Está en la página 1de 195

Emma Chase

Esta traducción está hecha sin fines de lucro y llega gracias al trabajo
realizado por un grupo de amantes a la lectura que buscan ayudar e incentivar a
personas que por una u otra razón no pueden disfrutar de ellas al no hallarse en su
idioma. Es hecha por fans para fans. Los personajes, las situaciones e información
encontrada aquí son obra intelectual del autor. Si tienen la oportunidad no olviden
comprar el libro y apoyar el trabajo del autor.
¡Buena lectura!
Moderadora:
Lucia Black
Traductoras:
Lucia Black MaryJane
Carool ilovebooks
Correctoras:
Ama Dain
Kisy92 Lalak
AnggiiN LuVelitta
PauLiNalp
Recopilación y revisión:
Lucia Black
Diseño:
Gaz
Sinopsis Capítulo 11
Prólogo Capítulo 12
Capítulo 1 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Epilogo
Capítulo 8 Próximo libro
Capítulo 9 Sobre el Autor
Capítulo 10
Hay dos tipos de personas en el mundo. Los que observan primero y los que
saltan. Siempre he sido más una espectadora. Cautelosa. Una planificadora. Eso
cambió después de que conocí a Drew Evans. Él es tan persistente. Tan seguro de sí
mismo –y de mí.
Pero no todas las historias de amor tienen un feliz para siempre. ¿Pensaste
que Drew y yo íbamos a cabalgar hacia el atardecer? Únete al club. Ahora tengo que
tomar una decisión, la más importante de mi vida. Drew ya tomo la suya –de
hecho, trató de decidir por nosotros dos. Pero sabes que ese no es mi estilo. Así que
volví a Greenville. Sola. Bueno, algo así...
Lo que me he dado cuenta es que los viejos hábitos son difíciles de superar y a
veces tienes que volver a donde empezaste, antes de seguir adelante.
TWISTED sucede dos años después del final de Tangled y está narrado desde
el punto de vista de Kate.
Traducido por Lucia Black & Carool
Corregido por Ama
Las mujeres caminan por una fina línea.
Puritana.
Puta.
Perra.
Felpudo.
Definir quién eres para el mundo exterior es un acto constante. Es agotador,
pero para algunas mujeres ahí afuera es una ocasional escapada. Una excusa que
les permite decir lo que realmente está en sus mentes, les permite perdonar incluso
si saben que no deberían y las empuja a satisfacer todas sus indecentes fantasías —
sin las escarlatas consecuencias.
Alcohol.
Puede dar el valor para hablar sucio y el permiso para ir a casa con el
camarero.
Es la coartada. El artículo de portada.
No eras realmente tú— estabas poseída por el Capitán Morgan1 y Grey Goose 2
Lamentablemente, tengo una muy alta tolerancia al alcohol.
Apesta ser yo.
En todos nuestros años juntos, Billy nunca fue capaz de sacarme fuera de
combate. Ni una vez. Tal vez es porque empecé a beber a una edad temprana. Tal
vez sólo nací así.
A pesar de todo, cuesta mucho que me haga efecto y aún más que me
emborrache.
Ese es el porqué, en su día, preferí la marihuana.
Mucho más eficiente.
Sí, has oído bien. Kate Brooks —extraordinaria marihuanera. ¿Los Grateful
Dead3 y yo? Podríamos haber sido mejores amigos. La hierba es lo que me dio la
valentía suficientemente para hacerme mi tatuaje.

1 Capitán Morgan: es una de las marcas de ron producida por la empresa Diageo.

2 Grey Goose: es un vodka Premium francés, elaborado mediante una quíntuple destilación, que se empezó a
producir en 1997.

3 GratefulDead: fue un grupo de rock y folk rock estadounidense influido por la psicodelia
Pero, lamentablemente, esos días terminaron. Cuando empecé la escuela de
negocios, me di cuenta de las consecuencias de ser atrapada con una controlada
sustancia eran demasiado altas. Así que ahora solamente me atengo a drogas
legalmente sancionadas. En su mayoría vino.
Drew y yo bebemos todas las noches, sólo para relajarnos. Y una vez por
semana tenemos una cita, una noche especial. Cocinamos juntos.
Drew es un gran fan de las fajitas4. Podemos beber y hablar, y beber un poco
más.
Esta noche hemos bebido un poco más de lo habitual. Así que, aunque no
estoy borracha en el sentido literal, mis extremidades se sienten flojas, Relajadas.
Al igual que mis inhibiciones. ¿Tengo tu atención? Excelente.
Abran una ventana, damas y caballeros—va a hacer calor aquí.

***

Estamos en la cama.
Estoy sobre mi espalda. Y Drew está entre mis piernas.
Bueno, su rostro lo está, de todos modos.
—Me encanta tu coño.
Gimo, y él refuerza sus palabras con acciones. Es grande con las acciones.
Húmedas y adoradoras acciones.
—Joder, podría vivir aquí.
Capta su ritmo, y antes de que puedas decir ―Pégame con una fusta‖, estoy
tirando de su cabello y gritando su nombre. Momentos después, Drew sonríe con
orgullo y se arrastra por mi cuerpo. Mis extremidades están perezosas por el vino—
y el orgasmo, por supuesto. Todo alrededor, es una agradable neblina, una niebla
de adormecimiento, haciendo que todo parezca onírico.
Y luego nos besamos. Y calor se extiende a lo largo de mi cuerpo como una
corriente eléctrica, trayéndome de vuelta.
Haciéndome sentir que esto es real.
Arranco mi boca de la suya y susurro, el alcohol me hace valiente
—Drew... Drew, quiero intentar algo.
Esto atrapa su atención.
—¿Qué quieres probar? —Su lengua se desliza sobre mi pezón.
Sonrío y muerdo mi labio

4 Fajitas: son uno de los platos más tradicionales, populares y deliciosas de la cocina Tex-Mex y norte de México.
Consiste en carne asada a la parrilla y cortada en tiras, servida sobre una tortilla de harina de maíz o harina de trigo.
—Algo nuevo.
Levanta la cabeza. Sus parpados están adorablemente pesados.
—Me gusta lo nuevo.
Suelto una risita y lo aparto de mí, luego me levanto y hago mi camino hacia el
tocador —chocando con la mesita de noche mientras voy.
—Perdón. —Abro el cajón y saco los dos pares de esposas.
Delores los consiguió para su despedida de soltera, pero ella ya tenía un par.
No preguntes.
Balanceo uno alrededor de mi dedo. Mi sexy pavoneo de regreso a la cama
casi es arruinado cuando tropiezo con mis tacones de cuatro pulgadas y río.
Drew se alza sobre sus rodillas. Se ve hambriento, como un león muerto de
hambre mirando a un jugoso filete que está fuera de alcance. Se traslada para
tomar las esposas de mí, pero lo empujo lejos.
—Sobre tu espalda, chico grande.
Sé lo que piensa. ¿No puedes casi escucharlo?
―Mmm... ¿Kate quiere manejar el show? Interesante.” Se echa hacia atrás y
lleva sus muñecas a los postes de la cabecera. Rodeo sus muñecas y aseguro las
medias lunas en el lugar.
Click.
Click.
Él le da a cada uno un tirón, probándolo, mientras yo descanso en mis tacones
junto a él, mis ojos paseando sobre la extensión de perfección desnuda que es Drew
Evans.
Hermoso.
—¿Planeas hacer algo? O ¿vas a mirarme toda la noche?
Lo miro. Y sus ojos son ansiosos, desafiándome a que lo traiga.
Oh, yo puedo traerlo. No hay duda de eso.
Levanto mi barbilla orgullosamente y llevo mis manos entre sus muslos.
Froto y masajeo sus bolas lentamente. Deslizo mi mano en su polla ya dura,
aferrándolo fuerte —la forma en que sé que le gusta— antes de administrarle unas
bombeadas firmes.
El pecho de Drew comienza a subir más rápido.
Interesante.
Y antes de que preguntes, no, no fui siempre así. Esto es atrevido, Audaz.
Toda mi relación sexual con Billy involucro dos niveles: tímido y mundano.
Vacilante y repetición. Y ahí es donde se quedó. Fue sólo después de Drew que me
di cuenta de cuánto Billy y yo nos habíamos conteniendo el uno al otro.
En el sexo —en la vida.
Ante los ojos del otro, siempre seriamos Billy y Katie. Inmaduros.
Dependientes. Siempre jóvenes —como Tuck Para Siempre sobre la fuente de la
juventud.
Drew Evans llegó a mi vida, sin pelos en la lengua, exigente, y sí, una
cachonda mujer que había estado creciendo en mí durante una década fue puesta
en libertad. Por lo menos en la cama. Su cama.
Me doblo por la cintura, el culo al aire y tomo su longitud en mi boca. Él da un
tirón con el contacto. El alcohol debe haber entumecido mi reflejo de nauseas,
porque soy capaz de llevarlo hasta el fondo de mi garganta.
Y lo hago.
Cuatro, cinco, seis veces. Entonces traslado mis ojos a los suyos. ¿Durante una
mamada? A los hombres les encanta el contacto visual. No me preguntes por qué.
No tengo idea.
—¿Te gusta cuando chupo tu polla, Drew? —A él también le gusta hablar
sucio. En realidad, no hay mucho que a Drew no le guste.
Sus ojos ruedan hacia atrás—. Joder, sí…
Vuelvo al trabajo, dejando que mi lengua entre en acción. Su voz es
entrecortada, jadeando
—Dios, cariño, tú das el mejor sexo. Puedes enseñar una maldita clase.
Ja, ¡eso es chistoso! Lame polla 101.
Después de casi dos años, soy una experta en la lectura del lenguaje del
cuerpo de Drew. Así que cuando sus caderas empiezan a levantarse y aprieta sus
manos en el aire, sé que está cerca. Sus apreciativos gruñidos y gemidos casi me
hacen abandonar mi plan.
Pero no lo hago.
En el último segundo, justo antes de que llegue, me aparto. Y me siento. Los
ojos de Drew se cierran con fuerza, esperando la explosión que no va a venir. Abre
los ojos y está desconcertado.
Sonrío, sintiéndome empoderada. Y traviesa.
Bostezo dramáticamente
—Sabes, ese vino realmente tomó mucho de mí. Estoy un poco cansada.
—¿Quu... qué? —jadea.
—Creo que necesito un descanso. No te importa, ¿verdad?
Drew gruñe—. Kate...
Paso mi pierna sobre él, deslizando su masivamente impresionante erección
entre mis piernas. Estoy sentada sobre él, pero no lo dejo deslizar dentro.
—Estoy demasiado sedienta. Voy a tomar un vaso de agua. ¿Quieres?
—Esto no es gracioso, Kate.
Oooh, está enojado.
Da miedo.
Deslizo mi dedo en el centro de su pecho.
—¿Quien se está riendo? —Tira contra las esposas—más duro esta vez.
Cuando las ataduras aguantan, suelto una risita. ¿Quién sabía que chuzar a un león
con un palo puede ser tan divertido?
—Relájate, Drew. Quédate como un buen chico y volveré... —Me encojo de
hombros—. Eventualmente.
Beso su nariz rápidamente, saltando de la cama y escabulléndome de la
habitación mientras él llama mi nombre.
No me mires así; sólo estoy burlándome un poco de él. Sabes que se lo
merece. No hay nada malo en ello, ¿no?

***

Voy por el pasillo a la cocina, orgullosa de mí misma. Cuando camino sobre el


frío piso, piel de gallina sube por mis piernas y abajo por mis brazos. Realmente
estoy sedienta, así que cojo un vaso del armario y lo lleno con agua fría.
Parada en el fregadero tomo un buen y trago largo, cerrando los ojos mientras
el líquido frío alivia mi garganta seca. Una gota hace un sendero debajo de mi
barbilla, sobre mi clavícula y debajo de mis pechos.
Sin previo aviso, un pecho duro presiona contra mi espalda,
sorprendiéndome. Chillo y el vaso cae y se rompe en el fregadero.
No sé cómo consiguió liberarse, pero las esposas estas sonando en sus
muñecas. Ásperas manos me tiran hacia arriba, me atrapan.
Me estremezco cuando el seductor aliento cálido raspa mi oreja.
—Eso no fue agradable, Kate. Yo también puedo no ser agradable. —su voz es
baja, no enojada, pero firme. Es increíblemente excitante.
Una mano agarra mi cabello en la nuca y tira, lo que me hace arquear la
espalda y presiona mi pelvis contra el borde del fregadero. Jala de mi cabeza hacia
un lado, y entonces me besa, sumiendo su lengua en mi boca mientras yo trato de
seguirle el ritmo.
El beso es posesivo.
Dominante.
Un momento después se empuja fácilmente dentro de mí y empieza un ritmo
castigador, su abdomen inferior golpeando contra mi culo con cada empujón.
Es emocionante.
Me oigo gemir. El mostrador mordiendo mi estómago, pero no me importa.
Todo lo puedo sentir es a Drew.
Controlándome, Conduciéndome, Poseyéndome. Su mano libre agarra la mía
y la lleva de vuelta a mi clítoris.
Apretando mis dedos abajo, obligándome a darme placer.
Los hombres tienen algo por la masturbación. Me he dado cuenta que los
excita a lo grande—como lanzar una mecha en un barril de gasolina.
Suelta mi mano, pero mis dedos continúan moviéndose como él quiere que lo
hagan. Como si fueran una marioneta en una cuerda, y Drew es el maestro
titiritero. Y luego se inclina hacia atrás, llevándose el calor de su pecho.
El ritmo de su empuje se desacelera. Y siento su mano deslizarse abajo por mi
columna. Entre nosotros.
A mi culo.
Su mano amasa y frota, entonces sus dedos se deslizan alrededor del
montículo de carne. De ida y vuelta sobre el agujero hipersensible entre ellos.
Y me tenso.
Este es un territorio nuevo para nosotros. Bueno, para mí. No tengo ninguna
duda que Drew, en un momento u otro, ha estado dentro de cada orificio disponible
de una forma femenina.
Pero para mí es desconocido. Y un poco atormentador de nervios.
Sus dedos hacen varias pasadas inofensivas hasta que me relajo. Hasta que la
tensión se drena de mis hombros, y una vez más estoy distraída con el intenso
placer que el ritmo de sus caderas invoca.
Y entonces desliza un dedo dentro.
No hay dolor. Ninguna molestia. La doble penetración es muy parecida al
paracaidismo. Para apreciarlo realmente, tienes que experimentarlo.
Las palabras realmente no hacen justicia. Pero lo intentaré: delicioso.
En una especie de manera prohibida, traviesa.
Drew mueve lentamente el dedo dentro y fuera, poniéndose al día con el ritmo
de su polla.
Y estoy gimiendo, bajo, profundo y sin inhibiciones. Mis propios dedos frotan
más rápido —más— en el frente. Entonces jadeo cuando él me estira más
ampliamente, haciendo espacio para que un segundo dedo se deslice dentro.
Sus movimientos son reposados. Tortuosos y provocadores.
Y quiero abrir mi boca y pedir más.
Más fricción, más calor.
Más rápido, más… Por favor.
Drew me obliga a inclinarme suavemente. Doblándome, así mi cabello cepilla
la parte inferior del fregadero. Y entonces se ha ido —fuera de mi cuerpo.
Y me duele la pérdida.
Hasta que siento la cabeza de su pene, mojado con mis fluidos, acariciando de
ida y vuelta sobre la abertura que sus dedos acababan de ocupar.
—Drew...
Es un gemido, mitad placer, mitad dolor.
Todo suplica.
—Di que sí, Kate. Por Cristo Jodido... por favor, di que sí. —Su voz es áspera.
Cruda.
Con necesidad.
Por mí.
Y de repente me siento poderosa.
Extraño, teniendo en cuenta nuestra posición actual, pero aun así —soy quien
está en control. Él muy bien puede estar rogando a mis pies.
Preparado y esperando órdenes.
No lo pienso. No peso las opciones ni contemplo las consecuencias. Sólo
siento, sumergida en la sensación de éxtasis.
Me dejo ir.
Y confío.
—Sí...
Muy lentamente, Drew presiona hacia adelante dentro de mí. Hay un
momento de dolor —una quemadura por el estiramiento— e inhalo agudamente. Se
detiene. Hasta que libero mi aliento. Luego, suavemente, continúa avanzando,
hasta que su más íntima carne está completamente instalada en la mía. Entonces se
queda completamente inmóvil. Dejando que mi cuerpo se ajuste a la intrusión.
Siento su mano deslizarse a través de mi cadera y muslo, viniendo alrededor a
mi parte delantera. Su mano pasa por debajo de la mía, sus dedos frotando con un
movimiento circular. De esa manera sensual, magnífica, antes de sumergirse
dentro de mí. Una y otra y otra vez.
Siempre pensé del sexo anal como el último espectáculo de dominación,
contundente, tal vez humillante.
Pero esto no se siente así.
Es primordial... inexplorado... pero hermoso también. Sagrado.
Como si le acabara de dar mi virginidad. Y en cierto modo, creo que lo hice.
Me muevo primero, empujando hacia atrás contra él.
Dándole mi permiso a Drew —queriendo saber, experimentar estas nuevas
sensaciones. Necesitando cruzar la meta. Con él.
Es más que erótico. Más allá de íntimo.
Los labios de Drew presionan contra la piel en mi espalda. Besando y
maldiciendo y susurrando mi nombre. Y entonces es él quien se está moviendo.
Recuperando el control. Deslizándose dentro y fuera, tierno pero firme.
Es divino.
Mi mano se cierra sobre la suya en mi clítoris. Mis piernas tiemblan y sé que
me estoy acercando. Tan cerca. Como escalar una montaña y darme cuenta que la
cumbre está sólo a unos simples pasos.
Nuestras respiraciones salen en profundos jadeos con la boca abierta ante
cada movimiento de las caderas de Drew.
—Sí, sí, sí...
Los orgasmos de los hombres son el 90% físico. Es fácil para ellos llegar,
independientemente de donde estén sus pensamientos. Las mujeres lo tenemos
más difícil. Nuestros orgasmos generalmente dependen de nuestro estado mental.
¿Lo que significa que si un chico quieren llevarnos ahí? No podemos pensar en el
montón de ropa para lavar en la habitación de al lado o en la pila de papeles que
nos espera en nuestros escritorios.
Lo cual explica por qué no es la mano de Drew o su polla, lo que me hace
llegar.
Es su voz.
Con su frente contra mi omóplato, canta—. Oh Dios, oh Dios, oh Dios...
Es tan diferente a él.
Suena abierto. Expuesto.
Vulnerable.
Este hombre exasperante, que siempre quiere estar al mando, tomar las
decisiones. Que no hace un movimiento sin examinarlo desde todos los ángulos,
dándole la vuelta alrededor en su increíble mente —los pros, los beneficios, las
ramificaciones.
Se desmorona detrás de mí.
Y mientras susurra una letanía de blasfemias y oraciones —caigo sobre el
borde.
En éxtasis.
Mi cabeza se mueve hacia atrás y mis ojos se cierran. Estrellas estallan detrás
de mis párpados cuando me tenso y grito, y ola tras ola vertiginosa de placer pasa
por mi cuerpo.
Los movimientos de Drew se vuelven desiguales y erráticos, más
contundentes y descontrolados.
Y un momento después aprieta mis caderas contra él, sosteniéndome ahí,
mientras un último gemido gutural se derrama de sus labios.
Después, nuestras respiraciones se ralentizan. Todavía conectados y
temblando con las réplicas. Sus manos suben por mis brazos cuando sale de mí.
Me hace girar para enfrentarme a él. Sus manos acarician mis mejillas, y
luego él me besa.
Y es tan dulce. Amable y cariñoso. Un marcado contraste con nuestros
desesperados movimientos momentos antes.
No sé por qué, pero mis ojos se llenan de lágrimas.
Al instante, la mirada de Drew se preocupa.
—¿Estás bien? ¿Yo... te lastime?
Sonrío a través de las lágrimas, porque son de felicidad. Porque de algún
modo extraño, inexplicable, nunca me sentí más cerca de él que ahora mismo.
—No. Estoy maravillosa. Siéntete libre de no ser amable conmigo en cualquier
momento.
Luego sonríe también. Aliviado y satisfecho.
—Anotado.
Drew me alza y me lleva a la ducha. Estamos parados bajo el chorro caliente y
nos lavamos mutuamente con adoración. Entonces Drew nos envuelve en toallas
gruesas, calientes y me lleva a la cama. Nos envuelve en una gruesa manta y me
abraza contra él.
Y me hace sentir valiosa.
Él me hace sentir así. Siempre.
Preciada.
Adoraba.

***

¿Estaba adolorida al día siguiente? Un poco. Pero no fue tan malo.


¿Demasiada información?
Lo siento. Tratando de ser útil.
En cualquier caso, los dolores y molestias de la mañana siguiente valen más
que la pena, en cuanto a lo que me preocupa.
Pero ¿cuál es el punto de todo esto? preguntas ¿Por qué estoy compartiéndolo
con vosotras?
¿Porque el buen sexo? ¿Realmente, realmente buen sexo?
No necesita alcohol. Y no es sobre compatibilidad, o práctica o incluso estar
enamorado.
Es cuestión de confianza.
Bajar la guardia. Ponerse en manos de otra persona y dejar que te llevan a
lugares en los que nunca has estado antes.
Y confié en Drew. Con mi mente, mi corazón, mi cuerpo. Confié en Drew con
todo.
Al menos en ese entonces lo hice.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Ama
En la secundaria, biología era mi materia favorita. Lo que más me fascinó
fueron las especies que se transformaban en todo un nuevo ser. Como los
renacuajos. O las mariposas. Inician como una cosa, pero terminan como otra
cosa totalmente.
Irreconocibles.
Todo el mundo mira siempre a las mariposas y piensa.
—Qué maravilla.
Pero nadie piensa sobre lo que tuvieron que pasar para convertirse en lo que
son. Cuando la oruga construye su capullo, no sabe lo que está pasando. No
entiende que está cambiando.
Cree que se está muriendo. Que su mundo se está acabando.
La metamorfosis es dolorosa. Terrorífica y desconocida. Es sólo después de
eso que la oruga se da cuenta de que valió.
Porque ahora puede volar.
Y eso es lo que siento ahora. Soy más de lo que era antes. Más fuerte.
¿Crees que era fuerte antes?
Te engañe. Algunas cosas eran sólo bravuconadas. Una fachada.
Tratar con Drew Evans es como nadar en una de esas granujas olas en la
playa. Es abrumador. Y o bien pateas duro para mantenerte al día, o él rueda sobre
ti y te deja con la cara llena de arena.
Así que tuve que fingir ser dura.
No necesito seguir fingiendo, porque ahora soy granito. Impenetrable, a
través de todo el camino.
Pregúntale a cualquiera que ha sobrevivido a un terremoto a medianoche, o a
un incendio que borra todo lo que importa. La devastación inesperada cambia.
Y estoy de luto por la vieja yo. Y mi vida. La única que había planeado
compartir con Drew para siempre.
Pareces confundida. Lo siento, vamos a empezar otra vez.
¿Ves a esa mujer? ¿En el columpio, en este patio vacío?
Esa soy yo —Kate Brooks.
Pero en realidad no. No la Kate que recuerdas, de todos modos. Como he
dicho, soy diferente ahora.
Probablemente te estés preguntando por qué estoy aquí, en Greenville, en
Ohio, sola.
Técnicamente hablando, no estoy sola.
Pero hablaremos de eso más adelante.
La razón por la que estoy en Greenville es simple. No podía soportar
quedarme en Nueva York. No por otro día. No después de todo.
¿Drew?
Está todavía en Nueva York. Probablemente enfermo por una cruel resaca. O
tal vez está todavía borracho. ¿Quién sabe? No nos preocupemos demasiado por él.
Tenía a una atractiva stripper para cuidar de él.
Sí, he dicho una stripper. Al menos espero que sea una stripper. Pudo haber
sido una prostituta.
¿Pensaste que Drew y yo íbamos a cabalgar hacia el atardecer? ¿Vivir felices
para siempre? Únete al club.
Aparentemente felices para siempre sólo dura dos años.
No compruebes el título. Estás en el lugar correcto. Este sigue siendo el show
de Drew y Kate. Sólo que está retorcido. Un desastre. ¡Bienvenido a Oz, Toto! Es un
lugar jodido.
¿Qué es eso? ¿Crees que sueno como Drew? Eso es lo que dice Delores —que
él me ha infectado con sus palabras soeces. Ella lo llama el Lenguaje de Drew.
Supongo que después de dos años, se contagia.
Así que veo que te estás preguntando qué pasó. Estaban tan enamorados.
Eran tan perfectos el uno para el otro.
Cuéntamelo.
O mejor aún, cuéntale a la striper
De todos modos —créanlo o no—el verdadero problema no era otra mujer. No
al principio. Drew no mentía cuando dijo que siempre me desearía. Lo hizo.
Todavía lo hace. Él sencillamente no nos quiere.
¿Sigues sin entender? Eso es porque no lo estoy diciendo bien. Debería
empezar por el principio. Mira, la semana pasada me enteré...
No, espera. Eso no va a funcionar. Si vas a entenderlo, tengo que ir más atrás.
Nuestro final comenzó hace un mes. Voy a empezar ahí.

***

Cinco semanas antes

—¡Bueno, caray, parece que tenemos un trato!


¿El tipo del sombrero de vaquero? ¿Firmando ese montón de papeles, frente a
mí en la mesa de conferencias? Ese es el Sr. Jackson Howard, ¿la versión más joven
en sombrero negro, sentado junto a él? Ese es su hijo, Jack Jr.
Son ganaderos. Propietarios de la mayoría de los ranchos de ganado en
América del norte, y acaban de adquirir el más innovador y desarrollado software
en el país de rastreo GPS. Ahora, puedes preguntarte, ¿por qué dos empresarios ya
ricos viajaban en todo el país para expandir su imperio?
Porque quieren lo mejor. Y yo soy la mejor.
O debería decir que nosotros lo somos.
Drew toma el documento final.
—Seguro que sí, Jack. Comenzaría a buscar en yates para viajes de negocios, si
fuera tú. Cuando los informes de ganancias lleguen, tu asesor de impuestos va a
querer algo grande para condonar.
Kate y Drew.
El equipo de sueño de Evans, Reinhart y Fisher.
John Evans, padre de Drew, sabía lo que estaba haciendo cuando nos puso
juntos. Un hecho que le encanta recordarnos con orgullo.
Escucharlo decir, que sabía que Drew y yo seríamos un equipo imbatible —a
menos que nos matemos el uno al otro. Al parecer era una oportunidad que John
estaba dispuesto a correr. Por supuesto, no sabía que acabaríamos juntos como
estamos ahora, pero... también toma el crédito por esa parte. Empezando a ver de
dónde lo saco Drew, ¿verdad?
Erin entra ahora con los abrigos de nuestros clientes. Hace contacto visual
con Drew y toca su reloj. Él asiente discretamente.
—¡Digo que salgamos y a celebrar, pintando esta ciudad de rojo! Veamos si los
citadinos pueden mantener el ritmo con alguien como yo —dice Jackson Howard.
Aunque está presionando los setenta, tiene la energía de un veinteañero. Y
sospecho que tiene más de un par de historias montando-un-toro en la manga.
Abro la boca para aceptar la invitación, pero Drew me corta.
—Nos encantaría, Jack, pero por desgracia Kate y yo tenemos una cita
previamente programada. Hay un coche esperando por las escaleras para llevarlos
a los mejores restaurantes de la ciudad. Disfrútenlo. Y por supuesto la cuenta está
en nosotros.
Se levantan y Jack ladea su sombrero a Drew.
—Está malditamente bien de ti, hijo.
—Es un placer.
Mientras caminamos a la puerta, Jack Jr. se vuelve hacia mí y sostiene su
tarjeta—. Fue un verdadero placer trabajar con usted, señorita Brooks. La próxima
vez que esté en mi vecindario, sería un honor enseñárselo. Tengo la sensación de
que Texas estaría bien con usted. Tal vez incluso decida quedarse y echar raíces.
Sí, él viene a mí. Tal vez piensas que es sórdido. Lo sería, hace dos años. Pero
como dijo Drew entonces, pasa todo el tiempo. Los empresarios son hábiles y
arrogantes. Como tienen que ser.
Es una de las razones por la que este campo tiene el tercer índice más alto de
infidelidad, después de los conductores de camiones y agentes de policía. Las largas
horas, los frecuentes viajes, ligar casi se convierte en inevitable. Una conclusión
inevitable.
Así es cómo empezamos Drew y yo, ¿recuerdas?
Pero Jack Jr. no es como los otros imbéciles que se me han propuesto. Parece
sincero. Dulce. Así que sonrío y extiendo la mano para tomar su tarjeta, sólo por ser
amable.
Pero la mano de Drew es más rápida que la mía.
—Nos encantaría. No conseguimos un montón de trabajo en el Sur, pero la
próxima vez que lo hagamos, lo tendremos en cuenta.
Quiere ser profesional, carente de emociones. Pero aprieta la mandíbula.
Claro, está sonriendo, pero ¿has visto El Señor De Los Anillos? Gollum también
sonrió.
Justo antes de arrancarle la mano a ese tipo que sostenía su "precioso".
Drew es territorial y posesivo. Eso parte de quien es.
Matthew me conto una vez una historia: El primer día de Drew en el jardín de
infantes, su madre le compró una caja de almuerzo. Una de Yoda. En el patio, él no
podía bajarlo porque era suyo y temía que alguien se lo rompiera. O robara. A
Matthew le tomó una semana convencerlo de que nadie lo haría —o que juntos,
podrían darle una paliza eterna a quien lo hiciera.
En momentos como éste, sé cómo se sentía la caja del almuerzo.
Sonrío amablemente a Jack Jr. y él baja su sombrero. Y luego están fuera de la
puerta.
Tan pronto como se cierra detrás de ellos, Drew rasga la tarjeta de John Jr.
por la mitad.
—Idiota.
Empujo su hombro.
—Basta. Fue agradable.
Los ojos de Drew chocan con los míos—. Crees que el endogámico hijo de
Luke y Daisy Duke era agradable. ¿En serio? —toma un paso adelante.
—De hecho, sí.
Su voz se transforma con un acento del sur.
—Tal vez debería comprar algunas chaparreras. Y un sombrero de vaquero. —
Entonces deja caer el acento—. Oohh, o mejor aún, pondremos conseguirte uno.
Puedo ser tu admirador y puedes ser la vaquera descarada que me monta.
¿Y lo más gracioso de todo? Realmente no está bromeando.
Niego con la cabeza con una sonrisa.
—¿Así que cual es esa misteriosa reunión que tenemos? No hay nada en mi
agenda.
Sonríe ampliamente.
—Tenemos una cita en el aeropuerto. —desliza dos billetes del bolsillo de su
traje.
Primera clase a Cabo San Lucas.
Inhalo rápidamente—. ¿Cabo?
Sus ojos brillan.
—Sorpresa.
He viajado en los últimos dos años más que en toda mi vida antes. Los cerezos
floreciendo en Japón, las cristalinas aguas de Portugal.... Todas las cosas que Drew
ya había visto, lugares en los que ya había estado.
Lugares que quería compartir—conmigo.
Miro más de cerca los tiquetes y frunzo el ceño
—Drew, este vuelo sale en tres horas. Nunca tendré tiempo para empacar.
Saca dos maletas fuera del armario
—Así que es una buena cosa que yo ya lo hice.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y aprieto.
—Eres el mejor novio nunca.
Sonríe de esa forma suya que me hace querer darle un beso y una bofetada al
mismo tiempo.
—Sí, lo sé.

***

El hotel es impresionante. Con vistas que sólo he visto en una postal.


Estamos en el piso superior: ático. Como Richard Gere en Mujer Bonita, Drew
es un gran creyente de "sólo lo mejor."
Es tarde cuando entramos, pero después de una siesta en el avión, ambos
estamos conectados. Energizados.
Y hambrientos.
Todas las compañías aéreas se están reduciendo estos días, incluso las de
primera clase.
Los sándwiches podrían ser gratuitos, pero eso no quiere decir que sean
comestibles.
Mientras que Drew está en la ducha, empiezo a desempacar. ¿Por qué no nos
duchamos juntos? No necesito responder a eso, ¿verdad? Pongo las bolsas en la
cama y las abro. La mayoría de los hombres miran una maleta vacía como si fuera
una especie de ecuación física—pueden mirarla durante horas, pero todavía no
tienen ninguna maldita pista de qué deberían hacer con ella.
Pero no Drew.
Él es el señor-pienso-en-todo. Empacó todos los imprevistos que muchos
hombres no pensarían. Todo lo que necesitare para hacer mis vacaciones cómodas
y divertidas.
Excepto ropa interior. No hay un solo par de ropa interior en la maleta entera.
Y no es un descuido.
Mi novio pasa a tener un grave rencor a la ropa interior. Si las cosas fueran a
su manera, ambos estaríamos caminando alrededor como Adam y Eva —quitando
las hojas de higuera, por supuesto.
Pero trajo el resto de los elementos esenciales. Desodorante, crema de afeitar,
una maquinilla de afeitar, maquillaje, las píldoras anticonceptivas, crema
hidratante, el resto de mi antibiótico para la infección de oído que tuve la semana
pasada, crema para el contorno de ojos, y así sucesivamente. Y deberíamos hacer
una pausa, para un anuncio breve de servicio público.
Tengo unos clientes que se encuentran en el campo farmacéutico. Y aquellas
empresas que cuentan con departamentos enteros cuya única función es escribir.
¿Escribir qué, te preguntas? ¿Conoces esas pequeñas contraindicaciones que
vienen con tu receta? ¿Esas que enumeran todos los posibles efectos secundarios y
lo que debe hacerse, si alguno de ellos ocurre? Puede causar somnolencia, que no
opere maquinaria grande, comuníquese con el médico inmediatamente, bla, bla,
bla.
La mayoría de nosotros sólo abrimos la pequeña bolsa de papel, sacamos
nuestras pastillas y tiramos la información. La mayoría de nosotros lo hace…Pero
no deberíamos. No voy a aburrirte con una conferencia. Sólo voy a decir por el
momento: Lee la información. Te alegrarás de hacerlo.
Y ahora, de regreso a México.
Drew sale del baño con una toalla alrededor de su cintura, y olvido todo sobre
la maleta. ¿Sabes cómo algunos hombres son tipos que prefieren los senos, o tipos
de culo? Así mismo funciona para las mujeres. Soy una chica de antebrazos. Hay
algo en los antebrazos de un hombre que sencillamente es... caliente. Masculino —
en una forma varonil.
Drew tiene los mejores que he visto. Fuertes y tonificados—no muy
voluminosos, no demasiado delgados—con apenas la cantidad correcta de vello.
Se quita la toalla de sus caderas y la frota sobre sus hombros. Y estoy muy
segura de que empecé a babear.
Tal vez después de todo soy una mujer de culo.
—Sabes que es de mala educación mirar.
Arrastro mis ojos hasta los suyos. Está sonriendo. Y doy un paso hacia él—
como un puma, acercándose a su presa.
—¿Así como ahora?
Drew lame sus labios
—Definitivamente —Una gota de agua se desliza por el centro de su pecho.
¿Alguien más tiene sed?
—Bueno, no quiero ser grosera.
—Dios no lo quiera.
Justo cuando estoy a punto de inclinarme hacia abajo y lamer la gota de él, mi
estómago gruñe. Con fuerza.
Grrrrrrrr.
Drew se ríe.
—Quizás debería alimentarte primero. Para lo que he planeado, vas a
necesitar un poco de energía.
Muerdo mi labio en anticipación
—¿Tienes algo planeado?
—¿Para ti? Siempre.
Me gira y me da una palmada en el trasero.
—Ahora lleva ese delicioso culo en la ducha así podemos irnos. Cuanto más
rápido comamos, más rápido podemos volver aquí y follar hasta que salga el sol.
La verdad él no quiere ser tan crudo como suena.
Sí, tienes razón probablemente lo hace.

***

Una hora más tarde, estamos en camino a la cena. Drew me sorprendió con
un vestido nuevo. Blanco ojal y sin tirantes, con un dobladillo que llega justo por
encima de mi rodilla. Mi cabello está con una leve curvatura, como sé que le
encanta.
En cuanto a mi novio, no puedo apartar mis ojos de él. Pantalón caqui y una
camisa blanca crujiente, algunos de los botones superiores abiertos, las mangas
enrolladas a mitad de camino.
Precioso.
Llegamos al restaurante.
Siempre pensé que era interesante la cultura latina. La música, la gente. Son
vibrantes, volátiles.
Apasionados.
Todas las palabras que describen donde vamos a cenar esta noche. Es tenue.
La única iluminación proviene de las velas en las mesas y las luces centelleantes en
el techo. Un ritmo palpitante emana de un pequeño grupo de músicos en la
esquina.
Drew pide en español una mesa para dos personas.
Sí, habla español, francés y está trabajando en el japonés. ¿Crees que su voz
era sexy? Confía en mí, hasta que no lo hayas oído susurrar frases capaces de
sonrojarte en una lengua extranjera, no sabes el significado de la palabra sexy.
Seguimos a la robusta anfitriona, una morena a una mesa en la esquina.
Ahora, toma un momento para echar un vistazo. ¿Ves toda la atención
femenina que Drew consigue, sólo caminando por la habitación? ¿Las miradas
apreciativas, invitadoras a los ojos?
Me doy cuenta —siempre lo hago.
Pero aquí está la cosa: Drew no. Porque no está mirando.
A ninguna de ellas.
¿Para ustedes chicos allá fuera quiénes creen que mirar no duele? Se
equivocan. Porque las mujeres no pensamos que solo están disfrutando de la vista.
Creemos que están comparando, encontrando nuestras faltas. Y eso duele. Como
una cortada de papel en tu ojo.
Soy plenamente consciente que Drew podría tener cualquier mujer que
quiera. La modelo de Beverly Hills, la heredera en Park Avenue. Pero me eligió a
mí. Luchó por mí. Así que cuando salimos, es un gran impulso a mi confianza.
Porque soy la única mujer que está mirando.
Nos sentamos en la mesa y exploramos el menú.
—Entonces, ¿explícame otra vez cómo lo hiciste a través de la universidad y la
escuela de negocios sin nunca beber tequila directamente?
Me río de la pregunta, recordando.
—Bueno, en la secundaria, teníamos estas hogueras, salidas de campo.
¿Has dormido con una botella vacía de dos litros de soda por almohada?
No es divertido.
—Así que una noche, Billy y los chicos estaban bebiendo tequila y Billy se
tragó el gusano. Y luego empezó a tener alucinaciones. Estábamos trabajando en
anatomía de anfibios en biología en ese tiempo, y con lo jodido que estaba, Billy
estaba convencido de que era una rana y que Delores intentaba diseccionarlo. Se
escapó al bosque solo, y nos tomó tres horas encontrarlo con su lengua en la tierra.
He estado reacia a probar tequila desde entonces.
Drew sacude su cabeza.
—Confirma, una vez más, lo que siempre he sabido. Billy Warren es y siempre
ha sido un completo idiota.
Estoy acostumbrada a las pullas de Drew contra Billy. ¿Y en este caso? No está
tan equivocado.
Así que le digo—. Mientras no me hagas tragarme el gusano, voy a darle una
oportunidad.
Sus ojos se iluminan, como un niño en una tienda de bicicletas.
—¿Sabes qué significa esto?
—¿Qué?
Mueve sus cejas
—Puedo enseñarte a hacer body shots5

***

Aunque no creo que tengas que estar borracho para tener buen sexo, tener un
buen colocón ciertamente no hace daño.
Drew y yo estamos en el ascensor rumbo a nuestra habitación, los dos más
que prendidos por el tequila. Puedo saborearlo en la lengua de Drew —amargo con
un toque de cítrico. Me tiene atrapada contra la pared, mi falda agrupada alrededor
de mis caderas, y estamos empujando y moliendo contra el otro.
Me alegro de que no haya nadie más en el ascensor, ¿aunque en este
momento? Estoy demasiado lejos para que me importe un bledo.
Tropezamos en la habitación.
Todavía a tientas y besándonos.
Él cierra la puerta y me gira alrededor. En un rápido movimiento saca el
vestido por mi cuerpo, dejándome desnuda. Con excepción de los tacones.
Me inclino sobre la mesa, descansando en mis codos. Escucho el silbido de
una cremallera—y luego lo siento. Deslizando su polla entre mis labios—probando
las aguas, asegurándose de que estoy lista.
Siempre estoy lista para él.
—No te burles —gimo.
Entre el tequila y el ascensor, estoy realmente excitada. Necesitada. Él empuja
lentamente pero hasta la empuñadura. Y suspiro.
Ahora, todos sabemos que la vieja frase de que más grande es mejor. Y Drew
es grande, no tengo mucho con que compararlo, pero es dos veces del tamaño de
Billy.

5 Body Shot: (literalmente Trago de cuerpo, trago del cuerpo, trago sobre el cuerpo o chupito sobre el cuerpo) es un
trago chico de alcohol (normalmente tequila) que es bebido directamente del cuerpo de una persona, generalmente de sus
zonas erógenas tales como el ombligo o los senos.
No estoy haciendo que los chicos allá fuera estén incómodos, ¿cierto? Avance
de noticias—así es como hablamos las mujeres. Al menos cuando no estás
alrededor para escuchar.
De todos modos, no es el tamaño lo que hace al hombre. Es el ritmo —el
movimiento— el conocimiento de cómo golpear todos esos deliciosos puntos con
apenas la cantidad correcta de presión. ¿Así que la próxima vez que veas un
infomercial para que te crezca la polla o el pene milagro?
Ahorra dinero. Compra el Kama Sutra en su lugar.
Drew agarra mi cabello, tirando mi cabeza hacia atrás y se mueve más rápido.
Duro y rápido. Agarro el borde de la mesa, sosteniéndome por equilibrio.
Besa mi hombro y susurra a mi oído—. ¿Te gusta, cariño?
Lloriqueo—. Sí, sí... mucho.
Empuja en mí con más fuerza, sacudiendo el escritorio.
Y así, estoy llegando como una locomotora fuera de control.
Estoy flotando. Ingrávida.
Y es sublime.
Drew retarda el movimiento de sus caderas cuando bajo, saliendo—
haciéndolo durar. Me tira de regreso contra su pecho y sus dedos se mueven para
arriba a través de mi estómago y hasta mis pechos, ahuecando y amasado con
ambas manos.
Alzo mis brazos alrededor de su cuello, girando la cabeza, llevando su boca a
la mía.
Me encanta su boca, sus labios, su lengua. Besar es una forma de arte, y Drew
Evans es Miguel Ángel.
Tira de mí y me doy la vuelta para enfrentarme a él. Apoyando su espalda
sobre la cama. Drew se sienta en el borde y yo trepo, envolviendo mis piernas
alrededor de su cintura.
Dios mío, sí.
Así es como me gusta mejor —pecho a pecho, boca a boca, ni una pulgada de
espacio entre nosotros. Lo tomo en mi mano y me deslizo hacia abajo sobre él. Mi
interior se estira con la plenitud y Drew gime.
Me levanto lentamente y caigo con fuerza. Probando la fuerza de los resortes
de la cama.
Squeak.
Squeak.
Me muevo más rápido, más profundo. Nuestros cuerpos pegajosos con el
calor mexicano.
Y luego Drew está sosteniendo mi cara en sus manos, los pulgares
moviéndose hacia adelante y hacia atrás a través de mi piel. De repente tierno,
Adorador.
Nuestras frentes se presionan juntas y en la tenue luz puedo ver sus ojos
mirando hacia abajo, viendo donde se mueve dentro y fuera de mí.
Y yo también bajo la mirada.
Es erótico. Sensual.
Empujo su cabello detrás de su frente.
Y mi voz está rogando.
—Dime que me amas.
No lo dice a menudo. Prefiere mostrármelo. Pero nunca me canso de
escucharlo. Porque cada vez que en realidad dice las palabras, estoy llena del
mismo asombro como la primera vez.
—Te amo, Kate. —Sus manos aún sostienen mi cara. Los dos jadeando—
moviéndonos rápidamente—cada vez más cerca. Se siente espiritual.
Una santa comunión.
La voz de Drew es baja. Sin aliento.
—Dime que nunca me vas a dejar.
Sus ojos ahora son de plata suave, líquida. Rogando por confortación.
A pesar de toda su audacia y exceso de confianza, creo que hay una parte que
todavía es perseguida por la semana que pensó que yo había escogido a Billy sobre
él. Creo que por eso trabaja tan duro demostrando cuánto me quiere.
Para mostrarme que elegí sabiamente.
Sonrío suavemente y lo miro directamente a los ojos.
—Nunca. Nunca te voy a dejar, Drew.
Las palabras se sienten como votos.
Sus manos agarran mis caderas, levantándome, ayudándome a moverme.
—Dios, Kate... —Sus ojos se cierran.
Y nuestras bocas abiertas, dando y recibiendo la respiración del otro. Se
expande dentro de mí, palpitando, cuando me aprieto duro alrededor de él.
Y venimos juntos. En perfecto unísono.
En perfecto esplendor.
Después, los brazos de Drew se cierran alrededor de mí. Toco su cara y lo beso
suavemente. Cae hacia atrás en la cama, llevándome con él, me mantiene en la
parte de encima. Yacemos así por un tiempo hasta que nuestros corazones se
calman y nuestra respiración se ralentiza.
Y luego Drew me hace rodar debajo de él.
Y lo hacemos de nuevo.
Capítulo 2
Traducido por Lucia Black

Corregido por Kisy92

Escena en un club de Nueva York.


