Está en la página 1de 228

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en tu blog
2
o foro.
Sinopsis

A
yer tuve la audacia de imaginar un futuro.
Uno que no incluía cazar demonios empeñados en destruir la
humanidad o ser usados como peones en la venganza de mi padre.
Uno compuesto por un hogar, una familia y todas las cosas que
siempre anhelé siendo una niña destrozada.
Luego, en un abrir y cerrar de ojos plateados, mi estúpida esperanza se extinguió
y mi mundo se vino abajo.
Fuimos fuertes. Peleamos. Perdimos.
3
Perdí.
Legion, el demonio al que me atreví a amar, se había ido.
Ahora me partiré en dos y haré lo impensable para encontrarlo. Pondré mi
confianza en su hermano, su enemigo, y haré un trato con el Diablo. Y aunque su
oscuridad y depravación igualan a la mía, sé que esto no terminará bien para ninguno
de los dos.
Puede que mi cuerpo sobreviva, tal vez incluso mi alma. Pero no puedo prometer
lo mismo para mi corazón. Esta vez, no fallaré. No vacilaré. Y si es necesario, seré el
arma para la que fui creada. Seguiré el código del Se7en y haré lo que debí haber hecho
cuando tuvimos la oportunidad.
Matar a uno para salvar a un millón.
Matarlo a él para salvar al mundo.
Se7en Sinners #4
Prólogo

H
abían pasado milenios desde que habían caminado sobre la Tierra.
Los humanos habían cambiado. Este mundo había
cambiado. Las cosas se movían más rápido, los colores parecían más
brillantes y los sonidos sonaban más fuertes. Sin embargo, algo les
fascinaba sobre este extraño reino nuevo. Estas personas no se
aferraban a su fe inquebrantable, con la esperanza de que su salvador se alzara para 4
librarlos de la iniquidad. No. No anhelaban la salvación. Creían en las posesiones
materiales; objetos sin consecuencias reales.
Y abrazaban la única cosa que estaban muy felices de despertar.
El pecado.
Veían la forma en que las mujeres, e incluso los hombres, los espiaban con
miradas lujuriosas.
Notaban a los pobres y enfermos en las calles, y cómo los más afortunados los
miraban con desdén y disgusto.
Se estremecían al ver a los humanos acarrear enormes cantidades de comida
maloliente en sus bocas sin siquiera tomar aire.
Aquí no había modestia ni decencia. Las personas soltaban sus pensamientos
vulgares sin censurarlos o avergonzarse tan rápido como las palabras aparecían en sus
mentes enrevesadas. Y cuando no se deleitaban con los deseos de su carne, se prostituían
para alimentar su otra adicción: El poder.
De hecho, esta era una tierra extraña.
Y les encantaba.
Su plan era provocar el caos en todos los rincones del mundo. Un susurro de
malicia, un toque de miedo. Y todo el Infierno se desataría, tal como lo habían planeado.
Los hombres de su tiempo parecían simples en riqueza y mundanidad, pero sus
convicciones por su Creador fueron fuertes. Pero estas personas carecían de cualquier
sustancia más allá de su propio egoísmo. Evolucionados, sí. Pero trágicamente débiles
en fe.
Esto no solo sería fácil. Sería divertido. Y eso es exactamente lo que planeaban
tener. Un poco de diversión antes de destruir este mundo en pedazos.
—Hola, dulzura, ¿te puedo comprar una bebida?
Miraron a la fuente de la voz (una mujer de aspecto cansado, lo suficientemente
vieja como para ser la madre de este cuerpo) y un leve ceño fruncido apareció en su
frente. Puta, pensaron. Incluso en la tragedia, el sexo todavía estaba en el menú.
Habían pasado pocas horas desde que Los Muchos se habían bañado en la sangre
de los pequeños títeres humanos de Uriel, y aun así, estas personas actuaban como si la
carnicería no fuera más que un sueño. Se habían manifestado y habían tropezado en el
oscuro y casi vacío establecimiento para ocultar su identidad a los aduladores restantes,
esperando encontrar un luto intenso. Pero no había nada de eso por lo que podían ver,
aparte de algunas sacudidas de cabeza y suspiros pesados hacia las pantallas de televisión
en las paredes. Violencia entre pandillas, se habían jactado los titulares para describir la 5
masacre. Su masacre. Una de las más mortales en Chicago hasta la fecha, pero aun así…
habían sido reducidos a violencia entre pandillas.
Tenían que hacerlo mejor. Y lo harían.
Le dieron a la mujer un vistazo una vez más desde la parte superior de su cabello
de color pajizo hasta su ropa poco favorecedora y demasiado ajustada que parecía más
apropiada para una niña pequeña.
Olía a vino fuerte, tierra y ceniza, y su cara estaba cubierta de tonos rojos
demasiado oscuros para su tez. Apestaba a desesperación y odio a sí misma.
Perfecto.
Bajo su mirada intensa, se puso rígida en sus desgastados zapatos de tacón. Da
media vuelta y huye, le decían sus molestos instintos. No, quédate y juega, persuadió una
extraña voz de otro mundo en refutación.
No la dejarían ir todavía. Después de todo, ella se había tomado la molestia de
acercarse por una razón.
Y odiaban dejar que un alma perfectamente buena y vulnerable se desperdiciara.
—Sí —dijeron, sus voces combinadas enviando un escalofrío por su columna
vertebral. Sus ojos inyectados en sangre se abrieron con preocupación e intriga. Ella no
se daría la vuelta, porque el mal en ellos clamaba la corrupción en ella.
Ella levantó dos dedos hacia un hombre detrás de una barra de madera oscura:
un bar. Momentos después, él regresó con dos vasos pequeños de líquido oscuro del
color de la savia del árbol. Los empujaron a ambos en dirección a ella. No necesitaban
beber. Ya estaban borrachos de júbilo.
La mujer los engulló los dos en cuestión de segundos.
—Entonces, ¿cuál es tu nombre? —preguntó, con su voz ronca presumiendo el
comienzo de una muerte lenta y dolorosa atribuida a sus muchos vicios. Por suerte para
ella, ellos le harían un favor y lo acelerarían un poco. Tal vez.
Algo se agitó en su interior, como dagas calientes apuñalando sus entrañas, y
luego una sensación extraña y desconocida. Una que les hizo apretar los dientes para
superar las oleadas de mareo. Tosieron, notando el sabor de la bilis metálica y pútrida
que manchaba su lengua. Dolor. Sentían un dolor insoportable. Eso no debería… eso
no se suponía que sucediera…
Legion.
Él estaba luchando contra ellos. Estaba intentando recuperar el control.
Sonrieron, saboreando la sangre que ahora manchaba sus dientes.
Él tuvo su oportunidad. Ahora era el turno de ellos.
6
Ahora los caídos reinarían.
—Más —dijeron ásperamente, agarrando la barra para soportar su peso—. Otra
ronda. —Otro retorcijón en sus entrañas. Podían sentir su interior siendo destrozado por
las uñas ardientes. Él era fuerte, pero juntos, ellos eran más fuertes. Sin embargo, no se
podía decir lo mismo de este cuerpo.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó la puta, notando el sudor goteando en su
frente.
Se apartaron de la barra, obligándose a enderezar su espalda a pesar de la agonía
retorciendo su torso.
—Bien. ¡Dije, más!
El cantinero frunció el ceño ante su demanda brusca, pero se apresuró a llenar
los dos vasos pequeños.
—Y más para todos nuestros amigos nuevos. ¡Ahora! Y no dejes de servir —
dijeron y asintieron hacia los clientes humanos alimentando sus debilidades y miserias
con whisky barato. Era de madrugada, y por el olor de ellos, habían estado aquí desde
el amanecer.
Como antes, Los Muchos deslizaron los vasos a la prostituta experimentada.
Levantó el primer vaso de mala gana, con una mano temblorosa y se lo llevó a
los labios agrietados. Cuando el cantinero intentó retirarse, atraparon su mano y lo
sujetaron a la barra.
—¿Dónde estamos?
El robusto humano de piel amarillenta frunció el ceño, pero respondió.
—Nueva York. Queens.
Queens. Qué nombre tan extraño para un lugar tan monótono y abatido.
El cantinero trató de alejarse, pero lo amonestaron con un chasquido de la lengua
burlón.
—¿Y a dónde crees que vas?
—Oye, imbécil, no toleraré ningún problema en mi bar.
—¿Problema? —preguntaron sonriendo, mostrando sus dientes—. No queremos
ningún problema.
—¿Qué carajo quieres? —espetó el cantinero, aunque el miedo en sus ojos
contradecía su tono brusco.
—Queremos tu mundo. Tu reverencia. Tus almas. Queremos la corona. Pero por 7
ahora, nos conformaremos con un poco de caos. —Empujaron un vaso de líquido ámbar
hacia el tembloroso hombre humano—. Ahora bebe.
Capítulo 1
N
o tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios:
porque está escrito; Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor.
La venganza es mía.

Permanecí inmóvil por mucho tiempo.


Me dije que debía recordar respirar, aunque me doliera el esfuerzo de forzar el
aire a través del nudo en mi garganta. Debí haberme ocupado con el equipaje para un
viaje del que no tenía planes de regresar. O podría haber vuelto a mis viejas costumbres: 8
ahogar mi desprecio en una medida de alcohol antes de llorar tercas lágrimas inútiles
sobre las finas sábanas de seda, como si eso hiciera algo para reescribir el mal derramado
sobre el pavimento de Chicago.
Pero no hice nada de eso.
Honestamente, ni siquiera creo que aún sepa cómo hacerlo.
Así que, aquí me siento. Contando todas las formas en que podría morir a manos
del demonio que amo.
Recitando mentalmente cómo podría matarlo justo antes de que me arrancara
extremidad por extremidad sangrienta, lentamente. O tal vez me mostrara misericordia,
revelando un destello de su humanidad destrozada, y me evaporaba en una niebla roja
antes de que el miedo y la agonía pudieran establecerse.
De todos modos, nada de eso importaba. Porque solo había tenido una tarea que
realizar antes de tomar la mano esquelética de la Muerte y seguirlo a mi destino
desalentador. La misma tarea para la que fui creada. Y el fracaso no era una opción.
La Legión de las Almas Perdidas destruiría nuestro mundo y todo lo que hay en
él. Y para detenerlo, tenía que convertirme en aquello para lo que fui creada. Tenía que
ser exactamente lo que Uriel había apostado cuando plantó su semilla de venganza en
el útero de mi madre y brotó la última arma definitiva.
Sin despedidas llorosas. Sin proclamaciones de amor no correspondido. Esos
estaban reservados para las chicas humanas e indefensas que tenían el privilegio de
dejarse llevar con una ignorancia dichosa, sin conocer los terrores que acechaban en
trajes de piel robados.
No puedo decidir qué dolería más: Ser asesinada o matarlo. Tal vez sucederá tan
rápido que ni siquiera lo sentiré. O tal vez lo prolongará y usará sus últimos momentos
en la Tierra para mutilar y torturarme. O tal vez la agonía que siento ahora mientras me
quedo aquí con los puños apretados con tanta fuerza que las uñas me han sacado sangre
de las palmas, es tan mala como puede ser. Porque este dolor… no tiene principio ni fin.
No hay luz que me muestre el camino a través. Solo una miseria sin límites que corta
tan profundamente en mis partes crudas que ni siquiera puedo gritar.
Sin embargo, no hago ni un sonido. No me muevo. No lloro. Es como si incluso
hubiera olvidado cómo procesar el dolor. Está allí, pero es casi como si me hubiera
vuelto insensible a él. Como si creciera demasiado y se extendiera tan profundo dentro
de mí que mis terminaciones nerviosas se han desensibilizado. O tal vez lo que siento es
algo que está tan lejos del mero sufrimiento que mi mente y mi cuerpo han neutralizado
en un intento por salvar lo que queda de mí. Mi corazón late, pero solo por necesidad.
No hay ningún propósito en ello.
No hay ninguna razón para que exista dentro del hueco en mi pecho más que
para bombear sangre a través de mi cuerpo golpeado y roto. Esa y la única jodida razón 9
por la que todavía existía en esta tierra.
Venganza.
Alguien pagaría por lo que le sucedió a mi ciudad, a mi gente, a mi madre. Y si
ese alguien era El Serafín, o incluso el demonio que me había degradado una y otra vez,
lo pagarían con su último aliento.
Arranco las lágrimas que se han secado desde hace mucho tiempo en mi rostro y
miro hacia el pequeño arsenal sobre el edredón. Podría hacer un daño grave con las
armas que había recolectado, y para aumentar su efectividad, cada bala y cada espada
está tintada con veneno de ángel. Pero incluso con el mini caché y mis habilidades para
doblegar la voluntad (cortesía de mi viejo padre, el imbécil del arcángel que me hizo),
me falta una cosa. El Redentor, la reliquia más sagrada de los Se7en, y lo único
garantizado lo suficientemente fuerte como para derribar a un Serafín. Justo la vi hace
unas horas cuando Legion agarró a Raphael, usándolo como un escudo angelical
segundos antes de que la punta de la hoja cortara su propio pecho. El cuchillo era
conocido por matar demonios.
Esta revelación nueva de que también es letal para los ángeles, incluso para el
más fuerte y mortífero de todos, es un cambio en el juego para todas las partes
involucradas. Nadie está a salvo. Especialmente no los Serafines restantes.
Hay un golpe rápido en mi puerta, pero lo ignoro. Sé quién es. Puedo sentirlo…
saborearlo. Su aroma está teñido con partículas de polvo invisibles en el aire, una mezcla
sensual de flores de belladona y pasión cruda. Y cada mota de polvo que se desplaza a
través de la habitación para bailar sobre mi piel está cargada con una corriente eléctrica
que casi hace chispas al contacto. Con cada inhalación, saboreo los restos de nuestro
beso (algodón de azúcar, niebla marina y noche) y vuelvo a la cima de la noria en Navy
Pier. Solo una chica del lado equivocado de la ciudad, robando unos momentos de
felicidad sin cargas.
Me muerdo el labio para negarme a jadear. Todo en cuanto a Lucifer es erótico,
y lo odio. No solo la forma en que mi cuerpo responde al suyo, sino porque incluso
cuando de hecho quiero encontrar un atisbo de confianza en esos ojos violetas y
resplandecientes, nunca falla en demostrar que es, sin duda, malvado. Hermoso,
carismático y refinado, pero intrínsecamente malo hasta la médula.
Y es todo lo que tengo.
Otro golpe, y lo oigo aclararse la garganta suavemente desde el otro lado de la
puerta, una señal minúscula pero obvia de su desencanto. Realmente debe enojarle que
lo esté haciendo esperar, especialmente cuando puede aparecer mágicamente ante mí a
través de cualquier hechicería que pueda poseer. O tal vez este jodido juego del gato y
ratón le excita; yo diciéndole que se vaya a la puta mierda cada vez que tengo
oportunidad, él simplemente usando mis palabras para alimentar su retorcido 10
enamoramiento conmigo. No lo entiendo. Esto era exactamente lo que él quería: que
Legion y yo estemos separados. Entonces, ¿por qué se ofrecería a ayudarme a
encontrarlo?
¿Para matarlo? No lo creo. Ha tenido más que suficientes oportunidades para
acabar con él, pero gracias a un vínculo fraternal que ninguno de los dos puede negar,
no lo ha hecho.
¿Para salvarlo? Eso sugeriría que hay una posibilidad de que Legion pueda ser
salvado. Después de lo que todos vimos, Legion hundiendo el Redentor en el corazón
de Jinn antes de desgarrar a docenas de civiles poseídos por demonios, es más que
evidente que Legion está más allá de la redención. Y por más que quiera intentarlo,
puede que no quede nada que valga la pena salvar.
El hombre que amo está muerto. Todos observamos con los ojos llenos de terror
cuando él purgó su humanidad y cambió a la muerte y la destrucción encarnada. Un
mal tan grande que incluso el mismo Diablo se quedó helado de horror cuando su
hermano se abalanzó a matar a través de Grant Park.
Levanto mi pesado y exhausto cuerpo de la cama, y cruzo la habitación hacia la
puerta. Pero antes de girar la perilla a mi destino y dejar que el Diablo entre, suelto un
suspiro fuerte, intentando expulsar desesperadamente las imágenes inquietantes que
pasan por mi mente cada vez que dejo que mi resolución resbale.
He pasado por el Infierno literalmente. Pero las últimas veinticuatro horas me
pusieron a prueba de todas las maneras posibles que nunca supe. Me estiró de manera
cruda y sangrienta y me dejó abierta a un nuevo reino de horror que ni siquiera debería
ser susurrado en pesadillas. Y ahora que el polvo se ha asentado y la adrenalina ha
disminuido, no puedo permitirme lamer mis heridas y sentir pena por mí misma. Tengo
que trabajar con el destino que me han dado para lidiar. Incluso si eso significa negociar
con el Diablo.
Abro la puerta de golpe, ignorando la astuta sonrisa torcida en la sensual boca de
Lucifer.
—Necesito que hagas algo por mí.
Sus ojos violetas fulguran con alegría, y se lame los labios como si pudiera probar
la promesa en mis palabras.
—Y hola a ti también —canturrea.
—Lo digo en serio. Necesito que hagas un trato conmigo.
—¿Ah, sí? Tú dirás.
Cruza el umbral de la puerta a mi habitación, con las manos en los bolsillos de
sus pantalones impecables, y contengo la respiración. Su presencia es abrumadora como
siempre. Pero tenerlo tan cerca, lo suficientemente cerca para notar las manchas azules 11
y verdes en su mirada, se siente mal. Se siente como una traición. Podemos estar
planeando la desaparición de Legion, pero eso no significa que no lo ame. Que cada
parte de mí no duela con el recuerdo de él en mi cama y de mí en sus brazos. Y si me
concentro muy duro, todavía puedo sentir el fantasma de él palpitando dentro de mí,
retumbando con ese latido inhumano que asemeja a las alas de un colibrí.
Lucifer se acerca a la butaca y recoge con cuidado un trozo de ropa descartada,
algo que había arrojado mientras empacaba nerviosamente. Por supuesto, son unas
diminutas bragas de encaje negro. Mierda, por supuesto. Levanta las cejas
juguetonamente y deja escapar un silbido.
—No te olvides de empacar estas.
Pongo mis ojos en blanco.
—Si ya dejaste de ser infantil, me gustaría hablar sobre los términos de nuestro
trato. A menos que quieras que busque a alguien más. Estoy segura que hay
innumerables demonios corriendo por ahí que estarían más que dispuestos a
complacerme.
Él apenas se estremece. Apenas deja deslizar esa perfecta máscara de elegancia y
despreocupación. Pero lo veo. La ligera dilatación de sus fosas nasales. El
estrechamiento de sus ojos. La forma en que sus labios llenos, casi femeninos, parecen
palidecer. Está celoso. Y son esos celos los que necesitaré explotar y manipular para
lograr esto.
—No necesitas buscar a nadie más. Te complaceré. —Lo dice tan suavemente,
como si su presencia fuera un regalo.
—Quiero saber que, si fallo… si no consigo hacerlo, detendrás a Legion. Sin
importar a quién tengas que matar. —Sin importar si tienes que sacrificarme.
Él inclina su cabeza de lado a lado, sopesando mi pesada petición. Acabo de pedir
lo imposible. Legion es su hermano… su sangre. Aquel a quien amaba tanto que incitó
a una guerra santa para salvarlo.
—Interesante. —Levanta una mano para rozar su labio inferior con su pulgar—.
¿Y qué hay para mí?
Levanto mi barbilla, exudando una resolución fabricada.
—Yo.
—Tú. Te ofreces a ti misma. —La comisura de su boca se riza seductoramente.
—Sí.
Él me rodea acechante, haciendo un inventario de mi cuerpo acerado como si me
estuviera evaluando para una subasta. Me quedo completamente inmóvil. Ni siquiera 12
respiro.
—¿Y qué te hace pensar que te quiero? ¿Qué te haría creer que arriesgaría mi
propia existencia por una simple chica Nephilim?
—Porque es así —replico con certeza—. Nunca dudas en atormentarme y
burlarte de mí. Te excitas viendo cómo me retuerzo y me haces la vida un infierno.
Ahora tienes la oportunidad de hacerlo cuando te apetezca.
—Pero ¿qué gracia tendría?
Resoplo un suspiro frustrado.
—Estamos perdiendo el tiempo. ¿Tenemos un trato o no?
Lucifer se encoge de hombros.
—Deja de cambiar de parecer. Pensé que él era el amor de tu vida. Tu corazón y
tu alma. El mismísimo oxígeno en tus pulmones.
Ignoro sus burlas y respondo con sinceridad.
—A veces tienes que dejar que una herida se infecte y supure antes de finalmente
darte cuenta que estás muriendo lentamente.
Asiente pensativo, guardándose el sarcasmo.
—Entonces, ¿qué pasó?
Sacudo la cabeza. Si él supiera… si supiera en qué me había convertido, en qué
me estaba convirtiendo, no lo entendería. Si supiera que desde que habíamos escapado,
yo había estado… cambiando. En formas que no podía comprender. Era como si algo
hubiera encajado en su lugar a medida que veía cómo la vida se filtraba de los ojos
oscuros de Jinn. Legion pudo haber sido el que empuñó la espada, pero yo lo dejé. Dudé.
Podría haberlo detenido y no lo hice, esperando llegar a través de él. Y con su sangre
en mis manos, no podía enfrentarme a mí misma. No había perdón para lo que había
hecho.
El Se7en lo había arriesgado todo por mí. Jinn me había mostrado amabilidad
cuando estaba aterrorizada y sola. Y así fue como le pagué. Así fue como mostré mi
gratitud por darme el sentido de la familia que en realidad nunca tuve y siempre deseé.
No fallaría de nuevo. Les debía eso.
Esta vez lo haría bien. Es lo que Legion querría si todavía estuviera con nosotros.
No dejaría que Los Muchos mancharan su memoria por más tiempo. Esta sería mi
retribución, precisamente lo mismo que Legion había estado buscando cuando formó el
Se7en. Tal vez de alguna manera lo encontraríamos juntos.
—No puedo soportarlo más —pronuncio apenas susurrando—. No puedo
quitarles más. Caín, Phenex, Andras, Lilith, Toyol… ya han perdido tanto. Su hogar, 13
su ciudad… —Y todo fue por mi culpa. Trago, conteniendo el temblor en mi voz—. Y
ahora han perdido a Jinn. No puedo quitarles más.
—No lo han perdido.
Sacudo la cabeza.
—Lo viste, Lucifer. Viste cómo Los Muchos tomaron el control. Él se ha ido.
—No —responde Lucifer, poniendo los ojos en blanco. Da un paso hacia mí,
dejando solo unos pocos pasos de espacio entre nosotros—. Jinn no está muerto. Está
vivo, Eden. Apenas, pero vivo.
—¿Qué? —La palabra sale de prisa, y siento que mi rostro se calienta de emoción.
—Todavía está vivo. Cualquier sangre de ángel sintética que Phenex haya
cocinado está funcionando lo suficiente para mantenerlo estable, al menos por ahora.
Pero no está sanando. Los doctores de Irin no pueden arreglarlo. Y a pesar de que tuve
la amabilidad de prestarles un poco de mi sangre… —Se frota inconscientemente un
punto sobre la curva de su codo—. Parece que las lesiones de Jinn son demasiado
extensas.
—Pero está vivo.
Lucifer nota la esperanza brillando en mis grandes ojos y sacude la cabeza.
—Ellos no esperan que aguante mucho tiempo. Vine aquí para ver si querías
despedirte.
—Pero pensé que dijiste…
—No es suficiente, Eden. Se necesitaría un milagro para curarlo. Y si el estado
de tu mundo es un indicio, el Gran Hombre está jodidamente enloquecido. Además,
Jinn es un demonio. Incluso si hubiera una manera de salvarlo, ¿crees que sería un acto
de intervención divina?
—¡Pero pensé que esa era la única razón por la que manteníamos viva a Adriel!
¿Para qué carajo más es buena? —exclamé, mi ira sopesando la confusión.
Ese era el plan: Salvar a Adriel en caso de que necesitáramos su sangre para salvar
a uno de los Se7en. Solo se quedó allí parada y observó cómo se desarrolló la carnicería,
y no hizo nada.
Jugó el papel de la damisela indefensa, mientras que, una vez más, Legion fue
sometido al fuego por delitos de los que ambos eran culpables. Podría haber regresado
con Uriel, y todo habría terminado. Demonios, podría haber dicho la verdad sobre su
aventura con Legion y nada de esto habría sucedido. No habría habido ninguna razón
para que Legion caiga. Ninguna razón para que Uriel venga a la Tierra a poner en
marcha su plan de venganza. Después de todo lo que ella había hecho, después de todo
lo que todavía estaba haciendo, él todavía la protegía. Él todavía eligió su vida por 14
encima de la suya.
Por encima de la mía.
La sangre ruge en mis oídos, junto con el sonido acelerado de mi corazón
martillando en mi cabeza. Está latiendo demasiado rápido, tan rápido que no puedo
distinguir dónde termina un latido y comienza el siguiente. Casi como un zumbido
tembloroso. Una ráfaga de fuego recorre mi rostro y se hunde en mi cuello, cayendo en
mi vientre. Mis puños están temblando a mis costados. No, no solo mis puños. Todo mi
cuerpo. Temblando con la necesidad de golpear. De abatir. De destruir. De liberar una
ráfaga de luz sagrada tan brillante y blanca que quemaría los ojos de sus cuencas por
kilómetros.
Y salgo corriendo.
Paso a través de la puerta de mi habitación, por el pasillo, zumbando a través de
los pasillos más rápido de lo que las piernas humanas podrían llevarme. Tan rápido que
incluso la voz de Lucifer detrás de mí se escucha lejana. Y antes de que pueda parpadear
o respirar, estoy pateando las puertas de la clínica.
—¿Dónde está ella? —gruño, enseñando los dientes—. ¿Dónde carajo está?
El puñado de enfermeras y técnicos pululando alrededor no pronuncian ni una
sola palabra, aunque uno escatima una mirada hacia un juego de puertas dobles. Ya
estoy volando a través de ellas.
Mis manos tiemblan con un poder desatado. Mis ojos arden con enojadas
lágrimas sin derramar. Pero incluso a través de mi rabia, los veo a todos, observándome
en diferentes estados de desconcierto y… y terror. Caín, Toyol, Andras, Lilith y Phenex
están acurrucados alrededor de la cama de Jinn, cada uno con una mano extendida hacia
su cuerpo aún vendado, como si estuvieran rezando o prestándole su propia fuerza.
Y Adriel contra la pared, su pequeño cuerpo envuelto en su habitual blanco
invernal. Su cabello está perfectamente peinado, ni un pelo fuera de lugar. Como si las
últimas veinticuatro horas ni siquiera hubieran sucedido. Como si no le importara ni
mierda el maldito mundo. Desafortunadamente para ella, su túnica prístina no
permanecerá blanca por mucho tiempo.
Estabilizo el temblor en mis manos el tiempo suficiente para desenvainar una
daga tintada con veneno de ángel desde la parte baja de mi espalda, y antes de que ella
pueda gritar, la hojilla está rozando su garganta.
—Pudiste haberlo salvado. Pudiste haberlos salvado a los dos —siseo.
—Eden, ¿qué estás haciendo? —pregunta alguien detrás de mí. No sé quién es, y
no me importa. Ni siquiera Dios mismo puede quebrar mi voluntad. 15
—Haciendo lo que debí haber hecho hace mucho tiempo. Jinn necesita sangre de
ángel. Sangre de ángel pura, y mucha de ella. Busquen un cubo. Estoy a punto de drenar
a esta perra.
Capítulo 2
S
on necesario cada miembro en cuerpo físico del Se7en más Lucifer para
quitarme de encima de ella. Y aunque aun así no pueden sostenerme por
más de unos pocos segundos, es tiempo suficiente para que Adriel intente
trepar al otro extremo de la habitación como la cobarde que es. No es hasta que emerge
Irin que siento que la furia cede como una tormenta pasajera. Se detiene justo delante
de mí casualmente, con las faldas de su pareo blanco y estéril con cuencas arrastrándose
al suelo. Ella sonríe, un acto que es en parte siniestro, y en parte seductor.
—Eden, mi pequeña abominación. Seguramente no estabas a punto de derramar
sangre en mi casa. —Su voz es nivelada, pero cada sílaba está atada con una amenaza.
16
Me. Importa. Una. Mierda.
—Así era. Y lo haré.
—Y recuerdas que ese acto está prohibido, ¿cierto?
—De todos modos, ya me voy. Así que puedes matarme ahora, o esperar hasta
que haya empacado mis mierdas. De cualquier manera, Jinn recibirá la sangre que
necesita para sanar.
Irin mira hacia atrás, donde Adriel todavía está acurrucada de miedo.
—Eso sería útil, sin embargo, no es en absoluto propicio para tus planes. ¿Cómo
puedes buscar venganza si estás muerta?
Estrecho mis ojos.
—Puede que no la mate ahora, pero al minuto en que salga de estas paredes,
estaré esperándola. Jinn morirá sin su sangre. ¿Y no es ese el único propósito de salvarla
de Uriel?
Irin echa un vistazo por encima de mi hombro a los otros detrás de mí, todavía
dentro del alcance en caso de que haga un movimiento para matar a su precioso angelito.
—Deberían decirle. Díganle o yo lo haré. Ya estoy aburrida con esta
conversación.
—¿Decirme qué? —Me doy la vuelta para mirar a Lucifer y al Se7en—. ¿Decirme
qué?
—Eden… —Caín avanza unos centímetros y los demás retroceden, dándonos
espacio para hablar—. Cuando Uriel extrajo a Adriel de tu cuerpo, ella luchó para
aferrarse. Y al hacer eso, tuvo que fusionar su vida con la tuya.
—¿Qué?
Lucifer se acerca, aclarando su garganta.
—Matarla sería un suicidio. Razón por la cual no dejan que sacrifique su sangre
para salvar a Jinn. Eso te mataría.
Miro a cada uno de sus rostros solemnes. Van a dejarlo morir… para salvarme.
Retrocedo, sacudiendo la cabeza.
—No. No. —Miro a Adriel, la rabia desapareció de mi mirada. No era ella a
quien todo el mundo estaba tan empeñado en salvar, incluso a expensas de su amigo.
Era a mí.
—Quería decirte desde el principio —admite Lucifer, dando otro paso hacia
adelante—. Estaban convencidos de que harías algo estúpido. Intenté convencerlos de
que nunca serías tan insensible y, francamente, infantil para demostrar un punto. Porque 17
eres mucho más valiosa viva que muerta. Y para que hagamos lo que tenemos que hacer,
para que obtengamos la venganza que buscas, necesitas estar muy viva. Pero lo sabes,
¿no? —Levanta una ceja, instándome a que entienda.
Sé que tiene razón. Tenemos trabajo que hacer. Pero para hacer eso, necesito
aguantar un poco más. Además, necesitamos la clave para acabar con todo este
sufrimiento.
—El Redentor —solté, pensando en voz alta—. Necesito el Redentor.
—¿Qué dijiste? —Ante la simple mención de su espada sagrada, Caín da un paso
adelante.
Levanto mi barbilla, reuniendo mi coraje. Enfrentarse con el Demonio de la
Muerte no es tarea fácil. Especialmente cuando frunce el ceño, haciendo que la cicatriz
irregular que se extiende desde la esquina de su labio hasta su oreja se vea aún más
amenazadora.
—Necesito salir de aquí y terminar lo que empezamos. Y necesito el Redentor
para hacerlo. Con o sin tu bendición.
—Te das cuenta de lo estúpida que suenas, ¿verdad? —Los ojos negros de Caín
se estrechan con desprecio—. Eres una Nephilim recién nacida. Así que, ¿qué… crees
que vas a enfrentarte con El Serafín? ¿Con Legion? No dejes que tu estúpido orgullo y
tu tonto corazón humano te maten, niña.
—Y qué pasa si lo hago. Al menos moriré sabiendo que hice todo lo posible para
salvar a la humanidad. No estoy dispuesta a perder otro segundo aquí, escondida detrás
de la fortaleza de Irin como una maldita cobarde. —Tomo aire, tomándome un segundo
para calmar la ira alzándose en mis entrañas—. Mira, aprecio todo lo que han hecho,
pero esto es algo que debo hacer. Todo esto comenzó conmigo, y va a terminar conmigo.
Así que pueden estar conmigo, o contra mí. Es su elección.
Caín gruñe, pero no dice ni una palabra. Su mirada penetrante sigue
perforándome, enviando un escalofrío de advertencia por mi espina dorsal. Él no es
como los demás.
Ha dejado claro desde el principio que mi vida no significa nada para él. Y la
única razón por la que tendría que considerar la preservación de mi mortalidad sería por
el amor a mi hermana. Y antes de ella, su respeto y su lealtad eterna a Legion era lo
único que le impedía arrancarme la cabeza.
—Fuera.
Espero que la orden venga de Caín, pero es Phenex quien nos fulmina desde un
lado de Jinn. Fulminándome, como si fuera una extraña, una intrusa.
—¡Fuera! —gruñe el asesino por lo general de voz suave y nivelada—. Él apenas
está aguantando, ¿y estás discutiendo por un pedazo de metal? ¿La mismísima arma que
puso a Jinn en esta cama? Si no estás aquí para prestarle fuerza y serenidad, entonces 18
vete. Sal. ¡Ahora!
—Vamos —dice Lucifer acercándose, su mano extendida. Rechazo su oferta con
el ceño fruncido y me dirijo a las puertas dobles, con el corazón en la garganta.
Me siento como una perra tan egoísta. Tacha eso, sé que soy una perra egoísta.
Están llorando a su hermano, y estoy más preocupada por exigir un complot de
venganza enrevesado que no tengo ni la menor idea de cómo llevar a cabo. ¿He caído
tan bajo que es necesario que el puto Diablo me encarrile? ¿Qué mierda es lo que me
pasa?
—Necesitas dormir —murmura Lucifer cuando estamos a medio camino de mi
habitación.
—Estoy bien.
—No, no lo estás, Eden. Estás haciendo el maldito tonto. ¿Estás intentando
matarte? Porque si el suicidio es lo tuyo, puedo sugerir algunas opciones menos
humillantes.
—Vete al infierno —mascullo, incapaz de encontrar una mejor respuesta.
—¿Tan pronto? Estoy de vacaciones.
—Sí, por supuesto que tu culo sádico se excitaría viendo cómo matan a personas
inocentes. —Avanzo, ansiosa por alejarme de las dagas críticas que ha estado
arrojándome. Aun así, él está pisándome los talones, y ni siquiera mi portazo
jodidamente cerca darle en su rostro, parece persuadirlo.
Cruzo la habitación para recoger mi mochila, pero Lucifer ya la está arrebatando
de mi mano.
—¿Qué carajo? ¡Devuélvemela!
—No hasta que te calmes y descanses un poco. No has dormido. No has comido.
¿Estás hecha polvo y esperas ser eficiente en qué? ¿Romperte el cuello?
—Te lo dije, estoy bien. Y no soy tu problema. —Voy a arrebatarle mi mochila,
pero él la mantiene fuera de mi alcance como si el pesado saco no pesara casi nada.
—Te estoy haciendo mi problema. Porque aparentemente eres demasiado
estúpida o demasiado inmadura para ser racional. Y olvidas que, no tenemos El
Redentor. Eres linda y todo eso, y un revolcón bastante decente, pero no me voy a
sacrificar por una niñita bonita.
—Nadie te lo pidió. Nadie te pidió ni una vez que vengas conmigo. Quédate aquí
si tienes miedo. Probablemente sería lo mejor. No querría que arruinaras tu manicura.
Él ladra una risa sardónica. 19
—Eres graciosa. Y un poco olvidadiza. —Da un paso adelante, inclinando la
cabeza hacia abajo de modo que estemos a la misma altura. Una tormenta eléctrica se
está gestando con un resplandor monocromático y su voz se suaviza en un susurro
inquietante—. ¿Debo recordarte que puedo despellejarte la piel de tus huesos sin levantar
un solo dedo? Ni siquiera rompería a sudar. Podría comerte viva y usar esos preciosos
mechones plateados tuyos como hilo dental. —Pasas sus dedos suavemente por mi
cabello, antes de agarrar un puñado. Lo suficientemente duro como para que mi cabeza
salte hacia atrás—. No soy Legion, Eden. No me importan ni mierda tus sentimientos.
No vas a provocarme con una rabieta. Así que cierra esa bonita boca y haz lo que te
digo.
Me empuja hacia atrás y reboto contra la cama. Estoy enfurecida y avergonzada,
pero tengo el suficiente sentido para no desafiarlo. La imagen horrible de esas chicas
comiéndose vivas entre sí sigue grabada en mi cráneo. Ni siquiera dijo una palabra; la
tarea fue tan fácil como parpadear para él. Y esas chicas… se deleitaron en servirlo con
su espantosa muerte. No dudaba que pudiera condenarme a un destino similar
simplemente por probar su paciencia.
Lucifer arroja mi mochila a mi lado y se gira hacia la puerta.
—Nos vamos por la mañana —añade antes de girar el pomo—. Duerme, Eden.
Lo necesitarás.
Con mi respiración pesada y mis ojos empañados de rabia, hundo mis dedos en
el suave edredón de satén, solo para evitar golpear algo o alguien. Ni siquiera me doy
cuenta que he destrozado la tela hasta que las yemas de mis dedos golpean los resortes
del colchón de metal.
Mierda. ¿Qué me está pasando?
Sabía que algo había estado evolucionando dentro de mí. Lo había estado
sintiendo durante días, desde que me sacaron de esa agua negra: Fuerza anormal,
velocidad sobrehumana. Sabía que había renacido en algo que no era del todo humano
pero que no era del todo mortal, aun así no entendía realmente qué partes de mí eran
todavía de este mundo, y qué partes habían emergido de otra cosa por completo. Podía
sentirlo enrollándose en mi estómago, deslizándose debajo de mi piel, ardiendo detrás
de mis ojos. Y se estaba haciendo cada vez más dominante, más visceral.
Cierro los ojos, intentando recomponerme nuevamente. No me convertiría en lo
que Uriel me había hecho ser. No sería un monstruo, incluso si cada instinto dentro de
mí quería someterme y dejar que mi maldad interna tome las riendas.
A medida que mi ritmo cardíaco disminuye y la adrenalina comienza a menguar,
el agotamiento se apodera de mí. Apenas tengo la fuerza para quitarme los zapatos antes
de acurrucarme en la cama, por encima de las mantas hechas jirones. Me hundo en las
almohadas frías, notando cómo aún huelen a Legion, como lluvia y tierra chamuscada 20
y madera encendida. Cada inhalación es un recuerdo. La forma en que me besaba, como
si fuera un hombre hambriento y yo era su sustento. La forma en que su enorme cuerpo
encajaba con el mío, y cómo me sentía tan pequeña pero tan segura con él. La forma en
que se mecía dentro de mí antes de hundir sus dientes en mi cuello como si mi sangre
fuera licor de éxtasis. Y en mi última inhalación de su olor antes de quedarme dormida,
lo oigo. Los oigo.
Luces estroboscópicas patinando a través de una pista de baile vacía.
Fragmentos de vidrio escarpados nadando en un charco de licor rojizo.
Una señal de neón. Una silla de madera rota.
Un repique de risas distorsionadas. Una pared salpicada en sangre roja fresca y
brillante.
Y un símbolo que nunca antes he visto.
Flashes de imágenes empalmadas en un bucle sin fin, cada una de ellas durando
solo un segundo. Me esfuerzo para ver más, con la esperanza de vislumbrar dónde estoy,
pero al momento en que entro más lejos en la habitación, el tiovivo comienza otra vez.
Miro hacia abajo. Estoy vestida con vaqueros rotos, un suéter grueso y zapatillas
deportivas. Son mi ropa, pero no la he usado en meses. No desde que se ensuciaron con
materia cerebral y bilis en la asquerosa tienda de la esquina donde trabajé una vez. No
desde la noche que Legion atravesó las sucias ventanas de vidrio, sacó las armas y me
salvó del Llamado de Lucifer.
—¿Hola? —llamo, sin estar segura de quién o qué responderá.
Mi cabeza se siente vertiginosa. Me duelen los ojos con la tensión de centrarme
en cada escena. No puedo saber si lo estoy viendo todo en una pantalla de proyección o
si lo estoy experimentando. Desorientada, extiendo una mano instintivamente para
estabilizarme y me encuentro agarrando un mostrador elevado de madera. Un bar. Estoy
en un bar.
—Vuelve —susurra una voz. Es grave, masculina y tan familiar como la mía. Sin
embargo, hay algo fuera de lugar… algo antinatural en ella—. Vuelve. Has llegado
demasiado lejos.
No puedo verlo, pero lo oigo a mi alrededor, como si estuviera justo al lado.
Incluso puedo escuchar su aliento agitando el cabello en mi nuca. Incluso a través del
asfixiante olor a sangre y carne chamuscada, todavía puedo olerlo.
—¿Dónde estás? Déjame verte.
—No. No deberías haber venido. No deberías haber vuelto por mí.
Sacudo la cabeza, sintiendo el escozor de las lágrimas en mis ojos.
21
—Siempre volveré por ti. No me doy por vencida. Lo prometo.
—No.
—Legion, por favor…
—No.
El suelo bajo mis pies tiembla. El cristal se rompe. La madera se astilla. Y las
paredes comienzan a llorar sangre.
—¡Vete! —susurra Legion con dureza—. Vete antes de que te vean.
—¿Dónde te encuentro? —intento gritar por encima del rugido de la violencia
creciente.
—No. No lo harás.
Una fisura profunda abre el piso, dividiéndolo en dos para revelar un pozo de
fuego ardiente. Intento saltar a la seguridad, pero estoy atascada. Mis zapatos se han
derretido y fusionado con el suelo roto. Intento desesperadamente salir de ellos y
alejarme, pero cuanto más me retuerzo, más me acerco a las llamas que me están
lamiendo los tobillos. Intento gritar, pero mis cuerdas vocales fallan, mis pulmones están
demasiado contaminados con humo para producir un sonido. No puedo morir así. He
estado preparada para la muerte desde que era solo una niña, pero no puedo morir así.
Ahora no. Aún no he terminado. Mi vida, mi historia… no está terminada.
—Despierta —susurra la voz áspera de Legion—. ¡Despierta! ¡Despierta!
¡Despierta!
—¡Despierta!
Estoy jadeando, empapada de mi propio sudor y me duele la garganta por gritar
hasta despertarme. Mi cuerpo entero tiembla a medida que el sueño todavía resuena en
mi cráneo. Ese bucle sin fin, un carrete de terror en repetición.
Luces estroboscópicas. Vidrio roto. Un letrero de neón. Una silla rota. Extraños
riendo. Paredes ensangrentadas. Un símbolo indescifrable.
Legion.
Él estaba ahí. Legion estaba ahí. No podía verlo, pero podía sentir su presencia.
No sé dónde estaba atrapada… nunca antes había estado allí. Pero nada de eso me
importa más que un único aspecto crucial. Está vivo. Legion sigue vivo entre Los
Muchos. Y aunque dijo que no quería que lo encuentre, tengo que creer que estaba
mintiendo. Me estaba mostrando señales… pistas. Tal vez siente que ir por él solo
terminará en decepción y angustia. O tal vez peor. Aun así, no hay forma de que me
quede por aquí cuando puede que a él no le quede mucho tiempo. 22
Sin siquiera molestarme en ponerme los zapatos, salgo corriendo de mi
habitación y avanzo por el pasillo. No tengo idea de qué hora es, y honestamente, no
me importa. Tengo que decirle a alguien. Tengo que saber que mis sospechas no son
simplemente esperanzas falsas.
Levanto mi puño para golpear la puerta de Lucifer, pero antes de que mis nudillos
choquen con la madera, se abre.
Y allí está él, en toda su hermosa gloria malévola. Desnudo de cintura para arriba,
solo con unos pantalones de pijama de seda negros colgando de sus caderas estrechas.
Su cabello solo está ligeramente revuelto, como si hubiera estado pasando sus dedos por
él. A juzgar por el silencio vacío de los pasillos generalmente bulliciosos, es muy tarde o
muy temprano, y Lucifer parece como si estuviera preparado para una porno. Mierda.
Odiarlo sería mucho más fácil si no fuera tan ridículamente tentador a la vista.
—Bueno, hola, gatita. ¿Vienes a jugar?
Trago y miro alrededor de su silueta. Mierda. Tal vez él preparándose para el
porno no era tan equivocado. Podría estar en medio de hacer una película ahora mismo.
—Yo, uh, tuve un sueño —balbuceo una vez que he evaluado que está solo—.
Sobre Legion. Creo que estaba intentando decirme algo.
Luc levanta una ceja.
—¿Y qué sería eso?
Paso junto a él y entro en su habitación, así no me veo obligada a pararme allí y
mirarlo boquiabierta.
—No lo sé. Mis ojos siguen repitiendo las mismas imágenes una y otra vez. Creo
que estaba en un bar, pero no me era familiar. Él estaba allí, pero no podía verlo. Lo
sentí, lo oí susurrarme, pero estaba fuera de mi vista. Solo pude ver las mismas escenas.
Creo que él quiere que las recuerde.
—¿Y lo hiciste?
Asiento.
—Había algunos detalles que parecen poco importantes. Botellas rotas de
alcohol, una silla, luces de discoteca. Pero las paredes estaban sangrando, y podía oler
la muerte; aun así, no había cuerpos que pudiera ver.
—¿Eso es todo? —Se dirige a una mesa auxiliar y vierte el líquido ámbar restante
de un decantador de cristal en un vaso.
—Un letrero de neón, pero nada que reconozca. Y un símbolo extraño. —Sacudo
la cabeza—. Nada de eso tiene sentido. Ni siquiera sé si estaba intentando decirme
dónde encontrarlo o si intentaba deshacerme de mí.
23
Toma un sorbo, frunciendo el ceño en contemplación.
—Bueno… ¿qué dijo él?
—Dijo que no debería haber vuelto por él.
Lucifer se queda en silencio mientras toma un sorbo de su bebida, su mirada en
blanco. La duda arrastrándose empieza a caer sobre mis hombros. ¿Podría haberlo
imaginado todo? ¿Acaso solo fue mi subconsciente intentando aferrarse a un fantasma?
Sintiéndome completamente tonta, respiro profundamente y empiezo a girar
hacia la puerta.
—Lo siento. Sé que suena estúpido, pero… no sé lo que vi o escuché. No quise
despertarte.
—No lo hiciste. No duermo.
Me vuelvo hacia él y descubro que ya no está mirando un lugar invisible en el
suelo. Él me está mirando.
—¿No duermes o no puedes?
—Ambos.
—Pensé que habías dicho que los de tu clase están sujetos a un nivel de debilidad
mortal mientras están en la Tierra. Enfermedad, agotamiento, hambre…
—En circunstancias normales, sí. Pero no soy normal. Ya no estoy seguro que lo
normal exista.
Camina hacia donde estoy, deteniéndose brevemente para aliviar la mano del
vaso vacío.
—¿Cómo supiste dónde estaba mi habitación?
Parpadeo.
—¿Qué?
—Nunca te dije. Y dudo mucho que Legion o Nikolai querrían que supieras
dónde me estoy quedando. Esta casa tiene casi veinte habitaciones, si no más. Así que,
¿cómo lo supiste?
Respiro hondo a medida que intento encontrar una explicación fabricada.
No hay manera de que pueda decirle lo que vi esa noche. No porque estuviera
con un hombre y una mujer. No porque en esos momentos de pasión, parecía tan…
perdido. Tan solo. No puedo decirle porque tendría que admitir que me quedé allí y
observé. Que estaba tan excitada que estuve a dos segundos de subir mi pareo y enterrar 24
mis dedos profundamente dentro de mí mientras Kairo y su compañera chupaban y
lamían la erección hermosa y gruesa de Lucifer como si fuera su última cena. Él lo
sabría. Vería el rubor de mis mejillas. Notaría la forma en que me mordería los labios
cuando esos recuerdos avivaran un ardor en mi vientre. Y no podía dejar que él tenga
eso. Ya tenía suficientes municiones para torturarme. No le daría la satisfacción.
—No lo sé —respondo y me encojo de hombros, intentando comprometerme a
la mentira—. Debo haberlo oído de uno de los sirvientes de Irin. Probablemente para
mentalizarme a permanecer lejos, muy lejos de aquí.
Él sonríe, como si la verdad estuviera escrita en negrita y con pluma negra a través
de mis rasgos.
—Sí. Probablemente.
—Bueno… entonces, bien —comento con torpeza—. Simplemente voy a volver
a mi…
—¿Qué es eso en tu rostro?
—¿Qué? —Frunzo el ceño, golpeteando mis mejillas—. ¿Dónde?
Él se acerca aún más, hasta que apenas queda espacio entre su pecho cincelado y
la cima de mis pezones, y pasa su pulgar por mi frente.
—¿Ves? —dice, mostrándome el dedo manchado de carbón—. ¿Qué es eso?
Doy un paso atrás, y mis ojos se ensanchan mientras cada emoción batalla dentro
de mí.
Miedo. Emoción. Confusión. Determinación. Las siento todas a una velocidad
rápida.
—Es hollín. No te lo dije. ¿Cómo? Yo… yo no… —Respiro hondo,
reorganizando mis pensamientos—. En mi sueño, el piso se abrió y hubo fuego. No
podía moverme, no podía huir de ello. Me iba a quemar viva, y lo habría hecho si Legion
no hubiera estado gritándome para que despierte. Y cuando finalmente lo hice, eso era
lo que estaba gritando. Despierta.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad?
Asiento lentamente.
—Legion está vivo. Todavía está allí, y sigue siendo él. Y si él puede encontrarme,
tal vez podamos encontrarlo a él.
Se ve tan tranquilo y fresco como siempre, sin embargo, nubes oscuras
comienzan a ondearse en su mirada cuando dice:
—A menos que Los Muchos te encuentren primero.

