de p constituye una modulación similar con la fase
desplazada. Mediante el uso de componentes imaginarios de algunas estructuras de red, es
posible obtener la estructura de red de p con sólo seis marcadores. Esto es ilustrado en la
siguiente ecuación.

Aquí, aunque la estructura de red real de i es idéntica a la de r, el componente imaginario *


de i asegura que la memoria en los marcadores c y d es apropiadamente establecida.
Consideraciones similares aplican para otras memorias en la expresión (cuatro de los cables
en esta expresión son redundantes, lo cual no había aclarado la primera vez que escribí el
capítulo, y era un interesante ejercicio para el lector descubrir cuáles eran redundantes- el
Autor 2008/01/17).

**
Un valor imaginario es aquel que se deshecha cuando ha establecido la memoria en la dirección requerida.
Coda
En este punto, antes de ir más lejos, debemos retornar para considerar aquello sobre lo que
hemos deliberado.
Hemos estado deliberando la forma de una sola construcción (indicada en el capítulo 2),
notablemente, la primera distinción. El reporte completo de nuestras deliberaciones señala
cómo puede aparecer, a la luz de varios estados mentales aquello que ponemos sobre
nosotros.
Mediante el criterio de expansión de referencia, vemos que el reporte pude ser continuado
infinitamente.
Este libro no es infinito, así que hemos tenido que interrumpir la secuencia en algún
momento. Ahora lo hacemos aquí mediante las palabras
y así sucesivamente.
Antes de concluir, retornamos por lo menos a observar el acuerdo con el que el reporte fue
inicialmente abierto.
12
Re-entrada en la forma

El concepto de forma descansa en la necesidad de distinguir.


Garantizada esta necesidad, no podemos escapar a la forma, aunque podemos ver que en
ningún modo la satisfacemos.
El cálculo de indicaciones es una manera de observar la forma.
Podemos ver el cálculo mediante la forma y la forma en el cálculo sin ayuda y sin
obstáculos por las leyes de intervención, iniciales, teoremas o consecuencias.
Los experimentos antes mostrados ilustran un número indefinido de formas posibles de
hacer esto.
Podemos notar que en este experimento el signo
¿
puede representar las palabras
es confundido con.
También podemos notar que los lados de cada distinción experimentalmente dibujada
tienen dos tipos de referencia.
La primera (o explícita) referencia es al valor de un lado, de acuerdo a cómo es marcado.
La segunda (o implícita) referencia es a un observador externo. Es decir, el lado exterior es
el lado de la distinción en que se supone que una distinción sea vista.
Primer experimento
En un plano en el espacio, dibuje un círculo

Permita a una marca m indicar el lado exterior de la circunferencia.


No deje una marca para indicar el lado interior de la circunferencia.

Permita a una marca m ser un círculo.

Re-entre la marca dentro de la forma del círculo.

Ahora el círculo y la marca no pueden (con respecto a sus propiedades relevantes) ser
distinguidos, y entonces

Segundo experimento
En un plano, dibuje un círculo.
Permita que una marca m indique el lado interior de la circunferencia.

Deje sin marcar el lado exterior de la circunferencia.

Deje al valor de una marca ser el valor del espacio en el cual permanece. Esto es, deje al
valor de una marca ser el espacio exterior a la marca.
Ahora el espacio exterior a la circunferencia está sin marca.
Por lo tanto, por valoración

Permita a la marca m ser un círculo.


Re-entre la marca dentro de la forma del círculo.

Ahora, por valoración,

Tercer experimento
En un plano dibuje un círculo.

Deje a una marca m indicar el lado exterior de la circunferencia.


Deje a una marca similar m indicar el lado interior de la circunferencia.

Ahora, ya que una marca m indica ambos lados de la circunferencia, no pueden ser
distinguidos con respecto al valor.
Nuevamente deje a la marca m ser un círculo.

Re-entre la marca dentro de la forma del círculo.

Ahora, debido a las marcas idénticas, el círculo origina no puede ser distinguido de
diferentes valores.
Por lo tanto, no hay, en este sentido, una distinción.
Por lo tanto puede ser borrado sin pérdida o ganancia del espacio en el cual está.
Pero encontramos en el primer experimento que

Entonces,

y esto no es inconsistente con el descubrimiento del segundo experimento, el cual señala


que

dado que hemos hecho aquí en dos pasos lo que había sido hecho en uno.

Cuarto experimento
En un plano en el espacio, dibuje un círculo.
Deje sin marcar el lado exterior de la circunferencia.

Deje sin marcar el lado interior de la circunferencia.

Pero vimos en el primer experimento que

y por lo tanto, revirtiendo el proceso de purificación,

El valor de una circunferencia al espacio exterior debe ser, por lo tanto, el valor de la
marca, ya que la marca distingue el espacio.
Un observador es una marca, desde la cual se distingue el espacio que él ocupa.
En los experimentos anteriores, imagine a los círculos ser formas y a sus circunferencias ser
las distinciones que conforman los espacios de esas formas.
En esta concepción, una distinción dibujada en cualquier espacio es una marca que
distingue el espacio. Igualmente y a la inversa, cualquier marca en un espacio dibuja una
distinción.
Ahora vemos que en la primera distinción, la marca y el observador no sólo sin
intercambiables, sino que en la forma, son idénticos.
Notas
Capítulo 1
Aunque dice algunas cosas más, todo lo que el lector necesita para comprender el capítulo 1
son la definición de función como una forma de clausura y los dos axiomas relativos a esta
definición.

Capítulo 2
Puede ser de ayuda en esta etapa entender que la forma primaria de comunicación
matemática no es la descripción, como sí lo es el interdicto. En este aspecto, la
comunicación matemática es comparable con artes prácticas como la cocina, en la cual el
sabor de un pastel, aunque es literalmente indescriptible, puede ser transformado para el
lector en un conjunto de interdictos llamados receta. La música es similar, ya que el
compositor no siempre trata de describir el conjunto de sonidos que tiene en su mente,
mucho menos el conjunto de sentimientos que experimenta, pero sí escribe un conjunto de
comandos que, si son obedecidos por el lector, pueden resultar en una reproducción para el
lector, de la experiencia original del compositor.
Cuando Wittgenstein decía [4, proposición 7]:
De lo que no se puede hablar,
se debe guardar silencio

parecía considerar sólo un lenguaje descriptivo. Él nota en algún punto que los
matemáticos, descriptivamente hablando, no dicen nada. Lo mismo puede se puede decir
del compositor, quien si intentara hacer una descripción (y por lo tanto, una limitación) del
conjunto de éxtasis aparentes a través de (es decir, ilimitado por) su composición, fracasaría
miserable y necesariamente. Pero ni siquiera el compositor ni el matemático deben, por esta
razón permanecer en silencio.

En su introducción al Tractatus, Russel expresa que de este modo parece existir una duda
razonable sobre la verdad de la última proposición de Wittgenstein cuando él dice [página
22] que la causa de la vacilación es el hecho de que, después de todo, Mr. Wittgenstein
mantiene un buen negocio acerca de lo que no puede decir, lo que sugiere al lector
escéptico la posibilidad de que existan algunas escapatorias en la jerarquía de las lenguas, o
que exista alguna otra salida.

La salida, como la hemos visto aquí, es evidente en la facultad cautelar del lenguaje.

Incluso las ciencias naturales parecen ser más dependientes del interdicto de lo que
usualmente nos hemos preparado para admitir. La iniciación profesional del hombre de
ciencia consiste no tanto en la lectura de los libros de texto apropiados, sino en el
obedecimiento de interdictos tales como “mira hacia abajo en ese microscopio”. Pero esto
no está fuera del ámbito del hombre de ciencia, pues habiendo mirado hacia abajo en el
microscopio, ahora se debe describir lo visto a otro, discutir qué se ha visto y escribir
artículos y libros de texto describiendo esto. De manera similar, no está fuera del ámbito de
los matemáticos, habiendo obedecido un conjunto dado de interdictos, describir al otro u
discutir entre ellos lo que han visto y escribir artículos y libros de texto describiendo esto.
Pero en cada caso, la descripción depende (secundariamente) del conjunto de interdictos
que se obedecieron en primer lugar.

Cuando intentamos ejecutar una pieza de música compuesta por otra persona, lo hacemos
mediante los comandos del compositor, ilustrándonos con un instrumento musical de algún
tipo. De manera similar, si ejecutamos una pieza de matemáticos debemos encontrar un
modo de ilustrarnos nosotros mismos los comandos del matemático. La forma usual de
hacer esto es con algún objeto para anotar y con un plano de superficie en el que se puedan
hacer marcas, por ejemplo, un dedo y la arena aplanada por las olas del mar, o una pluma y
una hoja de papel. Tomando esto como un apoyo para la ilustración, ahora podemos
comenzar a ejecutar los comandos en el capítulo 2.

Primero podemos ilustrar una forma, tal como un círculo o una circunferencia. La pieza de
papel es ella misma ilustrativa de una superficie plana, y es útil como un instrumento
matemático para este propósito, ya que nos permite reconocer que un círculo en tal espacio
dibuja de hecho, una distinción (si, por ejemplo, hemos decidido dibujar sobre la superficie
de un toro, el círculo podría no haber marcado una distinción).

Cuando llegamos al interdicto


deje a una forma distinguir la forma

podemos ilustrar esto tomando una pieza de papel (o un aplanado de arena). Ahora, en esta
forma separada, podemos ilustrar el comando

deje a la marca de la distinción ser copiada


fuera de la forma, dentro de otra forma.

Nos es necesario para el lector restringir sus ilustraciones a los comandos en el texto. Él
puede vagar a voluntad, inventando sus propias ilustraciones, ya sean consistentes o
inconsistentes con respecto a los comandos textuales. Sólo así, mediante sus propias
exploraciones, llegará a ver distintivamente los límites o leyes del mundo en el cual hablan
los matemáticos. Similarmente, si el lector no sigue el argumento en algún punto, no es
necesario para él permanecer pegado a un determinado punto si él encuentra la manera de
seguir procediendo. No podemos entender completamente el inicio de nada hasta que
vemos su final. Lo que el matemático se propone es proporcionar una imagen completa, el
orden de lo que él presenta como esencial, el orden en el cual él presenta su ser con algún
grado de arbitrariedad.

El lector puede legítimamente cambiar este arbitrario orden a su placer.

Podemos distinguir en el orden esencial comandos que llaman algo a existir, conjuran algún
tipo de existir, llaman al orden, y son usualmente establecidos en formas permisivas como

permita ser esto y lo otro

y ocasionalmente en formas específicamente más activas como


trace una perpendicular;

nombres, dados para ser utilizados como puntos de referencia o señas en relación con la
operación de instrucciones, las cuales son designadas para tener efecto dentro de cualquier
universo que ya haya sido comandado, o llamado u ordenado. La institución o ceremonia de
nombrar es usualmente llevada a cabo en la forma

llame a esto y lo otro, como esto tal y lo otro tal,

y el llamado puede ser transmitido en ambas direcciones, como con el signo ¿, de modo que
llamando a esto y lo otro como esto tal y lo otro tal, podemos llamar a esto tal y lo otro tal
como esto y lo otro. El nombrar, por lo tanto, puede ser considerado un acto sin dirección o
pan-direccional. En contraste, las instrucciones son direccionales, ya que demandan un
cruce de un estado o condición con su propio nombre, a un estado o condición diferente,
con otro nombre, tal que el nombre de la forma puede no ser considerado como un nombre
más tarde.

Las estructuras de comandos más importantes son llamadas en ocasiones, criterios. Que son
las maneras en las que los interdictos guía aparecen para agruparse en constelaciones, y no
son, por lo tanto independientes unos de otros. Un criterio soporta la distinción del exterior
del sistema en construcción (es decir, describe), pero un comando construye (marca una
distinción) y aunque pueda tener una importancia central, no es un criterio. Un criterio es
un orden, un conjunto de órdenes que permiten, que posibilitan, pero que no construyen o
crean.

Las instrucciones que tienen efecto en la creación y en su permisión deben ser distinguidas
en el texto de calculación, deben ser designadas por las constantes u operadores del cálculo,
y en el contexto pueden ellas mismas ser instrucciones para nombrar algo con un nombre
particular que puede ser referido en nuevas ocasiones sin necesidad de una re-descripción.

Más tarde (capítulo 4) deberemos llegar a considerar aquello que llamamos pruebas o
justificaciones de ciertos enunciados. Lo que hemos mostrado aquí es que tales enunciados
están implícitamente en (o provienen de, o son permitidos por) los criterios u órdenes hasta
ahora convenidos o llamados a la presencia. Así, en la estructura de una prueba, deberemos
encontrar interdictos de la forma

considere esto y lo otro,


suponga esto y lo otro,

los cuales no son comandos, sino invitaciones o direcciones para un camino en el cual las
implicaciones pueden ser claramente o completamente seguidas.

Concibiendo el cálculo de las indicaciones, comenzamos en un punto de tal degeneración


como al encontrar que las ideas de descripción, indicación, nombre e instrucción pueden
conformar la misma cosa. Si es de alguna importancia para el lector realizar esto por sí
mismo, o si lo encuentra difícil de entender (aunque él pueda seguir la idea), el argumento
(capítulo 2) guía a la segunda ecuación primitiva.

En el comando

Permita al cruce ser el


estado indicado por la seña

otorgamos a la marca un doble sentido, primero como una instrucción de cruce, y luego
como un indicador (y por lo tanto, como nombre) de donde el cruce nos ha tomado. Fue
una pregunta abierta, antes de obedecer este comando, si la marca llevaría una indicación
del todo. Pero el comando determina sin ambigüedad el estado en el cual el cruce es hecho
y por lo tanto, la indicación que la marca llevará de aquí en adelante.

La doble implicación de nombre-con-instrucción y de instrucción-con-nombre es referida


usualmente –en lenguaje matemático– como una estructura en la cual las ideas o
significados se degeneran. Podemos también referir a esto (en el lenguaje de la psicología)
como un lugar en donde las ideas se condensan en un símbolo. Es esta condensación la que
da al símbolo su poder. En matemáticas, como en otras disciplinas, el poder de un sistema
reside en su elegancia (literalmente, en su capacidad de distinguir o elegir), la cual es
alcanzada condensando tanto como sea necesario en formas tan compactas como sean
requeridas, y haciéndolo libre de irrelevancia (o de elaboración) tanto como sea permitido,
de modo que sea posible leerlo fácilmente y sin errores.

Podríamos provechosamente distinguir ahora entre una elegancia en el cálculo, que puede
permitir una utilización fácil; y una elegancia en el contexto descriptivo, que puede
provocar dificultades para continuar. Estamos acostumbrados en la vida cotidiana, a seguir
indicaciones (confirmadas en muchas maneras diferentes) sobre lo que debemos hacer. Y
cuando estas se presentan con un interdicto no obstante claro y sin ambigüedades,
podríamos rechazar la indicación si esta es despojada de su simpleza mínima e indica lo
que hay que hacer una vez y de una única manera. Podemos considerar que en la vida
ordinaria debemos observar el espíritu más que la letra de un interdicto y debemos
desarrollar la capacidad habitual de interpretar cualquier interdicto que recibamos
proyectándolo a contrapelo de otras indicaciones de lo que deberíamos hacer. En
matemáticas tenemos que aprender este hábito en favor de aceptar un interdicto literalmente
y a la vez. Esta es la razón de por qué un autor de matemáticas debe hacer grandes
esfuerzos para hacer a sus interdictos mutuamente permisivos. De otra manera, estos
esfuerzos que deberían descansar en el autor, caerán nauseabundamente encima del lector,
quien en relación con el autor, puede no estar en posición de sostenerlos.

La segunda de las dos ecuaciones primitivas del álgebra primaria puede ser derivada de
manera menos elegante, pero en una forma que es posible seguir fácilmente, permitiendo la
sustitución prematura.

Suponga que indicamos el estado marcado mediante la seña m, y como antes, permita que
la ausencia de una seña indique el espacio no marcado.

Permita a un soporte alrededor de cualquier indicador indicar –en el espacio exterior del
soporte– el otro estado que aquel indicado al interior del soporte.

Así,

Sustituyendo, encontramos

y esta es la segunda ecuación primitiva.

La condición de que uno de los estados primarios debería carecer de nombre es obligatoria
para esta eliminación.
La primera ecuación primitiva puede también ser derivada de un modo diferente.
Imagine a un animal ciego sólo con la capacidad de distinguir entre el interior y el exterior.
Un espacio que se nos manifiesta como un número de distintos interiores y un exterior, tal
como

le parecerá, tras exploración, ser indistinguible de

Las ideas descritas en el texto sobre este punto no van más allá de lo que este animal puede
encontrar por sí mismo, y en su mundo, tal como es,

Podemos notar que incluso si este animal puede contar sus cruces, sigue sin ser capaz de
distinguir dos divisiones de una, aunque ahora tendremos una forma alternativa de
distinguir el interior del exterior que no depende más del conocimiento sobre cuál es cuál.

Reconsiderando el primer comando,

dibuje una distinción,

notamos que puede igualmente ser bien expresado en formas como

permita que haya una distinción,

encuentre una distinción,

observe una distinción,

describa una distinción,

defina una distinción,


o
deje a una distinción ser dibujada,

Para estas formas hemos alcanzado aquí un lugar tan primitivo como activo y pasivo, así
como un número de otras oposiciones más periféricas que han sido condensadas juntas.
Casi cualquier forma de palabras sugerirá más categorías que las aquí expresadas.

Capítulo 3

La hipótesis de simplificación es la primera convención abierta que es puesta para su


utilización antes de que haya sido justificada. Pero tiene un precursor en el interdicto “deje
a un estado indicado por una expresión ser el valor de la expresión” en el capítulo pasado,
el cual permite valorar a una expresión sólo en el caso, ni más ni menos, de que un estado
sea indicado por la expresión. El uso tanto del interdicto como de la convención es
eventualmente justificado en los teoremas de representación. Otros casos de justificación
desfasada serán encontrados posteriormente. Un notable ejemplo es el teorema 16.
Podemos preguntar por qué no justificamos tal convención una vez que ha sido dada. La
respuesta, en la mayoría de los casos, es que la justificación (aunque válida) carecería de
significado hasta que conociéramos el uso del principio que requiere justificación. En otras
palabras, antes de que podamos justificar razonablemente un principio poco conocido,
primero requerimos familiarizarnos con cómo este trabaja.

Podemos presumir que esta práctica de aplazamiento es operativa en donde sea. Es un


hecho notable que en matemáticas muy pocos teoremas útiles permanecen sin ser sometidos
a prueba. Por “útil” no nos referimos necesariamente a sus aplicaciones prácticas fuera de
las matemáticas. Un teorema puede ser útil matemáticamente, por ejemplo, para justificar
otro teorema.

Uno de los teoremas “menos útiles” en matemáticas es la conjetura de Goldbach. No es


frecuente que nos encontremos a nosotros mismos diciendo “si sólo supiéramos que todo
número dado mayor que 2 podría ser representado como una suma de dos números primos,
seríamos capaces de mostrar que…” D. J. Spencer Brown, en una comunicación privada,
sugiere que la aparente inutilidad no es la razón por la cual tales teoremas no puedan ser
probados, pero es una razón para suponer que si existiera una prueba válida hoy en día,
nadie la reconocería como tal, ya que nadie estaría familiarizado con el terreno en el cual
tal prueba descansaría. Hablaré más sobre esto en las notas de los capítulos 8 y 11.

Capítulo 4
En todas las matemáticas se hace aparente, en algún momento, que hemos estado siguiendo
por algún tiempo cierta regla sin ser conscientes de ello. Esto puede ser descrito como el
uso de una convención encubierta. Un aspecto reconocible del progreso en matemáticas
consiste en el aumento de consciencia sobre aquello que estamos haciendo, de modo que lo
antes encubierto se vuelve ahora explícito.
Lo más cerca que estamos de comenzar aquello que consideramos como un propósito,
procede de aquello que hemos adoptado sin más comentarios. Su uso puede ser considerado
como la presencia de un arreglo en la ausencia de un acuerdo. Por ejemplo, en la
declaración y prueba del teorema 1 hay un arreglo (aunque no un acuerdo) de que
deberemos dibujar en una superficie plana. Si dibujamos en la superficie de un toro, el
teorema no es verdadero (o no lo hace verdadero).

El hecho de que los hombres han utilizado durante centurias una superficie plana para
dibujar, significa que, en este punto del texto, tanto el autor como el lector pueden ser
estafados al asumir que se utilizará un plano para dibujar, sin más cuestionamientos. Pero,
como cualquier otra presunción, esto no es incuestionable y el hecho de que podamos
cuestionar este caso significa que podemos hacerlo en todas partes. De hecho, hemos
establecido un supuesto que es común pero que permanece sin hacerse explícito y que
subyace a aquello que es escrito en matemáticas: el de una superficie plana (más
generalmente, una superficie de tipo 0, aunque podremos ver más tarde que esta amplia
generalización nos fuerza a reconocer otro supuesto silencioso hasta ahora). Más aún, ahora
es evidente que si son sutilizadas diferentes superficies, lo que es dibujado, aunque sea
elaborado de manera idéntica, puede no tener un significado idéntico.

En general, hay un orden al proceder entre teoremas, de modo que los teoremas que pueden
ser probados más fácilmente con la ayuda de otros teoremas son dispuestos para ser
probados después de otros teoremas. Este orden no es rígido. Por ejemplo, habiendo
probado el teorema 3, utilizamos aquello que encontramos en la prueba, para probar el
teorema 4. Pero los teoremas 3 y 4 son simétricos, su orden depende únicamente de si
deseamos proceder desde lo simple hasta lo complejo o de lo complejo a lo simple. El
lector podría intentar, si así lo deseara, probar el teorema 4 sin ayuda del teorema 3,
después de lo cual sería capaz de probar el teorema 3 análogamente a la forma en la que el
teorema 4 es probado en el texto.

Se observará que la representación literal del teorema 8 es menos fuerte que el teorema
mismo. El teorema es consistente en

Mientras probamos la versión débil


La versión más fuerte es claramente verdadera, pero deberemos encontrar que somos
capaces de demostrarlo como una consecuencia en el álgebra. Por lo tanto probamos, y
utilizamos como primera álgebra inicial, la versión más débil.

En el teorema 9 vimos la diferencia entre el uso del verbo dividir y nuestro uso del verbo
escindir. Cualquier división de un espacio resulta en divisiones de un estado de otra
manera indistinguibles, que son todas del mismo nivel; mientras que una escisión conforma
estados distinguibles, que corresponden a diferentes niveles.

Una idea de la relativa fuerza de la escisión y de la división puede ser recogida del hecho de
que la regla del número es suficiente para unificar un espacio dividido, pero no para evitar
un espacio escindido.

Capítulo 5
Provocando reglas para la manipulación algebraica, el texto explícitamente refiere a la
existencia de sistemas de cálculo diferentes al sistema descrito. Esta referencia es tanto
deliberada como no-esencial, marca el nivel en el cual estos sistemas son usualmente
acondicionados con sus falsos, o truncados, o postulados orígenes.

Es deliberado informar el lector que, en el sistema de cálculo que estamos construyendo, no


estamos saliendo de los métodos básicos de otros sistemas. De modo que a donde
lleguemos, al final, podremos elucidarlos y ajustarlos con sus verdaderos orígenes. Pero al
mismo tiempo, es importante para el lector ver que la referencia a otros sistemas no es
esencial para el desarrollo del argumento en el texto. Aquí los argumentos se sostienen o
caen por sus propios méritos, sin depender de su validez sobre acuerdos o desacuerdos con
otros sistemas. Así que las reglas 1 y 2, como puede apreciarse en sus justificaciones, no
dice nada que no haya sido dicho en el texto. Por el contrario, únicamente presentan de
manera conjunta los comandos e instrucciones que serán relevantes para el nuevo tipo de
calculación que emprendemos.

El reemplazo referido a la regla 2 es generalmente restringida a la expresión de variable


independiente de la forma simple (es decir, literal), y es de hecho confinada en el texto.
Pero el mayor permiso concedido por la regla no está exento de aplicación significativa, si
es requerido.

Capítulo 6
Mediante la revelación y la incorporación a su propio origen, el álgebra primaria provee
inmediatamente de acceso a la naturaleza de la relación entre operadores y operandos. Un
operando en el álgebra es simplemente la presencia conjeturada o la ausencia de un
operador.

Esta identificación parcial entre el operando y el operador, la cual no se restringe a las


álgebras booleanas, puede de hecho ser reconocida si extendemos descripciones familiares,
aunque en estas descripciones no sea tan obvio. Por ejemplo, podemos encontrarla tomando
los operadores booleanos ∨ (usualmente interpretados como la ‘o’ lógica, pero que aquí
utilizamos en un sentido puramente matemático) y ∧ (usualmente interpretada como la ‘y’
lógica, pero que aquí también será utilizado en su sentido puramente matemático),
liberando sus alcances (por el principio de relevancia), liberando el orden de la variables
dentro de sus alcances (mediante el mismo principio), y explorando matemáticamente al
caso no variable,

permute
permute
permute
permute

lo cual muestra claramente que no tenemos necesidad de las formas aritméticas 0, 1 (o z, u,


o F, T , etcétera), ya que podemos equipararlos con () ∨ y () ∧ respectivamente. Podemos
ahora dibujar una variable booleana de la forma a, b, etcétera, donde quiera que
conjeturemos la presencia de una de estas dos partículas fundamentales, aunque no estemos
seguros (o no nos importe) cuál. Las tablas funcionales para ∨ y ∧ de dos variables así
llegan a ser

la permutación es asumida.
J1, J2 no son las únicas dos iniciales que puede ser tomadas para determinar el álgebra
primaria. Notamos10 a partir del cuarto conjunto de postulados de Huntigton que podríamos
haber utilizado C5, C6.*

La demostración de J1, J2 a partir de C5, C6 es tanto difícil como tediosa. Eso es,
evidentemente, porque encontramos dos principios algebraicos básicos, en uno de los
cuales una variable es trasplantada en la expresión, mientras que en el otro es eliminada por

Edward V. Huntington, Trans. Amer. Math. Soc., 35 (1933) 280-5.


1010

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Ahora es sabido que los postulados de Huntigton no son independientes, así que podemos derivar sólo el
álgebra primaria de C6 – El Autor.
la expresión. Procurando mantener estos dos principios aparte, las demostraciones
subsecuentes no serán difíciles. Si, como en las dos ecuaciones de Huntigton, estas se
entremezclan, entonces el desenredarlas será complicado.

La expresión que aquí presentamos de las ecuaciones de Huntigton en la forma de c5, c6 no


es la forma en la cual él originalmente se expresó. Él estaba obstaculizado por suposiciones
paralizantes de orden de relevancia y de alcance binario, las cuales no hemos tenido en
etapa alguna del álgebra primaria. Por esta razón, él encontró necesario dar dos ecuaciones
adicionales para completar el conjunto. C5 y C6, consideradas como iniciales, son de
principal interés pues utilizan sólo dos variables distintas, mientras que J1 y J2 emplean
tres.

En un primer momento había considerado imposible la demostración de C1 a partir de J1 y


J2 tal y como están. En 1965 un pupilo, Mr. John Dawes, produjo una prueba más bien
larga de lo contrario, así que al siguiente año plantee el problema en mi clase como un
ejercicio y fue resuelto con una muy elegante demostración por Mr. D. A. Utting. Yo
reproduje la demostración de Mr. Utting ligeramente modificada en el texto.

Aunque, superficialmente puede parecer menos eficiente, es eventualmente más natural y


conveniente utilizar nombres que números para identificar las consecuencias más
importantes, como de hecho ocurre con los teoremas, ya que no conforman en general un
conjunto ordenado.

Llamando tales consecuencias, fui dirigido a encontrar aquello que parecía apropiado como
una descripción del proceso de nombrar, como aparece en el álgebra, sin hacer violencia al
origen aritmético. En algunos lugares tanto las formas como los nombres son
reconociblemente similares a los de otros autores que han determinado las álgebras
booleanas. En muchos casos hasta ahora, el nombre comúnmente utilizado describe sólo
una de las direcciones en la cual el paso puede ser tomado. Aquello que es llamado
expansión booleana es un ejemplo. En tal caso, en donde el nombre es tomado sólo en una
dirección, he introducido un antónimo en otra dirección y he dado un nombre genérico para
comprender ambos. En otros casos reconocibles he encontrado aquello que me parecía ser
un nombre más apropiado, tal como el ocultamiento es llamado 11 por Withehead, absorción.
La parte oculta de la expresión no es absorbida en el restante, sino eclipsado por este. Esto
puede considerarse claro en la aritmética o si la expresión es ilustrada con un diagrama de
Venn. A mi parecer, Peirce fue el único autor previo que reconoció como tal, aquello que
llamo posición. Él lo llamó supresión,12 con lo cual se puso atención únicamente en una
dirección de la aplicación.

Yo no supongo que lo nombres se conservarán para siempre. La familiaridad tiende a


producir una especie de jerga o slang, que a menudo es más apropiada, la cual es

1111
Alfred North Whitehead, A treatise on universal Algebra, Vol. I, Cambridge, 1898, p 36.
1212
Charles Sanders Peirce, Collected papers, Vol. IV, Cambridge, Massachusetts, 1933, pp 13-18.
considerada académicamente adecuada o correcta. Por ejemplo, la aplicación de la
consecuencia 2 ha producido más ‘variedad’ familiar por ‘regeneración’ y ‘reversión’ por
‘degeneración’ y es de interés notar que las transformaciones de estas consecuencias son
imágenes inmediatas de lo que Proclus llamó13 πρόοδος y έπιστροφή traducido por Dodds
como procesión y reversión.

El hecho de que nombres descriptivos tales como ‘transposición’ e ‘integración’ sean


aplicados de manera diferenciada en otros ámbitos de las matemáticas (y de hecho, en
diferentes partes de este libro) no parece ser una razón para evitar su uso en los sentidos
definidos en este capítulo. El nivel profundo de investigación, el nivel duro de
investigación lleva a encontrar palabras suficientemente sólidas para nombrar aquello que
ha sido encontrado, y en todos los casos mi uso de lenguaje para describir primarios
procesos de dibujo tiene una gran potencial de significación que es necesario tanto para los
usos más superficiales como para los más especializados.

Uno de los hechos más hermosos que emergen de los estudios matemáticos es esta potente
relación entre el proceso matemático y el lenguaje ordinario. Parece no haber una idea
matemática de alguna importancia o profundidad que no sea reflejada, que con una
precisión casi misteriosa, en el uso común de las palabras y que se manifiesta como cierta
especialmente cuando consideramos palabras en su original, y a veces olvidado, sentido.

El hecho de que una palabra puede tener diferentes (pero relacionados) sentidos lleva a
considerar que la comunicación no es posible generalmente. Pero por el contrario, es
evidente que la comunicación de casi cualquier idea trivial sería imposible sin esta
condición.

Ya que desde este punto en el texto las formas fundamentales de la comunicación


matemática están prácticamente completas, puede ser un ejercicio revelador volver a
traducir de manera extensa algunas de las formas abreviadas mediante la aplicación del
criterio de contracción de referencia. Para este propósito tomamos el enunciado y la
demostración de la consecuencia 9. En palabras y figuras, esto podría verse así:
La novena consecuencia, llamada transposición de cruce o C9 puede ser sostenida como se
presenta a continuación.

b cruza r cruza cruza todo a


cruza r cruza cruza 2 x cruza
r cruza 2 y cruza r cruza 2

1313
ΠΡΟΚΛΟΥ ΔΙΑΔΟΧ ϚΟΥ ΕΤΟΙΧΕΙΩΣΙΣ ΘΕΟΛΟΓΙΚΗ , traducido por E. R. Doods, 2°edición,
Oxford, 1963.
cruza todo

expresa el mismo valor que

r cruza ab cruza todo rxy cruza 3.