La fuerte música que sólo permite la conversación si sabes leer los labios.
Tipos sudorosos yo-soy-demasiado-sexy en sus camisas de seda, que creen que
respirar es una señal de que estás interesada. Increíblemente largas filas en el bar y
bebidas diluidas en agua con precios de locos.
No es mi lugar favorito para estar.
Soy más una chica de bar. Botella de cerveza, rockolas, mesas de billar —
puedo ser bastante taimada cuando necesito serlo.
No es que no haya disfrutado de una buena fiesta o dos en mi tiempo.
¿Qué? ¿Pensaste que la marihuana era la única sustancia ilegal que agraciaba
mi torrente sanguíneo? Me temo que no. Éxtasis, ácido, hongos —lo he intentado
todo.
Pareces un poco sorprendida. No deberías estarlo.
La cultura de la droga fue iniciada por los intelectuales de las instituciones de
enseñanza superior. Ni siquiera intentes decirme que Bill Gates apareció con
Windows —un laberinto de interconexiones, con caminos multicolores — sin
alguna seria ayuda psicodélica.
De todos modos, a pesar de mis preferencias, cuatro semanas después de
Cabo, Drew y yo terminamos en el club más popular del momento. Con nuestros
mejores amigos, Matthew y Delores. Para celebrar su primer aniversario.
¿No sabías que se casaron? Fue genial. Vegas. ¿Necesito decir más?
Delores está en los clubes de baile. Disfruta de cualquier tipo de estimulación
sensorial. Cuando teníamos diez años, su madre, Amelia, compró una luz
estroboscópica para su dormitorio. Delores se podría sentar y mirar durante horas,
como si fuera una bola de cristal o una pintura de Jackson Pollock.
Ahora que lo pienso, eso explica muchas cosas.
De todos modos, ¿nos ven allí? Delores y Matthew están caminando fuera de
la pista de baile, a donde estoy sentada en un círculo de sillas rojas rellenas. Drew
se fue por otra ronda.
Estoy demasiado cansada para bailar esta noche. Delores cae en la silla junto
a mí, riendo.
Bostezo.
—Te ves como una mierda, Petunia.
Un buen amigo debe ser capaz de decirte cualquier cosa. ¿Tal vez tu novio está
tonteando alrededor, o un vestido hace que tus michelines cuelguen como la piel de
un Shar Pei6? En cualquier caso, ¿si no es lo suficientemente valiente para decir las
cosas como son? No es tu mejor amigo.
—Gracias, Dee Dee. También te amo.
Ella mueve su largo cabello rubio, rizado y brillante con brillo para las
festividades de esta noche—. Sólo estoy diciendo, parece que te vendría bien un día
de spa.
No está mal. He estado agotada toda la semana, con ese tipo de cansancio que
adsorbe por completo tu cuerpo y que te hace sentir como que estás cargando pesas
en los tobillos y costillas. Ayer, en realidad me quedé dormida en mi escritorio.
Tal vez estoy bajando con la gripe que anda por ahí.
Delores se abanica con la mano—. ¿Dónde diablos está Drew con esas
bebidas? Me estoy muriendo.
Se fue hace unos minutos, lo que no es inusual en un lugar como estos.
Aun así, mis ojos escanean la habitación.
Y luego lo encuentro. En el bar, bebidas en mano, hablando con una mujer.
Una hermosa mujer rubia con las piernas tan largas como mi cuerpo entero.
Lleva tacones de aguja de plata y un minivestido con lentejuelas. ... Parece
divertida. Conoces el tipo —una de esas chicas divertidas con las que los hombres
les gusta estar porque eructa y ve deportes.
Está sonriendo.
Más importante aún, Drew le está sonriendo de regreso.
Y si ves la forma en que se inclina hacia él. ¿La inclinación de la cabeza? ¿El
sutil roce de los muslos?
Se han acostado. No hay duda de ello.
Hijo de puta.
Esta no es la primera vez que me he enfrentado a uno de los viejos ligues de
Drew. De hecho, es casi una ocurrencia diaria —la camarera en Nobu, la mesera en
el McCarthy Bar y Grill, clientas varias al azar en Starbucks. Drew es amable pero

6 Shar Pei: Es una raza china de perros.


brusco, sin prestarles más atención que a un compañero de la escuela secundaria
cuyo nombre no recuerda absolutamente.
Así que normalmente no me molesta.
Pero como he dicho, esta no es una semana normal. La fatiga me ha dado
malgenio. Estoy demasiado sensible. Enojada.
Y joder, él todavía sigue hablando con ella.
Ella pone su mano en su brazo, y mi mujer de las cavernas interior golpea su
pecho como King Kong. Hay un vaso vacío delante de mí. ¿Recuerdas a Marcia
Brady y el fútbol? ¿Crees que podría llegar a ellos desde aquí? ¿Has notado que los
asesinos en serie y asesinos en masa son casi siempre masculinos? Eso es porque a
los hombres les gusta difundir su agonía alrededor. Las mujeres, sin embargo,
conservamos nuestro dolor. Guardándolo para nosotras mismas. Dejando que se
descomponga.
Sí, tomé Psicología 101 en la Universidad.
Pero el punto es que en vez de ir allá y arrancar las extensiones de cabello a
Rubia como quiero, me levanto.
—Me voy a casa.
Delores parpadea—. ¿Qué? ¿Por qué? —Entonces ve mi cara—. ¿Qué
demonios hizo ese imbécil ahora?
Un consejo: cuando te enfades con tu pareja, trata de no decirle a tus amigos.
¿Porque después de que tú le has perdonado?
Ellos nunca lo olvidaran.
Recomiendo quejarse a su familia, en su lugar. Ellos ya han visto todos sus
rasgos negativos, egoístas e inmaduros en pleno apogeo —así que no es como si
estuvieras dejando salir el gato fuera de la bolsa.
Niego con la cabeza—. Nada. Sólo estoy... cansada.
Ella no se lo cree. Y su mirada aterriza en donde yo sigo mirando. Piernas
lanza su cabeza hacia atrás y se ríe. Sus dientes son perfectos y blancos nacarado.
Al parecer la bulimia no le ha podrido el esmalte.
Todavía.
Delores se gira a su esposo—. Matthew, trae a tu amigo. Antes de que yo vaya,
porque entonces necesitarás una fregona para recogerlo.
Levanto mi barbilla obstinadamente—. No, Matthew, no. Drew es obviamente
feliz donde está. ¿Por qué arrastrarlo lejos?
¿Inmaduro? Posiblemente.
¿Me importa? Nop.
Matthew observa de ida y vuelta entre nosotras. Entonces se precipita en
dirección a Drew.
Dee Dee lo tiene tan bien entrenado. Pone al encantador de perros en
vergüenza.
La abrazo despidiéndome—. Te llamaré mañana.
Y entonces me dirijo hacia la puerta sin mirar atrás.

***

Nunca he vivido sola.


A los dieciocho años, me fui de la casa de mis padres a un dormitorio. En
segundo año, Billy se unió a Delores y a mí en Pennsylvania, y alquilamos una
enorme y ruinosa casa fuera del campus con otros cuatro estudiantes. El techo
tenia filtraciones y el calor era absorbido, pero el alquiler era económico.
Después Delores se fue a Nueva York, mientras que yo todavía estaba en
Wharton, Billy y yo conseguimos un lugar propio. Luego nos trasladamos a la
ciudad también —y ya sabes el resto.
¿Por qué te estoy diciendo esto?
Porque no soy tan independiente como creía. Yo soy una de esas mujeres. El
tipo que enciende todas las luces en la casa cuando está sola en casa. El tipo que
duerme en casa de un amigo cuando su novio está fuera de la ciudad.
Nunca he estado sola. Nunca no he tenido un novio. Es una de las razones por
las que Billy y yo duramos tanto tiempo — porque prefería una relación expirada a
ninguna en absoluto.
Cuando regrese al apartamento, me dirigí al dormitorio y me puse una
camiseta sin mangas y pantalones de pijama color cereza. Mientras terminaba de
quitarme el maquillaje de la cara, escuché la puerta de entrada ser abierta y
cerrada.
—Kate.
No respondo.
Sus pasos vienen bajando por el pasillo, y un momento después Drew llena la
puerta del baño.
—Oye. ¿Por qué te fuiste? Volví con las bebidas y Delores comenzó a tirar
cubitos de hielo en mi cabeza, llamándome pedazo de mierda.
No hago contacto visual. Y mi voz es rígida. Desdeñosa.
—Estaba cansada.
¿Por qué sencillamente no le digo lo que me está molestando? Porque este es
el juego que las mujeres jugamos. Queremos que nos saquen eso a la fuerza. Para
demostrar que están interesados. Es una prueba, para ver cuánto les importa.
Drew me sigue al dormitorio—. ¿Por qué no me esperaste? Me habría venido
contigo.
Levanto mis ojos hacia los suyos. Mi rostro está rígido, mi cuerpo tenso, listo
para la batalla.
—Estabas ocupado.
Baja la mirada, los ojos entrecerrados. Tratando de descifrar mis palabras.
Entonces se rinde.
—¿De qué estás hablando?
Lo deletreo para él.
—La rubia, Drew. ¿En el bar?
Me mira con curiosidad—. ¿Qué pasa con ella?
—Tú dime. ¿Te la tiraste?
Drew se burla—. Por supuesto que no me la tire. Me fui dos minutos después
de que tú lo hiciste. Ambos sabemos que yo duro mucho más que eso. O ¿necesitas
un recordatorio?
No, no es tan obtuso como parece. Es brillante, en realidad. Trata de ser lindo.
Sexy. Trata de distraerme.
Es lo que hace. Y generalmente funciona. Pero no esta noche.
—¿Te la has tirado alguna vez?
Drew frota la parte posterior de su cuello—. ¿Realmente quieres que responda
a eso?
Ese es un gordo y enorme sí, en caso de que te lo estés preguntando.
Levanto mis manos—. ¡Por supuesto! Por supuesto que te la tiraste, ¡porque
Dios no quiera que pasemos un día sin ver a alguien con quien tu polla no está
íntimamente familiarizada! No es que incluso te acuerdes, la mitad del tiempo.
Los ojos de Drew se estrechan—. Entonces, ¿Qué es? ¿Estás enojado cuando
las recuerdo, o cuando no? Dame una pista, Kate, así te puedo dar la pelea que
obviamente estás empeñada en tener.
Recojo mi loción corporal y froto con rapidez sobre mis brazos—. No quiero
pelear, sólo quiero saber por qué te acuerdas de ella.
Drew se encoge de hombros, y su tono se vuelve neutral—. Es modelo. Su valla
publicitaria está en medio del Times Square. Es un poco difícil olvidar a alguien
cuando ves su foto todos los días.
Y eso no sólo me hace sentir mucho mejor.
—Me alegro por ti. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no regresas y encuentras a
tu pequeña modelo, si significa tanto para ti?
Una pequeña parte de mí se da cuenta de que estoy siendo irracional, pero mi
ira es como un alud de lodo — ahora que inicio, es simplemente imposible de
detener.
Drew me mira como si me hubiese vuelto loca y sostiene su mano en alto.
—Ella no significa nada para mí. Sabes eso. ¿De dónde coño viene esto?
Y entonces un pensamiento se le ocurre.
Toma un paso atrás antes de preguntar—. ¿Estás cerca de tu período? No
pierdas la compostura, sólo estoy preguntando porque del modo que has estado
actuando últimamente, el título de Alexandra está en peligro.
Podría tener un punto. En la secundaria, había este pasillo, el ala L, que
siempre estaba muy concurrido entre clases. Y yo sabía que me iba a llegar mi
periodo cuando iba caminando por el pasillo y quería pinchar con mi lápiz el cuello
de la persona delante de mí.
Sin embargo, ¿para los chicos allá fuera? ¿Aunque la diatriba de tu novia es
derivada del SPM7? No le señales eso. No terminará bien para ti.
Recojo mi zapato y lo tiro, golpeando a Drew justo entre sus brillantes ojos
azules.
Sus manos van a su frente—. ¿Qué demonios? ¡Te dije que no pierdas la
compostura!
Cada relación tiene alguien que grita. Un lanzador. Alguien que rompe las
cosas. En ésta, sería yo. Pero no es mi culpa. No puedes culpar a los misiles
nucleares por salir después de que todos sus botones fueron empujados.

7
SPM: Síndrome premenstrual.
Recojo el otro zapato y lanzando ese también. Drew agarra una almohada y la
usa como escudo. Me retiro al armario por más munición, pero él agarra mi brazo
antes de que pueda llegar allí.
—¡Quieres parar! ¿Por qué estas así?
Lo fulmino con la mirada—. ¡Porque ni siquiera te importa! ¡Estoy muy
enfadada aquí, y no te importa una mierda!
Sus ojos se amplían, incrédulos—. Por supuesto, que me importa una mierda
— ¡soy quien está recibiendo Jimmy Choos lanzados en mi cabeza como un chino
tirando estrellas!
—Si te importa tanto, ¿por qué no te disculpas?
—¡Porque joder, no hice nada! No tengo ningún problema en tirarme sobre
mis manos y rodillas cuando meto la pata. Pero si crees que voy a rogar porque
estás poseída por el demonio de las hormonas, estás loca, cariño.
Escapo de su control y lo empujo en el pecho con ambas manos—. Bien. Eso
está bien, Drew. No me importa lo que hagas ya.
Tomo una manta y una almohada y se las arrojo—. Pero seguro como la
mierda no vas a dormir junto a mí después de hacerlo. ¡Fuera!
Baja la mirada a la manta. Luego a mí. Y su rostro se relaja, da vuelta a la
calma.
Demasiado tranquilo —como antes de una tormenta.
—No voy a ninguna parte.
Se echa en la cama, extendiendo sus brazos y piernas como un niño haciendo
un ángel de nieve.
—Sucede que me gusta esta cama. Es cómoda. Acogedora. He creado algunos
grandes recuerdos aquí. Y este es el único lugar donde voy a dormir.
No tiene sentido discutir cuando Drew se pone así —intencional e infantil. A
veces realmente espero que aguante la respiración hasta que consiga lo que quiere.
Jalo la almohada por debajo de su cabeza, dejándolo sobre el colchón,
mirándome.
Sus cejas se levantan—. ¿Qué haces?
Me encojo de hombros—. Dije que no voy a dormir contigo. Así que si no
tomas el sofá, yo lo haré.
Se endereza—. Esto es jodidamente loco, Kate, dime que te das cuenta.
Estamos peleando por nada.
Mi voz se eleva—. ¿Así que ahora mis sentimientos significan nada?
—Joder, ¡no dije eso!
Lo señalo con un dedo—. Estamos peleando por nada, y estamos peleando
acerca de cómo me haces sentir, ¡lo que significa que crees que mis sentimientos
son nada!
Su boca se abre, como un pez en busca de oxígeno.
—Me he perdido. No tengo idea de lo que dijiste.
Cierro los ojos. Y así nomás, mi ira se desinfla.
El dolor me llena en su lugar.
—Olvídalo, Drew.
Al caminar por el pasillo, su voz me sigue.
—¿Qué coño ha pasado?
Estoy demasiado cansada para tratar de explicarle más. Normalmente,
cuando discutimos, tengo un tiempo difícil conciliando el sueño. También estoy
demasiado cargada de adrenalina y pasión.
Pero esta noche no es un problema. Estoy fuera como un narcoléptico tan
pronto como mi cabeza golpea la almohada.

***

Algún tiempo después — podrían ser tres minutos o tres horas — un pecho
caliente y duro presiona contra mi espalda, despertándome. Siento su mano en mi
estómago. Presiona su cara en mi pelo e inhala.
—Lo siento.
Ven, muchachos, eso es todo lo que deben hacer. Realmente son las palabras
mágicas, capaz de superar cualquier obstáculo.
Incluso SPM.
Volteo en sus brazos y lo miro a los ojos—. ¿Por qué lo sientes?
La cara de Drew queda en blanco, buscando la respuesta correcta. Entonces
sonríe—. Por lo que sea que quieras que lo sienta.
Me río, pero mis palabras son sinceras—. No. Yo lo siento. Tenías razón,
estaba siendo una perra. No hiciste nada malo. Estoy definitivamente
premenstrual.
Besa mi frente—. No es tu culpa. Culpo totalmente a Eva.
Beso sus labios suavemente. Y luego su cuello. Hago un camino a través de su
pecho, moviéndome alrededor de sus pectorales, de repente despierta con las ganas
de complacerlo. Lo miro—. ¿Quieres que te compense?
Sus dedos trazan lo que estoy segura son los círculos oscuros bajo mis ojos.
—Estás agotada. ¿Por qué no me compensas en la mañana?
Me acerco un poco más y descanso mi mejilla contra su piel. Cierro los ojos,
lista para volver a dormir.
Hasta que la voz de Drew rompe el silencio.
—A menos que... ya sabes... realmente quieres hacerlo ahora. Porque si lo
haces, está lejos de mí…
Me río en voz alta, cortando sus palabras cuando agacho mi cabeza bajo las
sábanas, viajando lentamente hacia abajo para compensarlo.
En su forma más favorita.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Kisy92
Dos días después, estamos teniendo desayuno en la mesa de la cocina. A Drew
le gusta hacer ejercicio en la tarde después del trabajo, para descomprimir y liberar
el estrés del día. Yo, sin embargo, soy una de esas altamente molestas personas que
ama ir a correr a las cinco de la mañana. El desayuno es donde nos encontramos en
el medio. Después de lo cual, Drew va a la oficina y yo voy a la ducha.
—¿Sabes que es lo que amo del cereal Cookie Crips? —Está mirando fijamente
su cuchara.
Nunca he viso a una persona ingerir tanto cereal. Lo juro, si yo no cocino, eso
es todo lo que él comería.
Engullo un bocado de yogurt —Dannon Light & Fit. Los comerciales no
mienten, de verdad son deliciosos. Fresa-banana es lo mejor.
—¿Qué?
—Es la forma como galletas. Es decir, no solo son impresionantes, sino que
me hacen sentir como si me estuviera vengando de mis padres por hacerme comer
cada jodido copo de avena la primera mitad de mi vida.
Un poeta y un filósofo, Drew es realmente un hombre del renacimiento.
Abro mi boca para provocarlo, pero la cierro con fuerza cuando una ola de
nausea me golpea como un rayo. Aclaro mi garganta y llevo el revés de mi mano a
mis labios.
—¿Kate?¿Estás bien?
Cuando trato de responder, mi estómago hace una voltereta que pondría
celosa a Nadia Comneci8.
Voy a vomitar.
Odio vomitar.
Me hace sentir claustrofobia. Sofocada.
Hasta este día, cuando tengo un virus estomacal, me siento con mi teléfono
con mi mami mientras ella me habla a través de arcadas.

8 Nadia Comneci: Gimnasta rumana, nacionalizada estadounidense.


No voy a alcanzar a llegar al baño, así que me dirijo al fregadero de la cocina.
Mientras salpico mi desayuno ahí, Drew sostiene los mechones de mi cabello que
han escapado de mi cola de caballo.
Quiero decirle que se aleje, pero otra ronda de arcadas me sobrepasa. Algunas
mujeres no tienen problemas con ir al baño, tirarse un gas, o vomitar en frente de
sus novios.
Yo no soy una de ellas.
Tal vez es estúpido, pero si muero de repente, no quiero que la última imagen
que Drew tenga de mi sea donde estoy sentada en el escusado.
O en este caso, vomitando en el fregadero.
Su voz es gentil. Reconfortante—. Está bien…relájate. Estás bien.
Cuando parece que lo peor ha terminado, Drew me entrega una toalla de
papel húmeda. Entonces echa un vistazo hacia el drenaje—. Bueno, eso fue
colorido.
Grazno—. Ugh, sabía que me iba a dar gripe.
—Parece que sí.
Sacudo mi cabeza—. No tengo tiempo para enfermarme. Tengo la reunión con
Robinson hoy —Anne Robinson es un cliente que he cortejado por meses. Dinero
viejo, y enfatizo en la palabra viejo. Tiene como noventa y cinco años. Si no firmo
con ella hoy, podría literalmente ser demasiado tarde para firmar con ella en
absoluto.
—Estas enferma, nena. Y no creo que la señora Robinson se impresione si
cotorreas sobre su antiguo broche. Por suerte para ti, tienes un genio de novio que
actúa extremadamente bien en las situaciones más críticas. Dame el archivo, voy a
manejar la reunión de Annie tan bien como tú.
Me alza en sus brazos.
—Drew, no…
Me interrumpe—. Nope. Sin refunfuñar. No quiero oírlo. Voy a llevarte a la
cama.
Sonrió débilmente.
Drew me arropa y deja un vaso de ginger ale en la mesa de noche.
Creo que besa mi frente, pero no puedo asegurarlo. Porque ya estoy
dejándome llevar por el sueño.
***

Tres horas después, salgo del elevador en el piso cuarenta de nuestro edificio
de oficinas.
Mi estómago está vacío, pero después de un buen sueño, me desperté
sintiéndome mejor. Refrescada. Lista para tomar el mundo de Anne Robinson.
Camino por la pequeña sala de conferencias y echo un vistazo por el vidrio.
¿Puedes ver a Drew? ¿Sentado junto a la pequeña señora de cabello gris en la
silla de ruedas? Mientras él está hablando de la representación legal ubicadas
alrededor de la mesa las manos de la señora Robinson desaparecen debajo.
Un segundo después Drew salta, como si acabara de ser electrocutado.
Las mujeres adultas tienen una cosa por Drew.
Es completamente chistoso.
Él le da a la señora Robinson una severa mirada. Ella solo menea sus cejas.
Entonces rueda sus ojos antes de alejar la mirada, pillándome en el proceso.
Drew se excusa y sale al pasillo, alivio brillando en su cara como un farol—.
Por el amor de todo lo que es sagrado, gracias a Dios estas aquí.
Mis labios se separan en una sonrisa—. No lo sé, la señora Robinson parece
estar disfrutando de tu compañía.
—Ajá, si ella trata de disfrutar algo más, voy a tener que grapar sus manos a la
mesa de conferencias.
Entonces me observa de cerca, preocupado—. No pienses que no disfruto
verte, porque lo hago. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? Se supone debes estar en
cama.
Me encojo de hombros—. Debe de ser un bicho de tres horas. Me siento bien
ahora.
Drew ahueca mi mejilla y palpa mi frente, buscando algún síntoma de fiebre.
—¿Estás segura?
—Sip. Fresca como una lechuga.
Asiente con la cabeza, pero sus ojos son sospechosos, sin estar completamente
convencido—. Todo bien. Oh, se supone que tenemos una cena con mis padres está
noche. ¿Crees que vas a estar bien, o quieres que lo cancele?
Cena con los Evans siempre es una velada interesante.
—Debería estar bien para ir.
Me entrega el archivo Robinson—. Está bien. Tus estrategias de inversión la
tienen toda temblorosa. Está húmeda y extendida, solo esperando por que le des en
el clavo.
—Eso es asqueroso, Drew.
Está imperturbable—. Tú dices tomate, yo digo tomahto. —Entonces me besa
rápidamente—. Ve y acábala.
Se aleja y yo me dirijo a la sala de conferencias a sellar un trato.

***

Estas empezando a entenderlo ahora, ¿cierto? El problema, ¿la gran imagen?


Sé que está tomando tiempo, pero ya estamos llegando ahí.
Disfruta los buenos tiempos mientras puedes —no van a durar mucho más
tiempo.
La razón por la que te estoy enseñando todo esto es para que entiendas
porque estaba tan sorprendida. Como de accidental —involuntario— fue en
realidad.
Supongo que la vida es así.
Piensas que lo tienes todo bajo control. Que tu camino está perfectamente
definido. Y entonces un día cuando vas conduciendo a lo largo y ¡bam! Eres
embestido con fuerza por detrás en la autopista.
Y nunca lo viste venir.
Las personas también son así. Impredecibles.
No importa como de bien creas que conoces a alguien, como de confiado estés
en sus sentimientos, en sus reacciones. Ellos todavía pueden sorprenderte.
Y de la forma más devastadoramente posible.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Kisy92
Visitar la familia de Drew nunca es aburrido. Al venir de una familia pequeña
y ser hija única, encontré las reuniones familiares un poco sobrecogedoras al
principio. Pero ahora estoy acostumbrada.
Drew y yo llegamos de últimas.
Frank Fisher—el padre de Matthew—y John Evans permanecen de pie en la
húmeda esquina del bar, intercambiando presupuesto de la bolsa. Delores está
encaramada en el brazo de una silla junto a Matthew, viendo un juego de football,
mientras la hermana de Drew, Alexandra, alias ―La Perra‖ y su esposo, Steven, se
sientan en el sofá.
Mackenzie, la sobrina de Drew, está en el piso. Ha cambiado desde la última
vez que la viste. Tiene seis años ahora, su cabello es más largo, su rostro un poco
más delgado —más de niña, menos de bebe, pero todavía adorable. Está jugando
con un conjunto de muñecas y accesorios miniaturas de enfermería.
La mamá de Drew, Anne, y la mamá de Matthew, Estelle, están posiblemente
en la cocina. Y si te estas preguntando donde está el padre viudo de Steven, George
Reinhart, no vamos a verlo hasta más tarde.
Cuando entramos en la habitación, Steve nos saluda y nos ofrece a los dos una
bebida.
Nos recostamos en el sofá de dos plazas, bebidas en mano, observando el
juego.
Mackenzie empuja un botón de una de sus muñecas, y una voz electrónica
llena la habitación—. ¡No, no, no! ¡No, no, no!
La cabeza de Mackenzie se inclina a un lado mientras observa la molesta
muñeca—. Creo que estás equivocado, papi. No-No Nancy no suena para nada
como mami.
Ese comentario atrapa la atención de Alexandra—. ¿Qué quieres decir
Mackenzie?
Detrás del hombro de su esposa, Steven sacude la cabeza hacia su hija,
desafortunadamente para él, ella no entiende el mensaje.
En su lugar explica—. El otro día, cuando estabas fuera, papi dijo que No-No
Nancy suena justo como tú. Pero en lugar de no, tú dices, ―Nag, Nag, Nag‖ — todas
las cabezas se giran hacia Alexandra, observándola como una bomba haciendo la
cuenta regresiva hasta cero.
Steven intenta valientemente apaciguarla. Sonríe y se burla—. Hay que
admitir, cariño, el parecido es asombroso....
Alexandra le golpea en el brazo. Pero él aprieta su bíceps antes de que haga
contacto, absorbiendo el golpe. Ella le pega otra vez, menos juguetonamente.
Steven comenta—. No puedes hacer mella en el acero, nena. Ten cuidado, no
quiero herir tu mano con la presión.
Más rápido que una bala, los dedos de Alexandra arremeten y pellizcan la
tierna carne en la parte posterior de su trícep, llevándolo a sus rodillas.
Drew hace una mueca y se frota la parte trasera de su propio brazo en
simpatía.
—Eso va a dejar una marca.
La voz de Alexandra es firme. Y final—. No fastidies. Soy agradable, maternal,
una esposa sustentadora, y si sólo haces lo que se supone que debes hacer, ¡nunca
tendría que decir nada en absoluto!
Él aúlla—. Sí, querida.
Libera su brazo y se levanta—. Voy a ayudar a mi madre en la cocina.
Después de que se va, Mackenzie mira la fastidiosa muñeca cuidadosamente,
entonces a su padre—. En realidad, tienes razón, papá. Mamá realmente suena
como Nancy.
Steven pone su dedo sobre los labios—. Shhhh.

***

Un rato después, Drew, Matthew, Delores y yo estamos en el estudio para la


lección de guitarra de Mackenzie.
Le estoy enseñando a tocar. Yo tenía cinco años cuando mi padre me enseñó.
Me dijo que la música era como un código secreto, un lenguaje mágico que siempre
estaría ahí para mí. Para consolarme cuando estuviera triste, para ayudarme a
celebrar cuando estuviera feliz.
Y tenía razón.
Es una lección que he atesorado toda mi vida. Un pequeño fragmento de él en
el cual era capaz de sostenerme después de que se había ido. Y estoy muy
emocionada de poder pasar ese conocimiento a Mackenzie.
Ahora está tocando ―Twinkle, Twinkle, Little Star‖
Es buena, ¿no? Centrada. Determinada. No me sorprende, es sobrina de
Drew, después de todo. Cuando termina la canción, todos aplauden.
Entonces me dirijo a Delores—. Billy me llamó ayer por la noche. Tiene un par
de semanas libre. Viene a la ciudad la próxima semana y quiere que nos reunamos
para cenar.
Sarcasmo gotea de las palabras de Drew como chocolate en una fresa.
—¿Imbécil viene a la cuidad? ¡Oh, qué bien! Va a ser como navidad.
Delores mira a Drew—. Oye, imbécil es mi apodo para él. Crea el tuyo.
Drew asiente con la cabeza—. Tienes razón. Bolsa de mierda suena mucho
mejor para él.
¿Quieres saber acerca del tarro de las malas palabras? Para aquellos de
vosotros que no lo saben, el tarro de las malas palabras fue iniciado por Alexandra
para sancionar financieramente a cualquiera —generalmente Drew— que maldijera
delante de su hija. Originalmente, cada maldición costaba un dólar, pero cuando
Drew y yo estábamos trabajando en nuestros problemas, convencí a Mackenzie de
que subiera el precio hasta diez. Coloréenme vengativa.
De todos modos, estos días, el tarro ya no se utiliza. Mackenzie tiene una
cuenta de cheques. Y puesto que ya tiene edad suficiente para escribir, mantiene un
registro de quien le debe en ese cuaderno azul de allí —en el que está haciendo
garabatos ahora. Todos esperamos rendir nuestras multas antes de irnos. O correr
el riesgo de un recargo del diez por ciento.
Creo que algún día Mackenzie va a ser una banquera brillante.
Ella pone su libro abajo y vuelve a tocar con su guitarra. Luego se vuelve a
Drew.
—¿Tío Drew?
—¿Sí, cariño?
—¿De dónde vienen los bebés?
Drew ni siquiera duda—. Dios.
Yo conseguí la información cuando tenía once años. Mi madre tomó el
enfoque de "quédate por siempre como mi pequeña niña y no tengas sexo". Amelia
Warren, por otro lado, estaba más que dispuesta a rellenar los huecos. Quería que
su hija Delores y yo estuviéramos informadas. Y preparadas. Para cuando teníamos
trece, podíamos ponerle un condón a un plátano más rápido que cualquier
prostituta en la calle.
Hagas lo que hagas, no dejes que tus hijos aprendan acerca de la procreación
"Del video". Aprender sobre los pájaros y las abejas es mucho como averiguar que
no existe Santa —los niños están obligados a resolverlo eventualmente, pero
podrían entenderlo mucho más fácil cuando viene de ti.
Mackenzie asiente con la cabeza y vuelve de regreso a su guitarra. Hasta que...
—¿Tío Drew?
—¿Sí, Mackenzie?
—El bebé crece en la pancita de mamá, ¿no?
—Más o menos.
—¿Cómo es posible... exactamente?
Drew frota con sus dedos sus labios, pensando.
Y contengo la respiración.
—Bueno, ¿ya sabes cuando estás pintando? ¿Y mezclas azul y rojo juntos? Y
consigues...
—Púrpura.
—Excelente, sí, tienes púrpura. Los bebés se hacen así. Un poco de pintura
azul de papá, un poco de pintura roja de mamá, lo sacudes todo junto y boom,
obtienes una nueva persona. Esperemos que no púrpura, ¿pero si la tía Delores está
involucrada? Todo es posible.
Delores le da a Drew el dedo del medio a espaldas de Mackenzie.
Mackenzie asiente con la cabeza. Y sigue con su guitarra. Durante un minuto
entero.
—¿Tío Drew?
—¿Sí?
—¿Cómo hace la pintura azul del papá para mezclarse con la pintura roja de la
mamá?
Drew levanta ambas cejas. Tartamudea—. ¿Cómo... cómo hace... para llegar
ahí?
Mackenzie hace un gesto con su mano—. Bueno, sí. ¿El doctor le da un poco
de pintura azul? ¿La mamá se traga la pintura azul?
Matthew resopla—. Sólo si el papá es un tipo con mucha suerte.
Delores le golpea en la cabeza. Pero los redondos ojos azules de Mackenzie se
quedan en Drew, esperando una respuesta.
Él abre la boca.
Y luego la cierra.
Comienza otra vez.
Y luego se detiene.
Finalmente, como haciendo un cañón en una piscina en el primer día de
primavera, toma la zambullida—. Bueno, mamá y papá tienen sexo.
Ya es oficial. Alexandra va a matarlo. Esta vez de verdad. Voy a ser viuda antes
de que sea esposa.
La cara de Mackenzie se arruga con confusión—. ¿Qué es el sexo?
—El sexo es cómo se hacen los bebés.
Piensa en ello un momento. Y entonces asiente con la cabeza—. Oh. Bien.
Vaya.
Y yo que pensé que los exámenes finales en la escuela de negocios eran
difíciles.
Drew manejo esto muy bien, ¿no crees? es bueno con los niños. Lo que tiene
sentido, porque en muchos sentidos... todavía es uno.
Alexandra entra en la habitación. Parece feliz, ahora —ahora que le ha
mostrado a Steven que sus "armas de acero" pueden, de hecho, ser abolladas. Ella
es muy brillante.
—¿Qué estamos haciendo aquí?
Drew sonríe inocente—. Hablando de colores y pintura.
Alexandra sonríe y acaricia el cabello de su hija.
Cuando Mackenzie añade—. Y sexo.
La mano de Alexandra se detiene—. Espera, ¿qué?
Drew se inclina y susurra en mi oído—. Probablemente deberíamos dejar la
habitación ahora.
Justo cuando la puerta se cierra detrás de nosotros, oímos "Drew!" Y
Alexandra ya no suena tan feliz.
***
Por último, la cena está servida. La comida real es tranquila, pero durante el
postre, Alexandra da un golpecito a su copa con una cuchara.
—Todo el mundo, su atención, por favor —Sonríe a Steven y luego prosigue—.
Mackenzie tiene un anuncio que le gustaría hacer.
Mackenzie se pone de pie en su silla y proclama—. ¡Mi mamá y mi papá
tuvieron sexo!
Toda la tabla está en silencio.
Hasta que Matthew eleva su copa—. Felicitaciones, Steven. Es como el cometa
halley, ¿no? ¿Sólo consigues que llegue cada setenta y cinco años?
Delores se ríe.
Y John despeja su garganta. Torpemente—. Eso es, ah... eso es... muy bueno,
querida.
Luego Frank decide compartir—. El sexo es bueno. Te mantiene calmado. Yo
me aseguro que tener sexo por lo menos tres veces por semana. No es que mi
Estelle esté en ninguna de esas cosas raras, pero en cuarenta años de matrimonio,
ella nunca ha tenido un dolor de cabeza.
Estelle sonríe con orgullo a su lado.
Y Matthew cubre su rostro con sus manos.
El resto de nosotros simplemente observa. Los ojos y boca ligeramente
abiertos.
Hasta que Drew lanza su cabeza hacia atrás y se ríe—. Es tan genial —limpia
sus ojos, casi llorando.
Alexandra sacude su cabeza—. Esperen. Hay más. ¡Adelante, Mackenzie!
Mackenzie rueda sus ojos—. Bueno, eso significa que van a tener un bebé, por
supuesto. Voy a ser una hermana mayor.
Las felicidades estallan alrededor. Anne está llorando mientas abraza a su
hija—. Estoy muy feliz por ti, cariño.
Drew está de pie y abraza a su hermana dulcemente—. Felicitaciones, Lex —
Luego golpea a Steven en la espalda—. Conservaré lista la habitación de invitados
para ti.
Estoy confundida—. ¿La habitación de invitados?
Drew explica—. La última vez que Alexandra estuvo embarazada, echó a
Steven, no una, ni dos, sino cuatro veces.
Matthew se une—. Y eso sin contar la vez que lo dejo quedarse, pero tiró toda
su mierda por la ventana.
Drew suelta una carcajada—. Parecía como si un camión de reparto de Barney
exploto en Park Avenue. Los desamparados nunca se habían vestido tan bien.
Alexandra rueda sus ojos y se vuelve a mí—. Las hormonas del embarazo.
Pueden causar algunos cambios de humor muy malos. Tiendo a ponerme un poco...
perra... cuando estoy embarazada.
Drew sonríe—. A diferencia del resto de las veces, ¿cuando estás tan
agradable?
¿Sabes cómo algunos perros todavía siguen masticando tus zapatos —no
importa cuántas veces le pegas con un diario? ¿Simplemente no pueden resistirse?
Drew es uno de esos perros.
Alexandra se gira a su hermano como un gato siseando a una serpiente.
—Sabes, Drew, ¿estando encinta? Es algo así como una tarjeta de ―sal libre de
la cárcel‖. No hay un jurado en el país que me condenaría.
Él se aleja lentamente.
Niego con la cabeza, entonces le pregunto a Alexandra—. Aparte de eso,
¿cómo estás?
Se encoge de hombros—. Estoy cansada, sobre todo. Y los vómitos no ayudan.
La mayoría de las mujeres se enferman por la mañana, pero yo lo consigo por la
noche, lo que apesta bastante.
Eh
Vómitos.
Cansancio.
Cambios de ánimo.
Sin duda suena familiar.
¿Qué? ¿Por qué me miras así?
No, no, todo el mundo sabe que el signo inequívoco del embarazo es un
período faltante. Y mi periodo no debe... uno... dos...
Cuatro...
Cinco...
Mi período debió ser hace cinco días.
Oh.
Mi.
Dios.
Traducido por Lucia Black
Corregido por AnggiiN
La negación es una habilidad que dominé a una temprana edad.
No lo pienses. No hables de ello. Aguántate.
Ahógalo.
No lloré la noche en que mi padre murió.
No cuando el Sheriff Mitchell llegó a nuestra puerta para llevarnos al hospital,
o cuando el doctor nos dijo que lo habían perdido. No derramé ni una lágrima
durante el velatorio, o en el funeral.
Gracias por sus condolencias.
Sí, voy a ser fuerte por mi madre.
Eres tan amable.
Ocho días después de que él estuviera yaciendo en el suelo, mi madre
trabajaba en la cafetería de abajo. Yo estaba en nuestra cocina, tratando de abrir un
frasco de pepinillos.
Entré en la habitación de mis padres y llamé a mi papá por ayuda. Y fue
entonces cuando me di cuenta, mirando su habitación vacía. Él no estaba allí.
Nunca estaría ahí otra vez. Me desplomé en el suelo y lloré como un bebé.
Sobre un frasco de pepinillos.
Ese mismo conjunto de habilidades son las que me ayudan a atravesar el resto
de la noche con los Evans. Sonrío. Hablo. Abrazo a Mackenzie como despedida.
Drew y yo nos vamos a casa y hacemos el amor.
Y no le digo.
No gritas fuego en una sala de cine si no estás seguro de que hay llamas.
¿Has visto Lo que el viento se llevó? Scarlett O'hara es mi ídolo.
"No puedo pensar en esto ahora. Pensaré en ello mañana."
Ese es mi plan. Al menos por el momento.

***

La mañana llega rápidamente.


Y al parecer Dios tiene sentido del humor. Porque donde sea que gire, estoy
rodeada de embarazo.
Echa un vistazo:
El paseador de perros que me pasa en la acera, la mujer policía dirigiendo el
tráfico, el hombre en la portada de la revista People en el puesto de periódicos, la
compañera ejecutiva en el pequeño elevador que parece como si estuviera
escondiendo una pelota de medicina de contrabando debajo de su blusa.
Cubro mi boca y mantengo la distancia, como un turista tratando de evitar la
gripe porcina.
Finalmente, llego a mi oficina. Me siento en el escritorio y abro mi fiel agenda
diaria.
Sí, todavía uso un calendario basado en papel. Drew me compró un
Blackberry para navidad, pero todavía está en la caja. No confío en cualquier
dispositivo capaz de desterrar mi trabajo al abismo de lo desconocido con el toque
de un botón.
Me gusta el papel. Es sólido, real. Para destruirlo, tienes que quemarlo.
Normalmente soy bastante obsesiva-retentiva. Lo escribo todo. Soy banquera,
vivimos y morimos por el horario. Pero últimamente he estado distraída;
preocupada por el agotamiento y la sensación general de mierdicidad. Así que me
perdí el hecho de que había iniciado un nuevo paquete de pastillas anticonceptivas,
pero no tuve mi período.
Y hablando de las píldoras anticonceptivas, ¿qué pasa con eso?
9-punto-99 por ciento de efectividad, mi culo.
Es la misma precisión estadística de esas pruebas de embarazo de orina-en-
un-palo, así que no me voy a acercar a uno de esos. En cambio, levanto el teléfono y
llamo a la oficina de la Dra. Roberta Chang.
¿Recuerdas aquellos otros cuatro estudiantes con los que Delores, Billy y yo
vivimos a las fuera del campus en Pennsylvania? Bobbie era uno de ellos. Su
marido, Daniel, era otro. Bobbie es una persona increíble. Sus padres emigraron de
Corea cuando era un bebé. Es pequeña, lo suficientemente pequeña para la tienda
GAP9 de niños, pero tiene la personalidad de una amazona.
Es también una brillante ob/gyn10. Eso sería una pediatra, para los chicos allá
afuera.
Bob y su esposo se mudaron a Nueva York hace sólo unos meses. No la he
visto en años, pero la nuestra es una de esas amistades que pueden pasar una
década sin contacto; entonces cuando finalmente nos juntamos, es como si no nos
hubiéramos perdido ni un día.
Hago una cita y la marco automáticamente en mi agenda.
Bob-7:00.
Cierro el libro y lo coloco junto al teléfono en mi escritorio.
Luego, echo un vistazo al reloj y me doy cuenta que llego tarde a una reunión.

9 GAP: Es una importante empresa textil estadounidense.

10 Ob/Gyn: Obstetra y ginecóloga.


Mierda.
Agarro una carpeta y me dirijo a la puerta.
Todavía sin pensar en eso... en caso de que te lo preguntaras.

***

Cuando regreso dos horas más tarde, Drew está sentado en mi escritorio,
tamborileando una pluma con impaciencia contra la madera oscura. Generalmente
comemos el almuerzo, juntos –lo ordenamos– y lo compartimos en una de
nuestras oficinas.
—Oye.
Levanta la mirada.
—Hola.
—¿Ya pediste o me estabas esperando?
Parece confundido.
—¿Eh?
Me acomodo sobre el borde de la mesa.
—Almuerzo, Drew. Es por eso que estás aquí, ¿no?
Sacude su cabeza.
—En realidad, quería hablar contigo sobre la cena. Un nuevo lugar fue abierto
en Little Italy, y realmente podría pedir un poco de pasta. Iba a hacer reservaciones
para nosotros esta noche. A las siete.
Me congelo.
No tengo mucha práctica mintiendo. No desde la secundaria, de todos modos.
Incluso entonces, había un montón de mentiras abiertas. Más... omisión de mis
actividades que habrían hecho que mi madre volara.
Cuando era necesario mentir, Delores era mi chica, mi coartada.
Eso no ha cambiado.
—No puedo esta noche. Delores quiere tener una noche de chicas. No hemos
tenido una de esas en mucho tiempo.
Vamos a hacer una pausa por un momento. Esto es importante.
¿Puedes ver su cara? Mira de cerca o te lo perderás.
Por un momento, hay un destello de sorpresa. Un toque de ira... tal vez dolor.
Pero luego lo atrapa y suaviza su expresión en posición neutral. Perdí esa mirada la
primera vez. Deberías recordarlo.
Tendrá mucho más sentido en aproximadamente diez horas.
La voz de Drew es plana. Como un detective tratando de hacer tropezar a un
perpetrador.
—Viste a Delores anoche.
Mi estómago gorjea como Pop Rocks 11 en soda.
—Eso fue diferente todo el mundo estaba allí. Esta noche seremos sólo
nosotras dos. Tomaremos unos tragos, tal vez comer unos aperitivos que
engorden, y luego voy a casa.
Drew se levanta, sus movimientos apresurados, tensos.
—Bien, Kate. Haz lo que quieras.
Intenta caminar delante de mí, pero lo agarro de su cinturón.
—Oye. No seas así. Podemos salir a cenar mañana. No te enojes.
Me deja jalarlo más cerca, pero no dice nada. Le doy una sonrisa coqueta.
—Vamos, Drew. Almorcemos. Y después, puedes tenerme.
Froto mi mano en su pecho, tratando de suavizarlo.
Pero no cede.
—No puedo. Tengo trabajo que terminar. Más tarde hablaré contigo.
Besa mi frente, y sus labios parecen detenerse un momento más de lo normal.
Luego se retira y se aleja.

***

En la ciudad de Nueva York, hay una cosa de la que puedes depender.


Esperar. No es el correo, o la bondad del prójimo.
Es el tráfico de la hora pico. Nunca falla. Es donde estoy sentada en este
momento.
Parachoques contra parachoques.
Traté de llamar a Delores tres veces para que llenara mi operación encubierta,
pero no respondió. Los teléfonos celulares no están permitidos en el laboratorio.
Tampoco he visto a Drew desde que salió de mi oficina, y eso es algo bueno.
Realmente no quiero hablar con él hasta que sepa a lo que me enfrento.
Cuando estás sola en un vehículo prácticamente inmóvil, realmente no hay
mucho que hacer.
Excepto pensar.
¿Puedes adivinar en qué estoy pensando? Incluso la presa más fuerte se
quiebra con el tiempo.
Scarlett O'hara ha abandonado el edificio.
¿Sabes la historia del padre de Delores? Es algo extraordinario.

11 Pop Rocks: Marca de novedosos caramelos que usa efervescencia para crear un chasquido.
Cuando éramos jóvenes, Amelia le dijo a Delores que su padre no podía vivir
con ellas. Lo mantuvo simple, amable. Pero en el momento en el que ella fue
mayor, Delores recibió la historia completa.
Amelia creció en California. ¿Puedes imaginártelo? Amelia surfista, joven y
bronceada, esbelta y relajada.
Cuando tenía diecisiete años, conoció a un chico en el muelle de Santa
Mónica, cabello oscuro, brazos cincelados y ojos color jade. Su nombre era Joey
Martino. Tuvieron una instantánea conexión, y como Juliet antes que ella, Amelia
cayó rápido y duro.
Luego llegó el momento de Joey de seguir adelante, y le pidió a Amelia que se
fuera con él. Su madre le dijo que si salía por la puerta, no tendría permitido volver.
Nunca.
Amelia abrazó a su hermana pequeña despidiéndose y saltó sobre la parte
trasera de la Harley de Joey. Seis semanas más tarde, pasaban a través de
Greenville, Ohio.
Y Amelia se dio cuenta que estaba embarazada.
Joey tomó bien la noticia, y Amelia estaba emocionada. Ahora serían una
verdadera familia.
Pero a la mañana siguiente se despertó junto a una nota. Que decía:
Fue muy divertido.
Lo siento.
Amelia nunca lo vio otra vez.
Algunos niños necesitan quemarse un par de veces antes de que dejen de
jugar con los fósforos. Pero Amelia nunca fue ese tipo de niño. Una lección era todo
lo que necesitaba. Desde entonces, sólo salió con un determinado tipo de hombre,
humilde y sencillo; ni meloso, llamativo, o arrogante. Tipos que no tenían nada que
ver con Joey.
Que no tenían nada de Drew.
Es la razón del por qué no lo quiere.
No, eso no es cierto. Es por eso que Amelia no confía en él.
Ella me llevó a un lado esa primera navidad, cuando ella y mi madre vinieron
a visitarnos. Me dijo que fuera despacio, que tuviera cuidado con Drew.
Porque ella había visto a los de su clase antes.
De todos modos la historia terminó, niños.
Estamos aquí.

***
La oficina de Bob es buena; una casa de piedra de aspecto hogareño con un
estacionamiento real, vivo. Son difíciles de conseguir en la ciudad, en caso de que
no lo supieras. Está bastante ocupado, compartido con el edificio de al lado. Los
coches vienen y van y pelean por espacios.
Apago el motor y agarro el volante. Respiro hondo.
Puedo hacer esto.
En serio, es sólo por los próximos dieciocho años de mi vida, ¿verdad?
Salgo del coche y observo el pequeño cartel en la ventana del edificio.

