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Corporación Universitaria Minuto de Dios


Departamento de Filosofía
Filosofía Política
Nicol Julieth R. Urrea
Justicia Transicional y Justicia Restaurativa
21 de noviembre de 2019

El proceso de paz en Colombia llevado a cabo el pasado gobierno del


presidente Juan Manuel Santos (2014 - 2018) generó una serie de estudios y
análisis sobre diferentes categorías de interés sobre el tema, como la cuestión de
la justicia, el sistema penal, la restauración, las víctimas, entre otros. Dentro de
estos análisis se encuentra el texto Justicia Transicional y Justicia Restaurativa:
tensiones y complementariedades, de los autores Rodrigo Uprimny y María Paula
Saffon, en el cual exponen cuales son las concepciones que se tienen de estos
tipos de justicia, de qué manera se complementan y se diferencian, para concluir
que “los procesos de justicia transicional deben contener dosis inevitables de
castigo para los responsables de graves violaciones a los derechos humanos y,
por ende, solo deben contemplar la posibilidad de perdones 1 cuando estos sean
proporcionados y responsabilizantes” (Uprimny & Saffon, 2005).

Por lo anterior, el presente texto tiene pretensión de evidenciar la tesis de


los autores y sus principales argumentos, haciendo énfasis en el análisis que se
hace del caso colombiano con relación a las negociaciones con los grupos al
margen de la ley en el presente y en el futuro. Esto nos permitirá llegar a algunas
conclusiones con los autores, e incluso plantearnos algunas inquietudes que
fueron surgiendo en la lectura del texto, especialmente en lo que tiene que ver con
la complementariedad que tiene la justicia transicional y la justicia restaurativa,
teniendo en cuenta que el trabajo de Uprimny y Saffon surgió precisamente debido
a los actuales enfoques restauradores que pretenden enfrentar las disfunciones

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En este caso, cuando los autores hablan del perdón hacen referencia al perdón como paso para
la armonía y reconciliación, pero teniendo en cuenta la necesidad del castigo al victimario o
criminal.
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del sistema penal actual, buscando anular el discurso de la venganza y trabajar en


primeras medidas por la no repetición de los crímenes y la reparación de las
víctimas.

Con lo anterior, es preciso tener en cuenta que estos términos son


prácticamente actuales, según los autores no se conocían veinte años atrás y, sin
embargo, ahora incluso se han creado instituciones específicas que trabajan tanto
la justicia transicional y la restaurativa. Pero aclaremos de qué se trata cada una
de estas justicias; siguiendo a los autores, la justicia transicional nació del
problema de la ruta de acción que debe llevar a cabo un Estado después de un
crimen grave o una gran guerra. Es bien sabido que esta cuestión ha existido
desde hace mucho tiempo, pero los análisis de la misma tienen una gran
diferencia con los de antes en lo que tiene que ver con el paso que debe darse de
la guerra a la paz.

Con esto entonces, la justicia aparece pues “como una exigencia que
cualifica de manera importante los procesos transicionales, pero que a la vez se
ve profundamente determinada por tales procesos” (p. 4), lo cual a su vez implica
una transformación radical en el orden político y social que permite negociaciones
entre las partes siempre y cuando estén acordes a las exigencias jurídicas
internacionales. Así, dichas exigencias jurídicas buscan proteger los derechos de
las víctimas, pero la justicia transicional necesita acuerdos para la paz y por tanto,
debe desenmarcarse en cierta medida de la víctima para poder alcanzar los
objetivos, de forma que los acuerdos de paz muchas veces significan el perdón y
olvido de los crímenes.

