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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN
LIC. EN COMUNICACIÓN SOCIAL

TRABAJO INTEGRADOR FINAL


DE
SEMIÓTICA Y COMUNICACIÓN

“ACTIVISMO HÉTEROPATRIARCAL:
MARCAS DE LA NOCIVIDAD DEL GÉNERO.
CASO CON MIS HIJOS NO TE METAS”

ALUMNO: BUSTOS OCHOA, MARIANO ANDRÉS


DNI: 39.652.514
MU: 9970

DOCENTE: LIC. CECILIA VILA

2019
Introducción:
La sexualidad constituye un campo dinámico sujeto a transformaciones constantes. Los
movimientos feministas y de la diversidad sexual han politizado lugares que
tradicionalmente se han considerado como parte del ámbito privado y personal. En ese
sentido, nuevas formas de comprender el cuerpo y la sexualidad han sido introducidas por
estos movimientos como espacios de reivindicación política (Morán Faúndes, 2015).
Demandas como el matrimonio igualitario, la identidad de género autopercibida, la
legalización del aborto y la implementación de la educación sexual integral, entre otras, han
compuesto y, componen aún, la agenda de lucha de estos movimientos.
No obstante, existen grupos resistentes al cambio y a las nuevas formas de concebir la
libertad individual. Sectores de la sociedad que sostienen un modelo conservador y
tradicionalista de entender las relaciones socio-emocionales entre personas. Este es el caso
de Con Mis Hijos No Te Metas, grupo que surge en Argentina para impedir el avance en la
Ley de Educación Sexual Integral.
El presente trabajo se inscribe en el marco de la asignatura Semiótica y Comunicación,
de la Lic. en Comunicación Social, de la UNSJ. El artículo pretende dar cuenta de las
construcciones discursivas que Con Mis Hijos No Te Metas realiza sobre la categoría
género.
Se procederá a partir de la realización de un análisis semiótico de un material
audiovisual. El video1 seleccionado está titulado como “Ideología de género nociva”. Fue
publicado el día viernes 29 de marzo, en la página de Facebook “Con mis hijos no te metas
Argentina – Oficial”. Se pudo identificar en ese sitio un cúmulo de videos, no obstante se
eligió específicamente ese con la finalidad de analizar la nocividad que le atribuyen al
género.
El marco teorético estará circunscripto a la Teoría de los Discursos Sociales, de Eliseo
Verón (2004). Esta teoría reposa sobre una doble hipótesis en relación a los modos de
funcionamiento de la semiosis social (p. 125):
- Toda producción de sentido es necesariamente social: esto quiere decir que todo
proceso significante descansa sobre sus condiciones sociales de producción. En este caso, el
video fue hecho por el grupo Con Mis Hijos No Te Metas y publicado en la red social
Facebook.
- Todo fenómeno social es un proceso de producción de sentidos: es decir, todo
funcionamiento social tiene una dimensión significante. En este ejemplo, el video significa
para quien lo creó y, también, para los receptores.
Este doble anclaje (del sentido en lo social y de lo social en el sentido) “solo se puede
develar cuando se considera la producción de discursos como discursiva” (Verón, 2004, p.
126). En otras palabras, es solo en el nivel de la discursividad donde el sentido manifiesta
sus determinaciones sociales y los fenómenos sociales develan su dimensión significante.

1
Disponible en:
https://www.facebook.com/ConMisHijosNOArg/videos/2316230568397428/
2
En efecto, se eligió este marco teórico con el objetivo de acceder y conceptualizar la red
semiótica en la que se encuentra el audiovisual. Pero, además, porque resulta importante
poner en evidencia cómo los procesos de semiosis, en los que se inscriben los discursos
sociales, construyen la realidad de lo social. Sostiene Verón (2004) al respecto que “el
análisis de los discursos sociales abre el camino al estudio de la construcción social de lo
real” (Verón, 2004, p. 126).
Analizar cómo se construye lo social desde Verón, implica analizar los sistemas de
relaciones que todo producto significante mantiene con sus condiciones de producción por
una parte, y con sus efectos por la otra (Verón, 2004, p. 128). Respectivamente, implica
analizar la dimensión de lo ideológico y del poder en los discursos.
Si se parte de la premisa de que lo social se construye, por lo tanto, desde este
posicionamiento teórico se espera interpelar determinados significados que Con Mis Hijos
No Te Metas construye como lo perteneciente al orden de lo natural y lo normal. Desde
este análisis, se le ofrece al lector el recorrido de significación construido, junto con las
distintas estrategias discursivas utilizadas para naturalizar y encubrir procesos que forman
parte de lo social y cultural.
La hipótesis de lectura que se propone es la siguiente:
Las producciones discursivas que Con Mis Hijos No Te Metas construye, naturalizan
procesos que forman parte de lo social. Los discursos que se imparten incitan a la
estigmatización y odio hacia la comunidad trans.

