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Sechura tuvo tres fundaciones: la primera se pierde en la noche de los tiempos. Fue el ámbito
que por más tiempo ha sido morada de los sechuranos, y prolongó su existencia hasta 1572. Se
trata del asiento prehispánico que en este trabajo denominamos Sechura la Antigua. La segunda
fundación, obra de Bernardino de Loayza, tuvo lugar el año de 1572, en este asentamiento
fueron reducidos los sechuranos de diferentes “pueblos gentiles”. Pero este pueblo fue
destruido por el maremoto y aluvión de 1728 y, desde entonces, la gente la recuerda como
Sechura Vieja. Después de la catástrofe sus pobladores se trasladaron y poblaron el sitio donde
en la actualidad se encuentra. Esta es la tercera fundación.
¿Dónde estuvo ubicada Sechura prehispánica? La primera referencia escrita que tenemos se la
debemos al cronista Pedro Cieza de León, al describir el viaje de Pizarro de regreso del río Santa,
afirma que estando a la altura del puerto de Santa Cruz, que estaba al sur de Punta de Aguja, la
Capullana insistió en su invitación y mediante emisarios les pidió: “Saltasen en un puerto que
más abajo estaba hacia el norte”. Otro testimonio de fines del siglo pasado sostiene que la
primera población de sechuranos estuvo en Punta de Aguja, al respecto, en la sesión del 29 de
abril de 1897, un cabildante hizo un recuento de las fundaciones del pueblo de Sechura; en esta
versión, como se verá, dice que los sechuranos vivían cerca de la Punta de Aguja:
“La Punta de Aguja fue habitada desde el tiempo inmemorial por los aborígenes del antiguo
pueblo de Sechura que fue formado a las orillas del mar y cuando se perdió en 1732 por efecto
de una gran inundación se reunieron las comunidades de Punta de Aguja, Sechura, Muñuela y
Muniquilá, las que llevan el nombre de parcialidades, para deliberar donde debía formarse la
nueva Sechura, la cual quedó formado donde actualmente existe”
La cuarta fecha es la de 1592 según un documento que fue adjuntado en el juicio entre Miguel
Marcos y Juan Nonura por el cacicazgo de Sechura. El título del documento da pábulo para la
equivocación: “Visita de los indios de la encomienda de Ruy López Calderón vecino de la ciudad
de San Miguel desde pueblo de Sechura y Punta de Aguja y pueblo de Pesura y Muniquilá que
todo por mandado y orden del señor Visoreynos / se reducen y pueblan desde pueblo de
Sechura para poder ser doctrinados y puestos en pulicia como vuestra merced manda y
conforme a los indios en sus reducciones”. El manuscrito da a entender que solo en el año 1592
fueron recién concentrados los indígenas de la Punta en Sechura. Aquí conviene señalar que
durante la reducción general que ordenó Francisco de Toledo no hubo consenso entre los
españoles y los indígenas en cuanto a la ubicación de las reducciones, en realidad hubo mucha
oposición o reticencia, ya que la gente no quería abandonar sus antiguos pueblos, de ahí que
constantemente el gobierno reiterase la necesidad de reducción. Algunas parcialidades
regresaron a sus pueblos viejos y solo volvían a la reducción los domingos, los días que había
doctrina y para las fiestas de santos cristianos que comenzaban a reemplazar las celebraciones
gentílicas. De otro lado, hay que señalar que en 1592 comenzó en el Perú la visita para la venta
y composición de tierras, lo que implicaba de alguna manera, la reinscripción de títulos antiguos
y la necesidad de fijar en reducciones a los indígenas indecisos que las habían abandonado. El
hecho es que para ese año ya existía Sechura cristiana.
Otro aspecto que merece tenerse en cuenta es que, hasta 1572, se había producido una amplia
legislación para la conversión y la lucha contra las idolatrías. Asimismo, se habían realizado tres
concilios en Lima, donde se discutió y determinó la forma como debían convertir al poblador
andino. Esta política antidolátrica no era nada indiferente a la ubicación de los pueblos, debido
a que el espacio social en el mundo andino estaba directamente relacionado con los dioses
fundadores; recuérdese que fueron estas deidades las que escogieron los lugares donde se
fundaron los pueblos, ahí está, sino, Manco Cápac. Los Libiac de Cajatambo fundaron sus
pueblos en el lugar designado por el Apu Libiac Canchara su progenitor; y, para acercarnos más
al escenario sechurano, en Lambayeque los pueblos fueron fundados por Naymlap y sus
descendientes; un acto providencial fue causa de la fundación de Mórrope. Y tumbes se funda
por héroes progenitores después de un Niño.
Por estas razones los pueblos pre hispánicos estaban ubicados en lugares sagrados. Mientras
que éstos eran ocupados, seguía la ancestral vinculación entre la gente y sus dioses. Por eso
Francisco de Toledo (1986: T. I:35) ordenó que las reducciones se hicieran en lugares “distantes
de las guacas y mochaderos que los indios solían tener en el tiempo de su infidelidad”. Durante
la fase transicional, 1532 – 1572, los pueblos antiguos no se mudaron si no que permanecieron
en sus viejos asentamientos, ya en un artículo (Huertas 1994) dije que la encomienda, si bien
cambió de dirección al plus producto de los pueblos vencidos y fueron a parar a manos de los
españoles, su imposición no causó mayor alteración en el ordenamiento del espacio social
porque los pueblos seguían ocupando sus antiguos espacios ecológicos; estaban en el lugar
determinado por los dioses y más cerca de sus mallquis o restos de los progenitores.
En 1566 llegó al norte Gregorio Gonzales de Cuenca para “Visitar y Reducir” a pueblos, a la
población dispersa de las provincias de Trujillo, Zaña, Piura, Cajamarca, Chachapoyas y Huánuco.
