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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: CASO ECOPETROL

Carlos Andrés Betancourt Ocampo

Diego Alejandro López Urrego

Carlos Andrés Meneses Garay

Leidy Paola Cuervo Velásquez

UNIVERSIDAD CENTRAL

SOSTENIBILIDAD Y CONSUMO

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2020
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: CASO ECOPETROL

Responsabilidad social empresarial, un término que con el paso de los años ha tenido

mucha importancia en el entorno colombiano, muchas empresas profesan su responsabilidad

social pero al final termina siendo un engaño o no se cumplen a cabalidad; es por esto que

antes de abordar a profundidad como una de las empresas más grandes de Colombia va en

contra de su “responsabilidad social empresarial”, debemos entender de donde surge el

término, sus funciones y sobre todo por qué es tan importante en la actualidad.

Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es creada a comienzos del siglo XX, de la

mano de activistas que luchaban por la erradicación de productos e industrias que afectan los

intereses éticos de la sociedad, pero no fue hasta 1970 que la sociedad se cuestionaba cómo

el modelo de negocio tradicional afectaba la sociedad contemporánea.

Según Peter Drucker (2008) “Una empresa sólo tiene una responsabilidad: los resultados

económicos. Conseguir esos resultados es la primera responsabilidad de una

empresa, y la que no obtiene unos beneficios por lo menos iguales al coste de

capital es socialmente irresponsable; despilfarra los recursos de la sociedad.”

Drucker empezó a cuestionar dicha “responsabilidad” que ejercían en la sociedad las

empresas; en sus cuestionamientos reflexionaba cómo era el uso de recursos, residuos y la

sostenibilidad que tenían. De igual manera varios pensadores influyentes de la época

empezaron a demostrar la preocupación de esta supuesta “responsabilidad” y cómo se

relacionaba con lo más importante de las empresas; su talento humano.


Según Alexis Apablaza Campos, la RSE se basa en tres áreas fundamentales

conocidas como “Triple Bottom Line”, que deben trabajar conjuntamente en lo social, en lo

económico y en lo medioambiental, a su vez debe hacerse responsable de todos aquellos

impactos negativos que afecten al Triple Bottom Line. Además de esto, cabe resaltar que la

RSE trae beneficios que las empresas no están dispuestas a rechazar debido a que estas

influyen directamente en los objetivos de desarrollo sostenibles dictados por la ONU como

lo serían la disminución de la pobreza, energía asequible y no contaminante, trabajo decente

y crecimiento económico, ciudades y comunidades sostenibles, producción responsable,

entre otros.

Por otro lado, la Responsabilidad Social Empresarial se basa en siete pilares

fundamentales establecidos por la norma internacional ISO 26.000, los cuales ayudan al

crecimiento y desarrollo de una empresa o negocios de distintos tamaños. Estos principios se

encargan de que cada empresa rinda cuentas, transparencia, un comportamiento ético, respeto

a los haberes de cada grupo de interés, respeto por el principio de legalidad y a la normativa

de comportamiento y tal vez el más importante de todos los principios, que cada empresa

debe velar y respetar los derechos humanos.

Sin embargo, hay un punto negativo frente a lo anteriormente planteado, la RSE es

un acto voluntario de cada empresa, por lo cual son ellas mismas las que indican, mediante

la decisión tomada por el dueño de la empresa, como pueden o no afectar al medio ambiente,

a la comunidad o sus economías. Esto conlleva a que se malinterprete lo que es la RSE

verdaderamente, porque se piensa que dar dinero al gobierno, realizar donaciones para las

personas escasos recursos y/o aportar para la conservación del ecosistema es el verdadero

propósito de impactar a las comunidades con la RSE. Sin embargo, hoy en día los
consumidores son cada vez más exigentes con las empresas, las personas exigen que sean

cada vez más amigables y sostenibles, durante alguna fase del proceso de producción de

algún servicio o producto.

Acogiéndose a esos procesos de Responsabilidad Social Empresarial, muchas

organizaciones pertenecientes a sectores productivos han desarrollado políticas internas en

relación con la transparencia en sus procesos y sus respectivas implicaciones, en especial en

lo referente a la preservación del medio ambiente. Entre ellas se encuentra Ecopetrol S.A,

principal compañía nacional del sector petrolero de Colombia, además de ser una de los más

contaminantes.

