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Crítica
a la democracia dominicana
Archivo General de la Nación
Volumen CCCLXXVI
Fernando I. Ferrán
Santo Domingo
2019
Cuidado de la edición: Aimara Vera Riverón
Diagramación y diseño de portada: Harold M. Frías Maggiolo
Motivo de cubierta: Foto elecciones 1924. AGN. Colección Alejandro Paulino Ramos
© Fernando I. Ferrán
De esta edición
© Archivo General de la Nación (vol. CCCLXXVI)
Departamento de Investigación y Divulgación
Área de Publicaciones
Calle Modesto Díaz, núm. 2, Zona Universitaria,
Santo Domingo, República Dominicana
Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110
www.agn.gov.do
ISBN: 978-99-45-613-42-1
Impresión: SERD-NET SRL
I. Democracia y ciudadanos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Una palabra: democracia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Una realidad: régimen político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Dilemas del ciudadano... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
El quid de la democracia contemporánea
(en el país). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
7
Sucede, en este particular, lo que los médicos dicen de
la tisis, que, en los principios, es fácil de curar y difícil
de conocer; pero que en lo sucesivo, si no la conocieron en
su principio, ni le aplicaron remedio alguno, se hace, en
verdad, fácil de conocer, pero difícil de curar.
Nicolás Maquiavelo
El Príncipe
Prólogo
L a democracia dominicana no es ni más ni menos que una
apuesta1 continua por obtener un presente mejorado y un por-
venir más sostenible. Sobre todo cuando se sabe lo que está en
juego: la prevalencia o la derrota de la cara oculta de dicha de-
mocracia.
La democracia dominicana tiene un lado oscuro. El interés en
ese lado sórdido y poco transparente evidencia de mi parte el co-
nocimiento de que, como la luna, también tiene un lado luminoso.
Esa cara oculta sirve de prólogo al futuro, a pesar de su te-
nebrosidad. De ahí la apuesta a lo mejor de la democracia y por
qué la crítica a lo que en ella es superable.
En medio de un régimen democrático compuesto por luces
y sombras, la sociedad dominicana se ha transformado significa-
tivamente durante los últimos 60 años.
Dejó de ser una sociedad rural y devino en urbana, fruto de
una radical modernización de su estilo de vida y expectativas cul-
turales. Bajo alguna variante de la economía capitalista, consu-
me desigualmente más de lo que produce. En ella se impone
sola de sus diversas acepciones: emplazar a una o varias personas para lograr
un fin común; o bien, pactar los que tienen alguna disputa o hacen algún
pronóstico de que quien acierte gana. Pero bajo ninguna circunstancia se
trata de ganar dinero, como en la lotería, por ejemplo. La democracia no
es un juego de azar. Se participa en ella, pero no con el propósito de arries-
gar cierta cantidad de dinero bajo la creencia de recuperarla aumentada,
en caso de lograrlo a expensas de la suma que han perdido quienes no
acertaron. Bien por el contrario, en democracia se apuesta a un solo fin
legítimo: pactar quienes tienen alguna disputa, malquerencia o diferencia
y así ganar un bien común asentido libremente por todos. (A propósito
del término, https://es. thefreedictionary. com/apostar; https://dle. rae.
es/?id=3Kl5Wnh; https://dle. rae. es/?id=3Gyuz0q|3GzHuGe).
11
12 Fernando I. Ferrán
Santo Domingo,
8 de septiembre de 2019
I. Democracia y ciudadanos
Una palabra: democracia
15
16 Fernando I. Ferrán
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A John Locke se le atribuyó, con cierta miopía cultural según Barzun
(2001: 541), haber sido quien primero formuló el principio según el cual
los derechos políticos y civiles no residen en Dios, sino en el pueblo. Su
premisa, como en Hobbes, arranca del estado de naturaleza. El hombre
en estado natural goza de todos los derechos que su poder y autonomía
individual le otorgan, sin límites ni prohibiciones. A esa condición inicial
le sigue una situación social anárquica, inviable e insoportable, razón por
la cual los hombres llegan a un acuerdo para establecer una autoridad
que contenga la violencia y resuelva las disputas. Ese es el logro del pacto
o contrato social. Sellado el acuerdo y generado por vía de consecuencia
un orden objetivo de leyes y mandatos, el pacto es obligatorio y vinculante
para todos los miembros de la sociedad; claro está, a menos que quien haga
las veces de soberano a título personal o de grupo use mal la autoridad que
le ha sido conferida por la población pactante. En pleno siglo xvii, Locke
resumió los derechos universales en esta tríada: vida, libertad y propiedad;
y argumentó que la autoridad política que ha de salvaguardarlos y velar
por que se pongan en práctica no podía recaer en el leviatán o soberano
absoluto de Hobbes, tentado siempre de caer en la tiranía, sino en los
representantes legítimos del pueblo soberano. Esos representantes para él
eran los que hacían las leyes y los que la ejecutaban.
