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¿Es efectiva la promoción en salud mental en Chile?

Gerald Chávez, María José Pino, Fernanda Faundez, Sebastián Caniumil y Angela Bermedo

El desarrollo de la salud mental es una temática que se ha tratado de abordar en Chile, con la
elaboración en 1993 del primer plan nacional de salud mental y psiquiatría, el cual fue
renovado el año 2001, siendo este el que nos rige hasta hoy en día. El cambio de plan surge
de la necesidad de modificar el tipo de asistencia empleada hasta ese entonces (basada
únicamente en la entrega de servicios de rehabilitación y tratamiento), puesto que demostró
no ser suficiente para alcanzar los mejores niveles de salud mental y estaba trayendo consigo
grandes costos monetarios. Es por esta razón que el nuevo plan tiene como “prioridad
programática” la incorporación de la promoción de la salud mental y la prevención de los
trastornos mentales, buscando así un abordaje desde una perspectiva integral.

De acuerdo a la Organización mundial de la salud (2016) la promoción de la salud mental


tiene relación con toda acción que cree entornos y condiciones de vida que propicien la salud
mental, faculten a las personas adoptar y mantener estilos de vida saludables, mediante la
prevención y solución de las causas primordiales de los problemas de salud. En consiguiente,
el Ministerio de Salud Gobierno de Chile (2017) declara que en Chile las acciones respecto a
la promoción de la salud van en la misma línea con lo planteado anteriormente por la OMS.

A pesar de que el Plan Nacional de Salud Mental buscó incorporar desde el 2001 la
prevención de trastornos mentales y la promoción de la salud mental, se evidencia un avance
lento en estas estrategias produciendo resultados deficientes. Hablamos de que la promoción
de la salud mental en Chile es deficiente cuando vemos diminutos progresos a través de los
19 años que han transcurrido desde el inicio de estas estrategias, siendo incapaz de lograr los
resultados esperados y dejando a la deriva varias dimensiones como la ausencia de leyes que
respalden estas estrategias, los escasos recursos y los diferentes contextos que hoy Chile
sufre, como la desigualdad. No podemos hablar de una promoción efectiva cuando las tasas
de suicidio nos demuestran un tan pobre avance, pues así el Ministerio de Salud (2017) nos
da a informar:

“Las tasas de suicidio en Chile han fluctuado de modo importante desde el año 2000,
cuando desde una tasa ajustada de 9,75 por 100.000 hab. Subió hasta 12,36 el año
2008, para descender posteriormente en forma progresiva llegando a 9,32 por 100.000
hab. El año 2014.” (Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025, 2017. p. 15)

Precisamos como grupo que la promoción de la salud mental en nuestro país no está siendo
del todo efectiva cuando nos dirigimos a las estadísticas realizadas por la Encuesta Nacional
de Salud 2016-2017, donde se puede evidenciar a través de estadísticas que el 2,2% de la
población, mayores de 18 años, ha intentado suicidarse. En Chile solemos mirar con
admiración ciertos países como Japón, que cuenta con una alta prevalencia de conducta
suicida, pero también solemos ignorar que Chile se encuentra con una mayor prevalencia de
conductas suicida que Japón y Nueva Zelanda (Errázuriz et al., 2015). Ante esto no podemos
hacer más que cuestionar la forma en la que se ha estado gestionando la salud mental de las
personas. Además de lo anteriormente mencionado, hemos de aludir a la ausencia de una ley
de salud mental que pueda amparar de forma efectiva las necesidades que hoy vemos en la
población chilena. En cuanto a los esfuerzos realizados en diversos programas en relación al
tema, no ha sido suficiente para suplir esta demanda; no existen mediciones estables de
resultados específicos en relación a estos programas que puedan demostrar que efectivamente
está dando resultados. A pesar de que el gobierno de Chile ha podido reconocer la
significación que tiene la salud mental para el bienestar general de las personas, es necesario
ir más allá de las buenas intenciones y comenzar a dar práctica de estas estrategias de manera
efectiva y buscando real solución a estos problemas independientemente de cada nivel
socioeconómico y zona del país

Del mismo modo, consideramos que la financiación de salud mental es sumamente


importante en la promoción de la misma, por lo cual como grupo estamos de acuerdo que por
esta deficiencia económica no es efectiva. Nuestro país presenta un importante déficit en el
financiamiento de la salud mental si se compara con países como Costa Rica, Uruguay,
Estados Unidos, Australia, Suecia y Nueva Zelanda. (Valdés, C., & Errázuriz, P, 2012).