Dado lo anterior, es importante aclarar que la justicia transicional asume el


perdón, no como una acción libre, que trasciende la realidad (Derrida, 2015) y por
tanto supera la justicia tradicional, sino como un acto aparentemente sencillo que
facilita el diálogo con los criminales y victimarios, dando un superficial aceptación
del olvido del daño que se ha hecho, de manera que se convierte más en una
cuestión negociable y no verdadera. Esta concepción del perdón es precisamente
uno de los puntos que, como veremos más adelante, los autores intentarán
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defender en cuanto a la imposibilidad de “obligar” a una víctima a perdonar a su


victimario o bien, pretender que lo perdone fácilmente, menos aún cuando el
crimen cometido es de una gravedad que se enmarca en lo imperdonable.

Ahora bien, la justicia restaurativa es un paradigma alternativo al


funcionamiento del sistema penal que busca enfrentar el crimen enfatizando en la
importancia que tiene la reconciliación entre víctima y victimario, también así
intenta poner en el centro del proceso a la víctima, colocando sus necesidades
unidas a la paz social como su principal finalidad. En consecuencia, la justicia
restaurativa considera que los castigos retributivos son insuficientes, es decir,
aquellos que pretenden que el castigo sea proporcional a la pena cometida como
pago de los crímenes y único “pago” a la víctima por el daño causado. Para ella, lo
importante es reconocer y reparar el daño causado, además de restaurar la
dignidad de la víctima2, es entonces donde propone la mediación entre victima y
ofensor, el trabajo comunitario y las terapias psicológicas para los victimarios,
buscando con esto el perdón.

Podemos recordar aquí lo abordado en otros trabajos en cuanto a la


cuestión del perdón, pues nos queda claro que el perdón es algo que trasciende la
realidad de los hechos e incluso la justicia y el sistema penal, y por tanto, bajo
ninguna de las soluciones planteadas por la justicia restaurativa, es válido
colocarlo como finalidad casi forzada. Además, se ha de tener en cuenta, como
nos lo mencionan Uprimny y Saffon, que este tipo de justicia -restaurativa- se
pensó para el tratamiento de crímenes menores y comunitarios, mientras que la
justicia transicional fue concebida para enfrentar crímenes grandes.

Ahora bien, teniendo claro que es cada una de las justicias propuestas en la
actualidad, los autores nos aclaran que aunque ambas buscan la reconciliación
democrática y la paz duradera, los objetivos de la justicia restaurativa como lo son
la reconciliación, el perdón y la armonía entre las partes, en el sentido del diálogo

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Al hablar de la dignidad de la víctima, los autores hacen énfasis en que esta dignidad está dentro
de lo que entendemos como el restablecimiento de sus derechos y el intento de reparar el daño
causado. De esta manera, cuando se habla de recuperar la dignidad de la víctima es necesario que
para lograrlo exista el reconocimiento del crimen por parte del victimario, el castigo y la reparación
anteriormente mencionada.
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concordado y la solución oportuna de los problemas para alcanzar con prontitud el


estado ideal de “paz”, resultan demasiado exigentes para un proceso llevado a
cabo por la justicia transicional, pues esta implica un mayor numero de personas
afectadas por un crimen grave que ha atentado contra sus más fundamentales
derechos y ha puesto en tela de juicio la seguridad del individuo en el Estado. Es
por esto, por lo que los autores dicen que la eliminación del tema del castigo en la
justicia restaurativa es producto de una confusión de este con la venganza, y no
se entiende que este -el castigo- es una medida preventiva que asegura la no
repetición del crimen, a la vez que le permite a la víctima asegurarse de que los
criminales se han responsabilizado de lo que han hecho y por tanto -según los
autores- es más factible que se acceda al perdón.

Comprendemos entonces que la justicia restaurativa y la transicional no son


contrarias, sino que pueden llegar a complementarse si se hace de una forma
correcta, es decir, sabiendo que el castigo es importante para la reconciliación;
que el perdón es posible siempre y cuando el victimario pague por sus crímenes
de manera individual y no colectiva; que nunca existirá el perdón de graves
crímenes de guerra, y finalmente, que la justicia restaurativa puede afirmar la
justicia transicional en la medida en que a través de su propuesta logra crear una
consciencia de responsabilidad en los victimarios para así esclarecer la verdad del
conflicto.

