Está en la página 1de 16

La Nueva España

Domingo, 21 de noviembre de 1999Suplemento Siglo XXI, nº 3


páginas 10-11
CATEDRATICO DE FILOSOFIA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

«La historia del siglo pasado es una total falsificación, hablar de


música alemana o francesa es mentira, cuentan la tradición
previa europea, qué sería de Bach sin Vivaldi»

Gustavo Bueno: «En España lo


que cuenta es la idea de imperio»

TEXTO: JAVIER NEIRA

—Para empezar, la identidad es estructural o superestructural.


Si es estructural hay a su vez dos altemativas: como un todo
exento, que es el caso de la unidad de destino en lo universal,
una nación eterna; o bien como una parte de otras totalidades
que pueden ser Europa y la comunidad hispánica. Por cierto, la
idea de José Antonio sobre España como unidad de destino en
lo universal es de Otto Bauer. Como tantas ideas de la Falange
procede de la filosofía alemana, tomadas a través de Ortega. La
gente se ríe de José Antonio, que si el hombre es portador de
valores eternos, pero entonces debería reírse de Bauer o de
Max Scheler. Hay tanto ignorante. Bueno, ésa es la España de
Pemán, una España eterna, un todo, una sustancia. 0 bien,
siguiendo con el esquema, España es una parte, de Europa o de
Hispanoamérica. Las otras formas de identidad son las
superestructurales. 0 bien España es una superestructura sobre
estructuras reales como piensa el cosmopolitismo donde las
naciones son fantasías románticas que se han acabado porque
ya estamos en un mundo global. Es el punto de vista
capitalista, liberal, anarquista, socialista, comunista o
humanista. No tengo nación, soy ciudadano del mundo. España
sería algo sólo administrativo, sin importancia. Lo importante
es el hombre libre o lo que sea. 0 bien, por otra parte, sería
una superestructura de otras estructuras reales que son las
nacionalidades. Hay, pues, esas cinco posibilidades. Son las que
se barajan. 
—¿Y la idea de nación? 
—No hay una teoría sobre la nación. Así, como suena. La
reconstruyo como si fuese una idea matemática: la nación
biológica, la étnica, la política y la nación fraccionaria.
Originariamente, España no es una nación política. En la toma
de Almería se habla de la nación asturiana, son los que van de
Asturias a esa batalla. Pero es la noción étnica de nación. La
ciudad, el Estado, se fundan de diferentes naciones étnicas. En
tiempos de Roma, España es una provincia. En tiempos de los
visigodos, es un reino. Y en época medieval, reinos diferentes.
Cuando Luis XIV dice que ya no hay Pirineos, que formamos
una misma nación, se refiere a los Borbones, la familia de los
Borbones. La nación es la familia Borbón. Hasta la Revolución
Francesa no tiene sentido político el nombre de nación. En el
cristianismo, las naciones son las gentes; los paganos, los que
están fuera de Roma; los paletos, los que viven fuera de la
ciudad y no se enteran que la ciudad ya es cristiana. El libro
«Adversus naciones» es contra los paganos, claro. La ciudad de
Dios no la nación de Dios. 
—Una idea nueva. 
—La idea de nación política es totalmente nueva. Es la idea de
Marx pero desarrollada. La nueva clase social, la burguesía
avanzada, arrebata el poder a la aristocracia, pero valiéndose
de los campesinos. A todo ese conjunto se llamó pueblo o
nación. Una república sin esclavos. Todos están unidos, los
plebeyos, los aristócratas. Es una posición ideológica. Y a eso
se llama nación en el sentido político. Ya no tiene nada que ver
con la nación étnica. La teoría de esa nación la hacen los
filósofos del XVII y del XVIII. Y hay dos grandes versiones, la
contractualista, la del pacto –es la versión francesa o inglesa– y
la germánica, donde la nación es el pueblo, la comunidad, la
cultura. La nación es la cultura, el espíritu y se organiza como
Estado de cultura. Eso se corresponde con las dos grandes