25
Capítulo 3

—D
ime otra vez, Eden, y trata de recordar cada detalle.
¿Qué viste?
Caín está paseándose por el piso en el salón
de Irin mientras me interroga por mi sueño, a
medida que Lilith toma notas desde su lugar en el
sofá. Toyol está tecleando furiosamente en su computadora portátil, y Andras está
buscando informes de noticias nacionales en un iPad para ver si algo indica actividad
demoníaca de alto nivel. Casi se siente como lo hacía antes… antes de que perdiéramos
a Legion con Los Muchos. Sin embargo, hay un vacío notable donde Phenex y Jinn se
sentaron una vez. Según Lucifer, Phenex no se ha apartado de Jinn desde que llegaron. 26
Y no puedo dejar de notar lo vacío que se siente aquí sin Niko y Crysis. Incluso cuando
estuvimos al borde de la guerra con Uriel, hubo algo reconfortante en tenerlos a todos
aquí. Aparte de Lucifer e Irin, tenía a todos los que me importaban bajo un mismo techo,
incluyendo a mi hermana.
Miro a Irin, quien parece más preocupada reclamando a uno de sus jóvenes
sirvientes con ser alimentada con fruta fresca. Al menos algunas cosas nunca cambian.
Excepto Lucifer, quien ahora se sienta en el espacio a mi lado, que solía considerar el
asiento de Niko.
—Lo primero que me mostró fueron las luces, como esas luces estroboscópicas
en un club. Rosa, verde, amarillo. Luego fue la botella rota.
—¿Qué tipo de alcohol? ¿Y de qué color eran los fragmentos de vidrio? —
pregunta Lilith.
—No lo sé. ¿Escocés? ¿Whisky? No vi una etiqueta, y creo que el vidrio era verde.
Caín asiente, considerando cualquier detalle intrascendente que pueda ofrecer.
—De acuerdo. ¿Y el letrero?
Repito todo eso otra vez, intentando evocar cualquier detalle oculto que pueda
haber pasado por alto. Cuando llego al símbolo ilegible, es Toyol quien intercede.
—¿Crees que puedes dibujarlo para nosotros?
Ni siquiera he emitido una respuesta antes de que Lilith esté empujando un trozo
de papel y un lápiz en mis manos.
—Sí. Si pudieras, podríamos buscarlo en línea.
Frunzo el ceño y apoyo el lápiz en el papel de mala gana.
—No sé si puedo hacerlo bien.
Me concentro en dibujar el conjunto de símbolos a la perfección, aunque para mí
todo esto se parece a formas sin sentido y líneas curvas. Antes de que haya terminado
con el último carácter extraño, Lucifer me arrebata el papel de las manos.
—Es Demoori Sheol —señala, con el ceño fruncido en contemplación.
—Demo… ¿qué? —pregunto. Seguramente, mi terrible dibujo en realidad no
puede significar algo.
—Demoori Sheol. Un lenguaje demonio antiguo. Es un dialecto de Enochian, la
lengua angélica. Hace mucho que fue abandonado, y solo los demonios realmente viejos
o hábiles pueden descifrarlo.
Caín toma el papel de Lucifer, ignorando la mirada fulminante que le sigue. Lo
lee rápidamente y se lo pasa a Toyol. A juzgar por la mirada en cada uno de sus rostros, 27
lo que sea que signifique, no puede ser bueno.
—Entonces… ¿qué es lo que dice? —pregunto.
—Los caídos reinarán —responde Lucifer con gravedad.
—¿Los caídos? Como… caídos como en…
—Demonios. Es el signo de la rebelión. Está comenzando.
—De hecho, ya comenzó —refuta Toyol. Está escribiendo en su computadora
como un hombre, un demonio, poseído—. Ya no puedes controlarlos, y si han
encontrado una manera de romper esas cadenas, debemos asumir que están planeando
algo grande.
Lucifer desestima el comentario, pero puedo decir que el recordatorio de su falta
de influencia le molesta.
—Son demasiado estúpidos para organizar un golpe de Estado por su cuenta. Se
habrían destruido mutuamente en el proceso. Tendrían que haber tenido ayuda.
—¿Cómo, un líder? —interviene Andras—. ¿Un ángel caído tan poderoso como
el gran y poderoso rey de la oscuridad?
Miro a cada uno de ellos, buscando confirmación de lo que ya sé, pero nadie se
encuentra con mis ojos.
—¿Legion? ¿Creen que Legion está haciendo esto?
—Creo que al menos están siguiendo sus indicaciones.
—Pero solo han pasado un par de días. Seguramente esto habría estado
obrándose durante algún tiempo. Y él estuvo aquí con nosotros.
—Legion estaba aquí —explica Caín—. Pero Los Muchos… quién sabe cuánto
tiempo han estado ganando fuerza. Incluso antes de que recuperaran su poder, podrían
haberse estado comunicando con demonios menores sin que él se diera cuenta.
—Sabiendo que muy pronto, él sería vencido por ellos —añade Lilith.
Pasa un momento de silencio a medida que todos recordamos cada vez que
Legion estuvo solo en misiones o había desaparecido de la antigua sede de los Se7en
para desahogarse. ¿Podría haberlo sabido? Por supuesto que no. Él no les dejaría hacer
esto. Tiene que haber una explicación razonable.
Caín se dirige al genio tecnológico residente con una orden.
—Toyol, haz una búsqueda de imágenes para ver si ese símbolo ha aparecido en
algún otro lugar. Estoy hablando de todas las cámaras de seguridad y tráfico en el país. 28
Hackea imágenes personales si es necesario.
—Ya estoy en eso, y consiguiendo múltiples éxitos —responde Toyol, sus ojos
oscuros todavía pegados a la pantalla—. Están por todas partes. Nueva York, Detroit,
Los Ángeles, Las Vegas, San Luis. Sobre todo en las grandes ciudades donde es más
fácil mezclarse. Chicago, por supuesto, pero eso no es de sorprender. Ya han hecho lo
peor aquí. Supongo que se moverán por todo el mapa, eliminando cada ciudad una por
una.
—Mierda —espeta Caín. Finalmente, deja de pasearse y se para en medio de la
habitación, con la cabeza ligeramente inclinada y las manos en las caderas. La
frustración está grabada en sus rasgos duros.
—Uh, chicos. Conseguí una historia que me pareció algo extraña —afirma
Andras—. Un bar en Queens, Nueva York. Siete muertos, sin testigos, ni sospechosos.
Todavía bajo investigación, pero el informe más reciente de ME dice que parece que los
humanos bebieron hasta morir. Como si literalmente bebieran alcohol hasta que sus
órganos se corroyeron.
—¿Cuándo fue eso? —pregunta Caín.
—Ayer por la mañana. Solo unas horas después…
Él no tiene que terminar. Sabemos exactamente a qué se refiere. Pocas horas
después de que Legion asesinara a docenas de humanos poseídos por demonios antes de
hundir al Redentor en el pecho de Jinn.
—He subido las fotos de la escena del crimen, pero no veo ningún símbolo de
Demoori Sheol.
—Sigue buscando —aconseja Caín.
—Entonces, ¿podría estar allí? ¿En Nueva York? —pregunto, sintiéndome cada
vez más ansiosa.
—Es probable —responde Caín.
—Pero dudo que esté allí por mucho tiempo —responde Lucifer—. Dejará el
resto a los de menor rango. Haciendo lo suficiente para evitar que se escondan y
desatarlos a la ciudad.
—¿Y cómo lo sabes? —cuestiona Caín.
—Porque es lo que yo haría —explica Luc, su tono lleno de condescendencia—.
Si tuviera un tiempo limitado para infligir una destrucción masiva, no me quedaría
mucho tiempo en un lugar por temor a ser atrapado. La Legión de las Almas Perdidas
absorbe las almas de los perdidos, los malvados, los depravados. Querrá rodearse de la
mayor inmoralidad posible para conservar su fuerza. Así que iremos donde está el 29
pecado.
—Pero solo somos cuatro —señala Lilith—. Phenex no abandonará el lado de
Jinn, y lo necesitamos aquí para supervisar su sanación. El príncipe de los hechiceros se
ha ido, y Crysis y la Alianza están intentando salvar lo que queda de Chicago. No
tenemos la mano de obra ni los recursos para estar en todas partes a la vez. Cuando
lleguemos a una ciudad, él podría haberse trasladado a la siguiente.
—Entonces nos separamos —sugiero—. Y no son cuatro. Somos seis. Lucifer y
yo ayudaremos.
Caín sacude la cabeza.
—Es muy peligroso. Y no se sabe si y cuándo Uriel se reagrupará y atacará de
nuevo.
Me siento erguida, preparándome para otra ronda con el demonio marcado.
—Esta es mi pelea. No me voy a sentar en el banco mientras todos corren a la
batalla. Mierda, no. Te lo dije, todo esto comenzó conmigo y va a terminar conmigo.
Así que trabajan conmigo y utilizan las habilidades que tenga, o lo haré por mi cuenta.
Caín me da una de sus infames miradas de muerte, pero no retrocedo. Si quiere
perder el tiempo con un concurso de miradas, bien por mí.
—Y me encargaré de vigilarla —interrumpe Lucifer—. Puede que todos ustedes
conozcan al autocrítico Legion que, tan patéticamente, quiso ganarse el camino de
regreso a la gracia. Pero yo conozco al Legion que masacraría pueblos enteros antes del
desayuno por deporte. Ella está más segura conmigo que con cualquier otra persona.
—¿Y se supone que debemos confiar en eso? —El ceño asesino de Caín cae sobre
Luc, quien luce despreocupado como siempre.
—Puedes hacer lo que quieras con eso. Pero estoy aquí, ¿verdad? Él está al mando
de mi rebaño. ¿No crees que haré todo lo que esté a mi alcance para poner fin a eso?
Caín resopla con un suspiro agravado antes de quejarse.
—Bien. Nos separaremos e intentaremos adelantarnos a él, atacando primero las
ciudades más probables. Toyol y yo iremos a Nueva York. Tal vez todavía esté allí. Lil,
Andras… a Los Ángeles. Y ustedes dos… —Actúa como si incluso reconocernos le
enoja—. Van a Detroit.
—¿Y cómo lo derrotaremos, teniendo en cuenta que tenemos un arma entre
nosotros que podría ser lo suficientemente poderosa como para detenerlo? —cuestiono.
—Si lo encontramos, alertamos inmediatamente a los demás. Nadie hace nada
más que evaluar la situación y buscar pistas. Si uno de nosotros lo ve, solo lo seguimos
hasta que todos nos volvamos a reunir. El Redentor está fuera de juego por ahora. Ojalá 30
no lleguemos a eso.
—¿Y si lo hace?
—Entonces nos encargaremos. Sin importar qué, Legion era uno de nosotros,
uno del Se7en. Tú no.
Sus palabras escuecen, pero enmascaro mis rasgos, negándome a mostrar que mi
corazón mortal ha resultado herido.
—Lo que digas —murmuro.
Caín mira a sus hermanos y hermana.
—Tenemos que salir lo antes posible. Lleven lo que necesiten.
—¿Cómo se supone que vamos a llegar a nuestras ubicaciones? —pregunta Lilith.
Buena pregunta.
No todos podemos desmaterializarnos.
—Tal vez puedo ayudar con eso —dice Irin, la primera señal de que ha estado
escuchando todo este tiempo—. Puedo que tenga como puede que no un hangar
subterráneo en mi propiedad. Nada espectacular, solo unos jets y un helicóptero. Están
a su disposición. Puedo hacer que mi personal los prepare para viajar de inmediato.
¿Un hangar subterráneo? Santa mierda. ¿Qué no tiene Irin? ¿Y cómo ha amasado
tanto?
—Gracias, Irin —responde Caín con una reverencia—. Muy bien. ¿Todos
entendieron la misión?
Lucifer le da un saludo burlón.
—Sí, sí, capitán.
Caín le devuelve un saludo de un solo dedo y luego vuelve a fingir que no existe.
—De acuerdo. Alistémonos.
El Se7en restante se dispersa inmediatamente para prepararse y me giro para
hacer lo mismo. Sin embargo, la suave voz cantarina de Irin me detiene en mis pasos.
—Eden, querida. ¿Una palabra?
Oh, mierda. Debí haber sabido que no me saldría con mi arrebato tan fácilmente.
Ya estaba patinando sobre hielo fino con ella. No parece ser del tipo que reparte las
segundas oportunidades con demasiada libertad. Le lanzo una mirada a Lucifer,
deseando que él hubiera seguido al resto del Se7en. No necesito una audiencia para otra
dosis de humillación.
Ya estoy recitando la disculpa en mi cabeza, esperando mitigar la situación antes 31
de que comience, pero antes de que pueda pronunciar las palabras, Irin se acerca para
tomar mi mano.
—¿Alguna vez has estado en Nueva Orleans?
¿Qué? Aquí estoy, preparada para recibir un sermón, y ella sale del campo
izquierdo con una pregunta al azar.
—Um, ¿no? —Mis ojos van de Irin a Luc y luego de vuelta a Irin. ¿Es una
pregunta con trampa?
—Deberías visitarla en algún momento. Es una hermosa ciudad vibrante. Llena
de vida. La disfrutarías.
—De acuuuerdo. Uh, haré eso.
—Sí. Sí, lo harás.
Mi frente se frunce. Tal vez esta línea de preguntas no sea tan aleatoria después
de todo.
—¿No crees que Eden disfrutaría de Nueva Orleans, Lucifer? —Irin sonríe. Su
tono está fuera de lugar. Y la forma en que está agarrando mi mano… no,
definitivamente no es aleatorio.
—Creo que sí —responde Luc.
—¡Bien! Entonces está resuelto.
—Pero no se mencionó ninguna actividad demoníaca extraña en Nueva Orleans.
Caín nos quiere en Detroit —contrarresto.
—Pffft. No es tan divertido. ¿Quién querría ir allí?
—Sabes que el de cicatrices no se tomará bien que desafiemos sus órdenes —
comenta Lucifer con una risita. Oh, apuesto a que enojar a Caín sería una razón
suficiente para cambiar de rumbo. Además, recibir órdenes de los demonios no es algo
que Lucifer haría jamás.
—Entonces creo que es mejor que se vayan antes de que él llegue al hangar —
sugiere Irin con dulzura.
Lucifer y yo nos miramos entre sí y asentimos. Así que está resuelto.
—Su jet debería estar listo en veinte minutos. No perdería el tiempo llegando a él
—añade Irin.
No sé qué más decir, así que murmuro un agradecimiento, y Lucifer y yo salimos
de la habitación.
—No menciones nada —murmura en voz baja tan pronto como llegamos al 32
pasillo—. A nadie. Toma tus cosas y ven a mi habitación lo más rápido que puedas.
Asiento y acelero mi paso. Algo serio está pasando, y no pienso quedar atrapada
con mis pantalones alrededor de mis tobillos. Siempre soy la última en enterarse,
siempre la que queda en la oscuridad, incluso en asuntos relacionados con mi propia
vida. Ya no. Si quiero tener el control de mi propio destino, tengo que actuar como si
fuera de mi control.
Tan pronto como estoy en mi habitación, recojo mi bolso ya empacado y agrego
el estuche de armas, dejando algo para guardar alrededor de mi cuerpo. Necesitamos
estar preparados para cualquier cosa de cualquier persona, amigo o enemigo. Termino
en cinco minutos, así que decido dirigirme a la suite de Luc, esperando salir de aquí
antes de que cualquiera de los Se7en detecte nuestra partida. Sin embargo, cuando abro
la puerta para salir, Phenex está de pie al otro lado.
—Eden —susurra, su voz suave y acentuada voz grave llena de pena—. Esperaba
hablar contigo antes de que te fueras para tu viaje.
Miro hacia el pasillo, confirmando que está solo, y abro aún más la puerta.
Mierda. Tengo que irme, pero si parezco apurada, él sabrá que algo está mal. No
puedo arriesgarme a que busque a Caín.
—Por supuesto. Entra.
Lo hace, y noto que no se ha cambiado desde que regresamos al recinto de Irin.
La sangre seca todavía raya su suave piel de caoba, y su ropa está desgarrada y
manchada. Literalmente no ha dejado al lado de Jinn. Hasta ahora.
—Quería decirte que… lo siento —comienzo, sabiendo que esta será mi única
oportunidad de enmendarme—. Por lo de ayer. Por lo que pasó allí en el parque. Lo
siento mucho, Phenex.
Él asiente solemnemente.
—No deberías culparte a ti misma. No había nada que ninguno de nosotros
pudiera hacer.
Sí, lo había. Podría haber hecho algo.
Sin embargo, no puedo decirlo, así que solo asiento. Él no merece mi odio hacia
mí misma.
—Él es más que un amigo —pronuncia Phenex suavemente—. Es mi hermano.
Hemos luchado lado a lado durante siglos. No se merece esto.
No sé si se refiere a Legion o Jinn, así que solo me quedo en silencio, dándole la
palabra.
—Recuerdo cómo era al principio. Después de que cayéramos… recuerdo cómo 33
era él. Tu mundo no lo sobrevivirá otra vez. Debe ser detenido.
Levanta su manga y revela la punta afilada de una espada. Mi mano va hacia el
cuchillo asegurado a mi costado instintivamente. Pero es prematuro, porque me doy
cuenta que la espada que ha guardado contra su antebrazo no tiene necesariamente la
intención de hacerme daño. Es El Redentor.
—Debe ser detenido —repite Phenex, con lágrimas en los ojos. Extiende la daga
hacia mí.
—¿Estás… me estás dando esto? —balbuceo, sin saber si debería tomarla.
Jinn casi murió por esto, y Caín dejó muy claro que quedaría en manos de los
Se7en. Esto es por lo que todos habían arriesgado sus vidas. Entregármela sería marcado
como una grave traición.
—No —responde Phenex sacudiendo la cabeza. La primera de sus lágrimas se
desliza por su mejilla—. Te estoy dando una ventaja.
Capítulo 4
D
udo que incluso exhale hasta que Lucifer y yo estemos en el aire y
alcancemos la altitud de crucero. Había un largo túnel subterráneo que
nos llevó al hangar, que albergaba fácilmente la impresionante flota de
Irin. Incluso la pista estaba oculta con solo una pequeña abertura para el despegue y el
aterrizaje, por lo que solo un avión podía pasar a la vez. No vimos a ninguno de los
Se7en, y sus aviones designados aún estaban siendo preparados, pero aun así me sentía
un poco incómoda por engañarlos. Lo descubrirían tarde o temprano, especialmente
cuando El Redentor no estuviera en ninguna parte. Habría consecuencias. Y conociendo
a Caín, serían severas.
—Parece que podría venirte bien una bebida —comenta Lucifer, descansando en 34
su lujoso asiento de cuero blanco.
Estaba tan preocupada por alejarme que ni siquiera me había dejado llevar por el
lujo. Demonios, ni siquiera había estado en un avión antes, y aquí estaba, en un jet
privado. En circunstancias normales, probablemente habría estado enloqueciendo, pero
todo en lo que podía concentrarme era en alejarme y mantener oculto El Redentor.
Incluso de Lucifer.
—Estoy bien —miento, intentando recostarme y parecer más cómoda.
Lucifer chasquea los dedos, convocando a la azafata, una bella morena de piernas
largas, no mayor de diecinueve años. Maldita sea, a Irin seguro que le gustan jóvenes.
Y a juzgar por el brillo malvado en los ojos de Lucifer cuando él se fija en su uniforme
drásticamente corto, ella no es la única.
—¿Hay algo que pueda traerle, señor? —pregunta, inclinándose hacia adelante
para mostrar sus respingadas tetas.
—Sí, querida. ¿Cómo te llamas? —contesta arrastrando las palabras.
—April —dice con una risita.
—April. Ese es un nombre bonito. ¿Te importaría traernos un poco de champán?
Mi amiga aquí parece ser una viajera nerviosa.
Le clavo mis ojos, pero reemplazo mi ceño fruncido con una pequeña y educada
sonrisa cuando April vuelve sus ojos hacia mí.
—¿Le gustaría algo más para hacer que su vuelo sea más placentero, señora?
—No, gracias.
—¿Está segura? Su comodidad es mi prioridad número uno. Estoy aquí para
satisfacer todas y cada una de sus necesidades. —Agita sus pestañas y muerde el labio
inferior.
Oh, por el amor de Dios.
—Sí, Eden. Nuestra buena amiga, April, estará encantada de atenderte. Se toma
su trabajo muy en serio.
April asiente con entusiasmo.
—Solo el champán está bien por ahora. Gracias —insisto, cada vez más molesta.
April se retira a la parte trasera del avión para buscar nuestras bebidas. Después
de regresar con dos copas altas de champán y un recordatorio para llamarla cuando la
necesitemos, Lucifer abre la conversación que esperaba evitar.
—Olvidaste despedirte de tu hermana.
35
Sacudo la cabeza y miro por la ventana.
—No lo olvidé.
—¿Sabe que te has ido?
—Lo descubrirá muy pronto. —Trago la emoción creciente con un trago de
champán—. Es mejor de esta forma. No seguiré jugando con su corazón. No cuando
todavía tiene esperanzas de algo que nunca será.
—¿Esperanza de qué?
Tomo otro sorbo.
—Nada. No voy a discutirlo contigo. Siguiente tema.
—¿Como qué?
—Bueno… dijiste que me dirías lo que Uriel quiso decir acerca de mí siendo parte
de tu plan de seguro cuando estuviéramos de camino —le recuerdo a Lucifer—. Estamos
de camino.
Él mira hacia la cabina trasera y sacude la cabeza.
—Ahora no. Siguiente tema —dice, devolviéndome mis palabras.
Mi frente se frunce. No puede ser un problema de privacidad; April no está a la
vista. Lo está evitando.
—¿Como qué?
—Cualquier cosa. Además, para explicarme, tengo que empezar desde el
principio. Y solo tenemos una hora y media.
Pongo mis ojos en blanco.
—Bien. Entonces cuéntame sobre Irin. ¿Qué es? ¿Y cuál es el asunto con Saskia?
Lucifer deja escapar un suspiro, pero antes de que me pueda callar, le recuerdo
que dijo que podía preguntar cualquier otra cosa.
—Bueno, ya que insistes en conocer información que podría ser una amenaza
genuina para tu vida, bien. Es tu funeral. ¿Sabías que los ángeles no fueron las primeras
criaturas de Dios?
—¿Qué? —Me inclino más cerca. ¿Lo escuché bien?
—Nosotros… —Traga antes de continuar corrigiéndose—. Los ángeles no fueron
sus primeros hijos. Y al parecer, fueron mucho más poderosos que los ángeles que ahora
deambulan por los cielos. Fueron creados en parejas: Un hermano y una hermana. Cada
hermano cumplía un propósito diferente. Hubo Destructores y Creadores. Juntos 36
podrían dar vida y quitarla. El principio y el fin. El yin y el yang.
»Los Destructores eran temidos mientras los Creadores eran adorados. Los
Destructores se pusieron celosos y, a pesar de ello, comenzaron a matar a los Creadores,
creyendo que absorberían su poder y se volverían todopoderosos, sin la necesidad de
una contraparte. Esto provocó una guerra, una que los Creadores perderían
rápidamente, porque no estaban destinados a abolir la vida. Y Dios, quien se había
cansado de las luchas internas, dejaría que todos perecieran. Pero hubo uno… uno que
se defendió. Contra su propio hermano.
—¿Irin era un Creador? —Puedo sentir literalmente que mis ojos sobresalen en
shock. Santa mierda. Sabía que Irin era algo, pero no esperaba esto.
—Lo era. Lo es. Pero el día que mató a su hermano en un acto de defensa propia,
se convirtió en algo más. Había evolucionado, algo que Dios no había planeado que sus
hijos hicieran. Y los otros Creadores vieron esto y comenzaron a contraatacar. La guerra
duró mil años humanos, y al final, solo uno quedó en pie.
—Irin. —Suspiro.
—Sí. —Lucifer asiente—. Y Dios la perdonó porque, en un intento por salvar su
propia vida, ella usó su don una vez más. Engendró vida a su imagen. Algo que solo
Dios podía hacer.
Mi mandíbula cae.
—¿Se embarazó a sí misma?
—Y padre, muy probablemente desconcertado e impresionado, la dejó vivir bajo
una condición: Estaría encadenada a la Tierra, obligada a ver la vida a su alrededor por
la eternidad sin poder volver a crearla, o participar de verdad en ella. Lo ve todo, lo
escribe todo. Pero está confinada a las paredes de su hogar. Y dentro de esos muros, es
más poderosa que cualquier criatura en existencia, fuera de Dios.
—Entonces, esa debe ser la razón por la que tiene esa regla contra el
derramamiento de sangre en su casa —supongo—. Su hermano era un Destructor que
intentó matarla, lo que a su vez la convirtió en una asesina. Rechaza la violencia con
vehemencia.
—Eso, y el hecho de que sabe cuán verdaderamente preciosa es la vida. —Se
encoge de hombros—. Al menos, para ella.
Asiento. Ahora todo tiene sentido. Por supuesto que ella rechazaría la misma
cosa que borró a su especie de la existencia.
—¿Y su hijo…?
Lucifer suspira.
—Hay algunas cosas que incluso los Creadores no pueden construir
perfectamente. 37
—Saskia. Saskia es la hija de Irin, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces, ¿qué es ella? ¿Un Creador? ¿O un Destructor?
Sacude la cabeza.
—Ninguno. Irin creó una abominación. Saskia nació como algo más. Algo
diferente a cualquier otro ser en la historia. Sus dones son más Destructores, pero su
corazón inmortal es el de un Creador. Su mera presencia es una plaga sobre la
naturaleza. Desatada, es mortal.
—Vaya. Vaya —tartamudeé. Nunca lo habría sabido. Ella me cuidó. Limpió mi
vómito y me vistió. Tan pequeña como es, no puedo imaginarla haciendo daño a una
mosca.
—Sí. —Bebe su champán pensativamente—. Irin solía tener una afinidad por los
gatos. Y no solo gatos caseros. Bestias selváticas enormes que amaba y adoraba como si
fueran gatitos. Una noche, Saskia se enojó con su madre, una pequeña disputa, y sin
pensarlo, mató a cada una de las mascotas de Irin. Después de eso, Irin me la dio para
que la resguardara. Verás, Saskia se había cansado de permanecer dentro de los límites
del recinto. E Irin sabía que tarde o temprano, Saskia descubriría que podía irse. Y si lo
hacía, Irin no podría controlarla, especialmente sin conocer el alcance de su poder. Si
podía matar a un tigre de Bengala adulto, ¿qué haría con los humanos?
—¿Pero no sucedería lo mismo en el Infierno? ¿No mataría a todos los seres vivos
en su camino?
—Bueno… no hay seres vivos en el Infierno. Al menos ninguno que de todos
modos no esté cumpliendo con su condena.
Excepto…
—Yo. —Dejo escapar un jadeo—. Soy un ser vivo. ¡Y le ordenaste que me
atendiera! —Apenas me contengo para no arrojarle mi copa vacía a su cabeza.
—Sí, bueno… hay excepciones. Además, como dije, desatada sería mortal. Es por
eso que usa una correa muy especial que yo diseñé y controlo.
Su voz. Recuerdo que apenas habló, y cuando lo hizo, sonó como si la estuvieran
ahogando por dentro, considerando que nunca vi nada alrededor de su cuello. Ese
bastardo enfermo. La estaba torturando por algo que no podía evitar.
No entiendo por qué, pero siento algo de simpatía hacia ella. No eligió nacer de
una manera impía. Solo quería una vida normal y feliz. Y fue castigada, reducida a una
esclava, por ser algo de lo que no quería ser parte.
38
Sacudo la cabeza. No sé por qué estoy sorprendida. Él es el maldito Diablo.
¿Por qué iba a esperar algo más de él?
—Sé que piensas menos de mí. Era ella o tu mundo. Hice lo que había que hacer.
Me recuesto en mi asiento y miro por la ventana.
—No pienso nada de ti en absoluto.
Justo en ese momento, como si ella sintiera la tensión entre nosotros, April viene
a comprobarnos, ofreciéndonos recambios, bocadillos y toallas de mano tibias. Lo
acepto todo, incapaz de reunir las fuerzas para protestar. Tengo suficiente para meditar
solo de esa simple conversación. Los avances coquetos simplemente son un dolor de
cabeza demasiado grande.
—Si me disculpas. —Oigo a Lucifer murmurar después de unos minutos de
silencio.
No me molesto en reconocerlo, pero lo oigo pararse y caminar hacia la parte
trasera del avión. Ni siquiera he probado mi antipasto cuando escucho los golpes
rítmicos y los exuberantes gemidos de la joven azafata de vuelo.
—Maldita sea, ¿en serio? —me quejo, deseando haber tenido la sensatez de
empacar mis auriculares. Si planeaba sobrevivir estando cerca de Lucifer por más de
doce horas, tendría que comprarme unos para mí. Y exigiría los de anulación de ruido
total.
Puedo soportar cinco minutos. Diez… no es gran cosa. Pero durante los
próximos cuarenta y cinco minutos de mierda, April grita y llora como si la polla de
Lucifer fuera el boleto dorado de Willy Wonka y ella es Veruca Salt. Lo desea, y lo
quiere ahora mismo. Y es más que evidente que lo estaba consiguiendo y mucho más.
Más que molesta, levanto una de las revistas colocadas artísticamente en una
pequeña mesa cercana. Pero apenas puedo concentrarme en las palabras de la página a
través de todos los ridículos sonidos de Animal Kingdom. Lancé la revista con
frustración. ¿Cómo puede siquiera pensar en sexo en este momento? ¿Es tan egoísta, tan
absorto en sí mismo, que ni siquiera puede ver cuán repugnante es su comportamiento?
Esa chica apenas salió de la secundaria, sin mencionar que, está trabajando. No me
importa si el placer está en la descripción del trabajo. Ten un poco de jodida moderación.
Cuando el gemido ronco finalmente cesa, Lucifer regresa a la cabina principal
como si nada estuviera mal y no había pasado la mayor parte de una hora mojando su
polla. Vuelvo la cabeza hacia la ventana para mirar las nubes con ojos ardientes.
April aparece unos minutos más tarde, las mejillas enrojecidas, su corte una vez
elegante ahora despeinado, para informarnos de que aterrizaremos pronto. Me pregunta
si puede conseguirme algo antes de que comencemos nuestro descenso a Nueva Orleáns, 39
pero lo rechazo tersamente sin mirarla ni ofrecerle una sonrisa cordial.
—Ay, gatita, eso fue un poco duro.
—Lo que sea.
Pisamos tierra sin pronunciar otra palabra, y cuando las puertas del avión se
abren, estoy muy feliz de estar de nuevo en tierra firme. Para mi sorpresa, hay un auto
esperándonos justo en la pista. El conductor toma rápidamente nuestras maletas, pero
declino su ayuda rápidamente, tal como lo había hecho en el hangar antes de abordar.
Bajo ninguna circunstancia El Redentor abandonará mi vista.
—¿Disfrutaste del vuelo? —pregunta Lucifer, intentando iniciar una
conversación después de acomodarnos en el asiento trasero del elegante y negro auto de
ciudad.
Me encojo de hombros y contesto rotundamente:
—Podría haber sido mejor.
—¿Ah, sí? ¿Viajas regularmente en jets privados?
—El avión estuvo bien. Irin tiene un gran gusto.
Y eso es todo. Eso es todo lo que le daré. Lucifer vive para que le acaricien el ego,
y no le daré la satisfacción de verme aturdida.
Sin embargo, mi agravación desaparece instantáneamente a medida que
viajamos al corazón de la ciudad. Nueva Orleans es eléctrica. Música, baile, gente en
todas partes celebrando por ninguna otra razón que amar la vida. La arquitectura no se
parece a nada que haya visto nunca, y hay algo tan mágico en la energía que parece
irradiar en cada ladrillo y cada tabla de madera. Como si Nueva Orleans tuviera su
propio pulso, único del resto del mundo.
El conductor lleva el auto a un hotel en Canal Street, y estoy tan sorprendida por
el exterior de estilo boutique que ni siquiera me fijo en el nombre. No es hasta que
entramos y nos acercamos al mostrador de facturación que levanto una ceja divertida.
—Bienvenido al Hotel Saint. ¿Tiene una reserva?
—No —responde Lucifer con indiferencia.
La etiqueta con el nombre de la mujer dice Dawn, una joven y encantadora
pelirroja con acento sureño. La idea de que Lucifer se la folle también a cambio de
acomodaciones pasa por mi mente, e instantáneamente mi estado de ánimo comienza a
agriarse otra vez.
Toca unas cuantas teclas y mira la pantalla de su computadora.
—Lo siento, señor. Parece que estamos completamente reservados. Si quisiera…
Lucifer se acerca más, cargando el aire de electricidad estática con el movimiento. 40
El vello en la parte posterior de mis brazos se eriza enseguida, y hay un cosquilleo
inexplicable, casi como un chisporroteo, que enciende mi piel.
—Mírame, niña —exige con suavidad.
Dawn obedece, perpleja.
Y entonces ella lo ve. No puedo estar segura de lo que se reveló en sus
profundidades arremolinadas y moteadas, pero algo encaja en su lugar. Sus ojos se abren
con horror y reverencia. No sé si está a punto de llorar o caer sobre sus pies.
Tal vez una combinación de ambos.
—Recuerda a quién estás sirviendo —la reprende Lucifer antes de dar un paso
atrás y liberarla de su mirada devastadora—. Ahora… intentemos esto de nuevo.
En un lapso de tres minutos, tenemos las tarjetas de acceso a nuestra suite,
nuestras maletas ya están subiendo y estamos entrando en el ascensor con nuevas copas
de champán en la mano.
Cuando llegamos a la suite, no puedo evitar sacudir la cabeza y reírme ante la
señalización de la puerta.
—¿Demasiado egocéntrico?
—¿Qué?
Señalo la placa en relieve.
—¿La Suite Lucifer? ¿Puedes estar obviamente más obsesionado contigo mismo?
Él destella una sonrisa torcida y encantadora.
—¿No lo estarías si fueras yo?
La suite es exactamente lo que esperaba, sin embargo, todavía estoy
impresionada por el esplendor.
Paredes rojas, mármol negro, candelabros de cristal, lujosas camas tamaño king
e incluso un poste de stripper. Y aunque todo es un festín para los sentidos, estoy menos
que encantada de quedarme aquí. Con él.
—¿No hay forma de conseguir mi propia habitación?
Lucifer hace una mueca.
—¿Y por qué harías eso? Esta es una suite de dos dormitorios.
—Lo sé, es solo que… —¿Cómo explico que no quiero quedarme con él sin sonar
tonta e inmadura?—. Probablemente sea más apropiado que consiga otra habitación.
—¿Así que prefieres estar a varios metros de distancia, sabiendo que hay un súper
demonio desquiciado a la caza, más cualquier otro Serafín renegado que podría estar 41
buscando sangre? Segundos, Eden. Ese es el tiempo que les llevaría arrancar tu linda
cabecita de tus hombros. No te hagas ilusiones. En su lugar, intenta estar un poco más
agradecida.
Se da la vuelta sin esperar una refutación y se dirige a uno de los dormitorios
enfurecido, dejándome sola con mi mezquindad.
Llevo mi trasero abatido, a regañadientes, al otro dormitorio y admito
internamente que debo estar loca para querer renunciar a esto. Además, cada habitación
tiene su propio baño equipado, de modo que no tengo que arriesgarme a tener
encuentros vergonzosos con Lucifer. De todos modos, no es que pasaremos todo nuestro
tiempo aquí. Esto puede que sean unas vacaciones para él, pero ciertamente no lo son
para mí.
Después de dos días infernales, estoy tan jodidamente lastimada que siento como
si tuviera rocas de dos toneladas apoyadas sobre mi espalda y hombros, así que decido
bañarme en la hermosa bañera con patas. Hay aceites y sales de baño con aroma floral
provistos en el lavabo, así que arrojo una mezcla de ambos y pongo el agua justo debajo
del escaldado.
Para el momento en que sumerjo mi cuerpo en el agua caliente, siento que la
tensión y el estrés comienzan a desaparecer, dejando que mi mente divague por cosas
que preferiría mantener enterrada detrás de una máscara poniendo los ojos en blanco y
los labios fruncidos. Una parte de mí no quiere creer que Legion todavía podría estar
vivo. Si lo encontramos, no hay garantía de que en realidad haya una manera de
salvarlo. Y no puedo sucumbir a la falsa esperanza, solo para quedar aplastada por el
destino de mi realidad. No creeré en un cuento de hadas solo para que se convierta en
una historia digna de American Horror Story.
Y luego está el asunto de Phenex y su petición. Tiene razón: hay que detener a
Legion. Y no me cedió El Redentor solo para que así pudiéramos tener una buena
conversación con Legion. Podía verlo en sus conmovedores ojos llenos de lágrimas.
Quiere que mate a su hermano. No, no quiere. Necesita que lo haga. Y no sé si alguna
vez podría perdonarme si le fallaba de nuevo.
La combinación del agua tibia, los aromas relajantes y la iluminación suave
ponen un hechizo en mis párpados y, en cuestión de minutos, me estoy alejando. Sé que
no debería, pero por primera vez en mucho tiempo, puedo relajarme un poco. Cinco
minutos, me digo. Solo voy a descansar mis ojos por cinco…
Estoy en un largo pasillo con papel tapiz amarillo. Papel tapiz amarillo con
pequeñas flores de color rosa. Es horrible, pero al menos no es sangre derramada. Hay
ocho puertas, y todas están cerradas. Todas excepto una al final del pasillo.
Camino lentamente hacia ella con las piernas temblorosas, mi respiración es corta
y rápida. Debería darme la vuelta, pero no tengo a dónde ir. Ni siquiera sé dónde estoy.
Miro detrás de mí, pero todo lo que veo es un pasillo con un feo papel tapiz amarillo que 42
parece prolongarse por kilómetros. Esas mismas ocho puertas con la última entreabierta.
No me puedo ir. La única salida es a través de ella.
Se oye el sonido del agua corriendo desde esa habitación y de las enormes
columnas de vapor que emanan desde la puerta. Debe ser un baño, pero ¿por qué estaría
corriendo el agua cuando nadie parece estar aquí?
Parece que pasan horas hasta que llego a la puerta y apoyo mis dedos contra la
madera para empujarla y abrirla. El vapor me rodea, cubriendo mi piel con humedad.
No quiero hacer esto. No tengo forma de prepararme para el horror que me espera. Pero
sé que tengo que caminar por esta puerta. Hay una razón por la que esta era la única
puerta que estaba abierta. Estoy destinada a estar aquí. Estoy destinada a ver lo que hay
al otro lado.
Tomo una bocanada de cálido aire húmedo, y empujo contra la madera, lo
suficiente para que la puerta se abra lentamente de modo que pueda entrar. En un abrir
y cerrar de ojos, es un baño típico, complementado con azulejos blancos, una cortina de
baño floral y un tocador modesto. Al siguiente, está empapado en rojo.
La sangre parece llover del techo, goteando en mi cabello y hombros. Me tapo el
rostro el tiempo suficiente para girarme apresuradamente y salir corriendo de allí, pero
la puerta no solo está cerrada, sino que también está bloqueada. Y tallado irregularmente
en la madera está el símbolo de Demoori Sheol que vi la noche anterior. Los caídos
reinarán. Esto no es solo un sueño. Es una visión.
No. No. No puedo hacer esto. Primer fuego, ¿ahora sangre? Y cuando miro hacia
abajo, me doy cuenta que estoy de pie en un espeso charco cálido y estoy descalza. La
única salida es a través de esto, intento recordarme. Si Legion me ha traído aquí a propósito,
debe ser una pista. Tengo que hacer esto, incluso si me aterroriza al punto de llorar.
Me limpió el rostro con desesperación, intentando quitarme la sangre de los ojos
y la nariz. No duraré mucho aquí, así que necesito ser rápida. Una vez que mi visión se
ha aclarado momentáneamente, me doy cuenta que hay cuchillas de afeitar en el suelo,
y todas ellas forman un camino hacia la bañera encerrada por una cortina de ducha floral
manchada de sangre. Mierda.
—No lo hagas. No mires. —Casi sollozo ante el sonido de su voz susurrada,
aunque suena más débil, más áspera—. No deberías estar aquí.
—Entonces, ¿por qué me trajiste?
—No lo hice.
Me doy la vuelta para llamarlo mentiroso, para rogarle que sea mentiroso,
aunque sé que no está allí. Si no me trajo aquí, ¿quién lo hizo? ¿Podría ser yo quien lo
está conjurando inconscientemente?
La sangre es cada vez más profunda, y ha saturado mi ropa. Se me acaba el
tiempo. Así que doy un paso adelante, trabajando para evitar las cuchillas de afeitar, 43
pero hay muchas de ellas, casi como si se estuvieran multiplicando. Me estremezco
cuando siento un escozor en la parte inferior de mi pie, pero sigo avanzando. Si me
detengo ahora, jamás me convenceré de empezar otra vez.
Al instante en que llego a la bañera, cesa la lluvia de sangre. El vapor se levanta
por detrás de la cortina y puedo escuchar el grifo todavía en funcionamiento. Agua, me
miento. Solo es agua. Y aunque lo repito en mi cabeza una y otra vez, no puedo hacerlo
realidad. Sé que cuando abra la cortina, encontraré que sale sangre del grifo y llena la
tina, derramándose por los costados. Voy a ver aún más cuchillas de afeitar. Y tengo
razón.
Debe estar lloviendo rojo nuevamente, porque siente un calor corriendo por mis
mejillas. Hay tanto… tanto, y tan oscuro que no puedo ver nada más. Pero lo hago.
Lo hago.
Manchadas en la pared embaldosada en espeso carmesí hay cuatro letras. Y esas
cuatro letras son más alarmantes, más inquietantes, que cualquier otra cosa que haya
experimentado en este baño de horrores.
EDEN
Capítulo 5
D
esperté bruscamente, ahogándome con un grito, y sacudí los brazos y
las piernas con furia, como si me estuviera ahogando y luchando para
salir a la superficie. Incluso eso sería mejor que mi realidad. Porque
estoy sumergida hasta la barbilla en una lujosa bañera con patas llena de sangre
hirviendo y cocinándome viva.
Apenas registro un destello de movimiento antes de ser sacada de la bañera con
un movimiento veloz. Lucifer agarra mi cuerpo crudo y desnudo contra su duro pecho,
acunando la parte posterior de mi cabeza para enterrar mi rostro en su camisa.
—¿Qué pasó? —exige, su respiración casi tan trabajosa como la mía. 44
—Yo… me quedé dormida —sollozo—. Desperté y…
No puedo decirlo. Lo que vi en ese baño ha quedado grabado en la vanguardia
de mi mente, donde puede atormentarme cada vez que cierre los ojos. Incluso en este
momento, mientras intento alejar las imágenes parpadeando en mi cabeza, está ahí.
Esperando. Burlándose. Y la sangre que se ha chamuscado en mi piel… no sé si
alguna vez se lavará.
—Te voy a sacar de aquí —dice, y en un abrir y cerrar de ojos, me toma en sus
brazos y me saca del baño a toda prisa.
Espero que me ponga en mi cama, pero cruza la suite velozmente y se dirige a su
habitación. Una vez que estamos a salvo dentro, me deja en la cama, incluso teniendo
la decencia de cubrir mi cuerpo desnudo con el edredón.
—¿Lo… lo viste? —pregunto. Tal vez todo estaba en mi cabeza; solo el terror
residual del sueño. Tal vez no solo desperté inmersa en sangre hirviendo.
—Sí —responde él.
No sé si debería sentirme aliviada de no haberlo imaginado todo, o incluso más
perturbada de que algo así pudiera incluso suceder. ¿Cómo es posible?
El sueño ya era lo suficientemente inquietante. La sangre, las cuchillas de afeitar,
mi nombre manchado de rojo espeso en la pared de la ducha. Sé lo que significa. Lo
supe en Grant Park cuando miré a los ojos de Legion y vi a Los Muchos mirándome
fijamente.
—Me marcó —susurro—. Ellos me marcaron.
Lucifer sacude la cabeza, pero pregunta:
—¿Cómo sabes eso?
—Estuve en otro sueño. Había un largo pasillo con ocho puertas. Solo una estaba
abierta. Necesitaba pasar a través de ella.
Lucifer se sienta a mi lado en la cama. No me toca, pero su calor parece
encontrarme, expulsando el escalofrío inquietante.
—¿Qué viste?
Aspiro un suspiro tembloroso. No quiero volver allí, pero debo hacerlo.
—Estaba lloviendo sangre. Y en la puerta, más de esos símbolos demoníacos
habían sido tallados en la madera. Pero no con un cuchillo o herramienta. Parecía…
parecía que fueron arañados con las uñas. Y había cuchillas de afeitar por todo el piso
conduciendo a la bañera. 45
Me estremezco, y Lucifer se acerca, como si supiera que necesito su calor
corporal y su consuelo.
—¿Qué había en la bañera, Eden?
Sacudo la cabeza, intentando evitar desesperadamente que las lágrimas caigan.
Soy más fuerte que esto. Sin embargo, todo lo que quiero hacer es regresar corriendo a
la fortaleza de Irin y jamás dejarla. Al menos allí, sabré que estoy a salvo. Pueden
encontrarme en mis sueños, pero no pueden hacerme daño allí.
—Abrí la cortina de la ducha, y la bañera estaba llena de sangre. —Jadeo, con
voz temblorosa—. Litros y litros. Espesa y humeante, como si fuera fresca. Y en la pared,
mi nombre… mi nombre estaba manchado en ella. —Me giro a Lucifer, con los ojos
muy abiertos con horror—. Saben quién soy. Saben que estuve allí… que estaba
mirando. Como si quisieran que fuera.
—¿Podría ser Legion dándote una pista?
—No, Los Muchos. Dijo que no era él.
—¿Estaba allí? —El rostro angelical de Lucifer se transforma en una de rabia
desenfrenada cuando se arranca de la cama—. ¿Y no trató de ayudarte?
—No creo que pudiera. Era como si estuviera allí pero no lo estaba. O tal vez
simplemente me lo imaginé. Tal vez solo lo quería allí y mi subconsciente lo conjuró.
—Es más fuerte que eso. —Lucifer se pasa la mano por el cabello—. Es más
fuerte de lo que incluso sabe.
Observo cómo se pasa una mano por el rostro, dándome cuenta que por primera
vez desde que se metió en mi vida, Lucifer está temblando. No sé si es por escuchar mi
cuento, el baño de sangre o frustración por Legion, pero definitivamente algo ha
asustado al Diablo. Y ahora estoy aún más petrificada.
—Me encargaré del desastre —murmura. Pero antes de que pueda alejarse, me
estiro y agarro su brazo.
—No. Por favor. No… no me dejes. Por favor.
Soy patética, y rogar a Lucifer que se quede va en contra de todo lo que creo,
pero estar sola ahora parece diez veces peor que tragarme mi orgullo. Todavía puedo
sentir la sangre en mí: Espesa, pegajosa y caliente. El tinte metálico todavía escuece mis
fosas nasales y las náuseas se agitan como un charco de olas en mis entrañas. Soy un
desastre, mis ojos no dejan de llorar y mis manos no dejan de temblar. Ese sueño me
rompió. Los Muchos me rompieron. Y hasta que pueda reunir la fuerza para volver a
recomponerme, necesito que se quede.
46
Él me mira, con un leve ceño fruncido en la frente. Sus labios se separan, pero en
su lugar, sacude la cabeza.
—Necesito encargarme de esto.
—Pero yo… —comienzo a suplicar.
Levanta una mano, cortándome.
—No estarás sola.
Lucifer toma aire y cierra los ojos. El aire a su alrededor comienza a brillar y
vibrar, el poder irradiando de su cuerpo es una fuerza palpable. Libera un lento siseo
sinuoso y luego susurra:
—Nikolai.
Mi confusión solo dura un segundo antes de escuchar un golpe en la puerta. Al
minuto siguiente, Lucifer se desmaterializa y da la bienvenida a nuestro invitado. Se ve
agravado, preguntándose por qué carajo ha sido convocado. Lucifer le dice que lo verá
pronto. Incluso aún con una fracción de mi confianza restaurada con su presencia, no
respiro. No hasta que el hermoso rostro de Niko aparece a la vista.
—Eden —gruñe, cuando esos ojos azul hielo caen sobre mí, su expresión se
derrumba. Sé lo que ve: A mí, desnuda en la cama de Lucifer, empapada, con la piel
manchada de sangre. Las lágrimas caen aún más rápido, pero las limpio rápidamente.
—Ha estado soñando con Legion. Con Los Muchos —explica Lucifer, y estoy
agradecida. No puedo hablar de eso otra vez. No ahora—. Él… ellos… le han estado
mostrando cosas. Pistas. Cuando despertó, estaba en una bañera llena de sangre. Y
estaba hirviendo.
Niko se apresura a mi lado, acercándose lo más posible para evaluar cualquier
lesión. No teme tocarme, y por eso me alegro. Incluso con sus dedos helados corriendo
sobre mis hombros desnudos, su caricia suave me recuerda que esto es real. Mi pesadilla
ha terminado.
—¿Estás herida? Déjame atender tus quemaduras —insiste, cuidando no tirar del
edredón para exponer mi carne desnuda.
Sacudo la cabeza.
—No… hay nada. Mi piel se siente un poco cruda, pero no duele, lo prometo.
No parece convencido y continúa inspeccionando los parches de piel que no están
ocultos por la manta.
—Tu carne debería estar derritiéndose de tus huesos —murmura en voz baja, su
voz marcada con asombro. Mira entonces a Lucifer—. Tuviste razón en llamarme. Me
encargaré de ella.
Lucifer asiente una vez. 47
—Tengo que lidiar con esto.
Luego, sin siquiera mirar en mi dirección, se ha ido.
Niko se vuelve hacia mí y me toma de la mano con ternura.
—Ven, vamos a limpiarte.
Me lleva al baño, insistiendo en que estará justo allí todo el tiempo. Estoy más
que un poco reacia a dejar caer mi sábana delante de él, aunque hace solo una semana,
estaba lista para quitarme la tanga y ofrecerle mi esencia sobrenatural y mi cuerpo
durante el ritual de respiración. Qué tonta soy. Soy más fuerte que esto, aun así le estoy
permitiendo cuidarme como a una niña.
Como una niña humilde que le teme a la oscuridad. Sin embargo, no le pido que
se vaya, incluso después de que él abre el grifo de la ducha y se ofrece a esperar afuera
de la puerta del baño de modo que pueda entrar a ella. La hora de la modestia ha llegado
y se ha ido, y prefiero sentirme avergonzada por unos pocos segundos que levantar la
vista y encontrar que está lloviendo sangre otra vez.
—¿Estás bien? —pregunta desde el otro lado de la cabina de la ducha una vez que
me he puesto bajo el rocío transparente y cálido.
Miro hacia mis pies a medida que el agua teñida de rosa se escurre por el desagüe
y miento:
—Sí.
—Si hubiera sabido que esto sucedería, no me hubiera ido. Lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé.
—Pensé que estabas a salvo. Estabas de vuelta con Irin. Tenías al Se7en y Lucifer
y… pensé que estabas a salvo.
—Lo sé.
Me quito la sangre del cabello rápidamente con champú antes de cerrar el grifo
del agua. Sigo esperando… sigo esperando que se ponga roja. Sigo esperando que Niko
desaparezca y que Legion esté al otro lado de esa ducha. Lucifer estaba enojado con él.
Cree que él podría haber luchado contra Los Muchos, que debería haber hecho algo. A
estas alturas, ni siquiera puedo entender de lo que son capaces.
Nikolai tiene una toalla grande y esponjosa extendida para mí cuando abro la
puerta de vidrio. Tan respetuoso como siempre, no me mira, incluso cuando la envuelve
alrededor de mi cuerpo mojado. Cuando volvemos a entrar en el espacio del dormitorio,
la cama está hecha y las sábanas ya no están manchadas de sangre.
48
—Toma. Ponte esto —dice conjurando un montón de ropa limpia y fresca de la
nada. Sonrío agradecida, y él se gira para dejarme vestirme.
—Listo —grito en voz baja después de ponerme los leggins suaves y la sudadera
inmensa. Incluso incluyó ropa interior y calcetines cómodos. A veces juro que puede
leer mi mente.
Nikolai gira lentamente, como si tuviera miedo de asustarme.
—¿Mejor?
Asiento.
—Mejor. Gracias. Me alegra que estés aquí.
—¿Estás cansada?
—No. No podría dormir, incluso si quisiera. Sigo pensando en… —Sacudo la
cabeza—. Se sintió muy real. Como si no solo lo estuviera soñando. Era como si
estuviera aquí, pero también estaba allí.
—¿Y crees que es Legion o Los Muchos quien te llevó a donde fueras?
—No lo sé. La primera vez que sucedió, pensé que tal vez era yo quien lo buscaba
mentalmente, intentando encontrarlo.
—Espera… ¿ha sucedido antes?
—Sí. Pero esta vez… fue mucho, mucho peor.
Me lleva a la sala de estar y atacamos el mini refrigerador, que afortunadamente
está surtido con alcohol y bocadillos demasiado caros, y describo el bar en mi sueño.
Entonces, de alguna manera, después de no tener suficiente comida y una pequeña
botella de Jack, le cuento sobre ese pasillo con el feo papel tapiz amarillo con flores rosas.
—Los Se7en piensan que estamos en Detroit. Ese símbolo demoníaco ha estado
apareciendo en todas partes, así que nos separamos, esperando que él aparezca. Legion
solo se ha ido hace dos días. No hay manera de que pudiera haber hecho todo esto solo.
—Pero tal vez hay otros demonios menores actuando en su nombre —reflexiona
Niko. Abre una bolsa de maní M&M y los vierte sobre la mesita de café con espejo.
—Eso es lo que estamos pensando. Pero eso significaría que podría haber estado
conspirando con ellos todo este tiempo. ¿De verdad crees que es capaz de traicionarnos
a todos? —Mi estómago se contrae a medida que me pregunto sobre nuestro tiempo
juntos. ¿Era él realmente? ¿O algo más?
—Tienes que recordar que, Legion probablemente no tenía ni idea de lo que
estaba pasando. No creo que él le hiciera eso al Se7en, o a ti. Y si de alguna manera Los
Muchos hubieran estado conspirando sin él saberlo, no podría haber sido por mucho 49
tiempo.
Levanto un M&M azul y me lo llevo a la boca.
—¿Qué quieres decir?
—La Legión de las Almas Perdidas se despertó la noche que la Alianza te tomó.
Antes de eso, Los Muchos habían estado suprimidos. No eran lo suficientemente
poderosos como para superar a Legion, incluso sin su poder.
—Así que, si Los Muchos estuvieron conspirando con algún rebelde menor,
tendría que haber sido después de que recuperara el poder del amuleto.
—¿Y dónde estuvimos después de esa noche? —Niko levanta una ceja,
instándome a darme cuenta de lo que deberíamos haber sabido desde el principio.
—Irin. ¿Crees que ella apoyaría una rebelión de demonios? ¿Dada su postura
sobre la violencia? —No me atrevo a mencionar por qué las creencias de Irin van en
contra de la teoría de que ella estaría involucrada.
—No. Pero tiene muchos miembros de su personal que podrían ser fácilmente
seducidos para cumplir sus órdenes. Todos vimos cómo se arrojaban a Lucifer. ¿Quién
dice que no les interesaba más que el simple placer?
Sacudo la cabeza.
—Él jamás estaría involucrado en algo como esto. Quiere detener esto tanto
como lo hace el Se7en.
—¿Y confías en él?
—Realmente no tengo muchas opciones, ¿verdad? —Me encojo de hombros—.
Todo lo que sé es que él estaba allí. Después de Grant Park, después de mis sueños…
estaba allí. —Niko lanza su mirada azul solemnemente hacia el piso, de modo que
apunto a decir rápidamente—: Justo como habrías hecho si hubieras estado allí, si
supieras lo que estaba pasando.
Él no me mira cuando murmura:
—¿Es por eso que estás aquí con él? ¿Porque yo no estaba?
—No —respondo con seriedad, esperando que lo crea—. Eres mi amigo, Niko.
Me preocupo por ti. Lucifer es… Lucifer es un mal necesario.
—Lo entiendo. —Destapa una pequeña botella de whisky y la engulle en un
trago—. Solo… ten cuidado, pequeña. Puede que sea agradable a la vista, pero no hay
más que podredumbre y muerte debajo de la fachada.
Sonrío, y por primera vez en mucho tiempo, es genuina.
—También eres agradable a la vista. 50
Él se ríe, luego se inclina hacia delante para dejar un beso en mi frente.
—Me voy a quedar cerca. Tengo una casa cerca, así que estoy a solo una llamada.
Gabs y Dorian están en Skiathos, pero puedo convocarlos. Si algo está pasando en mi
ciudad, necesito estar aquí.
—¿Tu ciudad?
Sonríe torcidamente, la nostalgia reluciendo en su mirada.
—Solía serlo. Goberné por décadas hasta que… bueno, digamos que mi salida
no fue por elección. Pero en muchos sentidos, mi corazón todavía está muy aquí.
Asiento, entendiendo.
—Amelie.
Su sonrisa se amplía aún más.
—Viene de un largo linaje de brujas de Nueva Orleans que una vez controlaron
toda la magia en la ciudad. Mi padre sintió que su aquelarre se había vuelto demasiado
poderoso y me envió aquí para abolirlo. Era bueno en mi trabajo y bueno en tomar lo
que quería de ellos y de cualquiera que se interpusiera en mi camino. Hasta que conocí
a Amelie. —La luz de sus ojos se atenúa una fracción—. Me culpan por su muerte, y no
les recrimino eso. Así que les devolví Nueva Orleans. Por ahora.
Decidimos encender el televisor para dirigir la conversación hacia otros temas
menos desgarradores, y estoy agradecida por la distracción. Hablar con Niko me hace
sentir como yo otra vez. He tenido miedo antes; sé lo que es el miedo real. Pero lo que
sucedió en ese baño no se puede olvidar fácilmente. Y si tengo que hacer lo imposible y
enfrentar cada terrible y perturbador acto de violencia que Los Muchos han planeado
para nosotros, entonces tengo que aguantarme y seguir adelante.
—Eso es extraño —comenta Niko.
Subo el volumen en el canal nacional de noticias y me enfoco. He estado fuera
del circuito durante tanto tiempo que había olvidado la corrupción habitual con la que
ya se había forjado nuestro mundo. Depravación política, escándalos de abuso sexual,
guerras con fines de lucro… la humanidad ya está condenada por sí misma. Quizás Los
Muchos no pueden hacernos más daño del que ya nos hemos hecho a nosotros mismos.
Escuchamos atentamente una historia sobre una nueva cepa de gripe barriendo
la Costa Oeste. La gente está muriendo. Las escuelas están cerrando por temor de
propagarla más. Las vacunas contra la gripe han sido consideradas inútiles, y el CDC
no sabe qué hacer para combatirla.
—Mierda —espeto—. Los demonios están corriendo literalmente locos por ahí y
ahora ¿la gente tiene que preocuparse por la gripe?
—Está muy complicado —comenta Niko—. Y los ángeles no están 51
interviniendo.
—¿Acaso eso sería mejor? Cuanto más lejos estén de la Tierra, mejor. Han
demostrado que tienen su propia agenda cuando se trata de la humanidad.
—Sí, pero estas personas son inocentes. Los niños se están muriendo. Alguien
tiene que asumir la responsabilidad.
—Y alguien lo hará.
Su voz es tan inquietante que literalmente grito de miedo antes de girarme para
encontrar a Lucifer justo detrás de nosotros.
—¡Mierda! ¿De dónde saliste?
Ignora mi pregunta y se dirige al sofá, con los ojos pegados a la pantalla. Su ropa
luce prístina, como siempre, en absoluto manchada con la sangre que se había pegado a
su camisa blanca y limpia de mi piel. No hay ni un cabello fuera de lugar y no hay
indicios de daño. No puedo evitarlo, pero suspiro de alivio. Se ha ido por horas, y no
pude evitar preguntarme qué lo había hecho desaparecer. Fuera lo que fuera, sea lo que
sea, todavía lo está acosando.
—Está empezando —murmura, todavía sin mirarme a los ojos.
—¿Qué está empezando? —cuestiono—. ¿Qué está pasando?
Se gira lentamente para finalmente mirarme y veo que sus ojos violetas
resplandecientes se revuelven con remolinos de obsidiana y su piel de alabastro se ha
vuelto cenicienta.
—Lucifer… —susurro, el miedo regresando con fuerza—. ¿Qué pasa?
Su tono es tan frío y oscuro como la muerte.
—Pestilencia.

