Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El chico apretó sus manos en torno a las de Chauncey; su calor le abrasó y gritó.
Necesito tu juramento de lealtad. - Dijo el chico - Póstrate sobre una rodilla y júralo.
Chauncey ordenó a su garganta reírse ásperamente, pero su garganta se constriñó y se
ahogó en el sonido. Su rodilla derecha cedió como si le hubieran dado una patada desde
atrás, aunque allí no había nadie, y cayó hacia delante sobre el barro. Se cayó de lado e
hizo arcadas.
El calor subió por el cuello de Chauncey; hizo falta toda su energía para doblar sus manos
en dos débiles puños. Se rió de sí mismo, pero allí no había humor. No tenía ni idea de
cómo, pero el chico estaba infligiendo la náusea y la debilidad en su interior. No se irían
hasta que hiciera el juramento. Diría lo que tenía que decir, pero en su corazón juró que
destruiría al chico por esta humillación.
Señor, me convierto en vuestro hombre. - Dijo Chauncey con voz envenenada. El chico
puso de pie a Chauncey.
Encuéntrate conmigo aquí al comienzo del mes hebreo de Cheshvan. Durante dos
semanas entre las lunas nueva y llena, necesitaré tu servicio.
¿Una... quincena? - Todo Chauncey tembló ante el peso de su furia - ¡Yo soy el Duque de
Langeais!
Chauncey tenía una réplica profana en la punta de la lengua, pero se la tragó. Sus
siguientes palabras fueron dichas con un veneno helado.
¿Qué has dicho?
Perteneces a la raza bíblica de los Nephilim. Tu verdadero padre era un ángel que cayó del
paraíso. Eres medio mortal. - Los ojos oscuros del chico se alzaron, encontrándose con los
de Chauncey - Medio ángel caído.
La voz del tutor de Chauncey llegó desde los más recónditos recovecos de su mente,
leyendo pasajes de la Biblia, hablándole de una raza desviada creada cuando ángeles
expulsados del paraíso se aparearon con mujeres mortales. Una raza terrible y poderosa.
Un escalofrió que no era exactamente de repulsión se extendió a través de Chauncey. -
¿Quién eres?
El chico se dio la vuelta, marchándose, y, aunque Chauncey quería ir detrás de él, no era
capaz de hacer que sus piernas sostuvieran su peso. Arrodillado allí, parpadeando a través
de la lluvia, vio dos gruesas cicatrices en la espalda del torso desnudo del chico. Se
estrechaban para formar una V al revés.
- ¿Eres... caído? - Le gritó - Tus alas han sido arrancadas, ¿verdad?
El chico ―ángel― quienquiera que fuera, no se dio la vuelta. Chauncey no necesitaba la
confirmación.
Este servicio que voy a proporcionar. - Gritó - ¡Exijo saber lo que es! El aire resonó con la risa
grave del chico.