Activismo hétero-patriarcal: El grupo “Con Mis Hijos No Te Metas” en Argentina


Argentina, al igual que otros países de Latinoamérica, está siendo testigo de las
múltiples manifestaciones y amenazas del grupo Con Mis Hijos No Te Metas (en adelante
CMHNTM). Se trata de un movimiento interesado en llevar adelante una cruzada moral en
detrimento de lo que llaman la “ideología de género”. Consecuentemente, el grupo se
expresa públicamente en contra de los derechos sexuales y reproductivos, la Educación
Sexual Integral, la identidad de género, el matrimonio igualitario y la adopción, temas que
en los últimos años han marcado la agenda legislativa para recibir un marco legal adecuado.
El movimiento CMHNTM surgió en 2016 en Lima y rápidamente se expandió a otros
países como Costa Rica y Colombia. No obstante, en Argentina este grupo adquirió
presencia ya en el 2018, año en el que por primera vez se discutía en el Congreso de la
Nación la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (en adelante IVE).
Concomitantemente al reclamo por la aprobación de la IVE, las organizaciones
feministas solicitaron ante el Recinto la reforma de la Ley de Educación Sexual Integral 2
(en adelante ESI). El objetivo era que se declarara la Ley de orden público, es decir, que se
impartiera de manera obligatoria en todas las escuelas del país y se eliminara la posibilidad
de que los establecimientos educativos adapten los contenidos curriculares a su ideario

2
Ley 26.150 de Educación Sexual Integral sancionada el 4 de octubre de 2006

3
institucional. Asimismo, la modificación contemplaba la inclusión de temas como el
matrimonio igualitario y la identidad de género autopercibida.
En contraposición a esa iniciativa, CMHNTM comenzó a poner en circulación una serie
de discursos, que impactaron en la vía pública y los medios de difusión, a los efectos de
frenar el avance de tal modificación. Tal fue así que audios, videos, cadenas de WhatsApp,
distintas ciudades del país empapeladas con afiches y manifestaciones en la calle se
utilizaron estratégicamente para defender la patria potestad de la familia y para
desprestigiar la ESI. Cabe destacar que los actores que confluyen dentro de este grupo han
presentado públicamente su accionar como una política de defensa de los valores de la
familia, definiéndose a sí mismos bajo las categoría de pro-familia (Morán, 2018, p.108).
En relación con lo anterior, los discursos que se impartieron ponían en evidencia una
política sexual que deslegitimaba el carácter inclusivo, diverso, educativo y responsable
que se contemplaba en la ESI: Pornografía, masturbación, libertinaje y sexo placentero son
algunas de las ideas centrales que se usaron para demonizarla. Además, alegaban que a
partir de los contenidos de esta ley se intentaba “homosexualizar” a los niños y niñas.
Para Juan Manuel Morán (2018) se trata de un activismo hétero-patriarcal. Con la
finalidad de explicar la militancia en contra de los derechos sexuales y reproductivos, el
autor acuñó este concepto fusionando ideas distintas. En primer término, la idea de
"activismo" y “militancia” permite dar cuenta de que se trata un movimiento organizado y
caracterizado por una intensa dedicación al impacto de la vida pública (Morán, 2015).
Por otro lado, a propósito del patriarcado, Morán (2018) lo entiende como “un sistema
de relaciones de poder, reproducido social y culturalmente, que comprende, instituye y
normaliza a los cuerpos sexuados bajo un código binario, posicionando a las mujeres en un
lugar jerárquicamente inferior y/o estructuralmente restringido respecto de los hombres” (p.
120). Sostiene Morán que junto a la idea del patriarcado, conceptos como
“heteronormatividad” o “heterosexualidad obligatoria” permiten destacar los modos
simbólicos y materiales mediante los cuales el patriarcado se intersecta con imaginarios que
comprenden a la heterosexualidad como un mandato natural (p. 121). De esa manera, se
relega a las expresiones sexuales alejadas de dicho precepto a un espacio de marginalidad.
El heteropatriarcado se sostiene así, mediante la naturalización de una serie de privilegios
masculinos y heterosexuales bajo los cuales construye una jerarquía sexual capaz de valorar
y legitimar ciertos cuerpos, expresiones y deseos sobre la base del género y la sexualidad.
Finalmente, resulta importante destacar que los activistas héteropatriarcales son también
anti-derechos. A pesar de contar con legislaciones que reconocen a los niños y niñas como
sujetos de derecho -como la Convención sobre los Derechos del Niño 3 y la Ley de
Protección Integral4 -, los pertenecientes al movimiento CMHNTM aluden a sus hijos e
hijas como una parte de su propiedad privada. Recalcitrantemente insisten en poseer la
tutela y el control total sobre la infancia. Como consecuencia de esta situación, se está
restringiendo el pleno ejercicio de los derechos de los niños y niñas a ser educados bajo
conceptos que fortalecen la convivencia democrática, la tolerancia y el respeto por los

3
Tratado internacional adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989
4
Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de la Niñas, Niños y Adolescentes sancionada en 2005

4
derechos humanos. En ese sentido, se están limitando las condiciones necesarias para que
puedan desarrollar una autonomía progresiva, como lo estipulan las leyes.