52
Capítulo 6
N
ikolai no pierde el tiempo. Se desmaterializa en una columna de vapor
gris oscuro justo delante de nuestros ojos antes de que Lucifer o yo
podamos detenerlo. Ya debe saber lo que esto significa. En cuanto a mí,
todavía estoy congelada por la conmoción.
Pestilencia.
¿Cómo? ¿Por qué?
Tenemos una horda de demonios menores y Legion con quien lidiar. ¿Cómo
carajo podemos acabar con algo sacado directamente de las páginas de Revelaciones sin
ayuda alguna?
53
—¿Me estás diciendo…? —Suena tan extraño que ni siquiera puedo terminar mi
pensamiento.
—Pestilencia, el Jinete Blanco —explica Lucifer—. El primero de los Cuatro
Jinetes del Apocalipsis.
Santa mierda.
SANTA MIERDA.
—Pero… ¿cómo? No pueden ser reales, ¿verdad? ¿Crees que Legion los ha
desatado?
Lucifer sacude la cabeza.
—Pestilencia siempre ha estado fuera. Desactivado, pero caminando libremente.
—¿Y quién pudo haberlo activado? ¿A eso? ¿O… cómo sea?
—Solo alguien con gran poder oscuro. El mayor poder oscuro. Yo.
Frunzo el ceño.
—¿Estás diciendo que hiciste esto?
Sacude la cabeza.
—Jamás. No tengo nada que ganar al desencadenar el apocalipsis. De hecho, he
tomado las precauciones necesarias para evitarlo.
—Entonces, ¿quién?
—No lo sé.
Maldición. Mierda.
No lo sé, es algo que no quieres que el Diablo diga cuando estás hablando del final
del jodido mundo.
—Bueno, ¿no puedes pararlo? ¿Enviarlo de vuelta?
Otra sacudida de su cabeza.
—Solo puedo esperar que los otros Jinetes no estén activados.
—¿Esperar? ¿Quieres confiar en la esperanza? ¡Lucifer, esta epidemia de gripe está
matando a las personas! ¡Y extendiéndose más rápido que cualquier cosa que alguien
haya visto alguna vez! —Me pongo de pie, necesitando hacer algo, cualquier cosa, para
evitar gritar—. Tal vez deberíamos llamar al Se7en. Ciertamente, se han dado cuenta
que nos hemos salido del redil y no estamos en Detroit. Tal vez puedan ayudar.
—No. Llamarlos solo empeoraría la situación. Tenemos que mantenerlos fuera
de esto. 54
Él también se para y se vuelve hacia su habitación. Estoy justo en sus talones.
—Pero solo somos nosotros dos. No podemos encargarnos de todo esto solos.
Lucifer, solo escucha a la razón. Si todos nos disponemos a encontrar a Pestilencia, tal
vez podamos encontrar a Legion.
—No.
—¡No podemos simplemente no hacer algo! ¿Siquiera saben lo que está pasando?
¡Necesitamos ayuda!
—Dije que no, Eden.
—Jódete. No me importa lo que dijiste. Voy a llamar a Caín. Él sabrá…
Lucifer se gira más rápido de lo que mis ojos Nephilim pueden rastrearlo y agarra
mi sudadera, empujándome contra la pared más cercana. La parte posterior de mi
cabeza choca con el yeso rígido lo suficientemente fuerte como para romper mis dientes
y enviar un dolor palpitante irradiado a través de mi cráneo.
—Dije que no —sisea a pocos centímetros de mi rostro—. Me importa un carajo
si los humanos se mueren. Me importa un carajo el Se7en. Y estoy seguro que me
importa un carajo lo que piensas que debemos y no debemos hacer. Tú eres mi
preocupación. Eso es todo. Eso es todo lo que me importa una mierda. Así que puedes
maldecirme. Puedes odiarme. Pero al final del día, sabes que dejaría que este mundo se
convierta en cenizas solo para mantenerte a salvo.
Me quedo aturdida, congelada contra la pared, mientras Lucifer se gira y entra
en su habitación, dejándome observar la puerta cerrándose detrás de él.
Segundos, tal vez minutos, más tarde, mi ritmo cardíaco disminuye y puedo
volver a parpadear. Me alejo de la pared y vuelvo a la sala de estar. Frustrada conmigo
misma por no desafiarlo, me desplomo en el sofá de cuero negro y tomo el control
remoto, subiendo el volumen para ahogar mis pensamientos.
Lo odio. Lo odio, y aun así, maldita sea, lo entiendo. Porque si fuera yo, y tuviera
el poder de hacerlo todo otra vez y proteger a Legion de la influencia de Los Muchos,
haría cualquier cosa que fuera necesaria. Pero eso todavía no explica la devoción de
Lucifer a mi seguridad. Tal vez se siente culpable por infectarme con el Llamado cuando
era solo un feto para asegurarse de que aterrizara en la lista de muertes del Se7en. O tal
vez sea toda la mierda después de todo eso: el maldito sueño follándome en una orgía
en un baño, embistiéndome con un vehículo blindado, atándome con una cuerda
empapada de veneno de ángel, manipulándome para ir al Infierno, haciéndome ver
cómo él mutilaba y torturaba a personas solo para su disfrute noche tras noche tras
noche, con las que todavía se siente mal. Sin embargo, no puedo ver al Diablo
lamentando nada de eso. De hecho, supongo que para él es bastante común y corriente.
55
Hojeo los canales, sin querer más noticias para alimentar mis pesadillas y aterrizo
en Food Network. Pienso en mi hermana al instante. Recuerdo que un fin de semana,
hace un tiempo, tuvo la brillante idea de jugar Chopped en casa.
Ahí estábamos, en ese diminuto apartamento en ruinas, intentando convertir los
fideos Ramen, el jamón enlatado y los Doritos en comida gourmet. Morimos de risa, y
aunque nuestras obras maestras no fueron comestibles, intercambiaría cualquier comida
elegante, los jets privados y las lujosas suites de hotel por un día más de esa manera con
ella.
Nunca me perdonará por no despedirme. Tuve tiempo; podría haber ido a verla
en cuanto regresamos de Grant Park. Pude haber insistido en que demoráramos nuestro
viaje para poder entrar en su suite del hospital. Pero era egoísta, y en lugar de hacer lo
correcto, resguardé mi corazón, sabiendo que me rompería una vez más el alejarme de
mi hermana mayor, la única familia que me queda.
Contengo mis lágrimas angustiadas y concentro toda mi energía en mantener mis
párpados abiertos. No quiero dormir. Dormir conjurará a los monstruos. Me han
plagado el fuego y la sangre. ¿Qué sigue ahora? ¿Ser comida viva por langostas? Dado
que Pestilencia se ha alzado, no me sorprendería si despertara cubierta de forúnculos
llenos de pus.
No estoy segura de cómo sucede, pero en un abrir y cerrar de ojos, estoy viendo
a Bobby Flay yendo a la par con un chef contendiente. Y al siguiente, estoy despertando
aturdida para descubrir que está oscuro y me han cubierto con una cálida manta de lana.
Pero no sueño. Y por eso, estoy eternamente agradecida.
La mañana llega demasiado pronto, y los sonidos de mi compañero temporal de
cuarto me despiertan bruscamente y con bastante disgusto, aclarándose su garganta.
Apenas me he quitado el sueño de los ojos cuando él suspira pesadamente y
proclama:
—Estoy aburrido. Despierta.
Parpadeo, estirando mis brazos sobre mi cabeza.
—¿Qué mier…? —Me obligo a abrir los párpados para ver lo que me rodea.
Todavía estoy en la sala de estar, todavía en el sofá, todavía vestida (gracias a Dios), y
Lucifer está apoyado en el brazo del sofá, literalmente a centímetros de mi rostro. Oh,
por el amor de Dios.
—Vamos, Eden. Has estado durmiendo todo el día. ¿Estás embarazada o algo
así?
—Qué carajo, Lucifer. —Bostezo, cubriéndome el rostro con la manta—. ¿Qué
hora es?
—Casi mediodía. 56
—¿Mediodía? —Me siento erguida y me giro a mirar por la ventana. Maldita sea,
y por supuesto hay suficiente luz diurna. Siento como si me hubiera quedado dormida
hace treinta minutos.
—Sí. De todos modos, ¿quién duerme tan tarde? Habría pensado que estabas
muerta si no hubiera sido por los ronquidos.
—Solo dices eso porque no duermes. Y no ronco.
—¡Ja! Claro que sí. Y también babeas un poco.
Busco algo para lanzarle, pero él se levanta rápidamente y avanza para mirar por
la ventana.
—Quiero mostrarte Nueva Orleans. Vístete.
—Estás bromeando, ¿verdad? ¿Quieres hacer turismo? —resoplo con
incredulidad—. Primero desapareces y no me dices lo que estás haciendo. Luego dejas
caer sobre mí la bomba de Pestilencia. Y después me empujas contra la pared y
prácticamente me dices que te importa una mierda lo que quiero o lo que pienso. —Me
paso la mano por mi salvaje y enmarañada melena plateada—. No estamos aquí para
ver la ciudad, Lucifer. Estamos aquí para encontrar a Legion. Así que, a menos que
tengas una pista, mi feliz trasero se quedará apostado aquí mismo.
—Antes que nada, estaba limpiando tu baño (por cierto, de nada) y averiguando
cómo carajo alguien o algo rompió las guardas alrededor del hotel. Y segundo…
Pestilencia no dejó bombas. Ese sería Guerra.
Pongo mis ojos cansados en blanco.
—¿Y mi tercer punto?
—Quedé atrapado en el momento. Demándame. —Se encoge de hombros—.
¿Qué pasa si exploramos la ciudad y disfrutamos de las vistas al mismo tiempo? ¿Eso te
parecería bien, Doña Angustia?
—Eres increíble —resoplo, poniéndome de pie.
—Lo sé. Entonces, ¿ahora puedes ir a vestirte? Y por favor… haz algo con ese
aliento. Es definitivamente una de las facetas menos encantadoras de tu humanidad.
Esta vez estoy preparada, y le arrojo una almohada decorativa a su rostro. Por
supuesto, la atrapa antes de que siquiera pueda sacudirle un solo cabello en la cabeza.
Frustrada por lo jodidamente perfecto que se ve y el desastre que debo parecer, me
arrastro a mi habitación antes de que pueda lanzarme más insultos a expensas de mi
mortalidad.
—¡Y date prisa! Estoy hambriento —grita a mis espaldas.
57
Lo desestimo, aunque mi estómago gruñe ante la mera mención de comida.
Tal como dijo, la habitación está limpia, sin ni siquiera una mísera pizca de
sangre a la vista. Debería agradecerle, pero eso solo lo haría regodearse más. Además,
tengo que admitir que el Lucifer súper intenso me asusta. El Lucifer arrogante y
satisfecho, es molesto, pero tolerable.
Me refresco rápidamente y me visto, ansiosa por conseguir meter algo más a mi
estómago que los bocadillos carísimos del bar. Cuando salgo al área común, Lucifer
hace una mueca.
—¿Qué? —Miro mis vaqueros, sudadera y mis zapatillas deportivas, unos de los
muy pocos atuendos normales y para nada deslumbrantes que pude contrabandear de
Irin.
—¿No tienes nada que no grite: Compro mi ropa en DICK'S Sporting Goods?
Estamos en Nueva Orleans, Eden. No Newark.
Apoyo un puño en mi cadera.
—¿Quieres ir o quieres quedarte aquí e insultarme todo el día? Porque estoy
segura que puedo conseguirme un títere.
—Tranquila, niña —dice riendo, desestimándome con la mano. Camina hacia
mí con pasos elegantes y extiende la curva de su codo—. ¿Puedo tener el honor de
mostrarte los alrededores, mi señora?
Miro el brazo ofrecido y resoplo.
—Primero, comida. El resto aún es discutible.
Bajamos en el ascensor sin incidentes y salimos a la acera.
—¿Deberíamos conseguir un taxi?
Lucifer sacude la cabeza.
—Nena, esta es mi ciudad. Hay comida buena en cada esquina. Ven.
Incluso temprano en el día, la ciudad está llena de turistas llevando abalorios y
yendo de bar en bar, ataviados con ricos tonos de joya y camisetas de los Saint. Dejo
que Lucifer me guíe por la refriega a medida que maniobraba a través de las hordas de
gente entrando y saliendo de restaurantes y tiendas.
—¿Cómo es que las calles ya están tan llenas? —grito cuando pasamos una banda
de música.
—Esto no es nada. Tenemos que volver durante el Mardi Gras. La mejor fiesta
en la Tierra. 58
No paso por alto el “tenemos” en su declaración, pero tampoco me molesto en
abordarlo. Sabe que eso nunca, jamás, podría ocurrir, y si no tenemos éxito, nunca habrá
otro Mardi Gras.
Llegamos a un restaurante cerca de Canal Street que, honestamente, no tiene
mucho para ofrecer desde fuera, pero los deliciosos aromas emanando de la cocina son
suficientes para que salive literalmente. Y a juzgar por la línea de gente en la calle, es el
lugar para estar.
Empiezo a caminar hacia la parte posterior de la línea, pero Lucifer agarra mi
brazo antes de dejar que sus dedos se deslicen hacia mi mano. Nuestras palmas se tocan.
—Ninguna espera para nosotros, querida. Ven.
Me lleva al interior y nos recibe el anfitrión que nos lleva de inmediato a nuestra
mesa.
—Bueno, esto es acogedor —comento, observando las desgastadas mesas de
madera y las fotografías desvaneciéndose—. Parece que estoy vestida apropiadamente.
No puedo decir lo mismo de ti, a menos que estés planeando oficiar una boda gay
después del almuerzo.
Finge ofenderse.
—¿Y qué hay de malo con mi traje?
—Eh… es un poco apretado, ¿no te parece? Como una infección vaginal
esperando a pasar.
Seguimos de ida y vuelta, arrojándonos algunas puyas juguetonas entre sí hasta
que sale la primera ronda de comida: una cesta de croquetas recién salidas de la freidora.
—Están rellenas de cangrejo —explica Lucifer mientras observo las crujientes
cosas fritas y doradas.
—Pero no ordenamos esto. —Aunque estoy considerando seriamente
quedármelas.
—Yo sí. Ordené todo.
Frunzo los labios.
—¿Ordenaste por mí? ¿Y cómo sabes lo que me gusta? ¿Cómo sabes que no soy
alérgica a los mariscos?
Él resopla una carcajada.
—Porque lo sé.
Incapaz de negar mi hambre por más tiempo, tomo una croqueta grande y le doy 59
un mordisco, quemándome la lengua. Y santo infierno, vale la pena.
—Deliciosa, ¿verdad?
—Oh, Dios mío, sí —gimo antes de meterme el resto en la boca e ir por otra—.
Olvídate de la boda gay. Estoy lista para casarme con estas.
Ni siquiera hemos terminado la canasta cuando traen más comida.
Dejan en nuestra mesa cuencos calientes de gumbo y étoufée que huelen como si
hubieran sido bendecidos por el Señor mismo, y lo juro, casi lloro.
—Cálmate. Hay más —dice Lucifer sonriendo a medida que excavo en la
comida.
Ni siquiera puedo recordar la última vez que de verdad probé la comida sin el
sabor amargo del miedo en mi lengua. ¿Y estar aquí? ¿En Nueva Orleans, comiendo la
mejor comida conocida por el hombre? Incluso cenar con el Diablo no hará que esta
experiencia sea menos sorprendente.
El siguiente plato es una enorme fuente de mariscos fritos. Todo, desde
camarones hasta ostras y cangrejos de caparazón blando, se apilan en lo alto,
acompañados de papas fritas y ensalada de col. Como hasta que estoy a punto de
estallar, mientras Lucifer me observa por encima de su tenedor, con un brillo divertido
en sus ojos. No lo cuestiono, y honestamente no me importa. Tal vez si no hubiera
intentando impresionarme con esas cenas pretenciosas en el Infierno, habría comido
más.
Cuando llega el postre, creo que me puedo desmayar por comer en exceso. Pero
no antes de permitirme una pequeña probada al budín de pan más increíble del mundo
rociado con la mejor salsa de whisky jamás creada.
—¿Lista para irnos? —pregunta Lucifer antes de quedarme dormida justo allí en
la mesa.
—¿Tenemos que hacerlo? Apenas puedo moverme —me quejo.
—No te preocupes. Tengo una sorpresa para ti.
Deja caer varios billetes sobre la mesa, más que suficiente para cubrir nuestra
comida y las comidas de casi todos los comensales aquí, y extiende su mano. Esta vez
la tomo. Estoy demasiado llena para protestar y podría usar la ayuda para sacar mi
trasero de allí.
Diría que es solo una coincidencia que haya un Pedicab esperándonos cuando
salimos, pero he aprendido que Lucifer nunca deja nada al azar. Nos metemos dentro,
Lucifer de manera más agraciada que yo, y estamos recorriendo las calles en el carro
tirado, pasando por las tiendas de vudú y las zonas turísticas.
Me llevo la palma contra mi frente. 60
—Mierda. Estaba tan preocupada por atiborrarme el rostro que ni siquiera me
molesté en buscar alguna pista.
—Me di cuenta. Pero no te preocupes. Me tomé la libertad.
—¿Y?
—Y no sentí nada. El pecado está en todas partes. Es como el aire para mí. Pero
hay una cierta sensación, un gusto, que emite el pecado intenso. Se aferra a su persona
como una marca, y no desaparece fácilmente. No sin la redención.
—Entonces, ¿dónde planeas encontrar esta potente marca de pecado? —
pregunto.
—Un lugar con el que deberías estar muy familiarizada. Es hora de que hagamos
una visita a algunos amigos. —Sonríe de esa manera que me dice que no está tramando
nada bueno, y sé que estoy acabada—. Vamos al cementerio.
Capítulo 7
N
o puedo decir que estoy encantada de pasear por un cementerio en una
de las ciudades más embrujadas del mundo con Satanás literalmente,
pero me sorprende descubrir que no es tan espeluznante como pensé
inicialmente. En primer lugar, es de día. Y segundo, estamos rodeados de turistas
tomando fotos. Soy una híbrida mitad humana mitad ángel. Si ellos no están asustados,
no hay forma de que yo lo esté.
Nos mezclamos con la multitud de una visita guiada, pero en poco tiempo,
Lucifer nos aleja.
No puedo decir que no estoy agradecida. Cuanto antes salgamos de aquí, mejor. 61
—¿Quiénes son todas estas personas? —pregunto, señalando las diferentes
tumbas marcadas con apellidos.
—Brujas muertas —responde Lucifer con franqueza. Avanza con propósito,
como si supiera exactamente a quién y qué buscamos.
—¿Y crees que un montón de brujas muertas sabrían cómo encontrar a Legion?
—Las brujas lo saben todo. Especialmente en esta ciudad.
—Entonces, ¿qué… no pudiste conseguir ninguna viva?
Comienza a disminuir la velocidad, indicando que ha encontrado lo que está
buscando.
—Las muertas eran las más poderosas. Suministran la magia que practican las
brujas modernas, que, honestamente, no es verdadera magia en absoluto. Pero este clan
en particular no tenía miedo de ensuciarse las manos. Me gustaba bastante una en
particular.
Nos detenemos, y levanto la vista hacia la enorme estructura de hormigón que se
alza sobre nosotros, y jadeo.
Inscrito en la placa de la tumba está un nombre que reconozco. Un nombre que
he escuchado antes.
Laveau.
El apellido ancestral del amor perdido de Niko, Amelie. La bruja humana que le
entregó su magia para que él pudiera vivir.
—Así queee… —empecé a decir incómodamente, mirando a los transeúntes para
asegurarme que nadie estuviera escuchando—. ¿Qué planeas hacer? ¿Desenterrar un
cadáver a plena luz del día?
—No seas ridícula.
—Entonces, ¿cómo esperas hablar con una bruja muerta?
—Mira y aprende, pequeña saltamontes.
Coloca la mano sobre la tumba y cierra los ojos, atrayendo unas cuantas miradas
curiosas. No pasa nada. No veo nada, no escucho nada. Honestamente, me siento
bastante estúpida parada aquí, viéndolo comunicarse en silencio con una losa de
cemento. Después de unos minutos de incómodo silencio, me siento un poco inquieta.
—¿Qué significan todas las X? —pregunto.
—Los turistas creen que dibujar una X en la tumba y hacer un montón de otras
tonterías sin sentido les concedería un deseo. Un rumor iniciado por las brujas para
ocultar la verdad de cómo regatear en realidad con Marie Laveau, porque abrir una veta 62
en público sería malo para los negocios.
Marie Laveau. Conozco ese nombre. No sé por qué no puse dos y dos juntos
cuando Niko la mencionó antes.
—Entonces, ¿aquí es donde enterraron a Marie Laveau?
—Por supuesto que no. Bueno, no toda ella de todos modos.
Me estremezco.
—Entonces, ¿qué… las partes de su cuerpo están esparcidas por todo el mundo?
Lucifer sacude la cabeza.
—Espero que no. Me imagino que a ella le resultaría bastante incómodo.
Mis ojos se abren de par en par.
—Aquí en el folleto dicen que nació en los 1700. ¿Estás diciendo que Marie sigue
viva?
Sus labios se curvan diabólicamente.
—Es bastante difícil matar a la reina vudú de Nueva Orleans. Créeme.
Se queda en silencio por unos momentos más antes de comenzar a murmurar en
voz baja. Casi como si estuviera cantando. Luego sonríe, su mano todavía presionada
contra la tumba.
—Gracias por unirte a nosotros, vieja amiga.
Miro detrás de mí, solo para encontrar que no hay nadie allí.
—¿Con quién estás hablando?
Lucifer ignora mi pregunta, sus ojos aún apretados en concentración.
—Sabes por qué estoy aquí. —Una pausa, como si estuviera escuchando—.
¿Esperas que crea que no has escuchado? Y considerando que todavía estás en deuda
conmigo, te sugiero que comiences a hablar.
Escucho con asombro como Lucifer tiene una conversación completa con una
supuesta bruja muerta. Nadie lo cuestiona; al parecer, esto no es lo más extraño que
sucede en un cementerio. Casi parece como si le estuviera rezando.
—Mmmm, interesante. ¿Y dónde puedo encontrarla? De acuerdo. Gracias. Y sí,
se lo diré. —Deja caer su mano y se gira hacia mí—. ¿Lista? ¿O quieres continuar la gira?
Mi boca sigue boquiabierta.
—Ummm, ¿qué fue eso? 63
Lucifer se encoge de hombros.
—Solo dos viejos amigos poniéndose al día.
—¿Psíquicamente? ¿No habría sido más fácil llamarla por teléfono?
Lo sigo saliendo del cementerio, lejos del oído del resto. Y una vez que estamos
en la acera, dice:
—Las brujas no pueden encontrar a Legion. Pero pueden tener una pista sobre
quién está dejando salir a los demonios del Infierno. También estuvieron más que felices
de entregarlo.
—Déjame adivinar: Stavros. Deberíamos decirle a Niko.
Sacude la cabeza.
—Aún no. No hasta que consiga lo que quiero.
—Es su padre, y el responsable de su muerte. Niko y Dorian deberían estar
involucrados —insisto.
—Y lo estarán. Pronto.
Regresamos a las tiendas y restaurantes y decidimos parar en un pequeño café.
Todavía estoy llena, pero no puedo evitar observar a los beignets espolvoreados con
azúcar en polvo.
—No puedo creer que me hayas llevado a un cementerio para hablar con una
bruja muerta.
Se encoge de hombros.
—La muerte es subjetiva. Marie Laveau nunca estará realmente muerta. Su
magia, su espíritu, se transmitirá a través de generaciones de brujas en Nueva Orleans.
Todavía vive.
—Puedo ver eso. ¿Cómo la conoces?
Nuestra orden de café de achicoria llega, y tomamos una pausa para agradecer al
camarero y tomar un sorbo del brebaje caliente. Cuando nadie más puede escuchar,
Lucifer responde:
—Marie Laveau solo quería lo único que no podía conjurarse a sí misma.
Inmortalidad.
—Lo cual no fue barato, supongo.
—No, en absoluto, pero estuve feliz de complacerla. Tener a la bruja vudú más 64
poderosa en Nueva Orleans en tu bolsillo puede ser útil.
—Apuesto a que sí.
Le agrego un poco de crema y azúcar a mi café. De acuerdo, más bien un poco
de café a mi crema y azúcar. Solo una taza y me siento como si podré estar despierta
durante días.
—Permití que los Oscuros conservaran el territorio en el siglo XX. Marie no
estuvo contenta con esa decisión, así que intentó desafiarme. No tuvo éxito.
—Así que, ¿conociste a Niko en ese entonces?
Sacude la cabeza.
—No nos habíamos conocido formalmente, pero conocía al joven y temerario
príncipe Oscuro. Era impresionante, impenitente, despiadado. Me recordaba mucho a
mí mismo.
—Sí, claro —resoplo—. Niko no se parece en nada a ti.
—Tal vez no ahora, pero hace veinticinco años, te habría sorprendido incluso a
ti. Dorian era el cazador, pero Nikolai era el asesino. La Oscuridad y la Luz creen que
cualquier magia que no haya nacido de Dios, como la de ellos, es una blasfemia. Ellos
gobiernan los elementos, extrayendo su fuerza del sol y la luna. Y cuando son puestos a
prueba, generan una catástrofe. ¿Te suena el huracán Katrina?
Mi mandíbula cae. El huracán Katrina causó una devastación masiva. Una
devastación que aún era evidente en los edificios históricos alrededor de la ciudad. Estas
personas habían sufrido más allá de la comprensión, pero nunca perdieron la esperanza.
Reconstruyeron sus hogares, sus negocios, sus vidas. Incluso después de todos estos
años, todavía estaban en modo de recuperación, pero se mantenían fuertes. La magia de
Nueva Orleans permanecía dentro de ellos.
—No me digas que Niko fue responsable de eso.
—Él no. Pero alguien enviado por su padre. Verás, Nikolai quería entregar Nueva
Orleans a las brujas, por respeto a su amor muerto. Pero no podía, en realidad no.
Stavros todavía tenía control sobre este lugar.
—¿Y ahora?
Toma una respiración profunda y mira hacia otro lado.
—Ahora… ahora descubrimos por qué Irin nos envió aquí.
—Obviamente tenía una razón.
—Los Muchos prosperan del pecado. Mira justo debajo de la superficie. Si bien
esta es una ciudad hermosa, es un lugar conocido por la depravación sobrenatural. No
solo algunas muñecas vudú y adivinos. Sino el tipo de mierda oscura de la que los
lugareños solo se atreven a susurrar. 65
Trago, dejando que sus palabras se asienten. La gente de Nueva Orleans no era
tímida en cuanto a su afinidad por la brujería, pero había adivinado que todo era para
atraer al turismo. Sin embargo, sabía que tenía que haber algo de verdad en las leyendas.
Sería casi demasiado fácil para Los Muchos causar estragos sin disparar ninguna alarma
importante.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunto. Si mis sospechas son ciertas, sentarnos
a hablar con una taza de café no servirá de nada.
—Mañana por la noche hay un evento. Y vamos a ir.
—Y eso significa…
—Significa que tenemos una ventaja. Y una buena.
No es tan jovial como antes de su pequeño encuentro psíquico con la sacerdotisa
vudú, así que me pregunto qué más descubrió. ¿Algo sobre la llegada de Pestilencia?
¿Una profecía referente al fin del mundo? Usualmente no puedo hacer que Lucifer se
calle, pero ahora está extrañamente con los labios apretados.
—Dijiste: Se lo diré. ¿A quién?
Suspira, luego deja su taza sobre la mesa con cuidado.
—Marie quería que tú supieras que te han estado vigilando. Uno de sus parientes,
en particular, se ha interesado mucho en ti. Quería que te dijera: Hola.
—¿Amelie?
Asiente.
—Aparentemente le caes bien. Sin embargo, las brujas de Nueva Orleans
desconfían de todos los forasteros, incluyendo la compañía actual. Y tu relación con
Nikolai no les sienta bien, por supuesto.
—Solo somos amigos —suelto y frunzo el ceño.
Lucifer eleva una ceja.
—¿Eso es todo?
—Sí, eso es todo.
—Le gustas, lo sabes ¿verdad?
Me encojo de hombros.
—Y él también me gusta. Ha sido amable conmigo.
—No seas obtusa, Eden. Él tiene sentimientos por ti. Sentimientos que se
extienden más allá de la amistad. Y si fueras honesta contigo misma, verías que también 66
sientes algo por él.
Sacudo la cabeza y respondo:
—Nikolai es todo lo que querría en un hombre, lo admito. Es atractivo, cariñoso,
generoso. Sé que estoy a salvo con él. Pero a pesar de todo eso, sé que él me mira y le
recuerdo a ella. Nadie ocupará el lugar de Amelie en su corazón, y jamás intentaría
hacerlo.
Lucifer permanece en silencio durante unos segundos mientras desliza la punta
de su dedo sobre el borde de su taza, dejándome tomar un sorbo de mi café.
—Entonces, ¿eso es lo que viste en Legion? ¿Alguien atractivo, cariñoso y
generoso? ¿Alguien que te brinda seguridad?
—No puedo comparar a los dos, pero sí —respondo con sinceridad—. Lo admito,
al principio no fue así. Me asustaba. Pero había algo en la forma intensa en que me veía.
Tenía una pasión feroz pero silenciosa que era casi palpable. Y me mostró compasión
incluso en momentos en que probablemente no lo merecía. Me hizo querer ser mejor,
hacer lo mejor. Porque si él pudo caer tan lejos de la gracia y luego intentar redimirse
por todo lo que ha hecho, entonces todo es posible para una pecadora como yo.
Lucifer asiente y sus labios se separan para responder, pero no dice nada. Para
reducir la incomodidad, levanto el periódico que el camarero dejó con nuestros cafés.
Abro la primera página y el color desaparece de mi rostro.
—Santa mierda.
Lucifer se inclina hacia adelante para echar un vistazo a la causa de mi
conmoción y consternación repentina.
—¿Qué?
Con dedos temblorosos, le entrego el periódico. Ni siquiera tuve que leer la
historia completa para saber de qué se trataba. El titular y los pocos detalles que pude
leer fueron suficientes.
—Se encuentran siete muertos en aparente suicidio masivo en la casa de una hermandad
de mujeres de la universidad —lee Lucifer en voz alta. Sus ojos se encuentran con los míos,
reflejando todo el miedo agitándose en mis entrañas.
—Hay… —Trago con fuerza—. ¿Hay algún detalle?
Lucifer escanea el artículo, frunciendo el ceño.
—Dice que parece que se cortaron las muñecas. Las siete. En el baño.
Tengo miedo de preguntar.
—¿Dónde? 67
—En la Universidad Roanoke en Salem, Virginia. —Levanta la mirada del
texto—. Es una universidad religiosa. Luterana.
—Crees que esto es… —No puedo decirlo. No puedo volver allí. Trabajé tan duro
todo el día para borrar las imágenes de mi mente. No dejaré que esto me deshaga otra
vez.
—Tu sueño —termina Lucifer—. No mencionan que hayan encontrado ningún
símbolo, pero el artículo dice que las autoridades creen que alguna actividad oculta
podría haber tenido un papel importante.
Sé lo que esto significa. Legion, Los Muchos, mataron a esas chicas. No sé cómo
las influenciaron para que se cortaran sus propias muñecas, pero sé que no fue un simple
suicidio. Tampoco paso por alto que hubo siete víctimas. Siete. Justo como el bar en
Nueva York. Esto no puede ser una coincidencia.
Mi mente trabaja a toda marcha intentando formar una explicación lógica para
esto, pero antes de que pueda pronunciar una sola teoría, una conmoción en el otro lado
del café atrae nuestra atención.
—¡Oye, súbele a eso! —grita alguien.
Se oyen jadeos y más de unos pocos gritos en todo el espacio. Una mujer está
sollozando. Y entonces, los primeros avivamientos de histeria.
—¿Qué está pasando?
Estoy fuera de mi asiento y caminando hacia la multitud que parece estar
absolutamente enfocada frente a un televisor montado en la pared. Lucifer está justo
detrás de mí. Las palabras NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA se desplazan por la
pantalla del televisor en grandes letras rojas y en negrita, a medida que un reportero
informa solemnemente.
—Si acaban de sintonizarnos, se ha confirmado que se han lanzado varios misiles
contra las bases militares estadounidenses en Europa, incluyendo la instalación militar
más grande en el extranjero. La cifra de muertos es tremenda, y sigue aumentando, con
muchas mujeres y niños contados entre las víctimas. Incluso un hospital militar, el
Centro Médico Regional de Landstuhl, fue golpeado y demolido casi por completo. Este
es, con mucho, el ataque más letal contra nuestros militares y el pueblo estadounidense
en la historia. El presidente de los Estados Unidos está listo para dar una conferencia de
prensa en solo unos minutos. Mientras tanto, hemos obtenido vistas aéreas de algunas
de las consecuencias. Debemos advertir a nuestros espectadores que por favor tengan
discreción. Las imágenes son horribles…
—Oh, Dios mío —pronuncio, llevándome mi mano a mis labios—. Oh, Dios
mío.
Miro a Lucifer, pero él sigue mirando la pantalla, sin parpadear, como si estuviera 68
en trance.
—¡Mi niño está allí! —grita un hombre mayor.
Una mujer está de rodillas, llorando y rezando. Su hija está en el ejército,
instalada en Alemania con su esposo y tres hijos.
Varias personas sacan sus teléfonos celulares, intentando llegar a sus seres
queridos frenéticamente. Otros están aterrados por lo que podría significar este ataque.
—Es solo una cuestión de tiempo antes de que esos misiles lleguen hasta aquí —
dice un hombre.
—¿Qué está haciendo el gobierno para detener esto? ¿Cómo podrían dejar que
esto suceda? —se pregunta una mujer preocupada, aferrando al niño llorando en sus
brazos.
El pánico ya está estallando en las calles a medida que hordas de personas corren
a tiendas y tiendas en busca de suministros. Unos cuantos ciudadanos menos ejemplares
han permitido que el miedo tome las riendas y agarran agua embotellada y comida detrás
del mostrador de la cafetería.
No quiero ver las imágenes apareciendo en la pantalla, pero no puedo evitarlo.
Penachos de humo negro y escombros dispersos. Cenizas lloviendo del cielo.
Eso es todo lo que queda. En un minuto, una familia podría haber estado
sentándose a cenar, hablando sobre su día. Al siguiente, fueron volados en polvo. Ni
siquiera lo vieron venir.
—Luc. —Jadeo, mis labios temblando—. Luc, ¿qué está pasando? ¿Qué es esto?
Nada. Es como si ni siquiera estuviera aquí.
Agarro sus anchos hombros y lo sacudo, mi propio miedo estallando a la
superficie.
—¡Lucifer, contéstame! ¿Qué está pasando?
Su mirada luce desenfocada, y está tan inmóvil como una piedra, pero al final
contesta:
—Guerra.

69
Capítulo 8
H
ay una sensación de angustia contagiosa en el aire cuando regresamos a
The Saint. Se corrió la voz, y la gente está comprensiblemente
angustiada y asustada. Había tantas preguntas.
¿Qué país lanzó los misiles?
¿Estaban apuntando ahora a los Estados Unidos?
¿Nuestros militares tenían los recursos para tomar represalias?
Los amigos y familiares de las tropas en el extranjero lloran en las calles,
luchando para comunicarse con ellos por teléfono, pero todas las líneas están ocupadas. 70
Hay filas de personas que salen por las puertas intentando comprar comida y agua, y
por cómo se ve, los estantes ya están escasos. Pestilencia y su mortal cepa de gripe son
suficientemente aterradoras. Pero Guerra… esto es inimaginable. Y estoy casi segura
que es solo el comienzo.
—¿No se puede hacer algo? —pregunto una vez que estamos en la suite. Lucifer
va directo al mini bar recién surtido.
—No. No sin alguna consecuencia.
—¿Más grave que esto? —Apunto una mano hacia la ventana donde aún se
pueden escuchar los gritos de pánico, a pesar de estar cerrada.
—Exponencialmente.
Sacudo la cabeza. Me niego a creer que simplemente esperen que nos demos la
vuelta y lo aceptemos. Solo dos de los Jinetes han sido liberados, y ya han muerto miles.
Si pueden infligir tanto daño en cuestión de días, ¿qué más podrían hacer los otros dos?
—Lo tengo bajo control —murmura Lucifer, aunque las palabras no se reflejan
en su rostro.
—Eso espero. Quiero decir… no soy del Equipo Satanás, pero eres el gobernante
del Infierno. Tu poder es ilimitado.
—Allá abajo.
—¿Qué?
—Allá abajo, soy todopoderoso —explica antes de tomar un trago de whisky—.
La Tierra es el reino de Dios. Si tuviera un poder ilimitado aquí arriba, ¿por qué
necesitaría el Llamado para hacerles cumplir mis órdenes?
Y me golpea.
—Los Llamados. ¿No puedes activarlos para, no sé, buscar a Legion? ¿O tal vez
incluso a los Jinetes? Una vez los usaste para llevar dolor y miseria a la humanidad. ¿No
puedes usarlos para el bien?
—Acabé con los Llamados, ¿recuerdas? Por nuestro acuerdo. Mis tratos son
absolutos.
—Bueno… deshazlo. O, hagamos otro trato. —Extiendo mi mano para que él la
estreche.
Él mira hacia abajo a mi palma extendida, pero no la toma.
—Te das cuenta que si deshago este trato, tú también estarás bajo la influencia
del Llamado.
—No me importa. Siempre y cuando puedas cambiar esto. Ningún humano es 71
intrínsecamente malo. Sé que todos nacemos en el pecado, pero solo porque alguien
hace cosas horribles, no necesariamente las convierte en una persona horrible.
Lucifer inclina la cabeza hacia un lado, frunciendo el ceño levemente por encima
de sus ojos.
—En serio crees eso, ¿no?
—Sí, lo hago. —Asiento, hablando en serio.
Deja su vaso y estira su palma hacia la mía. Pero justo cuando nuestras yemas se
tocan, un ruido ensordecedor de truenos retumba y el suelo tiembla bajo nuestros pies.
Un viento maligno barre a través de la habitación con toda la fuerza de un huracán. Me
tambaleo para aferrarme al respaldo del sofá, luchando por mantenerme de pie, pero no
sirve de nada. Las pinturas caen de las paredes. Vidrios y piezas decorativas se estrellan
al suelo. Del techo caen trozos de yeso lloviendo sobre nuestros cabellos y nuestras
ropas.
Y entonces, viene el ruido.
Es como un cruce entre un chillido y un silbido, tan agudo que cualquier cristal
que no se haya roto del terremoto ahora explota en polvo. Me cubro las orejas y me
hundo en el suelo, pero no puedo amortiguarlo. Está en mi cabeza, pulverizando mi
cerebro.
Lucifer solo se queda allí parado, con el rostro en blanco, sin desconcertarse en
absoluto por el hecho de estar siendo sacudido como una muñeca de trapo. Es como si
supiera exactamente qué es esto, y se está preparando mentalmente.
Siento que me puedo desmayar en cualquier segundo. Pero justo antes de que
mis ojos se cierren, todo se detiene.
Y hay un golpe en la puerta.
Con las piernas temblorosas, me pongo de pie y busco el cuchillo que tengo en la
pantorrilla.
—Eso será inútil —dice Lucifer. Está enojado, y hay tensión en su marcha a
medida que se dirige hacia la puerta. Lo sigo de cerca, ignorando la advertencia.
Toma aire de forma agravada y me instruye:
—No digas nada a menos que te lo indiquen. —Luego, como si se hubiera
pulsado un interruptor, pega una brillante sonrisa en su rostro y abre la puerta.
Pero no encontramos el pasillo del otro lado. Es otra habitación, está en el mismo
plano que la Suite Lucifer e igual de lujosa, pero completamente opuesta. Está cubierta
con telas blancas, mármol blanco, paredes azul cielo y detalles en oro. Si nuestra suite
fue inspirada en Lucifer, esta suite debe representar…
72
—Michael —dice Lucifer arrastrando la palabra.
Al principio no lo veo, y estoy segura que ni siquiera estuvo allí hace cinco
segundos.
Pero hay un hombre descansando en el sofá blanco invierno, vestido con un traje
informal de color blanco y sonriéndonos. Su cabello es como los rayos más brillantes del
sol y sus ojos son tan azules como un claro cielo de verano. Nos indica que nos unamos
a él, de modo que miro a Lucifer para su confirmación. Él asiente rígidamente y aprieta
la mandíbula.
—Vamos, vengan —canturrea Michael.
Cruzamos el umbral al mismo tiempo, y para el momento en que mi pie roza la
alfombra prístina, el cuchillo en mi mano desaparece.
—No hay necesidad de eso aquí. Estás a salvo, niña.
Es el arcángel Michael, una hermosa criatura virtuosa. Y aun así, no confío en él
ni un poco.
—Hiciste toda una entrada, hermano —comenta Lucifer, tomando el sillón frente
a Michael. Sigo el ejemplo.
—Fue un viaje tan largo. Además, pensé que apreciarías el espectáculo, Lucifer.
—Michael sonríe, y sus dientes blancos y rectos son tan brillantes que casi son cegadores.
—Espero que no hayas hecho el viaje por mí. No deberías haberte molestado —
masculla Lucifer. Está exagerando, algo que no hace por nadie, excepto por Irin.
—Oh, Lucifer. Siempre tan tímido. Por supuesto que, estoy aquí para verte. Has
estado muy ocupado. Pensé que era mejor que charlemos.
Lucifer se ríe.
—¿Charlar? Seguramente estás al tanto de la tecnología humana. Podrías haber
enviado un mensaje de texto. Incluso tienen un emoji de ángel solo para ti.
—Sí, sí. Pero esta es una conversación que es mejor tener en persona, ¿no te
parece?
Lucifer casi resopla.
—Entonces, ¿qué he hecho para verme honrado con tu presencia, Michael? —
Traducción: ¿Qué mierda estás haciendo aquí?
—No llamas. No escribes. Estaba empezando a preocuparme.
—Bueno, por favor disculpa mi falta de correspondencia. He estado un poquito
ocupado defendiendo a la humanidad de la venganza de Uriel. Supongo que estás al
tanto de las últimas acciones de nuestro hermano. —Un desafío envuelto en una gracia
enfermiza. 73
Michael frunce los labios ligeramente. Él también lo oyó.
—Sí, lo hice. Y trataremos con él en consecuencia.
—Entonces, es verdad —responde Lucifer, con voz baja—. Todavía vive.
La sonrisa de Michael se ensancha.
—Por ahora. En realidad, estoy aquí por otro asunto más urgente.
—¿Ah, sí? Debe ser serio para ganar tu tiempo y atención.
—Es importante, sí —contesta Michael y asiente—. Pero ya lo sabes, ¿verdad?
Por eso estás aquí y no en el Infierno donde te dejé.
Lucifer deja escapar un suspiro. No se saldrá de esto, lo que significa que no me
saldré de esto. Sea lo que sea esto.
Michael entrelaza las manos delante de él agraciadamente.
—Ahora… el tema de Legion se está propagando. Definitivamente no está
haciendo quedar bien a padre. Pensé que habíamos discutido esto hace siglos.
—Lo hicimos, y me encargué. Así como me estoy encargando de esto —insiste
Lucifer.
—Hay tanta rabia en nuestro hermano… que pena. No necesito recordarte lo que
sucederá si fallas al enjaular a tu animal.
Mis puños se aprietan en mi regazo, y tengo que morderme la lengua para evitar
decir algo estúpido.
—Como dije, me estoy encargando de eso. Tienes mi palabra.
—¡Excelente! —Michael sonríe, aplaudiendo—. ¿Y qué es esto que estoy
escuchando sobre los Jinetes? Tiene que ser un rumor tonto, ¿cierto?
—También me estoy encargando de ese asunto.
Michael chasquea la lengua.
—Parece que tienes las manos llenas, Lucifer. Además, tus demonios andan
vagando libremente por la Tierra. Padre no estará contento. Y como sabes, si no puedes
encargarte de tus propios asuntos, me veré obligado a encargarme por ti. Entiendes,
¿verdad?
—Por supuesto.
—Bien. Esperaba que estuvieras de acuerdo. —Michael asiente—. Es por eso que
voy a extenderte un poco de misericordia. Tienes siete días. Ponle una correa a tu perro,
acaba con los Jinetes, o no tendré más remedio que ponerle fin a todo. Y todos sabemos 74
lo que eso significa.
Olvido la advertencia de Lucifer, y suelto:
—¿Y qué significa eso exactamente?
Lucifer suelta un siseo bajo cuando la peculiar mirada azul de Michael cae sobre
mí. Hasta ahora, había fingido que ni siquiera estaba aquí. Ahora me da toda la fuerza
de su atención, y es discordante. No puedo mirarlo directamente por miedo a que mis
ojos se quemen de sus cuencas. Intento alejarme, pero estoy encerrada en el lugar,
indefensa ante su belleza etérea y su poder inmenso.
—Significa, querida niña, que barreré con cualquiera y cualquier cosa que no sea
de Dios. Aquel a quien llamas Legion, los Se7en, los demonios, e incluso tú y todas las
demás abominaciones Nephilim serán limpiados de este mundo. Lo purgaremos, y te
garantizo que, nuestros métodos son efectivos.
—¿Nuestros?
Lucifer se vuelve hacia mí e interviene antes de que su hermano pueda contestar.
—Michael es el comandante de todos los ejércitos de Dios.
—Y el responsable de enviar a Lucifer y a nuestros hermanos al Infierno —añade
Michael con seriedad.
Cruza una pierna sobre su rodilla con un aire de elegancia. Una suave sonrisa
acaricia su rostro como si no estuviera discutiendo nuestras muertes casualmente, como
si estuviera transmitiendo los planes de la cena.
—Entiendes, ¿no? Por qué hay que hacerlo. Los seres humanos son incapaces de
salvarse de su propia desaparición. Se involucran en conductas de riesgo con celosía,
arrojando la precaución al viento e ignorando flagrantemente los principios que hemos
establecido para su supervivencia. Dios les dio la Tierra, pero la destruyen
arrogantemente. Les dio vida, pero se envenenan con bebidas y sustancias artificiales.
Dios les dio absolutamente todo, pero aun así no es suficiente. Mienten, roban, engañan,
fornican. Matan como si la existencia humana no tuviera sentido.
»Hemos dejado que los de tu especie continúen así, como bebés, durante
demasiado tiempo. Y ahora que el mal más oscuro de todos los males corre el riesgo de
destruir todo lo que hemos trabajado para preservar, es más evidente que nunca que
necesitan nuestra asistencia.
—Pero, ¿acaso Dios no nos dio también el libre albedrío? —cuestiono, sabiendo
muy bien que estoy probando los límites—. ¿No es por eso que nos dieron cerebros para
que podamos pensar y elegir por nosotros mismos?
—Lo hizo —responde Michael, su tono cortante—. Y todos ustedes siguen
eligiendo el mal. 75
—Michael, te lo aseguro —comienza Lucifer, atrayendo la atención hacia él y
alejándolo de mí—. Conocen el error de sus decisiones. Y si no se arrepienten,
simplemente estaré más que feliz de castigarlos.
—Estoy seguro que lo harás, hermano. Pero ¿quién estará allí para castigarte por
tu insolencia? Se te dio tu lugar y permitiste que tus súbditos corran libres. ¿Qué dice eso
de tu liderazgo? ¿O debería decir, falta de liderazgo? Decepcionante.
Lucifer no responde, pero puedo sentir el intenso calor de su furia silenciosa.
Es como un niño siendo castigado en la oficina del director. Nadie le hace esto.
Nadie. Sin embargo, aquí está sentado, permitiendo que Michael lo insulte y lo
menosprecie.
No puedo sentarme aquí y dejar que degrade a Lucifer. Incluso si él es el Diablo.
—No es su culpa. Nada de esto lo es. Los humanos no eligieron ser creados de
esta manera. No elegí ser concebida por un ángel con un punto a establecer. Y Lucifer
no eligió que alguien infringiera las puertas del Infierno. Si quieres culpar a alguien,
culpa a Uriel. Él es responsable de todo esto. Simplemente estamos intentando deshacer
el daño que se ha hecho y evitar más sufrimiento. Y aun así, ¿deberíamos ser castigados
por ello?
—Para ser franco, deberías ser castigada por existir —espeta Michael.
—¿Y por qué? —Ni siquiera tengo la paciencia para mantener la irritación fuera
de mi tono.
—Porque eres un insulto a Dios. El aliento en tus pulmones y la sangre en tus
venas son una aflicción para la humanidad. Nunca deberías haber nacido.
—¡Y no pedí hacerlo! —espeto.
—Es cierto —responde Michael, con una sonrisa condescendiente en su bonito
rostro—. Pero si un error es cometido, ¿lo ignorarías, esperando que se corrija a sí
mismo? ¿O te asegurarías que se corrija?
No respondo. No puedo. Estoy demasiado enojada, demasiado herida como para
tratar de abogar por mi caso.
Y no se ha ganado el derecho a pedirme que ruegue por mi vida.
Pensé que él sería diferente. Quise creer que Uriel era la excepción y no la regla.
Pero aquí estoy otra vez, siendo burlada y ridiculizada por otro ángel imbécil.
—La cuenta regresiva comienza ahora mismo —anuncia Michael
desdeñosamente—. Buena suerte.
Me levanto y corro hacia la puerta incluso antes de que Lucifer deje su asiento.
Él le murmura algo a Michael en voz baja, en un idioma que no entiendo. Michael ríe 76
con ganas antes de responder. No tengo tiempo para esta mierda. No tengo nada más
que decir.
Cuando abro la puerta de par en par, de alguna manera nos transportamos a
nuestra suite del hotel, y el sol ya se ha escondido más allá del horizonte. Un rápido
vistazo al reloj me dice que es casi medianoche. De ninguna manera… se sintió como si
nos hubiéramos ido solo por veinte minutos. El daño que causó la llegada de Michael
ya no es evidente. Ni siquiera un trozo de vidrio o una mota de pintura desconchada.
Como si ni siquiera estuvo aquí.
—¿Puedes creerle a ese idiota? —mascullo. Ahora me toca a mí golpear el mini
bar.
—Ese de hecho fue el Michael sutil —comenta Lucifer, sentándose en el sofá—.
Es multifacético. Hay un Michael justo, un Michael rencoroso, un Michael lameculos,
un Michael pomposo y, por supuesto, el Michael enormemente cretino. Considérate
afortunada.
Se da un golpecito contra su barbilla como si estuviera pensando profundamente.
Simplemente observo cómo las ruedas giran en su cabeza, esperando y rezando para que
tenga un plan que nos saque de este lío. Tenemos una semana. Una semana. Siete días
para encontrar a Legion, erradicar a Los Muchos, volver a poner a los demonios en su
jaula, oh, e impedir que los dos Jinetes restantes se activen y comiencen el apocalipsis.
Qué tiempos tan divertidos.
—Sabes, lo entiendo —dice Lucifer en voz baja—. Lo hemos jodido de verdad.
Lo he jodido de verdad. Me distraje. No, mierda, me volví descuidado. Dejé que mi
fijación con la manipulación sobre la humanidad me ablande. Sabía que Stavros ansiaba
el poder, pero nunca pensé que tuviera las bolas para ir contra mí. Y si tuvo algún tipo
de lealtad secreta con Uriel todo el tiempo, debí haberlo sabido. Debí haberlo sabido.
Justo como debí haber sabido que Uriel se saldría de la borda por venganza. Justo como
debí haber sabido que mis demonios insignificantes estaban conspirando contra mí.
Justo como debí haber sabido que Legion no era lo suficientemente fuerte como para
luchar contra Los Muchos solo. Así que sí, entiendo por qué Michael siente la necesidad
de intervenir. Me convertí en la misma cosa por la que había ridiculizado a Legion. Y
ahora debo pagar el precio.
—Pero no puedes estar de hecho de acuerdo en que todos deberíamos morir por
algo que nadie sabía que estaba pasando, ¿verdad? —Me siento frente a él y me inclino
hacia adelante, con los codos en las rodillas.
—Alguien tiene que pagar el precio, Eden. —Me mira con una expresión
ilegible—. Lo único que lamento es no haberte matado cuando tuve la oportunidad.
Mi espalda se endereza.
—¿Qué?
—¿A qué clase de vida te condené? La muerte habría sido una amabilidad. Mira 77
a tu alrededor. ¿Puedes decir honestamente que prefieres vivir en este caos que morir en
una muerte pacífica antes de tomar siquiera tu primer aliento?
No sé qué decir a eso, pero sé que no lo dice en serio. Michael se ha metido en
su cabeza. Claro, Lucifer puede ser un cabrón de primera clase, pero está cambiando.
Está evolucionando. Eso tiene que contar para algo.
—No quieres decir eso —digo por encima de un susurro.
Su voz es como hielo deslizándose por mi espalda.
—Sí, lo digo en serio. Y si tuviera la oportunidad de hacerlo todo de nuevo, lo
habría hecho.
Sin una palabra más, se para y se dirige a su habitación, dejándome
absolutamente sin palabras.
Lucifer me mataría si pudiera regresar a cuando solo era un feto. Y por más que
no quiera que eso sea verdad, le creo. Lo habría hecho. Y tal vez todavía quiere hacerlo.
Me dirijo a mi propio dormitorio, aunque solo sea para escapar de este día. La
guerra se ha desatado, Michael nos ha dado una fecha de vencimiento y Lucifer ha
admitido que desea que nunca hubiera nacido.
No sé cómo me duermo, o incluso si realmente lo hago.
Simplemente me alegra no soñar.

78
Capítulo 9
C
uando despierto, Lucifer no está por ninguna parte. Sin embargo, hay una
computadora portátil, una pila de periódicos nacionales, un cuaderno y
un menú del servicio de habitaciones puestos en la mesita de café con
espejo. Ninguna nota. No me sorprende que no sea del tipo que deje notas al salir. Ya
ha tenido que responderle a Michael. De ninguna jodida manera va a responderme a mí.
Enciendo la computadora portátil, enciendo el televisor y me acomodo en el sofá.
No estoy segura de lo que debería buscar, pero escribo ASESINATOS EN GRUPO DE
SIETE en el campo de búsqueda. Tengo el presentimiento de que el bar en Nueva York
y la casa de la hermandad no fueron los primeros ni los últimos del tema en común.
79
Para mi sorpresa, no hay resultados relacionados con las noticias actuales, así
que busco suicidios masivos en las últimas veinticuatro horas. El motor de búsqueda
enumera media docena.
Mierda.
Repaso cada historia, anotando detalles de las escenas del crimen que se destacan
para mí. Cuatro de seis mencionan símbolos ocultos o marcas extrañas en la escena del
crimen, con periodistas especulando si una nueva secta adorando al Diablo se está
alzando. Cada uno muere de maneras diferentes, igualmente horripilantes. Una familia
mormona de siete miembros se ahorcó en Carolina del Norte. Un equipo de la liga de
bolos en Alabama se metió balas en sus cráneos. En Georgia, un grupo de adolescentes
muere en un garaje mientras tenían el motor de una camioneta en marcha.
Legion no puede estar haciendo todo esto. No puede ser capaz de semejante
horror. ¿O sí?
Y aunque estoy agradecida de no haber sido obligada a dar testimonio de esos
horrores, me pregunto por qué no los soñé.
Estoy perdida en cómo hacer una búsqueda de imágenes de un lenguaje que no
existe para los humanos, pero escribo Demoori Sheol y me encuentro con un sitio de
Wiki sobre cultos, Satanás y, por supuesto, demonios.
Según el sitio, el Demoori Sheol, derivado del Enochian, fue creado después de
La Caída como una forma de ocultar los planes de los demonios a los ángeles. El alfabeto
es una colección de signos que son indescifrables, y debido a su complejidad, es utilizado
rara vez. Sin embargo, los más antiguos y poderosos, especialmente los que
originalmente cayeron de la gracia, están bien versados en él. Demonios como Legion,
y probablemente Phenex.
Estoy lista para rendirme después de buscar en el sitio cualquier información que
pueda ayudarnos en nuestra búsqueda cuando veo una foto de una reliquia familiar: El
Redentor. Es una ilustración, pero los rubíes rojos a lo largo de la empuñadura y la hoja
curva son incuestionables. Debajo de la imagen, describe sus atributos y una lista de
criaturas a las que se dice que es mortal. Los ángeles, especialmente los arcángeles, no
están en esa lista, lo que no es de sorprender. Sin embargo, un hecho me llama la
atención. Se cree que los rubíes en El Redentor son la sangre de Cristo. Era la manera
de Dios de luchar contra los males más oscuros del mundo. Pero sabiendo que también
puede matar a los ángeles, debo preguntarme si Dios no quería solamente mantener bajo
control a los demonios. ¿Podría ser posible que viera esa misma oscuridad en sus
creaciones más puras y más perfectas después de lo que sucedió con los Destructores y
Creadores?
Dios tenía que saber que dar tanto poder a los ángeles podría ser desastroso. Se
esperaba que los humanos fracasen, pero los antiguos seres celestiales tenían eones de
tiempo en sus manos, lo que significa que, tarde o temprano, se aburrirían. Y como dijo
80
Lucifer, una mente ociosa era el patio de recreo del diablo.
Después de un par de horas buscando en la web y leyendo periódicos, apago la
computadora y levanto el menú del servicio de habitaciones. Me resisto a llamar y
ordenar; ¿estaría invitando los problemas directamente a nuestra puerta? Pero,
obviamente, Lucifer no habría abandonado el menú si tuviera la más mínima sospecha
que podría ser peligroso. A menos que él estuviera diciendo la verdad. A menos que
realmente quisiera haberme matado cuando tuvo la oportunidad, y esta es la mejor
manera de hacerlo.
Mi cabeza me dice que es demasiado arriesgado, pero mi gruñido me dice que la
muerte por inanición sería aún peor. Así que levanto el teléfono y hago un pedido de
camarones, sémola y una taza de café. Mientras espero, subo el volumen en las noticias
y encuentro que es más de lo mismo. Cada canal de noticias está cambiando de un lado
a otro entre el bombardeo en Europa, la guerra inminente que se avecina y la epidemia
de gripe mortal que ahora se ha extendido a la mitad del país. Un puñado de suicidios
en masa apenas se registran en sus radares, lo cual es comprensible. Los Jinetes son la
distracción perfecta, cosa que solo reafirma lo que pensé después de la llegada de
Pestilencia. Legion está detrás de esto.
Alguien llama a la puerta y una voz grita:
—¡Servicio de habitaciones! —Por suerte, ya me armé por si acaso recibo más de
lo que ordené. Pero al mismo tiempo, enfoco mis habilidades mentales hacia el pasillo,
algo que no he sentido la necesidad de hacer desde que llegamos. El enfrentamiento en
Grant Park me costó mucho, pero es bueno estirar esa mano invisible.
Me deslizo con facilidad y me hundo en la mente formidable de un hombre
humano llamado Isaac. No detecto rabia o engaño. Está más concentrado en pasar junto
a la bella doncella en el pasillo de camino a la cocina.
Tiene sentimientos de afecto por ella, y aunque la encuentra atractiva, sus
pensamientos no son demasiado lujuriosos. Solo se perciben matices de inseguridad y
renuencia a medida que considera invitarla a salir. Sinceramente, es encantador, casi
reconfortante. Hay una simplicidad entrañable en él que me recuerda que vale la pena
salvar a la humanidad, si bien es defectuosa.
Guardo mi arma y abro la puerta, con una sonrisa pequeña y genuina en mi
rostro.
—Hola, Isaac.
Sus ojos se abren por completo.
—Um, buenos días, señora. ¿Cómo… cómo supo mi nombre?
Mierda. 81
—Erm… uh, ¿está en tu tarjeta de identificación? —Ufff.
Isaac mira hacia abajo y un ligero rubor pinta sus mejillas.
—Oh. Cierto. ¿Está bien que le deje su comida?
Asiento y retrocedo a un lado.
—Por supuesto.
Lleva el carrito hacia la pequeña sala de estar equipada con dos sillas y una mesa
y comienza a colocar los platos abovedados, los cubiertos y el café. Me siento
jodidamente incómoda solo estando de pie aquí observándolo. No estoy acostumbrada
a que me atiendan, ni siquiera después de mi tiempo con Irin. Y en el Infierno.
—Entonces… ¿has vivido en Nueva Orleans toda tu vida? —pregunto,
intentando entablar una pequeña charla.
—Sí, señora. Nacido y criado —responde. Tiene un acento que no puedo ubicar.
Sureño, pero mezclado con un acento del norte.
—Es una cuidad hermosa. Esta es mi primera vez aquí.
—¿Ah, sí? Probablemente ya ha visitado la Calle Bourbon. Aunque cuidado con
sus Huracanes.
—En realidad, no. ¿Y… Huracanes?
—Es una bebida. Afrutada, pero fuerte. Muy fuerte. Todos recomiendan el Pat
O'Brien, pero Laffte's Blacksmith Shop es mejor. Después me lo agradecerá… o me
maldice. Esas cosas son peligrosas. —Se ríe entre dientes.
—Lo tendré en mente. ¿Algún otro lugar que deba ver u otra bebida que deba
tomar y recomiendes?
Se siente un poco bien entablar una charla normal con una persona normal para
variar. Sé que estamos literalmente al borde del fin del mundo, pero no quiero hablar de
eso las veinticuatro/siete.
—¿Ha estado en el museo de la Segunda Guerra Mundial? Eso es genial si le
gusta la historia. Definitivamente debe ir al Café du Monde por unas beignets. Ah, y
parece que a la gente le gustan las visitas al cementerio de San Luis. ¿Ya ha estado allí?
Un pequeño escalofrío me sube por la espalda.
—Sí, de hecho, sí.
—Bueno, si le gustan todas esas cosas paranormales, el Barrio tiene un montón
de Haunted History Tours.
Si él solo supiera. 82
—Estupendo.
—Bueno, será mejor que me vaya antes de que empiecen a buscarme…
—¡Oh! Déjame buscar un poco de dinero y…
—No es necesario, señora —me interrumpe, sacudiendo la cabeza—. Ya se han
encargado.
—Por favor, llámame Eden. ¿Y a qué te refieres con que se han encargado?
Él sonríe educadamente.
—Su marido ya se encargó de todo. Dijo: “Asegúrate que mi esposa reciba todo lo que
quiera. E incluso si ella no lo pide, llévale su pudín de pan”. Ya estábamos esperando su
pedido. Y el pudín de pan está debajo de la cúpula más pequeña.
¿Esposa? Quiero corregirlo con un vehemente “Mierda, no”, pero estoy
demasiado distraída con la promesa del pudín de pan, así como con la consideración
detrás de él.
—Oh. Bueno… está bien. Fue agradable hablar contigo, Isaac —digo mientras
nos dirigimos hacia la puerta.
—Igualmente, señora Eden.
—Y, uh —lanzo mi mirada hacia la doncella en el pasillo. Ella mira a Isaac y se
ruboriza—. Deberías invitarla a salir. Nunca se sabe cuándo terminará el mundo. El
mañana es incierto.
Me despido de él una vez más y cierro la puerta. Estoy segura que todavía está
parado allí aturdido, preguntándose de dónde diablos salió eso. Pero no estaba
mintiendo.
El mañana es incierto. Y los chicos buenos como Isaac merecen un poco de
felicidad antes de que todo se vaya a la mierda.
Tomo unos bocados de camarones y sémola, que están deliciosos, pero el budín
de pan me está llamando. Excavo en él, sin sentir ni siquiera un poco de lástima por los
carbohidratos y las calorías. ¿De qué sirve preocuparse por ganar unos cuantos kilos? De
todos modos, nada de eso importa cuando estás a tres metros bajo tierra.
Termino mi comida y vuelvo a la computadora, absolutamente inmersa en la
historia de los demonios cuando la puerta se abre. Asustada, desenvaino mi arma
instintivamente y la apunto a la frente de mi intruso. Lucifer sonríe.
—Veo que has estado ocupada.
—Sí. Gracias por la computadora y la comida… esposo. —Estoy tentada de
mantener la Glock apuntada hacia él, pero la dejo en la mesita de café. 83
—Bueno, ¿cómo debí haberme referido a ti? ¿Mi híbrida compañera de viaje
ángel?
Sacudo la cabeza, aunque sé que tiene razón. Estamos en una habitación con un
poste de stripper. La verdad sería más perturbadora que dejar que la gente crea que
somos una pareja casada y perversa de vacaciones.
—¿Dónde estabas?
Lucifer me regala una de esas diabólicas sonrisas torcidas.
—¿Por qué? ¿Me extrañaste?
Pongo mis ojos en blanco, pero me alegra ver que está más animado que anoche.
Tal vez las palabras de Michael han quedado olvidadas… por ahora.
—En absoluto —respondo, asegurándome de añadir un toque de molestia a mi
voz—. Simplemente no podía precisar por qué la suite se sentía mucho menos
abarrotada cuando desperté. Entonces me di cuenta que no estaba compartiendo espacio
contigo y tu ego gigante.
Él se ríe y luego se sienta en el asiento frente a mí.
—Tenía que hacer algunos recados. La crisis lleva a la gente a hacer todo tipo de
negocios locos. Además, hice un poco de compras.
—¿Compras? ¿Crees que ahora es el momento adecuado para actualizar tu
guardarropa?
—En realidad, estaba comprando para ti. Ya que aparentemente no usas nada
que no puedas sacar de una tienda de segunda mano, necesitaba asegurarme que
estuvieras bien vestida para esta noche.
Miro mis jeans y suéter. De acuerdo, tal vez no sean los trapos más llamativos,
pero no estamos aquí para un desfile de modas.
—Entonces… —Miro a mi alrededor para encontrar que no hay bolsas de
compras a la vista—. Supongo que tu viaje no tuvo éxito.
Lucifer pasa sus dedos frente a su rostro, con los codos apoyados a ambos lados
de la silla.
—Todo lo contrario. Alguien de Saks estará aquí un poco más tarde con algunas
opciones para que te pruebes, junto con el cabello y maquillaje.
Hago una mueca.
—¿Estás intentando lo de Mujer Bonita conmigo?
—¿Qué?
—¿Estás intentando lo de Mujer Bonita conmigo? Ponerme toda en forma para 84
que así puedas presumirme de modo que tú te veas bien. Lamento decepcionarte, pero
nunca he vendido mi trasero por dinero. Y no pienso comer caracoles.
Se ríe con ganas, con la cabeza inclinada hacia atrás para exponer su garganta.
—Maldición, has pensado mucho en esto, ¿verdad? Bueno, déjame asegurarte
que no necesito ayuda para verme bien.
Hijo de puta engreído. Pero tiene razón, por mucho que me duela admitirlo.
—Entonces, ¿qué puedo esperar? ¿Tacones de puta transparentes? ¿Tangas
brillantes? ¿Un sujetador con el que no podré respirar?
—No, no. Nada como eso. Pero no es demasiado tarde para ordenar esos
artículos si te hacen sentir más cómoda. —Sacude las cejas juguetonamente.
—Hazlo, y voy a aparecer esta noche en pantalones de chándal. O con el culo al
aire.
Se lame los labios seductoramente.
—¿Lo prometes?
Sacudo la cabeza.
—Eres lo peor.
—Así me han dicho —responde antes de ponerse de pie—. Puede que quieras
darte una ducha. Estarán aquí en una hora.
—Una hora. —Frunzo el ceño, mirando el reloj—. Pensé que habías dicho que
el evento era esta noche. Son apenas las cuatro.
—Necesitas mucho trabajo. Esas horas extras serán aprovechadas.
Lo desestimo bruscamente, ganándome nada más que una carcajada antes de que
él se dirija a su habitación. Escapo a la mía para prepararme, saltándome la tina y yendo
directamente a la ducha. Echaré de menos esa bañera. Estoy bastante enojada por no
tener otra oportunidad de disfrutarla. Pero hasta que la ducha empiece a chorrear sangre,
me alejaré de ella. Entonces tendré que recurrir a los baños de putas en el lavabo.
Después de posponer todo el tiempo suficiente, me dirijo a la zona común con
una bata de felpa suave y esponjosa. Paso una impresionante cantidad de queso, nueces
y frutas sobre la mesa, complementada con una botella de champaña enfriándose en un
cubo de hielo.
Lucifer está descansando casualmente en el sofá viendo las noticias. Me sirvo un
trago del bar y me reúno con él.
—¿Esto no te parece arriesgado? Podríamos abrir la puerta e invitar a los
demonios por lo que sabemos. No veo por qué no podíamos comprar ropa en una tienda 85
como las personas normales.
Baja el volumen de las noticias, la cobertura de los miles de soldados que se
desplegaron en el extranjero, y responde:
—En primer lugar, ningún demonio puede atravesar estas paredes. Para el
momento en que incluso intentaran poner un pie en el vestíbulo, se convertirían en
cenizas antes de que pudieran gritar. Todos saben que sería un suicidio, y lo han sabido
desde el día en que construí este lugar. Y Segundo… no somos personas normales.
Se me cae la mandíbula, pero me recupero rápidamente.
—¿Construiste este lugar?
—Sí. —Asiente—. Hace tiempo.
—Creaste un lugar que está libre de demonios.
Lucifer se encoge de hombros.
—Incluso el Diablo busca la paz y la tranquilidad. No puedo ser gobernante de
todo mal todo el tiempo. Te envejece.
—Sí —comienzo a decir, pretendiendo inspeccionar su rostro—. Tienes razón.
Esas patas de gallo podrían necesitar un poco de atención. Deberías probar el Botox.
—¡Ja! Ya quisieras. No parezco ni un día más viejo de dos mil millones de años.
Los dos estamos riendo cuando alguien toca la puerta, poniendo un bozal sobre
el humor jovial. Lucifer se pone de pie para responder mientras yo agarro el cuchillo en
el bolsillo de mi bata.
Un hombre pequeño vestido de forma extravagante que parece que podría ser el
doble corporal de Prince se para en la puerta junto a un perchero lleno de ropa tan
ostentosa como la suya. Detrás de él hay un hombre muy tatuado y una mujer con el
cabello de color rosa claro.
—¡Hola, monsieur! —chilla el imitante a Prince con un acento francés demasiado
cursi—. Soy Julian, y estos son Jarvis y Sofia. ¡Estamos aquí para hacer que su esposa
se vea hermosa!
—Más hermosa —le corrige Lucifer, haciendo que la sangre caliente mis
mejillas—. Y por favor… entren.
El trío se instala a medida que me sirvo otra copa. A juzgar por la ropa en ese
perchero, voy a necesitar toda la ayuda que pueda obtener.
—Ahora, señora. —Julian aplaude una vez—. Estoy pensando en algo elegante
con un poco de brillo. —Me rodea como un buitre, inspeccionando mis curvas—. Tiene
una piel hermosa. Se vería bien en cualquier color, pero estoy pensando que el negro en
realidad haría que su color de cabello sea aún más impactante. ¿Jarvis? ¿Qué piensas,
amor? 86
El hombre que parece más motero que estilista da un paso adelante.
—Sí, definitivamente. Una vez que saquemos su cabello de esa coleta, me
gustaría sujetarlo en lo alto para mostrar sus hombros y cuello. Sofia, ¿cuál es tu visión
para el maquillaje?
Odio esto. Siento que soy un maniquí y están discutiendo cómo vestirme para
una vitrina. Dirijo mi mirada hacia Lucifer, esperando que él pueda sentir mi inquietud.
Afortunadamente, interviene justo cuando Julian comienza a hablar sobre posibles
pezoneras.
—¿Por qué no me encargo desde aquí? Por favor, sírvanse algunas bebidas.
Los tres estilistas retroceden, dándome un espacio muy necesario. Le lanzo a Luc
una pequeña sonrisa y le susurro:
—Gracias. —Caminamos hacia el perchero de ropa y comenzamos a filtrar a
través de las finas telas.
—Parecías que querías prenderte en fuego.
—Simplemente no estoy… acostumbrada a esto. Lilith y Andras me mimaban
un poco, pero era diferente. Incluso, casi divertido. O tal vez solo me gustaba verlos
divertirse.
—Sé que te sientes mal por engañar al Se7en. Los amas. Pero entiendes por qué
no podíamos decirles que necesitábamos cambiar de rumbo, ¿verdad? Fue por su propia
seguridad.
—Lo sé. —Si tan solo supiera que eso no era lo único que le estaba ocultando al
Se7en. Desviarse deliberadamente del plan ya era suficientemente malo. Robar El
Redentor probablemente sería una sentencia de muerte.
—Entenderán. Una vez que consigamos aquello por lo que vinimos, lo
entenderán.
—¿Y qué es lo que venimos a buscar?
—Con suerte lo descubriremos esta noche.
Arranca una prenda semi transparente y me la ofrece. No puedo decir si es una
camisa o una bufanda.
—Toma. Prueba esta.
Frunzo el ceño, tomando el pedazo de tela endeble.
—Um, ¿dónde está el resto? —Le doy un vistazo a la pequeña etiqueta blanca
colgando de ella, y mis ojos casi salen de sus cuencas—. ¡Y santa mierda! Te das cuenta
que podrías alimentar a un pequeño pueblo durante un mes con esta cosa. ¿Estás loco? 87
No puedo ponerme esto. Y estoy jodidamente segura que no puedo pagarlo.
Lucifer se encoge de hombros.
—Pero yo puedo.
—Eso no significa que debas. Esto… sea lo que sea… vale más que todo lo que
he tenido alguna vez.
—Y probablemente está elaborado mucho mejor que cualquier cosa que hayas
tenido alguna vez.
—Sí, pero no puedo sentirme bien usándolo cuando cada uno de mis viejos
vecinos probablemente ahora no tienen hogar. —Mi voz se convierte en un susurro—.
O están muertos.
Lucifer resopla con frustración y se vuelve hacia mí, acercándose.
—¿Puedes, por un segundo, no ser la señorita Pesimismo y Fatalidad? Sí, lo
entiendo, el mundo se está acabando, bla, bla, bla. Pero, ¿puedes al menos intentar ser
un poco menos como… tú?
Pongo mis ojos en blanco.
—¿A diferencia de qué? ¿Siendo más como tú? Lo siento, no me emociona la
violación y la tortura.
—No lo descartes hasta que lo intentes, querida. —Sin perder el ritmo, saca una
falda del perchero y la empuja, junto con lo que supongo que es una blusa, hacia mí—.
Pruébatelos. —Abro la boca para protestar, pero él pone un dedo sobre sus labios llenos,
cortándome—. Mientras más discutes conmigo, más tiempo desperdiciamos. ¿Querías
ser parte de la pelea? Esto es parte de ello. Solo con armas diferentes.
Dejo escapar un suspiro molesto, y luego le arrebato las prendas para marcharme
enfurecida a mi habitación, sabiendo que tiene toda la razón. Me dije que tenía que estar
dispuesta a hacer cualquier cosa, ser cualquier cosa, para encontrar a Legion. Así que,
si tengo que vestirme como una gatita sexy esta noche, que así sea.
Me pruebo la falda y la blusa a juego, preguntándome cómo carajo esperan que
use un sujetador. No me importa lo ardiente que está siendo para la temporada, no
pienso exponer mis peones.
—¡No voy a salir! —llamo a Lucifer cuando toca a la puerta—. Dame algo más.
En cuestión de minutos, regresa con otro atuendo para probarme. Luego otro. Y
otro. Lo juro, debo haberme probado todo en ese perchero hasta que finalmente me
decido por un elegante vestido ajustado y negro peligrosamente sexy con una abertura
delicada en la parte delantera. Y a juzgar por los diferentes oohs y ahhs del equipo
glamuroso, me veo bastante bien.
Pero es la expresión de Lucifer la que me dice que es el indicado: este es el vestido. 88
—¡Te ves impresionante! —exclama Julian—. Jarvis, Sofia… ¡hora de hacer su
magia!
Soporto otras dos horas de tortura, cortesía de cabello y maquillaje. Está bien,
eso es un poco dramático. Jarvis y Sofia son de hecho agradables, y aprecio la charla
amistosa. Se quejan como hermanos y hermanas, recordándome aún más a Lilith y
Andras. Rechazo todas las ganas de romper a llorar y me concentro en la noche por
delante. No tengo idea de qué esperar, y no creo que eso sea un descuido. ¿Mi conjetura?
Lucifer mantiene sus planes a escondidas para evitar asustarme.
Cuando estoy totalmente glamurosa, mi cabello recogido en un elegante y
sensual peinado alto y mis ojos más ahumados que un oso, respiro hondo y salgo al área
común. Sofia y Jarvis se ven como unos padres orgullosos. Julian parece que está a punto
de llorar. Y Lucifer… Lucifer luce exquisito.
El negro sobre el negro destaca contra su piel clara, haciendo que sus ojos brillen
como amatista. No se molesta con una corbata. En cambio, un par de botones superiores
están abiertos, tentando mi mirada con la vista de su garganta y pecho. En una mano,
sostiene unos tacones de aguja negros. En la otra, tiene mi destino.
—Ponte estos —ordena suavemente, agachándose para colocar los zapatos en el
suelo. Mi primer instinto es quejarme de la altura de ellos, pero estoy intentando ser
menos pesimista y más abierta. Y obviamente no puedo ponerme mis zapatillas
deportivas con este vestido.
Cuando paso hacia él, completamente preparada para ponérmelos, toma mi pie
suavemente y lo guía hacia el zapato. Sus dedos rozan mi planta, enviando una ráfaga
por la espalda que me roba el oxígeno. Cuando hace lo mismo con mi otro pie, tengo
que agarrar su hombro para apoyarme, intentando no notar desesperadamente la forma
en que sus músculos se flexionan y se endurecen bajo mis dedos.
—¿Lista? —comenta, enderezándose con gracia.
Trago y doy una sonrisa pensativa, mi boca repentinamente seca. Debí haber
tomado un poco más de ese champán.
—Sí. Lista.
Nuestro auto con chofer nos lleva a la zona residencial, a un área con mansiones
históricas que solo he visto en los especiales de Travel Channel. Nos detenemos en una
que es particularmente grandiosa, desde sus altos pilares blancos hasta su balcón
envolvente. Sin embargo, parece que nadie está en casa.
Lucifer sale primero, y sin molestarse en esperar al conductor, me tiende una
mano. La acepto, a regañadientes, y al instante estoy de vuelta en ese sótano frío y
húmedo, siguiendo al Diablo al infierno. Pero esta vez, voy de buena gana. 89
—¿Estás seguro que este es el lugar correcto?
Lucifer asiente.
—Sí. Es aquí.
—Pero no parece que haya alguien en casa.
Levanta una palma y la agita a través del espacio frente a nosotros, eliminando
la ilusión de una mansión oscura y revelando algo que no esperaba. Una fiesta está en
pleno apogeo, las luces de discoteca parpadeando, la música vibrando y los cuerpos
frotándose. Pero parece que ambos estamos demasiado vestidos. Porque la mayoría de
los invitados a la fiesta están desnudos, o jodidamente cerca a estarlo. Y están haciendo
más que solo bailar. Muchos de ellos están, mierda santa, follando.
—Oh, carajo, no —digo, volviéndome hacia el auto. Lucifer me agarra del brazo
antes de que pueda agarrar la manija de la puerta.
—Quieres respuestas. Aquí es donde están.
—¿En una fiesta de sexo? ¡Qué carajo, Luc! ¡Hay gente follando legítimamente
en el césped! ¡Múltiples personas!
Y no es una exageración. Hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres
con mujeres, hombres con mujeres con mujeres con hombres… ¿cómo carajo es siquiera
posible?
—Lo sé, pero eso no significa que tengas que ser una de esas personas. Pero tienes
que ser una de esas personas que no se retuercen ante la vista de una orgía. ¿Quieres
encontrar la fuente del pecado? Entonces, vas a donde está en dosis concentradas. En
este momento, no eres Eden, Nephilim cazadora del mal. Eres Eden, una seductora ruda
que está dispuesta a abrirse camino hacia la guarida de la Oscuridad.
—¿La Oscuridad? Te refieres a…
—Como Niko. El ocupante de esta casa es Oscuro. Lo que sabes del príncipe y
su hermano, el rey Oscuro, no es típico. Se han aclimatado para vivir entre los humanos.
La Oscuridad por naturaleza es mucho más desviada, sexual y astuta. Ellos son los
gobernantes de la noche. Y sabes lo que pasa en la penumbra.
—Lo sé, pero… —Sacudo la cabeza. Las pequeñas fiestas juguetonas de Irin ya
eran bastante malas.
Este es como una de esas en Molly.
Contra todo buen juicio, dejo que Lucifer me guíe más allá del festival de folladas
en el patio delantero y hacia la puerta abierta. Se detiene y se gira justo antes de que 90
crucemos el umbral.
—Estarás bien —promete en voz baja—. Estamos aquí solo para conseguir
información, y para hacer eso, debemos encantar a la anfitriona.
—¿La anfitriona?
No hay necesidad de que él responda, porque al momento en que ella aparece a
la vista, su marco curvilíneo e impecable sobresaliendo en un vestido sin tirantes
peligrosamente corto, sé que es ella. La piel es del color del alabastro, los ojos azules
brillando con un deleite atractivo y rizos completamente negros enroscándose casi hasta
su trasero.
Es el sueño húmedo de todo hombre. Tal vez también de toda mujer.
—Bueno, no es esto una sorpresa —ronronea al acercarse. Su mirada azul se
mueve hacia mí, como si me estuviera evaluando para devorarme—. Y veo que me has
traído un regalo.
Lucifer aprieta mi mano, dándome el coraje tan necesario para dar un paso
adelante y saludar a nuestra anfitriona.
—Nunca me presento con las manos vacías —canturrea, su voz tomando el tono
sinuoso que usa justo antes de romper a alguien en pedazos—. Eden, me gustaría que
conozcas… —Antes de que él pueda terminar, la diosa del sexo se inclina hacia delante
y me besa en ambas mejillas.
—Bienvenida a mi fiesta de apertura, Eden. Soy Aurora.

