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Los Políticos: El Vendedor de Milagros.

Según las encuestas realizadas las sociedades piensan que los políticos les han
fallado, estos son en quienes primero se lanza el dedo acusador de la sociedad. Ser
político en estos días es ser el payaso de las bofetadas, el prestigio es mínimo y el
descrédito es enorme. Esto se debe a la forma de gobierno que están utilizado a base
de corrupción. La corrupción del sobreprecio no es muy visible, la corrupción visible es
donde el político cede ante peticiones abusivas de ciertos selectores del electorado
para ganarse sea favores a costa de arruinar el país.

Este desprestigio hacia los políticos donde hemos llegado a un extremo de que los
políticos tienen que asegurar que son otra cosa si desean aspirar a un cargo público;
Tiene que disfrazarse, ese desprestigio se lo han ganado de una forma u otra un
ejemplo claro en República Dominicana de la corrupción que ha llevado a ese
desprestigio; Joaquín Balaguer un caso clásico de corrupción incorruptible.

Por consiguiente el estado fue una fuente rápido de aprovisionamiento para políticos.
La sociedad vivía del estado y esta perversa relación de fuerzas acabó convirtiéndose
en un rasgo permanente de nuestra manera de vincularnos. Las misma no
demandaban honestidad y buen manejo del sector público, sino tajadas, privilegios,
porciones del botín. Los políticos latinoamericanos no son más ni menos corruptos que
las sociedades en las que actúan.

Nuestra sociedad se ha acostumbrado a que solo puede vivir bien si los bienes que
recibe son del sector público, vivir fuera del presupuesto es vivir para morirse. Todos
saben hacer lo mismo, el trabajo vale muy poco, la competencia por un empleo es
feroz, desaparecen las oportunidades, y sólo queda una tabla de salvación: el sector
público, ese grupo de personas que van acumulándose de gentes sin oficio ni
beneficio hasta constituir un fragmento laboral al que no se le pueden exigir
responsabilidades.

No hay democracia sin contraste de pareceres, sin opiniones divergentes, sin


pluralismo. Esos cauces son los partidos políticos. Cuando y donde no hay diversos
partidos políticos se producen formas autoritarias de gobierno. Sin democracia es
difícil crear sociedades en las que esté presente el desarrollo intensivo.

Cuando esto sucede, la ciudadanía observa que el sistema democrático opera en su


provecho, y cuando comprueba que los partidos, realmente, recogen las diversas
voluntades de la sociedad, hay satisfacción y respaldo tanto para el modelo
democrático como para los partidos.
Con grandes dificultades podemos calcular lo que nos cuestan la guerrilla, el
militarismo o la corrupción, pero resulta casi imposible hacer lo mismo con el mal
manejo de nuestros partidos políticos, más es posible asegurar que aquí radica uno de
los problemas clave de nuestra sociedad.

En la década de los treinta fue en todo el mundo la época de la expansión del


fascismo y de la preponderancia de los militares, pero un presidente más joven tal vez
hubiera podido salvar la democracia en Argentina, ahorrándole la triste historia que
luego sobrevino.

En 1946, en efecto, apareció en Argentina otra modalidad de caudillo, a diferencia de


Yrigoyen, que fue un caudillo dentro de su partido, pero respetó las libertades, Perón
siempre fue una figura autoritaria a la que los argentinos, con cierta dosis de
irresponsabilidad, le entregaron el Estado a sabiendas de que no respetaría la
constitución vigente ni tendría en cuenta los derechos de las minorías.

Y no constituiría un mal augurio que algunos de los partidos democráticos más viejos
del mundo sean latinoamericanos, a no ser por la dosis de irracionalidad con que
muchas de las personas militan en ellos. Esta afiliación hereditaria, a la que no
concurre la ponderación de las ideas sino la tradición familiar, contribuye a la
ingobernabilidad de nuestros Estados y a la falta de esa mínima coherencia que debe
existir entre los partidos y los programas de gobierno.

No menos dañino a lo anterior, está la democracia digital, que es la selección de las


personas a gusto de los caudillos y no por voluntad del pueblo. Ninguna persona
sensata piensa que la democracia garantiza a los mejores, lo justo seria dotar de
autoridad a los elegidos por un procedimiento objetivo.

El proceso de selección afecta en grave manera al bolsillo de la población ante la falta


de democracia interna, aunque existen 3 formas de financiar justas, que serían pagar
con fondos públicos, recurrir a donaciones privadas o una combinación de ambas.
Tradicionalmente, los partidos han reducido a siete sus objetivos principales, y lo cierto
es que para llevar a cabo esas tareas, no sería necesario contar con organizaciones
masivas, sino podría bastar con tener claras las ideas, saber comunicarlas con eficacia
y asumir la lógica del servidor público.

 Yaidet Cruz
 Selinee Pérez
 Yulenny Castillo
 Pamela Martínez
 Ranyeli Batista

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