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Comunidades Terapéuticas en el Ámbito de Privación de Libertad*

Reseña
*Autora: Psp. Nilda Carolina Noguera (M.P. 033)

Introducción

El objetivo esencial de la presente reseña se orienta a propiciar información precisa y adecuada


para introducir en la temática del abordaje terapéutico comunitario del consumo problemático
de sustancias psicoactivas en contextos de privación de libertad en la provincia de Misiones.

Las Comunidades Terapéuticas (C.T.) han tenido su origen en los grupos de autoayuda de
Alcohólicos Anónimos (AA) durante los años 1940 y 1950. Con posterioridad, el iniciador de la
modalidad, Charles E. Dederich, quien fuera durante más de veinte años alcohólico, consideró
necesario un abordaje más interactivo para el tratamiento de esta problemática a través de la
residencia y permanencia de grupos de personas con alcoholismo y problemas de consumo de
heroína, dando lugar a la primera C. T. autodenominada SYNANON. En nuestro país, Carlos
Novelli (1973) funda la primera C.T. al adaptar su vivienda, dando lugar al Programa Andrés, con
un perfil tendiente a lo religioso y de autoayuda.

¿Qué son las Comunidades Terapéuticas?

Desde el propósito de esta reseña, nos resulta oportuno clarificar el concepto de Comunidad
Terapéutica: En principio hablamos de un centro residencial en la que se permanece todo o gran
parte del día. Los residentes conviven de forma continua e interactúan con el personal técnico
– profesional en forma frecuente. Su permanencia tiene una duración determinada conforme a
objetivos terapéuticos específicos.

Cada C.T. se orienta al abordaje de un perfil concreto, y sólo las personas que se ajustan al mismo
pueden residir en ella. Es decir que cada C.T. delimita la problemática a la que ha de abordar,
pudiendo orientarse a: a) Enfermedades mentales; b) centros de niños, niñas y adolescentes; c)
personas que manifiestan consumo problemático de sustancias psicoactivas; d) Adicciones
conductuales (ludopatía, sexopatía, vigorexia, trastornos alimentarios); e) Víctimas de violencia
(mujeres, refugiados, entre otros).

El objeto de la presente se orienta las C.T destinadas a la atención del consumo problemático
de sustancias psicoactivas que generalmente se manifiesta de forma combinada (policonsumo)
y cuyo abordaje demuestra notables limitaciones cuando hablamos de estructuras patológicas
asociadas (psicosis, perversiones, otros), dado que las mismas requieren asistencia más
específica e individualizada.

Por otro lado, las C.T. no constituyen instituciones totales que afrontan y resuelven todos los
problemas de sus residentes. Persiguen un fin determinado y en torno de éste concentran todos
los esfuerzos de sus actores.

La C.T. para el abordaje en personas privadas de libertad

En ámbitos de privación de libertad, las C.T. constituyen la respuesta más adecuada a la


problemática del consumo en personas que se hallan cumpliendo una pena y, que en su mayoría,
han transgredido la ley bajo el mismo efecto de sustancias psicoactivas (alcohol, cocaína,
marihuana, psicofármacos, pasta base, hongos y otros vegetales alucinógenos, etc.)1.

Nos atrevemos a afirmar ello dado que no sólo resulta la propuesta más económica en cuanto
a la utilización de recursos (enfoque comunitario), sino también que tras la supervisión directa
del proceso de deshabituación de consumo y abstinencia, y el monitoreo de otras variables,
permite a los profesionales observar la cotidianeidad de los internos residentes, sus
necesidades, conflictos, fortalezas, interacciones, entre otros.

Es decir, esta modalidad de tratamiento se aplica en módulos aislados del resto de la población
penal, en los cuales los internos que comparten la misma problemática conviven, tras un
proceso de pre – admisión mediante entrevistas focalizadas en dilucidar aspectos que
configuran la situación individual y si la modalidad de tratamiento comunitaria es la adecuada
para el interesado.