91
Capítulo 10

A
urora.
Conozco ese nombre.
Lo conozco y…
Mierda.
Esta es la Aurora. La ex de Dorian, la que conspiró con Stavros para matar a
Gabriella.
Los detalles son borrosos; Niko me contó la historia durante una de las noches
en que nos compadecíamos con alcohol y comida grasosa. Pero sé que es ella.
92
Mi expresión debe delatarme, porque sonríe como la gata que atrapó al canario.
—Sabes quién soy.
—Solo está un poco sorprendida, eso es todo —interrumpe Lucifer rápidamente
antes de que todo se vaya a la mierda—. No todos los días te encuentras con la diosa del
deseo.
Aurora se ríe, pero es forzado.
—No pienses que los cumplidos me harán sospechar menos de tu presencia aquí,
maestro. Sé para qué estás aquí.
—Entonces sabes que puedo desgarrarte a ti y a cada uno de tus amigos en
cintillas con un chasquido de mis dedos.
La sonrisa de Aurora no vacila, a pesar de la amenaza.
—Podrías, pero entonces no obtendrías la información que buscas. Y aunque
también podrías enviarme de vuelta al Infierno, simplemente volvería a salir, ahora que
las puertas están completamente abiertas.
—Es cierto. Pero ¿no sería tan divertido hacerlo de todos modos?
Los dos comparten una risa morbosa, dejándome observarlos confundida.
Aurora parece encontrar eso divertido.
—Aw, mírala. Es adorable, Lucifer. ¿Dónde has estado escondiendo a esta?
—Lejos de aquellos como tú. Te la comerías viva, Aurora.
—Mmmm —gime acercándose tanto a mí que sus pezones rozan los míos—.
Todavía podría hacer eso.
Trago con fuerza, intentando llegar a una respuesta. ¿Cuál es mi papel aquí? ¿La
mascota de Lucifer? ¿Su cita? ¿La cita de ella? Tal vez tenía razón en cuanto a que Lucifer
intentaba hacerme lo de Mujer Bonita, porque es jodidamente seguro que siento como
si me estuvieran prostituyendo. Y aunque no me gustaría nada más que decirles a todos
que se vayan a la puta mierda, no quiero arruinar nuestra cubierta. Aurora tiene la
información que necesitamos. Aun así, no estoy dispuesta a follar para conseguirla.
—Disfruten de la fiesta —dice Aurora, retrocediendo y liberándome de sus
garras—. Iré a buscarlos cuando sea el momento.
—Maldita sea, ¿estás bromeando? —susurro ásperamente al segundo en que
Aurora está fuera del alcance del oído—. ¿Qué carajo fue eso?
—Cálmate, Eden —dice Lucifer, con voz tranquila. Sin embargo, su agarre en
mi codo mientras me lleva a lo más profundo de la casa, lejos de las miradas y oídos 93
indiscretos, es todo menos gentil—. Si te lo hubiera dicho, no habrías aceptado venir. Y
sabía que si aparecía solo, Aurora lo habría percibido como una amenaza. Cree que la
mera presencia de una de mis mascotas disminuirá las posibilidades de quemar este lugar
con ella y todos sus aduladores dentro.
—Así que soy un apoyo. —Cruzo mis brazos sobre mi pecho.
—Eres un activo. Tú eres la razón por la que ella no huyó tan pronto como llegué.
Intento mantenerme concentrada en él y no en los espectáculos sexuales en vivo
que se desarrollan en casi todas las superficies sólidas. Para ser justos, hay varias
personas que solo hablan, o incluso se besan. Y el sexo no es obsceno ni castigador. Es
casi sensual, como si cada ser hubiera sido superado por un deseo incontenible y no
deseara nada más que compartir su pasión.
Aun así, he visto más pollas y tetas en los últimos cinco minutos de lo que he
visto en toda mi vida.
Libero un suspiro agravado y trato de pensar lógicamente sobre la situación.
Tenía que haber sabido que esta misión sería complicada. Y le dije a Lucifer que no
estaba aquí para unas vacaciones relajadas de turismo y buena comida. Así que esto es…
esta es mi prueba. Esta es mi oportunidad de demostrar que puedo y haré lo que sea
necesario para proteger al mundo del mal… de Legion.
—Entonces, ¿cuál es el plan?
—Bueno, para empezar, puedes actuar como si realmente te gustara. Descruza
tus brazos, endereza la espalda. Actúa como si fueras la puta cosa más sexy y deseable
que haya entrado aquí y cree que todos quieren un pedazo de ti. Aurora se siente atraída
por la sensualidad cruda. Es una Orexis. Para ella, el sexo es poder.
—¿Una Orexis?
—Una de las ocho casas reales de la Oscuridad. La magia de los Orexis nace del
deseo.
Lo que explica todos los cuerpos desnudos y retorciéndose. Esta no es solo una
fiesta, supongo. Está acumulando fuerza… alimentándose de su lujuria.
Dejo caer el brazo y levanto la barbilla, tomando aire para inhalar. Nunca me
han dicho abiertamente que era sexy, pero puedo fingirlo.
—De acuerdo. Estoy lista.
Dejo que Lucifer tome la delantera, mi mano descansando en su brazo mientras
desfilo a su lado, haciendo mi mejor esfuerzo para exudar confianza. Es más fácil decirlo
que hacerlo cuando la mitad de mi mente está centrada en mis tacones obscenamente
altos y no tropezar con mis propios pies. Estoy tan fuera de mi elemento. Sí, jugué al
ángel travieso para el Se7en durante mi primera fiesta con Irin, pero esto se siente 94
diferente. Como si todo por lo que hemos luchado y sangrado, depende de mi
desempeño.
Lucifer se detiene en una mesa llena de copas de champán, y estoy muy
agradecida. Agarro una copa y la engullo en solo unos pocos tragos antes de que él pueda
detenerme.
—Calma —murmura cuando levanto otra.
—¿Me dices que necesito ser la perra más sexy de aquí, y esperas que no necesite
valor líquido? —No me trago esta, sino que tomo un sorbo—. Todo esto es nuevo para
mí.
—¿Ser una perra sexy? Me parece difícil de creer. Eres increíblemente sexy, Eden.
Pongo mis ojos en blanco, pero no hace nada para combatir el rubor delatándome
en mis mejillas. Bastardos.
—Sí, claro.
—Lo digo en serio. Si dejaras de intentar repeler a todas las personas con las que
tienes contacto, tal vez alguien habría tenido la oportunidad de decírtelo. No voy a ser
un cerdo condescendiente y te diré que necesitas sonreír más o algo así. ¿Pero el ceño
fruncido constante? Y hablas de mis patas de gallo. Esas líneas de expresión no te están
haciendo ningún favor.
Mi primer instinto es darle un puñetazo en el brazo, incluso en broma, pero me
detengo.
Estoy canalizando a mi zorra interna. Además, hay ojos en nosotros… muchos
de ellos. Puedo sentirlos.
Inclino mi cabeza un poco hacia atrás, mostrando la curva de mi garganta y
soltando una carcajada femenina y tintineante mientras las yemas de mis dedos acarician
mi pecho desnudo ligeramente. Luego, con mis ojos bajos, arrastro mis dientes
perezosamente sobre mi labio inferior solo para reemplazarlos con un destello de mi
lengua.
—Bien —arrastra Lucifer, siguiendo cada movimiento con su mirada caída—.
Justo así.
Se acerca sin previo aviso, drogándome con su aroma embriagador a sexo y un
matiz a belladona mortal, y mete un mechón de cabello detrás de mi oreja. Su toque
persiste a lo largo de mi mandíbula antes de que lentamente, tortuosamente, arrastre sus
dedos hacia abajo para descansar en mi cuello.
—¿Están mirando? —susurro.
—Sí. Y están intrigados.
Trago con fuerza. Con él tan cerca, es difícil pensar con claridad. 95
—Tal vez eres tú lo que atrae su interés. Tal vez se están preguntando qué carajo
está haciendo aquí Satanás.
Lucifer libera un siseo lento, solo para mis oídos.
—No saben que soy yo.
—¿Y por qué no?
—Ven lo que quiero que vean. Para ellos, soy como todos los demás. Ardiendo
en necesidad por la impresionante chica de cabello plateado con el vestido negro.
Mi rostro arde de nuevo y resisto la tentación de cubrirla con mis manos. Él se
da cuenta, así como siempre nota todo, y roza mi mejilla con el dorso de su mano,
sintiendo el calor de mi sangre acumulada.
—No te sonrojes. Sé audaz. Te queda muy bien.
Nos quedamos mirándonos fijamente, intercambiando respiraciones, antes de
que finalmente encuentre el sentido común para romper el hechizo. Doy un paso atrás
y tomo otro sorbo de mi bebida.
—Es hora de trabajar. ¿Por qué no me das un tour?
Lucifer se recupera suavemente como si no pudiera estar menos afectado. Asiente
y extiende su brazo, que tomo, muy consciente del contacto. Nos movemos a través de
la multitud, deteniéndonos cada pocos pasos para contemplar la escena con una
fascinación falsa. Sonrío, coqueteo y toco mi cabello, mis labios, mi pecho cuando no
estoy acariciando su brazo. Me mira como si fuera una pieza de arte de valor
incalculable, muy parecida a las que codiciaba en su hogar. Jugamos bien nuestras
partes, al tiempo que rastreamos cada habitación en busca de algo sospechoso.
Cualquiera que parezca desinteresado o demasiado interesado, y por supuesto, los
símbolos Demoori Sheol.
Después de un tiempo, mis rodillas se sienten un poco débiles y temblorosas y el
lugar se está calentando, así que sugiero que nos sentemos. No he comido desde esta
mañana y los tacones no me ayudan.
Por suerte, encontramos un sofá que actualmente no está siendo bautizado.
—¿Ves algo? —pregunto en voz baja.
—No lo que estoy buscando.
—Entonces, ¿crees que Aurora está mintiendo? ¿Qué te hace pensar que ella tiene
alguna información en absoluto?
—Porque Aurora se empeña en meter la nariz donde no debe. Y tiene una 96
conexión con Stavros.
—Cierto. Era la prometida de Dorian.
—Y la amante de Stavros.
Hago una mueca de disgusto antes de recuperarme rápidamente.
—Entonces, ¿se estaba acostando con Dorian y su padre? —Espero jodidamente
que Niko no esté en su lista. Ese simplemente es todo un nivel de escalofriante que no
puedo comprender.
—No son humanos, Eden. Las normas sociales no se aplican a ellos.
—Aparentemente.
Me retuerzo en mi asiento, intentando ponerme cómoda. Siento que mi vestido
está cortando mi circulación. No sé si es el champán o las docenas de cuerpos
retorciéndose abarrotando el espacio, pero me estoy calentando. Y no solo sonrojada.
Es como si el calor viniera de dentro de mí, floreciendo en mi vientre y corriendo por
mis venas. Mi piel cosquillea con piel de gallina y mi aliento escapa en jadeos
superficiales.
—¿Estás bien? —pregunta Lucifer, mirándome escépticamente.
—Sí, creo —respondo, tirando discretamente de mi vestido—. No lo sé. Me
siento un poco febril.
Mierda, por favor, que no sea la gripe. Por favor, que no sea la gripe.
—¿Te sientes mal?
—No. Me siento… caliente. Como si tuviera que quitarme esto.
Lucifer me pone una mano en la frente y me muevo instintivamente hacia el
toque, casi gimiendo ante el contacto. A pesar de que es cálido, se siente bien en mi piel.
Me muerdo el labio para sofocar un jadeo cuando él comienza a alejar su mano.
—No —digo agarrando su mano y moviéndola de nuevo a mi rostro—. Tócame.
No pares.
No es suficiente. Necesito más de él. Necesito tocar, sentir, probar.
—Eden, ¿estás bien? —pregunta nuevamente.
—Sí —espeto, el sonido de mi voz entrecortada extraña a mis oídos—. Lo estoy.
En ese momento exacto, una pareja se acerca, ambos sonriendo tímidamente.
—Estábamos preguntándonos… —Comienza la mujer, su rostro enrojecido.
97
—Si podíamos sentarnos con ustedes. —Termina el hombre, su mirada
invitadora pasando de mí a Lucifer.
—Sí, por favor —insisto antes de que Lucifer pueda responder. Me acerco más a
su cuerpo, a su calor, permitiéndoles apretujarse en el espacio a mi lado.
No sé qué me pasa. Este comportamiento es completamente atípico de mí, pero
lo hago. El hombre y la mujer son increíblemente preciosos y el anhelo de tenerlos tan
cerca de mí que nuestros muslos se toquen es demasiado difícil de ignorar. Incluso si me
atrajeran los dos, jamás lo diría. Nunca actuaría de esta manera. Pero lo hago, y no
puedo evitarlo.
Un camarero viene con una bandeja de champán y todos nosotros, aparte de
Lucifer, tomamos una. Las chocamos ligeramente y bebemos, cada uno lanzando
miradas maliciosas entre sí por encima de nuestras copas.
Debería frenar. No, debería detener esto por completo. No conozco a estas
personas, y estoy en una casa extraña donde Dios solo sabe lo que está al acecho en las
sombras. Pero esta sensación, como mi piel es seda y mi sangre es lava fundida, y cada
toque es un pequeño orgasmo, lo hace imposible resistir.
—¿Divirtiéndose?
Alzo la vista para encontrar que Aurora se ha unido a nosotros. Cambió su
vestido por un corsé con poco más que un trozo de encaje como ropa interior. Las
medias altas hasta el muslo están enganchadas a una liga sobre sus piernas que podrían
continuar por kilómetros. Es una de las criaturas más atractivas que he visto en mi vida.
Toma el sillón junto a Lucifer después de espantar a dos mujeres que lo estuvieron
usando como cama.
—¿Es un buen momento? —pregunta, cruzando las piernas lentamente. El
movimiento en sí debería convertirse en su propia película porno.
—Probablemente deberíamos hablar en privado —responde Lucifer
rotundamente, inafectado por su presencia. No he podido apartar la vista de ella desde
que se acercó a nosotros.
Aurora agita una mano.
—No es necesario. Cualquier cosa que me digas, puedes decírselo a mis amigos.
—Se inclina lo suficientemente cerca como para que yo pueda vislumbrar su escote
derramándose por encima del corpiño—. De todos modos, no vivirán para contárselo a
nadie.
Debería estar indignada por su total desprecio por la vida humana, pero no puedo
encontrar en mí la preocupación necesaria por otra cosa que no sea la proximidad de 98
Lucifer. Me remuevo, aunque solo sea para acercarme a él, esperando que la fricción
entre nuestros cuerpos me brinde un poco de alivio, pero solo me hace desear aún más
de su contacto.
Necesito más de él.
Necesito más.
Necesito.
Mis pensamientos son puramente singulares, y aunque sé que estamos aquí para
conseguir información fundamental, me han reducido a una esclava de mis deseos. Mi
cabeza me dice que esto no está bien, pero cada otra parte de mí está cantando que esto
es precisamente lo que quiero en perfecta armonía.
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ti, maestro? —pregunta ella con aire de burla.
—Quiero que me digas dónde está Stavros para que así pueda volver a sellar el
Infierno. Y luego planeo permitirle el privilegio de pasar la eternidad en una agonía
insoportable.
Aurora levanta sus cejas artísticamente delineadas en diversión.
—¿Y qué te hace pensar que te lo diría?
—Porque no tienes lealtad a nadie aparte de ti misma. Y hay algo que quieres.
Reclinándose en su silla, Aurora parece impresionada.
—Tienes razón. Sí quiero algo.
—Dilo.
—Quiero un asiento en la mesa… un lugar en tu corte. Una vez que Dorian y su
pequeña puta mestiza descubran que he regresado, mi tiempo en la Tierra será limitado.
Quiero tu palabra de que pasaré lo que quede de mi vida futura cómodamente.
El rostro de Lucifer es ilegible a medida que contempla los términos de Aurora.
Parece un precio tan bajo a pagar por la información de Stavros, considerando que es
hermosa, exótica, provocativa…
Y podría robar la atención de Lucifer. Y su corazón.
No, no, no, gimo por dentro. Es mío.
Pero mi boca no me permite decir las palabras. Estoy demasiado envuelta por el
fuego que actualmente chamusca cada terminación nerviosa y cada célula, abrasando y
fulgurando. Así que, solo me siento, me retuerzo y rezo para que termine este dolor.
Que de alguna manera mi deseo se extinga de modo que pueda volver a ser como era
antes. Antes de desearlo, necesitarlo, como si necesitara aire para respirar. Antes de
mirarlo y ver un millón de posibilidades de cómo podríamos ser.
99
—Hecho. Ahora habla. —Oigo decir a Lucifer a través de la bruma de lujuria
nublando mi cabeza. Unos dedos acarician mi brazo, provocando un suave gemido entre
mis labios. Me desequilibra lo suficiente como para intentar prestar atención a la
conversación, pero solo apenas.
—No sé dónde está Stavros… —Lucifer comienza a levantarse antes de que ella
pueda terminar la oración—. Pero puedo decirte cómo detener a Legion. —Continua
Aurora rápidamente—. Y detener la rebelión de los demonios y, en última instancia,
enviarlos de vuelta al Infierno.
Lucifer se vuelve a sentar en el sofá, y como una polilla a una llama, me acerco.
Otro roce en mi brazo y otro en mi pierna. No puedo decir si es el hombre o la mujer, y
ahora mismo no me importa. Y aunque sé que no son los dedos de Lucifer los que lo
están haciendo, es una solución temporal para el anhelo agonizante que no puedo
describir. Solo necesito que me toquen.
—Continúa —le dice sombríamente.
—Primero, necesito escucharte decirlo. Di que tenemos un trato.
Lucifer entrecierra su fulminante mirada violenta, y que me jodan, pero una
emoción se dispara entre mis muslos.
—Es un trato.
Aurora sonríe, la malicia tiñendo sus labios pintados de rojo.
—Hay opciones. Si solo quieres enviarlos de vuelta al Infierno, lo haces desde
adentro. Sin embargo, una vez hecho esto, también estarás encerrado dentro. Este
método es absoluto: Sin demonios adentro, sin demonios afuera.
Lucifer exhala en irritación.
—Sé eso. ¿Cuál es el otro método? ¿Y cómo detengo a Legion?
—Un gran poder debe morir. Y no solo un demonio de alto nivel. Tiene que ser
un sacrificio tan grande que los cielos temblarán.
Por la mirada en el rostro de Lucifer, puedo decir que él sabe exactamente el gran
poder del que habla. Pero en lugar de protestar, un gemido rueda de mi lengua cuando
la mano en mi muslo se mueve más arriba en mi vestido, y los labios de alguien están en
mi cuello. Oh, mierda.
—Tu pequeña mascota parece estar divirtiéndose —comenta Aurora, sus ojos
azul pálido brillando con picardía.
Lucifer finalmente vuelve su penetrante mirada hacia mí, el espacio entre sus
cejas frunciéndose. Lo que él debe ver, que me estén acariciando y besando unos
extraños, debe perturbarlo, pero no me reprende por mi debilidad. Casi parece…
preocupado. 100
—¿Qué le hiciste, Aurora?
—¿Yo? —juega tímidamente—. Nada. Pero teniendo en cuenta la forma en que
ha estado disfrutando los refrigerios, me sorprende que no esté follando con nada ni
nadie con dos piernas.
Mi lengua resbala con la abrumadora necesidad de saborear a Lucifer, y de
alguna manera encuentro mis palabras.
—¿Qué?
—Oh, solo un pequeño toque de mi magia en el champán. Pensé que habrías
sabido eso. Ya sabes… siendo mitad Serafín y todo eso. —Sonríe, mostrando los
dientes—. ¿Qué? ¿Crees que no lo sabía? Eres muy popular en estos días, Eden. Y lo
admito, tienes cierto atractivo. Aun así, no veo de qué se trata todo este alboroto.
Agua helada apaga mi libido furiosa solo por un momento, pero es lo
suficientemente largo para que pueda entender lo que pasó. Me han drogado… con
magia Orexis.
—¿Qué carajo has hecho? —pregunta Lucifer enfurecido, el tono de su voz es lo
suficientemente agudo como para cortar vidrio.
Aurora lo desestima como si no estuviera a unos segundos de perder la cabeza.
—Está completamente a salvo y desaparecerá por la mañana, tal vez incluso
antes considerando su pedigrí. Simplemente saqué a la superficie todos sus deseos
internos. No la he manipulado para que sea así. Solo he revelado su verdadero yo sin
inhibiciones tontas. Deberías darme las gracias.
Estoy jadeando. Mi piel está en llamas. Y no puedo dejar de apretar mis putos
muslos entre sí. Lo deseo, lo deseo, lo deseo. Y no puedo entenderlo. No puedo hacer que
se detenga.
—¿Qué me está pasando? —pregunto en un susurro roto.
Su mirada endurecida se suaviza, y me aparta el cabello de mi rostro húmedo.
—No te preocupes. Me ocuparé de ti.
La pareja a mi lado aparta sus atenciones de mí y se enredan el uno con el otro.
En cuestión de segundos, la ropa termina en jirones y el hombre se mueve al piso para
apoyarse en sus rodillas. Él extiende los muslos de su compañera y entierra su rostro en
su sexo hinchado.
La huelo y me lamo los labios. Escucho los sonidos que hace y me imagino que
está chupando mi clítoris en lugar de a ella. Observo el rostro de la mujer a medida que
el placer pinta sus rasgos y quiero follarme con mis dedos solo para que así ella y yo
podamos corrernos al mismo tiempo. 101
Lucifer agarra mis hombros, deteniéndome.
—Eden, mírame. Concéntrate en mí.
—Lo hago —digo, aunque sale como un quejido.
—¿Sabes dónde estás?
—Sí.
—¿Y sabes quién soy?
—Sí.
Aurora se para, dándose cuenta que si planea escapar con su cabeza en su lugar,
ahora puede ser un buen momento para irse. Pero antes de retirarse, nos deja con algunas
palabras de despedida.
—No hará nada que ya no quiera hacer, Lucifer. Cualquier cosa que sienta en
este momento ha estado justo por debajo de la superficie, pudriéndose, probablemente
volviéndola loca. Y ahora… es libre. Considera esto mi regalo para ti. De nada.
Él se sienta allí por un largo rato, agarrando mis hombros mientras un millón de
emociones diferentes se despliegan en su rostro generalmente impasible. Sé que está
decepcionado de mí. Sé que me decepcionaré cuando la magia de Aurora desaparezca.
Pero en este momento, mis pensamientos están dedicados singularmente a él y sus
manos sobre mí.
Su mirada vaga por mi rostro, haciendo un inventario de mis ojos vidriosos, mis
labios separados lo suficiente como para probar el aire entre nosotros en mi lengua, mis
mejillas aún cálidas por su toque. Me mira como si me viera por primera vez. Como si
la chica que era antes fuera simplemente un espejismo y esta versión, esta criatura
despreocupada, sexual y segura, es mi verdadero yo. El yo que siempre quiso que sea.
—Tómame —susurro, las palabras lanzando un hechizo propio—. Llévame a
casa.
Lucifer baja los párpados, dejando que mi petición penetre en su interior. Él sabe
lo que estoy pidiendo. Y yo también.
Toma mi mano y me pone de pie. La fuerza del tirón combinada con el temblor
de mis piernas hace que choque contra su pecho, dejando solo una respiración entre
nosotros. Con su mirada chocando contra la mía y sus manos aferrando mi cintura para
estabilizar mi cuerpo, cierro la diminuta distancia entre nosotros y lo beso.
Y todo lo que había estado conteniendo, cada palabra que no podía decir, cada
mirada robada y toque inadvertido, los entrego todos a sus labios. Mi concepción, mi
nacimiento, mi muerte, mi renacimiento… todos pasan a ser suyos, como si cada
segundo que he pasado en esta tierra fuera para el único propósito de su lengua 102
deslizándose contra la mía. Como si no hubiera sido creada para ser únicamente el arma
de Uriel contra Legion.
Fui creada para él. Para Lucifer.
Un recuerdo vago invade los destellos de luz y color detrás de mis párpados,
tirando de mí, rogándome que recuerde.
… un niño reinaría en el inframundo, conjurando todos los males internos y desatándolos
en la Tierra. Las guerras se librarían durante miles de años, trayendo muertes y enfermedades
interminables. Todo lo que es tortuoso y malévolo sería celebrado mientras que la misericordia se
extinguiría. El niño sería el mal encarnado, portando la marca de la bestia. El Anticristo.
Escucho las palabras, pero no tienen sentido. Ahora no. Ya no.
No con Lucifer sujetándome a su cuerpo, dominando mi boca e infectando mi
alma.
El niño sería el mal encarnado, portando la marca de la bestia.
… la descendencia directa del que llaman maestro.
Las palabras se vuelven más débiles, hasta que ya no puedo escucharlas. Y
cuando finalmente encuentro la fuerza para obtener oxígeno, se han disipado por
completo.
Pongo mi mano en la suya, entrelazando nuestros dedos y sonrío perezosamente,
ebria de su sabor. Mi cuerpo está temblando y mi cabeza está llena de añoranzas, pero
dentro de esta pequeña parte del tiempo, mi mente es muy clara.
Esta noche, voy a hacer un trato con el Diablo. Y sus tratos son siempre
absolutos.

103
Capítulo 11
A
penas salimos del auto sin rasgarnos la ropa. Lucifer casi me lleva al
ascensor sin preocuparse en absoluto por los espectadores, entretenidos
con nuestros apetitos insaciables, y me rio mientras beso sus labios, su
rostro, su cuello. Necesitando tanto su sabor en mi boca que me duele físicamente.
Al momento en que la puerta de la suite se cierra detrás de nosotros, reprimo ese
dolor de inmediato.
Lo empujo contra la pared y caigo de rodillas, tirando de mi vestido ajustado
hasta mi cintura para tener un mejor acceso. Sus pantalones se sienten como satén
cuando deslizo mis manos por sus muslos para llegar a la hebilla de su cinturón. 104
Él gime, acariciando mi cabello.
—Eden… ¿qué estás haciendo?
—Lo que he deseado hacer desde el día que viniste a mí en el baño de Irin. Quise
probarte esa noche como las otras chicas lo hicieron. Quise chuparte hasta lo profundo
de mi garganta y tragarme tu pecado.
Tiro de sus pantalones hasta sus rodillas, liberando su audaz y hermosa polla.
Venas sedosas resaltan sobre su grueso eje palpitante. La cabeza está hinchada y
orgullosa. La boca se me hace agua.
Sus respiraciones escapan en jadeos cortos, su mirada salvaje.
—¿Estás segura?
—Sí. Déjame cuidarte. Déjame servirte… maestro.
Tan ansiosa como estoy, de alguna manera me las arreglo para lamerlo
lentamente de la raíz a la punta.
Cuando lo llevo a mi boca lo más profundo que puedo soportar físicamente,
gimo, enviando diminutas y deliciosas vibraciones a su pesado saco mientras masajeo y
acaricio. Sus muslos tiemblan, y libera un siseo sinuoso de aprobación.
—Tan bueno —gime. Su agarre en mi cabello se vuelve más apretado—. Mierda.
Tu boca se siente jodidamente bien.
Encuentro mi ritmo, chupándolo lentamente, luego acelerando mi ritmo y
agregando presión, todo el tiempo acariciando la parte inferior de él. Me habla, sucias y
pequeñas palabras de aliento, diciéndome lo hermosa que me veo de rodillas y lo mucho
que quería esto… que me quería a mí. Y cada palabra me hace llevarlo más y más
profundo, persuadiendo a su semilla para que se derrame por mi garganta.
La humedad me empapa a través de mis bragas, y me esfuerzo con todo mi ser
para centrarme en complacer a Lucifer y no aliviar el dolor del vacío con mis propios
dedos. Quiero saborear su clímax, pero también quiero que se corra dentro de mí,
conmigo, hasta que estoy a punto de estallar. Me retuerzo en mis rodillas de solo pensar
en cómo se sentiría tener su dureza chamuscando mis paredes con su fuego infernal.
Cuán resbaladiza estaría si me acariciara hasta las lágrimas, dándome el placer que ansío
y el dolor que necesito.
Tira de mi cabello, duro, desenredando lo que queda de mi peinado y
obligándome a mirarlo. Sus mejillas están teñidas de rosa y su cabello está desordenado,
tan diferente a su habitual apariencia estoica y prístina.
—Te deseo —gruñe. Se agacha para ponerme de pie y me besa con brusquedad,
saboreando las gotitas de su pre semen saborizando mi lengua y oliendo su potente 105
aroma tiñendo mi boca. Cuando se aleja, sus ojos lucen brillantes y relucientes—. Te
deseo.
—Entonces, tómame. Toda. Hazme tuya.
Me besa una vez más mientras trabajaba en la cremallera de mi vestido. Cae a
mis pies en cuestión de segundos. Se quita los pantalones al siguiente instante. Luego su
camisa. Después mis bragas. Y entonces estamos parados en medio de su habitación,
jadeando, observando nuestros cuerpos desnudos.
Sabía que era hermoso. El recuerdo de él en ese baño, ya sea ilusión o tangible,
sigue grabado en la vanguardia de mi mente, sirviendo como mi propio porno personal.
Pero bajo la suave luz de la luna reflejándose desde la ventana, es la creación más
perfecta de Dios.
—Te he deseado durante tanto tiempo, Eden. Y sé que ahora mismo crees que
también me deseas. Me doy cuenta que soy un tonto por fingir que esto es real; que de
alguna manera esto podría durar más allá de esta noche. Así que, voy a pedirte esto…
recuérdame. Solo inténtalo, incluso cuando todo pensamiento sobre mí se borre.
Recuérdame cómo te recordaré por el resto de mi torturada existencia. Recuerda que
yo…
Pongo un dedo en sus labios ardientes por el beso y me acerco tan cerca que
puedo sentir su corazón inhumano acelerado.
—¿Cómo podría olvidarlo?
Su boca se aplasta contra la mía al mismo momento en que me levanta del suelo
y me pone en la cama. El movimiento es tan suave y tan rápido que ni siquiera me doy
cuenta de lo que sucedió hasta que estoy de espaldas y él está lamiendo un rastro desde
mi cuello hasta mis senos. Succiona un pezón en su boca y luego me muerde, aplicando
la presión suficiente para que escueza tan bien que me tiemblan las rodillas. Recorro con
mis dedos su cabello y siento la luz del sol contra las puntas de mis dedos. Levanta la
cabeza y me lanza una sonrisa maliciosa, sabiendo exactamente el efecto que tiene, antes
de bajar la boca para tomar mi otro pezón.
Me chupa. Me muerde. Sus mordiscos se dirigen hacia mi estómago y extiende
mis muslos para colocarlos sobre sus hombros, y luego su lengua me folla. Agarro las
sábanas y me inclino fuera de la cama cuando la primera ola de orgasmo se afianza. Lo
siento en mis caderas, en las partes más profundas de mi vientre y en mis piernas. Y con
Lucifer consumiéndome vorazmente sin detenerse para dejarme recuperar el aliento, las
olas siguen viniendo, siguen chocando contra mi sexo hipersensible. Alterna entre
chupar mi clítoris y meterme la lengua en lo profundo dentro de mí hasta dejarme en
carne viva y prácticamente suplicarle que se detenga. Cuando estoy peligrosamente al
borde una vez más, finalmente levanta su cabeza de entre mis piernas y me da una
sonrisa maliciosa.
—Tal como me lo imaginaba. 106
Mi corazón todavía está acelerado.
—¿Qué?
Se lame los labios.
—Sabes a pecado.
Luego se vuelve a hundir entre mis muslos y me lame ávidamente otra vez. Hasta
que mis rodillas tiemblan violentamente y grito obscenidades a los cielos, maldiciendo
al Diablo por hacerme correrme tan fuerte que veo estrellas.
—No he terminado contigo —gruñe empujándose sobre sus rodillas.
Aguanto la respiración a medida que lo veo agarrar su rígido grosor en su palma
y bombear lentamente. Mi boca se seca. Se ve tan poderoso, tan feroz cuando me mira,
observándome observarlo. Y cuando alinea esa hermosa polla para presionarse contra
mi entrada con tanta ligereza, siento que puedo desmayarme por la anticipación.
—Última oportunidad —dice ásperamente—. Dime que no. Dime que me
detenga. Dime que no me quieres dentro de ti, llenándote, follándote tan bien que me
sentirás en tus sueños. No podremos volver atrás después de esto. ¿Entiendes eso? No
podemos volver.
Me levanto sobre mis manos para que así pueda ver la certeza en mis ojos.
—Quiero esto. Creo que siempre he querido esto. Solo tenía demasiado miedo
de admitirlo. Lucifer, ya no tengo miedo. De ti, de mis sentimientos. No estoy asustada.
Se empuja lentamente y jadeo ante la sensación de él estirando mis paredes,
entrenándolas para que lo tomen, lo aprieten. Recordándolo. Cada centímetro grueso
me hace pedazos, y cuando se entierra por completo, ya estoy temblando.
Se queda inmóvil y solo nos miramos el uno al otro, al lugar donde nuestros
cuerpos se fusionan, maravillados por la forma en que encajamos tan perfectamente.
Una mano cubre mi mejilla y lleva su boca a la mía, besándome profundamente. La otra
se desliza por mi muslo para agarrar mi culo. Y entonces…
Entonces se mueve.
Al principio lentamente, pero la forma en que gira sus caderas, curvando su
cuerpo y, como resultado, curvando su polla, llega a todos los puntos correctos. Cada.
Maldito. Punto. Lugares que ni siquiera sabía que existían. Él sabe lo que está haciendo.
Solo se permite a sí mismo rozar mi dulce centro para que así podamos prolongar esto
hasta lo último. Pero es suficiente… simplemente suficiente para hacerme gemir en su
boca mientras me folla en un estado de euforia.
Aleja su boca de la mía para succionar un pezón en su boca, sin romper nunca su
ritmo. Paso mis dedos por su cabello iluminado por el sol y él sonríe contra mi pecho y
me mira. 107
—¿Qué? —canturreo al final de un gemido.
Embiste profundamente, casi saliendo hasta la punta, y luego hundiéndose por
completo en mí.
—Cuando haces eso… eh —dice él—. Se siente… bien. No te detengas. Nunca
nadie me toca. Así no. Sigue… sigue haciéndolo. Tócame.
Paso mis manos a través de las hebras sedosas otra vez, acariciándolo de una
manera tan suave, casi casta, mientras él empuja contra mi vientre mojado. Esperaba
una bestia. Un demente enloquecido por el sexo que rompe las cabeceras de las camas y
desgarra las sábanas en jirones. Esto es tan diferente a lo que me mostró en ese baño.
Tan diferente a la forma en que fue con Kairo y esa mujer. Es considerado, vulnerable.
Casi como si… me estuviese haciendo el amor.
Algo se retuerce en mi pecho, pero apenas registro el dolor a través del intenso
placer recorriendo mi cuerpo. Es en lo único que puedo enfocarme. Todo lo que importa
en este momento. Sé que hay algo allí, algo que se supone que debo saber. Pero cuando
él se hunde tan profundo, tan, tan profundo, y luego retuerce sus caderas, ni siquiera
puedo recordar mi propio nombre.
Acelera su ritmo y el agarre en mi culo se aprieta. Su otra mano levanta mi pierna
para descansar sobre su hombro. En esta posición, no hay límite para la profundidad de
su polla dentro de mí. Puedo sentirlo todo, hasta el último centímetro, y oh Dios mío,
Dios mío, oh Dios mío.
—Háblame, Eden —gruñe, con la mandíbula apretada—. Háblame. Dime lo
bien que se siente tenerme empujando dentro de ti.
Levanto la mano para tocar sus labios y él chupa un dedo en su boca.
—Me haces sentir… tan… tan… oh Dios… —digo, mi voz temblando—. Te
deseo. Más profundo. Más fuerte. Más rápido. Hazme tuya, lucifer. Lléname con tu
pecado.
Embiste más profundo, más duro, más rápido, justo como le pedí. Sus ojos se
cierran como si mis palabras fueran una droga y le estoy dando la solución que su cuerpo
anhela. Puedo ser eso para él. Puedo ser lo que él necesite que sea. Porque cuando lo
miro, obsesionado por el orgasmo que se arrastra por su espalda, no hay nada en la
Tierra que importe más.
Otra punzada en mi pecho y jadeo. Esta vez lo sentí, removiéndose con una
emoción desconocida. Lucifer lo lee como placer y acelera sus empujes.
—Te necesito. —El tormento en su rostro casi ralentiza mis propios
movimientos, pero se siente demasiado bien como para detenerme ahora—. Te necesito
tanto, Eden. 108
Me levanta para terminar montándolo a horcajadas, poniéndonos cara a cara.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello para estabilizarme a medida que me castiga
a fondo. Me encuentro con cada empuje, cada giro de sus caderas en mi vientre y aprieto,
necesitándolo aún más profundo. Puedo sentirlo hincharse, un preludio al orgasmo que
sacudirá los cielos y abrasará al mundo con su fuego infernal. Lo quiero. Quiero todo
de él, cada semilla malvada abrasando mis entrañas con su nombre. Necesito que me
haga suya.
Estoy tan cerca que la intensidad de mi orgasmo comienza a drenar lo que queda
de mi fuerza. Abro la boca para gritar su nombre, pero él lo traga, avivando mi agonía
con su lengua. Luego me folla despiadadamente, clavándome sobre su polla mientras
persigue su propio clímax. Me folla como me odia, como me ama, como si este es
nuestro último día en la Tierra.
Inhalo. Exhalo.
Y entonces me rompo en un millón de diminutas motas de felicidad
resplandeciente.
Con sus brazos envueltos alrededor de mi espalda, sus manos aferrándose a mis
hombros, se corre dentro de mí, y en ese espléndido espacio de consuelo, el mundo
desaparece. Estamos navegando a lo largo de un mar de estrellas brillantes, envueltos en
remolinos de púrpura, obsidiana y verde azulado. Aquí no hay aire, solo él llenando mis
pulmones, bombeando a través de mis venas y latiendo en mi pecho. Él y yo somos los
únicos en este universo, viviendo únicamente el uno para el otro y para este momento.
No hay explicación para lo que es esto. Ni rima o razón para justificar lo que
estamos haciendo. Con mi resbaladiza locura entre mis muslos y el caos todavía
temblando a través de su polla, no somos solo una historia de advertencia. Somos
leyenda.
Me recuesta suavemente sobre la cama, teniendo un cuidado especial con mi
cuerpo frágil. Espero que se acueste a mi lado, pero en cambio, coloca su cabeza en mi
estómago, su oreja en mi ombligo como si… ¿escuchara?
—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mi voz ronca y somnolienta.
—¿Por favor? Solo un momento.
Sé lo que está pidiendo, y es absolutamente la cosa más dulce que he escuchado.
Lucifer cubre nuestras piernas con el edredón mientras juego con su cabello.
Todo está en silencio, a excepción de los ruidos estridentes de los clientes del bar afuera
de nuestra ventana. Ni siquiera había notado el ruido. No fui exactamente callada con
él, y sorprendentemente, él tampoco fue callado. Decido que me gusta eso. Me gusta
saber que le he provocado un placer tan inmenso. No se contuvo. No fue a ese lugar de
frialdad y desapego. Me mostró su rostro, su verdadero rostro, y lo que vi fue hermoso. 109
—Esta es la primera vez.
Mi mano se detiene en su cabello.
—¿Qué?
—Que estuvimos juntos. Esta fue nuestra primera vez. Antes… en el baño de la
casa de Irin, fue una ilusión.
Retomo mis trazos suaves, con una sonrisa contenta en mi rostro.
—Se sintió real.
—Lo sé. Puedo hacerte sentir lo que sea que quiera… manipular tus
pensamientos, tus recuerdos.
—¿Eso es lo que hiciste esta noche? ¿Justo ahora?
Se da vuelta, su cabeza aun descansando sobre mi abdomen. Su rostro está
enrojecido y sus ojos están vidriosos de agotamiento. Se ve relajado, aliviado. Como si
se necesitara un gran esfuerzo para mantener la fachada todo este tiempo.
—No. Ese era… ese era yo. —Se acerca para agarrarme de la mano que aún juega
en su cabello y besa mi palma—. Todo de mí.
—¿Sin trucos?
—No contigo. No los necesito.
—Estás muy seguro de ti mismo.
Se ríe y lo siento en mi vientre.
—¿No debería?
Sonriendo, reanudo entrelazando mechones de cabello alrededor de mis dedos.
—Sí. Deberías.
—Jamás alteraría tu mente o tus emociones de esa manera. Ya no.
—Me alegra escucharlo. Voy a considerar lo mismo —bromeo.
Cierra sus ojos adormecidos y suspira.
—Quiero más. Quiero mucho más de ti… mucho más contigo. Pero nos estamos
quedando sin tiempo.
Miro hacia la ventana. Todavía está oscuro, pero supongo que el amanecer
llegará pronto.
—Tenemos todo el tiempo del mundo.
Él sonríe, pero puedo decir que hay un toque de tristeza, incluso con esos 110
radiantes iris ocultos.
—Me hace feliz que pienses eso. —Luego besa mi vientre desnudo.
Miro su apacible rostro hermoso, cautivada por su belleza etérea. Nunca soñé
que podríamos estar así. Ni siquiera comprendía que lo había esperado. Pero ahora que
estamos aquí, no sé cómo podría desear otra cosa más por el resto de mis días.
Después de unos momentos, su respiración se vuelve pesada y larga, y me doy
cuenta que Lucifer se ha quedado dormido. Duerme. Recuerdo que me dijo que nunca
lo hacía, como si el acto fuera físicamente imposible para él. Pero aquí está, durmiendo
profundamente contra mi estómago.
Me acerco para jalar el edredón un poco más alto, cuidando no perturbarlo. Y
luego cierro mis propios ojos, la pesadez de los orgasmos múltiples chocando contra mis
párpados.
Pero antes de quedarme dormida, una sensación molesta tira de mis entrañas.
Se supone que debo recordar.
Algo.
Alguien.
Se supone que debo recordar.
Capítulo 12