Se conoce de las reducciones que Gregorio Gonzales de Cuenca hizo en las provincias de Chimor,
Zaña y Cajamarca, pero no se tiene noticia de lo que pasó en Piura, ya que hasta el momento no
se han encontrado documento alguno que registre su paso por Piura.
En 1572, se produce una nueva cruzada de “Visita y Reducción”. En tal ocasión Bernardino de
Loayza encontró en la jurisdicción de la actual provincia de Sechura, cinco pueblos principales:
Sechura, Nonura, Pisura, Muñuela y Muñiquila, además varios “pueblezuelos”. La población de
dichos centros poblados estaba dividida en dos encomiendas: La primera de Gaspar Troche
Buitrago, constituida por una parte de los pobladores de sechura y población de la Muñuela; la
segunda de Ruy López, encomienda compuesta con la otra parte de sechuranos, más los
pobladores de Nonura, espacio conocido desde 1528 como Punta de Aguja. La visita fue general
y comenzó: “… en el pueblo de Sechura, término y jurisdicción de la ciudad de San Miguel de
Piura, en tres días del mes de noviembre de 1572 años…” Días antes se había hecho la
convocatoria a que todos los indígenas se reunieran en el pueblo de Sechura, que era el principal
y sede del curaca mayor, es decir, Silla de Gobierno. Y estando reunidos se hizo la misa que se
acostumbraba en estos actos para que según mandaba la disposición, Dios le diera mayor
entendimiento al visitador y a su comitiva. Después del acto religioso, el visitador y el escribano
Juan de los Ríos dieron inicio a la visita registrando primero a la gente de la encomienda de
Gaspar Troche Buitrago de la cual existe copia, y luego prosiguió con la encomienda de Ruiz
López Calderón, de donde dolo se tiene el número (79) de tributarios que fueron registrados.
*En el documento hay una nota que dice: “Todas las personas arriba anotadas son hijos y yernos
del dicho Santiago Pinaque”
** Los esposos Ximón Cheque y María Xurta, declaran dos hijos. Minieche que es nombre
gentílico de 15 años y maría de 6. Es posible que hacia 1572 aún hubiera personas sin bautizar.
Nota: Hay una llamada que dice: “Falta asentar 10 viudas y 5 solteras.
PARCIALIDAD DE LA MUÑUELA
*Se trata del cacique principal de la Muñuela, que por ser menor de edad el gobierno de dicha
parcialidad lo tenía Hermenejildo Sivar. Hay una nota que dice que 24 eran los casados; 9 los
solteros y 10 viudas, no se explica la razón de la ausencia.
De la otra encomienda hemos encontrado la visita de 1592, de la cual tenemos cierto reparo,
pero los patronímicos que allí se registran son verdaderos, por eso hemos creído conveniente
adjuntarlos en esta relación.
PARCIALIDAD DE SECHURA
*Lease como caza. Además aparecen apellidos sueltos como Peña, Guasido, Cullo, Chulli, Nucaci,
Araña, Cesto, Cuchur, Raca, Ruz, Salvador.
Además aparecen los siguientes apellidos: Pardo, Ornucha, Tapacum, Tupay, Toliva, Licapi,
Tacupus.
PARCIALIDAD DE NONURA
Además: Sereche o Sureche, Macho. La relación de personas termina a mitad del folio 19r con
Anton Bayo concertado a casarse con Luisa Peño, luego prosigue la relación en el folio 19v con
Mateo Ayacha y su esposa Leonor Capna. Al parecer la relación está incompleta.
El análisis de los patronímicos le corresponde a los lingüistas, nosotros veremos otros problemas
que se deducen de la lectura y el análisis del documento, como por ejemplo, la comprobación
de la estructura de poder dual; por una parte doña Isabel, la Capullana, y bajo su dependencia,
el curaca de la Muñuela, y en el otro asiento don Juan Nonura con poder sobre el curaca de
Pisura y Muniquilán. Pero como doña Isabel era curaca del asiento principal, es decir, Sechura,
donde el encomendero tenía casa y se había construido la Guairona, por eso tenía mando sobre
los demás curacas.
Otra característica de esta etnia era la estructura residencial Patrilocal. Se descubre en el texto
de la visita que después del nombre de la cacica Isabel Capullana, aparece el de Don Santiago
Pinaque de cuarenta años junto a su mujer Beatríz Ipa de cuarenta años y su menor hijo Diego
de tres años. La relación prosigue y después de enumerar a 13 familias nucleares, una nota aclara
que las mencionadas personas eran hijos y yernos del referido Santiago Pinaque. Ahora bien,
¿qué hace un yerno en el pueblo del suegro? O la misma pregunta para el hijo con su familia en
el pueblo del padre. Esto resulta interesante porque si por una parte se evidencia la estructura
patrilocal, sin embargo la presencia de la mujer en el gobierno torna mucho más sugerente el
análisis sobre la estructura de poder y parentesco.
La existencia de algunas mujeres con apellidos quechuas como Sullachani, Chucupai, Puchu,
Paña, Nunucha, etc, dan una apariencia de proclivación a la exogamia. Una primera pista que
permite suponer la vinculación de los sechuranos con mujeres de otras etnias fue la mitad al
tambo de Poechos, asiento donde vivía un grupo quechua hablante. También se sabe que los
habitantes de la parcialidad de Poechos, fueron reducidos a Catacaos. Otra pista podría ser el
grupo Cañari trasladado en tiempos de los Incas o Narigualá; María Rostworowski (1982), señala
que un grupo de mitmas, aún no determinado, vivió en Huaura parcialidad del pueblo de Colán,
cuya jurisdicción conlindaba con tierras Sechuranas. Otra razón de estos matrimonios
interétnicos puede ser el desorden que produjeron las guerras, que se incrementaron en la
última década del siglo XV y se prolongó hasta mediados del siglo XVI.