El costo de salud mental es de alto presupuesto, incluso más que la salud física en algunos
casos, pero los países que invierten más en ella, disminuyen considerablemente la carga
financiera de las familias cuyos hijos presentan enfermedades mentales, contribuyendo, por
ejemplo, a que los padres puedan mantener un mejor cuidado de sus hijos. En cambio, en
Chile existe una gran diferencia en el tratamiento de las enfermedades físicas y las
enfermedades mentales.
“En el año 2012, el porcentaje del presupuesto de salud que el sector público destinó a salud
mental fue de 2,16%25, cifra que está muy debajo de 5,0% que propuso como meta el Plan
Nacional de Salud Mental y Psiquiatría para el año 2010.” (Errázuriz et al. 2015)

Chile es uno de los países que menos ingresos le dedica a la salud mental, es el que este posee
los índices más altos de enfermedades mentales, siendo el segundo país que más ha
aumentado la tasa de suicidios en los últimos 15 años. Aunque muchos de los que se dedican
al área de salud mental, se esfuercen, la insuficiencia de sustento económico hace imposible
una promoción y prevención efectiva de la salud mental. La poca inversión en la salud mental
de sus ciudadanos podría ser una de las razones que explicarían el por qué al incorporarse
nuevas patologías en el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría no se han generado
grandes cambios en cuanto al tratamiento de patologías y sus progresos.

Del mismo modo, el colegio de Psicólogos, da a conocer lo preocupante que es la poca


financiación económica que se le da a la salud mental y lo sobresaturada que se encuentra en
el ámbito público, refiriéndose a que las condiciones laborales no son óptimas, tampoco
ambientales y se encuentran reducidos de horarios (20-30 minutos por sesión) con un
promedio de espera de 48 días.

Otra de las grandes limitaciones que tiene la promoción de salud mental en Chile es la poca
interrelación que existe entre la promoción y las distintas dificultades y contextos que viven y
perciben los chilenos, un ejemplo de esto es lo que expone la Asociación Chilena de
Seguridad (ACHS), la cual indica que el 48% de las licencias médicas son por causa de
enfermedades profesionales asociadas a problemas de la salud mental, entre ellos, el estrés,
de esta forma podemos apreciar de que si bien el estrés es una de las mayores fuentes de
licencias médicas estos índices no se han reducido, y una de las razones por las cuales el
estrés laboral no se ha reducido es por las largas jornadas laborales que no han logrado ser
disminuidas de una manera favorable para las y los trabajadores, por lo que cabe señalar si
los trabajadores y trabajadoras tuvieran condiciones laborales distintas como mejores sueldos,
mayor flexibilidad en sus horarios quizás se lograrían reducir estas altas cifras de licencias
médicas ligadas al estrés laboral.

De esta manera podemos apreciar que si bien la promoción tiene un órgano regulador y que
maneja una organización de un plan de salud mental este no tiene una estrecha relación con
otras entidades como por ejemplo la de la inspección del trabajo, y mientras la promoción de
salud mental en Chile no cuente con una interacción directa y actualizada con estas diversas
entidades dicha promoción no será efectiva y no presentara resultados propicios.

Como grupo llegamos a la conclusión que la elaboración de una ley estable de salud mental
servirá para proteger los derechos y las necesidades de las personas, regulando las
deficiencias (principalmente de financiamiento) que han hecho que la promoción y la
prevención de la salud mental en Chile no sea efectiva. Creemos también que debe existir un
organismo evaluador de las acciones del PNSM, que dé cuenta de avances y deficiencias a
corto plazo para ir tomando acciones de manera inmediata, junto con realizar una nueva
evaluación de la población Chilena, con el propósito de tener una imagen general actualizada
y trabajar desde ahí en la salud mental.

14 de octubre del 2020


Referencias

Ceballos-Vásquez, P., Solorza-Aburto, J., Marín-Rosas, N., Moraga, J., Gómez-Aguilera, N.,
Segura-Arriagada, F., & Andolhe, R. (2019). Estrés percibido en trabajadores de atención
primaria. Ciencia y enfermería, 25, 0-0. Clave de Políticas Públicas, 11.

Colegio de psicólogos de Chile. (2019). Declaración pública: Día Mundial de la Salud


Mental. Recuperado de: http://colegiopsicologos.cl/2019/10/10/declaracion-publica-dia-
mundial-de-la-salud-mental/#:~:text=Chile%20gasta%20el%201%2C9,%25%20(Minsal%2C
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Errázuriz, P., Valdés, C., Vöhringer, P. A., & Calvo, E. (2015). Financiamiento de la salud
mental en Chile: una deuda pendiente. Revista médica de Chile, 143(9), 1179-1186.

Ferrari, D. (2017). Salud Mental En Chile: Análisis Y Propuestas De Política Pública Con
Enfoque En La Promoción De La Salud Mental Y La Prevención De Los Trastornos
Mentales. Universidad Técnica Federico Santa María, Departamento de Industrias. 1-146

Ministerio de Salud (2017). Encuesta Nacional de Salud 2016-2017. Recuperado de:


https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2018/01/2-Resultados-
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Ministerio de Salud (2017). Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025. Recuperado de:
https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2017/12/PDF-PLAN-NACIONAL-SALUD-
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Ministerio de Salud Gobierno de Chile (2017). Departamento de Salud Mental.

Minoletti, A., & Zaccaria, A. (2005). Plan Nacional de Salud Mental en Chile: 10 años de
experiencia. Revista Panamericana de Salud Pública, 18, 346-358.

Organización Mundial de la Salud (2016). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta.

Saavedra, Á., & von Mühlenbrock, C. (2009). Promoción de la salud mental ocupacional:
Revisión y proyecciones para Chile. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 47(4), 293-302.

Valdés, C., & Errázuriz, P. (2012). Salud mental en Chile: El pariente pobre del sistema de
salud.

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