Siguiendo a los autores, se hace necesario puntualizar en la cuestión del


perdón en los crímenes de guerra, ya que, como se ha dicho anteriormente, el
perdón para ellos tampoco significa una cuestión negociable y mucho menos
superficial. El perdón es parte de la dignidad de la víctima, y por esto es intocable
cuando aparece lo imperdonable como son los crímenes de guerra. Estos, están
tan fuera de todos los parámetros de la justicia en términos de gravedad, que
simplemente no hay criterios de acción y mucho menos posibilidades de perdón.
No obstante, aquí cabría resaltar que, precisamente cuando se logra el perdón de
lo imperdonable, la víctima se sitúa por encima de la justicia, y renunciando a su
deseo de venganza trasciende también la realidad humana.
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Es posible situarnos directamente bajo la perspectiva de la Colombia en


medio de un proceso de paz, pues esta propuesta de los perdones
responsabilizantes pareciera que pretende que se tengan en cuenta diferentes
perspectivas de la justicia para escuchar la voz de las víctimas, y al mismo tiempo
llegar a acuerdos que posibiliten la restauración de la paz y la tranquilidad en el
país. Sin embargo, cabe preguntarnos si realmente los responsables de los
crímenes de guerra pueden llegar a sentirse efectivamente culpables y
arrepentidos por lo que hicieron, pues en muchos casos, hay individuos tan
comprometidos con la idea que les mueve que simplemente no sienten en ningún
momento que hayan hecho mal, incluso teniendo a una víctima en frente, esto no
solo en el caso de Colombia sino en el mundo entero.

Por lo anterior, es posible situar la cuestión de la culpa y el perdón más


dentro de un plano moral que uno jurídico, pues este último limita las condiciones
de posibilidad tanto de la culpa como del perdón, e ignora completamente la
subjetividad del individuo que ha de reconocerse culpable o ha de perdonar. Si
bien es cierto que para alcanzar la “paz” en un Estado hacen falta estas teorías de
justicia que permiten una validez de los diálogos y un seguro de no repetición,
también es importante no olvidarnos que ya sea que hablemos de las víctimas o
de los victimarios y criminales, la cuestión es de seres humanos, que, como tales,
no es posible enmarcarlos en una rúbrica de justicia determinada que les guie lo
que han de hacer y de sentir, finalmente el problema de todo radica precisamente
en esto: no tenemos el control de todo.

De esta manera, nos damos cuenta de que la propuesta planteada por los
autores es en efecto bastante interesante, pues toma en cuenta ambos frentes de
acción, tanto el de la víctima como el victimario, sin embargo, esto se torna un
problema cuando comenzamos a analizar la realidad más allá del papel. Esta
justicia de la que se habla muchas veces parece una ilusión, un inalcanzable, una
utopía; pues en muchos casos, si no en la mayoría es evidente que para llegar a
un acuerdo se debe silenciar a la víctima, a su testimonio, a su verdad, para
recuperar la paz social el Estado haría lo que sea, y aunque entendible, no es lo
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que planteamos en los estudios y trabajos, no es justicia en realidad; ¿qué es


justicia? ¿alguien estaría en serio de acuerdo en pagar por sus crímenes incluso si
no siente que actúo mal? O simplemente queremos tener un reconocimiento
superficial de la víctima y solo velar por algunos intereses…

Referencias

Derrida, J. Perdonar lo imperdonable y lo imprescriptible, trad. de Diego S.


Garrocho, ed. Avarigani, Madrid, 2015.

Rodrigo Uprimny, María Paula Saffon, Justicia transicional y justicia


restaurativa: tensiones y complementariedades, en ENTRE EL PERDÓN Y EL
PAREDÓN: PREGUNTAS Y DILEMAS DE LA JUSTICIA TRANSICIONAL,
Uniandes, 2005.

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