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FACULTAD DE DERECHO
TESINA
QUE PARA OBTENER ELTÍTULO DE
LICENCIADO EN DERECHO
PRESENTA
PÁG.
INTRODUCCIÒN…………………………………………………………………..1
3.2) Corrupción…………….………………………………………………….37
CONCLUSIÒN………………………………..……………………………….....50
BIBLIOGRAFÌA…………………………………………………….………….....52
INTRODUCCIÓN
1
migrantes, las personas de la tercer edad, las personas con discapacidades
así como los presos y detenidos entre otros.
2
CAPÌTULO I
LA PRISIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA
1
BARROS L. César., La prisión desde una perspectiva Histórica y el desafío actual de los
derechos Humanos de los Reclusos, Instituto Interamericano de los Derechos Humanos,
México, 2007. P. 237
3
La punición canónica constaba que el trabajo no era obligatorio y el penado
tenía que costear sus gastos como el alimento, salvo cuando se constataba
su incapacidad de promover los recursos necesarios.
2
Idem. Pág.2
4
cuyas páginas hacía áspera crítica al Derecho Penal vigente la razón
protestando contra la tortura, el arbitrio de los jueces y la falta de
proporcionalidad entre el delito y las penas, como el inglés John Howard,
autor del libro “The State of Prisons in Enland al Wales ” (1776), que propuso
el aislamiento ( con la finalidad de estimular la reflexión y evitar el contagio
en su sentido más amplio), el trabajo, la educación religiosa y moral y la
clasificación de los presos, habiendo dedicado a su vida a la reforma de las
prisiones en Europa, él que había sido aprisionado por piratas franceses y
había conocido la promiscuidad de las cárceles, en las que convivían niños,
delincuente habituales y enfermos de toda clase, sin distinción de sexo,
generalmente ociosos; Jeremías Bentham, filósofo y criminalista inglés, autor
del libro “Teoría de las penas las recompensas” (1818), propugnador del
utilitarismo en sede de derecho penal y que idealizó un modelo de prisión
celular, el panóptico, un establecimiento circular o radial, en el que una sola
persona desde una torre podía ejercer control total de los presos,
vigilándolos en el interior de sus propias celdas. El panóptico no se imitaba
al dibujo arquitectónico asociándose en su proyecto a un régimen
caracterizado por la separación higiene y alimentación adecuadas, aparte de
la aplicación, aunque excepcional de castigos disciplinarios. 3
3
FOUCAULT, Michael., Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México, 1996. p.
294
5
(excepto, v.g., del capellán, del director o miembros de la “Pennsylvania
Prison Society, entidad que daba asistecia a los recluidos), en que se
perseguía el arrepentimiento como apoyo en la lectura de la Biblia, tal como
sucedía en los penitenciarios de la iglesia. El régimen que algunos decían
ser una muerte en vida, fue usado por primera vez en Walnut Street Jail,
erguida en 1776, y después en la Eastern Penitentiary, edificada en 1829,
siendo adoptado en otras prisiones de los Estados Unidos y especialmente
en Europa, donde fue acogido en países como Inglaterra, Francia, Bélgica,
Suecia y Holanda y subsistió hasta principios de este siglo. Se sabe que los
prisioneros eran expuestos a los ojos de visitantes para que estos pudiesen
verlos en los calabozos, como ejemplos atemorizantes. Las condiciones
rigurosas en que vivían, empero, aunque asegurasen un ambiente de orden
y disciplina, exento casi enteramente de fugas y evitasen el contagio moral,
la interacción perniciosa, criminógena, por otro lado exasperaban el
sufrimiento perjudicaban la salud física y psíquica de los penados y de
ningún modo los preparaban para el regreso a la sociedad libre. 4
El sistema solitario (que volvió más ameno con el paso del tiempo) sirvió de
cimiento para un nuevo sistema, el del silencio (“silent system”) o Sistema
Auburbiano, así denominado porque se apicó por le capitán Elam Lynds en la
penitenciaría de Auburn, en el Estado de Nueva York, construida en 1816,
cuyas principales características eran el aislamiento celular, mantenido
solamente en el periodo de la noche, y la vida en común durante el día, con
observancia de absoluto silencio, de acuerdo con regla de máximo rigor,
cuyo incumplimiento era punido con castigos corporales inmediatos.