Después de hacer la visita según la ordenanza toledana, se procedió a replantear el patrón de
asentamiento, de la dispersión poblacional, que obedecía a una necesidad política y económica,
tanto de la élite local como Imperial Inca, se pasó al sistema de nucleación poblacional con fines
similares. Bajo estas circunstancias se fundó el pueblo de San Martín de Sechura.
Según norma dada en Lima en 16 de octubre de 1970, por Francisco de Toledo, después de
realizada la visita y habiendo estado algunos días entre los nativos:
“Vayan al repartimiento – o encomienda – y paséenlo e infórmese de los pueblos y asientos de
él, traten con el sacerdote y cacique a donde se reducirán a pueblos y trácenlos mayores y más
cercanos que se puede y quede encargado al sacerdote y a los alcaldes indios que tengan
cuidado de hacerlos presto y procuren todo lo que pudieren que vaya por la traza que se les
dará escrita que va aparte de esto”.
Conviene detenerse un momento para analizar la razón por la que el pueblo fue fundado cerca
del río y dando frente al mar; el hecho sorprende porque los viejos sechuranos tenían memoria
de los estragos que causaba el mar y el río en tiempos del niño. El pueblo fue erigido en una
zona de inundación recurrente. Algo parecido sucedió en el asiento donde fue fundada la villa
de Zaña. Y llaman la atención porque según la norma, los curacas debían participar en la
selección del asiento, en este caso doña Isabel Capullana, cacica de Sechura, don Hermenegildo
Sivar, principal y gobernador de la Muñuela, y Francisco de Velasco cacique de 14 años de edad.
En este acto debió estar don Juan, cacique de Nonura, lo mismo que los principales de
Muniquilan y Pisura, quienes junto al visitador Bernardino de Loayza, y otras personas
recorrieron la zona y escogieron el lugar. ¿Hubo mala intención en indicar un lugar expuesto a
las aguas del “cielo y de la tierra”? ¿Acaso por largos años habían estado libres de esos
fenómenos climáticos anormales que ya no se acordaban de sus estragos? En la actualidad
algunos testigos de colapso de Chulliyache dicen que el mar ha avanzado hacia la parte
continental y esto se puede comprobar con el plano que luego presentaremos, y por lo tanto
hay cambios notables en la configuración del zócalo. Sabemos que un siglo antes, en tiempos de
Pachacutec Inca Yupanqui, la Mamapacha anduvo conmovida por largos años con alternancia
de diluvios, sequías y otras “Injurias del tiempo”. Y sin duda quedaban recuerdos entre los
naturales por eso es posible que doña Isabel y los principales se opusieran, pero debieron haber
otras razones, entre ellas las geopolíticas, que explican el emplazamiento en zona de riesgo.
El nuevo pueblo se llamó San Martín de Sechura. Como reducción debería estar en el “comedio”,
es decir en una parte equidistante entre todos los anexos que comprendían la jurisdicción del
nuevo asentamiento; pero esto no se cumplió con exactitud; sin embargo el nuevo pueblo o
reducción fue ubicado lejos de espacios religiosamente comprometidos como Illescas y Chusis,
y se prefirió un lugar llano, casi desértico, sin promontorios líticos y otras señas de la naturaleza,
que pudieran recordar a los ancestros, aunque no pudieron evitar el mar y la cercanía del río.
Hay que indicar que la geopolítica de entonces era muy diferente a la actual; en 1572 el centro
español más importante de la región era Paita. Miguel Glave (1993:499), se refiere al puerto en
los siguientes términos: “esta zona de la que Paita era puerta, aduana y garganta, se constituyó
en elemento clave, para el desarrollo del sistema social, económico y político de la colonia
española en los Andes”. Jacob Schlupmann (1993:523) dice que entre 1578 y 1588 Paita se
convirtió en capital política de Piura, y núcleo del importante eje Cuenca – Loja – Lima; en
cambio la ciudad de San Miguel, capital del corregimiento de Piura, permanecía medio
abandonada en el asiento denominado Monte de los Padres, lugar a donde, en 1534, Diego de
Almagro la había trasladado. La nueva ubicación, además de alejar al Sechurano del área de
recuerdos y revitalizaciones de los primeros progenitores, favorecía a los encomenderos porque
los acercaba al puerto de Paita, por el cual se exportaban los productos tributarios por los
Sechuranos especialmente tollos y sardinas, que eran trasportados en balsas a Paita y de allí en
barcos a Lima y otros lugares.
Cuando los españoles se trasladaron al asiento del Chilcal fundado allí la capital piurana en 1588,
Sechura se convirtió en Posta Real, por donde pasaba el correo terrestre Lima – Piura y viceversa.
También se trasportaba sal, cal y el lito o lejía para las tinas jaboneras de Piura y Lambayeque. Y
las balsas, Según hemos dicho, llevaban los productos “exportables” a Paita. Esta situación
convirtió a Sechura en un pueblo pluriproductivo; con buenos excedentes que se dispendian en
las fiestas perpetuas.
Una versión sobre el origen y ubicación del primer pueblo de traza hispana San Martín de
Sechura, la encontramos en la declaración que hizo en 1782 Mariano Payva, “Procurador del
común de naturales de San Martín de Sechura” cuyo texto se encuentra en un documento del
Archivo Regional de Piura, serie corregimiento, 1782 Legajo 38, Expediente 781: Veamos: “Por
el repartimiento que se hizo desde la erección de mi pueblo se le asignaron por tierras de
comunidad cuatro leguas la tierra adentro hasta la Muñuela siguiendo la estela del río desde el
pueblo viejo que estuvo en la playa de la mar y hasta ahora duran sus fragmentos después de la
inundación con que se perdió el año pasado de setecientos veinte y ocho” (Folio 232r).