E
scucho música.
Es débil, haciéndome creer que viene de fuera. Esa es la belleza
de Nueva Orleans. Siempre hay música, incluso en mitad de la noche.
Pero cuando mis párpados pesados se abren lentamente,
encuentro que es de día. Y el reloj de la mesita de noche indica las 9:06.
Sin embargo, eso no es lo que me hace sentarme de golpe como si mi almohada
estuviese en llamas. Es el hecho de que esta no es mi almohada en absoluto. Esta no es
mi cama. Y estoy desnuda.
111
Estoy en la habitación de Lucifer.
Estoy jodidamente desnuda en la puta cama de Lucifer.
—¡Mierda! —gruño, mis ojos ahora abiertos fijándose en la ropa esparcida en el
suelo. Mis bragas. Mis malditas bragas. Oh Dios mío… oh Dios mío. ¿Qué pasó? ¿Cómo
llegué aquí?
Hago un inventario de mi cuerpo y encuentro que no hay marcas o heridas
defensivas. Una parte de mí se siente aliviada de que él no me hubiera forzado, pero la
otra parte… ni siquiera puedo lidiar con el escenario alternativo.
Vine aquí de buena gana.
Me quité la ropa de buena gana.
Me metí en su cama y lo más probable es que me lo follé de buena gana.
Tiene que haber una explicación para esto, algo perfectamente lógico que se
aclarará tan pronto como lo vea.
Pero lo sé. Lo sé.
Estoy dolorida internamente, pero con ese tipo de dolor después del sexo. El tipo
de dolor que te hace querer apretar los muslos y contraer los músculos internos solo para
sentir el fantasma de la plenitud. Mis labios están hinchados y mis pezones aún están
erizados de ser chupados.
¿Cómo?
Esto no tiene ningún sentido.
—Piensa, Eden. Piensa —digo en voz alta.
Lo repaso todo en mi mente, aunque los detalles son confusos, como si estuviera
evocando mis recuerdos a través de una bola de cristal. Recuerdo vestirme, arreglarme
el cabello y maquillarme. Luego nos dirigíamos a algún lugar, pero no recuerdo la
dirección ni el destino, como si estuviera envuelto en la sombra. Todo está en blanco
desde allí. Sin embargo, hay cosas… una caricia a lo largo de mi mejilla. Mis dedos
corriendo a través de hebras sedosas. Una punzada de dolor en mi pecho.
No puedo ver los recuerdos, pero puedo sentirlos. Duran solo un segundo, y
entonces se van, como si tal vez no me pertenecen en absoluto.
Se acercan unos pasos y me apresuro a cubrir mi cuerpo desnudo. Obviamente
estoy desarmada y no puedo estar segura de quién o qué me encontrará.
La puerta se abre y Lucifer entra con una bandeja de comida. Mi estómago se
revuelve, pero no es por hambre.
112
—Pensé que podrías estar hambrienta. —Coloca la bandeja a mi lado en la cama.
Su sonrisa es deslumbrante, su ropa luce fresca, aunque los vaqueros y la camiseta
negra son mucho más informales de las opciones que suele optar. Incluso su cabello se
ve diferente, como si ni siquiera se molestara en peinarlo. Se ve… feliz. Rozagante.
Normal.
Me pellizco. Duro.
—¡Mierda! —maldigo, frotando mi piel donde ya se está formando un moretón
rojo. De acuerdo, no es un sueño. Entonces tal vez he sido aspirada a un extraño
universo paralelo donde este no es realmente Lucifer, y no soy una cazadora de
demonios Nephilim—. ¿Quién eres? —pregunto, incapaz de apartar la vista de esta
versión rara del amo del Infierno.
—Uh, Lucifer —responde, mirándome con suspicacia.
—¿Y quién soy yo?
—Eden, estás…
—¡Mierda! —Así que soy Eden—. ¿Todavía eres… ya sabes… el Diablo?
Hay sombras en su mirada, y la sonrisa radiante que acababa de tener desaparece.
Está bien, tal vez tengamos los mismos nombres en este universo y…
—Sí. Lo soy. Tú lo sabes.
Maldita sea.
Me quedo sin explicaciones, lo que solo me deja con el escenario obvio.
—Estoy desnuda. En tu cama. Estoy desnuda en tu cama. ¿Qué carajo pasó?
Justo ante mis ojos, su expresión se vuelve fría e impasible, y la luz se desvanece
en su mirada.
—¿Qué crees que pasó?
—No lo sé. No recuerdo. Pero… oh Dios mío. ¿Lo hicimos… lo hicimos anoche?
Lucifer resopla con un suspiro agravado.
—¿Lo hicimos? ¿Quieres decir, si follamos?
—Sí. —Apenas puedo ahogar las palabras—. ¿Me… me follaste?
Lucifer se encoge de hombros.
—Te follé, me follaste, nos follamos entre sí, bla, bla, bla. Sí, follamos.
Me cubro el rostro con las manos, luchando contra las lágrimas confundidas y
frustradas. ¿Por qué no puedo recordar? 113
—No puedo creer… oh Dios. No puedo creer lo que he hecho. Y contigo. Tú, de
todas las personas. ¿Qué tan estúpida puedo ser? ¿Cómo? ¿Cómo pasó esto?
—Bueno, primero me arrancaste los pantalones y comenzaste a chuparme como
si fuera una paleta el 4 de Julio. Luego lamí tu coño hasta que te corriste en mi boca.
Dos veces. Y después me follé tu apretado y pequeño agujero hasta que casi estabas
llorando.
Sacudo la cabeza furiosamente.
—Para. No quiero los detalles. Solo dime cómo.
Pero ignora mi petición y continúa recitando cada detalle sucio.
—Lo admito, sabes cómo chupar una puta verga. Y también sabes jodidamente
bien. No soy un gran fanático de las escandalosas, pero mi polla tiembla de solo pensar
en cómo gemiste y me rogaste más. Lo único que lamento es no follarte por el culo. Por
cierto, tienes un culo maravilloso. Creo que lo habrías disfrutado.
—¡¿Quieres parar?! —grito—. Dime cómo llegué aquí. ¿Me drogaste? ¿Lanzaste
algún tipo de hechizo malvado sobre mí? Esto no es jodidamente divertido, Lucifer.
Sabes que no hay manera de que me hubiera acostado contigo.
—¿Quieres la verdad? —Levanta una ceja.
—Sí.
—De acuerdo. Fuimos a una fiesta organizada por un Oscuro. Bebiste mucho
champán que estaba enlazado con un encantamiento de Aurora que es una Orexis. El
asunto de los Orexis es la magia del deseo. Te dije que te detuvieras, y no lo hiciste.
Luego dejaste que unos completos extraños te manosearan y tuve que evitar que tuvieras
un trío en público. Después de eso, me besaste y me rogaste que te folle.
Soltando un gemido de derrota, dejo que mi cabeza caiga hacia la cabecera. Tan
extravagante como suena, ¿qué otra explicación podría haber? Y la magia Orexis, sea lo
que sea esa mierda, no es la cosa más ridícula que he escuchado hasta ahora.
—Así que, me drogaron. O me hechizaron o lo que sea. Y este deseo mágico…
hizo que no pudiéramos controlarnos, ¿verdad? ¿Como si no podíamos parar lo que
estuviéramos haciendo, incluso si lo intentáramos?
Estoy intentando darle sentido a esto. Necesito darle sentido a esto.
Lucifer pone los ojos en blanco.
—Seguro.
Sacudo la cabeza una vez más.
—No podemos… no podemos decirle a nadie. Ya es bastante malo que haya 114
ocurrido, pero si se supiera… si el Se7en o, oh carajo, si Legion lo descubriera, no lo
entenderían. Incluso aunque nos hechizaron, todos me odiarían aún más de lo que ya lo
hacen, y ya tengo suficientes problemas para vivir con lo que hice. No puedo soportar
también su decepción.
Lucifer resopla una carcajada.
—No hay problema. De todos modos, no es gran cosa. No es como si fuera a
grabar cada detalle salaz en mi diario. —Toma la bandeja de comida y se gira hacia la
puerta—. Oh, y si pudieras retirarte de mi cama, sería genial. Me gustaría cambiar mis
sábanas.
La puerta del dormitorio se cierra de golpe detrás de él con una ráfaga mística de
viento. Segundos más tarde, hay un crujido ensordecedor y el sonido de cristales rotos y
cubiertos tintineando.
Mis rodillas se sienten débiles cuando me pongo de pie, y requiero de un esfuerzo
considerable para ponerme las bragas. No tengo idea de dónde está mi vestido, así que
agarro la bata afelpada colgando en su baño. Cuando abro la puerta para cruzar la sala
de estar, descubro que Lucifer se ha ido. La bandeja está partida por la mitad, los platos
rotos y la comida y los escombros salpicados en la pared y piso. Mis dedos descalzos
rozan un montón de tela negra que me doy cuenta que es mi vestido, así que lo levanto
y escapo rápidamente a mi habitación. No tengo idea de cuándo regresará Lucifer, y no
quiero estar cerca de él cuando regrese. Ya he sido lo suficientemente humillada por un
día.
Estoy tan aturdida y abrumada que me meto en la cama con mi bata prestada y
las bragas de la noche anterior. Solo para distraerme, levanto el control remoto y recurro
a hojear los canales del televisor montado en la pared de mi habitación. No quiero pensar
en lo que he hecho porque si realmente me concentro en esos recuerdos fracturados, la
culpa sería lo suficientemente palpable como para estrangularme.
Tuve relaciones sexuales con el Diablo.
Y según él, me gustó.
No solo traicioné a Legion cuando más me necesita. Fui contra cada fibra moral
que tenía y abrí mis piernas voluntariamente a Satanás. ¿Qué dice eso de mí? Quiero
decir, sé que no soy la imagen de la virtud, pero ¿Lucifer? ¿El gobernante de todo mal?
¿Quién hace eso?
Tal vez sea magia Oscura residual o permanecer despierta toda la noche haciendo
Dios solo sabe qué, pero estoy agotada. Mis extremidades están adoloridas, y hay un
dolor irradiando entre mis piernas que probablemente podría necesitar una dosis de
analgésico. Después de mirar Food Network en blanco, sucumbo a dormir. Y dormir da
la bienvenida a un sueño…
115
Es demasiado brillante aquí.
Luces fluorescentes, paredes blancas, y nada más. Bajo la vista y veo que estoy
vestida del mismo color. Hay tanto de ello que lastima mis ojos, y aunque parpadeo
contra ello, la esencia misma de su dureza se graba en mis párpados. Intento proteger
mis retinas con mi mano, pero encuentro que mis brazos están restringidos, así como
mis piernas. Doy otro tirón y aun así las correas de cuero no ceden ni un milímetro.
Estoy atada a una cama que es más como una mesa. Es dura e implacable en mi espalda.
Lucho contra ellas usando todas mis fuerzas, pero no sirve de nada.
Estoy soñando. Lo sé, pero esta vez es diferente. Ya no soy solo una espectadora,
buscando migas de pan. Estoy en esto. Y no puedo salir.
Hay un olor extrañamente fuerte que escuece mi nariz, como lejía y productos
químicos.
Las paredes blancas estériles y las luces brillantes. El olor nocivo a productos de
limpieza severos. La mesa dura y las correas.
De hospital. Estoy en un hospital.
Escucho gritos histéricos en la distancia, el tipo de grito que te hela la sangre y
habla de horror, miedo y agonía inimaginables. Lo siento. El sonido se dispara
directamente en mí, hasta mis huesos. De qué dolor debe haber nacido. ¿Cómo puede
alguien soportar tanta miseria?
Un sonido de gorgoteo y luego se detiene, silenciado de golpe como si la persona
se hubiera desmayado.
O peor. Sé que es peor.
Debería estar aliviada. Quienquiera que haya sido ha sido liberado de su
sufrimiento.
Pero cuando los gritos se reanudan, el temor vuelve a sacudir mis entrañas.
Porque esta no es la misma voz. Ahora es el turno de alguien más para ser torturado.
Otra vez, el lamento escapa estrangulado de la garganta de la víctima. Pero sé
que no ha terminado. Sé que en pocos minutos comenzará de nuevo. Y ese grito sonará
más cerca. Y los que vengan después estarán más cerca que el anterior. Hasta que esté
justo en la habitación de al lado.
Hasta que soy yo quien grita.
Cinco. Cuento cinco gritos separados, cada uno creciendo en intensidad.
Viniendo hacia mí. Persiguiéndome.
Tengo que salir de aquí. Ahogo mi miedo y trato de concentrar toda mi energía
mental más allá de esta pequeña habitación blanca. Tal vez si puedo introducirme en la
mente de quien está infligiendo todo este dolor, puedo hacer que se detengan. Puedo
obligarlos a girar sus métodos de tortura hacia sí mismos y poner fin a todo esto. 116
Pero sé que no puedo.
Porque sé que el villano en mi sueño es el demonio que tengo que salvar.
Incluso si no hay nada que valga la pena salvar.
Aun así, lo intento.
Empujo a través del hormigón, la madera y el yeso, y alcanzo un núcleo de
conciencia. Esa pequeña chispa de él que todavía tiene que estar allí. Pero entonces todo
se vuelve completamente oscuro. No. No solo oscuro. Vacío. Sin embargo, el vacío es
palpable, incluso pegajoso. Se aferra a mí, como si supiera que estoy allí, y empuja de
vuelta. Intento retroceder. Pero la negrura pegajosa está en todas partes, aferrada a mi
poder como una docena de sanguijuelas. Estoy atrapada e indefensa, completamente a
merced de él… de ellos. Todo lo que puedo hacer es quedarme allí acostada y esperar a
que me liberen. O me encuentren.
Comienza otra ronda de gritos, y me acuesto y escucho con lágrimas corriendo
por mi rostro. Número seis. Ya sé quién será el número siete.
Aún peor que eso, sé exactamente el destino que sufriré. Porque como estoy
atrapada en el lodo negro, seré testimonio del tormento, como si quisieran que lo vea.
Quieren que lo vea.
Ven a ver, susurra una voz en mi oído.
Y no puedo cerrar mi mente y evitar mirar… sentir. No puedo hacer que se
detengan.
Es solo una niña, quizás unos años más joven que yo. Su cabello castaño es opaco
y espeso, como si no hubiera sido lavado en semanas. Sin embargo, su piel pálida es casi
tan blanca como su ropa. Tal vez no ha sentido el sol en su rostro en meses, tal vez años.
Y nunca lo hará otra vez.
Levanta la vista con horror a medida que su camisa es arrancada de su cuerpo,
revelando unos pequeños pechos y pezones de color rosa claro. No tiene forma de
cubrirse a sí misma; también está atada a la mesa. El extremo afilado de una hoja se
encuentra con la parte superior de su vientre, justo entre sus pechos. Y comienza. Él,
ellos, comienzan a tallar.
Sangre roja brillante se acumula en la mesa dura mientras Legion se toma su
tiempo para acertar todos los símbolos. Cada línea y curva es perfecta a medida que
corta su cuerpo para crear los caracteres Demoori Sheol que ahora están grabados en mi
memoria. Cuando finalmente termina, le quita las lágrimas con suavidad, manchando
su rostro con sangre, luego deshace sus correas. Él la deja ir.
Una pequeña pizca de esperanza comienza a florecer dentro de mí. Tal vez llegué
a él. 117
La chica está herida, pero puede ser salvada. Y si puedo empujar más profundo,
más duro, tal vez nadie más tendrá que morir. Podemos terminar esto aquí mismo.
Él le entrega el cuchillo, y esa esperanza se desinfla. ¿Qué está haciendo? No.
¡No! Quería que se detenga, no que se sacrifique. Pero me doy cuenta rápidamente que
estoy equivocada en todas las cuentas. Porque la niña con los símbolos Demoori Sheol
tallados en su vientre presiona la hoja contra su garganta y casi se decapita con un solo
tajo profundo. La sangre salpica por todas partes, pintando la habitación blanca y estéril
de color rojo intenso. Me muerdo la lengua para no gritar.
Ahora viene por mí. Aunque sé que esto es solo una pesadilla, no puedo evitar el
temor que inunda mi sistema y aprieta mi interior como una prensa.
Cuento los segundos hasta que escucho que se abre la puerta. Aguanto la
respiración a medida que escucho sus pasos acercándose. Y mis ojos se ensanchan
cuando él aparece ante mi vista.
Legion.
Mi Legion fuerte, oscuro y devastadoramente hermoso.
Pero no es él. Ya no.
Sus ojos no se arremolinan con plata, iluminados por las mismas estrellas que
resplandecen en el cielo nocturno. Son completamente negros y vacíos. Y no me mira
como si fuera su sol y su luna. Es como si no me viera en absoluto. Su sonrisa está mal,
su marcha está mal, todo en él está mal.
Este no es el demonio que amo. Este es Los Muchos.
—Hola, pequeña —susurran. Esa voz escalofriante… la forma en que se arrastra
por debajo de mi piel. Es la cosa más aterradora que he escuchado.
Mi primer instinto es rogar, suplicar. Pero eso no me hará ningún bien. Eso solo
los alimentará. Encuentran placer en la debilidad humana. Y no soy humana.
—Déjalo ir —exijo, reuniendo toda mi resolución.
Se ríen, esas voces de múltiples capas juntándose para arañar mi espina dorsal.
Desenvainan una cuchilla y la sostienen contra mi pecho. Luego, uno por uno, sacan
cada botón de mi camisa blanca hasta que estoy expuesta. Tiro contra las restricciones.
—Te mataré —siseo—. A todos ustedes. Cada uno de ustedes. Los mataré yo
misma.
Los Muchos giran la hoja en su palma antes de bajar el cuchillo contra mi piel.
Sonriendo, trazan mi pezón lentamente con la punta afilada. Tengo que tragar la bilis
para evitar ahogarme con ella. 118
—Qué muchacha más bonita —reflexionan de manera enfermiza—. Tus
entrañas probablemente son igual de bonitas, ¿no?
Luego, sin previo aviso, rasgan mi pecho con el filo de la hoja, haciéndome gritar.
Lucho por mantener la compostura, pero verlos acercando el cuchillo a sus labios, esos
labios que soñé con volver a besar, y saborear mi sangre me deshace por completo.
Cierran los ojos y dan un gemido de aprobación.
—Mmmm, podemos probar al Serafín en tu sangre. Vamos a disfrutar contigo —
murmuran—. Cada pedazo y cada gota. No llores. Tu amado también se dará festín.
Mi amado.
Él todavía está allí, sigue vivo dentro de Los Muchos.
Mi cabeza está latiendo con fuerza, pero intento empujar contra la oscuridad
pegajosa, gastando toda mi fuerza mental. La sangre gotea de mi nariz y se arrastra en
mi boca, pero ni siquiera pruebo el sabor metálico por encima de la amarga ira en mi
lengua. No van a quedarse con él. No van a quedarse conmigo.
Hay un pequeño punto de luz dentro de la oscuridad, pero está fuera de mi
alcance. Parpadea, su resplandor desvaneciéndose como una estrella moribunda. Mi
Legion. Tengo que alcanzarlo, incluso si toma cada onza de mi poder. Incluso si es lo
último que hago. Si puedo tocarlo y hacerle saber que estoy aquí y que estoy luchando
por él, tal vez sea suficiente para traerlo de vuelta.
A Los Muchos les gusta mucho torturarme… tocarme. Presionan el cuchillo
contra mis pechos y mi torso, solo lo suficiente para romper la piel y ver cómo se
acumula mi sangre. Han pasado de lamerla al limpiarla de la hoja y ahora simplemente
se inclinan para chuparla directamente, tomándose un tiempo adicional alrededor de
mis pezones. Mi piel está hormigueando en repulsión y siento que puedo vomitar, pero
simplemente cierro los ojos, negándome a reconocer el dolor y la humillación. Están
siendo conducidos a la distracción por su sed de sangre, y yo soy el plato principal. Pero
así puedan cortarme hasta el hueso, no me detendré. Esta puede ser la única oportunidad
que tengo.
Los Muchos continúan ahora cortándome los pantalones y al ver mi piel
desnuda, su emoción sirve como la oportunidad que necesito para acercarme a ese
pequeño rayo de luz. Cuanto más me acerco a él, más parpadea, como si también
estuviera utilizando toda su fuerza para hacer contacto. Estoy tan cerca… tan cerca que
puedo sentir el calor de la luz de las estrellas. El escozor de los nuevos cortes a lo largo
del interior de mis muslos no es nada comparado con la necesidad dolorosa de
alcanzarlo. Sé que la luz es Legion. Tiene que serlo. Y cuando siento que los dedos
manchados en sangre de Los Muchos acarician mis pliegues delicados, lo arrojo todo
hacia él. El dolor, la vergüenza, la rabia, lo uso todo para estirarme lo más que puedo,
transformándome en una flecha y hundirme directamente en el corazón de esa luz.
119
Descarto el dolor y se lo entrego todo a él, porque él es mucho más importante que mi
carne y hueso. Sangro por él. Y espero desesperadamente que mi sacrificio sea suficiente
para darle vida.
Los toques se detienen. El cuchillo cae al suelo. Y cuando abro los ojos, lo veo.
Legion. Pero no es él. No como lo recuerdo. No como debería ser.
Su piel es cenicienta, sus mejillas huecas. Hay círculos de color púrpura oscuro
alrededor de sus ojos, que lucen planos y sin vida. Sus labios están secos y agrietados, y
hay lesiones por toda su piel.
Se está muriendo.
—Eden —susurra, su voz ronca como si hubiera estado gritando durante horas,
tal vez días—. Eden, lo siento… lo siento mucho.
Se apresura a deshacer las restricciones y levanta mi ropa destrozada, pero está
tan débil y maltratado que las tareas parecen agotarlo. Me incorporo rápidamente sin
tener en cuenta mis propias heridas y tomo su rostro entre mis manos.
—¿Qué te han hecho? —Mis labios tiemblan y mi voz se convierte en un
sollozo—. Legion… ¿qué te han hecho?
Traga con gran esfuerzo.
—Luché. Todos los días, cada vez, luché para detenerlos. No puedo… hacerlo
más. Por favor. Solo termínalo. Termina todo ahora.
Sacudo la cabeza furiosamente.
—No. No, no puedo.
—Puedes. Solo… usa tu luz. Toda ella. Termina esto ahora. No puedo… no
puedo aguantar mucho más. No puedo dejar que lastimen a nadie más.
—No lo haré —lloro. Lágrimas teñidas con sangre seca corren por mi rostro—.
Tienes que quedarte conmigo. Por favor. Solo quédate conmigo un poco más. Te
encontraré, lo juro. Simplemente no te rindas. Por favor.
Lo atraigo más cerca, soportando su peso cuando su cuerpo se hunde con el
agotamiento. Presiona su mejilla contra mi cabeza y envuelve sus brazos alrededor de
mi cuerpo semidesnudo, sosteniéndome con la poca fuerza que le queda.
—He vivido mucho tiempo —murmura en mi cabello—. Está bien. Está bien, mi
amor. Puedes hacerlo. Estaré bien.
Lloro contra su pecho, notando la sensación de los huesos donde una vez fueron
montículos de músculos.
—Pero ¿qué hay de mí? ¿Qué hay de mí? Porque no estaré bien. ¿Lo entiendes? 120
Si te vas, no estaré bien.
—Lo estarás —susurra antes de besar la parte superior de mi cabeza—. Vivirás
una vida larga. Encontrarás la felicidad y el amor, de la clase que mereces. De la clase
que siempre he querido para ti.
Sacudo la cabeza, sin querer escuchar nada de eso.
—No es justo. Acabo de encontrarte. Necesitamos más tiempo. Necesitamos más
tiempo.
Levanta mi barbilla para mirarlo y me da una sonrisa dolorosa. Las lágrimas
brillan en sus ojos.
—Mi amor por ti vivirá por la eternidad, campeona. Puedo perecer, pero mi
amor… seguirá siendo inmortal.
Presiona sus labios contra los míos, y juro que siento un destello de luz
implosionar dentro de mi pecho, disparando rayos plateados de polvo de estrellas en mi
torrente sanguíneo.
Mis párpados se cierran, y me derrito contra él, desesperada por tocar más, por
probar más, pero no es suficiente. Nunca habrá suficiente tiempo, nunca suficiente de
esto por el resto de mis días. Así que incluso si tenemos meros segundos o milenios,
jamás me saciaré de Legion, el demonio que siempre reinará sobre mi corazón.
Cuando abro los ojos, se va. Y estoy sola en mi habitación en The Saint, todavía
envuelta en la bata de baño de Lucifer.
Desenredo el nudo para encontrar manchas de sangre seca en toda mi piel, pero
los cortes se han ido. De todos modos, no importaría. Incluso si los símbolos Demoori
Sheol estuvieran grabados en mi piel desde la clavícula hasta el ombligo, me importaría
una mierda.
Porque Legion está muriendo.
Lo sostuve… lo sostuve en mis brazos. Sentí los últimos remanentes de su calor.
Probé sus lágrimas en mis labios. Me había esforzado tanto para convencerme de que,
con el tiempo, podría estar bien si no pudiéramos salvarlo, pero sé que estaba ingiriendo
mis propias mentiras de mierda. No hay vida sin él en ella. Mi mundo no tiene sentido
si él no existe dentro de él.
No.
Puedo.
Vivir.
Sin.
Él. 121
De alguna manera logro llegar al baño a través de los sollozos sacudiéndome. Al
segundo en que me meto en la ducha para lavarme la sangre, caigo al suelo, mi llanto
paralizándome. Cada onda de dolor es como una onda de choque que atraviesa
músculos y huesos. El dolor en mi pecho ruge, irradiando un vacío tan abrumador que
no puedo respirar. Así es como debe sentirse morir. Y si no supiera que Legion todavía
estaba vivo, sucumbiría a él. Dejaría que esta ola de miseria me inundara y me hundiera.
Ni siquiera lucharía contra ella.
No tengo idea de cuánto tiempo pasa antes de encontrar la voluntad de
levantarme y cerrar el grifo. Mis músculos están débiles, mi garganta está adolorida y
todo lo que quiero hacer es arrastrarme de regreso a mi cama y cerrar el mundo a mi
alrededor. Pero al segundo en que salgo de detrás de la puerta de la ducha, una ráfaga
de miedo eléctrico me devuelve a la realidad bruscamente.
Tres palabras que fueron susurradas por una voz distorsionada e inhumana ahora
están grabadas en el espejo del tocador sobre el vapor acumulado. Y sé en lo más
profundo de mi estómago que fueron más que una invitación para dar testimonio de los
horrores de Los Muchos dentro de mi ensoñación. Eran un mensaje… para mí.
Ven a ver.
Capítulo 13
A
medio camino no espero ver a Lucifer sentado en el sofá en el área de
estar con un libro en sus manos, pero una buena parte de mí se siente
aliviada de que lo esté. Estoy preparada para desahogarme de todo esto:
el sueño, las palabras garabateadas en el espejo empañado, Legion, pero mi resolución
se disipa cuando recuerdo lo que ocurrió entre nosotros hace solo unas horas.
—Entonces, ¿vas a quedarte ahí mirándome? ¿O hay alguna razón para tu
espeluznante acecho?
Ignoro su tono frívolo y me siento frente a él. Todavía no levanta la vista de su
libro. 122
—Tuve un sueño.
—No mierda. También lo tuvo Martin Luther King.
—Un sueño sobre Legion.
—Bueno, eso no es tan inspirador como el del Dr. King.
Pongo mis ojos en blanco. Está de humor, pero no tengo tiempo para su cinismo.
Cualquier otro día, lo aceptaría. Pero después de lo que acabo de presenciar, y lo que
compartimos anoche, no tengo paciencia para las bromas ingeniosas.
—Estaba en un hospital. Pero esta vez, Los Muchos… sabían que yo estaba allí.
No estaba solo viendo las consecuencias. Yo estaba allí. Como si estuviera sucediendo
en tiempo real y yo fuese una de las víctimas.
Finalmente, cierra el libro, pero su expresión es de aburrimiento.
—¿Y cómo sabes que ellos sintieron tu presencia?
—Porque me infiltré en la mente de él, sus mentes.
Sus palabras son afiladas, pero su rostro no revela nada.
—¿Estás jodidamente loca? Podrían haberte matado. O reducido a un jodido
vegetal.
—Pero no lo hicieron, y pude encontrar a Legion. —Me muevo hacia el borde de
mi asiento, esperando que él pueda sentir mi urgencia—. Él todavía está allí, Lucifer. Él
todavía está vivo.
Libera un suspiro molesto.
—¿Y cómo sabes que era él?
—Porque lo vi. Lo toqué. Yo… lo besé.
Mis labios aún arden con el recuerdo de él y llevo mis dedos a mi boca por reflejo.
—Bueno, qué hermoso para ti.
Lucifer abre su libro y reanuda la lectura. Pero mala suerte para él, no me rendiré
tan fácilmente.
—Lucifer, escúchame. Tenemos que hacer algo… ahora. Él está muriendo. Cada
segundo que desperdiciamos, un poco más de él se desvanece. No le queda mucho
tiempo. Y ahora que tenemos una ventaja, debemos enfocar realmente todos nuestros
esfuerzos para encontrarlo. —Levanto la computadora portátil de la mesa de café con
espejo y la enciendo—. Sé que estaba en un hospital, pero no sé dónde. No había signos
distintivos, pero recuerdo las paredes completamente blancas…
—¿Como todos los hospitales en los Estados Unidos? Déjame adivinar, también 123
había camas de hospital. Tal vez un termómetro o dos.
—¿Puedes ser serio por un segundo? —digo, tecleando para abrir Google—. Hice
una lista de todas las muertes que podemos vincular con Los Muchos, o al menos los
demonios que matan en su nombre. Parece que están haciendo un camino desde Nueva
York, donde encontramos el primero, y rápidamente están moviéndose hacia el sur.
¿Qué pasa si seguimos ese rastro y buscamos hospitales no muy lejos del último
asesinato?
—Por supuesto. Déjame reunir la fuerza para que me importe un carajo y estaré
de acuerdo contigo.
—¿Cuál es tu problema? —espeto, levantando la vista de la computadora—. Eres
el que dijo que me ayudarías a encontrarlo.
—Sí, bueno, digo muchas cosas —murmura—. Además, solo te encontraste con
Los Muchos subconscientemente. ¿Realmente crees que no harían huevos revueltos de
tu cerebro si probaras esa mierda en persona? No seas estúpida, Eden.
Mi mandíbula está tensa mientras respondo:
—No estoy siendo estúpida. A diferencia de ti, quiero ser proactiva en lugar de
sentarme sobre mi trasero, esperando que una nueva ola de infierno nos encuentre.
Lucifer se encoge de hombros.
—Bueno, resulta que soy un fanático del nuevo Infierno en lugar del viejo
Infierno.
No estoy llegando a ninguna parte con él, y no voy a dar vueltas en círculos todo
el maldito día mientras él quita el palo de su culo. Solo debería dejarlo. Si él no quiere
ayudar, está bien. Pero no voy a dejar que me trate como a una imbécil por algo que no
recuerdo.
—Vaya. Sabes, pensé que podrías ser un adulto sobre esto. Lo entiendo: anoche
cometimos un gran error, algo que sé que no podemos deshacer. Y si te lastimé de alguna
manera, lo siento. Pero al menos pensé que te preocuparías lo suficiente por tu hermano
como para dejar de lado tu mezquindad por ahora.
Esta vez, cuando ese libro se cierra de golpe, envía un escalofrío por mi espina
dorsal.
—Y ese es tu primer problema. Pensaste que me importaba —escupe Lucifer,
cada sílaba es una pequeña daga para mi alma devastada—. Deseas tanto ver algún
atisbo de bien en mí, igual que lo viste en Legion, que estás olvidando un hecho
importante. Soy el jodido Diablo, Eden. No soy tu precioso L. No voy a cabalgar sobre
un noble corcel y salvar al mundo. No voy a actuar como si el sol se pone y se levanta
sobre tu culo solo porque eres una follada decente. He tenido muchas folladas decentes,
Eden. ¿Y adivina qué? Las he olvidado a todas, al igual que me olvidaré de ti. Deja de 124
decirte que tengo algunas cualidades redimibles internas para que te sientas mejor
chupando mi polla. Yo no soy él. No soy tu novio. No soy nada para ti. Así que
perdóname por no saltar a la oportunidad de sacrificarme con la esperanza de que me
folles de nuevo. Me he comido tu coño. Esa fue la primera y única vez que me pondrás
de rodillas.
Me siento allí, sin parpadear. Y aunque debería sentir rabia por sus palabras
rencorosas, todo lo que puedo sentir es… tristeza.
—No quieres decir eso —le susurro.
Él lanza una risa desdeñosa.
—¿Te escuchas ahora mismo? ¿De cuántas maneras tengo que decirlo? No me
importa una mierda tu corazón roto. En el momento en que esta pequeña misión se
vuelva perjudicial para mí, estoy fuera. Y déjame decirte, que el tiempo está cerca.
—No lo creo.
Mi voz es pequeña. Casi tan pequeña como él está tratando de hacerme sentir.
—Entonces realmente eres estúpida.
Niego con la cabeza, luchando contra el llanto furioso. Odio decirlo, pero había
empezado a confiar en él. Demonios, incluso empezaba a agradarme, probablemente
más de lo que debería. Estos últimos días han sido un infierno sin Legion, pero si no
tuviera a Lucifer a mi lado, no sé qué habría hecho. Me mostró bondad, y en realidad le
creí cuando dijo que mi seguridad era su prioridad. Una vez más, fui engañada por el
lobo con piel de oveja. Y solo me tengo que culpar a mí. Me permití pensar que él era
más que un egoísta y ensimismado imbécil. Me dejé creer que en realidad podría ser mi
amigo.
Realmente soy estúpida.
Jugó conmigo, y me enamoré de las bonitas palabras unidas al bonito rostro. Y
ahora estoy atrapada aquí, a su merced, mientras que el amor de mi vida está
literalmente suicidándose para volver a mí.
A la mierda. Si no quiere ayudarme, entonces está bien. Lo lograré, con o sin su
ayuda.
Me pongo de pie y vuelvo a mi habitación designada para agarrar mis cosas.
Cuando vuelvo a aparecer apenas unos minutos más tarde con mi desordenada mochila,
descubro que Lucifer ha reanudado su lectura como si nada hubiera ocurrido en los
últimos cinco minutos.
—¿A dónde vas? —pregunta, aunque su tono es desinteresado.
—¿Te importa? —Voy al mini bar y atiborro tantos bocadillos caros como puedo
en los bolsillos de mi sudadera con capucha. En silencio lo desafío a decir algo al 125
respecto.
—No. En realidad, no. Pero pensé que te gustaría saber que Nikolai está en
camino. Verás, solo porque no me veas corriendo de un lado a otro, con las armas en las
manos, no significa que no me esté moviendo. Juego ajedrez, no damas. Y cada
movimiento que hago es para proteger a mi reina. Te convendría recordar eso.
—Y ese es el problema, Lucifer. Todavía estás jugando. ¿Te mataría ser real
conmigo para variar? ¿Detenerte con toda la tontería del doble sentido, y ser honesto?
Él medio resopla una risa.
—Fui honesto contigo. Simplemente no lo recuerdas.
Se pone de pie y cruza con gracia la habitación hacia la puerta. Hay un golpe
justo cuando su mano toca el pomo de la puerta.
—Esto no ha terminado —me quejo antes de que él gire el pomo.
—Nunca termina.
Tengo que admitir que me siento tan aliviada de ver a Niko que toda mi gran y
dramática salida está en un segundo plano. Sin embargo, parece que Lucifer no siente
lo mismo.
—¿Qué demonios has hecho? —ruge, lo suficientemente fuerte para que su
timbre se sintiera bajo mis pies.
Mira hacia el pasillo y luego se vuelve hacia mí, y encuentro que sus ojos están
encendidos con furia salvaje. Y algo más. Una mirada que no he visto desde ese día en
la cafetería, cuando nos quedamos de pie hombro a hombro paralizados, observando las
consecuencias del terrorismo en ultramar.
Furioso, Lucifer se hace a un lado y apresuradamente le hace señas a Niko para
que entre. No es hasta que veo quién está detrás de él que empiezo a comprender su
estado de consternación.
El rey y la reina Oscuros son tan hermosos y etéreos como recuerdo mientras
caminan de la mano, y de repente me siento insegura por mi propia apariencia
desaliñada. Dorian está envuelto en un oscuro traje a medida, sus movimientos son tan
fluidos como el agua. Sus ojos azul océano me encuentran inmediatamente, y mientras
no sonríe, algo en su mirada se suaviza cuando cae sobre mí. Gabriella es la perfecta
imagen de la belleza natural y la gracia, en pantalones negros y un suéter ajustado, su
largo cabello ondulado suelto por su espalda. Mínimo maquillaje y joyas, sin embargo,
exuda realeza. Mientras que la expresión de su esposo es mucho más cautelosa, ella me
muestra una sonrisa fácil antes de dejar su lado para venir a envolverme en un abrazo.
—Es tan bueno verte, Eden. 126
Trago a través del nudo en mi garganta y la aprieto, confundida por esta repentina
emoción. Apenas la conozco, pero hay un calor en la reina Oscura que me tranquiliza.
De alguna manera, se siente como familia, considerando lo mucho que Niko me ha
contado sobre ella. Y ella me mostró tanta amabilidad cuando más lo necesitaba
desesperadamente. Es rara como yo, una abominación que no pertenece a un solo
mundo. Eso es algo que los otros no pueden entender completamente.
Pero desafortunadamente, nuestra feliz reunión se ve interrumpida por la
picadura del estado de ánimo de Lucifer.
—¿Qué diablos, Nikolai? ¿Por qué está aquí? ¿Cómo puedes traerla aquí, de todos
los lugares? —Se enfurece, señalando con una mano a Gabriella.
Casi simultáneamente, tanto Dorian como Niko dan un paso adelante, sus
posturas abiertas y sus puños apretados a sus lados. Gabriella se para a mi lado y toma
mi mano.
—Es mi familia —grita Niko, su tono tan frío como el hielo—. El mundo se está
desmoronando, ¿y crees que no los tendría a mi lado? Gabriella insistió en ayudar a
Eden porque eso es lo que hacen los buenos amigos.
—Y donde va mi reina, yo voy —le responde Dorian, con la misma frialdad.
Frustrado, Lucifer se pasa los dedos por el cabello. Mi mano se estremece.
—No entiendes —comienza, negando con la cabeza—. Ninguno de ustedes
entiende. Ella no puede estar aquí. Porque si lo está, será…
—¿Qué? ¿Qué podría pasar? Estás siendo ridículo, Lucifer —desafía Niko.
—No. Te. Hagas. El. Que. No. Sabe. Lo. Que. Esto. Significa —responde
bruscamente Lucifer—. Me dijiste que estaba en Skiathos, lejos de Eden y de toda la
mierda apocalíptica que está pasando aquí. Yo me encargué de esto. Mientras ella se
mantuviera alejada, podría tratar de contener el problema. Podría evitar que se
intensificara más. Ahora… mierda.
Bien, ahora estoy preocupada. Lucifer no se pone nervioso. No pierde el control
delante de otros. A mí, él me enfurece, pero siempre tiene mucho control sobre sus
palabras. Pero al verlo tan preocupado, casi agotado, sé que esto no puede ser bueno.
—¿Por qué no nos sentamos? —sugiero suavemente, con la esperanza de disipar
la situación el tiempo suficiente para que él pueda poner sus pensamientos en orden—.
¿Puedo traerle a alguien una bebida?
Intento vaciar discretamente mis bolsillos de mis bocadillos robados en el bar,
luego recojo algunos vasos. Por suerte, la habitación siempre parece tener mucho
alcohol. Y esto definitivamente parece ser una ocasión para el alcohol.
—Te ayudaré —ofrece Gabriella, antes alejar sus ojos de dos colores de Lucifer. 127
Cuando estamos lo suficientemente lejos de los hombres que se acomodan en los
sillones, ella se gira hacia mí—. ¿Estás bien? —susurra.
Peso sus palabras antes de responder.
—Estoy bien. No me ha hecho daño.
—¿Y confías en él?
No quiero decirle la verdad, aunque sé que ella puede sentirlo en mi vacilación.
—Para lo que lo necesito.
Asiente y se enfoca en servir escocés en vasos.
—Di la palabra, y te llevaré con nosotros. Nos iremos antes de que se dé cuenta
de lo que ha sucedido. Puedes escapar de todo esto. Puedes tener una vida, Eden, una
familia.
Me vuelvo hacia ella con una pequeña sonrisa.
—Gracias. Lo digo en serio. Y si las cosas se ponen peor, puede que te tome la
palabra. Pero por ahora… estoy bien.
Asiente de nuevo, devolviendo el sincero sentimiento.
Nos unimos a la reunión en la sala de estar, colocando los vasos en la mesa de
café. Lucifer lo toma y lo bebe de un trago.
—Entonces, ¿te gustaría explicar por qué estás a punto de cruzar una línea muy
clara que puede terminar en un derramamiento de sangre innecesario? —pregunta
Dorian después de unos pocos latidos. Toma un sorbo de whisky, su mirada
inquebrantable.
Lucifer lo mira, pero no desafía sus palabras. Dorian es un rey, el rey. Y si bien
Lucifer puede tener dominio sobre los muertos malvados, ciertamente no tiene
jurisdicción cuando se trata de los Oscuros, una especie de brujos y brujas elementales
creados por Dios. Para todos los efectos, están en el mismo campo de juego.
—Lo que mi hermano mayor quiere decir es, ¿por qué diablos estás perdiendo el
control por la presencia de su esposa? —interrumpe Nikolai—. Te conozco, Lucifer.
Puedes pensar que eres un actor lo suficientemente bueno para tus aduladores y
seguidores, pero sé lo suficiente sobre ti para reconocer cuando estás preocupado. Y Luc,
estás preocupado. Así que corta la mierda. Dinos qué está mal.
Lucifer niega con la cabeza, su mandíbula contraída lo suficientemente fuerte
como para romper un hueso.
—Si hay un problema, puedo…
128
Dorian levanta una mano, cortando a Gabriella. Aunque no de una manera
despectiva. De una manera que dice, no es necesario ir a ninguna parte. Y puedes estar
jodidamente segura que no necesitas explicarte.
—Querías mi ayuda —comienza Niko—. Me convocaste aquí, aunque dijiste que
era libre. Así que explícate. Al menos me debes eso.
Lucifer se levanta y se dirige a la barra para volver a llenar su bebida. Cada ojo
sigue sus ágiles movimientos, esperando que el otro zapato caiga.
Y luego lo hace.
—Si ella está aquí, eso significa que nos estamos quedando sin tiempo. Su
presencia no es solo una coincidencia. Es el destino.
—Ella tiene un nombre —dice Gabriella en voz alta, su voz tiene un aire de
autoridad—. No hables de mí como si no estuviera sentada aquí. —Así como Dorian es
el rey, ella es la reina. Y si no recuerdo mal, mucho más poderosa que su marido.
Lucifer asiente lentamente y toma asiento antes de decir:
—Mis disculpas. Pero tendrás que entender que tu llegada no es bienvenida. No
por quién eres, sino por lo que eres.
—¿A qué te refieres exactamente? —pregunta Dorian—. Sabemos lo que es ella,
mitad Oscura y mitad Luz. ¿Qué importa su pedigrí para ti?
—No tengo ningún interés en su parentesco, no exactamente. Verás… tu esposa
es una de las Primeras, lo que significa que es la primera de su clase. Y debido a ese
hecho único, ha sido maldecida con un gran poder que ni siquiera puede controlar. Ella
ni siquiera es consciente de ello.
—¿Y algo de eso tiene que ver con el hecho de que, oh, no sé, Legion ha sido
poseído por una horda de almas malvadas? —interrumpe Niko—. Sin mencionar la
llegada de los Caballeros del Apocalipsis, que es un maldito asunto bastante grande. Con
todo lo que tiene que ver con este mundo, ¿cómo diablos estás más preocupado por lo
que es Gabriella? ¿Qué tiene que ver ella con algo de esa mierda?
La expresión de Lucifer es sombría cuando murmura:
—Todo. Ella tiene todo que ver con eso.
Su mirada sombría nos toca a cada uno de nosotros, la conciencia de su
vulnerabilidad es tan sorprendente que contengo la respiración. Y cuando él habla,
todavía no puedo soltarlo.
—Los cuatro jinetes han sido activados, por lo que Gabriella no puede estar aquí.
Porque los jinetes no son hombres en absoluto. Ni siquiera son necesariamente pasajeros
del mal. Son mujeres, las Primeras Mujeres. Y la reina Oscura solo dejo caer el terror en
Europa, matando a miles de hombres, mujeres y niños. Gabriella es Guerra.
129
Capítulo 14

U
n momento de silencio. Un latido. Una fuerte respiración. Un abrir
y cerrar de ojos.
Y entonces… el caos.
Dorian se pone de pie y se cierne sobre Lucifer, sus ojos tan
pálidos como el ópalo. Niko trata de alejarlo, pero su propia expresión está pintada con
furia.
—¿Qué dijiste? —Dorian está a pocos centímetros del rostro de Lucifer.
—Tu esposa es Guerra, el Jinete Rojo. El responsable de matar a todas esas 130
personas inocentes. Querías saber, y ahora lo haces. Así que puedes tomar asiento o
sufrir el mismo destino. La decisión es tuya.
—Mentiras. Todo ello. Gabriella es una reina, y una protectora de la humanidad.
Sería prudente que consideres el peso de tus acusaciones. Mira alrededor. Somos tres
contra uno. Y se dice que ni siquiera eres lo suficientemente poderoso como para
controlar a tus demonios menores.
—¿Demonios? —resopla una risa Lucifer, casualmente cruzando las piernas—.
¿Qué me importan los demonios? Olvidas que yo era un arcángel, uno de los primeros
de la creación. Estuve aquí antes que tú, y estaré aquí después de ti.
—Ya lo veremos.
Sintiendo la verdadera amenaza de violencia, Niko logra meterse entre su
hermano y Lucifer.
—Esto no es para lo que estamos aquí. Lucifer, ¿por qué solo me convocas para
alimentarnos con una falacia? Será mejor que tenga alguna prueba para respaldar tu
afirmación.
—¿Prueba? Enciende las malditas noticias. Lee los nombres de los miles de
víctimas, golpeadas en sus hogares, sus escuelas, sus hospitales. Ahí está tu prueba.
Las palabras de Lucifer solo sirven para provocar más a Dorian. Las llamas
azules brotan de sus dedos y lamen su antebrazo. Sus ojos se ponen aún más pálidos.
Miro a Gabriella, pero su expresión está en blanco, su mirada brillante no parpadea.
¿Por qué no está deteniendo esto? ¿O probando que Lucifer está equivocado?
—Mentira —escupe Niko—. ¿Por qué deberíamos creerte?
La mirada de Lucifer se endurece, y sus labios se aprietan con furia cuando
responde:
—Porque así lo he querido.
Tanto Niko como Dorian se quedan quietos. Las llamas azules que envuelven las
manos del rey Oscuro retroceden, pero su magia baila al alcance de su mano, lista y
esperando a ser desatada. El grosor del silencio es tan sofocante que soy golpeada con el
impulso de decir algo, cualquier cosa. Aunque no tengo absolutamente nada que ofrecer
para refutar la afirmación de Lucifer.
—Tal vez deberíamos respirar y calmarnos —sugiero en voz baja—. Tiene que
haber una buena explicación para esto. Niko, Dorian… por favor. Siéntese y
escuchémoslo para que podamos averiguar cómo solucionarlo.
—No hay solución a esto —responde Lucifer solemnemente—. Pero quiero
decirte, sinceramente, que no tenía la intención de que las cosas sucedieran de esta 131
manera.
Niko y Dorian se miran antes de tomar asiento. Dorian se sienta al lado de su
esposa y toma su mano. Ella todavía no ha hablado ni se ha movido. Ni siquiera creo
que haya registrado su reconfortante toque.
—Cuéntanos. Dinos todo —ordena Dorian con toda la calma que puede reunir.
Lucifer asiente una vez.
—Después de la Caída, supe que la guerra entre el Cielo y el Infierno era
inminente. Los ángeles serían despiadados, usando todas las ventajas a su disposición.
La humanidad era el peón perfecto. Así que me aseguré de que hubiera una manera de
golpearlos, golpear a Dios, donde doliera.
—Encontraste una manera de provocar el apocalipsis —supongo.
—Sí. En ese momento, fue por despecho. Luego saber que tenía los recursos para
hacerlo realmente… era un juego de poder. Algo que podía colgar sobre sus honradas
cabezas. Nunca fue mi intención llevar a cabo mi plan. No ahora, al menos.
—Y Gabriella… —dice Dorian—. ¿Qué te hace pensar que fue ella quien infligió
un asesinato en masa? Porque te lo aseguro, eso hubiera sido imposible. Ella ha estado
en casa conmigo en Skiathos. No se ha alejado de mi lado, y estoy seguro que no ha
desatado su poder sobre inocentes. Tendrás que hacerlo mejor que un cuento de hadas.
Lucifer traga.
—Probablemente ella no hubiera sabido que lo estaba haciendo. No es algo que
pueda controlar o incluso detener.
—Si ese es el caso, ¿cómo sabes que fue la responsable?
—Piénsalo: de las ocho casas de la Oscuridad, de cual deriva Gabriella.
—Polemos —responde Dorian—. Su padre, Alexander, es Polemos.
—¿Y cómo se traduce eso? —Las cejas de Lucifer se alzan, instándole a
continuar.
Es Gabriella quien pronuncia la palabra.
—Guerra.
Lucifer se vuelve hacia la Reina Oscura, que todavía parece petrificada de horror.
—Gabriella, ¿recuerdas… algo? ¿Algún desmayo? ¿Algún lapso en el tiempo que
no puedas explicar? ¿Te has sentido débil o enferma?
Finalmente, ella parpadea.
—No, no —balbucea—. Por supuesto no. He estado con mi familia todo el
tiempo. Después de que Nikolai nos informara de lo que estaba sucediendo aquí, 132
pensamos que era mejor fortalecer nuestras barreras alrededor de nuestro palacio.
Salimos de Skiathos después de lo que sucedió… después de los bombardeos. Sabíamos
que no podíamos sentarnos en nuestro castillo y no hacer nada cuando la gente se estaba
muriendo. Queríamos ayudar.
Aparta su mano de su marido y retuerce los dedos en su regazo. Sus ojos de doble
color se estrechan con desprecio mientras se forma un pliegue enojado entre sus cejas.
—Esto es ridículo. No soy capaz de matar a todas esas personas. Incluso si fuera
lo suficientemente poderosa, no podría… no lo haría. Viví la mayor parte de mi vida
pensando que era humana y, en muchos sentidos, todavía lo soy. Esas personas son mi
gente. Su sangre es mi sangre. Si me desmayara e hiciera una mierda horrible como esta,
¿no crees que lo sabría?
Ahora es el turno de Dorian de lanzar su mirada al suelo, apretando su mandíbula
como para no decir algo.
—¿Qué? —pregunta Lucifer, notando el repentino cambio en su resolución—. Si
sabes algo, escúpelo.
Dorian niega con la cabeza, pero dice:
—Hace dos noches, la encontré vagando por los pasillos. La llamé, pero ella no
contestó. Estaba caminando dormida. Le toqué el hombro con la esperanza de
despertarla o convencerla de que volviera a la cama, y cuando se dio la vuelta, supe…
sabía que algo estaba mal. Ella me miró como si no pudiera verme, y sus ojos… estaban
rojos. Luego me sonrió, y era tan diferente a todo lo que había visto. Sin calor, sin cariño.
No era de ella. Ella no era ella. Y cuando ella dijo: “Ven a ver”, no era su voz. Debería
haber sabido que mi esposa había sido robada. Esas fueron las únicas palabras que
pronunció antes de caer en mis brazos.
Ven a ver.
Las mismas tres palabras que escuche en mi sueño.
Las mismas tres palabras que fueron grabadas en el vidrio empañado.
Levanta la barbilla para volverse hacia su esposa. Sus propios ojos están
sombreados con desesperación.
—Lo siento mucho, mi amor. Tú eres mi vida, mi mundo entero. Y no lo sabía.
No pude detenerlo.
El labio inferior de Gabriella tiembla un poco antes de asentir.
—No es tu culpa. Hice esto. Yo… maté a todas esas personas.
Espero que Nikolai o Dorian le aseguren su inocencia, pero en realidad es Lucifer
quien la defiende. 133
—No, no lo hiciste. No había nada que pudieras haber hecho. Nada que yo
pudiera haber hecho. En el momento en que se desató Pestilencia, era solo cuestión de
tiempo.
—¿Y quién es Pestilencia, exactamente? —pregunta Niko.
Lucifer levanta una mano para frotarse la sien.
—La primera esposa. La madre del mal. Lilith.
—¿Lilith? —Jadeo con incredulidad—. Es por eso que esta mortal cepa de gripe
se originó en la costa oeste, ¿no es así?
—Sí. Lilith es el Jinete Blanco. Esperaba que tuviéramos más tiempo, ya que ella
está en todo el país. Pensé que podríamos llegar a él antes de que Guerra fuera activada.
—¿Él? —Sé a quién se refiere, pero aún necesito escucharlo decirlo.
—Legion era la única otra alma que sabía cómo desbloquear a los Jinetes. Era un
secreto con el que moriría, incluso con nosotros en desacuerdo. Él sabía que la
información podía destruir y destruiría a los mismos humanos que había jurado
proteger, por lo que nunca la entregaría libremente. Además, se necesitaría un gran
poder para encenderlos, mucho más allá del que tiene incluso ahora.
—Pero, ¿y si él no está simplemente usando su poder? —pregunto. Cada ojo se
enfoca en mí—. Piénsalo: Legion mató a Raphael, ¿verdad? Luego hirió a Uriel antes
de apuñalar a Jinn. ¿Y si de alguna manera absorbió su poder?
Lucifer niega con la cabeza.
—Se habría transferido a El Redentor. Literalmente habría desviado su fuerza
vital.
—Pero Jinn no murió al instante, ¿verdad? Él todavía está vivo. ¿Y si fue
manipulado de alguna manera que lo deshabilitó? ¿Qué pasa si eso significa que Jinn no
está muriendo realmente?
—Bueno, no hay forma de saberlo, considerando que Caín dejó en claro que
permanecería bajo la protección de los Se7en. —Lucifer se encoge de hombros.
Estoy de pie y corriendo hacia donde dejé caer mi bolso. Sin ceremonias, lo abro
y vuelco todo su contenido en el suelo.
—Tal vez haya una forma de averiguarlo —murmuro, yendo hasta el fondo
donde se esconde un paquete de terciopelo. Lo acuno con cuidado y me vuelvo para
mirar al grupo—. Porque tengo El Redentor.
—¿Estás hablando en serio? —La mirada de Lucifer con los ojos abiertos me dice
que incluso él estaba frustrado. 134
—Phenex me lo dio. Él quería que yo… lo usara. En Legion.
Coloco la daga sobre la mesa de café. Nadie hace un movimiento para tocarla.
—La muerte de un arcángel no es definitiva —comienza Lucifer, incapaz de
apartar la vista—. Poder como ese no puede ser extinguido, solo transferido. Entonces,
si Raphael está realmente muerto, podría sentir su esencia en esta daga. Y si no está
ahí…
—Entonces Legion la tomó —concluyo—. Y podría ser lo que usó para
desbloquear a los Jinetes.
Lucifer traga, luego se desliza hacia el borde de su asiento, su mano extendida.
Parece casi reacio a estar en su presencia. Vimos lo que le hizo a los Serafines. ¿Qué tan
fácil sería para uno de nosotros agarrarlo y hundirlo en su pecho?
Las yemas de sus dedos se ciernen sobre los rubíes rojo sangre en la empuñadura,
y respira profundamente, dejando que sus ojos se cierren. Nadie respira.
—¿Dónde estás? —susurra. Frunce el ceño en concentración, sus labios se
contraen con el esfuerzo. Después de unos minutos de silencio, sus ojos violetas se abren
y retrocede.
—¿Qué es? —pregunto, mi voz era un simple tono áspero.
—Raphael no está allí. Sin embargo, Jinn… —Me mira y sus hombros caen una
fracción—. Lo lamento, Eden. Lo siento. No todo de él; es fuerte y está luchando. Pero
se está muriendo.
Aunque sabía que era demasiado bueno para ser verdad, una punzada de tristeza
me atraviesa el pecho. Tenía esperanza, incluso recé. Tenía tantas ganas que hubiese
una forma de prescindir de él. Alguna forma de revertir lo que Legion había hecho.
Porque si lo salvamos de Los Muchos, nunca podrá vivir con lo que ha hecho.
—¿Y ahora qué? —pregunta Niko—. Pestilencia, Guerra… ¿solo esperamos
hasta que aparezca el tercer Jinete?
Lucifer niega con la cabeza.
—Lo último que vi, Hambruna estaba siendo contenida. Pero estoy empezando
a darme cuenta que todas las protecciones que puse en marcha de alguna manera se han
visto frustradas.
¿Contenida? ¿Protección?
Llevo mis dedos a mi boca cuando me doy cuenta exactamente de quién está
hablando.
—Saskia. Saskia es Hambruna, ¿verdad?
135
Lucifer asiente.
—El Jinete Negro. La primera de su clase. Lo supe en el momento en que me la
llevé de Irin.
—¿Saskia? —Niko deja escapar un suspiro—. Así que estaba en lo cierto,
¿verdad? Tienes a la hija de Irin.
—Solo porque ella me la entregó una vez se dio cuenta que su creación tenía la
capacidad de matar sin siquiera intentarlo.
Niko me mira y asiento.
—Es verdad. Saskia es la hija de Irin, pero ella se la entregó a Lucifer para su
custodia. Por su bien y por el de todos los seres vivos.
—¿Y no hay manera de saber si ella todavía está en el Infierno?
Lucifer niega con la cabeza.
—He perdido el contacto. Y si vuelvo, podría estar caminando hacia una trampa.
Y hasta que no atrape a los Muchos y al último Jinete, es demasiado arriesgado.
—Así que esperamos.
—Esperamos —hace eco Lucifer.
—¿Y qué pasa si los Muchos llegan al último Jinete antes que nosotros? Entonces,
¿qué?
—Entonces morimos.
Un pesado silencio cae sobre la habitación mientras consideramos esa verdad. El
último Jinete es Muerte, y la clave del fin del mundo. Pensamos que Legion era malo.
Pero honestamente, él no sería rival para ellos. Lo que me hace pensar…
—¿Qué pasa si Los Muchos no están detrás de desatar a los Jinetes? ¿Y si es
Legion?
Lucifer levanta una sola ceja.
—Eh, no te estoy siguiendo.
—Bueno, si no hubieras estado actuando como un idiota tan importante antes…
—Me lo quedo mirando. Niko suelta una risa—. Te habría dicho que escuché esas
palabras en mi sueño. Ven a ver. Era como si él me las hubiera susurrado al oído.
Los ojos de Lucifer se agrandan.
—¿Por qué no me lo dijiste en el momento en que despertaste?
—Porque necesitaba ducharme. Y como dije, estabas siendo una gran imbécil, y
ese detalle palideció en comparación con toda la otra locura que vi. Pero también… — 136
Trago, deseando otra bebida. Estoy tentada de acercarme y tomar el vaso lleno de
Gabriella, todavía colocado en la mesa de café frente a ella—. Después de mi ducha, el
espejo estaba empañado. Y alguien lo escribió allí en la condensación. Ven a ver. Pensé
que mis ojos me estaban jugando una mala pasada. Pero ahora me pregunto qué pasaría
si Legion estaba intentando enviarme un mensaje. ¿Como una pista de cómo podríamos
encontrar al último jinete?
—¿Y por qué haría eso?
—Porque él quiere que lo detengamos. Me rogó que terminara todo allí, que lo
matara. —Sacudo la cabeza disipando el pensamiento—. ¿Qué pasa si él activó a los
Cuatro Jinetes porque sabe que serían lo suficientemente fuertes como para matarlo?
—¿Y arriesgarse a toda esta carnicería? —desafía Niko—. ¿Y poner a Lilith, su
amiga y hermana, a través de la culpa y la vergüenza de provocar una plaga?
—Y Gabriella —añade Dorian—. Le abrimos nuestra casa. Le ayudamos contra
nuestro mejor juicio. Ella ayudó a Eden, su amada. ¿Realmente sería tan insensible y
traicionaría nuestra alianza?
Lucifer se pasa la mano por el cabello y niega con la cabeza.
—Puede que no lo sepa. Hubo detalles que elegí no revelar. Ni siquiera sabía lo
malo que sería.
—Mierda —espeta Niko—. Así que, en serio nos sentamos como unos inútiles
sin hacer nada y esperamos, ¿eh?
—No exactamente —propone Lucifer—. Verás, la verdadera razón por la que te
llamé aquí fue porque tienes un viejo amigo que aparentemente ha resucitado de entre
los muertos que se ha estado agazapando cerca.
—Stavros —dice Nikos inexpresivo.
—No. Aurora.
Al sonido de su nombre, el interés de Gabriella se despierta.
—¿Qué está haciendo aquí?
—Dice que vino a ayudar. También dijo que no tiene idea de dónde podría estar
Stavros. Sin embargo, después de anoche… —Él me mira y suelta un suspiro—.
Comencé a pensar. De todos los lugares a los que pudo haber huido, ella vino aquí.
Ahora, si yo acabara de salir de la cárcel, ¿estaría caminando por ahí, causando
problemas y teniendo festivales de mierda ostentosos en una ciudad donde alguna vez
residieron mis enemigos mortales?
—Crees que fue enviada aquí a propósito—conjetura Dorian.
—Sí. Y también creo que estaba mintiendo sobre Stavros. Entonces, como acto 137
de buena fe, por lo que vale, quiero ayudarles a capturarla y matarla.
—No necesitamos tu ayuda —replica Gabriella rápidamente—. La maté una vez.
Estaría feliz de hacerlo de nuevo.
—No tengo ninguna duda de que lo harías, querida —pica Lucifer—. Sin
embargo, hay una buena probabilidad de que sea exactamente lo que ella quiere. Que
vayas tras ella y caigas en una trampa. Ella tenía que saber que yo le diría a Nikolai, ya
que somos tan buenos amigos.
Nikolai pone los ojos en blanco, pero dice:
—Tiene razón. Aurora es demasiado narcisista para ser suicida.
—Y si nos enfrentamos a los demonios, querrán mi ayuda —dice Lucifer.
—Sé que todos están listos para destrozarla, y francamente, me encantaría
participar en esa acción —comienzo, queriendo decir cada palabra después de esa
mierda mágica que ella hizo la noche anterior—. Pero, ¿crees que ella podría tener
información que nos lleve a donde podríamos encontrar al cuarto Jinete? Tú mismo lo
dijiste: Aurora se preocupa por saber un poco de todo. Puede que no sepa exactamente
dónde, pero tal vez sabe algo. Cuándo, dónde, quién. Y si no lo sabe, tal vez ella conozca
a alguien que lo sepa. No me opondría a torturarla para sacárselo.
—No. —Niega con la cabeza Lucifer—. Ella no sabe nada del Jinete Pálido.
—¿Y cómo lo sabes? El secreto está fuera. Y viendo que ella es nuestra única
ventaja real, estoy a favor de agotar nuestras opciones. Quiero decir… el último Jinete,
el Jinete Pálido, es el peor, ¿verdad? Es Muerte. Primero fue Pestilencia. Un día después,
Guerra. —Siento la mirada de Gabriella en mí, pero no puedo bailar alrededor de la
realidad—. Hambruna podría aparecer en cualquier. Estamos luchando contra el reloj
aquí, sin mencionar que los ángeles nos dieron una fecha límite. Necesitamos encontrar
a Muerte antes de que la Muerte nos encuentre, o todo esto habría sido en vano.
—No necesitamos encontrar a Muerte —insiste Lucifer. Su voz es genial, pero
hay algo en su expresión que tira de mi interior. Un recuerdo de una voz, seda entre mis
dedos, un dolor interminable. Conozco esa mirada evocadora.
Lo aparto y presiono.
—¿Y por qué no? Eh ¿Así podemos dejar morir a más personas?
—No. —Niega con la cabeza—. No necesitamos encontrar al cuarto Jinete
porque la estoy mirando en este momento. Y no he podido dejar de mirarla desde el día
en que llegó a mi vida. No necesitamos encontrar a Muerte. Porque, Eden… tú eres
Muerte.