Cuando el paso permitido por esta ecuación es tomada del precedente de la última
expresión, es llamada a transponer un cruce o recolecta, y cuando es tomada en reversa es
llamada a transponer un cruce o distribución.

La ecuación puede ser demostrada así:

b cruza r cruza cruza todo a


cruza r cruza cruza 2 x cruza
r cruza 2 y cruza r cruza 2
cruza todo

puede ser cambiada a

b cruza r cruza cruza todo a


cruza r cruza cruza 2 xy
cruza 2 r cruza 2 cruza todo

mediante la utilización de C8 y luego aplicando C1 tres veces etcétera.

Podemos observar que, en cuanto expresiones, el lenguaje matemático se ha vuelto


completamente visual, lo cual no constituye una forma apropiada de hablar, por lo que re-
verbalizándolo debemos codificarlo en una forma adecuada al lenguaje ordinario. Así,
aunque la forma matemática de una expresión es clara, la forma re-verbalizada es oscura.

La mayor dificultad de traducir de la forma escrita a la hablada proviene del hecho de que
en la escritura matemática somos libres de marcar las dos dimensiones del plano, mientras
que en el hala podemos marcar sólo una dimensión en el tiempo.

Mucho de lo que es innecesario y obstructivo en matemáticas hoy en día proviene de


vestigios de esta limitación de la forma hablada. Por ejemplo, en el lenguaje cotidiano, al
evitar referencia directa una pluralidad de dimensiones, tenemos que adaptar el alcance de
constantes tales como el ‘y’ y el ‘o’ y esto lo podemos hacer convenientemente al nivel del
primer número plural. Pero llevar la fijación encima de las formas escritas es fracasar en la
dimensión ofrecida mediante otras dimensiones. Esto puede llevarnos a suponer que el
alcance binario de operadores asumidos para la conveniencia de representarlos en una
dimensión es relevante para su actual forma de operación, lo cual no es así en estos
operadores simples.*

Capítulo 7
En la descripción del teorema 14 “la constante” se refiere a la constante operativa. Existen
dos constantes en el cálculo: una marca u operados, y un blanco o espacio. Al referirnos a
“la constante” sin especificaciones adicionales deberá ser tomado para denotar al operador
en lugar del espacio.

Capítulo 8
Ya hemos distinguido en el texto entre demostración y prueba. Una vez hecha esta
distinción aparece en cierta forma como natural el hecho de que una prueba no puede ser
justificada de la misma manera que una demostración. Mientras en una demostración
podemos apreciar que las instrucciones ya grabadas son apropiadamente obedecidas, no
podemos utilizar esta ventaja en el caso de una prueba.

En una prueba, estamos trabajando en términos que son ajenos al cálculo, y por lo tanto no
se sujeta a sus instrucciones. En cualquier intento de prestar tales pruebas sujetas a la
instrucción, lo logramos al costo de marcar otro cálculo, dentro del cual el cálculo original
es acunado y fuera del cual deberemos nuevamente ver formas que sean susceptibles de
prueba pero no de demostración.

La validez de una prueba descansa, entonces, no en nuestra motivación común por un


conjunto de instrucciones, sino en nuestra experiencia común de un estado de cosas. Esta
experiencia usualmente incluye la habilidad de razonar lo que ha sido formalizado en la
lógica, pero que no ha sido restringido a ella. Casi todas las pruebas, ya sea a cerca de un
sistema que contenga números o no, utiliza la habilidad común para computar, es decir
contar en ambas direcciones, y de utilizar ideas derivadas de nuestra experiencia de esta
habilidad.

Se nos plantea la pregunta sobre por qué consideramos a la prueba de un teorema con
mismo grado de certeza que la demostración de una consecuencia. No es una pregunta que
a primera vista admita una respuesta sencilla. Si una respuesta fuera posible, parecería

**
Por esta razón es más apropiado describir en álgebra en este texto como browninana en lugar de booleana,
ya que la booleana y todas las álgebras previas fueron consideradas constreñidas por limitaciones paralizantes
del orden de relevancia y del alcance binario. El Autor, 2000/06/27
mentir en el concepto de experiencia. Ganamos experiencia de la vivencia de procesos
representativos, en particular del argumento y del conteo posterior y anterior en unidades, y
mediante esta experiencia se convierte en certeza –en nuestras mentes– la validez de
utilizarlo para sostener una prueba. Pero dado que los procedimientos de la prueba no están,
ellos mismos, ya codificados en un cálculo (aunque podrían estarlo eventualmente), nuestra
certeza en esta etapa debe ser considerada intuitiva. Podemos lograr una demostración
simple mediante las siguientes instrucciones, aunque podamos ser ajenos al sistema en el
cual las instrucciones son obedecidas.* Pero probando un teorema, si aún no hemos
codificado la estructura de la prueba en la forma de un cálculo, debemos por lo menos estar
familiarizados con, o haber experimentado en, aquello que sea tomado como el terreno de
la prueba, de lo contrario, podríamos no ver esto como una prueba.

Otra forma de observar la relación entre demostración y prueba, que añade soporte a la
proposición de que el grado de certeza de una prueba es igual a una demostración, es
considerarla como el límite que divide el estado de la prueba del estado de demostración.
Una demostración, recordemos, ocurre dentro del cálculo, mientras que la prueba reside en
el exterior. La frontera entre estos es así una frontera compartida, y es aquello que es
cercano, en una dirección o en la otra, de acuerdo si hemos demostrado una consecuencia o
probado un teorema. Por lo tanto consecuencias y teoremas puede ser vistas como soporte
la una de la otra en una mutua relación.

Pero la frontera que marca su relación, aunque compartida es (como la frontera existencial)
vista sólo de un lado, ya que si conocemos el terreno en el cual descansa una
demostración,2 la demostración puede ser vista como una prueba de implicación, aunque
una prueba no es nunca vista como una demostración. Observamos, de hecho, que la
demostración mantiene la misma relación con la prueba que la ecuación inicial mantiene
con el axioma, pero debemos notar también que la relación es evidente sólo en aritmética, y
se pierde cuando partimos del álgebra. Esto parece ser por lo cual las álgebras son
comúnmente presentadas son axiomas, en todos los sentidos de la palabra.

El hecho de que una prueba es una manera de hacer aparentemente obvio aquello que
latente es de algún interés matemático. Aunque existen un número cualquiera de distintas

**
No sé por qué estoy haciendo un alboroto de esto. Un teorema en el lenguaje ordinario, no puede ser un
elemento en el cálculo. La consecuencia es el resultado de una calculación, por lo tanto debe ser un elemento
del cálculo. – El Autor 2007/09/17 0700.
2
Y por lo tanto, previsto que entendamos la razón formal –como distinta de la pragmática– de la ecuación
inicial que empleamos y que no hemos postulado.
pruebas de teoremas dados, pueden aun así, ser difíciles de encontrar. En otras palabras,
podemos intentar probar un teorema en un gran número de maneras erróneas antes de pasar
por la forma correcta.

Incluso la analogía de la búsqueda puede no ser adecuada en este contexto. Porque aquello
que hemos encontrado, eventualmente, es algo que hemos sabido y podríamos haber sido
conscientes de ello todo el tiempo. Por lo que no estamos, en este sentido, buscando algo
que ha permanecido oculto. La idea de llevar a cabo una búsqueda puede no ser de ayuda, o
incluso obstructiva, ya que las búsquedas son en general organizadas para encontrar algo
que ha sido previamente escondido, y por lo tanto no está a la vista.

Descubriendo una prueba, debemos haber algo más sutil que una búsqueda. Debemos llegar
a ver la relevancia, con respecto a cualquier enunciado que deseemos justificar, y del cual,
por lo tanto, somos conscientes. Mientras podemos saber cómo emprender una búsqueda
sobre algo que no podemos ver, la sutileza de la técnica de tratar de ‘encontrar’ algo que ya
puede verse puede escapar más fácilmente a nuestros esfuerzos.

Este puede ser un momento adecuado para introducir una distinción entre seguir el curso de
un argumento y entenderlo. Asumo entender como la experiencia de aquello que es
entendido en un amplio contexto. En este sentido, no entendemos completamente un
teorema hasta que somos capaces de contenerlo en un teorema más general. Podemos, sin
embargo, seguir su prueba en el sentido de venir a observar su evidencia, sin entenderlo en
el amplio sentido en el que puede descansar.

Seguir y entender, como demostrar y probar, son en ocasiones erróneamente tomados como
sinónimos. Muchas veces se considera que una persona no ha entendido un argumento, un
proceso o una doctrina cuando lo cierto es que no lo ha seguido. Pero su fracaso en el
seguimiento puede ser deliberado y puede originarse en el hecho de que ha entendido qué le
fue presentado, y no lo sigue porque ve un camino más corto o más aceptable, aunque
puede no saber cómo comunicarlo.

Siguiendo, podemos entonces ser asociados a una doctrina particular, y una doctrina
particular demanda una adherencia a una forma particular de decir o de hacer algo. El
entender implica el hecho de que lo que sea que haya sido dicho o hecho puede siempre ser
dicho o hecho de una manera diferente, y que todas las formas llevan a lo mismo.
Capítulo 9
Observamos que la idea de completitud no puede aplicarse enteramente a un cálculo, pero
sí a una representación de una determinación de un cálculo por otro. Lo que es cuestionado,
de hecho, es la completitud de una forma alternativa de expresión.

El parangón de tal alternativa es la representación algebraica de una cierta aritmética,


aunque de hecho no podemos encontrar un caso más central de ello en la representación
aritmética de una forma. En el último caso, como vemos en los teoremas de representación,
la idea de completitud se condensa con la de consistencia. En el caso menos central, estas
dos ideas vienen por separado. Así, el caso más primitivo de completitud, en su forma pura,
se funda en la representación algebraica.
Un hecho en el que Gödel puso atención es que en una álgebra que incluye
representaciones de sumas y multiplicaciones, no se puede contar completamente para una
aritmética de números naturales en la cuales estas operaciones son consideradas
elementales. Por lo tanto, en la teoría del número, aunque ciertas relaciones pueden ser
probadas, no se puede construir álgebra alguna en la cual todas las relaciones sean
demostrables.
Para mí, el teorema de Gödel nunca que me ha parecido ser una razón para desesperarse, tal
y como algunos investigadores lo han tomado. Sino que lo considero un motivo de
celebración, ya que confirma lo que los matemáticos habían ya encontrado por experiencia:
que la aritmética ordinaria es un terreno de investigación más rico que el álgebra ordinaria.*

Capítulo 10
Es usual probar la independencia de ecuaciones iniciales indirectamente. 14 No es común
observar, aunque se vuelve evidente cuando se le considera, que con un conjunto de sólo
dos iniciales, es siempre posible una prueba directa de su independencia. Y yo doy tal
prueba en este texto.

**
El propio Gödel estaba confundido sobre aquello que había mostrado. Él dió la impresión de que algunas
proposiciones verdaderas no podían ser probadas. Y no es así. Todas las proposiciones verdaderas pueden ser
probadas, pero en ciertas álgebras, algunas proposiciones no pueden ser demostradas.
1414
Siguiendo a Edward V. Huntington, Trans. Amer. Math. Soc., 5 (1904) 288-309.
Una prueba de independencia puede ser apropiadamente considerada como una prueba de
in-completitud del cálculo con la inicial faltante.

Capítulo 11
La cuestión de si las funciones son ellas mismas permisibles (o no), ha sido discutida hasta
el cansancio por diversas autoridades desde que los Principia mathematica fueron
publicados. El argumento de Whitehead y Russell, considerándolas impermisibles, es bien
conocido. Y es el tema de un número de comentarios de Wittgenstein [4, proposiciones
5.241, traducción de Pears-McGuiness].
Una operación, dice Wittgensteinm, no es la marca de una forma, pero sí una relación entre
formas. Wittgenstein observa aquello que yo llamo la marca de una distinción entre
estados, a lo que él llama formas. Y también ve su conexión con la idea de operación. Él
entonces remarca que [5.251]
Una función no puede ser su propio argumento,
mientras que una operación puede tomar uno de sus propios resultados como su base.

Esto aplica sólo, en estricto sentido, a las funciones valoradas únicas. Si permitimos
funciones inversas e implícitas, entonces la aseveración enunciada arriba es falsa. Una
función de una variable, en el amplio sentido con en el que es definida en este capítulo, es
el resultado de un conjunto posible de operaciones en la variable. Por lo que, si una
operación puede tomar su propio resultado como una base, la función determinada por esta
operación puede ser su propio argumento.
Deberé proceder, a la luz de este recreo, a examinar en algunos detalles la analogía entre
ecuaciones booleanas y aquellas de un álgebra numérica ordinaria.
Boole mantenía15 que la ecuación con la cual el definió aquello que llamaba la ley de la
dualidad:

es de segundo grado. Si esto es así, todas las ecuaciones de ¿ 1 deberán ser reducidas al
primer grado. En otras palabras, es una ecuación de segundo grado solamente en el nivel
descriptivo, no en el álgebra.
La falsedad de este presunto grado, considerado en el álgebra, es revelada por la
aseveración de Boole en una nota al pie [p. 50] que señala que una ecuación de tercer grado
no tiene interpretación en su álgebra. La tiene, como deberemos mostrar ahora, pero en este
punto Boole parecer haber sido superado por su notación, la cual utiliza formas numéricas
para un álgebra que es esencialmente no-numérica.
La ecuación de Boole

es una analogía en el álgebra primaria de

Como podemos apreciar, esta es una ecuación de primer grado, siendo expresables sin
necesidad de subversión. La forma real de la analogía con un álgebra numérica puede ser
ilustrada como sigue.
Suponga

Donde p, q, r pueden representar números racionales. Podemos re-escribir la ecuación en


la forma

llamando q/ p=a y r/ p=b, y ello puede ser transpuesto, además, en

1515
Geroge Boole, An investigation of the laws of thought, Cambridge, 1854, p. 50.
En álgebra booleana estamos negando correctamente el modo de F1, pero permitiendo el
modo de F2, el cual es continuo o –si lo deseamos ver así– subversivo. Entonces una
ecuación de cualquier grado es tanto construible como plena de significado en un álgebra
booleana, aunque no necesariamente en su forma primaria. Para alcanzar un grado mayor,
todo lo que necesitamos hacer es sumar otro estado estable. Las dos ecuaciones
moduladoras al final del capítulo son ambas de segundo grado. Ellas fueron descubiertas en
1961, en colaboración con D. J. Spencer-Brown, para circuitos computacionales de
propósitos especiales.
Los circuitos representados por estas ecuaciones, actualmente utilizados por British
Railways, comprenden una primera aplicación de dos invenciones. La primera construcción
de un dispositivo cuenta enteramente por ´lógica´ (es decir, sólo con interruptores y sin
retrasos de tiempo artificial, tales como los condensadores eléctricos) y además, usa por
primera vez –en un circuito de interruptores– valores booleanos imaginarios en el proceso
de construcción de una respuesta real. Un valor imaginario es aquel en el que los resultados
deseados activan el interruptor.
El hecho de que los valores imaginarios puedan ser utilizados para obtener una respuesta
real, junto con el hecho de que no sean utilizados en los razonamientos matemáticos
actuales, y aunado al hecho de que claramente ciertas ecuaciones no puede ser resueltas sin
el uso de valores imaginarios, significa que ellas deben ser declaraciones matemáticas
(cuya verdad o falsedad es de hecho perfectamente definible) que no pueden ser decididas
mediante los métodos y razonamientos a los que habíamos estado restringidos hasta
ahora.*
En general, si restringimos nuestro razonamiento a una interpretación de ecuaciones
booleanas únicamente de primer grado, esperaríamos encontrar teoremas que siempre
desafían la decisión, y el hecho de que al parecer encontramos tales teoremas en la
aritmética común, puede servir aquí como una confirmación práctica de esta obvia
predicción. Para confirmarla teóricamente sólo necesitamos probar: 1) que tales teoremas
no pueden ser decididos mediante teoremas de primer grado; y 2) que pueden ser decididos
mediante razonamientos de un grado mayor. El incido número 2 sería probado
proporcionando tal prueba a uno de estos teoremas.
Puedo decir que considero que por lo menos uno de tales teoremas será rápidamente
decidido mediante los métodos esbozados en el texto. En otras palabras, considero que he
reducido su decisión a un problema técnico que es comprensible para un matemático
ordinario preparado (y que cuente con un patrocinio u otros medios) para emprender la
labor.
Cualquier ecuación de segundo grado subvertida similar, puede ser llamada
alternativamente, igualmente informada. La podemos observar sobre una sub-versión
(yendo hacia abajo) de la superficie sobre la cual es marcada, o alternativamente, como una
in-formación (dentro de la formación) expresada.
**
El lector puede referirse al apéndice 8, en donde utilizo un argumento de segundo grado para probar que
existen primos entre cuadrados.
Tal información es de este modo informada, en el sentido de que tiene a su propia forma
dentro de ella, y al mismo tiempo es informada en el sentido de que recuerda lo que ha
ocurrido en el pasado.
No necesitamos suponer que es así como exactamente funciona la memoria en un animal,
pero ciertamente este es el modo en el que se construye la memoria en las computadoras
electrónicas. Los ingenieros han construidos tales memorias in-formadas con relevos
magnéticos durante una gran parte de este siglo.
Tal vez podamos considerar a tal memoria de in-formación simplificada como un precursor
de formas de memoria e información más complicadas y variadas en el hombre y en
animales superiores. También podríamos considerar otras manifestaciones de las formas
clásicas de física o biología en el mismo sentido.
Así, no imaginamos el tren de ondas emitido por un escalón finito excitado exactamente
como el tren de ondas emitido por una partícula física excitada. Por una razón la onda de un
escalón es cuadrada y por otra es emitida sin energía (considero que necesitamos hacer, por
lo menos, otro procedimiento de la forma antes de llegar a una concepción de energía en
estas líneas). Aquello que vemos en las formas de expresión en este estado, aunque
reconocible, podría considerarse como un precursor simplificado de lo que en física
llamamos, la cosa real. Aun así, su precisión y cobertura es notable. Por ejemplo, si en
lugar de considerar el tren de onda emitido por la expresión de la Figura 4, consideramos la
expresión por sí misma en su estado inactivo, vemos que está compuesta de ondas
permanentes. Si, por lo tanto, lanzamos una expresión a través de su propio espacio
representativo, será, al pasar por un punto dado, observable hasta ese punto como una
oscilación simple con una frecuencia proporcional a la velocidad de su travesía. Hemos así
llegado ya, al notable y llamativo precursor de la onda de propiedades de las partículas
materiales.
Podemos considerar tales manifestaciones como los gérmenes formales, como los
precursores existenciales de lo que debe, en el menos central de los casos y bajo ciertas
condiciones, suceder. Existe una tendencia, especialmente en la actualidad, a considerar a la
existencia como un recurso de la realidad y por lo tanto, a considerarla como un concepto
central. Pero tan pronto como esta premisa es examinada (apéndice 2), la existencia * ser
revela como un concepto muy periférico, y como tal, especialmente corrupto (hablando en
sentido formal) y vulnerable. El concepto de verdad es más central, aunque aun
reconociblemente periférico. Si la debilidad de la ciencia actual es que esta se centra en el
concepto de existencia, la debilidad de la lógica actual es que se centra en la verdad.
A través de este ensayo, hemos encontrado que no tenemos necesidad del concepto de
verdad, además de dos evitables apariencias (verdad = abierto a prueba) en el contexto
descriptivo. En ningún momento, por decir lo menos, es considerada como un habitante
necesario en el cálculo de las formas. Estas formas son, de este modo, no sólo precursores
de la existencia, son también precursores de la verdad.

**
Que proviene de: ex = fuera y de sistere = estar.
Esto es, yo diría, el bloque intelectual contra el que muchos de nosotros tropezamos y que
debemos abandonar para experimentar el mundo claramente. Debemos abandonar el
concepto de existencia por el de verdad, el de verdad por el de indicación, el de indicación
por el de forma y el de forma por vacío.
Entonces, ¿qué relación mantiene la lógica con respecto a las matemáticas? Podemos
anticipar (apéndice 2) que los argumentos que utilizamos para justificar las formas de
calculación (por ejemplo, las pruebas de teoremas) pueden ellas mismas ser justificadas
poniéndolas en la forma del cálculo. El proceso de justificación puede ser visto, entonces,
como una auto-alimentación y esto puede ser la razón más importante contra la creencia de
que la codificación del procedimiento de una prueba proporciona evidencias para las
pruebas. En realidad, todo lo que hacen es proporcionar coherencia. Un teorema no está
más comprobado por la lógica y la computación de lo que un soneto es escrito con
gramática y retórica; o de lo que una sonata es compuesta por armonía o contrapunto; o una
pintura pintada con balance y perspectiva. Lógica y computación, gramática y retórica,
armonía y contrapunto, balance y perspectiva, pueden ser vistos en el trabajo después de
que este ha sido creado, pero estas formas son, en el análisis final, parásitos de (y no tiene
existencia separados de) la creatividad del trabajo mismo. Así, la relación entre lógica y
matemáticas es vista como una ciencia aplicada a su terreno puro. Toda ciencia aplicada es
vista como dibujar el sustento de un proceso de creación (con el cual puede combinar una
estructura dada), pero del que no se puede apropiar.

Capítulo 12
Permítasenos imaginar que, en lugar de dibujar sobre una superficie plana, estamos
dibujando en la superficie de la Tierra. Ignorando los agujeros de los conejos, podemos
tomarla como una superficie de género 0. Suponga que dibujamos

Para que este dibujo sea legible desde otro planeta, lo hacemos muy grande. Suponga que
dibujamos el soporte exterior alrededor de la línea del Ecuador, y que los soportes que
contienen b y c siguen las líneas de las costas de Australia y de South Iland en Nueva
Zelanda, respectivamente.
El dibujo de arriba representa la apariencia de esto, visto por alguien en el Hemisferio
Norte, como en Londres. Pero permítasenos viajar.
Llegando a Capetown observamos
Navegando hacia Melbourne, vemos

y partiendo de allí hacia Christchurch, encontramos

Estas cuatro expresiones, son distintas y no equivalentes. Evidentemente no es suficiente


sólo anotar una expresión, incluso en una superficie de género 0, y esperar a que sea
entendida. Debemos también indicar dónde se supone que el observador se ubique en
relación con la expresión. Dibujando en un plano, la ambigüedad no se hace patente porque
tendemos a observar la expresión desde afuera del soporte más exterior. Cuando se dibuja
en la superficie de una esfera no hay manera de decir cuál de los soportes debe suponerse
como el más exterior. En tal caso, para dar sentido a una expresión debemos añadir un
indicador, y así marcar el sitio desde el cual el observador es invitado a mirar.
En el tercer experimento observamos una forma alternativa (aunque aquí menos poderosa)
de utilizar el principio de relevancia. Mediante el uso normal de este principio, podríamos
obliterar las marcas adicionales (ya que todo estado es marcado idénticamente) y llegar al
círculo simple en un paso, mientras que en el experimento tomamos el curso débil de
obliterar la línea de distinción entre las marcas, requiriendo así, de un paso más para
alcanzar al círculo simple.
Note que ambas maneras de simplificación son diferentes de los métodos de cancelación y
condensación adoptados para el cálculo, aunque derivados de estos, y por lo tanto no son
inconsistentes con ellos. A partir del experimento empezamos a ver cómo todos los
principios constelares con las cuales dirigimos nuestras rutas, brotan de la reductibilidad
final de números y de la anulabilidad de números. Es sólo mediante la fijación del uso de
estos principios en algún punto, que hemos mantenido un universo (en cualquier forma).
Nuestro entendimiento de tal universo proviene no del descubrimiento de su apariencia
actual, sino de recordar aquello que originalmente hicimos para construirlo.
De este modo, el cálculo por sí mismo puede ser realizado como una recolección directa.
Ya que salimos del estado central de la forma –procediendo hacia el exterior y hacia la
periferia– observamos cómo las leyes del llamado y del cruce (que fijan la etapa de nuestra
ruta a través del espacio representativo) se vuelven constelaciones fijas en el familiar juego
del tiempo. Nuestras esperanzas y miedos de solución (a las que llamamos teoremas), se
vuelven su equipo de apoyo. Al final, dado que re-entramos en la forma, ellas son
justificadas y utilizadas. Estas son necesarias sólo mientras no son garantía de certeza.
Cunado proporcionan garantías de certeza, deben ser descartadas.
Regresando brevemente a la idea de precursores existenciales, vemos que si aceptamos su
forma en la estructura identificada como la menos primitiva, la ciencia actual no puede
escapar a la conclusión de que aquello que comúnmente es considerada como la realidad
consiste meramente en marcas o expresiones. Dado que las marcas o expresiones son
consideradas para existir en algún sustrato, entonces el universo mismo, como ahora
sabemos, puede ser considerado como una expresión de una realidad diferente de sí misma.
Permítanos considerar, por un momento, el mundo tal y como es descrito por lo físicos.
Este consisten en un número dado de partículas fundamentales que, si son disparadas en su
propio espacio, aparecen como ondas y pertenecen, por lo tanto (como en el capítulo 11), a
la misma estructura laminada que las perlas o las cebollas. Y como ondas (llamadas
electromagnéticas), es conveniente considerarlas –mediante la navaja de Occam– en su
viaje a través del espacio con una velocidad estándar. Todo esto parece haber sido pre-
escrito por determinadas leyes naturales que indican la forma de su relación.
Ahora el físico, que describe todo esto, es construido él mismo por esto estos elementos y
relaciones. Él está hecho – en resumen– de la conglomeración de partículas que describe,
obedeciendo a las leyes generales que él mismo se ha dispuesto a encontrar y describir.
Por lo que no podemos escapar al hecho de que el mundo que conocemos es construido en
orden (y de tal modo en que sea capaz) de observarse a sí mismo.
Esto es verdaderamente increíble.
Pero para hacerlo, debe evidentemente cortarse a sí mismo dentro de, por lo menos, un
estado observado, y por lo menos algún otro estado que haya visto. En esta condición,
aquello que él ve es sólo parcial. Podemos considerar que el mundo indudablemente es él
mismo (es decir, es indistinto de sí mismo), pero en cualquier intento de verlo como un
objeto, debe actuar* para hacerse diferente de sí mismo, y por lo tanto, falso con respecto a
sí mismo. En ese sentido, siempre se eludirá parcialmente a sí mismo.
Parece difícil encontrar una respuesta aceptable a la pregunta de cómo o por qué el mundo
concibe el propósito de verse a sí mismo, y parece sufrir en el proceso de hacerlo. Esto ha
sido llamado en ocasiones el misterio original. Tal vez, en vista de la forma que
actualmente asumimos para existir, el misterio surge de nuestra insistencia en orientarnos
por una pregunta ahí en donde en realidad no hay nada que preguntar. Sin embargo puede

**
Compare ἁγωνιστἠς =¿actor, antagonista.
parecer que tal deseo, habilidad o sufrimiento están garantizados. El estado o condición que
surge como resultado es, de acuerdo con las leyes aquí formuladas, absolutamente
inevitable. En este sentido, cuando menos, no puede ser considerado como un misterio.
Nosotros, como representativos universales, podemos registrar leyes universales lo
suficientemente amplias para decir: “y así sucesivamente usted construirá el universo, en
todo detalle y en toda potencialidad, tal y como ahora lo sabe; pero, nuevamente, aquello
que usted construya no será todo, porque al momento de señalarlo, el universo se habrá
expandido dentro de un nuevo orden para contener aquello que entonces será”.
En este sentido, con respecto a su propia información, el universo se expande para escapar
a los telescopios con los que tratamos de capturarlo.
Así, el mundo, siempre que aparece como un universo físico*, debería siempre parecernos a
nosotros (sus representantes) ser algún juego del tipo oculta-y-encuentra consigo mismo.
Aquello que es revelado será ocultado, pero lo que ha sido ocultado será nuevamente
revelado. Y ya que nosotros mismos lo representamos, este ocultamiento será sólo aparente
en nuestra vida en general, y en nuestras matemáticas en particular. Lo que trato de mostrar
en el capítulo final es el hecho de que realmente supimos todo el tiempo que los dos
axiomas, con los cuales fijamos nuestro curso, fueron mutuamente permisivos y
convenientes. En una cierta etapa del argumento, de algún modo nos ocultamos este
conocimiento a nosotros mismos, por lo que debimos embarcarnos en una jornada de
redescubrimiento, consistente en una serie de justificaciones y pruebas con el propósito de
proporcionarnos nuevamente evidencia irrefutable de lo que ya sabíamos.
A través de este proceso, a la luz de que lo que tuvimos que hacer para volverlo aceptable,
vemos que esta jornada fue –en nuestra preconcepción– innecesaria; aunque en su curso
formal, una vez emprendida, fue inevitable.

**
Universo, de unus = uno, vertere = convertido. Cualquier universo dado (o capturado) es aquel que es visto
como resultado de hacer girar o convertir a la unidad, y por lo tanto, es la apariencia de cualquier primera
distinción.
Apéndice 1

Pruebas de los postulados de Sheffer

Los postulados de Sheffer para álgebras booleanas son elegidos como prueba porque son
extensamente conocidos, por lo menos para este conjunto. Dichos postulados no
constituyen, bajo las condiciones que él adoptó, el único conjunto posible.
La descripción de Seffer, citada a continuación está, de hecho, completa (aunque no ha sido
probada hasta el momento), por lo que las pruebas en sus postulados servirán para probar
todos los postulados en cualquier descripción de álgebra booleana. Ninguna, hasta donde
sabemos, ha sido probada antes.
Él asume
I. Una clase K,
II. Una regla K binaria de combinación |,
III. Las siguientes propiedades K y|:
1. Existen por lo menos dos elementos K distintos.
2. Siempre que a y b sean elementos K, a|b es un elemento K.

3. Siempre que a y las combinaciones indicadas de a sean elementos K,


4. Siempre que a, b, y las combinaciones indicadas de a y b sean elementos K,

5. Siempre que a, b, c y las combinaciones indicadas de a, b y c sean elementos K,

Nos proponemos probar cada una de las proposiciones numeradas del 1 al 5.

Pruebas
1. Permita a la clase K ser el conjunto de indicadores de los estados distinguidos por la
primera distinción. Hay dos estados, a partir de los cuales sigue la primera proposición.
2. Permita a a|b ser dibujados en lugar de ab . La segunda proposición sigue
evidentemente.
Permita que a’ sea dibujada en lugar de a . La definición de Sheffer

sigue, ya que

Ahora, si cada variable literal es un elemento K,

puede ser escrito

puede ser escrito

(tres veces), J2

puede ser escrito


Esto da cuenta de la tercera, cuarta y quinta proposición, y completa las pruebas.