Acá se nos señala la jurisdicción territorial de la reducción San Martín que abarcaba hasta La
Muñuela, ubicada cerca del mar y el río. Además, la conservación de las ruinas o “Fragmentos”,
como los llaman en otro párrafo, señala con mayor precisión el lugar donde estuvo ubicado ese
primer asentamiento:
“Mi pueblo antiguo fue construido a las orillas de las playas del mar de la otra banda de este rio.
Con la inundación que se padeció el año pasado de veinte y ocho fue desbaratada la población
y el río hizo madre cuando sereno la tempestad por un estero del mar que salida quedando la
población en medio de manera que el dicho rio corría a la derecha y el estero estaba a la
izquierda y como la fuerza de la lluvia fue tan grande salió el río de madre excesivamente hasta
encontrarse con el estero quedando el pueblo anegado en medio de sus corrientes y por
consiguiente consumido y acabado y mudado el río a la izquierda quedando antes como queda
dicho corría a la derecha de cuya / ruina vino que se mudase al pueblo parte donde hoy está
siguiendo la misma orilla en que antes estaba de manera que todo lo que se expone…” (Folios,
234v, 235r.).
El mismo documento contiene la declaración del cura Simón de La Valle Cortez, indicando que:
“Formó el pueblo primero a las orillas del mar, y duró hasta el año 1728 en que llegando las
aguas que bañaron todo el reino a su mayor auge entraron en aquel sitio y en breve rato se vio
reducida la capilla y la población a la nada… Mas temiendo repitiese la misma tormenta se
retiraron al lugar que poseen disponiendo sus viviendas, y lo que más es un suntuoso templo,
cuya fabrica erigida a esfuerzos de la devoción y cristiandad de los indios, admira a cuantos la
ven situada en donde hacen preciso descanso los caminantes” (Rf.cit.)
Doce años después de la catástrofe que dejo en escombros muchos centros poblados del norte
peruano, llegaron a Sechura los sabios Antonio de Ulloa y Jorge Juan (1940-1968) que estuvieron
varios días en el flamante nuevo pueblo; está experiencia la explican con las siguientes palabras:
“La fundación de este pueblo fue antiguamente en las inmediaciones del mar, no distante de
una punta, que nombran de la aguja; pero habiéndose sumergido e inundándolo, la retiraron al
que hoy tiene cosa de una legua distante de la playa”.
Una versión tardía sobre esta historia en la sesión del cabildo del concejo Municipal de Sechura
el 29 de abril de 1897, (ACMS. Libro de Cabildo 1897); el texto es el siguiente:
“La Punta de Aguja fue habitada desde tiempo inmemorial por los aborígenes del antiguo pueblo
de Sechura que fue formado a las orillas del mar y cuando se perdió en 1732 (sic) por efecto de
una gran inundación se reunieron las comunidades de Punta de Aguja, Sechura, Munuela y
Muniquilá, los que llevan el nombre de parcialidades, para deliberar donde podía formarse la
nueva Sechura, la cual quedó formada donde actualmente existe”.
Lo interesante es que la tradición oral, hasta el año en referencia, conservaba memoria del
primer asiento, el de origen prehispánico que fue abandonado en 1572. Aquí se revela una visión
paradigmática del asiento étnico inicial; aunque de manera significativa obvian la segunda
Sechura, la de viso hispánico fundada por Bernardino de Loayza en tiempos de la cacica doña
Isabel Capullana siniestrada en 1728. Es posible que estemos frente a estructuras mentales, que
borraran o estigmatizan el tiempo y el hecho que consideran negativo, o algo parecido a lo que
Víctor Córdova (1990-78) denominada “Segundo Plano de la Realidad Representada”, o el de las
“reinterpretaciones secundarias”, que le permiten explicarlase su propia cultura, al precio de
distintas racionalizaciones. Algo de lo que nos sucede a nosotros al buscar la gloria en tiempos
prehispánicos y nos olvidamos de la etapa colonial, a pesar que en este tiempo aparecen las
esencias genotípicas y culturales de la nacionalidad peruana.
Para Ubicarnos mejor veamos en u mapa antiguo la ubicación del pueblo siniestrado.
Estando en Chulliyachi en 3 de abril de 1994 preguntamos al señor Juan Eche Antón viejo
pescador natural de ese lugar sobre lo que había sucedido en el verano de 1983. Don Juan Eche
explico que la caleta fue destruida por un fuerte maretazo que la inundo al tiempo que el rio se
desbordo atravez de un brazo y completo la destrucción del poblado. La descripción es muy
parecida a la que hiciera don Mariano Payva en 1782. La situación cambiante del río debe en
cuenta para la ubicación del viejo pueblo, la referencia se hace engañosa.
Otra información sobre este ministerio pueblo la encontramos en el libro de Miguel Saturnino
Zavala Titulado: Caminos Y Pueblos de la Antigüedad de Piura, 1847 Itinerarios de la Republica
publicado en la segunda edición en 1993 por Arturo Seminario. En este Trabajo Miguel S. Zavala
registra la distancia de los Puertos, caletas y la playa de la costa Piurana, al señalar los que se
encuentran en Sechura empieza por el puerto de Salinas. Situado cinco leguas al sur del pueblo
de Sechura”. Luego registra el puerto de Sechura en los términos siguientes.