versiones de la economía política. Por un lado, la economía es
una cuestión puramente de intercambio, individual y universal.
Es Adan Smith. Es la riqueza de las naciones. Ojo, de las
naciones. Las leyes económicas están por encima de las
fronteras. Pero los alemanes hablan de economía nacional en
vez de economía política. Lo principal es el Estado comercial
cerrado, de Fichte. 
—La historia oficial del siglo pasado es una total falsificación.
Hablar de la música alemana o de la francesa es mentira, es
falso. Lo que cuentan son las tradiciones previas europeas en
todo eso. Qué sería de Bach sin Vivaldi. No depende del
supuesto flujo de la música alemana. Y no digamos en la
filosofía. Kant es un escolástico de los pies a la cabeza y no
tiene sentido ninguno sin Suárez y todos los demás. Presentar
naciones de donde brota la cultura es complemente mentira. Es
completamente ideológico. Todo eso se ha construido ad hoc.
La nación política está supeditada al Estado, aunque después
ideológicarnente se dé la vuelta a todo y se ponga del revés. 
—¿Y la nación fraccionaria que propone como una nueva
categoría? 
—Es la contrafigura. La nación fraccionaria parte de un Estado
nacional, ya constituido, del que se desgaja una parte por
secesión. Los nacionalismos de este siglo no tienen nada que
ver con los nacionalismos románticos. No son una construcción
sino una secesión. Y con las mismas categorías. Los
independentistas vascos, por ejemplo, quieren lo mismo pero a
una escala menor con su Tribunal Supremo, su Bolsa y todo lo
demás. En vez de veinte naciones en Europa habría doscientas
por lo menos. 
—¿Desde cuándo existe la nación española política? 
—Desde las Cortes de Cádiz se puede decir. Pero tampoco,
porque la Constitución de 1812 habla de la gente de los dos
hemisferios. Empieza con las guerras napoleónicas, se
desmembra el imperio y nace como nación con Mendizábal y el
trienio liberal. Los liberales crean la nación española estricta
pero fracasan por el analfabetismo, las guerras carlistas, la
penuria. ¿Quién la hizo entonces? Seguramente las capitanías
generales que mantenían una estructura, al menos en el siglo
pasado. España no es una nación en el siglo VIII, ni en el IX...,
hasta el XVIII o mejor el XIX no lo es, como tampoco lo es
Francia. Y mucho menos Cataluña o Galicia. Ni por asomo. Son
sólo naciones étnicas si lo son. 
—¿Cuál es la identidad de España a lo largo de los siglos? 
—Existía antes de ser nación. Se puede ver como un
conglomerado de reinos unidos por relaciones matrimoniales.
Pero no es suficiente, los matrimonios no son causa, sino
efecto. 
—Ahí es cuando aparece la idea de imperio. 
—Claro, en España lo que cuenta es la idea del imperio. Los
reyes de Asturias no se llaman Leovigildo o Ataúlfo, sino
Alfonso y Bermudo. Esos nombres siguen en León y en Aragón.
No son nombres visigodos. Y cuando una dinastía quiere
romper cambia el nombre. De ahí el imperio. Es una de las
ideas más difíciles. Los historiadores no la saben manejar. La
ven como una cosa ornamental, ampulosa, de voluntad de
poder.
—¿Y Europa?
—Distingo la sublime y la real. La sublime es la de Husserl:
Europa está en crisis porque ha perdido su fundamento, que es
la filosotía griega. Es la Europa ideológica de la Novena
Sinfonía, la libertad, la democracia, la razón. Pero claro esa
Europa ha producido las dos guerras mundiales, más los
campos de concentración, el dadaísmo, el fascismo... Europa es
el club del euro. Lo de entrar en Europa no tiene sentido porque
España siempre estuvo en Europa. Es un club controlado por
Alemania y Francia principalmente. Por eso hay que tratar de
definir el mapa del mundo actual. La humanidad no existe, está
dividida. Hay sociedades o culturas incompatibles muchas
veces. Utilizo el criterio religioso para analizar esto aunque no
