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Artículo del modelo de examen

SALUD

“Nomofobia”, la nueva adicción


Tengo un hijo adicto... al móvil
¿Existe realmente la adicción a las nuevas tecnologías? ¿Hay que ponerles un límite de horas? Dudas
de padres para las que la ciencia trata de dar respuestas, casi siempre a un ritmo más lento que el de
la realidad.

MARÍA VALERIO
29/05/2016 

"Un día tuve que llamar a mis hijos varias veces para cenar. Estaban los dos con el
móvil y no me hacían caso, así que les quité el móvil y lo tiré por la ventana. Al
principio protestaron mucho, pero ahora cada vez que los llamo para cenar sueltan el
móvil echando chispas, porque ya les he dicho que lo volvería a hacer". Esta anécdota
que cuenta una madre taxista refleja seguramente las sensaciones de muchos padres
con hijos adolescentes “enganchados” a la pantalla.

"El problema está en dónde poner el límite", reconoce el doctor Pedro Bermejo,
presidente de la Asociación Española de Neuroeconomía. "El uso de redes sociales, por
ejemplo, libera neurotransmisores asociados con el placer cerebral, como la
dopamina”, y agrega: “El problema es que el cerebro se acostumbra a esa sensación de
bienestar y pone en marcha de nuevo el circuito para repetir la acción y obtener el
mismo placer".

Los expertos coinciden en que las nuevas tecnologías se convierten en adicción cuando
interfieren con las actividades de la vida diaria y los adolescentes (también los adultos)
dejan de hacer otras cosas necesarias en su vida cotidiana.

Enrique Madrid, psicólogo de la Unidad de Prevención de Conductas Adictivas (UPCCA)


del Ayuntamiento de Mislata (Valencia), ha atendido en el último año a una decena de
jóvenes de 14 a 16 años afectados por su uso abusivo del whatsapp. Como explica a El
Mundo, la mayoría de estos casos llegan a este servicio municipal cuando sus familias
experimentan alguna crisis provocada por la retirada del móvil como castigo, por
ejemplo, por un mal rendimiento escolar.

"En ese momento en que los chicos tienen una reacción desajustada al quedarse sin
móvil, los padres hacen clic y toman conciencia del uso desmedido que sus hijos llevan
haciendo durante algún tiempo", explica el psicólogo. En la mayoría de los casos,
tranquiliza el especialista, se trata simplemente de situaciones de uso abusivo o
problemático del teléfono.

Madrid admite que la línea que separa el abuso de la dependencia es pequeña.


"Cuando el abuso se transforma en dependencia piensan en conectarse desde que se
levantan, tienen dificultades para dejar de usarlo y sensación de ansiedad si no pueden
mandar mensajes, como una especie de síndrome de abstinencia", explica el
especialista.

Aunque los especialistas no se ponen de acuerdo a la hora de establecer una edad


adecuada para tener el primer móvil, todos ellos coinciden en que hay que esperar a
que el chico tenga cierta capacidad reflexiva. Enrique Madrid anima también a los
padres a establecer normas que regulen el uso del móvil en casa, porque muy pocos
chicos a estas edades tienen capacidad para autorregularse.

Jesús de la Gándara -jefe de Psiquiatría del Complejo Hospitalario de Burgos- sostiene


que a menudo la tendencia dominante a demonizar las nuevas tecnologías olvida los
beneficios que estas aportan. "Además de hacernos sentir bien por la liberación de
dopamina, sabemos que, a nivel cerebral, las regiones relacionadas con la sensibilidad
del pulgar se están desarrollando más. Estas zonas del cerebro están creciendo por
nuestra destreza con el teclado táctil", explica.

"Yo estoy convencido de que las nuevas tecnologías no son malas", agrega Jesús de la
Gándara. "El ser humano es muy listo y lo que es malo lo elimina; es sólo una cuestión
de tiempo. Si las nuevas tecnologías están aquí y las usamos es por algo", apunta.

De hecho, él coincide con el psicólogo valenciano en que numéricamente el grupo de


adolescentes en los que se puede establecer un diagnóstico de adicción es muy
pequeño con respecto a todos los niños que llevan un móvil en el bolsillo. "Yo diría que
la tasa de adolescentes adictos no supera el 2-3%, porque para que aparezca una
adicción también es necesario un cierto componente biológico. Tienen que existir
además otras patologías, un problema afectivo, o ciertos rasgos de hiperactividad que
aumentan el riesgo de engancharse", explica Gándara.

Adaptado. Disponible en:


https://www.elmundo.es/salud/2016/05/29/57481b2346163f146a8b45c5.html [Fecha
de consulta: 16 de junio de 2019]

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