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LA FICCIÓN DEMOCRÁTICA

Andrés L. Mateo
20 septiembre, 2019

¿En qué consiste esa censura que permea toda la sociedad dominicana y que nunca osa
decir su nombre? ¿Cuál es esa fosa que se abre cada vez más entre el bienestar de unos
pocos y la desgracia de muchos? ¿Quién infla y desinfla la esperanza en este país? ¿No
es eso lo que hemos vivido desde el ajusticiamiento de Trujillo hasta nuestros días?
El nombre de todo eso dialécticamente expresado en la atormentada historia nacional, es
“ficción democrática”. Y la tiranía, el despotismo, se ocultan bajo esa ficción
democrática. Yo te ofrezco la libertad, el bienestar, la justicia social, todo lo que tu alma
anhela; pero las cosas siguen siendo igual porque la política entre nosotros es la
habilidad de maniobrar las apariencias. Uno se cansa de ver los mismos mentirosos, los
mismos farsantes, los mismos cínicos, los mismos ladrones, los mismos “jueces”
prevaricadores, los mismos “iluminados” que llegan disfrazados de “sangre nueva” y
terminan siendo la misma vaina. Esta es la triste contabilidad de la mentira de un país
desvencijado por sus “dirigentes”. Y uno no puede abandonarse a la sumisión ciega y
frustrada.
En las campañas electorales solemos encontrarnos cara a cara con nuestras desnudeces,
y hay algo que crece en el silencio de observar callados a tantos turpenes que se roban el
patrimonio público sin que la justicia centelleante de los hombres y las mujeres les
alcance la solapa del saco mal habido. Y tienen la cachaza de abusar de la miseria
material y de la ignorancia del pueblo llano, y proclamarse “redentores”, y definirse
como “el destino de todos”, y ser portaestandarte de la continuidad de un régimen que
deja una estela pestilente de saqueo de los bienes públicos y debilitamiento institucional.
La ficción democrática arroja al ciudadano sobre el ejercicio del voto haciéndole creer
que él es el dueño de su propia libertad. Pero nadie es libre en una sociedad como la
nuestra. Gonzalo Castillo se puede disfrazar de “sangre nueva”, pero es una morcilla, y
la morcilla no permite el flujo sanguíneo. Es un ser coagulado en el disfrute del lujo y la
riqueza, y únicamente reproducirá el esquema de corrupción que ha caracterizado a los
gobiernos de Danilo Medina. Leonel Fernández puede invisibilizar su pasado, porque ha
estado expuesto tanto tiempo a su propia palabra que se ha endurecido y ya no escucha a
los demás.
En la ficción democrática las palabras nos engañan, ocultan lo que quisiéramos saber,
nos pierden en las tácticas y las estrategias de todos cuantos desean manipularnos. Más
que para abrirnos al mundo del entendimiento, la palabra está siendo usada para
deslumbrarnos y economizarnos el pensamiento propio. Junto a ella, la tecnología del
mundo posmoderno que nos hacen dudar hasta del dato sensible que ocurre ante
nuestros ojos. ¿Por qué Gonzalo Castillo enmascara su ineptitud en la saturación
mediática de su imagen? Porque la imagen en la que se sustenta el concepto es también
una trampa de los sentidos en la ficción democrática. Gonzalo Castillo no equivale
exactamente a su propia realidad existencial, es una construcción, una mentira. No
puede ser captado, es un ser virtual. ¿Se atrevería a ir a un debate con cualquiera de los
candidatos que se le oponen? Emile Benveniste dice que “el pensamiento no puede ser
captado más que formado y actualizado en la lengua”. En un debate lo que se expresa
son las variedades de la experiencia filosófica o espiritual que caen bajo la dependencia
inconsciente de una clasificación que la lengua opera porque puede simbolizar las cosas
de la realidad. Jamás nadie lo verá en un debate que se empine sobre el despliegue del
pensamiento, quedaría desnudo, dejando a flote su verdadera arquitectura de
comerciante de la política. Lo que pasa es que en la ficción democrática en la que
hemos vivido la saturación mediática y el dinero hacen de cualquiera un “fenómeno”.

COMENTARIO PERSONAL
La mayoría de los gobiernos del mundo funcionan actualmente como un mecanismo de
negocios en dos sentidos, uno como acceso de ciertos grupos de políticos a los
multimillonarios, recursos recolectados mediante impuestos, y el otro como agencia de
los empresarios financieros y de empresas transnacionales para facilitarles a través de
las leyes y las políticas públicas la apropiación de los recursos del país. En esta
situación, la democracia se vuelve una ficción y sus sistemas de comunicación política
son en realidad permanentes campañas publicitarias unidireccionales, sólo acciones
estratégicas, que en vez de desarrollar una nación la atrasan y obligan a los ciudadanos a
llevar sobre sus hombros la carga de los impuestos, mientras los políticos engordan sus
bolsillos dándonos una falsa sensación de seguridad y libertad.
La clase dirigente es quien dirige y controla a la sociedad a través de la política,
especialmente el gobierno y las fuerzas armadas, y de la sociedad civil, sobre todo las
escuelas y los medios de difusión. Observamos que esta dominación se da
principalmente a través de las instituciones financieras y las empresas transnacionales,
lo que nos hace plantearnos de que democracia estamos hablando si nuestros nietos
deben una fortuna y aún no han nacido. La propaganda política nos hace creer que
vivimos en un país democrático, nada más lejos de la realidad.