Ecopetrol S.A. es una Sociedad de Economía Mixta, de carácter comercial,

organizada bajo la forma de sociedad anónima, del orden nacional, vinculada al Ministerio

de Minas y Energía. Apareció en el año 1951 como Empresa Colombiana de Petróleos a raíz

de la reversión al Estado Colombiano de la Concesión De Mares; en 1970 adoptó su primer

estatuto orgánico que la consolida como empresa industrial y comercial del Estado, vinculada

al Ministerio de Minas y Energía y, en 2003, el Gobierno nacional la reestructura con el

propósito de hacerla más competitiva y ubicarla en el panorama internacional, tomando el

nombre de Ecopetrol S. A. Esta descripción formal de la empresa y esta revisión somera de

su historia nos sirve para brindar una apreciación amplia sobre Ecopetrol, la primera

compañía de petróleo del país, la cuarta empresa petrolera más grande de Latinoamérica y

considerada unas de las 14 más grandes del mundo.


La responsabilidad corporativa de Ecopetrol establece los lineamientos estratégicos

para la adopción de buenas prácticas y el mejoramiento de la relación de la organización y la

sociedad. Como lo indica su misión empresarial:

Misión Trabajamos todos los días para construir un mejor

futuro: Rentable y sostenible. Con una operación sana,

limpia y segura Asegurando la excelencia operacional y la

transparencia en cada una de nuestras acciones

Construyendo relaciones de mutuo beneficio con los grupos

de interés, Visión Ecopetrol será una compañía integrada de

clase mundial de petróleo y gas, orientada a la generación de

valor y sostenibilidad, con foco en Exploración y

Producción, comprometida con su entorno y soportada en su

talento humano y la excelencia operacional (Ecopetrol,

2014).

Respondiendo a las preocupaciones sociales, ambientales y económicas que no han

parado de surgir a lo largo de los años, Ecopetrol asume su compromiso con la RSE a partir

de tres categorías que abarcan diferentes variables, las cuales se denominan dimensión

económica, dimensión social y dimensión ambiental. A su vez, la empresa reconoce a la

población de interés, que está dividida en siete grupos de acuerdo con diferentes criterios de

responsabilidad, influencia, cercanía y dependencia. Los siete grupos de interés de Ecopetrol

son: accionistas e inversionistas; asociados y socios; clientes; empleados, pensionados y sus

beneficiarios; contratistas y sus empleados; comunidad y estado local, y estado nacional.


La RSE en Ecopetrol están categorizadas por dimensiones, las cuales son la

dimensión financiera la cual comprende la inversión, la

gestión con los socios, la composición accionaria, el comportamiento de la acción y

los aportes a la nación. En la dimensión social se analiza Prácticas laborales y ética en el

trabajo, Derechos humanos, Sociedad, comunidad y la Responsabilidad con el cliente, los

productos y la dimensión ambiental donde se analizan la Estrategia de gestión ambiental,

Cambio climático, Biodiversidad, Biocombustibles, Ecoeficiencia, Incidentes ambientales y

programas de prevención, Cultura ambiental y Cumplimiento normativo (Ecopetrol, 2018,

p. 68).

Para garantizar el cumplimiento de las metas puntuales establecidas dentro de sus

prácticas de RSE y para responder al compromiso realizado con los grupos de interés, a

quienes se consulta de manera periódica para determinar sus expectativas, la compañía

establece ciertos indicadores de evaluación que facilitan el seguimiento y alcance óptimo de

los objetivos. De esta manera, se pretende crear condiciones que propicien un ambiente de

armonía para la realización de las actividades, implementado estrategias que integren

conductas responsables y que promuevan los valores empresariales de transparencia y

liderazgo, respetando el código de ética de la compañía y entendiendo y acogiendo las

necesidades de los diferentes grupos de interés, con quienes se considera vital mantener las

buenas relaciones. Los resultados de todas estas actividades relacionadas con la educación,

cultura rural o programas de desarrollo de comunidad, solo por nombrar algunas, se

encuentran registrados en el Reporte integrado de gestión sostenible que se publica

anualmente.
Ecopetrol es reconocida por su gestión ambiental, ganando premios como el

Accenture a la innovación en la categoría de Responsabilidad Social Empresarial por su

trabajo en la recuperación de los suelos marinos degradado en el año 2014, además mantiene

una política de “buena relación con la comunidad donde se producen las extracciones de

hidrocarburo”. Sin embargo, ha estado envuelta en desastres ambientales producidas por el

derramen de crudo, poniendo en tela de juicio su ejecución de responsabilidad social

empresarial.

