Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Gerardo Alfaro
Introducción a la Teología 405
1. Introducción.
1.1. La relación de la revelación con la inspiración. Ya se dijo que la revelación es el hecho por el cual
Dios se ha dado a conocer al hombre por diferentes medios (formas de la revelación),
especialmente por medio de la persona y la obra de Jesucristo. La revelación viene de la mente de
Dios a la mente del hombre y se consigna por escrito en la Biblia. Por medio de la inspiración
Dios garantiza el registro fiel de su revelación escrita: la Biblia. Bernard Ramm ha dicho: “La
función de la inspiración es proveer a la Iglesia con un documento de revelación en una forma
auténtica y digna de confiar” (Diccionario de Teología Contemporánea, 77).
1.3. Los varios conceptos de inspiración. Al final de esta lección colocamos una breve discusión de las
variadas maneras en que la doctrina de la inspiración se ha entendido. El grueso de esta lección,
sin embargo, se concentra en exponer lo que se conoce como inspiración plenaria y verbal.
2.1.1 El testimonio del AT mismo. ¿Afirman las Escrituras del AT su propia inspiración? Hay
quienes dicen que solamente en el NT podemos encontrar pruebas de la inspiración del AT.
Sin embargo, es posible hallar pruebas en el AT mismo tocante a su propia inspiración.
2.1.1.1. Dios mismo le ha dado su palabra a los hagiógrafos. Por ejemplo, “Así dice
Yavé” (Jer. 7:21, etc.), “vino palabra de Yavé” (Jer. 7:1; Os. 1:1; Joel 1:1; Jon 1:1;
3:1; Miq. 1:1; Sof. 1:1), “he aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jer. 1:9; Dt.
18:18), “oid esta palabra que ha hablado Yavé”: (Am. 3:1), “la boca de Yavé lo ha
hablado” (Miq. 4:4).
2.1.1.2. Moisés recibió las palabras de Yavé y las escribió (Ex. 4:30; 24:3; Nm. 36:13;
Dt. 5:30-6:9; 31:9, 22).
2.1.1.3. La autoridad de la Palabra escrita es la misma que la de Yavé. El rey tiene que
conocerla y obedecerla (Dt. 17:14-20). Los sacerdotes la reciben para guardarla y
enseñarla (Dt. 31:9-13, 24-29). Toda la nación tiene que someterse a ella (Dt.
31:12-14; Jos. 1).
2
2.1.1.4. A Jeremías se le ordena escribir la palabra de Yavé(36:28-32).
2.1.1.5. Hay pasajes del AT en donde la palabra escrita se identifica directamente con
Yavé. Por ejemplo, Josué 1:7-8; Sal. 19:7-10; Zac. 7:7).
2.1.1.6. David dice: “El Espíritu de Yavé ha hablado por mí, y su palabra ha estado en
mi lengua” (2 Sam. 23:2).
2.1.2. El testimonio del pueblo israelita. El apóstol Pab lo dice que los israelitas son los
depositarios de los oráculos divinos (Rom. 3:2; 9:4), es decir, la palabra de Yavé. De ésta,
ellos fueron celosos guardianes a través de los siglos. Para el tiempo del señor Jesús, los
judíos consideraban a los hoy llamados libros canónicos como la palabra de Yavé. En su
conjunto esos libros eran designados con la triple clasificación de “la Ley, los Profetas y los
Escritos” (Lc. 24:44). Los israelitas no necesitaron esperar hasta el advenimiento de Cristo
y sus apóstoles para adquirir la convicción de que Dios les había hablado por medio de una
revelación escrita. Muchos judíos no aceptaron el testimonio de Cristo y sus apóstoles,
rechazaron los escritos del NT, y, sin embargo, creían firmemente en la inspiración y el
carácter divino del AT.
2.1.3.2. Muy relacionadas con lo anterior están las expresiones: “como está escrito”,
“la Escritura dice”.
2.1.3.3. A menudo los escritores del NT identifican las palabras del AT con la Palabra
de Dios mismo. A veces se afirma que Dios habló por medio del escritor humano
(e.g., Hch. 1:16; 13:34-35). En otros casos se dice que fue Dios mismo quien habló en
el AT (e.g., Heb. 1:5 y Sal. 2:7; Hch. 28:25-27 e Isa. 6:9, 10; 1 Cor. 15:27 y Sal 8:6).
