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A partir del informe mundial sobre salud mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (1)

reconoce que aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno
mental, entre los más comunes se encuentra el trastorno de ansiedad y el trastorno depresivo,
este último afectando aproximadamente a 350 millones de personas en el mundo; en América
Latina lo sufre el 5% de la población adulta, sin embargo, un alto porcentaje no reciben el
tratamiento adecuado. (2)

El suicidio como problema de salud pública presenta una relevancia en la población, ya que no
solo afecta al individuo sino también a sus familias generando un gran impacto psicológico,
ocasionando pensamientos distorsionados, como la construcción de historias relacionadas con la
muerte del suicida alejadas de la realidad, así como la no elaboración de los duelos produce
desestructuración familiar. (3)

Así mismo la esquizofrenia afecta a uno de cada 200 adultos siendo su estado agudo la principal
preocupación debido a que las personas que la padecen, en promedio tienen una esperanza de
vida entre 10 y 20 años menor que la población en general. (1)

Entre otras afectaciones en salud mental, en América Latina, la distimia se encuentra presente en
el 1.7% de la población, mientras que los trastornos obsesivos en el 1.4%, los trastornos del estado
de pánico 1% y el trastorno bipolar el 0,8%, sin embargo, el 76,5% de los países de América Latina
cuentan con un plan nacional de salud mental. (2)

Las descripciones anteriores ilustran la magnitud de los problemas de salud mental, su impacto en
los niveles familiar, social y comunitario, así como de la necesidad de no solo abordarla desde una
perspectiva individual, si no desde una problemática centralizada en reconocer los componentes
sociales que intervienen en su prevalencia.

Desde un punto de vista económico, los trastornos de salud mental generan grandes
consecuencias económicas debido a la perdida de los años de vida productiva; se estima que solo
en el año 2015 el trastorno depresivo represento más de 50 millones de años vividos con
discapacidad a escala mundial. (4) Estas afectaciones llevan al individuo y a las familias a la
pobreza obstaculizando el crecimiento económico a nivel nacional. Estudios recientes estiman que
las pérdidas económicas a nivel mundial causada por los trastornos mentales ascenderán a US$16
billones en los próximos veinte años. (5)

Según datos de la OMS los países solo dedican el 2% de su presupuesto en salud a la salud mental,
mientras que en países con ingresos medianos el 70% de los gastos en salud mental se destina a
los hospitales psiquiátricos (1), por ejemplo, en el caso de América Latina y el Caribe el
presupuesto dedicado a la salud mental es insuficiente respecto al porcentaje de carga general de
las enfermedades, lo que limita la puesta en marcha de nuevos modelos alternativos en materia
de salud mental comunitaria. (6).

A pesar de estos altos costos para la sociedad, los sistemas de salud mental en el mundo
presentan deficiencias importantes ya sea por el modo de gobierno, recursos, prioridades, etc. (1)
Se deben buscar estrategias para una implementación eficaz de las políticas en salud mental,
teniendo en cuenta el presupuesto nacional para el cumplimiento de los objetivos estratégicos. (7)
Dicho lo anterior, la participación ciudadana en materias de formulación de políticas de salud
mental fomenta el desarrollo social y la acción colectiva comunitaria, permitiendo que se
reconozcan sus necesidades, así como su postura dentro de las decisiones de interés político. (8)

En Brasil, existe una cohesión de los postulados de la Constitución Nacional y las leyes que
organizan la gestión del Sistema Único de Salud dentro de la Agenda de Gobierno, apoyando la
participación ciudadana en la formulación de acciones publicas creando mecanismos
institucionales para asegurar dicha participación. (9)

En materia de accesibilidad a los recursos de salud mental por parte de la población, también
presenta deficiencias considerables entre lo más comunes es la mala calidad de los servicios, la
estigmatización y el desconocimiento de salud mental. (1) En Colombia, la incapacidad de acceder
a los servicios de salud mental en zonas rurales es debido a la insuficiencia de profesionales en
esta área, puesto que su mayor concentración se encuentra en las grandes ciudades. Servicios
como los grupos de apoyo, terapia ocupacional, entre otras, también son de difícil acceso debido a
que no son prestados por las instituciones de salud, pese a que en la Ley 1616 de Salud Mental
esto se constituye como un derecho. Las barreras para el acceso a los programas de salud mental
son mayores en las zonas rurales. (10)

Es clara la falta de centros especializados, profesionales capacitados en el área de la salud mental


e infraestructura y recursos económicos en clínicas y centros psiquiátricos, (10) el innumerable
déficit económico en el servicio de salud no permite que se brinde una atención adecuada a los
pacientes con enfermedades de alta complejidad.

