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Simone Beauvoir

1. Biografía
2. Pensamiento hacia la psicología humanista
3. Obras de la autora: el segundo sexo (1949) “no se nace mujer se llega a serlo”, (fue la más
importante para la historia del feminicidio) significó un punto de partida teórico para
distintos grupos feministas, y se convirtió en una obra clásica del pensamiento
contemporáneo. En él elaboró una historia sobre la condición social de la mujer y analizó
las distintas características de la opresión masculina. Afirmó que al ser excluida de los
procesos de producción y confinada al hogar y a las funciones reproductivas, la mujer
perdía todos los vínculos sociales y con ellos la posibilidad de ser libre.
Su primera obra fue la novela La invitada (1943), a la que siguió La sangre de los otros
(1944) y el ensayo Pyrrhus y Cineas (1944).

Desarrollo

Nació el 9 de enero de 1908 en parís Francia, ella fue uno de los principales personajes de esta
época que lucho por la igualdad de los derechos de la mujer y la despenalización del aborto, se
graduó en filosofía y se dedicó a la docencia en escuelas, participo de varios debates ideológicos
de la época, su pensamiento se enmarcaba en la corriente filosófica del existencialismo (En otras
palabras, el ser humano existe desde que es capaz de generar cualquier tipo de pensamiento. El
pensamiento hace que la persona sea libre: sin libertad, no hay existencia). Destruyó los mitos
femeninos, e incitó a buscar una auténtica liberación. Sostuvo que la lucha para la emancipación
de la mujer era distinta y paralela a la lucha de clases, y que el principal problema que debía
afrontar el "sexo débil" no era ideológico sino económico. MARIA PAULA

Simone de Beauvoir fundó con algunas feministas la Liga de los Derechos de la Mujer, que se
propuso reaccionar con firmeza ante cualquier discriminación sexista, y preparó un número
especial de Tiempos Modernos destinado a la discusión del tema. Ganó el Premio Goncourt con
Los mandarines (1954), donde trató las dificultades de los intelectuales de la posguerra para
asumir su responsabilidad social. En 1966 participó en el Tribunal Russell, en mayo de 1968 se
solidarizó con los estudiantes liderados por Daniel Cohn-Bendit, en 1972 presidió la asociación
Choisir, encargada de defender la libre contracepción, y hasta sus últimos días fue una incansable
luchadora por los derechos humanos. LAURA

Ella se centraba en el feminismo desde una postura de vivir individualmente que significa ser
consciente de que en una sociedad como en la que vivía ella y vivimos nosotras estamos en
desigualdad de condiciones legales, sociales, institucionales, afectivas y de relación personal con
los hombres; y luchar colectivamente es porque después de haber tomado conciencia individual
de esa desigualdad no basta con defender tu autonomía e igualdad sino que hay que llevar una
lucha colectiva porque las opresiones existentes, como decía Beauvoir, nos implican a todas y
luchar colectivamente Nathalia

Explicación del pensamiento de Simone sobre lo humanista


1. En realidad, lo que Simone de Beauvoir nos quería decir es que hay inevitables dependencias
entre nuestro cuerpo y nuestra mente, y que si la experiencia corporal condiciona la forma en
la que nos enfrentamos al mundo, en el caso de la mujer esto tiene un efecto mayor, pues son
las significaciones sociales dadas a esa forma de relacionarnos con nuestros cuerpos y su
importancia para desarrollarnos como personas las que estructuran una sociedad
profundamente desigual. En sus propias palabras, mientras “el hombre percibe su cuerpo
como una relación directa y normal con el mundo (...), la mujer tiene ovarios”. Desde la más
tierna infancia, la mujer experimenta su cuerpo como una cosa que tiene que proteger, atenta
siempre a que sus movimientos no entren en contradicción con la feminidad que se espera
que proyecte en todo momento. Y esto es común a todas las mujeres, pues con
independencia de sus oportunidades y sus posibilidades de elección existe “una base común
que subyace a cada existencia individual femenina en el estado actual de educación y
costumbre”. Y así, desde este enfoque estructural, define Simone de Beauvoir al patriarcado,
ese concepto que tanto miedo absurdo sigue generando. ( PAULA)

2. Cuando Simone de Beauvoir dijo que “la mujer, como el hombre, es su cuerpo” daba un
radical giro de timón a esa tradición para hablarnos del cuerpo vivido y avanzar más allá de la
separación cartesiana entre un sujeto que “piensa, luego existe” mientras habita una suerte
de recipiente pasivo que no forma parte de su yo.
ISABELA
3. El feminismo de la diferencia seguiría la estela del constructivismo de Beauvoir para señalar
que la educación importa, por supuesto, pero que una educación basada en el cuidado y la
empatía no debía centrarse únicamente en las niñas sino que podría ser provechosa para
hacer un mundo mejor si se extendiera a todos los seres humanos, sin distinción.
LAURA

