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BAHAMONDE
Una guerra civil significa el enfrentamiento de un sector insurrecto a una autoridad constituida. Cuando esto ocurre
y acaba con la victoria del primero, se produce lógicamente un vacío institucional: el que deja el Régimen derribado.
Eso fue lo que ocurrió en España entre 1936 y 1939.
El origen bélico del nuevo Estado determinó que el Ejército fuera su estructura básica en este primer período
omnímodo del Caudillo y que militares fueran los hombres más próximos a éste. Militar fue el primer órgano de
poder de los insurrectos, la Junta de Defensa Nacional, creada en los inicios de la guerra civil y disuelta mediante un
decreto, que nombraba a FRANCO Jefe del Estado y del Gobierno del Estado Español y Generalísimo del Ejército,
otorgándole todos los poderes del nuevo Estado, esquema éste que se mantuvo vigente hasta la muerte del
beneficiario.
La Ley de 01/10/1936 creó la Junta Técnica, especie de Gobierno de Guerra, que lo auxiliaba en la dirección de la
misma y en la gobernación de la zona de ocupación.
Mediante el Decreto de Unificación (19/04/1937), las fuerzas políticas que apoyaban la insurrección quedaron
integradas (no al gusto de todas) en una sola organización: Falange Española Tradicionalista de las Juntas de
Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) fue un movimiento político español de ideología fascista. De carácter totalitario
y contrario a los partidos políticos y a cualquier sistema democrático, propugnaba la supremacía del Estado, que se
llamó “Movimiento” y también “el Partido”, porque nacía como único y excluyente de cualquier partido u
organización.
En este decreto FRANCO se nombró a sí mismo, Jefe del Movimiento, que luego se sustituiría por el de Caudillo (en
línea con las de Fürer y Duce utilizadas en las potencias totalitarias amigas) , asumiendo la más completa autoridad y
siendo responsable, únicamente ante Dios y ante la Historia, Estatuto de poder que mantuvo inalterable hasta su
muerte.
Podría decirse que el estatuto de poder del Caudillo no se alteró básicamente en ningún momento. Las leyes
dictadas por el propio Jefe del Estado el 30/01/1938 y el 08/08/1939 reafirmaron la potestad legislativa del Jefe del
Estado y perfilaron un Gobierno que sustituyó a la Junta Técnica. Estas leyes y el Decreto de Unificación, ninguno de
los cuales tuvo rango de fundamental, podrían considerarse la verdadera “Constitución” durante 40 años, si no fuera
porque hacían exactamente lo contrario de lo que se entiende que debe hacer una Constitución, puesto que ni
distribuían el poder (se concentraba, por el contrario), ni lo hacían responsable, ni establecían garantías para las
libertades públicas, sino autoritarismo, es decir, establecieron un nuevo sistema que en nada se parecía al anterior
Régimen republicano vencidoç.
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BLOQUE 3: CONSTITUCIONALISMO HISTÓRICO ESPAÑOL Tema 20: El Régimen de FRANCO
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En 1939, se contaba con una estructura mínima de poder, para ir definiendo el “nuevo Estado”, concentrado en el
general FRANCO BAHAMONDE y, a partir de aquí, se fueron dictando normas de diverso alcance jurÍdico-polÍtico
cuando se entendía que eran requeridas por las circunstancias.
El Fuero del Trabajo, promulgado mediante simple decreto en 1938, pero, posteriormente, elevado a rango
fundamental, era la expresión de la ideología socioeconómica del nuevo Régimen, inspirada en la tradición católica
de justicia social y alto sentido humano que informó nuestra legislación del Imperio.
Además, se prohibieron las huelgas y los sindicatos obreros, creándose una única organización sindical de obreros y
patronos, el Sindicato Vertical y totalitario del Régimen, de afiliación obligatoria, inspirada en los principios de
“Unidad, Totalidad y Jerarquía”.
Resaltada queda, la negación de la libertad de asociación política y sindical y del derecho de huelga.
La Ley de Prensa, de 1938, acentuó el carácter antiliberal y totalitario del Régimen, controlando todos los órganos de
prensa sobre los que se ejercía una estricta censura previa y nombraba y destituía a sus directores.