Por otra parte, en la pasada Resolución 2358 de 1998 donde se enfatiza en la adopción de la
Política Nacional en Salud Mental, estableciendo metas a corto, mediano y largo plazo, (11)
proponiendo que la totalidad de los afiliados tendrán acceso a la atención en salud mental, así
como la disminución en hospitalización por problemas de salud mental, (12) como también se
abran concretado todas las acciones de concertación intersectorial para ejecutar actividades en
materia de salud mental, se destinara un alto presupuesto nacional al desarrollo de actividades de
salud mental y se realizara una evaluación de la política. (11) Sin embargo, esta resolución es
derogada por la Resolución 4886 de 2018 que se encuentra actualmente vigente, cuyo principios
son reconocer a la salud mental como como un derecho fundamental en la salud, integralidad en
el abordaje intercultural de la salud, implicación de la participación social en decisiones que
afecten a la comunidad y una política pública basada en evidencia, cuyos objetivos se enmarcan en
la promoción de la salud mental garantizando el derecho a la salud a todos los ciudadanos para
lograr la reducción de riesgos asociados a los trastornos mentales. Esta resolución enfatiza en los
ejes que orientan acciones sectoriales e intersectoriales garantizando el ejercicio pleno de la salud
mental. Los cuales son la promoción de la convivencia y la salud mental en los entornos,
prevención y atención integral de los problemas de salud mental individuales y colectivos, así
como los trastornos mentales y epilepsia, rehabilitación integral e inclusión social y la gestión,
articulación y coordinación sectorial e intersectorial. Así mismo, esta resolución implementa el
monitoreo, evaluación y seguimiento de la Política Nacional de Salud Mental, donde se establecen
metas del Plan Decenal de Salud Pública, en los periodos comprendidos entre 2012 y 2021; se
plantea que hasta 2021 todos los municipios y departamentos del territorio nacional adopten la
política de salud mental, de acuerdo a los estatutos definidos por el Ministerio de Salud y
Protección Social, así como, aumentar el nivel de resiliencia en la población y aumentar la
frecuencia de uso de servicios en salud mental. (13) En el Sistema de Monitoreo y Evaluación del
Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021, se establece como última fecha de corte el año 2022
para la evaluación del cumplimiento entre los años 2020-2021, por lo tanto, el respectivo informe
oficial no ha sido publicado y no se obtienen datos actualizados. (14)

Si bien los determinantes sociales impactan significativamente en la salud mental de los individuos
permitiendo aumentar o disminuir el riesgo de padecer una enfermedad mental, la pobreza, la
desigualdad, la exclusión social, la cultura, la discriminación, identidad de género, la educación, la
posición social (factores psicosociales, factores conductuales, factores biológicos), son factores
que se deben abordar desde las normas sociales como los derechos humanos, así como desde la
misma comunidad.

La solución a las problemáticas de SM es responsabilidad del estado, ya que es el encargado de


generar una buena coordinación con las redes prestadoras de servicio, así como la articulación con
la comunidad en general, permitiendo la participación comunitaria del enfermo mental, puesto
que los factores sociales y culturales inciden en la percepción de salud y bienestar.

El papel que juega la sociedad y la comunidad en general puede resultar contraproducente, es


decir, puede convertirse en factores de riesgo o en factores protectores, esto dependiendo de la
interacción que se tenga con la misma y la capacidad de la sociedad y la comunidad que lo
integran en acoger a los individuos que presentan un trastorno mental.
Una investigación realizada por García en 2004 (15) donde emplea dos casos, sin embargo, nos
enfatizaremos en el caso de Julia, que podemos escoger como ejemplo de la relación no solo de la
comunidad si no de la familia y los programas de salud mental en los problemas de salud mental.

“Julia, una paciente de 49 años diagnosticada con esquizofrenia paranoide, la cual presentaba
dificultades en el proceso de rehabilitación, la dificultad principal era la contención que la
familia estaba ofreciendo por lo tanto puede producirse un retroceso en significativo en la
paciente, se ingresó a la paciente a la red residencial de forma temporal con el objetivo de
recibir apoyo y que la familia obtuviera un descanso, pasado dos meses, los objetivos se
cumplieron, facilitar el descanso de la familia supuso que estuviera más predispuesta a
apoyar y a seguir las indicaciones propuestas desde el recurso de rehabilitación”. (p283).