Este sistema mixto (que tuvo gran aceptación en los Estados Unidos,
diversamente del celular), si, por una parte, seguía lesivo, por el aislamiento,
por el silencio y por la disiplina severa, a la naturaleza social del encarcelado,
4
Idem. Pág. 2
6
así como causaba disturbios emosionales y resentimientos, por otra parte
atenuaba el encierro, excluía la contaminación moral y significaba, por lo
tanto, un innegable avance en relación con el modelo filadélfico.
b) del trabajo, en que podrían escoger el taller donde ejecutarían sus tareas
y se valorizaban su capacitación profesional.
5
Idem. Pág. 4
7
c) de la libertad intermedia, con derecho a visita a familiares y trabajo
externo.
6
BARROS L. César., La prisión desde una perspectiva Histórica y el desafío actual de los
derechos Humanos de los Reclusos, Instituto Interamericano de los Derechos Humanos,
México, 2007.p. 364
8
progresivo, distribuido en grados o clases y direccionando a “reformar a los
reformables”, o sea, los delincuentes jóvenes, mayores de 16 y menores de
30, primqrios, a los cuales se aplicaba una sentencia indeterminada. Allí el
penado era clasificado y puesto, al ingresar, en el segundo grado (régimen
suave, sin uniforme n corrientes), pasando, después de seis meses de
comprobada plena conducta, al primer grado (donde recibía mejor
tratamiento y usaba uniforme militar y del cual era posteriormente liberado
bajo condición). En la hipótesis de conducta inadecuada o tentativa de
evasión, pasaba al tercer grado ( en que permanecía semiaislado en al
celda, encadenado y sometido a flagelos). El modelo, basado en ejercicios
físicos, trabajo, religión y disciplina, fue reproducido en otras regiones del
país y en Europa. El “Borstal System”, introducido en 1908, en Inglaterra, por
Evelyn Tuggles Brise, acusa influencia del Reformatorio norteamericano.
9
éstos, tiene que ver con una acción del Estado: que éste aproveche el
periodo de reclusión para algo más que mantener al individuo privado de su
libertad, que lo aproveche con un designio finalista: readaptar. El Estado
tiene un poder de readaptación, rehabilitación, tutela, sobretodo cuando se
trata de menores infractores, pero también cuando vienen al caso los adultos
delincuentes. Entonces, en las normas de segunda generación ya no
hablamos sólo de trato, sino de tratamiento, con sus ventajas y desventajas,
sus riesgos y posibilidades. Veamos algunas normas para ilustrar esta
situación. En Argentina, cuya Constitución es una de las más antiguas de
nuestra América, el Artículo 18 dice: “Las cárceles de la nación serán sanas
y limpias para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas.” Y
en Uruguay, el precepto 26 de la Constitución establece: “En ningún caso se
permitirá que las cárceles sirvan para mortificar y sí sólo para asegurar a los
procesados y penados.” Son normas de primera generación, humanitarias,
benevolentes, cuya letra recuerda casi el texto de las Siete Partidas: “No
están dadas las prisiones para causar enemiga a los presos, ni para
mortificarlos, sino para mantenerlos en buena custodia mientras son
juzgados”. Eso decían, poco más o menos, las disposiciones sobre la prisión
en la Séptima Partida. Luego figuran las otras normas, más abundantes,
finalistas, que se asientan en múltiples constituciones modernas, en varias
posteriores a la primera guerra, y desde luego en la Constitución mexicana y
en muchas surgidas tras el fin de la segunda guerra, cuando se anima una
nueva etapa de la evolución constitucional. 7
7
Idem. Pag. 7
10
reeducar, rehabilitar y reintegrar socialmente. En México, nuestro sistema
penal fue establecido en 1917 para la regeneración del delincuente, y a partir
de 1964 para su readaptación social. En Panamá, el sistema penitenciario
está fundado en principios de seguridad, rehabilitación y defensa social. En
Paraguay, en Uruguay, en muchos otros países, hay una amplia recepción
de las normas de segunda generación, de carácter finalista.
8
Ibid. Pag. 7
11
Algunos textos constitucionales se refieren también a medidas de seguridad
que tienen que ver con el tema de la detención y la privación de libertad, pero
ya no como punición, sino como aseguramiento en la hipótesis de sujetos
que pueden ser concebidos como peligrosos.
