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TEMA 19. LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO Y FENÓMENOS


MIGRATORIOS

1. INTRODUCCIÓN

Educación según la ONU y esas cosas

El estudio del comportamiento demográfico y los fenómenos migratorios en la


población española es básico para entender le evolución social que se ha producido
especialmente en el último siglo. Este proceso ha tenido diferencias notables con el
resto del mundo unidas a las características políticas y económicas del país. La
importancia del dibujo poblacional español hace que esté incluido en el currículum de
la Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato que desarrolla el Real Decreto de …
y el decreto canario… con el fin de conseguir lo establecido por la LOMCE y la ley
Canaria de Educación.

España ha pasado de ser un país emisor a un país receptor. La población ha envejecido


y la natalidad ha descendido en los últimos años, determinado por una evolución
económica y social. Además, no se puede obviar el éxodo del campo a la ciudad, dado
que ha generado uno de los problemas sobre los que más se debate en la actualidad,
la España vaciada y el problema de la masificación de las ciudades.

2. LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA


Tal y como ocurrió en la en la evolución de la población en el ámbito europeo, España
registra dos ciclos o periodos demográficos, conocidos como el ciclo antiguo y el ciclo
moderno, pero con diferentes periodos temporales.

Mientras en Europa los dos ciclos están separados en 1700, siglo XVIII, en España el
ciclo moderno no se consolida hasta el siglo XX, con lo que la transición del ciclo
antiguo al moderno dura unos dos siglos.

Y esto por qué ocurre, entre otras cuestiones por la tardía Revolución Industrial debido
a la situación política, lo que retrasa la transformación social y económica que reduce
la mortalidad y aumenta la natalidad.

El ciclo antiguo se caracteriza, al igual que en el resto de Europa por una elevada
mortalidad agravada ocasionalmente por las guerras, epidemias, crisis de
subsistencia…, y una reducida natalidad con consecuencia del fallecimiento de
personas en edad de procrear.

Esta ciclo puede dividirse en dos etapas: el siglo XVI con tendencia al alza como
consecuencia de la expansión económica (Imperio de los Austrias mayores Carlos V y
Felipe II); y el siglo XVII con un gran descenso de los efectivos demográficos a
consecuencia de una grave crisis económica y política por el derrumbamiento del
imperio con el gobierno de los Austrias menores, con una afección distinta en
diferentes territorios, lo que hace que empiecen a darse y a acentuarse las diferencias
regionales.

El ciclo demográfico moderno, por su parte, se consolida, tal y como se ha señalado, en


el siglo XX, lo que convierte al XVIII y XIX en una fase de transición.

En el siglo XVIII se produce un aumento de la población en sintonía con el resto de


Europa, aunque no obedece a las mimas causas, es decir al desarrollo y la
modernización. Según el experto en demografía española Jordi Nadal, existe
crecimiento sin revolución como consecuencia de la paz de Utrech de 1714.

El siglo XIX, por su parte, tiene un comportamiento diferenciado entre su primera y su


segunda mitad. En el primer caso, y tras la guerra de la Independencia, la población
vuelve a crecer, pero no como consecuencia del descenso de la mortalidad ordinaria
asociada a las mejoras de las condiciones de vida, sino por el aumento de la
nupcialidad tras la guerra. Mientras, en la segunda mitad se siguen dando crisis de
subsistencia que provocan mortandades importantes.

Es en ese espacio de tiempo cuando el impacto de las epidemias y la inmigración


afecta de forma diferente a las regiones cuya evolución actual viene también
determinada por ello. Por ejemplo, la mortalidad infantil se reduce en el Norte
peninsular a finales del XIX, mientras que en el sur se retrasa a principios del XX.
Canarias, por su parte, y debido a la lejanía y la insularidad sigue una evolución aparte,
con un avance diferenciado con respecto a la península, que hace que su población
evolucione menos a principios de siglo, y más a finales con la inmigración y el
despegue de la industria turística y la necesidad de mano de obra.

La última gran crisis de mortalidad es la Guerra Civil, mientras que el aumento de la


natalidad está muy marcado por el ‘baby boom’ de mediados-finales del siglo XX. En la
actualidad, asistimos a un envejecimiento progresivo de la población y un descenso
significativo de la natalidad también determinado por los ciclos económicos.