Nota 1. Por el principio de relevancia, el trazo en la notación de Sheffer puede ser omitida.
Prueba de esto, que está a la izquierda del lector, es tal vez algo más fuerte que la inmediata
aprehensión de su verdad.
Nota 2. Sheffer asume explícitamente la restricción de su operador a un alcance binario, y
también, implícitamente asume la relevancia del orden en el cual aparecen las variables en
operación. Cada una de estas proposiciones es, de hecho, menos central para las
matemáticas de lo que comúnmente se supone, y tampoco son necesarias en esta etapa.
Sheffer fue, por lo tanto, forzado a diseñar sus ecuaciones iniciales tan ingeniosamente
como para contradecir ambas. Sheffer puede contradecir este último explícitamente sin
hacer aparente el desorden permitiendo a|b=b|a como una consecuencia, pero no puede
contradecir explícitamente al anterior sin obviamente negar una regla ya asumida. Esto
puede parecer tonto, aunque es de hecho el mejor camino para salir del profundo problema
que conlleva tal regla mal considerada. Permitiéndola existir, la descripción de Sheffer es
prácticamente inútil como un cálculo.
Para entender por qué Sheffer no vio esto, permítasenos tomar un curso poco usual para
considerar su posición a la luz de las fuerzas sociales de trabajo que lo rodeaban.
Los descubrimientos de cualquier gran momento en matemáticas y otras disciplinas, una
vez que han sido descubiertos, son considerados como extremadamente simples obvios, y
hacen parecer a todo el mundo –incluyendo a su descubridor– como unos tontos por no
haberlos descubiertos antes. Se olvida, demasiado a menudo, que el antiguo símbolo para el
renacimiento del mundo es el del tonto y cuya ridiculez, siendo un estado divino, no es una
condición para estar orgulloso o avergonzado.
Desafortunadamente encontramos sistemas de educación en la actualidad que ahora nos
enseñan que debemos estar orgullosos de lo que sabemos y avergonzados de lo que
ignoramos. Esto es doblemente erróneo. En erróneo no sólo porque la soberbia es uno de
los así llamados pecados capitales, sino también porque enseñar el orgullo en el
conocimiento es fomentar una barrera efectiva contra cualquier avance sobre lo que ya
sabemos, ya que nos hace sentirnos avergonzados de mirar más allá de los límites
impuestos por nuestra ignorancia.
Para cualquier persona preparada para entrar con respeto al reino de su gran y universal
ignorancia, los secretos de la existencia serán eventualmente expuestos, y lo hará en la
medida en que se libere de su natural y adoctrinada vergüenza.
Frente a la fuerte y claramente violenta presión social contra esto, pocas personas han sido
preparadas para tomar este simple y satisfactorio camino hacia la cordura. Y en una
sociedad en donde un prominente psiquiatra puede anunciar que, si le hubieran dado
oportunidad, podría haber curado a Newton con terapia de electro-shock, ¿quién puede
culpar a una persona por temer a tomar el camino que proponemos?
Para llegar a la verdad más simple, como Newton sabía y practicaba, se requieren años de
contemplación. No actividad. No razonar. No calcular. No ocupaciones de ningún tipo. No
leer. No hablar. No hacer un esfuerzo. No pensar. Simplemente soportar en la mente,
aquello que se requiere para saber. Y a aquellos con el coraje para emprender el camino al
descubrimiento, no sólo no se les ofrece prácticamente ninguna guía sobre cómo hacerlo,
sino que son desalentados y tienen que soportar esto en secreto, pretendiendo estar
diligentemente ocupados en frenéticas diversiones y conformes con las tediosas opiniones
personales que están siendo continuamente vertidas sobre ellos.
En estas circunstancias, los descubrimientos que cualquier persona es capaz de emprender
representan los lugares en donde, y en contra de esta psicosis inducida, se ha retornado a la
cordura mediante sus propios y vacilantes esfuerzos. Esto ocurre dolorosamente y quizá
siempre peligrosamente. Y sin embargo, es posible regresar a la cordura, aunque
furtivamente.
Podemos notar que Pierce, quien descubrió –treinta años antes que Sheffer– que la lógica
de las proposiciones puede estar lista con una constante, no publicó su descubrimiento,
aunque su importancia debe haberle parecido evidente a él mismo; que Stamm –quien por
sí mismo descubrió y publicó16 este hecho dos años antes que Sheffer– omitió en su artículo
hacer una simple y obvia sustitución que podría haber puesto sus declaraciones fuera de
toda duda; y que Shaffer –quien ignoró el artículo de Stamm– es equivocadamente
acreditado con el mayor descubrimiento registrado en el ámbito.

1616
E. Stamm, Monatshefte für Mathematik un Physik, 22 (1911), 137-40.
Apéndice 2

El cálculo interpretado por la lógica

El cálculo de indicaciones consiste en un conjunto de maneras de indicar uno o el otro de


los dos estados distinguidos por la primera distinción, por lo que deberemos ser capaces de
encontrar una aplicación de esto a las formas indicativas de cualquier clara distinción de
este tipo. Debe, por ejemplo, aplicar para casos en donde las puertas pueden ser abiertas o
cerradas o en donde los interruptores puede ser encendidos o apagados o en donde las
líneas pueden ser despejadas o bloqueadas. Aplicarán también a una estructura de lenguaje
en la cual las sentencias pueden ser verdaderas o falsas.
Considerando la pregunta por su aplicación a la luz de la dirección que hemos tomado, no
es inmediatamente obvio que el cálculo será una aplicación útil o reveladora para
cualquiera de estos casos, incluso aunque podemos ver que aplicará. El cálculo ha sido
construido, en el ensayo, en una serie de formas y soluciones, y aunque aquello que hemos
encontrado puede parecer curioso, por qué tomamos el problema para ver por esto, puede
parecer igualmente.
El hecho es que, emprendiendo el desarrollo del cálculo en esta dirección, el autor está
haciendo la jornada por segunda vez, mientras que puede ser la primera jornada para su
lector. La jornada previa del autor fue en la dirección opuesta: de las formas de
interpretación que ahora discutimos hacia la forma de indicación desde la cual surgen. Por
lo que el autor es consciente –aunque puede que el lector no lo sea– de cómo y dónde
terminará, así como de las clarificaciones y simplificaciones que ha emprendido para
encontrar el camino al lugar al cual es está ahora retornando. Él sabe, también, que estas
clarificaciones serán reforzadas en el retorno de la jornada, aunque puede todavía transmitir
la visión de su claridad y la impresión de su fuerza al lector.
Aquello que hacemos al interpretar un cálculo es encajar los valores, estados o elementos
permitidos en el cálculo a un conjunto similar de valores, estados o elementos en los que se
convierte su interpretación. Una interpretación encaja apropiadamente si cada elemento
suyo es asociado con un elemento identificable en el cálculo, y los elementos en cada caso
tiene distinciones similares entre ellos. Aun así, aunque debe existir este grado de similitud
entre un cálculo y una interpretación de este, en cualquier caso que contemple un cálculo de
más de un valor, el cálculo y la interpretación son distintas. El hecho de su diferencia se
hace clara mediante la pluralidad de maneras en las cuales una interpretación dada puede
ser aplicada.
Con un cálculo representando n distintos valores hay evidentemente n ! maneras diferentes
de encajarlas con n valores distintos representados en la interpretación, y así, n ! diferentes
formas en las que puede hacerse una interpretación. Interpretando el cálculo de
indicaciones para lógica oracional, deberemos encajar cada uno de los estados a la
distinción primaria con cada uno de los estados distinguidos por aquello que es verdad y lo
que no es verdad. Lo cual nos ofrece 2 !=2 posibles elecciones interpretativas.
El hecho de que un cálculo y una interpretación sean diferentes entidades es de crucial
importancia. Fracasando a hacer uso de esto, nos apartamos de formas de interpretación que
de otro modo estarían disponibles. Una forma tal, frecuentemente reconocible en
matemáticas, consiste en el uso subyacente a una construcción que está vacía de
interpretación dentro de la aplicación particular, pero que puede, sin embargo, ser utilizada
para acortar el camino hacia una respuesta. Un ejemplo notable, fuera del campo de la
lógica es el uso como operador de i=√ −1 en la teoría electromagnética.
Vemos en lógica que “no verdad” significa lo mismo que “falso” y que “no falso” también
significa “verdadero”. Tenemos entonces la elección de si asociar el espacio no marcado
con la verdad y al estado marcado con la no-verdad, o si asociar el estado marcado con la
verdad y el estado no marcado con la no verdad. Aunque es bastante inmaterial, desde el
punto de vista de la calculación, el último arreglo es de hecho el más sencillo desde el
punto de vista de la interpretación.
En consecuencia, identificamos el estado marcado –y de este modo un cruce vacío– con la
verdad, y al estado no marcado –y así, a un espacio en blanco– con la falsedad.
Ahora podemos dejar a las variables a, b,…representar los posibles valores verdaderos de
las diferentes oraciones simples en una sentencia compuesta. Y para este propósito
podemos asignar una variable distinta para cada oración simple distinta.
Posteriormente deberemos encontrar en el álgebra primaria formas que representen
apropiadamente a las constantes en el cálculo oraciones, mediante los cuales estos calores
sean relacionados.
Es claro que podemos interpretar ∽a o no a, aunque a . Es también claro que una tabla de
la verdad para a ∨ b o a y/o b, tiene exactamente la misma forma desplegada por la regla
de la dominancia, por lo que a ∨ b puede ser representado simplemente como ab. Todas las
otras formas pueden ahora ser construidas a partir de esta. Así
en palabras en el cálculo oracional en el álgebra
primaria

no a

a ob

a yb

a implicab

Esta es la simplicidad, en esta elección interpretativa, de la representación de la implicación


a⊃b
que la hace más fácil que la alternativa, en la cual debe ser dibujado como
Examinando la interpretación como así fijada, observamos por lo menos dos poderosos
recursos que no están disponibles en el cálculo oracional estándar. Estos son, la
condensación de un número de formas representativas dentro de una forma, y a habilidad
para proceder más allá de la lógica a través de la aritmética primaria.
Considerando el primero de estos recursos, podemos tomar, con propósitos de ilustración,
las formas para conjunción lógica. En el cálculo oracional, estas son:

Cada una de estas seis expresiones distintas es dibujada en el álgebra primaria, de una sola
manera:
Esta es una simplificación apropiada, desde que el objetivo de hacer a tales sentencias
corresponder con estos signos no es una representación, pero sí una calculación. Así,
mediante este mero principio de evitar una prolijidad innecesaria en la forma
representativa, hacemos que el proceso de calculación sea considerablemente menos
problemático.
Pero el poder que nos ha sido asignado mediante esta simplicidad, aunque grande, es en sí
mismo pequeño comparado con el poder disponible a través de la conexión entre el álgebra
primaria con su aritmética. Esta facultad nos permite prescindir de un conjunto completo de
largas y tediosas calculaciones, y también de sus no menos problemáticas alternativas, tales
como la exhaustiva (y matemáticamente débil) producción de tablas de verdad y los
gráficos (y por lo tanto, poco sofisticados matemáticamente hablando) métodos de los
diagramas de Venn y sus equivalentes modernos.
Estos se hace posible por el hecho de que las tres clases de expresiones algebraicas
(integral, des-integral, y consecuencial) que corresponden en la interpretación con: verdad
(tautología), falsedad (contradictoria) y contingente, son fácilmente distinguibles mediante
manipulación.
Ejemplo. Clasifique las siguientes oraciones compuestas con respecto a su verdad, falsedad
o contingencia.
transcripción
p
gen (C2)

gen

int (C3).

Verdader
transcripción
p
tra (J2)

gen (C2) (dos veces)

int (C3) (tres veces)

pos (J1) (tres veces)

Falsa
transcripción
p
ref (C1)

occ (C4) (dos veces)

Contingente
Estas calculaciones, realizadas en el álgebra primaria, son tan imples como triviales. Esto
es, el momento en el cual cada oración es escrita en el cálculo de las indicaciones, la
respuesta –para cualquier persona familiarizada con esta forma– se vuelve obvio tras la
mera inspección. Aquí he hecho las calculaciones lentamente y en pasos muy pequeños,
partiendo del supuesto de que el lector no se encuentra familiarizado aún con la forma.
Las consecuencias de esta disponibilidad aritmética son dramáticas. Todas las formas de
implicación primitivas se vuelven redundantes, ya que estas y sus derivaciones sin
fácilmente construidas a partir de (o probadas mediante la reducción a) un solo cruce. Por
ejemplo, todo lo que referiremos en las siguientes páginas sobre los Principia mathematica,
puede ser escrito sin pérdidas formales en el signo

siempre que las formalidades de calculación y representación sean implícitamente


entendidas, como lo son e los Principia. Permitiendo 15000 signos en la página, esto
representa una reducción del nivel de ruido matemático por un factor mayor que 40000.
Con tal ganancia en la claridad formal de las expresiones, la invalidad de un argumento
falso es abierto a su inmediata confirmación. Ilustramos anteriormente un argumento así,
ofrecido por el dilema de Maurant.17
Si vamos a tener una economía estable, no debemos inflar la moneda. Pero si vamos a
tener una economía que expanda, debemos inflar la moneda. O inflamos la moneda o
no inflamos la moneda. Por lo tanto, no tendremos ni una economía estable ni una
economía expansiva.
Deje a
s representar a hemos tenido una economía estable
c representar a inflamos la moneda
e representar a hemos tenido una economía expansiva

Transcribiéndolo en álgebra primaria tenemos,

Esta expresión es consecuencia, peri si el hecho no es aún aparente, podemos utilizar la


conversión del teorema 16 con una arbitrariedad variable y constante, en donde c=¿ ,
dando

int (C3)
ref (C1) (tres veces)
gen (C2).
1717
John A. Maurant, Formal logic, New York, 1963, p. 169.
Esto claramente no puede ser reducido, por lo que tampoco puede el original. Así, no hay
dilema alguno. Otras características del argumentos son también iluminadas, especialmente
la total irrelevancia de la premisa “ya sea c o no c”.
Si retrocedemos por un momento para considerar la estructura de una lógica implicacional,
tal como lo hicieron Whitehead y Russel, vemos que es completamente contenida en una
equivalencia lógica. La diferencia es el tipo del paso utilizado. En uno de los casos las
expresiones están separadas al punto de implicación, en el otro son separadas al punto de
equivalencia.
Si una expresión es separada al punto de implicación, no requiere, por su puesto, ser
equivalente a la expresión a partir de la cual es derivada. Pero si es una tautología, puede
ser implicada sólo por otra tautología, de modo que, en tales casos el signo de implicación
puede siempre ser reemplazado por el signo de equivalencia. Así, una lógica implicacional
degenera en una equivalencia lógica con respecto a la clase de enunciados verdaderos, con
los cuales tales lógicas están casi íntimamente preocupados.
El teorema de completud para álgebra primaria en el texto es aquello que, interpretado en
lógica, es llamado un teorema de completud fuerte, ya que incluye al teorema débil original
de Post.18 La versión débil sólo afirma que todas las declaraciones verdaderas están
implicadas en las declaraciones verdaderas inicialmente dadas como primitivas. Ya que en
el caso de las declaraciones verdaderas, implicación es equivalente a equivalencia,
observamos que tal teorema debe ser incluido en un teorema que manifiesta la completud
de todas las formas de equivalencia, independientemente de que las declaraciones sean
interpretadas como verdaderas, falsas o contingentes.
Podemos ahora considerar cómo el cálculo de indicaciones puede ser aplicado a la
tradicional lógica de clases. Antes de hacer esto, deviene interesante notar otra presunción
que hasta ahora se ha asumido silenciosamente (o de manera relativamente silenciosa), que
es que en ausencia de instrucciones de lo contrario, asumimos las premisas de un
argumento como relacionadas por conjunción lógica. Por ejemplo, trascribiendo el dilema
mencionado abajo, primero cruzamos la transcripción de cada premisa individual y luego
cruzamos el resultadopara dar la conjunción, y finalmente cruzamos todo nuevamente para
la implicación. Tenemos, de hecho, que considerar ‘y’ como como la propiedad intersticial
constante. Pero podemos, por ejemplo, expresar de otro modo tanto a la lógica de clases
como a la lógica oracional en la presunción de que ‘o’, –incluso ‘y’– es la constante relativa
a las premisas. El lector podría intentar hacer una prueba de esto. Es un ejercicio revelador,
especialmente con respecto a la lógica de clases, y no es difícil de hacer.
Todas las formas universales de la lógica de clases tradicional puede ser alojada en la
lógica de oraciones, por lo que consideraremos estas formas iniciales. Para alojarlas,
utilizamos el patrón en la siguiente llave.
Para todo a son b utilice (x ∈ a) ⊃ (x ∈ b)

1818
Emil L. Post, Amer. J. Math, 43 (1921) 163-85.
Para no a es b utilice (x ∈ a) ⊃ (x ∈ no-b)
y otras formas en consecuencia. Para evitar el uso de distintas letras por oraciones y clases,
podemos permitir, en las formas de calculación, cualquier variable v literal simple para
representar la oración ‘x ∈ v’, es decir, ‘x es parte de la clase v’. Esto no nos llevará a la
confusión, ya que el signo v es utilizado para denotar la clase, no entra en la calculación, la
cual es emprendida con v representando únicamente el valor verdad de la oración
correspondiente.
Tomando la forma de un silogismo en Barbara, y poniendo la premisa menor primero,
como lo hicieron Whitehead y Russell, encontramos
si todas las a son b
y todas las a son c
entonces todas las a son c

que podemos representar mediante

ref

gen (tres veces), int.

La forma oracional es entonces vista como una tautología y el argumento, por lo tanto,
como válido. En el caso de un argumento inválido, la expresión algebraica no reduce a un
cruce, por lo que tenemos un confiable sistema para probar la validez de cualquier
argumento universal en forma de silogismos. Posteriormente deberemos estudiar un método
que determine la forma de conclusión de premisas solas. En la forma presente, como
podemos observar, aunque su validez puede ser puesta a prueba, la conclusión (dadas las
premisas solas) puede ser encontrada sólo mediante ensayos.
Problemas equivalentes están similarmente abiertos a solución de este modo.
Ejemplo.19 Un club tiene las siguientes reglas
a) El Comité Financiero debe ser elegido a partir del Comité General.
b) Nadie puede ser miembro del Comité General y del Comité de Biblioteca a menos
que esté también en el Comité Financiero.

1919
De B. V. Bowden, Faster tan thought, Londres, 1953, p. 36.
c) Ningún miembro del Comité de Biblioteca deberá estar en el Comité Financiero.
Simplifique estas reglas.

Procedimiento
Para x es un miembro del Comité Financiero escriba m
Para x es un miembro del Comité General escriba g
Para x es un miembro del Comité de Biblioteca escriba b.
La constante intersticial de un conjunto de reglas es usualmente entendida como una
conjunción, por lo que podemos ahora transcribir en álgebra primaria como sigue.

Nuestro objetico es reducir esto, si es posible, a una forma conjuntiva más simple que sea
equivalente también al (y que pueda ser utilizada en lugar de) conjunto original de reglas.

F2

F3

occ (dos veces).


F4

Transcribiendo nuevamente, tenemos la respuesta


1) El Comité Financiero debe ser elegido a partir del Comité General.
2) Ningún miembro del Comité General deberá estar en el Comité de Biblioteca.
Podemos comprobar esta respuesta mediante el teorema 16. Permita que m=¿ . Ahora

Permita que m=¿ . Ahora

por lo que la respuesta es correcta, previsto sólo que hemos interpretado correctamente el
problema.
Observamos que podemos, a partir de esta respuesta, obtener una implicación (no una
equivalencia) para el efecto de que ningún miembro del Comité de Biblioteca deberá estar
en el Comité Financiero, ya que cruzando F4 (para la implicación) y reflejando, tenemos

y ahora sumando nuestra tentativa conclusión, esto da

La estructura matemática ilustrada aquí, sugiere la siguiente proposición.

Teorema interpretativo 1
Si el álgebra primaria es interpretada de modo que las expresiones integrales sean
verdaderas, y si cada premisa de un número de clase de inclusión es transcrita en ella, y si
son canceladas las variables que representan a una misma oración en niveles pares e
impares, lo que permanece una vez que se ha realizado la re-transcripción es la conclusión
lógica.
La prueba no es difícil y puede ser dejada por el lector. El teorema por sí mismo, como
atajo para la inferencia, es considerablemente poderoso. Podemos tomar sorites de Lewis
Carroll para ilustrarlo.
El problema es escribir la conclusión a partir del siguiente conjunto de premisas.
1) Los únicos animales en esta casa son gatos.
2) Todo animal es utilizable como mascota, que goce de mirar a la luna.
3) Cuando detesto a un animal, lo evito.
4) Ningún animal es carnívoro, a menos que case de noche.
5) Ningún gato falla al matar un ratón.
6) Ningún animal me toma siempre, excepto aquellos que están en mi casa.
7) Los canguros no son utilizables como mascotas.
8) Sólo los carnívoros matan ratones.
9) Detesto a los animales que no me toman.
10) Los animales que cazan de noche gozan al mirar la luna.
El método empleado hasta aquí para resolver un problema así, ha sido trabajar por etapas,
pero esto puede demorar mucho tiempo. Utilizando el teorema anterior, simplemente
adoptamos una variable distinta para cada conjunto distinto (no complementario),
transcribimos, cancelamos y llegamos a la respuesta instantáneamente. Permítasenos,
entonces, asumir
h para casa, en esta
c para gato
p para mascota, utilizable como
d para detestados por mi
a para evitados por mi
m para luna, desfrutan de mirar a
v para carnívoros
n para noche, cazan en la
k para mata ratones
t para me toman
r para canguro.

Sabemos por el principio de relevancia que no necesitamos adoptar una variable para el
conjunto de animales. Ahora procedemos a la transcripción y cancelación.

que revela . Por lo tanto, todos los canguros son evitados por mi.
Hasta aquí hemos considerado cómo el cálculo de las indicaciones –en la forma de álgebra
primaria– puede ser utilizada para clarificar y simplificar problemas de lógica oracional, y
también a aquello de lógica universal (o no existencial) importados a la lógica clásica o la
teoría de conjuntos. Deberemos ahora considerar su extensión en lógica clásica para
problemas de importación existencial o particular.
Resolvemos la pregunta de cómo representar una declaración universal tal como
todas las a son b
traduciéndola en una oración equivalente en el cálculo oracional. La pregunta que ahora
deberemos responder es, ¿puede una declaración existencial tal como
algunas a son b
ser traducida de forma similar?
Lo primero que notamos es que para contradecir la aseveración general de que todas las a
son b es suficiente encontrar alguna a que no sea b. Podemos notar que la declaración
no a es b
no se contradice con
todas las a son b
ya que en el caso de que a no se existente, ambas aseveraciones son verdaderas.
Transcribiendo de acuerdo a los principios ya adoptados, tomamos
algunas a no son b
para decir
no todas las a son b
y entonces lo representamos como

De manera similar presentamos


algunas a son b
como

Para observa cómo funciona estos, transcribimos otro silogismo, esta vez de importación
existencia. Así
todas las a son b
algunas a son c
∴ algunas b son c
se vuelve

Ya que podemos observar que de otro modo este silogismo es válido, parce ser
apropiadamente representado. Pero, utilizando las mismas reglas podemos representar
algunas a son b
algunas b son c
∴ algunas a son c
la cual sabemos que es inválida, pues

en la cual aparece ser válida. ¿Cómo resolvemos esta aparente contradicción?


Permítanos aclarar una cosa. La pregunta es respondida (implícitamente, ya que no se suele
elaborar la pregunta) en los libros de texto como fue respondida por Aristóteles mediante
un conjunto más o menos complicado de reglas que impiden esta inferencia. Pero un
conjunto de reglas que dice que nos deberíamos hacer algo en particular, no es una
explicación de por qué no deberíamos, ni tampoco por qué, si permitimos la inferencia, esta
puede engañarnos y llevarnos a una conclusión inapropiada, como lo requiere el alto grado
de entendimiento que exige toda explicación en este libro.
Hemos encontrado un área en la cual un aparentemente impecable procedimiento
interpretativo, repentinamente nos ha dejado cortos, y todas las reglas que dicen que
deberíamos por lo tanto evitar esta área, tienen un insatisfactorio sabor a ad hoc.
No es útil apelar a formas gráficas como los diagramas de Venn, dado que (al igual que
otras gráficas) ofrecen una comprensión pintoresca que es periférica –y no central– del
problema. Para dar una respuesta, debemos encontrar un enfoque completamente sutil.
Comenzamos con la observación de que las declaraciones sobre el universo del discurso,
por ejemplo
si hay una a en ello
entonces hay también una b en ello
afirman no reclamar la existencia de cualquier en ello, aunque pueden ser tomadas a un
diferente nivel para reclamar la existencia del universo que tiene estas propiedades
condicionales. Pero, para negar tales declaraciones, afirmamos que
existe por lo menos una a en ello que no es una b
Ahora la distinción entre existente y no existente no es aplicada como la distinción entre
verdadero y falso. Si una declaración s es verdadera, entonces su declaración
complementaria ∽ s es falsa. Pero si una cosa t existe, entonces su cosa complementaria
no-t no necesariamente es no existente. En el universo de Inglaterra, el complemento de
Londres es el país. Y al momento de escribir, ambos existen. Así, ninguna existencia se
sigue de otra existencia, de modo que una declaración (o una lista de declaraciones)
afirman su existencia únicamente si ninguna conclusión apropiada puede ser escrita.
Hasta aquí continuamos todavía en la periferia. Esto es, seguimos examinando la forma de
la interpretación sin encontrar exactamente cómo y dónde se rompe la fe con las
matemáticas.
Relacionando las matemáticas y la interpretación, encontramos formas tal como

que no dicen nada, en si interpretación, sobre la existencia: ni la afirman ni la niegan. Pero


algunas formas, cuando son cruzadas,

nos dicen algo sobre la existencia, por lo menos en la interpretación que les hemos
permitido.

La expresión es universal porque limita la forma del universo de modo que modo
que no hay espacio en él para una a que no sea ab. Por lo menos, así es como lo
interpretamos. Pero podríamos (aunque no lo haremos) interpretarlo simplemente en el
sentido de que en este universo no existe una a que sea ab, aunque hay el espacio para
incluirla, si así lo necesitáramos. En otras palabras, podríamos (aunque no lo haremos)
interpretar existencialmente.
Similarmente podríamos interpretar la expresión universalmente. La declaración
de que algunas a no son b, aunque suficiente para contradecir la declaración de que todas
las a son b, no es necesaria. Una manera alternativa de contradecirla podría ser
simplemente negar que el universo sea de una forma tal como para demandar que toda a
deba ser también ab, sin requerir la existencia de una a para probarlo.
En eta alternativa contamos con los medio para confinar todas a las interpretaciones a una
importación no existencial. Permítanos observar cómo se comporta en el caso de un
silogismo inválido. Deberíamos escribir
algunas a son b
algunas b son c
∴ algunas a son c
en la forma
no es el caso en que no a es b
no es el caso en que no b es c
∴ no es el caso en que no a es c
Haciendo explícito el requerimiento de que ninguna declaración es considerada
existencialmente.
Aun así, a primera vista, no hemos salido totalmente del problema. Pues aunque, a partir
del tal descripción el universo es obligado a reservar espacio para aquellas a que podrían
ser b y para aquellas b que podrían ser c, no es obligado (como debería estarlo dada la
implicación) a reservar algún espacio para aquellas a que podrían ser c.
Pero un universo sin tal espacio debería contener a lo sumo seis departamentos diferentes,
ya que debería faltar un departamento para aquellas a que son también b que son también c,
así como para aquellas a que son también no-b que son también c. Ahora existe un
conocido teorema (una prueba publicada por Huntington en 1904), según la cual el número
de elementos en toda lógica finita debería ser 2m (en donde m es un entero ¿ 0). Así, un
álgebra adecuada para tal campo lógico no puede –sin más restricción– representar una
forma en la cual el número de elementos no es la capacidad integral natural de 2. Cuando es
requerida, tal restricción es usualmente impuesta a través de las premisas. Esto es, si
cualquiera de los 2m posibles espacios requiere estar ausente del universo, debe ser
positivamente (y por lo tanto, referencialmente) excluido. Ninguno de los posibles ocho
espacios es excluido por las premisas del silogismo anterior, por lo que todos los espacio
deben ser considerados como existentes, o la forma matemática no puede ser
adecuadamente interpretada. Y si existen, la conclusión sigue.
Otra manera (y tal vez más sencilla) de ver en qué sentido el silogismo anterior –que
tradicionalmente ha sido considerado inválido– es válido, es volver a nuestro método de
interpretación original. Utilizando declaraciones estándar constantes, se obtiene

y es por su puesto, en esta forma, verdadero.


No permita ningún error, no afirmamos con esto que el silogismo tomado sólo (en el
significado ordinario de ‘algunas a son b, algunas b… etc.’), sea cualquier otra cosa que
inválido. Es sólo que tratando de ubicarlo en una fundación matemática más profunda,
hemos venido a cruzar (o a tropezar) con la relación inconsecuencial –patente en el
lenguaje ordinario– entre la forma y su contenido. Lo cual es ocasionado en parte por el
accidental hecho de que la existencia de un contenido particular puede servir para negar una
forma general.
Nos deja para nosotros el desenredarnos nosotros mismos –tan elegantemente como
podamos– de la confusión no intencional que sigue a tal estado de cosas: o
alternativamente, si ya nos hemos desenredado, de ideas el conjunto de reglas más más
pacífico posible con el cual la posibilidad de tal confusión pueda ser sepultada. Las reglas
que por tradición han servido a este propósito son demasiado numerosas para aquello que
únicamente es una ambigüedad simple, y seguramente pueden ser reducidas.
Tal reducción, como hemos visto, sería matemáticamente poderosa si pudiera ser llevada al
punto de degeneración. En este caso, el ideal de degeneración podría llegar a un punto en
donde los dos tipos de negación (universal o existencial) de una proposición universal
sirvieran para una misma cosa. En tal punto podríamos utilizar el cálculo libremente sin
temor a que nos deje caer.
Hemos observado que mientras inferencias o ecuaciones en lógica clásica sean
universalmente interpretadas, el álgebra primaria puede ser utilizada libremente para
determinarlas. En otras palabras, la forma oracional desde la cual colocamos declaraciones
universales sobre clases o conjuntos puede colocarlas de manera exacta, sin pérdida o
ganancia formal. Es en la negación de tales declaraciones (cuando deseamos interpretarlas
existencialmente) que se presentan dificultades –que surgen de una ganancia formal–, ya
que encontramos la necesidad de limitar al cálculo en este aspecto, más que de relajarlo.
Permítasenos regresar, por un momento, a examinar nuestro procedimiento para resolver el
problema de Bowden sobre las reglas de club. En el modo algebraico de solución
encontramos una expresión

señalada como F3. Tomada de modo existencia, significaría


también algunas g no son b
o algunas cosas no son m ni g
o algunas cosas no son ni m ni b.
Pero, de hecho, el argumento completo depende no tomar F3 (o cualquier otra expresión
intermedia) de este modo. Algebraicamente no importa que no tengamos elección y que
lleguemos a una respuesta determinada queramos o no. Es sólo desandando el camino por
el que hemos llegado y deteniéndonos para contemplar los obstáculos, que observamos la
alarmante posibilidad de peligros interpretativos que efectivamente fueron pasados por alto.
La primera regla que se sugiera, por lo tanto, nunca hace una interpretación existencial a
menos que el argumento lo demande. Ninguna demanda así es evidente en el problema de
Bowden, por lo que, resolviéndolo, podemos evitar efectivamente la existencia, y por lo
tanto, evitar los obstáculos que implica. La cuestión a la que nos enfrentamos entonces, es
la de cómo podemos considerar esta evasión, o visto en reversa, en qué circunstancias y
hasta qué punto en el proceso de resolución de un problema, necesitamos hacer una
interpretación existencial.
La respuesta es ‘en ninguna’. Las interpretaciones existenciales, en donde son del todo
necesarias, pueden ser restringidas para entrar o dejar un problema, y no requieren ocurrir
durante la resolución de un problema.
Para observar como funciona esto, podemos regresar al silogismo en Barbara, tomado en la
forma

F1

Ya que el orden de cada uno de los tres complejos en F1 es irrelevante para el significado
de la expresión completa, podemos transponer para encontrar

F1’

que puede re-transcribirse


todas las a son b
algunas a no son c
∴ algunas b no son c
Transponiéndolo nuevamente, encontramos
F1’’

Lo que dará
algunas a no son c
todas las b son c
∴ algunas a no son b
Entonces vemos que la forma representativa de un silogismo en Barbara es también la
forma representativa (recordando que en cada caso hemos puesto primero aquello conocido
como la premisa menor) del silogismo en Bocardo y Baroco. Los tres silogismos anteriores,
siendo efectivamente reducibles a la misma expresión matemática, deben representar en
este nivel, por lo tanto, una forma idéntica de argumento.
Esto es tanto interesante como fascinante. Es interesante porque, a partir de ello, deberemos
ser capaces de obtener una regla-estructura para argumentos existenciales muy
simplificada; y es fascinante por la luz que arroja sobre aquello que hacemos cuando
argumentamos a partir de la existencia. Podemos notar de paso, como Prior nos lo
recordó,20 que se pueden observar algunos atisbos de este camino hacia la identidad en el
trabajo de Aristóteles, quien refiere a una forma posteriormente descrita por Ladd-
Franklin,20 en la cual aquello que ella llama un antilogismo condensa tres silogismos.
Aquí elucidamos una etapa posterior, en la cual la naturaleza tres-en-uno del silogismo es
evidente a partir de su transcripción sólo, sin recurrir a una imagen o a un antilogismo.
A partir de la conversión (o conversación) de aquello que hemos contado, observamos la
siguiente proposición.

