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FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA DEL ROL DEL SUPERVISOR.

 La función del supervisor se ha instituido a lo largo de la historia de nuestra educación como
una función de control, ligada con la normalización y disciplinamiento de las conductas, con
fuerte acento en los aspectos administrativos de la institución escolar. Pero este último tiempo
atrás han existido desplazamientos acerca del sentido del rol, otra forma de decirlo se “corrió
del lugar de jefe y se puso a trabajar a la par de todos los miembros”. (Blejmar, Gestionar es
hacer que las cosas sucedan) Podríamos comenzar diciendo que el supervisor es un mediador
entre dos grandes zonas: la zona de decisión política de la gestión y la zona territorial de las
Instituciones. O sea, el Supervisor es un comunicador, movilizador, un activador de los
procesos de crecimiento, de crítica y de cambio. Como mediador, se necesita comprender
cómo se construye el “sentido común” en el quehacer cotidiano de la gestión en sus distintos
niveles. Y cómo ese sentido común opera tanto en las relaciones intersubjetivas como en
formas de conocimiento. Pero no todos poseen formación o conocimientos pedagógicos. En
este conocimiento, es de poseer la habilidad de establecer la relación o vínculo con los
directivos de las Instituciones, el Supervisor es un pedagogo, ya que es el actor apropiado para
aportar un acompañamiento que permita de manera especial a los equipos de conducción
desplegar una mirada reflexiva sobre sus propias escuelas, que dé lugar a revisar supuestos,
encuadres, teorías implícitas y que permita descubrir caminos alternativos de intervención y
diseñar experiencias de transformación. El proceso pedagógico, en su sentido más amplio, es
un proceso de lectura y escritura de la experiencia, de la vida y del mundo. En él se forma la
subjetividad y se forma el sujeto colectivo. El Supervisor como pedagogo debe acompañar y
alentar espacios y acciones que permitan repensar colectivamente las prácticas. Podríamos
destacar algunas funciones que remarca Nicastro-Adreozzi en su libro “Asesoramiento
pedagógico en acción”: Dentro de sus funciones, se destacan algunas que se relacionan: a)
Promover un proceso de supervisión educativa que contribuya al mejoramiento de la gestión
técnica y administrativa de la función supervisora, al amparo de la Política Educativa vigente.
b) Coordinar con las autoridades correspondientes la formulación de directrices, lineamientos
y manuales requeridos en el ejercicio de la función supervisora. c) Promover un modelo de
supervisión conforme a los lineamientos dispuestos por las autoridades superiores. d) Brindar
criterio técnico acerca de la gestión supervisora, de acuerdo con su ámbito de competencia, de
lineamientos, directrices y otras disposiciones dadas por autoridades ministeriales. e) Propiciar
espacios de reflexión, investigación, análisis y elaboración de propuestas de mejoramiento, a
partir de experiencias del quehacer de la supervisión educativa. f) Promover y coordinar
procesos de actualización dirigidos a la gestión supervisora, desde las instancias competentes
del Ministerio de Educación Pública, así como con organismos nacionales e internacionales. g)
Brindar asesoría y apoyo técnico a funcionarios del nivel central y regional, en materia de
Supervisión Educativa. A su vez todo Supervisor debe poseer liderazgo, y de acuerdo con
Pozner, (2000): “el liderazgo puede definirse como el conjunto de procesos que orientan a las
personas y a los equipos en una determinada dirección hacia el logro de la excelencia y el
aprendizaje organizacional, primordialmente por medios no coercitivos” Desde el papel de
líder, el supervisor convoca a promover la comunicación y el sentido de los objetivos que se
pretenden lograr en el futuro inmediato, en el mediano y en el largo plazo. Así, el liderazgo se
relaciona con motivar e inspirar esa transformación y hacer interactuar las acciones personales
y las de los equipos. El supervisor, como líder, comunica la visión de futuro compartido de lo
que se intenta lograr, articulando una búsqueda conjunta de los integrantes de la organización
que no necesariamente comparten el mismo espacio y tiempo institucional, aunque sí los
mismos desafíos. La cultura de raíces burocráticas nos ha hecho suponer muchas veces que
con elaborar objetivos y programas es suficiente para desempeñar una buena gestión. Sin
embargo, la comprensión de los fines de los proyectos por parte de los innumerables actores
que participan en una gestión nunca fue ni podrá ser un proceso obvio, de adhesión inmediata.
El liderazgo asume el complejo desafío de convocar a participar en extensas redes de trabajo
orientadas a asegurar una educación de calidad para todos los estudiantes. Esta concepción de
liderazgo reconoce asimismo que dicha transformación incluye procesos específicos, procesos
colectivos de formación que promuevan múltiples creatividades, compromisos y
responsabilidades de los sujetos. 