Sobre la “ideología de género”


Ante los debates parlamentarios sobre la modificación de la ESI, el grupo CMHNTM
organizó una campaña estratégica y le dijo sí a la educación sexual, pero no a la ideología
de género. Este grupo de activistas argumentó su postura abogando que en los contenidos
curriculares contemplados en los programas de la ESI se imponía ideología de género y que
esta última generaba efectos nocivos sobre los niños.
En relación con lo anteriormente planteado, desde este movimiento se activó un discurso
antitético que puso en circulación una serie de significados en relación al criterio desde el
cual se impartiría la ESI. En este sentido, en vez de hablar de perspectiva de género –
término acuñado y defendido por los movimientos feministas y de la diversidad sexual-, los
anti-derechos sostienen que se trata de ideología de género. Por lo tanto, para este grupo
ambos son conceptos homólogos. Pero ¿por qué el movimiento CMHNTM insiste en hablar
de ideología? ¿Qué riesgo se corre si se reemplaza perspectiva por ideología?
En primer lugar, es menester considerar que cuando se habla de Estudios de Género (o
Estudios con perspectiva de género) se hace referencia a una serie de marcos teóricos y
conceptuales propuestos y desarrollados por investigadoras feministas. Estos corpus
teoréticos se han abocado históricamente a indagar en las relaciones desiguales de poder
impuestas por el sistema sexo-género hacia las mujeres y las sexualidades disidentes. Para
Rubin (1986) el sistema sexo-género es “es el conjunto de disposiciones por el que una
sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el
cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (p. 4). Esta premisa no solo
funcionó como punto de partida para disociar conceptualmente sexo y género, sino que
también constituyó la base epistémica de ulteriores estudios (De Lauretis, 1987). A partir
de entonces, sexo hace referencia a un conjunto de rasgos anatómicos y físicos, y género a
una construcción sociocultural.
Siguiendo a Teresa de Lauretis (2015) el género es “una construcción semiótica, una
representación discursiva y visual que emana de varias instituciones –la familia, la religión,
el sistema educacional, los medios, la medicina, el derecho-, pero también de fuentes
menos obvias como la lengua, el arte, la literatura, el cine, etc.” (p. 108). En tal sentido, es
posible argumentar que las relaciones de dominación entre personas no están dadas por
cuestiones biológicas, sino todo lo contrario. Están definidas a partir de los roles y
funciones que socialmente se les asigna, es decir a partir del género.
Los Estudios de Género, a través de un riguroso análisis histórico, antropológico,
político y económico, han abierto y cuestionado verdades absolutas que muchas veces
naturalizaban desigualdades. En consonancia con eso, la perspectiva de género ha puesto
especial énfasis en interpretar y comprender las diferentes producciones sociales y
culturales de los roles de género, como consecuencias de un proceso de atribución de
significados (L’hoist, 2019), para identificar cómo operan ciertas representaciones sociales,
prejuicios, estereotipos y discriminaciones en disímiles contextos sociales.

5
Por otro lado, los sectores en contra de la reforma de la ESI, en la literatura que
formulan para fundamentar su postura, como en el manual “Ideología de género: mitos y
verdades”5, afirman que la ideología de género es “una teoría política de corte neomarxista
que pretende transformar el sistema político, social, económico y cultural existente por
intereses económicos”. Además, sostienen que son “ideas anticientíficas con propósitos
políticos autoritarios que desarraigan a la sexualidad humana de su naturaleza y la explican
monopólicamente por la cultura”6.
En contraposición a los Estudios de Género, para CMHNTM el binomio sexo/género no
está del todo superado. Ellos reconocen que sexo responde a parámetros biológicos, y que
género es una construcción sociocultural referida a rasgos sociales para varones y mujeres;
sin embargo, a pesar de ello, sostienen que hay comportamientos (sociales) que están
ligados al sexo biológico. Por ejemplo, postulan que por naturaleza los varones demuestran
más interés por los objetos y el esfuerzo físico, y las mujeres demuestran mayor inclinación
por las relaciones interpersonales y domésticas.
En relación a lo anterior, este movimiento defiende la idea de que el sexo está
estrictamente definido por la biología y no se puede cambiar. Así, el binarismo varón (XY)
y mujer (XX) es naturalmente inalterable e inmodificable. Y consecuentemente, quienes
atraviesan una operación o tratamiento para el cambio de sexo tienen un problema
patológico y deben ser tratados para corregir esa anomalía. Asimismo, abogan que sus
argumentos son puramente científicos, ya que poseen respaldo en disciplinas como la
biología, la psicología, la sociología, la política, al derecho y la historia.
Se ha mostrado que existen distintas concepciones polarizadas en relación al género,
pero ¿qué sucede con las palabras que la acompañan? Puntualmente, ¿con qué propósito se
utiliza la palabra ideología? ¿Qué quiere decir ideología?
En su manual “Ideología de género: mitos y verdades”, CMHNTM define ideología
como:
Conjunto de ideas (no necesariamente verdades) fundamentales que caracterizan el
pensamiento de una persona, colectividad o época. Las ideologías pueden ser
herramientas de control social para despojar al ser humano de su libertad,
transformándolo en parte de una masa manipulable, generando una falsa conciencia
sobre las condiciones materiales de su existencia. Algunos ejemplos son: marxismo,
nazismo, de género (s/f).
Respecto a lo anterior, la ideología, por lo tanto, está relacionada con las ideas
<subjetivas> y <no necesariamente ciertas> de una persona, grupo, etc. Entonces, si se
tiene en cuenta ese concepto y se analiza la utilización del mismo, se puede decir que
CMHNTM disputa significados que giran en torno a la naturaleza de las <ideas>: por un
lado, la cientificidad/objetividad del pensamiento de CMHNTM, y por el otro, la
anticientificidad/subjetividad de las Teorías de Género. Por lo tanto, cuando CMHNTM

5
Manuel sin autoría y sin fecha de publicación. Disponible en www.conmishijosnotemetas.com.ar
6
Fragmentos citados del manual “Ideología de género: Mitos y verdades”. Obtenido de
www.conmishijosnotemetas.com

