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El ciclo de Brayton supone nuevamente un intento de adaptar el ciclo de Carnot para poder
llevarlo a efecto. No obstante, es sustancialmente distinto al ciclo de Rankine, por los siguientes
motivos:
Es un ciclo de combustión interna, es decir, el aporte de calor al ciclo se realiza en el seno del
propio fluido de potencia, en lugar de hacerlo de forma indirecta usando un fluido caloportador.
Esto tiene como consecuencia fundamental que las máquinas necesarias para efectuar este ciclo
son muy pequeñas y compactas, lo cual es determinante para la principal aplicación de este ciclo.
Es un ciclo abierto, es decir, el fluido de potencia no circula en circuito cerrado, como pasaba en
el ciclo de Rankine, sino que entra al ciclo, se somete a los procesos asociados al mismo, y se
expulsa al ambiente. Habrá quien diga “¿Y si es abierto lo podemos llamar ciclo?” Pues
estrictamente no, pero un poco más adelante veremos como el ciclo puede considerarse
“termodinámicamente cerrado” por una idea feliz que, dicho sea de paso, es muy natural y lógica.
Dicho esto, veamos cómo se adapta el ciclo de Carnot a este caso particular:
1.- La compresión y expansión del fluido se realizará de la forma más isentrópica posible, no
obstante, como ya veíamos al hablar del ciclo de Rankine, nunca alcanzaremos la perfección
absoluta.
1.- El fluido, más específicamente aire, se toma del ambiente y accede al compresor, donde se
eleva su presión consumiendo para ello trabajo mecánico.
2.- Al salir del compresor, el aire entra en la cámara de combustión, donde se le añade el
combustible que posteriormente se inflama, elevando su temperatura. Este es el aporte de calor
al ciclo
3.- Posteriormente el fluido, que ahora es una mezcla de aire y gases de combustión, entra en la
turbina, donde se expande hasta la presión ambiente produciendo trabajo. Al salir de la
turbina, los gases se ceden al ambiente.
Y ahora viene el artificio que nos permite hablar del ciclo Brayton como “ciclo”. Dado que el
aire que entra al compresor se toma del ambiente, y que los gases que salen de la turbina se
expulsan al ambiente, podemos cerrar el ciclo de forma virtual en el ambiente. Por tanto, del
punto 4 al 1 lo que existe es una cesión de calor (puesto que el aire sale de la turbina bastante
caliente) a presión constante (la del ambiente). Como vemos, lo único que debemos asumir es
que la última máquina constitutiva del ciclo es el ambiente en el que este funciona, lo cual es
totalmente lícito, ya que en termodinámica se entienden por máquinas “todos aquellos
dispositivos en los cuales se lleva a cabo una transferencia o transformación de energía”.
En este caso, la máquina se divide en un generador de gas (compuesto por compresor, cámara
de combustión y turbina de alta presión) y una turbina de potencia. La turbina de alta está
diseñada para producir la potencia justa y necesaria para mover el compresor, acoplándose la
turbina de potencia al alternador.
¿Y cuál de los esquemas es el mejor? Pues, como siempre, depende de la aplicación. La turbina
de gas de eje simple tiene es de constitución muy sencilla, y la de doble eje normalmente puede
responder de forma más rápida. La decisión entre una u otra depende sobre todo del
porcentaje de potencia que absorberá el compresor.
Además de estos montajes, existen ya turbinas de gas a tres ejes, usadas fundamentalmente
cuando existen múltiples compresores, no obstante, aun no están completamente introducidas
en el mercado. Esto es así porque, en ingeniería existen dos factores fundamentales a la hora de
poner en juego el dinero: Por una parte está la innovación, lo cual es indiscutible; pero también
es muy importante el background de las propuestas. Esto lo veremos con un ejemplo:
imaginemos que tenemos que construir una central basada en turbinas de gas, que funcionará
durante al menos 20 años, y nos proponen dos soluciones, una de las cuales es muy innovadora
pero lleva sólo dos años en el mercado, y otra, menos innovadora, pero que lleva ya diez años.
Seguramente nos decantaríamos por la segunda, ya que pese a ser menos puntera, nos da la
seguridad de que al menos durante la mitad de la vida útil de nuestra central no está previsto
que nos dé grandes problemas. La primera opción, pese a ser muy novedosa, no nos garantiza
nada en cuanto a fiabilidad tras un servicio prolongado. Por supuesto la realidad es más
compleja y la investigación y la innovación es necesaria (ahora más que nunca), pero nunca
podemos perder de vista el sentido “bruto” de la ingeniería: Necesitamos innovación y mejoras,
pero también fiabilidad y robustez.
