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Ramos, Nicole 40.913.

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El beso de la mujer araña conforma una prosa narrativa innovadora, con


diversos géneros literarios que acompañan la historia presentada sin narrador. Distintos
recursos son utilizados en el acercamiento del texto al lector, cada uno de ellos
contribuyen a la elaboración de una novela con una estructura poco común, que
problematiza y amplía, en cierta manera, los procedimientos narrativos.
Para empezar a analizar la novela de Manuel Puig, tomaremos como base de
análisis este recurso ya mencionado: El beso de la mujer araña no presenta narrador.
No se trata de un texto dramático, ya que escasean las acotaciones, los nombres de los
personajes al hablar, la presentación de los espacios, y dado este descarto de género nos
incorporamos en una novela distinta, como lectores esperamos encontrar, en un
principio, la voz que nos guía por el texto para hacernos comprender el camino que este
recorre, pero avanzando en la lectura notamos que, gracias a aquellos procedimientos
utilizados a lo largo de las páginas, la comprensión de la historia de Valentín y Molina
es posible. Uno de estos recursos tomados por la novela para guiarnos es la introducción
de diferentes géneros discursivos menores, como por ejemplo, el informe penitenciario,
señalado por Marcelo Coddou1 que aparece al finalizar la primera de la novela, el cual
nos permite conocer parte de la causa por la cual nuestros personajes están presos de su
libertad, como así también, cuales eran sus situaciones antes de estar en una misma
celda. Esta introducción del informe penitenciario después de 132 páginas de dialogo,
solamente interrumpidas por notas al pie, repone información necesaria para la
continuidad de la historia y, a pesar de estar utilizando tal género, la novela introduce un
momento de analepsis. Luego de presentar el informe aparecen por primera vez otras
voces distintas a las de los personajes principales, la de suboficial, el director y el
procesado, que aún, cambiando la manera de introducir sus voces, siguen contándonos
lo que sucede.
Estas distintas voces que aparecen sumergen la historia a un alcance íntimo de
los personajes, en palabras de Coddou: “La técnica, hábilmente sostenida, tiene como
finalidad permitir que el lector conozca a los personajes sin mediación o interposición
alguna, directamente, a través de lo que piensan y les ocurre, reflejado en lo que
dicen”. Lo que dicen y o que piensan, agregando como recurso utilizado en la novela
los monólogos interiores que nos llevan a lo más profundo de los personajes, con pocas
posibilidades de comprensión para el lector, asimismo esta intensión de falta de
racionalidad en tales monólogos crea la verosimilitud de la narrativa, siendo que un
pensamiento no hay receptor más que uno mismo, por lo tanto, no hay necesidad de
hacerse entender.
Para colaborar con la ausencia del narrador, se utilizan signos gráficos que nos
permiten conocer los silencios de los personajes y el inicio de un capítulo nuevo.
Coddou escribe: “Es la posibilidad extrema del estilo directo. Y, por ende, de la
objetividad tan buscada por la novela contemporánea”. Una objetividad posible

1
Coddou, Marcelo (1978) "Complejidad estructural de El beso de la mujer araña" En: Revista
de literatura hispánica: Nº. 7, Artículo 3. Disponible en:
https://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss7/3
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poniendo en marcha la subjetividad de los personajes, dado que las descripciones del
narrador quedan excluidas por su ausencia, obtenemos la objetividad, pero a la vez, la
voz y el pensamiento de los personajes exponen sus subjetividades.
“Toda nota es ruptura, suspenso (…) que viene a sumarse a los que matizan el
ritmo narrativo y el desarrollo de las ficciones dentro de la ficción”, señala Goddou, a
su vez, lo asemeja con el estilo folletinesco, proponiendo la interrupción de las notas al
pie como pausa necesaria para atrapar al lector en la lectura, recurso utilizado en este
género literario, cortado por entregas acudiendo al interés del público creando suspenso.
Estas notas al pie también amplían los parámetros conocidos sobre la utilización de
tales, dado que, en vez de hacer una aclaración correspondiente con el relato, introducen
textos ensayísticos sobre la homosexualidad. Goddou nos dice que se trata del autor
que, de manera sumamente sutil, se manifiesta.
Traslasierra tiene una narradora, Rebeca Schrader, la cual también está
atravesada por distintas voces narradoras, que aparecen casi sin consabidos. A su vez, se
cuenta la historia que ocupa a los personajes atravesada por la Historia de la segunda
guerra mundial, recurso que nos permitirá adentrarnos en la comprensión de los hechos
narrados.
“Andrés Rivera desarrolla entonces una poética de lo lindante, las fronteras
entre escrito y oral, entre historia e Historia, entre hijos y padres” 2 explica la crítica
Sequera. Rivera nos presenta un relato polifónico, y a su vez monólogo, introduciendo a
través la voz narradora distintas voces narradoras que asimismo tampoco sabemos a
quién narra, transitando por lo oral y lo escrito, entre cartas y diálogos tomados por
Rebeca.
La novela complejiza el presente de relato, llevándonos por distintos lugares,
tomando distintas voces que luego se aclara su lugar de enunciación, pero no siempre.
Como Sequera escribe: “Efectivamente, no tenemos precisiones en cuanto a ese
presente de narración”. Asimismo, las fronteras de las voces tampoco son precisas,
como la primera aparición de Rebeca Schrader, la judía de Varsovia, que no es la
Rebeca Schrader narradora. La novela pone en ausencia los rasgos que tradicionalmente
conocemos como guías necesarias para el lector, problematiza la comprensión de las
fronteras de las voces, los personajes, las relaciones.

2
Sequera, Magali, “Andrés Rivera, una poética lindante”

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