es precisamente religioso. En «El animal divino» decimos que a
lo que llamamos religión ya no es religión. 0 sea, que la Iglesia
católica no es una religión. Es una organización compleja con
instituciones jurídicas, culturales, de todo tipo. Y lo mismo vale
para el islamismo. Actualmente, las religiones, que ya no son
religiones, son las que mejor definen las áreas de la
humanidad. Total, las coordenadas de España actualmente son,
por un lado, la musulmana de Argelia a Bosnia e Indonesia. El
mundo musulmán que envuelve a Europa. Por otra parte está el
mundo protestante, el racionalismo subjetivista, el
sentimentalismo. España es el residuo del imperio católico.
«El ortograma del Reino asturiano era avanzar sin límite»
—Asturias en el origen
—Utilizo la idea de ortograma, un proyecto sistemático siempre
en una dirección. Lo hablé mucho en su día con Tierno Galván y
le gustaba mucho la idea. Roma tenía como ortograma avanzar
y al llegar a un río o al mar, ocupar la otra orilla. El ortograma
del Reino asturiano y luego leonés era avanzar sin límite, es el
imperio, es la única manera de combatir al Islam, que también
era infinito. Eso destroza la versión de que se trataba de un
reino minúsculo. Eso es falso. Llegaba hasta Galicia y hasta La
Rioja. Alfonso II llega a Lisboa, y Alfonso III, hasta Algeciras y
se plantea incluso pasar a Africa. Eran razias pero funda
Burgos. Es falso que el reino visigodo quedó fragmentado y
aparecieron puntos de resistencia. Sí había puntos de
resistencia pero el caso de Asturias fue otro, fue un proyecto
imperialista desde el principio. No fue un foco de resistencia. El
ortograma imperialista está inmediatamente vinculado a la
Iglesia católica que quiere convertir a todos. Y lo incorporan
reyes, curas, ganaderos, todos. La Reconquista es un episodio
de ese programa imperialista al que se pliegan los demás.
Cataluña es la misma palabra que Castilla, catalán es lo mismo
que castellano, claro. Es una marca. Castilla es una gemación
de Asturias y de León. Y Cataluña no tiene más remedio que
unirse. El imperialismo va contra los reyes moros y contra la
Iglesia, que es el punto más difícil de demostrar de mi
exposición. El imperialismo astur-leonés, siendo católico, va
contra la Iglesia, va contra el Papa. Ahí está el cantar del Mio
Cid contra Gregorio VII nada menos, por los tributos. Y el
saqueo de Roma de Carlos V. Trento es realmente un
instrumento de Felipe II. Por Dios hacia el imperio, así es
realmente. El ortograma no es la Reconquista sólo, es infinito.
Pasan a Africa. Hay que incorporar a los musulmanes que
también tienen un proyecto universal. A América se va no por
las especias sino para coger a los turcos por la espalda. Se va a
la India realmente y se encuentran con América. Eso cambia
toda la estructura de la historia, América es decisiva, sin ella no
habría capitalismo.
—¿Qué hacer, que diría Lenin?
—Triturar las ideas opuestas. La izquierda en sus cúpulas más
altas, Blair o Schroeder, es puro liberalismo. ¿Europeísmo? Hay
razones pragmáticas evidentes a favor pero es necesario
mantener la distancia. ¿Qué queda del imperio español? Utilizo
la distinción de ser y estar. Ser español es decir mucho, es muy
metafísico, es una idea heideggeriana. El español no es una
forma de ser. Pero sí es un modo de estar. Ocupa una posición.
Nacer en España da una posición entre otras. A distancia del
fanatismo musulmán y del subjetivismo luterano y del
capitalismo.
—Pero el imperio español perdió frente al luterano.
—Por el capitalismo, por el imperio depredador. La Europa
protestante siguió la ruta del capitalismo. Marx se enganchó ahí
como la fase previa del comunismo y todo marchaba sobre
ruedas. Pero el hundimiento de la URSS ha roto el marxismo y
el capitalismo. Al final de este siglo todo es diferente.
MC
Número 4, Madrid, diciembre 1999 Entrevista
páginas 58-63