ROBERTA CHANG
GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA

Mientras trato de hacer que mis pies se muevan, dos grandes manos vienen
detrás de mí y cubren mis ojos. Una voz familiar susurra en mi oído:
—¿Adivina quién?
Me doy la vuelta, a punto de reventar. Vivir con alguien, particularmente
durante los años de universidad, crea un vínculo por las experiencias compartidas y
preciosos recuerdos.
—¡Daniel!
Daniel Walker es un tipo del tamaño de un mamut. Él y Arnold
Schwarzenegger podrían ser hermanos. Pero no dejes que te engañe. Es uno de
esos caramelos Werther; duro por fuera, suave y pegajoso por dentro.
Es afectuoso. Comprensivo. Compasivo.
Durante nuestro primer año, un ratón decidió trasladarse a nuestra casa
desvencijada. Todos votaron por matarlo, excepto Daniel. Construyó una trampa
con una cadena, cartón y un palo del que los Little Rascals 12 estarían orgullosos.
Y en realidad atrapó al pequeño. Lo mantuvimos. En una jaula, como una
mascota. Lo llamamos Bud, por nuestra cerveza favorita.
Daniel me tira en un abrazo de oso, me levanta y me da vueltas. Luego me
pone de pie y besa mi mejilla
—Es tan bueno verte, Kate. ¡Te ves genial!
Sonrío tanto que me duele la cara.
—Gracias, Daniel. Tú también. No has cambiado ni un poco. ¿Cómo va todo?
—No me puedo quejar. Las cosas están bien, ocupado. Tengo todavía
entrevistas en los hospitales —Daniel es un anestesiólogo. Cada vez que pueden, él
y Bob trabajan juntos. Como Drew y yo. Continúa—: Pero la práctica de Bobbie está

12 Little Rascals: Show televisivo de niños, de los años 40. Conocido como La Pandilla o los Pequeños Traviesos.
en auge, así que soy el chico de los recados, por ahora. —Sostiene en alto una bolsa
de comida China para llevar.
Cuando el olor llega a mi estómago, se retuerce, haciéndome saber que no
está satisfecho. Trago duro. Él lanza un pesado brazo sobre mis hombros y
conversamos durante varios minutos. Acerca de su viaje, de Delores y Billy. Le
cuento sobre Drew y cómo quisiera que los cuatro saliéramos juntos a cenar.
Y luego hay un fuerte chillido de neumáticos.
Los dos giramos y vemos las luces traseras de un coche desaparecer a toda
velocidad del estacionamiento.
Daniel sacude su cabeza.
—Y pensé que los conductores de Filadelfia eran malos.
Me echo a reír.
—Oh no, los neoyorquinos tienen el monopolio sobre la mala conducción. Y
los locos fanáticos del béisbol. No uses el jersey de Filadelfia aquí; podría terminar
en una matanza.
Daniel se ríe y nos dirigimos al edificio.

***

Bueno, es oficial.
La vida como la conocía está terminada.
Estoy embarazada. Embarazada. El pan está en el horno y ese chico malo se
está horneando. No estaba realmente sorprendida. Sólo esperando estar
equivocada.
Según Bobbie, mis antibióticos eran los culpables. Disminuyen la eficacia de
las píldoras anticonceptivas.
¿Ves lo que estaba diciendo acerca de esos folletos? Léelos. Apréndelos.
Vívelos.
Es demasiado pronto para hacer una ecografía, así que tengo que regresar en
dos semanas. Y cada día también tengo que tomar vitaminas prenatales que son lo
suficientemente grandes para ahogar a un gran elefante.
Suertuda de mí.
Aparco mi coche en el garaje, pero no voy a la casa.
Una de las mejores partes de la vida en la ciudad es que siempre hay un lugar
que está abierto, un lugar para caminar con gente alrededor.
Salgo a la acera y camino unas pocas cuadras, tratando de aclarar mis ideas.
Intentando averiguar qué demonios debo hacer ahora.
Si te estás preguntando por qué no sueno feliz, es porque no lo estoy. Tienes
que entender, nunca fui esa chica. No jugué con muñecas. He jugado con la caja
registradora de mis padres. ¿Cuándo los niños querían ir a Toys ―R‖ Us13? Yo
quería ir a Staples14.
Incluso antes de que mi ansia de independencia financiera empezara, mis
sueños giraban en torno a edificios de oficinas y escritorios, no cunas y cochecitos
de bebé. No es que no quiera niños. No quiero uno ahora. Ahora no era parte del
plan.
Y luego está Drew. Él me ama, lo sé. Pero el embarazo cambia las cosas.
Significa estrías, senos caídos y noches sin dormir. No más vacaciones espontáneas.
No más maratones de sexo.
Va a enloquecer. Definitivamente.
Me siento en un banco y veo los autos pasar.
Entonces una voz a mi derecha atrapa mi atención.
—¿Quién es un buen chico? ¡Andrew lo es! Mi dulce niño.
Es una mujer con suaves rizos rubios y ojos oscuros, de mi edad.
Y está sosteniendo una bolsa de baba.
¿Crees en las señales? Yo no.
Pero mi abuela sí. Era una mujer increíble, una respetada arqueóloga que hizo
un extenso estudio sobre las tribus de nativos americanos del sur. Adoraba a mi
abuela. Una vez me dijo que las señales estaban alrededor de nosotros. Guías para
conducirnos en la dirección correcta, hacia nuestro destino. Nuestro futuro. Que
todo lo que teníamos que hacer era abrir nuestros ojos y corazones, y
encontraríamos el camino.
Así que observo a la joven madre y su hijo. Y entonces un hombre se une a
ellos.
—Oye. Siento llegar tarde. Una maldita reunión me atrapó.
Supongo que es su marido. La besa. Y toma el paquete que ella está
sosteniendo sobre su cabeza.
—Aquí está mi chico. Hola, amiguito.
Su sonrisa es tan caliente, tan hermosa, literalmente quita el aliento. La
dorada pareja se apoya uno contra el otro con ternura, el cariño mutuo, tirando de
ellos juntos como un imán.
Me siento como un voyeur, pero el momento es tan preciado que no puedo
ignorarlo.
Y es cuando me doy cuenta. No sólo estoy embarazada. Voy a tener un bebé.
Drew y yo hicimos un bebé. Una nueva persona.
Y una imagen aparece en mi cabeza. Tan clara. Tan perfecta.

13 Toys “R” Us: Es una cadena de tiendas de juguetes en los Estados Unidos

14 Staples: Es una compañía que vende artículos de oficina.


Un pequeño niño de pelo oscuro, con la sonrisa sabelotodo de Drew y mi
chispeante personalidad. Una parte de cada uno de nosotros.
Las mejores partes.
Pienso en cómo Steven miró a Alexandra, anoche, cuando anunciaron la
noticia. Me imagino la forma en que Drew me mira cuando piensa que no estoy
prestando atención. Y la forma en que abrazó a Mackenzie cuando se quedó
dormida a su lado en el sofá. Recuerdo lo maravilloso que se siente enseñarle a
tocar guitarra.
Y lo increíble que sería enseñarle a un bebé... todo.
Drew adoraría tener a un pequeño alguien para mostrarle cosas, como la
forma de jugar ajedrez y baloncesto.
Y cómo maldecir en cuatro idiomas diferentes.
Drew no es Joey Martino. Su familia lo es todo para él.
Es decir que soy todo para él.
Y voy a tener su bebé. Dios mío. Las hormonas del embarazo deben ser una
sobrecarga, porque las lágrimas llenan mis ojos y corren por mis mejillas. Lágrimas
de felicidad.
Porque va a estar bien.
Tal vez tendré estrías, pero esto es Nueva York, la capital de la cirugía plástica
del mundo. Y claro, hay cosas que quiero lograr profesionalmente.
Y lo haré. Porque Drew estará allí para ayudarme. Para apoyarme. Como ha
hecho desde el día en que lo conocí.
Va a estar emocionado, como un niño recibiendo un regalo inesperado en la
mañana de navidad. Va a ser una sorpresa al principio, ¿pero no puedes verlo?
Eufórico. Encantado.
—Disculpe, señorita, ¿está bien? —Debo estar llorando más fuerte de lo
que pensaba, porque el papá del bebé me está mirando con preocupación.
Limpio mis mejillas, avergonzada.
—Sí, estoy bien. Sólo... —Miro a su hijo—. Él es tan hermoso. Son tan
hermosos.
Me descompongo en una ronda de sollozos frescos, y la madre da un paso
atrás.
Genial. Ahora soy la loca en un banco.
— ¿Hay alguien al que necesite que llamemos? —Pregunta.
Tomo un respiro y me controlo. Entonces sonrío
—No. Estoy bien. De verdad. Es que... voy a tener un bebé.
Ahí está.
Ya lo dije.
Claro, sólo lo dije a dos perfectos desconocidos, lo que es un poco raro, pero
aun así. ¿Tengo miedo? Claro que sí. Pero nunca me he escapado de un reto en mi
vida, ¿por qué empezar ahora?
—Felicitaciones y buena suerte, señorita.
—Gracias.
La familia da vuelta y caminan juntos por la calle. Mientras los veo irse, una
exhibición del almacén a la derecha llama mi atención. Es una tienda de mercancía
Yankee, y en la ventana hay una diminuta camiseta que dice, FUTURO
LANZADOR DE LOS YANKEES. Y mi emoción florece como una flor en una selva
tropical.
Porque ahora sé cómo voy a decirle a Drew.
Traducido por MaryJane♥
Corregido por AnggiN
¿Qué sabes acerca de ESP? Percepción extrasensorial; el conocimiento de un
incidente antes de que suceda. Todos tenemos un poco de ello, ese otro noventa por
ciento de nuestro cerebro que no usamos.
Son esos momentos en el auto cuando piensas en una canción que no has oído
en años, y es la siguiente que viene en la radio. Son esas mañanas en que recuerdas
a un viejo amigo y a la hora de cenar el teléfono suena, y es el amigo en el que
pensabas.
Nunca he sido una gran creyente en ese tipo de cosas. Pero cuando el
empleado de la tienda me dio mi cambio por la pequeña camiseta, una bola de
ansiedad se instaló profundamente en mi vientre. Y no eran mariposas
normales. Era urgente. Un malestar desesperado, como cuando te das cuenta de
que olvidaste pagar una factura de la tarjeta de crédito.
Tenía que ver a Drew. Tenía que hablar con él –decirle– y tenía que ser
ahora. Caminé rápidamente por la calle. Bueno... lo más rápido que pude en
tacones de tres pulgadas.
Con cada paso que me acercaba más a nuestro edificio, la preocupación
aumentaba de forma exponencial.
En ese momento lo atribuí a la noticia que estaba a punto de soltar. Pero
ahora, mirando hacia atrás, creo que era otra cosa.
Precognición.
Al momento en que me detuve fuera de la puerta de nuestro apartamento, mis
rodillas temblaban y mis palmas sudaban. Entonces agarré el pomo...
¿Si tienes un estómago débil? Puede que no quieras ver esto.
No va a ser bonito.

***

Entro en el apartamento. Las luces están apagadas. Pongo mis llaves sobre la
mesa y me quito el abrigo. Enciendo el interruptor en la pared, inundando la
habitación con luz.
Y es cuando lo veo.
Ellos.
Drew está de pie en medio de nuestra sala de estar, con la camisa
desabrochada, dejando al descubierto el pecho que he recorrido con los dedos más
de mil veces. La caliente piel bronce que me encanta tocar. Tiene una botella medio
vacía de Jack Daniels en una mano. Y la otra mano está oculta. Enterrada.
En una melena de pelo castaño ondulado.
Ella es lo opuesto a mí en todos los sentidos. Gruesos mechones rojos, pechos
del tamaño de sandías, alegres en su falsedad. Es tan alta como Drew, incluso sin
los tacones de aguja. Sus labios son rojos y exuberantes, bastante regordetes para
darle envidia a Angelina Jolie. Y esos labios rojos regordetes se están moviendo
contra la boca de Drew.
Buenos besadores, muy buenos besadores, no sólo utilizan sus labios. Utilizan
su cuerpo entero, su lengua, sus manos, sus caderas.
Drew es un gran besador. Pero nunca he tenido la oportunidad de observarlo
en acción. Nunca lo he visto besando a nadie. Porque yo he estado en el extremo
receptor. La besada.
Pero ese no es el caso ahora.
Me quedo ahí aturdida. Observando. Y aunque sea sólo por unos pocos
segundos, se siente como por siempre. Como una eternidad.
En el infierno.
Luego Drew se inclina hacia atrás. Y casi como si supiera que he estado aquí
todo el tiempo, sus ojos encuentran los míos inmediatamente. Son
duros. Despiadados.
Y su voz es tan fría como el acero de una puerta al aire libre en una tormenta
de nieve.
—Mira quién está en casa.
Muchas mujeres se imaginan cómo reaccionarían si descubren a su novio o
marido engañándolas. Qué dirían. Cuán fuertes serían.
Honestas e indignadas.
¿Pero cuando es de verdad? ¿Cuándo no se trata sólo de predicciones?
Esas emociones están peculiarmente ausentes.
Estoy entumecida por dentro.
Muerta.
Y mi voz no es más que un susurrante tartamudeo.
—¿Qué... qué estás haciendo?
Drew se encoge de hombros.
—Simplemente tengo un poco de diversión. Pensé, ¿por qué deberías ser la
única teniéndola?
Oigo las palabras, pero no las entiendo. Mis ojos se entrecierran y mi cabeza
se inclina, como un perro desconcertado.
Drew se aleja de la pelirroja y toma un trago de la botella. Se estremece
mientras traga.
—Te ves confundida, Kate. Te lo explicaré. La primera regla de mentir es
siempre tener la coartada correcta. Mira, ahora mismo, Matthew y Delores están en
un avión a Las Vegas. Matthew ha estado planeando el viaje durante semanas, una
segunda luna de miel sorpresa. Así que sabía que estabas llena de mierda esta
tarde. Sólo tenía que ver si realmente seguirías adelante con la mentira. Así que te
seguí. Te va a encantar el GPS.
El año pasado, una mujer llamada Kasey Dunkin desapareció después de una
noche de fiesta con sus amigos en la ciudad. Estuvo en todas las noticias. La policía
pudo localizar su teléfono en un almacén abandonado en Brooklyn, y a pesar de
que ella había sido apuñalada varias veces, sobrevivió. Drew y yo tuvimos el mismo
tipo de programa instalado en nuestros teléfonos al día siguiente.
—¿Me has seguido?
Me siguió hasta la oficina de Bob. Él sabe a dónde fui. Eso significa...
—Sip. Sabía dónde te encontrabas. Lo sé todo. Joder, te vi.
Él sabe... Drew sabe que estoy embarazada.
Y, obviamente, no está contento.
Mi voz se eleva a medida que hablo, ganando impulso.
—¿Sabes? —Señalo a la mujer que nos está mirando como si fuéramos su
propia telenovela personal—. ¿Y así es como reaccionas?
Drew parece confundido.
—¿Jodidamente siquiera me conoces en absoluto? ¿Cómo diablos creías que
iba a reaccionar?
He visto a Drew molesto antes.
Irreflexivo.
Frustrado.
Pero esto es diferente.
Esto es... cruel.
—¿Ni siquiera vas a tratar de negarlo? ¿Hacerme pensar que estoy delirando?
—Me pregunta. Por un momento su cara se arruga. Y parece... angustiado, como
una víctima de tortura a punto de romper su silencio—. ¿No vas a decirme que
estoy equivocado, Kate?
Parpadea y la mirada angustiada se ha ido. Y estoy bastante segura de que
sólo la imaginé.
Una ilusión.
Cruzo los brazos sobre mi pecho.
—No voy a hablar de esto contigo en frente de una audiencia.
La mandíbula de Drew se cierra con terquedad.
—¿Vas a terminarlo?
Mis pies se mueven hacia atrás, lejos de él, por su cuenta. Y mi mano cae de
manera protectora a mi abdomen.
—¿Qué?
—Dije: ¿vas a jodidamente terminarlo? —repite, impaciente con mi estado de
shock.
Políticamente, Drew está a favor del aborto. A pesar de su educación católica,
respeta y ama a las mujeres de su familia demasiado como para dejar que un
anciano en el Congreso dicte lo que pueden o no pueden hacer con sus cuerpos.
Pero emocionalmente (moralmente) siempre he pensado que era pro-
vida. Así que el hecho de que esté de pie aquí diciéndome que aborte un niño,
nuestro hijo, es sólo... incomprensible.
—No lo he hecho... No he tenido tiempo para pensar en ello.
Se ríe amargamente.
—Bueno, es mejor que empieces a pensar, ¿porque hasta que tu pequeña
indiscreción está fuera de la foto? Ni siquiera quiero verte, y mucho menos hablar
de cualquier cosa.
Sus palabras me golpearon como una ráfaga de viento en un día frío. Del tipo
que te deja sin aliento.
Drew no es Joey Martino.
Él es peor.
Porque él quiere que yo elija. Un ultimátum. Al igual que hizo con Billy. ¿Y de
qué demonios está hablando, mi indiscreción? ¿Como si hubiera hecho que
sucediera por mí cuenta?
Y luego entiendo su ira. Su afán de venganza. Comienza a tener sentido.
—¿Crees que planeé esto? ¿Que lo hice a propósito?
Él sonríe, e incluso una persona sorda sería capaz de oír el sarcasmo.
—No, por supuesto que no. Estas cosas suceden a veces, ¿no? Aun cuando no
quieras.
Abro la boca para discutir, explicar, pero la risita de la stripper me
interrumpe. La miro.
—¡Fuera de mi casa antes de que te eche con el resto de la basura! —¿En
situaciones como esta? Las mujeres pueden reducirse una a la otra más rápido que
un distribuidor de árboles en la víspera de Navidad. Pero no es porque seamos
mezquinas. O maliciosas.
Es porque es más fácil ir detrás de una mujer sin nombre que admitir que la
verdadera culpa la tiene el hombre que se suponía iba a amarte. Quién se supone
que sea entregado. Fiel.
Y no lo fue.
—Lo siento, cariño, no pagas por éste espectáculo. Voy a donde el hombre del
dinero me dice —explica.
Drew enrolla un brazo alrededor de su cintura y sonríe con orgullo.
—Ella no va a ninguna parte. Estamos empezando.
Encuentro la fuerza para levantar una ceja. Y tratar de formar una respuesta.
—¿Ahora pagas, Drew? Es patético.
Él sonríe.
—No te hagas ilusiones, cariño, he estado pagando durante los últimos dos
años también. Sólo que fuiste un poco más cara que una puta promedio.
Debería haberlo sabido mejor. Discutir con Drew es como tratar con un
terrorista. Él no tiene fronteras; nada está fuera de los límites. No hay
profundidades en las que no se hunda para ganar.
Luego me mira pensativo.
—Aunque debo decir que, a pesar de cómo todo esto resultó, fuiste dinero
bien gastado. Especialmente esa noche, contra el fregadero de la cocina… —Hace
un guiño—… vale la pena cada centavo.
Me estoy muriendo. Cada horrible palabra me atraviesa como una cuchilla
rebanadora. ¿Puedes ver la sangre? Rebosando lentamente con cada atroz
sílaba. Deslizándola, así es más doloroso de lo que alguna vez tenía que ser.
Pareces sorprendida. No debes estarlo.
Drew Evans no quema puentes. Él utiliza dinamita en ellos. Destrozando el
puente, las montañas que lo conectan, y cualquier otra cosa viva con la mala suerte
de estar dentro de un radio de ochenta kilómetros.
Drew nunca hace nada a medias. ¿Por qué destruirme sería diferente?
Me giro para caminar por el pasillo antes de derrumbarme frente a él como
una pirámide egipcia.
Pero me agarra del brazo.
—¿A dónde vas, Kate? Quédate, tal vez puedas aprender un truco nuevo.
¿Sabes cómo la personalidad de alguien puede hacerlo más atractivo? ¿Al
igual que ese chico en la escuela secundaria que, a pesar de la falta de tono
muscular y el caso leve de acné, era capaz de correr con la multitud
popular? Porque decía las bromas más divertidas y tenía las mejores historias.
Me gustaría poder decirte que funcionaba a la inversa. Me encantaría poder
decir que las palabras de Drew transformaban mágicamente su cara en la
monstruosidad que decía.
Pero no puedo.
Míralo.
Me imagino que así es como Lucifer se veía cuando Dios lo arrojó del
cielo. Amargado y roto. Pero siendo tan dolorosamente hermoso.
Libero mi brazo. Y mi voz es muy aguda, casi histérica.
—¡No me toques! ¡Nunca me toques otra vez!
Sonríe lentamente, la imagen misma de la serenidad. Se limpia la mano en los
pantalones, como si acabara de tocar algo sucio.
—Eso realmente no será un problema para mí.
Voy a vomitar. Voy a vomitar sobre sus zapatos negros de Bruno Magli.
Y no tiene nada que ver con el embarazo.
Me muevo por el pasillo, obligándome a caminar. Porque me niego a dejar a
Drew verme huir de él.

***

Apenas llego a tiempo al baño.


Me dejo caer de rodillas y me aferro a la taza del baño para salvar mi vida. Se
me rompe una uña y mis nudillos se vuelven blancos. Mi estómago se contrae y
vomito violentamente. La sangre late en mis oídos y el ácido quema mi garganta.
Toso y sollozo, pero mis ojos están secos. No hay lágrimas. Todavía no. Eso
viene después.
¿Cómo puede hacer esto? Me dijo que no lo haría... y yo confié en él. Cuando
él dijo que me amaba. Cuando prometió que nunca me haría daño.
Le creí.
Nunca hablamos de tener hijos. Nunca hablamos de no tenerlos
tampoco. Pero si hubiera sabido que sería así, habría sido más cuidadosa. Lo habría
hecho...
Dios.
Escúchame. Mi novio está en la sala con otra mujer en su regazo, ¿y yo estoy
sentada aquí pensando en todas las cosas que podría haber hecho para evitar que
ocurriera?
Y llamé a Drew patético.
Cuando no queda nada en mi estómago, me levanto hasta el lavamanos y me
miro en el espejo. Mejillas manchadas y apagados ojos enrojecidos me devuelven la
mirada en un rostro que no reconozco.
Mojo mi cara con agua fría, una y otra vez. Drew me desgarró, me convirtió en
una masa temblorosa de vergüenza y auto-recriminación, pero va a ser un día frío
en el infierno antes de que le deje ver eso.
Me tropiezo en el dormitorio, agarro una bolsa de lona del closet, y
ciegamente la lleno con las primeras cosas que mis manos tocan. Tengo que
escapar. De él. De todo lo que me recuerda a él.
Sé lo que estás pensando. “Tu carrera, todo por lo que has trabajado, estás
tirando todo por la borda”.
Y tienes razón, lo estoy. Pero nada de eso importa ya.
Es como... como esa pobre gente que saltó de las torres el once de
septiembre. Ellos sabían que eso no los salvaría, pero el fuego era demasiado
caliente y tenían que hacer algo, cualquier cosa, para alejarse del dolor.
Cierro la cremallera de la bolsa y la pongo en mi hombro. Entonces pongo mi
mano contra la puerta y respiro. Una vez. Dos veces. Tres veces.
Puedo hacer esto. Sólo tengo que llegar a la puerta. No está a más de una
docena de pasos de distancia.
Camino por el pasillo.
Drew está sentado en el sofá, con las piernas abiertas, los ojos en el baile de la
mujer balanceándose delante de él, la botella de Jack a su lado. Me concentro en su
cara. Y por un momento, me permito recordar.
Afligida.
Veo su sonrisa, esa primera noche en el bar, tan infantilmente
encantadora. Siento sus labios, sus caricias, la primera noche que hicimos el amor,
aquí, en éste apartamento. Todo el calor y la necesidad. Revivo cada palabra tierna,
amorosa, cada momento desde entonces.
Y los encierro todos.
En una caja de acero, desterrados hasta el último rincón de mi mente. Para
ser abierta más tarde. Cuando sea capaz de desintegrarme.
Entro en la habitación y me detengo a pocos metros del sofá.
La pelirroja baila, pero no la miro. Mis ojos nunca dejan el rostro de Drew.
Mi voz está en carne viva. Rechinante. Pero, sorprendentemente firme.
—Ya he terminado. Contigo, con todo esto. No me localices dentro de una
semana para pedirme perdón. No me llames y digas que has cambiado de opinión.
Nosotros. Hemos. Terminado. Y nunca quiero volver a verte.
¿Cuántos padres han dicho a sus hijos adolescentes que estarán encerrados
para siempre? ¿Cuántos adolescentes han respondido que nunca les hablarían de
nuevo?
Terminado. Para siempre. Jamás.
Esas grandes palabras. Tan definitivas.
Tan huecas.
Realmente no queremos decirlas. Son sólo cosas que dices cuando estás
buscando una reacción. Rogando por una respuesta. La verdad es que si Drew se
acercara a mí mañana o el próximo mes, o seis meses a partir de ahora, y me dijera
que había cometido un error, que me quería de regreso.
Lo aceptaría en un santiamén.
¿Así que, ves ahora lo que decía antes? No soy una mujer fuerte. Sólo soy
realmente buena en actuar como tal.
La voz de Drew es contundente.
—Me parece bien —Brinda con la botella—. Ten una vida de mierda, Kate. Y
cierra la puerta al salir, no quiero más interrupciones.
Quiero decirte que él vaciló. Que había una pizca de arrepentimiento en su
rostro o una sombra de tristeza en sus ojos. Me quedaría si la hubiera.
Pero su rostro está en blanco. Sin vida, como un muñeco Ken de pelo oscuro.
Y me dan ganas de gritar. Quiero sacudirlo y darle una bofetada y romper
cosas. Quiero, pero no lo hago. ¿Por qué intentar golpear una pared de ladrillo, si
todo lo que tendrás es una fractura en la mano?
Así que recojo mi bolsa, levanto la barbilla. Y camino por la puerta.
Traducido por Lucia Black
Corregido por PauLiNalp

La característica que define a una personalidad tipo A es tener metas y contar


con las estrategias para alcanzar esos objetivos. Definitivamente soy un tipo A.

La planificación es mi religión; la lista de tareas es mi Biblia.

Pero cuando llego a la mitad del vestíbulo del edificio que ha sido mi hogar
durante los últimos dos años, me congelo, porque por primera vez en mi vida, no
tengo idea de qué hacer a continuación. Sin rumbo.

Y es aterrador, me siento sin peso, como un astronauta al que le han cortado


su ancla, a la deriva en el espacio. Desolada, condenada al fracaso.

Mi vida gira en torno a Drew, y nunca pensé que necesitaría un plan de


contingencia.

Mis manos comienzan a temblar en primer lugar, luego mis brazos y mis
rodillas, los latidos de mi corazón se aceleran y estoy segura de que me estoy
hiperventilando.

Es la adrenalina, la respuesta a la lucha o la huida, es un fenómeno


asombroso. Es la acción sin pensamiento, un movimiento sin el permiso del
cerebro.

Y la mía está en pleno apogeo, cada miembro me grita que me mueva, que me
vaya. A mi cuerpo no le importa donde, siempre y cuando no sea aquí. Corre, corre
tan rápido como puedas, no me puedes alcanzar, soy el hombre de jengibre.

El hombre de jengibre fue afortunado, tenía a alguien que lo perseguía.

—¿Señorita Brooks?

Al principio no lo oigo. El sonido de mi propio pánico es demasiado


ensordecedor, como mil murciélagos en una cueva sellada.

Luego toca mi brazo, trayéndome de regreso a la tierra—. ¿Señorita Brooks?

¿El caballero canoso de preocupados ojos verdes con la elegante chaqueta


negra?

Es Lou, nuestro portero.


Es un buen tipo, casado hace 23 años, con dos hijas en la universidad. ¿Has
notado que siempre se menciona a un portero Lou, Harry o Sam? ¿Como si el
nombre que le habían dado predeterminara de alguna manera su ocupación?

—¿Le consigo algo?

¿Me consigue algo?

Una lobotomía sería perfecta ahora mismo. Nada del otro mundo sólo un
punzón, un martillo y seré el miembro más feliz del club de mentes inmaculadas.

—¿Se encuentra bien, señorita Brooks?

Conoces ese dicho, ―Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado
en absoluto‖

Es una tontería, quién dijo eso no sabía ni una mierda sobre el amor. La
ignorancia es mejor; es indoloro.

¿Pero conocer la perfección, tocarla, saborearla, respirarla cada día, y que


luego se lo lleven? La pérdida es agonía, y cada centímetro de mi piel duele con ello.

—Yo necesito... Tengo que irme.

Sí, esa es mi voz, la versión aturdida y confundida, como un herido en un


choque masivo, que sigue diciendo a quien le escuche que la luz estaba en verde.

No se suponía que terminaría así, no debía de terminar en absoluto. Él lo


escribió en las nubes, ¿recuerdas?

Para siempre.

Lou mira el bolso en mi hombro—. ¿Se refiere al aeropuerto? ¿Llega tarde a


un vuelo?

Sus palabras retumban en el pozo sin fondo que ahora es mi mente.

Aeropuerto… Aeropuerto… Aeropuerto... Vuelo… Vuelo... Vuelo.

Cuando los pacientes de Alzheimer empiezan a perder sus recuerdos, son los
más recientes los que se van primero. Los viejos, la dirección de la casa en la que
crecieron, el nombre de su maestra de segundo grado, estos se quedan alrededor,
porque están arraigados. Una gran parte de la persona que tiene esa información es
casi instintiva, como saber cómo tragar.

Mis instintos se encargan, y empiezan a planear.

—Sí, tengo que ir al aeropuerto.


¿Sabes algo acerca de los lobos? Son animales de manada.

Familiar.

Salvo cuando están heridos.

Si eso sucede, el lobo herido entra solo en la noche, así no atrae a los
depredadores, y regresa a la última cueva que la manada ocupó, porque le es
familiar, seguro, y se queda allí para recuperarse.

O morir.

—¿Lou? —Él se vuelve hacia mí desde la puerta—. Necesito un poco de papel y


un lápiz, tengo que enviar una carta. ¿Podría enviarla al correo por mí?

Los porteros de Nueva York no sólo abren las puertas. Son repartidores,
carteros, guardaespaldas y recaderos.

—Por supuesto, señorita Brooks.

Me entrega una hoja de papel limpia y un bolígrafo, luego sale para conseguir
mi taxi. Me siento en el banquillo y escribo rápidamente, cualquier niño de nueve
años te puede decir que es la mejor manera de arrancar una curita.

Se parece a una nota de suicidio, en cierto modo, creo que lo es.

Para mi carrera.

Sr. John Evans:

Debido a circunstancias personales imprevistas, ya no seré capaz de cumplir


las condiciones de mi contrato con Evans, Reinhart y Fisher. Por este medio
presento mi renuncia sin previo aviso.

Lamentablemente,

Katherine Brooks

Es frío, lo sé. Pero la profesionalidad es el único escudo que me queda.

Sabes que para una chica hay algo especial sobre la aprobación de un padre,
tal vez sea una sobra evolutiva desde los tiempos cuando las hijas eran
simplemente una propiedad, para ser intercambiadas y vendidas al mejor postor.
Cualquiera que sea la razón, el respaldo de un padre es importante, tiene más peso.

Cuando tenía diez años, el Departamento de Recreación y Parques de


Greenville tenía las pruebas de la Pequeña Liga. Sin un hijo en el que verter sus
sueños de béisbol, mi padre pasó su tiempo enseñándome las sutilezas del juego,
era una marimacha de todos modos, así que no fue difícil.
Y ese mismo año, mi padre pensó que era demasiado buena para jugar softbol
con las chicas, que la liga de niños sería más un desafío.

Y yo le creí, porque él lo creyó.

Porque él creía en mí.

Billy se burló de mí; dijo que iba a conseguir una nariz rota. Delores vino a ver
y a pintarse las uñas en las gradas. Llegue al equipo, y cuando terminó la
temporada, fui el mejor récord lanzando en toda la liga. Mi padre estaba tan
orgulloso, puso mi trofeo junto a la caja registradora en la cafetería y se jactó ante
quien quería escuchar e incluso a quienes no.

Tres años más tarde, se había ido.

Y fue devastador porque, como una persona ciega que en algún momento
dado podía ver, sabía exactamente lo que me estaba perdiendo. Nunca volví a jugar
béisbol.

Más tarde, conocí a John Evans. Me eligió a mí, me escogió a mí, de un grupo
de mil aspirantes. Nutrió mi carrera, estaba orgulloso de cada acuerdo que yo he
cerrado, todo el éxito.

Y por un momento, supe cómo se sentía tener un padre otra vez.

Y John me llevó a Drew, y nuestras vidas se entrelazaron, como la hiedra


alrededor de un árbol. Sabes cómo es, su familia se convirtió en mi familia, y todo
lo que ello conlleva. Las suaves amonestaciones de Anne, la actitud protectora de
Alexandra, los chistes de Steven, las burlas de Matthew... la dulce Mackenzie.

Y ahora los he perdido a todos ellos también.

Porque aunque no creo que estarán de acuerdo con lo que Drew ha hecho,
cómo me ha tratado, conoces el dicho: la sangre es más espesa. Así que al final, no
importa lo desagradable que encuentren la decisión de Drew, ellos no van a estar
conmigo.

—Señorita Brooks, su coche está afuera. ¿Está lista?

Antes de doblar la carta, garabateo dos palabras bajo mi firma. Dos palabras
dolorosamente insuficientes.

Lo siento.

Fuerzo mis piernas a levantarse, le entrego a Lou la dirección del sobre, y


camino hacia la puerta.

Detrás de mí, el ascensor suena y yo me detengo, girando hacia la gran puerta


doble dorada.
Espero.

Con esperanza.

Porque así es como siempre sucede en las películas, ¿verdad?, crecí viendo
Una maravilla con clase, La chica de rosa y cualquier otra película de John
Hughes. Justo antes de que la chica se alejara caminando o en el coche, el tipo
viene corriendo por la calle.

Detrás de ella.

Gritando su nombre.

Diciéndole que no quiso hacer nada de eso.

Y luego se besan y la música suena y ruedan los créditos.

Eso es lo que quiero ahora, el final feliz que todos sabían que iba a venir.

Así que contengo mi aliento, y las puertas se abren.

¿Quieres adivinar quién está ahí? adelante, esperaré.

...

Está vacío.

Y siento que mi pecho se desmorona en sí mismo, mis respiraciones salen con


rapidez, jadeando por el dolor, como cuando te tuerces un tobillo. Y mi visión se
nubla mientras lentamente las puertas del ascensor se cierran.

Parece tan simbólico.

Creo que tengo mis propias puertas cerradas ahora, ¿eh?

Me limpio los ojos, aspiro, y ajusto la bolsa en mi hombro.

—Sí, Lou. Estoy lista ahora.


Traducido por Lucia Black
Corregido por PauLiNalp

Anormal.
Dicen que la pena es un proceso, con etapas.
Bastardo.
Y las separaciones son como una muerte. El fallecimiento de la persona que
eras, de la vida que habías planeado tener.
Chupa pollas.
La primera etapa es el shock. Entumecimiento, como uno de esos árboles en
un bosque, después de que un incendio lo ha arrasado, están quemados y huecos,
pero de alguna manera todavía en pie.
Como si alguien olvidara decirles que se supone deberían yacer en el piso
cuando se está muerto.
Desgraciado.
¿Quieres aventurar una respuesta de cuál es la segunda etapa?
Ah sí, es la ira.
Lo qué has hecho por mí últimamente, estoy mejor sin ti; nunca me gustaste
de todos modos, ira.
Lame-bolas. No, es lamentable. Lame-culo.
Mejor.
¿Los obscenos insultos? Es un juego que Delores y yo inventamos en la
universidad, para ventilar nuestra frustración contra los profesores fuera-de-tacto,
que caminan con un palo en el culo y que nos estaban dando un mal rato.
Siéntate libre de saltar en cualquier momento, es liberador.
Y por alguna razón, es mucho más fácil cuando eres estudiante universitario.
Cara de culo.
De todos modos —¿qué estaba diciendo? Es cierto —ira.
Gilipollas.
La ira es buena, el fuego es combustible, el vapor es poder y la rabia te
mantiene en pie, cuando todo lo que realmente quieres hacer es curvarte en una
pelota en el piso como un armadillo asustado.
Intestino herniado.
Este es un hecho para ti: los hombres casados viven de siete a diez años más
que los solteros. Las mujeres casadas, por otro lado, mueren ocho años antes que
sus contrapartes solteras.
¿Estás sorprendida? Ni yo.
Pene infectado.
Porque los hombres son parásitos, chupadores de vida variados de la selva
que se introducen en tus genitales, entonces ponen sus huevos en tus riñones.
Y Drew Evans es su líder.
Pajero.
La azafata me pregunta si me gustaría una bebida de cortesía.
Estoy en el avión, ¿no había mencionado eso?
No tomo la bebida; trato de evitar el baño del avión, hay demasiados
recuerdos. Divertidos y dulces recuerdos.
Coño.
Verás, a Drew no le gusta volar, nunca salió y dijo eso, nunca dejó que lo
detuviera, pero me di cuenta.
Volar requiere que le entregue las riendas a alguien más, dejar ir la ilusión del
control y todos sabemos que Drew tiene suficientes problemas de control para
llenar el gran cañón.
Justo antes del despegue, se pondría de mal humor, tenso, y entonces,
después de que la señal del cinturón de seguridad se apaga, sugeriría un viaje
conjunto al lavabo.
Para aliviar un poco de esa tensión.
Yo nunca podría decir que no.
¿El club de sexo en las alturas?, ahora soy un miembro de oro.
Saco de semen.
Después de que el carro se mueve junto a mí, me reclino en el respaldo de mi
asiento y cierro los ojos. Y pienso en lo que cada mujer despreciada sueña.
Venganza.
Sufrimiento.
Castigo.
Abusador de Llamas.
No es que me vuelva Lorena Bobbitt sobre él, el arma más poderosa de una
mujer es la culpa, mucho más letal que un machete.
Así que mis escenarios de venganza giran en torno a... la muerte.
Mi muerte.
A veces es cáncer; a veces es el parto, pero en cada uno, Drew está golpeando
la puerta en mi lecho de muerte, rogando por entrar, para decirme lo jodidamente
equivocado que estaba, cuanto lo siente.
Pero siempre llega demasiado tarde, yo ya me había ido y ese conocimiento lo
destruye, lo deja destrozado. Arruinado.
La culpa le come lentamente, como un diente en un vaso de Coca-Cola.
Bolsa de huevos.
Y pasará el resto de su vida vestido solo de negro, como una abuela italiana de
ochenta años de edad.
Manosea orcas.
Sonrío.
Es una buena idea.
Mariquita muerde almohadas.
Es una palabra con doble puntuación.
Delores estaría muy orgullosa.
Gas vaginal.
Oh sí, fui ahí.
Gusano.
Sabes, creo que es mejor así, nada de mentiras. Si miro la situación
objetivamente, estoy mejor así.
Drew me hizo un favor.
Devorador de esperma.
¿Por qué aunque le gusta jugar a disfrazarse en el traje grande de papá?
Emocionalmente es un adolescente, un niño.
Rascaculos.
Del tipo con el que a nadie le gusta jugar, ¿Por qué cuando un juego no va
como quiere? Rompe el tablero en pedazos.
Infección del tracto urinario.
¿Y quién lo necesita?
Yo no, no señor. Merezco más.
Vagina.
Voy a superar esto. Soy Kate Jodida Brooks.
Voy a tener éxito.
Sobreviviré.
Perseveraré.
Putón.
Incluso si es sólo para fastidiarlo. Mi segundo nombre es obstinada.
Cojín maxi-absorbente.
Estaba bien antes de Drew, y estaré bien después de él.
Sólo porque nunca he estado sola, no significa que no pueda estarlo.
Yo. No. Lo. Necesito.
De verdad.
Filtración de levadura.
¿Estás convencida?
Cabeza de grano.
Sí.
Yo tampoco.

***
Sé lo que te estás pensando, ¿por qué? Esa es la gran pregunta, ¿no?
La que Nancy Kerrigan hizo famosa, la que hace todo el mundo queriendo una
respuesta cuando la tragedia golpea.
¿Por qué, por qué, por qué?
A los seres humanos les gustan las explicaciones. Anhelamos las razones, algo
a quien culpar, los diques estaban demasiado bajos, el conductor estaba ebrio, la
falda era demasiado corta, la lista es interminable.
El viaje de Akron a Greenville dura unas tres horas. Eso es mucho tiempo
para conducir y pensar, paso el viaje entero pensando acerca del por qué.
Si tuviera que hacerlo todo de nuevo, le hubiera preguntado. Ojalá que todo
esto fuera un terrible error, un malentendido, como en Romeo y Julieta o West
Side Story.
Pero de verdad, ¿qué probabilidades hay de eso? Si tuviera que adivinar, diría
que Drew no estaba listo para crecer, para tomar ese nivel de responsabilidad, de
compromiso.
Mira mi mano. ¿Ves un anillo? Eso no es un accidente.
Es un tío maravilloso para Mackenzie, dedicado, nutrido.
El tipo de hombre que le pega a otro comprador por el último muñeco Elmo
Cosquillas o Cabbage Patch Kids, dos días antes de Navidad. Él haría cualquier cosa
por ella.
Pero ser padre es diferente, todo depende de ti y sin embargo nada es nunca
sobre ti otra vez y esa es la parte que creo que Drew no pudo manejar.
Personalmente, yo culpo a Anne y Alexandra, no me malinterpretes, son
buena gente, pero déjame ponerlo de esta manera: el verano pasado, Alexandra nos
tenía a todos en la casa de campo de sus padres para el cumpleaños de Mackenzie,
Drew y yo llegamos tarde porque nos detuvimos en una carretera desierta para
besarnos.
Por cierto, ¿sexo en el auto? Es una cosa maravillosa, si alguna vez quieres
sentirte joven y desenfadada, hazlo en el asiento trasero, pero estoy divagando.
Así que ahí estamos, holgazaneando junto a la piscina, y me levanto para
tomar un trozo de pizza, pero, ¿Drew se levanta? Por supuesto que no, porque su
madre ya le ha calentado una rebanada crujiente y fresca en la cocina.
Y su hermana se la trajo a su sillón, con una cerveza fría.
¿Estaban rotas sus piernas? ¿Sufría de un inicio temprano de la enfermedad
de Parkinson que le hacía imposible para él calentar su propia comida? ¿O, Dios no
lo quiera, comerla fría? No, es justo la manera en que son con él, como siempre
han sido.
Mimándolo, siendo indulgentes.
Y yo no puedo evitar pensar que si Anne y Alexandra le hubieran dejado
conseguir su propia maldita pizza de vez en cuando, entonces tal vez hubiera
tomado mejor la noticia, estando más preparado.
Al final, no importa, el conocimiento del por qué no cambia nada. Así que
cuando paso el letrero de BIENVENIDO A GREENVILLE, me prometo no
preguntarme alguna vez el por qué otra vez, no perderé la energía.
Pero ¿sabes una cosa? Dios tiene un sentido del humor.
Porque me estaré preguntando el por qué otra vez en sólo unos días.
Por una razón totalmente diferente e infinitamente más devastadora.
Lamento tener que decir esto, pero sí, en realidad se pone peor.
Ya verás.

***

¿Has visitado tu escuela secundaria años después de que te graduaste?


¿Y los escritorios, las ventanas y las paredes son iguales... pero aun así
diferente? Más pequeño de alguna manera.
Así es como me siento.
Conduzco por la calle principal, a casa, todo es exactamente como lo
recuerdo... pero no. El toldo rojo fuera de la ferretería del Sr. Reynold ahora es
verde, la farmacia Falcone se convirtió en un Rite Aid, la llamativa palmera rosa
todavía sigue en la ventana del salón de belleza de Penny donde Delores y yo
hicimos nuestras uñas antes del baile.
El viejo banco verde del parque todavía está allí, también, fuera del
restaurante de mis padres, donde solía encadenar mi bicicleta después de la
escuela.
Aparco el coche y salgo, mi bolsa colgando de mi hombro. Es un poco después
del mediodía, el sol está alto y caliente, y el aire huele a arena y alquitrán quemado.
Cruzo la calle y abro la puerta, el zumbido de las conversaciones hierve cuando me
paro en la entrada, y una docena de caras amigables y familiares me miran.
La mayoría de la gente en esta habitación me conoce desde que nací, para
ellos, soy la hija de Carol y Nate, una pueblerina chica de pelo oscuro con coletas
que lo hizo bien, que venció las probabilidades financieras e hizo orgullosa a su
familia, soy la exitosa historia que los maestros de la escuela primaria le cuentan a
sus alumnos, con la esperanza de inspirar a los más grandes sueños que la fábrica
de automóviles puede ofrecer.
Fuerzo mis labios a sonreír cortésmente, asintiendo con la cabeza y agitando
breves saludos cuando hago mi camino entre las mesas, hacia la puerta en la parte
de atrás, ¿ves el letrero?
SÓLO EMPLEADOS.
Suelto una respiración. Y toda la rabia que me hizo seguir, que me trajo aquí,
sale con él. El agotamiento me llena y me siento vacía, drenada. Mis extremidades
están sin huesos, justo cuando cruzó la meta del maratón.
Empujo la puerta abierta y lo primero que veo es a mi madre, inclinada sobre
una mesa buscando una lista de distribución de productos.
Hermosa, ¿verdad? Sé que la mayoría de las hijas creen que sus madres son
hermosas, pero la mía lo es realmente. Su cabello castaño oscuro está en una coleta
alta, como el mío, su piel es limpia y clara, con las líneas estrictamente alrededor de
sus labios y ojos, si las arrugas son hereditarias, he ganado la lotería genética.
Pero más allá de su aspecto, mi madre es hermosa por dentro, suena a cliché,
pero es cierto, es inmutable, constante, confiable. La vida no siempre ha sido fácil
para ella o amable, pero siguió adelante, continuo, con dignidad y elegancia. Mi
madre no es optimista, es estoica, como una estatua que sigue en pie después de un
huracán.
La puerta se cierra detrás de mí y levanta la cabeza, sus ojos se iluminan y
sonríe.
—Kate —Baja la lista y se mueve hacia mí.
Entonces ve mi cara y las esquinas de su sonrisa caen como una pluma al
viento. Su voz es baja y mezclada con preocupación.
—Kate, ¿qué pasa?
Mis brazos ceden y mi bolsa cae al piso.
Toma un paso más.
—¿Katie? ¿Cariño? ¿Qué pasó?
Ahora, esa es una excelente pregunta, debería responder, pero no puedo
porque mis manos están cubriendo mi cara y los únicos sonidos que se escapan de
mis labios son jadeantes sollozos. Sus brazos me tiran hacia delante, fuertes y
calientes y oliendo a Frescura de Abril de Downy y ella me sostiene, fuerte y
segura, como sólo una madre puede.
¿Recuerdas la caja de acero? Sí, ahora está abierta y todo lo que pasó se
derrama fuera de ella.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Dain
El ser humano promedio gasta un tercio de su vida en cama.
Ocho mil trescientos treinta y tres días. Doscientas mil horas.
¿Por qué te estoy diciendo esto? Porque nunca deberías sentirte mal por
gastar mucho dinero en ropa de cama decente. Una buena manta no tiene precio.
Cuando eres joven, te protege contra el hombre del saco. Y cuando no eres tan
joven, mantiene caliente tus viejos huesos.
Mi madre tira de mi edredón hasta mi barbilla, arropándome en mi cama de
infancia, como una niña de seis años durante una tormenta.
Después de mi ataque en la sala de descanso, me llevó arriba al pequeño pero
pintoresco apartamento de dos dormitorios encima de la cafetería donde me crié.
Mi madre todavía vive aquí. La casa de mi juventud.
Ella limpia las lágrimas que caen por mis mejillas. Hipo y tartamudeo—. Yo-
yo-yo soy... muy... es-s-estúpida.
Fui la mejor estudiante de mi clase en la escuela secundaria. Soy egresada de
la escuela de derecho de Harvard.
La ignorancia no es algo que conozco. Así que no puedo evitar sentir que
debería haberlo sabido — debería haberlo visto venir.
Después de todo, viví con Drew durante dos años. ¿Cuánto tiempo se tarda
para que un leopardo cambie sus manchas?
Oh, es verdad, no lo hacen.
Mi madre cepilla mi cabello lejos de mi cara—. Silencio, Katie.
Mis ojos están hinchados y mi nariz está moqueando, haciendo que mi voz
suene nasal e infantil—. ¿Q-q-qué... soy yo... v-v-voy a hacer, mamá?
Ella sonríe con calma, como si tuviera todas las respuestas. Como si tuviera el
poder para tomar cualquier daño —éste— tan fácilmente como ella solía besar lejos
el dolor de mis lastimadas canillas y rodillas raspadas.
—Vas a dormir ahora. Estás tan cansada.
Continúa corriendo sus dedos por mi cabello. Es calmante. Relajante—.
Duerme ahora.... Duérmete mi dulce, dulce chica.
Mi padre me enseñó a tocar la guitarra, pero tengo la voz de mi madre.
Acostada en la cama, cierro mis pesados ojos cuando ella canta. Es una canción de
Melissa Etheridge acerca de los ángeles sabiendo que todo irá bien. Es la misma
canción que cantó para mí la noche que mi padre murió —la noche que durmió en
esta cama conmigo. Porque no soportaba dormir en su cama sola.
Con la voz de mi madre en mis oídos, finalmente me dejó ir.
Y duermo.