La Ley de Responsabilidades Políticas, de 1939, pretendió juridificar (dar cobertura legal) una durísima depuración
que llenó las cárceles, cuando no los cementerios, y lanzó al exilio a lo más granado de la intelectualidad española.
A la vista de todo ello, no son dudosas las calificaciones de totalitario y fascista del Régimen político instaurado. Sus
rasgos esenciales fueron:
El monismo político: El Movimiento no pudo imponerse con claridad a la Iglesia ni al Ejército. FRANCO buscó
un equilibrio ente estos 3 pilares (Movimiento, Iglesia, Ejército); pero estaba excluida toda organización
política y sindical que no fuera la de aquél. Los gobiernos de la época se componían, con medido equilibrio,
de militares, de elementos de la oligarquía terrateniente y financiera, falangistas y carlistas
Ese equilibrio entre los diversos sectores de apoyo facilitó la extraordinaria concentración de poder un
caudillo que se presenta como carismático y que se proclama políticamente irresponsable
Instauración de un aparato represivo de la disidencia política y un control absoluto de los medios de
comunicación.
En 1940, durante la II Guerra Mundial se pasó de la neutralidad inicial a la “no beligerancia”, pero enviando
la División Azul al frente de Alemania con la URSS (para acabar abandonando a su suerte a los alemanes) y
con la ocupación de Tánger.
Cesión de actuación a la Iglesia católica buscando con éxito su apoyo, con privilegios fiscales, penales, en
materia de enseñanza y eximiendo de censura previa las publicaciones eclesiásticas confiriéndole, en
cambio, a la Iglesia facultades de censura de las demás publicaciones.
1.2.PERÍODO PRO-ALIADOS: 1942-1955
En 1942, cambia el signo de la guerra mundial y parece ya probable la victoria aliada. El Caudillo teme las represalias
e inicia una política de acercamiento a los aliados, retirando la División Azul en 1943 y volviendo a posiciones de
neutralidad. El Régimen siguió cifrando en el anticomunismo uno de sus caracteres esenciales. No obstante, el
Régimen siguió cifrando en el anticomunismo uno de sus caracteres esenciales, lo que le fue rentable a medio plazo.
El Caudillo comienza a prescindir de los políticos más marcadamente fascistas en que se había apoyado y a dar
entrada a hombres procedentes de organizaciones católicas. Correlativamente fue creando instituciones que, sin
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mengua de su poder absoluto, presentaran una faz menos totalitaria del Régimen. Son de mencionar, a este
respecto:
Ley constitutiva de las Cortes del 17/07/1942, el Jefe del Estado crea, mediante ley, las Cortes Generales
Españolas. No se pretendía dotar al Régimen de un Parlamento en el sentido preciso del término, sino de un
órgano meramente colaborador del Caudillo: la potestad legislativa continuaba en la Jefatura del Estado,
como bien se cuidaba de decir la propia Ley.
Fuero de los Españoles de 1945. Pretendía pasar como una declaración de derechos, pero con algunas
peculiaridades:
o No constituía una norma directamente aplicable por los tribunales: le faltaba un desarrollo
legislativo que no se produjo o fue muy restrictivo
o Seguía sin reconocer el derecho de asociación política ni sindical ni el derecho a huelga
o No reconocía la libertad religiosa, antes bien, se proclamaba la confesionalidad católica del Estado
o La vigencia de muchos preceptos podía ser suspendida por decreto-ley, sin control político alguno
Ley del Referéndum Nacional. Dictada unos meses más tarde que la anterior y que hacía de esta forma de
participación directa un mecanismo en manos del Jefe del Estado, que curiosamente y, frente a la
representación de las Cortes (o Ayuntamientos), la participación en el referéndum admitía sufragio
universal. Se utilizó en tres ocasiones (Ley de Sucesión en 1947, Ley Orgánica del Estado en 1966, y Ley para
la Reforma Política en 1976) con resultado tan manipulado que el referéndum ha quedado como una
institución desprestigiada y autocrática.
Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, votada en referéndum en julio de 1947. Fue la repuesta del
Caudillo a las pretensiones de D. JUAN de BORBÓN, hijo de ALFONSO XIII, que había organizado, en torno a
sí, una corriente de opinión favorable al fin del Régimen y a la restauración monárquica en su persona. Al
mismo tiempo, se daba un paso más de cercanía hacia los vencedores de la guerra mundial creando la
apariencia de una próxima normalización institucional del Régimen, por lo que el caudillaje parecía quedar
como mera situación provisional. Atribuía nominalmente la Jefatura de Estado a FRANCO BAHAMONDE,
pero articulaba un mecanismo de sucesión que, andando el tiempo, sería quizá lo único que funcionó tras la
muerte de aquel. Esta Ley declaraba que el Estado se constituía en Reino y lo definía como católico, social y
representativo, creando dos órganos: el Consejo del Reino y el de Regencia.
Por último, confería rango de Leyes de Fundamentales a las 3 leyes mencionadas anteriormente y al Fuero del
Trabajo, con lo que se quería presentar al Régimen como dotado ya de una Constitución.
A pesar de esta legislación, el Régimen seguía siendo el mismo: partido único, sindicato único obligatorio, potestad
legislativa exclusiva del Caudillo, Régimen represor de libertades públicas. Únicamente hubo, junto a esos textos
legales, un maquillaje de sus manifestaciones ideológicas de cara al exterior y también de cara al necesario equilibrio
interno de los sectores políticos en los que se apoyaba el Régimen.
El nacionalismo
El anticomunismo
El antiliberalismo
El antirrepublicanismo (bien que Falange continuaba con tolerados ataques a la Monarquía y a la casa de
BORBÓN, los cuales contribuían a mantener en pasividad al sector monárquico)
El nacionalcatolicismo (alianza Régimen-Iglesia)
La apelación a la hispanidad como residuo de un sueño imperial
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A pesar del esfuerzo del Régimen por mostrarse próximo políticamente a los aliados, le fue negada a España su
incorporación a la ONU y ésta aprobó, en 1946, una resolución en la que recomendaba a sus miembros la retirada de
embajadores de España. Comienza entonces una década de aislamiento internacional.
Esta apertura al exterior trajo una crisis por el enfrentamiento entre quienes querían acelerar el establecimiento de
un Régimen constitucional y quienes defendían el Régimen surgido de la Guerra Civil (monismo político), o lo que es
lo mismo entre los que querían aprovechar la apertura al exterior para favorecer un crecimiento económico sobre
bases algo más liberales y quienes seguían defendiendo la autarquía agraria y artesanal. Ganaron los primeros y
miembros de Falange fueron desplazados del Gobierno y entraron tecnócratas del Opus Dei.
La entrada de capital extranjero, más las divisas procedentes del incremento del turismo y las remesas de los
emigrantes favorecieron la inversión y, tras el Plan de Estabilización, se elaboraron varios Planes de Desarrollo hasta
el final del Régimen. El valor ideológico proclamado ahora es el de la racionalidad: con ella debe organizarse y
administrarse una sociedad permeable, que permite el ascenso de una clase a otra mediante el trabajo. El
crecimiento económico existe, aunque sea desordenado, especulador e inflacionista. La dirección tecnocrática de la
política iba dirigida en el sentido de “menos ideología y más renta”. La ideología del Régimen se presenta ahora con
rasgos nuevos:
El modelo que apuntaba el tecnocratismo demandaba algo de la racionalidad que proclamaba. Durante ese periodo
se modernizó la Administración, se terminó liberalizando algo el Régimen de prensa y se culminó la legislación
fundamental con la Ley Orgánica del Estado.
Ley de Principios Fundamentales del Movimiento de 1958. El Régimen no quería o no podía desdecirse de su
pasado, acaso para seguir contando con el apoyo de todos los sectores. Por eso, aunque la crisis de 1956-
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1957 se saldó a favor de los tecnócratas y en contra de la Falange, en 1958 el Caudillo dicta esta Ley, con la
cual quería aparentar la petreidad del Régimen frente a la inestabilidad liberal justo en el momento en el
que se comenzaba a desarrollar la política económica de un capitalismo dependiente. Esta ley no es más que
una coartada política para la etapa de relativa liberalización que se proponía a cabo el Caudillo, poco
después, se solicitaba el ingreso en la Comunidad Económica Europea.