«Hay misión de futuro para España. Hay que


elegir entre ser español o no»

Gustavo Bueno: «España frente


a Europa»

Filósofo, profesor, polemista, Gustavo Bueno es uno de


los pocos filósofos europeos que ha construido un
sistema de pensamiento propio.

por: Francisco Díaz de Otazu

Entro en la sede de la Fundación Gustavo Bueno. Es un


hermoso chalet, antiguo sanatorio maternal de Oviedo. Partera
era la madre de Sócrates, y partera es la función del maestro,
decía, en metáfora de método, el filósofo. El Ayuntamiento lo
ha cedido por medio siglo. 
Encuentro al célebre catedrático, «emérito honorario», vacía
redundancia desde que la Universidad le licenció en un ejercicio
de burocrático derroche que provocó una huelga de protesta del
alumnado sin precedentes, y una lección magistral, en dos
horas la Historia de la Filosofía, en las escaleras de la Facultad,
inolvidable. Fui uno de los alumnos que se matricularon en su
curso de doctorado para vernos defraudados por la medida. Su
concepto de «Academia» se ha trasladado de la enseñanza
reglada a este edificio de libre y fértil simiente. 
Su aspecto y trato es humilde y campechano. Cuello
eternamente abotonado y sin corbata, siempre gabardina.
Acento más baturro que riojano. Un sabio con aire entre
Martínez-Soria y Colombo. No hay ordenador ni máquina de
escribir en su despacho, su costumbre es escribir a mano, en el
reverso de folios ya utilizados. 
mc: Profesor, acabo de hacer una rápida lectura a su último
libro. Se prevén un éxito en contraste con su tamaño y
densidad, aunque el adjunto glosario supone una cierta
introducción a su pensamiento. ¿Realmente es España un
problema filosófico, no es más bien cuestión de historiadores su
estudio?
GB: El historiador no es un científico que pueda mantenerse en
su campo cerrado, definido y categorial, como un matemático.
El historiador, al interpretar, y transcender a la mera relación
documental, cuando usa los conceptos de «monarquía»,
«nación», «hombre», es filósofo, consciente o no. 
mc: Doctor, se da usted perfecta cuenta de que el título de
«España frente a Europa» es realmente provocador, y, en
cierto modo, oportuno, ahora que vamos a entrar,
eufóricamente, en la Europa del euro.
GB: El título original había de ser «España contra Europa».
Hemos suavizado la carga de negatividad, pero responde
igualmente a la advertencia de que la tradición española está
en peligro frente a la idea de Europa en su versión dominante,
la Europa capitalista, la del euro. Son cosas distintas, pero
ligadas. 
me: Parte de una identidad española, una «unidad histórica».
¿Cual es el origen de esa identidad histórica? Es decir, ¿acepta
la tradición de Pelayo-Covadonga-Reconquista?
GB: Partimos de la realidad de España como un hecho
apodíctico. Un hecho que no se agota en una constitución
escrita, como tampoco una lengua viva se agota en una
gramática. Es un hecho histórico ni es eterno ni es prehistórico,
que está «por encima de la voluntad» de quienes se disponen a
interpretarlo. 
España se ha constituido en la Historia, pero el proceso de su
constitución no puede reducirse al terreno de la constituciones
políticas. Para evitar las connotaciones jurídicopolíticas
inmediatas del término «constitución» he recurrido a la palabra
griega sistasis, usada por los estoicos, y traducida al latín
por constitutio.
Los antropólogos clásicos, (Morgan y Tylor), utilizaron la
escritura como criterio de la civilización, por tanto, de la
Historia, aunque hoy los antropólogos reducen cada vez más su
frontera con la prehistoria. Por otra parte, las alternativas de
las que disponemos para determinar el punto de partida
histórico de la constitución (sistasis) de España, se cuentan con
los dedos de la mano: iberos (los bronces de Alcoy parecen
poner en peligro la exclusividad del RH nacionalista), romanos,
godos. San Isidoro es, sin duda, el inspirador de la futura
monarquía medieval: el llamado «agustinismo político» es, en
rigor, «isidorianismo político»; en el protocolo de algunos
concilios, como en el de Constanza, España precede a las