138
Capítulo 15

M
e quedé quieta por mucho tiempo.
Conocía este sentimiento. Lo viví, lo respiré, lo cargué
como el proverbial chip en mi hombro, dejándolo que se infecte y
alimente mi ira. Y a veces, lo amé. Era mi familia, amigo y
enemigo. Era la única cosa que realmente conocía. Sin embargo,
no tenía una palabra para eso hasta ahora. Se había convertido en una parte tan crucial
de mí como un miembro fantasmal. Su dolor siempre estuvo allí, existiendo en lo
profundo de mi vientre, donde nadie podía ver cómo me sedujo hasta la locura. Fui
capaz de sofocarlo lo suficiente como para funcionar, pero ahora se asentaba en la
superficie, ocultándome en su reconfortante oscuridad como una manta eléctrica. Ya no 139
se podía pelear, ya que se había convertido en algo mucho más grande que yo. No, no
evolucionó. Se fusionó con mi columna vertebral y se enraizó en mis pies. Y floreció.
Alguien llama a la puerta, pero no me molesto en responder, como no lo hice
cuando Niko vino a mi habitación para ver cómo estaba. Sin embargo, esta vez, es
Gabriella la que gira la perilla y entra. Y no me importa. Puede que ella sea la única
persona aquí que posiblemente entienda por qué no he dicho una palabra desde que
Lucifer lanzó la bomba que astilló nuestras vidas.
Gabriella, la segunda Jinete, es Guerra. Y yo soy Muerte. Éramos las primeras
de nuestra clase, y moriríamos al final.
Se sienta en la cama a mi lado. Su presencia es de consuelo, pero también es una
maldición. Me recuerda las vidas que tomaremos, las vidas que ya hemos tomado. Y las
vidas que nunca crecerán para saborear la dulzura de un primer aliento.
—Mentiste.
Se vuelve hacia mí, pero no responde. Simplemente espera a que continúe, como
si hubiera contado muchas mentiras durante muchas vidas y solo se esté preguntando
cuál voy a elegir.
—Dijiste que no te sentiste enferma o te desmayaste. Mentiste.
Vuelve la cabeza y vuelve a mirar fijamente la pared. Tal vez ve algo en eso que
yo no puedo.
—Dorian… ¿él no lo sabe? —pregunto después de demasiados latidos de silencio.
Ella toma un trago de aire.
—Estaba esperando el momento adecuado.
—Creo que has perdido tu oportunidad.
Suelta una risa, o tal vez es un sollozo. Suena doloroso.
—¿Cómo supiste?
Me encojo de hombros.
—Don de Nephilim. Puedo sentir la vida, y puedo sentir la muerte. Al parecer,
también puedo crear muerte.
—Aún no. Todavía hay tiempo para ti.
—Días. Menos de una semana. Si no detenemos a Legion, el arcángel Michael
lo hará por nosotros. Y destruirá a todas las criaturas que no son de Dios en el proceso.
Es decir, si no me vuelvo una bomba nuclear y mato a todos primero.
—Lo siento, volverme una bomba nuclear es como mi trabajo. Consigue uno 140
propio.
Ahora ambas nos reímos. No porque sea divertido, sino porque es verdad.
—Están por ahí hablando de estrategias. Quieren dirigirse hacia Aurora esta
noche —me informa después de nuestro poco de humor negro.
—No estoy sorprendida. Probablemente sea inteligente hacerlo antes de que ella
huya.
—¿Te unes?
—Demonios sí. Necesito golpear algo. Ahora más que nunca. ¿Tú?
—Por supuesto. Aurora fue y es mi problema. La eliminé una vez. Me alegra
hacerlo de nuevo.
—Pero ¿qué hay de tu…?
Los hombros de ella se hunden mientras suelta un fuerte suspiro y acuna su
estómago.
—Muchas madres perdieron a sus bebés por mi culpa. Mi hijo no es más precioso
que el de ellas. Y si no terminamos esto, no quedará un mundo para que crezca este
pequeño.
Asiento en acuerdo y admirando totalmente su fuerza. Pero una parte de mí tiene
miedo por ella. Ha tenido su parte justa de pérdida, además de que acaba de recuperar
a Niko. No puedo imaginar lo que perderlo por segunda vez le haría, por no mencionar
que algo le sucediera a Dorian. Simplemente se siente mal pedirle que se sacrifique a sí
misma y a su hijo por nacer por una causa a la que no se inscribió. Pero, de nuevo,
ninguno de nosotros pidió esto.
—¿Tienes miedo? —pregunto en voz baja.
—Todo el tiempo —responde. Luego se acerca para agarrar mi mano,
obligándome a encontrar su mirada—. Cuando conocí a Dorian, encontré mi razón en
este mundo. Me parecía mucho a ti: perdida, enojada y, de muchas maneras, sola. Tenía
un hogar y unos padres que me amaban, pero siempre supe que faltaba algo. Él era ese
algo. Mi hijo, Niko, mi padre, Alexander… No conocía el miedo real hasta que tuve una
familia. Porque sabía que perderlos me rompería. Me destruiría. Y ese es un destino peor
que la muerte.
Lucho por reunir una sonrisa, porque por mucho que sufro por ella, la envidio.
Me siento celosa de todo lo que tiene que perder, lo que me hace sentir como una idiota.
Ella tomó toda la mierda que la vida le dio y creó algo hermoso, algo por lo que valía la
pena luchar. Y aquí estoy, sintiendo pena por mí misma cuando no me queda nada para
apostar. Mi hermana estará bien y, honestamente, estará mejor. No puedo hacer las
cosas más fáciles entre ella y Caín, especialmente después de quitarle el Redentor. 141
Conmigo fuera del camino, ella no se sentirá obligada a elegir entre nosotros, si alguna
vez llegara a eso. Porque ella me elegiría, sin duda. Me elegiría y sufriría en silencio por
no poder estar con la persona que amaba. Y no puedo hacerle eso a ella. No después de
haber experimentado tanto dolor por mi culpa.
Exhalo mi propia aversión y me levanto, lista para concentrarme en la batalla por
delante.
—Tengo algunas armas adicionales que puedes usar.
El borde de la boca de Gabriella se riza y niega con la cabeza.
—No las necesito. Y tú tampoco. Niko me dijo lo que puedes hacer. Una cosa es
poder acceder a las flexibles mentes de los humanos, ¿pero a la de los demonios también?
Me pregunto de qué más eres capaz.
—No es suficiente, honestamente. Es demasiado difícil tratar de sostener varios
a la vez, y luego me toma unos minutos recargarme.
—¿Y tu luz sagrada?
—Se necesita un poco de concentración. Tengo que canalizar todo mi enfoque
en una bola concentrada. Es más fácil cuando tengo alguien o algo para dibujar que me
puede poner en ese espacio oscuro y hacerme pensar en toda la mierda jodida que trato
de olvidar. —Lo que hizo maravillas cuando tuve que enfrentar a Adriel en el ring. No
tanto cuando estábamos rodeados por una horda de demonios, tres Serafines y todos sus
fanáticos.
Gabriella se levanta y me da una palmada en el hombro.
—Entonces deberías hacerlo bien.
—¿Y por qué dices eso?
—Porque el mundo está llegando a su fin en cuestión de días y estamos liderando
la carga. El demonio del que estás enamorada está asesinando a docenas de personas.
Sin mencionar, que eres compañera de habitación del Diablo. Diría que tienes un
montón de mierda jodida para sacar.
Tiene razón, pero por otra parte, está equivocada. Porque, aunque tengo más
equipaje que Samsonite, estar aquí con Lucifer no ha sido tan malo. La última noche
definitivamente no fue lo que planeé, pero no fue solo sobre él. Nos drogaron y soy tan
responsable como él. Me alegro de haber podido borrarlo de mi mente antes de la
mañana, aunque realmente no me gusta la idea de que él sepa algo que yo no. Sin
embargo, teniendo en cuenta con cuántas mujeres se ha acostado, nuestro jugueteo es
probablemente un recuerdo lejano a estas alturas.
Nos reunimos con los hombres en la sala de estar, justo cuando están
concluyendo. Me siento incómoda como el infierno, pero me siento y me involucro a 142
medida que nos informan sobre la misión, que esperan sea un juego de niños. Según
Dorian y Niko, Aurora nunca ha sido una luchadora, y Gabriella podría derribarla sin
siquiera intentarlo. Aun así, me preocupo por ella y su hijo por nacer, pero lo aplasto.
No es mi lugar, y ella conoce el alcance de sus habilidades mejor que yo. Ella es reina
por una razón.
La realeza Oscura sale para recargar fuerzas, aceptando reunirse con nosotros en
el lugar y la hora designados. Y por recarga, sé que significa aliento. Un escalofrío me
sube por la espalda cuando recuerdo el ritual de aliento que compartimos Nikolai y yo.
Fue tan sensual, tan intenso. ¿Los tres lo harían juntos? Sé que Niko está encariñado con
su cuñada y, en cierto modo, sus sentimientos por ella han sido casi inapropiados. Ellos
son sobrenaturales y no se ajustan a las normas humanas de modestia. Así que tal vez
una sesión de aliento/ménage Oscuro no sea tan extravagante para ellos como me
suena. Mierda, honestamente, suena bastante caliente.
Salgo de mi obscena fantasía de la realeza Oscura, solo para darme cuenta que
estoy sola con Lucifer. No me ha hablado todavía, no desde que dejó que el secreto de
yo siendo la Muerte saliera de la bolsa, pero me observa, esos ojos violetas en espiral me
miran pensativamente. Sé que está arrepentido, pero eso no cambia el hecho de que me
ocultó este secreto durante tanto tiempo.
—Así que esto era todo, ¿no? ¿Tu gran plan de seguridad en caso de que el mundo
se vaya a la mierda? Uriel estaba diciendo la verdad.
—Sí.
Lucifer se frota el rostro con una mano y noto lo cansado que se ve. Recuerdo
que me dijo que no duerme. Parece que el día lo alcanzó y todavía tenemos una misión
por delante esta noche.
—¿Y no pensaste que esto era algo que debería saber? ¿Desde el principio? He
pasado tiempo con cada una de las Primeras Mujeres, y tú lo sabías. Me hubiera gustado
saber que todas estábamos interconectadas y destinadas a iniciar el apocalipsis.
—No era necesario decírtelo.
—Sí, hasta que lo fue. Por el amor de Dios, Lucifer. Entiendo que piensas que
soy joven y estúpida, pero merecía saberlo.
—¿Por qué te lo habría dicho cuando no tenía ninguna intención de que
cumplieras ese destino? —Niega con la cabeza, frunciendo el ceño con seriedad—.
Quería cosas para ti, Eden. Quería que vivieras una vida larga y plena. Encontrar el
amor, tener una familia, envejecer. ¿Crees que planeé esta mierda? ¿Realmente crees que
apostaría con la vida humana tan fácilmente cuando jodidamente caí de la gracia para
que tu gente pudiera pensar por sí mismos y no ser esclavos ciegos de la fe?
Mi expresión es de piedra cuando respondo:
—Bueno… eres el Diablo. 143
—Sí. Lo soy. Absolutamente lo soy. —Dobla sus puños en su regazo, haciendo
que sus nudillos se vuelvan blanco—. Y ya que tienes la intención de recordármelo, tal
vez deberías recordar que divulgar cualquier maldita cosa es más de lo que tú o cualquier
otra persona se merece.
Cruzo mis brazos frente a mi pecho, protegiéndome del aguijón de sus palabras.
Tiene razón. ¿Por qué creo que me debe algo, o me daría cualquier cosa, cuando se
demuestra una y otra vez que solo salió por su propio y egoísta beneficio?
—¿Te mataría por un segundo pensar en otra persona que no sea tú? —pregunto,
mi voz sonaba pequeña para mis oídos—. ¿Solo para considerar cómo se sentiría alguien
más? Hace una hora, supe que soy la Muerte encarnada. Mi propósito en esta tierra es
destruir. Y todo este tiempo, me dejaste perseguir mi cola tratando de salvar un mundo
que estaba destinada a matar.
—Y si te lo hubiera dicho, ¿habría sido más fácil? ¿Habrías luchado contra eso?
¿O te habrías rendido y dejar que el destino siga su curso? Elegí no decirte, Eden, porque
no quería que perdieras tu voluntad de vivir. No quería despojarte de tu elección para
ser algo mejor, algo más. No quería quitarte eso como si me fue quitado a mí.
Sacudo la cabeza y miro hacia otro lado, conteniendo el furioso llanto. Es tan
frustrante. Cada vez que creo que él ha cambiado, cada vez que creo que no es el
desviado que se describe, me demuestra que estoy equivocada. Y me odio a mí misma
por enamorarme de sus mentiras envueltas en una gran sonrisa y un traje de diseñador.
Sin embargo, aquí estoy, enamorándome de ese bonito y encantador paquete una
vez más. Porque todo lo que está diciendo en este momento, todas las tonterías de las
que me está alimentando con una cuchara, las estoy lamiendo. Fue mucho más fácil
cuando todo lo que vi cuando lo miré fue un cruel y siniestro monstruo. Y ahora que sé
que hay sangre en mis manos, sangre que nunca podré limpiar, no puedo distinguir a
ambos. Porque hace una semana, si yo fuera la única que supiese que Legion se
convertiría en un animal asesino y no importase lo duro que luchara, él todavía
sucumbiría a ese destino, yo intentaría con todas mis fuerzas mantenerlo. Pasaría cada
momento de vigilia memorizando la sensación de su rastrojo raspando el interior de mis
muslos y la profundidad de sus hoyuelos cada vez que mostraba una de sus raras sonrisas
y el sonido de sus gruñidos bruscos cuando empujaba dentro de mí hasta la empuñadura.
Trazaría cada músculo y cada curva cincelada con mi lengua como si nuestra historia
estuviera incrustada en su piel en el braille más dulce. Y le diría lo mucho que realmente
lo amo, cómo fue puesto en esta tierra para mí y yo para él. E incluso si la eternidad
intentara destrozarnos, pasaría mis años esperando que él irrumpiera en mi vida,
disparando armas, una vez más para alejarme de los males de este mundo.
No hay más palabras para decir, no hay otra manera de convencerme a mí misma
de que Lucifer está mintiendo, así que me retiro a mi habitación para prepararme para
la noche. Me armo con cada daga cubierta con veneno de ángel en mi poder junto con
144
tantas armas y municiones que puedo ocultar en mi chaqueta modificada. No la he
usado desde esa noche en Grant Park, y esperaba nunca volver a hacerlo. Cuando me
doy cuenta que me estoy perdiendo una parte vital de mi arsenal, vuelvo a la sala
compartida.
—¿Dónde está El Redentor?
Lucifer todavía está sentado, derramado sobre los mapas del área local. Señala
hacia donde se encuentra el paquete de terciopelo sobre la mesa. Estoy sorprendida;
esperaba que se lo guardara, especialmente porque es la única arma conocida por el
hombre que podría matarlo.
—En serio no deberías haber tenido eso solo guardado en tu mochila. Cualquiera
podría haberlo encontrado.
—Bueno, no tenía una mejor idea.
Sin preámbulos, se levanta y se acerca a mí. Su expresión es sombría cuando se
acerca y levanta El Redentor, sopesando la carga de la decepción de su Padre en la palma
de su mano. Luego se toma la libertad de abrir mi chaqueta y asegurar la daga en uno
de los bolsillos interiores, sus dedos rozando mis costillas. Me estremezco. Está muy
cerca de mí, y tengo que contener la respiración para evitar ser víctima de su olor y del
encanto de su toque ligero.
—Deberías tenerlo contigo todo el tiempo. Por si acaso.
—¿En caso de qué? ¿Crees que el serafín intentaría algo? Ya escuchaste a
Michael. Él nos está dando una oportunidad.
—No es Michael lo que me preocupa.
—Entonces, ¿no crees que Legion envió a propósito los Jinetes? ¿Para detenerlo?
Sus labios se tuercen en una sonrisa.
—Esa teoría no sería descabellada, especialmente para él. Legion le da un nuevo
significado al martirio.
—¿Pero?
—Pero él no mataría a propósito a miles de inocentes. Y no lo haría si supiera
que nunca podría regresar a ti.
Dirijo mi mirada hacia donde Lucifer todavía agarra mi chaqueta, sus dedos
jugueteando con la cremallera.
—Me pidió que lo matara. Fue tan inflexible, tan desesperado. Lo que sea que
Los Muchos le estén haciendo, lo está matando, y solo quiere que termine. Ha perdido
su voluntad de luchar.
145
Lucifer asiente y finalmente me suelta, retrocediendo un paso. Una sonrisa
agracia sus labios, pero no encuentra sus ojos. Casi parece que le duele.
—Bueno, supongo que es bueno que estés luchando lo suficientemente fuerte por
ambos.
Capítulo 16
A
cordamos encontrarnos con los miembros de la familia real Skotos a tres
cuadras de la mansión donde conocí a Aurora, en el estacionamiento de
un edificio en ruinas que nunca se restauró después de Katrina. Los tres
Oscuros reales están vestidos con ropas negras de combate, muy parecidas a las mías.
Lucifer es el bicho raro en su habitual traje hecho a la medida, como si no fuera a
molestarse en ponerse ropa normal. Honestamente, no podía imaginármelo de otra
manera.
—Entonces, ¿cómo quieres hacer esto? —pregunta Lucifer, dándole la palabra a
Dorian. Una muestra de respeto y una ofrenda de paz.
146
—Nosotros tres —comienza, señalando a Niko y Lucifer—, rodearemos la casa
y eliminaremos cualquier… obstáculo. Una vez que estemos adentro, Gabriella y Eden
entran.
—Creo que es mejor que se queden juntas —añade Niko—. Gabs puede
defenderse en una pelea y se asegurará que Eden esté a salvo.
—Estoy de acuerdo —aprueba Lucifer—. Serán más efectivas juntas. Más
fuertes.
Tan molesta como estoy que están hablando de nosotras como si no estuviéramos
aquí, no puedo discutir, y al parecer, tampoco Gabriella. No sabemos prácticamente
nada lo que significa ser dos de los cuatro Jinetes. Además, ahora que está embarazada
y aún lo mantiene en secreto, preferiría estar lo más cerca posible para vigilarla. Incluso
si soy la novata de este grupo, sé lo suficiente como para derribar a unas docenas de
demonios. Y lo que no sé, lo resolveré. Como dijo Caín, aprendo rápido.
—¿Están listos para esto? —murmura Lucifer una vez que hemos revisado el plan
de ataque con todo detalle.
—Seguro. Especialmente después de lo que Aurora tiró anoche. Estoy en la
siguiente fila una vez que Gabriella termine con ella.
—Sí. Supongo que sí. —Ocupa sus dedos quitando una pelusa imaginaria de su
chaqueta.
—Entonces, uh, estamos bien, ¿verdad? —pregunto, lo que suena como una
locura incluso para mis oídos.
Él me ocultó información vital, sin mencionar que dormimos juntos solo para
que se retractara y trató de degradarme.
Me siento jodidamente tonta, honestamente. Pero estamos a punto de
adentrarnos en lo desconocido y, por más confiados que parezcan estar todos, sé que es
mejor no subestimar a nuestros enemigos. Han estado dos pasos por delante de nosotros
todo el tiempo, a pesar de que agotamos todas las salvaguardas sobrenaturales.
Entonces, si Aurora está trabajando con Stavros, por lo tanto trabajando para Legion,
debemos considerar esto como una amenaza seria. Y no quiero entrar a esa casa con
nuestra última conversación mordiéndome como pequeños ácaros de arrepentimiento.
No quiero que piense que no entiendo esto, que no lo entiendo a él, porque lo hago. Él
puede decir que no le importa una mierda, pero conozco ese juego. Lo he estado jugando
toda mi vida.
Su siniestra sonrisa es tan perfecta que se siente ensayada.
—Por supuesto. ¿Por qué no lo estaríamos?
147
—Bueno, antes… lo que tú dijiste. Lo que yo dije. Entiendo por qué no me lo
dijiste, aunque desearía que lo hubieras hecho.
Se encoge de hombros.
—Y si lo hiciera, ¿habrías venido aquí? ¿Habrías aceptado quedarte conmigo?
Quedarte conmigo.
La verdad me desgarró, pero esas dos palabras lamen la herida, lavando mi dolor
y limpiando mi crudeza.
Era más fácil cuando estaba convencida de que lo odiaba. Incluso más fácil que
eso cuando pensé que él me odiaba. Y tal vez lo hace. Tal vez él sea mejor en este juego
de lo que pensaba, y he estado jugando todo el tiempo.
Sacudo la cabeza, disipando todo lo absurdo que está tratando de abrirse camino
en mis pensamientos y floreciendo, y soy tan honesta como puedo por el momento.
—Si hubiera ayudado a encontrar a Legion, sí. Lo haría.
Asiente y resopla con una risa sardónica, pero no responde. Estoy agradecida por
el indulto.
Los tres hombres se dirigen primero a la mansión de Aurora, desmaterializándose
frente a mis ojos. Había visto a Niko disolverse en espirales de vapor color carbón, pero
antes no había prestado atención a la capacidad de Lucifer para disolverse en un montón
de nada. Su poder se manifiesta de manera diferente a la Oscuridad, y en su lugar, brota
en brasas brillantes que caen y se apagan tan pronto como tocan el frío pavimento. En
un segundo está allí, y al siguiente solo hay un ligero polvo de ceniza donde estaba. Me
recuerda la capacidad de Legion para plegarse en plumas negras que se desintegran antes
de que incluso toquen el suelo. Increíble.
—No tardará mucho —afirma Gabriella. Levanta la barbilla y huele el aire, como
si estuviera escuchando la brisa y esperando nuestra señal—. La casa parece
abandonada.
—Fue así cuando la vi también. Hay un hechizo.
—Si hay alguna barrera, Dorian la romperá. —Se vuelve hacia mí y noto un poco
de dolor en sus peculiares ojos—. En caso de que no tenga la oportunidad más adelante,
quería despedirme. Después de encargarme de Aurora, mi familia y yo nos iremos.
—¿De vuelta a Skiathos?
—No. —Niega con la cabeza—. Lejos. Donde no puedo lastimar a nadie más.
Cuando la amenaza se resuelva, podemos volver. Pero por ahora… —Toma una
respiración—. No puedo hacerle esto a otra madre. No puedo lastimar a otro niño. No
lo haré. Así que nos vamos. Yo, Dorian, y mis hijos.
148
—¿Le dijiste sobre el bebé?
—Aún no. Más tarde, después de que pasemos por esto. Decirle ahora solo lo
distraería. Además, él intentaría ponerme en el banquillo y no me gusta que me digan
qué hacer. —Sonríe, pero hay tristeza en las comisuras de la boca—. Nikolai va a asumir
los deberes de Dorian. Y si Stavros de alguna manera se escapa, él y mi padre se
asegurarán de que sea derrotado definitivamente.
—Entiendo.
—Espero que lo hagas. Quiero quedarme y ayudar, pero es demasiado
arriesgado. No puedo vivir sabiendo que podría poner en peligro tantas vidas inocentes.
—Se acerca y aprieta mi mano, su toque cálido y reconfortante—. Espero que nos
encontremos de nuevo en esta vida, Eden. Y no importa el resultado, quiero que sepas
que eres especial, no por lo que eres, sino quién eres. Tienes un gran corazón. No debes
tener miedo de mostrarlo.
Intento sonreír a pesar del doloroso nudo en mi garganta.
—Gracias. Ojalá pudiera creerlo.
—¿Cómo no puedes? A pesar de todo lo que has pasado, todavía encontraste la
capacidad de amar. Aún arriesgas tu vida por las personas que te importan cuando es
mucho más fácil rendirse. Y mientras cada alarma interna pudo haberte advertido que
huyas, tomaste a alguien que aparentemente es irredimible, y elegiste ver la belleza y la
bondad en él. Las cosas que todos los demás tenían demasiado miedo de encontrar. Y
le hiciste querer ser mejor.
Asiento, reprimiendo la emoción creciente.
—Legion lo vale. Él hizo lo mismo por mí.
Sus ojos se estrechan astutamente.
—No estaba hablando de Legion.
Arrugo la frente.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—Veo la forma en que Lucifer te mira. Demonios, cualquiera dentro de diez
millas puede sentir la química entre ustedes dos. No estoy juzgando, confía en mí. Hace
unos años, un misterioso extraño irrumpió en mi vida con la intención de matarme a
cambio de su libertad. Sabía que él era peligroso, todo sobre él era una centelleante,
etiqueta neón de advertencia. Y me casé con él. —Se encoge de hombros—. No
podemos evitar a quienes amamos. Y muchas veces, quienes no lo merecen
completamente son los que más lo necesitan. Entonces, si te sientes por él como
sospecho que él se siente por ti, no huyas. Permite que encuentre su redención en ti. Tu
corazón puede curarlo.
149
Estoy aturdida sin palabras. Afortunadamente, la mirada de Gabriella se
ensancha y se da la vuelta, como si pudiera sentir que algo viniese de la dirección de la
casa.
—Algo está mal.
—¿Qué?
—No lo sé. La casa está vacía, las barreras están rotas, pero ellos pueden sentir
una presencia. —Hace una pausa—. Mierda. He perdido contacto.
Me acerca más a su lado, apretando su mano en la mía.
—Sostente.
Al igual que en el infierno, cuando Niko me secuestró en el baño y me llevó a mi
habitación, el proceso de desintegración en la nada y la rematerialización a varios metros
de distancia es desorientador. La bilis se agolpa en mis entrañas y mi cabeza da vueltas.
Pero solo tengo un segundo para volver a enfocar mi visión y recuperar mi juicio antes
de que Gabriella se precipite por el camino oscuro, jalándome con ella. Hace una pausa
en la entrada, y aprovecho la oportunidad para desenfundar un arma cargada con balas
de veneno de ángel y El Redentor.
Gabriella me da una sombría mirada, y noto que sus ojos, uno dorado y otro azul
hielo, brillan. Las redes eléctricas color neón de magia brotan de sus dedos y suben por
sus antebrazos. Su cuerpo entero vibra con un poder sobrenatural diferente a todo lo que
había sentido antes. Es la Luz Oscura, la primera derivada tanto de los Oscuros como
de los Encantadores de la Luz. Su misma presencia me llena de asombro y reverencia.
—Quédate cerca —instruye. Luego, con un gesto de su mano, la puerta de
entrada se derrumba en escombros.
Pasamos a través de columnas de polvo elevándose y escombros, y cruzamos el
umbral. La casa está en silencio y oscura, pero mis agudos sentidos de Nephilim se
activan y me dicen que no estamos solas. Arrojo mi poder mental, moldeando en una
manta de conciencia que cubre el espacio delante de nosotros. Solo llega unos metros
más adelante, solo lo suficiente para evaluar en qué estamos caminando. No quiero
arrojarlo demasiado lejos en la oscuridad, por temor a encontrar algo que pueda
manipular mi control mental y volverme inútil, tal como lo hicieron Los Muchos en mi
sueño.
Nuestros pasos son prácticamente silenciosos mientras maniobramos a través de
un laberinto de muebles cubiertos por sábanas blancas. Toco con el dedo lo que supongo
que es la mesa que fue coronada con docenas de copas de champaña apenas anoche.
Está cubierta de polvo. Esto no puede ser correcto. Toco el hombro de Gabriella y
apunto hacia el pasillo. Mi memoria está borrosa, pero sé que hay habitaciones atrás.
Sigue mi línea de visión y se acerca a mí, dejándome liderar el camino.
150
Una por una, examinamos cada habitación en silencio y con cuidado. Camas,
cómodas, tocadores, todo cubierto con sábanas como si no se hubieran utilizado en
meses, quizás años. Algunas piezas se destacan para mí, provocando una sensación de
déjà vu. Conozco estas habitaciones, conozco estos muebles. Cada detalle es como un
fragmento de un recuerdo, una pieza del rompecabezas de anoche. Pensé que había sido
borrado de mi cerebro por completo, pero ha estado aquí todo el tiempo, enterrado bajo
la magia de Orexis y mi propia culpa.
Despejamos el primer piso sin ningún signo de los hombres. Mierda. Si no fuera
por mi propia memoria, pensaría que estábamos en la casa equivocada. Me dirijo a
Gabriella y encuentro que su expresión refleja la mía: confusa, frustrada y asustada. Algo
le ha pasado a Niko, Dorian y Lucifer.
Una nota de presión contra mis sienes y luego escucho su voz haciendo eco en
mi cráneo.
—¿Qué hay arriba?
Empujo mi influencia hacia ella y giro la cerradura de su mente. Ella deja caer
sus escudos mentales y me deja entrar fácilmente.
—Cinco habitaciones más y cuatro baños. Sígueme.
Nos arrastramos hasta la base de la escalera y miramos hacia arriba. Está
silencioso y quieto, pero la presencia que siento se hace más fuerte, llamando tanto para
burlarse como seducirme. Algo está ahí arriba. Simplemente no puedo decir si es quién
esperamos que sea.
—¿Algo? —pregunto telepáticamente.
Gabriella niega con la cabeza. Mierda.
Nos dirigimos hacia arriba lo más silenciosamente posible, nuestros sentidos en
a toda marcha, preparados para captar incluso el menor revuelo de vida. Una vez que
llegamos a la cima, doy vuelta en la primera esquina, la pistola y la daga listas, con
Gabriella a mis espaldas. La primera habitación es muy parecida a las demás: está llena
de muebles abandonados cubiertos de polvo. No me sorprende que el resto sea casi
idéntico. Sin embargo, cuando nos detenemos en la última habitación, me erizo de
inmediato. La presencia es más fuerte. Ese sexto sentido de que alguien está detrás de
esa puerta es tan fuerte que casi puedo sentir su pulso. Gabriella también debe sentirlo
porque sus ojos se abren y pasa a mi lado para girar el pomo antes de que pueda
detenerla. Intento interceptarla cuando se precipita dentro, pero…
Lo siento tan pronto como entro en la habitación. Magia. No discordante como
la de Niko o cargada con presión como la de Gabriella. Algo completamente oscuro e
intrínsecamente malo. Se desliza sobre mi piel como una serpiente aceitosa, tratando de
encontrar una manera de deslizarse dentro. Su aliento fluye sobre mí, un encantamiento
en el aire que agita los vellos en mi nuca. Es un feo y nocivo virus que me roba el aliento 151
y me aprieta los pulmones.
—Nunca he estado en esta habitación —digo en voz alta. El tiempo para proteger
nuestros pensamientos ha pasado. No serviría de nada.
Gabriella también lo siente.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, esta habitación no estaba en esta casa hace un día.
Suelta una maldición.
—Es una trampa.
Al mismo tiempo, giramos hacia la puerta para irnos, pero… ha desaparecido.
En el espacio que alguna vez fue, no hay nada más que una pared. Y justo en el medio
de esto, está el símbolo de la rebelión de demonios en Demoori Sheol.
—¡Mierda!
Levanto la manga de mi abrigo y me pellizco con fuerza. No es un sueño. Esto
no es un maldito sueño.
—¿Qué es eso? —pregunta Gabriella.
—Es un antiguo lenguaje demoníaco, significa, los caídos reinarán. Ellos sabían
que veníamos.
La mirada de Gabriella se estrecha y su mandíbula se tensa.
—Bueno, simplemente no sabían con quién estaban jodiendo.
Levanta las manos para emitir una devastadora corriente de poder hacia la pared,
pero la electricidad neón muere en la punta de sus dedos. Lo intenta de nuevo, pero su
magia se reduce a chispas.
—Mierda. ¡Mierda! Hay algo anulando mi magia. Algo más poderoso que yo. Y
no hay otra magia en la Tierra más poderosa que la mía.
—A menos que este dopada con la sangre de un arcángel —comento, juntándolo
todo. Magia oscura más Demoori Sheol. Este es el trabajo de un poderoso brujo
trabajando con demonios—. ¿Puedes sacarnos de aquí?
Toma mi mano y se endurece, con el ceño fruncido por la concentración. Su
imagen parpadea ante mis ojos, pero permanece en el mismo lugar.
—No. ¡Mierda! Algo me está anclando aquí. Mi magia… es inútil.
Apunto mi arma hacia la pared. Si la magia no nos va a sacar, tal vez la potencia
de fuego lo haga. Pero las balas rebotan de inmediato como si estuvieran hechas de 152
goma, lo que nos obliga a protegernos para evitar ser alcanzadas.
—Estamos atrapadas —dice Gabriella, el pánico creciendo en su voz—. No
puedo… —Está jadeando, como si no pudiera respirar, como si la oscuridad la estuviera
estrangulando. Aferrándose a su garganta, cae al suelo, luchando por respirar.
Sé lo que tengo que hacer.
Pasión. Deseo. Nostalgia.
Cierro los ojos y los invito a todos, evocando todo lo que sentí anoche. Todo lo
que bloqueé de la memoria por temor a convertirme en lo que siempre supe era. Lo besé
como si sus labios fueran el bálsamo de mi alma dolorida, dejando que su lengua calmara
la soledad y la desesperación que me habían atormentado. Encontré la curación en su
toque mientras acariciaba mi trasero, acercándome más. Y cuando chupé su gruesa polla
en mi boca, probé el dulce consuelo en los diminutos gajos de líquido pre seminal que
se deslizaban por mi garganta. Él enterró su rostro en mi coño como si fuera la clave
vital para la paz sin paralelo. Me folló tan bien que encontré la libertad de mis demonios
que perseguían mis pesadillas. Y en esos momentos tranquilos, con su mejilla contra mi
vientre y mis dedos jugando en su cabello, me descubrí a mí misma. Sabía dónde debía
estar como si la respuesta hubiera estado grabada en mí desde antes del nacimiento.
Como si estuviera tallada en mis costillas cuando todavía estaba en el vientre de mi
madre.
Recuerdo.
Recuerdo.
Lucifer, recuerdo.
La luz sagrada estalla en las puntas de mis dedos, más caliente y más audaz de lo
que alguna vez la he sentido, formando dos orbes brillantes. Presiono mis palmas juntas
para condensarlas en una bola gigante de absoluto e innegable poder que envuelve
ambas manos y respiro profundamente. Evoco toda mi fuerza, todo mi enfoque y, con
un agotador rugido, lo empujo contra la pared, justo en medio de los símbolos
demoníacos grabados en pintura y yeso. La luz choca con la magia Oscura que protege
la pared con un ruido ensordecedor de trueno, justo antes de que un rayo la atraviese,
fracturándola en dos como si estuviera hecha de porcelana. Extiendo un brazo para
proteger a Gabriella del polvo y los escombros que se levantan hacia nosotras mientras
también me protejo el rostro de las consecuencias.
—Funcionó —escupo, mientras el polvo se despeja, revelando un enorme agujero
en la pared—. ¡Gabriella, funcionó!
Estiro la mano para ayudarla a levantarse, pero mi mano solo captura aire. Lo
agito a través de los restos de yeso en polvo para despejar mi línea de visión.
Pero ella se ha ido. 153
Los pasos pesados son una estampida impulsada por el miedo, y en cuestión de
segundos, Niko, Dorian y Lucifer se apresuran en la escena, con su propio cabello y ropa
cubiertos de tierra y mugre.
—Gracias mierda. —Niko inhala. Sus hombros caen de alivio cuando se acerca
y me toma en sus brazos—. No pudimos llegar a ti. Mi magia, todos nosotros…
—Este lugar ha sido hechizado con una poderosa oscuridad —finaliza Lucifer.
Sus ojos son eléctricos cuando me mira de cerca, pero mantiene su distancia.
—Busquemos en qué habitación estaba atrapada Gabriella y salgamos de aquí —
se queja Dorian, sus brillantes ojos azules barren el espacio. El pánico pinta sus bellos
rasgos.
No sé qué decir para aliviar su evidente angustia. No sé qué hacer para arreglar
esto. Ni siquiera creo que pueda. Así que me quedo allí, con los ojos llenos de pesar, el
labio inferior temblando con la verdad tácita.
—Vamos. —Me insta Dorian, cuando no logro avanzar hacia la abertura de la
pared.
Lucifer y Niko simplemente me miran, sintiendo la raíz de mi inquietud.
—No —grita Lucifer detrás de Dorian, que ya está en el pasillo.
—No tenemos tiempo para esto.
—No —repite Lucifer.
Dorian se da la vuelta y se dirige hacia donde estamos los tres de pie, cada paso
un golpe en mi pecho.
—Maldita sea, lo juro por lo Divino, si tú…
—Se ha ido —suelto, incapaz de contener el temblor en mi voz.
—¿Qué? —pregunta él.
Trago, pero no hace nada para disipar el nudo en mi garganta.
—Dije, se ha ido. La Reina Oscura no está aquí. La perdí.

154
Capítulo 17
D
espués de buscar en cada oscuro rincón de la casa, regresamos a The
Saint justo cuando el sol comienza a asomar a través de pesadas nubes
grises. Apenas nos hemos alejado de la puerta de la Suite de Lucifer
antes de que la ira de Dorian rompa su fresco exterior.
—Dímelo otra vez —dice, acercándose tanto que puedo sentir la frialdad de su
aliento. Incluso la temperatura de la habitación desciende varios grados.
Repaso todo de nuevo, tal como lo hice en la mansión. Sé que está enojado; tiene
todo el derecho. Pero también, sé que está aterrorizado. Gabriella es su esposa, su reina.
Y yo fui la última persona que la vio. Así que le cuento cómo llegamos a una casa oscura 155
y vacía y cómo cada habitación parecía haber sido abandonada durante meses. Le digo
cómo ambas sentimos una presencia que no pudimos explicar que nos llevó a las
escaleras, y cuánto esperábamos que fueran ellos. Y le digo cómo llegamos a esa sala
predestinada y cómo la puerta se desvaneció ante nuestros ojos, dejando los símbolos
demoníacos que me habían acechado durante días.
—Ella… ella no podía respirar —tartamudeo—. Lo hicimos todo. ¡Todo! Lo que
sea que estuviese en esa habitación anuló su magia, y no había salida.
—Nos sucedió lo mismo —dice Niko, acercándose para poner una mano en el
hombro de su hermano—. Creo que esto fue una trampa para ella. Es por eso que su
magia era inútil, pero ni siquiera consideraron la de Eden.
—Porque no lo sabían —dice Lucifer—. Eden puede manejar la luz sagrada, algo
que ningún otro Nephilim puede. Ellos no sabían que era capaz de conjurarla.
Niko acerca a su hermano, alejándolo de mí.
—La recuperaremos, D. Lo prometo. Gabriella es fuerte. No podrán retenerla
por mucho tiempo.
Dorian asiente, pero su mandíbula todavía está apretada con desprecio.
Finalmente me libera de su mirada y se da la vuelta.
—Enviaremos todas nuestras fuerzas. Quiero hasta el último hechicero
buscándola. Llama a Cyrus. Necesita tener a los vampiros en esto.
—Lo haré. Mientras tanto, necesito que me dejes manejar esto. Tu hijo te
necesita. Estás demasiado emocional en este momento y no podemos arriesgarnos a
cometer errores.
—¡El error fue dejar que me convencieras de que se podía confiar en ellos! —grita
Dorian, agitando una mano frenética hacia Lucifer y hacia mí. No digo una palabra.
—Esto no fue culpa de Eden —dice Lucifer, sorprendentemente saliendo en mi
defensa—. Este fue el trabajo de magia oscura. Así que, si quieres culpar a alguien, culpa
a tu padre.
—Y dónde se suponía que estaba mi padre, ¿eh? —le pregunta Dorian, apretando
los puños a los lados—. ¿Por qué no está en el infierno donde lo pusimos?
Lucifer responde con una sonrisa burlona y estoy agradecida. Aunque aprecio
que me defienda, no le permitiré luchar por mí. No cuando esto está meramente sobre
mis hombros. Debería haber hablado. Debería haber intentado detenerla, pero no lo
hice. Con todo lo que ella tiene que perder, le permití dominarme y correr dentro de esa
habitación, sabiendo que había algo siniestro en el otro lado. Y no me puedo
perdonarme por eso. Solo puedo tratar de arreglarlo.
156
—Está embarazada.
La habitación se queda en silencio por un largo rato antes de que Dorian se vuelva
para mirarme, su mirada es un infierno azul y brillante.
—¿Qué dijiste?
—Gabriella… está embarazada. Te lo iba a decir después. Pero ahora… —Trago
el sollozo atrapado en mi garganta—. Debería haber tratado de convencerla de que no
fuera, pero no lo hice, y lo siento. Quería respetar sus deseos.
Dorian se dirige al espacio justo delante de mí tan rápido que ni siquiera tengo la
oportunidad de alejarme. Sin embargo, Lucifer ve la amenaza y se materializa justo
delante de mí y lo empuja hacia atrás, enviándolo hacia el otro lado de la habitación
para aterrizar contra el poste con la fuerza suficiente para doblarlo. En un parpadeo, está
de pie y avanzando. Niko lo atrapa por los hombros y lo jala hacia atrás.
—¡Te di la bienvenida a mi casa! ¡Confié en ti alrededor de mi familia! ¿Y dejaste
que mi esposa entrara en esa casa, sabiendo muy bien que llevaba a nuestro hijo?
—¡Esto no es su culpa, D! —gruñe Niko, usando todas sus fuerzas para evitar
que su hermano me arranque la cabeza—. Sabes que Gabriella no hubiera dejado que
nadie la detuviera. Ella hizo su elección. Eden no tuvo nada que ver con esto. ¡Esto no
es su culpa!
—Estás jodidamente en lo cierto. ¡Es la culpa de él! —grita Dorian, volviendo su
ira hacia Lucifer—. Tú hiciste esto. Las elegiste como tus jinetes y ahora mi esposa y mi
bebé se han ido.
Lucha contra el agarre de Niko pero no avanza.
—Juro en mi trono, si algo les sucede, desataré todo mi poder Oscuro sobre tu
reino. Habrá guerra.
Se gira y se dirige hacia la puerta, casi arrancándola de las bisagras mientras sale.
Niko se vuelve hacia mí con una disculpa brillando en sus ojos.
—Solo está asustado. Es un milagro para Gabriella incluso concebir. Él no lo dice
en serio.
Solo puedo hacer un gesto de asentimiento en mi estado de sorpresa y vergüenza
antes de que él siga a su hermano fuera de la suite.
—Tiene razón —declara Lucifer en voz baja—. No es tu culpa. Es mía. Debería
haber sabido que Aurora nos estaba tendiendo una trampa. Ella sabía que nunca
confiaría en ella por encima de Nikolai.
Lo miro con los ojos llenos de lágrimas, pero no puedo decir una palabra por
temor a sucumbir a la lluvia de emociones que actualmente amenazan con ahogarme.
Así que me doy la vuelta y entro en mi habitación, sin poder enfrentar lo que he 157
permitido que suceda. Incapaz de enfrentarlo, sabiendo que era el recuerdo de él lo que
incluso me dio el poder de liberarme del encantamiento Oscuro.
Me alejo de Lucifer, porque eso es lo que debo hacer, no lo que quiero hacer.
No sé cuánto tiempo estuvo parado afuera de la puerta de mi habitación,
contemplando todas las razones por las que debería dejarme en mi propia miseria. Pero
cuando gira el picaporte y se permite entrar, toma todo en mí para no colapsar en el
suelo.
Lo miro, mis ojos llenos de lágrimas, y no digo nada. Porque sé que con él, no
tengo que hacerlo. Sabe lo que necesito y no necesita mi consentimiento.
Lucifer abre mi chaqueta y me la quita, dejándola caer al suelo. Las armas
escondidas traquetean, pero no parece en absoluto preocupado. En este momento, yo
tampoco. Solo puedo concentrarme en sus dedos, desabrochando hábilmente los
botones de mis pantalones y deslizándolos por mis piernas.
—Luc… —Intento decir ahogadamente, pero incluso las sílabas me cortan la
garganta.
—Shhh… Solo déjame —susurra—. Solo déjame cuidarte.
Y se lo permito. Dejo que me quite mi blusa por encima de la cabeza. Dejo que
me recueste en la cama y suavemente coloco mi cabeza en la almohada. Y le permito
tumbarse a mi lado y atraigo mi cuerpo hacia el suyo.
Porque en este momento, tallado en un universo roto donde él no es quien es y
no soy quien soy, eso es todo. Esto es todo. Su cuerpo es el rey y el calor de su abrazo
es supremo. E incluso mientras mi conciencia libra una guerra contra mis emociones, la
sensación de su pecho debajo de mi mejilla manchada de lágrimas es el comandante en
jefe y soy una simple subordinada a su toque.
Recuerdo esto como recuerdo mi propio nombre.
Lo recuerdo.
Y aunque eso debería asustarme, debería aterrorizarme hasta la médula de mis
huesos, es lo único que me mantiene enraizada en esta cama, esta habitación, este
mundo. Él es mi ancla en esta violenta tormenta que se retorció y me atrajo de todas las
formas posibles. Sus ojos, tan ilimitados como galaxias con estrellas, me recuerdan que
hay belleza en la oscuridad. Y por ahora, eso es suficiente. Es todo lo que me queda para
aferrarme.
Me abraza fuerte y yacemos en silencio. No hay torpeza ni miedo. No hay
expectativa de algo más, cuando ya no tengo más que dar. Mi alma está en E, y de
alguna manera, su misma presencia me sostiene. No del todo, pero lo suficiente para 158
evitar que deje que la vergüenza se apodere de mí.
No quiero quedarme dormida por miedo a soñar, pero de alguna manera lo hago.
Tal vez sea el agotamiento, tal vez sea su cuerpo el que ahuyenta la oscuridad, pero no
sueño. Y cuando me despierto y el sol de la tarde entra por mi ventana, proyectando una
luz dorada sobre nuestros cuerpos, él todavía está aquí, todavía sosteniéndome.
Mirándome como si fuera a convertirme en arena y deslizarme entre sus dedos.
Si este fuera otro momento y otro lugar, me sentiría avergonzada por mi estado
de desnudez. Debería avergonzarme. Pero en cambio, estoy agradecida de que él está
aquí. Y eso, también, debería llenarme de vergüenza.
—Roncas —susurra, mostrando una sonrisa suave y juguetona.
—No lo hago —replico antes de darme la vuelta. Estamos a menos de un puñado
de días, y ahora no solo tenemos que encontrar a Legion, también a Gabriella. No puedo
permitirme esconderme en la cama con él por más tiempo, incluso si eso es todo lo que
quiero hacer.
—También hablas dormida.
Lo miro con los ojos entrecerrados mientras agarro mi blusa.
—¿Lo hago?
—Sí.
—Oh. —Puedo sentir cómo se calienta la sangre de mis mejillas, lo cual es
absolutamente ridículo—. ¿Qué dije?
—En su mayoría balbuceo ininteligible. Pero también decías, recuerdo. Dime,
querida Eden. ¿Qué es lo que recuerdas?
Mi encogimiento de hombros es una mentira audaz.
—No tengo idea.
—¿Estás segura de eso? —Su voz está llena de escepticismo.
—¿Cómo debería saberlo? Estaba dormida, ¿recuerdas? —Me dirijo hacia el
baño—. Estoy a punto de meterme en la ducha.
Lucifer agitó sus cejas y se desliza hasta el borde de la cama.
—Voy a agarrar mi estropajo.
—Oh-no. —Niego con la cabeza—. Ni en sueños. Ni siquiera si tuvieras la última
pastilla de jabón en la Tierra.
—Pero… estoy sucio —responde, sacando su labio inferior.
Y por primera vez en mucho tiempo, sonrío, y no está teñida de dolor o molestia. 159
No lo estoy haciendo para enmascarar mi miedo. Lo hago porque de alguna manera, a
su manera pervertida, Lucifer está siendo amable. Y cuando la amabilidad es una
novedad, la tomas donde la puedes encontrar.
Incluso si viene del maldito Diablo.
Salto a la ducha, y cuando salgo, Lucifer no solo se ha ido, sino que ha recogido
la ropa que tiró e hizo la cama. Sé que él se siente mal por lo de los Jinetes, y perder a
Gabriella tiene que ser un problema para él tanto como lo es para mí. Pero aun así, su
comportamiento está tan fuera de lugar que me preocupa. ¿Podría él estar compensando
por otro paso en falso? No me sorprendería lo más mínimo.
Está sentado en el salón, recién arreglado y vestido, cuando salgo de mi
habitación, el mismo libro de antes en sus manos. Me imagino que es excepcionalmente
bien leído y culto, pero aun así es un poco chocante imaginarlo como este refinado y
cultivado caballero que le excita la violación y la mutilación.
—¿Qué estás leyendo? —pregunto a modo de saludo.
Cierra el volumen y lo coloca en su regazo.
—Algún viejo y polvoriento libro que saqué de la colección de Irin.
Me siento frente a él y comienzo a organizar y recargar las armas que he traído
conmigo.
—¿Nada bueno?
—Fascinante —responde, seduciendo cada sílaba con su lengua—. Entonces,
¿cuáles son nuestros planes para hoy?
—Quiero salir y buscar cualquier cosa que nos pueda orientar en la dirección de
Stavros. Él tiene que haber estado detrás de la desaparición de Gabriella. Y si Stavros
está trabajando con los demonios menores, sabrá dónde encontrar a Legion. Tenemos
cuatro días. ¿Crees que podemos preguntarles a las brujas de nuevo?
Lucifer se encoge de hombros.
—Vale la pena intentarlo.
Asiento.
—Bueno. Vamos a empezar a golpear el pavimento. También quiero revisar esa
casa otra vez.
La humedad es notablemente empalagosa, y si no fuera porque mi chaqueta
modificada oculta mis armas, me la quitaría. Sé que es el sur y todo, pero es invierno.
Los fríos meses en Chicago son amargos e imperdonables. El aire literalmente pica tu 160
piel. Así que es extraño estar sudando mientras nos abrimos paso a través de las puertas
del cementerio.
Lucifer se detiene en seco antes de llegar a la tumba de Marie Laveau y levanta
una palma frente a mí para detener mi avance.
—Algo está mal.
—¿Qué?
—Las brujas… nos están negando el paso. Ellas no nos quieren aquí.
—Y… ¿cómo lo sabes?
Sus ojos bordean el cementerio vacío. Días atrás, este lugar estaba lleno. Ahora,
no existe un alma viva dentro de este lugar, ni siquiera los guías turísticos.
—Porque me lo están diciendo. Están… gritando.
No escucho nada, y parece un poco tonto que Lucifer parezca tan asustado por
un montón de brujas muertas. Hay mucho en juego para ser amable ahora.
Doy un paso adelante, pero Lucifer bloquea mi camino.
—No. No nos ayudarán. Y si no respetamos sus deseos, habrá consecuencias.
Pongo mis ojos en blanco.
—Espera. ¿No eres tú Satanás? ¿Ellas son tus sirvientas?
Niega con la cabeza.
—No es a mí a quien amenazan.
Parpadeo, retrocediendo un paso.
—¿A mí? ¿Tienen algún problema conmigo?
—Saben lo que eres. Y lo que estás destinada a ser. No nos ayudarán.
Giro sobre mis talones y salgo del cementerio, nerviosa y furiosa. No tenemos
nada. Absolutamente nada para seguir. Y nuestro único medio de comunicación con el
mundo sobrenatural acaba de cerrar la puerta en nuestras caras, por mi culpa. A este
ritmo, nunca encontraremos a Gabriella, y podemos olvidarnos de detener a Legion a
menos que él me proporcione un mapa durante mi próximo sueño. Esto es una completa
tontería, y estoy luchando contra el furioso llanto cuando regresamos a la calle principal.
—Disminuye la velocidad, Eden —grita Lucifer a unos pasos detrás de mí.
Lo ignoro y sigo avanzando, cada paso alejándome del cementerio sonando
como otro clavo en el ataúd colectivo de la humanidad.
—Todavía tenemos algunos recursos más. Confía en mí en esto.
161
Niego con la cabeza, sin creerle. Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer.
Vinimos aquí bajo la ilusión de que había algo que encontrar. Soportamos el santurrón
discurso de Michael. Jugamos el juego de Aurora. ¿Y qué conseguimos? ¿Aparte de
escabullirme por información que se convirtió en una trampa y fastidiar a la Oscuridad?
Estoy tan envuelta en mi propio tormento interior que pierdo un paso y casi me
tropiezo con el tráfico que se aproxima. De alguna manera, Lucifer me atrapa antes de
que me convierta en un animal atropellado y me sostiene de pie.
—Guau. ¿Cuándo fue la última vez que comiste?
Hago un rápido examen mental de los últimos días y me encojo de hombros.
—No lo sé. ¿Anteayer tal vez?
—Eden, estás pálida y tu piel está húmeda. No estás pensando con claridad.
Necesitas comida.
Me encojo de hombros.
—No tengo tiempo para comer.
—Sí, lo tienes. Y no serás útil para nadie, especialmente la Reina Oscura, si no
te cuidas. Vamos a alimentarte, y luego nos adentraremos más en el Barrio Francés.
Tengo algunos negocios que puedo ser capaz de cobrar. Aunque las brujas muertas no
me ayudaran, las vivas puede que no tengan otra opción.
Muerdo mi labio mientras sopeso su propuesta, aunque sé que tiene razón. Me
siento débil. Y el descuido de mi cuerpo puede haber tenido algo que ver con la forma
en que Stavros nos hizo caer. No dejaré que eso vuelva a suceder.
—Bien. Veinte minutos y luego tenemos que volver al trabajo.
Nos detenemos en el primer restaurante abierto al que llegamos, lo cual es una
proeza ya que la mayoría de ellos parecen estar cerrados. Frunzo el ceño y miro a
Lucifer, que también parece perplejo.
—¿Son vacaciones o algo así?
Niega con la cabeza.
—E incluso si lo fuera, estos lugares todavía estarían llenos.
Entramos en el pequeño establecimiento y somos recibidos de inmediato por un
amistoso rostro apretado con preocupación.
—Buenas tardes, soy Luetta —dice, conduciéndonos a una mesa—. Seré la única
mesera hoy ya que tuve que enviar a mi personal a casa. Espero que sean pacientes con
nosotros. 162
Miro alrededor del restaurante. ¿Dónde está todo el mundo?
—Tenemos un poco de prisa —le digo, ignorando la forma en que Lucifer me
mira—. ¿Qué podemos obtener que sea bastante rápido y sencillo?
Luetta establece un par de menús en la mesa y luego explica:
—Bueno, muchos de nuestros artículos no están disponibles en este momento.
Pero acabamos de hacer una olla grande de nuestro famoso jambalaya.
Asiento.
—Tomaré eso. Y agua, por favor.
—Lo mismo —interviene Lucifer—. ¿Está sucediendo algo? La mayoría de los
restaurantes están cerrados.
Luetta suspira, su expresión triste.
—Un golpe de mala suerte, desafortunadamente, como si no hubiéramos tenido
suficiente de eso. Hay un gran recorte en todos los productos debido a ese gran virus de
la gripe. Están diciendo que podrían estar infectando los alimentos para humanos y
enfermarlos. Así que tuvimos que tirar todo: frutas, verduras, incluso carne, ya que los
animales se están contaminando y muriendo. Y todo lo que no esté contaminado está
siendo racionado debido a esta nueva guerra en la que estamos. Y si eso no fuera
suficiente, hubo un masivo derrame de petróleo en el golfo, por lo que todos nuestros
mariscos y peces se están muriendo. Todo lo demás está siendo comprado a precios
increíbles por las personas que pueden pagarlo. Básicamente, todos nos estamos
quedando sin comida. Temo que nuestras puertas estarán cerradas al anochecer.
Ella limpia bajo sus ojos, claramente emocional.
—Lo siento, amigos. Déjame ir por esa jambalaya para ustedes.
Los ojos de Lucifer se conectan con los míos. Y a pesar de que mi piel se está
arrastrando y siento náuseas por el pánico, necesito escucharlo decirlo. Necesito
escuchar las palabras que sé que están chamuscando su lengua, exigiendo ser
pronunciadas. Recordándonos que podemos correr, podemos escondernos, pero el
destino es una perra imperiosa, y no será ignorada.
—Hambruna —susurra—. El Jinete Negro está aquí. Saskia ha sido liberada.

163
Capítulo 18
R
ealmente me siento enferma, así que tan pronto como Luetta nos trae
nuestros vasos de agua, lo bebo entero y pido otro.
—Mierda —maldice Lucifer rápidamente después de que ella se
aleja para traernos nuestra comida.
Honestamente, ni siquiera puedo pensar en comer justo ahora, pero sabiendo que
podría ser literalmente nuestra última comida, me siento en conflicto. Si un restaurante
en una de las áreas más concurridas del país no puede obtener todos sus ingredientes,
¿qué significa eso para la gente normal? ¿Para los pobres? ¿Y cuantos se arriesgarán en
ser infectados por la Pestilencia solo para poder alimentar a sus familias? 164
Es como si nosotros, los Jinetes, no solo estamos conectados por la fe sino por
las plagas. La Pestilencia pone las cosas en marcha, y cuando la Guerra llega al lugar,
mueve los recursos del país. Las personas salieron y comenzaron a acumular comida y
agua. Y ahora que Hambruna ha llegado, no hay suficiente alrededor. Si los primeros
tres de nosotros matamos inadvertidamente decenas de miles, ¿qué puedo hacer? ¿Cómo
puede ser Muerte peor que las enfermedades, la violencia y la inanición?
Nuestras comidas llegan, y mientras que por mucho preferiría dárselo a alguien
que lo necesite más, la ingiero tanto y tan rápido como puedo, sabiendo que necesitaré
mi fuerza si tenemos alguna esperanza de ponerle fin a todo este sufrimiento.
—Deberíamos contactar a los Se7en —sugiero después de que me he comido mi
ración—. Necesitamos ayuda. Y tal vez si Lilith sabe que está causando este estallido,
ella puede intentar luchar contra este.
Cuando Lucifer niega con la cabeza, no estoy ni mínimamente sorprendida.
—Cuanto más cerca estén ustedes, las oportunidades de que te actives son
mayores. Los Jinetes trabajan como un efecto dominó. En última instancia, uno
enciende al otro. Si tuviéramos que cultivar a los tres en una ubicación centralizada,
sería catastrófico.
Levanto una ceja, entendiendo por qué Lucifer ha tratado de aislarme.
—Por eso estabas enojado por la presencia de Gabriella.
—Correcto. —Asiente—. Con las tres dispersas, un área no se llenará de plagas.
—Pero ciertamente, las plagas se esparcirán, ¿verdad? El virus de la gripe ya ha
afectado la Costa Este y se están reportando casos en el extranjero.
—Pero no estás en el extranjero. Estás aquí. Si los tres primeros Jinetes
aparecieran en Nueva Orleans, seguramente estarías activada.
—Y yo traería la muerte a todo en mi camino.
Jadeo mi desesperanza y empujo mi plato. Las probabilidades siempre han sido
contra nosotros, pero esto es mucho peor de lo que habíamos anticipado. Si Hambruna
está aquí, eso significa que Saskia debe estar cerca. Y con la captura de Gabriella, no
hay forma de saber si está retenida en la ciudad o en otro lugar. Con Lilith estando al
otro lado del país es nuestra última esperanza, pero no se sabe cuánto tiempo
permanecerá allí. Hemos estado aquí durante casi una semana. Seguramente, ella y
Andras están de regreso a Chicago, o en otra misión. Y si la información de Toyol es
suficiente, entonces seguirán el rastro de asesinatos y suicidios de Legion, tal como lo
hacemos nosotros.
—¿Crees que Legion es capaz de hacer esto? ¿De liberar a los Jinetes?
Lucifer comienza a sacudir la cabeza y luego se encoge de hombros. 165
—Ya no sé de lo que es capaz. Ciertamente es lo suficientemente poderoso, pero
siempre ha sido más mártir que asesino. Habría anticipado que habría bajas masivas y
encontrado otra manera de terminar con su vida.
—Espero que tengas razón. —Asiento—. Porque si supiera que causó todo esto,
nunca podría perdonarse a sí mismo. No tendría ninguna razón para tratar de luchar
para volver a su camino.
—Sí, lo haría. Tiene una muy buena razón. —Lucifer no está de acuerdo—. Tú.
Suspiro, deseando poder dar vida a sus palabras.
Siempre había creído que un hombre nunca sería la clave de mi salvación. No
importa cuán ferozmente él se preocupará por mí, no me sentiría completa por sus
afectos. Su amor podría aliviar el dolor de la soledad. Podría calmar el ardor de
sentimientos profundamente arraigados de insuficiencia. Incluso podría ser lo
suficientemente fuerte como para coser mi corazón destrozado, pero no salvaría mi
alma. Eso estaba totalmente en mí. Y no había cantidad de sonrisas bonitas e incluso
palabras más bonitas que alguna vez pudieran cambiar eso.
Estoy empezando a darme cuenta que sería lo mismo para Legion. Porque las
personas rotas no pueden curar a las personas rotas. No importa cuán profundo sea lo
que sienta por él, no puedo imaginarme tratando de recuperar los pedazos de su vida
cuando mis manos están demasiado llenas con los pedazos de la mía.
Pero, todavía lo amaría. Fragmentos dentados y todo.
Luetta regresa para recoger los platos. Lucifer y yo no decimos otra palabra hasta
que me paro.
—¿A dónde vas?
—Al baño —contesto. Todavía no me siento bien, pero ahora los nervios han
reemplazado el hambre.
La mirada de Lucifer se desplaza sobre el espacio antes de que él comience a
ponerse de pie.
—Iré contigo.
—No necesito una niñera —insisto—. Está a siete metros de distancia.
—Aun así… no deberías estar sola.
Pongo mis ojos en blanco dejando escapar un aliento impaciente.
—Necesito tres minutos de privacidad. Si no vuelvo dentro de ese período de
tiempo, puedes seguirme. ¿De acuerdo? 166
Con los ojos entrecerrados, Lucifer frunce los labios.
—Bien. Tres minutos.
Me dirijo hacia el baño que está a la vuelta de la esquina, con cuidado de
mantener los ojos abiertos para detectar cualquier marca distinguible que pueda servir
de pista. Pistas de qué, no tengo ni idea. Pero si hay una fuerza aquí lo suficientemente
fuerte como para que Lucifer y la realeza Oscura sean inútiles y así poder capturar a la
reina Oscura, entonces soy lo suficientemente inteligente como para saber que no será
lo último que veamos.
Con la palma de mi mano presionada contra la puerta de madera que señala el
baño de damas, noto un movimiento borroso por el rabillo del ojo. Luego, en el
tartamudeo de un latido inmortal, estoy siendo empujada hacia adentro. Mi frente choca
con la pared lo suficientemente fuerte como para sentir un pinchazo en mi mejilla
mientras estoy siendo presionada contra ella. Pero no antes de agarrar el arma oculta en
la base de mi columna vertebral y presionar el cañón contra el vientre de mi agresor. Un
movimiento equivocado y una bala atravesarán sus entrañas y le destrozarán la columna
vertebral.
—Te estás volviendo más rápida —gruñe, su voz más áspera que la última vez
que hablamos.
—Te estás volviendo más descuidado —escupí de vuelta.
El agarre contra la parte posterior de mi cuello se relaja y me permite girarme y
enfrentar al demonio más temible que jamás haya visto. Recuerdo la primera vez que lo
vi: músculos abultados, ojos negros y muertos y el rostro desfigurado en una sonrisa con
cicatrices permanentes. Pensé que estaba mirando al mal encarnado. Y una vez que supe
que era el Demonio del Asesinato, siempre intentaba mantener una distancia sana de él.
Sin embargo, verlo con mi hermana alteró completamente mi visión de él y me hizo
lamentar mi prejuicio. Pensé que engañar a Phenex sería lo peor de todo esto, pero fue
engañar a Caín de lo que estaba más arrepentida. Y a juzgar por el ceño fruncido que
estropea su rostro ya desalentador, sé que he perdido su confianza para siempre.
—¿Quieres decirme qué coño estás haciendo en Nueva Orleans? ¿Y por qué
diablos pensaste que te saldrías con la suya robándome?
Aseguro mi arma y luego hago un escaneo rápido del baño para asegurarnos de
que estamos solos.
—Irin nos envió. Todavía no lo sé, pero Caín… mierda, está sucediendo. Algo
terrible se acerca.
—No me digas. —Se frota una mano sobre su cabello encrespado—. Jodido
infierno, Eden. No solo ignoraste una orden directa y te escapaste con el maldito Lucifer,
sino que también cometiste un crimen contra el Se7en que se castiga con la muerte.
¿Entiendes eso? Sabes que no puedo dejar pasar esto. 167
La refutación está en la punta de mi lengua, pero me niego a lanzar a Phenex
debajo del autobús. Se lo debo. Y no lo convertiré en un traidor para su familia. Me ha
cuidado la espalda más de un par de veces. Necesito cuidar la suya ahora.
—Lo sé. Lo siento. Pero tienes que entender que no lo habría hecho si no fuera
necesario.
—¿Necesario para qué?
¿Para salvar a Legion?
¿Para matar a Legion?
De cualquier manera, él no lo entenderá. No a menos que tenga la verdad
completa. Y ahora mismo, ni siquiera puedo explicarlo.
Caín saca su teléfono.
—Toyol está asegurando el edificio. Necesito que los demás sepan nuestra
ubicación.
Antes de que pueda detenerme, le doy un golpe al teléfono y lo arrojo al suelo de
baldosas. La pantalla táctil se rompe en un millón de fragmentos.
—¡Qué mierda!
—Lo siento —tartamudeé—. Pero ellos no pueden venir aquí. Especialmente
Lilith.
—¿Y por qué carajo no?
—Porque.
—¿Por qué, Eden? No tengo tiempo para esta mierda.
En el momento justo, como si estuviera ensayado, Lucifer entra al baño, su
postura impasible, su expresión fresca. El disfraz que siempre usa cuando se trata de
forasteros. Me pregunto quién, aparte de mí, ha visto al verdadero él.
—Porque la llegada de Lilith seguramente será el principio del fin.
Caín le frunce el ceño a Lucifer, mirándolo de arriba abajo con más desprecio
que de costumbre.
—¿Y qué diablos se supone que significa eso?
—Significa que Lilith es la primera de los Cuatro Jinetes. Ella es Pestilencia. Y al
traerla aquí, estás condenando a esta gente a una plaga como ninguna otra. —Lucifer
arroja una mancha invisible de polvo de su prístina chaqueta de traje—. Ahora, si quieres
ser responsable de la muerte de millones de seres humanos inocentes, por favor, sé mi
invitado. No es como si los ciudadanos de Nueva Orleans no hubieran tenido suficiente. 168
¿Qué es una oleada más de devastación?
Un gruñido audible retumba en el pecho de Caín cuando da un paso adelante,
casi nariz contra nariz con Lucifer. Por supuesto, Lucifer está desconcertado y parece
más molesto que temeroso con la presencia de Caín.
—Esto es trabajo tuyo. Los Jinetes son tu proyecto favorito. Si Lilith es
Pestilencia, entonces la sangre derramada está en tus manos.
Lucifer agita una mano desdeñosa antes de mirar sus cutículas.
—Tal vez sea así. Pero tú eres el que dejó salir al gran lobo malo de su jaula.
¿Quién crees que los activó?
Caín frunce el ceño, retrocediendo un paso. Sus ojos se desvían de Lucifer hacia
mí.
—¿Legion?
Asiento.
—No estamos seguros de si los Muchos lo hicieron, o él. Los Jinetes son los
únicos que pueden ser lo suficientemente fuertes como para derrotarlo con toda su
fuerza. Nos activaron para desatar el Infierno en la Tierra o para derribarlo.
El pliegue entre sus cejas se profundiza.
—¿Nos?
—Sí. —Trago antes de levantar mi barbilla en falsa valentía—. Soy Muerte.
—Mierda —espeta Caín. Luego mueve su dura mirada de vuelta a Lucifer—. ¿Y
sabías sobre esto?
Lucifer se encoge de hombros despreocupadamente.
—Bueno, no es como si yo tuviera el control de quienes serían los Jinetes. Soy
poderoso, pero no lo suficientemente poderoso para reescribir la historia. Lilith, Eden y
el resto de los Jinetes son los primeros en su clase. No alteras el balance de la naturaleza
sin consecuencias. Esta maldición las escogió, no yo.
Caín comienza a pasearse, su mandíbula apretada furiosamente.
—¿Quién más sabe sobre esto?
—El rey Oscuro y el príncipe —contesta Lucifer—. Su reina ha sido capturada
por quien sospecho es Stavros, su padre y cómplice de Uriel.
—Ella es Guerra —añado—. Y tenemos que encontrarla. Quéjate todo lo que
quieras más tarde, pero justo ahora, necesitamos de tu ayuda. —Avanzo, mis palmas
abiertas, esperando razonar con él a pesar de las transgresiones—. Por favor, Caín. Sé
que no confías en mí. 169
—Estás jodidamente en lo cierto, no confío en ti.
—Pero Gabriella… es buena. Amable, leal. Me recuerda mucho a mi hermana,
y algún día, espero que ambas sean capaces de conocerse. Ella también está embarazada.
Y si algo le sucede a ella o al bebé, nunca seré capaz de perdonármelo. Si hay algo,
cualquier cosa, que pueda hacer para poder ganarme tu confianza, lo haré. Solo no dejes
que esta mujer y su hijo nonato mueran porque yo lo jodí.
Caín deja de pasearse y me mira fijamente, su mandíbula apretada. Finalmente,
deja salir un suspiro.
—¿Dónde fue vista por última vez?
—Una mansión aquí en la ciudad. Parece abandonada, pero está embrujada con
una magia horrible. Incluso los Oscuros no pudieron detectarlo.
—Dame El Redentor. —Cuando yo dudo, él agrega—: Si quieres nuestra ayuda,
me la regresarás. O la tomaré de vuelta.
Asiento, luego de mala gana meto la mano en el abrigo y desenvaino la daga. No
fui tan estúpida como para esperar que me dejara quedármelo, pero aun así apesta y no
puedo seguir siendo fiel a Phenex. Aunque la idea de hundirlo en el pecho de Legion es
algo que ni siquiera puedo comprender, no importa lo mucho que intente convencerme
a mí misma de que soy lo suficientemente fuerte como para hacerlo.
—Una vez más, lo siento —le digo, colocándolo en la mano de Caín—. No era
mi intención traicionarte, y cuando lo tomé… —Recuerdo el dolorido rostro de Phenex,
sus lágrimas, la angustia en su voz—. Pensé que estaba haciendo lo correcto… para
todos nosotros.
Frunce los labios y resopla con los ojos entrecerrados.
—No era tuyo para llevártelo. Es posible que hayas estado follando a Legion,
pero no eres uno de nosotros. No tienes por qué tenerlo en tu poder.
Eso me molestó, pero simplemente asentí, mordiendo mi réplica. Porque sé que
tiene razón, no soy una de ellos. Es posible que hayan abierto su hogar para mí en algún
momento, pero siempre me vieron como una obligación, una carga. Y sí, duele, pero no
puedo esperar que me acepten cuando su única razón para ubicarme es hacer lo que
hacen mejor: matar. Fui una misión que se convirtió en un huésped. Y para Caín,
siempre fui inoportuna.
—Ahora —comienza Caín, asegurando la hoja dentro del bolsillo interior de su
chaqueta, muy parecido a la que fue diseñada para mí—. Háblame de esta mansión.
Volvemos a entrar en el comedor principal del pequeño restaurante y
encontramos que está vacío, aparte de Toyol. Resisto la tentación de abrazarlo, lo cual
es una hazaña cuando me saluda con una sonrisa cálida y torcida.
170
—Hola, dedos pegajosos. Te he extrañado.
—Hola a ti —le respondo, tratando de mantener el alivio fuera de mi voz. Tenía
miedo de cómo me tratarían los demás después de cometer un pecado tan imperdonable.
—Sabes, debería totalmente convertirte en mi suplente. Eres una pequeña cosa
astuta.
Le respondo con una sonrisa tensa, recordando las palabras de Caín: No soy una
de ellos.
—¿Seguro? —pregunta Caín por encima de mi cabeza.
Toyol asiente una vez.
—Afirmativo. Todo el personal se ha tomado la tarde libre. El perímetro es
seguro.
Los cuatro nos sentamos en una mesa vacía, y me pregunto brevemente qué
quiere decir Toyol con su comentario sobre los trabajadores del restaurante. No quiero
pensar que serían capaces de lastimar a personas inocentes tan casualmente, pero son
demonios asesinos. Y los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
—Dinos —exige Caín, una vez que nos sentamos—. Dinos todo.
Durante la siguiente media hora, repaso todo lo que pasó desde que llegamos a
Nueva Orleans, omitiendo la parte sobre Lucifer y yo durmiendo juntos. No es porque
no lo recuerde completamente. Es porque sí recuerdo, y una gran parte de mí desea no
haberlo hecho. Una gran parte de mí desea que esas horas de felicidad y pasión sin igual
aún estuvieran envueltas en la oscuridad, por lo que no me perseguirían constantemente
hasta el punto de la locura. Lo que pasó entre nosotros… no puedo describir. Era como
si nuestras dos almas se hubieran perdido en la oscuridad durante mil años, buscando
desesperadamente la otra, y finalmente nos hubiéramos encontrado. Nunca había
sentido una conexión tan profunda, tan íntima, con nadie, ni siquiera con Legion. Era
como si hubiera sido un cadáver podrido toda mi vida, y su toque, su beso, su polla, me
devolvieron a la vida.
Y luego desperté.
Y bajo la claridad de la mañana, me di cuenta que todavía estoy muerta por
dentro. Y estar con él era todo un sueño cruel.
¿Cómo me olvido de eso? ¿Cómo sigo como si no importara? ¿Cómo si no fuera
un amante tan fieramente atento y tierno que me trataba como si no existiera ninguna
otra mujer en este universo cuando me miraba? Podría decirme a mí misma que él es así
con todos, un chiflado experimentado que dirá y hará lo que sea necesario para obtener
lo que quiere. Pero luego recuerdo esa noche cuando lo vi con Kairo y su compañera.
Parecía… perdido. Casi triste. Como si no pudiera sentir nada, los placeres de su cuerpo 171
eran simplemente una reacción involuntaria.
Me pregunto si Kairo le acarició el cabello después de tener sexo. Si se sentía
seguro con él y se permitía quedarse dormido sobre su estómago. Sé la respuesta, pero,
aun así, quiero decirme que lo hizo. Quiero creerlo. Entonces tal vez podría
convencerme a mí misma de que lo que tuvimos significa nada para él. Que yo no
significo nada para él.
Que él no significa nada para mí.
—Instalaré sensores de calor alrededor y dentro de la casa —dice Toyol,
liberándome de mi tormento interno.
—No importa. —Lucifer se acerca a mí, sacudiendo la cabeza—. Tenemos
razones para creer que Legion está siendo impulsado por la muerte de un serafín:
Raphael. Y Stavros puede estar perdiendo ese poder para fortalecer su propia magia.
—El Redentor habría absorbido la fuerza vital de Raphael —cuenta Caín.
—No lo hizo. Lo comprobé. —Lucifer agita una palma en dirección al
demonio—. Ve por ti mismo.
Caín le lanza a Toyol una mirada y hace un rápido escaneo del restaurante para
asegurarnos de que estamos realmente solos. Luego saca la daga y la coloca con cautela
sobre la mesa. Observamos en silencio, ni siquiera un suspiro agitándose entre nosotros,
mientras Caín deja que una mano se desplace sobre la hoja. Su rostro está retorcido en
concentración, como lo estuvo el de Lucifer, mientras busca mentalmente el alma de
Raphael.
—Mierda —escupe, apartando su mano para romper cualquier conexión que
haya hecho con la daga—. No puedo encontrarlo.
—Lucifer dijo que podría haber algún tipo de hechizo de desviación en él. Esa
podría ser la razón por la que Jinn no murió instantáneamente. Tal vez haya una forma
en que podamos revertirlo y salvarlo —sugiero, tratando de ver el lado positivo de una
situación que de otra manera sería una mierda.
Pero el optimismo es para los tontos. Debería haberlo aprendido hace mucho
tiempo.
Toyol y Caín se miran, ambos con sus expresiones sombrías. Juro que veo como
los ojos semicerrados de Toyol se llenan de lágrimas antes de que alejar su mirada.
—Jinn está muerto —grazna Caín, con voz ronca—. Él se fue.
—¿Qué? —La palabra no es más que un susurro roto.
Caín asiente una vez.
—Recibimos noticias de Phenex anoche y corrimos de regreso a Chicago. Él 172
murió a los pocos minutos de nuestra llegada. Lilith y Andras todavía están en lo de
Irin… de luto. Phenex está… —Traga densamente—. Todos sabíamos que se avecinaba,
pero él se lo está tomando peor.
—Pero… pero… —balbuceo, tratando de ocultar mi dolor y fallando
miserablemente—. Pensé que las transfusiones estaban funcionando. Y Adriel… pensé
que ella podría ayudar.
Sacude la cabeza.
—Fue, al menos lo suficiente para mantenerlo vivo. Pero entonces, anoche, algo
la debilitó, y él dio un giro hacia lo peor. No pudo recuperarse, y ninguno de nosotros
pudo hacer nada.
Anoche.
Anoche fue el momento en que Lucifer había detectado la fuerza vital de Jinn
dentro de El Redentor. Confirmó que se estaba muriendo, pero pensé que tenía más
tiempo. Entonces…
La mansión.
Usé mi luz sagrada para romper el hechizo que nos había capturado. Una
explosión tan grande que atravesó la magia contaminada por los ángeles de Stavros.
Incluso la reina Oscura, el hechicero más poderoso en existencia, y el Diablo no
pudieron romperla, pero yo sí. Yo, una media abominación Serafín.
Debí haberla extraído de la fuerza de Adriel. Y al hacer eso, debo haber matado
inadvertidamente a Jinn.
Llevo mis dedos temblorosos a mis labios para ocultar un sollozo.
—Lo siento mucho. Yo… no lo sabía.
—¿Cómo podrías? Abandonaste tu comunicación. Estuvimos tratando de
comunicarnos contigo durante días, solo para descubrir que toda la tecnología que Toyol
te había dado aún estaba en casa de Irin. Sabía que deberíamos haber puesto un
dispositivo de rastreo en esa cosa —dice, señalando la chaqueta de cuero que estoy
usando—. Pero los otros insistieron en que podíamos confiar en ti. Sin embargo, aquí
estás, una mentirosa y una ladrona. Tuve que interrogar al piloto humano y a la azafata
del avión que te trajo hasta aquí y poner en peligro nuestra alianza con Irin. ¿Y luego
encontrarte aquí con él? —se burla, levantando la barbilla hacia Lucifer.
Tan arrogante como siempre, Lucifer simplemente se encoge de hombros.
—Ella podría hacerlo peor.
—Lo dudo —se queja Caín—. Debería haber sabido que la llevarías a The Saint,
uno de los únicos lugares en la Tierra donde los demonios no pueden entrar. Eso es 173
realmente odiarse a uno mismo.
—¿Odiarse a uno mismo? ¿Te has visto últimamente? Eres un jodido espectáculo
de terror, Demonio del Asesinato. ¿Por qué no le cuentas a Eden cómo conseguiste esa
cicatriz?
Ignorando las disputas, Toyol se entretiene con su teléfono. Lo ha modificado
para que pueda piratear cualquier sistema de vigilancia en la ciudad, incluido la policía
de Nueva Orleans. Sin embargo, estoy tentada de escuchar más sobre Caín y lo que
posiblemente podría haber mutilado su rostro desde su labio hasta el oído. Pero antes de
que pueda preguntarle, hay un choque discordante contra la ventana exterior del
restaurante que da a la calle. En menos de medio segundo, todos estamos de pie, con las
armas estiradas y agazapados en posturas defensivas. Pero no hay amenaza, al menos
no para nosotros. Solo otra vida inocente en Nueva Orleans.
La sangre y la saliva están manchadas en el lúgubre cristal, y un hombre pide
ayuda desesperadamente. Sus ojos suplicantes son de color rojo brillante y él está
sangrando por las orejas. Él golpea el cristal de nuevo, suplicándole a alguien que lo deje
entrar, clamando a Dios para que lo salve de su aflicción, antes de caer sobre la acera.
Observamos con horror durante lo que parecen horas, ninguno de nosotros está seguro
de qué hacer. Cuando finalmente salgo de mi trance y doy un paso adelante, Lucifer me
detiene.
—Ya es demasiado tarde —dice sombríamente.
—¿Qué? ¡Ese hombre necesita ayuda! ¡Toyol, llama al 911!
Pero incluso él sabe que lo que dice Lucifer es cierto y no hace nada. Y a juzgar
por la expresión pétrea de Caín, por una vez, está de acuerdo con Lucifer.
Es demasiado tarde.
Ya es demasiado tarde.
—Está sucediendo, ¿cierto? —susurro, la angustia haciendo eco en mi tono—.
Está aquí.
—¿Quién? —pregunta Toyol.
Aún no habíamos llegado a esta parte. No le habíamos contado toda la historia.
Me vuelvo hacia él, mis grandes ojos vidriosos por el miedo.
—Pestilencia. Está aquí.