Legislación administrativa:
Varias leyes contribuyeron a modernizar la administración. Algunas de ellas fueron:
o la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso- Administrativa (1956)
o Ley del Régimen jurídico de las Administración del Estado (1957)
o Ley de procedimiento administrativo (1958)
o Ley de Régimen jurídico de las Entidades Estatales Autónomas (1958)
o Ley General Tributaria (1963)
Legislación política:
Trató de excusar el modelo económico y la demanda de liberalización con la idea, cada vez más rancia, de
que el Régimen era inalterable. De este modo, se hicieron avances en materia de libertades, pero todo
estaba subordinado la Ley de Orden Público de 1963 que las limitaba. Ej:
o La Ley de Asociaciones de 1964
o La Ley de Prensa de 1966, ciertamente liberalizadora del Régimen de prensa hasta entonces vigente
Este tipo de toma y daca continuaría presidiendo la política española durante el siguiente período
Ley Orgánica del Estado. El proceso de institucionalización del Régimen es coronado con esta Ley
Fundamental votada en referéndum en diciembre de 1966, que modificaba las Leyes Fundamentales
anteriores (principalmente la Ley de Cortes), eliminando los párrafos más declaradamente totalitarios del
Fuero del Trabajo y fortalecía el papel del Consejo del Reino.
A partir de la aprobación de la Ley Orgánica del Estado, que entró en vigor en enero de 1967, empieza un período en
el que el Régimen se debate entre la necesidad de cambio y el recelo que éste despertaba en la mayor parte de sus
cuadros, incluidos los tecnócratas. Ya no se podía gobernar con un aparato estatal tan anticuado ni con una ideología
agrario-tradicional, había que poner a punto las instituciones para cuando muriera FRANCO y dar cierta credibilidad
al ingreso en la Comunidad Económica Europea. La irrupción de un capitalismo salvaje, con enorme éxodo rural y
desordenado crecimiento de ciertas ciudades y áreas metropolitanas favoreció el surgimiento de una clase obrera
industrial y de servicios que planteaba más problemas de los que el Régimen podía resolver, entre otros el sindical.
En definitiva, se puso de relieve el desfase entre economía y política, entre sociedad y aparato estatal: “los artífices
de la dictadura franquista han preparado en cierto modo la caída del Régimen que pretendían consolidar”, “porque
las dictaduras conservadores se mantienen, solo, mientras obedecen a su lógica interna de represión y
adoctrinamiento ideológico, pero felizmente estas se deslizan por la pendiente al tratar de edificar las bases de una
sociedad de consumo conforme al modelo occidental”.
Por eso la legislación de desarrollo de la Ley Orgánica del Estado se quedó a medio camino, como ocurrió con la Ley
de Libertad Religiosa, la Ley Orgánica del Consejo del Reino, la Ley Sindical, entre muchas otras, y así ocurrió también
con los sucesivos proyectos de regulación de las asociaciones políticas, ya firmados por FRANCO. En este periodo
había momentos en que se confirmaba la ironía de cierto autor: FRANCO era más liberal que su Régimen.
Desde 1956 a 1975 el Régimen estuvo en permanente estado de excepción, puesto que el Fuero de los Españoles fue
suspendido en once ocasiones.
A partir de 1969, se declaró el estado de excepción en varias ocasiones debido a la situación inestable del país. Al
mismo tiempo, al no estar de acuerdo con muchos de los intentos de avance político de FRANCO, la Iglesia Católica,
siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II, se fue distanciando del aparato estatal y ciertas organizaciones católicas
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y parte del clero se mostraban críticos con el Régimen. En 1970 la Conferencia Episcopal criticó la Ley Sindical y en
1974 el Obispo de Bilbao amenazó de excomunión al Gobierno si lo deportaba.
Institucionalmente se habían dado 2 pasos de suma importancia. En 1969, el Caudillo designó a don JUAN CARLOS de
BORBÓN como su sucesor, como Rey y, en 1973, se desdoblaron la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno,
nombrando al Almirante CARRERO BLANCO como Presidente del Gobierno. Este fue asesinado seis meses más tarde,
lo cual precipitó del proceso de descomposición del Régimen.
