Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Hijo
De
ZANONI
5
INTRODUCCIÓN
PROLOGO
10
EL AUTOR.
11
CAPITULO I
CAPITULO II
GABRIELE D'ANNUNZIO.
sica; ¡era tan bella! ¡Ah! ¡al fin te encuentro, madre mía!" Y
expiró. ¿Cómo explicáis, reverendo, el hecho de que vos oísteis
aquellas palabras que él realmente pronunció?
-¡Dios os acompañe!
25
CAPITULO III
BACON DE VERULAM.
PLATON.
CAPITULO IV
SCHELLING.
-Sí, mi querido.
-Puedo deciros que no; pero esto no quiere decir que en las
comunicaciones de este género no haya peligros. Cuando una
persona sirve de instrumento, o "medium", a un espíritu
desencarnado, que toma posesión de su cuerpo empleándolo como
si fuese su dueño, si ese espíritu es de buena moralidad, y no abusa
del privilegio que se le concedió, no es nocivo a la salud ni al alma
de dicho médium. Hay, empero, casos en que espíritus inferiores,
apoderándose del cuerpo del médium, lo emplean para satisfacer
sus prisiones, y entonces pueden producir enfermedades orgánicas
en el cuerpo que les sirve de instrumento. Por eso, no es bueno
servir de médium a un espíritu que no se conoce. Y para
conocerlo, es necesario ser clarividente.
CAPITULO V
CAPITULO VI
(..."Queremos guerra
Guerra e só guerra", unisonos bradaram.
D. J. MAGALHAES,
"Confederaçao dos Tamoyos."
..."Queremos guerra
Guerra y sólo guerra" a unísono gritaran.)
HORACIO.
Máxima alquimista
reció del poder del marqués, antes que él lo descifrase, y sin que nadie
supiera donde quedó.
-¿Y el hijo?
-¿Cuándo terminará?
CAPITULO VII
-¡Oh! ¡no sería yo capaz de pedir algo que con ellos fuese
incompatible! - replicó Zanoni - Sabes que mi amado hijo está
viviendo en la tierra; un buen y honesto matrimonio en París,
cuyo nombre y dirección ya descubriste, lo cría. El niño cumplirá
dentro de pocos meses su segundo año de existencia. El
matrimonio Boncoeur es gente pobre; y yo dejé en la tierra una
considerable fortuna, que debe servir para la educación de mi
hijo. Yo te indicaré los lugares donde están guardados mis tesoros,
si me prometes aprovechados para mejorar la posición financiera
y social de dicho matrimonio, y para dar una buena educación a
mi hijo.
55
CAPITULO VIII
Proverbio checo.
-Parece que sí, doctor. El niño nos cuenta, muchas veces, que
ve a la madre y a veces también al padre.
-¡Criatura privilegiada! ¿No os parece? - dijo Dupuis.
-Ciertamente es un espíritu adelantado que habita este
cuerpo de criatura. Yo que creo en la pluralidad de existencias, no
dudo que es la reincorporación de un ser que, en previas vidas en
la tierra, ya había evolucionado notablemente.
estuvo aquí hasta este momento, porque ahora mismo se fue, ¿no
es verdad?
CAPITULO IX
hasta sin el uso del poderoso Elixir de Vida; pues uno de los
factores que más contribuyen a la prolongación de la vida
terrestre es la Fuerza de Voluntad, corroborada por ciertos
ejercicios y concentraciones. Otro factor muy importante consiste
en atenuar la actividad del organismo físico, para volverlo más
obediente al poder de la Voluntad; con este fin se prescriben los
ayunos, la meditación y la abstención de los placeres groseros.
También es necesario purificar la mente, evitando todos los
pensamientos lascivos e impuros, que son nocivos al organismo
etéreo. En cuanto a la composición química, si quisiereis decir
alquímica del Elixir, nada os puedo revelar, porque es un secreto
incomunicable de la Orden a que tengo la honra de pertenecer.
CAPITULO X
CAPITULO XI
AMELOT
CAPITULO XII
LENAN.