12
reglas generales a propósito de la detención que se desprenden de nuestras
constituciones, sobre todo las de América Latina.9
Esta última establece los patrones de más alto rango que gobiernan la
detención y la restricción de los derechos en general. Entre las decisiones
políticas fundamentales figura, ante todo, la preservación del ser humano,
según lo establecen algunas normas de la Constitución de manera explícita y
el resto del articulado constitucional, implícitamente. Esa protección se
vincula con la división de poderes; las disposiciones sobre la distribución de
planos de gobierno; las tutela a través de procedimientos que contienen al
Estado como el habeas corpus o el juicio de amparo; el control jurisdiccional
de los actos de autoridad, y la democracia, otra decisión política fundamental
de una nación moderna. Desde luego, la Constitución mexicana tiene que ver
con el bienestar, los derechos, el horizonte y la realización de los seres
humanos. La ley suprema, en su conjunto, constituye el marco de los
derechos humanos, porque la asociación política, como dijo la declaración
francesa de 1789, se instituye para la protección de los derechos del ser
humano, sus facultades naturales, inalienables, imprescriptibles. 11
9
Op. Cit. p. 5
10
Idem. p. 10
11
Ibidem p. 8
13
La Constitución tiene carácter normativo, por supuesto. Hemos trascendido
la etapa en la que se consideró que era programática, es decir, una
declaración de principios cuyos contenidos fijaban horizontes a alcanzar por
parte del Estado y de la sociedad. Ahora entendemos que la Constitución es
la norma de normas, la primera de las normas, que tiene eficacia jurídica y es
vinculante para el Estado, pero también para los individuos —algunos textos
constitucionales, como el portugués o el español, así lo dicen con toda
claridad. Todas estas disposiciones, estos derechos, obligan al Estado a
expedir leyes que recojan obligaciones vinculantes para el poder público. La
Constitución misma es vinculante y, por lo tanto, genera en favor de las
personas derechos que son verdaderamente tales, exigibles y reclamables
mediante los procedimientos de carácter administrativo o jurisdiccional que la
propia Constitución previene. Éste es el aparato constitucional que protege al
ser humano, su escudo constitucional, y dentro de él se encuentran previstos
los derechos de los detenidos y las disposiciones sobre prisión preventiva,
analizados en primer término, y acerca de prisión punitiva, el segundo de los
asuntos tratados. Desde luego, no todas las constituciones se refieren a esta
materia con la misma abundancia o detalle. Hay constituciones escuetas —
como en su momento lo fue, extraordinariamente, la de los Estados Unidos,
hasta la incorporación de las primeras enmiendas—; lo son, entre las cartas
modernas, la francesa y la alemana, que contienen breves catálogos que son
la quintaesencia de la organización del Estado y de los derechos de los
individuos. Hay otras sumamente detalladas, con un articulado prolijo. La
mexicana es una de éstas, pero no, ciertamente, de las más extensas; las
hay que duplican o triplican el articulado de la nuestra y desglosan con gran
detalle los derechos de los particulares y, entre ellos, los derechos de los
detenidos. Hagamos una revisión sucinta de este catálogo. La prisión está
sujeta a una definición central e histórica. Hoy día, la prisión, la detención, la
privación de libertad, la situación de detenido, tienen que ver solamente con
14
la perpetración de delitos, ya no con otro género de ilícitos o de
incumplimiento de obligaciones nos parece obvio que así sea, pero durante
largo tiempo, como relatan las crónicas sobre el desarrollo de las cárceles, la
prisión se aplicó también a los deudores por diversos conceptos: a los
fallidos; a los quebrados, no necesariamente fraudulentos, y a los deudores
en general. La obra de Howard, por ejemplo, considerada clásica, sobre la
situación de las prisiones al final del siglo XVIII en Inglaterra y en Gales
resulta conmovedora; desborda narraciones, explicaciones, datos,
estadísticas sobre la presencia de los deudores en las cárceles. Hoy día, un
principio básico resuelve: no hay prisión por deudas. La prisión es
únicamente la consecuencia de conductos punibles de materia penal, esto
es, delitos, y enlaza con investigaciones, proceso y condenas. Éstos son los
títulos constitucionalmente previstos para que sea posible y legítimo aplicar
una prisión. Ésta es ya una regla del derecho constitucional universal. En las
constituciones se advierte además la presencia del principio de intervención
penal mínima. Existe una tendencia constitucional restrictiva de la pena en
general, que modera el sistema punitivo y, por supuesto, como reflejo de ello,
el uso de la prisión. En algunas constituciones, ciertamente no la mayoría de
ellas, hay presencia de la pena de muerte. Sin embargo cuando se aborda el
tema de la represión del delito se hace con cierta contención o moderación
que refleja el llamado derecho penal democrático, frecuentemente recogido
en estos ordenamientos. Esa tendencia no siempre resulta bien servida por
el desarrollo secundario. Podríamos decir que la legislación mexicana es un
buen ejemplo de cierta inconsecuencia, pues nuestra Constitución milita en
favor de la readaptación social; no tiene simpatía por la pena privativa de
libertad y cuando se refiere a la prisión, trata de que sea moderada.