2.1.4.1. Nuestro Señor Jesús usa el término “Escritura” en el sentido descrito antes.
Le atribuye autoridad divina a todas las Escrituras del AT. En Juan 10:34 usa “ley”
para referirse a una sección que técnicamente no forma parte del Pentateuco, sino de
los salmos (Sal. 82:6). Cristo usa “Escrituras” y “ley” como sinónimos.
1
Ver, León Morris, Creo en la Revelación (Miami: Caribe, 1979), 67-91.
3
2.1.4.2. Él también apela a las Escrituras como fundamento de sus enseñanzas. Al
hacerlo atribuye autoridad divina indiscutible al AT (Mt. 4:7, 10; 14:49; 26:31; 21:42;
Mr. 9:12,13; Lc. 20:17).
2.1.4.3. Testifica que la palabra del AT es Palabra de Dios. En Mateo 19:4-6, por
ejemplo, el Señor identifica lo que los judíos habrían “leído” en el AT con una acción
perteneciente a Dios mismo (“lo que Dios ha unido” vr. 6). Reconocía así que el AT
era Palabra de Dios. Algunos han dicho que, en casos como éste, el Señor solamente
estaba adaptándose a las creencias de los judíos para enseñarles sus doctrinas. Que
éste no es el caso se demuestra en el hecho de que él no ocupó la Escritura sólo para
enseñar doctrina, sino que todo él—su persona, su obra y su ministerio—se sometió a
la autoridad de la Palabra (Mt. 5:17-18).
2.1.5.2. Pablo cita frecuentemente el AT como Palabra de Dios (e.g., Rom. 1:1,2;
9:25). Usa los nombres “Dios” y “Escritura” de manera intercambiable (Rom. 4:3;
10:11; Gá. 3:8; Rom. 9:17).
2.1.5.3. Pablo presenta al Señor Jesucristo como el cumplimiento de las Escrituras del
AT (“conforme a las Escrituras”, 1 Cor. 15:3, 4). Esto dice “lo ha recibido” de Jesús.
En otras palabras, tanto Pablo como su fuente de información entienden a la Escritura
del AT como profetizando y, por lo tanto, dándole sentido a la fe cristiana.
2.1.5.4. Pablo fundamenta vez tras vez sus enseñanzas en los escritos del AT(e.g.,
Rom. 15:21; 1Cor.1:19; 2:9; 2Cor. 9:9; Gal. 4:27; Efe. 4:8). Contundentemente
afirma, en relación directa con el AT, que toda Escritura es inspirada por Dios (2 Tim.
3:16).
2ª Ped. 1:21 es uno de los textos bíblicos más claros y precisos en cuanto a la inspiración de
la Biblia, en especial del AT. Algunas breves observaciones que podemos sacar de este texto
son las siguientes: (1) La iniciativa divina. La profecía no vino por voluntad humana, sino
divina; (2) La instrumentalidad humana. Los escritores eran seres humanos que no vieron
anulada su personalidad en el proceso de registrar la revelación divina en los manuscritos
originales.
2.2.1. La promesa del Señor Jesucristo (Jn. 14:26; 15:26; 16:12-15; 1 Cor. 2:10-13; 11:23;
14:37). Estos textos garantizan cuando menos, la ayuda especial del Espíritu Santo en el
ministerio de los apóstoles en cuanto al conocimiento y comunicación de la verdad de Dios.
4
2.2.2. El apóstol Pablo.
2.2.3.1. En 1ª Pedro 1:25, la palabra del evangelio es “la palabra del Señor”.
2.2.3.2. De acuerdo con 2ª Pedro 3:16, los profetas del AT tienen la misma autoridad
divina que los Apóstoles.
2.2.4. El apóstol Juan supone que la escritura de su evangelio tiene el propósito de que las
personas crean en Jesús y así reciban vida eterna (Jn. 20:31). Esta pretensión es demasiada
alta para un simple escrito humano. En el libro de Apocalipsis varias veces nos dice que su
contenido viene directamente por orden del cielo (e.g., “Y me dijo: escribe” Ap. 21:5;
comp.. 22:6, 18, 19).
