Universitaria Ministerio del Poder Popular para la Cultura Universidad Nacional Experimental de las Artes CREA Argimiro Gabaldón Araure – Edo. Portuguesa, abril de 2020
Autora: Nerianna Pérez
PNF: Artes Plásticas Mención Pintura Lapso 5 Asignatura: Historia de las Artes Plásticas V Docente: Yelkim Rodríguez En Venezuela, al igual que en América Latina, los propósitos artísticos vienen a ser un espejo de las circunstancias contextuales que se encuentran en el medio. De la manera en que las máquinas y la tecnología ha sustituido las relaciones comunes y tradicionales, las artes plásticas se han convertido en una manera de persistir en el cultivo de sentimientos sublimes. A través de los grandes descubrimientos obtenidos a través de la ciencia y el cálculo, como el cinetismo, el artista se consiguió preocupado por la pintura de caballete, de su taller, de su historia de vida. Las ciudades como Caracas comenzaron a llenarse de pintores con inquietudes en reflejar un poco de ese llamado social o circunstancial para reflejarlo en el paisaje. Los artistas influenciados por el boom de la industrialización, comienzan a verse insatisfechos de igual forma ante los dogmas conocidos e impuestos, y empiezan a crear los suyos de acuerdo a sus necesidades, las cuales se encuentran en indetenible crecimiento, como el de la interdisciplinariedad, el romper con los conceptos de pintura o escultura, dibujo y gráfica, para unirlos y concebir así definiciones más acordes a su ámbito de expresión. El artista plástico y crítico Juan Calzadilla realiza un análisis en donde observa el avance realizado a partir de las fechas de la modernidad en Venezuela, en su libro Compendio visual de las artes plásticas en Venezuela, quien refiriéndose específicamente: Pero más que de asumir la figuración como premisa, se trata de elaborar un arte deslastrado de referencias históricas, y en el que importara más la autenticidad del realizador que la urgencia de mantenerse informado y adscrito a las corrientes del arte internacional. Esta revisión crítica pone en juego necesariamente la aplicación de nuevas técnicas. Otro hecho que ha perseguido a nuestros artistas es el hecho de estar profundamente arraigados al factor dominante de lo que determina el modernismo del que hablamos, las imposiciones de culturas ajenas o externas a nosotros que han hecho de nuestros residentes una generación mayormente alienada y sin ánimos de profundizar en las tradiciones y preceptos que realmente son los que nos componen y nos caracterizan: todo el mundo quiere ser cada vez más “otro”, y no nosotros. Por ello, el lograr nuestra independencia a través de las artes, de nuestras tecnologías y nuestros avances, evoluciones, creo que sería el paso fundamental para desarrollarnos óptimamente. También observamos que una de las señales de que el arte tiene un nuevo aspecto es que al igual que las voces colectivas, están tomando los primeros puestos los jóvenes, aportando ideas frescas y joviales, renovando ese ideal con la ayuda de una visión que nació desde esta era y que le ha tocado vivir al lado de ella, amoldarse a sus modos, y sacar algo positivo de todo ello, para demostrar lo eficaz que resulta si se hace un binomio en donde se ayuden mutuamente lo estético y lo científico. Es interesante el análisis que realiza Manuel Quintana Castillo, en su libro Cuaderno de pintura, habla sobre La Pintura Venezolana actual: Estos artistas, conocidos unos, desconocidos otros, se agruparon al coincidir sus intenciones en la necesidad de formular un arte, una pintura, cuyos principios implicaban una saludable libertad al instinto y a la acción inmediata en la realización de la obra. Había una fe profunda en la restitución e incorporación de procedimientos cuyo fin último era revelar aspectos desconocidos de un mundo indeterminado y germinal, dotando a la materia en su estado primario de una potencia psíquica capaz de actuar sobre el espectador sensibilizado, valiéndose de recursos diáfanamente plásticos que podían ser resumidos en estas conclusiones: poder emergente de la materia en extensión (mancha), de la materia en profundidad y relieve (textura) y modificación por análisis visual del espacio sobre el que tales tensiones se