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Pontificia Universidad Javeriana

Antropología Jurídica

Ana María Castañeda

Marzo 18 de 2020

El caso del pueblo Kurdo en el Medio Oriente

Los Kurdos son un grupo étnico de aproximadamente 40 millones de personas repartidas

entre Turquía, Irán, Irak y Siria. Son un pueblo de cultura ancestral de origen indoeuropeo

que están asentados entre estos países desde 2500 a.C. y que además comparten una lengua

y tradiciones propias. Kurdistán es el nombre que se le ha dado al territorio que habita esta

población, el cual ha estado intervenido por diferentes manifestaciones de poder al ser una

región de gran interés geopolítico. El territorio es un eje de conexión desde Asia Sur

Occidental hacia el Mediterráneo y Europa Central por lo cual es un nodo de comunicación

muy importante que está en el

radar de los grandes

inversionistas para la

construcción de infraestructura

que mejorarían significativamente

las rutas comerciales. Es rico en

recursos minerales, fosfatos,

cobre, hierro… Y, lo más importante, es una de las mayores reservas petrolíferas de la

región. Turquía y Siria extraen el 100% de sus reservas de petróleo, mientras que Irak

extrae un 40%, e Irán un 10% (Schmite, 2003).


Por estas y otras razones los kurdos han sido históricamente víctimas de persecución,

rechazo, violencia y guerras. La migración forzada a zonas urbanas ha sido uno de los

fenómenos que evidencian los deseos de unos terceros de intervenir en el espacio e impedir

los objetivos territoriales del pueblo. Los Kurdos llevan un largo e histórico proceso de

lucha por la construcción de un Estado propio y legítimo dentro del territorio que han

habitado desde sus ancestros, por lo cual son considerados como una población sin Estado

o por fuera del Estado.

Desde la Primera Guerra Mundial en adelante Kurdistán sufrió varios periodos de guerra y

violencia. Durante la guerra, Turquía ordenó un plan de exterminio de las minorías étnicas,

los kurdos y los armenios, quienes fueron perseguidos y asesinados. La fuerte ola de

violencia generó un proceso de fragmentación entre los kurdos con la formación de

movimientos separatistas que se levantaron en armas. En 1930 en el Tratado de Sérves se

reconoció finalmente la identidad kurda y se planteó la creación de un Estado kurdo

independiente al sureste de lo que hoy en día es Turquía. Esto, evidentemente, jamás se

cumplió e incluso tres años más tarde en el Tratado de Lusana el territorio Kurdo quedó

dividido en Turquía, Irak, Irán, Siria y la ex URSS. Durante la Segunda Guerra Mundial se

proclamó la República Kurda, pero tuvo una corta vida pues, después de retirarse los rusos

del norte de Irán, los kurdos fueron nuevamente perseguidos y la república fue disuelta.

Terminada la guerra, el pueblo continúan con la lucha por sus reivindicaciones y coinciden

con los turcos quienes también se embarcan en una ‘guerra santa’ para defender el territorio

de los no creyentes. Esto desarrolló un sentimiento nacionalista turco en su lucha por una

nación que integraba única y especialmente a los kurdos puros. Inevitablemente esto

produjo una división en la población (Schmite, 2003, pg. 77). En primer lugar, hubo una

‘turquificación’ de los kurdos que finalmente resultó en el intento de erradicación de la


cultura kurda por medio de la prohibición del idioma y de la circulación de publicaciones

kurdas, además de una fuerte represión militar (violencia contra aldeas, asesinato de líderes

kurdos, reclutamiento forzado). Por otro lado, en otra parte de la población, se dio el

fortalecimiento de la lucha por la identidad nacional, la lengua y la cultura kurda, lucha que

estuvo principalmente en manos de los kemalies: la rama guerrera de los kurdos.

A partir de 1960 se pudo evidenciar el surgimiento de un nuevo movimiento kurdo que

tomaba la forma de nacionalismos modernos. Movimientos independistas se organizaron en

partidos políticos con el objetivo de lograr la creación del Estado de Kurdistán o conseguir

la autonomía del territorio dentro de una unidad estatal.

El pueblo Kurdo ha sido víctima de un etnocidio producto de los intereses económicos por

las riquezas del subsuelo del territorio. Desde 1925, con la instauración de la Irak Petrolium

Company, los kurdos han sido manipulados y exiliados de su zona de origen para garantizar

la explotación de petróleo y gas con la participación de grandes potencias como Estados

Unidos, Gran Bretaña y Francia. Dado que los kurdos tienen como objetivo establecer un

gobierno independiente en su propio territorio, el gobierno de Turquía ha adoptado medidas

extremas de represión e incluso ha propiciado una lucha armada con el fin de despoblar la

región en cuestión. La toma de tierras, los ataques armados a la población y la destrucción

de casa y aldeas kurdas han resultado en la progresiva emigración de áreas rurales en el

territorio de Kurdistán, a ciudades turcas y de otros países de Europa (Alemania, Italia,

Francia, Suecia, entre otros).