“Sechura- Puerto Situado a 1 y ½ legua al… del pueblo de su nombre; es desabrigado pero
frecuentemente Manzo para escribir anclas. Desemboca en él el rio Piura, y en sus crecientes que
regularmente son en febrero y marzo trafican por su canal las balsas de los pescadores de
cabotaje desde el pueblo hacia el mar. Los demás meses que se ha menguado el agua las aguas
del rio y aun cerrado con todo, se suspende la corriente, queda únicamente un estero desde el
mar hasta una legua que aunque de muy poca profundidad admite con las pleamares periódicas
la necesaria para que puedan bogar las balsas y sigan su tráfico acostumbrado.
San Pedro- Esta es una caleta ó más bien una remansa playa situada al O.N del pueblo de Sechura
a distancia de poco más de una legua de la desembocadura del río. No pueden anclar en él
buques de Regular. Arena Fangosa.
¿Sobrevivió el topónimo Sechura en el antiguo asiento que fuera abandonado después de 1728?
Una legua equivale a 6.2 kilómetros, saturnino Zavala indica que el puerto se encuentra a la
legua y media, esto es de 9 a 10 kilómetros de la actual Sechura, entre los dos chuchales y
Chulliyache en el centro. Los chuchales son promontorios formados por los restos de conchas
consumidas por gente del periodo prehispánico, y sobre ellos no pudo estar ubicado pueblo
hispano alguno, así el único sitio disponible es Chulliyache y está a la distancia que menciona
Saturnino Zavala.
Lo anterior es corroborado por la versión de Teodoro Laynes párroco de Sechura quien en 1918
afirmo que el pueblo viejo se encontraba ubicado en Chulliyache: “Aun hoy son visibles las ruinas
del templo y casas en el lugar llamado “CHULLACI” caleta de pescadores.
El año 1925 nuevamente las fuertes lluvias destruyeron totalmente las viejas ruinas. La capilla
nueva se anego pero permaneció enhiesta y el cura Teodoro Laynes seguía diciendo sus misas
los días de fiesta. En el censo de 1940 se registra a Chulliyachi con la categoría de caserío con
459 habitantes repartidos en 82 familias, Con el Boom pequero en la década de 60° chulliyachi
cambia de aspecto. Se construye casa de ladrillos y cemento con una planificación moderna: en
1972 sigue con la categoría de caserío y reporta una población 440 personas. En este año se
erigió la capilla de la Virgen de las Mercedes. Según el censo de 1981 vivían en ese caserío 243
hombres y 247 mujeres. El 30 de enero de 1983 a las 4:30 de la tarde la injuria del mar
nuevamente impacto tragándose casi la mitad de esa caleta, la otra mitad aún permanece en
medio de la desolación.
Todo esto nos lleva a la conclusión de la existencia de un asiento con larguísima historia y con
varias ocupaciones. El catastro de Carlos Milla registra en Chulliyachi evidencias prehispánicas,
donde como hemos visto, se fundó el pueblo de San Martin de Sechura en 1572, después de la
destrucción de 1728, un pequeño grupo de sechuranos retorno y levanto una capilla, y siguió
llamando al pueblo Sechura la Vieja o Simplemente Sechura, como lo registro Saturnino Zavala.
El topónimo primigenio fue olvidado y a fines del siglo pasado el viejo asiento aparece con el
nombre de chulliyachi, pero nuevamente como en 1728, un maretazo, luego el aluvión, destruyo
ese centro poblado. Por eso en ese lugar bajo las aguas y la arena esta Sechura la vieja y la mitad
de chulliyachi.
La otra pregunta es: ¿Cómo fue el pueblo de San Martin de Sechura la Vieja?. Cuando
Bernandino Loayza llego a Piura a cumplir con el encargo de visitar y reducir poblaciones
indígenas tenía entre manos la Instrucción General para los Visitadores, documento redactado
en Lima entre 1569 a 1570; en este se especifica que, hecha la selección del asiento, la norma
disponía que los pobladores.
“se reduzcan a pueblos y se nombren entre ellos alcaldes, regidores y aguaciles... para que mejor
sean doctrinados y, mantenidos en justicia y tengas sus republicas fundadas y se gobiernen entre
si y dándoles ordenanzas y manera de vivir”.
Ahora bien, las personas trasladadas al nuevo asiento no perdían sus antiguas propiedades; al
respecto la norma decía que “no se les tome ni quiten sus propiedades”. Esto siempre y cuando
la distancia no fuera más allá de una legua, en caso contrario el indígena debía de ser
indemnizado.
Para evitar idolatrías y recuerdos de las antiguas historias se ordenaba al visitador que “Se le
derriben y deshagan y echen por tierras las casas antiguas que antes tenían”
“Daréis orden de trazar los dichos pueblos por sus calles y cuadras anchas y derechas, dejando
el hueco de la plaza y sitio para la iglesia, sino hubiere y casa para los sacerdotes, solar para casa
de comunidad, y cabildo y juzgado de los alcaldes de que ha de haber y cárcel con aposento para
el carcelero”
Recordemos que uno de los asesores de Francisco de Toledo, Juan Matienzo en 1568 había
diseñado un plano de un pueblo de indígenas, sin duda ese plano sirvió de pauta para la
fundación de las reducciones toledanas, pero Chulliyache tenía las “cuadras alargadas”, esto es
reticulares y si chulliyachi se levantó sobre los escombros de Sechura, es posible que continuara
con el diseño de Sechura la Vieja. Si esto fue así, surge otra alternativa: de la calle alargada o
reticular. Esta última forma dificulta en algo, el paso de las arenas.