2.3.1.1. El contexto habla del conocimiento de la vida que agrada a Dios (piedad).
Este conocimiento tenía sus fuentes instrumentales en Pablo (v10,11) y en la madre
de Timoteo (1:5). El conocimiento ha provenido desde su juventud. El objeto del
conocimiento de Timoteo han sido “los escritos sagrados”. Los resultados del
conocimiento son los de dar sabiduría para alcanzar la salvación a través de la fe.
Pablo, es claro, ve la salvación aquí como un hecho inclusivo de toda la vida de
Timoteo, y no sólo el momento de su conversión al Señor Jesús. Dar “salvación”,
entonces, es guiar sabiamente en el camino de la vida cristiana. El fundamento de
estas afirmaciones, Pablo las encuentra en que las Escrituras son inspiradas por Dios.
También puede ser que en esta palabra se esté diciendo que las Escrituras
provienen de Dios a través del Divino Espíritu. Esta sugerencia cobra mayor peso
cuando se observa que otros pasajes que hablan tocan el mismo tema subrayan la
actividad del Espíritu Santo.
2
Edward J. Young, Thy Word is Truth (Grand Rapids: Eerdmans, 1960), 20-23.
3
C. F. D. Moule, Idiom Book of the New Testament Greek, 95; N. Turner, A Grammar of the New Testament
Greek, 3: 199-200. Para una opinion en contra ver J. N. Kelly, A Commentary on the Pastoral Epistles.
6
(anartros) y que están unidos por la conjunción kai indica que ésta debe
entenderse como un conectivo, “y”, y que los dos adjetivos deberían recibir el
mismo significado sintáctico. En otras palabras, o los adjetivos modifican al sujeto,
la Escritura, es decir, “toda Escritura inspirada y útil es...” (pero esto sería muy
improbable pues no quedaría predicado alguno), o ambos adjetivos pertenecen al
predicado (como es el caso en 1ª Timoteo 4:4), es decir, “toda la Escritura es
inspirada y útil...”. A mi parecer, la razón mayor para querer adoptar una
traducción diferente a ésta es teológica—con el propósito de inferir que existe
alguna parte de la Escritura que no es inspirada.
4
Harold K. Moulton, The Analytical Greek Lexicon Revised (Grand Rapids: Zondervan, 1978).
7
individualista de interpretar el texto, esperaríamos que se nos dieran sugerencias
de cómo no hacerlo. En lugar de esto, lo que recibimos es un contraste entre las
explicaciones de los mitos humanos (vr. 16) y los falsos maestros (2:1), con la
palabra segura de la Escritura. Así entendido el pasaje, la Escritura no es cualquier
explicación, por eso (vr. 20), sino que proviene de Dios (vr. 21).
2.3.3.2.1. El Espíritu Santo fue recibido por los apóstoles para que ellos sepan las
verdades que él revela.
3.2.1. “La inspiración es la influencia que el Espíritu Santo ejerció sobre la mente de los
escritores bíblicos y que hizo de sus escritos el registro fiel de la revelación progresiva de
Dios, la cual es suficiente para guiar al investigador sincero a Cristo y a la salvación” (A.H.
Strong, Systematic Theology, 196).
3.2.2. “La inspiración fue una influencia del Espíritu Santo sobre la mente de ciertos
hombres selectos que llegaron a ser los instrumentos de Dios para la comunicación infalible
de su mente y voluntad” (C. Hodge, Systematic Theology, I: 154).
3.2.4. “Es la cualidad que poseen los libros canónicos de la Biblia como resultado de la obra
por la cual el Espíritu Santo dirigió y gobernó a los escritores humanos, sin anular la
personalidad de ellos para que consignaran sin error la revelación divina en las palabras de
los manuscritos originales” (Ryrie).
3.3.1. La última de estas definiciones nos parece que contiene todos los elementos básicos
que deben estar presentes en un entendimiento de la inspiración verbal y plenaria. Por eso
vale la pena analizarla con mayor detenimiento.
