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COMPRENSIÓN Y REDACCIÓN DE TEXTOS II

Ciclo 2020-agosto
Semana 10, sesión 1

Fuentes de información para la Redacción Grupal 3 (RG3)

Lee y analiza las siguientes fuentes. Subraya o resalta las ideas principales.

Fuente 1
Cinco millones de peruanos tienen problemas de salud mental
https://www.youtube.com/watch?v=zA7FYXhBIcQ (2:30)

Fuente 2
Panorama de la atención en salud mental en el Perú

[Perú21 (2016). La atención en salud mental en el Perú. Recuperado de https://goo.gl/w94xSF]

Fuente 3
Cobertura de seguro para trastornos mentales en el Perú

¿Cuáles son los principales factores a considerar para lograr una cobertura total en salud mental en el Perú?
¿Por qué es importante proteger a la población brindando cobertura de seguro universal para los trastornos
mentales? Existe información científica, teorías y proyectos en curso sobre cómo enfrentar el problema de
la salud mental en el Perú y el mundo. Las cifras muestran un incremento en las atenciones en salud mental
en el Perú y muchas teorías coinciden en que la salud mental, sobre todo la depresión, es una epidemia en
aumento por diversos factores; entre ellos, están la dieta (nuevos alimentos genéticamente modificados,
químicamente preservados, etc.); los cambios en el estilo de vida y en la cultura, que están haciendo a las
personas más vulnerables a caer en un cuadro depresivo.
Se concluye que los principales factores a considerar para lograr una cobertura total en salud mental son (1)
tener un sistema unificado como proveedor de servicios de salud y así eliminar la fragmentación actual (por
ejemplo, SIS-EsSalud); (2) descentralizar la atención en salud mental, de manera que exista también fuera
de Lima, y no solamente en nivel terciario, sino que se fortalezcan también los niveles de atención primaria
y secundaria; (3) contar con un registro interconectado de los afiliados para conocer el número de personas

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con y sin cobertura; y (4) contar con estudios actualizados para conocer la carga financiera que supone la
cobertura de los trastornos mentales en un escenario de cobertura universal.
El aporte del aseguramiento universal es proteger a la población frente a los trastornos mentales, los cuales
se convertirán, en el corto plazo, en una epidemia con una fuerte carga económica para el país. Sí existe
cobertura pública (SIS y EsSalud) para salud mental, pero esta es parcial, centralizada en atención terciaria
y en el departmento de Lima; y se encuentra desorganizada y no planificada. No existe cobertura privada
para salud mental. Para poder hacer operativo el aseguramiento universal en cualquier sistema, es importante
tener claridad sobre (1) cuál es la población asegurada y la no asegurada; (2) quiénes deben recibir cobertura
subsidiada; (3) qué servicios se cubren; (4) qué parte del gasto se cubre /cuál es el deducible. El sistema de
salud y salud mental en el Perú se caracteriza por un elevado grado de fragmentación lo cual representa un
obstáculo para la integración de servicios, ineficiencia en la compra de medicamentos y tecnología, carencia
de planificación para mejorar la infraestructura, e ineficacia en la planificación de los niveles de atención.
Consideramos que el SIS y EsSalud podrían fusionarse y ser parte de un solo sistema de salud social. El
primero depende del Minsa y el segundo está adscrito al Ministerio del Trabajo. Creemos que ambas pueden
estar adscritas al Minsa con la participación del sector privado para llevar una gestión protegida de malos
manejos, ineficiencias e ineficacias. Aunque el gasto en salud per cápita en el Perú es de USD 555 (PPP),
aumentar la inversión por parte del Estado no resolverá el problema de la falta de cobertura en salud mental,
del alto gasto de bolsillo, de infraestructura y de altos gastos en medicinas, por mencionar algunos
problemas. Creemos que el sistema de salud se debe integrar para ofrecer un mejor servicio y poder hacer
inversiones inteligentes: mejora de infraestructura, compra de medicamentos; uso de herramientas
tecnológicas para llevar registros actualizados de los afiliados, realizar cobros y tener control de la gestión
en general. No es fácil aventurarse a dar una cifra de lo que puede costar al afiliado y al afiliador ampliar la
cobertura en salud mental y dar asegurameinto universal. Sabemos que los países de la OCDE gastan en
promedio USD 3600 per cápita en salud. Esa debe ser una referencia entre varias para proyectar la inversión
necesaria. Así como existen instituciones especializadas en dar cobertura para algunas enfermedades como
el cáncer, creemos viable que en un futuro cercano podrán existir instituciones privadas que ofrezcan
cobertura en salud mental. Aún es necesario explorar la información financiera para poder calcular riesgos
y montos de deducibles. Al inicio, el riesgo para el inversor será alto, pero en la medida en que se
experimente se podrán ir afinando las cifras hasta lograr que sea un negocio rentable. Lo mismo debe hacerse
por parte de la entidad pública respectiva para conocer mejor la inversión que se debe hacer en salud, si
queremos alcanzar una cobertura universal, así como cubrir todos los diagnósticos en salud mental
registrados por la OMS y por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.
Por la experiencia encontrada en diversos países del hemisferio norte, creemos que existen soluciones para
contrarrestar los problemas en salud mental. Esto es en referencia al nivel de atención, al costo para el país
por la pérdida de productividad laboral, y en términos de carga económica y social para la persona afectada.
En un estudio realizado por Seeman en enero de 2016, se encontró que, en países desarrollados, entre el 7 y
8% de los encuestados (un total de 596,712) piensa que las personas con trastornos mentales son más
violentos, en contraste con el 15 a 16% de países en desarrollo. En el mismo estudio, en países desarrollados,
de 45 a 51% de los encuestados cree que una enfermedad mental es igual a una enfermedad física, pero solo
el 7% cree que la enfermedad mental puede ser superada. Otro estudio, realizado por Sørensen en
Dinamarca, en seis empresas medianas y grandes (un total de 1292 encuestados), explica que la depresión
y la ansiedad en los empleados generan ausentismo laboral, así como una disminución de las funciones
sociales y profesionales. Maljanen (2016) explica que existe suficiente evidencia para afirmar que las
terapias de corta duración alivian la ansiedad y la depresión, y devuelven el correcto desempeño laboral; en
contraste con las de larga duración. Es posible eliminar el estigma que genera cargar con un trastorno mental
informando a la población sobre cómo se generan, cómo se previenen y cómo se alivian. Es posible reducir
el costo laboral que implica la ausencia del empleado afectado implementando una atención eficaz y rápida
que le permita restablecer su salud, y reinsertarse a la vida social y laboral. Es posible dar cobertura universal
y ampliar la cobertura en salud mental realizando estudios actuariales que permitan conocer los riesgos y
así definir tarifas para los afiliados.