Las huelgas se sucedían y la pérdida de horas de trabajo era muy superior a la de muchos países europeos, si
añadimos a esto los escándalos financieros sin esclarecer y los indultos del caudillo a ministros implicados en alguno
de ellos, la crisis económica de 1973 y la crisis de salud de FRANCO, se comprenderá la decrepitud del Régimen en
1975, aunque su más grave crisis se produjo en Octubre de 1975 con ocasión de la ejecución de varias penas
capitales en medio de una fuerte presión internacional favorable a su conmutación. Los embajadores de muchos
Estados fueron llamados a consulta. El Régimen parecía volver a los días de 1946. Un mes más tarde moría FRANCO.
BORBÓN, hijo de ALFONSO XIII, que había organizado en torno a sí una corriente de opinión favorable a
la restauración monárquica en su persona
1.2.2. El aislamiento internacional y su progresiva superación
A España le fue negada su incorporación a la ONU, y FRANCO respondió con proclamaciones de catolicismo, de
anticomunismo y de la verdad del corporativismo frente a la supuesta decadencia de la democracia y del
liberalismo. Al final en 1950 se rompió el bloqueo internacional, se firman pactos económicos y militares con
Estados Unidos, a los que se ceden bases militares y se les facilita la entrada en la capital, y en 1955 España
ingresa en la ONU.
1.3.Período de desarrollo económico e institucional: 1955-1961.
1.3.1. Crecimiento económico y proceso de desideologización
Aparece un enfrentamiento entre los partidarios de aprovechar la apertura exterior para favorecer un
crecimiento económico y quienes seguían defendiendo la autarquía agraria y artesanas, venciendo la primera
opción. En España ingresa capital extranjero, se incrementa el turismo y las divisas procedentes de los
emigrantes que favorece la industria. El crecimiento económico existe aunque sea desordenado, especulador e
inflacionista.
1.3.2. Legislación básica de este período
Ley de Principios Fundamentales del Movimiento. No es más que una coartada política para la etapa de
relativa liberalización que se proponía llevar a cabo el Caudillo.
Legislación administrativa.
o Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1956.
o Ley del Régimen Jurídico de la Administración del Estado.
o Ley de Procedimiento Administrativo.
Legislación política.
o Ley de Asociaciones.
o Ley de Prensa.
Ley Orgánica del Estado.
1.4.Crisis del Régimen: 1967-1975
El éxodo rural y el desordenado crecimiento de las ciudades y áreas metropolitanas favoreció el surgimiento de
una clase obrera industrial y de servicios que planteaba más problemas de los que el régimen podía resolver,
entre otros el sindical. La Iglesia Católica se fue distanciando del aparato estatal.
El Caudillo designa sucesor, como Rey, a D. JUAN CARLOS de BORBÓN, y en 1973 por primera vez la Jefatura del
Estado y la Presidencia del Gobierno se desdoblan, nombrando FRANCO para esta última al Almirante Carrero
Blanco, el cual fue asesinado seis meses más tarde, y esto precipitó la descomposición del régimen. Además,
hay que añadir conflictos sociales, huelgas, escándalos financieros, crisis económica y crisis de salud de FRANCO
que murió en 1975.
La misma duración del Régimen dificulta que se lo pueda estudiar en bloque. ¿Fue un solo Régimen o se fue
transformando en otros diferentes a lo largo del tiempo?
Los autores divergen a la hora de catalogarlos como Régimen político, empleando numerosas calificaciones para
definirlo: Estado capitalista de excepción, Dictadura, Dictadura militar, militar-eclesiástica, reaccionaria,
constituyente o empírico-conservadora, Régimen totalitario, fascista, totalitario fascista, autocrático, bonapartista,
oligárquico totalitario, cesarista, bismarckiano, autoritario, autoritario personalista o autoritario conservador.
La definición era la del “Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo con su tradición, se declara
constituido en Reino” (Ley de Sucesión); o más sintéticamente, la de “Monarquía tradicional, católica, social y
representativa” (Ley de Principios Fundamentales del Movimiento)
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BLOQUE 3: CONSTITUCIONALISMO HISTÓRICO ESPAÑOL Tema 20: El Régimen de FRANCO
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Por eso, en medio de tal maraña de calificaciones, algunos autores entienden que fue un Régimen único y proponen
simplemente su catalogación como Régimen franquista o Régimen del General FRANCO (y los que apoyaban al
Régimen eran, ante todo, franquistas), haciendo de él un modelo nuevo a fuerza de tener mucho de los tipos antes
mencionado y no ser ninguno de ellos en particular.