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 17
siglo xx, y por eso el papa Benedicto XVI reconocía que «hemos visto en
nuestro siglo cómo la decisión de la mayoría sirve para derogar la libertad».
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 21
A este propósito, ver el valor y al mismo tiempo el límite del derecho ga-
7
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36 Fernando I. Ferrán
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Como sentencia Pedro Delgado Malagón (2018), «la fe bolivariana –laica,
civilizada, progresista– alzó plegarias a Inglaterra». A esta y a los Estados
Unidos de América. En efecto, elabora el mismo autor, «mientras jugábamos
a la revolución, acto supremo del barroquismo, los hombres del Norte
desafiaban y domeñaban el progreso. Ellos, los rudos y prosaicos Calibanes,
construían las fábricas y los ferrocarriles. Nosotros, Arieles sublimes y
clarividentes, nos rajábamos el pecho a plomazos en tanto aspirábamos
el efluvio del terruño glorioso. Allá nacían Abraham Lincoln y Benjamin
Franklin. Al Sur, valga el parangón, crecían y se multiplicaban criaturas
inconcebibles como Juan Manuel de Rosas (“Tirano ungido por Dios para
salvar a la Patria”), Rafael Leónidas Trujillo (“Benefactor y Padre de la Patria
Nueva”) y el General Juan Vicente Gómez, vitalicio “Pacificador” de la Patria
venezolana».
10
La extrapolación puede realizarse en referencia a las Trece Colonias nor-
teamericanas. En estas, la preocupación de los primeros constituyentes, al
igual que la de sus émulos y sucesores, ha sido de doble intencionalidad:
por un lado, evitar que la población mayoritaria reemplace con sus capri-
chos y arbitrariedades la conducta poco razonable de los pasados monarcas;
si eso aconteciera se volvería a desconocer el límite que la autonomía de
cada ser humano, con sus derechos y ejercicio de libertad, le impone a las
autoridades. Y, por el otro lado, dividir y equilibrar el ejercicio del poder, y
así impedir que luego de liberarse de la monarquía inglesa se imponga una
práctica por medio de la cual la ciudadanía estadounidense se desentienda
de los asuntos públicos. De llegar a acontecer esa distracción, los ciudada-
nos dejarían de estar activamente atentos a sus intereses particulares y a la
conducción de los asuntos públicos, de modo tal que pronto cederían de fac-
to su autonomía y libertad de decisión al dominio autoritario de un elegido
o a la dictadura de un ungido.
38 Fernando I. Ferrán
El contorno dominicano
11
El razonamiento de Fichte, anclado en el lenguaje y las tradiciones, reside
en el hecho de que pueblo y patria son «portadores y garantía de la eter-
nidad terrena» (2017: 162). Como tales, están por encima del Estado polí-
tico y del orden social. De modo que –trasponiendo la posición de Fichte
al contexto dominicano– si quienes legislan no representan a ese pueblo
que formalmente los elige, sino a un partido o agrupación política, a un
jefe político o a un poder fáctico cualquiera, se comprende lógicamente el
continuo malestar, descontento, desconocimiento y desobediencia que esa
situación genera en una población detenida por el orden legal que tantas
veces le quieren imponer. Ningún ordenamiento legal que sea análogo por
su contexto al de la situación alemana a la que Fichte dirigió su discurso es
capaz de sobreponerse al estado inerte de la letra muerta.