CAPITULO XIII
CAPITULO XIV
SCHILLER.
CAPITULO XV
CALDERÓN.
CAPITULO XVI
CAPITULO XVII
CAPITULO XVIII
Después continuó:
-Enrique coleccionaba hierbas medicinales; y yo, para
demostrarle mi gratitud por la cura de Ana, traíale de vez en
cuando algunas. Estaba yo, un día, en busca de ciertas
hierbecillas, en un monte escarpado, a cuyo pie corría un arroyo.
No soy propenso a sufrir vértigos, cuando miro desde gran altura
a un precipicio; pero aquella vez en un instante en que de lo alto
de la cumbre miré para abajo, una sensación desagradable se
apoderó de mis sentidos; me pareció que empezaba a dar vueltas y
que el monte balanceaba; y, perdiendo el equilibrio, caí, y
comencé a rodar de piedra en piedra, y sin duda hubiera
encontrado una muerte horrible, si no hubiese aparecido de
pronto, junto a mí, Enrique Johnson, que me agarró por las
manos, sopló sobre mis ojos, pasó su mano derecha por mi cabeza,
y enderezándome, me condujo, sin pronunciar una palabra, hasta
el camino, donde súbitamente desapareció, sin que yo pudiese
notar hacia donde fue. Cuando llegué a casa lo encontré
conversando con mi hija Lucía, Me miró y dijo: "No se debe
subir a un monte, cuando el estómago está
106
CAPITULO XIX
LEBRUN.
CAPITULO XX
CAPITULO XXI
S. MARCOS, VI-5 y 6.
CAPITULO XXII
F. CH. BARLET,
CAPITULO XXIII
CAPITULO XXIV
CAPITULO XXV
CAPITULO XXVI
CAPITULO XXVII
Canción alemana.
PLATÓN.
también tendremos que ir, cuando suene nuestra hora. Ella nos
dejó corporalmente, porque las partículas que componían su
cuerpo carnal perdieron la fuerza de cohesión que la vitalidad,
sustentada por el Espíritu, durante su vida terrestre les prestaba,
y se disolverán, con el fin de ser aprovechadas por el Creador en
la composición de otras formas de entidades. No obstante, su
alma, no se divorció de los que eran sus amigos, y puede entrar en
comunión espiritual con nosotros, por medio de las oraciones, si
éstas nos vienen de lo íntimo del corazón y se elevan a las esferas
donde actualmente esa alma reside. Cuando dirigimos nuestras
oraciones a Dios entramos en comunión real con los seres amados
que, habiendo abandonado la vida terrestre ya se hallaban en el
mundo espiritual; entramos en comunión con ellos, en el seno de
la Divinidad, porque también ellos dirigen a Dios sus
pensamientos.
…………………………………………………………………………………….
CAPITULO XXVIII
PLATÓN
-¿Quién te lo ha referido?
-Madame Hardy; también me relató que tres amigas suyas
habían recibido señales de sus hijos, en el momento que éstos
expiraban mortalmente heridos, en la misma batalla. Una soñó
que el hijo la llamaba para restañarle la sangre que le manaba del
pecho. Otra quedó asustada cuando, rezando por su hijo, de
pronto vio desprenderse de la pared el retrato del joven y se le
cayó a los pies. La tercera notó que se abría la puerta de la
habitación donde ella se estaba preparando para acostarse, y
entró su hijo; pero, cuando la madre corrió a su encuentro y quiso
abrazarlo, el recién llegado desapareció. Y ahora, con las últimas
noticias, se confirmó el fallecimiento de estos tres jóvenes,
coincidiendo también con las fechas de esas señales y visiones.
167
CAPITULO XXIX
LERMONTOFF (ruso).
CAPITULO XXX
CAPITULO XXXI
CAPITULO XXXII
ADAM MICKIEWICZ,
CAPITULO XXXIII
CAPITULO XXXIV
Proverbio árabe.
CAPITULO XXXV
………………………………………………………………………….
CAPITULO XXXVI
CALDERÓN DE LA BARCA.
-¡Pienso, sí!