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[Adaptado de Allende, J. L. y Villafuerte, J. Análisis de la cobertura de seguro para trastornos mentales en el Perú. Recuperado de
https://goo.gl/nHLwum]

Fuente 4
5 claves del cambio de enfoque en la atención de la salud mental en el Perú

“La salud mental era la ‘Cenicienta’ dentro del propio sector salud, después se ha ido empoderando”. Así
describe el doctor Carlos Bromley, de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), cómo
se ha ido priorizando el tratamiento de la salud mental en el país en los últimos años. El avance más reciente
en este tema ha sido la publicación del reglamento de la Ley de Salud Mental.

Según cifras del Minsa, al año el 20.7% de la población adulta y el 21% de los niños y niñas requiere
atención por algún trastorno mental. En el Perú, los trastornos mentales ocupan el primer lugar en la lista de
enfermedades con mayor pérdida de vida saludable. Según estimaciones del Minsa, un peruano puede perder
el 17.5% de su vida saludable por padecer un trastorno mental.

1. Nueva prioridad
La psicóloga clínica Marina Piazza explicó que antes las prioridades en salud se definían en función de qué
problemas de salud mataban a la población o por la frecuencia de las enfermedades. Sin embargo, ahora
también existen otros indicadores como los que miden la afectación de una enfermedad en la calidad de vida
de una persona. “Existen estudios que han demostrado que las enfermedades mentales cuando se presentan
en un periodo temprano y son crónicos, es decir una vez que se establece y no se trata, pueden durar toda la
vida. Las enfermedades mentales generalmente limitan la vida de las personas, porque generan una carga
social y una limitación para la persona que dura muchísimos años”, detalló.
Los trastornos más frecuentes en los peruanos son los episodios depresivos con un promedio nacional de
7.6%, según los Estudios Epidemiológicos de Salud Mental elaborados por el Instituto Nacional de Salud
Mental ‘Honorio Delgado’. “Por ejemplo, una persona se queda deprimida a los 20 años. Esa persona
deprimida quizás no va a poder encontrar una pareja o, si es madre, sus hijos no van a tener un crecimiento
con toda su potencialidad que sería si no estuviera deprimida. Entonces, estas limitaciones que generan las
enfermedades mentales son una evidencia que ha ayudado a posicionar el tema de la necesidad de invertir
en salud mental”, señaló la especialista en salud pública e investigadora de la Universidad Cayetano Heredia.