producen. Este grupo de pintores viene a sentar las bases del movimiento informalista en Venezuela, el cual, como ya hemos dicho en otra oportunidad, se encargó de destruir toda aquella asepsia, aquel obstinado rigor del arte geométrico que reducía cada vez más las potencialidades de la pintura en la elaboración de esquemas que las más de las veces pecaban de una pureza inhumana. Con esto restituye, también, a la pintura, propiedades tan estimulantes y renovadoras como la incorporación del gesto, lo inmediato, casual e impremeditado, las texturas, y también la libertad de emplear «accidentes» en el soporte, cuyas aparentes imperfecciones le conferían un nuevo valor a la obra. Actualmente estamos asistiendo a un panorama muy distinto en la pintura venezolana. Los artistas de mayor inquietud creadora están entregados afanosamente, de una manera dramática y angustiosa, a las experiencias más conmovedoras. Por una parte, están los pintores llamados, según sus propias palabras, de «la realidad». Régulo Pérez, Guevara Moreno y Jacobo Borges son sus más calificados exponentes. Ellos buscan expresar los aspectos de la realidad, pero concibiendo la idea de realidad como un fenómeno total que abarca todos los aspectos de la naturaleza y la vida. No establecen diferencias entre la realidad árbol, la realidad hombre y la realidad conciencia. Para ellos la realidad puede ser una o todas las cosas, sin excluir tampoco, en su planteamiento, los valores subjetivos del ser humano. Dentro de estas palabras entendemos que las artes de vanguardia, o por así decirlo, aquellas tendencias o estilos que estaban en auge, o de moda, captaron cierta atención por parte de los artistas y sembraron modelos conceptuales e ideológicos, estéticos, sin embargo, las artes plásticas han surgido y han sido moldeados por el duro desapego y salvación que debieron tomar fuera de estas modas que surgieron, porque lo que realmente sucedió y sigue sucediendo, es que el arte está en constante cambio, en constante aprendizaje y renovación. Si el artista no se reinventa, empieza a pensar de sí mismo como un objeto arcaico o en desuso. No es el hecho de “unirse a las masas” o al enemigo por ser más fuerte, sino en adoptar las herramientas que la nueva generación trae para propiciar una mejor comunicación con el entorno y con la obra plástica. Y observa Juan Calzadilla en el texto anteriormente citado: La gráfica tomó un rumbo más ambicioso, arrastrada hacia el experimento. Galerías como la Sala Mendoza y la Banap, menos comprometidas con el arte oficial, acogieron las propuestas de los nuevos artistas, sin imponerles una sola tendencia. El Salón de los << Once Tipos en la primera de las salas mencionadas, marcó época y tuvo larga continuidad, hasta 1981: punto de convergencia generacional para reunir a figurativos, sensorialistas de la naturaleza, abstractos y conceptualistas. De igual forma, las necesidades principales de los artistas, aunque en la actualidad el contexto sea tan poderoso y la demanda artística tan fuerte, el estilo se ve amenazado por la elección de las mayorías en crítica. Por ello, el deber del artista es ser fiel a sus pensamientos, a sus creencias, a fin de no repetirse, y no el hecho de “repetirse a sí mismo” sino de repetir el error del que lo precede, o de su contemporáneo. Existe una masiva venta y compra de arte que es vacío e insubstancial, las personas creen que obtener algo de un ser que tiene un puesto alto en la sociedad, y sobre todo cobrar importancia por tener el título de artista, puede llenar de significado y de sentido sus espacios, decorarlos, generar discusiones y polémicas. Pero el arte, el arte de verdad y el que se está forjando en estos tiempos realmente, es ese arte desinteresado, anónimo, que busca más por lo que explica la obra en su individualidad que por la fama que trascienda el creador. Aún lo seguimos dando a luz. El arte, dentro de mis años de experiencia, siento que se forma de la misma manera que un ciclo vital común, con caídas y tropiezos. Con victorias, descubrimientos, y alguno que otro desaliento. Pero sobre todo con fé, con fuerza de voluntad. Por eso la labor del artista es hacer uso de su raciocinio para mantener la lucidez en medio de tantas