 En este sentido, las prácticas de liderazgo son un medio para:

 • Generar aprendizaje organizacional y social.

• Resolver colectivamente problemas nuevos. 

• Redefinir los valores.  

• Ajustar los procesos de acción para alcanzar esos valores. 

• Estimular el desarrollo de otras formas de comprender y de actuar. 

• Ampliar los procesos de mejora continua. 

• Desarrollar y sostener círculos de aprendizaje profundo.  

 • Solventar procesos extendidos y continuos de formación para el fortalecimiento de


competencias complejas, tanto individuales como colectivas. 

Clara está, la mirada del supervisor como un líder pedagógico. Dentro del proceso de
enseñanza-aprendizaje y evaluación, encontrar nuevas estrategias que garanticen el
cumplimiento del currículum. Para hacer que esto suceda, nos encontramos con el Currículum
basado en APTITUDES. Éstas son combinaciones complejas de conocimientos, disposiciones,
habilidades y autopercepciones que se alcanzan como resultado de tareas complejas, donde se
pone en juego tanto el saber cómo el saber hacer. Las aptitudes son capacidades que
involucran a toda la persona y son enseñables. Pueden ser redefinidas, evaluadas y se delinean
de manera que su enseñanza pueda ser progresiva y puedan transferirse a otros ámbitos. Por
eso, nos referimos a cada APTITUD con sus respectivos ejes y tres niveles para alcanzarlos:
novato, competente y experto. Son aptitudes elegidas para desarrollar esta formación
docente, atraviesan transversalmente los contenidos y articulan con los contextos específicos.
Estas son: Comunicación, Conceptualización, Gestión Efectiva, Diagnóstico e Interacción
Inclusiva. Para concluir con los aportes basados en el Modelo AIE, en todas las aptitudes, se
trabajará haciendo hincapié en el uso y dominio de las nuevas tecnologías de la información y
comunicación, se la considera una competencia transversal. Para seguir, citamos a Sampedro-
Aguerrondo de su nuevo libro “La supervisión educativa en un mundo cambiante", donde nos
encontramos con los grandes aportes destacados a la hora de supervisar. A esta altura, ya
aprendimos que el supervisor es aquel que deberá ser capaz de dar una opinión fundada,
asesorar, tomar decisiones específicas adecuadas, redirigir, mediar, capacitar… Encontrar
soluciones adecuadas y cumplir con tantas expectativas, requiere una serie de procedimientos
que suponen la capacidad de analizar múltiples maneras. Observando la situación, observando
a los actores involucrados, haciendo preguntas a todos los actores, colegas o incluso padres. La
recopilación se completa con información documental y también con otra información
cuantitativa que se haya producido. Este análisis se enriquece luego comparando los datos
obtenidos con los marcos conceptuales pertinentes. Un buen análisis, generalmente,
despertará nuevas preguntas. Por lo tanto, el análisis de los datos para realizar un diagnóstico
puede verse como un ciclo continuo de investigación, que sirve para la mejora continua en la
enseñanza y el aprendizaje. (Education Scotland, 2005) Siguiendo el concepto de ciclo continuo
de investigación mencionado en el párrafo anterior, se considera importante destacar que …”
para que las cosas sucedan es condición que las intervenciones que comunican e indican una
política sean sostenidas en el tiempo... Para que esta continuidad sea posible y que cada
intervención no sea un volver a empezar, es necesario recurrir a los informes de visita
(actuales y previos) para garantizar esa continuidad, y leer las intervenciones como un proceso,
una secuencia que se desarrolla en el transcurso del tiempo, incluso cuando se producen
cambios de algunos de los actores.” (La Política educativa desde los informes de
visita/Psicología comunitaria y Psicología social. Doc 03/2014) Soler Fierrez en este tema,
destaca la importancia de recolectar previamente ciertos documentos que todas las
instituciones deben elevar a sus superiores como matrícula de alumnos, Planta orgánica