15
ello quiera decir que contravenga la letra de la Constitución, pero no es del
todo consecuente con su espíritu cuando multiplica penas, desmesura la
duración de éstas, particularmente de las restrictiva de libertad, y transforma
la benevolencia o racionalidad de la prisión deseada aparentemente por la
Constitución, en punición severa dentro de la legislación secundaria. Esto
establece, pues, una diferencia que puede llegar a ser francamente
incongruencia entre el texto constitucional y los textos secundarios. No me
refiero únicamente a México en esta relación y en esta crítica, pero la
legislación de nuestro país es un buen caso para la reflexión de los
constitucionalistas, penalistas, políticos y sociólogos que se ocupan de los
12
temas penales y penitenciarios.
12
Ibid. p. 10
16
En general, este enunciado reciente es visto con naturalidad por la crítica.
Me sumo a esta visión; me parece una modificación razonable, no irracional,
pero convengamos en que, siendo razonable este plazo de detención
acotada que puede decretar el Ministerio Público, pone de manifiesto que se
está deteniendo para concluir una averiguación y no porque ya haya sido
concluida. Así las cosas, también aquí caemos en una contradicción. 13
13
Ibid p. 8
17
hable de decreto-ley o de ley, cuando en el fondo se trata de normas
expedidas en situaciones de emergencia por gobiernos que no son
esencialmente democráticos y por autoridades que no son necesariamente el
Poder Legislativo, sino el Ejecutivo. Rechazaríamos, así, que esas normas
sean el adecuado fundamento de una detención, preventiva o punitiva.
14
BARROS L. César., La prisión desde una perspectiva Histórica y el desafío actual de los
derechos Humanos de los Reclusos, Instituto Interamericano de los Derechos Humanos,
México, 2007.p.284
18
Quedan prohibidos los malos tratos, la tortura y la coacción innecesaria. La
detención debe ser una privación de la libertad, y nada más que eso. No
debe entrañar, salvo en casos de resistencia, un mal tratamiento adicional a
la pura y simple privación de libertad por breve plazo y con entrega a la
autoridad judicial. También es muy importante esta norma del breve plazo
para la detención y de la pronta entrega a la autoridad judicial que va a
conocer el proceso que se inicia a raíz de los hechos delictuosos
supuestamente cometidos.
Las normas que ordenan una cortísima detención ante y por la autoridad
administrativa, antes de que ésta ponga al detenido a disposición del
juzgador, se modifican en casos de combate al terrorismo. Lo hemos visto en
algunos países americanos (como Chile y Perú) y europeos (en España hay
mayor laxitud, incluso en el plano constitucional, no sólo en el secundario,
cuando se trata de enfrentar estos problemas).
15
Idem. p. 15
19
informarse a ciertas autoridades y en todo caso a ciertas personas,
familiares, allegados, defensores, sobre el hecho mismo de la detención.
Éste es un tema de gran interés para los mexicanos por nuestra relación con
los Estados Unidos de América. La gran cantidad de mexicanos en ese país,
las circunstancias de esta presencia, el hecho de que con cierta frecuencia
haya detenidos de nuestra nacionalidad en poder de autoridades
norteamericanas y el escasísimo aprecio a este derecho de asistencia
consular, motivaron que el gobierno mexicano planteara ante la Corte
Interamericana —no como un asunto contencioso entre México y los Estados
Unidos, lo cual hubiera sido jurídicamente imprecedente, porque este país no
es parte en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, sino como
un asunto consultivo—, las siguientes preguntas: ¿La no observancia de esta
norma de la Convención de Viena constituye una violación de derechos
16
Idem. p. 15
20
humanos? Si esto es así, ¿altera el debido proceso legal y, por lo tanto, tiene
repercusión en la sentencia que se hubiese impuesto, sobre todo si se trata
de una sentencia a pena de muerte, el hecho de no haberse observado
semejante disposición de la Convención de Viena?