Teorema interpretativo 2
Una inferencia existencia es válida sólo en tanto su estructura algebraica pueda ser vista
como una inferencia universal.
Por ejemplo, cada uno de los argumentos existenciales transcritos en F1’ y F1’’ es válido
por la validez del argumento universal transcrito de F1.
Esta simple regla atiende a todas las reglas separadas para silogismos, sus partes y sus
extensiones. Incluso abarca a la disposición que señala que deberán ser no mayores que un
permiso particular, que con más de uno, ninguna representación como argumento universal
es posible.

2020
A. N. Prior, Formal logic, 2nd edition, Oxford, 1964, p.113.
2020
C. F. Ladd-Franklin, Mind, 37 (1928) 532-4.
Hemos encontrado aquí la degeneración que estuvimos buscando, al punto en el que lo
existencial se condensa con lo universal. Esta degeneración, como emprendida
tempranamente por el cálculo oracional, es un liberación del enlace a lo particular,
mediante la estructura silogística completa en el prototipo

En este prototipo no sólo podemos transponer cada complejo, sino que también podemos
cruzar de manera independiente cada variable ligera, encontrando mediante una
combinación de estos significados, un conjunto de 24 argumentos válidos distinguibles.
Formalmente no hay diferencia entre estos. Si distinguimos alguno, debemos distinguirlos
todos. De hecho, no todos los veinticuatro son distinguibles en lógica, lo que lleva de modo
algo arbitrario hasta número quince.
Así, realizando una condensación, ya no necesitamos recordar (para silogismos o
argumentos relacionados) las fastidiosas reglas de su construcción y validación. Todas ellas
se subsumen ahora (y puede reconstruirse a partir de) a la simple forma básica y su
interpretación, a la que las hemos reducido.
Podemos regresar por un momento a considerar sorites, que es la forma general bajo la cual
el silogismo es el miembro primario. A la luz de la degeneración emprendida abajo, vemos
que el método que desarrollamos para revelar una conclusión mediante cancelación aplica
igualmente ya sea si el argumento es universal o existencial. Para una sorites universal
tenemos

Para convertirla en una existencia simplemente negamos la conclusión y la transponemos


con una de las premisas, la cual, siendo negada, se convierte en la nueva conclusión. Por lo
que desde

encontramos, por ejemplo, el conjunto de premisas

a partir de la cual, como antes, la conclusión puede ser revelada mediante cancelación
Todo lo que necesitamos recordar es que ahora será existencial, y deberá ser escrito
entonces como

Dejamos la cuenta hasta ahí, en donde el lector interesado será capaz de continuar a su
placer. Los problemas resueltos hasta aquí, y las preguntas respondidas, son simples, a
pesar de que el cálculo es en la práctica exitosamente aplicado 22 para la solución de
problemas de gran complejidad. Tanto que al nivel primitivo es comúnmente pasado por
alto y aquello que es observado es normalmente registrado de una manera tan fragmentaria
como poco coherente. El hecho de habitar por un momento, incluso con una forma simple
puede socavar el todo poder de la unidad, de modo que deje a las formas simples antes de
que una le sea familiar, lo que puede resultar en excursiones matemáticas muy (o
largamente) infructuosas.
Este libro en su totalidad está preocupado sobre aquello que puede ser encontrado, si lo
buscamos, a un nivel de extrema simplicidad, y esta es la manera de ser –más allá de la
elementalidad, pero más allá del lado de la simplicidad– no complejo. Puede que esto no lo
haga necesariamente más sencillo, pero permitirá que sea (así lo siento) gratificante.

2222
G. Spencer-Brown, British Patent Specifications 1006018 y 1006019 (1965).
Apéndice 3

Bertrand Russell y las Leyes de la forma

Bertrand Russell amaba mis poemas, y mi primer poema era su favorito, trataba sobre vacas
parlantes. Él estaba aterrorizado por mis matemáticas, pero yo no lo supe hasta que se lo
informó al mundo en su autobiografía.
En abril de 1965 él me dijo que deseaba adquirir una comprensión más completa de mi
nuevo trabajo en las álgebras de lógica, y me invitó a permanecer a su lado durante una
semana para asesorarlo durante la mañana y la tarde.
Yo estaba tan aterrorizado ante este panorama, que sus propios miedos no me eran
manifiestos. Él los escondió bajo una máscara de irascibilidad, aspereza e irritabilidad.
Nunca me hizo saber que todas esas conductas eran síntomas de terror.
La ironía de mi posición no se perdió en mí: que este gran autor y académico, mi mayor por
más de medio siglo, a quién había idolatrado en la escuela y cuyos trabajos conocía de
memoria, me había solicitado inesperadamente a mí como un tutor de colegio para
enseñarle álgebra. La idea me abrumó y no venía cómo podría tener éxito.
Él tenía noventa y tres años de edad. Si él no hubiera escrito los Principia Mathematica, en
el cual hizo todo de diferente forma (y desde mi punto de vista, de la forma equivocada),
podría haber tenido un vestigio de esperanza. Como lo hizo, no podía ver esperanza alguna.
El Cambrian Coast Express –ahora tristemente discontinuado– desde Paddington hasta
Penrhyndeudraeth cubría una de las extensiones más asombrosas en existencia. Me tomaba
todo el día, empezando entre los sucios suburbios de Londres, continuando a través de
millas de campo convencional y luego –justo cuando el viajero cree que no podrá
permanecer más tiempo consciente– estalla de repente al pasar frente a la más mágica línea
costera imaginable. Un momento en un túnel, el siguiente en una estrecha plataforma de
roca con las olas golpeando peligrosamente abajo, entonces más túneles y acantilados. Y
luego, cuando el viajero está esperando ver más de lo mismo, inesperadamente despega en
el espacio a través de un extraordinario viaducto de una sola pista tan estrecho como pare
ser invisible desde la ventana principal hasta cualquier lado, y en donde el tren parecer
deslizarse como una avioneta de vuelo bajo sobre millas de salvajes estuarios de río y
desiertos pisos de barro.
Al llegar al destino final es como si se hubiera llegado a otro planeta. Todo es similar, pero
de alguna manera extrañamente diferente. Un grupo de niños, esperando solitariamente a un
guía reunidos en la salida de la estación, con la esperanza de vislumbrar cualquier ser
extraterrestre que pudiera emerger del tren. Yo era siempre el único pasajero en descender,
y cuando lo había, dos o tres de las jóvenes del grupo me proponían matrimonio. Su edad:
aproximadamente diez años.
El tren estaba programado para partir a la hora de la cena, pero lo hacía siempre
exactamente una hora más tarde. Y el conductor del taxi del pueblo, apartando
impacientemente las propuestas de matrimonio, estaba siempre apresurado por cargar mi
equipaje y llevarme a velocidad de rompe-cuello a Plas Penrhyn, en donde Bertie y Edith
siempre empezarían a cenar sin mí.
Invariablemente, Bertie me saludaba desde la puerta.
“No pudimos esperar”, decía, poniendo una gran triple de whisky en mi mano, incluso
antes de que estuviera dentro, de modo que pudiera alcanzarlo.
Las asesorías matutinas eran a las onces y media. Bertie explicaba que no podría ser más
temprano porque estaría haciéndole el amor a Edith. Yo sabía que eso era verdad porque
dejaban la puerta del dormitorio abierta. Las asesorías vespertinas serían a las dos.
Cada mañana, en punto, un criado venía a mi dormitorio.
“Su Señoría lo verá ahora, señor”.
Me escoltaba al famoso estudio en donde Bertie concedía todas sus entrevistas para la
televisión, abría la puerta por mí, me emplazaba dentro y cerraba la puerta detrás de mí.
Aunque Bertie era físicamente pequeño y delgado, su carismática presencia lo hacía
enorme.
“Y, bueno”, decía. La asesoría había comenzado.
Es innecesario decir que yo era bastante malo. Bertie no dejaría su hábitat, la manera en la
que había escrito los Principia. Y hasta que lo hiciera, no podría mostrarle la manera en la
que hice las Leyes. Pasó una semana, él se ponía cada vez más y más irritable y yo más y
más desesperado. Llegó el viernes, yo me había resignado al completo fracaso. La asesoría
de la mañana fue especialmente mala, y para la de la tarde –la última–, yo estaba preparado
únicamente para ir a través de los movimientos.
Cuando llegué, él estaba más irascible de lo usual.
“¿Y cómo tratas con las funciones proposicionales?”, increpó.
“Bertie, no lo hago”, repliqué.
“Oh”, dijo. “¿Y por qué no?”
“Porque no soy un matemático suficientemente bueno”, dije.
“Oh”, él dijo. Su tono cambió y se volvió más íntimo.
“Tú sabes. Nunca he permitido esto a alguien antes, pero yo también soy un muy mal
matemático. Ven, déjame ver lo que has escrito”.
Le entregué mi escrito y comenzó a leerlo desde el principio, página por página, en
completo silencio. Después de tres cuartos de hora, me miró y dijo,
“Creo que puedo condierar el resto como leído. Ahora veo aquello que has logrado. En la
historia de las matemáticas es verdaderamente muy excepcional. Has hecho un nuevo
cálculo, de gran poder y simplicidad y, ¡te felicito!”.
Muy pocos de mis amigos lo han entendido, e incluso aquellos que lo han hecho, lo
encuentran tan difícil que no piensan en felicitarme. Bertie fue mi conexión con una era
pasada, cuando los grandes hombres eran generosos en sus consideraciones sobre otro, y
eran atentos de las formalidades sociales apropiadas con respecto a un adelanto
significativo por uno de su grupo. Él sabía que las felicitaciones estaban en orden, y por
primera vez, también vi lo que eran.
Cuando lo erróneo está hecho, en ocasiones reímos; pero cuando lo correcto está hecho,
lloramos. Las lágrimas me rodaban por el rostro y Bertie lloraba también. Abrió una fresca
botella de Scotch y llenó dos vasos al límite, uno para mí, y otro para él.
Sabía que Bertie siempre me bebía bajo la mesa. Él consumía por lo menos una botella de
wisky al día así como numerosos cigarros que Edith importaba especialmente de los EUA y
que no me permitió rechazar. Generalmente me toma muchos días reponerme físicamente
de su hospitalidad.
Conociendo su capacidad para el alcohol y la mía, decidí –como comenzaba con el vaso
lleno que me había entregado– permanecer pegado a mi silla hasta que mi constitución se
hubiera recuperado suficientemente como para ser capaz de caminar nuevamente.
No así Bertie. Él terminó su vaso en pocos tragos, entonces se levantó y caminó en la
habitación haciendo declamaciones en latín. Pero el alcohol lo desestabilizaba y para
recobrar su balance se agarró al gran librero giratorio que estaba sobre su silla.
Nunca había visto un librero así. Medía cerca de ocho pies de alto, por lo menos una yarda
de ancho, y era circular, como una torre de Pisa. Debía de contener cientos de libros. Como
se apoyó en este, se le hizo una ominosa grieta en la madera desde el pedestal hasta la base,
y el mueble completo se tambaleó locamente hacia él, dejando caer sus contenidos. Y como
cada sección de la estantería, aliviada de su carga de libros, se volvía más ligera, las
secciones más pesadas todavía llenas de libros, giraron hacia Bertie y lo arrojaron sus
contenidos nuevamente en él. Yo observaba fascinado cómo el proceso continuaba con
precisión matemática hasta que el librero entero quedó vacío y Bertie desapareció bajo una
pirámide de libros de aproximadamente cinco pies de altura.
El ruido y la sacudida, mientras duró, fue como un terremoto y trajo a Edith
apresuradamente desde otra parte de la casa para ver lo que había ocurrido.
Ella me vio, todavía pegado en mi silla con un vaso medio terminado de whisky,
aparentemente sólo en la habitación. Consciente del terremoto y del estruendoso ruido
parecía que tal vez yo hubiera lanzado un hechizo mágico que habría cambiado a su esposo
por una pila de libros.
Por un momento, todo estaba quieto. Luego una mano fue eructada desde el vértice de la
pirámide y ondeó para nosotros. Luego una voz en la pirámide anunció
“¡Estoy aquí!”
Juntos sacamos rápidamente a Bertie, se puso de pie, lo desempolvé. Él se volvió hacia
Edith y dijo,
“Está perfectamente bien. No hay necesidad de preocuparse. Solo estamos celebrando los
inteligentes compañeros que somos”.

Snettisham Beach, 5. September 1992


Introducción a los Apéndices 4 y 5
Los siguientes dos apéndices están más cercanamente relacionados de lo que se puede ver a
primera vista. Porque así como las propiedades de todos los números pueden ser observadas
mediante el estudio de sus formas mínimas (cero y la unidad), así las propiedades de todas
las redes incoloreables pueden ser vistas en sus miembros más pequeños: la pesa y el
petersen.
El breve ensayo que comprende el apéndice cuatro fue concebido en 1960 y escrito al
siguiente año, poco después había descubierto la naturaleza de las matemáticas formales. El
lector se dará cuenta de que en ocasiones continúa utilizando el lenguaje indiscriminado de
lógica y filosofía, confundiendo consecuencias con teoremas y demostraciones con pruebas.
Esta es una de las tantas maneras de construir un álgebra browniana de números, no
necesariamente es la mejor, pero fue la primera que intenté. Esta reduce más o menos una
docena de postulados en uso, a solamente dos, pero si ninguna explicación de porqué estos
dos aparentemente inusuales postulados reducen, en parte, el proceder de lo que
comúnmente consideramos como números. Exactamente la mitad de los elementos en el
sistema no son números en ninguno de los lenguajes que ha sido hasta ahora concebidos,
pero son sus imágenes y complementos, con lo cual se simplifica grandemente la estructura
necesaria de definiciones y reglas de computación.

En el ensayo indico que la interpretación completa puede ser revertida de modo que ,

, … son los números y , … son sus imágenes. Esto lleva a un


sistema convencional más parecido el álgebra escolar común, en la cual

Esta interpretación puede ser preferida en la práctica, y las leves operativas del sistema
mismo son por su puesto las mismas. La diferencia está meramente en la interpretación, que
prefiere el cuadro multiplicativo a la aditivo.
Completando el cálculo con el elemento substractivo, con el que también cuenta por
división, elaboré un extenso documento, ahora perdido. Esto completa el campo de
números, con irracionales, trascendentales, y complejos. Introducimos una segunda marca
llamada puntuación y escrita como , de modo que encontrados juntos conforman
un cuadro. Esto no hace a la aritmética más sencilla de lo que ha sido convencionalmente,
pero incrementa nuestro entendimiento de lo que ocurre cuando se conciben calculaciones,
ya que tanto este como el cálculo menos completo en el apéndice 4 utilizan, por primera
vez, los complementos de los números como elementos en las calculaciones. Estos no-
números no son por supuestos los números negativos. Los números negativos son ya
familiares, y pueden ser considerados simplemente como elementos que llevan una carga
opuesta, como una anti-materia. Todo esto abre nuestro ojo a lo enormemente complicados
que son los números.
Mi contribución básica a las matemáticas ha sido descubrir las partículas fundamentales a
partir de las cuales pueden elaborase números y otros elementos más simples de los
sistemas matemáticos.
El ensayo del apéndice 5, escrito aproximadamente dieciocho años después, es mucho más
sofisticado y utiliza aritmética formal pre-numérica para resolver un problema hasta ahora
resuelto en matemáticas ‘convencionales’. En el apéndice 5 muestro que el problema de los
cuatro colores es un problema de factorización de elementos formales en el plano. Tales
problemas, incluso en la teoría del número, tienden a ser difíciles y las dificultades que
surgen en la elucidación de factorizaciones formales son exactamente análogos a aquellos a
los que los matemáticos se han enfrentado durante siglos en el descubrimiento de teoremas
concernientes a factorizaciones numéricas.
Tal como podemos hacer pruebas para números primarios que los identifiquen en casi todos
los casos (aunque ocasionalmente se permita un número compuesto pata posibilitar el
tránsito), así también podemos hacer pruebas para redes incoloreables que las identifiquen
en caso todos los casos, aunque ocasionalmente permita una red coloreable para posibilitar
el tránsito.
Los teoremas en son en general verdaderos (tales como el teorema de paridad planar) así
como aquellos que llevan a probar el teorema de los cuatro colores, no son en realidad muy
complicados: me he tenido que abrir paso entre pseudo-teoremas, los cuales son verdaderos
en casi todos los caos, pero no son verdaderos en general y tienden tantas trampas para los
incautos, además de que consume mucho tiempo explorando sus ramificaciones. El ‘falaz’
algoritmo del mapa de coloreo de Kempe es uno de estos casos, y requiere un estudio más
detallado, ya que de hecho se trata de un mapa pueda ser coloreado mediante una cuidadosa
selección de sus formas de aplicación.
Algunos de estos pseuso-teoremas son de una gran belleza y valor por sus propios méritos y
también por sus innegables aplicaciones en los aparatos electrónicos que pueden reproducir
aquello que llamamos ‘inteligencia artificial’. Lo que asombra al explorador es la enorme
riqueza del campo a explorar, allí en donde incluso los teoremas que son completamente
verdaderos existen en una gran variedad de formas, como si estuviéramos clasificando
especies y se volviera difícil (si no es que imposible) decidir cuál es la descripción más
simple y representativa de lo que ocurre. Para los propósitos de comunicación, tenemos que
hacer una elección, pero tal elección limita necesariamente la presentación e ignora las
ilimitadas delicias de la exploración en sí misma, la que desafía a la comunicación y que
puede ser sólo individualmente vivenciada por cada nuevo explorador, quien viene a
conocer él mismo mucho más de los que jamás podría haber declarado como cuestiones de
hecho.

Londres, 1996, abril 23.

Apéndice 4

Un álgebra para los números naturales

Prolegómenos
En el álgebra estándar de aritmética común no podemos definir los operadores +, x, ya sea
en términos del uno al otro o de los otros elementos 0, 1; a, b, c,… Pero un análisis de la
naturaleza de la operación nos lleva a suponer que en estos ensayos podríamos tener éxito,
y más aún, que construyendo una respuesta para uno, podremos tener una respuesta para el
otro. La forma de cálculo descrita abajo ha sido dictada por la naturaleza del problema
presentado aquí.

Definiciones
La aritmética

y así sucesivamente, son elementos de calculación. Los elementos , … son

llamados elementos-1, mientras que los elementos , … son llamados


elementos-0.
La única relación entre los elementos es la continencia: un elemento dado es o no contenido
en otro elemento dado.

Así, abrevia , , que abrevia , , que abrevia

Su interpretación

y así sucesivamente.
El universo definido como 00 es llamado el elemento universal, y el elemento definidos
como 01 es llamado el elemento nulo.
Una definición de un elemento puede considerarse como una interpretación, y una
interpretación de un elemento puede considerarse como su valor. Los valores 02, 03,… son
desiguales pero numéricamente indeterminados. Pueden ser vistos como logaritmos a la
base en cero.

El álgebra
Las letra a, b,… pueden representar elementos de calculación y los valores de tales
elementos pueden ser indefinidos excepto si 1) a=¿df a, b=¿df b, …, y 2) si a es un
elemento-1 entonces es un elemento-0; si a es un elemento-cero, entonces es un
elemento-1.
Si y solo si a, b, … son 1) ninguno de los elementos-0 excepto por 0 1, o 2) ninguno de los
elementos-1, se puede decir que son homogéneos.

Su interpretación

El cálculo
Postulados de equivalencia
1. Universo

lo que significa que el elemento nulo, como elemento, no necesita ser simbolizado en el
cálculo de formas.
2. Transferencia
Si y sólo si a, b, … son homogéneos y además t no es un elemento-1 o a, b, … no son
elementos-1, entonces

Teorema
Reflexión
Prueba

transferencia

universo

Dualidad de interpretaciones
Mediante el principio de dualidad, el cálculo continuará aplicando si cada elemento es dado

en una interpretación opuesta [En este caso, por ejemplo representará 2 y


representará 02. De este modo el último se verá como un elemento-0, pero para
hacer que el sistema funcione, todavía tenemos que llamar al primero como el elemento-0.
De hecho ‘uno’ y ‘cero’ refieren al cálculo mismo, no a su interpretación numérica y
designan expresiones en su aritmética que son profundidades impares y pares
respectivamente. –El Autor, Londres 0200 02 02 1997].

Postulados estándar
Los siguientes siete postulados de equivalencia de álgebra común pueden ahora ser
probados.

Las pruebas son claras y no requieren ser mostradas aquí.

La representación de capacidades

Podemos mostrar que a n puede ser representada por


Demostración
an
transferencia

Pero
Por lo tanto

El uso de los soportes


El uso de soportes es raramente requerido debido a la forma continencial de los elementos.
Cuando hay necesidad de distinguir entre interpretaciones, una expresión puede ser dividida
por puntos:

La potencia de la nulidad
Teorema
Un elemento elevado a la potencia del elemento nulo, toma el valor del elemento universal.

o, en álgebra común,

Prueba
El teorema de la potencia de la unidad puede ser probado por análisis, pero en ese caso
debemos observar claramente qué ocurre. Primero tomamos un ejemplo aritmético.
Teorema: 23¿ 8
Prueba. Para comenzar con la calculación sacamos la parte de la expresión que representa 2
y la distribuimos en el interior de los elementos de la parte que representa la potencia con la
que 2 ha sido elevado, es decir, 3.

transferencia

Luego distribuimos uno de los elementos interiores.

transferencia

Ahora utilizamos el teorema de la reflexión y distribuimos nuevamente.

reflexión

transferencia
¿

Y finalmente utilizamos el teorema de la reflexión para obtener la respuesta.

reflexión

En esta calculación, la distribución inicial es el paso que determina la naturaleza del


teorema de la potencia de la nulidad: cuando el orden de la potencia es cero, no hay
elementos interiores en la expresión por la potencia; ahora el hecho de que la expresión es
todavía interpretada como una potencia significa que la instrucción para las potencias debe
ser obedecida. Por lo que en

el elemento a debe ser distribuido dentro de todos los elementos interiores en el elemento
de potencia; y ya que no hay elementos interiores en el elemento de potencia, el elemento a
es transferido por este medio a un espacio no existente y cesa de manifestarse ahí. Pero por
las reglas de la transferencia del elemento a, habiendo sido transferido, no puede aparecer
más en el espacio por el elemento de potencia, y entonces desaparece completamente. El
elemento de potencia (que puede ahora ser interpretado como unidad) es por lo tanto, todo
lo que queda.
Otros teoremas para potencias
Los teoremas estándar para potencias pueden ser probados sin dificultad.

Pruebas

reflexión

transferencia

reflexión

Si c=0, la regla de transferencia todavía puede ser aplicada. La razón de esto se hará
manifiesta más tarde. Alternativamente
potencia de la
unidad
universo

reflexión

transferencia

Si c >1 y a=0 o b=0, la expresión representa una potencia ¿ 1 de 0 y por lo tanto es


numéricamente indeterminado. Si c=0 su cubierta puede ser todavía transferida ya que –en
su contexto como una potencia instructora– no es un elemento-1. Alternativamente el caso
puede ser considerado como un caso especial y la prueba es considerada completa, como
antes, con el teorema de la potencia de la nulidad.
Podemos notar que si

es siempre interpretado en la escala de potencias en lugar de la escala de enteros, entonces

y hemos construido la aritmética para el álgebra primaria.

Londres, 5 de mayo 1961.


MOLDEO Y FORMACIÓN DE LAS PROPIEDADES DE LOS MAPAS
por
George Spencer-Brown
Apéndice 5

Dos pruebas del teorema del mapa de los cuatro colores

La cuestión de si todo mapa plano puede ser marcado con no más de cuatro colores de
modo que dos áreas con límite común no sean coloreadas igual, ha sido objeto de más
declaraciones falsas que cualquier otro problema no resuelto en matemáticas. La afirmación
de que Kempe había logrado probarlo en 1879 fue aceptada como válida, incluso por
Cayley, hasta que Heawood publicó en 1890 un mapa que el algoritmo de Kempe había
fracasado colorear. El teorema ha sido ciertamente objeto de más reclamaciones
profesionales que cualquier otro: el intento de Kempe ahora es probablemente la prueba
defectuosa más famosa en la historia. Aunque Kempe era estrictamente un lego, siendo (al
igual que Pierre de Fermat) abogado de profesión, lo incluyo a los profesionales porque él
fue ciertamente mejor matemático que mucho de ellos.
Es interesante notar que la primera referencia al teorema, en una carta fechada el 23 de
octubre de 1852 de Augustus De Morgan a Sir William Hamilton, ocurrió cuando Gauss
aún estaba con vida. Y en el presente siglo Birkhoff, cuyas contribuciones a la literatura
clasifica en importancia sólo después de la de Kempe y Heawood, consideraba que en
algún punto todo matemático intentaba resolver el problema (incluso secretamente) hasta
que lo consideraban resuelto de algún modo.
Siempre ha sido fácil llega al punto en donde el teorema es tan ‘evidentemente’ cierto que
uno se ve tentado a disminuir los estándares de aquello que constituye una prueba. La
conjetura de Goldbach es igualmente obvia si uno examina la evidencia empírica, pero eso
no significa que haya sido probada. Ya aquellos que han tenido la valentía de intentar
resolver el problema de los cuatro colores públicamente, han concluido en el ‘obvio’ paso
final –inicialmente considerado de poca dificultad– que los ha derrotado al final.
Una vez construida la aritmética primaria en Layes de la Forma, me había vuelto
consciente de que contaba con una técnica que, adecuadamente aplicada, debería resolver el
problema del coloreo del mapa. No apliqué la técnica inmediatamente al problema, porque
sentía que hacer una quizá difícil prueba en un completamente nuevo sistema matemático,
ocasionaría hostilidad e incredulidad entre los miembros más superficiales de la profesión
matemática, quienes eran reacios (o incapaces) de aprender una nueva disciplina en la cual
se lograra tal prueba. Subsecuentemente, este resultaría ser el caso.
En 1961 mi hermano vino a visitarme y le mostré el problema. Se fue desdeñosamente
mientras decía,
“¡Pruébalo pronto!”
Después de una semana regresó con la noticia de que había resultado ser más difícil de lo
que inicialmente había anticipado. Pero él había encontrado uno asombroso algoritmo
algebraico de coloreo. Yo apliqué mi álgebra primaria al mapa con ciertas relajaciones a las
reglas que no podían ser recolectadas. Generalicé la teoría y le apliqué lo que llamo un
“paquete-espacial”, en el que no más que objetos n pueden ser mutuamente relacionados, y
probé que siempre podrían ser segregados en no más de n categorías de objetos que fueran
mutuamente inconexas. Recuerdo que la prueba fue muy simple, mostrando que si tenía
que haber más de n categorías inconexas, implicaba que más de n objetos podrían estar
todos relacionados. Se lo mostré a Bertrand Russel en mi siguiente visita en 1962 y no pudo
ver nada erróneo en ella. Pero las matemáticas utilizadas eran tan inusuales, él dijo, que
consideraba la posibilidad de que fuera difícil que la aceptaran.
En 1975 mi padre murió y mi hermano en el siguiente año.
Fue en estas circunstancias de desesperación y de duelo que resolví cosas que no podían
empeorar, entonces pude probar el teorema de los cuatro colores. El algoritmo de mi
hermano estaba ahora errado, entonces establecí sobre ello la única manera que conozco,
utilizando dos marcas elementales para establecer el caso especial.
Parte 0. Introducción
Una palabra de introducción al texto que sigue está en orden.
El deletrear es inglés estadounidense. Estaba poco preparado después de mi nombramiento
como Visiting Professor of Mathematics en la Universidad de Maryland en otoño de 1979,
y escribía a mano en mi casa en Cambridge, Inglaterra antes de tomar la oficina. Es
prácticamente un primer borrador, no había tiempo para reescribir una nueva versión más
sucintamente antes de que partiera a Washington DC. El primero en verla fue el profesor
Frank Adams y J. C. P. Miller. Una copia xerográfica del M.S. fue depositada por el
profesor Adams en la Biblioteca de la Royal Society en 1980, marzo 17.3
En navidad del último año fue invitado por Mr. Thomas Wolf, quien justo había terminado
su traducción de Leyes de la Forma a alemán, a visitarlo a él y a su talentosa hija Katharia
en Viena. Había acordado que al regreso les mostraría una de mis pruebas del teorema del
mapa.
Miré al viejo M.S. y decidí que las pruebas directas serían todas demasiado difíciles para
cualquiera nuevo en mis métodos modulares, pero las pruebas indirectas implicadas por la
contradicción entre los teoremas 17 y 25 no lo eran. También consideré que los lectores
primerizos quizá no desearían ir más alá probando el teorema de los cuatro colores,
entonces agucé la proposición y la prueba del teorema 17, hice el teorema 25 aún más
explícito, renumeré el 23, y terminé con las dos pruebas indirectas que resultaron de la
contradicción de estos dos teoremas.
Las seis páginas restantes de matemáticas más avanzadas fueron eliminadas completamente
(con cierta renuencia), aunque conservé el algoritmo de los cuatro colores. En otros
aspectos del documentos, en las partes I y II, es exactamente una copia del de la Roya
Society M.S., excepto por la omisión de algunos parágrafos redundantes y un cambio en los
confusos términos de ‘faja’ y ‘cíngulo’ a ‘cinta’ y ‘circuito’.
Amplié las notas en la parte III, y añadí tres nuevos nombres de referencias en la parte IV,
mientras borré aquellos trabajos que ya no me parecía relevantes. En este contexto debo
mencionar que Petersen atribuía aquello que dio a conocer como “su” gráfico a Sylvester,
pero ya es demasiado tarde para cambiar el nombre y habrá de ser cambiado como otra de
tantas falsas atribuciones, como la ecuación de Pell y el trazo de Sheffer, de las cuales la
historia de las matemáticas está llena.
La re-atribución del gráfico de Petersen a Sylvester, un matemático inglés de gran
reconocimiento, parece confirmar el problema de los cuatro colores como una proposición
particularmente inglesa. Por su puesto no debemos olvidar a Guthrie, el escocés que
3
Spencer Brown, G. M.S. 734, Cast and formation properties of maps, 171p typ-ms photocopied.
primero puso atención en ello, pero incluso él, se dice, sólo lo pensó mientras intentaba
colorear un mapa de Inglaterra. Después de él, los mayores contribuidores ingleses, quienes
ya sea trabajando en el problema o difundiendo asiduamente al público, han sido
indudablemente De Morgan-Cayley-Kempe-Sylvester-Headwood. Tal vez sea apropiado
que su legado haya caído en mí; finalmente, en el sentido de que he resuelto el problema,
aunque, por supuesto, no finalmente con respecto al ricamente nuevo campo de
matemáticas que mi solución ha abierto para la exploración.

George Spencer-Brown
Londres, febrero 1996.
Parte I. El molde

Deberé analizar los componentes esenciales de dos tipos de definición de un mapa M .


