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Definición
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (RGE) es una enfermedad común y crónica que implica reflujo del
contenido gástrico hacia el esófago. Muchas personas pueden experimentar reflujo pero puede no tener RGE. El
RGE se asocia con cambios fisiopatológicos de la zona gastrointestinal (GI), causando daño a la mucosa del
esófago.
El RGE afecta del 26% al 42% de la población adulta en los EE.UU. Esta incidencia creciente puede ser debida a los cambios
fisiológicos que ocurren en el proceso de envejecimiento. El tono del esfínter esofágico inferior (EEI) comienza a disminuir,
de la misma manera que ocurren aumentos de la presión intrabdominal y deterioro de la motilidad esófagica o gástrica.
El síntoma más común asociado con el RGE es la pirosis. Otros síntomas adicionales son tos, dolor torácico no cardiaco,
ronquera (disfonía), síntomas respiratorios y enfermedad dental. Las complicaciones de la enfermedad avanzada son
disfagia, odinofagia, constricción del esófago, metaplasia de Barrett, perforación, hemorragia, anemia, y pérdida de peso
(ver tabla 1). La metaplasia de Barrett es el resultado del reflujo ácido de forma crónica hacia el esófago, lo cual origina
que las células epiteliales escamosas que cubren el área sean sustituidas por epitelio columnar, predisponiendo a los
pacientes a adenocarcinoma (ver figura 1). Estos cambios celulares ocurren en 10%-15% de pacientes con RGE.
CLASIFICACIÓN SINTOMATOLOGÍA
Es importante realizar una historia cuidadosa para el diagnóstico. Esto incluye la descripción del síntoma (empeora
después de recostarse, después de las comidas, etc.), de los factores que lo exacerban, de las medidas tomadas para
aliviar los síntomas, la respuesta a los tratamientos anteriores y una historia de los medicamentos recibidos. Las metas
del tratamiento para RGE son aliviar los síntomas, curar la esofagitis, manejar o prevenir las complicaciones y evitar la
recidiva. Estas metas se deben resolver usando un mínimo de recursos.
El RGE se debe considerar en el diagnóstico diferencial de casos inexplicados de dolor torácico, de tos, ronquera, y
asma. Una asociación con RGE puede ocurrir hasta en 50% de los pacientes con dolor torácico no cardíaco.
En algunos pacientes puede no sospecharse RGE, porque se quejan de síntomas atípicos como problemas pulmonares,
del oído, nariz y garganta. El desorden pulmonar más común asociado con RGE es el asma. En estos pacientes, de
30% a 89% tendrán RGE. El RGE se puede relacionar especialmente con el asma en aquellos pacientes difíciles de
controlar con los medicamentos tradicionales del asma. Sin embargo, el diagnóstico de RGE en estos pacientes es
difícil. Una prueba de 24 horas del pH puede ayudar a determinar el reflujo, pero no explica la relación que tiene con el
asma. En esos pacientes para quienes se sospeche RGE, un ensayo de tres meses con un IBP (inhibidor de la bomba
de protones) puede hacer que los síntomas mejoren. Diversos estudios han encontrado que el tratamiento médico
conduce a la mejora sintomática, pero no a la mejoría funcional. Si el tratamiento falla, pueden requerirse otras prue-
bas de diagnóstico o la cirugía.
La queja ORL más frecuente asociada con el RGE es la tos crónica. Hasta la mitad de los pacientes con ronquera
(disfonía) crónica pueden tener enfermedad por el reflujo. En estos pacientes la supervisión del pH puede no detectar
reflujo porque los síntomas pueden ser intermitentes. Algunos hallazgos de la laringoscopia que pueden sugerir
RGE incluyen: eritema de la pared media del aritenoides, anormalidades de las cuerdas vocales y anormalidades de
la pared posterior en la zona cricoaritenoidea. Si se encuentran estas anormalidades, es necesario un ensayo con
IBP por dos a tres meses antes de que se haga una prueba diagnóstica extensa. Si persisten los síntomas, la
supervisión del pH puede ser útil.
No farmacológico
La intervención no farmacológica se recomienda para todos los pacientes con RGE y se debe acentuar en diversas
situaciones. Incluye modificaciones en la dieta y el estilo de vida. Los pacientes deben disminuir el consumo de grasa,
eliminar los alimentos y bebidas que exacerban los síntomas, esquivar las comidas copiosas y evitar recostarse en las
tres horas siguientes después de comer. Las modificaciones en el estilo de vida incluyen la elevación de la cabecera de
la cama, aproximadamente 20 cm, evitar la ropa estrecha, bajar de peso, dejar de fumar, y usar tirantes en vez de una
correa. Los medicamentos que exacerban el cuadro deben también ser cambiados o suspendidos si es posible. Si los
pacientes no responden a estas modificaciones, tienen riesgo moderado a severo, o presentan evidencia de daño del
esófago, se debe iniciar el tratamiento farmacológico.