***

¿Sabes cuándo tienes fiebre? ¿Y yaces en la cama, dando vueltas, rodando,


girando con las sabanas alrededor de tus piernas? Realmente no estás durmiendo,
pero tampoco estás muy despierto. Hay momentos de conciencia, al abrir los ojos y
notar con asombrado desconcierto que está oscuro afuera. Pero en su mayor parte
es sólo un nebuloso borrón.
Así son los próximos dos días para mí. Un escenario con la luz del sol y la
luna, de lágrimas y vómitos y bandejas de comida que son llevadas lejos sin ser
tocadas.
Los momentos en ese espacio entre la vigilia y el sueño eran los más duros.
Cuando empiezo a creer que todo era una horrible pesadilla conjurada al ver
demasiadas repeticiones de 90210. Me recuesto con una almohada en mi espalda y
juro que Drew está detrás de mí.
Él da el mejor despertar —es nuestra propia tradición. Todas las mañanas se
presiona contra mí y susurra en mi oído, adorándome con sus palabras y con sus
manos.
Pero luego abro los ojos y veo que la almohada es sólo una almohada. Y se
siente como una recién formada costra al ser rasgada —sangra un poco más cada
vez.
No hay palabras para describir cómo lo extrañaba. Ninguna podía ni siquiera
acercarse.
Yo sufría físicamente por su sonrisa, su olor, su voz.
Imagina un coche que va a sesenta km/h por una carretera y un árbol cae y
golpea el coche. Boom —se detiene instantáneamente. ¿Pero si la persona en el
asiento del conductor no lleva puesto el cinturón de seguridad? Todavía va a
sesenta.
Y así es como es el amor.
Sencillamente no se detiene. No importa cómo de herido, agraviado o enojado
estés —el amor sigue ahí.
Enviándote a través del parabrisas.
En la tarde del segundo día, abro los ojos y miro por la ventana. No llueve a
menudo en Greenville, pero ahora llovizna.
Peleando —con la nube negra sobre mi cabeza y todo.
Luego oigo mi puerta ser abierta. Ruedo a un lado—. Mamá, podrías...
Solo que no es mi madre quien está ahí. Mi voz es tranquila, suavemente
sorprendida.
—Ah, Hola, George.
Recuerdas a George Reinhart, ¿no? ¿El padre viudo de Steven? Él y mi mamá
están juntos. Se juntaron en la boda de Matthew y Delores.
No te preocupes, he tratado de bloquear esa parte también.
Pero han sido constantes desde hace un año. A pesar de los esfuerzos de
George, mi madre se niega a mudarse a Nueva York. Dice que Greenville es su casa,
que le gusta su independencia. George viene aquí muy a menudo a visitarla —
semanas seguidas.
Y mi mamá intercambia cuando puede.
George es un buen tipo. Algo así como Jimmy Stewart en Es Una Vida
Maravillosa —un poco por el lado nerd, claro, pero decente. El tipo de hombre que
quieres que cuide de tu mamá. Sus gafas están torcidas en su cara mientras
sostiene una bandeja—. Tu madre está atrapada abajo, pero pensó que te gustaría
una taza de té.
Tener tu propio negocio no es tan fácil como parece. Sí, tú eres tu propio jefe,
pero eso significa no llamadas al estar enfermo, no hacer novillos. ¿Y si un
empleado no aparece? Eres el único que tiene que acelerar el ritmo.
George se esfuerza en ayudar con la cena. La semana pasada mi mamá tuvo
que conducir a Jose, el cocinero, al hospital después de que se había cortado la
mano con el picador de papas. Y George trató de ser ayuda.
Nadie salió herido, pero los bomberos tuvieron que apagar las llamas, y el
restaurante cerró temprano debido a la humareda.
Aun así, creo que eso es lo que cuenta.
Me siento y ajusto las almohadas detrás de mí—. Té sería genial. Gracias.
Pone la bandeja en mi mesa de noche y me da una taza caliente.
Luego limpia sus manos en los pantalones nerviosamente.
—¿Puedo sentarme?
Tomo un sorbo y cabeceo. Y George se sienta en el puff junto a mi cama.
Ajusta sus gafas y se mueve un poco poniéndose cómodo.
Casi sonrío.
Entonces me mira durante unos segundos, tratando de encontrar una manera
de empezar. Lo salvo del problema—. Mamá te dijo ¿no?
Él asiente solemnemente—. No te enojes con ella. Está preocupada por ti,
Kate. Necesitaba desahogarse. Yo no sería capaz de divulgar tu información
personal a nadie —golpea su sien con un dedo—. Es en bóveda.
En realidad puedo reír, porque a mí me recuerda muchísimo a su hijo, Steven.
Y luego mi sonrisa se desvanece, porque me recuerda demasiado a Steven.
—John me llamó. Preguntando por ti. Le dije que estabas aquí.
Mis ojos se elevan bruscamente. Cuestionando.
—No le dije por qué estabas aquí, no exactamente. Le dije que estabas
agotada. Arrasada. No es infrecuente en nuestro campo.
No tengo un plan con respecto a los Evans. Técnicamente, llevo a su nieto,
una parte de su familia. Y aun cuando su hijo sienta lo contrario, no tengo ninguna
duda de que Anne y John querrán ser parte de su vida.
Pero no puedo pensar en eso. Todavía no.
George continúa—. Le gustaría que le llamaras cuando te sientes bien. Y
quería decirte que él inequívocamente rechaza tu renuncia.
Mi frente se arruga—. ¿Puede hacer eso?
George se encoge de hombros—. John hace lo que John quiere.
Vaya, eso suena familiar.
—Me dijo que no puede permitirse el lujo de perder a dos de sus mejores
banqueros de inversión.
Espera —¿ambos?
—¿Qué significa eso? ¿Drew no ha ido a trabajar? —Una pequeña llama de
deseo parpadea en mi estómago. Tal vez Drew está tan destrozado como yo lo
estoy. Tal vez ha entrado en hibernación otra vez —como lo hizo la última vez.
George apaga rápidamente mi pobre llamita—. No, no él ha estado allí...
Maldita sea.
—... dos veces, en realidad. Y más borracho que un estibador de licencia, de lo
que he oído. Cuando John le preguntó sobre tu carta de renuncia, Drew le dijo que
se metiera en sus asuntos en su forma propia y colorida, por supuesto. No hace
falta decirlo, su futuro en la empresa está...pendiente... en este momento.
Interpreto esta información de la única manera que puedo, teniendo en
cuenta que Drew estaba acompañando la última vez que lo vi.
—Vaya. Debe estar teniendo un buen momento si todavía esta borracho la
mañana siguiente.
George inclina su cabeza hacia el lado—. No lo veo de esa manera, Kate.
Aprieto la mandíbula obstinadamente. Y miento—. No importa. No me
importa ya.
Hay un momento de silencio, y George mira fijamente el patrón en la taza de
té. Entonces presiona sus labios. Y su voz es susurrada —reverente— como si
hablara en la iglesia—. No sé cuánto Drew te contó sobre mi Janey.
Mucho, en realidad. Janey Reinhart era una mujer maravillosa, amable,
luminosa y cálida.
Le diagnosticaron cáncer de mama cuando Drew tenía diez años y combatió
durante cuatro años. Drew me dijo que el día que ella murió fue el día en que se dio
cuenta de que realmente pasan cosas malas —y no sólo a personas que lees en el
periódico.
—Cuando murió... Yo quería morir también. Y lo habría hecho, si no fuera por
Steven. Porque eso es lo que son los niños, Kate. Renovadores de vida.
Sé que tiene buenas intenciones. Realmente lo sé. Pero no puedo soportar
esto.
No estoy lista para enfrentar el discurso sobre la suerte que tengo de estar
embarazada.
Y sola.
—Aun así... fue horrible. Durante mucho tiempo, fue un terrible momento
después de otro. Sabes, Steven tiene los ojos de su madre. Mirarlo es como mirar a
Janey. Y hubo algunos días —días muy malos— que yo casi lo odiaba por ello.
Aspiro una rápida respiración. Esta no es la charla que esperaba.
—Pero aun así, cuando el tiempo volvió a marchar. Y las cosas se volvieron...
soportables. Gane una nuera y una hermosa nieta. Y al final, no me dolió respirar.
Lágrimas fluyen de mis ojos. Porque sé lo que está diciendo. Conozco ese
dolor.
—Pero no fue hasta que conocí a tu madre que la parte de mí que murió con
Janey volvió a la vida. Que estaba completo de nuevo.
Me froto los ojos y me burlo—. Entonces, ¿qué me estás diciendo George?
¿Encontraré a otro Drew de nuevo? ¿Puede simplemente tomar quince años o algo
así?
¿Amargura? No es atractivo. Sí, lo sé.
George sacude su cabeza lentamente—. No, Kate. Nunca encontrarás a otro
Drew. Como yo nunca tendré a otra Janey, y tu madre nunca tendrá otro Nate.
Pero... lo que trato de decir es... el corazón sana. Y la vida continúa... y te trae con
ella... incluso si no quieres ir.
Muerdo mi labio inferior. Y muevo la cabeza. Pongo la taza nuevamente en la
bandeja, poniendo fin a la conversación. George sale del puff y recoge la bandeja.
Camina hacia la puerta, pero se vuelve atrás hacia mí antes de atravesarla.
—Sé que probablemente no quieres escuchar esto ahora, pero... Conozco a
Drew toda su vida. Lo vi crecer con Matthew y Steven y Alexandra. No lo defiendo;
No tengo ni idea de por qué ha tomado las decisiones que hizo. Pero... No puedo
evitar sentir pena por él. Porque un día va a abrir los ojos y darse cuenta de que
cometió el mayor error de su vida. Y porque lo quiero como a un hijo... el dolor que
va a sentir ese día... bueno... rompe mi corazón.
Tiene razón.
No quiero escuchar esto. No tengo la paciencia para sentir pena por Drew.
Pero aprecio su esfuerzo—. Me alegra que estés con mi madre, George. Yo... te
agradezco. Gracias.
Sonríe con gusto—. Voy a estar muy cerca. Llama si necesitas algo.
Asiento. Y cierra la puerta detrás de él.
Quiero estar conmovida por las palabras de George. Inspirada. Motivada para
arrastrar mí culo fuera de la cama. Pero estoy demasiado... cansada. Así que me
echo atrás, me envuelvo en mi capullo de mantas y vuelvo a dormir.

***

Al tercer día, me levanto otra vez.


No tengo muchas opciones más. Estar ahí, respirando tu propio hedor no es
exactamente lo más eficaz para levantar el espíritu. Oh—Y todavía tengo náuseas
matinales, como un reloj, en el mismo cubo que mi madre solía poner al lado de mi
cama cuando tenía un virus estomacal. Delicioso. Además, estoy segura que si
aprieto mi pelo, voy a tener suficiente grasa para cocinar una papa grande en
McDonalds.
Sí, yo diría que es hora de levantarse.
Me arrastro al baño, mis movimientos rígidos y lentos.
Tomo una ducha caliente, casi hirviendo. Y el vapor sopla hacia fuera detrás
de mí cuando entro en mi habitación.
Mi madre es una guardadora. No como los acaparadores que ves en ese
programa de TLC, pero ha mantenido los pocos recuerdos que no tomé conmigo a
la universidad y más allá.
¿Los ves? ¿En los estantes recién desempolvados? Los trofeos de la Pequeña
Liga, medallas de la Feria de ciencia, del campo con lazos, junto a las fotos de
Delores, Billy y yo en la graduación y halloween, trofeos y medallas de la fiesta de
cumpleaños de Delores.
Agarro mi botella de loción para el cuerpo de mi bolso, pero cuando el olor me
golpea me congelo. Vainilla y lavanda. El aroma favorito de Drew. No puede
conseguir bastante de esto. A veces llevaba su nariz por mi espalda, olfateando y
haciéndome cosquillas.
Mi pecho se aprieta. Y muevo la botella al cubo de basura.
Echando un vistazo a mi bolsa, noto mi teléfono celular. Había estado bajo la
botella de loción, casi como si se estuviera escondiendo a propósito.
Ha estado apagado desde el vuelo. Considero llamar a Delores, pero
rápidamente desecho esa idea. ¿Por qué arruinar sus vacaciones así ella puede
correr a casa para cometer un asesinato premeditado?
Está bien —tienes razón— estoy mintiendo. No he llamado a Delores porque
todavía hay una parte pequeña y arrugada de mí que espera que Drew cambie de
opinión. Que encuentre una manera de arreglar esto. Y no tendré que darle a mi
mejor amiga un motivo para odiarlo. Bueno... otra razón.
Enciendo el teléfono para encontrar cuatro mensajes saludándome. Y aquí
está otra vez.
Esperanza. Se está convirtiendo en algo patético, ¿no?
Me muerdo el labio y respiro con calma. Y digito mi código — rezando a todos
los ángeles y santos que la voz de Drew salga del altavoz.
Pero por supuesto que no.
—¿Kate? Es Alexandra. Necesito que me llames ahora mismo.
No sé por qué me sorprende. Alexandra tiene un sexto sentido cuando se trata
de Drew. No me malentiendas —ella es la primera en línea en mangonear su culo
cuando él mete la pata. ¿Pero si cree que está en problemas? Ella se abalanza como
Bati-Chica con crack15.
—¿Kate? ¿Dónde estás y qué diablos está pasando con mi hermano?
Llámame.
Drew y Alexandra son muy parecidos. Me pregunto si es genético. La
gratificación retardada no es popular entre los descendientes Evans.
—Kate Brooks no te atrevas a ignorar mis llamadas telefónicas. No sé lo que
pasó entre tú y Drew, ¡pero simplemente no puedes abandonar a alguien así! Dios
mío, ¿qué pasa contigo? ¡Si estos son tus verdaderos colores, entonces... entonces
él está mejor sin ti!
Tampoco, al parecer, es la estabilidad emocional. Diría que sus palabras no
me molestan, pero estaría mintiendo. Esa última línea lastimo.
Un mensaje más que se va.
—Kate es Alexandra otra vez...
Su voz es diferente. Menos urgentes e impaciente.
Casi un susurro.
—. . . Lo siento. Yo no debí haber gritado así. Estoy preocupada. No me
habla, Kate. Nunca no habló conmigo antes. No sé qué está pasando entre ustedes
dos... y no necesito saberlo, pero... sólo... ¿por favor vuelve? Qué pasó... estés
donde estés... Sé que ustedes pueden resolverlo. No tienes que llamarme... solo...
por favor... por favor ven a casa. Él te ama Kate... demasiado.
Observo el teléfono, respirando con dificultad. Por supuesto que Drew no
habla con ella. No hay forma en el infierno que sea capaz de mirar a su hermana
embarazada a los ojos y le cuente todo empezando que me echó porque yo también
estoy embarazada.
Él es un montón de cosas. Una de ellos no es estúpido.
Lanzo el teléfono a través de la habitación en instinto de supervivencia,
porque quiero llamar. Quiero volver. Pero al parecer tengo dignidad, incluso si es
sólo una pizca. ¿Por qué debería extender la rama de olivo? No soy quien quemó el
árbol. John sabe dónde estoy ahora. Si Drew me quiere, no le será difícil buscarme.
Empujo mis manos a través de mi pelo, secándolo con rapidez y abro la puerta
de mi armario. Y allí, devolviéndome la mirada, está mi viejo uniforme de

15 Crack: Droga derivada de la cocaína.


camarera, una falda a cuadros con un top de encaje y un sombrero blanco de
vaquera.
Han pasado diez años desde la última vez que lo use. Lo saco del gancho,
sonriendo. Tuve un montón de buenos momentos en este uniforme.
Tiempos de calma, sin complicaciones.
Me lo pongo— como una novia probándose su vestido de matrimonio un año
después de la boda, para ver si todavía le cabe. Lo hace. Y cuando me miro en el
espejo de cuerpo entero, sé lo que voy a hacer a continuación. La rutina es buena.
Cualquier rutina. Incluso una vieja.
No tengo un plan para el resto de mi vida.
Pero al menos tengo uno para el resto del día.

***

Sintiéndome mucho menos como un cadáver de lo que me he sentido los


últimos días, hago mi camino hacia las escaleras que conducen a la sala de
descanso. En el segundo escalón, escucho a mi mamá y George hablando por
debajo.
Prepárense, ésta es una pasada.
—¡Maldito sea! ¿Quién se cree que es? Cuando Billy y Kate rompieron, me
sentí aliviada, un ciego podría haber visto que se habían distanciado. Y cuando...
cuando me presentó a Drew, pensé que era perfecto para ella. Que era más... como
ella. Una parte del mundo en el que ella vive ahora. Y por la forma en que él la
miró, George. Era obvio que la adoraba. ¿Cómo puede un hombre tratarla así?
La voz de George es calmada. Comprensiva—. Lo sé. Yo...
Mi madre lo corta, y me imagino que está dando vueltas.
—¡No! No. Él no se va a salir con esto. Voy a... ¡Voy a llamar a su madre!
George suspira.
—No creo que eso es lo que quiera Kate, Carol. Son adultos…
La voz de mi madre se levanta, aguda y protectora—. ¡Ella no es un adulto
para mí! ¡Es mi bebé! Y está sufriendo. Él rompió su corazón... y... No sé si va a
superar esto. Es como si ella estuviera... dándose por vencida.
Escucho una mano golpear contra la mesa de madera—. Ese pequeño…punk
él es un vago malhablado, listillo. ¡Y no va a salir con esto! —su tono es
determinado.
Y un poco escalofriante.
—Tienes razón, no llamaré a Anne. Voy a ir a Nueva York. Le mostraremos lo
que pasa cuando te metes con mi hija. Pensará que Amelia Warren es la jodida
madre Teresa cuando haya terminado con él. ¡Voy a arrancar sus pelotas!
Santo cielo.
Está bien, ¿mi madre? No maldice. Nunca. ¿Así que el hecho de que este
bombardeando con la palabra J y hablando sobre arrancar sus pelotas?
Francamente, es inquietante.
Camino por el resto de los escalones, cuando no escucho nada.
—Días.
El rostro de mi madre está flojo. Conmocionado—. Kate. Estás levantada.
Asiento con la cabeza.
—Sí. Me siento mejor.
Mejor podría ser demasiado fuerte. Una carretera resucitada es más precisa.
George me ofrece una taza—. ¿Café?
Mi mano cubre mi estómago revuelto—. No, gracias.
Mi madre se sacude de su sorpresa y pregunta—. ¿Por qué no un poco de
Coca-Cola caliente?
—Sí. Eso suena bien.
Ella lo consigue para mí. A continuación, alisa mi pelo cuando dice—. Cuando
estaba embarazada de ti, estuve enferma por siete meses. La coca-cola caliente
siempre me hizo sentir mejor. Además si se devuelve, no sabe tan mal.
Ella tiene un punto.
PTI16, ¿La mantequilla de maní? No es tan divertido la segunda vez.
La frente de mi madre se arruga cuando nota el uniforme—. ¿Está toda tu
ropa sucia? ¿Necesitas que te lave un poco de ropa?

16 PTI: Para Tu Información.


—No, sólo pensé en ayudarte en el restaurante hoy. Ya sabes, mantenerme
ocupada. Así no tengo demasiado tiempo para pensar.
Pensar es malo. Pensar es muy, muy malo.
George sonríe.
Mi mamá frota mi brazo—. Mientras te sientas bien con esto. Mildred está
trabajando hoy, así que me vendría muy bien la ayuda.
Mildred ha trabajado en nuestro restaurante desde siempre, según recuerdo.
Es una camarera terrible —creo que mi madre la mantiene por caridad. La leyenda
dice que una vez fue una reina de belleza, Señorita Kentucky, Louisiana o algo así.
Pero perdió su aspecto y su entusiasmo por la vida cuando su novio jugó al pollo
con un tren de carga que se aproximaba. Y perdió.
Ahora vive en el complejo de apartamentos en el centro de la ciudad, y fuma
dos paquetes al día.
Pero probablemente vivirá para ser ciento siete —en comparación con la
madre de treinta y un años que nunca ha tocado un cigarrillo ni un día en su vida,
sin embargo, de alguna manera todavía muere por cáncer de pulmón.
Como dije, ¿Dios? A veces es un hijo de puta enfermo.

***

Las habilidades de camarera son como montar en bicicleta, realmente nunca


olvidas.
Aunque hay unas pocas llamadas de cierre, puedo pasar por la mañana sin
vomitar en ninguna de las hamburguesas de lujo de los clientes o sopas de cebolla.
Aplausos para mí.
La parte más difícil son las preguntas. Acerca de Nueva York —sobre mi
guapo novio que vino conmigo a visitar hace tres meses. Sonrío y mantengo mis
respuestas cortas y vagas.
Al mediodía, estoy bastante cansada. Física y mentalmente.
Estoy a punto de retirarme a mi habitación a dormir una siesta cuando la
campana por encima de la puerta suena y una voz llega detrás de mí.
Una voz que reconocería en cualquier sitio.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Dain
—Katie Brooks en un uniforme de vaquera. Es de verdad, ¿o algún
monstruosamente vivo recuerdo de LSD17?
Tenía seis años la primera vez que la vi a Billy Warren.
Al mismo tiempo que Joey Martino abandono a Amelia en esa habitación. Su
hermana menor, Sophie, fue expulsada de la casa.
Porque ella también estaba embarazada.
Al parecer la vieja señora Warren estaba suscrita al Querida Mamita, un
estilo de crianza —con alambres de suspensión y todo. De todos modos, cinco años
más tarde, Sophie murió en un laboratorio por una sobredosis de anfetaminas. El
estado tomó custodia de Billy hasta que fueron capaces de rastrear algún familiar
con vida, Amelia Warren.
Delores se quedó con nosotros el fin de semana mientras que su madre
condujo a California para traerlo. Amelia entró en la casa de acogida y vio a un niño
pequeño, con los ojos huecos y una camiseta negra desgarrada. Y a partir de ese
momento, Billy era suyo —aun cuando ella no lo había dado a luz.
Durante los primeros cuatro meses que Billy vivió con Amelia y Delores, no
habló. En absoluto. Nos seguía, hacia todo lo que nosotras hacíamos. Cuando
jugábamos a la escuelita él era la pizarra, cuando excavábamos por el tesoro, él era
nuestra mula.
Pero nunca habló.
Entonces un día Amelia estaba haciendo unos mandados en la calle principal,
y pasaron por una tienda de empeño. Billy se detuvo en su camino. Y observo la
ventana delantera.
A una guitarra rojo brillante.
Amelia entró y se la compró. Por ese tiempo yo era muy buena tocando, así
que ella pensó que mi padre podría darle a Billy unas lecciones también. Pero—aquí
está la cosa— ¿antes de que mi padre llegara a darle una lección? Billy ya sabía
cómo tocar. Era un prodigio, como Mozart. Un verdadero genio musical.
A veces puede ser muy molesto con ello.

17 LSD: La dietilamida de ácido lisérgico, LSD-25 o simplemente LSD, también llamada lisérgida y comúnmente
conocida como ácido, es una droga psicodélica semisintética que se obtiene de la ergolina y de la familia de las triptaminas.
—Billy.
Lanzo mis brazos alrededor de su cuello. Él me aprieta firmemente en la
cintura y mis pies dejan el suelo. Mi voz es amortiguada en su hombro—. ¡Dios, es
bueno verte!
Sé que piensas que es un imbécil. Pero no lo es. De verdad.
Sólo lo has visto a través de los coloridos lentes de Drew.
Billy se aleja, sus manos en mis brazos. Han pasado unos ocho meses desde
que lo vi por última vez. Está tonificado y bronceado —saludable.
Se ve bien. Excepto por la barba. No me gusta la barba. Es gruesa y lanuda —
me recuerda a un leñador.
—Tú también, Katie. Te ves... —Su frente se arruga. Y su sonrisa se convierte
en un ceño fruncido. —. Maldita sea. Te ves como una mierda.
Sí, ese es Billy. Siempre sabía qué decirle a una chica.
—Vaya. Con líneas así, debes estar golpeándolas con un bate en los Ángeles.
Por cierto, hay una rata colgando de tu rostro.
Se ríe y frota su barba—. Es mi disfraz. Necesito uno ahora, sabes.
Justo en ese momento, un chico que parece para tener unos diez se nos acerca
tímidamente—. ¿Me puede dar su autógrafo, Sr. Warren?
La sonrisa de Billy se ensancha. Y toma el papel y lápiz ofrecido.
—Claro que sí —garabatea rápidamente, entrega el autógrafo y dice: —No
dejes de soñar, chico, ellos realmente se vuelven realidad.
Después de que el deslumbrado niño se aleja, Billy se vuelve a mí, con ojos
brillantes—. ¿Qué tan genial es eso? —Él es la cosa más caliente en la música estos
días. Su último álbum se quedó en el número uno durante seis semanas, y tuvo una
gran presentación para los premios Grammy de este año. Estoy orgullosa de él.
Está justo donde siempre he creído que podría estar.
Aun así, bromeo—. Con cuidado. Tienes que hacer que esa gran cabeza salga
por la puerta.
Se ríe—. ¿Qué haces aquí? Se suponía que yo iba a ir a la ciudad para que nos
viéramos la semana que viene.
Antes de que pueda responder, una cara aparece del aire al otro lado de la
puerta de vidrio.
Asustando la siempre amada mierda fuera de mí—. ¡Ah!
Es una mujer de cabello claro con ojos castaños enormes, sin pestañear. Como
ET en la peluca rubia.
Billy gira—. Oh, esa es Evay.
—¿Evie?
—No, E-vay. Como eBay. Está conmigo. —abre la puerta y la chica ET entra,
manos dobladas firmemente en su cintura. Lleva polainas negras y una camiseta de
Bob Marley. La palabra flaca ni siquiera se le acerca. Ella me recuerda a uno de los
esqueletos en la clase de biología, con una fina capa color carne.
Es bonita, en una forma como de campo de concentración.
—Evay, ella es Kate. Kate - Evay.
En el mundo profesional, los apretones de manos son importantes. Da un
vistazo de cómo hacer negocios con clientes potenciales. Puede hacer o romper un
trato. Siempre me aseguro de que mi agarre sea firme, fuerte.
Sólo porque soy pequeña y una mujer no significa que no voy a ser capaz de
dar pelea.
—Es bueno conocerte, Evay —Extiendo mi mano.
Ella sólo la mira —como si fuera una araña arrastrándose del desagüe de la
ducha.
—Yo no hago contacto directo con otra mujer. Agota las células de
embellecimiento.
E-sta biennn. Miro a Billy. Parece imperturbable. Señalo con mi pulgar sobre
mi hombro—. Así que... ¿ustedes quieren comer? ¿Qué tal una cabina?
Cuando Evay responde, su tono es aireado, aturdido, como una víctima de
una conmoción cerebral. O un entrenador interino —para ser un árbol.
—Tengo mi almuerzo aquí —Abre su mano para revelar una variedad de
cápsulas que hacen que mis prenatales luzcan con dulces de bebé—. Pero necesito
agua. ¿Tienes agua de un manantial de montaña cubierto de nieve?
Vaya.
Llamen a Will Smith —los alienígenas realmente han aterrizado.
—Uh... no conseguimos mucha nieve por aquí, en esta época del año. Pero
tenemos la mejor agua del grifo de Greenville.
Sacude la cabeza. Y sigue sin parpadear. Ni una maldita vez.
—Sólo tomo agua de un manantial de montaña cubierto de nieve.
Billy levanta la mano—. Estoy ansioso por algunos aros de cebolla.
Sonrío y anoto su orden—. Seguro.
Evay olfatea el aire, como una ardilla antes de una tormenta. Luego se ve un
poco petrificada—. ¿Eso es grasa? ¿Cocinan con grasa real?
Doy un paso atrás. Ella podría ser una de esas vegetarianas, amante de PETA,
quienes se ofenden por subproductos animales —y la perspectiva de ser rociada con
pintura roja no es demasiado atractiva en este momento.
—Ah... ¿sí?
Cubre su nariz con sus huesudos dedos—. ¡No puedo respirar este aire! ¡Voy a
salir!—Se da la vuelta hacia la puerta.
Y espera.
Supongo que las mujeres no son la única cosa con la que no hace contacto.
Billy abre y ella se escabulle afuera. Lo miro, asombrada—. Bueno, ¿qué
diablos fue eso?
—Esa era una californiana. Todas son así. Creo que es demasiado sol... y
hierba. Hacen que Dee Dee parezca mundana. Además Evay es una modelo, así que
es un poco extra rara. Ella no huele grasa, pero fuma como una chimenea.
Por eso soy feliz viviendo en Nueva York.
Dónde están las personas normales.
Bueno... vivía, de todos modos.
Camino detrás del mostrador para obtener una caja para llevar de aros de
cebolla de Billy. Él descansa en el mostrador, apoyado sobre sus codos—. ¿Dónde
está el Dr. Manhattan?
Se refiere a Drew. Ya sabes —¿después del arrogante, inhumano, físico azul de
los cómics de Watchmen?
—No está aquí.
Billy parece sorprendido. Alegre—. ¿En serio? No pensé que te dejaría fuera
de su vista, y mucho menos fuera del estado. ¿Qué pasa con eso?
Me encojo de hombros—. Larga historia.
—Suena prometedor. Oye, vamos a salir más tarde. Para ponernos al día.
Tengo que volver al hotel para que Evay consiga su siesta, entonces doy la vuelta y
te recojo.
Mis ojos se amplían—. ¿Su siesta?
Levanta la barbilla defensivamente—. Sí. Mucha gente duerme doce horas
durante el día.
Le entrego sus aros de cebolla—. Lo sé. Se les llama vampiros, Billy.
Se ríe.
Y entonces mi madre sale de la cocina—. ¡Billy! Amelia dijo que estabas de
visita.
Lo abraza y besa su mejilla.
—Carol.
Ella mira con desaprobación su barba—. Oh cariño, tienes una cara tan guapa.
No la cubras con todo eso.
Mi madre es muy maternal, ¿no?
Billy defiende su vello facial—. ¿Por qué todo el mundo odia mi barba? Me
gusta la barba —Luego le está extendiendo un billete de cien dólares.
—Para los aros de cebolla.
Ella niega con la cabeza y empuja su mano atrás—. Tu dinero es inútil aquí,
sabes eso.
Una caída de vidrios rotos viene detrás de la puerta de la cocina.
Y la voz de George Reinhart:— ¡Carol!
Mi madre chasquea su lengua—. Oh, querida. George trata de volver a
trabajar con el lava platos.
Sale corriendo a la cocina. Billy y yo compartimos una risa. Luego me entrega
el billete de cien dólares—. Mete esto en la registradora cuando tu mamá no este,
¿de acuerdo?
Es difícil cuando llegas al punto en tu vida —como tenemos que hacerlo—
cuando eres capaz de ayudar a tus padres financieramente, pero son demasiado
tercos para aceptarlo.
—Claro.
Tamborilea en el mostrador—. Ok, a las cuatro te recojo. Prepárate. Y no uses
ningún traje o una mierda así, esta es una misión estrictamente de jeans y
zapatillas.
Eso es lo que había planeado. Pero todavía tengo que preguntar—. ¿Por qué?
¿Qué vamos a hacer?
Sacude su cabeza hacia mí—. Has estado fuera mucho tiempo, Katie-chica.
¿Qué más haríamos? Vamos a womping.
Por supuesto. Tonta de mí. Claro que sí.
Billy se inclina sobre el mostrador y besa mi mejilla rápidamente.
—Más tarde.
Luego agarra su comida para llevar y sale por la puerta.

***

¿Has ido a dar un paseo en tu coche, después de tu último examen final o el


comienzo de un largo fin de semana de trabajo? ¿La carretera está abierta, tus gafas
de sol están puestas y está sonando tu canción favorita en los altavoces?
Bien. Entonces ya sabes lo que se siente.
Womping.
¿Cómo explicarlo? Estoy segura de que hay varios nombres, dependiendo de
dónde vives, pero aquí, le llamamos así. Es como escalar montañas... sólo que con
un coche. O un camión. O cualquier otro automóvil con cuatro ruedas.
El objetivo es escalar una colina, la más escarpada que puedas y lo más
vertical posible, tan rápido como puedas sin voltear el coche. Es divertido —de un
modo estúpido y peligroso—para un adicto a la adrenalina.
No te preocupes por mi delicada condición. El camión de Billy es un vehículo
todoterreno con arneses de seguridad en lugar de cinturones de seguridad. ¿Así que
incluso si nos volteamos? No voy a ninguna parte.
Nos dirigimos a las colinas, a toda velocidad. Ohio no es exactamente
conocido por su terreno montañoso, pero hay algunos lugares donde éstos
abundan. Por suerte para nosotros, Greenville está cerca de ellos.
Las ventanas están abiertas, el sol es fuerte y estamos a unos cómodos setenta
grados. Grito sobre el sonido de la radio—. Así que... ¿otro coche nuevo?
Billy sonríe y frota su mano cariñosamente al otro lado del tablero—. Sí. Y este
bebé está impoluto por la obra del mal de mi prima.
Ruedo mis ojos. Definitivamente tengo que revisar la cartera financiera de
Billy. El viento azota mi pelo alrededor de mi cara. Retrocedo y grito otra vez.
—No seas ese tipo.
—¿Qué tipo?

—El tipo que tiene un auto distinto para cada día del mes. Gasta tu dinero en
cosas más prácticas.
Se encoge de hombros—. Le dije a Amelia que le compraría una casa.
Mientras no le diga a Delores donde está.
Billy y Delores les encanta molestarse entre ellos.
La canción en la radio cambia y Billy sube el volumen al máximo. Me mira. Y
está sonriendo.
Los dos lo estamos.
Porque, erase una vez, esta era nuestra canción. No de una manera romántica.
Más de un modo adolescente y rebelde sin causa. Era nuestro himno; nuestro
Thunder Road.
Alabama canta acerca de salir de un pequeño pueblo, superando los
pronósticos, viviendo por amor. Juntos coreamos las letras.
Es genial. Es perfecto.
Billy empuja el pedal del gas al piso, dejando una nube de polvo detrás de
nosotros, y recuerdo cómo se sentía tener dieciséis años otra vez. Cuando la vida
era fácil, y lo más urgente era donde podríamos salir el viernes por la noche.
Dicen que la juventud se desperdicia en la juventud, y tienen razón.
Pero no es culpa de los jóvenes. No importa cuántas veces se les diga que
aprecien los días que están viviendo, ello sólo no pueden.
Porque no tienen nada con que compararlo. Es sólo más tarde, cuando ya es
demasiado tarde, cuando hay cuentas por pagar y plazos que hacer —que se dan
cuenta de lo dulce, inocentes y preciosos que fueron esos momentos.
El cantante canturrea sobre Thunderbirds, manejando toda la noche, y
viviendo su propia vida. El primer coche de Billy era un Thunderbird. Tuviste un
vistazo en Nueva York, ¿recuerdas? Era una chatarra cuando lo compró, pero él
mismo lo arreglo los fines de semana y durante muchos días falto a la escuela.
Perdí mi virginidad en su asiento trasero. En el fin de semana de la
graduación. Sí, soy una estadística. En ese momento, pensé que era la
personificación del romance, el pico de la perfección.
Pero —otra vez— no tenía nada más para compararlo.
Billy amaba ese auto. Y apostaría mi título en negocios que aún lo tiene en su
garaje en los Angeles.
Todavía cantando, sostengo las correas del arnés con ambas manos cuando
Billy mueve el coche en un giro de 360 grados. Es una excelente maniobra.
Pisas el acelerador, le das un tirón al volante y jalas del freno de emergencia.
Es la mejor manera de hacer un donut —mientras la transmisión no caiga por
debajo de tu coche ni nada.
El polvo se eleva de la tierra y la suciedad se dispersa a través del parabrisas.
Siempre ha sido así con nosotros. Cómodo.
Sin complicaciones. Bueno —por lo menos cuando estuvimos aquí en
Greenville, lo era.
Mientras fui a través de escuela universitaria y empresarial, nos fuimos a la
deriva. Volviéndonos menos Bonnie y Clyde y más Wendy y Peter Pan. Pero aquí,
cuando era sólo nosotros dos y el resto del mundo no existía, podríamos volver a
ser esos niños. Niños que querían lo mismo, que soñaban con los mismos sueños.
Las ruedas giran y Billy pelea hacia fuera a través de un pedazo de tierra
afirmado y plano. Y parece que estamos volando. Como si fuera libre. Sin una
preocupación en el mundo.
¿Y la mejor parte? Por primera vez en casi cuatro días, no pienso en Drew
Evans en absoluto.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Lalak
Cuando llegamos al cuarto en el motel de Billy, es oscuro.
Tropezamos a través de la puerta, cansados, polvorientos y riendo. Me siento
en el sofá mientras que Billy recoge un pedazo de papel en el mostrador de la
cocina.
—¿Dónde está Evay?
Sostiene la nota—. Tomo un auto de regreso a los Angeles. Dijo que al aire sin
procesar invadía sus poros.
—No te ves muy destrozado por eso.
Saca dos cervezas de la nevera y se encoje de hombros—. Hay más de donde
vino. Nada de mierda en mi zapato.
Billy recoge la guitarra que está en la mesa de café y toca algunos acordes.
Luego busca bajo el cojín y saca una bolsita de plástico transparente. Lo lanza a mí.
—Todavía haces los mejores porros de este lado del Mississippi, ¿o el
establecimiento te ha asimilado completamente al colectivo?
Sonrío y recojo la bolsa. Enrollar un buen porro toma concentración. Usas
mucha hierba y es sólo un desperdicio —demasiado poca y pierdes el propósito.
Se trata de un proceso relajante. Como tejer.
Lamo el borde del papel y lo aliso. Luego se lo paso a Billy.
Lo mira con admiración—. Eres un artista.
Pone el porro entre sus labios y enciende su Zippo.
Pero antes de que la llama toque la punta, cierro la tapa de metal con fuerza.
—No. Podría drogarme por el contacto.
—¿Entonces?
Suspiro. Y miro a Billy a la cara—. Estoy embarazada.
Sus ojos se amplían. Y el porro cae de sus labios.
—¿No mierda?
Niego con la cabeza—. No mierda, Billy.
Se gira hacia adelante, mirando la mesa. No dice nada por varios momentos,
así que lleno el espacio muerto.
—Drew no lo quiere. Me dijo que abortara.
Las palabras salen sin vida. Planas. Porque todavía no puedo creer que sean
verdad.
Billy se vuelve a mí y sisea—. ¿Qué?
Asiento. Y lo lleno con los detalles más sórdidos de mi salida de Nueva York.
Para cuando estoy acabado, él está sobre sus pies, enojado y paseando. Murmura—.
Ese hijo de puta me debe un arma.
—¿Qué?
Hace un gesto—. Nada —Luego se sienta y empuja una mano a través de su
pelo—. Yo sabía que era un idiota, lo sabía. Realmente no lo tomé por un Garrett
Buckler, sin embargo.
Cada pueblo tiene dos lados de las vías —el lado bueno y el lado no tan bueno.
Garrett Buckler llegó desde el lado bueno de Greenville, con rociadores
automáticos y una McMansion con estuco. Él era un senior, en nuestro segundo
año de secundaria. Y desde el primer día de escuela ese año, Garrett estaba
enfocado en una cosa: Dee Dee Warren.
Billy lo odio a la vista. Siempre ha sido desconfiado de las personas con
dinero, dinero que no ganan ellos mismos. Y Garrett no era la excepción. Pero
Delores mando de paseo a Billy. Le dijo que era ridículo. Paranoico. Dijo que ella
quería darle una oportunidad a Garrett.
Así lo hizo. También le dio su virginidad.
Y cuatro semanas después, detrás de las gradas en la escuela, Delores le dijo a
Garrett que estaba embarazada. Al parecer en Greenville las mujeres somos
bastante como terrenos fértiles.
No escupas sobre nosotras —podrías dejar embarazada a alguien.
Y si, a pesar de toda la educación sexual que Amelia nos dio, eso sucedió.
Porque —esto es lo que mucha gente olvida de los adolescentes— a veces hacen
cosas estúpidas. No porque no tienen la educación o los recursos, sino porque
también son muy jóvenes para entender realmente que las acciones tienen
consecuencias.
Que cambian la vida.
De todos modos, como se puede imaginar, Delores estaba aterrorizada. Pero
como cualquier chica, romántica, adolescente, pensó que Garrett estaría allí para
ella. Que podrían sortear lo que iba a venir juntos.
Estaba equivocada. Él le dijo que se fuera a la mierda. La acusó de intentar
atraparlo —le dijo que no creía que el niño ni siquiera fuera suyo. Algo así como la
historia del champú, enjuagar, repetir y repetir.
Delores estaba aplastada. Billy... Billy estaba furioso. Estuve con él el día que
robó un Camaro blanco del estacionamiento del Walgreens. Lo seguí en el
Thunderbird a un desarmadero en Cleveland, donde le pagaron 300 dólares por
ello.
Lo suficiente para pagar por el aborto.
Podríamos haber ido a Amelia, pero Delores estaba demasiado avergonzada.
Así que fuimos a la clínica nosotros mismos. Y sostuve la mano de Delores todo el
tiempo.
Después, Billy nos dejó en mi casa. Luego fue a buscar a Garrett Buckler.
Cuando lo encontró, Billy rompió su brazo y fracturó su mandíbula. Y le dijo que si
alguna vez respiraba una palabra sobre Delores a alguien, volvería a romper sus
otros cuatro apéndices, incluyendo el que estaba entre sus piernas.
Hoy en día, es el secreto mejor guardado en Greenville.
—¿Sabes qué? Que se joda. Haces buen efectivo, así que seguro que no
necesitas su dinero. ¿Y en cuanto a toda la cosa del padre? Está sobrevalorado.
Tuviste un padre por como cinco minutos... mi prima y yo nunca. Y los tres
resultamos geniales.
Replantea esa declaración.
—Está bien, quizá no Delores. Pero aun así, dos de cada tres no está mal.
Podríamos…
Lo interrumpo—. Creo que voy a abortar, Billy.
Se queda en silencio. Totalmente. Enteramente.
Completamente.
Pero su conmoción y decepción suena fuerte —como un gran tambor.
O tal vez es sólo mi propia culpabilidad.
¿Recuerdas hace unos veinte años, cuando esa señora Susan Smith ahogó a
sus dos hijos, porque su novio no quería una mujer con hijos? Como el resto del
país, yo creí que ella debería haber sido ahorcada por sus dedos y que su piel fuera
raspada de su cuerpo con un rallador de queso.
Es decir, ¿qué clase de mujer hace eso? ¿Qué clase de mujer elige a un hombre
por encima de su propia carne y sangre?
Una débil.
Y esa es una característica que ya he admitido, ¿recuerdas?
Ha estado en mi mente por un tiempo ahora —como una telaraña que se
aferra a una esquina pero que tú pasas porque simplemente no tienes el tiempo
para lidiar con eso.
Soy una mujer de negocios, primero. Soy analítica.
Práctica.
¿Si una de mis inversiones no está saliendo como pensé que lo haría? Me
deshago de ella. Corto las pérdidas. Matemática simple—si tomas la emoción fuera
de esto, es obvio.
Lo sé. Sé lo que estás pensando. Pero ¿qué pasa con ese niño que imaginaste?
¿Ese hermoso y perfecto niño con el pelo oscuro y la sonrisa que amas?
La verdad es, no hay ningún niño. Todavía no. Ahora, no es nada más que un
cúmulo de células divididas. Un error que está parado en el camino de la vida que
se suponía tendría.
No sé si Drew y yo podamos volver a donde estábamos, pero sé que dar a luz a
un niño que él obviamente no quiere no me va a hacer ganar puntos. Y haría todo
mucho más fácil.
Como conseguir que mis cejas sean depiladas. Un procedimiento simple para
una vida de conveniencia.
Crees que eso me hace una perra fría, ¿no?
Sí... bueno... Creo que tienes razón.
La voz de Billy es cautelosa. Indecisa. Como si no quisiera hacer la pregunta, y
quisiera oír la respuesta aún menos—. ¿Por él? ¿Vas a conseguir un aborto debido a
él?
Limpio la humedad en mis mejillas. No sabía que estaba llorando—. No puedo
hacer esto por mi cuenta. Sola.
Siempre vuelvo a eso, ¿no?
Billy agarra mi mano—. Oye. Mírame a mí.
Lo hago.
Y sus ojos me están quemando. Con ternura. Y determinación—. No estás
sola, Kate. Y nunca lo estarás. No mientras yo esté respirando.
Muerdo mi labio. Y sacudo mi cabeza lentamente. Y el nudo en la garganta
hace mi voz ronca y débil—. Sabes lo que quiero decir, Billy.
Y lo hace. Billy entiende mejor que nadie, porque él estaba allí. Sabe lo difícil
que es, cómo se siente. Todas las noches cuando salía con él, a tomar un helado o al
cine, dejando a mi madre en una casa vacía.
Todos los premios y las ceremonias de graduación, cuando el rostro de mi
madre brillaba con orgullo, pero sus ojos brillaban con tristeza. Porque ella no tenía
con quien compartirlo.
Todos los días festivos, vísperas de año nuevo y acción de Gracias y Pascua —
cuando no podía ir a casa por la universidad, y yo lloraba en sus brazos después de
colgar el teléfono con ella, porque me mataba que pasara el día sola.
Billy estaba allí para todo.
Y Amelia. Él vio a su tía luchar —financieramente, emocionalmente, tratando
de ser dos padres en uno para él y para Delores. La vio salir con hombre, tras
hombre buscando un príncipe azul que nunca apareció.
Las suyas fueron anti-vidas. Lo que yo nunca quise para mí.
Y sin embargo, aquí estoy.
Billy asiente con la cabeza—. Sí, Katie, sé lo que quieres decir.
Me froto los ojos con fuerza. Frustrada. Agravada... conmigo mismo—.
Necesito tomar una maldita decisión. Tengo que pensar en un plan y seguirlo. Yo
solo... — Mi voz se rompe—. Simplemente no sé qué hacer.
Billy respira profundo. Entonces se levanta—. Está bien, que le den. Vamos.
Camina alrededor de la esquina y busca en el gabinete bajo el fregadero de la
cocina. No tengo idea de lo que está buscando.
—¿Qué quieres decir? ¿Adónde?
Se levanta, sosteniendo un destornillador—. Al lugar donde no pueden
tocarnos nuestros problemas.