12
A propósito de esos treinta y nueve textos en un contexto internacional, ver
Ferrán et al., 2017 a y b; Fernández Vidal, 2019. Cabe aquí contextualizar esa
situación, en función de la posición de Américo Lugo. Según este, «la actual
incapacidad política para convertirnos en nación, hace que nuestras cons-
tituciones sean letra muerta. La constitución es la expresión de la unidad y
de la voluntad pública; y las nuestras son mera expresión de la generalidad,
sea mayoría, sea minoría, y, por tanto, de la voluntad popular, la cual nunca
puede ser pública, mientras no se transforme en voluntad nacional» (en
Julia, 1977, t. II, p. 126). Por eso el sugestivo título del artículo de Fernández
Vidal (2019), «hoy por mí, mañana por mí».
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 41
Perspectivas
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50 Fernando I. Ferrán
El problema
Populismo y bienestar
Cuatro versiones
los más distintos motivos que uno pueda imaginar, está impelida
a tocar todos los días de su vida e incluso llagada la muerte una
u otra puerta del tren administrativo del estado de derecho mo-
derno.
Es así que se impone en la esfera pública la vorágine de la
hiperburocratización contemporánea18 de la vida. Mientras dis-
minuye la participación cualitativa del votante y ciudadano en la
vida democrática contemporánea, en vía contraria avanza veloz-
mente el engrandecimiento del aparato burocrático –principal-
mente gubernamental– que en su versión secularizada hace las
veces en pleno siglo xxi del «Gran Inquisidor» de Dostoyevski.
Como inquisidor desprovisto de cualquier virtud, la burocracia
estatal conduce la vida pública y se beneficia de la creciente in-
diferencia ciudadana en pormenores y «pormayores» políticos.
Ahora bien, dígase lo que uno quiera, pero la realidad ter-
mina por imponer su propio rigor. Cada día se resiente más la
Para no ir más lejos y dar una pincelada, en los momentos en que escribo,
19
Cuestión de conciencias
En la Grecia clásica, las moiras eran tres singulares mujeres de las cuales se
22
decía que tenían más poder que el propio Zeus, pues controlaban el hilo de
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 65
24
En relación con la vieja disputa entre moral y ética en la filosofía euro-
pea, ver Cabellos, 2008. La autora plantea: «Pero nos preguntamos si la
eticidad absoluta como estadio más acabado de la vida moral no vuelve a
distanciar la subjetividad de la voluntad y la objetividad de las instituciones
sociales. Ahora ya no con el peligro de que el sujeto llene con cualquier
contenido la forma universal de las máximas morales racionales (como en
Kant) sino con el riesgo de que la eticidad expresada en el Estado o alguna
otra autoridad social pueda oprimir la libertad de negar ciertas determi-
naciones por parte del sujeto, lo cual en el propio Hegel es fundamento
de la vida ética […]. Siguiendo a Habermas, afirmaremos que la mayor
universalidad de los contextos normativos es producto de un nivel más
alto de evolución social, ya que en las estructuras comunicativas mismas
está contenida esa evolución racional […]. Creemos entonces que la argu-
mentación tiene que ver, no con pretensiones de corrección universal sino
con razones pragmáticas, en términos de beneficios y logros con miras a
proyecciones valorativas contextuales (reflejo de los distintos trasfondos
valorativos, pre–éticos, de los ámbitos sociales de cada comunidad) y por
tanto dichos diálogos y consensos serán siempre provisionales» (Ob. cit.,
pp. 152, 161, 163).
68 Fernando I. Ferrán
El caso dominicano
Una explicación
La moral del ser humano, para Kant (2013), debe poder reducirse a un solo
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Indicadores
La realidad dominicana
Presidencialismo
En cierto sentido, pareciera ser que el mundo actual quiere emular con tanta
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La encrucijada
La última vez que en pleno siglo xx esos valores fueron puestos entre parén-
35
cho; como, por ejemplo, los eventos que recién finalizan en el verano del
año 2019 en suelo puertorriqueño donde desde las calles fue forzada la re-
nuncia del exgobernador Roselló o los que al momento de escribir se siguen
registrando como fallidos a pesar del poder de convocatoria opositor en la
patria bolivariana de Venezuela.