MODIFICANDO EL CICLO
Examinaremos ahora, como hicimos en el caso del ciclo de Rankine, las principales
modificaciones del ciclo de Brayton: Los ciclos compuestos y los ciclos regenerativos.
Regeneración
Ciclos compuestos
Los ciclos compuestos surgen como intento de sustituir las compresiones y las expansiones
isentrópicas por procesos isotermos. Su fundamento es que, en un ciclo con aporte y cesión de
calor a presión constante, tales procesos isotermos hacen que el rendimiento iguale al de
Carnot. A este ciclo se le denomina ciclo de Ericsson. En la siguiente figura he remarcado la
diferencia obtenida al comprimir/expandir de forma isoterma:
Este ciclo es irrealizable en la práctica, ya que para lograr que esos procesos sean isotermos
sería necesario construir un compresor y una turbina, pero necesitarían añadir una superficie
inmensa para que la temperatura no cambiara a medida que el gas se comprima o se expanda.
Dicha necesidad es incompatible con la estructura de las turbomáquinas. En cambio, lo que
podría hacerse sería lo siguiente. Para ser más claros nos centraremos en la compresión:
Imaginemos que realizamos una compresión (1→2), y posteriormente enfriamos el aire
comprimido (2→3); luego, sometemos este aire comprimido a una nueva compresión (3→4).
En un diagrama T-S obtenemos algo parecido a esto:
Vemos como al haber enfriado el aire, su entropía ha disminuido (puesto que, según el criterio
de signos adoptado, el frío es calor con un signo – delante). Ahora imaginemos que hacemos
esto infinitas veces. En ese caso, habremos conseguido una compresión isoterma. Todo lo dicho
es válido para la expansión en la turbina (con la salvedad de que sustituimos el enfriamiento
por un otra cámara de combustión en la que añadir calor de nuevo), de modo que para obtener
parcialmente las mejoras del ciclo de Ericsson lo que hacemos es incluir compresiones o
expansiones escalonadas.
Estas son las modificaciones básicas que se realizan a las turbinas de gas. No obstante, como se
ha visto, suelen ser modificaciones bastante aparatosas y que penalizan mucho la potencia
específica de estas máquinas. Por tanto, el avance en las turbinas de gas se ha orientado a otro
camino: En lugar de mejorar el motor en su conjunto, se mejoran las partes integrantes de las
máquinas constitutivas de modo que se pueda aprovechar la sinergía que las conecta para
obtener un beneficio significativo sobre todo el conjunto. Mencionaremos, por su importancia,
uno de estos avances: La capacidad de resistir altas temperaturas de los álabes de las primeras
coronas de la turbina.
Elevar la temperatura de entrada a la turbina tiene un precio: Los materiales de los álabes
deben resistir esa temperatura sin fundirse, deformarse o cosas peores (como el fenómeno
conocido como creep: la deformación sostenida que sufren los metales al someterse a altas
temperaturas durante largos intervalos de tiempo y que hace que se comporten como la
plastilina). Para soportar esas temperaturas se desarrollaron grandes innovaciones, de las
cuales comentaremos las más significativas:
Refrigeración de álabes: Consiste en tallar en el interior de los álabes una serie de orificios y
canales que permitan dirigir por ellos aire extraído de etapas intermedias del compresor. Al hacer
circular este aire por el interior de los álabes se consigue una transferencia de calor que evita que
el material de los mismos se sobrecaliente, con lo cual se evita el daño por temperaturas elevadas.
Protección cerámica de los álabes: Consiste en recubrir los álabes con una capa cerámica que
reciba el impacto térmico, de modo que funcione como aislante, para reducir el daño sobre el
metal. Esta capa cerámica naturalmente se va desgastando, lo cual hace que tras un número de
horas garantizado por el fabricante, los álabes deban sustituirse por otros nuevos.
Aleaciones resistentes a las altas temperaturas: En la fabricación de los álabes se emplean
materiales especialmente diseñados para resistir el calor. Se crea una aleación constituida por
metales que, en conjunto, ofrezcan un buen comportamiento ante estas solicitaciones,
sometiéndose posteriormente a tratamientos térmicos que aumenten aun más su fiabilidad.