demás naciones por su antigüedad dinástica. Yo me quedo con
el referente asturiano. Uno de los rasgos de la nueva
monarquía es que no repite los nombres de los reyes godos; la
continuidad se refleja en la onomástica, y los reyes asturianos,
leoneses castellanos y aragoneses son Alfonsos y Ramiros. 
mc: Parece haber cierta confusión con eso de la «Europa de los
pueblos», «nación política», «nación canónica».
GB: El concepto de «nación canónica» lo utilicé en un artículo
de  Diario 16 hace unos ocho años, antes de Mastrique, a raíz
de un debate con Verstringe, Cotarelo y otros. Defendí la tesis
de que Europa no es una nación, aunque puede ser una
biocenosis. España es una, si no la primera, de las naciones-
estado, aunque el concepto moderno es de cuño francés. Se
trata de la nación política. Los alemanes adaptaron a su
lenguaje el término «nacionalidad política» por
el volkstun, formado a partir de volk pueblo. Volk viene del
latín vulgus. Uno de los objetivos de mi libro es el de
determinar los diferentes conceptos de nación que suelen ir
constantemente confundidos, así como su encadenamiento: la
nación biológica, étnica, política y nación fraccionaria. No es
nación política, por ejemplo, la catalana, ni lo es la «nación
celta», que invocan algunos gallegos y asturianos, puras
patrañas, y no porque en Galicia o Asturias no hubiesen llegado
celtas, sino porque llegarán más tarde y en menor cantidad. 
mc: ¿Es de temer el decisivo papel que los políticos
nacionalistas tienen en la vida pública española? ¿Se merecen
los nacionalismos regionales ese peso, sobre todo, en los
ámbitos culturales y educativos?
GB: El éxito del nacionalismo depende del reconocimiento
internacional por terceras potencias. En Estados Unidos algunos
antropólogos creen que los vascos son una etnia en extinción,
como si fueran una tribu de Papua. En un sentido más cercano,
recuerdo haber discutido fuerte en Cuba, en la célebre
«Bodeguita de enmedio» (el bar preferido de Hemingway),
porque distinguían en exceso entre vascos y españoles. 
Desde los planes de estudio en humanidades hasta las
televisiones, el nacionalismo étnico-político puede hacer mucho
daño a las gentes sin preparación, que se tragan sus patrañas,
y se hacen impermeables a la crítica. En una conferencia
recuerdo haber dicho que tratar de razonar con un nacionalista
étnico es como intentar meter el espíritu en un perro dándole a
comer libros. El fanático no puede ser convencido, porque un
dispositivo de su máquina mental traduce todas las objeciones
desvirtuándolas al código de sus creencias míticas. Es como si
le dijeras Misa. 
mc: Hablando de decir Misa, la tesis de varios autores, como la
obra reciente de Juaristi, es que el nacionalismo responde a
una translación de lo religioso. Parece que el papel del clero ha
sido importante en ese fenómeno.
GB: Hay un peligro grande en esto de confundir lo político con
lo religioso. Hace años, desde Berdiaeff, también se insistió en
un paralelismo entre el comunismo y el cristianismo. En
realidad, a mi juicio, la religión tiene un componente
extrahumano, que rebasa el terreno de la sociología. Frente a
la tradición de Comte o Durkheim, he defendido la tesis, en El
animal divino, de que la religión no tiene una génesis
meramente sociológica, aunque su componente social es
importante y aumenta en las religiones secundarias y terciarias.
Por ejemplo, el mago tiene una relación individual y privada con
su «cliente», mientras que el sacerdote mantiene una relación
pública con su grey. Recuerdo una fuerte discusión en la radio
con Amando de Miguel, para el que lo positivo de la religión era
el componente social, en la que las iglesias se confundían con
los clubes de fútbol o partidos políticos, ignorando el núcleo
extrahumano de toda religión. Lo que sí hay en los
nacionalismos étnicos es un tremendo fanatismo. Recuerda que
en Sabino Arana confluyen política y religión, su teocracia no
está muy lejos de aquello de «la ETA y el seminario». Pero esa
conexión es circunstancial y no esencial. 