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 89
91
92 Fernando I. Ferrán
37
Aun cuando la legitimación surge ideológicamente de las urnas, expertos
internacionales no dejan de pronosticar y advertir posibles crisis. Este fe-
nómeno no es exclusivo de la vida política dominicana. Cada una de las
sociedades democráticas que operan hoy día en el hemisferio americano y al
menos en la región europea, registran una situación análoga. «Después de
40 años de fundamentalismo de mercado, Estados Unidos y países europeos
con ideas afines están fallando a la gran mayoría de sus ciudadanos. En este
punto, solo un nuevo contrato social, que garantice a los ciudadanos la aten-
ción médica, la educación, la seguridad de jubilación, la vivienda asequible
y el trabajo decente por un salario digno, puede salvar al capitalismo y la
democracia liberal» (Stiglitz, 2019b).
38
A propósito del caso dominicano y la forma en que las elecciones ocurridas
en la época trujillistas han devenido una fuente de escape de la tensión
social, ver Brea del Castillo, 2018.
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 97
Desigualdad ciudadana
40
«Me acarició con sus manos de Ben Gay y siguió su destino / y oí claramente
cuando dijo a otro paciente: /«Tranquilo, Bobby, tranquilo» / Bajé los ojos
a media asta y me agarré la cabeza /porque es muy duro /pasar el Niagara
en bicicleta», Juan Luis Guerra.
41
El ciberespacio o cibermundo deviene una realidad cada vez más presente
en la vida social dominicana, al igual que en la de muchas otras sociedades.
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 99
Sus beneficios son por ahora infinitos y bienvenidos. Pero de manera con-
comitante, una de sus limitantes más preocupante es el robo o cleptomanía
digital. En el ámbito político electoral, en particular, el problema estriba en
la utilización de las redes sociales y las subsiguientes secuencias algorítmicas
con el propósito final de modificar la conducta de los electores. Esa modi-
ficación consiste en un proceso de inducción que termina manipulando y
haciendo de los ciudadanos seres autómatas cuya supuesta libre elección se
reduce a hacer únicamente lo que ha sido inducido desde el ciberespacio
sin que ni siquiera esté consciente de por qué decide por uno u otro de los
candidatos. A propósito de este nuevo fenómeno cultural en términos gene-
rales, ver el estudio del filósofo de la tecnología Jaron Lanier (2010).
42
En la República Dominicana, ese vínculo lourdeny traban entre sí quienes
ostentan la autoridad del Estado político en sus distintos estamentos y un
100 Fernando I. Ferrán
Ineptocracia
43
La tesis del autor es que la democracia ha llegado a ser una tragedia. So-
licita a ciudadanos ignorantes, mal informados, impulsivos y miopes que
tomen decisiones públicas fatídicas. En realidad, sin embargo, todos
se engañan. La democracia no empodera a las personas y no resuelve
conflictos. Esas afirmaciones provocadoras Brennan (2016) las respalda
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 103
El presente
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En honor a la verdad cualquiera se ve tentado a poner sobre el tapete si ese
veredicto no es comparable con la realidad política de otras sociedades de
la región y del resto de nuestra América. Por mi lado, me siento incitado a
decir que sí es verificable en otros tantos países de la región centroamerica-
na y antillana, con la posible excepción relativa –desde hace poco más de
medio siglo– de Costa Rica que, tras el movimiento revolucionario de don
Pepe Figueres en 1948 y sus subsiguientes avatares, parece disfrutar de un
relativo contrapeso de los poderes estatales y, sobre todo, de un Poder Judi-
cial inusual en esa zona geográfica del mundo atribuible según expertos al
nivel educacional de la población «tica» (costarricense).
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El tema de la educación, junto al de la vida y organización matrimonial, son
dos de los temas más difíciles de ilustrar y resolver de la vida dominicana en
democracia. Ambos escapan del lindero político dentro del cual se inscribe
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 111
La ciudadanía dominicana
50
Me valgo aquí de la referencia cultural, no para referirme a sus frutos en
términos de derechos humanos, conocimientos científicos y útiles tecnoló-
gicos indispensables para que una población se adapte al medioambiente
social y natural, sino para darle vigencia a la cultura en el sentido de «lo que
queda cuando has olvidado todo lo que definitivamente quisiste aprender»
(Barzun, 2001: 19), es decir, su cualidad más primitiva.
51
A propósito del pasado mexicano, Enrique Krauze concluye que «la única
legitimidad para acceder al poder, y para ejercerlo, era la democracia.