personas dormidas, sedadas por algún narcótico tecnológico, o adictivo que les hace evadir el mundo real. En otras palabras, hace sentido el pintor dominicano José Ramón Medina en el 2015 en su artículo La burbuja del arte contemporáneo: El tema del arte contemporáneo se nos presenta con la complejidad inherente a todas las cosas, y como la historia general de la humanidad, se desarrolla siguiendo las líneas de una espiral ascendente. Todo marcha hacia adelante, pero a menudo lo hace como si diera marcha atrás. Gianbattista Vico sostenía que la historia se repite, es decir volvemos a tener los mismos acontecimientos o situaciones iguales a como tuvimos en épocas pasadas. Es decir, como si fuera en un círculo cerrado. En cambio Marx sostuvo que Vico tenía razón en el sentido de que la historia se repite pero no en forma de círculo cerrado sino de espiral ascendente. Es decir que la historia vuelve a situaciones similares, pero en una etapa superior de desarrollo. Es eso lo que ocurre con el arte, y la cultura en sentido general. Nuestro país, que ha surgido de las cenizas de constantes altibajos, pormenores, ha observado al arte y le ha dado las gracias, por recobrar la esperanza de sus habitantes. Artistas como Corina Briceño (1943), reconocida fotógrafa y pintora, combinó la poesía y la majestuosidad de la flora venezolana para representar los crímenes y desastres contra los derechos humanos que no deben repetirse. Su obra remite a pasados memorables, a una era antigua en la que la naturaleza se manifiesta etéreamente y es tan delicada y sutil que su influjo nos hace suspirar. De igual manera están artistas como Pedro León Zapata, quienes marcan una generación en la que cuentan el drama y las realidades que vive la nación, dotando de humor, irreverencia, comedia, a los lectores contemporáneos del periódico, y recobrando en ellos el poder innato de reflexión y sensibilidad, a pesar de llevar una opinión distinta y de tener toda la seguridad para cambiar la mirada y opinión de la población. Técnica mixta sobre tela 58,5x84,2cm 2020 Mi propuesta plástica para esta unidad quise que fuese mi entrega final de pintura, ya la segunda, la cual está hecha en tela, y me inspiré en dos artistas venezolanos, contemporáneos, quienes son Nelson Miranda, natal de Barquisimeto Edo. Lara y Alexander Luis León de Acarigua Edo. Portuguesa. Le confieso que al terminarla, me sentí como nunca me había sentido antes. Pude degustar una satisfacción sin precedentes… Sentí que podía hacer cualquier cosa. Y eso es algo inigualable.. Le aseguro que valió la pena todo el esfuerzo pues duré un día entero imprimando la tela, y acabé con dolor de brazo, pero cada momento de la creación lo disfruté, me lo vacilé para ser más específica, y nunca lo voy a olvidar. Es técnica mixta: utilicé acrílico, pintura al frío, tinta china, colores de cera y rapidograph. También para hacer el registro mi cámara sony es buena en cuanto a enfoque y nitidez, pero no es tan buena ya que si observa hay algunas zonas de las esquinas que no enfoca, sólo lo hace en las zonas más centrales, sin embargo hice mi mayor esfuerzo para encuadrar bien las imágenes y hacer varias tomas. Todavía le falta un solo pasito, pintarle el bastidor, para que cuando termine la cuarentena mande a hacérselo, y estoy pensando hacérselo con una madera con un grosor un poco mayor debido al tamaño. Decidí en primer lugar realizar un boceto con mi idea en mente y aprender de las técnicas lumínicas y de color que tenían otros artistas a quienes por cierto he seguido e investigado por un tiempo. El dibujo está basado en una idea que tuve durante un día en que tenía muchas ganas de crear y había algo que sentía, pero no identificaba. Por ello empecé a imaginar seres y criaturas celestiales que ciertamente no existían y eran extrañas o de algún modo un poco foráneas porque no tenían rasgos similares a los de mi país, sin embargo el hecho de haberlo comenzado a dibujar con tinta, me dio la confianza para continuar añadiéndole detalles y el positivo del negro sobre el papel comenzó a parecerse a mi persona, por lo cual pude capturar una especie de movimiento ondulatorio que me cautivó mucho y me decidí por pintarlo. A la vez, tomé como referencia