***

Billy parquea el carro en el estacionamiento. Y los faros iluminan el enorme


cartel oscuro.
¿Lo ves?
PISTA DE PATINAJE
Nos bajamos—. No creo que esto sea una buena idea, Billy.
—¿Por qué no?
Caminamos al lado del edificio. Aquí te doy algunos consejos que aprendí de
joven: ¿cuando estás caminando en la oscuridad? ¿O huyendo de la policía a través
del bosque? Pasa por alto. Cuida tus espinillas y las palmas de tus manos de un
mundo de dolor.
—Porque ya somos adultos. Esto es allanamiento de morada.
—Era allanamiento cuando nosotros también teníamos diecisiete.
Llegamos a la ventana. Apenas puedo ver la cara de Billy con la luz de la luna.
—Lo sé. Pero no creo que el Sheriff Mitchell sea tan rápido para dejarnos en
paz ahora.
Se burla—. Oh, por favor. Amelia me dijo que Mitchell ha estado aburrido
desde que nos fuimos. Mataría por algo de emoción. Los jóvenes de hoy...
demasiados vagos. No hay ninguna creatividad en su vandalismo.
Espera. ¿Qué?
Retrocedamos un momento.
—¿Qué quieres decir con, ―Amelia dijo‖? ¿Desde cuándo Amelia le habla al
Sheriff Mitchell?
Billy sacude su cabeza—. Confía en mí, no quieres saberlo —Sostiene en alto el
destornillador—. ¿Aún lo tienes? O ¿has perdido el toque?
Por segunda vez esta noche, acepto el reto. Le quito el destornillador y camino
hasta la ventana. Y en menos de veinte segundos más tarde, estamos dentro.
Ah, sí— todavía lo tengo.
La pista de patinaje era nuestro lugar: entrando después del cierre, nuestro
pasatiempo nacional. Las manos ociosas son realmente herramientas del diablo.
Así que —por amor a Dios— consigan un pasatiempo a sus niños.
Diez minutos más tarde estoy volando a través del suelo resbaladizo en
desgastados patines talla seis.
Es una sensación maravillosa. Como flotando en el aire, girando en grandes
nubes esponjosas.
El sistema estéreo interpreta éxitos de los años ochenta en el fondo. Billy se
inclina contra el muro —fumando y soplando el humo por la ventana abierta.
Inhala profundamente. Y ráfagas de nubes blancas salen de sus labios cuando
dice—. Ya sabes, podrías venir a California conmigo. Crear tu propio negocio.
Tengo amigos, chicos con dinero, invertirían contigo. Mis amigos son tus amigos.
Mi casa es su casa18, y todo eso.
Me detengo mientras considero sus palabras. —En realidad, eso significa, ―mi
casa es tu casa‖.
Las cejas de Billy se unen—. Ah —Se encoge de hombros—. Siempre apeste en
español. La señorita Gonzalas me odiaba.
—Eso es porque de loco pegaste su Lhasa Apso19.
Él ríe, recordando—. Oh, sí. Esa fue una gran noche.
Me rió también. Y sigo dando giros de los que cualquier patinador olímpico
estaría orgulloso. La canción cambia a ―Never Say Goodbye‖ por Bon Jovi. Fue
nuestra canción de graduación.
Levanta tu mano si también fue la tuya. Estoy segura de que después de 1987,
ha sido la canción de graduación de cada escuela preparatoria en Estados Unidos al
menos una vez.
Billy tira afuera el porro con sus dedos. Entonces patina hasta mí.
Extendiendo su brazo, haciendo su mejor impresión de Beetlejuice.
—¿Bailamos?
Sonrío. Y tomo su brazo. Pongo mis manos sobre sus hombros, y mientras que
Bon Jovi canta sobre salas con fumo y llaves perdidas, empezamos a movernos.
Las manos de Billy descansan en mi espalda baja. Giro mi cabeza y descanso
mi mejilla contra su pecho. Está caliente. Su camisa de franela es suave y huele a
hierba y tierra... y casa. Siento su barbilla contra la parte superior de mi cabeza
cuando me pregunta en voz baja—. ¿Recuerda el baile?
Sonrío—. Sí. ¿Recuerdas el vestido de Dee Dee?
Se ríe. Porque Delores fue la pionera original de la moda—en ese entonces.
Lady Gaga no tiene nada al lado de ella. Su vestido era blanco y tieso, como un tutú
de bailarina. Y tenía una cadena de luces centelleantes en el dobladillo. Era muy
bonito. Hasta que se prendió fuego.
Su cita, Louis Darden, lo apago con el ponche de Kool-Aid. Ella pasó el resto
de la noche pegajosa y oliendo como una fogata de vertedero.
Continúo nuestro viaje de recuerdos—. ¿Recuerdas el último día del año
junior?

18 Español original

19 Lhasa Apso: es una raza canina de origen tibetano, de pequeño tamaño, caracterizado principalmente por la gran
longitud de su pelo, cuya finalidad principal es evitar la pérdida de calor
El pecho de Billy retumba cuando resopla—. No fue mi momento más cuerdo.
Era el último día de escuela –y estábamos a unos ciento tres grados dentro de
nuestra escuela tristemente sin-aire-acondicionado. Pero el director Cleeves se
negó a dejarnos salir temprano. Así que Billy tiró de la alarma de incendio.
Justo en el pasillo donde estaba parado el director.
Se produjo una persecución, pero Billy con éxito evito la captura. Así que el
principal fue al sistema de intercomunicación e intentó localizarlo—. Billy Warren,
por favor repórtese en la oficina principal. Inmediatamente.
—Sé que no soy la bombilla más brillante en la caja, pero vamos. ¿Realmente
pensó que yo era tan estúpido como para ir?
Me echo a reír contra la camisa de Billy—. Y luego en cuanto entraste en el
año senior, Cleeves te agarro y era como ―Sr. Warren, hay una silla en detención
con su nombre‖.
Y realmente así había sido. Habían escrito su nombre en la parte posterior de
una silla, como la silla del director en un set de película.
Billy suspira—. Buenos tiempos.
Asiento—. Los mejores.
Y como las palabras de una canción favorita y el amor nunca terminara de
girar alrededor de nosotros, cierro los ojos. Los brazos de Billy se aprietan
alrededor de mí un poco, llevándome más cerca.
¿Ves a donde se dirige esto? Yo no.
—Te he extrañado, Katie. Te extraño.
No lo digo de regreso, pero es lindo escucharlo. Y es incluso mejor que te
sostengan.
Ser querida.
No he sentido nada más que amistoso afecto por Billy en un largo, largo
tiempo. Pero eso no quiere decir que lo he olvidado. La chica que yo solía ser.
Quien pensó que no había nada más dulce que mirar los ojos de Billy Warren. Que
no había nada más romántico que oírlo cantar. Que no había nada más excitante
que viajar en su coche, por la noche, después del toque de queda.
Me acuerdo de lo que se siente amarlo. Aunque ya no lo amo exactamente de
la misma manera.
Observo la cara de Billy mientras canta las palabras de la canción suavemente.
Para mí.
Mirando hacia atrás ahora, no estoy segura de quien se inclinó, quien se
movió primero. Todo lo que sé es que en un minuto... estábamos bailando en medio
de la pista de patinaje y el siguiente, Billy me está besando.
Y sólo tomó un segundo antes de que yo lo estuviera besando de vuelta.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Lalak
Besar a Billy es... bueno. Me resulta familiar. Dulce.
Como encontrar tu vieja casa de Strawberry Shortcake en el ático de tus
padres. Y sonreír cuando la ves. Pasar la mano por el balcón y recordar todos los
días que pasaste envuelta en su mundo imaginario. Es nostálgico. Una parte de tu
niñez.
Pero es una parte que dejaste atrás. Porque eres un adulto.
No importa cómo de estimados sean los recuerdos, no vas a sacar a Apple
Dumplin' y Plum Puddin' y empezar a jugar.
El beso termina y bajo mi cabeza. Y miro la camisa de Billy.
¿Recuerdan la frase —creo que es de una canción— si no puedes estar con
quien amas, ama con el que estés?
Esa podría encajar muy bien en esta situación.
Excepto por el hecho de que yo ya amo a Billy. Demasiado para tomar ventaja
de su devoción —demasiado para usarlo para curar mi corazón roto y ego herido.
Merece algo mejor que eso. Billy Warren no es el premio de consuelo de nadie. Y
felizmente le arrancare los ojos a cualquier mujer que intente hacerle uno. Él una
vez me dijo que yo no era la chica de la que se había enamorado.
Y a pesar de lo mucho que dolió escuchar eso, tan inadecuada como me sentí
en ese momento —tenía razón.
Ya no soy esa chica.
Arrastro mis ojos de su camisa a su cara—. Billy...
Pone un dedo en mis labios, cepillándolos suavemente. Cierra los ojos y toma
aliento. Ninguno de los dos se mueve por un momento, atrapados por unos cuantos
segundos finales en el encanto del pasado.
Entonces él habla, rompiendo el hechizo—. ¿Estar aquí contigo? Es
impresionante. Como recuerdo, incluso mejor. Se siente... se siente como si
tenemos que dar un paseo en el DeLorean —Su mano sostiene mi cara con
ternura—. Pero está bien, Kate. Fue sólo por un minuto. Y ahora estamos de
regreso al futuro. No tiene por qué significar nada más que eso. No tiene que
cambiar lo que tenemos ahora, porque eso también es bastante impresionante.
Muevo la cabeza, aliviada. Agradecida de que Billy sabe lo que siento sin que
tenga que decir las palabras. Y que sienta lo mismo.
—De acuerdo.
Sonríe—. Debería llevarte a casa antes de que Carol llame a los perros. O peor
aún a Amelia.
Suelto una risita. Y mano en mano, dejamos la pista de patinaje y todos sus
recuerdos detrás.

***

Veinte minutos más tarde, Billy estaciona en el parqueadero del restaurante


de mi madre. Nos sentamos en el camión en silencio, lado a lado.
—¿Quieres que te acompañe?
—No, está bien. Yo puedo.
Asiente lentamente—. ¿Así que... vas a ser como... algo raro entre nosotros
ahora? ¿Porque nuestra lengua-luchó por un par de minutos?
Como he dicho antes —Billy siempre tuvo una manera con las palabras.
—No. Ninguna rareza. No te preocupes.
Necesita más confirmación—. ¿Todavía mi chica, Katie?—no quiere decir del
modo como una novia. Se refiere a una amiga —la mejor amiga, que resulta ser una
chica — de esta manera. En caso de que te lo preguntes.
—Siempre seré tu chica, Billy.
—Bien —vuelve la cabeza hacia el parabrisas y se asoma.
—Deberías pensar realmente acerca de California. Creo que sería un buen
cambio para ti. Un nuevo inicio —tiene razón, de una forma. California sería una
página en blanco para mí.
Sin recuerdos. Sin confrontaciones dolorosas. Sin conversaciones
embarazosas.
Y con mi currículum, no preveo el encontrar un nuevo trabajo algo que sea
demasiado problema.
Habiendo dicho esto... Tengo contactos en Nueva York. Raíces.
Y no estoy segura de que quiera cortar todas ellas. Así como todos los otros
aspectos de mi vida en este momento, no sé qué diablos quiero hacer.
Sueno como un disco rayado, ¿cierto? Lo siento.
Pongo mi mano sobre la suya en la palanca de cambios—. Pensaré en ello.
Él pone la otra mano encima de la mía—. Podrás resolverlo, Kate. Sé que lo
harás. Y se pondrá mejor. No dolerá por siempre. Lo digo por experiencia.
Sonrío con gratitud—. Gracias, Billy. Por todo —Luego bajo del camión y él
conduce lejos.

***

Después de dejarle saber a mi madre que estoy de vuelta, me dirijo a mi


habitación. Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en ella. Agotada.
Hablando de un día malditamente largo.
Mi madre limpio mi cuarto. No estaba tan desordenado antes, pero lo puedo
decir. Las almohadas están un poco más mullidas, y mi teléfono celular, encaja
perfectamente en la mesita de noche.
Pateo mis zapatos, recojo mi celular y lo enciendo. A pesar de mi berrinche de
antes, todavía funciona. Miro los números. Alumbrando. Llamando mi atención.
Burlándose de mí.
Sería tan fácil. Sólo diez dígitos rápidos y podría oír su voz. Ha pasado por
siempre desde que escuché su voz. Me tiemblan las manos un poco. Como un
drogadicto, que necesita un pase —sólo una probada.
¿Crees que contestaría?
¿Crees que estaría solo si lo hacía?
Y eso es lo que mata mi antojo. De ningún modo voy a llamar.
Todavía... A menudo no escucho mis mensajes de voz. Generalmente sólo
reviso la lista de llamadas perdidas. Borro mis mensajes de voz incluso menos.
Bajo por la pantalla, a la fecha que necesito.
Y pulso reproducir.
—Oye, nena. La excursión de golf se alargó. Iba a recoger una botella para
más tarde. ¿Quieres Dom o Philipponnat? ¿Sabes qué? Pensándolo bien, que se
joda el champán. Sabes mejor que los dos juntos. Estaré en casa en cinco minutos.
Cierro mis ojos y dejo que sus palabras me invadan. Drew tiene una voz
increíble. Tranquila y relajante, pero endiabladamente seductora al mismo tiempo.
Totalmente pudo haber estado en la radio.
Pulso otro botón.
Esta vez su tono es burlón—. Kaate, llegas tarde. Dile a Delores que elija sus
propios zapatos. Tienes a un novio que está sentado en una bañera espumosa de
hidromasaje grande, solito. Ven a casa, cariño. Yo estoy aquí esperando.
Si tan sólo hoy eso fuera verdad.
Hay más: algunos son rápidos y al punto, algunos son francamente sucios. Y
escucho todos y cada uno. No dice ―Te amo‖ en ninguno de ellos —pero no es
necesario. Lo escucho en cada palabra. Cada vez que dice mi nombre.
Y no puedo evitar preguntarme, ¿cómo pasó todo esto? ¿Cómo llegamos aquí?
¿Y podremos volver de regreso?
No lloro. No quedan más lágrimas. Me acurruco en medio de mi cama. Y la
voz de Drew me arrulla hasta dormir.

***

La tarde siguiente, Billy y yo estamos en la trastienda del restaurante,


compartiendo un plato de patatas fritas. Está trabajando en una nueva canción y
piensa mejor en sus pies.
¿Lo ves ahí? ¿Caminando de un extremo de la sala al otro, murmurando y
tarareando y ocasionalmente tocando la guitarra atada en su pecho?
Me siento en la mesa. Intentando pensar en salir del hoyo de desesperación
que ahora es mi vida.
Cuando Billy cruza hacia la puerta que conduce a la cafetería, algo atrapa su
ojo en la ventana redonda en la parte superior. Y se aleja—. Oh, mierda.
Levanto la mirada—. ¿Qué? ¿Qué pasa?
Entonces la puerta se abre con un estallido. Golpea contra la pared y luego
permanece en su lugar —con miedo a moverse. Porque ahí, parada en la puerta en
toda su furiosa gloria, está mi mejor amiga.
Delores Warren.
Mierda, ya lo creo.
Está usando botas rojas de cuero hasta la rodilla, pantalones negros
ajustados, un top negro adornado y una chaqueta de piel falsa corta, en blanco y
negro. Una miríada de bolsos de Louis Vuitton cuelgan de sus hombros,
emparejando las grandes ruedas de una que arrastra detrás de ella.
Y la cólera en sus ojos color ámbar hace que brillen como frescas piedras de
topacio —. ¿Alguien quiere decirme por qué tuve que escuchar de mi madre que
había reunión de los tres mosqueteros en Greenville y no me invitaron?
Pisotea fuerte hacia adelante. Billy se mueve detrás de mí silla, usándome
como escudo humano.
—O mejor aún, alguien quiere explicarme por qué mi mejor amiga escapo de
Nueva York como salida del infierno, dejando tras de sí una tormenta que hace que
Sandy parezca una jodida ducha, ¿y no tengo idea de por qué?
Toma otro paso adelante y baja sus maletas hasta el piso.
Entonces mueve a la cabeza a la derecha, en dirección a la alegre adolescente
rubia junto a las taquillas.
Es Kimberly. Es una camarera aquí. Trabaja después de la escuela. Parece
agradable.
Y en este momento —aterrorizada.
—Oye, Gidget, haz algo útil y tráeme una Coca. No escatimes en el hielo.
Kimberly huye de la habitación.
Chica con suerte.
Delores me señala y grita, como Jack Nicholson en A Few Good Men—.
¿Bien? No me puedes mantener al margen, Kate. ¡Yo soy la órbita!
Mi voz sale débil. Arrepentida. Si alguna vez estás en el área de ataque de una
loba enojada, recuéstate y hazte el muerto. Así será más fácil.
—No quería arruinar tus vacaciones.
Delores resopla—. Si sólo la Reina Perra de Alexandra hubiese sido tan
considerada. Nos llamó veinte veces al hotel, asustándonos sobre cómo teníamos
que venir a casa porque Drew necesitaba un suicidio.
Ruedo mis ojos—. Está exagerando.
—Pensé eso también. Hasta que vi al Príncipe Oscuro. No fue bonito.
Tomo la noticia como un pájaro recién nacido toma a un gusano, ávido de
más—. ¿Viste a Drew? ¿Qué dijo? ¿Ha preguntado por mí?
—Realmente no era capaz de un discurso coherente en ese momento. En su
mayoría sólo murmuró como el tonto del pueblo. Jack lo está llevando. Al parecer
el imbécil está haciendo una abolladura bastante grande en la escena de bares en
estos días, y Jack ha estado vigilando su espalda. Lo que es temible de por sí
mismo, teniendo en cuenta que Jack está preparado para el Premio Del Año Por
Putón.
Drew ha estado saliendo. A los bares. Con Jack O'Shay. Recuerdas la última
vez que Drew salió con Jack, ¿no? ¿La chica del taxi?
Así que esto es lo que se siente al ser apuñalado con un picahielos, justo en el
corazón.
La voz de Billy es sarcástica, atrayendo su fuego lejos de mí—. Oye, Delores, es
bueno verte. Estoy bien, gracias por preguntar. ¿El álbum? Haciéndolo increíble,
triple platino. ¿California? Fabuloso, no podía estar más feliz. Otra vez... —curva
sus manos alrededor de su boca, estilo megáfono—... Gracias por preguntar.
Los ojos de Delores se concentran en él, mirándolo de la cabeza a los pies. No
parece contenta con lo que ve—. Se llama una hoja de afeitar; Deberías comprarte
una. Si el hombre antiguo pudo resolverlo, tienes una delgada oportunidad. Oh, y
Pearl Jam ha llamado. Quieren su franela de regreso.
Las cejas de Billy se elevan—. ¿Estás criticando mi estilo? ¿Realmente,
Cruella? ¿Cuántos cachorros tuvieron que morir así podrías usar ese abrigo?
—Come mierda.
—Cocinando otra vez, ¿no? ¿Creí que el Departamento de salud te lo prohibió
para toda la vida desde la última vez que lo intentaste?
Delores abre su boca para refutarlo, pero no sale nada. Sus brillantes labios se
extienden lentamente en una sonrisa—. Te he extrañado, imbécil.
Billy guiña un ojo—. Mismo para ti, cuz.
Él se sienta en una silla junto a mí y Delores se derrumba en otra—. Bueno,
Lucy. Joder, explica.
Tomo un gran respiro—. Estoy embarazada.
Al principio, Delores no dice ni una palabra. Entonces hace la señal de la
cruz—. ¿El Anticristo ha llegado? Por amor de Dios, tenemos que abastecernos
con agua bendita o algo así. ¿Los cuatro jinetes aun no llegan?
Kimberly regresa con un gran vaso de refresco. Lo pone frente a Delores,
entonces corre lejos.
Delores toma un largo sorbo—. Así que estás preñada inesperadamente,
felicitaciones. Le pasa a los mejores de nosotros. ¿Cuál es el problema?
Bajo la mirada a la mesa—. Drew no quiere el bebé.
Como ya sabes, mi mejor amiga no es un fan de Drew.
Cuando se trata de él, ella siempre asume lo peor. Siempre. Así que espero
que esté enojada en mi nombre. Espero que siga con una magnífica diatriba de
prostitutos y perros y enfermedades venéreas. Espero que me acompañe en otra
ronda de juego de insultos.
Pero ella no hace ninguna de esas cosas.
En cambio, se ríe.
—¿Estás hablando en serio? Por supuesto que quiere al bebé. ¿Drew Evans no
quiere un mini-él corriendo alrededor? Es como decir que Matthew no quiere una
mamada cuando estamos atascados en el tráfico. Ridículo.
No hace falta decirlo, estoy sorprendida—. ¿Por qué crees eso?
Se encoge de hombros—. Una conversación que tuvimos una vez. Además, él y
Mackenzie, son como Master Blaster Mad Max, Más Allá De La Cúpula Del
Trueno. Dime exactamente que te dijo. A veces los chicos hablan más allá de sus
culos, y hay que remar a través de la mierda para averiguar lo que realmente
significa.
—Fue bastante claro. Sus palabras exactas fueron ―Termínalo‖. Y por supuesto
la stripper con la que lo estaba haciendo fue realmente el punto de inicio —digo
amargamente.
Delores me señala. Y ahora se ve enojada—. Eso lo creo. Hijo de puta — Ella
sostiene sus manos en alto—. Pero está bien. No te asustes. Nos encargaremos de
todo. Tenemos este nuevo combustible en el laboratorio que está listo para ser
ensayado con animales. No sabrá lo que ha pasado, puedo deslizarlo bien a través
de los orificios de ventilación.
Se gira a Billy—. Estás a cargo de la manguera de jardín y cinta adhesiva —
Entonces me mira—. Necesito tus llaves y el código de seguridad.
Niego con la cabeza—. Delores, no le des gas de la muerte a Drew.
—No podría matarlo. Si tuviera que adivinar, diría que las probabilidades de
supervivencia son 50-50.
—Delores...
—Bueno, treinta-setenta. Pero aun así, eso nos da una negación plausible.
Mi madre y George entran en la habitación, interrumpiendo el diabólico plan.
Mi madre abraza a Dee Dee con fuerza—. ¡Hola, cariño! Es tan bueno verte. ¿Tienes
hambre?
—Famélica—Se gira a George—. George, ¿cómo están colgando?
Creo que George Reinhart le tiene un poco de miedo a Delores.
Quizá más que un poco.
Ajusta sus gafas. —Ellos... Están colgando bien... gracias.
Mi madre arrulla—. Mira a los tres aquí, todos juntos de nuevo, como en los
viejos tiempos.
Delores sonríe—. Da miedo, ¿verdad?
Mi madre toma la mano de George—. Iremos a cocinarle algo de comer a los
niños.
Se van y Delores frota las manos juntas como la científica loca que es—.
Ahora, de vuelta a la cámara de gas...
La interrumpo—. Delores, no creo que vaya a tenerlo.
Todos los rastros del humor dejan su cara. Piensa por un momento.
Parece pensativa, pero sin prejuicios. Cuando habla, su voz es grave. Pero
amable.
—Yo te apoyo ciento cincuenta por ciento, Kate. Lo sabes. Pero porque te
conozco, y voy a decir esto: ¿Si decides hacer esto? Asegúrate de que es para ti,
porque es lo que quieres hacer. ¿Si lo haces porque crees que es lo que quiere Drew,
o tal vez de algún modo intentar arreglar las cosas con él? No. Terminarás
odiándote a ti misma por ello, y lo vas a resentir.
No puedes decirles estupideces a tus mejores amigos. Y a veces es una espada
de doble filo, porque significa que no te dejan mentirte a ti mismo.
—No he decidido nada por seguro. Todavía no.
El teléfono de Delores suena en su bolso, con la canción de Akon Sexy Bitch
llena el aire. Mientras que ella excava en su bolsa, le pregunta a Billy—. ¿Puedes
traer mi equipaje a la habitación de Kate? Voy a quedarme aquí esta noche.
—¿Parezco un puto botones?
Delores no espera un segundo—. No, te ves como una persona sin hogar. Pero
no tengo un parabrisas para que escupas. Así que compórtate como un buen y
pequeño vagabundo y lleva mis maletas arriba, entonces tal vez podrás hacer un
dólar para ti.
Con una sonrisa, Billy va a hacerlo. Aun así, se queja—. Esto era mucho más
divertido cuando ella no estaba aquí.
Delores mira su teléfono—. Ugg, es Matthew. Lo juro, ese chico no puede
cagar sin llamarme para decirme de qué color es —Camina a través de la puerta de
atrás para tomar la llamada afuera.
Y Billy me mira—. Está bien, soy un chico pero incluso yo pienso que eso es
asqueroso.
No puedo decir que estoy en desacuerdo con él.
***

Unos minutos más tarde, Delores entra de nuevo en la habitación. Todavía al


teléfono y a punto de explotar como una bomba de cereza—. De todas las cosas
ignorantes, estúpidas de mierda que puedes decir... para cuando haya terminado
contigo, ¡ellos van a tener que reinstalar tu tarjeta V, amigo!
Oprime el botón apagado de su celular con mucha más fuerza de la necesaria.
—¿Problema?
—Sí. ¡El problema es que la gente es lo que está entre sus piernas, lo que
explica por qué mi esposo se está comportando como un pene grande, gordo e
incircunciso!
Cubro mis oídos—. DI ¡Delores! D.I. 20 Hay algunas cosas que no quiero saber
acerca de tu marido. ¿Qué pasó?
Resopla y se sienta junto a mí—. Al parecer, después de que fui el aeropuerto
esta mañana, Matthew fue a ver a Drew. El apartamento estaba encerrado como
Fort Knox, pero Matthew tenía una llave extra. Entonces entro y encontró a tu
imbécil ex novio desmayado de la borrachera en el piso del baño. Después de que se
puso todo Left Eye Lopes, prendiendo mierda en la bañera.
—¿Qué?
—Exactamente. Matthew dijo que si no hubiera ido cuando lo hizo, todo el
lugar podría haberse incendiado.
Niego con la cabeza con incredulidad—. ¿Qué estaba quemando?
Delores se encoge de hombros—. Matthew no me dijo.
Sí, pero apuesto a que no era ninguna cosa de Drew lo que estaba en llamas.
Bastardo.

20 DI: Demasiada Información


Delores continúa—. Así que Matthew consiguió la patética excusa para un
hombre sobrio. Al principio Drew no quería hablar, pero Matthew continúo. Y
finalmente, lo derramó como aceite en el Golfo.
Mi estómago se aprieta—. ¿Él... él... le dijo Matthew sobre el bebé?
Delores asiente con la cabeza—. Matthew dijo que Drew le conto todo lo que
pasó entre los dos.
Está bien. Esto es algo bueno. Si Drew le está diciendo a su familia que estoy
embarazada, tal vez le hagan cambiar de opinión. Tal vez todo lo que necesita es
algo de tiempo para acostumbrarse a la idea. Y Matthew es una gran persona con la
que hablar. No tan bueno como Steven o Alexandra, pero aun así, es muy sensato.
Al menos comparado a Drew.
—¿Qué dijo Matthew?
Delores rechina sus dientes juntos—. Me dijo que no podía creer que le
hicieras algo así a Drew.
—¿Qué?
Qué empiece la música.
Esta es la dimensión desconocida.
Al final, sabía que Equipo Nueva York tomaría el lado de Drew —dije que lo
harían. Pero yo pensé... tal vez... me defenderían. O por lo menos, estarían
enojados por sus métodos.
Delores pone su mano sobre la mía—. No dejes que lo que dijo Matthew llegue
a ti. Es natural que apoye a Drew, justo como yo que te ayudare a enterrar el
cuerpo, incluso si es mi querida madre a quien estamos dejando en el suelo.
—Delores, eso es enfermo.
—Oh, ¿de verdad? ¡Tú no fuiste quien entró en casa y escucho a su madre
teniendo sexo con el Sheriff Mitchell!
Mi boca cae abierta.
Delores continúa disgustada—. Y eran bullosos. Como sonido envolvente, tipo
cine ruidosamente IMAX. Estoy totalmente marcada para toda la vida.
Deténganse aquí un momento.
No conoces al buen sheriff, así que voy a explicarlo. Al crecer, el Sheriff Ben
Mitchell era la espina en nuestro costado, la roca en nuestros zapatos, el dolor en
nuestro culo. No tenía nada mejor que hacer que seguirnos —rompiendo nuestra
cerveza, registrando el coche de Billy en busca de hierba. Él siempre pensó que
estábamos haciendo algo... y... bueno... tenía razón.
Pero eso está más allá de la cuestión.
Aunque el Sheriff Mitchell tenía la misma edad que nuestros padres, a
nosotros, siempre nos pareció más viejo —así como el vecino gruñón con un bastón
que no te permite recoger la bola de beisbol que accidentalmente cayo en su patio.
Mitchell nunca se casó y en cuanto a lo que sabíamos nunca tenia citas, así que
siempre se supuso que su rostro arrugado y su pobre actitud provenían de su
extrema incapacidad para tener sexo.
Amelia Warren es lo contrario de Mitchell en todos los sentidos. Es un
espíritu libre. Un miembro oficial y declarado del curativo Club de los Cristales de
Poder. Una flor joven de la edad moderna.
La idea de ellos haciendo eso era en partes iguales horripilante y peculiar.
Me estremezco—. Tienes razón. Es enfermo.
Billy salta por las escaleras—. ¿Qué es enfermo?
Delores deja caer la bomba—. Amelia y el viejo Mitchell follando, en la mesa
de la cocina.
Billy hace una mueca. Y gime—. Aw, hombre... Comí en la mesa esta mañana.
Me giro a él—. ¿Sabías acerca de esto?
—Tenía mis sospechas. Pero esperaba estar equivocado.
Delores concuerda—. Eso no es todo. No sé lo que es peor, tener que escuchar
a mi madre, gimiendo en éxtasis, o escucharlo a él rogaran por más y tener que
visualizar qué le estaba haciendo.
Cubro mi boca.
Y me rió.
Todos lo hacemos. Comienza de a poco y luego se construye hasta golpear la
mesa con los ojos llorosos e inclinados por la cintura.
—¡Oh... mi... Dios!
E incluso sobre las carcajadas Delores, insiste—. ¡No es divertido! Creo que
mis partes de chica están rotas. Cada vez que pienso en ello, mi vagina se cierra
como una pequeña almeja luchando por permanecer sin abrir.
Nos reímos más fuerte. Y es la primera risa real y genuina que he tenido desde
que empezó todo esto. Mis mejillas duelen y mi costado también —y es maravilloso.
Saben, a veces intento imaginar cómo sería mi vida si Dee Dee no estuviera en
ella. Y entonces me detengo.
Porque realmente no puedo imaginarlo.
Traducido por Lucia Black
Corregido por Lalak
Después de que instalamos a Delores en mi habitación, Billy llama a su
manager. Planeando hacer un show en un bar llamado la Casa de Sam, donde solía
tocar en la escuela secundaria. Quería honrar el lugar de donde venía —devolverle
algo a los lugareños, como Bruce Springsteen siempre hizo en el Stone Pony.
Y la Casa de Sam es donde estamos ahora.
Está repleto —solo de pie disponible. Delores y yo estamos en el frente,
nuestros brazos chocando contra el otro mientras bailamos y cantamos. Billy está
en el escenario, un par de canciones en su primera actuación. Se ve fantástico.
Pantalones vaqueros oscuros, un camisa blanca crujiente con botones y un mentón
bien afeitado. Él sabe cómo funciona la multitud —cuando incendiarlos con un riff
de su guitarra o tranquilizarlos con una suave balada.
Nunca he estado más orgullosa de él.
Termina la canción y alguien en la parte de atrás le grita que lo ama. Billy baja
la mirada y se ríe, un poco tímido. Entonces lleva su boca al micrófono—. Yo
también los quiero chicos. Así que esta canción es nueva. No he tocado ninguna de
estas todavía, pero quería tocarla para ustedes esta noche. Es para alguien que
creyó en mí... incluso cuando no había una razón para hacerlo. Y quiero que sepa
que siempre me tendrá en su espalda, que ella siempre estará en mi corazón, y que
nunca estará sola.
Sus ojos encuentran los míos entre la multitud. Y me giña un ojo. Asiento,
mensaje recibido. Luego empieza a cantar.

Los años se sienten como si fuera ayer


Y no puedo creer lo rápido que vuela el tiempo
No quiero que otro segundo pase
Sin dejarte saber
Lo que tú siempre deberías haber sabido
Yo te atraparé si tropiezas
Te recogeré si caes
Te abrazare cuando estés herida
Pero nena, sobre todo,
Estaré ahí... así tú nunca estarás sola
Nunca te sentirás sola

El latido pulsa en mi estómago. Y escucho las palabras. Y creo que por suerte
voy a tener todas las cosas que escucho. Bendiciones preciosas, sin precio. Tengo
una familia que me ama. Amigos que matarían por mí. Literalmente.
Y pienso en quién soy. He sobrevivido a la muerte de mi padre con mi alma
intacta. Me gradué de Wharton School como la mejor de mi clase. ¿Recuerdas
cuando empecé a trabajar en la empresa? ¿Y Drew Evans era el chico de oro? Y lo
puse en su lugar, con una patada de un extremo de la oficina al otro.
Yo hice eso.
Porque fui testaruda. E inteligente. Y porque creía que era capaz. Drew una
vez me dijo que podías cambiar el color de las paredes, pero la sala seguiría siendo
la misma.
Y tenía razón.
Yo era todas esas cosas antes que él —y sigo siendo todas esas cosas ahora.
Sin él.

De ahora en adelante, cada día que pase


Voy a darle mi mejor oportunidad
Para mostrarte lo que significas para mí
Porque si no te tengo a mi lado
Nada de esto significa algo
No quiero dejar que pase otro segundo
Sin dejar que lo sepas
Lo que siempre deberías haber sabido

¿Has perdido las llaves? Compruebas todos los bolsillos y jalas los cojines del
sofá. Y luego, después de buscar durante diez minutos —te das la vuelta y ahí están.
Sobre la mesa. Justo delante de ti todo el tiempo.
Casi... como si la respuesta fuera muy fácil para verla de inmediato.
Así es como me siento.
Porque de repente sé lo que quiero. Me siento confiada. Segura. Y sé lo que
soy capaz de hacer. No será fácil —los mayores logros en la vida nunca lo son.
Como subir el Everest, o convertirse en el Presidente. Es muy difícil. Pero vale la
pena.

Yo te atraparé si tropiezas
Te recogeré si caes
Te abrazare cuando estés herida
Pero nena, sobre todo,
Estaré ahí... así tú nunca estarás sola
Nunca te sentirás sola

Me imagino unos años a partir de ahora, caminando por las calles de la ciudad
desde el trabajo que me encanta —con una mano sosteniendo un maletín, la otra
sosteniendo la pequeña y dulce mano de mi pequeña niña o niño.
Y nos imaginó en la mesa del comedor, trabajando en tareas y hablando de
nuestros días. Veo cuentos y horas de acostarse, cosquillas, abrazos y besos de
mariposa.
Ser una madre soltera no es algo que haya planeado ser... ¿pero ahora? Es lo
que quiero ser.

Estaré ahí a cada paso del camino


No me perderé un momento
Estaré ahí a cada paso del camino
No me perderé un momento

¿Conoces ese dicho? ¿El mejor plan de ratones y hombres...?


Tal vez quieras acordarte ahora mismo.
Porque tan pronto como la decisión se radica en mi mente, siento un
palpitante dolor. Las señoras sabrán de lo que estoy hablando. Ese calambre en el
abdomen inferior. Y una humedad gruesa, caliente rezuma por entre mis piernas,
colándose en mi ropa interior.
Mis latidos truenan contra mi pecho, y me dirijo hacia los baños. Esperando
estar equivocada.
Pero una vez que estoy en la cabina, veo que no lo estoy.
Tropiezo hacia atrás por el baño, hacia la multitud. Mis manos temblando de
pavor, con miedo. Porque esto está mal.
Mal, mal, mal.
Tomo el brazo de Delores y le digo. Pero la música está muy fuerte, y ella no
me escucha. Tiro de ella a la parte posterior de la barra, donde está más tranquilo, y
fuerzo las palabras a salir.
—Dee, estoy sangrando.

***

Forest Gump lo tenía todo mal. La vida no es como una caja de chocolates.
Los médicos lo son.
El vivaz pero inexperto médico de la Facultad de medicina, o el sabelotodo
aguerrido que termina-todo-en los últimos minutos de un turno de veinte horas,
nunca sabes lo que vas a conseguir.
—Aborto espontáneo.
Mis ojos se mueven con rapidez de la pantalla gris del ultrasonido a los ojos
de acero azul del médico de emergencias. Pero él no me está mirando, está muy
ocupado escribiendo en su portapapeles.
—¿Qu... Qué dijo?
—Aborto espontáneo, aborto. Es común en el primer trimestre.
Hago un esfuerzo de procesar sus palabras, pero absolutamente no puedo—.
Está... ¿está diciendo que estoy perdiendo a mi bebé?
Finalmente levanta la mirada—. Sí. Si ya no lo perdió. Tan temprano en la
gestación, puede ser difícil de decir.
Mientras limpia el fresco gel en mi abdomen, Delores aprieta mi mano.
Llamamos a mi madre en el camino al hospital, pero ella no ha llegado todavía.
Trago duro, pero me niego a renunciar. Testaruda— ¿recuerdas?
—¿Hay algo que se pueda hacer? ¿Reposo en cama o terapia hormonal? Voy a
hacer todo el reposo en cama los nueve meses si sirve de ayuda.
Su tono es cortante e impaciente—. No hay nada que pueda prescribir que
pueda detener esto. Y créanme, no querría. Un aborto espontáneo es la selección
natural, la forma del cuerpo de terminar un feto con alguna deformidad
catastrófica que habría impedido sobrevivir fuera del útero. Está mejor así —La sala
comienza a girar mientras él sigue como si nada—. Tiene que hacer una cita de
seguimiento con su ginecólogo regular. Cuando se expulse el tejido fetal, debe
recogerlo del inodoro con un colador. Luego ponerlo en un envase a prueba de
derrames, un tarro de mermelada funcionaría bien, para que su médico pueda
analizar los restos y asegurarse de que el útero está vacío. Si toda la materia uterina
no está...
Presiono el revés de mi mano contra mi boca para mantener la bilis. Y Delores
carga al rescate—. Eso es suficiente. Gracias, Doctor Frankenstein, lo tenemos
desde aquí.
Él está ofendido—. Tengo que dar las instrucciones precisas al paciente. Si
queda tejido dentro del útero podría llevar a una sepsis y posiblemente la muerte.
Puede necesitar un D&C para prevenir la infección.
Mi voz es débil—. ¿Qué es un D&C?
Me suena familiar. Estoy segura de que en algún momento de mi vida he
aprendido la definición, pero no recuerdo.
—Extracción con ventosa.
Las imágenes llenan mi cabeza con sus palabras, y tengo arcadas.
Él continúa—. Una manguera de succión se inserta en el cuello del útero…
—¡Dios mío, deje de hablar! —grita Dee Dee—. ¿No ve que está disgustada?
¿Estaba en el baño cuando le enseñaron modales en la escuela de medicina?
—Disculpe, señora, no sé quién cree que es, pero no me va a hablar…
Su dedo señala la entrada de cortinas como el chasquido del saludo de un
soldado—. Salga. Ella podrá hacer una cita con su médico regular. Ya acabamos con
usted.
Una leve brisa pasa delante de mí, y no estoy segura de sí es el doctor. Porque
mis ojos se niegan a enfocarse, y mi mente se tambalea.
Tratando con fuerza de entender este último giro de los acontecimientos... y
fracasando miserablemente.
Delores pone su mano en mi brazo y mi cabeza gira hacia ella, sorprendida.
Como si olvidé que estaba ahí.
—¿Kate? ¿Vamos a vestirme ahora? Voy a llevarte a casa.
Asiento con la cabeza, adormecida. Se siente como si yo no estuviera aquí —
como si está fuera una experiencia fuera de mi cuerpo. O una pesadilla. Porque no
hay manera de que esto pueda estar pasando.
Después de todo, no es posible que esto termine así.
Delores, me viste como si fuera una niña. Entonces me ayuda a salir de la
mesa. Y juntas nos dirigimos al coche.

***

En mi habitación, Delores se sienta a los pies de mi cama y mi madre mete las


sabanas alrededor de mí. Sus ojos brillan con lágrimas.
Pero no los míos. Los míos están tan secos como el Sahara.
Estériles.
Mi mamá cepilla mi cabello hacia atrás y recoge pelusa de mis sábanas—.
¿Quieres algo para comer, cariño? —su voz es un poco desesperada, aferrándose a
algo que de alguna manera hará que esto sea mejor. Niego con la cabeza sin decir
una palabra.
Porque toda la sopa de pollo en el mundo no va a ayudarme.
Esta vez no.
Besa mi frente y sale de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Y
Delores y yo nos sentamos. En silencio.
Debería sentirme…aliviada. Quiero decir, sólo hace poco, pensé que eso era lo
que quería, ¿no? Fuera de mis manos.
Problema resuelto.
Pero lo único que siento es rechazo. Remordimiento. Llena mis pulmones y
me ahoga con cada aliento que tomo. Porque en el fondo, bajo el temor y el shock y
la incertidumbre, quería a este bebé. Amaba a este perfecto pedacito de Drew y yo.
Mucho.
Simplemente no sabía eso en ese momento.
Demasiado poco, demasiado tarde. No sabes lo que tienes hasta que se ha
ido.
Todos los clichés —y todo tan jodidamente cierto. Entonces un pensamiento
viene a mí, y tiro de las sabanas y salto de la cama. Abro mis cajones y escarbo a
través de ellos, buscando infructuosamente.
Luego caigo de rodillas en el armario y arrastro la bolsa que traje de Nueva
York. Y hurgo como una viuda que ha perdido su anillo de bodas.
—¿Katie?
Y entonces lo encuentro. La pequeña camiseta que compré esa noche. La que
le iba a dar a Drew —para anunciar la noticia.
La miro y siento las lágrimas llegar. Trazo con mis dedos las letras: FUTURO
LANZADOR DE LOS YANKEES. Y en mi cabeza veo a ese niño otra vez. Mi dulce
pequeño.
Nuestro.
Con los ojos de su padre e irresistible sonrisa. El único que nunca será. Traigo
la camisa a mi cara e inhalo. Y juro que huele a talco de bebé.
—Lo siento. Lo siento —Mis hombros se sacuden y un monzón se derrama de
mis ojos. Mis respiraciones salen en jadeos, y aprieto la camisa contra mí —de la
forma que lo hace un niño con su animal de peluche favorito—. Por favor... No
quise decirlo. Tenía miedo... No iba a...
No estoy segura de a quien le estoy hablando —si a mí, o mi bebé, o tal vez a
Dios. Sólo tengo que decir las palabras, así van a estar ahí y ser reales. Así el
universo sabrá que esto nunca fue cómo quería que las cosas fueran.
Delores frota mi espalda, haciéndome saber que está aquí. Que está detrás de
mí, como siempre. Me dirijo a ella. Y con mi cabeza contra su pecho, lloró.
—Oh Dios, Dee. Por favor...
—Lo sé, Kate. Lo sé.
También hay lágrimas en su voz. Porque así es una verdadera amistad—
comparten tu dolor. Tu agonía es de ellos, incluso si no es en igual medida.
—Está bien... va a estar bien —intenta.
Niego con la cabeza—. No. No es cierto. Nunca estará bien otra vez.
Los brazos de Delores se envuelven alrededor de mí, apretando, tratando de
sostenerme.
—¿Por qué? No entiendo. ¿Por qué sucedió esto? Drew y yo... y ahora el
bebé... y eso fue todo por nada. Nada.
Te dije que me preguntaría el por qué otra vez, ¿recuerdas?
Delores alisa mi pelo. Y su voz es tranquila—. No sé por qué, Katie. Ojalá te
pudiera decir... pero... sencillamente no lo sé.
Nos quedamos así por un tiempo. Y finalmente, las lágrimas se calman. Hago
mi camino de regreso a la cama y Delores se sienta a mi lado.
Miro otra vez la camisa y sacudo la cabeza—. Duele mucho. Nunca supe que
nada podía sentirse tan mal.
—¿Hay algo que quieras que haga, Kate?
Mis ojos se pierden. Y mi voz es frágil—. Quiero a Drew. Lo quiero aquí.
Si el mundo fuera como se supone que es, él estaría aquí. Y estaría tan
destrozado como yo lo estoy. Él trataría de ocultarlo, pero yo lo sabría. Se metería
en la cama conmigo y me sostendría y me sentiría segura y querida... y perdonada.
Y él me diría que este no era el momento adecuado. Pero que si quería tener
un bebé, él me dará una docena. Drew es muy bueno exagerando.
Y entonces me besaría. Y sería suave y dulce. Y entonces diría algo tonto
como ―piensa en toda la diversión que tendremos al hacerlos.‖ Y yo sonreiría. Y me
dolería un poco menos.
Sólo porque él está conmigo.
Delores asiente con la cabeza y alcanza su teléfono. Pero mi mano cubre la
suya —deteniéndola. Sus ojos me miran con comprensión, como si ya supiera lo
que estoy pensando. Y probablemente lo hace.
—Él vendrá, Kate. Sabes que vendrá.
Niego con la cabeza—. No estabas allí, Delores. Fue…despiadado. Nunca lo vi
tan enojado. Era como... como si estuviera pensando que yo estaba escogiendo al
bebé por encima de él. Como si lo hubiera traicionado.
Cierro los ojos ante la memoria—. Estará feliz. Estará contento de que el
bebé se haya ido... y luego lo odiare. Y aun después de todo lo que ha sucedido, no
estoy lista para odiar a Drew Evans.
Delores suspira. Y su mano se mueve lejos del teléfono—. Creo que te
equivocas. Voy a estar en primera fila para señalar lo idiota que puede ser Drew,
pero... No me imagino que alguna vez sea feliz por algo que te haga daño. No como
esto.
No respondo, porque la puerta de mi cuarto se abre.
Y Billy se asoma, se ve cansado, su rostro es sombrío, y sé que mi madre le
dijo.
—¿Estás bien?
Niego con la cabeza.
—Sí. Me imagine eso —Se sienta en el puff y se frota los ojos—. Esto es...
totalmente JMATR21. Y cuando ocurren cosas extrañas. Todo lo que puedes hacer
es seguir la jodida corriente.
Es entonces cuando noto la bolsa que trajo con él. Es una marrón de
supermercado y está llena. La levanta y deja algunos de los contenidos fuera. Hay
unas bolsas de marihuana, un cartón de Marlboro reds y dos botellas de tequila.
Miro el líquido color miel. Pienso en la música mexicana y piel caliente y susurros a
medianoche con Drew.
Te amo, Kate.
Alejo la mirada.
—No puedo beber tequila.
Como Mary Poppins con su bolsa sin fondo, Billy escarba y saca una botella de
Grey Goose.
Y muevo lentamente la cabeza—. Vodka funciona.