174
Capítulo 19
E
scapamos por la puerta posterior justo cuando el sonido de las sirenas se
acerca. Entendía que necesitamos permanecer invisibles, pero no me sentí
bien dejando a un hombre moribundo en la calle. Debimos haber hecho
algo. Pero, honestamente, ¿qué podríamos hacer?
—Pensé que te dije que no llamaras a Lilith —espeta Lucifer mientras damos
vuelta en la esquina hacia una calle lateral.
—No la llamé —responde Caín, igual de mordaz—. Ella sabía que vinimos aquí.
Debió habernos seguido.
Toyol y Caín tienen una SUV estacionada a unas cuantas cuadras de distancia, y
175
hacemos nuestro camino a través de una pequeña multitud inusual de compradores y
deambulantes entre bares para llegar a ella.
—Alguien tiene que explicarme esto —dice Toyol, subiendo al asiento del
pasajero. Caín está al volante—. ¿Lil hizo esto? ¿Y qué demonios tiene ella que ver con
Pestilencia?
—Ella es Pestilencia —contesta Caín—. Es una de los Jinetes de Lucifer, junto
con la reina Oscura y Eden.
Toyol se gira para enfrentarme, su expresión es de incredulidad.
—¿Eden?
Asiento.
—Muerte. Soy la cuarta.
—Y la reina. Ella es…
—Guerra —contesto—. Los bombardeos en el extranjero. Ella es la razón.
—Santa mierda. ¿Ella hizo eso?
—No es exactamente su culpa —contesta Lucifer, sorprendiéndonos a todos con
su honestidad—. No puede controlarlo, justo como Lilith tampoco puede. Esta cepa
mortal de gripe que está circulando es la primera plaga y se manifiesta más fuerte cuando
está cerca. Gabriella tampoco pudo evitarlo. No tenía idea de que era la causa de la
destrucción masiva.
—¿Qué es lo siguiente? ¿Hambruna?
Lucifer asiente.
—Saskia. El Jinete Negro.
Toyol frunce el ceño confundido.
—¿Y Saskia es…?
Lucifer resopla reticentemente a antes de responder.
—La hija de Irin. La tuve en cautiverio después de que Irin ya no pudo
controlarla. Y ella ya está aquí.
Desconcertado, Toyol mira a Caín que ladra:
—¿Ella está aquí? ¿Cuándo diablos nos ibas a decir eso?
—Cuando se hizo necesario que lo supieras. —Lucifer abre las palmas de las
manos cediendo—. Ahora es necesario.
Hay un gruñido desde el asiento del conductor, pero Caín echa humo en silencio 176
mientras aleja el SUV del Barrio Francés.
—¿A dónde vamos? —pregunto cuándo pasamos por la calle Canal.
—A la casa segura del Se7en. Ahí es donde iría Lilith —casi gruñe Caín.
—Absolutamente no. Llévanos de regreso The Saint —ordena Lucifer con un
toque de autoridad.
—Infiernos no. Sabes que no podemos entrar, y no hay forma de que deje a Eden
fuera de mi vista. Y estoy muy seguro de no dejarla escapar contigo otra vez. Legion
tendría mi cabeza.
—Si llevas a Eden a la casa de seguridad con Lilith, todos perderemos la cabeza.
¿No te das cuenta de lo que ella es? Ella es Muerte. Es decir, si se activa, este mundo y
todo lo que hay en él perecerá. Cuanto más cerca esté de los otros tres Jinetes, antes
cumplirá ese destino.
—La protegeremos como siempre lo hemos hecho.
—¿Cómo siempre lo has hecho? Ni siquiera sabías dónde estuvo durante casi una
semana. Y para que no lo olvides, la capturé bajo la vigilancia del Se7en. Uriel la capturó
bajo la vigilancia del Se7en. Su hermana casi muere… todo bajo la supervisión de Se7en.
Esta ya no es tu lucha, demonio. Deja que los adultos se encarguen de esto.
Levanto la vista para encontrar a Caín mirándonos a través del espejo retrovisor,
su mirada tan negra como la noche. Él me está esperando… esperando que yo elija. Los
Se7en, los que me mostraron misericordia y compasión cuando su misión era matarme,
o Lucifer, el gobernante del Infierno que me robó y me condenó a este destino. Debería
ser obvio, pero tengo una oleada de náuseas agitándome las tripas mientras trato de
determinar el mejor curso de acción.
—Él tiene razón —murmuro, conjurando mi voz—. Lucifer tiene razón. Es
demasiado arriesgado que no sepamos dónde están Gabriella o Saskia. Si permanecer
con Lucifer es lo que tenemos que hacer para asegurarnos de que estoy separada de ellas,
entonces tal vez debería hacerlo por ahora.
Miro de reojo a Lucifer para encontrarlo observándome, su expresión ilegible.
¿Está sorprendido que haya estado de acuerdo con él? ¿O sorprendido que lo escogiera
por sobre el Se7en?
Caín sisea una maldición sin palabras, da una vuelta en U, casi ocasionando una
colisión. Suenan bocinas detrás de nosotros mientras aceleramos hacia The Saint. Puedo
sentir el calor de su furia emanando de la parte posterior de su asiento.
Cuando llegamos al hotel, Lucifer sale con una despedida como mucho. Toyol
se gira hacia mí antes de que pueda abrir mi puerta.
—Aquí —dice, dándome un teléfono—. Llámanos si nos necesitas, si necesitas 177
cualquier cosa. Conseguiremos la forma de sacarte.
Asiento, y contesto:
—Gracias. Pero de hecho él lo ha hecho bien. Te dejaré saber.
Caín y Toyol me miran intensamente mientras salgo del coche y me uno al lado
de Lucifer en la entrada del hotel. Todavía no se han movido después de que entrásemos
al vestíbulo. Una sonrisa divertida aparece en los labios de Lucifer.
—No te regodees —le digo cuando nos detenemos en el ascensor. Cuando las
puertas se abren segundos después y entramos, Lucifer tiene el descaro de parecer
perplejo.
—¿Regodearme? ¿Por qué habría de hacer eso?
—Porque estoy aquí. Y sabes que están enojados por eso.
—¿Y tú?
—¿Qué hay de mí? —Frunzo el ceño.
—¿Estás enojada por estar aquí conmigo y no con ellos?
Hago una mueca, principalmente porque no sé cómo responder esa pregunta
honestamente sin darle una idea equivocada. ¿Me hace sentir bien que los Se7en todavía
estén dispuestos a respaldarme incluso después de haberlos traicionado? Sí. Pero ¿me
alegra tener a Lucifer a mi lado, que sabe más sobre los Jinetes que nadie? También sí.
Sin embargo, sabiendo lo que sé ahora, recordando lo que compartimos esa noche
después de la fiesta de Aurora, no puedo sacar las imágenes de mi mente. No puedo
restregarme el recuerdo de sus manos sobre mí, sus labios sobre mi cuerpo, sus caderas
meciéndose entre mis muslos mientras araño su espalda con mis uñas mientras
gemíamos al unísono.
¿Cómo olvido eso? ¿Cómo olvidarlo a él? ¿Y cómo puedo arriesgarlo todo para
salvar a Legion, el hombre que proclamo amar, sabiendo lo que he hecho?
No vuelves de esa traición tan profunda. Y no puedo borrar mis acciones de mi
conciencia.
Llegamos a la suite sin incidentes y Lucifer va directamente a la televisión. Me
quito la chaqueta, me quito los zapatos y me uno a él en la sala de estar.
—¿Revisando las noticias para saber si hay actualizaciones? —pregunto
agarrando la computadora portátil y sentándome en el sofá.
—No exactamente.
Busco en Google más información sobre la escasez de alimentos para ver hasta
qué punto se ha extendido. El golfo fue el más golpeado, lo cual no es sorprendente, 178
considerando la devastación que presenciamos hoy. Es como la vaca loca con esteroides.
La plaga no solo ha afectado al ganado, sino a todos los animales, incluso a los
domésticos. Desde la exposición hasta la muerte, solo parece haber un margen de cuatro
horas. Cuatro horas después de la infección, una criatura viviente cae muerta. Es
diferente a todo lo que el país haya visto alguna vez, y con el golpe que estamos
recibiendo de Pestilencia, el número de muertos es astronómico.
—Mierda. ¿Estás viendo esto?
—No.
Solo dejo brevemente una mirada en dirección a Lucifer para encontrarlo
hojeando los canales. Se conforma con Pago por Evento.
—¿Qué estás haciendo?
—Buscando algo para que veamos. ¿Para qué estás de humor? ¿Comedia?
¿Drama? ¿Porno? —Mueve sus cejas juguetonamente.
—¿Qué? No vamos a ver una película.
—En realidad, eso es exactamente lo que vamos a hacer. —Se deja caer a mi lado
y quita la computadora de mi regazo—. En algún momento, tendrás que darte cuenta
que esto está fuera de nuestras manos, Eden. Puedes estresarte, maldecir y preocuparte
todo lo que quieras, pero lo que será, será, sin importar cómo intentes luchar contra el
destino. No puedes controlar esto. Vas a ser quién y qué eres. Y eso está bien conmigo.
Entonces vamos a ver una película. Te vas a callar sobre el final de los días, Los Muchos
y todos los demás temas relacionados con demonios y ángeles, y lo disfrutarás. Y cuando
ordene el servicio de habitaciones y cubra esta mesa con cualquier alimento frito y
grasoso que podamos comer, te vas a atiborrar de comida y la bajarás con una cerveza
fría. ¿Lo entiendes?
Me quedo en silencio, sorprendida ante su diatriba inesperada, algo que debió
entender como mi consentimiento porque escoge una cursi comedia romántica. La
música cursi da inicio con los créditos, e intento como el infierno no prestar atención.
Pero solo me toma unos pocos minutos de ver a la peculiar y neurótica actriz principal
estresada por algún incapturable chico para hundir mis ojos en la pantalla y, con mucha
seguridad puedo afirmar, estoy absorta. Incluso me acuerdo de reír en las partes
divertidas. No, no me recuerdo. Lo hago tan fácilmente, y Lucifer lo hace también. La
protagonista es irremediablemente agradable. El pensamiento de estar desempleada y
soltera parece ser el fin del mundo para ella. Y por un segundo, la envidio y a sus tan
llamados problemas. Que no daría por regresar a mi antiguo, y deteriorado apartamento
con mi hermana, estresada por las facturas y odiando a mi trabajo sin futuro
nuevamente. Pensaba que mi vida apestaba, pero éramos saludables y nos teníamos a
nosotras. Estábamos contentas con nuestras ordinarias, mundanas vidas.
Lucifer ordena servicio a la habitación para el final de la película, y estoy lo
suficientemente segura, que la cocina está luchando para cumplir con las necesidades de
179
sus huéspedes. Quiero decirle que solo anule completamente el plan, ¿cómo podemos
simplemente sacar la comida de la boca de alguien que realmente la necesita? Pero él me
recuerda que pensar de esa manera es inútil. Si Hambruna no lo consigue, Pestilencia lo
hará. Y si Guerra decide tomar otra ronda en la tierra estadounidense, no habrá mucho
que salvar. Y si Muerte… si soy activada, nuestro mundo es tan bueno como uno
desaparecido de todas formas.
Nos conformamos con papas fritas cubiertas en salsa y queso derretido, tiras de
pollo, y las cervezas prometidas. Mientras esperamos, terminamos la película y Lucifer
escoge otra, una película ridícula que es tan tonta que es divertida. Una vez que llega
nuestra comida, nos apiñamos en la mesita de café, bebiendo cerveza, y engullendo lo
que podría ser nuestra última cena.
—No tienes que hacer esto, sabes —le digo después de tragar un bocado de papas
fritas asadas con salsa y pasarlas con un trago de mi botella de cerveza.
—¿Hacer qué?
—Esto —digo agitando una mano hacia la comida chatarra y luego a la
televisión—. Pretender que esto es lo tuyo. Fingir que todo está bien para mí. Soy una
chica grande. No me voy a deshacer.
—¿Piensas que esto es para ti? —Levanta una ceja cuestionando—. Da la
casualidad de que me gustan las películas estúpidas y la comida mala. La mayoría de la
gente lo hace.
—Sí, pero tú no eres la mayoría de la gente. Ni siquiera eres una persona.
A juzgar por la leve mueca y luego la forma en que rápidamente mira de nuevo
a la pantalla del televisor, subestimé la gravedad de mis palabras y trato de arreglarlo.
—Quiero decir, tú eres… tú. Das fiestas con cenas lujosas con comida que ni
siquiera puedo pronunciar. Bebes botellas de vino que no podría permitirme en un mes.
Vistes trajes de diferentes diseñadores cada día. Esto no eres tú. La comida frita, la
cerveza, las noches de película… esta no es tu vida. Debería saberlo, porque hace solo
unos meses, era la mía.
Cuando se gira hacia mí, hay sombras agitándose en sus ojos.
—¿Alguna vez pensaste que yo podría tener envidia de la simplicidad que alguna
vez tuviste? La simplicidad de estas personas, de este mundo. Me miras a mí, y todo lo
que ves es a Lucifer, el gobernante de todo mal. El ángel caído que una vez fue el favorito
de su Padre, y que era tan desagradable, que fue expulsado del Paraíso y abandonado
por su familia. Soy la única criatura más odiada en la historia del tiempo y el chivo
expiatorio para cada cosa mala que alguna vez ha sucedido. Sí, absolutamente tienes
toda la razón. Uso los trajes y bebo vino, y exudo elegancia superior, y lo he hecho por 180
mucho, mucho tiempo. Pero tal vez, solo una vez, quería algo diferente. Tal vez quise
ser diferente. Tal vez solo quería que me miraras y realmente me vieras.
Mi mirada estupefacta es mi respuesta inicial. Y justo cuando recupero la función
para decir palabras reales, él se ríe.
—Nah. Estoy mintiendo. ¿Por qué en la tierra querría cambiar? No puedes alterar
la perfección. Incluso la idea de pretender ser humano me da ganas de colgarme.
A modo de reflejo, le golpeo en el hombro.
—Imbécil. ¿Por qué tienes que ser tan idiota todo el tiempo?
Lucifer se frota el brazo como si mi golpe pudiera realmente causarle daño.
—Lo haces demasiado fácil. Pero con toda honestidad, da la casualidad de que
me gusta la televisión horrible. Y, además, has sido algo así como una Debbie Downer
últimamente. Si no lo hubiera visto por mí mismo, diría que tienes un palo alojado en
tu trasero.
—Y sí yo tuviera algo de sentido, lo usaría para empalar tu arrogante trasero.
—Puedes intentarlo, encanto —empieza, levantando una papa—. Pero entonces
estaría forzado a arruinar mi Tom Ford y arrancar tu pequeña y bonita cabeza de tus
hombros.
—Hmmm —respondo, golpeando un dedo en mi barbilla—. Dudo que puedas.
Eres el Diablo, sin embargo, ni siquiera puedes detener a los Jinetes, especialmente al
peor de todos. Y, oh, sucede que esa soy yo. Sin mencionar, que tengo la habilidad de
convocar la luz sagrada, que salvó tu trasero hace solo un día. Así que habla toda la
mierda que quieras. Veremos quien realmente reirá al último.
—Touché —contesta, apuntando las frituras en mi dirección—. Pero tal vez no
es que no pueda detenerte. Tal vez simplemente no lo quiero. Tal vez solo me gusta verte
retorcerte.
Sacudo la cabeza.
—Eres diabólico.
—Así me han dicho. Especialmente ya que esa palabra deriva de diablo. ¿Lo ves?
Inspiré todo el lenguaje que hablas. Estoy entretejido en la tela de la cultura de todas las
personas. Hay muchos demonios, incluso más ángeles, y cuatro Jinetes. Sin embargo,
solo hay un yo. No olvides eso.
Ruedo los ojos, pero no continúo animándolo, esperando que la conversación se
diluya. Pero me quedo con sus palabras todavía haciendo eco en mi cráneo. ¿Y si Lucifer
en realidad no quiere detener el apocalipsis? Él tendría más para ganar que perder.
Podría solo eliminar a sus enemigos y reconstruir su imperio. Demonios, ¿qué lo está
deteniendo de reclamar la Tierra para sí mismo? 181
Intento enfocar mi atención en la película, pero entre mis incesantes desvaríos,
un vientre lleno, y toda la sensación de malestar del día, mis párpados se sienten como
plomo. En el momento en que se desplazan los créditos finales en la pantalla, me pongo
de pie y me estiro.
—Voy a acostarme —anuncio a mitad de un bostezo.
—¿Qué? Estaba pensando en ver alguna de Marvel. ¿Qué tal una maratón?
Niego con la cabeza.
—En otro momento.
Mi habitación está oscura, pero no me preocupo con las luces o el pijama. Me
quito mis jeans y sujetador, y me meto a la cama, ansiosa por dormir por las últimas
veinticuatro horas. Pero encuentro que incluso en mi cansancio, es difícil apagar mi
mente. Nuestros días están contados. Puedo literalmente contarlos con una mano con
dedos de sobra. Y se siente que estamos más perdidos ahora de lo que estábamos cuando
recién llegamos.
En este punto, tengo ganas de rendirme. No puedo seguir esperando otra crisis,
otra tragedia, sabiendo que será incluso peor que la última. Nephilim o no, no soy lo
suficientemente fuerte para esto. Hice un buen espectáculo frente a Lucifer y los Se7en,
pero por dentro, estoy aterrorizada. ¿Y en qué punto dejo de estar sorprendida? ¿Cuándo
deja todo de doler tanto? ¿Cómo puedo aprender a apagarlo todo y solo dejar de
preocuparme?
Estaba casi allí. Después de Grand Park, cuando me senté en la cama en casa de
Irin, me dije a mí misma que esto era todo, que es aquí donde dejo de preocuparme.
Aquí es cuando dejo de sentir. Y tal vez realmente podría haberlo logrado. Pero
entonces…
Lucifer.
Fue como si él me forzara a sentir, incluso cuando solo fuese enojo y frustración
con él. No me dejaba entumecer todo el dolor y lucha en mi mundo. Se rehusó a dejarme
ser… como él.
No sé cómo sucumbí al sueño, pero por algún milagro, mis párpados se cerraron
y mi respiración se profundizó. Me quedé dormida en mi cama, en The Saint, con los
sonidos de fiestas de borrachos disfrutando sus últimos momentos en la Tierra.
Luego me despierto en el cementerio. Y no estoy sola.

182
Capítulo 20

T
odo es un borroso caos a partir de ahí.
Lucifer irrumpe en mi habitación, desnudo de la cintura para
arriba, con los ojos bien abiertos con incredulidad.
—La viste —me dice, acercándose a mi cama—. Viste a
Gabriella.
Asiento furiosamente.
—¿Tú también la viste?
—Sí. En el cementerio. Sucia, sangrando. Ella estaba corriendo, tratando de
183
escapar.
—Escapar de Legion.
—Sí. Él estaba ahí.
Retrocedo un poco, confundida.
—¿Cómo pudiste verlo? ¿Estás diciendo que él nos dio a ambos el mismo sueño?
—No estaba soñando —me responde, sacudiendo la cabeza—. En un momento,
estaba leyendo, y luego estaba sucediendo justo enfrente de mí. Como si estuviera allí.
—Yo también. Fue como si… estuviera a su lado, corriendo con ella.
Nos tomamos un momento de silencio aturdido antes de que ambos casi
tengamos un infarto cuando un ruido desconocido suena desde la sala de estar.
—¿Qué demo…?
No estoy segura si es una alarma o qué, pero nos apresuramos hacia el origen
para encontrar que proviene de la chaqueta que desafortunadamente dejé en el sofá de
dos plazas. Cavo a través de los bolsillos y recupero el celular que Toyol colocó en mis
manos justo antes de salir del auto.
—¿Hola?
—¿Acaban de ver eso?
Asiento aun sabiendo que Toyol no puede verme.
—Era Gabriella en el cementerio. Tú también la viste, ¿cierto?
—Todos lo hicimos. Necesitamos llegar allí lo más pronto posible. Estaremos allí
en 10 minutos.
Cuelga y corro de regreso a mi dormitorio y me pongo los pantalones de la noche
anterior. En menos de un segundo, estoy en el baño, rápidamente cepillando mis dientes
y recogiendo mi cabello en una desordenada cola de caballo. Lucifer me saluda con una
mirada preocupada y a la vez reflexiva.
—Tienes que vestirte. Ellos estarán aquí pronto.
—No estoy seguro que sea una buena idea. Podría ser una trampa.
—O podría ser nuestra única oportunidad de rescatar a Gabriella, así que
tenemos que aprovecharla. Lo viste por ti mismo, ella está allí. O estaba allí. De
cualquier manera, no me voy a sentar a esperar.
—Y tú viste quién estaba con ella. Lo que significa, que Legion está aquí. En
Nueva Orleans. No estás preparada para esto.
—No me digas para lo que estoy preparada. 184
—Eden, solo detente y piensa en esto por un momento.
Golpeo mi cepillo con fuerza y frustración.
—Nos hemos estado deteniendo y pensando por días. Esta es nuestra
oportunidad, Lucifer. La voy a tomar.
Él suelta un agravado aliento.
—Bien. Si esto es lo que quieres.
Asiento.
—Tienes que convocar a Niko. Él y Dorian necesitan estar allí.
—No deberíamos involucrarlos hasta que sepamos a qué nos estamos
enfrentando.
Dejo de hacer lo que estoy haciendo, y finalmente me giro para encararlo. Él
parece obviamente conmocionado, ¿quién no lo estaría? Este es el momento por el que
hemos estado esperando, sin embargo, también por el que hemos estado temiendo.
Estamos a punto de enfrentarnos cara a cara con Legion. E incluso en este preciso
segundo, no estoy segura si estamos corriendo para matarlo o salvarlo.
Aun así, hay más que nuestros corazones rotos en juego aquí. Gabriella, la reina
Oscura, no solo está en peligro de ser asesinada por Los Muchos, sino que ella también
está en riesgo de ser activada como Guerra, el Jinete Rojo. Y considerando la
devastación inintencionada dirigida a Europa, Nueva Orleans seguramente será borrada
del mapa, sin duda llevándose con ella las ciudades que la rodean. Millones morirán, y
ni siquiera lo verán venir.
—Si esta fuera la mujer que amas —empiezo, esperando razonar con él—. Si esta
fuera tu esposa y tu hijo nonato, ¿no querrías estar allí? ¿No harías todo lo que esté en
tu poder para salvarla, para alentarla a mantenerse fuerte, y seguir luchando? Cuando
todo parece desesperanzador, necesitamos a nuestra familia. Gabriella necesita a su
familia. Y ellos la necesitan a ella. No les quites esto.
Parpadea, y ni siquiera estoy segura que me haya escuchado hasta que me
responde:
—Dame dos minutos.
Sale de mi habitación, dejándome terminar de prepararme para la batalla. Y en
el lapso de ese tiempo, los nervios se establecen.
Vamos a verlo. Voy a enfrentarme cara a cara con el demonio al que le había
entregado mi corazón y mi cuerpo, solo para que me lo robaran en la mitad de la noche.
Pensé que estaba preparada para esto, pero ¿lo estoy? ¿Puedo ser yo la que introduzca 185
una daga en su corazón? ¿Puedo sacrificarme para que él pueda vivir?
Como me prometió, Lucifer regresa minutos después con Niko detrás de él,
ambos completamente vestidos y listos.
—Los Se7en están abajo —afirma.
—Dorian está allí abajo con Alexander y Lars —afirma Niko. Sus ojos lucen
salvajes y pálidos con anticipación—. Los llevaremos al cementerio. No tenemos tiempo
que perder en un auto. —Entonces, antes de que siquiera pueda saludarlo, se desintegra
en una brizna de humo gris oscuro.
—¿Lista? —me pregunta Lucifer, extendiendo la palma de su mano.
Miro hacia su mano, brevemente me pregunto si verdaderamente lo estoy. Luego
entrelazo mis dedos con los de él.
—Vamos a hacerlo.
Desafiando el espacio y el tiempo y viajar a través de focos de oscuridad con
Lucifer, es diferente a como fue con Niko e incluso con Gabriella. Hay una calidez en
su poder que es casi familiar, y encuentro que no es tanto él jalándome, sino nosotros
impulsándonos juntos a través de túneles invisibles de magia, como iguales.
Cuando llegamos a las puertas del cementerio, cuatro de los Se7en, Dorian, Niko,
Alexander, y el Encantador de Luz, Lars, ya se encuentran allí, cada uno llevando
variados rostros de determinación y furia. Aunque sé que deben estar enojados conmigo,
voy hacia Lilith y Andras y los abrazo.
—Siento mucho lo de Jinn —murmuro, esperando que ellos puedan sentir mi
sinceridad. Me giro hacia Lilith—. ¿Te dijeron? Acerca de… ¿Pestilencia?
La bella y esbelta asesina rubia asiente solo una vez, sus ojos azules teñidos de
vergüenza.
—Lo hicieron. —Empieza a sacudir la cabeza—. No fue mi intención. No quise
hacer nada de eso.
Antes de poder detenerme, la abrazo nuevamente. Sé que no tenemos tiempo
para esto, no en este lugar, pero quería que ella supiera que no está sola en esto. Esto no
es su culpa. Y si ella cae, tendrá tres hermanas sosteniendo su mano y tirando de ella
hacia arriba.
—¿Escucharon eso? —le pregunta Caín al grupo. Está vestido como los demás
miembros de los Se7en: pantalones negros de cuero, chaqueta negra, y más armas de las
que pueda contar.
Me alejo de Lilith y miro a mi alrededor, viendo nada más que la noche 186
rodeándonos.
—¿Qué?
—Silencio. Silencio de muerte —responde.
Tiene razón. No hay música revoloteando en los varios bares y restaurantes. No
hay risas ni cantos joviales de sus clientes. Ni siquiera el sonido del motor de un auto.
La ciudad está durmiendo. No. No durmiendo. La ciudad se está muriendo.
—Hay maldad aquí —afirma Dorian, sus ojos azules brillando mientras su
mística mirada atraviesa la oscuridad. Él, junto con los otros brujos, está vestido con un
abrigo de lana y pantalones largos. Sin armas. Ellos no las necesitan.
—Ojos abiertos —ordena Lucifer, parándose a mi lado—. Es un truco.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque yo soy quien les enseñó como hacerlo.
—Vamos a entrar —reta Dorian—. Con o sin ustedes.
—Entonces estarán jugando justo su juego.
—Mi esposa está ahí —dice con urgencia—, puedo sentirla. Su magia está
menguando y me necesita. No nos quedaremos aquí como unos cobardes cuando sé que
ella está en peligro.
—Él tiene razón —concuerda Toyol. Hay algún tipo de mirilla atada sobre su
ojo—. Si no entramos, entonces ella morirá. Puedo oler su sangre.
La expresión de Dorian se vuelve una de agonía, pero solo dura un segundo antes
de que la reemplace con su máscara de rabia determinada.
—Bien. Pero sepan que hay una docena de demonios detrás de esta reja —explica
Lucifer—. Y no son solo del nivel inferior. Están aquí para una pelea.
Niko toma el flanco de su hermano.
—Entonces les daremos una.
Todos intercambiamos miradas tensas antes de que Caín nos señale hacia
adelante. Lilith y Andras automáticamente se acercan a mi derecha e izquierda. Caín
lidera con Toyol un paso atrás. Después de ellos, los brujos se acercan a la puerta, cada
uno de ellos agachados en posturas felinas que parecen casi elegantes en comparación
con los demonios que dependen más de la fuerza bruta y la potencia de fuego. Lilith nos
empuja hacia adelante tras ellos.
—¿Estás segura que quieres volver a hacer esto?
Asiento y luego susurro:
—No eres la única con sangre en las manos. No puedo retirar lo que he hecho y 187
lo que estoy destinada a hacer, pero puedo tratar de hacerlo bien.
Avanzamos hacia adelante, con las armas desenfundadas. Aunque no puedo
verlo, sé que Lucifer está justo detrás de mí, observando cada paso y contando cada
latido acelerado. Me sorprende que no esté tomando la delantera en esto, especialmente
porque conoce a los demonios mejor que nadie. Pero tampoco está entusiasmado con
este plan. Una gran parte de mí tiene curiosidad sobre por qué. Somos diez, y la mayoría
son las criaturas más mortales del planeta. Tiene que haber otra razón por la que está
tan indeciso. Esta es la grieta por la que hemos estado muriendo. Y aunque, sí, es más
repentino de lo que nos gustaría, no podríamos esperar que Legion envíe una invitación
por correo exactamente.
Decidimos permanecer juntos en lugar de dividirnos en equipos, lo cual es
inteligente, teniendo en cuenta que no tenemos idea de lo que podría estar esperándonos.
No estábamos preparados en Chicago, y estamos aún menos preparados ahora,
especialmente porque los Se7en se han reducido casi a la mitad. Además, aparte de Niko
y Lucifer, no muchos de nosotros conocemos la disposición de la tierra cuando se trata
de Nueva Orleans. Agreguemos que este es un territorio de brujas vudú, y todos estamos
prácticamente ciegos.
Caín señala silenciosamente hacia la oscuridad y luego se gira para asentir a
Dorian. A partir de ahí, los brujos toman la delantera, y Caín y Toyol retroceden.
—Han captado su olor —susurra Andras por el rabillo del ojo, manteniendo su
mirada enfocada hacia adelante.
Su aroma.
No quería pensar en eso, pero el olor a sangre en el aire se ha vuelto más fuerte
desde que atravesamos las puertas del cementerio. Lo que significa que Gabriella está
en serios problemas. O ya llegamos demasiado tarde.
Alguien me agarra del brazo por detrás y, en cualquier otra situación, habría
gritado lo suficiente como para despertar a los muertos, o habría golpeado primero y
hecho preguntas más tarde. Pero sé por contacto que es Lucifer, tirando de mí.
—Mantén la calma —dice en voz baja contra mi oído.
Me giro para mirarlo y veo que sus ojos destellan, brillantes orbes de remolinos
violetas y obsidianas. Ni siquiera tengo tiempo para preguntarle qué quiere decir con su
advertencia antes de que suene el primer grito.
Un gruñido espeluznante.
Un destello de luz cegadora.
Una corriente azul eléctrica de magia sin diluir.
Y luego… anarquía. 188
Todo sucede tan rápido que ni siquiera tengo una ronda antes de que Lucifer gire,
colocándome detrás de él. Él arroja su poder, y solo escucho el repugnante sonido de
huesos quebrándose y tendones rotos. Hay gritos, pero no puedo decir si vienen de
nuestro grupo o lo que sea que esté atacándonos. No puedo ver. Mierda. Incluso cuando
uso mi vista mejorada de Nephilim, no puedo ver de dónde viene la amenaza. Es como
si nuestros atacantes estuvieran en todas partes y en ninguna parte, prácticamente
invisibles hasta que están justo encima de nosotros.
Intento maniobrar alrededor de Lucifer para unirme a la lucha, pero él me empuja
hacia atrás una vez más antes de forzar otro ataque de poder siniestro. Los distintos
sonidos de carne desgarrada y sangre gorgojando siguen rápidamente, y vislumbro una
docena de cuerpos destripados a unos metros de nosotros. Me giro para mirar hacia
adelante, donde los Oscuros luchan contra una horda de demonios que se acercan y veo
aún más cadáveres destrozados. Los disparos resuenan como fuegos artificiales, los
proyectiles vacíos y los chorros de sangre que caen a mi alrededor como bengalas
metálicas moribundas.
La carnicería me llama, burlándose de mí, seduciéndome. Se desliza sobre mi
cuerpo y vibra en mis venas, un tambor de guerra violento e hipnótico. Estoy
completamente seducida por su ritmo cuando me atrae. Cuanto más me acerco a él,
menos me queda. No estoy perdida. Es como si cuanto más me envuelve, más
desaparezco por completo, como si nunca hubiera existido. Su pulso se convierte en mi
pulso, y sus extremidades se convierten en mis extremidades. No solo estamos unidos
por el derramamiento de sangre. Somos uno en eso. Está dentro de mí porque soy yo.
Muerte.
Esto es Muerte.
Yo soy Muerte.
—¡Retrocedan! ¡Ahora!
El brusco comando de Caín me sacude del encanto de Muerte, y se aleja
apresuradamente. Sin embargo, todavía puedo sentirlo… todavía puedo verlo escondido
dentro de los rincones oscuros de mi ser. Esperando. Acechando. Tramando cómo
atraerme hacia él una vez más.
Mi espalda se estrella contra una tumba derrumbada a metros de donde
estábamos. Miro hacia arriba para encontrar el rostro manchada de sangre de Lucifer y
la salvaje mirada púrpura brillante con nuevas muertes.
—¿Qué te pasó? —exige, agarrando mis hombros bruscamente.
No espera mi respuesta antes de girar justo a tiempo para golpear su poder contra
tres demonios cercanos. Sus ojos brillaban de un rojo brillante antes de que Lucifer les
apagara la vida. Andras, Lilith y Niko están a pocos metros de distancia, luchando 189
contra las horribles bestias que parecen provenir de todas las direcciones. No se están
desacelerando. Es como si se estuvieran sacrificando, sabiendo que serán asesinados.
—Mierda, creo que me desmayé. ¿Dónde… dónde están todos? —tartamudeo.
—Nos separamos —dice Lucifer. Lanza otro golpe de oscuridad que derriba
cinco a la vez—. Nos superan en número. Por mucho. Estos hijos de puta se siguen
multiplicando, llevándonos más adentro del cementerio.
Mi corazón se detiene.
Todo esto estuvo fue planeado. Legion nos quería a todos aquí en el mismo lugar,
el suelo de entierro para los inmensos pecados. Y sé en mis entrañas que no nos dejarán
salir con vida.
—Nos están empujando hacia él —murmuro en voz alta—. Legion. Nos están
llevando a él.
Lucifer asiente y luego se mueve tan cerca que estamos casi pecho a pecho.
—Él sabe que estás aquí. Puedes sentirlo, ¿no? Puedes sentirlo retorciéndose en
tu interior.
Lo miro, mis ojos bien abiertos con horror.
—¿Qué me está pasando?
Incluso bajo la cubierta oscura de la noche, lo veo hacer una mueca, dándome
mi respuesta.
—Está intentando hacer que te conviertas.
Lucifer golpea su puño contra la tumba, en el espacio justo sobre mi cabeza. El
concreto se rompe y se desmorona, lloviendo guijarros sobre mis hombros.
—Sabía que esto pasaría. Él sabía que no serías capaz de resistirte, pero debes
hacerlo. Eden, escúchame. —Aprieta mis brazos un poco más fuerte—. Tienes que
luchar contra esto. No dejes que te lleve. No vayas hacia él, incluso si te duele rechazar
su encanto. ¿Me escuchaste? Pelea, Eden. Maldición pelea con todo lo que hay en ti.
Asiento, pero el movimiento parece estar mal. ¿Cómo puedo pelear contra lo que
ya está dentro de mí? ¿Cómo puedo abrir mis venas y retorcer mis órganos en nudos
para evitar convertirme en lo que ya soy?
—¡Hay demasiados! —nos grita Lilith—. Necesitamos encontrar a los demás
antes de que sea…
Demasiado tarde.
Antes de que sea demasiado tarde.
Eso fue lo que ella quiso decir, pero las palabras se trabaron en su garganta. 190
Ya es demasiado tarde.
Cuatro demonios alcanzan a Andras y lo arrastran al piso. Antes de que alguien
incluso pueda lanzarse a salvarlo, los demonios caen sobre él y empiezan a… comérselo.
—¡No! —grita Lilith, vaciando completamente su golpe en ellos.
Niko los golpeó con una explosión masiva de magia Oscura, pero apenas se
retuercen. Ni siquiera Lucifer puede detener su asalto, incluso después de haber
desollado la piel de sus huesos con un potente estallido de ira.
Mis palmas no son mías cuando las levanto hacia la horrorosa escena ante
nosotros, y empujo cada onza de mi voluntad, impulsando una corriente de luz cegadora
que fluye de mis dedos como agua. En el momento en que la luz toca a los demonios
encorvados sobre el cuerpo retorcido de Andras, se desintegran ante nuestros ojos,
dejando ningún rastro más que pilas de cenizas definidas. Los otros demonios enemigos
rápidamente se escabulleron lejos, retirándose de regreso a las sombras.
Lilith y Niko corren para ayudar a Andras, sin embargo, me quedo congelada,
aturdida por lo que había acabado de hacer. Miro hacia mis manos y flexiono los dedos.
Todavía hormiguean con el poder pulsante.
—¿Qué fue eso? —jadeo, incapaz de contener mi confusión.
Esto no era un orbe de luz sagrada que requería de tiempo y concentración para
conjurar. Se sentía… diferente. Me siento diferente. Energizada y poderosa cuando el
agotamiento debería estar tirando de mi resistencia. Sin embargo, honestamente podría
correr un kilómetro en este momento.
—Yo… —Lucifer está a mi lado. Extiende una mano sobre la mía, pero no hace
contacto—. No lo sé.
Lo miro y frunzo el ceño.
—No crees que sea… —Muerte. No puedo decirlo, pero él sabe que la palabra
está en la punta de mi lengua y sacude la cabeza.
—No. No creo.
Lilith pide ayuda, sacándome de mis pensamientos. Andras está caído, pero está
vivo. Puedo ver que está sangrando, pero agita la mano ante el intento de Lilith de
ayudarlo, ansioso por ponerse de pie y reincorporarse a la pelea. Camino hacia donde
los tres están acurrucados y mis ojos casi se llenan de lágrimas ante la vista de su carne
desgarrada y supurante. Su hermoso rostro ha sido desgarrado a tirones, y hay pedazos
de tendones que faltan en sus extremidades, exponiendo el hueso.
—Estoy bien —dice, con una mueca de dolor—. Solo ayúdenme a ponerme de
pie. Le pondré un parche después. 191
—Perderás demasiada sangre para entonces —replica Niko, inspeccionando sus
heridas—. Necesitamos sacarte de aquí.
—No hay forma de salir de aquí. —Andras aprieta los dientes—. Estamos
demasiado lejos de la salida y esos malditos ojos rojos regresarán en cualquier segundo.
Tenemos que movernos, o uno de ustedes será el siguiente.
Al igual que antes, no sé lo que me pasa. Es como si alguien más estuviera
ordenando mis pasos y guiando mis movimientos, y soy simplemente una marioneta
para un propósito mayor. Un recipiente para la voluntad de alguien más. Me agacho de
rodillas y pongo mis manos en el cuerpo destrozado de Andras, y siento la sensación de
hormigueo de la luz deslizarse a través de mis palmas y bailar a lo largo de la punta de
mis dedos antes de que salte fuera de mi piel y caiga sobre él. Él se estremece al principio,
su expresión tan desconcertada como la de todos los demás. Pero su rostro se transforma
a uno de asombro y alivio cuando su cuerpo empieza a recomponerse. La sangre en sus
ropas vuelve a caer a sus heridas que místicamente se cierran y sellan, y su piel se alisa
a su habitual tono alabastro.
—¿Cómo…? —Lilith jadea. Da un paso más cerca, su mirada con los ojos bien
abiertos pasando de Andras a mí—. ¿Lo curaste?
Miro hacia el demonio rubio mientras él hace inventario de su cuerpo recién
reparado, tocando cada lugar donde alguna vez había una abertura enorme, y me encojo
de hombros rígidamente.
—Supongo que lo hice.
La otra mitad del grupo viene corriendo alrededor de la esquina justo cuando
Niko ayuda a Andras a ponerse de pie. Se detienen abruptamente mientras observan la
escena delante de ellos: el suelo salpicado de sangre fresca, las ropas desgarradas de
Andras, y cuatro distintas pilas de ceniza acopladas con el notorio hedor de carne
quemada.
—Escuchamos los gritos —dice Toyol, obviamente nervioso. Su rostro está
manchado de rojo, pero no parecía estar herido—. Intentamos encontrarlos, pero eran
demasiados. ¿Qué sucedió?
Nos miramos, los cinco no estamos seguros de cómo explicar lo inexplicable. No
sé qué fue eso. No era nada parecido a la sensación que sentía al blandir la luz sagrada.
Era más puro, más concentrado. Y mucho más potente que cualquier cosa que hubiera
experimentado alguna vez. Es una cosa para eliminar completamente demonios, para
convertirlos en cenizas. ¿Pero curar a Andras? Ni siquiera creo poder entender eso, y
estoy demasiado nerviosa para tratar de inventar una mentira decente.
Pero, afortunadamente, Andras me salva de tropezar con mi verdad. 192
—Nos asaltaron, pero peleamos contra ellos y corrieron.
Caín asiente.
—Sí. Nosotros también. Pensamos que podríamos guiarlos fuera del cementerio,
pero hay una clase de hechizo en las puertas.
Niko se levanta, con un profundo ceño en su frente.
—¿Qué clase de hechizo?
—Era como si fuéramos en círculos. La entrada se ha ido. No hay salida. ¡Ni
siquiera pudimos saltar la maldita cerca! —Sacude su cabeza y se frota una mano
cubierta de mugre y sangre seca sobre su cabello alborotado—. Afortunadamente, ellos
simplemente… se fueron. Cayeron hacia atrás como si hubieran sido llamados o
convocados o alguna mierda. Hay algo seriamente jodido sucediendo aquí.
Puedo decir que Caín está menos controlado que de costumbre por su
comportamiento brusco. Incluso Dorian y los otros hechiceros parecen desaliñados, lo
cual es sorprendente considerando que nunca los he visto ni siquiera con un mechón de
cabello fuera de lugar. Algo está mal aquí. Algo siniestro, oscuro y espantoso.
—Legion —susurro, conjurando mi voz y la realidad que todos habíamos estado
evitando—. Él está aquí. Los demonios fueron solo una desviación para atraparnos. No
nos envió ese sueño para salvar a Gabriella. Lo envió para que viniéramos y él pudiera
sacarnos a todos de una vez.
Está silencioso mientras todos digerimos la revelación que había estado
queriendo llegar a la superficie durante toda la noche. Tenía tantas ganas de creer que
Legion todavía estaba allí, que todavía era redimible. Había tenido la esperanza de que
fuera él quien nos contactara, como lo había hecho todas las veces anteriores. Porque la
alternativa solo significaría una cosa: él no era lo suficientemente fuerte como para
luchar. Y no estoy segura de poder pelear contra Los Muchos mientras también estoy
luchando contra mi propio destino.
El primero en hablar es Caín, quien da un paso adelante, su mirada endurecida
con determinación inquebrantable.
—¿Nos quiere aquí? —se burla, sin un toque de pena o lamento en su voz—.
Entonces vamos a buscar al hijo de puta.

193
Capítulo 21
E
l cementerio no es enorme, pero es casi un laberinto con docenas de
tumbas juntas y abarrotadas sin ninguna razón, convirtiéndolo en una
hazaña el navegar sin perderse. Agrega el hecho de que no hay una
estrella en el cielo y la luna parece estar atrincherada en una pared de nubes oscuras, y
me he quedado casi ciega. Pero no necesito mi sentido de la vista para saber que Legion
está cerca. Puedo sentirlo. Puedo saborearlo. Puedo escuchar su corazón de colibrí
latiendo dentro de mí como si fuera el mío.
Doblamos una esquina y ese aleteo en mi pecho cesa. Mi sangre corre fría. Y
cualquier chispa de determinación que sentí hace unos segundos se apaga por la inmensa
tristeza. 194
De pie en un claro frente a la tumba donde Lucifer presionó la palma de su mano
para convocar a la bruja vudú más poderosa de Nueva Orleans está Legion. Es tal como
lo recuerdo: mandíbula angulosa espolvoreada con un rastrojo de barba, su cabello un
elegante desorden de ondas oscuras y su cuerpo macizo y cincelado cubierto de negro
de la cabeza a los pies. Él es y siempre ha sido una bella bestia de hombre. Y aunque sé
que él no es el hombre que amo, en realidad no, no puedo evitar el tirón de familiaridad
y cariño que tuerce mis entrañas.
Gabriella se para a su derecha, su ropa hecha jirones y su rostro y cabello
manchados de tierra y sangre seca. En el momento en que sus ojos se cruzan con los de
Dorian, gime, lo que lo impulsa a correr hacia ella. Pero solo se acerca tres pies a su
amada antes de que su cuerpo se estrelle contra un muro invisible de magia iridiscente
que brilla y chispea antes de impulsarlo hacia atrás. Se estrella contra una tumba
adyacente, lo que hace que se fracture con un estruendoso ruido, pero se pone de pie al
instante, corriendo hacia esa pared translúcida que tiene a su esposa y su hijo por nacer
atrapados al otro lado. Pero antes de que pueda alcanzarlo, Niko y Alexander lo
empujan hacia atrás, gastando toda su fuerza mientras Dorian lucha contra su agarre.
Legion se ríe, pero no es el timbre cálido y envolvente que me sorprendió y
consoló la primera vez que lo escuché. No coincide con los hoyuelos profundos que
había besado antes de poner mi cabeza sobre su pecho. No llega hasta los ojos plateados
iluminados por las estrellas que vieron más allá de mis bordes ásperos y me hicieron
sentir como la mujer más deseable del mundo.
La risa de Legion ya no es la que una vez pensé que era mía. Ya no es mío.
Pertenece a Los Muchos.
—Qué amable de su parte unirse a nosotros. Te hemos estado esperando —
susurran con esa voz fragmentada de varias capas. Espinas heladas se arrastran por mi
columna vertebral como una docena de arañas congeladas.
—Entonces, ¿por qué no te acercas un poco más? —grita Dorian, todavía
luchando contra el control de su hermano y su suegro—. Libera a mi esposa, y puedo
considerar dejarte mantener la cabeza antes de extraer el corazón de tu pecho, demonio.
Los Muchos sonríen siniestramente, la amenaza de violencia los divierte y los
atrae.
—¿Por qué haríamos eso? Ella está exactamente donde necesita estar. Reunida
con sus hermanas.
Miro a Lilith al mismo tiempo que me mira. ¿Reunida con sus hermanas? Así
que este no fue el trabajo de Legion. No conjuró a las cuatro Jinetes para que pudiéramos
detenerlo. Los Muchos lo hicieron. ¿Pero por qué causa?
Lucifer da un paso adelante, con las palmas levantadas en una falsa rendición. 195
—¿Qué es lo que buscas, Legion de las Almas Perdidas? ¿Qué asuntos tienes con
los Jinetes?
Los Muchos miran a Lucifer intensamente por un largo momento, mientras ellos
contemplan sus manos levantadas.
—Ellas son la Primer Mujer, el comienzo. Y serán el final. Tu hermano ha sido
un tonto al pelear este destino con su vida y, a cambio, nosotros podríamos no sobrevivir
en este cuerpo. De cualquier forma, planeamos tomar este mundo con ustedes.
—¿Qué quieres decir que él luchó con su vida? —interviene Caín—. ¿Qué le han
hecho?
Los Muchos lanzan un chirrido áspero mientras vuelven sus ojos negros y
brillantes hacia Caín.
—No te respondemos, Demonio del Asesinato.
Caín gruñe, pero antes de que pueda decir algo vulgar, Lucifer responde:
—Entonces respóndeme. ¿Qué le has hecho a Legion?
Los Muchos sonríen.
—No más de lo que se ha hecho a sí mismo.
—¿Y eso significa?
—Pensó que suicidarse los salvaría a todos ustedes. —Me miran con esa mirada
negra y sin vida, haciendo que me estremezca—. Que eso la salvaría. Estaba equivocado.
—¿Estás diciendo…? —comienzo, mi voz tan débil y temblorosa, es apenas un
susurro—. ¿Estás diciendo que está muerto?
Los Muchos me sonríen como si hubieran estado esperando que me uniera a la
conversación. Como si la vista y el sonido de mi temor fueran un regalo.
—Lo estará. Pronto, dulce niña. Muy pronto.
Voy a enfermarme, pero me trago la bilis que me sube por la garganta y trato de
calmar mi temblor.
—¿Qué quieren? —me las arreglo para decir.
—¿Qué queremos? Tenemos todo lo que queremos. Tenemos a los Jinetes.
Tenemos los demonios. Y pronto, tendremos este mundo.
—Pero no tienes a los Jinetes —desafío—. ¿Quieres destruir todo en este reino?
Entonces necesitarán a las cuatro de nosotras.
Los Muchos sonríen nuevamente antes de chasquear los dedos. Hay movimiento
detrás de la tumba de Marie Laveau y el sonido de una pelea que termina con una fuerte 196
bofetada. Y luego todos soltamos un jadeo colectivo. Un demonio de ojos rojos arrastra
la pequeña figura por su cabello negro. Ella no ha actuado tan bien como Gabriella, y
parece que la han torturado durante días. Pero Saskia no se rinde. Ella lucha contra el
agarre del demonio, y cuando él la pone de pie, escupe una bocanada de sangre en su
rostro.
Se acabó. No queda nada más por lo que luchar.
Legion apenas está vivo. Estamos atrapados y superados en número. Y cada
pieza del rompecabezas que nos destruirá a todos está alineada.
Los Muchos ya han ganado.
Miro a Lucifer por un plan, una explicación, cualquier cosa, pero él se niega a
mirarme a los ojos. Solo sigue mirando a Los Muchos. Ni siquiera está parpadeando.
—No tienes todo lo que necesitas —grito, con la esperanza de comprarnos algo
de tiempo. Puede que tengan todos los jugadores, pero dos de nosotros no estamos en el
juego. Especialmente su jugador más importante.
—¿De qué estás hablando, niña?
—No necesitan a los otros Jinetes. Claro, harán un buen daño por su cuenta, pero
si quieren destruir este mundo, todo lo que realmente necesitan es a mí. ¿Por qué perder
el tiempo con una plaga, una guerra o el hambre?
—Eden, no hagas esto.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Estás loca?
—¿Qué mierda? Él te matará.
Escucho los afilados susurros, pero los ignoro todos. Porque necesito cada gramo
de mi concentración para estirarme hacia cada una de las mentes de los Jinetes y penetrar
sus lóbulos frontales sin la mínima idea a lo que estoy haciendo. No puedo retroceder.
Ni siquiera puedo contraerme de dolor. Necesito mantener a Los Muchos hablando así
puedo conectarme a sus conciencias e intentar salvar sus vidas.
Conectarme con Lilith es simple, comenzando porque ella está a menos de un
metro de distancia de mí. De cualquier forma, no estaba segura que podría ser hecho,
considerando que la primera vez que intenté infiltrarme en su mente, casi sufrí un
aneurisma que me hizo desmayarme. Pero esta vez, me deslizo fácilmente y paso una
mano cálida y reconfortante por su conciencia para hacerle saber que soy yo.
No reacciones, le digo. Tengo un plan.
Llegar a Gabriella y Saskia es una hazaña mucho mayor, especialmente porque
no estoy segura de poder superar cualquier barrera que Los Muchos hayan puesto a su
alrededor. Pero en el lugar donde Dorian intentó abrirse paso, descubro que hay 197
pequeñas fisuras finas como el papel. Me doblo lo más pequeña y delgada que puedo,
conjurando la esencia del viento y el agua. Necesito ser una mota de polvo llevada por
un susurro. Necesito ser nada.
—Continúa —insisten Los Muchos, sus ojos negros y brillantes se ensanchan con
curiosa alegría.
—Tómame. Seré todo lo que necesitas. Juntos podemos borrar a la humanidad
de la historia como si nunca hubiera existido.
Por fuera, luzco fresca, impasible, tal como Niko me enseñó. Pero por dentro, mi
fuerza mental se está estirando tanto como nunca antes, mientras me esfuerzo por
deslizarme por esas grietas invisibles y reconstruirme nuevamente. Huelo sangre en mi
nariz, pero rápidamente la limpio antes de que una sola gota pueda rodar por mi labio.
Siento la sustancia húmeda y pegajosa en mis oídos, y rezo para que esté oculta por mis
mechones de cabello rebeldes. Solo necesito unos minutos más para llegar a ellos.
Entonces puedo sangrar.
—¿Y qué pides a cambio? —preguntan Los Muchos, obviamente desperté su
interés.
—Déjalos ir. Simplemente nos retrasarán. —Avanzo sobre temblorosas rodillas,
trabajando para mantener mi mente atada a las de Lilith mientras me estiro hacia
Gabriella y Saskia—. No los necesitas. Todo lo que necesitas es a mí.
Lucifer y Niko intentan hacerme retroceder, pero los rechazo bruscamente.
—Aléjense de mí —les espeto—. Esto es lo que quiero. Esto es lo que siempre he
querido. La humanidad no ha hecho nada por mí sino darme dolor y pobreza. Todos
ustedes eligieron a las personas por sobre el poder. No cometeré el mismo error.
No puedo preocuparme por sus miradas de traición y dolor. En cambio, me
engancho a mi furia artificial con las últimas gotas de mi fuerza, y por la gracia de Dios,
penetro en la mente de Gabriella y Saskia simultáneamente. Estoy demasiado débil para
perder tiempo con sutilezas como hice con Lilith, pero les digo que no hagan sonido o
movimiento alguno. Y con las cuatro de nosotras conectadas, les muestro mi plan tan
rápido como puedo antes de colapsar al piso.
—¿Entonces… tenemos un trato? —pregunto, pretendiendo que el temblor en
voz es de molestia y no de cansancio.
Los Muchos inclinan la cabeza a un lado, contemplando mi oferta.
—Posiblemente. ¿Estás dispuesta a dejar a todos tus seres queridos atrás? ¿Estás
preparada para verlos a todos morir?
A pesar de que es agonizante, me obligo a mirar hacia atrás al grupo de demonios
y brujos que había llegado a amar y admirar. Los Se7en se convirtieron en mi familia.
Después de ser rechazada durante toda mi vida, siempre sintiéndome no querida y no 198
amada, los meses que pasé con ellos me dieron una sensación de hogar. Cada uno de
ellos había dejado una marca en mi corazón, incluso Caín. Y cuando pienso en la chica
que era cuando me encontraron versus la mujer que soy ahora, veo que no podría haber
sobrevivido tanto como lo hice sin ellos.
Cuando encontré a Niko en el Infierno, o mejor aún, cuando él me encontró a
mí, estaba lista para rendirme. Estaba más que dispuesta a decir a la mierda y dejar que
Lucifer se saliera con la suya conmigo. Pero el joven príncipe brujo me dio esperanza.
Él ha sido mi amigo, mi compañero, mi roca cuando el mundo parecía demasiado
desolado para continuar. Me recordó que aún había belleza afuera esperando por mí, y
lo más importante, me hizo reconocer la fuerza en mí misma. Su familia me dio la
bienvenida y me mostró compasión, incluso como una forastera para su clase, y nunca
ni una sola vez me hicieron sentir por debajo de ellos.
Y Lucifer.
Lucifer, Lucifer, Lucifer.
Odiarlo era mucho más fácil cuando no lo conocía verdaderamente. Y mientras
él puede pretender que no le importa nada más que sí mismo, estos últimos días, me ha
mostrado algo diferente. No cuando fue grosero o trató de seducirme con su rostro
bonito y palabras bonitas. Fue en esos momentos cuando no decía nada en absoluto.
Cuando miraba entusiastamente mi rostro o se reía con cursis comedias románticas. Y
la noche que pasamos juntos… eso no fue solo sexo. Eso no fue una orgía en el baño o
un revolcón en una cabina trasera a una milla de altura. Eso fue pasión inmensa,
reverencia, éxtasis. Y tal vez si este fuera un momento diferente y fuera una chica
diferente y él fuera un hombre diferente, podría haber sido algo más.
Me vuelvo de nuevo hacia Los Muchos, transformando mi expresión en piedra.
Y digo una mentira tan dolorosa que apenas puedo ahogarla con mi garganta.
—No tengo seres queridos. No tengo nada que dejar atrás.
La sonrisa comemierda en su rostro me dice que han comprado la mentira. Toma
todo en mi mantener mi expresión dura intacta cuando todo lo que quiero es darme la
vuelta hacia mis amigos y disculparme. Pero, a través de nuestra conexión mental,
puedo sentir el dolor de Lilith, Gabriella, y Saskia y sus pequeños codazos de ánimo. Sé
que lastimar a las personas que amas en necesario, y si mi plan funciona, ellos lo
entenderán pronto.
—Como desees, niña — canturrean Los Muchos.
Dan un paso adelante, justo al borde de la pared invisible, y presionan una palma
plana contra ella. Empieza a vibrar, haciendo que el aire alrededor de ella brille en ondas
iridiscentes. Y justo como un panel de cristal, se estrella contra el piso en miles de
fragmentos invisibles.
Solo tengo una fracción de segundos para pensar. Y si vamos a tener éxito, tengo 199
que concentrarme en las otras tres mujeres y canalizarlo todo en Legion.
—¡Ahora! —grito, antes de apuntar mi arma sobre su hombro.
Dejo salir una ronda que va navegando a través del aire y corta a través del cráneo
del captor de Saskia. Ella se va a la izquierda mientras yo voy a la derecha así podemos
estar cara a cara. Lilith se mueve a mi lado opuesto de modo que está colocada justo
enfrente de Gabriella. Y justo en el centro de nuestro rectángulo de la perdición está
Legion, atrapado en nuestra trampa.
Extendemos nuestras manos una hacia la otra, creando un campo de fuerza que
une nuestros poderes de dedo a dedo. Pestilencia, el Jinete Blanco emite un luminoso,
brillante relámpago de energía mística que se filtra en la corriente de sangre roja fluyendo
de las manos de Gabriella. Guerra choca con la Hambruna, el Jinete Negro fluye una
magia tan negra como su cabello. Y en el otro extremo de esa oscuridad resplandeciente
estoy yo, el Jinete Pálido, y mi corriente plata de Muerte.
Las cuatro nacimos para un destino por el que no pedimos, unidas por la
brutalidad y la lucha. Pero me rehúso a estar de pie a un lado y dejar que otros controlen
nuestro destino mientras somos manipuladas como armas en una guerra que no es la
nuestra. Así que, si esta es la mano en la que fuimos repartidas, entonces la usaremos a
nuestro favor. Es hora de recuperar nuestro poder.
Somos las Primeras Mujeres, y ahora los cuatro Jinetes del Apocalipsis. Y no
seremos reducidas a peones en un juego perdido. Nosotras reinaremos.
Con cada uno de nuestros poderes unidos, somos capaces de concentrarnos y
moldearlos en una celda que atrapa a Los Muchos. Están incapacitados, sin poder
arrojar ningún poder para contrarrestar nuestro ataque. Una y otra vez, son abollados
con cada plaga condensada, Pestilencia, Guerra, Hambruna, Muerte, debilitando su
control sobre Legion. Ellos rugen contra nuestras restricciones, su forma de huésped
volviéndose más susceptible con cada soplo. Me mata ver el cuerpo de Legion
deteriorándose, pero esta es la única manera. Su carne mortal sanará. Pero su alma no
lo hará, a menos que lo salvemos.
—¡Avancen! —grito, incitándonos a todas a dar un paso adelante. Los Muchos
necesitan sentir la ira de nuestra venganza. Han tomado algo de cada una de nosotras,
pero no tomarán nuestra voluntad.
Continuamos arrastrándonos más y más cerca hasta que solo nos quedan unos
pocos pasos entre ellos y nosotras. Ellos han caído de rodillas, escupiendo sangre y bilis.
Briznas de humo negro se retuercen en sus labios mientras las almas perdidas son
exorcizadas del cuerpo de Legion. Está funcionando. Sin un anfitrión, las almas no
pueden sobrevivir. Y sin Legion, no tiene a donde más ir sino al ardiente Infierno donde
deberían haber sido encarcelados desde el principio.
200
Puedo sentir nuestro poder colectivo declinar, pero no podemos dejarlo ir ahora.
Nunca tendremos esta oportunidad de nuevo. Así que saco todo lo que tengo,
canalizando cada pedazo de rabia, frustración y dolor que alguna vez he sentido en mi
corta vida. Vierto todo el temor albergado cuando los Se7en me tomaron por primera
vez y me dijeron lo que era. Lo golpeo con todo el dolor infligido en mí cuando supe
que mi padre era un ángel asesino. Y me rindo a todos los sentimientos de confusión y
culpa que he estado sintiendo durante los últimos días por Lucifer.
Lucifer. El Diablo que encendió un fuego dentro de mí.
Es en quien enfoco los restos de mi resolución. Es lo que me hace rechinar los
dientes y desatar la oscuridad de mi psique. Porque en mi punto más débil, él me alentó.
Ahora en mi punto más fuerte, es el que me inspira. Después de todo lo que ha hecho y
todo lo que es, es su hermoso rostro y esos ojos violetas arremolinados y esa arrogancia
elegante lo que me motiva a seguir adelante.
No hay duda en mi mente de que Legion todavía tiene mi corazón, pero Lucifer
podría muy bien ser el captor de mi alma. Y por una noche, fue el gobernante de mi
cuerpo. Así que, si me toca concentrarme en él para salvar a su hermano, entonces seré
egoísta. Me dividiré en dos con la esperanza de que podamos salir de esto… juntos. No
entiendo que significa eso, pero sé que, si lo dejo aquí, cambiaré por siempre.
Los Muchos están abajo, tosiendo el humo negro restante de las almas perdidas.
Las cuatro damos un paso más para estar prácticamente flotando sobre ellos, mirando a
los demonios caprichosos congelarse y morir en el pavimento. Quiero exhalar. El final
está cerca… tan cerca que puedo saborearlo. Pero sé que en el momento que baje la
guardia, ellos nos demostrarán que estamos equivocadas y atacarán con tanta ferocidad
que podríamos no ser capaces de sostenerlo más.
Nunca he odiado tanto tener razón como la hago ahora.
Debería haberlo sabido cuándo ellos me miraron con esos pequeños ojos negros
y sonrisas, revelando dientes manchados de sangre. Debería haber anticipado el golpe.
Pero en mi neblina de cansancio, olvidé totalmente lo que podría habernos ahorrado.
Con un rugido ensordecedor, Los Muchos arrojan una explosión nuclear de
poder, catapultándonos a las cuatro hacia atrás. Ni siquiera sé que estoy en el aire hasta
que choco contra un pedazo de cemento unos metros lejos. Mi cuerpo se hunde en el
suelo, roto, abollado y sangrando. El aire es robado de mis pulmones, y durante varios
largos segundos, no puedo oír nada más que un sonido agudo y pisadas apagadas
aproximándose. A través de mis ojos borrosos, veo a Lucifer acercarse, agacharse frente
a mí antes de levantarme para apoyarme contra una tumba vecina. En la distancia,
vislumbro a Dorian, Alexander, y Lars corriendo para ayudar a Gabriella, mientras
Niko va a ayudar a Saskia. El resto de los Se7en se lanzan hacia donde Lilith aterrizó.
Pensé… pensé que podríamos hacerlo. Pensé, finalmente, que había un punto
brillante en este destino completamente jodido. Que podíamos canalizar el mal que se 201
pudría dentro de nosotras y convertirlo en algo bueno.
—Eden. Eden, ¿puedes escucharme? Eden, mírame. Dime dónde estás
lastimada.
Con un gran esfuerzo, lentamente giro mi rígido cuello adolorido para mirar a
Lucifer. Él se ve frenético, y hay una extraña expresión en su rostro. ¿Preocupación?
¿Miedo? No sé. Nunca la he visto antes. No sé qué versión de Lucifer sea esta.
—¿Puedes escucharme? Por favor, nena. Di algo.
Estoy adormilada. Tan, tan cansada. No puedo recordar haber estado alguna vez
tan cansada antes. Solo quiero recostarme por un rato más. Quiero colocar mi cabeza
en el pecho de Legion y dejar que su corazón me cante mientras Lucifer presiona su
mejilla contra mi estómago así puedo jugar con su cabello. Soy tan horrible. No merezco
a ninguno de los dos. Ya sé que voy a ir al Infierno, pero soy la peor pecadora de todas
por desearlos a los dos.
—Háblame. Por favor, Eden. No… no me dejes. —Gira su rostro angustiado
hacia el cielo ennegrecido—. Tú ganas. ¿Querías mi atención? ¿Querías que sufriera por
mis transgresiones? Tú ganas.
Toso, y un sabor metálico recubre mi lengua, lo que lo impulsa a meterme en su
pecho y untar descuidadamente su chaqueta con mi sangre. Podría irme a dormir aquí
mismo. Podría cerrar los ojos y el dolor desaparecería. Y tal vez soñaría… soñaría con
la noche en que me dijo cuánto tiempo me había deseado y cómo me hizo sentir tan bien
que casi lloré de placer. Y cuando me miró, sin la carga de la realidad de qué y quién es
él, y reveló su verdadero yo, tal vez solo vería eso detrás de mis párpados.
—Lo recuerdo —digo con voz ronca por tener mi garganta en carne viva.
Lucifer se aleja lo suficiente como para evaluar mi rostro.
—¿Qué dijiste?
Vuelvo a toser y luego me limpio los labios con el dorso de la mano,
manchándome con sangre.
—Dije, lo recuerdo. Querías que te tocara… que jugara con tu cabello. Porque
nadie te toca así. Excepto yo.
Su tono es plano, pero su mirada se calienta en líquido.
—Recuerdas.
—Recuerdo.
Lucifer traga y sus labios se separan, pero sus palabras susurradas son ahogadas
por los sonidos de disparos y gritos.
Los Muchos no solo han recuperado su fuerza, sino que parece que se han vuelto 202
aún más fuertes y sedientos de sangre. Caín, Toyol y Andras atacan con todo lo que
tienen, pero ni siquiera pueden transformarse en sus formas de demonio para hacer que
esta sea una pelea justa antes de ser arrojados como muñecas de trapo con un golpe de
mano. Niko avanza con Alexander y Lars, pero su magia es inútil contra ellos, y también
salen volando. Si no lo supiera mejor, los Jinetes solo los revitalizaron, alimentando su
malicia.
Dorian es el primero en recuperarse, y levanta los brazos al cielo, conjurando su
magia oscura y majestuosa. Las nubes comienzan a agitarse en lo alto. El olor a lluvia
es tan fuerte que puedo saborear la precipitación. Y los vientos se levantan hasta el punto
en que tengo que agarrar las solapas de la chaqueta de Lucifer para mantener mis pies
en el suelo.
Se acerca una tormenta, y aunque los inmortales puedan sobrevivir, no puedo
decir que Nueva Orleans pueda permitirse otro desastre natural de esta magnitud.
—Tenemos que detenerlo —trato de gritar sobre los vientos aulladores,
ignorando el dolor en mi cabeza y cuello—. Tenemos que hacer algo.
El granizo comienza a caer como pequeñas balas congeladas y, aunque es una
hazaña proteger mis ojos del ataque, no puedo arrancar mi mirada de Legion. La forma
en que Los Muchos manipulan su cuerpo es impía, una parte bestia y una parte
aparición. Los Se7en siguen avanzando, golpeándolo con suficiente potencia de fuego
para quemar una aldea entera. Los Muchos parecen ser indestructibles. Nada parece
penetrar, y no están disminuyendo la velocidad. En todo caso, están absorbiendo la
energía y arrojándola diez veces más fuerte.
—Tengo que ayudarlos —le digo, alejándome de la tumba de piedra.
—No —responde Lucifer, agarrando mis hombros bruscamente—. Estás herida
y demasiado débil. ¿En qué estabas pensando, Eden? ¿Qué pasaba si tu plan no
funcionaba? Te habría matado sin pensarlo dos veces.
Intento salir de su agarre, pero él tiene razón. Apenas puedo levantar mis brazos.
—Lo sé. Pero tenía que intentarlo. No podía solo quedarme ahí y no hacer nada.
—Y no estás haciendo nada. Esto es lo que Los Muchos quieren. Quieren tu
violencia, tu rabia. Quieren que pierdas tu sensación de humanidad. Y no los dejaré
tenerte.
Sacudo mi cabeza frenéticamente, frustrada ante la inhabilidad de mi cuerpo para
sanar lo suficientemente rápido. Frustrada que incluso si lo hace, no soy capaz de
emparejar a Los Muchos. Ninguno de nosotros lo es. Y cuanto más me quedo ahí y veo
como mis amigos son brutalizados, más cerca estoy de rendirme a la promesa de Muerte
del olvido. Debe ser mejor que esto. Cualquier cosa es mejor que ver a las personas que
quieres ser destruidas en pedazos.
—No se detendrá —susurro—. Nunca se rendirá. 203
Acuna mi mejilla lastimada, inclinando su cabeza hacia arriba hacia la de él. Me
inclino ante su toque para respirar su aroma exótico del florecimiento de belladona
mortal.
—Lo sé.
Todavía acariciando mi rostro, él se da vuelta para presenciar la carnicería una
vez más. Toyol empuña su espada mientras Caín vacía la última munición en lo que
sería el pecho de Legion. Luego, Niko, Lars y Alexander hacen lo peor, lanzando rayos
de azul eléctrico y oro cegador, mientras Dorian se queda al lado de su esposa y alimenta
lo que se siente como un huracán de categoría 5. Pero Los Muchos está protegiendo a
su anfitrión con algún tipo de escudo, muy parecido al que usó antes, aunque este se
amolda al cuerpo de Legion. Ni siquiera El Redentor puede usarse para detenerlos.
Nadie puede acercarse lo suficiente como para hundirlo en el corazón de Legion.
No podemos ganar. No cuando pueden hacernos daño, pero no podemos
tocarlos. E incluso si pudiéramos, ¿estaríamos matando a Los Muchos? ¿O a Legion?
—Sé lo que tengo que hacer —murmura Lucifer, mirándome.
—¿Qué es? —Hay desesperación en mi voz.
—Para matarlos, un gran poder debe morir. Uno que sacudirá los cielos. —Me
da una sonrisa triste—. Sé lo que tengo que hacer.
—¿Qué? —Entonces la gravedad de sus palabras me golpea como un mazo—.
No. No, no puedes. Luc, por favor…
Me silencia con un roce de su pulgar sobre mi labio inferior. Incluso con mi rostro
raspado y el granizo asaltándome como dardos helados, es la única sensación que puedo
sentir.
—Está bien. Estarás bien.
—No —insto, las lágrimas me pican los ojos—. No, no lo haré. Y tú tampoco lo
harás.
Sonríe, y no hay malicia ni engaño. No es una hermosa fachada para el mal que
se pudre debajo. Es puro, conmovedor y tan inspirador, que incluso con el dolor en mi
pecho, no puedo evitar sorprenderme por su esplendor.
Era el favorito de Dios. El más hermoso y talentoso de todos los ángeles. Y ahora
entiendo cómo el mundo podría dividirse en dos para él. Porque he hecho lo mismo.
—Quiero que hagas algo por mí —comienza. La curva de su boca habla de
contenido, pero sus ojos violetas se están ahogando de tristeza—. Sé que te pedí que te
acordaras de mí, pero ahora… ahora necesito que lo olvides. Necesito que olvides esa
noche que compartimos. Necesito que olvides mi toque, mi beso y mi sonrisa. Olvida
que me dolió físicamente verte llorar por Legion y olvida cómo quería desesperadamente 204
repararlo, a pesar de lo tonto que me hizo sentir. Así que voy a besarte, porque soy un
bastardo egoísta, y una vez que mis labios abandonen los tuyos, no recordarás todas las
cosas que atesoraré obstinadamente incluso cuando no sea más que ceniza en el viento.
Así que bésame y olvida, mi hermosa Eden. Y después de que lo hagas, mi rostro será
la de un extraño siniestro como lo era antes. Mi voz será un eco distante en los rincones
oscuros de tu mente. Será como si nunca hubiésemos existido, como si no fuera más que
un sueño, olvidado hace mucho tiempo incluso antes de que te despiertes. No mirarás
hacia atrás. No me extrañarás. Vivirás una vida larga y feliz sin ninguna intrusión mía.
Y tu corazón estará sano y salvo donde pertenece, con él.
Mis lágrimas caen ahora libremente, cada camino salado es un homenaje a las
palabras que no puedo permitirme pronunciar. Lucifer los aparta con las yemas de sus
pulgares y luego apoya su frente contra la mía.
—No llores por mí. No me lo merezco. Incluso si vivo por mil millones de años
más, nunca ganaré tus lágrimas.
—¿Por qué? —Me las arreglo para croar—. ¿Por qué estás haciendo esto?
—Porque él te necesita más de lo que tú me necesitas a mí. E incluso si fuera
digno de la redención, no tengo alma para redimir. Y sabes que es verdad. Eres
demasiado amable para admitirlo en voz alta. Pero si lo hiciera… si tuviera un alma,
serías tú quien podría salvarla. Tú y tu boca inteligente y tus ojos en blanco y tu ceño
fruncido. —Se ríe, pero suena como un sollozo—. Sabías que al menos uno de nosotros
no saldría de aquí. Hace veintidós años, tú eras mi nuevo comienzo, y esta noche,
sucumbiré a mi fin… por ti.
Antes de que pueda susurrar otra palabra, antes de poder rogarle que se quede
conmigo, él aplasta sus labios contra los míos, robando mi aliento, mis recuerdos y mi
corazón. Robando el recuerdo de su mejilla contra mi estómago desnudo y mis dedos
bailando en su cabello iluminado por el sol. Borrando la noche que él me hizo
estremecerme y confrontar las partes más oscuras y honestas de mí. Desterrando a la
criatura salvaje e imprudente que me convertí con él, y dejando atrás a la mujer que está
tan locamente enamorada de un demonio que arriesgaría toda su existencia solo para
salvarlo de sí mismo.
Poco a poco, las piezas de quién era hace unos momentos se despojan a medida
que su lengua exorciza todo rastro de él. Y cuando él se aleja, miro al ser
enloquecedoramente hermoso frente a mí, mis ojos muy abiertos y desconcertados, y
mis labios ardiendo…
Y frunzo el ceño.