Uso de álabes monocristalinos: Se trata de hacer que las piezas posean en su estructura interna
un único cristal, me explico. Al solidificar un metal fundido este no lo hace de forma uniforme,
sino que la solidificación comienza en distintos puntos del metal, creándose una típica matriz de
granos, como os muestro (en concreto este es un acero hipereutectoide):
Pues bien, si se controla muy bien el proceso de enfriamiento del metal fundido, y este se
realiza de una forma especial en unos moldes destinados a tal efecto, se consiguen materiales
monocristalinos, es decir, el patrón de granos desaparece, con lo que el material adquiere una
altísima resistencia y un gran comportamiento frente a la fatiga, las solicitaciones térmicas, etc.
Combinando todas estas técnicas se consiguen álabes ultrarresistentes frente a prácticamente
todo lo que los pueda dañar, claro que el precio aumenta en la misma proporción, no siendo
extraño que se encuentren álabes cuyo coste asciende a 20000 $ por unidad. Estos procesos
además necesitan mucho trabajo (de investigación y de aplicación de la investigación) para su
desarrollo, por lo cual no extraña que las empresas guarden tan celosamente el alcance
obtenido.
1 Enunciado
Un ciclo Brayton (o Joule) ideal modela el comportamiento de una
turbina, como las empleadas en las aeronaves. Este ciclo está formado
por cuatro pasos reversibles, segú n se indica en la figura. Pruebe que el
rendimiento de este ciclo viene dado por la expresió n
Admisión
El aire frío y a presió n atmosférica entra por la boca de la turbina
Compresor
El aire es comprimido y dirigido hacia la cá mara de combustió n
mediante un compresor (movido por la turbina). Puesto que esta
fase es muy rá pida, se modela mediante una compresió n
adiabá tica A→B.
Cámara de combustión
En la cá mara, el aire es calentado por la combustió n del
queroseno. Puesto que la cá mara está abierta el aire puede
expandirse, por lo que el calentamiento se modela como un
proceso isó baro B→C.
Turbina
El aire caliente pasa por la turbina, a la cual mueve. En este paso
el aire se expande y se enfría rá pidamente, lo que se describe
mediante una expansió n adiabá tica C →D.
Escape
Por ú ltimo, el aire enfriado (pero a una temperatura mayor que la
inicial) sale al exterior. Técnicamente, este es un ciclo abierto ya
que el aire que escapa no es el mismo que entra por la boca de la
turbina, pero dado que sí entra en la misma cantidad y a la misma
presió n, se hace la aproximació n de suponer una recirculación. En
este modelo el aire de salida simplemente cede calor al ambiente
y vuelve a entrar por la boca ya frío. En el diagrama PV esto
corresponde a un enfriamiento a presió n constante D→A.
3.3 Rendimiento
El rendimiento (o eficiencia) de una má quina térmica se define, en
general como “lo que sacamos dividido por lo que nos cuesta”. En este
caso, lo que sacamos es el trabajo neto ú til, | W | . Lo que nos cuesta es
el calor Qc, que introducimos en la combustió n. No podemos restarle el
calor | Qf | ya que ese calor se cede al ambiente y no es reutilizado (lo
que violaría el enunciado de Kelvin-Planck). Por tanto
y que A→B y C→D son adiabá ticos, por lo que cumplen la ley de Poisson
(suponiéndolos reversibles)
6 Caso práctico
Esto quiere decir que má s de la mitad del calor que entra en el ciclo
ideal es disipada al exterior y solo un 45% es aprovechado como
trabajo. En una turbina real la eficiencia es aun má s baja.
6.2 Temperaturas
La temperatura a la salida del compresor, TB, puede calcularse
empleando la ley de Poisson
7 Motores de reacción
El ciclo Brayton descrito aquí sirve para modelar el comportamiento de
un motor de turbina que mueve una hélice, pero no para un motor a
reacció n.
La diferencia es que:
En un avió n de hélice interesa obtener el máximo trabajo neto
que puede dar la turbina, para mover la hélice.
En el motor a reacció n, en cambio, interesa obtener el mínimo,
que es el que mantiene en marcha el compresor (y resto de
sistemas de la aeronave). El resto de la energía interna
aprovechable no se extrae del gas, sino que se mantiene en él, en
forma de energía cinética. La cantidad de movimiento que se llevan
los gases expulsados es lo que impulsa al avió n hacia adelante, de
acuerdo con la tercera ley de Newton.