2. Cambio de enfoque
¿Cuáles son las barreras que no han permitido a los peruanos acceder a los servicios de atención en salud
mental? Víctor Zamora, médico especialista en salud pública, dijo que los diversos estudios realizados
hallaron dos barreras para que los peruanos no tengan o posterguen su atención en salud mental. “Primero,
la atención era en centros hospitalarios. Segundo, los únicos responsables eran los siquiatras, y la cantidad
de siquiatras en el país es limitada”, indicó. “Si la necesidad era tan alta, los servicios no podían estar tan
lejos de las personas”, añadió.
Es así como la reforma de salud mental cambió de modelo: se pasó de la atención tradicional en hospitales
psiquiátricos a impulsar la implementación de centros de atención comunitarios. “Antes las personas con
alguna afección del tipo mental tenían que acudir a un establecimiento de salud muy especializado. Para
poder sacar la atención de esos establecimientos muy complejos y lejanos de la comunidad, se creó la
estrategia de los centros comunitarios de salud mental que son centros especializados y donde las personas
pueden tener el mismo servicio más cerca de su casa. Cuando se empezó esta estrategia era muy precaria
legalmente, se necesitaba de la Ley de Salud Mental. La Ley apuntala la estrategia”, detalló Zamora.
A la fecha, el Ministerio de Salud ha implementado 152 Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC) en
todo el país para brindar acceso a servicios de promoción, prevención, tratamiento, rehabilitación
psicosocial, recuperación de salud mental y protección de los derechos de las personas con problemas

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mentales y psicosociales. El Gobierno anunció la inversión de 70 millones de soles para la creación de
nuevos centros de salud mental comunitarios a nivel nacional. El médico Carlos Bromley del Minsa dijo
que al 2021 se espera ampliar la oferta de centros de salud mental comunitarios hasta 281 establecimientos.

El reglamento de la Ley de Salud Mental establece la creación del Consejo Nacional de Salud Mental
(Conasame), que tendrá como objetivo articular acciones multisectoriales e intergubernamentales, así como
proponer planes, programas y proyectos colaborativos para el cuidado la salud mental en el país. “Se ha
entendido que los problemas de salud mental son intersectoriales. […] El Consejo Nacional de Salud Mental
va a aprobar una política pública de salud mental que incluye a los sectores de Mujer, Educación, Interior,
entre otros”, dijo Bromley.

3. Diagnóstico precoz y soporte familiar


Tanto Piazza como Zamora resaltan las ventajas del cambio del modelo de atención en salud mental, en el
que es clave el diagnóstico precoz y el involucramiento de la familia. “En salud mental, cuanto antes se
interviene es mejor porque sino los problemas se vuelven fijos y son difíciles de cambiar. Por ejemplo, si
una persona tiene a los 18 años una alucinación inmediatamente se conversa con esta persona y con la
familia. Si se le hace un seguimiento a nivel de CSMC, esta persona tiene mucho mejor pronostico que si
sigue teniendo alucinaciones y recién a los 40 años se le lleva a un hospital”, dijo Piazza.
Por el lado de la familia, Zamora indica que su participación es muy importante para el tratamiento de la
persona con alguna afección mental, como la depresión. “El cuidado de la depresión no puede esperar a que
se dé en el establecimiento de salud. La depresión no se cura en el establecimiento, sino que se maneja en
el entorno familiar, cualquiera que sea la conformación de la familia: monoparental, biparental, familia
extendida, con hijos o sin hijos. Ese el modelo actualmente”, evaluó.

RPP (2020). 5 claves del cambio de enfoque en la atención de la salud mental en el Perú. Recuperado de
https://rpp.pe/peru/actualidad/salud-mental-en-el-peru-5-claves-del-cambio-de-enfoque-en-la-atencion-analisis-noticia-
1250933?ref=rpp

Fuente 5
El peso del aislamiento: la salud mental en cuidados intensivos

Desde el 16 de marzo, cuando se decretó el aislamiento obligatorio por el coronavirus, el teléfono se


