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¿Qué hace que la Biblia sea tan especial?

El cristianismo cree y enseña que sólo la Biblia es la Palabra de Dios


revelada. Aunque fue escrita por hombres, el autor original fue Dios
Todopoderoso Esta afirmación no fue hecha ni inventada por la Iglesia,
sino que es lo que la Biblia afirma de sí misma.
“La palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro 1:25). Toda la
Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). “Porque nunca la
profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
Más de 2.000 veces, en el Antiguo Testamento solamente, hay cláusulas
como: “Y Dios habló a Moisés”, “la palabra del Señor vino a Jonás” y
“Dios dijo”. Además, la Biblia dice ser un registro de las palabras y los
hechos de Dios, así que se considera a sí misma como la Palabra de Dios.
El solo hecho de que la Biblia afirme que es la Palabra de Dios no
prueba que lo sea, pues hay otros libros que afirman lo mismo. La
diferencia está en que las Escrituras contienen evidencias indisputables de
que son la Palabra de Dios.
Una razón por la cual la Biblia es diferente a otros libros es su unidad
Aunque este libro fue compuesto por hombres, su unidad deja ver la mano
del Todopoderoso. La Biblia fue escrita durante un período de 1.500 años,
por más de 40 autores humanos diferentes, de procedencias muy variadas,
como Josué (general), Daniel (primer ministro), Pedro (pescador) y
Nehemías (copero).
Los autores de los diversos libros escribieron en lugares diferentes, tales
como el desierto (Moisés), la prisión (Pablo) y el exilio en Patmos (Juan).
Los escritos bíblicos fueron compuestos en tres continentes diferentes
(África, Asia y Europa), y en tres idiomas diferentes (hebreo, arameo y
griego).
El contenido de la Biblia trata muchos temas controversiales Sin
embargo, la Biblia tiene unidad. Desde el principio hasta el fin, se
desenvuelve la historia del plan de Dios para salvar a la humanidad. Esta
salvación se realiza a través de la persona de Jesucristo (Juan 14:6). Jesús
mismo testificó que Él era el tema de toda la Biblia.
“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis
la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Porque si creyeseis
a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a
sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” (Juan 5:39, 46, 47).
En otro lugar: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por lodos los
profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas
24:27; vea también Lucas 24:44).
El Antiguo Testamento es la preparación (Isaías 40:3). Los evangelios
son la manifestación (Juan 1:29). El libro de los Hechos es la propagación
(Hechos 1:8). Las epístolas dan la explicación (Colosenses 1:27). El
Apocalipsis es la consumación (Apocalipsis 1:7). Toda la Biblia habla de
Jesús todo el tiempo.
Toda la Biblia es una unidad en la cual cada parte necesita las otras para
ser completa. El doctor W. F. Albright lo explica de esta manera: “Para los
escritores del Nuevo Testamento, la Biblia hebrea era las Santas Escrituras,
y ellos eran los herederos directos de sus profetas. Es, por lo tanto,
imposible entender el Nuevo Testamento sin reconocer que su propósito
fue complementar y explicar la Biblia hebrea. Todo intento de volver a las
fuentes del cristianismo sin aceptar toda la Biblia como nuestra guía, queda
así condenado al fracaso” (citado por Roger T. Forster y V. Paul Marston,
That's a Good Question, p 67).
Si todavía alguien pensara que esto no es algo maravilloso, nos gustaría
hacerle el siguiente reto: Reúna diez personas de la misma zona con un
fondo educativo similar, todas hablan el mismo idioma, y todas son
básicamente de la misma cultura; luego sepárelas y pídales que escriban su
opinión sobre un sólo tema controversial, como el significado de la vida.
Cuando hayan terminado, compare las conclusiones de estos diez
escritores. ¿Están de acuerdo entre ellos? Por supuesto que no. Sin
embargo, la Biblia no tuvo sólo diez autores, sino cuarenta. No fue escrita
en una generación, sino en un período de más de mil quinientos años; no
por autores con la misma educación, cultura e idioma, sino con una
educación muy diferente, muchas culturas diferentes, de tres continentes y
en tres idiomas diferentes, y finalmente, no sólo un tema, sino centenares.
Sin embargo, la Biblia es una unidad. Hay una completa armonía, que no se
puede explicar hablando de coincidencias ni de una conspiración decidida a
engañar La unidad de la Biblia es un fuerte argumento a favor de su
inspiración divina.
La unidad de las Escrituras es sólo una razón, entre las muchas que
apoyan la afirmación de la Biblia de que es la divina Palabra de Dios. Otras
que se podrían explicar con detalles son el testimonio de la Iglesia
primitiva, el testimonio de la historia y la arqueología, y la evidencia de las
vidas transformadas a través de los siglos, por nombrar unas pocas.
Estos factores llevaron al gran arqueólogo W. F. Albright a la siguiente
conclusión: “La Biblia sobresale en contenido por encima de toda la
literatura religiosa anterior a ella; y de la misma manera sobresale también
por encima de toda la literatura posterior, en la sencillez directa de su
mensaje y la universalidad de su atractivo para todos los hombres de todas
las tierras y épocas” (The Christian Century, noviembre de 1958).
La Biblia es especial. Es de carácter único. Ningún otro libro tiene tales
credenciales. Ningún otro libro, ni siquiera se acerca a ella. “Inglaterra
tiene dos libros, la Biblia y Shakespeare. Inglaterra hizo a Shakespeare,
pero la Biblia hizo a Inglaterra” (Víctor Hugo, citado por Mead,
Enciclopedia of Religious Quotations, p. 49).

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