funcional, legajos docentes, instalaciones y espacios escolares, otros informes de supervisiones
anteriores “... lo que facilitará el que lleve presente los problemas que pueda tener y las
soluciones que se propusieron para resolverlos”. “Todos estos preparativos, que podemos
considerar como prerrequisitos de la visita de inspección, se orientan a que el inspector saque
el mayor rendimiento posible de su trabajo y que no caiga en situaciones de improvisación que
pongan en entredicho su profesionalidad y buen hacer” (Soler Fierrez, La Visita de Inspección,
Edit. La Marulla) Toda la documentación cuantitativa es relevante ya que merece de
interpretación, como así también la documentación de todas las orientaciones y asesoría que
el supervisor realiza a cada institución. En ésta recae la posibilidad de continuidad del accionar
y los ajustes necesarios, basándose en la historicidad de los acontecimientos. En el texto de
Uruñuela Nájera, La supervisión externa de las instituciones escolares, Modelos, técnicas e
instrumentos, el autor considera que las estrategias fundamentales en el trabajo de la
supervisión son la observación, la entrevista y el análisis documental, que compartimos y
consideramos el punto de partida de todo diagnóstico. Sin embargo, consideramos muy
importante los datos cualitativos que se puedan obtener de la observación directa de los
escenarios escolares, como dice Martí Teixido Planas en su libro Supervisión del sistema
educativo, hay que tener una visión conjunta de lo observado relacionándolo con el contexto
escolar inmediato, el contexto social, cultural y político común. “El observador científico
cuenta con su capacidad de percepción para observar fenómenos; captar las intenciones
subyacentes, inferir a partir de los datos observados y ver lo que no se ve a simple vista” Dean
J., en su libro Supervisión y asesoramiento, Cap 4, nos invita a reflexionar cuando dice “Los
asesores y los inspectores han de establecer nuevas relaciones de un modo permanente, y han
de hacerlo con rapidez porque la primera impresión puede influir sobre la disposición de las
otras personas para aceptar lo que más tarde se diga” ... “La estrategia es hacer que los otros
crean que son importantes, que su aportación será valiosa y que sus puntos de vista se
entienden.” Se considera primordial la aptitud de la comunicación efectiva y la capacidad del
supervisor de vincularse positivamente con todos los actores institucionales, de una manera
que su presencia inspire confianza, donde su escucha sea activa y sin apuros, creando un
ambiente relajado, distendido y abierto al diálogo en la resolución de problemáticas
específicas de la institución. La capacidad del supervisor de vincularse interpersonalmente es
de fundamental importancia para poder obtener información cualitativa a la cual, de otra
manera sería imposible acceder. De estos datos obtenidos de la observación directa y la
comunicación verbal y gestual-corporal, como así también de las omisiones, puede conocer la
micropolítica institucional y recabar información específica y real que lo oriente a tomar
diferentes decisiones y la asesoría correspondiente a su área de competencia. Sumado a esto y
para cerrar, citamos palabras del Dr. Duilio Bompadre, en la Ficha Pedagógica. LA
OBSERVACIÓN: “La observación de las prácticas constituyen un dispositivo analizador de las
instituciones”. La observación supone poder realizar una articulación de la mirada con la
escucha, integrándose en las actividades que se realizarán para comprender las prácticas
institucionales, tanto dentro del aula como lo que compone la cultura institucional. dar lugar a
las múltiples miradas de los actores institucionales, permite resignificar la práctica sin
desconocer las huellas que perduran en la historia escolar. 

“El propósito de la observación no supone una investigación clínica personalizada sino la


construcción de un saber pedagógico a partir de lo observado y no solo sobre lo observado.”

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