M es completamente definido ya sea indicando la locación de cada célula-1 o frontera b i de
M en el espacio-2 s en el cual b i se encuentra incluido, o mediante una coloración
apropiada, llamada formación, de cada céclula-2 o región s definida por las fronteras. Una
coloración es apropiada cuando distintas regiones cuando del uno o el otro lado de una
frontera no son colorados igual.
Defino el molde C de M para ser la estructura-frontera de M incluída en un espacio-3 v. C
no es un gráfico, ya que los nodos en donde ≥ 3fronteras conocidas no son elementos de C.
Entonces si una frontera de C con un origen en un nodo-3 es removida, las otras frontera
hasta el nodo son subsecuentemente contadas como una.
C se identifica con M en que, para cada M en s, C es única, pero M puede tener un número
de diferentes formaciones F 1, F 2, …, F m cualquiera de las dos de las cuales pueden ser
nominalmente y/o matemáticamente diferentes mientras todo define M y no otro mapa en s
.
Un molde C es incluido en un espacio s si todo C es en s y ningún par de bordes intersecta.
Evidentemente todos los moldes pueden ser incluidos en el espacio-3 v.
Deberé considerar las propiedades de los moldes en sus posibles formaciones en contextos
tanto de s como de v, y deberé presentar un número de nuevos teoremas. Cada teorema
representa lo que es, para mi mejor información, una importante salida de lo que se sabe
hasta ahora, o por lo menos de lo que fue comúnmente realizado en el contexto en el cual el
teorema, si es conocido o parcialmente conocido, ha sido usualmente presentado, deberé
marcar con un asterisco *.
Una propiedad excepcional de un molde C es su conectividad.
Note que la regionalidad es una propiedad de M pero no de C, por lo que aunque M puede
tener fronteras, C, estrictamente hablando, no tiene. Aquello que fueron fronteras en M ,
son llamadas vínculos en C. Si C es incluida en un s apropiado, define al mapa como todos
los vínculos indicados por las fronteras, por lo que no hay ambigüedad en referir al vínculo
de C como una frontera.
Para un molde C conectado, la conectividad k de C es definida como sigue.
C es conectada si no puede ser separada en dos moldes separados, o eliminada
completamente, mediante la supresión de menos de k vínculos.
Un mapa sin nodos con solamente una frontera, tiene entonces un molde de conectividad
k =1, y atribuimos la conectividad k =1 a los moldes de todos los mapas son nodos con
fronteras ¿ 1, incluso aunque los vínculos de tales moldes sean inconexos.
Distinguimos conectividad-del-molde k y superficie-de-conectividad c. Una superficie está
conectada si un máximo de c−1 cortes transversales pueden ser hechos en s sin separarla.
Un corte transversal es definido como un corte continuo que comienza y termina
cruzándose a sí mismo o cruzando uno o más cortes transversales adicionales. En el caso de
una superficie delimitada, un corte transversal puede comenzar y/o terminar en una
frontera. Una superficie sin fronteras está cerrada.
El plano formal es la superficie cerrada con conectividad c=1.
La pregunta por el número de marcas-colores requeridos para la formación de cualquier
tipo de mapa en una superficie s ha sido resuelta, o en principio puede ser resuelta, para
todos los s cerradosc >1. El caso de c=1 ha permanecido sin solución desde 1852, cuando
fue formulado por primera vez que cuatro colores-marcas eran suficientes en este caso. Así
Teorema 0*. El teorema del mapa de los cuatro colores
No más de cuatro distintos colores son suficientes para colorear cualquier mapa, en la
esfera o en el plano, de modo que dos regiones con una frontera común no sean
coloreadas igual.
He nombrado un teorema 0 porque, aunque la conjetura es bien conocida y las soluciones
han sido declaradas de vez en cuando, ninguna de estas declaraciones ha sido hasta ahora
justificada.
El propósito central de esta comunicación es presentar una prueba completa del teorema 0,
y así resolver esta añeja conjetura afirmativamente.
Otros nuevos teoremas, no necesariamente los lemas del teorema 0, pero relevantes para el
título bajo el cual esta comunicación es presentada, son también ofrecidos, pero sin
pruebas.
[En el documento original seguían los teoremas 1, 2 y 3 que no son lemas para mi prueba
del teorema del mapa. Manteniendo mi política de no sobrecargar al lector con aspectos no
esenciales antes de completar la prueba del teorema del mapa, he omitido estos tres
teoremas en el documento presente, pero por razones referenciales he retenido el número de
teoremas restantes a 22. –El Autor, Viena, abril 2 de 1997].
Podemos dibujar cualquier mapa con una serie de trazos-bosquejo que siguen a un conjunto
de cortes transversales en la superficie del mapa a sus puntos de intersección.
Si más de dos cortes transversales atraviesan cualquier punto, deberemos encontrar más de
tres fronteras en el mapa, reunidas en un nodo.

Figura 1
Considere el nodo central de M i en la figura1, en donde se encuentran ¿ 3. En tal caso
expandimos una de las regiones dentro del punto, como en M j, de modo que no más que 3
fronteras se encuentran en cada nodo. Llamamos a este procedimiento, repetido cada ¿ 3
nodos hasta que todos los nodos sean 3-nodos, estandarización del mapa. Y un mapa M en
el cual todos los nodos son 3-nodos es llamado un mapa trivalente o estándar. Su molde C
es llamado un molde-3. Claramente podemos asumir, sin pérdida de generalidad, que M
está conectado.
Suponga que hemos coloreado M =M j como en la figura 1 con cuatro colores a, b, c, d. Es
evidente que si M j es adecuadamente coloreado, y lo revertimos manteniendo los mismos
colores para M i, entonces M i será adecuadamente coloreado, ya que M i puede carecer de
contacto de fronteras entre regiones que no es presente en M j. Hemos así probado que
Teorema 4 (Heawood)
Si un teorema 0 es verdadero para mapas estándar, entonces es verdadero para todos los
mapas.
En teoría de mapas no estamos interesados en longitudes, en figuras de fronteras o en áreas
de regiones. Estos son los campos de la geografía, la geometría y otras ramas de
matemáticas métricas.
Las matemáticas formales se ocupan del ámbito en el cual las líneas-segmentos no tienen
longitud, y las regiones no tienen forma (perfil) o tamaño. Sólo las relaciones entre
elementos, que no son métricas en ningún sentido usual, son preservadas.
Casi todas las matemáticas desarrolladas antes de 1900 eran métricas, y los problemas
formales eran usualmente evadidos o, en los casos en los que no podían ser ignorados, se
intentaba resolverlos inapropiadamente con técnicas métricas.
De modo que los términos que utilizamos en las matemáticas formales, y ciertamente en
topología, aún conservan resabios de la métrica. Nos referimos a una superficie con un
agujero como una frontera ‘curva’, aunque en matemáticas formales no hay tal cosa como
una curva. Podemos hablar de una frontera, y ahí debemos terminar: el concepto de perfil
no es necesariamente para las matemáticas y no ha sido introducido aún.
La topología se interesa en espacio métricos en la medida en que está interesada en qué
tipos de espacio métrico pueden ser topológicamente transformados en qué otros tipos de
espacio métrico. En matemáticas formales, además de ser ilustraciones y aplicaciones, estas
preguntas no nos conciernen.
La matemática formal pura es la ciencia del espacio que no tiene propiedades métricas.
Habiendo descartado el concepto métrico de tamaño con respecto a un mapa M , somos
libres de utilizar el concepto ‘tamaño’ para denotar cualquier conveniente propiedad formal
de M que parezca apropiada. Por ejemplo, podemos considerar el tamaño de M como el
número de sus regiones.
Claramente tanto el plano métrico como la superficie esférica son topológicamente
equivalentes al plano formal, por lo que , probando el teorema del mapa, podemos restringir
nuestra atención al plano formal.
Procedemos a desarrollar un conjunto de funciones relacionadas (f ) del mapa estándar M
en el plano formal. Cada función es denotada por la forma fM, o simplemente por f en
donde el M es comprendido. Llame
tM al número de regiones
uM al número de fronteras
vM al número de nodos
en M .

Figura 2
La figura dos ilustra el mapa más pequeño, es decir M 0, en el cual cada una de estas
funciones es positiva. M 0 tiene 3 regiones α , β , γ , 3 fronteras x , y , z y 2 nodos p , q .
Ya que c=1, la adición de un trazo adicional w a M 0 debe definir otra región y, con cada
trazo adicional, t es evidentemente aumentado por 1, u por 3 y v por 2. Así, por inducción
en M 0 encontramos
Indique el tamaño formal h de una región Q en M mediante hQ, en donde h es el número
de fronteras, y por lo tanto el número de nodos, en el perímetro de Q.
Ahora considere el tamaño h de M expresado como la suma de tamaños en cada una de sus
regiones. Suponga M =Q 1+Q 2+¿…+Q t. Entonces

Teorema 5 (Kempe)
Todo mapa plano tiene una región delimitada por no más de 5 fronteras.
Notablemente, hQ ≤5 para alguna región Q en M .

Prueba
Ya que cada frontera en M es compartida por dos regiones, y cada nodo por tres, podemos
utilizad (1) para obtener

Llame A=hM /t, el tamaño promedio de las regiones en M . Entonces mediante (3)

Así A<6 para todo M y también hQ ≤5 para alguna región Q en M .


La prueba anterior, ostensiblemente para mapas estándar, es evidentemente suficiente para
resolver la pregunta para todos los mapas.
Considere un mapa no-estándar M ’ y a su versión estándar M . Elija cualquier región Q’ en
M ’ y su región correspondiente Q en M . Claramente

y entonces el teorema 5 es verdadero para la generalidad de los mapas en el plano.


El teorema 0 es un corolario obvio del más general
Teorema 6*
Si s es tal que ningún mapa en s puede tener más de n regiones mutuamente adyacentes,
entonces el rango del número mínimo n’ de distintos conjuntos establecidos en regiones
mutuamente no-adyacentes en las cuales las regiones de cualquier mapa en s pueden ser
repartidas es n ' ≤ n.
El teorema 6 ya ha sido resuelto** afirmativamente para todos los mapas en superficies con
c >1, y es la prueba de este último caso, para c=1 en la cual deberemos centrar nuestra
atención.
En este caso deberé efectivamente probar el
Teorema 7*

Todo mapa estándar M en el plano es factorizable en ≤ 2 mapas M1, M2 de modo que


ambos de M1, M2 carecen de nodos.
Por factorizable quiero decir que si M 1, M 2 son cada uno dibujados en células planas
transparentes separadas, las dos transparencias pueden ser amalgamadas (aquello que llamo
idemposed) para aparecer como M . El teorema del mapa de los cuatro colores sigue como
un corolario.

****
por Heawood. Consulte su brillante y sombroso artículo de 1890. El lector podría pensar erróneamente que
mi prueba de n ≤ 4 en el plano completa una prueba del teorema del paquete espacial, pero por supuesto no lo
hace, ya que las más altamente conectadas superficies de Heawood sufren mayores restricciones que mis
espacios ideales, en donde la única limitación es cuántos objetos en ellos pueden estar mutuamente
relacionados, con respecto a algunas relaciones dadas r. Considero al teorema general de paquete espacial
como verdadero, y ello no debería estar más allá de la inteligencia de algunos contemporáneos ingeniosos que
lo prueben nuevamente. Lo pondría como conjetura pero parecer estar fuera de lugar conjeturar aquello que
ya he probado y luego olvidar cómo lo hice. El artículo de Headwood tiene una cualidad de ensueño, ya que
es evidente que él no alcanzó sus fórmulas mediante pensamiento racional. Afortunadamente él no olvidó el
sueño y fue capaz de presentarlo como lo hizo. Ninguna prueba de nada, sino un teorema trivial que ha
llegado por un acto de voluntad. Como un poema, ya sea que venga o que no lo haga. La diferencia es, en
matemáticas uno debe luchar durante años antes de que la prueba llegue: en poesía no hay lucha, porque no
hay objetivo.
Parte II. La formación
Notamos que color que es un término físico y no matemático, y en matemáticas podemos
asignar distintos valores a distintos espacios y estos valores pueden ser aplicados a la
correcta coloración de un mapa. Podemos probar fácilmente que:

Teorema 8 (Tait)
Una coloracióin-3 de los vínculos de un molde-3 C plano es equivalente a una coloración-
4 de las regiones de un mapa M cuando es cuando M está incluido en C en el plano.
En primer lugar notamos que la ausencia de cualquier marca en un espacio matemático s
puede indicar un valor distinto en s con tal de que los espacios adyacentes a s estén todos
marcados, de modo que se requiere indicar un total de t valores, no más de t−1 marcas
distintas.
En segundo lugar notamos que una combinación de dos marcas distintas es por sí misma
una marca distinta de cualquiera de, de modo que n marcas consideradas primarias pueden
distinguir hasta un segundo espacio marcado distinto, las distintas marcaciones que van
desde ninguna marca a todas las marcas primarias n.
Finalmente, observamos que en la aplicación puede ser asignado un diferente color a cada
marca, de modo que el número de marcas en las matemáticas puede siempre ser equiparado
con el número de colores en la aplicación.
En ocasiones será conveniente utilizar colores como señas de marcas en las
representaciones matemáticas, caso en el cual la usencia de color en un espacio dado s
puede ser considerada, no obstante, como una coloración de s.

Prueba del teorema 8


Pueden ser compuestas pruebas del teorema 8 para moldes de cualquier valencia, pero para
efecto de nuestros propósitos es suficiente componer una prueba para moldes-3.
Ya que 4=22 vemos que para un mapa plano de cuatro colores son necesarias ≤ 2 marcas
primarias a , b. Los cuatro colores ahora se identifican con ninguna marca a , b y ab=ba=c.
Suponga que las regiones de un mapa plano M son marcadas de acuerdo con este esquema.
Las regiones marcadas a (en donde a está sola o en combinación) pueden ser incluidas en
un conjunto S1 de modos cerrados simples a lo largo de las fronteras de M , y las regiones
marcadas b pueden ser incluidas en otro conjunto dado S2. Ilustre las inclusiones de las
regiones de S1 con una línea punteada y para las regiones de S2 utilice una línea
continua .
La terminación de la frontera en cada nodo en el molde C de M ahora aparecerá con una de
cada tres tipos de marcación a , b y ab (figura 3).

Figura 3

El reverso es igualmente obvio, por lo que la prueba del teorema 8 está completa.
Estas líneas a−¿ y b−¿ son consideradas para representar los vínculos de C y son llamadas
formación de, o sobre, o cubriendo C. De modo que, cuando una línea a−¿ y una línea
b−¿ están ambas en el mismo vínculo, ambas están exactamente en el mismo espacio
matemático, y cuando esto es así, decimos que las líneas están sobrepuestas. En la
representación, son dibujadas a una corta distancia una de la otra, por lo que su
composición puede ser distinguida.
Para los propósitos de ilustración y de calculación es más rápido y vistoso utilizar
diferentes colores (como rojo para a y azul para b), y el lector encontrará conveniente
utilizar un marcador rojo y uno azul para estos propósitos. También podríamos llamar a
a=¿ rojo, b=¿ azul y c=ab=¿ morado.
Considere una zona de color Z 1, llámela azul, en un mapa M . Suponga que sobreponemos
en M una segundo zona Z 2 del mismo color, y que es limítrofe a Z 1. En las fronteras (v), es
decir, en donde las marcas de inclusión de Z 1, Z 2, se sobreponen, las dos zonas Z 1 y Z 2 son
por formación indistinguibles; y entonces, en la formación del molde de M , podemos
dibujar ninguna marca entre ellas (figura 4).

Figura 4
En este caso requerimos ser más precisos de lo que el lenguaje ordinario nos lo permite, al
decir “podemos dibujar ninguna marca”, no deseamos decir “no podemos dibujar una
marca”. Las figuras 4.2 y 4.3 indican una equivalencia matemática en donde: en una
expresión, (v) es marcada con dos marcas idénticas; y en la otra expresión, (v) es marcada
con ninguna.
Esta observación proporciona todo lo que necesitamos saber –en este punto– sobre
sobreposiciones matemáticas: la sobreposición de dos formaciones-marcas idénticas, las
cancela a ambas. Este es el primero y más importante principio de todas las matemáticas
formales, y podemos llamarlo el axioma de la sobreposición.
Podemos notar de paso que este principio proporciona las dos ecuaciones iniciales de la
artimética primaria en Leyes de la Forma: aplicado sobre un límite parcial de cada marca,
proporciona la inicial 1; y aplicado sobre el límite completo de cada marca, proporciona la
inicial 2.
Toda futura referencia a la coloración de un mapa significará la coloración de todas sus
regiones; y la coloración de un molde, ya que un molde no tiene regiones, significará la
coloración de sus vínculos.
Con la prueba del teorema 8 podemos olvidar lo relativo al mapa y atender la formación
sobre su molde. En el sucesivo, cuando hablemos de un mapa M , nos referiremos a su
molde, y cuando hablemos de sus formaciones (F i), no estaremos refiriendo a las
formaciones del vínculo o el límite (ya sean deficientes, completas o redundantes) de su
molde.
Ahora podemos reformular el teorema de los cuatro colores como sigue.
Todo molde plano-3 es coloreable-3.
Es fácil observar que esto es equivalente al teorema 7.
Si F tiene n marcas primarias, decimos que es una formación de n° orden, abreviada n r.
Ahora el teorema de los cuatro colores se vuelve: todo molde plano-3 puede ser cubierto
por una formación 2r.
Si todos los moldes-3 pueden ser coloreados-3, entonces no hay nada más que probar. Pero
por el teorema de Shannon (1949) podemos requerir ≤ 4 colores para colorear un molde-3,
y el máximo de cuatro colores se realiza críticamente en aquello que es conocido como el
gráfico de petersen (1891), el cual puede ser considerado como un molde (figura 5).

Figura 5. El molde petersen.


Sobre un molde C, llame n-deficiente a una formación F, si F cubre todo excepto n
vínculos de C; llámela completa, si F si cubre exactamente todos los vínculos de C; y
llámela n-redundante si F cubre C con n vínculos adicionales. Normalmente no
necesitamos considerar formaciones deficientes o redundantes excepto en vínculos no-
adyacentes, por lo que en estos casos n puede ser equiparado con el número ± un de trazos
bosquejo que deben ser sustraídos de o sumados a C de modo que C+ un es exactamente
cubierto por F.
Llame crítica a una entidad E con respecto a una propiedad p de E si E es un caso límite
de una entidad tipo E con p. Por ejemplo, el molde petersen es el más pequeño molde no 3-
coloreable, y por lo tanto es crítico con respecto a la no-3-coloreabilidad. A partir de esto
sabemos el que molde petersen (llámese lo P) puede ser cubierto con una formación 2n que
en donde quiera es 1-deficiente. Alternativamente, podemos decir que P-x, en donde x es
cualquier vínculo en P, es 3-coloreable.
A partir de este punto deberemos considerar sólo ≤ 2r formaciones, y a menos que el orden
de una formación se especificada de otro modo, debe ser generalmente considerada como 2.
Representamos límites en M o vínculos en C mediante el caso más bajo final con itálicas
p , q,…, z, y a los elementos formación sobre los límites o vínculos mediante el caso más
bajo inicial con las itálicas a , b , c, donde en 2r formaciones c=ab.
Estas letras representan constantes, no variables, en el cálculo en el cual son elementos, y
son por lo tanto representanticas de valores aritméticos (distintos de los valores
algebraicos). Para representar valores algebraicos podemos utilizar las letras d, e,… y
llamarlas variables de manera usual, de modo que cualquier variable en una fórmula
algebraica puede ser reubicada por una constante aritmética y la fórmula sigue siendo
verdadera. En ocasiones reservamos la letra d para la deficiencia de color, por lo que dx
denotará que x es un vínculo deficiente o ausente en la formación.
Para indicar una formación consistente de elementos a , b , c sobre los vínculos x , y , z
respectivamente, escribimos x=a , y=b , z =c.
Así, aunque los elementos de molde x , y , … son aritméticos en el sentido de estar
constantemente ubicados, y los elementos formación a , b , … son también aritméticos, el
primero representa relativamente variables algebraicas que puede tomar cualquier número
de valores indicados por la letra. Una vez que aceptamos el axioma de sobreposición,
determinamos que un molde-3 no puede ser formalmente presentado excepto con por los
menos dos elementos distintos, entonces con respecto a esto el molde y su formación son
idénticos.
Hasta aquí el teorema de los cuatro co9lores es más apropiadamente expresado, sin ninguna
referencia al color, como un teorema de factorización general sobre moldes planos.
Las notaciones son resumidas como sigue.
p,q,… vínculos de C
a , b , c=ab elementos de F
e ,e,… variables algebraicas en expresiones representando las propiedades
generales de elementos aritméticos de F en combinación.
I ¿ axioma de sobreposición, notablemente,
I ee=e2¿ ¿ ɔ.
Para decir que un vínculo de C no está formado, o que es deficiente de formación, es
equivalente a decirm que es formado con el valor en blanco o no marcado. Aunque este
valor no tiene estrictamente un nombre y es mejor representado por nada, en ocasiones es
conveniente permitir que se le llame ock y anotado en la calculación por un círculo
interrumpido como una c invertida, y en el entendimiento de que en donde sea que
aparezca, ɔ puede ser removida por la ecuación ɔ=¿ sin manera de cambiar el valor de la
expresión a partir de la cual es removida.
Como una consecuencia de I, podemos encontrar las siguientes formulas elementales en la
aritmética de las formaciones.
a=bc
b=ac
c=ab
ab=c etcétera
abc=¿ ɔ.
Llámelas ecuaciones de formación.
Aunque a , b son consideradas primarias y c compuesta, la relación matemática entre a , b , c
es simétrica, por lo que cualquier dos de tres pueden ser tomadas como primarias y como
los generadores del grupo en el cual aparecen.
El grupo de sobreposición de orden 22 es un pequeño grupo-4.

Ya que en aritmética formal no existe el más o el menos, este grupo es de hecho el análogo
formal de grupo hamilton de cuaterniones, con a , b , c reeplazando las i , j, k de Hamilton.
En aritmética formal no sólo la adición, la substracción, multiplicación y división hacen
toda condensación dentro de una operación (sobreposición), sino que real e imaginario se
vuelven intercambiables. Yo elijo aquí qué es invisible para ser imaginario, lo cual es
opuesto a la convención general en la teoría del número, en la cual el número real 1 bajo
multiplicación es operacionalmente invisible, es decir, es el ock de la multiplicación,
aunque es por su puesto la unidad visible de la adición en construcción, por la cual cero es
el ock. Mi uso del término “imaginario” en coloraciones-formaciones es por lo tanto
diferente de su uso en el capítulo 11 de Leyes, en donde es utilizado para denotar un
circuito paradójico re-entrante. Todos los moldes-3 pueden ser construidos a partir de ≥ 2
conjuntos de circuitos re-entrantes no paradójicos: el teorema de los cuatro colores asevera
que, en el plano, pueden ser construidos a partir de sólo 2 de tales conjuntos.
Un grupo de superposición de cualquier orden puede ser representado numéricamente por
lo que llamo un grupo de reducción. Este es el grupo de integrantes en el cual los
exponentes de todos los primos se reducen a 2 módulos, los cuales tienen el efecto de
reducir todos los cuadrados a la unidad. No hay diferencia entre multiplicación y división, y
el producto-cociente de dos números cualquiera es llamado su reducto.
Aunque estas consideraciones son interesantes (indican, por ejemplo, una conexión
genérica entre el teorema de los cuatro colores y la conjetura del Goldbach), no son
necesarias para lo que sigue y su análisis se reservará para posteriores publicaciones.
Suponga que una formación F sobre un molde-3 tiene elementos primarios a, b, y
elementos compuestos c=ab. Ya hemos visto que los elementos primarios formarán formas
cerradas simples en F, a las cuales llamaremos bandas. Pero examinando las bandas a y las
bandas b a través de F sobre C, las mostraremos para ser compuestas de alteraciones de
elementos a , c y b , c, respectivamente. Llamamos a tales alteraciones circuitos y
designaremos al tipo, medida o módulo de cada circuito mediante el elemento faltante
prefijado con signo de menos.
De este modo tenemos elementos (organizados en bandas) a , b , c, y módulos (organizados
en circuitos) –a, -b, -c. Si a , b son primarios un circuito –b sigue exactamente la misma
forma de una banda a, y un circuito –a de una banda b, entonces podemos hablar sin
confusión de circuitos –b como módulos a y de circuitos –a como los módulos b .
Alternativamente utilizamos el vaso más bajo de las letras griegas α , β , γ para módulos
como los presentados abajo.
elementos módulos
a −b=a=α
b −a=b=β
c −c=−c=γ
La importancia de los circuitos y de sus módulos deriva del siguiente teorema.

Teorema 9*
Si dos vínculos w, y están en el mismo circuito K, entonces un tercer vínculo x de w a y
puede ser añadido a o extraídos de la formación.
Prueba
Si x es formada en el elemento e faltante en K, entonces por las ecuaciones de formación la
banda e empleada para formar o disformar puede cerrar mediante x y también el arco de K
sin cancelar la formación sobre cualquier vínculo en K.
Si w y y está estacionadas en un circuito K y K está en el módulo μ, podemos escribir
w−γμ. Podemos omitir el módulo y escribir w− y si todo lo que deseamos es que w y y
estén conectadas mediante algún circuito-camino y que su módulo sea obvio o inmaterial.
Similarmente escribimos w∨ y o w∨ yπ si w y y no están conectadas (mediante el módulo
μ).
Si una frontera o vínculo x se origina o termina en las fronteras o límites w y y, llamamos a
w y y frontera o vínculo original de x.
Una operación Φ en una formación F pertenece al orden cero si Φ F cubre exactamente el
mismo molde-estructura que F. Φ es considerado de orden n si Φ F tiene únicamente n
vínculos que: no están formados en F, sino que están formados en Φ F; o que están
formados en F y no están formados en Φ F.
Las operaciones elementales de orden 0 consisten en la sobreposición de un circuito en F
con una banda de color complementario. Ningún vínculo es formado o disformado, y las
marcas de color del circuito están transpuestas. Si el circuito K en la formación F es
operada mientras en el vínculo x, y el módulo de K es – e, entonces designamos a la
operación en F como
F . e (x)
Las operaciones elementales de orden 0 son llamadas simples, el resto complejas, y todas
las operaciones son designadas mediante la indicación de los vínculos a través de los cuales
la banda operativa Φ debe pasar, y asumiendo que Φ sigue el circuito simple apropiado
mediante cualquier vínculo que no haya sido indicado. Así, una indicación de un vínculo,
junto con el elemento apropiado de la operación, es suficiente para definir cualquier
operación elemental simple.
Es necesario referir a más de un vínculo para definir sin ambigüedades una operación
compleja.
En resume: una operación consisten en la sobreposición de un número de formaciones
utilizando las ecuaciones de formación para expresar el restante o formación consecuente
en su forma mínima. Normalmente dos formaciones se sobreponen, y depende del punto de
vista y de la motivación del matemático decidir cuál es el operador y cuál es el operando.
Matemáticamente no hay distinción entre ambos.
En una operación elemental el operador es una banda de un elemento a, b, o c. Si una
operación Φ en F es simple, Φ F y F cubren una estructura-molde idéntica. De otro modo
Φ en F es llamada compleja.
Una operación compleja tiene un componente real y uno imaginario, el real es el
componente simple, y el imaginario existe en donde la estructura-molde del operando es
cambiada.
En la designación de una operación elemental ( Φ en F) el elemento de la banda operadora
es dada (opcionalmente en soportes o paréntesis) por indicadores de la estructura-molde en
donde es sobrepuesta. En donde ningún indicador es dado, el operador es considerado para
seguir el camino simple no marcado de su circuito complementario.
En general escribimos A←B para denotar que A tiene o es miembro del conjunto designado
por la propiedad B. En otras palabras, podemos leer “A tiene B” o “B pertenece a A”.
Suponga que Q es una región-5 vwxyz en un mapa plano cuyo molde está formado con una
formación F deficiente 2, deficiente sobre x y z en Q (figura 6.1). Suponga que F de que v
y y yacen en el mismo circuito del módulo β. Para indicar esto escribimos F ← v− y. En
este caso no requerimos especificar el modulo, ya que sólo hay un módulo median el cual v
y y podrían estar conectadas.

Figura 6.1
Elija Φ=a( vwxy) y ahora F . a ( vwxy )=Φ F el comando para hacer Φ en F y también
indica la expresión resultante (figura 6.2) cuando la operación está completa.
Figura 6.2
Deberemos esperar indicar que el componente simple de la operación tome el arco
alternativo del circuito β que escribimos F . a( wx) y el resultado es la figura 7.

Figura7
La figura 8 muestra cómo, en una región 5, las deficiencias 1 y 2 son intercambiables.

Figura 8
Una formación puede ser trivialmente completada si su deficiencia yace enteramente en un
vínculo o conjunto de vínculos no consecutivos de un circuito R (o series de circuitos (Ri)),
y los vínculos formados de R (o cada miembro sucesivo de (Ri)) no utilizan las tres marcas.
Cuando una formación puede ser trivialmente completada sobre C decimos que el coloreo
de C está resuelto.

Teorema 10
Una formación deficiente 1 o 2 sobre un mapa plano puede ser completada trivialmente, o
puede simplemente ser elaborada, si su deficiencia yace en una región de ¿ 5.
La prueba es auto evidente. La deficiencia 1 de ¿ 4 regiones y la deficiencia 2 de 4 regiones
pueden ser ambas trivialmente completadas en sus perímetros, y una deficiencia 1 de cuatro
regiones que nos puede ser trivialmente completada puede se hecha tal mediante una simple
operación a través del origen de la frontera deficiente.
El teorema 10 puede ser generalizado para todos los moldes, no necesariamente planos,
como a continuación se muestra.

Teorema 11*
Una formación 2r sobre cualquier molde 3 puede ser trivialmente completada, o puede ser
hecha simplemente, si su deficiencia descansa en un anillo de ¿ 5.
De este modo, ningún molde 3 coloreable 4 puede tener ¿ anillos (note que el molde
petersen tiene 12 anillos 5, y ninguno más pequeño). También podemos probar:

Teorema 12*
Ningún molde 3 coloreable 4 crítico puede ser conectado en ¿ 5.
Esto fue probado por primera vez, sólo para moldes planos, por Birkhoff (1913). El
consideró el mapa plano formado por el molde incrustado, y trabajó en una marca 4 de
regiones en lugar de una marcación 3 de los bordes, de modo que al mismo tiempo hizo su
prueba menos general y multiplicó su esfuerzo por un innecesario factor de 4.
Asombrosamente este método, que se originó con Kempe (1879), fue copiado por
investigadores subsecuentes: Bernhart, Franklin, Ore, Winn, entre otros, y es de
reconocerse que hayan podido probar tanto como pudieron a pesar de esta limitación auto-
impuesta.
Yo proporciono una que prueba que es formalmente similar a la de Birkhoff, la cual servirá
en este punto para familiarizar al lector con los usos de las matemáticas formales que he
introducido, así como para mostrar cómo estas pruebas se vuelven mucho más fáciles,
generales y obvias cuando empleamos el método modular.

Prueba del teorema 12


Suponga que el teorema no es verdadero, y que existen 3 moldes C que están críticamente
conectados en ¿ 5, cuyo molde no es coloreable en 3. Así C ← un puente 2, C ← un puente
3, o C ← un puente 4. Disponemos de los casos en donde primero C ← un puente 2 o C ←
un puente 3.
Procedimiento. Corte los vínculos del puente y reúnalos para hacer dos moldes separados C
1 y C 2 como en las figuras 9.1 y 9.2. Cada molde es evidentemente coloreable en 3 o más
pequeño que C y por lo tanto coloreable en 3, y así formateable 2 r por hipótesis. Formatee
C 1 y C 2. Claramente si las formaciones de color sobre x y x ’, y sobre xy y x ’ y ’ pueden ser
coincidir, entonces C puede ser coloreado en 3. En ambos caos, si no coinciden, puede
hacerse que coincidan mediante una permutación. Si C es o no plano, es irrelevante.
Prueba: Si C no es plano, ninguna intersección de los vínculos del puente cuanto es
esquematizado en el plano puede ser eliminada hasta que estén fuera del diagrama. Así, en
ambos casos C es coloreado en 3 y la prueba está completa en caso de que C sea conectado
en 2 o 3.
Figura 9
Ahora consideramos en caso restante, en donde C es conectado en cuatro y entonces ← un
puente 4. Nuevamente cortamos los vínculos del puente, juntándole en la porción que se
encuentra a mano izquierda en el molde para hacer C 1, y reuniéndolos en el lado que se
encuentra a mono derecha en dos formas diferentes para hacer C 2 y C 3 como en el diagrama
de la figura 9.3.
Cada uno de los C 1, C 2, C 3 puede ser evidentemente formateado en 2r o es más pequeño que
C y puede ser formateado en 2r mediante hipótesis. Formatee cada uno de C 1, C 2 y C 3.
Si la formación sobre x, y y z en C 1, puede ser hecha encajar con la formación sobre sobre
x ', y ' y z ' en C 2, entonces C puede ser formateada. La única manera en la que pueden
diferir es por:

Claramente la formación sobre C 1, llámela C 1 F 1, debe tener x−zα, y que sobre C 2, llámela
C 2 F, debe tener x ' −z ' α , de otro modo C 1 F 1. b( z ) encajará C 2 F o C 2 F . b( z ' ) encajará C 1 F
. Pero si C 1 F 1← x−zα podemos disformate y (teorema 9) por C 1 F 1. b ( y )=C 1 F 2 (diga).
1

Entonces C 1 F 2← x=a , y=ɔ, z=a.