convirtió en el único punto de conexión para las hermanas Cinthya (20) y Laura (22). No viven en la misma
casa, ni tienen relación con sus padres, pero ambas comparten un diagnóstico de Trastorno Límite de la
Personalidad (TLP) y depresión. La situación de Laura se agravó durante la cuarentena. Un día comenzó a
llamar con insistencia a su hermana para decirle que se quitaría la vida. Hace un mes la internaron en el
Hospital Víctor Larco Herrera, donde la estabilizaron y le dieron de alta al tercer día. En el mencionado
nosocomio le dijeron que no podían internar a su hermana por riesgo de contagio con la Covid-19, además
no había camas y la política actual del Estado es priorizar la recuperación en un contexto familiar y
comunitario. “Apenas salió ella quería buscar drogas, escaparse o herirse. Seguía mal. No soportaba estar
en casa ni cuidarse del coronavirus”, contó Cynthia a OjoPúblico. Su tratamiento debe incluir consultas
ambulatorias y terapias psicológicas continuas, pero con la orden de inmovilización social a cuestas y sin
familiares que puedan cuidarla, Cinthya inició una campaña para pedir donaciones a través de las redes
sociales. Con lo recaudado consiguió que su hermana mayor ingrese a una casa de reposo privada en las
afueras de Lima, donde le cobran S/2 mil de mensualidad y S/2.300 adicionales por medicamentos y
psicoterapia. La donación le ha permitido pagar solo el primer mes. No sabe cuánto tiempo permanecerá
allí ni cómo seguirá cubriendo este costo.
Pero si el sistema de salud peruano estaba en emergencia cuando empezó la pandemia, la atención de la
salud mental estaba en cuidados intensivos. Para Enrique Bojórquez, miembro de la Asociación Psiquiátrica
Peruana, la pandemia encontró al país con servicios de salud mental fragmentados, sin personal ni recursos.
De disponer de una inversión anual cero, el 2014; actualmente la salud mental en el país cuenta con un

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presupuesto de S/312 millones anuales, lo que apenas representa el 2% de los recursos totales que se destinan
al sector salud. “La reacción ha sido tardía e insuficiente porque no tenemos capacidad logística ni recursos
humanos suficientes. Cada centro de salud está actuando de modo independiente, y pese a que el Ministerio
de Salud (Minsa) ha dispuesto de un plan nacional en esta materia, no puede ordenar atenciones en red o
conjuntas con Essalud y el sector privado”, señala.
Desde que empezó la cuarentena las consultas externas en todos los centros de salud mental fueron
canceladas. La atención de emergencias se vio restringida por la falta de equipos de protección para el
personal médico, y de un ambiente aislado para infectados con el coronavirus; y las personas que seguían
un tratamiento tuvieron obstáculos para trasladarse y renovar sus recetas en psiquiatría.
Recién a fines de abril e inicios de mayo, la mayoría de los Centros de Salud Mental Comunitarios y los
hospitales especializados del Ministerio de Salud (Minsa) -así como los servicios complementarios del
Seguro Social Essalud- empezaron a ofrecer sesiones virtuales y telefónicas para brindar terapias. Sin
embargo, fueron iniciativas sin coordinación entre las instituciones. Por ejemplo, Essalud logró habilitar la
emisión digital de recetas para que sus usuarios puedan recoger los psicofármacos en el hospital o en boticas
con las que entablaron convenios. Y, en el Minsa, solo en el Hermilio Valdizán la oficina de Trabajo Social
dispuso la entrega domiciliaria de medicamentos a cerca de 50 personas de bajos recursos y con historias
clínicas.
Desde el 2015 el Estado cuenta con los Centros de Salud Mental Comunitarios para ofrecer atención
ambulatoria bajo el nuevo enfoque de recuperación en un entorno familiar y comunal. Esta propuesta fue
reforzada el año pasado con la nueva Ley de Salud Mental N° 30947, que elimina los internamientos sin
consentimiento y estadías prolongadas que derivan en estigmas y vulneración de sus derechos humanos. Sin
embargo, en todo el país solo hay 154 centros; uno para cada 38 mil personas.
La norma contempla que en casos de internamiento temporal por emergencias, los hospitales regulares son
los que reciben a los pacientes, pero a la fecha solo 22 establecimientos en el Perú han habilitado sus
instalaciones para este fin. Los únicos tres hospitales especializados (Larco Herrera, Honorio Delgado y el
Hermilio Valdizán) mantienen sus consultas ambulatorias, pero están desarticulados de los otros
nosocomios y de los centros comunitarios. Cada instancia atiende a sus propios usuarios.
A la falta de infraestructura se suma el poco personal especializado: en todo el país hay 1.082 médicos
psiquiatras, el 80% de ellos labora en Lima y solo 40 están capacitados para atender a niños, niñas y
adolescentes. En el caso de los psicólogos, tenemos 30 mil profesionales en el Perú, es decir, nueve
profesionales para atender a cada 100 mil habitantes.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental (INSM), hasta el año 2018 eran 4 millones 514 mil los peruanos
afiliados al SIS que presentaban algún tipo de afectación mental; a los cuales se sumaban otras dos millones
de personas inscritas en Essalud. Solo el 20% de todos ellos recibían tratamiento. Para el 2021 el Minsa
estimaba que la población con condiciones de salud mental se incrementaría en un 3,2%, pero la crisis por
el Covid-19 alteró los pronósticos.

Ojo Público (2020). El peso del aislamiento: la salud mental en cuidados intensivos. Recuperado de https://ojo-
publico.com/1987/el-peso-del-aislamiento-la-salud-mental-en-cuidados-intensivos

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