“como a las once del día- 21.XII.1675, estaba ese testigo paseándose en la casa de Félix Temoche
cacique y gobernador de este dicho pueblo que esta junto a la iglesia de él y que vio salir por la
puerta del perdón de ella al doctor Don Agustín Fernández Velázquez cura y vicario de este dicho
pueblo y les dijo a los alcaldes Marcos Taluna y Don Luis Ayala que donde estaba la gente…”
En su respuesta Marcos Taluna le hizo recordar al cura que él mismo habían indicado que no
habría misa y que, por lo tanto, estaban desde la madrugada dedicados a pescar tollos, él cura
se hizo olvidadizo, porfió que no había ordenado tal cosa, afirmo que todos debían ir al templo
ordeno a los alcaldes llevar la gente escuchar misa. Refiere el testigo de los alcaldes aceptaron
de mala gana y viendo la “ tibieza” con que dichas autoridades llamaban a la gente, el cura monto
en su mula y se fue a la playa y furiosos comenzó a demandar a la gente a que fueran a escuchar
misa, en tales circunstancias Gabriel Chanduy, indio viejo, ex alcalde le hizo recordar al cura que
de su propia boca había postergado la fiesta de San Tomé apóstol, que se celebraba el 21 de
diciembre, y que por esta disposición no había ido a misa, sin embargo el cura furioso por la
osadía de Chanduy y con “ásperas represiones” mando a Marcos Taluna, alcalde ordinario,
poner preso a Gabriel Chanduy y a su hijo Diego, hecho que, desde luego, altero los ánimos, de
modo que los pobladores fueron a la casa del cabildo, lugar donde se encontraban la cárcel, a
pedir libertad por los Chanduy. El vicario regreso a la iglesia, pero no sin antes señalar como
testigos del atrevimiento de Chanduy algunos españoles que allí se encontraban, lo mismo que
aun clérigo forastero:
“y que algunas indias y chinas que estaban en la iglesia viendo subir a la mula a su cura fueron
sin quedar alguna de ellas y que dentro de un breve rato volvió dicho vicario solo a la iglesia. Y
vio este testigo que todo el pueblo así de indios como indias y chinas se amontono a la puerta de
la casa del cabildo, y que viendo dicho vicario no venían a la iglesia se fue a echarlos a ella y que
a viendo sido este testigo una gran vocería y alboroto se asomó a la puerta de la dicha casa y se
vio a dicho vicario en medio de toda aquella gente la cual daba muchas grandes voces.”
Otro declarante dijo que estando las gentes en las “las casas de cabildo”, seguramente pidiendo
la libertad de los Chanduy y viendo que nuevamente el cura les pedía que fuesen a misa: “le
respondió este confesante que no se canse que no habían de ir a misa, y salíamos de la plaza se
fue a su iglesia”.
El vicario volvió a la iglesia y llamaron por medio de repique de campanas, pero la gente no hizo
caso; soló el curaca Don Félix Temoche y catorce personas escucharon la misa cantada, en la
cual no se sabe cuántas maldiciones echó el cura a los desobedientes.
“trazaréis la casa del cacique principal que sea con más anchura y alguna más autoridad que de
los indios particular de manera que al principal haya patio y aposento bastante en que se pueda
juntar el cacique y los principales é indios del repartimiento cuando hubieren de tratar las demás
cosas tocantes al bien público gobierno del repartimiento”.
La casa del curaca, según la misma norma, debía de tener además del patio, una sala, al lado de
ella una cámara para la pareja de esposos y una recamara para las hijas y criadas al otro lado de
la sala dos dormitorios para los hijos varones y las personas de servicio. Además una cocina y
corrales. Eran casas hechas de adobe o de bahareque, pues tenía que mostrar “buen viso”, es
decir buena presentación. Las casas de los tributarios, en cambio, no tenían patio soló sala y dos
recamaras que separaba a los hijos varones de las mujeres
Un pequeño cubículo para los esposos, además otra pequeña pieza para la cocina, donde se
criaban algunos joques, gallinas, cuyes. La disposición toledana impuso asimismo el uso de
barbacoas como camas, en reemplazo de los poyos sobre los cuales se tendían petates y colchas.
No toda la disposición se cumplió, muchas veces la estructura de las casas de los tributarios no
tenían el número de cubículos señalados y el uso de poyos y petates prosiguió por mucho
tiempo.
Después del desastre 1728, los sechuranos en el nuevo asiento reprodujeron el mismo modelo
usado en el pueblo siniestrado pues hasta entones la norma toledana seguía en vigencia. En la
década del ochenta del siglo XVIII, cuando Martínez de Campañón hizo la visita pastoral,
encontró que en muchos lugares no se había guardado esa disposición y no obligo a que se
cumpliera las personas que deseaban juntarse en un nuevo pueblo o barrio se comprometían a
levantarlo dentro de una planta ortogonal, respetando la recomendación en la construcción de
las casas. El obispo pasó buen tiempo y a gusto en Sechura. Lo impresionaba su iglesia, la más
vistosa de todo el recogimiento de Piura y acelero las gestiones para la construcción del retablo
mayor de la iglesia, dentro de su Plan estuvo la arborización de Sechura. En el siglo actual,
durante los meses de verano, la gente sacaba sus petates a los patios, salas ó veredas donde los
abuelos contaban historias, cuentos mitos y leyendas. En estas tertulias se fortalecían los
vínculos familiares sobre todo de la “parentela” se conocía a los tíos y primos. Ha pasado el
tiempo y desde hace unos veinte años más o menos, la radio y televisión han roto esa esa vieja
forma de perpetuar los recuerdos.
“que la dicha reducción se concluya y acabe y los pueblos lleven traza que está dada y los indios
hagan sus casas en los que no estuvieran hechas, conforme a la dicha traza que los visitadores
dejaron y las iglesias cárceles y casas de cabildo y no consientan que vuelvan y hagan las casas
en los pueblos donde fueron mudados, visitando dichos lugares y mandando derrocar las casas
que algunas quedaran hechas y al que se hallare que la hace de nuevo le sean dados cien azotes
públicamente y si fuere cacique o principal será condenado a treinta pesos aplicados de cárcel o
para obras necesarias para su pueblo y se derroquen a su costa por manera que por ninguna vía
dejen ni hagan dejar rastro de las casas viejas donde antiguamente vivían los dichos indios”.