6
habla de ideología, está haciendo referencia al carácter subjetivo, político y arbitrario de
los postulados de género.
Pero ¿es entonces la perspectiva de género un pensamiento ideológico? Sin lugar a
dudas, sí. Pero como también lo es el activismo héteropatriarcal, el rechazo a la ESI y la
restricción de las identidades de género. En ese sentido, es importante desmitificar el juicio
negativo sobre el término ideología, ya que toda forma de pensamiento humano es
intrínsecamente un posicionamiento político e ideológico.
Para Verón (2004), lo ideológico es “el sistema de relaciones entre un discurso y sus
condiciones de producción” (p. 134). A saber, el autor sostiene que lo ideológico no puede
desprenderse de “ciertas condiciones económicas, sociales, políticas e institucionales” (p.
138), es decir, no puede generarse fuera de sus condiciones productivas.
Los discursos ideológicos se presentan como absolutos (Verón, 2004, p. 137), es decir,
se muestran como los únicos posibles sobre aquello de lo que se habla. Por lo tanto, un
discurso se presenta a sí mismo como verdadero y califica, en consecuencia, a otros
discursos como intrínsecamente falsos, tal como sucede con CMHNTM.
La discusión objetividad/subjetividad propuesta por el Positivismo parecía haber sido
superada con la introducción epistemológica del paradigma hermenéutico. No obstante,
hacia el interior del campo de la sexualidad y el género, esta disputa se mantiene vigente.

Lenguaje, discursos sociales y dispositivos de enunciación


A lo largo de la historia, el lenguaje ha sido abordado –desde disímiles lugares
epistemológicos- como un fenómeno complejo (Cano, 2004). Son múltiples los autores que
han teorizado sobre este y han hecho aportes para poder comprenderlo y explicarlo. A los
fines de este artículo, se ha decidido trabajar con la dimensión semiótica del lenguaje, es
decir, con aquella que constituye al ser humano como ser social y simbólico. En efecto, en
tanto ser social, el hombre es también un ser de comunicación, pues interactúa
constantemente con sus congéneres y su entorno, a través de signos y símbolos que son,
justamente, manifestaciones del lenguaje. Se puede definir entonces al lenguaje como la
“capacidad humana de manejar signos, o más específicamente, la capacidad del hombre de
expresar su interioridad por medio de signos, cargados estos de intencionalidad, dirigidos a
otros con quienes desea comunicarse o interactuar” (Cano, 2004). A partir de esta facultad,
el ser humano no solamente puede comunicarse, sino que también puede razonar, ordenar,
clasificar, conceptualizar y reconstruir la realidad.
En concordancia con lo anterior, hablar de lenguaje implica también hablar de signos.
Existen dos grandes herencias históricas del signo: por un lado, la perspectiva saussureana
que plantea un modelo binario del signo (significado/significante) y por el otro, el
pensamiento ternario o tricotómico de la significación de Peirce (Verón, 2004). La primera
corriente es la que dio lugar al surgimiento de la lingüística como ciencia encargada de
estudiar la lengua; la segunda, que se identifica con la semiótica anglosajona, permanece
ajena a la lingüística y tiene aspiraciones empiristas: analizar los fenómenos de producción
de sentido (Verón, 2004).

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Siguiendo la lógica planteada por Peirce (1986), la función del signo consiste en ser algo
que está en lugar de otra cosa bajo algún aspecto o capacidad. En ese sentido, el signo es
una representación por la cual alguien puede mentalmente remitirse a un objeto. En este
proceso se ponen en juego tres aspectos formales o lógicos que se relacionan entre sí: el
primero es el representamen, el segundo el objeto y el tercero el interpretante (Zecchetto,
2005)
Un signo, o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en
algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un
signo equivalente, o, tal vez, un signo aún más desarrollado. Este signo creado es lo que
yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está
en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino sólo con referencia a una suerte de
idea (Peirce, 1986).
En resumen, el signo -según Peirce- constituye una categoría mental, una idea mediante
la cual se evoca un objeto, con la finalidad de aprehender el mundo o de comunicarse, y es
a partir de esto que se produce la semiosis (Zeccheto, 2005).
Para Eliseo Verón (2004), la incorporación del concepto de discurso en la década del
setenta supuso una reformulación conceptual: se abrió una posibilidad que está en ruptura
con la lingüística y que es superadora del modelo binario del signo, para tomar en
consideración un pensamiento ternario sobre la significación y dar lugar a la noción de
producción de sentidos. Propone entonces este autor la Teoría de los Discursos Sociales.
La teoría de los discursos sociales es un conjunto de hipótesis sobre los modos de
funcionamiento de la semiosis social. Por semiosis social entiendo la dimensión
significante de los fenómenos sociales: el estudio de la semiosis es el estudio de los
fenómenos sociales en tanto procesos de producción de sentido (Verón, 2004, p. 125).
Los discursos sociales son un recorte de la semiosis: son fragmentos significantes que
circulan por la sociedad de forma material (Verón, 2004, p.124). Por ejemplo, en el caso del
video analizado, se puede decir que está compuesto por un conglomerado de materias
significantes, o sea, conformado por imágenes, sonidos y escritura. Para el autor, el sentido
sólo existe en sus manifestaciones materiales:
Toda producción de sentido, en efecto, tiene una manifestación material. Esta
materialidad del sentido define la condición esencial, el punto de partida necesario de
todo estudio empírico de la producción de sentido (Verón, 2004, p. 127).
En resumen, cuando se habla de producción de sentido, se habla de cosas que remiten a
materialidades, ya que el sentido solo puede circular materializado (Verón, 2013, p. 148),
es decir a través de “cosas que están en el mundo al alcance de nuestros analizadores
biológicos” (Traversa, 2001). De este modo, las imágenes, los sonidos y los textos son
producciones de sentido, bajo una forma discursiva, que se presentan como “paquetes de
materias sensibles” (Verón, 2004). Un discurso es entonces una configuración espacio-
temporal de sentido (p. 127).
Según Verón (2013), todo proceso de comunicación está necesariamente mediado en
todos sus niveles, esto quiere decir que las materias significantes se inscriben en un soporte