3. FUENTES DEMOGRÁFICAS PARA EL ESTUDIO DE LA


POBLACIÓN ESPAÑOLA
El estudio de la población en España se realiza a través de diferentes instrumentos que
proporcionan datos que facilitan la elaboración del dibujo general. La mayor parte de
estas fuentes provienen del Instituto Nacional de Estadística, en el caso general, o del
Instituto Canario de Estadística, en el caso concreto de Canarias.

En lo que se refiere al INE, las principales estadísticas demográficas corresponden a los


registros generales de población como el Censo; los padrones; la fuentes para el
movimiento natural de la población; los datos los movimientos migratorios, como las
estadísticas de pasajeros, tanto en puertos como aeropuertos, los informes sobre
emigración española del Instituto Español de Inmigración, la encuesta de migraciones
interiores o la estadística de variaciones residenciales; y las encuestas de fecundidad,
población activa (EPA), tablas de mortalidad… No podemos olvidar las estadísticas del
organismo europeo Eurostat, sobre todo en lo referido a índices de natalidad y
mortalidad.

En el caso del ciclo antiguo, habría que añadir fuentes como los de Quintanilla, el de
Millones, el de Campoflorida, el de Aranda, el de Floridablancaa, o el de Godoy.

En lo que se refiere al Istac, encontramos las cifras del padrón y censales circunscritas a
la Comunidad Autónoma Canaria, los censos de vivienda, nacimientos, defunciones y
crecimiento vegetativo, y los movimientos migratorios, a través de la estadística de
variaciones residenciales, como las más destacadas.

4. COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO, ESTRUCTURA Y


MOVIMIENTOS NATURALES
La observación estadística del comportamiento demográfico de la población española
desde las primeras décadas del siglo pasado hasta nuestros días hace que se puedan
establecer una serie de hitos

 Reducción de la mortalidad catastrófica a partir de 1900


 Reducción de la mortalidad ordinaria desde los años 20
 Descenso de la fecundidad muy acusado en la Guerra Civil
 Caída de la natalidad en los últimos 20 años (8,4 nacimientos por cada 1.000
habitantes, la misma cifra que Portugal y tan solo por detrás de Italia 7,6, y
Grecia 8,2, según datos de 2018 de la oficina estadística europea, Eurostat)
 Envejecimiento de la población a partir de los años 50, con un paréntesis
expansivo entorno a los años 60.
 Movimientos migratorios hacia el exterior (Europa, América) y en el interior
(Cataluña, Madrid, País Vasco, costas) último tercio del siglo XX.
 Inmigración creciente desde los años 1990.

Una vez consolidado el ciclo demográfico moderno, la evolución de la natalidad, la


mortalidad, la nupcialidad y el crecimiento vegetativo en España es muy parecida a las
tendencias generales de los países europeos más desarrollados: los índices variables
son hoy muy bajos.

Desde el punto de la distribución, una vez se produjo la estabilización demográfica se


fue produciendo un éxodo del Sur hacia el Norte y las grandes ciudades como Madrid y
Barcelona, donde se concentraba la necesidad de mano de obra y se produjo una
mayor industrialización. Hoy, España se enfrenta al problema de la despoblación en
algunas zonas, sobre todo en las zonas más rurales, y a una gentrificación creciente
influida por la turistificación de algunas ciudades.

Canarias, por su parte, ha experimentado una evolución similar si se considera que ha


habido un trasvase de la población de las islas no capitalinas a las capitalinas, y a las de
mayor desarrollo turístico. De esta forma, mientras Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y
Fuerteventura han experimentado un importante crecimiento poblacional, La Palma, El
Hierro y La Gomera ha ido perdiendo habitantes de forma progresiva. Todo ello ha
estado influido por el desarrollo económico que ha supuesto el turismo. El
envejecimiento poblacional es mayor en las islas menos pobladas, aunque, en general,
sigue las mismas pautas que en el resto de España.

En lo que se refiere al movimiento natural de la población, hay que realizar diferentes


apuntes para comprender la evolución poblacional.