mc: Definitivamente, no resulta usted «políticamente


correcto». Insiste en su planteamiento del «Imperio Católico
Universal», que en conferencias y ensayos anteriores le ha
ganado calificaciones de reaccionario, imperialista, falangista,
etc. ¿No resulta interesada la distinción entre imperios
generadores y depredadores?
GB: Sin duda es interesada, pero no significa que no tenga una
base objetiva. Han sido muy cálidos los ataques por esto del
«Imperio Católico». Recuerdo una polémica en Internet en la
que algunos «disculparon» mis nuevas posiciones en función de
la senectud. En realidad, yo ya defendía a la Iglesia en 1968 en
relación con la condenación de Galileo. Éste no tenía pruebas
para sus tesis; y la actitud del Papa o el cardenal Belarmino era
prudente y académica. La Iglesia Católica, en la que me he
criado (aunque nunca he pisado el seminario, y me alejé de la
creencia a la edad en que se deja de creer en los Reyes
Magos), y en la que he conocido gente muy sabia, ha sido la
transmisora de la tradición del racionalismo grecorromano. Hay
que considerar que durante el franquismo tuvo un papel
asfixiante; alejarse de su dogmática era la destitución y la
muerte civil. Cuando la presión desapareció, yo dejé de
meterme con la Iglesia. Yo no cambié, sí su intolerancia. 
El nexo histórico de España es el catolicismo. Ambos son
inseparables, aunque disociables. Esa disociación explica
enfrentamientos como el saqueo de Roma por Carlos V. Pero en
lugar de «por el Imperio hacia Dios», prefiero como canon de
una interpretación histórica la fórmula «por Dios hacia el
Imperio». Dice Calderón: «Por Dios hacia la razón de Estado.» 
Hay que distinguir dos clases de imperio: el tipo primero,
generador, fue el de Alejandro. Desborda el concepto
de polis griega, de su maestro Aristóteles; pero más que
negándolo, multiplicando su proyecto, generando ciudades con
ambición universal. Roma hizo algo parecido. Pero el Imperio
Universal es una idea cristiana, que toma cuerpo con
Constantino, aunque eso de «no hay griegos ni romanos, judíos
y gentiles» es de raíz estoica. La libertad está en la ciudad y en
la ciudadanía romanas. El cristianismo da cuerpo físico a la
cosmópolis estoica con la Civitas Dei. Los grandes apologetas
eran estoicos convertidos. La idea de Imperio propiamente
empieza con Constantino. En su primera fase, el imperio
romano se conformó con las fronteras defensivas, bien
definidas frente a los bárbaros; el cristianismo incorpora al
imperio una base social. La actitud imperialista –es curioso que
la gente escucha sin sonreír el término imperialista, pero sonríe
ante el de «imperial», al tener el primero las connotaciones
negativas. El Sacro Imperio se beneficia del juridicismo de los
historiadores por la consideración por el Papa del título. El
Sacro Imperio germano era más conformista, conservador
dentro de sus marcas. Bizancio disputaba esa primacía. La
singularidad de España estuvo en recuperar el proyecto estoico
a través de los apóstoles: «Id y predicad por toda la tierra». 
La evangelización va unida, en contradicción continua también,
con el imperio civil. Los funcionarios quieren súbditos de
Castilla, los frailes no necesitan que hablen español las almas
que ganan. Vitoria defiende los derechos de los indios desde la
Revelación, pero también el derecho de los españoles a entrar
en América, en cuanto actúa como filósofo. En España
estábamos acostumbrados al contacto con razas orientales y
africanas, algo que preparó el mestizaje, y que no se conocía
en Alemania, por ejemplo. El desprecio a los indígenas era muy