En los últimos años han ocurrido desastres significativos en Colombia por causas de

derrames de petróleo, de las cuales algunas se evidencia la negligencia de Ecopetrol. Desde

el 2009, se han derramado 28.047 barriles de petróleos por incidentes y operaciones

causados por Ecopetrol, y 876.000 por atentados contra la infraestructura petrolera,

afectados tanto al ecosistema como a las comunidades que habitan en la zona.

Una de las víctimas es la comunidad indígena Awá, ubicada en Tumaco Nariño, que

ha sufrido de por lo menos de cuatros derrames de crudo que han generado daños en sus

resguardos. Un pueblo que, según la Corte Constitucional, está en riego de extinción física

y cultural.

El primer derrame ocurrió en 2009, debido a malos manejos en tres valvular ilícitas

que se encuentran a unos 12 kilómetros del lugar donde habitan los indígenas Awá, el crudo

se propago por 8 días, afectando el consumo de agua y pesca en la zona, además, los

indígenas aseguraron que Ecopetrol tardo varios días en atender la emergencia, por lo que

ellos mismo decidieron recolectar el petróleo, sin ningún elemento de protección. Un mes

después Ecopetrol se presentó en el resguardo indígena y pago 100.000 pesos a cada

integrante de la comunidad por la recolección y las tareas de limpieza.


El segundo derrame ocurrió en 2010, en el oleoducto trasandino (OTA) a la altura

del corregimiento La Guayacana, afectando la quebrada La Cuerera e Inda por tres

semanas. Al igual que en el 2009, la comunidad indígena se encargó de realizar las tareas

de limpieza y recolección del petróleo, por lo cual Ecopetrol decidió igualmente pagarles

100.000 a cada indígena.

El tercer derrame sucedió en noviembre de 2011, en el oleoducto trasandino (OTA),

aunque este evento fue causado por las FARC, Ecopetrol no consigo limpiar a tiempo el

derrame, por lo que duro tres meses, provocando la muerte de animales, afectaciones a los

cultivos y a la comunidad.

Y, por último, el cuarto derrame sucedió en 2015, al igual que el del 2011, este fue

provocado por las FARC, en el oleoducto trasandino (OTA), vertiendo más de 10.000

barriles de petróleo, que se extendió llegando alcanzar el océano pacifico.

Estas cuatro afectaciones, limito el consumo de pescado, clave en la dienta de los

Awá al igual que los medicamentos naturales que ellos mismos preparaban con plantas que

crecían a la orilla del rio. Estos sucesos llevaron a la comunidad indígena a llevar acciones

legales en contra de Ecopetrol, además de peticiones que en su mayoría no se han realizado

a cabalidad.

Otro caso de desastre ambiental y social causando por el derrame de crudo, ocurrió

el 2 de marzo de 2018, cuando apareció un afloramiento de lodo, petróleo y gas en un

terreno a 230 metros del pozo Lizama 158 perteneciente a Ecopetrol, ubicado en el

corregimiento La Lizama, departamento de Santander.


Aunque el derrame sucedió en 2018, el problema comenzó en agosto de 2015,

cuando se presentó una fuga de gas en una de las cubiertas del pozo, por esta razón

Ecopetrol decidió instalar una especie de tampón conocido como blanking plug, para

mantener estable la fuga de gas, poder realizar los trabajos de mantenimiento y determinar

si el pozo era reactivado o abandonado. Dos años después, en el 2017, mientras se

realizaban los trabajos para determinar el futuro del pozo, se presentó otro incidente que

provoco un flujo imprevisto que pudo ser contratado, sin embargo, se presentaron

ineficiencias durante la labor de reparación de la falla, lo que culmino con un derrame de

550 barriles de petróleo, dejando una macha de casi 30 kilómetros el 2 de marzo de 2018,

pero no fue hasta una semana después, el 12 de mayo, que Ecopetrol dio a conocer la

emergencia, y el 16 de mayo la alcandía de Barrancabermeja declaró la calamidad pública

debido a que el derrame no había sido controlado hasta el momento.