En lo que se refiere a la natalidad (nacimientos con respecto a la población general) y


la fecundidad (nacimientos con respecto a las mujeres con edad de procrear), España
fue un país natalista en la segunda mitad del siglo XX si se compara con el resto de
Europa. Sin embargo, a finales del siglo pasado y en el actual se ha producido, en un
tiempo muy corto, un descenso muy importante de la natalidad y la fecundidad hasta
situarse en las más bajas del mundo. La natalidad comienza a bajar a finales de los
años 70 de forma progresiva hasta la actualidad de forma que mientras en 1977 la tasa
se situaba en el 17,9 por cada mil habitantes, en 2017, según Eurostat, bajaba hasta el
8,4, mientras que finales del siglo pasado estaba en el 9,1 por cada 1.000 habitantes.
La media de hijos por mujer, por su parte, se situó en el 1,31 en el año 2017, según el
informe España en Cifras 2019 del Instituto Nacional de Estadística, mientras que en
1977 era de 2,6.

Esta situación se produce por diferentes y complejos motivos, no existe una sola causa.
Los expertos sociólogos apuntan a la emancipación de la mujer, el coste de la
educación y la crianza de los hijos o el comportamiento propio de una generación. La
crisis económica de 2008 ha tenido una gran influencia en el descenso de la natalidad
en los últimos años. La falta de empleo, los salarios precarios y las dificultades para
emanciparse de los más jóvenes ha hecho que cada vez se tengan menos hijos y más
tarde, tal y como señalan los expertos del INE.

En lo referente a la mortalidad, España registró altas tasas hasta después de la guerra.


En la actualidad, la tasa bruta se sitúa en el 9,7 en 2017, tres puntos por encima de la
registrada el año anterior, lo que significa que ha subido ligeramente. La mortalidad
infantil, por su parte, tenía una tasa del 181 por cada 1.000 habitantes a principios del
siglo XX, el descenso se precipitó en la década de los 40 y 50 hasta alcanzar en los años
70 una tasa del 24 por mil. Hoy, la cifra es del 2,59, algo por encima del año anterior.
La esperanza de vida, por lo tanto, ha subido de forma muy considerable. A principios
del siglo XX se situaba apenas en los 35 años para ambos sexos, mientras que, según el
informe España en Cifras 2019, en 2017 se mantuvo la cifra de los últimos años, una
media de 83 para ambos sexos.

Las causas de mortalidad han variado según las épocas. En los siglos pasados,
predominaba la mortalidad catastrófica. Epidemias, guerras y hambrunas, entre otros
acontecimientos, aparecían de forma cíclica y mantenían estancada la población. En la
actualidad, las causas de muerte se relacionan con enfermedades degenerativas y con
enfermedades sociales como las del aparato circulatorio, a lo que se suman las
muertes violentas, lo que se ha denominado las “tres ces” (corazón, cáncer y
carretera). Esta evolución ha sido posible gracias a una combinación de factores de
tipo sanitario, social y demográfico que ha mejorado la salud de la población.

Este descenso de la mortalidad es posterior al resto de Europa, pero con una velocidad
mayor.

En lo que respecta la estructura de la población española, desde hace años, las cifras
del INE ponen de manifiesto que determinadas zonas rurales se van despoblando de
forma inexorable. Es lo que ha dado en llamarse “la España vacía” o “vaciada”. Frente
a ella se encuentra la España “llena”, es decir la urbana, que concentra en los 63
municipios que tienen más de 100.000 habitantes, algo más del 40 % de sus 47
millones de habitantes.

La comparación de las cifras de habitantes entre la España “vacía” (rural) y la “llena”


(urbana) son contundentes. Según datos del año 2017, las cinco áreas urbanas
funcionales españolas con mayor población (por encima del millón de habitantes) son:
Madrid (6,71), Barcelona (4,96), Valencia (1,72), Sevilla (1,54) y Bilbao (1,03). En su
conjunto, suman 16 millones de habitantes, un 34 % de la población española.
Investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas en sus análisis
han puesto de manifiesto que la población española se ha multiplicado por 2,5 desde
1900, mientras que un 70 % de los municipios han perdido residentes.

En ese lapso, un gran número de personas se han desplazado del mundo rural al
urbano, que ha pasado de agrupar un 50 % de la población al 87 %, mientras que en las
zonas rurales solo ha permanecido el 13 % restante.