21 JMATR: Jodido más allá de toda reparación.


Traducido por Lucia Black
Corregido por LuVelitta
¿Has lamido el piso del baño de hombres del Yankee Stadium 22? Yo tampoco.
Pero ahora ya sé lo qué se siente.
Sí, tenemos resaca. Es el infierno. Olvídate de los drones 23. ¿Si el ejército
pudiera dar rienda suelta a este sentimiento? Habría paz en el mundo para todos.
Estoy en la oficina del ginecólogo de mi madre. Billy y Delores vinieron por
apoyo moral. ¿Nos ves allí? Alineados en las sillas, como tres delincuentes
esperando fuera de la oficina del director. Delores lleva gafas de sol aunque
estamos dentro, leyendo un folleto sobre el nuevo viagra femenino. Billy está
dormido, boca abierta, cabeza inclinada y apoyada contra la pared detrás de
nosotros. Mi madre está aquí también, ojeando una revista sin leer ninguna
palabra.
Y yo solo estoy sentada, tratando muy duro de no mirar las fotos de los bebés
recién nacidos que cubren las paredes.
Billy deja salir un ronquido y Delores lo golpea en las costillas con su codo.
Despertando él farfulla—. ¡Bolas de mono bombardeadas con banana!
Todos lo miramos inquisitivamente.
Y él se da cuenta de dónde está—. Lo siento. Una pesadilla —Entonces
recuesta su cabeza contra la pared, los ojos cerrados—. Me siento como un taburete
con gases —Delores y yo asentimos al unísono. Y Billy jura solemnemente—. Nunca
voy a beber otra vez. Voy a ser legítimo.
Su prima se burla—. He oído eso antes.
—Lo quiero decir esta vez. No más alcohol para mí. De aquí en adelante,
hierba solamente.
Sí. Eso tiene sentido.
Ya que estamos esperando de todos modos, tomemos un momento para
reflexionar sobre uno de los ritos femeninos más sagrados, el examen ginecológico.
Es totalmente extraño.
Veras, durante toda nuestra joven vida, a las chicas nos dicen que
permanezcamos puras. Conservar nuestras piernas cruzadas, las rodillas cerradas.
Y luego pasamos a los dieciocho. Y tenemos que ir a una oficina y ver a un doctor
que, basándose en las estadísticas, es un hombre de mediana edad. Y luego

22 Yankee Stadium: Es la sede de los New York Yankees, equipo de las Grandes Ligas de Béisbol de los Estados
Unidos. El recinto, inaugurado en 2009, suplantó al estadio del mismo nombre, anexo al actual edificio.

23 Drones: Un vehículo aéreo de combate no tripulado.


tenemos que desvestirnos, completamente desnudas. Y dejar que él nos palpe. Y
que nos toque con sus dedos. Un jodido desconocido.
Oh, y luego está la mejor parte, la conversación. Sí, te habla durante el
examen. ¿Cómo va la escuela? Seguro está lluvioso afuera hoy, ¿no? ¿Tu madre lo
está haciendo bien? Todo un esfuerzo para distraerte del hecho de que su muñeca
está profundamente en tu vagina.
¿Puedes decir raro?
Y que ninguno de los hombres allá fuera trate de llorarme un río sobre los
horrores de su examen de próstata. No se compara. Un dedo en el culo puede ser
bastante agradable. Por lo menos no tienes que elevar las piernas en un artilugio
que se originó como un instrumento de tortura medieval. Las mujeres conseguimos
definitivamente la parte cruda del trato en ésta.
Una enfermera en bata azul llama mi nombre. Mi madre y yo nos levantamos
y entramos en la primera sala de examen a la izquierda.
Me quito la ropa y me pongo la bata plástica rosada, con una abertura en el
frente, por supuesto.
Es mejor para verte, pequeña caperucita roja.
Me siento en la mesa, el forro de papel crujiendo debajo de mí. Mi madre está
parada a mi lado, frotando mi brazo solidariamente. Y entra el doctor.
Echa un vistazo. Barba blanca. Mofletes. Gafas redondas. Dale un sombrero
rojo, y podría montar totalmente esa última carroza en el desfile del día de acción
de gracias de Macy.
¿Tengo que ir a la tercera base con Santa Claus? ¿Estás bromeando?
La navidad nunca será lo mismo.
—Hola, Katherine. Soy el doctor Witherspoon. El médico de cabecera de tu
madre, Joan Bordello, está de vacaciones…
Claro que ella lo está.
—Y yo estoy sustituyéndola —Baja la mirada al archivo en su mano—. A juzgar
por la fecha de tu último ciclo menstrual, ¿estás casi de seis semanas en el primer
trimestre?
Asiento.
—¿Y has tenido un poco de sangrado y cólicos?
—Sí.
—¿Puedes describir la sangre para mí, por favor? ¿El color? ¿Hubo algún
coágulo?
Mi voz es áspera—. Empezó rosado pardusco. Como el primer día de mi
período. En el camino hacia el hospital había un chorro...de sangre de color rojo
brillante... y luego... se volvió marrón. Yo no... no creo que hubiera algún coágulo.
Asiente con la cabeza, y sus ojos son amables—. He leído el informe del
médico de urgencias, pero me gustaría echar un vistazo yo mismo. ¿Está bien,
Katherine?
Fuerzo una sonrisa—. De acuerdo. Y puede llamarme Kate, todo el mundo lo
hace.
—Está bien, Kate. Cuando estés lista, deslízate hasta el borde de la mesa y
apoya los pies en los estribos, por favor.
Mientras sigo sus indicaciones, él rueda un carro con un monitor y un teclado
encima. Y entonces recoge una larga varita plástica blanca que parece... bueno...
como un consolador.
Para un elefante.
Levanto mi cabeza de la mesa—. Eh... ¿Qué es eso?
—Esto es un ultrasonido interno. Da un poco de miedo, lo sé...
No jodas, Santa.
—... pero no dolerá.
Y entonces saca un paquete de papel aluminio, lo abre y rueda un condón
extra grande sobre el consolador de elefante.
No es broma. No puedo inventarme todo esto aunque lo intente.
—Sólo trata y relájate, Kate.
Seguro. No hay problema. Solo voy a fingir que estoy en el spa. Teniendo un
masaje en los ovarios.
Inserta la varita cuidadosamente. Y me estremezco. El cuarto está en silencio
mientras él mueve hacia adelante y atrás el instrumento. No mentía, no es
doloroso. Sólo... desconcertante.
—¿Todavía estás experimentando algún calambre?
Miro el techo con azulejos color beige, evitando deliberadamente la pequeña
pantalla.
—No. No desde la noche anterior —Estoy segura que el alcohol y la marihuana
deshabilitaron cualquier nervio de dolor en mi cuerpo.
Oigo los golpecitos de botones en el teclado, y él retira la varita—. Puedes
sentarte derecha ahora, Kate —Lo hago—. ¿Ves ese parpadeo, justo ahí?
Mi mirada se posa sobre la pantalla, donde está señalando—. Sí.
—Ese es el latido de tu bebé.
La respiración escapa de mis pulmones. Y estoy horrorizada—. Quiere decir...
sigue estando... ¿vivo?
—Correcto.
Mis manos se aprietan y siento las lágrimas surgir, listas para escapar como
un dique debilitado—. ¿Cuándo va a... cuánto tiempo tomara antes de que...yo
complete el aborto?
Él cubre mis manos con una de los suyas—. Basado en mi examen, tus niveles
hormonales, y lo que me dijiste, no veo por qué deberías.
Mi cabeza se levanta—. Espere… ¿qué? Pero el doctor de anoche dijo…
—Puede ser difícil, así de temprano para detectar un ritmo cardíaco fetal con
un ultrasonido tradicional. En cuanto a la hemorragia, algunas manchas en el
primer trimestre es algo muy común. Ahora, sin embargo, tu cuello uterino está
cerrado, tu sangre está trabajando normal, y la frecuencia cardíaca fetal es normal.
Todos estos factores indican que es un embarazo normal que debe progresar a
término.
Los brazos de mi madre se envuelven alrededor de mis hombros, aliviados y
emocionados. Pero necesito más—. Está diciendo... ¿Puedo mantenerlo? ¿Voy a
tener al bebé?
El Dr. Witherspoon suelta una risita.
Es un excelente sonido.
—Sí, Kate. Creo que vas a tener a este bebé. Su fecha está programa para el 20
de octubre. Felicitaciones.
Cubro mi boca y las lágrimas fluyen. Estoy sonriendo con tanta fuerza que me
duele la cara. Y abrazo a mi madre—. Mamá...
Ella se ríe—. Lo sé, cariño. Estoy muy feliz por ti, te amo tanto.
—Yo también te amo.
Así es como debería haber sido la primera vez. Sin miedo. Sin dudas. Sólo
júbilo. Euforia.
Es el momento más maravilloso de mi vida.

***

Me visto con mi ropa más rápido que una esposa infiel al ser atrapada en el
acto e irrumpo en la sala de espera.
Delores y Billy me miran con sorpresa—. ¡Todavía estoy embarazada! ¡No
estoy teniendo un aborto!
Se levantan.
—¡Santa mierda!
—¡Yo sabía que el Dr. Imbécil no reconocía su culo de su codo!
Sonrisas y abrazos se pasan alrededor como ácido en Woodstock.
Y mi mejor amiga me pregunta—. Entonces, ¿supongo que ya has tomado la
decisión? ¿Lo vas a tener?
Mis manos bajan hasta mi estómago, ya imaginando el latido.
—Hasta que cumpla los dieciocho años y vaya a la universidad. Y aun así,
podría hacerle vivir en casa y viajar.
Ella asiente, otorgando el codiciado sello de aprobación de Delores Warren.
Billy cae de rodillas delante de mí—. Oye, ahí. Soy el tío Billy —Entonces
levanta la mirada, preocupado—. Puedo ser el tío Billy, ¿verdad? Déjame ser el tío
Billy. La única oportunidad que tengo es Delores, y quién sabe qué fenómeno de la
naturaleza va a expulsar.
Delores le golpea en la cabeza.
Y me río—. Sí. Puedes ser el tío Billy.
—Dulce —Vuelve su atención a mi estómago—. Oye, niño. No te preocupes por
nada, voy a contarte todo lo que necesites saber. Repite conmigo: Rodamiento,
ruedas.
Delores sacude su cabeza—. No te puede entender, idiota. Es como del tamaño
de un renacuajo.
—Después de anoche, es probablemente un renacuajo agotado. Pero está
bien, ¿no? Podrá construir una tolerancia, sacar pelo en el pecho.
Delores sonríe—. ¿Y si es una niña?
Billy se encoge de hombros—. A algunos hombres les gustan las chicas con
pechos peludos. Te sorprenderías.
Me alejo del intercambio de Tweedledum-Tweedledee y camino por el pasillo
hasta el Dr. Witherspoon. Mis palabras salen aturdidas. Culpables—. ¿Disculpe?
Siento molestarle... pero... anoche... estaba enojada y yo... bebí alcohol y fume
cigarrillos —Bajo mi voz—. Y marihuana. Mucho.
Un montaje de Informe de Noticas Especiales parpadea en mi mente:
Síndrome de alcoholismo fetal.
Súper-prematuros.
Bajo peso al nacer.
Pone su mano en mi hombro para tranquilizarme.
—No eres la primera mujer en participar en algunas... conductas poco
saludables antes de saber que estaba embarazada, Kate. Los bebés en el útero son
más saludables de lo que crees. Tienen la capacidad de superar la exposición
momentánea a drogas y alcohol. Así que mientras te abstengas de ahora en
adelante de estas sustancias, esto no debería tener ningún efecto duradero.
Lanzo mis brazos alrededor de su cuello, casi haciéndolo caer.
—¡Gracias! Gracias, Dr. Santa, ¡éste es el mejor regalo de navidad que me han
dado nunca!
Corro de regreso a Delores y Billy—. ¡Me dijo que está bien! —Saltamos hacia
arriba y hacia abajo en un círculo, como tres niños en el patio haciendo Al corro,
corrito24
Y es casi perfecto. Casi. Porque hay algo que falta.

24 Al corro, corrito: Canción infantil


Alguien.
La única persona en la tierra que debería estar tan feliz como yo lo soy en este
momento. Debería estar aquí. Debería estar recogiéndome en sus brazos, girando
conmigo y besándome hasta que me desmaye.
Y entonces debería estar diciéndome que por supuesto que el bebé está bien,
porque su esperma de súper machote es indestructible.
¿No puedes solo verlo?
Pero él no está aquí. Este es el modo en que son las cosas. Me gustaría decir
que no hace daño, que no lo extraño, que realmente no me importa ya. Pero eso
sería una gran mentira. Amo a Drew. No me puedo imaginar alguna vez no
amándolo. Y quiero compartir esto con él, más que nada.
Pero no siempre conseguimos todo lo que queremos, a veces tenemos que
estar agradecidos por lo que tenemos. Y yo lo estoy. Agradecida, quiero decir. Feliz.
Porque voy a tener al bebé y a cuidarlo. Y no tengo que hacerlo sola. Entre mi
madre y George, Delores y Billy, no habrá ninguna escasez de manos que ayuden.
Él va a ser amado lo suficiente como para diez bebés.
Hace cuarenta y ocho horas, no sabía de lo que era capaz, de qué clase de
acero bombeaba en mis venas. Ahora lo sé. Y supongo que es la moraleja de la
historia.
Tienes que caer, rasparte las manos y rodillas, antes de saber que tienes la
habilidad para recoger los pedazos de ti de nuevo.
Así que no te preocupes por mí. Voy a estar bien. Al final, voy a estar genial.
Nosotros vamos a estar genial.

***

Estacionamos en el aparcamiento trasero del restaurante y mi madre entra


por la puerta trasera. Dejó a George con la llave de dotación, y está un poco
impaciente por asegurarse de que él solo no la hunda.
Mientras que Delores, Billy y yo caminamos con menos prisa, Delores me
pregunta—. ¿Cuál es el plan, Stan?
Tomo una respiración profunda y escudriño el cielo. Y se siente como un
nuevo día. Una página en blanco. Un fresco comienzo. Más clichés, lo sé.
Pero aun así, tan cierto.
—Voy a quedarme aquí otro día o algo así. Sólo... recargando. Entonces voy a
volver a Nueva York. Y Drew y yo vamos a tener una larga charla. Tengo algunas
cosas que decir, y él me va a escuchar, lo quiera o no.
Ella golpea mi hombro—. Esa es mi chica. Dale un infierno al bastardo.
Sonrío. Billy nos abre la puerta pero no sigo a Dee Dee dentro. Él pregunta—.
¿Vienes, Katie?
Señalo con mi pulgar sobre mi hombro—. Voy a ir a dar un paseo. Despejar la
cabeza, ¿sabes? ¿Le dices a mi mamá por mí?
Asiente—. Seguro. Tómate tu tiempo. Estaremos aquí cuando regreses.
La puerta se cierra detrás de ellos.
Y camino a mi auto.

***

Así que ahí está. Estás enterada de todo hasta ahora. Esa es mi historia. Fue
una película, ¿eh?
Mi padre me traía a este parque cuando yo era joven. Incluso entonces,
cuando recién fue construido, nunca fue muy concurrido. No sé por qué el pueblo
eligió este lugar para construir, es un lugar insólito para un parque infantil. No hay
desarrollos habitacionales o complejos de departamentos cercanos. Y no se puede
ver desde la carretera principal, está fuera del golpeado camino.
El tiempo no ha sido amable con el marco de metal del columpio y el acero
ondulado de las cadenas. Están oxidadas, desvanecidas y descoloridas de los
animados colores que alguna vez tuvieron. Todavía... es hermoso aquí, de una
manera industrial y moderna. Es solitario. Pacífico.
Y necesito tanto de eso como puedo conseguir. Porque pensar en lo que viene
a continuación, está más allá de mí. No voy a mentir, es aterrador. Se siente... como
mudarse a una nueva casa. Emocionante, pero también destroza los nervios.
Porque no sabes dónde está la gasolinera más cercana, o el número de los
bomberos locales. Quedan tantas cosas por aprender.
He leído que los bebés pueden oír lo que está pasando fuera del útero. Que
nacen sabiendo el sonido de la voz de su madre. Me gusta la idea.
Bajo la mirada a mi vientre—. Oye, renacuajo. Lo siento por cada cosa que ha
estado pasando últimamente. Mi vida generalmente no es tan dramática. Aunque
Drew probablemente no estaría de acuerdo conmigo en eso. Él tiende a pensar que
soy una reina del drama total.
Drew. Eso va a ser difícil. Podría empezar ahora, la práctica hace la
perfección.
Mi mano se apoya contra mi estómago, acunándolo—. Sí…tu padre. Tu padre
es como una estrella fugaz. Cuando está alrededor, todas las otras luces en el cielo
sólo... se desvanecen. Porque él es tan vibrante, no puedes quitar tus ojos de
encima. Al menos nunca he podido.
Muerdo mi labio. Y veo como un halcón se eleva por encima de mi cabeza.
Luego continúo—. Nos amamos. No importa lo que pasó o pasará de aquí en
adelante, es importante que tú sepas que estábamos enamorados. Tu padre me hizo
sentir que yo era todo lo que importaba para él. La única cosa. Y yo siempre estaré
agradecida con él por eso. Espero que lo conozcas algún día. Porque en realidad es
verdaderamente… genial —Me río suavemente—. Cuando no está demasiado
ocupado siendo un asno.
Cuando termino de hablar el aire se instala y todo está en calma durante
varios minutos. Es tan diferente de los parques de la ciudad, con sus bocinazos de
coches, niños gritando y pasos de trote. Es sereno.
Así que cuando una puerta se cierra repentinamente cerca, me asusta. Mi
cabeza se mueve hacia el sonido.
Y ahí es la última persona que pensé que vería aquí, en Greenville, en este
momento.
Es Drew.
Traducido por Lucia Black
Corregido por LuVelitta
Se ve horrible. Sorprendentemente, increíblemente horrible.
Sus ojos están enrojecidos, su rostro pálido, hay un rastrojo de unos días en
su barbilla, y a pesar de todo eso, es todavía el hombre más guapo que he visto.
Mirar a otro lado sencillamente no es posible.
Drew también está mirando. Su mirada es inquebrantable, bebiendo de mí,
quemándome.
Permanecemos así durante un minuto. Y luego camina hacia mí. Sus pasos
son seguros y concentrados, como si estuviera marchando hacia una reunión de
negocios con toda su carrera en la línea.
Se detiene a pocos metros de distancia.
Pero se siente mucho más lejos.
Y todo lo que había planeado decirle en Nueva York vuela fuera de mi cabeza.
En lugar de eso, empiezo fácil—. ¿Cómo sabías que estaba aquí?
—Primero fui a la cafetería, vi a tu madre en la cocina. Ella dijo que no sabía
dónde estabas. Y me miraba como si quisiera cortarme la polla y ponerla en el
menú. Así que me fui al frente, y me topé con Warren. Me dijo que probablemente
estarías aquí.
Por supuesto, Billy sabría dónde estaba. Justo como sabía que yo quería que
me enviara a Drew.
—¿Te hizo eso en tu cara? —Estoy hablando del verdugón del tamaño de un
puño en su mejilla izquierda. Parece fresco, empezando a hacer un cardenal.
Lo toca con cautela—. No. Delores estaba con él.
No hay sorpresas. Aunque no creo que su corazón estuviera realmente en él.
¿Si Dee Dee en serio quería hacerle daño a Drew? No hubiera perdido su tiempo
con su rostro, habría ido directamente a la entrepierna.
—¿Qué quieres, Drew?
Deja salir un corto ladrido de risa, pero sin humor detrás—. Esa es una
pregunta capciosa —Luego se pierde en el horizonte—. No pensé que te irías de
Nueva York.
Levanto una ceja, interrogante—. ¿Después de tu espectáculo? ¿Qué pensaste
que haría?
—Pensé que me maldecirías, tal vez me golpearías. Pensé que me elegirías...
Incluso si era sólo para impedir que alguien más me tuviera.
Celos. El arma de elección de Drew. Lo usó cuando pensó que quería regresar
con Billy, ¿recuerdas?
—Bueno, te equivocaste.
Él asiente tristemente—. Así parece —Sus ojos encuentran los míos por un
largo momento. Y su frente se arruga un poco—. ¿Estabas... feliz... conmigo, Kate?
Porque yo estaba muy feliz. Y pensé que tú también lo estabas.
No puedo evitar la pequeña sonrisa que llega a mis labios. Porque recuerdo—.
Sí, estaba feliz.
—Entonces dime, ¿por qué? Me debes al menos eso.
Mis palabras salen lentas, un murmullo de tristeza rebosa cada sílaba—. No lo
planeé, Drew. Tienes que saber que no quería que sucediera. Pero pasó. Y la gente
cambia. Las cosas que queremos cambian. Y ahora, tú y yo queremos dos cosas
muy diferentes.
Toma un paso hacia mí—. Quizá no.
Estoy tratando de no leer más allá del hecho de que está aquí. No quiero tener
esperanza. Porque la esperanza realmente flota, como un trozo de madera sobre
una ola. ¿Pero si resulta ser infundada?
Se rompe contra las rocas, rompiéndote en unos mil pedazos.
—¿Qué significa eso?
Sus palabras son cuidadosas. Planeadas—. Estoy aquí para renegociar los
términos de nuestra relación.
—¿Renegociar?
—Le he dado muchas vueltas. Te fuiste justo de Warren a mí, saltando con
ambos pies. Tu nunca has... engañando. Jugado en el campo. Así que... si quieres
conectar con otras personas —Aprieta su mandíbula, como si las palabras
estuvieran tratando de quedarse dentro, y él tuviera que obligarlas a salir—. Yo
estoy bien con eso.
Mi cara se llena de confusión—. ¿Has venido hasta aquí, para decirme que
quieres... ver a otras personas?
Traga duro—. Sí. Ya sabes, mientras yo todavía este en la rotación.
El sexo siempre ha sido una prioridad para Drew. De esto se trata, ¿verdad?
No quiere el bebé, pero no quiere dejar de acostarse conmigo tampoco. Tener su
pastel y todo eso. Sin ataduras.
Es como un episodio de Jerry Springer.
—¿Cómo funcionaría eso exactamente, Drew? ¿Un polvo rápido en nuestro
almuerzo? ¿Una llamada a medianoche? ¿Sin hablar, sin preguntas?
Parece enfermo—. Si eso es lo que quieres.
Y estoy tan... decepcionada. Asqueada.
Con él.
—Vete a casa, Drew. Estás perdiendo tu tiempo. No tengo ningún deseo de
jugar en el campo en este particular momento de mi vida.
Esto lo toma por sorpresa—. Pero... ¿por qué no? Pensé... —se va a la deriva. Y
entonces sus ojos se endurecen—. ¿Esto es sobre él? ¿En serio estás diciéndome
que toda está mierda es porque él significa tanto para ti?
No me gusta su tono. Es despectivo, burlándose. ¿Dije que era una mariposa
antes? Nop. Soy una maldita leona.
—Significa todo para mí —Lo señalo con mi dedo—. Y no dejaré que me hagas
sentir mal por ello.
Se estremece, como si lo acabara de electrocutar con una pistola de
aturdimiento. Cinco mil voltios directamente en su pecho. Pero luego se recupera.
Y dobla sus brazos obstinadamente. Completamente, sin arrepentimiento—. No me
importa. Eso no importa una mierda.
Si llenas un neumático con aire en exceso, empujándolo más allá de su límite,
¿sabes qué pasa?
Explota.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Qué diablos te pasa?
Se vuelve a mí—. ¿Hablas en serio? ¿Qué pasa contigo? ¿Estás drogada?
¿Tienes algún jodido trastorno de personalidad que no he descubierto? ¡Dos años,
Kate! Por dos años te he dado todo... y tú... sólo lo tiraste al desagüe.
—¡No digas eso! ¡Los dos últimos años han significado todo para mí!
—Entonces actúa como tal. ¡Jodido Dios todopoderoso!
—¿Cómo voy a actuar, Drew? ¿Qué quieres de mí?
Grita—. ¡Quiero cualquier parte de ti que estés dispuesta a darme!
Caemos en silencio.
Respirando con dificultad.
Mirando fijamente al otro.
Y su voz es baja. Derrotada—. Voy a tomar lo que sea, Kate. Solo... no me
digas que termino. No aceptare eso.
Doblo mis brazos sobre mi pecho, y el sarcasmo crepita en el aire como
estática—. No parecías tener problema aceptándolo cuando tu lengua estaba en la
garganta de la stripper.
—La hipocresía realmente no se ve bien en ti, Kate. Me redujiste a cenizas.
Creo que merecías un poco de tu propia jodida medicina.
Ves esto todo el tiempo. En las revistas de celebridades, en la televisión. Un
minuto, las parejas son como almas gemelas, nunca se habían sentido así, saltando
de arriba y abajo en el sofá de Oprah enamorados. Y al siguiente, están atacándose
unos a otros, arrastrando a los abogados a la batalla por el dinero, o casas... o los
niños. Siempre me pregunté cómo sucede eso.
Echa un vistazo. Así es cómo.
—Bueno, unas palmaditas para ti en la espalda, Drew. ¿Querías hacerme
daño? Lo has hecho. ¿Te sientes mejor?
—Sí, estoy emocionado. Un regular campista feliz. ¿No puedes decirlo?
—¿Puedes dejar de actuar como un niño por cinco minutos?
—Depende. ¿Puedes dejar de actuar como una perra sin corazón?
Si estuviera lo suficientemente cerca, lo abofetearía.
—¡Te odio!
Él sonríe fríamente—. Considérate afortunada. Ojalá pudiera odiarte, oré por
ello. Para sacarte de mí sistema. Pero todavía estás ahí, debajo de mi piel, como
una fatal y maldita enfermedad.
¿Has trabajado en uno de los crucigramas del periódico? Estás decidida a
terminarlo, empiezas tan segura que puedes, pero luego se vuelve muy difícil. Muy
agotador.
Así que te rindes. Solo has...terminado.
Presiono una mano en mi sien. Y aunque trato de poner un frente fuerte, mi
voz sale pequeña—. No quiero hacer más esto, Drew. No quiero pelear. Podemos
seguir y seguir dando vueltas así todo el día, pero no va a cambiar nada. No tendré
media relación contigo. Eso es no-negociable.
—¡Mentira! Todo es negociable. Depende de cuánto están dispuestas a doblar
las partes —Y luego está rogando—. Y lo haré, Kate, me doblare. Ódiame todo lo
que quieras, pero no me dejes.
Y parece tan abatido. Desesperado. Tengo que dejar de reconfortarlo. De
ceder, de decir que sí. Hace unos días lo habría hecho. Habría saltado en la
oportunidad de comer de sus migajas. Para mantenerlo en mi vida, de cualquier
forma que pudiera.
Pero hoy no.
Porque esto ya no es sólo sobre mí—. Ahora soy un acuerdo global. Tienes que
querernos a los dos.
Sus puños se agitan en el aire, buscando algo que golpear—. ¿De qué diablos
estás hablando? —ruge—. ¡Esto es como estar atrapado en una jodida película de
Tim Burton, donde nada tiene sentido! ¡Nada de esto tiene un maldito sentido!
—¡Me refiero al bebé! No voy a llevar a un bebé en una relación donde no lo
quieren. No es justo. No está bien.
No pensé que era posible que una persona se pusiera más pálida de lo que
Drew estaba cuando llegó por primera vez y seguir con vida. Pero me equivoqué.
Porque su rostro se pone más blanco. Cerca de dos tonos.
—¿Qué? ¿Qué es... —me escudriña tratando de ver la respuesta antes de
preguntar—... estás embarazada?
Te hace pensar que tan duro le golpeo Delores, ¿no?
—¡Por supuesto que estoy embarazada!
Toma un paso adelante. Y su rostro parece ser una de esas máscaras de teatro,
horror y esperanza de lado a lado—. ¿Es mío?
No respondo enseguida porque estoy muy sorprendida por la pregunta.
—¿De quién…de quién más sería?
—Bob —Dice como algo natural. Como si realmente creyera lo que está
hablando.
—¿Bob?
—Sí, Kate. Bob. El tipo que significa todo para ti. Obviamente le has estado
follando, ¿cómo diablos sabes que el bebé no es suyo?
Me paseo a través de mi Rolodex25 mental, buscando un Bob, tratando de
averiguar por qué, en nombre de Dios, Drew piensa que lo estaría follando—. El
único Bob que conozco es... es Roberta.
Esto toma el viento lejos de sus velas—. ¿Quién?
—Roberta Chang. Bobbie, Bob. Fui a la escuela con ella. Es una ginecóloga.
Me viste ir a su oficina la noche que me seguiste. Es cómo sabías que...
Sus ojos se ensanchan, pensando. Y entonces sacude la cabeza con
incredulidad.
En negación.
—No. No, te vi con un tipo. Te encontraste con él. Te levanto y te abrazó. Te
besó. Él tenía comida.
Me toma un momento procesar sus palabras, y luego recuerdo—. Oh, ese fue
Daniel. El marido de Roberta. También vivía con nosotros durante la carrera. Se
mudaron a la ciudad hace unos meses. Te hablé acerca de ellos.
La expresión de Drew es ilegible. Luego toma una mano y se frota la cara,
duro, como si quisiera raspar su piel—. Está bien, sólo... sigue conmigo por un
segundo. ¿Cuándo escribiste el nombre de Bob en tu calendario, hablabas de
Roberta, quien es una mujer y ginecóloga con la que fuiste a la escuela en Boston?
—Sí.
—Y el tipo con el que te vi, en el estacionamiento, ¿es su marido y un amigo
tuyo?
—Sí.
Su voz es fuerte. Tensa—. ¿Y crees que hemos estado luchando todo este
tiempo porque...?
—Porque no quieres que yo tenga el bebé.
¿Has visto un rascacielos demolerse? Yo sí. Colapsa. De arriba hacia abajo,
para no dañar los edificios de al lado. Y eso es exactamente lo que Drew hace.
Frente a mis ojos. Él se derrumba.
Sus piernas ceden y cae de rodillas—. Oh, Dios... Jesucristo... No puedo
creer... joder... Soy un idiota... tan estúpido...

25 Rolodex: es un dispositivo de archivo de rotación que se utiliza para almacenar información de contacto comercil.
Y yo voy abajo con él—. ¿Drew? ¿Estás bien?
—No, no, Kate... Estoy lejos de estar bien, es algo que asusta.
Tomo sus manos y sus ojos encuentran los míos. Y así, todo tiene sentido.
Finalmente.
Las cosas que hizo.
Las cosas que dijo.
Todo encaja como la última pieza de un mosaico.
—¿Creías que estaba teniendo un amorío?
Asiente—. Sí.
El mundo da vueltas y apenas estoy respirando—. ¿Cómo pudiste pensar eso?
¿Cómo puedes creer que era posible que te engañara?
—El nombre de un tipo estaba en tu calendario... y mentiste....y te vi
abrazando a ese hombre. ¿Cómo pudiste pensar que no quiero a un bebé? ¿Nuestro
bebé?
—Me dijiste que tuviera un aborto.
Sus manos se aprietan alrededor de las mías—. Yo nunca te diría eso.
—Lo hiciste. Me dijiste que acabara con esto.
Niega con la cabeza y gime—. Que pusieras fin a la aventura, Kate. No al bebé.
Mi barbilla se levanta defensivamente—. Pero yo no estaba teniendo una
aventura.
—Bueno, yo no sabía esa mierda.
—Bueno, deberías haberlo sabido.
Aparto mis manos de las suyas y lo empujo por los hombros—. ¡Dios, Drew! —
Me levanto, necesitando alejarme de él, porque es demasiado—. ¡No puedes tratar a
la gente así! ¡No puedes tratarme así!
—Kate, yo….
Me giro y lo señalo con el dedo—. ¡Si me dices que lo sientes, voy a patear tus
pelotas tan arriba que van a ser tus cuencas oculares, lo juro por Dios!
Cierra la boca. Movimiento inteligente.
Empujo mi pelo fuera de mi cara. Y camino de un lado a otro.
¿Se supone que debería sentirme mejor ahora? ¿Porque realmente fue un
error?
Si una casa es destruida por un rayo, ¿crees que los dueños estarán animados
por el hecho de que el rayo no pretendía atacar su casa?
Por supuesto que no.
Porque el daño ya está hecho.
—Lo arruinaste, Drew. Estaba tan emocionada de contarte... y ahora cada vez
que pienso en ello, todo lo que recordaré será lo horrible que ha sido todo esto —
Dejo de caminar. Y mi voz tiembla—. Te necesitaba. Cuando vi la sangre... cuando
me dijeron que estaba perdiendo al bebé...
Drew extiende la mano hacia mí, aún en sus rodillas—. Cariño, no sé qué estás
diciendo...
—¡Por qué no estabas aquí! ¡Si hubieras estado aquí entonces lo sabrías, pero
tú no estabas! Y... —Mi voz se quiebra y las lágrimas desdibujan mi visión—. Y tú lo
prometiste. Prometiste no hacer esto... —Cubro mi cara con mis manos, y lloro.
Lloro por cada segundo de inútil dolor. Por la grieta que está todavía entre
nosotros, y por las decisiones estúpidas que creó. Y no me refiero sólo a las suyas.
Soy una chica grande, acepto mi parte de culpa.
Drew puede haber apretado el gatillo, pero yo cargué el arma.
—Kate... Kate, por favor... —sostiene su mano hacia mí—. Por favor, Kate.
Se ve destrozado. Y lo sé, sé que no soy la única que ha sufrido.
Aun así, niego con la cabeza. Porque sólo existen repeticiones en los juegos
del patio. La vida real no tiene devoluciones.
—No, Drew —Giro mi espalda hacia él y camino hacia el coche.
Pero sólo doy unos pasos antes de hacer una pausa y mirar hacia atrás.
¿Lo ves?
Sobre sus rodillas, la cabeza en sus manos. Como un hombre esperando al
verdugo.
Cuando pienso en Drew, dos palabras siempre se destacan: pasión y orgullo.
Están arraigadas. Quién es. Las discusiones, el trabajo, el amor, es lo mismo para
él. Toda una máquina. Sin dudarlo, sin contenerse. Y Drew sabe lo que vale. No se
establece. No se compromete. No tiene que hacerlo.
—¿Por qué estás aquí? —susurro, tan bajo, que no sé si me escuchó.
Pero su cabeza se levanta—. ¿Qué quieres decir?
—¿Pensaste que te engañé?
Hace una mueca—. Sí.
—¿Pensaste que podía estar enamorada de alguien más? —Él asiente—. Pero...
viniste por mí. ¿Por qué?
Sus ojos viajan por mi cara. Es la forma en que me mira por la mañana,
cuando se despierta antes que yo. Es la forma en que me mira cuando piensa que
no estoy mirando.
—Porque no puedo vivir sin ti, Kate. Ni siquiera sé cómo intentarlo.
Yo estaba en inglés avanzado en la escuela secundaria. Durante semanas,
analizamos Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. En la mayoría, Heathcliff es el
villano. Es a menudo cruel, despiadado. Y como lector, se supone que lo odio.
Pero nunca he podido. Porque a pesar de todos sus despreciables actos,
amaba tanto a Cathy.
Acompáñame siempre —adopta cualquier forma— ¡vuélveme loco! Solo no me
dejes en este abismo, donde no te encuentro.... ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No
puedo vivir sin mi alma!

Algunos de ustedes van a decir que debería haber castigado más a Drew. Pero
él va a hacer un mejor trabajo del que yo nunca podría. Otros van a decir que debí
haberlo hecho trabajar más. Pero todos sabemos que lo hará.
Y a veces, el perdón es egoísta. Lo damos no porque se lo ganaron, sino
porque es lo que necesitamos. Para encontrar la paz. Estar completos.
Puedo vivir sin Drew Evans. Ahora, lo sé. ¿Pero si tuviera una opción?
No quiero ni siquiera intentarlo.
Hay sólo una docena de pasos que nos separan, y corro todos y cada uno de
ellos. Me tiro a él, y me atrapa. Envuelve sus brazos alrededor de mí y me abraza, y
no puedo hacer que el aire entre en mis pulmones.
Pero no importa. Porque Drew me está sosteniendo, ¿quién necesita respirar?
—Lo siento, Kate... Dios, lo siento tanto, joder —Suena tan desolado.
Y lágrimas surgen de mis ojos—. No pensé que alguna vez... cuando dijiste...
—Shh... No quise decirlo. Lo juro por Mackenzie que no quise decir nada de
eso. Nunca quise... —entierra su cara en mi cuello y su arrepentimiento escapa de
sus ojos y penetra en mi camisa.
Me presiono más contra él—. Lo sé, Drew. Sé que no —Sus manos recorren mi
pelo, acarician mi cara, brazos y espalda.
—Te amo, Kate. Te amo tanto.
El año pasado, Drew y yo fuimos a Japón. Un día nos detuvimos en una
tienda de árboles de bonsáis. Tienen un aspecto extraño, ¿no crees? Con sus
raquíticos troncos y ramas retorcidas. El dueño de la tienda nos dijo que son los
nudos y las torceduras los que lo hacen fuerte, que impiden que se astille incluso
durante la tormenta más dura.
Así es como somos Drew y yo.
Sus labios tocan mi frente, mis mejillas. Tiene mi cara en sus manos y yo
enmarco la suya con las mías. Y nos besamos. Nuestras bocas se mueven en
sincronía, feroces y hambrientas, tierno y lento. Y todo lo demás, cada lesión, cada
palabra dura, se derrite lejos como la nieve al sol.
No tiene importancia. Porque estamos juntos. Encontraremos nuestro
camino.
Drew presiona su frente contra la mía, y luego su mano cubre mi estómago.
Su tacto es reverente y su voz está atemorizada—. ¿Estamos realmente teniendo un
bebé?
Me río, aunque todavía están cayendo las lágrimas—. Sí. Lo estamos.
¿Realmente quieres?
Limpia la humedad de mis mejillas—. ¿Contigo? ¿Estás demente? Es una de
las pocas fantasías que me queda. Tener veinte niños, darle a esos raros Duggar un
plazo por su dinero.
Me río otra vez, y se siente tan bien. Tan correcto. Pongo mi cabeza sobre el
hombro de Drew. Su rostro se reclina contra mi cabello, inhalando.
Y entonces promete—. Está bien, Kate. Vamos a estar bien ahora.
Y yo le creo.
Traducido por Lucia Black
Corregido por LuVelitta
No sé cuánto tiempo nos quedamos así, en el suelo tranquilamente
aferrándonos el uno al otro, pero cuando nos levantamos, el sol se había movido
hasta estar bajo en el cielo, iniciando su descenso al anochecer. Drew me convenció
de dejar mi coche aquí, que regresaríamos por él más adelante. Está preocupado de
que yo esté demasiado cansada, demasiado emocional para conducir con
seguridad. Por una vez, no discuto con él.
Mientras nos conduce a la cafetería, mantiene una mano en el volante y la
otra en mí, mi muslo, mi hombro, o suavemente entrelazada con la mía. Y es un
consuelo. Maravilloso. Esperaba este momento, lo quería más de lo que he deseado
algo.
Tenerlo aquí, conmigo, amándome, sinceramente nunca pensé que
estaríamos juntos así otra vez.
Es como una película. La reunión. La reconciliación. El final feliz.
El único problema es que en la vida real, no hay ninguna canción sonando de
fondo. Sin créditos rodando. En la vida real, tienes que lidiar con lo que sucede
después de la reunión. Las consecuencias de las cosas que se dijeron, las
consecuencias de las cosas que hiciste, que casi lo destruyen todo.
Que todavía podrían.
Es por eso que vemos películas, porque la vida real nunca es tan fácil.
Y esto no quiere decir que no estoy muy feliz de una manera que
completamente no puedo describir. A pesar de lo que he dicho antes, hay un cálido
confort en las conocedoras palabras de Drew, la stripper, todo esto deriva de un
terrible malentendido.
Es la oración de cada persona a la que le han comunicado desgarradoras
noticias. Su hijo murió en un accidente de coche. Tiene cáncer en fase cuatro. La
esperanza está siempre en que el portador esté equivocado. Un problema con la
identificación. Un diagnóstico erróneo.
Un error.
Pero, ¿qué pasa después de los ―errores‖? ¿Después de haberlo aceptado como
verdad, o desperdiciado los ahorros de tu vida porque pensaste que sólo tenías una
semana de vida? ¿Qué haces entonces?
Seguir adelante. Reconstruir. Escalas tu camino del fondo con la
determinación de que no sólo la vida volverá a la normalidad, sino que será mejor y
más dulce.
Porque en retrospectiva es más que 20/20. La perspectiva no sólo cambia
cómo ves las cosas, cambia lo que sientes. Y una vez que crees que lo has perdido
todo, valoras cada momento infinitamente más.
Nos detenemos en el estacionamiento del restaurante y entramos por la
puerta trasera de la cocina, tomados de la mano. Como dos adolescentes que no
sólo sobrepasaron su toque de queda, sino que se quedaron fuera toda la noche,
asustando a todo aquel que se preocupa por ellos casi hasta la muerte.
Mi madre se encuentra en el mostrador, picando furiosamente zanahorias
crudas con un reluciente cuchillo. No es difícil adivinar que está imaginando que la
zanahoria es algo completamente distinto. George se sienta en la mesa al lado de
Billy. Dee Dee, al otro lado de él. Su teléfono celular en su oreja.
Cuando ella nos pilla, dice en voz baja—. Están aquí. Te llamaré después —Y
termina la llamada.
Mi mamá levanta la cabeza. Golpea el cuchillo hacia abajo y se gira para
enfrentarnos. Luego se centra en nuestras manos unidas y fulmina con la mirada a
Drew.
—Tienes mucho valor al mostrar tu cara otra vez.
Drew toma un resignado aliento y trata de responder—. Carol…
Mi mamá le corta—. ¡No quiero escucharlo! No puedes hablar —Apunta a
mí—. Me doy cuenta que mi hija es una mujer adulta pero, ¿para mí? Ella es mi
bebé. Mi único bebé. Y lo que le has hecho pasar es inexcusable.
Él intenta otra vez—. Entiendo…
—¡Te dije que no puedes hablar! No hay nada que puedas decir que haga esto
mejor.
—Kate y yo…
—¡Cállate! Cuando pienso en cómo se veía cuando llegó… ¿Por qué crees que
sólo puedes entrar en su vida, después de las cosas que le dijiste? ¡Después de lo
que hiciste!
Drew mantiene la boca cerrada.
Y mi madre grita—. ¡Bueno, no te quedes ahí! ¡Responde!
Siempre he pensado de mi madre como la calma frente al caos. Racional. Esa
imagen está ahora totalmente quemada.
Drwe abre su boca, pero no sale nada. En cambio, vuelve sus ojos perplejos a
mí. Y salgo al rescate—. Mamá, fue un horrible error. Drew no sabía sobre el bebé.
—¡Dijiste que le habías contado sobre el bebé, y que su reacción fue contratar
a una stripper barata!
Y mi novio recién titulado creyó que era una buena idea señalar—. No era
barata, créeme.
Entierro las uñas en la palma de su mano para callarlo.
Luego explico a mi mamá—. No, no lo sabía. Pensó que yo estaba hablando de
otra cosa. Todo fue un malentendido.
Dee Dee interviene—. Ahora esa es una canción que he escuchado antes. Esa
melodía está empezando a ser muy vieja.
Ruedo mis ojos—. Ahora no, Dee.
Mi madre cruza sus brazos y pisotea con su pie—. No puedo tenerlo bajo mi
techo, Katherine. No es bienvenido aquí.
Y por esa razón nunca debes quejarte con tu familia sobre tu pareja. Ellos no
lo conocen como tú lo haces, seguro como el infierno que no lo aman como tú. Así
que nunca, jamás, le perdonaran como tú lo harás.
Aunque puedo ver de dónde viene mi mamá, tengo mucho en mi plato en este
momento. Y realmente no está ayudando en esta situación.
—Si ese es el caso, entonces no me quedaré aquí tampoco.
Mi mamá se ve conmocionada y sus brazos caen a sus lados.
Y Delores dice—. Oye, idiota… —Drew mira en su dirección—. Sí, tú. Esta es la
parte donde se supone que dices que no quieres meterte entre Katie y su madre.
Que irás a alojarte en un hotel.
Drew resopla—. Supongo que no soy tan caballeroso. Yo me quedo con Kate.
Dónde ella vaya, yo voy.
Dee sonríe—. Ay, es como Jack y Rose en Titanic —Levanta la mano—. ¿Quién
más está esperando que este idiota termine igual que Jack?
La ignoro y me concentro en mi madre. Cuya voz está implorando—. Ha sido
un día emotivo, Katie. Necesitas espacio, distancia, así puedes pensar claramente.
Niego con la cabeza—. No, mamá. He tenido toda la distancia que puedo
aguantar. Drew quiere a este bebé. Él me ama. Necesitamos hablar para arreglar las
cosas —Miro a Dee Dee—. Sin audiencia, ni participación.
Entonces me giro a mi madre—. Y esto no fue toda culpa suya. He cometido
errores también.
Como muchas madres, la mía es renuente a reconocer las fallas de su hija—.
¿Eso es lo que te dijo? ¿Qué es tu culpa?
—No, eso yo lo sé. Parte de esto es mi culpa, mamá —Suspiro—. Tal vez sería
mejor para todos si Drew y yo vamos a un hotel.
La testarudez es aparentemente hereditaria, porque ella dice entonces—. No.
No te quiero en un hotel. Si quieres que se quede, no voy a objetar. Pero no me
gusta —Fulmina a Drew—. Mantente lejos de mí, si sabes lo que es bueno para ti.
Entonces escapa fuera de la habitación.
George se levanta—. Debería ir a hablar con ella —Antes de irse, se vuelve a
Drew y sostiene su mano—. Me alegro de verte, hijo.
Drew suelta mi mano para sacudir la de George, que se transforma en el
abrazo-golpe-en-la-espalda de los hombres—. Es bueno saber que alguien lo hace,
George.
George sonríe y sale detrás de mi madre.
A continuación, Billy se levanta frente a nosotros.
Si te fijas bien, puedes ver el pecho de Drew inflarse, como un mono en la
selva salvaje, preparándose para luchar hasta la muerte por el último plátano.
—¿Hay algo que desees agregar, Warren?
Billy mira a Drew. Y entonces lo desestima, volviendo su mirada hacia mí.
—Le dije que estarías en el parque porque sabía que era lo que querías.
Sonrío amablemente—. Lo era. Y agradezco lo que hiciste. Ambos lo hacemos.
Empujo a Drew con mi codo. Él sólo se encoje de hombros, sin
comprometerse.
Y Billy dice—. No lo necesitas, Katie. Es así se simple.
—Lo amo, Billy. Es así de simple.
Sostiene mi mirada por otro momento, y sacude la cabeza y levanta sus manos
en señal de rendición—. ¿Para el registro? Necesitas dos cubetas de terapia, como
ayer. Confía en mí, reconozco algo disfuncional cuando lo veo.
Cabeceo una vez—. Lo mantendremos en mente.
Drew se burla—. Lo que sea.
Delores se levanta junto a Billy y se dirige a Drew—. Voy a disfrutar viendo
como intentas salir del tanque séptico lleno de mierda que has cavado para ti
mismo. Eso va a ser mejor que cualquier cosa que puedo pensar en hacer —Agrega
como un pensamiento posterior—. Y si no lo es… tengo que ser realmente creativa.
No estés demasiado decepcionada por la falta de retribución de Dee. Como la
verdadera amiga que es, ella respeta mis decisiones, incluso si no está de acuerdo
con ellas. Sabe cuándo retroceder y dejarme encargarme de las cosas.
O… simplemente está comprometiendo su tiempo.
Dee me tira en un abrazo y me dice al oído—. No dejes que joda su salida de
ésta. Los orgasmos múltiples son sólo una curita, no una cura.
Suelto una risita—. Gracias, Dee.
Se gira a Billy—. Vamos. Vamos a ver si Amelia puede dejar de hacer el sucio
con el Sherriff Mitchell lo suficiente para hacernos algo de cenar.
Billy hace una mueca—. Es muy pronto para bromear sobre eso.
Caminan por la puerta trasera, dejándonos a Drew y a mí por nuestra cuenta.
Dirijo mi mano a su bíceps—. George no es el único que está feliz de verte. En
caso de que no lo dijera antes… Estoy muy contenta de que estés aquí.
Drew sonríe con ternura y toca mi mejilla—. Lo sé.
***