-¡Pero él ya está lejos de Rusia!
-No lo creo.
-¿Cómo? ¿No te convencieron de eso las pruebas irrefutables
que di en mi carta?
210
CAPITULO XXXVII
HOMERO.
………………………………………………………………………..
CAPITULO XXXVIII
Jacob, vio, durante un sueño, que las espigas de trigo atadas por
sus hermanos, se inclinaban ante las suyas, y que el Sol, la Luna y
once estrellas lo adoraban: lo que se realizó, cuando José vino a
ser ministro del Faraón: sus hermanos y los padres recibieron de
él, trigos y otros bienes. -Un ángel avisó, en sueños, a San José que
condujese a María y Jesús a Egipto, con el fin de salvar al niño de
la persecución de Herodes. - También a los tres Reyes Magos,
después que hubieron adorado al niño Jesús, apareció en sueños
un ángel indicándoles un nuevo camino que debían seguir para
que no se encontraran con Herodes.
CAPITULO XXXIX
CAPITULO XL
que estaba con los ojos cerrados. Eran consecuencias del vino que
había tomado, y al cual Santiago había mezclado un débil
narcótico; el ruso se adormeció.
………………………………………………………………………….
CAPITULO XLI
HOMERO
-Es por eso, patrón, que quiero hablar con mi padre. Neri
estuvo ayer en casa de los hermanos de Rosalina, pidiéndoles la
mano de la doncella; y cuando supo que ella era mi novia, profirió
fuertes imprecaciones.
CAPITULO XLII
CAPITULO XLIII
CAPITULO XLIV
-Son los Espíritus Vírgenes, que son los entes humanos del
presente Período Terrestre, que actualmente están evolucionando
en este planeta, pero después de terminada esta evolución,
encuentran su patria en dicha constelación.
CAPITULO XLV
CAPITULO XLVI
FÉNELON
-¿Cómo?
-Seré el único raptor.
-No comprendo...
-¡Oye! La primera parte del programa que te propuse,
servirá. Leticia irá al teatro en compañía de sus padres; antes de
concluirse la última escena, el señor Glyndon recibirá un billete,
en que el hotelero lo llamará con urgencia, participándole que fué
violentada su habitación, estando además, preso el ladrón. El
inglés saldrá del teatro, en compañía de su señora y de la hija. Tú
lo seguirás. El cochero del inglés estará en la próxima taberna,
tomando un trago que le habré ofrecido. Las damas subirán al
coche, mientras Glyndon irá a llamar al cochero. Luego que el
inglés entre en la taberna, yo tomando el lugar del cochero,
fustigaré a los caballos y seguiré en dirección al barrio nuevo. Tú
avisarás inmediatamente al inglés y antes que él comprenda bien
la situación, aprovecharás mi caballo, que estará a tu disposición,
y te apresurarás en perseguirme. En cualquier lugar despoblado,
donde la oscuridad me proteja, hago parar a los caballos y,
naturalmente enmascarado, asustaré a las inglesas, diciéndoles
que, si quieren que las suelte, tienen que entregarme el dinero y
las joyas que llevan consigo. En este momento te aproximarás y
simularemos una lucha, de la cual tú saldrás vencedor; yo
montaré a mi caballo y me escaparé muy de prisa, mientras tanto
tú conducirás a la señora y a la señorita Glyndon a la calle de
Grand-Cours, y de esta manera desempeñarás el papel de su
salvador de un peligro mortal.
CAPITULO XLVII
CAPITULO XLVIII
“Huyó ya lejos
el dulce sueño...'
Pero en el alma
quedó el deseo,
y caza la imagen
de su recuerdo."
trara con la del joven pupilo del doctor Alberto Dupuis, y que
continuamente la perseguía el recuerdo de la misteriosa
ocurrencia que tuvo lugar al contemplar la estrella matutina.
CAPITULO XLIX
CAPITULO L
CAPITULO LI
CALDERÓN.