España tiene una población de 46.934.632 personas, por lo que puede considerarse un
país con un número significativo de habitantes. La población femenina es el 50,98% del
total, ligeramente superior a la masculina. Su saldo vegetativo es negativo, ya que
actualmente en España se producen 56.262 muertes más que nacimientos cada año,
por lo tanto, presenta una pirámide regresiva (o bulbo), con la base más estrecha que
la zona central y un porcentaje de personas mayores significativo. Es una pirámide
típica de países desarrollados, con tasas de natalidad y mortalidad bajas, y un
crecimiento natural muy bajo. Es por tanto una sociedad envejecida y con tendencia a
serlo más.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un total de 171.454 parejas


contrajeron matrimonio en 2017, lo que supuso un 2,2% menos que los registros que
hubo en el año anterior. La tasa bruta de enlaces disminuyó una décima, hasta 3,6
matrimonios por cada mil habitantes.

En lo que se refiere a la estructura socioeconómica, España registra desde 1960 un


fuerte descenso de la población agraria mientras que ha crecido la industrial, sobre
todo la terciaria, junto a un gran aumento de la población asalariada. En 1900 la
población estaba en un 70% en el sector primario, y en 1970 era el 25%, mientras en
1991 el sector primario ocupaba al 11% de la población y el terciario al 54,8%. Uno de
los problemas de España es el paro estructural y una tasa más baja de población activa
que el resto de Europa y mayor desempleo. Las diferencias por comunidades
autónomas se hacen una vez más patentes.

La crisis de 2008 aumentó los índices citados con una leve recuperación en los últimos
años, ahora frenada por una incipiente recesión.

5. LOS FENÓMENOS MIGRATORIOS


Un aspecto destacado es que España es un país muy influido por los diferentes
fenómenos migratorios tanto exteriores como interiores. Mientras en el pasado no tan
lejano, sobre todo tras la Guerra Civil, salieron importantes contingentes de
emigrantes hacia otros países de América, Europa y África, en épocas más recientes se
ha producido un trasvase de la población de unas regiones a otras y, como se ha
señalado, de las áreas rurales a las urbanas. Hoy, España es, también, un país receptor
de personas, al mismo tiempo que emisor, sobre todo de las más jóvenes con alta
formación.

Las razones que mueven a las personas a desplazarse son muy diversas, por lo que se
puede hablar de un contexto económico-social que lleva a las personas a emigrar,
aunque predomina la motivación económica como forma de conseguir una mejor
calidad de vida y bienestar social.

MIGRACIONES INTERIORES
Las migraciones interiores se producen como consecuencia de los desequilibrios
económicos, espaciales y demográficos entre unas regiones y otras suscitadas por la
industrialización, urbanización, mecanización del campo y demás cambios
socieconómicos. Estos movimientos han tenido diferentes momentos.

En el siglo XIX y hasta la primera mitad del XX, estos desplazamientos no fueron muy
numerosos y estuvieron marcados por la industrialización de Barcelona y el País Vasco
y las obras públicas iniciadas en otras grandes ciudades durante la dictadura de Primo
de Rivera. Estos no disminuyeron ni con la Guerra Civil ni en la posguerra. También
empieza el movimiento de las áreas rurales a las capitales de provincia.

En los años 60 y 70 continúan las migraciones interiores de forma importante hacia las
grandes ciudades. A Cataluña, Levante, País Vasco, Andalucía occidental y Madrid
como receptores se suman Zaragoza, Valladolid y Galicia debido a la extensión de la
industrialización y la expansión turística de las áreas litorales. Se calcula que entre
1960 y 1985, unos 12 millones de personas habrían emigrado de su lugar de origen,
una media de 360.000 personas anuales. Las regiones generadoras de inmigración
fueron Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía.

A finales del siglo XX, las consecuencias de la crisis del 73, tardías en España, frenaron
las corrientes emigratorias y de estímulo para las inmigratorias de retorno. En 1981,
los retorno, planteados como una alternativa de subsistencia en un medio más barato,
el rural, superan al éxodo.
En la actualidad, se está produciendo el fenómeno inverso, lo que está produciendo, se
puso de manifiesto anteriormente, un problema con la España vaciada y una
concentración poblacional en las ciudades.

MIGRACIONES EXTERIORES
La emigración y la inmigración han pasado por diferentes etapas. En primer lugar
analizaremos la emigración en la que podemos distinguir tres grandes procesos:

La emigración al Norte de África, muy importante en el siglo XIX desde Alicante,


Murcia y Almería hacia Argelia par trabajar en obras públicas y agricultura.