21
Ha habido otros asuntos del mismo tenor ventilados ya no ante una corte de
derechos humanos, sino ante la Corte de Justicia Internacional, como
controversia entre Estados: un caso paraguayo y otro alemán. El primero,
finalmente, se diluyó ante la Corte de La Haya, porque el Estado paraguayo
resolvió desistirse de la demanda que había intentado contra los Estados
Unidos de América por la detención, procesamiento y ejecución de un
ciudadano paraguayo al que no se le había hecho conocer el derecho a
recurrir a su cónsul. Los Estados Unidos de América dio algunas
explicaciones, satisfacciones y disculpas; y el Estado paraguayo estimó
pertinente desistirse y, por lo tanto, el litigio no culminó en sentencia. Pero se
mantiene, no tengo conocimiento de que se haya fallado ya, un caso
contencioso entre Alemania y los Estados Unidos de América, en el que
aquel Estado demandó al segundo por una violación de la norma sobre
asistencia consular en agravio de dos ciudadanos alemanes también
procesados y condenados a muerte; uno de ellos fue ejecutado sin haberse
observado la disposición de la Convención de Viena. 17
17
Idem. p. 15
18
Ibidem. p. 15
22
El detenido debe contar con la posibilidad de recurrir a un intérprete. El
problema de quien no conoce el idioma, sobre todo si es miembro de un
grupo étnico indígena, es que además de ese desconocimiento, puede
hallarse en una situación de extrañeza cultural con respecto al sistema de
justicia ante el que comparece. Una cosa es la ignorancia de un idioma y
otra, la extrañeza cultural. El norteamericano monolingüe puede ignorar el
castellano, pero no necesariamente es un extraño a la cultura que producen
y comprende la legislación que se aplicará; el indígena, en cambio, puede
ser, además de ignorante del idioma, extraño a los conceptos culturales en
los que radica el sistema de justicia al que se halla sujeto. La
mera traducción no genera un equilibrio total, aunque evidentemente
contribuye a mejorar la situación del detenido.
23
constitucional internacional hay previsiones sobre la posibilidad de
incomunicación breve y rodeada de ciertas garantías.
24
internacionales que se ocupan de los estados de excepción, aquellos en que
es posible suspender ciertos derechos, suelen considerar que no son
suspendibles los derechos de garantía judicial. Es decir, no son suspendibles
el amparo y el habeas corpus porque entonces quedaría en suspenso,
automáticamente, todo el aparato de tutela del individuo. Bastaría con
suspender el habeas corpus o el amparo para que todo lo demás decayera,
en la medida en que no habría manera de proteger ningún derecho por
medio de la tutela jurisdiccional. Esto se relaciona directamente con el caso
de los detenidos, porque el habeas corpus está dirigido precisamente a la
protección de la libertad.19
Termino aquí mis reflexiones que han sido, lo reconozco, muy someras y
apresuradas. El tema de la detención en el Derecho nacional e internacional
es de enorme importancia. El derecho a la libertad es quizá el segundo gran
rubro entre los grandes derechos —el primero, obviamente, es el derecho a
19
Idem. Pág. 15
25
la vida, sin el cual todo lo demás decae—, uno de los más explorables y
explorados por las constituciones y por los tratados internacionales dentro
del régimen de los derechos humanos.
CAPÌTULO II
20
GARCÍA R. Sergio., Los Derechos Humanos de los detenidos, Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, México, 2003.p.283
26
Es importante reflexionar sobre las personas a las cuales se les otorga una
serie de derechos cuando asumen la calidad de internos. Habría que
recordar que existen diversas causas por las que un individuo se puede ver
afectado en su libertad, a saber, por cumplimiento a una orden de
aprehensión, un arresto de carácter administrativo o una detención por
motivos de extradición, entre otras. Y es precisamente la luz de esa
particularidades como podemos determinar qué tipo de derechos tiene.
27
encuentren recluidos. Como sabemos, no todos los centros restrictivos de la
libertad tienen el mismo objetivo, razón por la cual sólo aquellos vinculados a
la tarea de la readaptación social pueden ser considerados penitenciarios en
estricto sentido, pues es en ellos donde se alberga a las personas sometidas
a un proceso penal o al cumplimiento de una sanción penal privativa de
libertad. Esto último es así porque, en teoría, un centro penitenciario debe
contar con la infraestructura que le permita garantizar, entre otras cosas, el
derecho al trabajo y, en general, la resocialización del interno. 21
21
Idem
28
humana, el respeto a su integridad física y moral, la libertad, las condiciones
mínimas de habitabilidad, la legalidad y la seguridad jurídica.
22
Idem
29
legislación secundaria y en las normas internacionales ratificadas por
México.