De este caso podemos concluir dos cosas, la primera es la importancia y la relevancia del apoyo
familiar y social, derivando de una relación recíproca, es decir, entre mayor es el soporte del
vínculo social así va a hacer el estado de bienestar y la evolución del paciente y viceversa. Lo
segundo es la interdisciplinariedad de la salud mental, entendiéndose como un trabajo colectivo
entre profesionales empleando propuestas y desarrollando técnicas que aborden la SM fuera del
foco de enfermedad y más enfocado hacia el bienestar y la colectividad.

Dentro de la atención primaria, la SC se deriva del enfoque biopsicosocial que va desde la atención
individual hasta la colectiva, permitiendo por lo que en décadas se ha venido trabajando que es en
la descentralización de la visión de la SM fuera de los hospitales psiquiátricos, dejando de lado la
noción del manicomio y del enfermo loco.

En un intento por solucionar dicho problema y darle una primera definición a lo que es la salud,
desde sus inicios la OMS proclamó que debe ser una declaración de intenciones progresista
vinculando a la salud junto con el bienestar físico, psíquico y social. Es desde entonces, donde
parte de las mejoras en la calidad de vida depende de la atención en salud dentro del proyecto de
la sociedad. (16) En este sentido se reconoce la responsabilidad del estado colombiano como
garante de la salud mental, señalando en la ley 1616 el ejercicio pleno del derecho a la salud
mental a la población colombiana priorizando a los niños, niñas y adolescente, de tal modo que
define la salud mental como un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del
comportamiento y la interacción. (17)

Es por esta razón que los organismos sociales de salud optaron por activar el Plan de Acción
Integral de la OMS sobre Salud Mental 2013-2020-2030, con los objetivos de fortalecer el
liderazgo, así como, la prestación de servicios de atención social y de salud mental integral,
implementar estrategias en la promoción y prevención de salud mental y fortalecer la
investigación en esta. Permitiendo establecer metas globales para el cumplimiento eficaz de cada
uno de los objetivos. (18)
De igual modo, se incluye el Informe Mundial sobre la Salud Mental, con el objetivo de
fundamentar una mejor salud mental para todos, Devora Kestel, directora del departamento de
Salud Mental y Consumo de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud afirma que este
informe aboga por una transformación de la salud mental, demostrando que es posible explorar
las diversas opciones profundizando en la importancia que se le atribuye a la salud mental. (1)

En este sentido, los diferentes países han implementado sus propias políticas y leyes de salud
mental, en el caso de España se encuentra vigente la Ley 14/1986 del 25 de abril, general de
sanidad, mediante esta ley supone el cierre de las instituciones psiquiátricas, sin embargo, fue
modificada el 06 de diciembre del 2018, dándole una visión de integridad y social al enfermo
mental. El sistema de Seguridad Social estaba financiado por los trabajadores y empresarios, pero
gracias a esta ley, paso a financiarse directamente con el presupuesto General del Estado. (19)

En Colombia, se encuentra vigente la ley 1616 del 21 de enero del 2013, “Por medio de la cual se
expide la Ley de Salud Mental y se dictan otras disposiciones”, cuyo objeto es garantizar el
ejercicio pleno del Derecho a la Salud Mental a la población colombiana, priorizando a los niños,
las niñas y adolescentes, mediante la promoción de la salud y la prevención del trastorno mental,
la Atención Integral e Integrada en Salud Mental en el ámbito del Sistema General de Seguridad
Social en Salud. (17)

A pesar que estas políticas están vigentes, Colombia no tiene Centros de Atención en Salud Mental
Comunitaria, como si cuentan países como Perú, Chile y Argentina, debido a que los esfuerzos solo
se centran en la generación de planes de promoción y prevención de la salud mental por medio de
las IPS, estas instituciones cuentan con un funcionamiento deficiente y en ocasiones no llega a
cubrir toda la población; en cambio, no se centran en la creación de unidades donde se evalúe,
diagnostique, rehabilite y se realice una integración social del enfermo mental.

Es importante que quede explícito que frente a esta realidad surgen acciones de base comunitaria,
acciones orientadas desde la atención primaria, acciones de organizaciones no gubernamentales
que se orientan a problemas prioritarios en los que se identifican factores de riesgo que pueden
ser abordados desde intervenciones colectivas, que de manera genérica han sido denominadas
acciones en salud mental comunitaria.

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