CAPITULO LII
J. W. GOETHE, "Faust",
CAPITULO LIII
CAPITULO LIV
hay en el mundo físico y que fué hecho por la mano del hombre,
tiene su origen en el mundo mental. Las casas en que vivimos, las
sillas en que nos sentamos, las camas, los coches, los navíos, todos
los instrumentos, todas las construcciones, ete., existieron primero
como ideas o pensamientos en la mente humana. Análogamente,
los árboles, las flores, los ríos, los mares, las montañas, etc., son los
pensamientos materializados de las Fuezas de la Naturaleza.
Cuando el alma humana deja el cuerpo físico, pasa al estado
llamado purgatorial, en las regiones inferiores del Mundo Astral,
o Mundo del Deseo. Allí conserva aún todas sus inclinaciones y sus
vicios, los mismos apetitos, las mismas simpatías y antipatías,
como las tenían durante su vida en la tierra. Sin embargo, la
única, importantísima diferencia es que no posee el cuerpo físico
con que pueda satisfacer sus apetitos y deseos. En esto consiste los
tormentos del purgatorio. Con el tiempo se debilitan y mueren sus
deseos y los bajos apetitos, y el alma va a las regiones superiores
del Mundo del Deseo, donde pasan ante su vista todas las escenas
de su vida pasada, entre las cuales el respectivo hombre practicó
algún bien. Allí en el Primer Cielo, siente la gratitud manifestada
por aquellos a quienes prestó auxilio; allí se une con las personas a
quienes le liga la verdadera simpatía. Mas tarde, dejando el
Mundo del Deseo, el alma entra en la esfera interior del Mundo
Mental, en el Segundo Cielo. Allí se identifica con las Fuerzas de
la Naturaleza, y trabaja bajo la dirección de las jerarquías
creadoras, construyendo para sí misma el ambiente que será
necesario para su próximo desenvolvimiento. Allí construye, en
substancia mental, los arquetipos de la tierra y el mar; obra sobre
la flora y la fauna; inventa y fabrica instrumentos y otros objetos,
siempre con la materia mental, -y todo lo que asi mentalmente
preparó, aparecerá más tarde físicamente, cuando aquella alma
esté reencarnada. Cuanto más adelantado pensador es un hombre,
tanto menos tiempo precisa para hacer estas formas mentales en
el Segundo Cielo; es, pues, necesario vivir - como vivo yo - ya aquí,
en la tie-
314
CAPITULO LV
AUGUSTO COMTE.
-Naturalmente.
CAPITULO LVI
los antes dotados y de alma inmortal, esto es, de los seres humanos
y de los seres angélicos. Los elementales, con ciertas exepciones,
no son buenos ni malos; su acción es buena o mala, conforme la
intención de quien los encomendó ejecutar una tarea. La unión de
un elemental con una idea maléfica constituye lo que llamamos
"Larva", esto es, un parásito psíquico que vive acosta de aquel
que le dió el origen, durante un período más o menos largo, que
depende de la intensidad de la acción cerebral de quien lo generó.
La hechicera encargó a las larvas que produjo, la abominable
tarea de presentar a Leticia las escenas, imaginadas por la bruja,
con el fin de hacerle creer que Deodato ya no la amaba. Además
de los elementales encargados de esto, la maga negra ordenó a
otros elementales que, aprovechando las emociones y la
imaginación de la doncella, creasen nuevas larvas.
CAPITULO LVII
CAPITULO LVIII
CAPITULO LIX
"Na twêyáham játu tásam na twan nême
janádhipáh; Na chaiva na bhavishtyámah
sarve vayasatah param."
Idem, IV, 5
CAPITULO LX
Ecclesiastes, XII, 7.
S. JUAN, XIV, 2.
-¿Lunas de Marte?
CAPITULO LXI
OVIDIUS NASO.
…………………………………………………………………………
No necesitamos, ciertamente, esforzarnos mucho para
convencer al lector de que la llegada de Deodato y sus dos
compañeros a la morada de la familia Glyndon fué acogida con
sincero placer y gran alegría.
CAPITULO LXII
Proverbio latino.
Agosto 4 de 1943
(Luna nueva, 4°• día)
FIN