Otros, en fin, entienden que hubo diferentes regímenes en la larga duración del franquismo: en un primer momento
se trataba de un Régimen inequívocamente fascista, para dar paso, a partir de 1942 (cuando se vio que era probable
que los aliados ganaran la II Guerra Mundial) a alguno de los antes citados, como bonapartista, autoritario, dictadura
empírico-conservadora, etc.
Calificar a un Régimen de autoritario es decir bien poca cosa de él, puesto que todos los regímenes lo son; más aún,
el Estado consiste básicamente en una organización de poder, en una organización autoritaria.
J. LINZ, definió el Régimen autoritario como un sistema político con pluralismo limitado y no responsable, sin una
ideología elaborada y directora (pero con una mentalidad peculiar), carente de una movilización política intensa o
extensa (excepto en algunos momentos de la evolución) y en el que un líder, o acaso un grupo reducido, ejerce el
poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero bastante predictibles; y, en función de esa definición,
calificó el Régimen franquista de autoritario.
Pero hablar de pluralismo político limitado en el franquismo es sumamente impreciso; igual podía haberse hablado
de “monismo no exagerado”.
Utilizar el tipo de Régimen autoritario como intermedio entre la democracia y el totalitarismo y aplicarlo a la España
de los años sesenta y primeros de los setenta significaba brindarle al franquismo armas ideológicas de apariencia
científica que éste no dudó en aprovechar para mantener su poder político basado en la represión.
En realidad, no hubo varios regímenes a lo largo de cuarenta años, sino sólo uno, que adoptó una apariencia u otra
según necesitaba para adaptarse y sobrevivir.
Durante el franquismo, hubo cambios en el gobierno, pero no cambios de Gobierno; todos los Gobiernos del Caudillo
comenzaban y terminaban por ser exactamente eso: el Caudillo. No hubo propiamente crisis gubernamentales, sino
relevos de personas en los puestos ministeriales.
Está extendida la tesis de que el Régimen dejó de ser fascista allá por 1942, o incluso 1941 (cuando se vio que era
probable que los aliados ganaran la II Guerra Mundial), basándose en tres órdenes de consideraciones:
Que las bases sociales que apoyaron la insurrección militar y el Régimen subsiguiente no fueron las mismas
que las que apoyaron al fascismo italiano o al nacional socialismo alemán
Que Falange Española (FE) de las JONS dejó muy pronto de ocupar un lugar relevante en la coalición de
fuerzas del Régimen
Que el Régimen fue evolucionando y dejando atrás la estructura y la ideología fascista de primer periodo
Por el contrario, parece más defendible que el fascismo español fue parecido al italiano y al nazismo alemán durante
el periodo 1936-1942, y luego buscó sus propias formas por necesidad o conveniencia, aun prescindiendo
parcialmente de la parafernalia fascista anterior, precisamente para poder seguir siendo fascista.
El Régimen de FRANCO BAHAMONDE conservó siempre su identidad de origen y no dudó en mostrarla durante 40
años cuando lo creyó necesario y oportuno. En ningún momento abandonó el Régimen:
El recuerdo vivo de la guerra civil como factor de división de los españoles en vencedores y vencidos
El monismo político excluyente
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Todos, o casi todos estos elementos, con diversidad de matices, pueden ser rastreados en los dos modelos
originarios.
Pese a las frecuentes manifestaciones fascistas de sus últimos años de vida, el Régimen suavizó sus formas, en parte,
porque le faltaba energía para mantener 40 años de estado de excepción y, en parte, por la apuesta europea que
había hecho para sobrevivir. La relajación del poder en la aplicación de las leyes represoras fue la tónica de estos
últimos años. Se solía definir al Régimen, por eso mismo, como una dictadura templada por el general
incumplimiento de la ley que lo sustentaba.
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aplicación de las leyes represoras) porque le faltaba energía para mantener 40 años de estado de excepción y
por la apuesta europea que había hecho para sobrevivir. Se solía definir al Régimen, por el general
incumplimiento de la ley que lo sustentaba, como una dictadura templada.
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