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particular y se sitúan en una escala de tiempo. En el caso del video estudiado, se puede
decir está inserto en Facebook. En relación con eso, en la producción de su sentido también
interviene la naturaleza del dispositivo desde donde se produce la instancia de enunciación
y donde se inscriben las materias significantes. Resulta necesario, por lo tanto remitirse a la
noción de dispositivo.
Para Oscar Traversa (2001), el dispositivo es el “lugar soporte de los desplazamientos
enunciativos” (p. 10). El autor sostiene que tanto los sujetos como la situación de
comunicación no se configuran a priori, sino que el dispositivo se encarga de agenciar su
desenvolvimiento. Es importante destacar que los dispositivos cuentan con un aspecto
físico y tecnológico que hace a su modo particular de funcionamiento. Poseen una
configuración semio-tecnológica desde donde se articulan diferentes prácticas discursivas,
desplazamientos enunciativos y vínculos entre los diversos actores (Buján en Suarez, 2014,
p. 100). En ese sentido, los dispositivos utilizados para la comunicación circunscriben las
materias significantes a un conjunto de restricciones y posibilidades discursivas, esto es, la
capacidad de albergar ciertas materias significantes y no otras. No obstante, cabe destacar
que desde esta perspectiva analítica no interesan las características técnicas de los
dispositivos, sino la descripción de las consecuencias que la utilización de estos mismos
deriva al campo discursivo.
Las redes sociales se han transformado en un complejo dispositivo semiótico. A
diferencia de los medios de comunicación tradicionales, estas son espacios de intercambios
discursivos donde los usuarios son consumidores y, también, son editores y productores. En
ese sentido, los usuarios participan no solamente de prácticas de reconocimiento, sino
también de prácticas sociales de producción (Verón, 2004, p. 127).
Las redes sociales se han convertido en un lugar donde se inscribe la subjetividad
personal. Según Suárez (2014) los dispositivos digitales se encargan de producir, restringir,
guiar la economía de los intercambios discursivos que allí acontecen, es decir, son estos
quienes gestionan y regulan el contacto intersubjetivo entre los distintos usuarios (p. 100).
En relación con lo anterior, específicamente Facebook se caracteriza por ser una plataforma
donde un usuario puede producir enunciados propios, compartir enunciados ajenos (traer
otros enunciados lingüísticos o icónicos a modo de cita directa) o responder enunciados de
otros usuarios para establecer una suerte de conversación (Suárez, 2014, p. 102).
En el universo digital convergen multiplicidad de actores y voces. Los contenidos que se
imparten reflejan desde gustos (musicales, artísticos o culturales en general) hasta
opiniones personales en relación a la política y la actualidad. Son tantas las miradas y
perspectivas como la cantidad de usuarios que confluyen en la web. En ese sentido, las
redes sociales son ámbitos de discusión, debate y pelea donde es posible observar la
coexistencia de discursos polarizados en función de una misma temática.
A propósito de lo anterior, dentro del repertorio de opiniones y subjetividades, es posible
identificar en las redes sociales un discurso nocivo (Díaz, 2017) que puede adoptar
diferentes formas: contenido falso, acoso, amenazas y ataques causados por racismo,
misoginia, transfobia, homofobia y otros tipos de contenido dañino. En consecuencia, este
tipo de plataformas permite la existencia y la capitalización de discursos de odio que sirven
para ampliar su atractivo como servicio (Díaz, 2017).