Subimos a mi cuarto y cierro la puerta detrás de mí. Camino alrededor de la


cama y me deslizo de mis zapatos, empujándolos. Las sombras se dibujan, y
enciendo la lámpara de la mesilla, llenando el cuarto con un cálido y tenue
resplandor.
—Puede tomar algún tiempo para que mi madre entienda todo.
Probablemente no será muy agradable contigo mientras tanto.
Drew se sienta en el borde de la cama y se encoje de hombros—. No estoy
preocupado por tu madre.
—¿No?
—Ella te ama. Va a caer en línea cuando se dé cuenta de que soy lo que
quieres. Que te hago feliz. Lograr eso es mi única preocupación en este momento.
Estamos en silencio durante unos segundos. Me siento en la cama junto a él,
metiendo mis pies debajo de mis piernas. Frota sus palmas en sus muslos.
Pensando.
Luego, dice lo que obviamente está en su mente—. Así que… ¿Warren ha
estado aquí todo el tiempo?
Aunque Drew habló con Billy antes de venir a buscarme al parque, creo que su
presencia no se registró totalmente hasta ahora.
—Billy vino a casa a visitar a Amelia. Se detuvo en el restaurante unos días
después que llegué a casa.
—¿Y los dos han estado… saliendo?
Sé a dónde va con esto. Como un experto abogado, organizando su
interrogatorio con un testigo que está esperando que tropiece. Sentando las bases,
construyendo a la pregunta que volará el caso abierto.
Bajo la mirada a mi cama, incapaz de encontrarme con sus ojos. Sintiéndome
culpable, aunque técnicamente, no debería.
Los hábitos de Drew no son los únicos que no mueren. Como siempre, la
dilación es mi amigo.
—¿Esta es una conversación que quieres tener ahora? —pregunto.
Se ríe con dureza—. ¿Para el registro? Esta no es una conversación que quiero
tener alguna vez. Pero es mejor sacar toda esta mierda del camino ahora —Agita su
cabeza ligeramente—. ¿Qué hiciste, Kate?
Mi cabeza se levanta. Y me siento insultada, a la defensiva, ante su implícita
acusación.
—¿Qué hice yo? Tienes muchas bolas al hacerme esa pregunta.
Se encoge de hombros—. Creo que son bastante impresionantes, gracias. Pero
mis bolas no son el tema de esta discusión en particular. ¿Te lo follaste?
—¿Te tiraste a la stripper?
—Pregunté primero.
Eso me trae corta. Y probablemente me reiría, si todo esto no fuera tan triste.
En una voz resignada le digo—. No, no follé con Billy.
Drew suelta su aliento contenido. Y su voz se suaviza—. Yo tampoco. Quiero
decir… no Warren… No follé con la stripper tampoco.
Me levanto de la cama—. ¿Querías?
Dado el pasado de Drew, en preferencia por la variedad, creo que es una
pregunta justa. Como lo veo, esta era su oportunidad para revivir los días cuando la
diversidad era su norma.
—Ni siquiera un poco —Desliza un dedo en el cinturón de mis pantalones y
me tira hacia sus rodillas abiertas. Sus manos descansan en mis caderas mientras él
me mira—. ¿Recuerdas esa horrible película que me hiciste ver el año pasado? ¿Esa
con el tipo de The Office?
Habla de Loco y estúpido amor. Asiento con la cabeza.
Drew continúa—. Y al final, cómo él dijo ―incluso cuando te odié, te amé‖.
Asiento otra vez.
—Fue así. Nunca fue sobre lo que quería, era lo que pensé que tenía que hacer.
Siempre fue todo sobre ti. Estabas en mi cabeza, en mi corazón… aun cuando tú ya
no estabas ahí… tú todavía estabas jodidamente allí.
Nunca va a ser un buen momento para decirlo. Mentirle o no decirle, no es
una posibilidad.
—Billy y yo nos besamos.
Sus manos agarran mis caderas más apretadamente. Las palabras cuelgan en
el aire, como un fuerte hedor.
Cuando no responde, insisto—. No significó nada.
Drew sonríe amargamente—. Claro, no.
—Estaba herida. Y confundida. Fue sólo unos segundos. Y no fue por deseo o
atracción. Fue sólo por…confort.
Drew me mueve a un lado y se levanta. Luego empieza a caminar
marcadamente. Todos los músculos de su cuerpo están tensos y contraídos—. Te
dije que esto pasaría. Todo este tiempo, jodidamente te lo dije. Ese imbécil ha
estado esperando la oportunidad para hacer su camino en tus pantalones otra vez.
—No fue así, Drew. Era inocente.
La imagen del lascivo beso de Drew con la stripper golpea la vanguardia de
mis pensamientos. Y mi enojo está justo detrás de él—. No fue nada de lo que
hiciste. Lo que tuve que observarte hacer.
—¿Y eso se supone que me va a hacer sentir mejor?
—¡No estoy tratando de hacerte sentir mejor! Estoy tratando de explicar lo
que pasó. Así podemos dejarlo atrás y seguir adelante. Eso es lo que quieres ¿no?,
¿verdad?
La desesperación en mi voz debió llegar a él, porque se detuvo en su caminar y
me miró por varios segundos.
Sus ojos azules mostraban beligerantes sentimientos de indignación y buena
comprensión. Con el deseo de entregarse a una furia que no sirve, una furia que
Drew debería saber, que no tiene derecho a sentir.
Suelta un respiro y se sienta en la cama—. Sí, eso es lo que quiero.
Sonrío tristemente—. Yo también.
No me mira a mí, sino que mira directamente a la puerta de mi cuarto.
—¿Fue sólo un beso?
—Sí.
—¿Sin segunda base? ¿Sin deslizarse a tercera?
Ruedo mis ojos—. No.
Tensamente asiente—. Bien, bien. Eso iguala las cosas, supongo —Está callado
por un momento. Luego dice con firmeza—. No quiero que hables con él otra vez.
Jamás.
—Drew…
—Lo quiero decir, Kate. No quiero que llame al apartamento o te envié correos
electrónicos. No quiero que se encuentren para un maldito almuerzo o una noche
de chicas fuera —Sus ojos queman en los míos cuando declara—. Quiero a Billy
Warren fuera de nuestra vida. Permanentemente.
Cierro los ojos. Porque sabía que esto iba a ocurrir. Y creo que no entiendo
cómo se siente Drew. Tal vez tú ni siquiera coincidas con él.
Pero elegir entre Billy y Drew no es una opción. Tal vez sea egoísta, pero los
necesito a los dos. Drew es mi amante, el amor de mi vida, el padre de mi hijo. Pero
Billy es mi mejor amigo, allí junto a Dee Dee.
—Es mi amigo —Mi expresión es estoica, diciéndole sin palabras que no me
rendiré. No en esto, no esta vez.
Aprieta su mandíbula—. ¿Cómo puedes pedirme que haga esto? ¿Cómo
jodidamente esperas que lo mire, te vea hablando con él y no destruirlo?
Tomo las manos de Drew en las mías, manteniéndolas oprimidas—. Si tú y yo
decidimos no seguir juntos, aun así no estaría con Billy otra vez. Jamás. Y él no
querría estar conmigo.
—Y cuando llegué aquí, creía que no querías a este bebé. Y no pensé que
podría tenerlo sola. Billy me hizo ver que podía. Y lo más importante, me ayudó a
darme cuenta que yo lo quería.
Drew se da la vuelta.
Ahueco su rostro en mis manos y lo atraigo de vuelta a mí—. Si Billy no
hubiera estado aquí para mí, existe la posibilidad de que hubiera abortado antes
que vinieras. Piensa en eso. Piensa en lo que habríamos perdido, Drew. Y que
nunca habría podido perdonarme a mí misma, o a ti. Le debo eso. Le debemos eso.
Cierra los ojos firmemente. En realidad no espero que concuerde conmigo. Es
una pastilla difícil de tragar para cualquier hombre, especialmente un hombre
como Drew. Pero él escucha. Y sólo puedo esperar que piense en lo que he dicho y
se dé cuenta que mi vida, nuestra vida, es mejor con un amigo como Billy en ella.
El hecho de que no esté activamente en desacuerdo conmigo es suficiente por
ahora.
Frota sus ojos fatigosamente con las palmas de sus manos. Cuando caen, me
hace una pregunta. Y hay curiosidad rebozando cada sílaba—. ¿Por qué no me
dijiste, Kate? Cuando primero creíste que podrías estar embarazada. ¿Por qué no
dijiste nada?
Es algo que te has estado preguntando, ¿verdad? Nada de esto hubiera
ocurrido si yo no hubiera mantenido mis sospechas para mí misma.
Si Woody hubiese ido directamente a la policía…
—Estaba aturdida. Asustada. No sabía cómo me sentía sobre la posibilidad de
estar embarazada y… No sabía cómo te sentirías con ello. Necesitaba tiempo para
procesarlo. Aceptarlo para finalmente estar entusiasmada al respecto. Y lo estaba.
Después de mi cita con Bobbie, estaba feliz. Iba a decirte… pero… era demasiado
tarde.
Drew me dijo—. Intenté tan duro no saltar a conclusiones. Otra vez. Cuando vi
el nombre de un tipo en tu calendario y luego me mentiste sobre a dónde
ibas…Estaba realmente enojado. Pero entonces me calmé y pensé que tal vez era
una cosa buena. Tal vez ibas a comprarme algo, o planear una sorpresa.
—¿Y en lugar de preguntarme, o esperar a ver cuál era la sorpresa, me
seguiste?
—No podía sólo permanecer allí. Tenía que hacer algo. Y luego te vi, en el
estacionamiento, pareciendo feliz al ver a ese hijo de puta. Nunca pensé que me
engañarías. No quería creerlo, pero ahí estaba delante de mí.
—Mi abuela solía decir “No creas nada que oigas y sólo la mitad de lo que
ves”.
Drew resopla—. Era una jodida genio.
Estoy dispuesta a aceptar el papel de la situación, pero no tengo un complejo
de mártir. Así que le pregunto—. Si creías que te estaba engañando, ¿por qué no
pudiste reaccionar como un chico normal? Golpear una pared o emborracharte.
¿Por qué tienes que inventar estos planes diabólicos, como un súper villano de
Batman?
Niega con la cabeza y toca mi cabello—. Cuando pensé en lo que vi… fue una
pesadilla. Fue un infierno. Nada que Dios o Satanás podrían soñar con hacer se
acercaba a una sensación tan horrible como esa.
—Me identifico.
—Y sólo quería que se fuera. El maldito y aplastante dolor. Incluso por un
rato. Después compré la botella de Jack, fui al club de caballeros donde los
muchachos y yo solíamos ir en los viejos tiempos. Ella sólo estaba… ahí. Y ya sabes
lo que dicen, la mejor manera de superar a alguien es estar encima de alguien más.
—Nadie ha dicho eso, Drew.
—Bueno, deberían hacerlo. De todos modos, tenía la idea que si me veías con
otra persona, te darías cuenta de lo que te estabas perdiendo. Y entonces podrías
parar… y volver a mí. Suplicando clemencia. Mi perdón. Lo tenía todo planeado.
Secamente, respondo—. Sí, eso funcionó muy bien.
—Dije que era un plan, no dije que era un buen plan —Se vuelve sombrío—.
Cuando te fuiste… me puse un poco loco. No podía creer… que no me eligieras —Y
suena tan roto, tan diferente del hombre con el que he vivido dos años.
Cargada de culpa y pena, lágrimas caen de mis ojos—. Lo siento.
Drew me tira en sus brazos. Descansa sus labios contra mi cuello mientras
profesa—. Lo siento, Kate —Luego retrocede y limpia mis mejillas—. Por favor, no
llores. No quiero hacerte llorar nunca más.
Aspiro y froto la humedad de mis ojos—. La primera noche, después de la
cena en casa de tus padres, ¿qué dirías si te lo hubiera dicho entonces?
Una pequeña sonrisa levanta sus labios cuando imagina el maravilloso qué
pasaría si—. Hubiera ido a la farmacia, sin importar qué hora era y habría
comprado una de esas pruebas de embarazo caseras. ¡O diez! Y me habría sentado
en la mesa contigo mientras que tomabas un galón de agua así podríamos usar cada
uno.
Suelto una risa llorosa porque eso suena bien.
—Y cuando todos ellos hubieran dado positivo, los habría alineado y tomado
una foto con mi teléfono, así podríamos enviarle un texto a tu mamá y a mis
padres, a Matthew y Alexandra. Y luego te hubiera recogido en mis brazos y llevado
a la habitación, y hubiese pasado las próximas horas agotándonos. Pero hubiera
sido lento, suave, porque probablemente habría estado preocupado por hacerte
daño. Y luego, después, cuando estuviéramos yaciendo ahí... te habría dicho que no
puedo esperar por los próximos nueve meses —Sus bellos ojos azules brillan con
ternura y pasión—. Porque sólo sé qué haremos la mejor clase de bebés.
Con una carcajada, aparto su oscuro cabello de su frente. Luego me inclino
hacia adelante y sello su dulce sueño con un beso.
Y pregunta—. Si hubiera estado solo en la casa esa noche, ¿qué dirías? ¿Cómo
me lo habrías dich0?
Mis ojos se llenan de lágrimas otra vez, y me levanto de la cama y tomo la
pequeña camisa de bebé de mi cajón en la cómoda. La sostengo a mi espalda
cuando me muevo para enfrentarme a Drew.
Suavemente, digo—. Te habría sentado y contado que cuando empecé a
trabajar en la firma, no esperaba encontrarme con alguien como tú. Y que no
esperaba caer enamorada de ti. Realmente no esperaba que me amaras del mismo
modo. Y entonces habría dicho que las mejores cosas en la vida son las que nunca
he esperado. Y entonces te hubiera dado esto.
Coloco la camisa en sus manos. Él la desenrolla lentamente, y cuando lee las
palabras, sus labios se curvan en una sonrisa eufórica y orgullosa. Su voz es áspera
con emoción cuando dice—. Esto es muy, muy bueno.
Pone la camiseta a un lado. Entonces jala las sábanas de la cama. Se aferra al
dobladillo de mi camisa y la levanta sobre mi cabeza.
Desvistiéndome, desnudándome para él. Sigue con mis jeans, y me quedo de
pie ante él en ropa interior y sujetador de encaje color beige. Desabotono su camisa
lentamente. Mis manos tocando sus hombros y pecho, reconociendo el cuerpo que
tanto extrañaba.
Pero no hay nada sexual en esto. Cuando Drew está solo en boxers, apaga la
lámpara y nos metemos debajo de las sábanas. Estoy esperando con ansias un buen
y profundo sueño. Finalmente. Veo el mismo cansancio en Drew.
El agotamiento emocional puede drenar más que cualquiera de esos locos
programas de entrenamiento de sesenta días.
Drew se encuentra en su espalda, mi cabeza reclina contra su pecho. Besa la
parte superior de mi cabeza mientras alisa el pelo en mi espalda.
Mi voz es pequeña cuando pregunto—. ¿Todavía crees que soy perfecta?
—¿Qué quieres decir? —pregunta con voz soñolienta.
Levanto mi cabeza para mirarlo—. Lo dices todo el tiempo. Cuando estamos
en el trabajo, cuando hacemos el amor, a veces no sé si te das cuenta. Me dices que
soy perfecta. Después de todo, ¿todavía lo crees?
Sé que estoy lejos de ser perfecta. Nadie lo es. Pero no estoy interesado en la
realidad, sólo quiero saber si ha cambiado su opinión sobre mí. Si en sus ojos, yo
soy menos de lo que era.
Toca mi cara, trazando mis labios con su dedo pulgar—. Todavía creo que eres
perfecta para mí. Nada va a cambiar eso.
Sonrío y me recuesto. Entonces, con nuestras extremidades entrelazadas, nos
quedamos dormidos.
Traducido por Lucia Black
Corregido por LuVelitta
Cuando mis ojos se abren a la mañana siguiente, es temprano. Luz gris se
filtra a través de las cortinas, pero el sol no ha salido todavía.
Y el espacio a mi lado está vacío. Estoy sola.
Por un horrible e irracional momento creo que todo fue un sueño.
Drew viniendo aquí a Greenville, nuestra reconciliación, sólo una viva ilusión
provocada por demasiadas miniseries de televisión de Lifetime y las novelas
románticas de Julie Garwood.
A continuación, veo la nota sobre la mesa.
No te asustes. Bajé a tomar café y desayunar. Estaré de vuelta lo antes
posible. Quédate en la cama.
Aliviada, giro sobre mi espalda y cierro los ojos. Sé por experiencia que si me
levanto demasiado rápido, las náuseas golpearán con venganza. Ya no me importan
las náuseas matutinas.
Claro, nadie disfruta de sus intestinos haciendo fiesta, pero de un modo
extraño es tranquilizador. Como una forma de mi cuerpo de decirme que estamos
en orden. Que todos los sistemas funcionan.
Diez minutos más tarde, me levanto lentamente y me deslizo en mi bata.
Entonces hago mi camino abajo, siguiendo el aroma del café recién colado.
Afuera de la entrada trasera de la cocina, escucho la voz de Drew.
En lugar de entrar, miro a través de la grieta cerca de la bisagra de la puerta.
Drew está en el mostrador, batiendo harina en un tazón de acero inoxidable.
Mi madre está sentada tiesa en la mesa de la esquina. Mirando las facturas,
presionando los botones de una calculadora grande. Su rostro es severo, enojado,
un infierno de empeño en ignorar a la otra persona en la habitación.
Escucho y observo, atrapando el fin de la historia de Drew—. Y yo dije ―dos
millones. No puedo llevar a mi cliente esa oferta. Regresa de nuevo cuando hables
en serio.‖
Mira a mi madre, pero no hay ninguna reacción. Vuelve a seguir batiendo y
dice—. Es como le decía a Kate hace unas semanas, algunos chicos tienen que
aprender cuando han sido vencidos.
Mi madre estrella una cuenta de cobro sobre la mesa y recoge otra de la pila.
Drew suspira. Luego coloca el recipiente sobre el mostrador y se sienta frente
a mi madre. Ella no lo reconoce en absoluto.
Piensa por un momento, frotando sus nudillos contra su barbilla. Luego se
inclina hacia mi madre y le dice—. Yo amo a su hija, Carol. Como... tomare-una-
bala-por-ella, de esa clase de amor.
Mi madre resopla.
Drew asiente con la cabeza—. Sí, lo entiendo. Eso probablemente no significa
mucha mierda para ti. Pero es cierto. No puedo prometer que no meteré la pata
otra vez. Pero si lo hago, no será tan épico como mi más reciente desastre. Y te
prometo que voy a hacer todo lo que pueda después para compensar a Kate... para
hacer lo correcto.
Mi madre sigue mirando la cuenta en su mano como si tuviera la cura para el
cáncer.
Drew asiente, mira hacia la ventana y sonríe un poco.
—Cuando era niño, quería ser mi padre. Él siempre usaba estos
impresionantes trajes e iba a trabajar en la parte superior de un edificio enorme. Y
siempre tenía todo en su lugar, como si todo el mundo estuviera a su alcance.
Cuando conocí a Kate... no... Cuando me di cuenta que Kate era para mí, todo lo
que quería ser era quien la hiciera feliz. Quien la sorprendiera, le hiciera sonreír.
Por primera vez, mi madre mira a Drew. Él devuelve su mirada y le dice en
una voz determinada—. Quiero ser ese tipo, Carol. Aún creo que lo puedo ser. Y
espero que, algún día, piense eso también.
Después de un momento, Drew se levanta y vuelve a hacer el desayuno en el
mostrador.
Espero, mirando, mientras mi madre continúa sentada en la mesa, inmóvil y
silenciosa. ¿No es eso lo que cada padre quiere oír?
Esa singular meta, que la persona que tus hijos aman los haga felices. No
puedo creer que ella no se mueva por las palabras de Drew.
Entonces ella dice—. Lo estás haciendo mal.
Drew deja de batir y se gira a mi madre—. ¿Lo estoy?
Ella se pone de pie y toma el cuenco de sus manos—. Sí. Si se mueve
demasiado, los panqueques quedaran pesados. Muy gruesos. Tienes que batir lo
suficiente como para mezclar los ingredientes —Le da una pequeña sonrisa a Drew.
Pero es suficiente—. Yo te ayudaré.
Retrocediendo lentamente, Drew sonríe—. Sería estupendo. Gracias.
Sí— que entre la calidez y ternura. Mi corazón se derrite un poco.
Porque cada chica quiere que su madre vea lo bueno en el hombre que ella
ama.
Entro en la cocina—. Días.
—Buenos días, cariño. ¿Cómo te sientes? —pregunta mi madre.
—Estoy bien. Muy bien.
Camino hasta Drew, quien me besa suavemente y envuelve un brazo
alrededor de mi hombro—. ¿Qué estás haciendo? ¿No leíste mi nota?
—Lo hice. Pero quería ver lo que estabas haciendo. ¿Cómo estás?
Me hace un guiño—. Estamos llegando allí.

***

Nos quedamos en Greenville otro día antes de tomar un vuelo nocturno a


Nueva York. El primer sábado por la mañana, pasamos juntos el umbral de nuestro
apartamento.
Miro alrededor de la sala mientras Drew pone las maletas en la esquina. El
apartamento está recién limpiado, brillante y huele a cera para muebles con aroma
a limón. Se ve exactamente igual que cuando me fui hace una semana. Sin cambios.
Prácticamente leyendo mi mente, Drew ofrece—. Tenía a la gente de limpieza
aquí.
Miro por el pasillo hacia el baño—. ¿Y la hoguera?
Habíamos hablado de la incursión de Drew en la piromanía. Dijo que había
quemado unas fotos, pero había copias. No había nada perdido que no pudiera ser
reemplazado.
Algo poético, ¿no crees?
Sombríamente, le digo—. Drew, tenemos que hablar.
Me mira con cautela—. Ninguna conversación en la historia del mundo que
comenzara con esa frase alguna vez ha terminado bien. ¿Por qué no nos sentamos?
Me siento en el sofá. Él toma el reclinable y gira para enfrentarme.
Voy directo al grano—. Quiero mudarme.
Rueda mis palabras alrededor en su cabeza mientras me preparo para el
argumento que sé que va a venir.
Pero sólo asiente ligeramente—. Tienes razón.
—¿La tengo?
—Sí, por supuesto. —Mira a su alrededor de la habitación—. Debería haberlo
pensado antes. Es decir, aquí es donde tu peor pesadilla se hizo realidad. Como la
casa de Amityville Horror, ¿quién diablos querría vivir allí?
Se lo está tomando mucho mejor de lo que pensaba. Hasta que continúa—. Mi
hermana tiene un gran agente inmobiliario. Le voy a llamar enseguida. Podemos
quedarnos en el Waldorf si quieres, hasta que encontremos un nuevo lugar. En este
mercado, no debería tardar mucho.
—No, Drew, dije que quiero mudarme. Sola. Quiero alquilar un apartamento.
Su ceño se frunce—. ¿Por qué querrías hacer eso?
Te preguntarás la misma cosa. He estado pensando en ello, planeándolo en
mi cabeza, desde que decidí que quería quedarme con el bebé, con o sin Drew.
Porque hay diferentes tipos de dependencia. Siempre quise ser financieramente
segura y ahora lo soy. Pero nunca he sido emocionalmente independiente. Por mi
cuenta. Y en este momento de mi vida, es algo que quiero.
Aunque sólo sea para demostrarme a mí misma que soy capaz de hacerlo.
—Nunca he vivido sola. ¿Lo sabías?
Todavía aturdido, dice—. ¿Está bien?
—El primer año de licenciatura, viví en los dormitorios. Luego Dee, Billy y yo
con un montón de otras personas alquilamos un lugar fuera del campus. Después
de eso, era siempre Billy y yo o Dee, Billy y yo compartiendo una casa o un
apartamento. Y entonces me mudé aquí contigo.
Drew se inclina hacia adelante, descansando sus codos sobre sus rodillas—.
¿Cuál es tu punto, Kate?
—Mi punto es que nunca no he tenido a alguien en casa. Nunca he decorado o
comprado un pedazo de mueble sin consultarle a alguien. Tengo 27 años y
prácticamente nunca he dormido sola.
Abre la boca para discutir, pero yo continuo—. Y... Creo que hiciste un punto
válido sobre nosotros apresurando las cosas. Pasamos de un ligue de fin de semana
a vivir juntos durante la noche.
—¡Y mira lo maravilloso que resultó! Sé lo que quiero, y te quiero. No había
ninguna razón para esperar, porque…
—Pero tal vez hubiera habido un punto de espera, Drew. Tal vez habríamos
tenido una base más sólida para nuestra relación si sólo hubiéramos... salido... por
un rato antes de vivir juntos. Tal vez, si hubiéramos ido más lento, nada de esto
hubiera ocurrido.
Está enfadado. Y un poco asustado. Trata de ocultarlo, pero está ahí.
—Dijiste que me perdonabas.
—Lo hice. Pero... No he olvidado.
Agita su cabeza—. ¡Eso es sólo una conversación de chica para que puedas
colgar esta mierda en mi cabeza por el resto de nuestras vidas!
Tiene un punto. Mentiría si dijera que no había una pequeña parte de mí que
quería manejar el punto de inicio, que él no puede tratarme como quiere. Que
existen consecuencias a sus acciones.
Que si alguna vez mete la pata otra vez, puedo, y voy a, dejarlo.
Pero no es sólo eso.
—¿Quieres redecorar?—pregunta—. Serás mi invitada. ¿Quieres pintar las
paredes de rosa y poner un jodido unicornio en las sábanas de la cama? No diré
una palabra.
Ahora sacudo mi cabeza—. Necesito saber qué puedo hacer esto, Drew. Por
mí. Y... cuando nuestro hijo o hija se mude por su cuenta, quiero saber lo que
siente, así le puedo ayudar.
En este punto, creo que Drew va aceptar casi cualquier cosa que quiero.
Las mujeres saben cuándo tienen la mano ganadora. Sabes lo que quiero
decir. Los días posteriores de que tu marido olvidara su aniversario, o tu novio
pasando demasiadas horas en el bar con sus amigos viendo el partido. Los días
siguientes una discusión, cuando la victoria está en la columna de la hembra, son
pacíficos. Amorosos. Los hombres escapan de su camino al ser amables y
considerados. Poniendo tus zapatos en el armario, sacando la basura sin
preguntarles y recordando poner el asiento arriba antes de que orinen.
Así que aunque me doy cuenta que Drew no va a estar feliz con mi
razonamiento, me imagino que todavía será comprensivo y servicial.
—Bueno, ¡eso es jodidamente estúpido!
No es exactamente lo que había imaginado.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho—. Para mí no lo es.
Salta a sus pies—. ¡Entonces estás loca! —Pasa una mano a través de su pelo y
recupera la compostura. Cuando habla, sus palabras son tranquilas, razonables, el
acertado empresario haciendo su discurso—. Muy bien... estamos de acuerdo que
los últimos días han sido muy emocionales. Y estás embarazada, no estás pensando
con claridad. Cuando Alexandra estaba embarazada se quería cortar todo el pelo,
estilo Miley Cyrus. El peluquero la disuadió, y al final ella estaba contenta. Así
que... vamos a poner una tachuela en esta idea... y volver más tarde.
Suspiro—. Esto será bueno para nosotros. Todavía nos veremos cada día,
pero un poco de tiempo aparte, un poco de espacio...
—Le dijiste a tu madre que no hacía falta espacio. Que teníamos que estar
jodidamente juntos para salir adelante.
—Eso fue entonces —Digo con un encogimiento de hombros. Luego voy por lo
confiable—. Si amas algo, déjalo ir. Si vuelve a ti, es tuyo.
Pellizca el puente de su nariz—. Así que... vas a probar que nunca vas a
dejarme... ¿dejándome?
—No. Voy a probar que nunca te voy a dejar... volviendo a ti.
Drew desprende la parte delantera de los pantalones de su cintura y mira
hacia abajo—. Nope, todavía tengo una polla. Lo que explica muchas cosas, porque
tu razonamiento sólo tendría sentido para una mujer.
Pongo mis ojos en blanco. Y Drew presiona—. ¡Estás jodidamente
embarazada, Kate! Vamos a tener un bebé. Ahora no es el momento de dar un paso
atrás y averiguar si quieres estar en una relación.
Tomo su mano y lo siento junto a mí en el sofá.
—¿Recuerdas todo lo que hiciste, antes que me mudara aquí? Las flores, los
globos, la charla de la hermana B, el cambio de la oficina en casa, fueron gestos
hermosos. Mostrando lo mucho que me querías, y lo dispuesto que estabas a
cambiar tu vida por mí.
Miro nuestras manos unidas—. Pero también hicieron una oferta que no pude
rechazar. Ninguna mujer podría. Y creo que parte de ti cree que me manipuló a
vivir contigo. Que si no me hubieses molestado y puesto tan pesado, nunca te
hubiera elegido a ti.
—No lo habrías hecho.
—¿Ves lo que quiero decir? Y eso no es cierto. Puede haber tomado tiempo
para que confiara en ti otra vez, para creer que estabas listo para una relación, pero
lo habría hecho. Todavía estaría enamorada y queriendo una vida contigo, por ser
quien eres. No por las cosas que hiciste por mí. Esto arreglara eso, Drew. Así no
podrás nunca dudar de por qué estoy contigo.
Toma la mano de nuevo y la frota sobre su cara—. Así que... ¿Quieres pagar
por un apartamento, empacar tus cosas, comprar muebles, pasar por todos los
problemas de reubicación... sólo para demostrar a mí y a ti misma que puedes
hacerlo? ¿Sabiendo que en algún momento, vas a regresar conmigo?
—Bueno, cuando lo pones así, suena ridículo.
—¡Sí! Gracias. ¡Saca toda la mierda de la burbuja emo psicópata, y es ridículo!
—No, no lo es. Porque, más tarde, cuando decidamos vivir juntos de nuevo,
estaremos en condiciones de igualdad. No estarás haciendo un espacio en tu vida
para mí, será una decisión conjunta. Por todas las mejores razones.
Mira lejos hacia la puerta, pensando. Luego se vuelve hacia mí—. No. Lo
siento, Kate. Quiero hacerte feliz, lo hago. Pero no puedo apoyar algo que es tan
inútil. No estoy de acuerdo con eso. No lo haré. Sólo, no.
Cruza los brazos y hace pucheros. Como un niño de dos años que se niega a
moverse hasta que las cosas se hagan a su manera.
Hubo un tiempo, no hace mucho, que su negativa me habría influenciado.
Que habría dejado que su opinión se convirtiera en mi opinión. Que hubiera cedido
en aras de nuestra relación y mi cordura.
Pero ya no.
Me levanto—. Estoy haciendo esto, Drew, con o sin ti. Realmente espero que
pueda ser contigo.
Después voy al final del pasillo, hacia el dormitorio.

***

Me paro en medio de la sala por unos minutos, recordando.


Algunos de los más maravillosos y románticos momentos de mi vida han
tenido lugar en esta habitación.
Mentiría si dijera que no lo iba a extrañar.
Pero estoy firme en mi convicción que mudarme será bueno para nosotros.
Que, en algún momento, hará que las diferencias entre nosotros se derrumben bajo
el peso de nuestra propia pasión y terquedad o nos convirtamos en una pareja aún
más fuerte que antes.
Ojalá Drew lo viera así.
Con un suspiro, me muevo al armario para sacar mi equipaje. Sólo tomé un
pequeño bolso conmigo cuando me fui hace una semana, así que hay un montón de
ropa para ser embalada. Veo la maleta de cuero beige grande en el estante superior.
El vestidor realmente no fue diseñado para personas bajitas. Me estiro de
puntillas tratando de agarrar la manija. Considero traer una silla desde la otra
habitación, pero trato de saltar primero.
Cuando doblo mis rodillas para mi segundo intento, oigo a Drew detrás de mí.
Se alza por encima de mi hombro, fácilmente apoderándose de la maleta y
bajándola.
—No debes estirar los brazos sobre tu cabeza. No es bueno para ti... para el
bebé —Sale del vestidor y pone la maleta en la cama.
—¿Cómo sabes eso? —Preguntó mientras camino detrás de él.
Se encoge de hombros—. Cuando Alexandra estaba embarazada, leí un
montón. Quería estar preparado en caso de que entrara en trabajo de parto en una
reunión familiar, o si nos quedábamos atrapados en un taxi juntos durante la hora
pico.
Abre la cremallera y añade—. Hubiera tenido que arrancarme los malditos
ojos después de eso, por supuesto, pero habría valido la pena —Sonrío.
Me toma por los hombros y me sienta en el borde de la cama—.
Simplemente... levanta los pies. Descansa.
A continuación, se vuelve hacia el vestidor y toma una pila de mis camisetas
del cajón, colocándolas ordenadamente en la maleta. Él no me mira mientras
trabaja.
—¿Me estás ayudando a empacar?
Asiente rígidamente—. Sí.
—¿Pero todavía no quieres que me mude?
—No.
—Y... ¿todavía crees que es una idea estúpida?
—Sí. No tienes muchas ideas estúpidas, pero incluso si lo hicieras, esta sería la
más tonta de todas.
Toma otra pila del cajón mientras yo pregunto—. Entonces ¿por qué me estás
ayudando?
Deja caer la pila en la maleta y hace contacto visual. Y su cara dice todo lo que
está sintiendo, frustración, resignación... devoción.
—En los últimos dos años, probablemente he dicho una docena de veces que
haría cualquier cosa por ti —Se encoge de hombros—. Es hora de que lo demuestre
o me calle.
Y esto... es por eso que lo amo. Sospecho que es por eso que también lo amas.
Porque a pesar de sus faltas y defectos, Drew es lo suficientemente audaz para
darme todo lo que tiene. Para poner su corazón en el patíbulo y entregarse al
hacha. Haciendo cosas que odia, porque yo le pedí que lo hiciera. Él irá contra su
instinto y buen juicio, si es lo que necesito. Poniendo su bienestar, su felicidad, en
segundo lugar por el mío.
De pie, con mis brazos alrededor de su cuello y presiono mis labios en los
suyos. Un momento después, mis pies dejan el piso y él entierra su mano en mi
cabello. Su boca captura mi gemido cuando me presiona más cerca.
Me alejo y le digo—. Eres increíble.
Me da una suave sonrisa—. Es el consenso general.
Sonrío—. Y te amo.
Establece mis pies en el suelo, pero mantiene sus brazos alrededor de mi
cintura—. Bien. Entonces vas a dejarme poner tres cerrojos en la puerta de
cualquier apartamento al que decidas mudarte. Y una cadena. Y un pestillo.
Sonrío más ampliamente—. De acuerdo.
Drew lentamente se acerca, haciéndome retroceder hacia la cama.
—Y no vas molestarte cuando tenga instalado un sistema de seguridad.
—No soñaría con hacerlo.
Damos otro paso juntos, casi como bailando.
—Estoy pensando en comprar uno de esos collares ―he caído y no puedo
levantarme‖ también.
Mis ojos se entornan mientras pretendo pensar en la idea—. Vamos a hablar
de ello.
—Y... vas a dejarme acompañarte a casa del trabajo todas las noches.
—Sí.
La parte posterior de mis piernas hace contacto con el borde de la cama.
—También voy a ir a cada cita con el médico que tengas.
—Ni por un segundo imagine lo contrario.
Drew ahueca mi rostro en sus manos—. Y un día, voy a pedirte que te cases
conmigo. Y vas a saber que no es porque estás embarazada, o por algún intento
equivocado para mantenerte.
Lágrimas llenan mis ojos mientras nos miramos el uno al otro.
Con una voz áspera, prosigue—. Vas a saber que te estoy preguntando porque
nada me haría más orgulloso que ser capaz de decir, ―esta es mi esposa, Kate‖. Y
cuando te lo pida, vas a decir que sí.
Cuando cabeceó, una lágrima hace un sendero por mi mejilla. Drew la limpia
con su pulgar mientras yo prometo—. Seguro.
Y entonces él me besa con toda la pasión y el deseo que ha estado retenido los
últimos dos días. Drew acuna mi cabeza cuando caemos en la cama juntos.
Entonces me arqueo y el calor se propaga a través de mi estómago y muslos
mientras me froto contra donde ya está duro y listo.
Descansando sus codos en la cama por encima de mis hombros, Drew levanta
la cabeza y jadea—. Así que esto... ¿es sexo de reconciliación... o sexo de
rompimiento? Porque tengo realmente fantásticas ideas para cualquiera.
Abro mis piernas más ampliamente, acomodando a Drew entre ellas—.
Definitivamente es sexo de reconciliación, tal vez un poco de sexo por el descanso.
Y un montón de sexo del último-día-en-el-apartamento. Eso es mucho para cubrir,
por lo que va a tomar mucho tiempo.
Drew sonríe. Y es su sonrisa juvenil, encantada, una de mis favoritas, que sólo
sale en ocasiones muy especiales.
—Me encanta tu manera de pensar.
Y no dejamos la cama por el resto del día.
Ocho meses después…
Traducido por Lucia Black& ilovebooks
Corregido por PauLiNalp

Así que... He vuelto a la iglesia, cada semana, a veces dos veces por semana.

Sí, soy yo, Drew.

Hace mucho que no nos vemos, ¿me extrañaste? A juzgar por tu cara de "me
gustaría meter tu polla en un sacapuntas automático"...

Creo que eso es un no.

Sigues enojada, ¿eh? No te culpo, fueron unas sólidas tres semanas antes de
que pudiera ver mi reflejo en el espejo y no quisiera patear mi propio culo, de
hecho, una noche salí con los chicos para celebrar un masivo acuerdo que Jack
cerró, y después de demasiados tragos de Jäger26, le rogué a Matthew que me
golpeara en las bolas tan fuerte como podía.

Porque no podía dejar de ver la mirada en el rostro de Kate cuando entró por
la puerta esa horrible noche, repitiéndose en mi cabeza una y otra vez, como una de
esas horribles películas en el cable que está constantemente, pero que nadie nunca
ve.

Por suerte para mí, Matthew se negó, incluso más afortunado fue el hecho de
que Delores no estaba con él, ya que estoy seguro de que ella hubiera estado más
que encantada de hacerlo. Sí, es larga la lista de culos que he tenido que besar en
los últimos meses. Una línea digna de montaje. Kate, Delores, Carol, mi padre,
Alexandra...

Me he abastecido de bálsamo para los labios, no quería raspar.

Has perdido mucho, trataré y te pondré al día.

***

26 Jägermeister: Es un licor amargo Alemán que tiene el 35% de contenido alcohólico. Se elabora con hierbas,

frutas y especies.
¿Qué sabes sobre el rebuilding year27? Cada gran equipo de béisbol los tiene.
Diablos, los Yankees tienen uno cada año.

El objetivo de un rebuilding year no es ganar la serie mundial, es desarrollar


sus fortalezas, reconocer sus debilidades, hacer de su equipo sólido... fuerte.

Eso es lo que esas semanas han sido para Kate y para mí después de que se
mudó, no le tomó mucho tiempo encontrar un nuevo apartamento.

Un dormitorio, amueblado, en la parte decente de la ciudad, era pequeño... mi


hermana lo llamó pintoresco. Si estuviera siendo objetivo, yo diría que era muy
bonito.

Pero la objetividad no es mi fuerte, así que era un basurero.

Lo odiaba, cada centímetro cuadrado.

El primer lunes cuando Kate y yo regresamos a trabajar no fue agradable, mi


padre nos llevó a su oficina y nos sentó a los dos para un sermón.

Es una técnica castigadora que desarrolló durante mis años de adolescencia,


cuando se dio cuenta que azotarme por mis transgresiones no era tan eficaz como
solía ser. El viejo es un hablador, Wendy Davis no es nada a su lado, y él podría
seguir durante horas, hubo momentos cuando en realidad hubiera preferido que
me pegara; habría sido mucho más fácil.

Los largos azotes de tipo verbal que empleo ese día conmigo y Kate involucro
palabras como "decepcionante" y "mal juicio", "inmadurez" y "autorreflexión".

Al final, explicó que había dos grandes amores en su vida, su familia y nuestra
firma, y él no permitiría que una canibalizara a la otra, entonces, si Kate o yo
dejábamos que nuestras vidas personales afectaran nuestro desempeño profesional
de nuevo, uno o ambos estaríamos buscando un lugar diferente de empleo.

En general, pensé que fue bastante benévolo de él, si yo hubiera estado en sus
zapatos, habría despedido mi culo. Después, cuando le dijimos que iba a ser abuelo
por tercera vez… bueno, digamos que la noticia recorrió un largo camino para
reparar nuestras cercas.

Kate y yo nos veíamos todos los días, en el trabajo y después. No dormíamos


fuera de casa, pero había citas-cenas, shows, paseos al Central Park, conversaciones
telefónicas que rivalizaban con las de un adolescente. Hemos hablado mucho.
Supongo que ese era el objetivo.

27 Rebuilding Year: Un equipo cargado con el talento suficiente como para aporrear a casi todos los equipos pero

que pierde un par de partidos debido a jugadores sin experiencia.


Nada estaba fuera de los límites, todo estaba sobre la mesa, hablamos de
nuestras inseguridades, las dudas son como las malas hierbas; si no tratas con ellas
ahora mismo, se multiplican, y antes de que lo sepas, tu jardín parecerá una jungla
en Vietnam.

Kate me acusó de usar el sexo como un arma y una manta de seguridad, y yo


le dije que ella me excluía, cerrándose, así que no tenía ninguna forma de saber lo
que realmente estaba pensando. Entre los dos, teníamos demasiados problemas
para llenar toda una temporada de Dr. Phil.

¿Quién lo diría?

Sacar todo al aire libre ayudó, he hablado mucho sobre mis sentimientos, es
un milagro que no me broten tetas.

¿Sabes cuándo vas a limpiar tu garaje? ¿Y tienes que sacar todo, volcar cajas
de mierda, aclarar los estantes, antes de que puedas poner todo junto de nuevo?
Fue muy parecido a eso.

Hemos hablado en profundidad de lo que habíamos estado haciendo durante


nuestra interrupción, esas conversaciones eran tan divertidas como una jodida
colonoscopía.

Su lengua-enredada con la de Warren fue diseccionado con el más fino


detalle.

¿Estaba enojado?

¿Era el queroseno muy inflamable?

He querido poner mi mano a través de la pared, y su rostro. Aun así quería


dibujar una línea en la arena y decirle a Kate que ella nunca hablaría con ese hijo de
puta otra vez. Nunca lo volveremos a ver.

Jamás.

Pero no lo hice. Porque, tanto como no me gusta admitirlo, el imbécil estaba


ahí para ella cuando yo... no lo estaba. Él la recogió después de que yo le propine
una patada en las costillas con una bota con punta de acero, en una rara y jodida
forma como que el-universo-no-tiene-sentido-alguno, me hizo un favor. Además, el
imbécil significa mucho para Kate, y aunque yo quiero ser todo para ella, no puedo
atreverme a negarle algo, o alguien, que le hace feliz.

Entonces, a la luz de mi propio comportamiento, estoy dispuesto a darle una


oportunidad al imbécil, esta vez.

Por supuesto, la próxima vez que lo vea, todas las apuestas están fuera. Si
idiota me pone de los nervios, daré rienda suelta y tumbare sus dientes en su
garganta, y dado su talento para molestar, es bastante seguro.
¿Por qué me miras así? ¿No me digas que te gusta el tipo ahora? Jesucristo,
Kool Aid debe ser muy sabroso, todo el mundo lo está tomando estos días.

De todos modos... el siguiente tema... sabes que no me folle a la stripper.

Pero lo que no sabes... es que no fue por falta de intentos.

Antes de que me quites la cabeza, mantengamos en mente que Kate había


arrancado mi corazón con sus propias manos, me dijo que me iba a dejar, que
habíamos terminado.

Y yo le creí.

Lo que me lleva a mi declaración de apertura, es cierto, la iglesia. El simple


hecho es que le debo a Dios, a lo grande, y no por las razones que probablemente
estás pensando.

¿Qué sabes acerca de la disfunción eréctil? El síndrome del pene flácido, fallo
al iniciar. Es una condición que cada pobre bastardo con una polla va a tener que
hacer frente en algún momento de su vida, es horrible, y como las rocas espaciales
que golpearan la tierra, está destinado a suceder al final.

Pero para mí, eso sólo ha pasado una vez. ¿Quieres adivinar cuándo?

Es cierto, esa terrible noche. Después de que Kate se fue, la bailarina hizo su
pequeño show durante unos quince minutos, entonces se ofreció a llevar las cosas a
un nivel superior, para que nos conociéramos mejor en el sofá, en el dormitorio, en
la lámpara del comedor.

Pero sabía que no iba a suceder, no podía pasar.

Porque estaba tan duro como un fajo de chicle masticado.

Ahora, tal vez no podía excitarme porque estaba devastado por Kate, tal vez
era porque había consumido alcohol suficiente para matar a un caballo. Pero yo
prefiero pensar que fue como un acto de Dios.

Una intervención divina para salvarme de mi propia estupidez.

Y funcionó, porque hoy, Kate y yo estamos mejor que nunca. Y estoy bastante
seguro de que no sería el caso si yo realmente me hubiera tirado a otra mujer. No sé
si Kate podría haberme perdonado eso, sé que yo no habría podido perdonármelo a
mí mismo.

***
Después de que todo estuvo fuera del camino, seguimos con las cosas buenas.
La reconciliación, la causa de su regreso, siempre he sido impresionante en esa
parte, ¿recuerdas?

Pero no me gusta repetir las cosas; es poco imaginativo, así que esta vez no
había ningún diluvio de flores, ninguna oficina llena de globos, sin tríos musicales.

Lo que si hubo, sin embargo, fueron mensajes de texto cariñosos. Pequeños


pero significativos regalos, notas sobre la puerta de su apartamento. Cada vez que
pensé en ella cuando no estaba allí, cada vez que echaba de menos la sensación de
ella junto a mí, se lo deje saber, la poesía pudo o no haber estado involucrada.

Y Kate tampoco fue inactiva, a pesar de su evidente alegría por su situación de


vida independiente, ella me hizo saber que estaba sola sin mí, insistió en que
habláramos por el teléfono justo antes de acostarnos. Más a menudo que no, ella
terminaría cabeceando mientras yo estaba en el otro extremo, y pasaría más de lo
que me gustaría admitir escuchándola respirar.

¿Es lamentable?

Al diablo, estoy más allá de que me importe.

Kate también cocinó la cena para nosotros en su casa tres veces a la semana.

Entonces trabajaríamos juntos en la mesa de su cocina, como dos estudiantes


con honores estudiando para los finales.

Pero alrededor de la octava semana, sentí que era tiempo de un gran gesto.

E hice mi jugada maestra.

¿Has visto Say Anything? ¿Recuerdas cuando John Cusack sostuvo ese radio
sobre su cabeza? Tomé una página de su libro. Pero en lugar de un reproductor de
CD, yo estuve de pie en la acera de Kate con una máquina de karaoke.

Recuerdas cómo me siento acerca de karaoke, ¿no? Hay muchas cosas que
hago bien, cantar no es uno de ellos. Pero me lo tragué y canté cada canción de
amor de maricones que se me ocurrió.

Matthew, Steven y Jack aparecieron y se sentaron en la acera y me


interrumpieron, pero no me importo una mierda, porque todo el tiempo que estuve
cantando, Kate estuvo parada en el balcón, observándome, una pequeña sonrisa en
sus perfectos labios.

Y la humillación pública va por un largo camino.