el empleo y manipulación del color de algunas de las pinturas de Miranda, cuya técnica de dibujo sobre pintura, logra esa fusión tan impresionante, puesto que se nota aún lo manual que lleva detrás, la cualidad plástica, que es tan difícil adoptar y provocar en una obra. Tomé de referencia los acordes de sus verdes, que en varias pinturas pude observar que hablaba por sí mismo, y era algo que quería realizar también y no había podido, a lo cual, observando al mismo tiempo mi boceto, inserté algunos colores para ver cómo se comportaban teniendo en cuenta la luz y las atmósferas, y disfruté la visión que comenzaba a tener de una meditación sobre el verde. La manera en la que Miranda lo utiliza en sus rostros y retratos da una expresión muy primitiva, cosa que se observa por sus formas distorsionadas, sin embargo su contraste entre tonos es magnífica. Al estudiar mis opciones en cuanto a acordes cromáticos, valoré la posibilidad de incluir algún rojo, sin embargo el hecho tan increíble y poderoso, el efecto que hacía el verde en mí, de relajación, (lo cual no es nada sencillo puesto que soy una persona de muchos tonos fríos) me impresionó de sobremanera. Pude pensar diferente, relajarme y encontrar la luz también de esos árboles que suelo abrazar cuando camino y del musgo que me cautiva cada vez que rondo por las aceras de mi universidad. Este hecho artístico, me provocó la sensación de una sala de fantasía, en donde quise imaginarme de alguna forma con el cabello como lo lucía hace unos años y el sentir que no sólo era una espesa masa de cabello, sino recuerdos, vivencias, memorias. Seguido de esto, la relación existente entre el segundo artista y mi pintura, fue por el contraste entre color y línea. Logré evocar una técnica que aprecio y valoro mucho que es el estilo de Alexander, de quien en una exposición pude disfrutar de uno de sus cuadros, y su monumentalidad me asombró mucho, a tal punto de que sentía que no sabía si la fuerza, radiante fluorescencia de sus colores, me miraba más que los ojos abiertos del retrato. Este uso del color de manera intensa, no viene manipulada por un solo tono, sino que con ayuda de algunos análogos que están dentro de su acorde puede inducir un sentimiento en específico. Por ello asocié estas dos características semejantes que me inspiraban estos artistas. Además del gran tamaño de sus cuadros, una de las cosas por las cuales los admiro a ambos, sobre todo a Miranda porque ha trabajado en la construcción de muchísimos murales, y el haber podido aprender de ellos y aplicarlo a mi trabajo es algo que no tiene precio, porque siento que la historia permea sobre mi trabajo. Disfruté igualmente el proceso de la escala, a la cual estuve solucionando diversos problemas que había tenido anteriormente con la ampliación de un boceto, el cual estudié durante bastante tiempo hasta sentirme satisfecha, para luego detenidamente con los colores obtener esas tonalidades que más me llamaban la atención. En este proceso pude apreciar el hecho de que, la pintura es una de las maneras más íntimas de expresar lo que sentimos. Por ello siento que cada minuto que le dedico a mis pinturas me hace conectarme con algo que no tiene explicación, por lo cual no quise colocarle ningún título a esta pintura, pues el hecho de no poder explicar la paz que sentía a través de estos colores era lo que me impulsó a realizar la pintura de esta manera, y cada vez que añadía algo, me sentía tan bendecida y dichosa al mismo tiempo, pero sobre todo porque observaba los elementos y sentía que de alguna forma estaba planeando los ingredientes para un buen plato. Nota: Para mi entrega final de historia, deseo montar una muestra audiovisual, abordando el vídeo experimental, es un video diario que planeo ensamblar junto a algunos audios que quiero hacer, pues estoy muy ensimismada en lo referente al sonido, música, y quiero aprovechar esta energía singular y adrenalinas para explotar todas estas ideas, para ello he venido desde que comenzó la cuarentena motivada en cuanto al vídeo, y he estado realizando diversas tomas que me han gustado, en donde mis aprendizajes en pintura me han ayudado mucho. Pero más adelante le comentaré de ello, cuando esté montada en la unidad.