Dentro del grupo de derechos a los que nos estamos refiriendo encontramos
el relativo a las condiciones de habitabilidad —estrechamente relacionado
con el de la readaptación social, al que más adelante nos referiremos—,
23
MIRÓN R. Jorge A., Mecanismos de defensa de los internos, Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, México, 2003.p.254
30
según el cual el interno debe gozar de condiciones óptimas de habitabilidad a
fin de que su estado de internamiento sea adecuado a la función
readaptadora de la cárcel, pues un espacio donde se promueve el desarrollo
positivo del interno permite la participación individual y colectiva de manera
pacífica y creativa.
24
Idem. p. 26
31
También como derechos de los internos, debe hablarse de los beneficios
penitenciarios, los cuales pueden permitir al interno la obtención de su
libertad anticipada, derivada de los tratamientos a los que fue sometido. Por
medio de ellos, la autoridad ejecutiva puede reducir el tiempo efectivo de la
condena con base en las tres vías siguientes: libertad preparatoria, remisión
parcial de la pena y preliberación.
Otros derechos que pueden advertirse, en este contexto, son los que
permiten garantizar, por una parte, el contacto del interno con el mundo
exterior de la prisión (visitas familiares y conyugales) y, por la otra, el acceso
con las autoridades penitenciarias.
25
Idem. p. 26
32
En estricto sentido, este procedimiento no constituye un mecanismo de
defensa creado ex profeso a favor de los internos, pero sí una opción que se
materializa mediante el inicio del procedimiento penal, aun cuando la víctima
de esa conducta sea un sujeto afectado en su libertad.
33
con motivo de la aplicación de la sanción impuesta. Este recurso también
encuentra su fundamento en la Ley de Ejecución de Sanciones Penales del
Distrito Federal.
34
CAPÌTULO III
35
Sólo el constituyente de 1917 planteó la creación de un sistema
penitenciario. Empero, esto no tuvo lugar sino muchos años después, a
pesar de la promulgación de los Códigos de 1929 y 1931. Si acaso, tuvieron
vida un Congreso sobre la materia, en 1932, y la promulgación del primer
Reglamento del Patronato para Liberados, en 1934. Desde entonces, es
decir, desde el periodo de Lázaro Cárdenas, se han ido repitiendo los
mismos problemas, deficiencias y errores carcelarios, los cuales podemos
sintetizar en los siguientes capítulos: sobrepoblación penitenciaria,
corrupción, falta de interés en el manejo de las instituciones penales,
deterioro de los principios de legalidad, escasez presupuestal,
endurecimiento penal, violación de los derechos humanos, falta de atención
a grupos especiales y ausencia de voluntad política de fondo por parte de
quienes son encargados de la ejecución de la pena. 26
26
SÁNCHEZ G. Antonio., Prisión y Derechos Humanos, Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, México, 2003. p.343
27
Idem. Pág. 31
36
Este problema se ha presentado en el pasado remoto, el reciente y en la
actualidad. Baste observar que, frente a la capacidad instalada, que es de
105,000 internos, en términos generales, tenemos una población real de
160,000, lo que arroja una sobrepoblación de 55,000 internos. Esto significa
más de 50%. Esta situación impide, pues, la aplicación de cualquier sistema
penitenciario dirigido a la readaptación social y, por ende, el fracaso de este
objetivo de la pena exigido por el artículo 18 constitucional. 28
3.2) CORRUPCIÓN
28
Ibidem
29
Idem. Pág. 31
37
3.3) FALTA DE INTERÉS EN EL MANEJO DE LAS INSTITUCIONES
PENALES
30
MENDOZA B. Emma., La privación de la libertad y los Derechos Humanos, Comisión
Nacional e los Derechos Humanos, México, 2003.p.257
38
que cuando hay voluntad la ley no sólo puede ser realidad, sino, además,
modificarla positivamente.
