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Fecha: 22 – 08 - 2020
Pero lo propio del símbolo consiste en abrir un espacio lógico en el cual, en razón de
su propio discurrir categorial, adviene al fin (en el fin) la sutura que restaña eso
escindido; lo cual presupone la creación de un escenario que posibilite el encaje
(encuentro y reconocimiento) entre las dos partes del símbolo (simbolizante y
simbolizada). El símbolo es la forma lógica que corresponde al ser del límite. P. 33
Lo propio del símbolo consiste en su capacidad por unificar eso escindido. Eso
acontece en lo que se ha llamado séptima categoría del símbolo, o categoría
unificante y sintética. Ésta es, con mucho, la más relevante de la operación o acción
simbólica. P. 33
¿Qué es, pues, lo que «nos aparece» y «se nos da» con sólo mentar la expresión
símbolo? De hecho, esa expresión menciona algo (= x) que a la vez que se nos revela y
manifiesta tiende, también, a sustraerse a todo posible modo de aparición. P. 42
Tal sustrato matricial (materno, salvaje y fiero) comparece, pues, como la primera
dimensión del fenómeno que el símbolo revela. La categoría matricial aparece en
primer lugar en el examen fenomenológico del símbolo. Constituye el fundamento
sobre el cual las restantes dimensiones que componen el acontecimiento simbólico se
asientan. P. 44
Todo símbolo es, por tanto, ante y sobre todo materia, o emerge de un fondo
material y matricial. P. 45
Ahora la presencia sagrada ya no puede ser una figura que sale de la ocultación, en
proceso descendente, con el fin de aparecer ante el testigo. Ni éste puede ser
sencillamente el habitante del cerco del aparecer capaz de ascender hasta la frontera
del mundo al encuentro con la manifestación de lo sagrado. Ahora la presencia y el
testigo deben al fin reconocerse como las dos partes de un mismo acontecer
simbólico. P. 23
Sin materia (entendida como matriz, madre, selva) no es posible erigir, mediante la
civilización de esa hylé (bosque, madera del bosque), el recorte o la demarcación del
témenos, genuino templo cósmico. P. 55
Pues no es posible que se produzca el acontecer simbólico sin que la totalidad del
espacio lógico simbólico se dé como presupuesto estructural. P. 38
…el espacio lógico que dota de forma al ser, a un ser que se comprende como ser del
límite. En ese modelo se despliega, en sus formas categoriales, la forma lógica
simbólica que corresponde al ser del límite. Tal forma constituye la finalidad
consumada a través del complejo acontecimiento que el símbolo constituye. P. 39
Revelación La revelación es, de hecho, el modo a través del cual destaca el acontecimiento La revelación está presente en cada una
simbólico las distintas determinaciones categoriales que lo hacen posible. Esas de las categorías porque implica al
determinaciones marcan su dominio y hegemonía sobre las demás, ordenándolas y símbolo mismo a través de cada una de
organizándolas cada vez a partir de una u otra de las claves. Cada una de esas sus fases. Entonces hay revelación de
revelaciones establece lo que en términos simbólicos puede llamarse era o época del este desde la materia hasta la copula
mundo. P. 30 donde se da propiamente el acontecer
simbólico en su totalidad.
Logos Será, pues, la palabra o lógos específico de esa comunicación lo que entonces se El logos es la cuarta categoría del
revele y salga a luz. Todo el acontecer simbólico derivará del carácter hegemónico que símbolo por medio de la cual este pasa a
ese lógos establecerá (susceptible de revelarse como palabra inspirada o revelada, o plasmarse en la palabra, ya sea escrita o
como escritura sagrada). P. 31 hablada y de esta manera se fija en los
individuos.
Tal revelación del lógos que corresponde al lado manifiesto del espíritu será lo que, en
el seno de ese ciclo, podrá llamarse en rigor la razón (lo que desde Descartes y Galileo
podrá entenderse por tal). Sólo que la razón es tan sólo, como se irá viendo, el lado
manifiesto del espíritu. P. 40
Espíritu Del símbolo plenamente consumado nace y crece, como se verá, el espíritu, auténtica
criatura nacida de la matriz que el ciclo simbólico va preparando. Y ese nacimiento El espíritu nace de la experiencia
espiritual determinará, entonces, la promoción de un nuevo ciclo de aconteceres que simbólica y se alimenta de la misma.
se llamará ciclo espiritual, en el cual insistirán en una nueva escala, o se variarán, los
mismos cauces categoriales (materia, mundo, presencia, etc.). p. 34
Al final del libro podrá definirse el espíritu como la síntesis consumada de razón y
simbolismo que el ciclo espiritual, en sus tramos finales, no puede menos que anhelar
y anticipar. P. 40
Sagrado Ahora el mundo entero, el cosmos, con sus puntos cardinales, sus orientaciones, sus Lo sagrado es lo que hace al símbolo ser
jerarquías (cielo, atmósfera, tierra, subsuelo) constituye el ámbito en el cual se lo que es. Ni bueno ni malo. Aparece en
«delimita» (como templo) el espacio de revelación de lo sagrado. P. 36 la revelación y se plasma más
fuertemente en la mística del símbolo, en
En correspondencia con ello habrá también dos modos de comparecer la presencia de aquello que no es posible entender
lo sagrado: o bien como una multiplicidad de figuras teofánicas que el poeta acoge en completamente, en el misterio y la
el himno o en la epopeya; o bien como un conjunto de presencias teofánicas que trascendencia.
remiten a un único Dominus, o «señor del universo», que el profeta acoge como
revelación. P. 36