Respetando sus reglas (en particular la del respeto a las minorías), honrando
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 113
las leyes, las instituciones y las libertades, la competencia ideológica podía ser
despiadada. Pero la violación de esas reglas era absolutamente inadmisible.
Con la democracia todo, contra la democracia nada» (Krauze, 2017). Esa
es una lección ejemplar que lega el historiador a las próximas generaciones
mexicanas y de sus fronteras.
114 Fernando I. Ferrán
Apuesta democrática
Antes de desafiar los arcanos del tiempo con esa crítica y ha-
cer una apuesta democrática cara al futuro,52 conviene reconocer
que los humanos rara vez nos planteamos preguntas y afronta-
mos problemas que no podamos responder y solucionar. Por
ejemplo, ¿cuánto tiempo más resistirá la modalidad democrática
del pueblo dominicano los embates de una conciencia atrofiada
por su propia impericia y (des)(in)formación?; o bien, ¿hasta
dónde llegará su capacidad de resistencia por efecto del desequi-
librio disfuncional que la hace favorecer continuamente al po-
der del Ejecutivo en detrimento de todo y de todos los demás?
(2018) cuando advierte, en comparación con Europa, que una de las ca-
racterísticas más extravagantes en el mundo latinoamericano «[…] es la
divergencia de las naciones. En Europa, las naciones antiguas, muy
diferentes entre sí desde hace siglos, están llegando gradualmente a un
acuerdo sobre el mejor régimen posible, la democracia liberal al por
mayor y la cooperación; en Europa, todos aprenden más o menos de
los otros. En Latinoamérica, a pesar de que las naciones son recientes,
surgidas de una distribución aleatoria entre caudillos, síndicos de quie-
bra de las colonizaciones española y portuguesa, cada uno cultiva su
singularidad, no aprende nada del vecino y los intercambios son prác-
ticamente inexistentes. Sin duda, este culto narcisista a la singularidad
nacional se explica precisamente por el carácter reciente e improvisa-
do de estas naciones latinoamericanas». Sería interesante verificar por
añadidura esa comprensión y contraponerla en el Caribe «en general
–que con la excepción de Cuba– ha escogido libremente el pluralismo
político y cultural de origen occidental» (Maingot, 2018: 36).
116 Fernando I. Ferrán
54
Conviene dejar por sentado que pertenecer a la clase política o a un partido
político no es perverso ni negativo per se. Es abominable y censurable, sin
embargo, cuando uno merece un Doctorado Honoris Causa por haber con-
ducido a la ruina a toda una población, además de expoliar la riqueza de los
recursos de la nación. Igualmente censurable son quienes hacen méritos y
ganan galones políticos, pero sin arriesgarse a impedir el vía crucis de tanta
abominación y escarnio.
55
El individualismo dominicano es de larga data. Una forma magistral y válida
de sintetizar el asunto lo presenta el historiador Roberto Cassá cuando ana-
liza la obra de José Ramón López. De acuerdo a la interpretación de Cassá,
para López el eje del conflicto social se ubicaba «en la contraposición del
pueblo y el Estado, en la medida en que en este último se plasmaba la síntesis
del personalismo de los jefes políticos, los supremos explotadores y los agen-
tes portadores de la enfermedad social […]. El resultado del individualismo,
plasmado en la acción gubernamental, venía a ser la reacción anárquica de la
gente del pueblo, mediante alzamientos en los montes, para protegerse de la
inseguridad, y del comportamiento de los medios dirigentes sustentado en la
ilegalidad. El gran problema, por ende, radicaba en cómo detonar la acción
del pueblo, con la finalidad de que superase el estado de dispersión que lo
situaba en la indefensión» (Cassá, 2019: 435). Un análisis paralelo al ante-
rior, aunque a mi entender significativamente coincidente en su conclusión,
118 Fernando I. Ferrán
57
«Las redes sociales les dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que
primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino sin dañar a la
comunidad. Rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo de-
recho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles». Según
las declaraciones periodísticas no desmentidas de Umberto Eco (2015), «si
la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador
se sentía superior», el «drama de Internet es que ha promovido al tonto del