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Pensar en los discursos nocivos que se imparten en la web implica también pensar en los
límites que demarcan la libertad de expresión de cada usuario. Las redes sociales, a
diferencia de los medios de comunicación tradicionales, no poseen una regulación estatal.
Sin embargo, esto no quiere decir que las plataformas digitales estén eximidas de
autopolíticas de publicación. Las redes, más bien, están reguladas por algoritmos, políticas
de contenido y empleados que toman decisiones con respecto al contenido “permitido”
(Díaz, 2017).
Compañías como Twitter, Instagram y Facebook administran espacios en los cuales, de
manera simultánea, se permiten actos cotidianos de acoso y agresión, mientras se censuran
contenidos cuyo carácter dañino es altamente cuestionable: Facebook, por ejemplo, tiene un
largo historial de censura de imágenes de mujeres amamantando (Díaz, 2017). Pero
entonces ¿cuáles son los parámetros para permitir ciertos discursos y prohibir otros? Es
muy difícil poder dar una respuesta a la pregunta anterior, ya que son difusos y elusivos
todavía los límites que demarcan en las redes sociales los tipos de discursos protegidos por
la libertad de expresión y los estrictos parámetros que deben cumplirse para restringir este
derecho.
Desde la perspectiva de la comunicación como derecho humano, toda persona tiene el
derecho a buscar, recibir y difundir información y opiniones libremente,
independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma u opinión política. También,
desde esta perspectiva se prohíbe explícitamente la censura previa, aunque se prevé que,
bajo ciertas circunstancias, el ejercicio del derecho a la libertad de expresión esté sujeto a
responsabilidades ulteriores. En otras palabras, el efectivo derecho de la libertad de
expresión implica sí decir lo que uno piensa, pero eso no lo exime de responsabilidades
ulteriores si se vulnera el derecho de otra persona. Por lo tanto, desde esta perspectiva
nunca se permitiría la censura de algún tipo de material, pero sí asumir las
responsabilidades ulteriores que consecuentemente se generen al producir discursos de odio
como los de CMHNTM.
Las plataformas digitales son espacios que en principio fueron pensadas como
herramientas para el acceso a la información y la expresión, pero que hoy parecen verse
asiduamente bajo la acusación de servir de herramientas para causar daño a otras personas
(Díaz, 2017). Es importante, por lo tanto, reflexionar sobre la responsabilidad, que tienen
los propietarios y administradores de las redes sociales, en el control de los actos que
acontecen en las plataformas. Es fundamental que en estos espacios, donde se desarrolla el
discurso público, se responsabilice a quienes imparten contenidos que inciten al odio y
vulneren derechos de cualquier tipo.

(Re)Conocimiento y (re)producción de discursos:


Ya se ha mencionado anteriormente que todo discurso, en tanto fenómeno social, es
entendido como un proceso de producción de sentido (Verón, 2004). Esta producción social
del sentido, puede ser abstraída a parir de la articulación de las instancias de producción,
circulación y consumo. En relación a eso, existen distintos sistemas de operaciones
discursivas, que se reflejan en las “gramáticas de producción” y las “gramáticas de
reconocimiento” (Verón, 2004, 127). A partir de la identificación de las huellas que el

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sistema productivo deja en el discurso, se puede acceder a las reglas operativas de
asignación de sentido con los que se construyen tales gramáticas.
Todo proceso de semiosis social implica una red significante infinita (Verón, 2004, p.
129), esto quiere decir que cualquier discurso siempre necesita la presencia de otro discurso
para su producción. En consonancia con lo anterior, es posible observar cómo cada proceso
de producción es en sí mismo un proceso de reconocimiento. Al respecto, Verón (2004)
sostiene:
En la medida en que siempre otros textos forman parte de las condiciones de
producción de un texto o de un conjunto textual dado, todo proceso de producción de
un texto es, de hecho, un fenómeno de reconocimiento. E inversamente: un conjunto
de efectos de sentido, expresado como gramática de reconocimiento, solo puede
manifestarse bajo la forma de uno o varios textos producidos. En la red infinita de la
semiosis, toda gramática de producción puede examinarse como resultado de
determinadas condiciones de reconocimiento; y una gramática de reconocimiento
solo puede verificarse bajo la forma de un determinado proceso de producción
(p.130).
Como punto de partida, se toma en consideración las condiciones de reconocimiento,
para, consecuentemente, poder observar las relaciones entre el video y los discursos que lo
anteceden. El análisis de las gramáticas de reconocimiento gira en torno a dos ejes: a)
Discurso biologicista e identidad genital y b) Patologización y anomalía.
Para empezar, se puede identificar que CMHNTM reconoce como única fuente de
argumento válido a lo biológico. En ese sentido, el video analizado remite a un discurso
biologicista desde donde se <legitiman> sus ideas. En efecto, para CMHNTM la anatomía
es destino, es decir, el sexo asignado al nacer es inmutable e inmodificable. Y, en
consecuencia, contemplando el binarismo varón/mujer, a cada sexo le corresponden ciertos
mandatos y comportamientos a seguir que <nunca> se deben transgredir. De ahí que se
asocia masculinidad y feminidad con determinados rasgos físicos y corporales. En adición,
uno de esos comportamientos inquebrantables está relacionado con la sexualidad: las
prácticas sexuales deben darse entre sexos opuestos. Por consiguiente, desde este modelo
biológico/binario/heterosexual, "sexo", "género" y "sexualidad" se asumen por defecto
como <coherentemente> alineados (Galvasili, 2015).
En consecuencia, esa supuesta <coherencia> normativa vincula siempre varón con
masculinidad y pene, y mujer con feminidad y vagina. Desde esta concepción hegemónica,
entonces, la identidad de género y la identidad sexual tienen como única acepción la
identidad genital (Grande, 2018, p. 63) en la medida que se las piensa únicamente alienadas
a la genitalidad o sexo biológico.
El sistema biológico/binario/heterosexual, al que adhieren CMHNTM, se ha impuesto
como el “deber ser”: se asume como una matriz/norma excluyente que regula
inevitablemente un orden simbólico basado en una lógica de límites, márgenes y fronteras
corporales y prácticas socio-emotivas (Fuss en Aguado-Pelaez, 2016, p. 45). Por lo tanto, lo
cishéterosexual se vincula con lo único posible. En ese sentido, para CMHNTM toda la