Porque a mitad de ―Mirrors‖ de Justin Timberlake, Kate bajó, me tomó de la


mano y me condujo dentro de su apartamento, les enseñe a los chicos el dedo del
medio en el camino. Y una vez que estuvimos allí, Kate me montó como una
princesa guerrera cargando a la batalla.

¿Qué? No creías que no estábamos teniendo sexo, ¿verdad? ¿Yo, durante dos
meses sin tener sexo?

Por qué no sólo tiras de mi cerebro por mi nariz con un par de pinzas, estoy
seguro que sería menos doloroso.

Nosotros habíamos estado tenido sexo, pero como dije antes, no pasábamos la
noche. Lo que era como comer un helado sin salpicaduras, todavía es bueno, pero
definitivamente hay algo que falta.

Esa noche, sin embargo, todo cambió, porque cuando abrí los ojos, era por la
mañana, y Kate ya estaba despierta. Observándome. Estaba trazando mi pecho con
sus dedos y me besó. Y luego me dijo que estaba lista, que ella quería que
viviéramos juntos otra vez.

Ese… fue el segundo mejor día de mi vida.

Encontramos un apartamento nuevo muy rápido, yo había estado buscando


uno por un tiempo y lo reduje a tres opciones.

Era importante para Kate que tuviéramos un lugar que era "nuestro" en todos
los sentidos de la palabra. Para ella, representaba un nuevo comienzo a nuestra
relación, un símbolo de cualquier empoderamiento femenino que pensaba que de
alguna manera faltaba antes. Yo siempre pensé que Kate era la fuerte e
independiente, nunca me di cuenta de que ella no pensaba eso.

El edificio es de más de cien años de edad, con molduras originales, ventanas


del piso al techo y dos balcones que ofrecen vistas al Central Park. Además, Bon
Jovi vive unos pisos más abajo, lo que está bien, Kate es una gran admiradora suya.

Así que creo que eso lo cubre todo. ¿He dejado algo?

He aprendido mi lección. Esta vez para siempre, En serio, ¿si llego a casa y
Kate se está acostando con un tipo al azar en nuestra cama? No me voy a asustar,
no diré ni una palabra.

Sólo la recogeré, arrojándola sobre mi hombro para llevarla al laboratorio de


ADN más cercano para asegurarme de que es en realidad Kate y no una gemela
perdida y malvada empeñada en destruir nuestras vidas.

No voy a dudar de Kate. O de nosotros, para el caso.

¿Todavía no me crees?

Eso está bien, el tiempo lo dirá. Y además, Kate me cree. Y eso es lo que
jodidamente y realmente importa, ¿no?
Ahora que estás al tanto, no te aburriré con más resúmenes. Pero la historia
no ha acabado todavía. Puedes ver el resto de la acción, en vivo.

***

—No puedo comer un bocado más, creo que mi estómago se va a reventar.

—¡Dios, Matthew, otra rebanada! ¿Cómo puedes siquiera? —pregunta


Delores.

Matthew frota su protuberante vientre, como un abuelo en el día de acción de


gracias—. Es un regalo.

Ella rueda sus ojos.

La pandilla está aquí, los chicos se acercaron a ayudarme a arreglar los


muebles en el vivero, y las chicas fueron etiquetadas de supervisar. La madera
maciza de cerezo —esa es una mierda muy pesada. Mi consejo: ve con la imitación
de madera. Se ve tan hermoso y es mucho más fácil de mover.

Shamu mira fijamente a Matthew cuando él recoge su quinto trozo de pizza.

—En serio, Matthew, necesitas parar.

Shamu. Esa es Alexandra, su nuevo apodo temporal.

A Matthew y a mí se nos ocurrió hace unas semanas cuando ella tomó la


desafortunada decisión de usar un traje de baño de maternidad en blanco y negro
de una pieza en la playa.

No se lo digas a Steven, tiene cero sentido del humor cuando se trata de


nosotros bromeando sobre mi hermana estos días.

Con la boca llena, Matthew le dice—. No estés celosa, Sham, sólo porque tú
estás demasiado hinchada para disfrutar de este delicioso manjar.

Oh-oh. ¿Viste su desliz?

Alexandra, claro que sí.

—¿Cómo me llamaste?

—¿Qué?

—Sham. Me llamaste Sham. ¿Qué diablos quiere decir Sham, Matthew?


Nunca he visto a alguien alineado ante un pelotón de fusilamiento, pero ahora
sé cómo se vería. Matthew se atraganta como su comida cómo si estuviera tragando
un ladrillo, y sus ojos abiertos se giran a mí pidiendo ayuda.

Estás por tu cuenta, hombre. Tengo a un niño en camino. Sería bueno tener
cuatro extremidades funcionamiento cuando nazca.

—Yoo . . . ah . . . Voy con Tourette.

Delores parece confundida. Los ojos de Alexandra se estrechan.

—Lameculoplastadebolahijodeputaperra. ¿Ves?

Shamu da vuelta lejos—. Lo que sea.

Eh, eso fue decepcionante, el embarazo la debe estar agotando. Y hablando de


embarazo, Kate se contonea en la habitación.

Su cabello es largo y brillante. Balanceándose de izquierda a derecha cuando


se mueve.

Su frente se arruga cansadamente, y una mano descansa sobre su espalda


para ayudar a apoyar la inmensidad de su panza.

No puedo quitar mis ojos de ella, está adorablemente redonda. Como uno de
esos Weeble Wobbles 28 con los que jugaba cuando era niño. Toma el sofá junto a
mí y pone sus hinchados pies de Fred Flintstone en la mesa de café.

—Estoy tan enorme.

Sonrío y pongo mi mano en su firme montículo, frotando como una cabeza


calva para la buena suerte. Sabiendo que hay un bebé vivo ahí, viéndolo o sintiendo
su movimiento debajo de la piel de Kate, es bastante malditamente increíble.

Cuando hay un partido de los Yankees, le hablo, dándole un comentario


juego-a-juego, como un comentarista deportivo. Y por la noche, cuando Kate está
dormida, balanceo el control de la TV en su estómago solo para observar al bebé
patearlo desde el interior. Genial, ¿no? de un manera extraña y del tipo Aliens, pero
todavía genial.

—Realmente estás enorme. —dije—. Creo que te has duplicado de tamaño


desde el desayuno.

Toda la habitación se pone extrañamente silenciosa.

28 Weeble Wobbles: Juguete infantil


Y Kate mira mi mano un segundo demasiado largo—. Disculpa... Tengo que
ir... — se levanta y se arrastra tan pronto como puede al final del pasillo.

Probablemente va a mear, lo hace mucho últimamente.

A continuación, Delores me pega.

Smack.

En la jodida oreja—. ¡Ay! —Froto mi palpitante lóbulo.

Shamu deja escapar un suspiro exasperado—. ¿Podría darle uno por mí,
Delores? No creo que yo pueda hacerlo.

Smack.

—¡Jesús! ¿Qué diablos?

Alexandra está encima de mí—. ¿Qué estás pensando? ¡No le dices a una
mujer que está a tres días de dar a luz que está enorme!

—No, ella lo dijo. Yo sólo coincidí con ella.

—Delores.

Smack.

—¡Dios Todopoderoso!

Si el zumbido en el oído es una indicación, hay una excelente oportunidad de


que he quedado sordo.

—Kate sabe que no lo dije de ese modo.

Delores cruza sus brazos con aire de suficiencia—. Seguro que sí, idiota. Por
eso está en el baño llorando ahora.

Trago duro y miro al final del pasillo. Es posible que Delores sólo este jugando
conmigo, es su pasatiempo favorito en estos días, me hace sentir culpable por todo
lo que Kate ya me ha perdonado. Delores Warren es el Mickey Mantle de la
explotación al rencor.

Alexandra se levanta desde el sofá—. Y con esa nota, hazme rodar a casa,
Steven, tan divertido como es ver a mi hermano pequeño resentir, estoy demasiado
cansada para realmente disfrutar de ello en el momento.

Delores y Matthew se levantan para irse también, para que los cuatro puedan
compartir un taxi. Aunque realmente no sé cómo va a funcionar, Alexandra va a
necesitar el asiento entero para ella.
Sin embargo conservaré esa pequeña observación para mí mismo.

Además, tengo asuntos más importantes que tratar. Como encontrar a mi


novia.

***

Golpeo suavemente en la puerta del baño—. Kate.

Ahí un arrastre de pies detrás de la puerta—. Ya mismo salgo.

Mierda. Su voz es sofocada, húmeda. Delores no estaba jugando conmigo.


Estiro la mano y agarro la llave de su lugar en la cima de la moldura. Desbloqueo la
puerta y la abro lentamente, y ahí está, de pie frente al espejo, con lágrimas
manchando sus mejillas.

Kate se gira para mírame e hipa. Su tono es lamentable, triste.

—No quiero ser gorda.

Cubre su cara con sus manos y solloza en ellos.

Trato de contener la risa, de verdad, pero se ve tan linda y miserable,


absolutamente no lo logro. Envuelvo mis brazos alrededor de ella por detrás. —Tú
no estás gorda, Kate.

Su voz es amortiguada por sus manos—. Sí, lo soy. No podía ponerme mis
zapatos ayer, Dee Dee tuvo que ayudarme porque yo no pude.

Esta vez no puedo dejar de reírme a carcajadas, descanso mi barbilla sobre su


hombro y tiro de sus manos hacia abajo de su cara. Nuestras miradas se cruzan en
el espejo—. Estás embarazada, no gorda —Pienso por un momento y luego añado
como algo natural—. Alexandra está gorda.

Sus húmedos ojos se entrecierran. —Está embarazada.

—No está en sus muslos.

Kate sacude su cabeza—. Eres tan malo.

—No trato de serlo. Sólo trato de señalar el hecho de que eres hermosa —
Froto las manos hacia arriba y abajo por sus estrechas caderas—. Sexy como el
infierno.
Y no le estoy mintiendo. Su cintura puede estar en su capacidad máxima,
pero sus piernas están esbeltas, entonadas. Y ella todavía luce el culo más dulce,
más apretado de este lado del río Hudson.

Claro, es irracional y hormonal la mitad del tiempo, pero la otra mitad del
tiempo, es caliente. Excitada más de lo que la he visto. Además, están los pechos,
no puedes olvidarlos. Son casi tan grandes como su cabeza, muy divertido.

No es que haya algo de malo con los anteriores pechos de Kate, pero las tetas
en el embarazo son como la India. No tienes que quedarte para siempre, pero es
muy interesante de visitar.

Kate duda de mi sinceridad—. ¿Sexy? Por favor. No soples humo por mi culo,
Drew.

Sonrío—. Confía en mi cariño, si estoy pensando en deslizarse algo en tu culo,


no va a ser humo.

Se gira en mis brazos, sin estar convencida—. ¿Cómo puedes pensar que esto
—apunta a su cuerpo—, es sexy?

Dudo, y froto la parte posterior de mi cuello.

—Podría hacerte enojar.

—Arriésgate.

Me encojo de hombros—. Bueno...yo te hice esto —Un hecho seguro que ella
no me dejará olvidar, una vez que estemos en la sala de partos.

—Te hice así, dejé mi huella. Es mi hijo el que estás incubando, es como un
letrero de neón que dice PROPIEDAD DE DREW EVANS. Llámame un hombre de
las cavernas, pero es importante para mí.

Ella está tranquila por un minuto, luego mira nuestras manos unidas—. ¿Qué
pasa si no puedo perder el peso después de que nazca el bebé?

—Lo harás.

—Pero ¿qué pasa si no?

Me encojo otra vez—. Entonces voy a convertirme en un perseguidor de


gorditos. Un pequeño cojín extra para empujar no es una cosa mala.

Rueda sus ojos, pero luego se ríe, ahueca mi cara con ambas manos y lleva sus
labios a los míos, comienza el beso dulce y tierno.

Y entonces no lo es.
Sus dientes mordisquean mis labios, duro y con urgencia. Rogando por más.

Y mis piernas tiemblan con la necesidad de complacerla.

Todavía me sorprende el poder que tiene. Esta pequeña mujer puede llevarme
sobre mis rodillas con una mirada... un suspiro. Pero no podría ser de otra manera,
he estado en el otro lado. Vi lo qué la libertad tiene para ofrecer.

Miseria.

Trae las malditas cadenas; me quedo con la esclavitud cualquier día.

Kate se aleja, los ojos cerrados. Jadeando—. Drew... Drew, necesito...

Empujo el pelo detrás de su cara—. ¿Qué, nena, dime? ¿Qué necesitas?

Sus ojos se abren—. ¿Me quieres Drew?

Chupo su labio inferior, y siseo—. Sí.

—Enséñamelo, házmelo sentir. No pienses en el bebé... sólo... fóllame... como


antes...

Santa María madre de Dios.

Bueno, por el momento, Kate está...bajo presión, delicada, como un globo de


agua que se ha llenado demasiado.

He tenido que hacer un esfuerzo consciente de tener cuidado con ella en el


departamento del sexo. Lento y suave, a pesar de algunas posturas fantásticamente
creativas. Pero ahora, las cosas que está diciendo su voz, Cristo, es lo único que
puedo hacer para no reclinarla sobre el fregadero y follarla hasta que seamos
ciegos.

—Lo quiero duro... por favor, Drew... como solíamos...

Jesús, esto es lo que un trastornado gorila siente, justo después de que ha


escapado del zoo.

—Simplemente... no me mires, si...

Como un pedazo de yesca seca, me muevo. La agarro de sus brazos más


apretadamente de lo que debo y la giro, mi mano se enreda en su pelo, tomando su
cabeza de nuevo así puedo asaltar su cuello y mi erección se presiona contra su
culo. Kate lloriquea, mi otra mano se desliza hasta su estómago, agarrando sus
pechos, se desbordan en la palma de mi mano. Y nuestras bocas se fusionan,
lenguas hundiéndose, peleando.
Engancho un brazo debajo de sus rodillas y la levanto, dirigiéndome
directamente a la habitación.

Kate empuja contra mi pecho—. Espera, Drew, soy demasiado pesada, te vas
a lastimar.

Si no estuviera tan excitado, estaría bastante insultado. La interrumpo con


otro beso profundo, entonces ella estaba en la cama.

Me tomo mi tiempo abriendo los botones en la parte delantera de su vestido,


uno por uno. Sin provocarla, solo para mostrarle—. ¡No mires, mi culo!

—Verte es la mejor maldita parte.

Bueno, no es la mejor parte, pero es una parte muy buena.

Se mueve con impaciencia y desengancha su sostén, lo desliza fuera de sus


brazos. Tomo un momento para admirar mi obra, acariciando cada centímetro de
su cuerpo desnudo con mis ojos, impresionante.

Entonces entierro mi cara entre sus tetas, lamiendo y chupando, dando a cada
abundante montículo su recompensa.

Kate arquea su espalda y tira de mi pelo, retorciéndose. Tiro de mi camisa


sobre mi cabeza.

Sus brazos alrededor de mi espalda, apretando, me llevan más cerca. Gimo y


mordisqueo un sendero hasta su garganta para plantar otro largo beso en su boca.
No quiero sus pensamientos sobre el bebé ahora, pero no puedo pasar por la giba
sin rendir homenaje.

Mis labios presionan contra él una vez, reverentemente.

Entonces me levanto. Desgarro mi cinturón y deslizo mis pantalones y


calzoncillos hasta el piso. Kate está respirando con rapidez, sus labios están
separados e hinchados, y sus ojos están ardiendo sobre mí.

Tomo sus tobillos y la arrastro hasta el borde de la cama, envolviendo sus


piernas alrededor de mis caderas.

Deslizo mi polla arriba y abajo entre sus labios, cubriendo la cabeza con su
humedad.

Luego me detengo y nuestros ojos se encuentran. Ella quiere un viaje muy


movido, y mi objetivo es complacerla, pero primero—. Si te hago daño, si estás
incómoda en absoluto, tienes que decirme.
Ella asiente rápidamente y es el único consuelo que necesito antes que chocar
contra ella, joder. Gemimos juntos, largo y bajo, mi cabeza rueda atrás y empujo
otra vez.

Ahora es más estrecha. No sé si es el bebé presionando o el hecho de que Dios


es bueno, pero su coño me agarra como una jodida Venus atrapamoscas
saboreando su última comida, mis caderas golpean contra las suyas, chocando y
frotándose, tan duro como me atrevo.

Se siente primitivo, crudo, y tan exquisitamente intenso que podría ser ilegal.
Sus enormes pechos rebotan con cada pulsación, ella jadea y gime, amando cada
segundo. Kate alcanza por mis caderas, pero están fuera de su alcance, toma las
sábanas en su lugar y las retuerce.

Manteniendo el ritmo rápido y constante, deslizo mi mano entre nosotros y


froto su clítoris, justo como a ella le gusta, entonces me muevo más arriba,
pellizcando esos magníficos pezones oscuros.

Las tetas de Kate siempre han sido un punto caliente, pero últimamente han
estado extra sensibles. Su boca se abre, pero solamente un pequeño lloriqueo sale y
eso es inaceptable.

—Vamos, nena, puedes hacerlo mejor.

Doy a cada puntiagudo pico un buen y largo tirón. Y grita—. Drew... Drew...
Sí...

Mucho jodidamente mejor.

Muevo mis manos a sus rodillas y las sostengo por palanca. Tirando de ella
hacia mí cuando empujo hacia adelante. Piel golpeando piel—. Dios... Kate...

No voy a poder aguantar mucho más. A este ritmo, realmente no lo esperaba.


Mi barbilla cae en mi pecho y extiendo la mano y agarro su trasero levantándola,
hundiéndome más profundo, más rápido.

Las piernas de Kate se apriete sobre mí y sé que está cerca también, ella
gime... cantando... es una cosa hermosa. Y entonces se pone rígida debajo de mí,
apretándose a mí alrededor, llevándome abajo con ella.

Agarro su cintura, sosteniéndola cerca mientras llegamos juntos.

Más tarde, cuando nuestras respiraciones finalmente regresan a la


normalidad, me desmayo en la cama junto a ella—. Maldita sea, eso nunca pasa de
moda.

Ella se ríe—. Sí, necesitaba eso.

Luego muerde su labio inferior y me mira de reojo. Tímidamente.


—¿Quieres volver a hacerlo?

Como si realmente lo necesitara pedir.

***

Unas horas más tarde, despierto de mi coma inducido por el sexo con el
sonido de la voz de Kate.

—Ufff... maldita pizza. Maldito quien lo inventó.

Froto el sueño de mis ojos y miro por la ventana, es aún oscuro afuera, un par
de horas después de la medianoche. Kate está caminando por la habitación,
sobándose la barriga, respira con dificultad.

—¿Kate? ¿Qué está pasando?

Ella se detiene en su camino y me mira—. No es nada. Vuelve a dormir. —


Gime suavemente—. Sólo indigestión.

¿Sólo una indigestión?

Famosas últimas palabras.

Y lo siguiente que sabes, tío Morty yace sobre una losa en la morgue por un
ataque al corazón que nunca supo que estaba teniendo. No durante mi turno,
amigo.

En un instante, estoy fuera de la cama en pantalones chándal. Me paro junto a


Kate, mi mano sobre su hombro.

—¿Deberíamos llamar al doctor?

—¿Qué? No, no, estoy segura de que es sólo... ugh... — Se inclina, sosteniendo
su torso—. Oh...ow...

Y un chorro de agua sale de entre sus piernas, como por valor de diez galones.

Los dos nos quedamos ahí, estúpidamente viendo como caen las gotas desde
el borde del camisón sobre la alfombra. Y entonces, como una serpiente
deslizándose en la hierba, la realidad serpentea a través de nuestros cerebros.

—Oh, Mi Dios.

—Santa mierda.
¿Recuerdas ese globo de agua que he mencionado?

Sí, ese idiota acaba de estallar.

***

Hee hee.

Whoo whoo.

Hee hee.

Whoo whoo.

Cuando tenía dieciséis años, el equipo de baloncesto de mi escuela estaba en


un empate por el campeonato del estado. Durante el último partido estábamos
abajo por uno, con tres segundos en el reloj. ¿Adivina a quien le pasaron el balón?
¿Quién hundió el ganador de tres puntos?

Sip, ese sería yo. Porque incluso en aquel entonces, era una roca.

Continuaba el empate, no me estrese. ¿Miedo? ¿Pánico? Era para perdedores.

Y yo no era un perdedor.

Así que ¿por qué mis manos temblaban como un paciente de Parkinson sin
medicación?

¿Alguien alguna vez te dijo que haces demasiadas malditas preguntas?

Mis nudillos eran blancos, envueltos en un agarre de muerte alrededor del


volante.

Kate estaba en el asiento del pasajero con una toalla debajo de su culo,
implementando cada técnica de respiración Lamaze29, que el instructor hippie nos
había dicho.

Hee hee.

Whoo Whoo.

Hee hee.

29 Lamaze: Es una técnica de parto, el objetivo es aumentar la confianza de la madre en su capacidad de dar a luz.
Whoo.

Luego, a mediados de whoo, ella grita—. ¡Oh, no!

Casi cierro el coche contra un maldito poste de teléfono—. ¡Qué! ¿Qué pasa?

—¡Me olvidé de las paletas de manzanas agrias!

—¿El qué?

Su voz estaba cargada decepción—. Las paletas de manzana agria. Alexandra


dijo que fue lo único que sacio su sed cuando estaba en trabajo de parto con
Mackenzie, iba a recoger algunas esta tarde, pero se me olvidó. ¿Podemos parar y
conseguir un poco?

Okay. Parece que el sentido común de Kate se ha ido, adiós, por lo que
depende de mí para ser su voz de la razón, lo cual es malditamente aterrador,
teniendo en cuenta que estoy colgando de un hilo por aquí.

—¡No, no podemos jodidamente parar, y conseguir un poco! ¿Estás demente?

Los grandes ojos marrones de Kate se llenan inmediatamente con lágrimas y


me sentí como el idiota más grande del mundo.

—¿Por favor, Drew? Sólo quiero que todo sea perfecto... ¿y qué pasa si quiero
una paleta durante el parto, y te vas a conseguirme una, y luego tengo el bebé
mientras te has ido? Te lo perderás —Las lágrimas descendían por sus mejillas
como dos pequeños afluentes. —No soportaría si te lo pierdes.

Por favor, que no sea una niña. Por el amor de Dios, por favor no dejes que
sea una niña. Todo este tiempo, he estado orando por un bebé sano sin especificar
un sexo.

Hasta ahora.

Porque si tengo una hija, ¿y sus lágrimas me llevan a mis rodillas como lo
hacen las de Kate? Estoy completamente jodido.

—Está bien, Kate, está bien, nena. No llores, voy a detenerme.

Inhala, y sonríe—. Gracias.

Sacudí el volante a la derecha, haciendo un giro en U ilegal, y estaciono en la


acera frente a un 7-Eleven. Entonces, más rápido que una parada de rigor en la
Indy 50030, estaba de vuelta en la carretera, con la codiciada paleta de manzana
ácida dando vueltas en el asiento trasero.

30 Indy 500: Es un festival, donde se realizan desfiles de autos y carreras.


Y Kate volvió con sus respiraciones.

Hee hee.

Whoo Whoo.

Hee hee.

Hasta que no lo está.

—¿Crees que las enfermeras sabrán que tuvimos sexo?

Miro fijamente a su estómago—. A menos que pienses en reclamar una


inmaculada concepción, creo que van a tener una idea bastante buena.

Entonces me inclino sobre la bocina—. ¡La gasolina está a la de la derecha,


abuela! —Juro por Cristo, ¿que si tu esponjoso cabello gris es la única cosa que se
puede ver sobre el tablero? No deberías estar conduciendo.

Hee hee.

Whoo Whoo.

—¿No crees que ellos sabrán que tuvimos sexo esta noche?

Kate es graciosa acerca de estas cosas, tímida, incluso conmigo a veces. El otro
día, se me ocurrió echar un vistazo cuando estaba sentada en el inodoro y fue como
el fin del mundo. Personalmente, creo que es ridículo pero no voy a discutir ese
punto con ella ahora.

—Es una sala de maternidad, Kate, no CSI. No van a estar ahí abajo con una
luz negra buscando a mis nadadores.

Hee Hee.

Hee Hee.

—Sí, tienes razón. No van a ser capaces de saber —Ella parecía estar calmada
con la idea. Más tranquila.

Whooooo.

Y me alegro por ella, ahora sí puedo evitar sufrir un paro cardíaco, estaremos
en muy buena forma.

**
Una hora más tarde, Kate está acomodada en una habitación privada en el
Hospital presbiteriano de Nueva York, conectada a más artilugios emitiendo
pitidos que un octogenario con soporte vital. Me siento en la silla junto a la cama.

—¿Te traigo algo? ¿Un masaje en la espalda? ¿Cubitos de hielo? ¿Narcóticos?

Sé que podría ir por un vaso de whisky en el momento, o una botella entera.

Kate toma mi mano y la mantiene apretada, como si estuviéramos en un avión


que está a punto de despegar—. No, solo habla conmigo —Entonces su voz se
apaga. Baja—. Tengo miedo, Drew.

Mi pecho se aprieta dolorosamente y nunca en mi vida me había sentido tan


impotente.

Pero hice lo imposible por ocultarlo—. Oye, esta cosa de entrega entera es un
pedazo de la torta. Es decir, las mujeres tienen bebés todo el tiempo, leí este
artículo una vez que decía que en los días de antaño, los niños nacían justo en el
medio de los campos, entonces lo limpiaban, lo ponían en su mochila, y volvían al
trabajo. ¿Qué tan difícil puede ser?

Ella resopló—. Es fácil para ti decirlo, tu parte fue muy divertida y se acabó.
Las mujeres realmente estamos magnificas jodidas en este asunto.

No está equivocada, pero las mujeres son más fuertes que los hombres. No,
realmente, lo digo en serio. Claro, podemos superarlas en fuerza de la parte
superior del cuerpo, pero en todo lo demás psicológicamente, emocionalmente,
cardiovascularmente, genéticamente las mujeres están a la cabeza.

—Eso es porque Dios es sabio. Sabía que si teníamos que pasar por esta
mierda, la raza humana habría muerto de una puta vez con Adán.

Ella se rió.

A continuación, una voz llega desde la puerta—. ¿Cómo lo estamos haciendo


esta noche?

—Hola, Bobbie.

—Hey, Roberta.

Sí, sólo uso su nombre completo. ¿Estrés postraumático? Posiblemente.


¿Todo lo que sé al oír el nombre de Bob? Es que casi me dan ganas de cortarme las
venas con una caja de cuchillas.

Roberta comprueba la tabla al final de la cama—. Todo se ve bien. Estás cerca


de tres centímetros de dilatación, Kate, así que todavía tienes mucho tiempo para
venir. ¿Tienes alguna pregunta para mí?
Kate parece optimista—. ¿Epidural?

Aquí hay algunos consejos —no seas masoquista, consigue la epidural.

Voy a repetir esto, en caso de que te lo perdiste: CONSIGUE LA EPIDURAL.

De acuerdo con mi hermana, es una droga milagrosa. Ella felizmente habría


masturbado al tipo que lo inventó y Steven probablemente se lo permitiría.
¿Quieres extraer un diente sin novocaína? ¿Quieres conseguir extirpar el apéndice
sin anestesia? Por supuesto que no.

Y no me vengan con esa mierda de tener la "experiencia completa" de parto.


El dolor es el dolor, no hay nada "maravilloso" al respecto.

Jodidamente duele.

Roberta sonríe con dulzura—. Voy a conseguirlo y lo colocare de inmediato —


Ella hizo un par de notas en el portapapeles, luego lo devolvió a su lugar
colgándolo—. Volveré dentro de un rato para ver cómo estás. Tienen a las
enfermeras, llámenme si necesitan algo.

—Está bien. Gracias, Roberta.

Una vez que está fuera de la puerta, me levanto y agarro mi teléfono celular.

—Voy a llamar a tu mamá, no puedo conseguir recepción aquí. ¿Vas a estar


bien hasta que vuelva?

Agita su mano—. Claro, no voy a ninguna parte. Vamos a estar aquí.

Me inclino y beso la frente de Kate, entonces me agacho y beso su tripa,


diciéndole—. No empieces sin mí.

Entonces estoy fuera de la puerta corriendo para alcanzar al médico de Kate


en el pasillo—. ¡Oye, Roberta!

Se detiene y se da vuelta—. Hola, Drew. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, quiero preguntarle sobre el ritmo cardíaco del bebé. ¿No es
uno-cincuenta un poco alto?

La voz de Roberta es tolerante, comprensiva. Está acostumbrada.

—Es bueno dentro del rango normal. Es común ver algunas fluctuaciones
menores en la frecuencia cardíaca fetal durante el parto.
Asentí con la cabeza. Y seguí adelante—. ¿Y la presión arterial de Kate?
¿Algún signo de preeclampsia31?

El conocimiento es poder, cuanto más sepas, más control tienes sobre una
situación. Al menos eso es lo que me he estado diciendo durante los últimos ocho
meses.

—No, como te dije por teléfono ayer y el día anterior, la presión arterial de
Kate es perfecta, ha sido estable todo el embarazo.

Froto mi barbilla y asentí—. ¿Alguna vez ha dado a luz a un bebé con distocia
de hombro? Porque no sabrás que está sucediendo hasta que la cabeza del bebé ya
está…

—Drew. ¿Creí que habíamos acordado que ibas a dejar de ver las repeticiones
de ER32?

ER debería venir con una etiqueta de advertencia, es perturbador. Si eres un


hipocondríaco leve o vas a ser padre, anticipa que vas a perder un montón de sueño
después de un episodio.

—Lo sé, pero…

Roberta levanta su mano—. Mira, sé cómo te sientes…

—¿En serio? —Pregunto bruscamente —. ¿Alguna vez has tomado tu vida


entera y se la has puesto en manos de otra persona y le pediste que la cuidaran por
ti? ¿Para qué te la devolvieran en una sola pieza? Porque eso es lo que estoy
haciendo aquí —Empujo una mano por mi pelo y miro hacia otro lado. Y cuando
hablo de nuevo, mi voz es temblorosa—. Kate y este bebé… si alguna vez...

Ni siquiera puedo terminar el pensamiento, por no hablar de la frase.

Ella pone su mano en mi hombro—. Drew, tienes que confiar en mí. Sé que es
difícil, pero trato de concentrarme en lo positivo, Kate es joven y saludable tenemos
razones para creer que este parto progresara sin ningún tipo de complicaciones en
absoluto.

Asentí con la cabeza y la parte lógica de mi cerebro sabía que tenía razón.

—Vuelve con Kate, intenta disfrutar del tiempo que te queda. Después de esta
noche, no van a estar solos ustedes dos más, no por mucho tiempo.

31 Preeclampsia: es una afección propia de las mujeres embarazadas, que se caracteriza por la aparición de
hipertensión arterial y proteinuria,

32 ER: Sala de Urgencias, es una serie de televisión con un perfil dramático. Trata de lo que ocurre en la sala de
urgencias del hospital ficticio County General en Cook County, Chicago, Illinois, y de la compleja vida personal de los
médicos.
Me obligo a asentir con la cabeza de nuevo—. Está bien, gracias.

Me doy vuelta y camino de regreso a la habitación, me detengo en la puerta.

¿Puedes verla?

Rodeada de almohadas —enterrada bajo un esponjoso edredón que ella


insistió en traer de casa. Se ve tan pequeña, casi como una niña escondida en la
cama de sus padres durante una tormenta eléctrica.

Y tengo que decir las palabras para asegurarme de que ella lo sabe.

—Te amo, Kate. Todo lo que es bueno en mi vida, todo lo que realmente
importa, es solo por ti. ¿Si no nos hubiéramos conocido? Estaría jodidamente
miserable y probablemente demasiado despistado siquiera para darme cuenta de
ello.

Ella me mira, enfrentándome totalmente—. Voy a tener un bebé, Drew no me


estoy muriendo —Entonces sus ojos se ampliaron—. Jesucristo, no me estoy
muriendo, ¿o sí?

Y eso es todo lo que se necesitó para salir de mi pánico.

—No, Kate, no te estás muriendo.

Ella asiente con la cabeza—. Está bien, entonces. Y para que conste, yo
también te amo, me encanta que estés financiando el futuro de Mackenzie porque
no dejas de maldecir. Me encanta cómo te burlas de tu hermana sin piedad, pero
matarías a cualquier persona que le hiciera daño. Pero más que nada… me encanta
la forma en que me amas. Lo siento cada momento… todos los días.

Me acerco a ella y ahueco su mejilla. Entonces me inclino y beso suavemente


sus labios.

Toma mi mano y le da un apretón y luego su mandíbula se tensa con


determinación.

—Ahora, vamos a hacer esto.

***

Resulta que toda la preocupación fue en vano. Porque a las 9:57 de la mañana,
Kate dio a luz a un niño robusto y yo estuve a su lado todo el tiempo, compartiendo
su dolor.
Literalmente.

Estoy bastante seguro de que ella rompió mi mano.

¿Pero a quién le importa? Unos huesos rotos no significan mucho cuando


sostienes un milagro de siete libras y nueve onzas.

Y eso es justo lo que estoy haciendo.

Sé que todos los padres piensan que su hijo es adorable, pero para ser
honestos, él es un chico guapo, ¿no crees? Un parche de pelo negro está
suavemente en la parte superior de su cabeza. Sus manos, su nariz, sus labios,
mirarlos es como mirarme en un espejo pero sus ojos, son todo Kate.

Es exquisito. La perfección hecha carne.

Concedido, él no salió con este aspecto. Hace unas horas, tenía un gran
parecido a un pollo desplumado gritando.

Pero era mi pollo desplumado gritando, así que todavía era la cosa más
hermosa que he visto alguna vez.

Es irreal. La adoración. La devoción que es tan abrumadora, que casi duele


mirarlo. Quiero decir, amo a Kate más que a mi propia vida pero eso llevo tiempo,
poco a poco me enamore de ella.

Esto… fue instantáneo. Tan pronto como puse los ojos en él, supe que
alegremente saltaría desnudo en una piscina de ácido de batería por él. Una locura,
¿verdad? y no puedo esperar para enseñarle cosas. Mostrarle… todo, por ejemplo,
cómo cambiar un neumático, y hablarle dulce a una niña, cómo golpear una pelota
de béisbol, y lanzar un gancho de derecha. No necesariamente en ese orden.

Solía burlarme de esos chicos en el parque, los papás con sus cochecitos y
sonrisas tontas y hombres monederos.

Pero ahora… ahora lo entiendo.

La voz de Kate me tira de mi bebé que miraba fijamente —. Oye.

Parece agotada, no la culpo.

—¿Cómo te sientes?

Sonríe adormilada—. Bien… imagínate orinar una sandía.

Me estremezco—. Ouch.

—Sí.
Sus ojos caen al paquete de color azul pálido con manta en mis brazos.

—¿Cómo está el pequeño hombre?

—Está bien, sólo estamos pasando el rato. Nada, le estoy hablando de todas
las cosas importantes en la vida, como las chicas y los coches y… las chicas.

—¿En serio?

—Sí.

Bajo la mirada a nuestro hijo y mi voz es asombrada—. Hiciste un gran


trabajo, Kate. Él tiene tus ojos, me encantan tus ojos, ¿alguna vez te dije eso? fue la
primera cosa que noté en ti.

Ella arquea una ceja —. ¿Pensé que mi culo fue lo primero que notaste?

Me reí, recordando—. Oh, sí, es cierto. Pero entonces te diste la vuelta y


justo… me impactaron.

El bebé soltó un chillido agudo, capturando nuestra atención.

—Creo que tiene hambre.

Kate asiente y se lo paso por encima. Deshace el cierre de su pijama,


exponiendo una madura y jugosa pecho. Ella trae al bebé más cerca y él se
engancha a su pezón como un experto.

¿Esperabas algo menos? Este es mi hijo, después de todo.

Los veo por un momento. Entonces tengo que meter la mano para ajustar el
mástil de la tienda de campaña que ha surgido en mis pantalones.

Enfermo. Sí, lo sé.

Kate me lanza una sonrisa y mira hacia mi entrepierna—. ¿Tiene un problema


allí, señor Evans?

Me encojo de hombros—. Nope. No hay ningún problema, sólo deseando que


llegue mi turno.

Veran —hay dos tipos de mujeres en este mundo: las que no pueden conseguir
ninguna acción por debajo de la cintura durante seis semanas después de dar a luz,
y su chico tampoco. Luego está el segundo grupo, los que esperamos esas pajas,
mamadas y algo más, porque ellas saben que el favor será devuelto cuando se
levante la prohibición.

Kate definitivamente cae en el segundo grupo. Sé esto, y al parecer también


mi polla.
—¿Después de la masacre de la que fuiste testigo en la sala de partos?, no
creía que ibas a querer tener sexo conmigo otra vez.

Mi boca cae abierta en estado de shock.

—¿Es una maldita broma? Quiero decir, pensé que tu coño era magnífico,
pero ahora que he visto lo que es realmente capaz de hacer alcanzó el estatus de
súper héroe en mi libro. De hecho, creo que deberíamos darle un nombre —
Levanto mis manos, imaginando una cartelera gigante—. ―Un coño increíble‖.

Ella niega con la cabeza y sonríe al bebé—. Hablando de nombrar las cosas…
probablemente deberíamos pensar en uno para él, ¿no crees?

Kate y yo decidimos esperar en el juego de los nombres hasta después del


nacimiento del bebé, para asegurarnos de que era el adecuado. Los nombres son
cruciales, ellos son la primera impresión que el mundo tiene de ti. Es por eso que
nunca voy a entender por qué las personas maldicen a sus hijos con nombres como
Edmund, Albert o Morning Dew.

¿Por qué no ir al grano y llamar al chico Cabeza De Mierda?

Me recuesto en la silla—. Está bien, puedes empezar.

Sus ojos recorren la cara del bebé—. Connor.

Niego con la cabeza—. Connor no es un nombre de pila.

—Por supuesto que lo es.

—No, es un apellido —En mi mejor voz de Terminator digo—. Sarah Connor.

Kate rueda los ojos. Entonces dice—. Siempre me ha gustado el nombre


Dalton.

—Ni siquiera voy a dignificar eso con una respuesta.

—De acuerdo, Colin.

Me burlo—. De ninguna manera, suena demasiado como ―colon‖. Ellos lo


llamarían ano en el momento en que ponga un pie en el patio.

Kate me mira con incredulidad—. ¿Estás seguro de que fuiste a la escuela


católica? Suena como si hubieras crecido en la sala correccional.

La vida es un gran patio de escuela, recuerda eso.

Mentalidad de manada de lobos. Tienes que aprender temprano cómo no ser


el eslabón más débil. Ellos son a los que se comen. Vivos.
—Puesto que no apruebas mis elecciones, ¿qué sugieres? —Pide ella.

Miro el rostro dormido de nuestro hijo, sus pequeños labios perfectos, sus
largas pestañas oscuras.

—Michael.

—Uh-uh. En tercer grado, Michael Rollins vomitó todos mis mocasines, cada
vez que escucho ese nombre pienso en perros calientes regurgitados.

Me parece justo, lo intento de nuevo—. James. No Jim o Jimmy y seguro


como la mierda no Jamie, sólo James.

Kate levanta las cejas, y aprueba—. James. James, me gusta.

—¿Sí?

Ella baja la mirada al bebé de nuevo—. Sí, es James.

Meto la mano en mi bolsillo de atrás y saco un pedazo de papel doblado.

—Fantástico. Ahora su apellido.

Ella está confundida—. ¿Su apellido?

Hemos hablado sobre el uso de Brooks como el segundo nombre, pero


seamos honestos: las únicas personas que utilizan un segundo nombre son asesinos
en serie y padres cabreados, así que se me ocurrió algo mucho mejor.

Pongo el papel abierto en el regazo de Kate.

Echó un vistazo.

BROOKS-EVANS

Ella levanta la vista, los ojos muy abiertos por la sorpresa—. ¿Quieres unir tu
apellido?

Soy un tipo chapado a la antigua. Creo que las mujeres deben tener los
apellidos de sus maridos. Sin duda, se trata de la idea que la mujer es una
propiedad. Y no, no estoy de acuerdo con eso, en el futuro, si alguno rufián viene y
supone que es dueño de mi sobrina, voy a comprarle una pala.

Así se puede cavar su propia tumba antes de que lo ponga en ella.

Pero técnicamente hablando, Kate es la última de los Brooks. Los bienes del
nombre no significan tanto como antes, pero tengo la sensación de que significa
mucho para ella.
—Bueno… es nuestro. Y tú hiciste la mayor parte del trabajo, debes obtener la
mitad del crédito.

Sus ojos se ablandan cuando ella recuerda—. Odias compartir, Drew.

Empujo un poco de su pelo rebelde tras la oreja—. Por ti, estoy dispuesto a
hacer una excepción.

Además, estoy apostando a que un día, pronto, el apellido de Kate coincidirá


con nuestro hijo.

Por supuesto, Kate se merece la mejor propuesta siempre y la mejor toma


tiempo.

Planificación.

Está en construcción en estos momentos. Estoy tomando clases en globo los


sábados por la tarde, cuando ella piensa que estoy jugando a la pelota con los
chicos. Porque voy a llevar a Kate en un paseo en globo aerostático privado al Valle
Hudson. Habrá una elegante merienda preparada para nosotros cuando
aterricemos y ahí es donde voy a hacer la pregunta.

De esa manera, si existe la remota posibilidad de que Kate me rechace, la


tendré en una zona totalmente apartada hasta que pueda cambiar de opinión.

Un genio, ¿verdad?

Voy a tener una limusina esperando cerca, pero no demasiado cerca, que nos
lleve de vuelta a casa, para que podamos sentarnos y descansar en el camino y
tener limo-sexo, por supuesto. Nunca se debe dejar pasar la oportunidad de tener
sexo en una limusina, siempre es divertido.

Los ojos de Kate están brillantes por las lágrimas. Felices—. Me encanta.
James Brooks-Evans. Es perfecto, gracias.

Me inclino hacia delante y beso la frente de nuestro hijo. Y luego beso los
labios de su madre—. Lo tienes todo mal, nena. Se supone que debo estar dándote
las gracias.

Ella baja la vista hacia James con ternura y con esa voz que podría poner a un
ángel verde de envidia, comienza a cantar.

Hay una canción que cantan cuando toman la autopista

Una canción que cantan cuando toman al mar

Una canción que cantan de su hogar en el cielo

Tal vez puedes creerlo si te ayuda a dormir


Pero el canto funciona bien para mí

Así que buenas noches, señora luz de la luna

Arrulla al dulce bebé James

Verdes profundos y azules son los colores que elijo

No me dejes caer en mis sueños

Y arrulla al dulce bebé James

Solo hay unas pocas veces en la vida en la que un hombre tiene permitido
llorar sin parecer un tonto total.

Esta es una de esas veces.

Cuando Kate termina, me aclaro la garganta y froto la humedad de mis ojos.


Luego me subo a la cama a su lado.

Estoy bastante seguro de que va contra la política del hospital, y lo admito,


algunas de esas enfermeras las veo jodidamente intimidantes.

Pero vamos son enfermeras.

Kate se vuelve hacia mí, así que James se encuentra entre nosotros. Mi brazo
está por encima de él, con mi mano en su cadera, rodeándolos a los dos.

Los ojos de Kate son cálido terciopelo—. ¿Drew?

—¿Mmm?

—¿Crees que vamos a estar siempre así?

Le doy una pequeña sonrisa—. Definitivamente no.

Y luego toco su cara, la que planeo mirar todas las mañanas y todas las
noches, hasta que la muerte aparezca para arrastrarme lejos.

—Vamos a seguir mejorando.

***

Así que ahí lo tienen.


Es esto un jodido final feliz, ¿eh? O principio… supongo… dependiendo de
cómo se mire.

De todos modos, ahora es el momento de empezar a plantear algunas perlas


de la sabiduría.

Consejo.

Pero teniendo en cuenta los acontecimientos del año pasado, se ha vuelto


cada vez más evidente que no sé de qué coño estoy hablando. No creo que deban
escuchar nada de lo que he dicho.

¿Todavía quieren darme una oportunidad?

Okay. Pero no digan que no se los advertí, aquí va:

Número uno: La gente no cambia, no hay ninguna fórmula mágica.

Ningún bibbidi-jodido-boo.

Lo que ves es lo que obtienes. Claro, algunos hábitos pueden ser cambiados,
frenados, al igual que mi propensión a hacer juicios precipitados. La sola idea de
asumir que lo sé todo, sin consultar primero con Kate, ahora me revuelve el
estómago.

Pero otras características, se pegan.

Mi posesividad, la terquedad de Kate, nuestro espíritu de competitividad, es


una parte de quienes somos que debemos totalmente erradicar.

Es como... la celulitis. Vosotras las mujeres pueden pasar todo el día en el spa
envueltas en lodo y algas.

Pueden tirar una fortuna en esas ridículas cremas y exfoliantes pero al final
del día, las arrugas, la piel con hoyuelos, todavía va a estar allí.

Lamento ser el que lo diga; pero es justo así.

Pero si amas a alguien, realmente lo amas, lo tomas como es. No tratas de


cambiarlo.

Quieres el paquete entero —el culo estilo queso cottage y todo.

Número dos: la vida no es perfecta, o predecible. No esperes que pase.

En un minuto, estás nadando en el océano. El agua es suave y tranquila; estás


relajado. Y entonces, de la nada, una ola te succiona.
La siguiente cosa que hagas será lo que te salve. ¿Darías todo lo que tienes?
¿Patearías hasta la superficie, a pesar de que los brazos y las piernas duelen? ¿O te
rindes y te dejas ahogar?

Cómo reaccionar a los giros de la vida y vueltas de la vida hace toda la


diferencia.

De modo que el número tres es el más importante, ¿si puedes hacerlo durante
los tiempos duros e inesperados? Esa luz al final del túnel vale toda la mierda que
tuviste que caminar para llegar allí.

Eso es algo que nunca olvidaré. Lo recuerdo cada vez que miro a Kate y a
nuestro hijo.

¿Cuándo todo está dicho y hecho? La recompensa vale mucho más la puta
pena.
Tamed (Tangled#3)

Detenme si has escuchado esto antes: chica


conoce jugador, se enamoran, y el jugador cambia
su comportamiento.
Es una buena historia. Pero es nuestra
historia. La nuestra es mucho más colorida.
Cuando conocí a Dee supe enseguida que ella
era especial. Cuando ella me conoció, pensó que yo
era cualquier cosa menos especial —yo era
exactamente como cualquier otro chico que la
había jodido y dejado a un lado. Tomo un poco de
tiempo convencerla de lo contrario, pero resulta
que puedo hacer un argumento convincente
cuando hay sexo en juego.
Puedes saber a dónde se dirige esta historia.
Pero lo mejor no es donde terminamos.
Es el cómo llegamos allí.
Durante el día, Emma Chase es una devota
esposa y madre de dos hijos que vive en una
pequeña ciudad rural en Nueva Jersey. Por la
noche, está en una cruzada en su teclado,
trabajando por horas para traer a la vida sus
coloridos personajes y sus payasadas sin fin. Tiene
una relación de amor/odio con la cafeína.
Emma es una ávida lectora. Antes de que
nacieran sus hijos, era conocida por consumir
libros enteros en un solo día. Escribir siempre ha
sido una pasión constante y con la publicación de
su primera novela, la capacidad de decir que ahora
es un autor no es nada menos que un sueño hecho
realidad.

Serie Tangled
 Tangled #1
 Tangled Escenas Extras #1.1
 Holy Frigging Matrimony #1.5
 Twisted #2
 Tamed #3
 Tied #4

También podría gustarte