3.3.2. “Cualidad”. La inspiración se refiere, en última instancia, a una cualidad que los
escritos poseen . La inspiración de la Escritura no se limita, por eso mismo, a la experiencia
o fenómeno subjetivo de cada uno de sus autores humanos.
3.3.5. El propósito de la inspiración. El Espíritu guió y controló a los hagiógrafos para que
consignaran sin error la revelación divina en las palabras de los manuscritos originales. La
acción del Espíritu, en este sentido, provee la base para la doctrina de la inerrancia bíblica.
El registro de la revelación se hace sin error en las palabras de los manuscritos originales. La
inspiración no se limita a los conceptos del texto. Incluye las palabras mismas. Es verbal
porque incluye las palabras y es plenaria porque las incluye todas. Finalmente, debe
subrayarse que la inspiración se relaciona directamente con los manuscritos originales. ¿Qué
sucede con las traducciones y las copias de la Escritura?
3.3.6. El resultado de la inspiración. Todo lo dicho anteriormente indica que, como resultado
de la inspiración divina, el hombre recibe un registro fiel de la revelación de Dios. Puede
notarse que la inspiración se relaciona con el proceso que da origen a la revelación escrita de
Dios, pero es de manera muy especial la cualidad divina que las Escrituras siguen poseyendo
(2ª Tim. 3:16). La palabra revelada en la Biblia es la Palabra de Dios. Esto no significa que
todo lo que se dice en la Biblia tiene su origen en Dios. Allí hay palabras de hombres que no
le glorificaron a él y palabras de Satanás mismo. Pero, todas estas palabras forman parte de
lo que el Espíritu ha querido comunicarnos. En este caso—como en el de todas las
Escrituras—la inspiración consiste en el registro fiel que de dichas palabras se ha hecho bajo
el control del Espíritu Santo.
4. Conceptos de Inspiración
El concepto de inspiración plenaria y verbal no ha sido la única forma de entender esta doctrina.
De hecho, varias otras formas de hacerlo se han propuesto. A continuación se resumen algunas de
las más sobresalientes.
Según este concepto, la Biblia fue inspirada en el sentido de haber sido escrita por hombres que
eran grandes genios. Es decir, se trata de una inspiración como la de otras obras maestras de la
literatura universal. La Biblia nos es, por lo tanto, una revelación sobrenatural. Es producto de la
inspiración humana. Queda en el mismo plano de otras obras religiosas como el Corán o los libros
Vedas.
De acuerdo a esta teoría, los escritores de la Biblia estaban llenos del Espíritu Santo así como
pueden estarlo los creyentes en la actualidad. La inspiración es, entonces, uno de los frutos
generales del Espíritu. Por lo tanto, todo miembro de la Iglesia puede tener esta inspiración. El
Espíritu la da a todos.
Esta teoría presenta grandes problemas para nosotros. Entre otros, puede mencionarse los
siguientes: (1) Contradice las afirmaciones de la Biblia misma, en las que se describe una obra
especial del Espíritu Santo limitada a los escritores bíblicos. Le roba a las Escrituras su carácter
único, especial. (2) Contradice el concenso de la Iglesia Universal sobre la naturaleza de la
10
inspiración. (3) Abre además la puerta para el más extremado subjetivismo entre los cristianos,
puesto que todo creyente puede pretender que el Espíritu le ha hablado dándole una nueva
revelación para extender el Canon bíblico.
Esta teoría dice que los escritores bíblicos fueron solamente instrumentos pasivos en las manos
del Espíritu Santo, como máquinas de escribir a merced del mecanógrafo. Hay quienes confunden
esta teoría con el concepto ortodoxo de los protestantes conservadores, y afirman que éstos creen
que la Biblia fue dictada sin tomar en cuenta la personalidad y el estilo de cada uno de los autores.
Claro está que todo estudiante de la doctrina de la inspiración tiene que reconocer de acuerdo al
testimonio bíblico que algunas partes de la Biblia parecen haber sido dictadas por Dios mismo. A
lo menos se nos dice que Dios mismo escribió los Diez Mandamientos.