Ahora considere la formación sobre C 3, y llámela C 3 F. Suponga que R=stuv en C 3 con C 3
F deficiente sobre s, u.
Podemos hacer C 3 F ← t=a, y ahora v=a, o v=b, o v=c.
Si v=a, C 3 F . aR encaja con C 1 F 2.
Si v=b, C 3 F . a ( v ) . cR encaja con C 1 F 1.
Si v=c, C 3 F . cR encaja con C 1 F 1.
Entonces C puede ser coloreado en 3 en cualquier caso, y la contradicción completa la
prueba.
He referido los teoremas 11 y 12 porque hasta ahora han sido probados únicamente para
moldes planos y las pruebas no han sido extendidas a los moldes-3 en general (ya sea plano
o no), así como a representar sus propiedades matemáticamente previsibles sin consultar
casos particulares. De hecho, como fácilmente podemos ver, todas las así llamadas pruebas
de “reducción” ideadas para mapas planos pueden ser extendidas –como yo he extendido la
prueba de Birkhoff– a los moldes de 3 independientemente de si son planos o no. Y se
vuelve una cuestión de interés considerar por qué, en más de un siglo, otros matemáticos
competentes han fracasado en observar esto.
La respuesta simplemente es que, en la ausencia de una disciplina adecuada y de una
notación apropiada con la cual comunicarlo, se vuelve imposible formular teoremas y
mucho más el probarlos, aunque su verdad, en ocasiones puede ser reconocida
intuitivamente. Puede ser sorpresivo para algunos lectores saber que Gauss (Disquisitiones
arithmeticae, Leipzig 1801, artículo 16) fue el primero en formular y probar el teorema
fundamental en aritmética, aunque los primeros matemáticos habían reconocido su verdad.
Euclides, de quien podríamos haber esperado la prueba, no poseía una notación con la cual
fácilmente podría haberla formulado.
Las matemáticas formales no habían recibido un tratamiento sistemático, ni una notación
apropiada antes de la primera publicación de las Leyes de la Forma en 1969. Sin los
principios y la notación enunciados allí y argumentados aquí, muchos de los teoremas que
han sido formulados y probados fácilmente en esta comunicación, serían difícilmente
concebibles.
En la ausencia de formalizaciones apropiadas, aquello que ha sido presentado en la teoría
de mapas hasta ahora es necesariamente de naturaleza ad hoc. Y aquello que ha sido
probado es expresado en teoremas que son complicados y especiales, en lugar de ser
simples y generales. Por ejemplo, un concepto restrictivo fue plasmado en el término
“anillo” (de regiones), sustituyendo a otro más simple, apropiado y general que es el
término “puente” (de vínculos de fronteras). Anillos y puentes están confinados a los
mapas. Puentes, en matemáticas formales de redes con respecto a lis cuales los mapas
comprenden una parte especializada, son universales. Entonces podemos reasignar el
término “anillo” a cualquier trayectoria conectada de vínculos que podría rodear una región
en el espacio-incrustación apropiado.
Una de las dificultades artificiales creadas por el uso de tales términos restrictivos ha sido
ocasionada por el hecho de que si el teorema de los cuatro colores es verdadero –y he
probado que lo es– entonces los moldes-3 coloreables-4 críticos no existen en las especies
de moldes que son planos, por lo que no tenemos medios prácticos de constatar –si
confinamos nuestros términos de referencia a ejemplos planos– cualquiera de las
propiedades matemáticas que podemos probar lo que estos moldes deben poseer.
Una vez liberados de esta restricción, podemos disfrutar molde de petersen, el cual –como
ya he demostrado– debe exhibir todas las propiedades que –debido a su criticalidad, un
molde-3 crítico, plano o no– puede ser demostrado que poseen. Podemos entonces
emplearlo para ilustrar hallazgos pasados (tales como los teoremas 11 y 12) y sugerir líneas
de investigación futuras.
Se vuelve claro que la criticalidad –para entidades discretas tales como los mapas y los
moldes de mapas– es un concepto dual, y debe proporcionar por lo menos dos
representativos con respecto a cada propiedad p: uno para p, y otro para su imagen o
complemento, no- p.
El molde petersen P es el molde-3 más pequeño que no puede ser coloreado en 3. Remueva
un vínculo x de P y tenemos un molde-3 grandes que puede ser coloreado en 3. Entonces
podemos decir que P mismo puede ser bajo crítica coloreado en 4, mientras P-x puede,
sobre crítica, ser coloreado en 3.
Es evidente que si el teorema de los cuatro colores fuera falso, su falsedad tendría
implicaciones definitivas para las propiedades de moldes-3 planos que pueden ser
coloreados en 3 y que están sobre crítica. Tendré que demostrar exactamente qué
propiedades deben ser, y probaré que un molde plano no puede tenerlas.
Suponga que escribimos A, B o Γ para indicar respectivamente, los comandos para hacer
operaciones simples en todos los circuitos α, β y γ de alguna formación F. Como
resultados de estas operaciones, los cambios a F serán sólo nominales, lo que significa que
consistirán meramente en permutaciones de las marcas-formación que no difieren –y cuyas
formaciones no son matemáticamente distintas– de la formación original F. Así, el grupo
formado por estas operaciones será un grupo de permutación.

Dado que el operador de identidad de todos los grupos es ock, no necesitamos marcarlo y,
como dijimos antes, en algunos casos es esencia dejarlo sin marcar.
Las permutaciones son presentadas a continuación.

Operad Elementos Módulos


or intercambiados intercambiados
Se siguen diversas implicaciones. Si F tiene no más de 3 circuitos, uno de cada módulo,
entonces una operación simple en F puede no tener efectos cualesquiera en sus propiedades
matemáticas. Los efectos de tales operaciones pueden ser llamados nominales, y las
operaciones mismas pueden ser llamadas triviales.
Cada 2r línea-formación F es en general matemáticamente equivalente a cada uno de sus 6
distintas marcas-permutaciones, que constituyen no más que procedimientos notoriamente
diferentes de representar F.
Si formaciones F, G son matemáticamente equivalentes, podemos escribir,
F ≡m G.

Teorema 13*
Si F tiene un total de k circuitos de un módulo dado –d (dicho), y Φ es un conjunto de
operaciones elementales simples (d) aplicadas a cualquier n de ellos, y Ψ es el conjunto de
operaciones similares aplicadas a la otra k-n, entonces
Φ F ≡m Ψ F.

Prueba
Introducimos el signo T (diga total) cuyo uso es análogo, en matemáticas formales, a Σ, Π
en matemáticas formales. Si una estructura matemática tiene n elementos de un tipo dado c,
al cual podemos numerar desde 1 hasta n, escribimos

Pata referirnos a toda n de ellos.


Llame al módulo −d =δ y diga Δ indicar el conjunto de operaciones simples elementales
aplicadas a algún total indicado de δ −¿circuitos.
Considere todo k δ −¿circuitos en F e idemponga d−¿bandas con n de ellos, los cuales
están entonces numerados δ 1,…,δ n. Numere el resto δ n+1,…,δ k. Entonces

Así,
Pero

por tanto

y la prueba está completa.


El uso posterior es hecho de T en presiones tales como

para indicar el número total de α −¿circuitos en F, o

Para indicar el número total de circuitos, de cada tipo, que comprende F. También
podemos escribir F ← τα =k, o τα =k con la F ampliada, para indicar que F tiene un total
de k α −¿circuitos. En general el caso más bajo griego literal es empleado a menos que
deseemos referir, como el teorema anterior, a un subconjunto. Para τα , etc, diga ‘cuenta de
α, etc’.
Considere un mapa M en un 2-espacio s con c ≠ 1. Podemos extender el concepto de
espacio-conectividad c para incluir cero y conectividad negativa, de modo que espacios con
c <¿1 estan desconectados, lo que significa que tienen –cuando se despejan de draft-
strokes– un número ¿1 de regiones indefinidas. Llame a s plenamente utilizada si M
contiene c−¿1 draft-strokes que no definen una región. Suponga que M utiliza plenamente
s.
Dibuje un segundo mapa M ' desconectado de M y totalmente dentro de una región
definida de M . ¿Cuántos colorantes diferentes necesitaremos para conformar una
formación completa sobre M '?
La respuesta es que no sabemos, hasta que hayamos decidido la verdad o de otro modo del
teorema del mapa de los cuatro colores en el plano. Lo que sea que decidamos aquí será
verdad localmente en cualquier otro mapa, incluyendo mapas en superficies con una
conectividad c <¿1. De este modo, en la medida en la que desconocemos las propiedades
del plano, desconocemos las propiedades locales de cualquier superficie.
Escriba a n para indicar el conjunto completo de términos ordenados desde (e incluyendo)
la frontera más baja (superior) a hasta (e incluyendo) la frontera más alta (baja) n. Escriba
n para indicar todos los términos desde (e incluyendo) alguna frontera natural mediante n.
Por ejemplo, si n es un entero positivo, n denota todos los enteros 1, 2, …, n.

Teorema 14*
Si F es una formación de primer orden incrustada en el plano s y F ←z, z’, dos arcos que
pueden ser idempuestos por una operación Φ en F de modo que el ΦF resultante está
también en s, entonces

Prueba
En una formación 1r todas las bandas son el mismo elemento, llamado e, y ya que no
pueden haber circuitos visibles – e, los circuitos son completamente imaginarios. Así – y |
pueden referir sólo a la conexión o desconexión de bandas.
Dada la propiedad planar, cada banda separa a s en dos zonas.
Suponga que F ← z∨z '. Imagine una región-4 R=tzt ’ z ’ deficiente sobre t, t '. Claramente
eR es una manera de expresar Φ, entonces

En F . eR cambia t ⇌ z, t ' ⇌ z '. Llame F . eR=F 1 con lo que se rebautiza t ⇀ t 1, t ' ⇀ t ' 1,
z ⇀ z1, z ' ⇀ z ' 1. Llame eR=Φ y aplique nuevamente Φ para obtener

La prueba está completa.


Como ilustración, véase la figura 10. Observe a partir de la ilustración 10.3 que el teorema
14 es falso a menos que las bandas-trayectoria para ser redistribuidos estén de hecho
distribuidos en el plano.
10.1
En una superficie
plana T 14 es
verdadero

10.2
En una superficie
plana T 14 es
verdadero

10.3
Sin incrustación
T 14 es falso

Figura 10

Teorema 15*. Diferencia de primer orden


Si el operador-banda Φ puede ser completamente incrustado en el plano s de modo que Φ
permanezca en s como una banda adicional para su operando F, y F es una formación de
primer orden en s teniendo n distintos arcos inmediatamente después n distintos arcos de
Φ, y suponiendo que la implementación de la operación ΦF consiste en la idemposición de
cada uno de los n arcos de Φ con su correspondiente arco de F, entonces

Prueba
Etiquete los arcos de F en cualquier orden z 1,…, z n y los arcos correspondientes de Φ z ' 1,
…, z ' n. Llame Φ=Φ1,… Φ n en donde cada Φ i representa la idemposición de z i con z ' i.
Ahora realice Φ en F en etapas Φ 1,…, Φ n para dar F . Φ1, F . Φ1. Φ2, … , F . Φ1 Φn-1. Φn
¿ Φ F . Claramente los valores extremos para τ Φ F y τf son k + n y k +1, en cualquier otro,
con k el número constante de bandas sin tocar por Φ. Cada aplicación de una Φ i es una
aplicación del teorema 14, y ya que Φ 1 reduce el número total de bandas en Φ+ F para τF,
continúa la congruencia.
La prueba es ilustrada en la figura 11.

Figura 11

A partir de la prueba del teorema 14 observamos que se trata en general de la redistribución


de vínculos en el plano, sin embargo, tales redistribuciones pueden ser llevadas a cabo. Con
el teorema 15 esto es expresado en términos de operaciones conocidas o definidas para
llevar a cabo redistribuciones donde quiera que sean aplicadas, pero el significado de
cualquier teorema va más allá de esto.
Primero, por el teorema 15, vemos que el resultado de una redistribución múltiple puede ser
calculado realizando cada una de sus redistribuciones constitutivas por separado. La
respuesta, como es intuitivamente obvio y como demostraré en la siguiente prueba, debe ser
independiente del orden en el cual sus cálculos constitutivos son llevados a cabo.
En segundo lugar, observamos que si Φ no puede ser incrustada en el plano con F en
cualquier etapa de la operación, entonces su aplicación puede lograr una re-dirección a las
bandas o trayectorias de circuito en F, que no es una redistribución, de modo que el
teorema 15 podría no sostenerse en ese caso.
Todas las operaciones redirigen la banda o trayectorias de circuito. Una redistribución es
definida cuando, como resultado de una re-dirección. Bandas o circuitos son unidos o
divididos aparte.

Teorema 16*
El resultado de una operación es único.

Prueba
Por cada elemento e en el operador Φ ejecutado en la formación F, cada segmento e en F
en la trayectoria de Φ es redirigida de modo que un segmento e es ausente en Φ F donde
uno estuvo presente en F, y presente en Φ F en donde uno estuvo ausente en F. Imagine,
para cada elemento e en Φ, removemos los segmentos presentes, suponga que hay n, de e
en F sobre la trayectoria de Φ, y los almacenamos en otro lugar. Los segmentos de
cualquier elemento dado son por definición indistinguibles, entonces cuando los
devolvemos a Φ F encontramos exactamente n lugares alternativos para los n segmentos
indistinguibles. Por lo tanto no hay alternativa para ponerlos, y la prueba está completa.

Teorema 17* Indivisibilidad


Coloque un único vínculo de color deficiente x entre dos bandas coloreadas b de origen b 1,
b2. Llame cualquier posible conjunto de bandas coloreadas a en F de C – x un sendero
proyectado desde x. Si t, cuando es proyectada desde alguna x en C, puede tener dos o más
factores separados, del mismo módulo, y C es incoloreables, entonces C no es el
incoloreable más pequeño de su tipo.
Comentario. Debemos considerar solo los moldes no triviales (por ejemplo, ≥5-conectado).
La configuración de mancuerna 1-conectada en la figura 12.1 no es trivial, ya que es la base
de todos los incoloreables, sin embargo, no es un molde ya que no define un mapa en
cualquier espacio. Llame a los factores-rastro que tocan ambas bandas azules originales de
x, conectivos. Si C es un molde, entonces por lo menos uno de los factores-rastro debe ser
conectivo.
El teorema 17 es claramente correcto en el caso de que C no sea plano, ya que la P petersen
es conocida por ser la más pequeña y única. Una operación no trivial en P puede romper a t
en dos o más factores distintos del mismo módulo. La operatividad trivial en ambos
orígenes de x simplemente cambia la coloración de t. Véase el teorema 13. Descartamos
todas las instancias de este tipo, llamando a los ensayos ‘falsos’, ya que meramente
complementan a los ensayos verdaderos.
Dicho en los términos del teorema 17, la frase ‘de este tipo’ refiere a la “posibilidad”
imaginada del más pequeño plano incoloreable. Nos proponemos establecer la verdad del
teorema 17 en general, si ‘de este tipo’ significa ‘plano’ o ‘no plano’.
Llame a un solitario factor-rastro divisible, reductible o compuesto si desde alguna
proyección en C puede ser roto en dos o más factores-rastro (no factores de rastro falso) del
mismo módulo, cubriendo el mismo número de nodos, sin contar los orígenes de x.
Llámelo indivisible, irreductible o primario si no puede ser entonces roto.

Primera prueba del teorema 17


El teorema 17 es axiomático.
Esto es, cualquier factor de cualquier tipo particular (el tipo no determina por sí mismo la
divisibilidad) en cualquier sistema aritmético numérico o (como en este caso) no, debe ser
evidentemente un factor primario. La razón es que, de lo contrario, debería haber un factor
más pequeño de ese tipo, contradiciendo así el requisito original.
El teorema es suficientemente evidente en el caso de los sistemas numéricos. Es igualmente
evidente en el caso de los sistemas de circuitos de color. Claramente si el incoloreable más
pequeño de cualquier tipo tiene un factor conectivo, llámelo K, entonces K es también el
más pequeño de su tipo y por lo tanto, es primario.
A pesar de que podemos observar que esto es correcto sin probarlo, podemos de hecho
probar el teorema 17 mediante una forma más bien inusual de reductio, y en vista de la
central importancia del teorema, procederemos a hacerla.

Segunda prueba del teorema 17


Para esto invertimos el enunciado del teorema para decir que dos o más factores completos
del mismo módulo no pueden juntos hacer un juicio verdadero del molde incoloreable más
pequeño de cualquier tipo.
Llame a un juicio-factor conectivo que –después de cualquier manipulación– por sí mismo
no suministra un módulo de color x, un factor tope, o factor cero, designado por una figura
cero. Llame a un juicio-factor que por sí mismo –después de ser manipulado, si es
necesario– suministra un módulo por x, un factor en marcha o factor uno, designado por
una figura uno. Los factores no conectivos, a veces llamados débiles, no caen en ninguna de
estas categorías, pero caen en la categoría de factores que no son factores 0.
Llame a un juicio intrínseco o verdadero si contiene un factor primario 0 solo o en
composición esbozado en rojo. Llámelo extrínseco o falso si tal factor es esbozado como un
módulo γ , por ejemplo si el rojo cubre al complemento azul de este factor. Note que si t no
define un factor 0, ya sea intrínsecamente o extrínsecamente, esta distinción es arbitraria e
inmaterial.
Mi plan original era determinar una forma de colorear arbitraria estándar con la cual
proyectar el rastro con ambos orígenes de dx en azul puro. Fue solo después de descubrir
que un factor primario 0 no siempre podría ser factorizado fuera en rojo a menos que un
factor de no 0 fuera cubierto en rojo sobre uno o ambos de los orígenes de x, que me vi
forzado a cambiar el plan por formaciones con un factor 0 en estancia, y por lo tanto para la
subclase de todos los molde incoloreables. Para los coloreables, y la subclase de estos que
son planos, cuando no podemos relacionarlos a un factor 0 residente, somos libres de
estandarizar proyecciones de estos como queramos, y es conveniente estandarizarlos por mi
plan original, por ejemplo hacer que ambos orígenes sean azules puros, como en las figuras
13.1, 13.2.
Llame a un factor-rastro puro si contiene todo tipo dado de facto, 0 o no 0. De otro modo,
llámelo mezclado. En las ecuaciones que siguen los unos (1) y los ceros (0) en el lado a
mano izquierda refieren a factores puros, pero los ceros (0) a mano derecha en ocasiones
deben ser mezclados, refiriendo la calidad de tope o en marcha del juicio resultante como
un todo. Y la ‘=’ in estas ecuaciones no significa ‘es equivalente a’, sino que significa
‘puede ser equivalente a’.
Redefina factores puros 0 y factores puros 1 mediante la inversión de la definición original.
La definición original observa qué efecto tiene, visto desde ellos mismos: ya sea deteniendo
o siendo capaz de detener un módulo de x. La definición invertida notará qué efecto debería
tener, mirado desde donde sea.
Como visto desde sí mismo, y por sí mismo, un factor 0 puede detener una coloración de x,
un factor 1 no.
Visto desde donde sea, un factor 0 puede prohibir la entrada ya sea en un factor 0 (figura
15) o en un factor 1 (figuras 15 y 14) si C está impedido para ir de coloreable a
incoloreable. Y un factor 1 en estas circunstancias puede impedir la entrada de únicamente
un factor 0 (figura 14.1).
Ya que algunos dos factores-rastro conectivos –de cualquier tipo– puede siempre = 1, la
figura 1 a mano derecha es irrelevante, y no marcada. Nuestra distinción inversa, que debe
existir entre factores 0 y factores 1, puede ser determinada solo por = 0. Hemos visto que
1 0+0=0 (figura 15, F−o+ o=U−x ¿
2 0+1=0 (figura 15, F−q+ q=U−x ¿
3 1+0=0 (figura 14.1, F−o+ o=J 5−x ¿.
Suponiendo la cuarto ecuación,
4 1+1=0
¿hubo una posibilidad? Si es así, perderíamos la distinción entre 0, 1 en términos de qué
prohíben. Por ahora cada uno prohibiría ambos.
Las primeras tres ecuaciones no pueden ser negadas, porque existen ejemplos de que todas
ellas existen. La cuarta debe ser negada, es imposible porque contradeciría la distinción
inversa que debe existir entre los factores 0 los factores 1.

Corolarios al teorema 17*


Cualquier factor 0 es irreductible.

Figura 12.1. La mancuerna incoloreable.

Figura 12.2. El petersen incoloreable.

En el petersen incoloreable con rastro t como es definido en la figura 12.2, no hay


proyección desde la cual t puede ser dividida en factores separados, por lo que decimos que
t es al menos factor 0 o. Si llamamos o 0 a la ausencia de cualquier rastro cualquiera, como
en la figura 12.1, podemos llamar el rastro en la figura 12.2, o 1, sugiriendo que podría ser
otro factor 0 o 2 irreductible, etc. Si efectivamente (o no) esos otros factores 0 (o n)
irreductibles existen, la prueba que tengo que presentar aquí es inmaterial, ya que los
teoremas 17, 23 permanecen válidos no obstante podrían haber muchos tipos de
irreductibles (o n).
[En una comunicación posterior (el Ross Ashby Memorial Lecture, Univerity of Vienna,
Abril 10 de 1996) muestro que o 1 es único, y por lo tanto el único factor relevante de todos
los incoloreables, lo cual lleva a una prueba del teorema del color que es casi decepcionante
corta. Pero esa prueba puede ser apenas apreciada sin esta temprana cuenta, inicialmente
escrita y publicada en 1979, de los métodos y teoremas que lo preceden y lleva a la prueba
original que anuncié en 1976. – El autor, editando este documento en 1996].

Teorema 18*. La paridad plana del teorema


Si F es una formación planar de segundo orden, un molde 3 y Φ es simple, entonces
τF ≡ τ Φ F(mod 2).
Prueba
Ya que las propiedades de las marcas elementales, con respecto a otra, son simétricas, es
suficiente con probar el teorema en el caso de una operación elemental simple Φ sobre un
circuito K, de cualquier módulo, en F, y a partir de este caso la doble generalización debe
seguir.
Suponga que K es del módulo γ . En la notación que hemos adoptado, los otros os módulos
no aparecerán simétricamente con respecto a otro, y será sustituido que α −, β−¿ circuitos
siguen respectivamente las trayectorias de a-, b- bandas en cualquier F.
Considere primero el caso en donde K es el único circuito γ en F. En este caso, por el
teorema 13, la aplicación de Φ simplemente intercambian los circuitos α con los circuitos β
(y por lo tanto, las bandas a con las bandas b) en todo F, entonces τ Φ F=τF y la
congruencia es verdad trivialmente.
Notamos en este caso que la identidad subsecuente de las trayectorias de los circuitos β en
Φ F con aquello de los circuitos α en F, y de los circuitos α en Φ F con aquellos de los
circuitos β en F, es suficiente para determinar que un circuito α es redistribuido cunado, y
no a menos de que, un circuito β es redistribuido. Por considerar una aplicación adicional
de Φ a Φ F. En Φ F todos los circuitos α de F han convertido los circuitos β de Φ F y
todos los circuitos β de F han convertido los circuitos α de Φ F. Ya que ΦΦ F=F, la
siguiente aplicación de Φ a Φ F debería hacer a los circuitos β de Φ F exactamente lo que
la aplicación original de Φ hizo a los circuitos α de F, y a los circuitos α de Φ F
exactamente los que la aplicación original de Φ hizo a los circuitos β de F, ya que las
trayectorias del caso de uno en uno han convertido las trayectorias del otro en el otro.
Por lo tanto, cualquier redistribución Φ hace a α, en cualquier caso, hace en reversa a β.
Ahora considere el caso en donde K no es el único circuito γ en F. Las propiedades locales
en los alrededores de K permanecen exactamente como en el caso previo, y ya que F es
planar, el teorema 14 debería aplicar para casa redistribución de las bandas a y de las
bandas b consideradas separadamente como formaciones 1r en el plano, y entonces las
redistribuciones hechas por una aplicación de Φ en este caso corresponde exactamente a
redistribuciones hechas por una aplicación de Φ en el caso anterior. La única diferencia es
que puede ya no haber más reciprocidad estricta entre unión (desunión) en un caso y
desunión en el otro, entonces las siguientes posibilidades son ahora determinadas.
Resultante de Φ
en trayectorias α en trayectorias β en τ

no redistribuido no redistribuido +0
desunido desunido +2
desunido unido +0
unido desunido +0
unido unido -2

En consecuencia Φ no puede de modo alguno cambiar τ excepto mediante una múltiple de


2, y la prueba está completa.

Este bello teorema elemental es la clave de la solución de problema del color, ya que
demuestra, históricamente por vez primera, una diferencia relevante y crucial entre
formaciones planares y no planares.

Antes de proceder, resulta apropiado en este punto, presentar un análisis, en términos


formales, de solo cuanto es erróneo en la solución defectuosa original de Kempe.
El error de Kempe sigue siendo hoy en día misteriosamente conocido como un “error tipo
Kempe”, sin tener consciencia, en la parte del matemático que lo describe, de precisamente
qué reglas matemáticas han sido rotas. Explico abajo exactamente qué es un error tipo
Kempe.

Kempe (1879) consideró una expresión (que tuvo lugar para ser una formación), llámesela
E, y concibió dos operaciones diferentes, llámelas Φ y Ψ , cada una de las cuales, cuando es
aplicada a E, resulta en una determinada consecuencia deseada c. A partir de esto el
concluyó erróneamente que la aplicación de Ψ a Φ E podría entonces resultar en c. En
señales:
Φ E←c
y
Ψ E←c.
Por lo tanto (ilógicamente)
ΨΦ E ← c (conclusión falsa).
Ejemplo. Establezca a=1/2 y b=1/6 y considere que E=30. Escriba Φ E para ser el
producto de E por a y Ψ E para el pro producto de E por b. Un error tipo Kempe sería
suponer que, ya que tanto Φ E como Ψ E son enteros, entonces ΨΦ E debería también ser
un entero.
Traducido, por lo tanto, a aritmética métrica, el error es absurdamente obvio. Pero Kempe
estuvo extraviado en aritmética formal, en donde nadie conocía las reglas, o incluso que tal
disciplina podría existir.

Teorema 19*
La paridad consecuencia de una operación compleja en una formación planar es
determinada por la situación de su componente imaginario.

Es no es más evidente una definición evidente de facto, ya que el componente real de la


operación es por el teorema 18 no-cambiante de paridad. Entonces si la operación como un
todo es cambiante de paridad o no debería depender del componente imaginario.

Duramente obvio, el teorema es de una gran utilidad práctica, debido a que da lugar al
siguiente conjunto de corolarios.

Teorema 20*

La paridad consecuencia de todos los ejemplos de una descripción dada de operación


compleja en una formación planar es determinada por la paridad consecuencia de
cualquier ejemplo particular.

Esto es obvio, nuevamente por definición, ya que un tipo de descripción es decidida


mediante sus operaciones complejas.

Los lectores pueden comparar el teorema 16 en las Leyes de la Forma, en donde fue
anteriormente planteado y probado, para toda álgebra, que expresiones son equivalentes si y
solo si estas toman valores iguales en cada caso de una variable distinta. En cualquier
instancia, una propiedad del conjunto es determinada encontrando esta propiedad en uno de
sus miembros.

Así, todos nosotros necesitamos hacer comprobar el efecto de cualquier operación compleja
en paridad es construir un sencillo y conveniente ejemplo de ello, y la respuesta en este
caso particular es la respuesta en el caso general. Siguen sub-corolarios.

Teorema 21*

Si el único componente imaginario de Φ es uno mediante el cual un vínculo no-formado es


formado entre orígenes diferentemente marcados en F, y tanto F como ΦF son planares,
entonces
τF ≡ τ Φ F (mod 2).

Es decir, en este caso la operación no es cambiante de paridad.

Teorema 22*
Si el único componente imaginario de Φ es uno mediante el que un vínculo no-formado es
formado entre orígenes similarmente marcados en F, y tanto F como ΦF son planares,
entonces
τF ≢ τ Φ F (mod 2).
Es decir, en este caso la operación es cambiante de paridad.

Teorema 23*
Si Q es un anillo 5 vwxyz en un molde planar C y F de C es deficiente 1 hasta x, entonces
el número de factores en el ensayo t puede ser cambiado, o C puede ser coloreado.

Prueba
Establezca que y=b, z=a, v=c, w=b, x incoloreado. Haga que
Φ F=F . a ( xyz ) .b ( xy ) . c ( wxy ) . a ( z ) . c ( w ) . El componente Φ a ( xyz) es cambiante de paridad
(un experimento elemental en cualquier F apropiada lo demostrará). Los cuatro
componentes restantes son elegidos para restaurar el coloreado original de Q sin un
posterior cambio de paridad y en tal forma que el cambio de paridad del primer
componente se manifestará, si Φ puede ser completado, solo en t. Es evidente que cualquier
unión o desunión de circuitos que impiden la terminación de Φ proporcionará un módulo
inmediato para colorear Q, y si falta tal módulo en cualquier etapa (como no puede si C es
incoloreable), entonces Φ debería ser completable.

Una ilustración de la operación de Φ es proporcionada en las Notas.

El Teorema 23 es visto contradecir el corolario del Teorema 17, que cualquiera menos el
factor 0 debe ser primero: por si tal factor f estuviera para existir en el plano, C sería
coloreable o f sería factorizable.

Por lo que la incoloreabilidad en el plano es auto-contradictoria, y esta primera prueba del


teorema del mapa de los cuatro colores está completa.
Una segunda y más elegante prueba, que no requiere el corolario del Teorema 17, es
alcanzada mediante el método de descenso. Por el teorema 23 el juicio de un planar
incoloreable C con respecto a x puede ser roto, entonces por el teorema 17, C no puede ser
el más pequeño tal incoloreable. Elimina factores redundantes para hacer un más pequeño
incoloreable, llámelo C ’, y entonces repita la operación del teorema 23 en C ’ para romper
el juicio nuevamente. Continúe hasta un molde es alcanzado tal que este y cualquier más
pequeño molde es obviamente incoloreable, y la contradicción completa la prueba.
PARTE III. NOTAS

La primera referencia registrada al teorema 0 está en una carta fechada el 23 de octubre de


1852 de Augustus De Morgan a Sir William Rowan Hamilton.

La prueba de Kempe de 1879 del teorema 5 es complicada por el hecho de que él no


estandarizó el mapa. Nadie pensó en estandarización hasta once años más tarde, cuando
Heawood (1890) probó que el problema podría ser confinado a mapas con moldes 3
conectados.