205
Capítulo 22
L
ucifer retrocede, viéndose más satisfecho consigo mismo de lo usual.
Incluso en la tragedia, él es un hijo de puta engreído. Ni siquiera sé por
qué él está aquí cuando no ha hecho nada salvo engañar y manipularnos
desde el primer día. Él es la razón de por qué Legion sucumbió a Los Muchos. Y ¿planea
ayudar?
—Adiós, Eden. Reza por mí —dice antes de girarse y alejarse.
Mi ceño fruncido se profundiza, y quiero preguntarle qué demonios quiere decir,
pero luego me doy cuenta que él no está huyendo. No está abandonando a los Se7en y
a los Oscuros para salvarse, como asumí. Él está caminando directamente hacia 206
Legion… hacia Los Muchos. Dando zancadas a través de un huracán y un bombardeo
de armas de fuego para confrontar al hermano que traicionó. Para encontrarse con su
destino.
Y una extraña sensación de pánico se asiento mi pecho, y le grito. Lo odio por lo
que me ha hecho mí, a mi hermana, y a Legion. Pero no quiero esto. No quiero que se
sacrifique, incluso si es el más malvado ser en la faz de la tierra.
Veo como Lucifer llega hasta detenerse enfrente de Legion, dejando solo un paso
entre ellos. Él le habla, a Los Muchos, pero no puedo escuchar lo que está diciendo sobre
el rugido del viento y la lluvia. Un nuevo miedo se asienta. ¿Qué si está jugando con
nosotros, justo como sospechamos? ¿Qué si orquestó todo esto y quiere matar a Legion
de una vez?
Cada parte de mi cuerpo está gritando en dolor, pero lentamente cojeo más cerca.
Tengo que detener esto… sea lo que sea. No dejaré que Lucifer lo lastime. Y tanto como
lo desprecio, tampoco quiero que Los Muchos lastimen a Lucifer. Legion nunca se lo
perdonaría. Incluso después de todo lo que ha hecho, Lucifer sigue siendo su hermano.
A medio camino hacia el claro al lado de la tumba de Marie Laveau, mis rodillas
ceden y caigo al suelo, demasiado débil para poder permanecer de pie. Solo puedo ver
con horror cuando la mano de Legion es manipulada para estirarse y agarrar a Lucifer
por el cuello con la suficiente fuerza para tronar su garganta como un pedazo de papel
arrugado. Grito, solo para que el sonido sea ahogado por mi propia bilis. La cabeza de
Lucifer apenas cuelga de un hilo de tendón, pero Los Muchos todavía no están
satisfechos. Con la mano de Legion todavía apretando el espacio donde solía estar el
cuello de Lucifer, lo que queda del cadáver del Diablo se enciende en llamas violentas.
El olor de su carne quemada es tan nocivo que vomito de nuevo, tirando mis entrañas a
la tierra. El suelo debajo de mi cuerpo plumoso tiembla y se agrieta, generando
profundas fisuras que se abren en el Infierno y lucho por aferrarme a algo, cualquier
cosa, para evitar hundirme en el olvido ardiente. El cielo se divide, arrojando rayos que
atraviesan la tierra a nuestro alrededor, seguidos de truenos tan fuertes que ensordezco
temporalmente. Caín hace un gesto para que todos retrocedan y todos corren a un lugar
seguro, bailando alrededor de las dagas eléctricas que caen y que incendiaron el suelo al
aterrizar. Obligo a mi cuerpo a arrastrarse para refugiarse y dolorosamente moverme
hacia la tumba más cercana tan rápido como puedo. Los escombros y los desechos
golpean parte superior de mi cabeza.
Incluso con mis manos protegiéndome el rostro, me veo obligada a presenciar
que los restos carbonizados de Lucifer se desintegran en cenizas. Pero no caen en una
pila distinta como había visto antes. Se retuercen y se retuercen, arrastrados por un
viento místico que los suspende hacia arriba. No al cielo. Ni siquiera al infierno. Hacia
la boca ancha y codiciosa de Legion.
Los Muchos tienen otra alma para coleccionar. Y es el más oscuro y mortal de
todos.
207
Abro la boca para gritar, pero no estoy segura que un sonido escape de mis labios
agrietados. Los Muchos serán imparables ahora. El Diablo está muerto. Y a juzgar por
la sonrisa que azota los labios de Legion, pronto nos encontraremos con una muerte
igualmente espantosa.
Legion de las Almas Perdidas da un paso adelante en la tormenta eléctrica,
fijando sus ojos mortales en donde estoy acurrucada debajo de una tumba en ruinas.
Y luego se derrumban en el suelo.
Grasa, sangre negra brota de los labios de Legion y salpica sobre la tierra,
chisporroteando la superficie. Una y otra vez, él vomita sus entrañas, temblando
incontrolablemente debido al esfuerzo. Su piel se vuelve fantasmalmente blanca con
cada tos y bocado de saliva turbia. El hedor de su bilis es tan pútrido que puedo olerlo a
metros de distancia. Y huele a muerte.
Legion se está muriendo.
Él se está muriendo.
Lucifer no solo se estaba sacrificando para detener a Los Muchos. Estaba
llevando a su hermano con él.
—¡No! —grito, usando cada gramo de mi fuerza para levantarme y cojear hacia
él. Sé que es estúpido. Sé que podría golpearme incluso antes de que me acerque a un
metro de él. Pero mi corazón mueve mis piernas y ni siquiera mi cabeza puede
intervenir.
—¡Eden! ¡Alto! —ruge Caín.
Luego están tirando de mí y levantándome, atrapándome en el olor familiar del
agua del océano y las arenas blancas.
—No, niña —arrulla Niko—. No puedo dejarte hacer eso.
—¡Déjame ir! —lloro, golpeando sus brazos—. ¡Por favor! Déjame ir. Tengo que
ayudarlo.
—No hay nada que podamos hacer por él ahora. Lo siento. Lo siento mucho,
Eden, pero se ha ido.
Lucho, lloro y maldigo tanto que ni siquiera me doy cuenta que la tormenta ha
parado. El suelo ya no tiembla, los rayos ya no atraviesan el cielo y los vientos han
cesado.
Y Legion ya no respira.
Levanto la cabeza del pecho de Niko para encontrarlo acostado en un charco de 208
sangre oscura como el alquitrán, su cuerpo quieto y pálido. Mi mirada se dirige
instantáneamente a Caín, quien está congelado por la incredulidad mientras mira a su
amigo, su líder, el cadáver sin vida de su hermano. Esta vez, cuando me alejo de Niko,
no hay resistencia, porque no hay más amenaza. Se acabó. Y ganamos. Y perdimos…
todo.
A través de dolores musculares y huesos rotos, camino hacia él. No hay dolor
más grande que el que me corta el pecho. No hay un nivel de desesperación más
profundo que el que siento ahora. No puedo llorar. No puedo sentir. No puedo respirar.
Aún no hay una palabra para esta emoción, no hay forma de describir la agonía
interminable que se desliza por mi cuerpo roto. Si pudiera adivinar, sería comparable a
ser aserrado por la mitad vivo, obligada a ver cómo se derraman tus tripas en un montón
sangriento. Pero incluso eso sería estaría por detrás de esto… de esta angustia. Elegiría
esa muerte una y otra vez si tuviera la oportunidad.
Estoy de pie en la sangre pegajosa y negra, todavía humeante contra el
pavimento. Entonces estoy arrodillada sobre eso, manchando mis manos y rodillas con
las almas muertas. Las yemas de mis dedos le quitan el cabello de la frente para poder
ver sus ojos. Incluso con ellos cerrados, imagino que hay paz dentro de esas
profundidades plateadas y brillantes. Me imagino que de alguna manera encontró el
paraíso que había estado buscando. Pasó siglos luchando contra los males de este
mundo, pero no fui lo suficientemente fuerte como para luchar por él.
Oigo pasos acercándose, pero no me doy la vuelta. Puedo sentir a los demás
mirándolo con pena, mirándome con pena.
—Tenemos que moverlo —dice Toyol, su voz ronca de tristeza—. La ciudad está
despertando. Oigo sirenas a lo lejos.
—No.
—Los Se7en tienen rituales —interrumpe Caín con un tono tembloroso—.
Tenemos que… tenemos que quemar el cuerpo.
—¡No! No lo toques.
—Eden, por favor.
Caín me agarra del hombro para alejarme, pero aparto su mano y me tiro sobre
el cadáver aún caliente de Legion.
—¡No! ¡Por favor! Solo… solo, por favor. Necesito más tiempo. Necesitamos
más tiempo.
No sé si soy capaz de producir lágrimas reales a través de mis sollozos silenciosos,
pero cada tirón es una puñalada en mi corazón. Tal vez si lloro lo suficiente, me
desmayaré por el agotamiento. Tal vez dormiré y soñaré y Legion seguirá vivo detrás de
mis párpados. Sosteniéndome fuerte contra su pecho mientras me cuenta todo sobre el 209
Cielo, describiendo su esplendor con detalles tan vívidos que casi puedo verlo por mí
misma. O en su auto, mientras se ríe de mi terrible canto y me regaña juguetonamente
por comer comida chatarra. O en la azotea de mi antiguo edificio, rodeado de cientos
de impresionantes pájaros negros.
Por favor, Dios, oro en silencio, cobrando todas mis tontas esperanzas, sueños y
necesidades. Por favor, no te lo lleves. Pero si debes… deja que vuelva a casa. Deja que su alma
encuentre la paz en el paraíso que pasó toda la vida buscando. Llévalo a casa donde pertenece.
Mi cuerpo se balancea tan violentamente a través de mis sollozos que imagino
que siento su corazón latir bajo mi mejilla. Y… colibríes. Rápido, vertiginoso y vital.
Debo haberme desmayado y viajado a ese estado de sueño misericordioso. O tal vez mi
mente me ha otorgado esta ilusión para protegerse de la cruel realidad.
—¿Escuchas…?
Caín cae de rodillas a mi lado, lo que me lleva a levantar la cabeza. Lilith y Toyol,
y Andras hacen lo mismo.
—Denle espacio —exige Caín. Con las manos cubiertas de barro y sangre seca,
acuna suavemente la cabeza de Legion como si estuviera tocando a un recién nacido.
Y luego, el sonido más precioso y hermoso que mis oídos han escuchado jamás
en el silencioso cementerio de los muertos.
Legion inhala.
—¡Está vivo! —llora Lilith, limpiando la sustancia negra que rezuma de los labios
de Legion mientras lucha por absorber el oxígeno—. Ayúdame a despejar sus vías
respiratorias.
Andras rápidamente se encoge de hombros y deja que sus armas se estrellen
contra el suelo sin preocuparse. Se quita la camisa para usarla para quitar los restos de
las almas muertas en la barbilla de Legion mientras Lilith abre la boca. Legion tose, pero
no va seguido de sangre negra pútrida. Es seguido por un trago de aire fresco y limpiador
que expande su pecho, revitalizando sus partes torturadas y destrozadas.
Me siento allí, agarrando su camisa desgarrada y manchada, incapaz de formar
palabras coherentes, mientras observo como el color vuelve a las mejillas de Legion.
Siento que ese calor familiar y sofocante vuelve a entrar en su cuerpo bajo la punta de
mis dedos. Y lloro cuando veo las estrellas plateadas motear sus ojos revoltosos. Pensé
que nunca volvería a verlos. Estaba preparada para pasar el resto de mis días en una
noche perpetua, rodeada de una oscuridad abrumadora y escalofriante. Y ahora han
vuelto a mí, iluminando brillantemente mi cielo nocturno con esperanzas, sueños y
deseos. Restaurando una fe que creía que nunca había existido hasta este momento.
Me inclino sobre él, alineando mi rostro con el suyo mientras su mirada se
concentra. Me temo que ya no es quien era. La influencia de Los Muchos estaba tan 210
arraigada en él que no me sorprendería que le robaran fragmentos de su alma. Pero en
el momento en que aparta la niebla de la posesión, sonríe suavemente, colocando esos
hoyuelos en su sitio. Lloro aún más fuerte, lágrimas cayendo sobre mis labios
temblorosos.
—Mi campeona —dice con voz ronca, con la garganta desgarrada. Lentamente
levanta una mano y acuna mi mejilla—. Mi guerrera.
—Me has asustado —grazno a través de un sollozo—. Pensé que te había
perdido.
—Nunca. No puedes matar lo que no puede morir. Y cómo te dije, mi amor por
ti es inmortal.
Me inclino hacia adelante para tocar suavemente mis labios con los suyos, con
cuidado de no lastimarlo en su vulnerable estado. Pero todo lo que quiero hacer es
abrazarlo y apretarlo y nunca, nunca dejarlo ir. Lo único que me arranca de él es la voz
de Niko, que nos recuerda que los humanos se están acercando, e incluso entonces, le
agarro la mano y sigo tocando su rostro, negándome a romper el contacto.
—Tenemos que irnos —reitera Niko—. Estarán aquí pronto.
—Vete —dice Caín, sin apartar ni una vez la mirada vidriosa de su hermano—.
Estamos justo detrás de ti.
Niko asiente y se da la vuelta, pero un fuerte y sorprendente golpe cerca de él lo
encierra en su lugar. Todos giramos hacia la fuente del ruido, justo a tiempo para que
vuelva a sonar.
—Viene de la tumba de Laveau —dice Toyol.
Otro golpe fuerte, y el polvo y la suciedad caen de la cripta que se desmorona.
Me agarro más fuerte a Legion mientras se obliga a ponerse de pie y envuelve un brazo
protector alrededor de mi cintura, acercándome más a él.
Niko es el único lo suficientemente valiente e imprudente como para acercarse a
la tumba, sus pasos cautelosos y decididos. Su hermano, Dorian, confía a Alexander la
protección de Gabriella, y luego lo sigue, cuidando la espalda de Niko. Cuando el
príncipe Oscuro llega al frente de la antigua bóveda, presiona su palma contra el cartel
de hormigón, su mano envuelta en llamas azules y eléctricas. Luego, toda la pared se
desintegra en polvo, levantando una nube de escombros.
Sé quién es incluso antes de que salga de esa tumba en descomposición. Las
espirales marrones que acarician sus delgados hombros, su piel suave y bronceada, sus
impresionantes ojos de color ámbar. La conozco como si nos hubiéramos conocido
antes. Como si la hubiera visto a través de los recuerdos torturados de un amigo. O un
amante.
—Amelie —exhala Niko, su voz ahogada por el polvo y la incredulidad—. 211
Amelie.
Él cae frente a sus pies, sus rodillas chocan contra el hormigón formando una
rotunda grieta, y envuelve sus brazos alrededor de su pequeño cuerpo, enterrando su
rostro en la delgada tela blanca que cubre la parte superior de sus muslos.
Con tanto amor y reverencia y una paz desbordante en su expresión, Amelie pasa
sus dedos entre los negros y desordenados bucles de Niko y sonríe.
—Oui, mon amor —dice ella, su voz como música dulce y relajante.
Niko la mira con lágrimas sin parar cayendo de su rostro.
—¿Cómo… cómo puede ser esto? ¿Cómo es que…? Volviste a mí.
—Yo… no estoy segura. El arcángel Michael se me apareció y me dijo que era
un regalo de un amigo para ti. Un amigo que creía que te debía una felicidad que no
podía codiciar para sí mismo. Me dijo que este amigo quería que tuvieras la segunda
oportunidad que te merecías. Y que, con su sacrificio, encontrarías la libertad por la que
tan valientemente luchaste.
Niko se toma un momento para mirarme a mí y a los demás, que todavía estamos
demasiado aturdidos para hablar. Lucifer. Lucifer hizo esto. Pero ¿por qué? Después de
burlarse de Niko en el purgatorio durante años y de amenazar con atormentar su alma
en el infierno por toda la eternidad, ¿por qué traería de vuelta a aquel que plena y
verdaderamente todavía poseía su corazón?
—Era su único amigo —dice una pequeña voz, respondiendo a mi pregunta
tácita.
Me doy la vuelta para encontrar a Saskia, la pícara criatura de cabello negro que
tiene un asombroso parecido con la madre que entregó a su único hijo al Diablo para
salvar el mundo.
—Era el único que no lo abandonaba, porque no podía —añade, el sonido de su
voz desatada, tan débil y suave—. Lucifer se preocupaba por él.
Las sirenas se hacen más fuertes, se acercan más, y mientras estamos ansiosos
por salir del cementerio que nos perseguiría para siempre, tenemos miedo de perturbar
este raro momento de verdadera y maravillosa magia. Todos perdimos algo, pero esta
noche ganamos más de lo que podíamos imaginar en un millón de vidas. Nos dieron
esperanza. Fuimos recompensados con la oportunidad de soñar. Y fuimos bendecidos
con otro día para vivir, amar y luchar por aquellos que no podían luchar por sí mismos.
Caín y Andras ayudan a Legion a ponerse de pie, pero insisto en ayudarlo a salir
del cementerio solo para poder tocarlo y convencerme de que realmente está aquí.
Dorian toma a su esposa en sus brazos y se niega a dejarla ir. Niko abraza a Amelie y
todo, pero también la lleva. Andras y Lilith entrelazan sus dedos y maniobran a través 212
de los escombros de la mano. Y para mi sorpresa, Toyol va al lado de Saskia y ofrece su
hombro como apoyo, mientras que los demás recogen armas y proyectiles desechados,
con cuidado de no dejar ningún rastro de lo que ocurrió aquí esta noche. Sin embargo,
todavía hay un charco de lodo negro, una mancha pegajosa de innumerables almas
muertas. Y a metros de distancia, un símbolo permanentemente quemado en la tierra.
Una sola estrella en una galaxia violeta en espiral. La brillante estrella de la mañana que
una vez fue el hijo del amanecer hasta que fue expulsado del Cielo para reinar sobre los
caídos.
Siempre creí que Lucifer era un tirano malvado, completamente desprovisto de
alma. Pero hoy, tal vez entregó lo que quedaba de su corazón de ángel. Por su hermano.
Por su amigo. Por el mundo que odiaba y admiraba. Por un amor que nunca tendría la
oportunidad de sentir.
Aprieto a Legion un poco más fuerte, agradecida por el sacrificio de Lucifer. Mi
hermoso demonio asesino me besa la parte superior de la cabeza en respuesta.
—Mira hacia arriba —dice en voz baja.
Hago lo que me pide y jadeo ante las vívidas púrpuras, obsidianas y verde
azulados que se extienden por el cielo al amanecer. Y hasta donde alcanza la vista, hay
estrellas centelleantes y brillantes que nos miran, iluminando nuestro camino.
Miro a las estrellas y sonrío al cielo. Y rezo una oración silenciosa por el Diablo.
Capítulo 23

M
e despierto en un mar de sábanas de color gris enrolladas alrededor de
mi cintura, disfrutando del sol de la mañana entrando a través de una
ventana cercana. No hay más barras. No está hecha de vidrio a prueba
de sonido. Esta ya no era más una celda. Es mi casa. Y el hombre durmiendo a mi lado
es el amor de mi existencia supernatural.
Estoy tentada a empujarlo y despertarlo, tal vez incluso deslizarme debajo de las 213
sábanas y hacer de este un apropiado buenos días con mi boca. Pero en lugar de eso,
aprecio la sensación de su calor sofocante contra mi mejilla y escucho su corazón de
colibrí anormal. Solo necesito un poco más de tiempo para recordarme a mí misma que
él está aquí y que está vivo y que es libre de su cautiverio del mal. Todavía es un
demonio, pero ya no está más atormentado por el dolor y la miseria de otros. Y él es
mío.
Han pasado meses, pero todavía tengo que pellizcarme para asegurar que esto no
es un sueño. Después de Nueva Orleans, reconstruir nuestra casa en Chicago parecía
como una hazaña inalcanzable. Los Se7en no sabían cómo continuar después de Jinn,
especialmente Phenex. Si bien todos habíamos perdido tanto, también habíamos ganado
una nueva perspectiva para el futuro. La vida era corta, incluso para los inmortales, y
estábamos determinados a dejar que la memoria de Jinn viviera a través de nosotros.
Beso el pecho desnudo de Legion y silenciosamente le agradezco a Dios por este
regalo, tal como he hecho todos los días desde esa fatídica noche en el cementerio. La
sensación de mis labios acariciando su piel da la bienvenida a un suave beso en la cima
de mi cabeza y un pellizco juguetón a un lado de mi pecho desnudo.
—Estaba tratando de no despertarte. —Me río, retorciéndome. Honestamente,
me acerco un poco más así puedo rozar mi pierna contra su pronunciada erección que
está actualmente formando una tienda en las sábanas.
—¿Por qué harías eso? —responde Legion, su voz todavía áspera debido al
sueño—. ¿Cuándo es tan obvio que ya estoy despierto?
Él mueve sus caderas sugestivamente y ambos nos reímos con su intento cursi de
humor juvenil. Pero solo toma segundos antes de que nuestra risa se convierta en
gemidos cuando Legion mueve mi cuerpo hacia el suyo. Su gruesa e increíblemente dura
polla golpea contra mi trasero mientras me jala más cerca para tomar un pezón en su
boca. Jadeo en voz alta y acuno su cabeza, sintiéndolo más. Con hambre chupa y
mordisquea cada pecho tan a fondo que estoy empapada en cuestión de segundos y
aprieto mi clítoris contra su hueso pélvico para crear una fricción resbaladiza.
—Ponme dentro de ti —ordena alrededor de mi pezón convertido en piedra.
Levanto mi cadera hacia arriba justo lo suficiente para hacer lo que me dice,
ansiosa de ser llenada por él. Luego posiciono mis rodillas a ambos lados de sus caderas
y las bajo, gritando por la sensación de su pulsante polla destrozando mis paredes
apretadas.
—Oh… Dios —gimo—. ¿Por qué eres mucho más grande en la mañana? Siento
como si me fueras a abrir.
Él flexiona sus caderas hacia arriba y gime.
—Porque quiero que camines por el resto del día y me sientas haciendo eco en 214
cada paso que tomes.
Respondo apretándolo desde mi interior, causando que él se sacuda y pulse
salvajemente.
—¿Y cuando tú camines durante el resto del día?
—Estaré poniéndome duro contando las horas antes de poder tocarte y saborearte
y sentirte de nuevo.
Sabe cómo me pone loca cuando chupa y lengüetea mis pezones, así que no se
detiene mientras lo monto hasta que estoy mareada. Y cuando mis caderas se vuelven
débiles con un orgasmo necesitado, agarra mi trasero y bombea dentro de mí,
metiéndose con cada largo y palpitante centímetro de él. Con una mano agarrando su
cabello y la otra presionada contra su pecho para respaldar mi cuerpo tembloroso, me
vengo tan duro que cada hueso de mi cuerpo se vuelve elástico. Legion va justo detrás
de mí, mostrando sus dientes contra mi pecho mientras se vacía en mi útero.
Colapso contra su pecho, nuestras palpitaciones combinadas y entrelazadas.
Legion besa mi frente mientras recuperamos nuestro aliento.
—Vas a ser la muerte para mí.
Presiono mis labios contra su cuello.
—No digas eso.
—Es verdad. Voy a vivir y morir queriéndote. Por siempre parece ser una mota
en el tiempo. Nunca será suficiente.
Considero mi propia mortalidad cuestionable y me doy cuenta que su por siempre
podría ser más largo que el mío. Pero no voy a cargar este momento de felicidad con
teorías hipotéticas de los siguientes cincuenta años. Si los últimos meses me han
enseñado algo, es que todos somos susceptibles al destino de una manera u otra.
—Entonces supongo que será mejor que cada segundo cuente.
Nos duchamos juntos lo que conduce a Legion presionar mi parte delantera
contra la pared de la ducha y tomándome suave y profundo por atrás. Cuando
finalmente hemos tenido nuestra mañana el uno con el otro, nos unimos a los otros en
la gran sala de estar abierta. Los Se7en habían trabajado incansablemente para restaurar
su ático a su antiguo esplendor, con unas cuantas renovaciones, por supuesto.
—Es amable de tu parte arrastrar tu trasero fuera de la cama. —Hermana sonríe
hacia mí desde la inmensa y lujosa sección de sofá. Luego, rápidamente gira su atención
de regreso a la enorme televisión donde ella y Toyol están actualmente peleando en la
última y mejor consola de juego que sea que la tecnología del demonio experto haya
modificado.
—Buenos días, Eden. Tu hermana me está pateando el trasero, como siempre.
215
—Lo que sea. Probablemente estás dejándome ganar porque Caín está sentado
aquí —se burla ella.
—Eso también.
Caín nos lanza a Legion y a mí una mirada y se encoge de hombros. Tener a
Hermana aquí con él ha definitivamente suavizado la conducta del demonio marcado.
Nunca lo había visto sonreír más, reír más. Incluso ha sido, me atrevo a decir, bueno
conmigo.
Miro hacia la cocina para encontrar a Phenex silenciosamente hurgando en el
refrigerador. Saca algunos huevos, tocino, y salchichas, y luego agarra un sartén. Pero
cuando empieza a golpear un huevo contra un tazón para batir, hace una pausa y toma
una profunda y dolorosa respiración.
Cocinar era la pasión de Jinn, y nada le daba más felicidad que preparar las
comidas para sus hermanos y hermanas. Todos hemos estado muy ocupados
restaurando nuestra casa y ayudando a la Alianza a reconstruir la ciudad que no he
tenido el tiempo de preguntarme si el fantasma de Jinn estaba acechando esos gabinetes
y cajones. La cocina era su reino. Cocinar era su escape de la constante confusión y
violencia. Y a pesar de que no tenía lengua para saborear su deliciosa comida, tomaba
el orgullo de ser capaz de proveer a su familia de hermosas comidas.
Le doy a Legion un rápido beso en la mejilla antes de atravesar la habitación
hacia la impresionante cocina de espacio abierto. Sin palabras, agarro otro tazón y reúno
los ingredientes para los panqueques. No sé qué demonios estoy haciendo, pero estoy
dispuesta a intentarlo si eso trae a Phenex algo de semblante de comodidad. Él quita la
mirada de los huevos y del tazón vacío y me mira. Yo simplemente sonrío y regreso a
mi tarea. Segundos después, escucho el suave golpeteo de la cáscara de huevo contra la
porcelana.
Hemos estado trabajando en silencio por algunos minutos cuando Lilith entra a
la cocina por una taza de café. Luego se pone de pie junto a Phenex y se inclina para
agarrar un paquete de tocino.
Cocinamos como si fuese la cosa más natural en el mundo que podemos hacer.
Phenex revuelve los huevos. Lilith prepara la carne del desayuno en una plancha
eléctrica. Y me abro camino a través de suficientes panqueques para alimentar a un
equipo de fútbol. En algún momento durante ese tiempo, Andras se nos une para tostar
y colocarle mantequilla a una pila de panes, y Hermana le quita el control a Caín para
que prepare una ensalada fresca de frutas. Incluso Legion contribuye agarrando los
platos y cubiertos de plata para poner la mesa.
Este es el recuerdo de Jinn. Este es el legado que dejó atrás. Amor, afecto y
unidad, incluso cuando duele. Incluso cuando el mundo se está cayendo en pedazos
afuera de nuestra ventana, él siempre se aseguró de que nuestras barrigas estuvieran 216
llenas y satisfechas.
—Antes de comer —empieza Legion después de que todos nos hemos sentado
en la mesa cubierta de platos calientes de comida humeante—. Solo quiero decir lo
mucho que significa para mí que estemos todos aquí en este momento, honrando la
memoria de Jinn. Y donde sea que pueda estar en la otra vida que haya encontrado, rezo
que nuestro hermano haya encontrado la paz eterna.
Miro por encima hacia Phenex quien sonríe suavemente mientras mira hacia su
plato vacío.
—Y Dios borrará todas las lágrimas de sus ojos; y no habrá más muerte, ni tristeza, ni
llanto, ni habrá más dolor; porque las primeras cosas pasaron.
—Amén. —Legion asiente.
—Amén —responde el resto de la mesa.
Comemos, y de pronto el humor solemne de la mesa es levantado y reemplazado
con sonidos de tenedores escarbando contra los platos y bromas alegres. Como siempre,
Lilith y Andras están discutiendo como hermanos cercanos, mientras Toyol y Caín
hablan de deportes y autos, a pesar de que Caín mira a Hermana cada pocos segundos
para incluirla en la conversación. Las cosas no han sido tan fáciles entre Phenex y
Legion, pero tengo la esperanza de que regresarán a la normalidad con el tiempo y la
sanación. No les he dicho a los demás acerca de la visita de Phenex ese día antes de dejar
Nueva Orleans, y me llevaré ese secreto conmigo a la tumba. Él necesita el apoyo de su
familia ahora más que nunca, y no me arriesgaría a que lo miren como un traidor.
—Bueno, siento comer y salir corriendo —dice Toyol, levantándose de la mesa
con su plato vacío—. Pero tengo planes.
—¿Te reunirás con Crysis? —pregunta Legion.
—No. Va a la casa de Irin para ver a Saskia —cuenta Caín antes de que Toyol
pueda inventar una historia. Me muerda los labios para contener una risa.
Toyol dispara a Caín una mirada siniestra y luego explica:
—Solo quiero asegurarme que ella esté manejando bien toda la cosa de la
humanidad. Tiene miedo de sí misma y de lo que pueda hacer en público, y la estoy
ayudando a controlar sus habilidades.
—Seguro, seguro. Es por eso —se burla Caín, ganándose un golpe con el dedo
de Hermana.
Ahora si tengo que evitar reírme. Lo juro, algunas veces actúan como
adolescentes, tratando de esconder sus travesuras de papá. Y mientras Legion es un líder
natural, no puedo ni imaginarme que me traten como la matriarca del hogar.
217
—Bueno, ten cuidado. Y dile a Irin que dije hola —responde Legion, llevando la
idea de que Legion es el padre que desearía follar aún más lejos.
Él se gira y frunce el ceño mientras yo intento como el infierno no ahogarme con
mi boca llena de jugo de naranja.
—¿Qué?
—Nada. Solo estaba preguntándome si le ibas a dar dinero para comer.
Levanta una ceja curiosa.
—¿Eh?
—Olvídalo. ¿Terminaste? Quiero ir a las tiendas antes de que se llenen mucho de
personas.
Legion termina su última rebanada de tocino y asiente.
—Cualquier cosa por ti.
—¿A dónde se dirigen ustedes dos? —pregunta Hermana mientras amontona más
panqueques en el plato de Caín. Todavía le sorprende cuanto pueden comer estos
demonios.
—Compras para la boda —contesto.
—Oooh, divertido. Déjame saber si encuentras algo bueno. Y si llegas a pasar
por una florería, consigue algunas, por favor. Me doy cuenta que soy la única humana
aquí, ¡pero maldición! ¿Puede una conseguir algunos seres vivos en este lugar?
Termino de colocar nuestros platos en la cocina, luego voy a besarla en la frente.
Su rostro se ha curado muy bien, pero todavía tiene algunas cicatrices por diferentes
partes de su cuerpo. Caín ha sido increíble con su cuidado. Tengo que admitir que es
una bendición. Para ella y para mí.
Aunque solo han pasado unos meses desde que Chicago fue devastada por
demonios rebeldes, nunca lo sabrías, a juzgar por la vida que aún vibra por la ciudad.
Legion y yo nos dirigimos a The Magnificent Mile, que parece ser la opción más razonable
teniendo en cuenta que no tengo idea de lo que estoy buscando. Las bodas nunca han
sido lo mío. Y como no he tenido la oportunidad de asistir a una, y mucho menos a uno
de este calibre, dejé que Legion me guiara.
—Entonces, ¿qué debo esperar? —le pregunto mientras entramos en Neiman
Marcus de la mano.
Recién el año pasado, apenas podía pagar el alquiler. Ahora estoy comprando
productos de diseñador en grandes almacenes de lujo. Loco. Intento no frustrarme por
los precios, especialmente porque Legion dejó en claro que el dinero no importaba.
Todavía me estoy acostumbrando a eso, aunque definitivamente no tengo la intención 218
de hacer que esto sea algo permanente. Por mucho que lo quiera, me niego a depender
completamente de él o de cualquier otra persona.
—Bueno, supongo que flores, un vestido blanco, algunos votos, tal vez un anillo
—dice Legion.
—Sabes a lo que me refiero —le digo, rodando los ojos—. No es solo una boda
real, es una boda real Oscura. ¿Se aplican las mismas reglas? ¿Qué tipo de regalo compras
para un príncipe brujo y su esposa humana no muerta? ¿Una olla eléctrica?
Legion se ríe, levantando mi mano para rozar sus labios.
—¿Estás nerviosa?
—Demonios, sí, estoy nerviosa. Vamos a un palacio en Skiathos. Un maldito
palacio. Nunca he estado en California. Y no tengo nada que usar que sea remotamente
elegante como para estar entre la realeza.
—Por eso estamos aquí. Además, te ves increíble en cualquier cosa.
Especialmente en nada en absoluto.
—Sí, estoy segura que a Niko y Amelie les encantaría que apareciera con mi traje
de cumpleaños. —Solté un suspiro nervioso, sin entender por qué estoy tan ansiosa.
—¿Qué pasa? —pregunta Legion, con el ceño fruncido entre sus cejas.
—No lo sé. Simplemente… quiero que todo salga bien, y estoy tan acostumbrada
a que las cosas salgan mal que sigo esperando que caiga el otro zapato. Y es Niko. Este
es su momento, ya sabes. Se ha ganado el derecho a ser desagradablemente feliz.
Finalmente, es una novia después de tantos años de ser una dama de honor.
Legion comienza a asentir, pero inclina la cabeza hacia un lado.
—Espera. ¿Qué?
Sacudo la cabeza y sonrío.
—Solo una broma entre nosotros.
Primero llegamos a la sección de joyería, ya que sospecho que probablemente sea
una buena idea saltarse el departamento de lencería para un regalo de novia. De alguna
manera nos encontramos echando un vistazo a los anillos de diamantes que parecen
demasiado formales para servir como una pieza de moda.
—¿Alguna vez pensaste en eso? —pregunta Legion, sus ojos recorriendo las cajas
retroiluminadas llenas de joyas brillantes.
—¿Sobre qué?
—Todo el matrimonio, familia, con la cosa de la cerca blanca.
Me encojo de hombros con indiferencia, pero por dentro, me estoy volviendo 219
loca.
—No particularmente. Tendría que tener una relación estable y seria para
considerar ese nivel de compromiso. Y hasta hace unos meses, pensé que eso significaba
enamorarse del tipo que solía venir a mi tienda todas las noches a tomar té y mentas.
Los dos nos reímos, pero la mía es principalmente una risa de nervios. Por
supuesto, he pensado pasar el resto de mi vida con él. Pero el matrimonio parece algo
completamente fuera de mi alcance. Y del suyo. Él es un demonio. Soy un medio ángel
híbrido. No puedo imaginar que nuestra unión sea cualquier cosa menos blasfema. E
incluso si pudiéramos dar ese paso, ¿él realmente querría hacerlo? ¿Considerando que se
comprometería con alguien que podría envejecer y morir en cuestión de décadas?
Sacudo el pensamiento de mi mente. Hemos tenido algunos meses sin drama.
Estoy saltando por delante de mí misma cuando debería estar viviendo el momento.
Afortunadamente, desviamos nuestra atención a la compra de ropa, y casi suelto
un suspiro de alivio. Nunca he estado fuera del país, y mucho menos en una isla frente
a la costa de Grecia. No supongo que mi guardarropa habitual de zapatillas deportivas
y sudaderas con capucha haga el truco, por lo que Legion insiste en que agarre todo,
desde ropa formal hasta vestidos de verano y zapatos. Y, por supuesto, le agrego algunas
pequeñas piezas sexy para cortarlas con los dientes.
Después de terminar en Neimans, paseamos a lo largo de Mile, con los dedos
entrelazados, sonriendo como idiotas bajo el recién florecido sol de primavera. Casi
pasamos por una florería de lujo antes de recordar la solicitud de la hermana.
Deleito mis ojos con las flores exóticas.
—No creo que haya comprado flores excepto en alguna tienda de comestibles.
¿Qué deberíamos agarrar?
Un vendedor nos escucha y sugiere algunas plantas de interior de aspecto vibrante
junto con las orquídeas, ya que son bastante fáciles de mantener. Miro a Legion que se
encoge de hombros antes de sacar su tarjeta de crédito.
—Oye, ¿qué es eso? —pregunto después de espiar un arbusto en una maceta con
flores de color púrpura pálido. No hay otras plantas en la tienda como esta, y parece que
se exhibe por sí sola, lejos de la flora presentada.
—Oh, no quieres eso —insiste el empleado de la tienda, tratando de guiarme
hacia las flores más coloridas—. Es una sombra nocturna mortal. La belladona.
Hay algo en ese arbusto solitario, algo que me atrae. He visto belladona antes,
pero por alguna razón, siento que esta en particular es diferente. Me inclino para olerlo
a pesar de la advertencia del vendedor.
—Cuidado, es muy venenosa. 220
Casi me río. He pasado veintidós años de infierno juvenil, solo para ir al Infierno
real. He luchado contra demonios, ángeles y humanos poseídos. Seré condenada si
muero por una flor.
Su aroma es delicado, pero hay algo tan inesperadamente hipnótico al respecto
que tengo que preguntarme si sus propiedades alucinógenas podrían ser transmitidas por
el aire. Lo huelo de nuevo, y siento un giro en mis entrañas y un empujón a lo largo de
mi sien. No del veneno. Esto es algo más profundo, algo familiar, pero no puedo
describirlo. Una pincelada de déjà vu que desentierra un revoltijo de recuerdos en los
rincones oscuros de mi mente que no puedo alcanzar.
—Tomaré esta también.
El empleado frunce el ceño.
—¿Estás segura? No hay mucho que ver.
—No me importa. Me gusta.
Hacemos el pago y, con los brazos llenos de bolsas de ropa y plantas, nos
dirigimos a casa, considerando que el día de compras fue exitoso.
—Lamento que hayas tenido que soportar eso —comento en nuestro camino de
regreso a la sede del ático de los Se7en.
Legion aparta los ojos de la carretera durante solo una fracción de segundo para
preguntar:
—¿Soportar qué?
—Compras. Sé que la mayoría de los chicos odian esa mierda.
—No me importa. En realidad, fue agradable. Normal.
—¿Quieres ser normal? —le pregunto con un toque de incredulidad.
—Tomaría cincuenta años de normalidad contigo por encima de toda la
eternidad deambulando por esta tierra solo, sin lugar a dudas.
—Eso es difícil de creer.
—¿Cómo es eso?
—Porque eres un gran y malvado asesino de demonios. Y el mundo te necesita.
—¿Pero y si te necesito a ti?
—Entonces me tendrás.
—¿Todo de ti?
—Todo de mí. Incluso si eso significa cincuenta años, o quinientos. —Me deslizo 221
lo más cerca que puedo sin ponerme a horcajadas sobre la palanca de cambios, y arrastro
suaves besos a lo largo de su mandíbula hasta llegar a su oído para susurrar—: Puedo
habitar este cuerpo, tener control de mi mente, y ser dueño de mi alma. Pero tú, Legion,
eres el gobernante de mi corazón. Y por siempre reinarás.
—Cincuenta años o quinientos —reflexiona Legion.
—Y amaremos y viviremos cada segundo como si el mundo se convirtiera en
cenizas mañana.
Su mandíbula se mueve contra mis labios y no tengo que mirar para saber que
está sonriendo. Le doy un beso en la mejilla con hoyuelos antes de recostarme en mi
asiento para ver pasar mi ciudad desde mi ventana.
Chicago. Mi lugar de nacimiento, de mi muerte, mi resurrección y mi redención.
La ciudad donde conocí a un hombre con un gorro gris en una noche oscura y fría que
resultó ser mi captor y luego mi amante. Y un día, tal vez en un futuro no muy lejano,
será el hogar de mis hijos y el de sus hijos también.
Por siempre no se promete. No hay un destino desafiante, no importa cuán duro
luches. Pero amor…
El amor me hará inmortal.
Epílogo
E
l impresionante y etéreo hombre parece fuera de lugar con su traje blanco
opaco. Para empezar, hacía un calor insoportable. Además, estaba en un
cementerio condenado que había sido considerado inseguro e insalubre
para el público en general. El brillante traje, el cabello rubio impactante, los peculiares
ojos azules lo hicieron sobresalir entre la ruina y los escombros. Pero nadie le dijo nada,
porque no podían controlar lo que no podían explicar.
Rodeó pedazos de concreto y madera astillada, cuidando de no dañar sus zapatos
prístinos. Y cuando llegó al claro que había sido marcado por la cinta policial, se sentó
con gracia en los escalones de la tumba que era venerada como la más especial de todas.
Eso fue, antes de que toda la parte frontal se redujera a polvo. 222
Los humanos y sus supersticiones. Durante décadas, adoraron una losa de piedra,
cautivada por la mística de la leyenda. Por supuesto, él sabía que la tumba estaba vacía
todo el tiempo. Bueno, vacía hasta que él pusiese a una niña en ella. Siempre había
tenido un don para lo dramático.
La hermosa criatura rubia estuvo tranquila durante largos minutos mientras se
sentaba en el polvoriento escalón, mirando fijamente la clara forma de estrella que estaba
chamuscada en la tierra. Los humanos lo etiquetaron como el trabajo del ocultismo, una
especie de sesión de espiritismo para criar brujas Vudú muertas. Como de costumbre,
estaban completamente fuera de lugar. Sus mentes pequeñas y subdesarrolladas ni
siquiera podían comenzar a comprender qué quemó esa estrella en el suelo. Y fue
precisamente su trabajo asegurarse de que nunca se enteraran.
—Oh, querido hermano, todo el desastre que has hecho —le dice a la tierra
carbonizada—. Siempre fuiste tan terco, incluso en tu detrimento. Y ahora mírate. Mira
lo que queda de tu legado. Debo admitir que yo fui escéptico. No pensé que fueras capaz
de semejante desinterés. De renunciar a todo… de renunciar a ella… —Sacude la
cabeza—. Nunca dejas de sorprenderme. Para alguien que afirmó ser irredimible,
ciertamente has demostrado lo contrario.
Con un movimiento que era demasiado elegante para parecer natural, se pasó los
dedos por el cabello, removiendo motas de oro y platino que se alejaban con una brisa
fresca y refrescante.
—Hice lo que me pediste. Adriel está de vuelta en casa y ha sido recompensada
por su contribución. El hechicero y la chica humana se van a casar. Eso fue amable de
tu parte. Amable, pero tonto. Su descendencia podría muy bien reiniciar el ciclo de la
Primera. Y todos sabemos lo bien que funcionó para ti la primera vez.
»Sin embargo, estoy orgulloso de ti, hermano. A pesar de todas tus faltas, has
demostrado un gran coraje y lealtad, y has protegido este reino y a su gente. Solo
desearía que no tuviera que ser así. Incluso después de todo lo que has hecho, sigues
siendo mi hermano. Te perdono. Y te deseo paz.
—Tal vez sería capaz de encontrar la paz si dejara tu extravagante santificación.
Otro hombre magnífico, etéreo, camina alrededor de una tumba adyacente, y se
ve igualmente fuera de lugar en su traje del color de un cielo de medianoche sin nubes y
su cabello tocado por el sol, meticulosamente diseñado.
—Llegas tarde —dice el rubio de blanco.
—Mira quién habla. Te serví a Uriel en bandeja de plata. Todo lo que tenías que
hacer era matarlo a mi señal, pero seguro que te tomaste tu tiempo. Tuve que detenerme 223
mientras que la bestia de nuestro hermano casi arrasaba con toda la ciudad.
Un ademán desdeñoso de una mano.
—Terminé el trabajo, ¿verdad? Además, no finjas que no lo disfrutaste.
—¿Por qué tipo de masoquista enfermo y retorcido me tomas?
El rubio se encogió de hombros.
—Um, el peor de los tipos.
El extraño sorprendentemente guapo le devolvió el sentimiento.
—Lo suficientemente justo.
—Tu actuación fue bastante impresionante, por cierto. Tu muerte fue igualmente
espantosa e inquietante. Bravo. Disfruté especialmente tu pequeña y sincera rutina con
la chica Nephilim.
—No vamos a hablar de ella, Michael. —Una tormenta oscura comenzó a
formarse dentro de los ojos violetas del hombre.
—Oh, vamos, Lucie. No seas brusco. Nunca me di cuenta que eras un actor tan
talentoso. Incluso me convencí por un momento.
—No fue un acto. Y como dije, no estamos hablando de Eden.
Con eso, se dio la vuelta para alejarse, se dirigió a la salida del cementerio.
Michael estaba justo en sus talones.
—Entonces, ¿qué fue eso? No me digas… No me digas que estabas siendo
honesto. ¿La… amas?
Ante lo que Michael mencionó, Lucie frunció sus labios. No es una
confirmación, pero tampoco es una negación. Pero Michael sabía lo que decía su
hermano. Durante muchos milenios milenios, no se había enamorado más que de
acumular todo el poder que fuera inhumanamente posible y desafiar a su padre. Sin
embargo, esta chica mestiza había logrado llevarlo a la distracción. Ella era la debilidad
de su hermano. Y hasta este punto, el Diablo se consideraba invulnerable.
Por eso tenía que dejarla ir.
Michael sabía todo eso, por supuesto. Ese era también su trabajo.
—Así que solo así. Justo así, estás dispuesto a alejarte. Tu imperio, tus fanáticos,
esta chica. Eres Lucifer, el gobernante de todo mal y rey del inframundo. ¿De verdad
crees que puedes dejarlo todo atrás?
—Por ahora. Además, el mundo está cambiando. Es hora de que cambiemos con
eso.
—¿Qué tienes en mente? 224
La esquina de la boca completa y casi femenina de Lucifer se curvó, lanzando
una sonrisa que era igualmente siniestra y seductora. Su belleza era un regalo y una
maldición, lo cual era útil considerando lo que tenía reservado. Necesitaría utilizar todos
sus dones, especialmente los viscerales.
—Este es un nuevo amanecer para la humanidad. Tal vez sea hora de que les
demos una nueva religión.

Fin
Próximo libro

225

Próximamente título, portada y fecha de salida

Se7en Sinners #5
Sobre la autora
S .L. Jennings es la orgullosa esposa militar de
su amor de secundaria, mamá de tres
revoltosos chicos, y autora de romance
contemporáneo y paranormal en la lista de los más
vendidos en New York Times y USA Today.
Cuando no está obsesionada por sus novios
literarios, puedes encontrarla pasando el rato con
algunos épicos amores de la ficción en librerías
independientes o bebiendo un Bloody Mary en su lugar
favorito en Spokane, Washington.
Es una autoproclamada esnob de la comida, adicta del maquillaje y amanta de
226
todas las cosas brillantes, relucientes y cursis.

Serie Se7en Sinners:


1. Born Sinner
2. End of Eden
3. Wicked Ruin
4. Fallen Reign
5. Devil’s Darling
6. Próximamente
Créditos
LizC y Mariela

ElenaTroy
Lili-ana
LizC
Mariela 227
Walezuca Segundo

Candy20
Mariela
Nanis

Indiehope, LizC y Mariela

Tolola
228

También podría gustarte