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Introducción.

Los primeros Sikorsky S-55 llegaron a Argentina a fines de 1953 con el objetivo de ser
utilizados en las tareas de abastecimiento y relevamiento de material y personal de las
bases antárticas argentinas.

Fueron los primeros helicópteros en operar en Latinoamérica y utilizados por más de 20


años por la Armada Argentina en Antártida desde la cubierta del rompehielos San
Martín (Q4) y otros buques hasta que fueron reemplazados por los Sikorsky Sea King.

La maqueta representa al Sikorsky S-55 0369/Hg-1 tal como operaba en Antártida en


1953. Esta misma máquina tuvo un fatal accidente en 1958 cuando cayó al mar en las
proximidades del rompehielos San Martín. El aparato se hundió inmediatamente
falleciendo tres de sus cinco ocupantes.

La maqueta.

La maqueta corresponde al kit 1:72 de Italeri nº


1267, con excelentes detalles en bajorrelieve. La
versión de caja es similar a las utilizadas por la
Armada Argentina por lo que no habrá problema
alguno en representar las versiones nacionales. Sin
embargo, es conveniente utilizar fotos de la época
porque difiere en algunos pequeños detalles
(antenas, soportes, etc), pero sólo fue necesaria una
mínima transformación para representar la versión
antártica.

Se comenzó agregando algunos detalles a los


asientos, como correas y respaldos y se eliminaron los paneles aisladores del eje del
rotor principal que van detrás de la cabina de los pilotos. No encontré ninguna foto de
las versiones
nacionales que
los llevara. Por
algún motivo
eran descartados.
Sin embargo, sí
están presentes
en el ejemplar
conservado en el
Museo Aeronaval
Cdte. Espora,
matrícula 2-PH-
412.
Luego le removí
parte de la
barquilla de
emergencia
ventral, ya que las
versiones
nacionales no la
poseían. Ésta fue la única transformación que debí hacer a la maqueta.

Para simular el revestimiento acústico de la cara interna del


fuselaje, cubrí el interior con la tapa de plomo de un pote
de yogur que tenía el mismo diseño.
Luego pinté los marcos de las ventanillas del color del
fuselaje (personalmente prefiero este método a enmascarar
y pintar una
vez armado).

Luego le
fabriqué un
nuevo panel de instrumentos y le agregué
algunos detalles de cableado al eje del
rotor principal. Este paso es importante ya
que, recordemos, fueron eliminados los
paneles que lo cubrían, de modo deberían
verse los cables y sistemas. Así lo
muestran las fotos de ejemplares
conservados en museos de Estados Unidos.

Para evitar sorpresas, le agregué por las


dudas un buen peso en la proa hecho de
Poxilina y así evitar que la maqueta, una
vez armada, se caiga para atrás. Uno nunca
sabe… y ya me ha pasado varias veces, así
que es mejor prevenir.
El interior de los
marcos de las
ventanillas de la
cabina de los pilotos
es color negro. En
lugar de pintarlos le
puse tiras de
calcomanías color
negro. Este método lo
uso hace muchos años y da excelentes resultados, sobre todo porque no se corre el
riesgo de arruinar la transparencia pintando.

Cuando quise poner la calca de la bandera, en la parte posterior del fuselaje, encontré
que la forma curva de éste impedía su adherencia. Después de muchas pruebas sin
resultado, decidí aerografiarla directamente
sobre el fuselaje. Algo similar sucedió con
la flecha amarilla del rotor de cola; las
estrías que presenta esta parte del fuselaje
hacía imposible que las calcas se pegaran,
de modo que opté por pintarlas a mano.
Todas las calcas utilizadas son Phoenix,
incluidas las tiras negras usadas en las
transparencias, las cuales son viejas calcas
descatalogadas fabricadas en 1989 que
venían en distintos anchos.

Para ahorrar espacio en las vitrinas (y porque me gusta el efecto, por qué no!) decidí
representar la maqueta con las aspas del rotor principal en posición de hangaraje. Para
ello debí fabricar los soportes de las palas con alto impacto, a los que luego pinté de
rojo intenso.

Las versiones argentinas del S-55 traían


una aleta deflectora o protectora sobre el
capó, justo bajo el parabrisas. Como el kit

no trae esta aleta, la fabriqué con una lámina


de plomo muy delgado proveniente de una
tapa de un envase de queso para untar.
Pinturas y esquemas utilizados.

Las primeras versiones del S-55 arribaron al país pintadas en color aluminio. A
medida que se iban incorporando a las tareas antárticas, se ensayaron diferentes
esquemas de alta visibilidad.
Uno de estos esquemas iniciales consistía en la aplicación de rojo intenso en la parte
superior de todo el fuselaje. Mi S-55 fue pintado entonces con aluminio Humbrol nº
27002 (aluminio apagado). El rojo vivo es simplemente rojo Krylon, pintura en aerosol
de secado rápido que dosifico en frascos pequeños a medida que necesito usar.

Las fotos de la época muestran a estas máquinas con signos de desgaste de uso intenso,
lo cual se entiende
además por la
rigurosidad climática
bajo la cual debían
operar. Al clima
antártico se le suma el
efecto de largos meses
de contacto con agua
salada, por lo que
debían ser lavados
frecuentemente con
agua dulce incluso
estando en Antártida.
Por ello decidí simular
este desgaste con Betún
líquido marca Monitor,
el cual lo apliqué muy
diluido con Aguarrás
Vegetal Monitor,
ambos productos de
excelente calidad.

Detalles finales.

Los últimos pasos requirieron una buena revisión de fotografías de la época ya que las
mismas versiones del S-55 variaban mucho en las configuraciones. De acuerdo a ello, el
HG-1, mi versión, llevaba una variedad de antenas y algunos esténciles. Las líneas rojas
sobre el fuselaje, que indican dónde pisar, también son tiras de calcas Phoenix de 1989.

Decidí no barnizar la maqueta para no agregarle brillo al acabado aluminio, lo cual


también es riesgoso ya que hay que tener cuidado para no dejar las huellas digitales
impresas.
Fuentes.
1. Sikorsky S-55/H19 & S-58/T. Serie em Argentina nº6. J. Nuñez Padín y Juan C.
Cicalesi.
2. Archivo fotográfico personal del Museo de Aviación Naval de Cdte. Espora.
3. Museo de la Aviación Naval Argentina: http://elmuan.blogspot.com.ar/

José Luis Orgeira.

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