¿SACARLE LA ESTACA A DRÁCULA?


Andrés L. Mateo
5 septiembre, 2019

Una amiga muy perspicaz me arrojó a la cara la siguiente idea: “¿Si tú le has clavado la
estaca en el corazón a Drácula, habría alguna razón que te empujara a sacársela?”
Por mi formación y mi lectura de Emil Benveniste sé que en el nivel de categoremas
solo la proposición encarna una clase de expresión lingüística. Hablábamos de política,
es claro que necesitaba entender las unidades distintivas del contenido proposicional.
Siempre sagaz, mi amiga despejó el enigma: “Danilo Medina, obligado a renunciar a su
proyecto continuista era impensable. El que Danilo Medina no haya logrado la
modificación de la constitución para reelegirse es como clavarle la estaca en el corazón
a Drácula”. La metáfora suele ilustrar fehacientemente costados de la realidad, porque
traslada las cualidades más sobresalientes de una cosa u objeto, para compararlas entre
sí. La reelección en la historia particular del pueblo dominicano es un lastre
inconmensurable que ha deformado toda la vida institucional del país. Danilo Medina, el
Drácula metafórico de la historia contemporánea, con su estaca clavada en medio del
corazón al no poder imponer la reelección, espanta el desasosiego de los ciento setenta y
cinco años de vida republicana en los cuales el continuismo ha logrado imponerse. Es
sobre la reelección que se ha edificado la estúpida y trágica historia de nuestra aventura
espiritual, el largo martirologio de nuestras vidas. Drácula (la metáfora encarnada por
Danilo Medina) con su estaca en el pecho, es pues un triunfo histórico del pueblo
dominicano.
¿Por qué mi amiga apelaba en el debate a la imagen de Drácula con su corazón
atravesado por la estaca? ¿Por qué cuestionaba si alguien era capaz de sacarle la estaca
del corazón a Drácula?
Porque en la inconsistencia del bestiario político dominicano, la forma del danilismo
reponerse de la frustración es organizando una reelección postergada. Usando todo tipo
de recursos, la maquinaria danilista rápidamente se ha movido hacia otro intento de
modificación de la constitución, esta vez con la finalidad de “rehabilitar” a Danilo
Medina. Y lo curioso es que hay sectores de la “oposición” que se han manifestado
dispuestos a apoyar una “rehabilitación” de Danilo Medina. Según mi amiga, eso
equivaldría a “sacarle la estaca a Drácula”. El bestiario político dominicano está anclado
en el siglo XIX, y ven con naturalidad todo el estropicio que desde el poder practican los
gobernantes. A Danilo Medina no hay que rehabilitarlo de nada, el precepto
constitucional que en él se ha cumplido, es una fórmula legítima de ir fundando la
convivencia en el respeto a las leyes. Él lo hizo todo para vulnerar la constitución
nuevamente, y no pudo. La Comisión de Venecia dio una fundamentación jurídica al
rechazo de todas las estratagemas que los gobernantes latinoamericanos suelen esgrimir
para prolongarse en el poder. Nuestra historia es particularmente rica y traumática
respecto de estas maliciosas propuestas. Horacio Vásquez se había apegado al poder con
una enorme pasión, y forzó una modificación constitucional que, el 17 de junio de 1927,
prorrogó su mandato por dos años. Lo que se derivó de ahí, desgraciadamente, está
grabado con tinte indeleble en el cúmulo de nuestras vicisitudes como país. Hay una
relación dialéctica entre el continuismo y la corrupción, y los gobiernos de Danilo
Medina representan el más alto nivel de la corrupción histórica de la vida republicana.
Ese bestiario político asume el más elevado comportamiento irresponsable de la historia,
cuando plantea apoyar la “rehabilitación”. Que Danilo Medina no haya podido imponer
su reelección a pesar de que maneja a su antojo todo el aparato institucional del país, es
una significativa victoria de la democracia. No es que él no quiso, no es que cumplió su
palabra, no es que asumió el precepto constitucional por ser un demócrata; es que no
pudo contra la crispación social y política interna, y contra la presión internacional. Si
ese bestiario político de la “oposición” ayuda a sacarle la estaca a Drácula, se jodieron.
¿Sacarle la estaca a Drácula? Sospechoso, sospechoso, sospechoso.

COMENTARIO PERSONAL:
En el país todos los presidentes, desde 1970, han optado por la reelección presidencial o
sus seguidores intentaron persuadirlos en aras de mantenerse en cargo político,
desatando crisis que impactan el sistema democrático, colocándolo al borde del colapso,
o provocando el estallido de divisiones y graves conflictos internos en los partidos
políticos. Danilo Medina a llevado hasta el extremo su ambición de poder, hasta llegar a
dividir su partido, haciendo hasta lo imposible para modificar la constitución y así
mantenerse en el poder.
No está muy lejos el expresidente Leonel Fernández, sus deseos de gobernar han
nublado su razón, la obsesión de poder de nuestros gobernantes está llevando a la deriva
a nuestro país, Otro que no se queda atrás es Gonzalo Castillo su falta de conocimiento y
títere de Danilo Medina, podría ser nefasto para el país.
La clase política dominicana no entiende el daño que le está haciendo a nuestra nación
al querer imponer su obsesión de poder por encima de los intereses del pueblo
dominicano.

Stacy Abad Rijo


100541204, sección 33.

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