Tait (1880) dio una complicada prueba al teorema 8 y pensó que había probado el teorema
0. Él asumió la falsa hipótesis de que todo molde planar tiene un circuito que atraviesa cada
nodo solo una vez.

Aunque las soluciones a los grandes problemas no resueltos de matemáticas son ensayadas
por cientos de aficionados cada año, solo en un caso que yo conozca ha un profesional
(Lindemann, en relación con el teorema de Fermat) arriesgado su credibilidad por declarar
públicamente una solución defectuosa a cualquier problema dado, diferentes al problema de
los cuatro colores, que solos han arruinado más reputaciones profesionales que todos los
otros problemas puestos juntos. Los siguientes profesiones desde Kempe han todos
públicamente declarado pruebas que han sido o incorrectas o incompletas. Tait, 1880 (falsa
suposición de la existencia de un circuito Hamilton), Haken, Appel, y Koch, 1976-7
(fracasó en probar la completud de un ‘inevitable’ conjunto de configuraciones al que
añadieron más miembros en borradores posteriores). En ninguna parte en su larga y a
menudo irrelevante conteo proporcionaron la evidencia que hubiera permitido al lector
comprobar lo que estaban diciendo. Podría haber sido o no “posible” o no el teorema del
color de la manera en que ellos decían. Lo que ahora es claro es que no lo hicieron). El
distinguido teórico gráfico G. A. Dirac me dijo que Haken, con Shimamoto en 1971,
también declaró tempranamente una prueba errónea. Puede que hayan otros, pero aun así,
para encontrar no menos de siete intentos falsos, o más si incluimos la multiplicidad de
intentos hechos por Tait, en menos de cien años, entre seis matemáticos, a la solución de un
problema, muestra solo qué tan único parece ser este problema, en su capacidad de
enganchar a casi todos, en algún momento, y llevarlos a pensar que tenían una prueba
cuando no la tenían (graciosamente, John Koch quitó su nombre de la prueba de 1977).

Una prueba debe suministrar instrucciones claras para el lector y que predigan
correctamente qué ocurrirá cuando él, o ella, las sigan. Euclides proporcionó instrucciones
claras a ti y a mí, y correctamente predijo qué ocurriría cuando las siguiéramos. Kempe dio
instrucciones claras a Heawood, pero falló en predecir correctamente lo que Heawood
encontraría. HAK no proporcionó instrucciones ni predicción, por que falló en reunir
cualquiera de los criterios necesarios. Tal vez usted se pregunte, ¿cómo pudo ocurrir algo
así? Bueno, sucede con mucha frecuencia, pero usualmente no de manera tan pública. Por
su puesto, ellos no lo hacen con la deshonesta intención de declarar una prueba que no
tienen. Sólo un tonto lo haría. Ellos deben haber sentido ciertamente que cuanto faltaba por
hacer era fácil y que podrían haberlo hecho entre el anuncio y la publicación. Y cuando lo
encontraban no era y no podría ser, y la única manera de salvarse era aferrándose a su
respuesta. No crean lo que digo. Echen un vistazo y vean por ustedes mismos. Tal vez usted
piense, algún lugar en esa masa de esa jerga oscuramente escrita, habría una prueba
escondiéndose. Me temo que se decepcionará. No hay nada perceptible ahí, diferente de
declaraciones infundadas y conclusiones erróneas y no se requiere de una gran inteligencia
para detectarlo. Alguien dará una mirada en algún momento y descubrirá la embarazosa
verdad, en donde no sólo se carece de una prueba para fundar lo que se dice sino que no
hay indicios de algo que se parezca a una prueba. Es el caso más ridículo de “El traje nuevo
del Rey” que jamás haya desacreditado la historia de las matemáticas: la prueba imaginaria
ha sido impulsada con propaganda y millones de dólares de recursos públicos mal
encaminados y ninguno de los involucrados se atreve ahora a admitir que nada de valor ha
resultado. El informe de síntesis de Dirac debería de servir como la última palabra: “Aún si
el trabajo de computadora fuera correcto, no es una prueba”.

Kempe (1879) también probó (en efecto) el teorema 10. En mi notación los teoremas 8 y 10
son ambos auto-evidentes. HAK indicó, incorrectamente, que Kempe estandarizó el mapa,
exponiendo su analfabetismo en no haber leído a Kempe o Heawood.

Cuando inicialmente planteé la operación Φ en el teorema 23, llamado una aprobación de


paridad pp, no sabía de ninguna formación en la que pudiera ser completada.
Posteriormente descubría que podría hacerse en el famoso mapa de Errera, llamado E, en el
cual toda la cadena de operaciones de Kempe falla desde la región 5 que eligió. Una
aprobación de paridad en E es ilustrada en la figura 13. Por supuesto E resuleve
simplemente por E . c ( w ) b .(wvz) dejando a x en in módulo β.

La panoplia completa de la aprobación de paridad en el teorema 23 no es estrictamente


necesaria, ya que el primer componente de Φ es cambiante de paridad y recrea una Q
deficiente 1. Este componente puede de hecho ser visto como una transformación Bernhart
en C−x, notablemente la transposición de un par de nodos. Pero la pp nos ofrece el
adicional de colorear Q cuando no puede ser completada, lo cual Bernhart (1947) no puede.

La definición de “juicio” en el teorema 17 es adecuada para nuestros propósitos, pero para


mayor precisión es necesario establecerla en términos de circuitos en lugar de bandas. Por
completa generalidad podemos definir los juicios como el conjunto de circuitos en exceso
de número requerido para evitar la posibilidad de que x esté en un módulo. Si x está en
colores similares debe haber un exceso mínimo de 1, de otro modo x sería solo un vínculo
ocioso, entonces en casos mínimos las dos definiciones definirán una situación idéntica. En
general el número N de factores juicio es dado por la ecuación N=τF−4.

Un procedimiento de prueba puede ser referido como un diálogo formal entre un instructor
y un estudiante. La convención indica que el autor de la prueba debe de ejecutar la parte del
instructor, el lector, la de estudiante. Aunque cualquier prueba es el reconocimiento de lo
que sabemos hasta ahora a partir de términos en que el teorema es establecido, el juego
determina que, mientras el autor (o instructor) supuestamente indica esto, el lector (o el
estudiante) supuestamente se encuentra con todos los modos de pensamiento incorrectos
posibles, llamadas “objeciones”, que el autor supuestamente encuentra uno por uno.

Incluso Gauss (Disquisitiones, edición inglesa 1996) se volvió impaciente con esta farsa, y
remarcó (p. 45), “Está más allá del propósito de nuestra investigación… explicar uno por
uno los artificios particulares que vuelven familiar a cualquiera trabajar en este campo”. En
resumen, ya que el número de modos de pensar incorrectamente es infinito, una prueba
nunca terminaría si el lector no fuera en algún momento confiado a experimentar con el
sistema en el cual la prueba se hace manifiesta, y descubrir que cualquier persona normal
que entonces experimente vendrá a ver.

Considerado más directamente, una prueba es una manera de hacer que los que aparece
menos evidente, lo sea más. Se requiere un cierto estándar para aquello que llamamos
validez, es notable que, como sea que aparezca antes de la prueba, la evidencia después de
la prueba debe aparecer como absoluta, como si fuera una proposición auto-evidente o un
axioma.

Por lo que el acercamiento a una proposición de un axioma es sencillo, lo difícil es


probarlo. Y cuando, en el límite, es un axioma, esto es, totalmente auto-evidente sin prueba,
la prueba se vuelve imposible. El teorema 17 fue difícil de probar, porque el teorema estaba
muy cercano ya a lo axiomático.

Resulta que una prueba perfecta debe probar una proposición de una manera tan evidente
que no requiera prueba. Debería entonces destruir el problema, y por lo tanto, la necesidad
de probar la proposición. Una prueba perfecta es entonces auto-destructiva en el sentido de
representarse a sí misma como innecesaria. Si usted viene a observar un teorema como
auto-evidente, incluso si requiere una prueba para hacer eso, y entonces no vuelve a los
incorrectos modos de pensar que lo enceguecen de su auto-evidencia, usted olvidará por
qué alguna vez necesitó una prueba, y así eventualmente olvidar qué problema o prueba
era.

En matemáticas “normales”, tal como la prueba de E uclides de la infinidad de los


primos, la respuesta, aunque cierta, aún no aparece completamente axiomática, aunque a un
ser con visión perfecta, debería. La razón de que podamos representarlo una y otra vez,
como una pieza de música favorita, y aún sentirlo edificado, es porque constantemente
recaemos en el hábito de ver a la pregunta incorrectamente. Después de todo, si un hecho es
tal por definición (y todo hecho matemático lo es por definición), algo debe ir mal con
nosotros si no podemos verlo inmediatamente. De este modo, las matemáticas “normales”,
como la música “normal” sigue ‘teniendo sentido’ porque este defecto de visión persiste, y
obtenemos placer oscilando entre las apariencias “equivocadas” y las “correctas”, entre la
tensión y su resolución.

Con matemáticas perfectas hacemos irreversible la oscilación. Por ejemplo, volviendo a


expresarlo en mi notación, el teorema de Tait se vuelve tan obvio que la prueba es
innecesaria. Cmbiando la notación, he eliminado la oscilación entre correcto y equivocado.
Oscilamos a lo ‘correcto’ y entonces olvidamos la oscilación de vuelta a lo ‘incorrecto, y la
prueba de Tait junto con todas las otras pruebas de su teorema se vuelven innecesarias y
entonces las olvidamos.

La música “perfecta” resolvería todas las tensiones musicales antes de que la pieza inicie, y
por lo tanto, estropeando el placer volviendo a la pieza tradicionalmente interpretada como
un intento sin interés e innecesario. El objetivo de la música no es acabar con ella misma,
sino crear una ambivalencia y prolongar el placer de mejorarla. Las matemáticas
“normales” o “tradicionales” han seguido hasta ahora exactamente el curso de la música
“normal”, prolongando el placer no llegando a la resolución final, tan obvia o tan final que
perdemos el deseo y razón de interpretarla nuevamente.

En tiempos de crisis puede ser necesario resolver tensiones matemáticas, es decir, llegara
respuestas correctas, rápido, atravesando rápidamente el prolongado placer de obtenerlas,
como yo lo hice como el teorema de Tait. Ahora el placer original de la prueba de Tait está
completamente destruido, ya no hay más caso en practicar lo que se ha vuelto una sandez
sin sentido, solo para ver cómo nos convencemos a nosotros mismo o que podemos ahora
mirar perfectamente sin tal práctica.

Es apreciable, si una proposición correcta ha resistido a ser probada por más de un siglo,
pensar que podríamos hacerlo mejor para encontrar una manera de hacer más evidente al
conjunto completo de lemas fundamentales, si el más difícil de todos ellos no parece
totalmente recalcitrante. Lo que ocurrió aquí fue que, para hacer los teoremas posteriores
manejables, corregí la notación de un modo que los primeros teoremas estarían tan
clarificados que aparecerían como auto-evidentes. Después de esto, los teoremas
posteriores, tal como la invisibilidad y paridad de los teoremas, cuya existencia era incluso
imposible de ver antes del cambio de notación, se volvieron, si no fáciles, al menos lo
suficientemente visibles para probarlos.

La manera en la que pruebo el teorema 17 es inusual, y la única prueba similar que puedo
nombrar es mi prueba del teorema 16 de Leyes de la Forma. Ambos teoremas son difíciles
de probar porque cada uno está dentro de un ámbito completamente auto-evidente, que es,
utilizable como un axioma. De hecho, el teorema 16 de las Leyes de la Forma fue
considerado axiomático antes de que supliera la prueba, y el teorema 17 de Mapas podría
ser considerado de manera similar. Mis pruebas en ambos casos solo confirman más allá de
cualquier rastro de duda que, considerándolos axiomáticos, los estamos observando
correctamente.

Podemos resumir el método de prueba en casa caso, mostrando claramente que cada prueba
emplea un principio de transmisión.

Teorema 16 Leyes de la Forma


¿Cómo puede aquello que transformamos en sn transmitir él mismo a lo que aparece como
cambiado de valor a s0?

Teorema 17 Mapas
¿Cómo puede aquello que transformamos en t transmitir él mismo a aquello que aparece
como un cambio de coloración a dx?

Mis pruebas de ambos teoremas están basadas en el hecho de que cuanto existe en un lado
de la frontera en matemáticas es formalmente idéntico a lo que existe en el otro lado, ya que
la formalidad es la frontera común que comparten. Podríamos llamar a esto el axioma de
formación: Que una cosa es formalmente idéntica a lo que no lo es.

De este modo, cuando trazamos una frontera “desde adentro” es una frontera [sic!] para
mostrar el trazo que dimos en el “efecto” tiene sobre las cosas vistas “desde afuera”. Así,
una frontera, tal como un factor f en un juicio f , modelado “desde dentro” tal que puede o
no proporcionar un módulo para dx en C, debería exhibir este muy moldeado en el modo en
que es visto en relación con las cosas en la mitad del universo matemático fuera de f , que
consiste en el resto de la formación F sobre C−x. Pruebo el teorema de la indivisibilidad
mostrando que si fiera falso, podríamos haber hecho una propiedad definida de f que
fracasó en mostrar en el mundo alrededor de f . Ya que esto contradeciría el axioma de
formación, es imposible, y el teorema 17 debe entonces ser cierto.

En el viejo teorema 25 (ahora remodelado como teorema 23) utilicé un procedimiento de


paridad cambiante diferente, llamado un pm generado de paridad, que funciona en una
región 5 deficiente en 2. Esta, aunque más espectacular, porque destroza circuitos sobre el
lugar independientemente del color, nos es tan adecuado como la aprobación de paridad pp,
que restringe su atención más recatadamente a las bandas rojas en el juicio t.

Yo siempre considero una prueba por filiación –el método fue inventado, hasta donde sé
por Pierre Fermat– como una de las más raras y bellas formas de prueba, por lo que yo
estaba encantado cuando mostró la posibilidad de probar el teorema de los cuatro colores de
este modo. Evidentemente podemos hacerlo mediante el procedimiento del teorema 23, que
demanda una prueba que algún tipo de operación de cambio de paridad debería en todos los
casos ser posible en una presunta formación completable en el plano.

Quizás el lector haya ya intuido que no necesitamos proceder siempre de este modo, por el
hecho de que tal paridad no puede ser cambiada mediante una simple operación en el plano,
puede entonces suministrar la contradicción que necesitamos.

Considere el juicio petersen 01. Haga una simple operación c en el circuito γ en un vínculo
y adyacente al vínculo deficiente x. Antes de aplicar c ( y ), τF=5. Después de aplicar c ( y ),
τF .c ( y )=4. La formación, siendo no planar, no estaba obligada a obedecer la ley de la
paridad, y ha tragado uno de sus circuitos. Esta fue la única manera en la que podría
comportarse para no dejar factor excesivo, y así lo hizo, conforme al corolario del teorema
17.

Suponga ahora que estamos en un plano, habiendo remplazado el no-planar 0 1 con el que
esperamos es el mínimo planar de factor 0, permítasenos llamarse t. Llame a la nueva
formación F ’, y al nuevo molde C ’. Ahora realice c en γ hasta y. Antes lo hicimos, F ’ de
C ’−x debe haber tenido exactamente cinco circuitos, dos por cada uno de los orígenes x y
uno por el juicio. Ningún número mayor que cinco constituiría una factorización de t,
contraviniendo la necesidad matemática de que t es irreductible. Estamos en el plano,
recuerde, por lo que la paridad debe ser conservada. τ claramente no puede ir más debajo
de tres, entonces τF .c ( y ) debe permanecer hasta cinco o ir más alto, en cualquier caso
constituyendo una factorización de t. Con x ahora en colores diferentes no necesitaremos
del todo un juicio, pero la situación planar determina que en este caso debemos todavía
tener por lo menos un factor excesivo, entonces después de la operación de c en y, ya sea
una banda roja o azul debe ser dividida. Eligiendo juiciosamente la situación de y,
podemos dividir la banda roja que, en la formación previa, fue el supuestamente
irreductible factor t.

Así, en todos los casos volvemos a la consigna planar: ya sea que C pueda ser coloreada o
que t pueda ser factorizada.

Otra manera de expresar el corolario del teoría 17 es diciendo que la unidad esencial de
cualquier factor 0 en t es inviolable, y por lo tanto no divisible entre factores de t. Entonces
si t puede ser factorizada, el principio en t que hizo al molde C incoloreable, se encontrará
completa e inmutada en uno de los factores.

Esto es lo que me permitió, en estudios recientes, probar más teoremas generales que
implican el teorema de los cuatro colores por exclusión. El enfoque en estos casos es
mediante el concepto de incolorabilidad. El enfoque para las pruebas presentes es mediante
el concepto de planaridad. Ambos enfoques son igualmente efectivos, y cuanto pruebo en
este, el enfoque de planaridad puede ser resumido muy sencillamente.
Un molde de mapa planar o bien puede ser coloreado o el proceso de factores
eliminantes puede ser continuado sin límite. Y ya que lo posterior es evidentemente
imposible, el anterior debe ser el caso.

La última palabra sobre factorización está vigente. Los factores puede ser de cuatro tipos,
mejor ilustrados mediante ejemplos.

1. Factores gráficos o de molde: estos son como cualquier molde C, considerados


como un gráfico G, puede ser divididos.
2. Factores operacionales: el resultado de la idemposición de dos formaciones F 1, F 2
puede ser considerado en este sentido como teniendo a F 1, F 2 como factores.
Entonces 01 ser ‘factorizado’ operacionalmente en 2 cuadriláteros, aunque en el
tercero y cuarto sentido abajo 01 debe ser considerado como irreductible. Los
factores operacionales son en efecto fracciones. Análogamente en teoría del
número, 2 ¼ x 5 7/9 son factores operacionales del número primo 13. Con el fin de
definir primos en cualquier sistema, debemos confinar los elementos, que puede ser
introducidos o eliminados, a números completos o circuitos completos.
3. Factores formación: en este sentido 01 es irreductible, porque no hay operación Φ
que pueda ser aplicada a F, sobre el molde relevante C, que puede hacer una
formación Φ F, tal que Φ F ≢m F, y tal que Φ F ha resuelto 01 dentro de circuitos
separados del mismo módulo (si operamos trivialmente en ambos orígenes de dx,
solamente cambiamos el color de 01).
Cada molde C puede ser pensado como un marco aritmético distinto en que los
circuitos de F sobre C pueden disponer ellos mismos. El concepto de factorización
de un circuito es similar a factorizar un número. Si, en el marco aritmético en que
el circuito (o el número) existe, este puede ser roto en circuitos separados (factores),
entonces este es reductible (compuesto). Si no, entonces es irreductible (primo).
Podemos sub-clasificar factores de formación en factores sociales o factores S,
consistiendo en el número mayor de un módulo dado que puede coexistir en algún
maximal F sobre un C dado, y factores solitarios o factores L, dentro de los cuales
un factor S en el subfactor de F con los otros factores S eliminados, pueden en
ocasiones ser divididos posteriormente. En la figura 14.1, o, p , q constituye la
mejor factorización S posible, entonces son todas irreductibles S. o también es
irreductible L, pero cada p, q es L irreductible. He mostrado en otro lugar (por
ejemplo en Chicago 1990, Vienna 1996) que la factorización S sola es suficiente
para aislar o en cualquier C incoloreable.

Es evidente que cualquier proyección de F a partir de un dx en que no todos los


factores, ya sea S o L, pueden ser aislados, todas pueden sin embargo ser
identificadas como factores operacionales.

4. Factores juicio: estos pertenecen a la clase de factores de una formación F


proyectada a partir de un vínculo deficiente dx en C, y consisten en la clase de tales
factores en exceso del número mínimo requerido por x para no estar en un módulo.
Posteriormente podemos clasificarlos como fuertes o frágiles dependiendo de si
tocan a ambos, o menos que a ambos, de dos circuitos originales o módulos
idénticos atraviesan cada uno de los orígenes separados de x.
Un factor juicio f es considerado irreductible si es real y fuerte, y constituye un
exceso de 1, y no existe operación Φ tal que Φ F=F ', con F y F ’
matemáticamente no-equivalentes y deficientes 1 sobre C, que pueda romper f en
varios componentes del mismo módulo. En otras palabras, un factor conectivo
fuerte f es considerado irreductible si y solo si no puede ser L-factorizado.
Los factores juicio, estrictamente ablando pertenecen solo a los moldes
incoloreables: en moldes coloreables siempre hay alguna operación que sitúe dx, en
alguna situación, en un módulo. Cuando esto sucede no hay juicio y aquellos que
fueron sus factores no puede ser más llamados factores juicio, aunque todavía
podemos llamarlos conectivos. Es solo manteniendo x ausente un módulo, en casos
coloreables, tanto como podamos, que podemos parcialmente ilustrar la naturaleza
inconsistente de los fenómenos que tendrían que tener lugar necesariamente si fuera
posible para un molde incoloreable existir en un plano.
Los siguientes cuatro teoremas son nuevos y verdaderos, pero no se registrarán mis
pruebas de ellos aquí.

Teorema 24*. Reparación del algoritmo de Kempe

A menos que una Q región 5 en un mapa plano M esté hasta un centro de simetría radial
(llámela una región polar) existe un conjunto de cambios de color alrededor de las
fronteras de Q que permitirán a Q ser coloreada.

Comentario. Sorprendentemente, el famoso mapa de Heawood (1890) no es un registro del


método de Kempe. Es fácilmente coloreado si permitimos todos los cambios posibles, no
solo lo que son detallados por Kempe. El mapa polar de Errera puede por su puesto ser
fácilmente coloreado de muchas maneras y pude ser coloreado al modo de Kempe, en el
amplio sentido de permitir todos los posibles cambios de perímetro para cualquiera excepto
las cinco regiones polares. Más que sorprendente, aparece como único. Hay un número
infinito de mapas con regiones polares 5, y no he encontrado ninguno excepto del de
Errera, que no puede ser coloreado al modo de Kempe a partir de una región polar. El lector
debería buscar uno, o probar que no existen, una prueba que me ha eludido hasta ahora,
aunque puedo escuchar información convincente que sugiera que sería imposible.

Teorema 25*

Una aprobación de paridad pp no puede ser completada con dx en ninguno, excepto una
frontera de una frontera de una región 5 polar en un mapa plano M.
Comentario. Aquí nuevamente el teorema parece demasiado frágil. El de Errera es el único
mapa plano conocido en que una aprobación de paridad puede ser completada. En otra
región 5 polar, en que un juicio es posible, pp no puede ser completada, entonces
proporcionando un algoritmo repetitivo, apropiado para computadoras electrónicas, para
colorear M , incluso a partir de una región polar. Aquí nuevamente sospecho, aunque no lo
he probado aún, que el mapa de Errera es único en permitir que pp sea completado.

Así, los teoremas 24, 25 parecen ser diferentes maneras de establecer un hecho idéntico: la
aprobación de paridad completable es equivalente a un no Kempe-coloreable.

Teorema 26*

Si un mapa plano M no resuelve simplemente con dx en una Q región 5, entonces M


resolverá simplemente si la deficiencia hasta x es desplazada a y, y un vínculo adyacente a
x en Q.

Comentario. El teorema 26 es sencillo de utilizar por una coloración a mano, pero demanda
una elección de pensamiento de qué operación hacer luego. El teorema 25 es fácil para
computadoras programadoras, porque aunque podría requerir de más operaciones, estas son
completamente repetitivas y no demandan una elección consciente.

Teorema 27*. Una axiomatización de la fórmula de Heawood

Si M es un mapa sin nodos con no más que d divisiones por cada región en una superficie s
de conectividad c, entonces el número n de regiones mutuamente contingentes posibles
para M está en la gama
n ≤[1/2 (2d + 1 + (4c + (2d + 1)2- 12)1/2)]
en donde [x] denota la parte integrante de x.

Comentario. La fórmula de Heawood n ≤[1/2 (6d + 1 + (24 c + (6d + 1)2 – 72)1/2)] para
mapas con nodos proporciona la respuesta correcta 4 cuando c=d=1. Y lo hace porque mi
fórmula para mapas carentes de nodos da la respuesta correcta 2. En este último caso no es
difícil observar que la respuesta es correcta (prueba: elija cualquier región r en M y
coloréela con uno de los colores. Coloree todas las regiones hasta una forma profunda r con
este color, y toda región hasta una profundidad impar con el otro color).
Un número de pruebas cortas del teorema de los cuatro colores para mapas con nodos ahora
se vuelve evidente. En el caso de mapas planos sin nodos, no han manera de que podamos
empezar a colorear incorrectamente y tener que regresar a donde nos equivocamos para
poder empezar de nuevo. Cuando amalgamamos dos mapas sin nodos para hacer un mapa
con nodos (teorema 7) nos estamos enfrentando con exactamente esta dificultad, que es la
única razón de que el teorema de los cuatro colores haya parecido ser un problema.
Sugerí desde 1961 que el teorema 7, reduciendo el problema de los cuatro colorea a un
problema de dos colores, era una manera más correcta de referirlo, y me sorprendí al saber,
quince años después, de que nadie hubiera pensado sobre esto antes.

Es suficientemente obvio que todos los mapas planos pueden ser hechos a partir de dos
especies de distinción, si se nos permite disponer ejemplos de ello de cualquier manera,
estaremos agradecidos. Todo lo que hemos hecho está escrito arriba del cálculo de las
indicaciones dos veces, primero con los cruces rojos y luego con azul, y coloreados los
espacios intermedios más sencillamente, así que se comportan como precursores de mapas
en lugar de proposiciones. Ya que cada dibujo es rellenado plano, no hay oportunidad de
que algo salga mal y no hay posibilidad de que el resultado de su idemposición requiera
más colores que con los que comenzamos. De cualquier manera coloreamos las
expresiones, como mapas o como precursores proposicionales, las exigencias del capítulo
11 aplican, y no podemos desajustar los colorea a menos que subvertamos el plano.
Entonces si el teorema de los cuatro colorea fuera falso, entonces podríamos desajustar los
colores en el plano, todo Leyes de la Forma sería inválido. Pero ya que Leyes de la Forma
es claramente válido, el teorema de los cuatro colores debe ser verdadero.

Esto es tan evidente, incluso sin posterior elaboración, que fue considerado una prueba
adecuada al teorema del color por los más grandes matemáticos a los que lo publique en los
tempranos 1960, Bertrand Russell, J. C. P. Miller y D. J. Spencer-Brown. Y si esa
publicación se puede considerar no-general, la primera publicación de Leyes en 1969
ciertamente lo fue, y en efecto retomó la misma prueba. Aquí nuevamente podríamos
preguntar, ¿por qué fue eso un problema? La respuesta es que el mapa no era visto de esta
manera. En lugar de ser visto como una idemposición de dos coloraciones, que juntas
definen, en una elección de caminos, la estructura frontera que no necesita ser
posteriormente marcada, el mapa fue erróneamente concebido como una estructura frontera
sin los colorea, lo cual, no siendo cómo el mapa es realmente creado, creó el problema
inmediatamente.

El axioma de idemposición opera en toda construcción a través del universo, y fue sólo por
ser ciego a este axioma por siglos que la humanidad pudo pensar que los mapas podrían ser
la excepción a la regla. Pero ya que los mapas no son una excepción, el teorema de los
cuatro colores fue probado el momento en que pensábamos aplicar el axioma.

El problema artificial, siendo dada la red frontera, para encontrar un par de mapas sin nodos
que, entre muchos pares, encajaría, es enteramente otro problema. Cualquier solución
exitosa a este problema es lo que se llama un algoritmo de coloración, y me posicioné como
el descubridor de tal algoritmo en 1976, iniciando con una rehabilitación del algoritmo de
Kempe en el teorema 24. Todos esos algoritmos son difíciles de encontrar y de probar. Pero
son solo detalles prácticos, de poca relevancia ante la pregunta principal. Debo dejar al
lector algo para hacer, y que él o ella pueda pasar un tiempo maravilloso explorando
teoremas como el 24, y, si es posible, elaborando pruebas satisfactorias.
Otra prueba corta, ya mencionada, es notar que 0 o o REVISAR1 es el factor conectivo
primario más largo y el único factor 0 primo. Y ya que este no es planar, el teorema de los
cuatro colorea es probado por exclusión.*

Una tercera prueba corta es buscar factores conectivos planares primos. El paradigma de
tales factores es un cuadritaleral rojo, conectado 2 desde la parte superior a la inferior los
orígenes azules de dx, y todos tales factores son obviamente factores 1. Ya que ningún
factor conectivo primo puede ser no mayor que 4 conectado al reto del mapa, se sigue que
en un mapa plano 5 conectado, requerido por el teorema 12, todos los factores conectivos
deber ser compuestos, un hecho que probé extensamente en el texto principal anterior.

Cuando el lector se ha vuelto fluido en el cálculo de mapas, él o ella, no dudará en


encontrar placer en la construcción de otras pruebas cortas. Yo he hecho veintisiete a la
fecha. Son pruebas del tipo más poderoso, mostrando que concebimos los mapas de un
modo erróneo: y que corrigiendo la manera en la que pensamos en ellos, el así llamado
“problema” deja de existir.

Finalmente, deberíamos estar informados de que los cálculos, por ellos mismos, no hacen
nada. Se trata de nosotros haciendo el hacer. Aunque el cálculo sea bueno, en las manos de
un miembro equivocado de nosotros, no logrará nada espectacular: y sea un cálculo malo,
en las manos de un miembro adecuado, logrará lo espectacular. Ramanujan, haciendo sus
increíbles fórmulas sumatorias de π, fue obviamente expresando sus resultados en que, para
él, fue el cálculo erróneo. Él estaba claramente utilizando, como de hecho Fermat debe
haber probado su ‘último’ teorema, alguna manera mucho más directa de pensar, de la que
él estaba al tanto y de la que nosotros no lo estamos.

George Spencer-Brown
Cambridge, Inglaterra, septiembre de 1979
[Texto existente en la Biblioteca de la Royal Society editado y acortado por el autor,
Londres, febrero de 1996 y febrero de 1997].

**
Cf. Spencer-Brow, George, Uncolorable Trivalent Graphs, Cybernetics and Systems 29 (4) (Junio 1998),
319-344. Esta es la memoria de la conferencia de Ross Ashby mencionada en la página 159 (hacer una NT
ACLARANDO).
En las siguientes figuras los orígenes de x están supuestos para ser líneas rectas paralelas,
entonces solo los juicios requieres ser mostrados.

Figura 13.1. Mapa E de Errera. El desplazamiento de la diferencia de color a uno de (gn)


puede ser hecho de tal manera que deje gn en un módulo.

Figura 13.2. Φ E=E . a ( xyz ) . b ( xy ) . c ( wxy ) . a ( z ) . c ( w ) =E '. Note que E ’ tiene uno de los
pocos factores en el juicio. Φ puede ser repetido cuatro veces para hacer E ’ ’ ’=E. Las
llamadas separadas de Φ puede también ser aplicadas en reversa, diga Φ ' como en
Φ ' E=E ' ' ' .
Figura 14.1. Juicio factorizado del incoloreable J 5 de Isaacs. Los factores p, q, por ellos
mismos, pueden ser posteriormente divididos, pero o es irreductible.

Figura 14.2. Incoloreable trivial T , con dos factores stop primos que puede ser factorizados.
Para encontrar uno, haga T . a( y). Sáquelos fuera de la imagen para hacer T ’, y entonces
haga T ’ .a ( y) para encontrar al otro.

Figura 15. El unicornio de Isaacs, llamado por él “Estrella doble”. Yo lo nombro una
elisión de ornamento único. Note que la eliminación de ambos factores-stop o, p, deja a x
incoloreable. Véase teorema 17.
Parte IV. Referencias

Bernhart, Arthur, Six-rings in minial five-color maps, Am J Math 69 (1947), 391-412.

Birkhoff, George David, The reductibility of maps, Am J Math 35 (1913), 115-128.

Errera, Alfred, Du Colorage des Cartes et de Quelques Questions d’Analysis Situs, tesis
doctoral, University of Brussels, 1921.