Resulta fundamental comprender que el proceso de pre – admisión que determina el ingreso no
consiste en una selección arbitraria sino que se enmarca en los principios establecidos en el
Capítulo VII de la Ley N° 26.657 de Salud Mental, en el cual se fijan parámetros para la
internación partiendo del consentimiento del paciente y de la dosificación de información
pertinente respecto de la modalidad terapéutica de la misma. En este sentido, se prioriza el
respeto por la dignidad humana y la autonomía personal, así como puede encararse el
tratamiento a partir del compromiso de la persona privada de libertad. Es por ello que el ingreso
a un programa de C.T. es y debe ser siempre voluntario; así como debe existir la misma
posibilidad de discontinuar el tratamiento cuando el interno – residente lo considere oportuno,
sin que deba utilizarse mecanismo alguno de retención: la persona es libre de decidir cuándo es
su momento adecuado para encarar un estilo de vida más saludable.

Además del consentimiento, durante el proceso de pre – admisión, pueden observarse los
siguientes aspectos, los cuales permitirán un abordaje lo más adecuado posible:

 Conciencia de enfermedad
 Demanda hacia el tratamiento
 Características de la abstinencia
 Motivaciones para la aceptación del tratamiento
 Posibilidades personales y sociales para llevar adelante el tratamiento comunitario
 Nivel de compromiso con el consumo: uso, abuso, adicción
 Tratamientos previos (motivo de abandono o suspensión)
 Rasgos de la personalidad

Como hemos mencionado más arriba, el residente interactúa de forma regular con profesionales
del Equipo Terapéutico (E.T.) conformado por psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras,
trabajadores sociales, educadores, operadores socioterapeuticas, terapistas ocupacionales,
enfermeros, médicos clínicos y especialistas de cualquier disciplina afín al tratamiento
comunitario. Asimismo, para garantizar las medidas básicas de seguridad correspondientes a
toda dependencia penal, ha de desempeñar la función de Monitores Terapéuticos todo aquel
personal penitenciario que cuente con un perfil humanístico ligado a la capacitación en salud
mental. Y no debemos olvidar a todo el personal externo a la C.T. que de alguna manera tiene

1
En la experiencia tomada de la Comunidad Terapéutica de la unidad penal I (Loreto), se ha observado una fuerte
vinculación entre la sustancia y el delito, tras entrevistas con los internos ingresados al programa terapéutico desde
el año 2.015 a la fecha.
interacción esporádica o frecuente con el interno residente (panaderos, cocineros,
administrativos, entre otros).

Tener en cuenta las interacciones posibles tanto intracomunidad como hacia el exterior de la
misma, nos permite sustentar que el programa terapéutico general propende a reproducir la
vida cotidiana real, pudiendo alejarnos de la idea de institucionalización clásica (manicomios). Y
es en este sentido, que tanto los E.T. como las autoridades penales a cargo, deben garantizar las
limitación de plazas2, para lograr una vinculación paciente – grupo – E.T. – exterior lo más
positiva posible.

Es así que la C.T. aspira al acercamiento y afianzamiento de vínculos familiares, como parte del
tratamiento integral que se pretende brindar. Actualmente, considerando tanto la distancia
física, condicionamientos económicos, este aspecto del tratamiento se cubre en forma paliativa
mediante la colaboración de profesionales externos al E.T., la utilización del teléfono como
dispositivo de acercamiento, entre otras medidas.

Otro pilar del tratamiento lo constituye la actividad física. Teniendo en cuenta que numerosas
investigaciones respecto de la temática del consumo de sustancias, desde un enfoque
neurofisiológico, sustentan que el consumo se halla vinculado a la búsqueda de satisfacción
(centro de la recompensa) y que ésta es posible alcanzarse mediante una multiplicidad de
actividades cotidianas que generen placer, entre ellas: el Deporte.

