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PAPITO DIOS…

Me pregunto qué es lo que más me molesta de esta expresión. Si que la mujer que lo dice
se crea de mejor familia porque su papito es superior al resto o la creencia generalizada
en un dios masculino, “todo poderoso”, pero no lo suficiente para extirpar al diablo. Si
fuera un papito, lo mínimo sería que nos mantuviera vivos a todos y libres de todo mal.
Pero más parece un hijo perezoso que nos mira divertido desde el sofá, sin mover un dedo
cuando la embarramos miserablemente enredados con nuestro libre albedrío.
Me gustaría más que dijeran mamita diosa, pero entiendo la tendencia a esperar que sea
el padre quien nos auxilie y nos salve de los ataques de lo desconocido.
El tema de dios es delicado… la pregunta que da vueltas es: ¿usted cree en dios? Como si
solo hubiera una definición para esa palabra. Tan difícil probar su existencia, como su
ausencia. Más inocuo que el 5G y más escurridizo que el Covid, no se deja atrapar en un
marco y sobrevive cualquier ataque porque responde a esa necesidad profunda de tener
algo en qué soportarnos cuando el viento arrecia. No niego que lo invoco en varios
idiomas cuando el avión se tambalea más de la cuenta.
Dios no suele tener una explicación racional, usualmente el componente emocional es el
que prevalece en el momento de su defensa, es literalmente improbable o sea que no se
puede probar, solo se acepta o no se acepta su existencia. Las explicaciones rondan lo
ridículo para justificar una tendencia infantil a no aceptar nuestra responsabilidad. Ni
siquiera tiene que ser mentira, pero no hay cómo explicar su existencia sin echar mano a
la experiencia personal, cuestión imposible de lograr desde afuera. Pero dígale eso a un
fanático a ver cómo le va. Una discusión desde las creencias es tan absurda, como
argumentar por qué el azul es más bonito que el rojo.
En el movimiento new age al menos se habla del creador o la energía cósmica, algo menos
limitado a la figura paterna. Algunos se devuelven a la diosa madre y otros se lanzan en la
creatividad politeísta, donde hay dioses y diosas para todos los gustos. Desde animales
hasta super héroes, encarnando ideales de todo tipo. Esas creencias hacen mejor juego
con el poliamor y las orgías tan de moda. Es que uno solo y además nombrado con ese
diminutivo posesivo, se queda corto. Pareciera ser un fastidiosito escurridizo que no hace
caso, porque es de los que dejan en visto. No entiendo qué vueltas tuvo que dar la vida
para llegar a esa degeneración conceptual de trato. Es una falta de respeto con cualquier
entelequia que le queramos endilgar el título. Algunos usan el papito para referirse al
hijo, “papito, hágame el mandado”, o efectivamente al padre, “papito, deme plata que
quiero ir a rumbear” o al esposo, “papito ¿es que no se va a acostar?”. No veo dónde ese
trato tan similar al pana, parce, muñeco, bebé, gordito o papi (lo mismo pero más cortico)
pueda representar el inicio del universo, la vastedad de todas las cosas, donde cabe todo
lo que ha sido y lo que será. Esa nada inconmensurable e indefinible, indefendible e
intocable, que estuvo antes que la creación misma, porque la creó… Si es que la
existencia definitivamente no pueden ser eterna y tuvo que comenzar alguna vez.
¿Realmente existe?, porque su existencia responde la pregunta de ¿quién creó el inicio?
Pero no ¿quién lo creó a él? O ¿por qué empezó todo? Y, como no podemos responderla
porque nuestro cerebro no puede expresarlo, entonces degeneramos un trato cual
muletilla y le decimos con toda la confianza y la desfachatez: “papito dios”… ¡uffffff!

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