Farmacológico
El tratamiento farmacológico del RGE se dirige a suprimir el ácido del estómago. Los antiácidos, bloqueadores del
receptor de la histamina (ARH2), los inhibidores de la bomba de protones (IBP), y los agentes procinéticos son todos
usados comúnmente. El tratamiento sigue generalmente un abordaje “ascendente” y/o “descendente”. Generalmente los
pacientes comienzan con antiácidos, posteriormente ARH2 y luego IBP. Si la terapia no es eficaz, puede “ser intensifica-
da” al nivel siguiente con un periodo de prueba que dura 8 a 12 semanas en cada nivel. Una vez que los síntomas sean
controlados, es apropiado intentar “reducir” para encontrar la menor cantidad de medicación necesaria para controlar los
síntomas del paciente. Algunos autores abogan por los IBP inicialmente debido a su eficacia superior en la curación de la
esofagitis y porque mantiene la remisión de los pacientes. Aunque este abordaje puede ser más costoso al principio, el
efecto curativo más rápido y el evitar las complicaciones manteniendo a los pacientes en remisión, puede probar en
última instancia ser más rentable.
1. Antiácidos
El tratamiento para los síntomas leves o infrecuentes comienza generalmente con los antiácidos. Los antiácidos
actúan neutralizando el ácido gástrico y aumentando el tono del EEI. La desventaja de los antiácidos es que presen
tan una duración corta del efecto y tienen que ser dosificados con frecuencia. Algunos efectos secundarios incluyen
la diarrea ya que algunos contienen magnesio, el estreñimiento para los que contienen aluminio y calcio, e hipofosfatemia
con el uso crónico. Los antiácidos pueden unirse a ciertos medicamentos y aumentar o disminuir su efecto farmacológico.
Se debe recomendar a los pacientes que tomen sus medicamentos de prescripción a una hora diferente a la del
antiácido para evitar cualquier inconveniente.
El ácido algínico tiene una acción diferente a la de los antiácidos tradicionales. Forma una capa flotante encima del
contenido gástrico para actuar como barrera, evitando que el ácido del estómago entre en contacto con el esófago.
2. Antihistamínicos H2 (ARH2)
El paso siguiente en el tratamiento es el uso de ARH 2. Hay cuatro medicamentos en esta categoría: famotidina,
ranitidina, cimetidina y nizatidina. Los ARH2 bloquean los receptores H2 de la histamina de las células parietales
gástricas, disminuyendo la producción de ácido. Los pacientes deben iniciar el tratamiento a las dosis estándar
para los síntomas leves. Si un paciente no responde a la terapia estándar o tiene síntomas moderados, se
inicia terapia con altas dosis. Las dosis de todos los ARH 2 necesitan ser ajustadas en los pacientes con
insuficiencia renal.
Todos los ARH2 son generalmente bien tolerados. Los efectos secundarios más comunes incluyen cefalea,
mareo, diarrea, estreñimiento, y cambios del estado mental. La cimetidina puede reducir el metabolismo de
ciertas drogas (p. ej., warfarina, benzodiazepinas, y antidepresivos tricíclicos) al inhibir el sistema del citocromo
P 450 (CYP), aumentando así su nivel sérico. Ranitidina tiene afinidad intermedia por el sistema de CYP, mien-
tras que famotidina y nizatidina poseen menor afinidad.
Alivio de 20 mg 15 mg ERNE 20 mg 40 mg 20 mg
los síntomas día x 4 sem día x < 8 sem día x 4 sem día x 4-8 sem día x 4-8 sem
Cicatrización 40 mg 30 mg 20 mg 40 mg 20 mg
de la esofagitis día x 4-8 sem día x < 8 sem día x 4-8 sem día x < 8 sem día x 4-8 sem
erosiva o
ulcerativa
Tratamiento 40 mg 40 mg
a corto plazo día (IV) día x 7-10 días (IV)
como alternativa
a la vía oral
Los IBP son bien tolerados, con pocas diferencias significativas entre los agentes. Los efectos adversos más
comunes incluyen diarrea, dolor abdominal, náusea y cefalea. Los IBP son metabolizados por CYPs 2C19 y 3A4
en diferente grado. Omeprazol tiene el mayor potencial de causar interacciones medicamentosas, pero esto rara
vez da lugar a cambio del tratamiento.
— Omeprazol
Su absorción es rápida y presenta una biodisponibilidad de 30 a 40 % para una dosis de 20 a 40 mg. La
biodisponibilidad en pacientes con enfermedad hepática crónica es casi del 100 %. La respuesta inicial antiácida
se presenta dentro de la primera hora. El volumen de distribución de omeprazol es de 0.34 a 0.37 L/kg. Omeprazol
se distribuye en los tejidos particularmente en las células parietales del estomago. Omeprazol se une en un 95 %
a proteinas y su biotransformación es hepática en forma extensa. Omeprazol esta sujeto a saturación,
metabolismo de primer paso, y es completa y rápidamente metabolizado por el sistema enzimático hepático
P450. Omeprazol se elimina del 70% al 77 % por vía renal, la excreción biliar parece desempeñar un papel
importante en la eliminación de los metabolitos de omeprazol. Omeprazol no es dializable.
Bomba de protones
Acido
Célula parietal gástrica
4. Agentes procinéticos
Finalmente, los agentes procinéticos pueden también ser útiles para el tratamiento del RGE. Los medicamen-
tos considerados en esta clase incluyen metoclopramida y betanecol. Actúan aumentando la peristalsis del
esófago, el vaciamiento gástrico y el tono del EEI. Metoclopramida es un antagonista de la dopamina, incrementan-
do la respuesta a la acetilcolina en el tracto GI. Su dosificación es 10 mg-15mg antes de las comidas y a la hora
de acostarse.