31
Ibid. Pág. 33
39
Monterrey, Nuevo León; Guadalajara, Jalisco; Puebla, ya ni siquiera existen
espacios suficientes en las celdas. Ahí, prevalece la costumbre de que el
más antiguo es el que tiene derecho a cama, buena alimentación, uniforme
(o también el más rico). En las noches es frecuente encontrar en las celdas
“un tapete humano” y algunos que duermen colgados de las rejas o de la
pared, sentados en la taza del excusado o bien tendidos en los pasillos y las
escaleras. Esto desemboca, como es lógico, en inseguridad, alimentación
precaria, trabajo insuficiente, educación escasa, ausencia de actividades
deportivas, recreativas, culturales y, por supuesto, tratamiento nulo. Baste
mencionar algunas de las recomendaciones de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos dirigidas a las autoridades de prisión: “Que se separen
procesados de sentenciados; que se expida el reglamento interno y se haga
del conocimiento del personal, internos y visitantes; que se acondicionen
estancias de los dormitorios para que la población disponga de un espacio
adecuado para dormir; que se asigne personal técnico para integrar el
consejo interdisciplinario; que se promuevan actividades laborales
productivas, educativas, deportivas, culturales y recreativas; que la atención
médica se proporcione de manera regular y programada, y se efectúen
exámenes médicos a los internos; que se otorguen cursos de capacitación al
personal de seguridad y custodia; que se concedan los beneficios que las
leyes de ejecución marcan y queno sean retrasados o negados sin
justificación”. Estas recomendaciones han sido reiteradas insistentemente a
partir de 1993. De aquí, se infiere la violación a los derechos humanos de los
reclusos, en toda su extensión: salud, trabajo, educación, seguridad y
concesión de beneficios.32
32
SÁNCHEZ G. Antonio., Prisión y Derechos Humanos, Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, México, 2003.p.275
40
Si en las prisiones nuestras, al delincuente común, convencional o no
convencional, se le violan, prácticamente, todos sus derechos humanos ¿qué
sucede con los grupos que pudiéramos llamar especiales: los indígenas, los
enfermos mentales, los senectos, los discapacitados y los extranjeros? Cada
uno de estos sectores advierte un trato especial diferente, de conformidad
con el principio de individualización, para el que no existe infraestructura en
nuestras cárceles. Los indígenas con sus patrones culturales distintos, los
enfermos mentales, sin la atención especializada que requieren, los viejos en
su soledad casi absoluta; los discapacitados, en lucha constante por
sobrevivir; y, los extranjeros con su ser diferente enfrentados a una cultura
que no es la suya. En relación con todos ellos preguntamos: ¿cómo darles a
cada uno el trato y el tratamiento a que tienen derecho y, en todo caso, cómo
no violar sus derechos humanos en un ámbito penitenciario tan inhóspito?
Todo esto se debe tener en consideración dentro de la reestructuración total
de nuestro sistema de justicia.33
33
Ibid. Pág. 35.
41
arriba—, se recriminaliza, se retipifica y se repenaliza. Esto señala que no
está perfectamente definida la filosofía que sustenta el Ejecutivo, en relación
con la impartición de justicia, desde la procuración hasta la ejecución penal,
pasando por la administración. Este doble mensaje, que crea ambigüedad
absoluta, ha conducido al fracaso de nuestro sistema de prisiones y a la
violación en él de los derechos humanos por las razones que analizamos con
antelación.
42
CAPÌTULO IV
Por una parte, me enorgullece estar vinculado con quienes luchan por
estructurar, desde el ámbito conceptual, el alcance y la vigencia de estos
derechos —en ellos se conforma la esencia del individuo, del ser y su
pertenencia a la sociedad—, sin embargo, por otra parte, me causa profundo
dolor ver la distancia, la discrepancia, que hay entre los postulados y el
ejercicio real, cotidiano, pragmático de los mismos.
Una de las razones de tal dicotomía, que hace inalcanzables con frecuencia
esos principios básicos de la humanidad, radica en su vastedad intrínseca.
43
representa la vida armónica en común. Son de tan variada índole que resulta
imposible analizarlos en su conjunto y, menos aún, en pocas páginas. 34
34
GÓMEZ S. Yolanda., Pasado, Presente y Futuro de los Derechos Humanos, Comisión
Nacional de los Derechos Humanos, México, 2004.p 235
35
Idem. p. 37
44
instrumentos reales, profundamente vivenciales, y para ello debieran
concordar con la situación social, política y económica en que se ejercen.
Quienes trabajamos con seres que, por añadidura, atraviesan por situaciones
críticas y por circunstancias de su propia personalidad, sabemos la
importancia que tiene ver la vida, la conducta, tal como es, y comprender al
individuo con profundidad dentro de su contorno para poder así responderle
como autoridad comprometida, con valor, sin temor y con profundo afecto.
Otras de las razones por las cuales vemos con dolor la discrepancia
existente entre los postulados legales y su ejercicio cotidiano, en lo que se
refiere a derechos humanos, radica en que olvidamos que, en este tema, el
derecho es sinónimo de accesibilidad, de logro real. Hablar del derecho a la
salud del ciudadano obliga al Estado a otorgar los medios indispensables
para tener acceso a ella. Lo mismo sucede cuando hablamos de la
educación, de la justicia, del trabajo, etc. Un derecho que no encuentra
recipiente concreto en dónde plasmarse deja de ser en realidad derecho,
para convertirse en una simple aspiración ilusoria, en una fantasía. 36
36
Idem.p 37
45
que reclama y que no entiende cómo una idea válida y necesaria no se
convierte en sustento espiritual, vivencial y social diario.