La emigración a ultramar en la primera mitad del siglo XX. El destino fue Argentina,
Cuba, Brasil, México y Uruguay par más tarde llegar a Estados Unidos y Canadá. Eran
personas de Galicia, Asturias y Canarias con pocos recursos. En los años 30 sufre un
receso ya que la gran crisis hace que los países impongan restricciones a la entrada.

La emigración a Europa con una gran intensidad en los años 60. Esta emigración se
incrementó con la Guerra Civil y comenzó en Francia. El final de la Segunda Guerra
Mundial y la necesidad de mano de obra En Francia, Alemania o Suiza, junto al
excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales en España,
fueron los factores que llevaron a esta salida de personas. Andalucía y Galicia fueron
las comunidades más afectadas. El final empezó sobre 1974

Entre los efectos positivos de esta emigración se puede destacar la bajada en la


presión demográfica y el alivio de un mercado de trabajo en muy malas condiciones.
Las negativas se circunscribieron a la pérdida de población joven en algunas regiones y
la ruptura social y familiar. Hubo un abandono de tierras e infraestructuras y la salida
no sirvió para generar riqueza dentro. Los costes económicos y sociales a largo plazo
fueron mayores que los beneficios a corto plazo.

No podemos ignorar que la crisis de 2008 ha producido una emigración de personas,


sobre todo jóvenes de alta cualificación, en busca de oportunidades en el mercado
europeo y americano.

En lo referido a la inmigración, España pasó de ser un país inmigrante a otro receptor


de inmigración a finales del siglo XX. El incremento de los extranjeros residentes en
España desde 1998 ha sido muy notable y procede de dos movimientos principales, la
emigración clandestina por mar desde África y la entrada por aeropuertos de
población de América latina, y la que entra de forma ‘legal’ y que son, sobre todo,
jubilados de la Europa del Norte y trabajadores de alto nivel salarial o profesional del
resto de Europa y estudiantes.

En la actualidad, la inmigración está suponiendo un beneficio, ya que compensa la baja


natalidad, ayudan al rejuvenecimiento de la población y aumentan la tasa de
fecundidad. Los cálculos de la OCDE apuntan a que España necesita en el próximo
medio siglo unos 12 millones de inmigrantes.
6. COMUNIDADES AUTÓNOMAS. CANARIAS
En la actualidad la población española está repartida de forma desigual y se está
produciendo un fenómeno que debe ser abordardo desde el punto de vista económico
y social como es la España vaciada.

La periferia y las grandes ciudades industriales aumentan su población de detrimento


del centro y de las áreas agrícolas. Hay provincias que crecen por encima de la media
como Alicante, Álava, Madrid, Málaga y Barcelona, mención aparte merece el caso de
Canarias cuyas provincias están entre éstas, y decrecen las provincias de interior en las
comunidades autónomas de Cantabria, Castilla León, Aragón, Castilla La Mancha y
Galicia.

La falta de atención, de infraestructuras de comunicación tanto viarias como


tecnológicas, y la falta de desarrollo económico está lastrando a la España vaciada que
puede tener una oportunidad en las nuevas formas de trabajo y el desarrollo de las
nuevas tecnologías.

El caso de Canarias tiene un comportamiento específico unido al desarrollo de la


industria turística. Mientras el Archipiélago fue eminentemente un lugar de
emigración, sobre todo a Venezuela y Cuba, en los últimos años se ha convertido en un
país receptor con un importante aumento de población.

A finales del siglo XIX y principios del XX fueron muchos los canarios que emigraron a
Cuba y Venezuela, principalmente, ante la pobreza acuciante y la falta de salida laboral
en un Archipiélago eminentemente rural. Muchos de ellos hicieron allí fortuna y luego
se convirtieron en inversores en Canarias.

Sin embargo, a finales del XX y en este siglo, ligado al desarrollo del turismo, se ha
producido el fenómeno inverso y miles de personas llegan al archipiélago por varias
vías: un inmigración irregular a través de los aeropuertos con personas que América
Latina que vienen por un tiempo determinado y se quedan en las islas, y a través de la
ruta marítima con África de forma clandestina, con una crisis importante de llegada de
cayucos a finales del siglo pasado y principios de este, aunque estas son personas que
suelen salir hacia la Península. Y una segunda vía de mano de obra en el sector
turísticos y de la construcción de otras comunidades españolas, especialmente Galicia
en Fuerteventura y Lanzarote, y del resto de Europa, a lo que se suman los inmigrantes
retornados.

CONCLUSIÓN

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