pueblo como el portador de la verdad». Obviamente, Eco bien sabe que el
avance de la Internet es irreversible, que en cierta medida al menos hace sen-
tir empoderados a usuarios que antes permanecían simplemente desprovistos
de palabra ante autoridades de intelecto más desarrollado, y por eso advierte
que el problema de la Red «no es solo reconocer los riesgos evidentes, sino
también decidir cómo acostumbrar y educar a los jóvenes a usarlo de una
manera crítica» (Ibíd.). El consejo es prudente pues, si bien las redes sociales
«empoderan» en el mundo de la «ciberpolítica» poblada de «ciberactivismo»,
«hacktivismo político» e incluso de poltrón «slacktivismo» (Merejo, 2019b),
no por tanto dejan de inducir la opinión pública hacia intuiciones y pensa-
mientos sociales circunscritos a los fugaces y limitados caracteres de un tuit
y las sentencias de «influencers» que reciben y/o reclaman para sí el título
de duchos y expertos en los más variados e intrincados temas del saber y el
comportamiento humano. Ante la distracción de infinidad de mensajes y la
premura de los acontecimientos significados, no hay tiempo para detenerse
a desmenuzar y reflexionar detenidamente cuestiones difíciles. El estudio y
el análisis molestan, aburren, fastidian, importunan o, por el correcorre de
la vida diaria llena de urgencias e inmediateces, se posponen a las calendas
griegas. Van contracorriente, como el debate sustantivo en cualquier socie-
dad, al momento de tomar decisiones decisivas a quienes creen o dicen vivir
en democracia. Y por eso también el espejismo por ahora insuperable de los
tiempos de la idiotez, sea esta política o simplemente sociocultural. No solo
en el Congreso se pide a los ilustres participantes que voten, sin leer ni saber
qué votan.
58
Fue Shakespeare el primero que acuñó la expresión «tonto culto» en su
obra: Afanes de amor en vano (Acto V, escena II). El rey de Navarra y sus
amigos han prometido prescindir de los placeres de la mesa y el amor
para encerrarse a estudiar, aunque su pasión por el saber es «tan
postiza» –según la feliz expresión de Javier Cuevas (2019)– que rom-
pen su promesa en cuanto aparece la primera falda, y la princesa
de Francia y sus damas se burlan de ellos con estas palabras: «Nadie
queda atrapado con tanta fuerza / como el ingenioso convertido en
tonto. Pero la estupidez, cuando nace de la sabiduría, /tiene la auto-
rización de la sabiduría, la ayuda del estudio /y la gracia del ingenio
para perdonar al tonto culto». Se trata de un falso sabio, alguien cuya
pasión por conocer es frágil, pasajera y ornamental, más chispeante
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 121
60
Por ejemplo, el arzobispo de Santo Domingo, Francisco Ozoria, y los obispos
Mejía, Masalles, Espinal, además de clérigos como el rector de la PUCMM
y también los predicadores del Sermón de las Siete Palabras al iniciar la
Semana Santa de 2019.
61
Eventos como la decisión de cercar el Congreso Nacional a finales de junio y
primeros días de julio de 2019 llevaron a más de uno a evocar el paradigma
del general Santana en 1844 cuando impuso su voluntad e interés personal
a los primeros constituyentes dominicanos en San Cristóbal.
La gran apuesta. Crítica a la democracia dominicana 123
Formación ciudadana
63
Antes de iniciar la lectura de la siguiente cita hago constar que Sorman, al
escribir «descolonizado» no parece referirse a algo que a mi entender no
debe significar; me refiero a que estamos ya de hecho y de derecho descolo-
nizados cultural, social, tecnológica y económicamente. A lo más, descoloni-
zados políticamente.
64
Claro está, podrán aducirse decenas de contraejemplos para el caso do-
minicano, además del antillano y el iberoamericano. No hay dos pue-
blos y épocas históricas idénticas, solo análogas. Pero por eso mismo
adelanto y esbozo hipótesis y teorías, no certezas, y menos alguna de
ellas eterna. Por ejemplo, sería interesante verificar la hipótesis de Sor-
man y contraponerla en las Antillas «en general –que con la excepción
de Cuba– ha escogido libremente el pluralismo político y cultural de
origen occidental» (Maingot, 2018: 36). Pero esa sería sin lugar a duda
126 Fernando I. Ferrán
Libros
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130 Fernando I. Ferrán
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