Por ello, quisiéramos señalar un último punto: cuando los recursos son
escasos, en especial cuando el país atraviesa por una crisis como la actual,
lo que urge y demanda la condición humana es acrecentar la unión, la
coordinación de todos los sectores que llevan a cabo una labor similar. Nos
referimos al ámbito de la prevención y readaptación social y a sus relaciones
con las comisiones estatales y Nacional de Derechos Humanos, es con ellas
46
con las que, en verdad, debiésemos hermanar nuestros procedimientos,
nuestras acciones, en suma, nuestra meta común. 37
Estamos a favor de dichas comisiones porque sus valores son los nuestros y
los de toda la sociedad. No compartimos, sin embargo, todas sus
reclamaciones en cuanto no siempre van acompañadas de un conocimiento
veraz y profundo de las situaciones de aquello que señalan. Se vuelve así
perentorio unir los postulados con la realidad y no hacer una denuncia sin
que esté plenamente justificada y sea representativa de una comunidad
recluida.
37
Manual de los Derechos Humanos del Interno en el Sistema Penitenciario Mexicano,
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, México, 1995. P. 34
38
Ibid. Pág. 40
47
Nadie mejor que nosotros comprende que es la vida individual lo que cuenta
y no la tesis académica, conscientes de la necesidad humana individual y
colectiva de autodeterminación, de ejercicio de la libertad, de libre albedrío.
Y nadie mejor que nosotros siente la urgencia de contar con los recursos
indispensables para que esos derechos humanos, de los que a menudo se
habla con demasiada superficialidad, se plasmen en nuestro ámbito y eleven
así el sistema penitenciario nacional; un sistema que encara una forma de
vivir de su población que es específica, única, aparte de las demás, con
mucha frecuencia marginada, pero que también es humana y, asimismo,
tiene sus propios derechos.39
39
Idem. p. 45
48
pueblos. Es el gran desafío y debemos asumirlo. Creo que eso es lo
importante de estos encuentros, la posibilidad de reunirnos, de reflexionar y
construir.
Un antiguo pensador decía que un gran árbol nació de una semilla, para
caminar mil millas hay que dar el primer paso. Creo que estamos dando
pasos y frente a tantas dificultades nunca tenemos que perder la capacidad
de resistir y de crear en la esperanza que otro mundo es posible.
49
Allende y el golpe militar en Chile y entre los argentinos presentes, el día del
Maestro.
CONCLUSIÓN
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y la mediación, el aprovechamiento de la tecnología (brazaletes
electrónicos, por ejemplo).
4) En la ejecución se debe dar la posibilidad de que vuelvan a funcionar
en la mayoría de los casos —aun en los considerados como graves—,
la aplicación de la condena condicional, la libertad preparatoria, la
remisión parcial de la pena, el uso de la institución abierta y la
prelibertad. Desde el punto de vista administrativo, nos referimos al
penal ejecutivo, es preciso agilizar la concesión de los beneficios
anteriores, también con el aprovechamiento de la nueva tecnología
(brazaletes, Internet, etc.). Las sanciones pecuniarias deberán pasar a
tener una importancia mayor de la que ahora tienen en sustitución de
la privación de la libertad. También se aprovecharán todos los
sustitutivos de prisión, incluyéndose el tratamiento en medio externo
ambulatorio.
5) Se debe crear la figura del juez de ejecución, que dependa de las
Comisiones de Derechos, con objeto de neutralizar los intereses
creados, insuficiencias o incapacidades de las autoridades ejecutivo
penales.
6) Incluir, dentro de la reestructuración integral de nuestro sistema de
justicia —con objeto de no violar sus derechos humanos— a los grupos
especiales, como son los indígenas, los enfermos mentales, los
senectos, los discapacitados y los extranjeros. Insistimos: la
reestructuración de la impartición de justicia penal en nuestro país
debe ser integral, eslabonada y conjunta. Es decir, que la procuración,
administración y ejecución sean congruentes y tengan los mismos fines
y objetivos y estén perfectamente enlazadas.
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de las distintas problemáticas, del análisis serio y acucioso de las mismas, y
del compromiso ético y solidario de quienes estamos convencidos que
podemos modificar esta realidad transgresora, de que podemos y debemos
revertir los horrores cometidos en el siglo que recientemente concluyó: hasta
aquí nuestro modesto aporte como tributo a los grupos vulnerables.
BIBLIOGRAFÍA
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