Nicol Julieth Rodríguez Urrea Reseña reconstructiva Suma de Lógica, Guillermo de Ockham
Guillermo de Ockham (1285), es un teólogo escolástico inglés es fundador de la
filosofía nominalista que parte de la crítica al racionalismo y a los conceptos universales. Su teoría es inductiva y cercana al empirismo, de manera que su concepción teológica se fundamentaba en la fe en un Dios omnipotente inasequible por la razón. También propuso una separación entre la Iglesia y los poderes temporales, lo cual lo llevó a tener serios conflictos con el papado del momento hasta el punto de condenar como heréticas muchas de sus doctrinas. De esta manera, lo podemos ver como un puente entre la edad media y el renacimiento. Su texto de la suma de lógica en los capítulos trabajados nos da una muy completa visión de lo que es su razonamiento lógico intentando en lo posible no meter cuestiones de fe en lo que se intenta exponer. Para comenzar, Ockham debe precisar la definición de algunos conceptos que son importantes para que el lector comprenda el desarrollo del texto. En primer lugar, define la palabra <<término>> como aquello en que la proposición se resuelve como su predicado o sujeto consignando de él lo que es o no es. Esto quiere decir que el término hace parte de la proposición y, además, no todos los términos son de la misma naturaleza. Para explicar con mayor claridad esto, pasa a decir que hay tres clases de expresión, a saber, la escrita, oral y concebida; y, por lo tanto, hay tres tipos de términos. Valga aclarar que el término concebido es el que hace referencia a una intención. De esta manera entendemos que las palabras, por ejemplo, son señales de las intenciones que hay en el alma, pero que, sin embargo, este término oral o escrito puede cambiar su significado, aunque el concepto no lo puede cambiar el arbitrio de nadie. Para comprender esto, es menester acudir a lo que significa el ‘signo’, y este se puede entender de dos maneras; una, como aquel que conduce al conocimiento de una cosa, aunque no al conocimiento primero de tal cosa y dos, lo que conduce al conocimiento de algo y es apto para suponer de ello. Ahora bien, esto no puede entenderse tampoco si no comprendemos a que se refiere Ockham cuando habla de la intención del alma; entiéndase esta pues, como algo que hay en ella apto para significar otra cosa. Pero hay una primera intención y una segunda intención; y se puede decir que la escritura es un signo secundario respecto a las palabras y estas a su vez son un signo secundario respecto a la intención del alma. También hay algo que denomina <<intellectus>>, que son ciertos signos en el alma que significan otras cosas y de los que se compone la proposición mental. Estos signos, todos, van ligados al acto de entender. Respecto a la primera intención decimos entonces que es signo de aluna cosa que no es ese signo sin que eso impida que tal signo signifique otro signo mental. Esto se entiende de manera estricta, como el nombre mental apto para suponer por su significado, y ampliamente, como el signo intencional existente en el alma. Así pues, respecto a la segunda intención, es aquella que es signo de las intenciones primeras, como el género o la especie. Sabiendo que, ambos responden a las preguntas ¿Qué es? Y ¿Qué es eso? Uno de los problemas más grandes que trató Ockham, fue el de lo universal y lo particular, que, según él, son términos de segunda intención. Lo singular se entiende como todo aquello que es uno y no muchos, y, como aquello que tampoco tiene amplitud natural para ser signo de muchos. Teniendo esto en cuenta, Ockham nos dice que todo lo universal es una realidad singular, queriendo decir que el universal es una intención singular del alma apta para ser predicada de muchos. Sumado a esto, es menester decir que hay cinco universales; a saber, el predicable, la diferencia, el accidente, el propio y el contingentemente. Así pues, si es una intención del alma, también debemos entenderla como universal naturalmente que es un signo predicable de muchos y no es más que una intención del alma y, como universal por institución voluntaria que es el signo voluntariamente instituido para significar muchas cosas, es decir, no es solamente una intención del alma individual. De esta manera podemos decir que lo universal no es una sustancia fuera del alma y que, por tanto, es una intención del alma que no se distingue del acto de entender. También es preciso decir que solo el signo voluntariamente instituido es apto para ser predicado y por ende es universal, dado que si no fuera de esta manera, la sola intención del alma no podría predicarse como universal difiriendo de otras muchas intenciones singulares que tienen diferencias individuales. De esto se sigue que la proposición consta de universales y que ninguno de ellos pertenece a la esencia de sustancia alguna. Siguiendo, Ockham hablará de la cantidad, arguyendo que respecto de algunos es el género, así como la cualidad es la sustancia. De esto hablará que el ente es universal y lo mismo el uno que no es género ni especie, así como tampoco se puede decir de este que es accidente o propio. El género pues será lo que se predica de muchos que difieren en la especie y que no está fuera del alma; y la especie es lo que predica de muchos que difieren numéricamente como perteneciendo a su esencia, es decir, que es común a menor número de cosas que su género y de esta manera no es parte del individuo, sino que es signo del individuo. Ahora, la sustancia tiene como propiedad que es común a muchos y no se predica equívocamente, o sea que significa muchas cosas o es apto para ello. Y se habla de la suposición de los términos en las proposiciones, sabiendo que la suposición es la posición por otro y entendiéndola en sentido amplio como que la apelación está contenida en la suposición, y en sentido estricto en el que la suposición se distingue de la apelación. Así mismo, la apelación puede ser personal; donde el termino supone su significado, simple; donde el termino supone por la intención del alma, y material; donde el término no supone significativamente. Vemos pues como Ockham va desarrollando su pensamiento de manera clara para entender de donde viene el razonamiento a partir de las intenciones del alma que se traducen en términos y que estos a su vez forman las proposiciones que constituyen el lenguaje que requiere de una lógica que se sigue de su desarrollo. Aunque faltan capítulos por analizar, se ha evidenciado el exhaustivo trabajo que se realizó con respecto a esta suma de lógica y la claridad con la que el autor maneja el tema y lo pretende comunicar al lector.