Es posible que esta norma obedezca, además de las intolerancia que sentía el indígena de
negarse a abandonar su pueblo viejo a la gran alteración natural que se produjo a partir del Niño
de 1578 el más fuerte de toda esa centuria; fenómeno que condicionó grandes desplazamientos
poblacionales, sobre todo en la provincia de Saña. Por lo general al producirse fuertes lluvias en
el norte el sur es afectado por sequías prolongadas que obliga a la gente a abandonar sus
pueblos, Augusto León Barandiaran (1937) registra sequía en Lambayeque después de las lluvias
de 1578. Este “diluvio” también afecto algunos pueblos de Piura especialmente San Martin de
Sechura ubicado en una zona inundable, hecho que obligo a los pobladores a regresar a las
partes de reducción de pueblos para facilitar la conversión, por eso pese al refunfuño de doña
Isabel y sus principales tuvieron que regresar a la reducción y acomodarse en su nueva casa,
pues el no hacerlo significaba la pérdida del cacicazgo y otros castigos. Perder un cacicazgo
implicaba el cenamiento de la dinastía gobernante y resultaba un insulto con concebible a toda
parentela y una falta irreparable a las ánimas de los abuelos. Y esto no podía ser admitido bajo
ninguna circunstancia. De ahí que con sincretismo o muchas veces con rechazos xenófobos, en
el pueblo siguió la vida durante ciento cincuenta y seis años.
El segundo éxodo
Después del terrible aluvión los caciques sechuranos determinaron abandonar el pueblo y
trasladarse al gran médano que se veía a lo lejos, idea que anteriormente habían discutido, pues
desde inicios de siglo hubo la amenaza de los bordes del río los años 1701,1707,1714,1720, el
año 1724 no solo fue amenaza, sino que el río rompió las defensas de la cuidad de Piura y causó
estragos en varios lugares. En esos años el flujo se tornaba turbulento y cuando sucedía esto se
producía la metamorfosis del río: de “alargado” y de pasivo pasaba al “serpenteado”, para
concluir en marzo en forma ramificada. Eran tiempos de alteración ambiental. En ese cuarto de
siglo los sechuranos constantemente había perdido sus bienes, entonces cansados de esteros y
aluviones y porque como decían apenados “contra los designios de la providencia no se puede
luchar “decidieron el traslado. Además según versión recogida por el padre Laynes, tales Injurias
del tiempo, se debían a la maldición de San Francisco Solano, que no le gusto la forma cómo los
sechuranos hacían fiestas y convites con matices idolátricos: con toda esta carga subjetiva,
repito, optaron por retirarse con lo poco o casi nada que les quedaba. El lugar escogido era una
pascana ó garita de trajinantes, al cual desde mucho antes los sechuranos habían visto la
posibilidad de trasladarse pero si otros intereses no lo habían permitido hasta entonces, la
catástrofe fue un argumento inobjetable. El pueblo fue abandonado y parte de la población se
estableció en el gran médano, algunas familias se fueron a Piura. Y otras llegaron a Olmos.
El traslado del pueblo implicó varios cambios comenzando porque en la traza no se siguió el
viejo precepto urbanístico toledano. Cada familia que llegaba, fastidiada y triste tomaba un sitio
y allí levantaba su vivienda, pero sin orden y concierto por eso la planta es de una ortogonal dad
irregular con “cuadras alargadas” y solares rectangulares por las razones antes expuestas. Si
vemos con cuidado el proceso urbanístico la falta de escuadra y cordel inicial no permite un
desarrollo armónico. El único consenso al que llegaron fue sobre la ubicación de la Iglesia con su
plaza que más parecía circular muy diferente a la que hoy podemos observar. Conforme al
antiguo uso en el contorno de la plaza levantaron las casas de cabildo, de los curacas del cura y
de las autoridades civiles y eclesiásticas.
La historia de este centro poblado tiene tres fases bien marcadas la primera de 1728 a 1740, en
que se construye el pueblo nuevo ubicado en diez cuadras irregulares una para la iglesia, otra
para la plaza y el resto para los solares de viviendas aunque muchas de estas “ cuadras
reticulares” con muchos solares. El crecimiento fue de sur a norte comenzando en la calle que
hoy se conoce con el nombre de constitución luego la plaza y dos “cuadras “o cuarteles más al
norte hasta lo que se conoce con el nombre de Avenida Grau. En su parte lateral derecha e
izquierda consta de cuatro cuadras en cada lado, es decir dos calles longitudinales y tres
trasversales. Esta es la Sechura que vieron los académicos españoles Jorge Juan y Antonio Ulloa
y que describen del siguiente modo:
“contendrá Sechura como doscientas casas de caña y una iglesia muy capaz y decente de adobes:
su vecindario es todo de familias de indios que llegan hasta el número de cuatrocientas que se
ocupan en el ejercicio de arrietos o pescadores. Las casas de todos estos pueblos son tan sencillos
y poco artificiosas que sus paredes solo se componen de cañas regulares ó carrizos endebles
clavados en el suelo y lo mismo en el techo llano pues como no llueve excusan de hacerlo de dos
aguas, a si por todas partes se clarean y el sol no menos que el viento las penetran fácilmente.
Sus indios moradores usan distintas lengua; que la común de los demás pueblos tanto de Quito
como en lo restante del Perú y esto sucede frecuentemente en mucha parte de valles, no solo se
distinguen en la formal de la lengua pero en el acento porque además de prorrumpir las voces
en un tono como canto triste comen la mitad de las palabras finales como si les faltar respiración
para concluirla”.