Gauss, Karl Friedrich, Disquisitiones Arithmeticae, Leipzig 1801, Traducción al inglés por
A. A. Clarke S.J., New Haven y Londres 1966.

Heawood, Percy John, Map-colour theorem, Quart J Math, Oxford series, 24 (1890), 332-
338.

Isascs, Rufus, Infinite families of nontrivial trivalent graphs which are not tait colorable,
Am Math Monthly 73 (1975), 221-239.

Kempe, Alfred Bray, On the geographical problem of the colours, Am J Math 2 (1879),
193-201.

Petersen, Julius, Die Theorie der Regulären Graphs, Acta Math, Stockholm 15 (1891), 193-
220.

Shannon, Claude Elwood, A theorem on coloring the lines of a network, J Mathematics


and Physics 28 (1949), 148-151.

Spencer-Brown, Georges, Laws of Form, Londres, 1969.

Tait, Peter Guthrie, On the colouring of maps, Proc. Royal Society of Edinburg 10 (1880),
501-503.
Apéndice 6
Mi prueba* más sencilla del teorema del mapa de los cuatro colores

Mi Concise Oxford (hacer NT) define un teorema como una ‘proposición para ser probada
mediante una secuencia de razonamientos’. En matemáticas el término es a veces confinado
a proposiciones mediante las cuales una prueba es generalmente conocida. Esto es lo que
yo sugiero como inconveniente. Lo que es conveniente desde mi punto de vista, es
restringir el término ‘teorema’ a proposiciones que están vistas para requerir prueba, como
distinta de proposiciones que son evidentes sin probarlas, las cuales son llamadas axiomas.

La razón de por qué considero inconveniente restringir la palabra ‘teorema’ a proposiciones


con pruebas conocidas, en lugar que a proposiciones meramente declaradas por laguna
autoridad para ser verdaderas, es que si una proposición dada, no probada tal vez por achos
años, es de repente probada, su estatus debería ser igualmente cambiado de repente a
‘teorema’ sin ningún cambio a su valor de verdad (si una proposición es eventualmente
probada verdadera, entonces supuestamente ha sido verdad antes de ser probada). Más aún,
el uso no es aplicado consistentemente por aquellos que piensan que debería serlo. El
‘último teorema’ de Fermat fue siempre llamado teorema incluso aunque no se conoció
prueba algunas hasta recientemente. Y puedo mencionar un ejemplo incluso peor: no todos
los ‘teoremas’ de Gauss en las Disquisitiones son verdaderos. La clase de falsos con obvios
ejemplos encontrados, no pueden siempre ser propiamente descritos como ‘conjeturas’, ya
que son simplemente errores, y sus así llamadas ‘pruebas’, galimatías sin sentido. Pero
Gauss los llamó ‘teoremas’, y no hay manera conveniente de que podamos referirnos a
ellos de otra manera.

Habiendo decidido en la palabra ‘teorema’ permítasenos volvernos hacia la palabra


‘prueba’. En matemáticas queremos decir una secuencia publicada de razonamientos que es
a) válida, y b) puede ser confirmada también por el lector. Toda declaración de haber
publicado una prueba podría estar por lo menos equivocada si no ha cumplido el criterio (a)
y fraudulenta si con permite el criterio (b). Appel, Haken y Koch declararon haber probado
el teorema de los 4 colores (llámele T4C) en 1976. Su declaración podría o podría no haber
sido verdad, de acuerdo a si cumplieron o no el criterio (a). Pero toda declaración de haber
publicado una prueba debería haber sido engañosa, porque no había manera de que
publicaran lo que habían dicho para cumplir con el criterio (b). Es incluso muy probable

**
Extraído de Spencer-Brown, George, Uncolorable Trivalent Graphs, Cybernetics and Systems, 29 (4) (Junio
1998), pp. 319-344.
que ellos fallaran en cumplir el criterio (a), porque los detalles de lo que publicaron fueron
modificados en sucesivas revisiones.

Incluso en 1973 yo declaré ingenuamente haber probado del T4C sin estar listo para
presentar mi prueba por escrito. La comunidad matemática es imperdonable de tal
conducta, y cuando posteriormente presenté un registro escrito de mi prueba, esta fue
ignorada. La primera prueba de lo que sea es siempre larga y complicada, y posteriormente
hice muchas pruebas más simples.

Permítaseme presentar lo que considero la prueba más simple, no esparcida


desordenadamente por otros teoremas con los que es presentado en la nota al pie de la
referencia abajo. Para esto debemos volver al capítulo 11 de Leyes. Aquí señalo que si
hacemos una cadena reentrante de líneas separadas por marcadores, entonces cada marca
determina un cambio de valor que puede ser representado en un cambio de color, esto
puede ser hecho con dos colores si la cadena tiene un número uniforme de líneas, pero
requerimos un color más si la cadena tiene un número impar de líneas. En el último caso
podemos llamar a la cadena paradojal, porque cualquiera de los dos colores que
seleccionemos para la primera línea, siempre encontraremos que debe ser coloreado de
manera diferente cuando volvemos a su posterior vuelta el circuito.

Un mapa plano estandarizado está hecho de unidades de 3 líneas encontrando hasta un


punto, llámele un trazo Y. Cada línea en el trazo Y debe ser coloreada de manera diferente,
entonces deberíamos necesitan por lo menos tres colores. El número impar más pequeño de
tales unidades que, conectado de cualquier manera que coloquemos a la forma un circuito
reentrante de tal unidad, es 3. No tenemos permitido conectar dos límites externos por
ningún trazo Y dado directamente a otro, porque si lo hiciéramos nos seríamos capaces de
hacer un circuito apropiado de tales unidades.

Ese ser un número limitado de trazos Y originales (solo 3) debe ser un número limitado de
diferentes maneras en que sus puntos externos puedan ser conectados para formar un
circuito reentrante, y podríamos tratar cada en turno. El T4C será verdadero (por el teorema
de Tait) ya sea si no podemos encontrar una forma de conectar los trazos Y paradojalmente,
esto es ellos pueden todos ser coloreados con los mismos tres colores a, b, c, o si
encontramos una manera de conectarlos paradojalmente, entonces un cuarto color d debe
ser utilizado para resolver la paradoja, pero también encontramos que tal conexión no
puede ser imbedded (esto es, dibujada sin líneas cruzantes) en el plano.

Los tres diagramas abajo muestran que hay solo una manera de conectar los trazos Y
originales paradojalmente, pero (diagrama 2) no puede ser dibujada en el plano sin por lo
menos dos cruces. El diagrama 3 elimina la configuración ‘reductible’ en este gráfico, el
circuito de 3 líneas en el medio. El gráfico resultante no tiene configuración reductible, esto
es, es por lo menos conectado 5 y no tiene circuito menos que 5 líneas. Este es llamado
gráfico de Petersen. Es también muy sencillo ver que cualquier gráfico 3 más grande que es
paradójico, debe contener* este gráfico, ya que no hay alternativa.

Pero ya hemos visto que este, o cualquier gráfico más grande dado, no puede ser dibujado
en el plano sin cruces, de modo que todo gráfico que pueda ser dibujado en el plano sin
cruces no puede contener al gráfico de Petersen y entonces debe ser coloreable-3-línea y
por lo tanto, por el teorema de Tait, coloreable región 4. Quod erat demonstrandum.

Siempre he mantenido que si un teorema puede ser probado, habrá una prueba que un niño
de seis años pueda seguir y entender. Mi prueba más simple del TC4 abajo es un caso de
estos. Es suficientemente sencillo para un niño de seis años experimentar con pluma y
papel para ver que (s) él no puede dibujar un circuito reentrante de más de dos trazos Y
originales en el plano sin cruzar por lo menos dos líneas.

**
Solo como, en el caso más simple los circuitos más grandes que no son coloreables 2 deberían contener al
circuito 2.
Apéndice 7
El teorema del límite primo

La fórmula explícita de Riemann* para el crecimiento de π (n), el número de primos ≤ n,


puede ser escrito

(0
)

en donde μ es la función Möbius. Inicialmente me impactó en enero de 1998 que Riemann


hubiera olvidado una manera mucho más simple de expresar este resultado. Llámelo
DR ( n )=R ¿2¿−R ¿2). Entonces DR (n) debe ser asintótico a n /¿logn. En signos:

(1)DR (n) n/¿logn

Lo que hace a (1) tan útil es la cercanía al enfoque a través de la gama completa de n. Por
ejemplo, cuando n=104, n /¿logn=1085.7362… y la computación más laboriosa de DR(n)
utilizando la fórmula de Riemann no muestra diferencia antes del lugar del tercer decimal.
Es ahora evidente que podemos adaptar mi fórmula (1) para lograr más simpleza en lo que
Riemann hizo. Entonces

(2
)
en donde ¿ x >¿ significa ‘fracción de parte x’, es decir, x−¿[x]. He utilizado la fracción de
√ n+t para interporlar cuando n no es un cuadrado natural o t no es un número entero. Esto
puede introducir un pequeño error de continuidad en el lugar de algún decimal remoto, sin

Riemann, Bernhard, Ueber die Anzahl der Primzhalen unter einer gegebenen Grösse. Monatsberichte der
**

Berliner Akademie, noviembre, 1859.


consecuencia en una fórmula designada para predecir números cardinales de primos. Es
fácil probar que π (n) S t(n) para cualquier valor finito de t , pero aquí sólo deseamos
encajar la práctica de (0). Estableciendo que t=2 encajaremos las evaluaciones de la
fórmula de Riemann dentro de ± 2 para n=107, después de lo que t debe ser
progresivamente reducido para permitir por la disminución de la diferencia en (1).

Establezca t=1−¿logn ¿ /2 y diga St( n ) =S ' (n) en este caso. Entonces

(3
)
Así, aunque la fórmula de Riemann no puede seguir la curva de π (n), cuando cruza que de
Li(n), la mía puede. Se sabe que un cruce ocurre cuando n es alrededor de 6.2x10370,
entonces establezca t=−426 para esta ocasión. Es evidente que la convergencia de π (n) a
St(n) debe ocurrir para cualquier marco específico de t , positivo o negativo. El teorema de
Littlewood junto con (3) nos garantiza la convergencia sin importar qué tan grande sea el
valor de t . Para el lado positivo, elija t suficientemente grande para hacer St( n ) =n/¿logn .
Entonces St’( n ' )=n' /¿logn ' cuando t ' Ω t √ n' / √ n, y esto junto con (4) nos asegura la
convergencia sea cual sea el valor positivo de t. QED
La estructura de la fórmula de Riemann nos asegura que DR(n) debe ser casi idéntico a Li¿
2
¿−¿Li¿2¿, entonces permanece solo para mostrar que esta última expresión es también
fuertemente convergente a n /¿logn, la cual no es difícil. Entonces la convergencia con π (n)
de todas las cantidades escuchadas aquí, incluyendo las de Riemann, deben seguir.
Mi fórmula (1) implica que la función n /¿logn es un indicador aproximado del número de
primos entre n2 y (n+1)2 más que entre 0 y n+1 como había sido supuesto hasta ahora.
Podemos entonces corregir el Teorema del Número Primo a partir de
(4) π (n) n/ ¿logn
al mucho más certero

(5
)

Lo que es recalcable es que en los último 200 años Legendre, Gauss Tschebycheff,
Riemann, Hadamard, de la Vallée Poussin y los matemáticos menores del siglo veinte
aplicaron erróneamente n /¿logn al conjunto equivocado de números.
Esto podría haber ocurrido porque ninguno de ellos pudo probar que habían necesariamente
ningún primos entre n 2 y (n+1)2, entonces ninguno pensó en preguntar cómo deberían
haberlo. Incluso yo no pensé en dirigir esta pregunta hasta que hube hecho una prueba
elemental, en enero 24 de 1998, de la existencia de por lo menos dos primos entre dos
cuadrados naturales sucesivos cualesquiera. Después de este la pregunta de cuántos esperar
se volvió urgente, y fue capaz no solo de probar que el número esperado es cercano a n /¿
logn, sino que también determinar límites de trazo más allá de los cuales el número real de
primos entre cualquier n 2 y (n+1)2 no puede derivar de n /¿logn.
El número total t (n) de primos entre n 2 y (n+1)2, en donde n es un número natural mayor
que 1, es dentro de los límites
(6) A−( B−1 ) <t ( n )< A+( B−1)
en donde A es n /¿logn y B es A/¿log A.
Ya que mi fórmula (6), a la que llamo el Teorema Límite Primo, no es necesariamente
verdadero a menos que n sea uno de los números naturales 2, 3, 4… esta más confirma la
existencia de una relación fundamental entre logaritmos de la base e y los números
naturales, sus cuadrados y los primos.

George Spencer-Brown, 1998, octubre 24.


Trinity College Cambridge

Corrigiendo el Teorema de Número Primo


Antes de sugerir que el destino de los primos debería ser 1/log x, Gauss procedió a hacer un
tropiezo conceptual tan enorme que este aparentemente detuvo el crecimiento del grupo de
quienes lo seguían aceptándolo sin preguntas.
El capítulo de los horrores comienza cuando Gauss falló en decir solo en donde se aplicaría
supuestamente este destino hipotético. El lugar obvio debería haber estado hasta x, pero en
cambio Gauss propuso el teorema π (x) x /¿logx (el presente TNP), sugiriendo con una
poco atípica falta de precisión que debería de alguna manera aplicar indiscriminadamente al
conjunto completo de números positivos antes de x, resultando la bien conocida respuesta
que es, por supuesto, absurdamente demasiado pequeña.
Los procesos de pensamiento que llevaron a Gauss a equivocarse son de cierto interés, ya
que estos no están confinados solo a Gauss. Pero en lugar de considerar por qué él los hizo,
propongo corregirlo, tan simple como puedo.

El principio del punto de destino primo (ppdp)


Suponga el destino de los primos hasta el número real x¿1 para ser exactamente log-1x.*

**
Incluso este ‘bien conocido’ teorema es nuevo, porque nadie tuvo la discriminación para usar la palabra
‘exactamente’ en este contexto. Para decir ‘aproximadamente’, como autores anteriores establecieron o
implicaron, es simplemente equivocado. Si el teorema no es explícitamente establecido para ser exacto, las
He definido destino hasta un punto, el número real x. Para darle un sentido verificable
habré de expandir el punto en un intervalo restringido, llámelo Δ, y digamos de tamaño
s ≤2 x. Podemos ahora suponer el destino primo para ser la razón de primos a los números
enteros en Δ.
Defina °π (Δ), diga el grado primo o contenido de Δ, para ser el número de primos en el
intervalo Δ. Ahora podemos definir Δ en términos de s y x de modo que Δ s (x) (diga delta
s de x) es el intervalo de tamaño s cuyo punto céntrico es x. Interprete slog-1 x para ser una
expectativa del número de primos en Δ s (x). Asumiendo la verdad del ppdp, ciertas
consecuencias deben seguir.
Consecuencia 1
Existe un intervalo de tamaño s≤2x en el cual °π(Δs(x)) y slog-1x difiere por menos que 1.
Considere x=500, s=2 x. Establecemos una desigualdad, eso para x ≥ 1111/2, s=2 x, °
π (Δ s ( x ))> slog-1 x, lo que manifiesta en este caso como °
-1
π ( Δ1000 ( 500 ) )=π ( 1000 )=168>1000log 500=160.911 … Mi consecuencia abajo nos
asegura que existe un valor crítico de s<2 x en donde esta desigualdad será revertida.
Permítasenos tratar de cortar 125 unidades en cada final de 1000, reduciendo a 750. Esto
ocurre para ser precisamente (no necesitamos buscar nada más exacto), 750log-
1
500=120.638… y la cuenta prima en este intervalo más pequeño es ° π ( Δ750 ( 500 ) )=120.
La inversión esperada solo ha tenido lugar, y podemos llamar a s=750 un valor crítico para
x=500. Aquí tenemos lo que yo llamo una población perfecta de elementos con una razón
de primos a enteros que está dentro de una fracción de densidad calculada. Cualesquiera
reducciones posteriores de s solo tendrán el efecto de toma de muestras a partir de esta
población perfecta. Ya que el procedimiento puede ser generalizado para toda x, he, por
este significado, transformado lo que fue, por 200 años, una notoriamente inexacta ciencia
en una ciencia inesperadamente exacta. *

Consecuencia 2
Para cada x, existe un valor crítico de s en donde la curva de °π(Δs(x)) ya sea besa o
cruza que de slog-1x.
Demostramos esto simplemente remarcando que si no fuera así, el ppdp sería falso.
Lo que ahora se vuelve claro es que he construido un conjunto de cinco teoremas
consecuentes, el ppdp y sus cuatro consecuencias, a los cuales podríamos llamar
elementales del sistema, a ninguno de los cuales podríamos tomar por bases iniciales del
sistema, y a partir de la verdad de la cual sigue la verdad de todos los otros elementales en

importantes consecuencias que escribo a partir de ello no son válidas.


**
Para cada gran precisión, podemos averiguar los primos conteos arriba y abajo del punto en donde la curva
de ° π (Δ s ( x )) primero cruzan que de slog-1 x . Podríamos incluso cambiar x fraccionadamente fuera del
centro así que cuentas primas no saltan por dos a un tiempo.
el sistema. Una vez que encontramos un sistema dado, todo encajará y todo confirmará todo
lo demás.
Los elementales de cualquier sistema no tienen secuencia ordinal natural. Ellos tienen que
ser establecidos en algún orden, pero cualquier orden que elijamos encontramos que
tenemos que referir a aquellos que aún no hemos mencionado para explicar los que ya
hemos mencionado.

Consecuencia 3

La densidad de primos a x k es exactamente k-1de su densidad hasta x (los números reales x


y k, x¿1, k¿0.
Corolario

Todos los intervalos ( Δks(xk)) tienen la misma expectativa prima.


Llame a estos la ley del poder inverso. Habiendo eliminado al logaritmo natural, podemos
ver cómo el principio unificador de primalidad es de una espectacular simplicidad.
Decidí experimentar el ppdp el 17 de abril de 1999, mientras leía el libro de Edward sobre
la Función Zeta de Riemann. La novedad de las matemáticas resultantes, con el hecho de
que había inventado una inusual tecnología para describirla, pronto me convenció de que
nadie había examinado seriamente la idea antes, incluso aunque parecía algo obvio de
hacer. El resultado ha sido que mi C3 permaneció completamente desconocida en toda la
literatura previa. Aunque puede parecer ahora obvio lo he publicado, ciertamente antes
nadie era consciente de esto. He conocido y trabajado con una docena o más de los
máximos teóricos de casi la mitad de un siglo y si alguno de nosotros ha pensado en ello, él
debería haberlo (a) mencionado, (b) explotado, (c) publicado. La ley es útil muy lejos de
mantener el secreto, una vez que ha sido vista.

Avenidas primas
Ahora podemos aplicar el corolario de mi C3 para generar vistas sin fin de intervalos
expandidos con la misma expectativa prima. Llámelas avenidas primas.
xk ∆ de tamaño k ° π ¿k¿ ¿ xk ∆ de tamaño k ° π ¿k¿ ¿
350 ±50 16 350 2.5
±125 14
350 1.5
± 75 16 350 3
± 150 18
3502 ± 100 18 3503.5 ± 175 17
-1
Tabla 1. Avenida prima 350: 100 (1: 0.5: 3.5).Expectativa =100 log 350= 17.0708673798.
Recuento promedio por marco hasta el momento = 99/6= 16.5.
Un colega solo me ha enviado una avenida 350: 100 (1: 1: 50). La cuenta total es 855 y el
promedio es 17.1. Los primos más largos son 128 números figura y lo más cercano a la
expectativa debería haber sido 854. De hecho no es necesario calcular la expectativa,
porque las cuentas primas eventualmente la suplirán. Por lo que el algoritmo natural puede
ser eliminado no solo prácticamente, sino también teóricamente, a partir de la teoría de
primos, ya que los primos mismos siempre nos dirán qué es. En otras palabras, los primos,
organizados en avenidas por mi corolario C3, constituyen ahora otra manera de computar el
número e.

Consecuencia 4

Si m es la cuenta prima significada en la avenida x : s, entonces xm/ses asintótica a e.


Esta es la primera vez que cualquier método ha sido ideado para computar e a partir de
datos suplidos por los primos solos. * Por su puesto, para acercarse a la respuesta correcta,
necesitamos promediar cientos más de cuentas de las que mi colega hizo.
Densidades súper-saturadas
Obtenemos densidades primas ¿ 1 cuando e, sugiriendo que en esta región hay más primos
que enteros. Cuando x <2 aparentemente hay ausencia de ambos, pero las densidades súper-
saturadas, mis teoremas demandados pueden sin embargo ser verificados elevando x a un
poder k suficiente para hacer un número alrededor del cual los enteros y los primos pueden
ser contados. ¿Juzgamos al fenómeno como una comodidad computacional o buscamos por
alguna otra interpretación?

La precisión de la fórmula de Riemann


Conocemos el teorema por el cual x ≥ 11, π (2 x)<2 π ( x), implica que, para x ≥ 223/2 y
s=2 x, slog-1 x <° π ( Δs ( x ) ). Si esta desigualdad no fuera a revertirse ella misma por algún
s<2 x, el ppdp debería ser falso (compare C2), entonces en general debemos esperar kslog-1
x k, cuando ks es pequeño en comparación con x k, para sobreestimar muy ligeramente la

**
Nunca he entendido el escándalo sobre el así llamado Teorema del Número Primo, el cual ha estado para
demostrar que una horriblemente inexacta y básicamente equivocada aproximación a π ( x ) es sin embargo
convergente a este. Puedo inventar una docena o más de tales aproximaciones en una tarde, todas mejores que
la de Gauss, ¿pero cuál es el punto? Estamos apuntando a descubrir qué objeto familiar, si alguno, se asemeja
a la secuencia de primos. Yo he demostrado, más allá de toda duda, que este objeto es e , en otras palabras,
que los primos ellos mismos son una manifestación de este número. Una fórmula equivocada usará e (todas
ellas lo hacen) para obtener una respuesta equivocada por los primos, pero no reconstituye e a partir de los
primos. Una fórmula correcta trabajará en ambas direcciones, como lo hace la mía. Este es el único
prerrequisito teórico. Este es independiente de la evidencia empírica, la cual debe seguir dado lo que
suponemos correcto sobre el objeto, la semejanza de los primos (= re-ensamble). Gauss y Legendre
supusieron correctamente, pero estaban perdidamente inadecuados a la tarea de construir el requisito
aritmético.
expectativa de primos en Δ ks ¿k¿, aunque esta discrepancia aproximará cero como k
aumenta.
Podemos utilizar este teorema como una prueba de alta sensibilidad, declarando la fórmula
de Riemann para ser precisa si puede ser mostrada para incorporar esta discrepancia. Para
comprobar estos necesitamos construir avenidas de diferencias de Riemann en lugar de
cuentas primas. Mi expectativa sin corregir† para un intervalo de tamaño 7 cuyo punto
medio es 10 es 7log-110=3.040061373…, y R(10 + 31/2)=2.7974…, un poco debajo de esta
expectativa, como anticipado. Repitiendo la sustracción con 10 3± 101/2,106± 21, y 109 ± 311/2
produce sucesivas diferencias 2.9818, 3.0384, y 3.0401, lo cual extremadamente cercano a
lo que mi teorema predice. Entonces la fórmula de Riemann es confirmada para ser casi
perfecta, sujeta solo a pequeñas correciones como la detallada en la página 184 AJUSTAR.
Lo que Riemann podía haber preguntado así mismo, si hubiera abordado el problema de
una manera menos indirecta, es, ¿podría su fórmula ser revertida a computar los primos
desde e? La respuesta es sí, pero no de manera tan sencilla o precisa como lo puede la mía.
No es generalmente sabido que Ramanujan era también suficientemente listo para
redescubrir la fórmula de Riemann. En 1913 se lo planteó a Hardy, quien replicó: ‘Con
respecto a tu trabajo sobre primos, el resultado es ciertamente equivocado. De eso no hay
duda’. Ningún matemático sintió la necesidad de ser enfático en esto *, a menos que haya
tomado una falsa posición.
Veintitrés años más tarde, Hardy descubrió su error, teniendo por última lectura el artículo
de Riemann. Ahora realizando la fórmula de Ramanujan, era idéntica a la de Riemann, pero
obtenida más sencillamente, él la llamó en conferencias, la fórmula Riemann-Ramanujan,
demasiado tarde para beneficiar a Ramanujan. Pero Hardy nunca admitió por escrito que él
había cambiado de opinión sobre ello, por lo que muy pocas personas están al tanto de que
Ramanujan no tenía algo útil que decir sobre este tema. – Autor, revisando su documento el
27 de mayo de 1999.
Nota (junio de 2005). Mi fórmula (2) puede ser reemplazada por su equivalente más
sencillo

(2a)

Esto es mucho más rápido para una n grande, donde el resumen en (2) puede tomar muchas
horas en una calculadora de bolsillo. Utilizando (2a) (aunque véase página 221.
AJUSTAR), Li (x) puede ser computado en cuestión de segundo con la fórmula de Soldner,

††
Véase página 188. HACER COINCIDIR
**
Podemos contrastar el comentario de mi propio tutor, J. C. Miller, a quien envié un teorema que estaba
equivocado al punto de la idiotez: ‘No creo que podamos usar eso’.
en donde γ es la constante de Euler y cuando es necesario el valor absoluto de y, es usado
para computar log y.

*Nota a la página 186 AJUSTAR

La manera de corregir la expectativa pura E( x , s ) =s loge-1 x , es de una sorprendente belleza,


y me costó 18 meses de trabajo encontrar la respuesta. Al contrario de (o en refinamiento
de) lo que he sugerido hasta el momento, los primos relacionan no exactamente a e sino a
una función σ (x) que converge a e más lentamente que la histórica definición (1 + x -1)x.

Defina σ ( x )=¿ -1/2¿x1/2. Entonces la expectativa corregida de primos en el intervalo de


tamaño s cuyo punto medio es x es

provisto que s es subcrítica a x.


Para darle sentido a esto debemos considerar el hecho de que el número euleriano e es el
valor primario de la función exponencial “al infinito”, y esto no es de interés para los
primos en la región de algún número x menor al infinito. Inicialmente pensé que lo que
debería ser de interés para estos primos debería ser la computación parcial de e hasta x
mediante la fórmula usual (1+ x -1)x, pero esto da como resultado respuestas completamente
equivocadas. La pieza final del rompecabezas permaneció oculta hasta que yo realicé que
solo los primos no mayores que √ x no tuvieran repercusión en los nombres y lugares de los
primos en los alrededores inmediatos a x. Por lo que la única función de algún interés para
estos primos será la computación parcial de e hasta √ x , y esta es mi función σ ( x).
Ahora podemos comparar mis expectativas corregidas, que son exactas, con las diferencias
de Riemann en la avenida 10 : 7 ejemplificada arriba. Se notará que las diferencias de
Riemann tienen una tendencia a deambular desde la línea de expectativas exactas,
especialmente en las fases tempranas.
x 10 103 106 109
Expectativas exactas 2.6415 2.9930 3.0385 3.0400
de Spencer-Brown
Diferencias de 2.7976 2.9818 3.0384 3.0401
Riemann
Apéndice 8
Primos entre cuadrados
Emplearé la expresión segmento de cuadrado, o simplemente segmento, para indicar un
intervalo entre cuadrados cuyas raíces difieren por 1, y escribiré seg(n) cuando las raíces
sean números naturales, y seg(x) en el caso general. En general seg(x) indicará la franja de
números entre x 2 y (x + 1)2.
Llame un cuadrado natural si su raíz es un entero diferente a cero. Tales cuadrados no
pueden ser primos, por lo que pueden ser considerados como limitantes a un conjunto
infinito de intervalos que juntos incluyen todos los primos. Entonces dos cuadrados tales
distintos cualquiera definirán un intervalo que deber en algún caso incluir un primos, y
probaré que lo hace en todos los casos.
seg(0) es el caso nulo, no habiendo enteros en el segmento. Escriba °πseg(x) para denotar
el número de primos entre x 2 y (x + 1)2. En general cuando x es un número real mayor que
el valor absoluto mínimo de (√ 2 - 1), °πseg(x)≥ 1, y cuando x es un número natural n, °π
seg(x)≥ 2. Cuando n ≥ 6, °πseg(x)≥ 3, y el número mínimo de tales primos, o más
exactamente su menor frontera, incrementará regularmente y predeciblemente como n se
crece.1
Sorprendentemente ninguno de estos hechos fue conocido antes del 29 de enero de 1998,
cuando completé las pruebas de un número de teoremas implicando la existencia universal

1
de primos entre cuadrados naturales. Lo más débil de estos es que °πseg(n)≥ 1. Ya que
incluso esto ha vencido las consideraciones de todos los aritméticos previos, demostraré
esto aquí.
Teorema 1
Hay por lo menos un impar primo en el segmento cuadrado de todo número natural.
Lema 1
Un número h es primo si h es un entero y h no hace un cociente entero con cualquier
entero i en caso 2 ≤ i ≤ √ h.
Prueba
No hay tal i salvo que √ h ≥2 . Si i divide h entonces h /i= j, diga. Ahora ya sea i= j, i < j, o
i> j. En el primer caso i=√ h, en el segundo i < √ h, y en el tercero j< √ h y puede sustituir i
como el divisor. Entonces efectivamente todos los divisores de propiedades de h habrán
intentado mediante el confinamiento de i en caso 2≤ i≤ √ h. QED4
Es evidente que podríamos más allá confinar los divisores de juicios a primos, y ya que los
primos ≤ √ h solos determinarán los nombres y lugares de todos los otros primos ≤ h,
podríamos llamar a los primos ≤ √ h los generadores de primos de los primos en h, para
abreviar, los pg de h.
Imagine el sistema de enteros, llámelo un A aritmético, mapeado sobre una línea de marcas
indistinguiblemente espaciadas de manera regular o puntos extendiéndose sin fin en
cualquier dirección. Llame a estas marcas los elementos de un sistema S.
Considere multisectores primos d 1, d 2, d 3,… que pueden ser imbedded INCLUIDOS en
cualquier segundo, cualquier tercero, cualquier quinto y así sucesivamente de los elementos
en S. Podríamos entonces llamar d i¿ pi tanto como reconozcamos que los multisectores no
son primos o divisores de primos, sino solamente operadores en elementos de S que pueden
ser ubicados donde queramos para incluir con o impactar ciertos de estos elementos.
Considere S después de d 1 ha impacto cada elemento segundo, y eliminado los elementos
que han sido impactados, dejando el restante para formar un sistema S ’, llámese. S ’ ahora
es idéntico a S, y d 1 es el único multisector que hace de tal una identidad. Por lo que
podemos ahorrar trabajo mapeando los números impares en A, llámelos A ', sobre los
elementos de S ’.
Podemos emplear el sustantivo impacto para indicar la apariencia de una sección de S
después de la operación de un conjunto de impares d 's. Esto por su puestos aparecerá
similar a una sección de números en A en la que un conjunto correspondiente de divisores
primos han sido incluidos para hacer compuestos, dejando a los números intactos allí dentro

4
La restricción en i asegura que i , √ h, y h son todos positivos, aunque de hecho primos, como módulos, son
carentes de signo.
como primos nuevos (compare el tamiz de Eratóstenes). * Cada arreglo posible de
multisectores en S se corresponde con un arreglo similar de divisores en algún lugar en A,
y la razón para separar los conceptos de S y A es para ser apto para experimentar con los
multisectores en S, desplazándolos de un lugar a otro, lo cual no podemos hacer con los
dividores en A. En otras palabras, he hecho en S un modelo de trabajo de A, con el objetivo
de descubrir límites penetrantes a lo que es posible en A mediante la observación de lo que
es posible y lo que no lo es en S.

Escriba p~j (y similarmente d ~j) para indicar el conjunto de todos los primos (e igualmente
todos los multisectores primos)≤ p j(d j). En S ’

**

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