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comunidad LGBTIQ+7, pero específicamente en este caso las personas trans, son cuerpos
sin sujeto, son <no sujetos>. En palabras de Judit Butler (2002) son seres abyectos:
Esta matriz excluyente mediante la cual se forman los sujetos requiere pues la
producción simultánea de una esfera de seres abyectos, de aquellos que no son “sujetos”,
pero que forman el exterior constitutivo del campo de los sujetos. Lo abyecto designa
aquí precisamente aquellas zonas “invisibles”, “inhabitables” de la vida social que, sin
embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos,
pero cuya condición de vivir bajo el signo de lo “invisible” es necesaria para
circunscribir la esfera de los sujetos (pp. 19-20)
El otro eje de análisis, está relacionado con que las personas que subvierten y que
escapan a la héteronorma y al género que socialmente se les asignó al nacer –como los
ejemplos que se ven en el video- suelen ser catalogadas por los grupos antiderechos como
desviadas, raras o enfermas. En relación a eso, el grupo CMHNTM iguala
heterosexualidad con lo normal y lo natural. Por lo tanto, para el activismo héteropatriarcal
poseer una identidad de género o identidad sexual no hegemónica, implica tener algún
trastorno mental psíquico. Tal es así que se puede identificar un constante intento de
patologizar y anormalizar los casos presentados.
Anteriormente, se ha tomado como referencia las gramáticas de reconocimiento. Ahora,
resulta interesante situarse desde el polo de la producción para poder identificar las reglas
del mismo. En primer lugar, es necesario caracterizar sucintamente el material estudiado. El
video está compuesto por tres historias disímiles. La primera, tiene que ver con una
performance que hizo la artista trans Karen Chessman en un documental llamado Horse-
Beeing, estrenado el 26 de julio de 2016 en Francia. Por otro lado, la segunda está en
relación a una entrevista efectuada por el periódico DailyXtra a Stefonknee Wolscht, otra
chica trans. Y, por último, de la tercera situación8 pertenece a la historia de Toms Peters, un
chico inglés de 32 años, que se hizo conocido por asistir al programa “This Morning”.
En segundo término, desde el plano de las gramáticas de producción se analizan
distintas estrategias utilizadas para construir lo nocivo del género en estas historias. Es
posible plantearlas de siguiente manera:
i. En el caso del video de Karen Chessman, la nocividad del género se propone en
torno a la diacronía de las transformaciones de la protagonista. La misma se expresa
así: hombre que se cambió el sexo (devino mujer) ahora es un caballo.
A partir de esta postulación, se construye lo que resulta ser “anormal” y
“antinatural” para el ser humano: En principio, el traspaso a tener otro sexo y, por
otro lado, querer adquirir una forma animal. La nocividad se hace visible al estar
inscripta en las materias significantes que muestran a la protagonista como hombre,
luego como mujer y, más tarde, como mujer caracterizada como caballo.
ii. En el caso del segundo registro, el concepto de nocividad se ve reflejado de la
siguiente forma: señor (alrededor de cuarenta años) se siente niña de seis años. En

7
Siglas que designan al colectivo lésbico, gay, bisexual, transexual, intersexual y queer, además de otras
identidades
8
No se pudo saber la procedencia del material utilizado.

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este ejemplo, lo nocivo encuentra huellas no solamente en el hecho mismo de la
transformación de la protagonista (en autopercibirse como mujer), sino también en
la consecuencia que eso trajo aparejado: “dejar su familia para cumplir su deseo de
niña”. En ese sentido, aparece en el discurso este ideal de familia como una entidad
tradicional que se quiebra y que es abandonada, a partir de la decisión de la
protagonista de manifestar su autopercepción.
iii. En el tercer caso, se puede observar que la situación no tiene una vinculación directa
a alguna cuestión de género; sin embargo, es posible identificar huellas de la
nocividad del género. La idea central de nocividad está expresada así: joven que se
siente perro. En este ejemplo, lo perjudicial está en el hecho de tratar de convertirse
en algo que uno no puede ser y, por lo tanto, ir en contra de la naturaleza y, si se
quiere, de la biología misma.
Por otro lado, es posible tomar este video como una instancia de discurso político. El
hecho de hablar de discurso político, refleja un campo discursivo que implica un
“enfrentamiento”, por lo menos, entre dos partes. En este caso, se construyó un
contradestinatario, esto es un adversario; este mismo, hace referencia a todos aquellos a los
que les atraviesa alguna cuestión relacionada con su género (comunidad LGBTIQ+) y, a su
vez, a quienes reconocen y respaldan a la perspectiva de género como algo positivo.
Para construir al destinatario negativo, se ocuparon una serie de recursos que están
ligados a lo que es verdad y lo que es mentira. En el primer caso, resulta interesante
observar cómo se introduce esta situación. El video comienza con un texto que dice <un
hombre francés se sometió a una operación de “cambio de sexo”>. Es importante resaltar
que el uso de comillas que rodean a “cambio de sexo” aporta una idea de inverosimilitud de
tal acción. Acompañada a esta descripción, aparece la imagen de la protagonista en su
condición de varón para, justamente, respaldar el concepto de <hombre>. Se puede
distinguir, entonces, una relación directa entre ambas huellas. También, posteriormente, se
incluye otra imagen de Karen, pero ya en su condición de mujer, para dar cuenta del
resultado obtenido del “cambio de sexo” de ese “hombre”.
En el caso de Stefonknee Wolscht, se empleó una estrategia bastante similar. Cuando
aparece su imagen se agrega el texto “este señor”, para deslegitimar el carácter ilustrativo
de las imágenes. A pesar de que se esté mostrando una mujer (pues la sujeta lleva pelo
largo, aros, vestido y está maquillada), no lo es. Al mismo tiempo, no es casual que se haya
elegido la palabra “señor”. Justamente, la otra idea que subyace es el carácter etario de la
protagonista. Se utiliza el recurso retórico de la paradoja para representar esta contradicción
hombre/niña.
Por otra parte, se continúa reforzando el concepto de mentira al mostrar a Toms Peters
poniéndose su traje y agregando que él está <disfrazando su cuerpo>. En consonancia a
eso, es posible identificar que el significado que subyace a tal construcción es la negación
de la naturaleza dada como ser humano y querer modificarla. Pero como es imposible
modificarla, se la disfraza. En el acto mismo de disfrazarla está la falacia.
Como cierre, el discurso utiliza una comparación para poner en evidencia donde está la
verdad y la mentira. Cuando se habla de lo verosímil, por ejemplo, se hace presente la