Esas doscientas casas caben sobradamente dentro de ocho cuadras hemos indicado que las dos
laterales a la iglesia estaban casi vacías. Pese a los años 267 que ha transcurrido, el casquete
central de la cuidad mantienen buena parte de su antigua planta. Las cuadras con distribución
irregular de solares, las calles de igual manera de diferente ancho. El tamaño de los solares es
también irregular. La planta de cada uno de estos solares nos permite conoces en parte la
antigua distribución que tenían los hogares sechuranos, ese patrón que se nota por la falta de
zaguán patio y traspatio etc., genérico para todos que nota por la falta de zaguán, patio y
traspatio, etc., genérico para todos los pueblos o reducciones vale decir Catacaos, Colan y
Tumbes Ayabaca, Huanca bamba, etc. La medida también se aplicó a los más corregimientos.
La segunda fase se desarrolla en forma muy lenta y espaciada desde mediados del siglo XVIII
hasta mediados del siglo XX, mejor dicho hasta 1960. El crecimiento se dio tanto al este como el
oeste. En los años 30 del presente siglo el casquete urbano era más ancho que largo y el
crecimiento hacia el sur era nulo, tanto es así que, a fines del siglo pasado, en sesión de cabildo
de la villa de Sechura el 8 de abril de 1892, el síndico Chunga Temoche afirmo que: “… al respaldo
de la iglesia hay muchas solares vacantes que debe dase algunos indígenas con la condición que
edificaran sus casas evitando así la arena que avanzaba hacia el templo. En 1908 aún se oye la
queja sobre la arena y no faltaba personas que advertían que la parte de atrás de la iglesia esta
desolada. Conversando con algunas personas, éstas me indican que esta situación prosiguió
hasta la década del sesenta.
En la parte norte los vecinos respetaron las locuras del río y solo pusieron pocas casas en lo que
hoy es la avenida Eguiguren. Ya había la experiencia de 1791 recibieron el segundo aviso de que
no se debía construir cerca al río, luego en los años 1891 y 1925 se repitió la advertencia, pero
hubo algunos olvidos y traspasaron ese límite y pagaron cara su osadía.
Respecto a la ubicación del camal y la pescadería desde la primera fundaciones hispanas, de ley,
tenían que estar cerca o junto al río para evitar las miasmas y pestilencias. La plaza servía de
mercado, por eso que antes decía “vamos hacer la plaza”, por decir “Vamos al Mercado”. A
fines del siglo pasado comienza a establecerse un lugar determinado lejos de la iglesia para los
expendios de productos.
El pueblo, luego villa y después Ciudad, creció hacia el oeste y no se extendió más porque lo
impidió una quebrada. También creció el este, en 1929, cuando Sechura contaba con 14 calles:
1) El comercio 2) San Francisco 3) Gálvez 4) Prado 5) Cruces 6) Bolívar 7) San Martin 8) Sucre 9)
Atahualpa 10) Huáscar 11) Los Incas 12) Paris 13) Dos de Mayo y 14) Malambo.
En estas calles se instalaron los postes de alumbrado público la municipalidad compro sesenta
focos cada uno de 25 watios y reemplazaron los faroles a querosene que desde el siglo pasado
habían alumbrado las arenosas calles de esa localidad.
La TERCERA FASE se hace patente en la década del sesenta con un crecimiento de norte y a su
este, y también hacia al oeste. Esto es un lapso muy dinámico de tal manera que ha
experimentado gran crecimiento. La extensión territorial del casquete urbano en los últimos
cuarenta años se ha triplicado.
Por cierto, desde el siglo pasado en la construcción de algunas casas comenzaron a utilizar, el
adobe y luego el ladrillo después cemento, fierro y concreto. Hoy existe una interesante
convivencia de estructuras estilos y avisos, pues en la actualidad existen casas hechas de quincha
y también las casas de tabique, adobe, ladrillo y cemento. Igual sucede con los techos, en los
que se puede observar antiguos hechos con vigas de algarrobo, cañas, paja y “torta” ( barro
mezclado con paja que impermeabiliza ante el agua), tampoco falta los techos que indican una
transición hacia la forma moderna: y por cierto las nuevas construcciones utilizan el cemento
armado. La planta antigua de las casas ha sido modificada sobre todo la construcción de segundo
piso. A medida que fue creciendo la ciudad se puede notar diferencias: Hoy tiene la ciudad una
vista heterogénea con cuadriculas y retículas.
Al inicio de la historia de la ciudad de San Martin de Sechura vimos una ciudad dividida en castas
“los indios y los españoles”, esta división de le conoce con el nombre de “Republica de Indios y
Republica de españoles”, los primeros divididos en nobles sin obligación al tributo y los
tributarios que eran la mayoría obligados a entregar su plus trabajo. Existían normas coercitivas
que obligaban a vivir dentro de esquemas rígidos Sechura como los demás pueblos de Perú y
américa supo enfrentar la situación no desmayaron y persistieron en sus usos y costumbres allí
en sus casas rectangulares su identidad por casi tres siglos. Ahora frente al borde del tercer
milenio la planta de la ciudad presenta dos aspectos: uno asimétrico, que es la parte antigua (
y debe de hacerse los estudios correspondientes para su conservación) irregularidad que le da
un visto especial que se debe conservar muchas ciudades antiguas han sabido mantener
casquetes primigenios, la otra parte es armónica, simétrica aunque sin el andén natural que
tiene la primavera y que ha evitado a través de los años que las arenas penetraban a las
viviendas o los estancamientos de aguas durante los niños, por eso en la parte nueva de la ciudad
se tiene que estudiar declives y evitar peligros futuros en tiempos de alteración ambiental y
calamidades.