Esta teoría indica que fueron inspiradas solamente aquellas partes bíblicas que revelan lo que no
era posible conocer de otro modo. Por ejemplo: la creación, conceptos espirituales. Pero no era
necesaria la inspiración cuando había anales o documentos históricos que el escritor bíblico podía
consultar y citar por sí mismo. Si el escritor sagrado podía entrevistar a testigos oculares de
determinado evento, tampoco sería necesaria la inspiración. La objeción lógica aquí es que no
siempre podemos saber cuando un autor está dependiendo de su investigación y cuando lo está
haciendo de Dios. Esto nos conduciría a una falta de confianza en todo el texto bíblico. Por otro
lado, la teoría parece confundir varias conceptos. Por un lado, parece creer que si la información
se obtuvoa través de medios naturales, no puede denominarse como revelación divina. Hay que
recordar por ello que aunque Lucas, por ejemplo, investigó sobre el nacimiento de Jesús, la
información que nos presenta toda debe llamarse revelación. Por otro lado, la teoría parece
confundir el acceso a la información registrada con el registro mismo de ella. La inspiración está
relacionada principalmente con la fidelidad con la que la información se registra.
Aquí se dice que fueron inspirados solamente los conceptos, las ideas, pero no las palabras. El
problema con esta posición es que todos los conceptos, para ser entendidos por los humanos,
necesariamente deben expresarse por medio de palabras.
Este es el llamado concepto dialéctico de la Inspiración (Barth, Brunner, Neibhur). Jesucristo, más
bien que la Biblia, es la Palabra de Dios. Las Escrituras dan testimonio de la Palabra de Dios (no
son necesariamente la Palabra de Dios); pero hay detalles de este testimonio que necesitan
corregirse y mejorarse. Dios puede hablarnos por medio de una Biblia llena de errores. Los
escritores humanos, por ser humanos, estaban sujetos a errores. Lo único que podían producir era
un registro falible. También se dice que la Biblia no es la Palabra de Dios, sino que "puede llegar a
serlo", es decir, cuando la Biblia me habla, entonces es palabra de Dios. Si no me habla, no.
11
4.7. Inspiración según el concepto existencialista.
Esta teoría se desprende de la anterior. Para los teólogos existencialistas Bultmann y Tillich, la
Palabra de Dios es el hecho de que Dios mismo confronta al individuo en tal forma que los libera
de su ansiedad. La seguridad de liberación equivale a la fe. La Biblia no era registro infalible de
revelación. La Biblia "llega a ser Palabra de Dios" en el momento de angustia existencial y así
llega al corazón.
La Iglesia Católica Romana afirma la inspiración de la Biblia de una manera similar a la de los
protestantes conservadores; pero no afirma la inerrancia total de las Escrituras. La Biblia
solamente es inerrante en aquello que tiene que ver con nuestra salvación; en lo demás, contiene
errores.
Al afirmar la inspiración plenaria y verbal de las Escrituras, así como la inerrancia de las mismas,
el protestante conservador es consciente de los problemas que se le plantean en el terreno de la
crítica histórica, literaria, textual y otras recientes, pero no quiere capitular ante los que fácilmente
admiten la teoría de que Dios ha hablado por medio de una Biblia llena de errores y que no es
necesario, ni mucho menos indispensable, aceptar y defender el concepto de inerrancia. El
cristiano evangélico se aferra al concepto de inspiración aquí descrito porque para él las ideas de la
inspiración, inerrancia y autoridad van juntas. No pueden separarse entre sí. Es en las
proposiciones del sagrado texto donde el protestante conservador halla la base de toda autoridad
doctrinal o ética, y no es de extrañar que vea con recelo cualquier enseñanza que intente
menoscabar dicha autoridad. Tiene la convicción profunda de que la Palabra de Dios siempre "es
verdad" (Jn. 17:17). “Si se reconoce la exactitud y autoridad de la Biblia ésta se establece de
inmediato como la norma para toda creencia o doctrina. El hecho de reconocer la inspiración e
infalibilidad de la Biblia llega a ser la piedra angular sobre la que descasa toda doctrina cristiana.
Este es el fundamento de los fundamentos” (J. F. Walvoord, We Believe the Bible, 5-6).