OBRAS Y PENSAMIENTO
Obra y pensamiento

El Segundo Sexo
En este ensayo, la autora critica la opresión a la que es sometida la mujer por parte del sexo
masculino y por cómo está organizada la sociedad.
El texto fue escrito en 1940, pero publicado hasta 1979 y en él se reúnen relatos de
protagonistas que sufren las desventuras de cualquier persona. La idea principal es la falsa
espiritualidad que tienen los adultos, pero como forma de control moral y opresión.
Cuando predomina lo espiritual NATHALIA
La mujer rota
Escrita en forma de novela, narra la historia de tres mujeres. La primera se enfrenta a un
conflicto tras décadas de matrimonio, los problemas, la decepción, el ser madre y el tránsito a
dejar de ser adulto para convertirse en anciana están provocando un duro trauma.
Memorias de una joven formal
El libro es una autobiografía de la escritora en sus primeros 20 años. Nos muestra un relato
sobre cómo fue crecer en una familia religiosa que estaba preparándola para ser la mujer que
Debía ser. Simone nació en una familia de la burguesía parisina, sus padres eran clasistas y
conservadores, profundamente religiosos. La familia de la escritora sufrió un revés económico
tras la Primera Guerra Mundial, que obligó a la autora a dar clases a jóvenes para ayudar a sus
padres. NATHALIA

Los mandarines, la primera fase de su carrera literaria se basa en la independencia intelectual,


en una conciencia férrea y en un firme deseo de libertad que desembocaría en un
existencialismo feroz.
Precisamente en Los mandarines, una novela que le valdría el premio Goncourt, Simone
dibuja un contexto político desencantado, incapaz de aprender de los errores que
desencadenaron las grandes guerras de principio siglo. ISABELA

La invitada
Debut literario de De Beauvoir en 1943, se inspira en sus lecturas de la filosofía de Hegel para
presentar un triángulo amoroso entre una pareja formada por un hombre y una mujer de la
bohemia y mundana París de las primeras décadas del siglo XX, y una bella joven que los
fascina y tensa la relación hasta alcanzar ribetes dramáticos. Con esta novela la escritora pone
en cuestión el modelo burgués de pareja y familia.
ISABELA

que es la mujer para simone de beauvoir?


Para muchos, ser mujer no será más que un dato biológico. Para quienes hemos leído a
Simone de Beauvoir, “ser mujer” significa todo un programa de vida, ya que “no se nace
mujer, se llega a serlo”. Nacemos “hembra humana”, pero ser mujer supone superar lo
biológico sin anularlo, claro.

Para Benazir Bhutto sin duda que ha sido un programa, tal vez a su pesar, un programa que se
trocó en destino. No digo que si hubiera sido varón no habría sido asesinada, pero siendo
mujer en un país mayoritariamente musulmán y habiendo sido la única presidenta en estos
países, estaba cantado que no iba a durar mucho en un ambiente de integrismo patriarcalista.
“No tengo miedo”, proclamó Benazir al volver a su país después del exilio. Afirmar semejante
estado de ánimo en un mundo en el que lo más importante parece ser la seguridad después
de meternos el miedo en el cuerpo las veinticuatro horas del día, supone una verdadera
hazaña. Lo demostró exponiéndose a la multitud. Ignoro si habría sido ahora una buena
gobernante, pero con su muerte se ha convertido en un mito, como Indira Gandhi, que
también fue asesinada.
Sin embargo, hay muchos modos de asesinar a las mujeres. Fue lo que le sucedió a Ségolène
Royal con los machitos de su partido, cuyo frenético lema acomplejado era el de “todo salvo
Ségolène”. Esos tarados que ladraban diciendo que ella no era lo suficientemente izquierdista
y hoy están en el gobierno de Sarkozy o presidiendo organismos internacionales de marcado
tinte neoliberal.
También tenemos otros muchos modos de asesinarnos a nosotras mismas, es decir, de
suicidarnos. Aspirar a la “igualdad” como meta política suprema no pasa de ser una
mediocridad. Tal vez en muchos momentos tuvo sentido, como cuando Olimpia de Gouges
enarboló sus derechos de la mujer y de la ciudadana, pero hoy tendríamos que ponernos
metas más sustantivas. Mientras estamos luchando por la igualdad nos olvidamos de que lo
urgente y lo importante es cambiar el modelo de mundo, el paradigma viril por el que se rigen
la igualdad y la diferencia mismas. Porque no creamos que reivindicar la diferencia supone
partir de un paradigma político y mental superador del anterior. Todavía no.

“Ser mujer” hoy, como programa, para mí significa: confiar, siempre, en las posibilidades de lo
humano, de ese ser que gestamos y alumbramos en comunión con la vida; elevar nuestro
nivel humano al máximo de lo posible creativo, y no de lo limitado masculino; concebir de
nuevo el mundo, un mundo en el que tome cuerpo la equidad, la empatía, la sabiduría y la
alegría de existir; levantar la enseña de la liberación, de la rebelión, de la libertad a la medida
de lo humano; desplegar la inteligencia dormida, la experiencia viva, y los deseos latentes
para la construcción de ese mundo que soñamos.
Puedo seguir diciendo generalidades, todo para comparar la posibilidad de propuestas
superadoras hasta el infinito de aquello de aspirar a la igualdad con el varón. En realidad esto
último es lo que propuso Simone de Beauvoir, pero en su tiempo ya fue mucho. Nos abrió las
puertas, pero hoy hemos rebasado aquel horizonte. Me parece deprimente lo que afirma
Marie Hélène Bourcier sobre Beauvoir: “Es importante que haya demostrado que la
masculinidad no estaba reservada a los hombres sino que se trata de un signo cultural y social
accesible a todas”.

LAURA

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