A pesar de la violenta represión, la lucha continúa y es constante (aunque no homogénea).

Como menciona Graeber (2004), las sociedades que tienen pretensiones de autogobierno

tienen conflictos de orden ético y tienen que ver con las diferentes formas de asumir el

modo de oponerse a diversas manifestaciones de dominación. Los kurdos se han


organizado (y fragmentado) en partidos y organizaciones que han adoptado estrategias

tanto políticas como militares por la reivindicación de sus derechos como pueblo. Está, por

ejemplo, el partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) que pertenece a la izquierda

revolucionaria y se ha organizado por medio de guerrillas, pero respetando tradiciones

culturales y religiosas kurdas. Ellos exigen el Estado Federal compuesto por kurdos y

turcos. Por otro lado, está el Parlamento Kurdo desde la Haya que está compuesto por

miembros del Frente de Liberación Nacional de Kurdistán (FLNK) y miembros del

Movimiento Islámico no Fundamentalista (HADEP). El objetivo del Parlamento, que es la

única representación internacional del pueblo kurdo, es el cese de fuego en Turquía y la

negociación política del conflicto.

La armonía dentro del pueblo kurdo ha sido perturbada por la magnitud de los conflictos a

los que han sido sometidos, por lo cual en lo que llamamos Kurdistán Iraquí se dio una

guerra civil entre la Unión Patriótica de Kurdistán (PUK) y el Partido Democrático de

Kurdistán (KDP). Esta guerra civil culminó en la división de la administración del territorio

en dos: el noreste donde se asentaba la PUK y el sureste donde se asentaba el KDP.

Aunque los kurdos son una evidente muestra de resistencia y lucha por su autonomía, los

Estados en cuestión (Turquía, Siria, Irán, Irak y demás países con intereses de por medio)

se han aliado para evitar la división o sucesión de este territorio. Por eso los conflictos

armados y la inestabilidad han sido una constante en la historia kurda, y aunque la

existencia del pueblo kurdo ya sea reconocida por algunos Estados, la violencia y las

políticas represivas no han cesado. Actualmente el pueblo kurdo está cada vez más disperso

y están sufriendo un proceso de desterritorialización. La lucha se transforma, y aunque aún

conservan su identidad, el deseo original de conformar su propio Estado cada vez se ve más

lejano.
El proyecto de la formación del Estado de Kurdistán, aunque sumamente complejo y

atravesado por intereses ajenos, ha tenido momentos en los que toma forma de lo que

Graber llamaría contrapoder (Graeber, 2004). Algunas ramas del pueblo kurdo en su lucha

por la autonomía se han organizado en oposición al Estado (o los Estados) y al capitalismo.

Buscan oponerse a la forma de poder dominante pues son ellos las víctimas principales de

los objetivos de los Estados e incluso de formas de poder más grandes como Estados

Unidos y su interés por el petróleo y la explotación del subsuelo del terreno, y de las

relaciones conflictivas entre los Estados con los cuales comparte territorio. Las guerrillas se

han alzado en armas con el fin de resistir de forma ‘justa’ a las violencias a las cuales han

estado sometidos históricamente e incluso tienen formas muy propias de organizarse ya

que, por ejemplo, el ejército permite la presencia de mujeres en batalla y (en teoría) dice

coincidir con la lucha feminista ya que sin esta la revolución es imposible*.

La etnicidad y el nacionalismo han sido conceptos claves y repetidos en la lectura del

proyecto de autonomía del pueblo kurdo. En este punto (y desafortunadamente) es muy

difícil entender la esencia y las pretensiones originales en cuanto al proyecto de formación

de Estado y autonomía de los kurdos pues, como ya ha quedado claro a lo largo del texto, la

lucha ha quedado en el medio de otro tipo de ‘luchas’ más globales, relacionadas con el

capital y el poder.
Bibliografía:

Graeber, David. 2004. Fragmentos de antropología anarquista. Chicago: Prickly

Paradigm Press.

Shmite, S. M. (2003). Complejas relaciones de poder sobre el espacio. El caso del pueblo

kurdo. Anuario de La Facultad de Ciencias Humanas, 5(5), 73–81.

*Esto lo leí en un panfleto que un conocido consiguió en Chiapas, México en la zona

zapatista. Ya no tengo acceso a él, pero lo recuerdo.

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