minoritario, a Ginés de Sepúlveda ni siquiera le publican sus
tesis. 
mc: Vinculado a su Fundación aparece en la red un proyecto,
«Filosofía en español». La «phi» griega, la «ñ» española, iconos
hermosos. ¿Tan importante es el idioma? ¿Tiene realmente la
cultura hispana algo que hacer frente al mundialismo de patrón
yanqui?
GB: Cada uno debe hacer lo posible. La realidad es «in-fecta»,
está por terminar. Un objetivo de este libro es colaborar en lo
posible a quitar el complejo secular de inferioridad a los
españoles, herencia de la leyenda negra. En mi gremio, un
concepto filosófico vestía más si se decía en su traducción
alemana, ahora inglesa, aunque ésta fuera tomada del latín. Yo
mismo he participado de este tic, oralmente, porque he
comenzado a publicar tarde. Ya está bien de ver la historia del
pensamiento desde ojos extraños. Recuerdo una anécdota
docente, contada con veneración; Gaos detuvo la clase: «no
puedo seguir porque estoy transido de Kant». Hay mucha
ideología en la historia del pensamiento. 
mc: ¿Y frente al proceso de unidad europea de locomotora
germana? ¿No le sorprende que la izquierda socialista babee
con el tribalismo lingüístico y por diluirse en la Europa
capitalista?
GB: La izquierda vende bien su nombre aunque sus contenidos
sean el capitalismo liberal; acuerdo Blair-Schroeder. Se trata
más de un marca de grupo, como el pendiente o la cresta de un
chico, que de un contenido. Se dice «soy de izquierdas», con un
sentido místico, utilizado como una justificación y garantía de
impunidad, al margen de su vida personal, igual que la del de
derechas. Hay que recordar versos de Miguel Hernández para
encontrar la idea de España en la izquierda. Es una vergüenza
la firma de IU en Estella o las elecciones catalanas. El
pensamiento se ha dado en idiomas universales, en España, en
latín y en español, no en los particulares. Es incomprensible
como, en España, la izquierda está con los micronacionalismos.
La izquierda está desorientada, con un sentido desiderativo, no
conceptual. Es sólo la «contra» desde que ha dejado las viejas
banderas comunista y anarquista. Sólo palabras: solidaridad,
que es siempre contra terceros; tolerancia, que suele ser
debilidad; etcétera. 
mc: Atribuye un gran y positivo papel constitutivo al
catolicismo frente al subjetivismo protestante y al rígido
monismo musulmán. Capitalismo y fundamentalismo. No
parecen sus conclusiones muy ecumenistas.
GB: El libro recoge la parábola de los tres anillos de Lessing: un
rey deja tres anillos iguales a sus tres hijos, que disputan la
preferencia. Freijo, en una mesa redonda durante la pasada
primavera, la utilizó desde el ecumenismo como un ejemplo de
tolerancia. Pero en realidad la parábola de Natham el Sabio
tenía el sentido de racionalismo radical de la época de la
Ilustración. Las tres religiones del libro serán iguales cuando
renuncien a los contenidos positivos que las diferencian,
dogmas, sacramentos etc. 
El elemento trinitario tiene muchas implicaciones. Al romper
con el Uno radical de Aristóteles, con las inteligencias
separadas y, en particular, contra el entendimiento agente
universal de Averroes. Para Santo Tomás estará en cada uno de
nosotros, en oposición al totalitarismo fundamentalista
vinculado al Dios insondable coránico. La condición divina de
Cristo humaniza esa relación. 
mc: Doctor, explíqueme esto. En el glosario, página 473, dice:
«grandes sectores de la Iglesia católica actual pueden
considerarse como una versión del protestantismo y del
agnosticismo (que si al final del siglo XIX pudo ser visto como
un ateísmo vergonzante, al final del siglo XX puede ser