Fue considerado por los medios como el derrame más grande de los últimos tiempos

en el país, poniendo en riesgo la quebrada La Lizama, quebrada Caño Muerto y el rio

Sogamoso, además de las afectaciones a la flora y fauna del lugar, provocando la muerte de

2.400 animales de diversas especies, como pescados, reptiles y aves, más de 1.000 animales

fueron rescatado y 3.157 árboles fueron talados, una afectación al ecosistema que seguro

llevara años en recuperarse. Pero esta tragedia no solo provoco daños al ecosistema de la

región, sino que también afecto a 16 comunidades del departamento de Santander; 88

personas fueron evacuadas, 21 familias fueron reubicadas, 195 presentaron problemas de

salud como vomito, dolor de cabeza y mareos, además de que 200 habitantes se quedaron

sin acceso al agua. Durante 15 días 1.800 pescadores, cuyo sustento principal era el rio, no
pudieron pescar ni comercializar pescado, perjudicando sus ingresos económicos, además

de que grandes y pequeños ganaderos tuvieron afectaciones en sus cultivos.

Unos días después de la tragedia, el presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, afirmo

que la emergencia había ocurrido por movimientos telúricos provocados por la falla de

Salinas los primeros días de marzo, pero diversos medios revelaron que la compañía sabía

desde el 2016 sobre las fallas en el pozo, en un informe de ese mismo año que Ecopetrol

entrego a la ANLA (Agencia Nacional de Licencias Ambientales), donde revela que el

pozo Lizama 158 presentaba fallas. El 19 de julio de 2019, la compañía dio a conocer las

cusas oficiales del derrame; una falla mecánica provocada por el incidente de 2017 y

movimientos telurios subterráneos, fueron los “responsables” de semejante catástrofe.

Aun cuando Ecopetrol realizo diversas estrategias para mitigar el daño tanto en la

comunidad como en el ecosistema, el proceso de limpieza a la fecha de febrero de 2019 no

había culminado, dando a entender que, a un año de lo ocurrido, todavía se evidenciaba

presencia de petróleo en la zona.

Aunque El Ministerio de Minas y Energía asegure que existen y se aplican

correctamente las reglamentaciones que exigen el cumplimiento de unos estándares de

calidad y de buenas prácticas en relación con la protección del medio ambiente, estas

regulaciones parecen estar elaboradas de manera ambigua, pues no existe una precisión sobre

el manejo del control de aguas o los posibles efectos negativos para las comunidades

presentes en las zonas de explotación, aun cuando se ha comprobado el carácter perjudicial

de las aguas residuales ya contaminadas.


Por otro lado, vemos que, aunque Ecopetrol cuenta con plan de RSE muy bien

estructurado y que la compañía realiza un reporte minucioso acerca de las metas cumplidas

y los logros obtenidos, es claro que los intereses primarios continúan siendo los de los socios

y accionistas por encima de los de la comunidad y el medio ambiente. Como vimos en los

casos expuestos sobre derrames de petróleo, la empresa todavía cuenta con una

responsabilidad pendiente en relación con sistemas de control y planes de contingencia para

evitar estos hechos desafortunados para el entorno. Y si bien sabemos que en gran parte de

los sucesos se ven involucrados agentes externos a Ecopetrol, también es claro que su

negligencia en ciertos momentos ha causado grandes daños irreparables.

Así las cosas, nos encontramos ante uno de esos escenarios nefastos presentes en el

mundo capitalista; uno en el que la naturaleza debe pagar las terribles consecuencias de los

avances tecnológicos en función del desarrollo industrial y económico, pues el petróleo, a

pesar de sus implicaciones negativas sobre el ecosistema, es un recurso que puede

considerarse imprescindible en nuestra sociedad. La industria alrededor del oro negro, como

es denominado este aceite mineral, es el motor de la inversión social, supone uno de los

principales aportes de ingresos a la Nación, contribuye a impulsar los procesos energéticos y

provee miles de empleos.


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