Con la misma relevancia, la capacitación educativa y laboral conforman una necesidad imperiosa
de atender. Dado que el trabajo y la educación continúan siendo importantes factores de
promoción social para cualquier ser humano, con más razón aquella persona que ha infringido
la Ley necesita tener acceso a propuestas de esta índole que le permitan egresar del sistema
penal con herramientas más adecuadas para la adaptación a las convenciones sociales de la vida
en libertad.

Por otra parte, todas las áreas disciplinares que conforman los E.T. vinculadas a la promoción de
salud mental y el desarrollo de las potencialidades de cada residente y su relación con el entorno
grupal – psicólogos, psicopedagogos, operadores socioterapeutas, psiquiatras, médicos,
especialidades afines – operan como orientadores, guías, para las personas que han decidido
abandonar el consumo indebido de sustancias psicoactivas. El fin más elevado es siempre lograr
que la persona y su entorno inmediato alcancen la plenitud bio – psico – social – espiritual.

Los Residentes

Las personas privadas de libertad que acceden a iniciar tratamiento comunitario para el
consumo indebido de sustancias psicoactivas, no son sujetos pasivos que “reciben ayuda
profesional”, sino que adoptan progresivas y crecientes responsabilidades, según vayan
avanzando en el tratamiento, dado que el propósito es fortalecer la autonomía personal. Es por
ello, que cuentan con tiempos de ocio con monitoreo mínimo; la administración de este tiempo
es decisión personal y resulta sumamente importante para la preparación para el egreso.

En este aspecto es que el tratamiento se diagrama para que cada interno – residente que haya
alcanzado los objetivos terapéuticos al alcance de la modalidad comunitaria, egrese del
programa en forma simultánea con la recuperación de la libertad ambulatoria o el acceso a

2
En la C.T. de U.P. I (Loreto), las instalaciones edilicias y la disponibilidad de recursos humanos permiten el
alojamiento de hasta quinte (15) internos.
beneficios de libertad condicional o del período de prueba con o sin régimen de salidas
transitorias (Ley XIV – N°7, antes Ley Provincial N° 3.595 y sus modificatorias).

Otras consideraciones:

 El Programa de tratamiento del consumo problemático de sustancias psicoactivas es


flexible y se adapta a las reglamentaciones de ejecución penal, salud mental,
progresividad y cualquier otra que refiera y /o complemente a la aplicación de la pena
privativa de libertad confiada al Servicio Penitenciario Provincial.
 Para trabajar en C.T. es necesario adoptar la concepción del interno como persona
enferma. Más allá de que la dependencia al consumo se haya producido por una
elección inadecuada, eso se habla de tratamiento para que el mismo pueda recuperar
su independencia.
 Es tan importante el grupo como el individuo. Existirán objetivos colectivos e
individuales que deberán estar siempre en concordancia.
 La reinserción promovida por las C.T. permite al sujeto excluido, “enfermo”, el
reencuentro con su comunidad social, produciéndose un re –aprendizaje mutuo.
Bibliografía:

 Gil Verona, J., Pastor Vázquez, J., Fernández, F., Barbosa, M., Macías Fernández,
J., Maniega, M., Gónzalez, L., Cañizares, S. (2003). Neurobiología de la adicción a las
drogas de abuso. Revista de Neurología [Revista en línea]. Recuperado el 12 de agosto
de 2010, de http://www.psiquiatria.com/articulos/adicciones/drogas/general/11347/
 Grimson, W.R. Sociedad de Adictos. La Comunidad en la Prevención y el
tratamiento de las Adicciones. Ed. Planeta. Buenos Aires. Año 1999.
 La Metodología de la Comunidad Terapéutica. Fundación Atenea. Delegación
del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. España. Año 2010.
 Ley Nacional de Salud Mental 26.657. Argentina. Año 2.010.
 Ley XIV N° 7 de Ejecución de la Pena Privativa de Libertad (Antes Ley
3.595). Provincia de Misiones, Argentina. Año 1.999.

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