considerado como una actitud propia de creyentes
vergonzantes o confusos)».
GB: La fórmula de que el agnóstico es el ateo vergonzante es
de Engels, aunque le pese a Tierno. Muchos teólogos se
deslizan hacia el escepticismo. La distinción entre cristianos y
ateos se diluye. Recuerdo haber vuelto hace años de Ginebra
con una impresión horrible de la imaginería calvinista, llegué a
León y acababan de hacer el nuevo templo de la Virgen del
Camino, con las nuevas tendencias (cruz desnuda, abstracción
y hierros), la imagen visual de esa severidad me resultó
calvinista, con gran enfado del párroco. De hecho, hoy día, un
profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca puede
escribir un libro negando el dogma del pecado original,
considerándolo invento de San Agustín. Son posiciones
protestantizantes. 
mc: Aunque sea una digresión respecto al libro que nos ocupa,
también ha provocado reacciones su tesis sobre la pena capital.
GB: Va a salir un libro de Planeta sobre la eutanasia; entre
otros autores hay una entrevista conmigo. Tengo pendiente un
libro denso y escolástico sobre la pena de muerte, «La
eutanasia procesal»', que recogerá mi argumentación, que creo
muy sólida. (Don Gustavo la postula en casos muy graves). Las
posiciones entre krausistas y románticas imperantes en Europa,
cuya causa está en el terrible complejo de Alemania tras la
guerra, han influido en los juristas españoles. 
mc: Procede usted del marxismo crítico. Su escuela se inscribe
dentro del materialismo filosófico. Hablaba en los encierros
mineros, era el ogro de los curas y le espiaba en clase un
inspector de «la Social». Sin embargo, parece que últimamente
coincide más con el tradicionalismo católico y el españolismo
que con los patrones progresistas.
GB: No me importa. Es el papel de la filosofía criticar sin
incurrir en el populismo absurdo de la izquierda, halago de
clase, etc. El papel del teórico es subir a la gente, pues la
cultura se hace desde arriba. Hay que conseguir que la gente
suba hacia arriba, y no confundir este proceso con una
degradación de esa cultura para que pueda ser entendida sin
esfuerzo. «No hay caminos reales para aprender geometría»,
dice Euclides a Ptolomeo. También lo dice Lenin. En la izquierda
hay un resentimiento contra la filosofía, contra el pensamiento
frío. La izquierda propende a reírse de Hitler con Charlot, «El
gran dictador», en lugar de analizar críticamente sus ideas; lo
que demuestra así es el enorme miedo que le tenía. 
mc: Recuerdo que habla de España como «modo de estar»,
más que «modo de ser».
GB: La distinción entre «ser» y «estar» del español es la que
más trabajo cuesta aprender a los extranjeros. Sin embargo me
pareció que merecía la pena ensayar la aplicación de esta
distinción a nuestro asunto. Decir que España determina un
modo de ser me parece demasiado metafísico, muy
sustancialista y estático. Algún filólogo asocia «ser»
y sedere,pero decir que España determina un «modo de estar»
tiene un sentido más positivo que no compromete la integridad
de lo que entendemos por vida humana. «Estar» es una
posición alcanzada históricamente, por tanto, no como una
condición absoluta, sino relativa a las posiciones alcanzadas por
las naciones del presente. Permite un distanciamiento; crítica,
ironía, discriminación de ciertos valores... firmeza. Lo
importante es seguir estando. 
Hay misión de futuro para España. Hay que saber orientarse,
saber elegir entre posibilidades. Saber elegir entre ser español
o no serlo. 
Recomendado: «España frente a Europa». 477 págs. Alba ed.,
Barcelona 1999.

También podría gustarte