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imagen de un hombre andando a caballo, mientras que cuando se habla de la mentira,
aparece la representación de Karen, caracterizada como un equino.
Por último, se puede observar que hay por parte de CMHNTM una resignificación del
registro audiovisual utilizado, en tanto se han valido de otros discursos atribuyéndoles
nuevos sentidos, a los efectos de descalificar lo que denominan ideología de género. Se los
ha usado como vehículos para sustentar la premisa de nocividad que tiene intrínsecamente
el género. Es decir, estas historias sirven para hacer evidente lo malo, perjudicial y
pernicioso que es el género para las personas.
Consideraciones finales:
Se ha podido demostrar que el campo que concierne a las prácticas e identidades
sexuales se ha convertido en un terreno político complejo y extremadamente combativo.
Son disímiles los puntos de vista que se manifiestan: por un lado, están quienes se enuncian
a favor de la libertad sexual individual y, por el otro, quienes sostienen un modelo
tradicional, conservador y restrictivo de lo sexual.
En relación con lo anterior, cada uno de los grupos activa una agenda política
caracterizada por diferentes manifestaciones desde donde se legitiman sus luchas. A saber,
la agenda política del grupo CMHNTM está orientada a sostener un discurso que asume lo
sexual exclusivamente dentro de los límites de la heterosexualidad, en pos de conservar los
valores tradicionales de la familia, mientras que los feminismos y las diversidades sexuales
buscan asiduamente abolir el sistema patriarcal de dominación/poder y deconstruir los
códigos héteronormativos sedimentados en nuestra sociedad.
Puestos en circulación, los discursos significan, es decir, adquieren un determinado
sentido en relación a los procesos de semiosis social en los que se inscriben. Como vimos a
lo largo de este trabajo, CMHNTM se ha valido de diferentes estrategias para producir
específicos efectos de sentidos.
En primer lugar, CMHNTM activó un discurso antagónico que se oponía al proyecto de
reformulación de la ESI. El grupo acuñó el término ideología de género para deslegitimar a
los sectores que bregaban una ESI con perspectiva de derechos humanos y derechos
sexuales y reproductivos sanos y responsables. Los anti-derechos se apoderaron de estas
palabras para descalificar a la igualdad, al feminismo y a la diversidad. Han usado este
término peyorativamente, jactándose de un carácter <científico> y <desideológico>, cuando
en verdad sus ideas son tan subjetivas y políticas como las propuestas por las Teorías de
Género.
Por otro lado, se ha podido identificar el constante apoyo en un discurso biologicista:
CMHNTM tiene como base la premisa elemental y reduccionista de homologar identidad
de género con corporalidad anatómica. Desde este binarismo categórico heterosexual,
entonces, toda la comunidad trans queda <por fuera> de lo que se considera una <persona>.
Por lo tanto, desde esta lógica, los binomios cishéterosexuales se vinculan con lo
natural/dentro/visible, mientras que lo transgénero es lo antinatural/fuera/invisible (Aguado
Peláez, 2016).

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En relación con lo anterior, es menester recalcar cómo la normalización de los binomios
anteriormente citados es el cimiento que justifica la fobia y el odio de CMHNTM hacia la
comunidad LGBTIQ+ en general y hacia la comunidad trans en particular. Desde este
grupo héteropatriarcal se presenta un orden social en el que lo normal y lo mejor es ser
hombre si se ha nacido con pene, y ser mujer si se ha nacido con vagina. Esto quiere decir
que se ha creado un marco en donde las identidades trans no son pensables y, en ese
sentido, resultan<anormales>.
En suma, CMHNTM patologiza continuamente las identidades trans. La patologización
refuerza el estigma, fomenta prejuicios y discrimina a las personas trans, haciéndoles más
vulnerables. Contribuye a la marginación y a la exclusión social. Por eso, la
despatologización es una forma política de resistencia contra la héteronorma (Grande,
2018); es una reivindicación de los sentires trans; una deuda pendiente para los cuerpos
<abyectos> (Butler, 2002).
Para finalizar, se puede decir que CMHNTM es un grupo que actúa para limitar y
reducir cualquier avance en el campo de la libertad de decidir. Constantemente (re)produce
discursos que debilitan las libertades, así como el ejercicio de una sexualidad sana,
placentera y responsable. Sostienen una cosmovisión vetusta, machista, sexista y fóbica,
que coarta, restringe y limita el deseo sexual e identitario de las personas.
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