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CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS - UNIMINUTO SP

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES


DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

SEMINARIO DEL SÍMBOLO

TEXTO: TRÍAS, Eugenio, La Edad del Espíritu-17-58

Elaboró: Nicol Julieth R. Urrea

Fecha: 22 – 08 - 2020

CATEGORÍAS Hermenéutica textual (Interpretación)


Símbolo El símbolo es una unidad (sym-bálica) que presupone una escisión. En principio se
hallan desencajadas en él la forma simbolizante, o aspecto manifiesto y manifestativo El símbolo se puede comprender como
del símbolo (dado a visión, a percepción, a audición) y aquello simbolizado en el una cuestión compuesta de dos caras
símbolo que constituye su horizonte de sentido. P.19 que se manifiesta en el acontecer
simbólico y que no puede suceder sin la
Y es que el símbolo (a diferencia de la alegoría, o del esquematismo conceptual) materia, el cosmos, la presencia, el logos,
mantiene siempre un remanente místico que revela su carácter estructuralmente las claves hermenéuticas, la mística y
religado a un sustrato secreto, sellado, santo (a lo sagrado, con su peculiar finalmente la copula o conjunción de
ambivalencia).7 Las condiciones ideales del sentido son, pues, las que actúan como todos estos elementos. A la vez el
condición de ese alzado hacia lo místico. P. 21 símbolo está compuesto de lo
simbolizante, o cuestión física en el que
El símbolo (presente y literal) es conducido en dirección a ciertas formas ideales que se incluye la materia, el cosmos, la
actúan como claves hermenéuticas del sentido. P. 22 presencia y el logos; y lo simbolizado,
que es aquello que trasciende la physis y
Por símbolo se entiende aquí un acontecimiento de carácter verbal en virtud del cual le da sentido al símbolo donde están las
«se lanzan conjuntamente» dos piezas: fragmentos de una medalla o moneda, partida claves hermenéuticas y la mística. Este
por la mitad. P. 24 último es en el que se encuentra lo
sagrado, es decir, aquello que no se
El símbolo manifiesto debe reenviar hacia ciertas claves hermenéuticas que permitan puede comprender completamente
determinar las figuras (ideales) en virtud de las cuales se puede fijar el sentido del pues, de hacerlo, ya no existiría símbolo.
símbolo manifiesto. P. 25

El símbolo, sym-bolon, remite etimológicamente a una «contraseña»: fragmento de


una moneda o de una medalla partida que sólo cumple su misión cuando vuelve a
juntarse con la mitad desencajada. El símbolo se realiza como símbolo cuando se
«lanzan conjuntamente» las dos partes y puede advertirse, entonces, si llegan a
coincidir. P. 33

Pero lo propio del símbolo consiste en abrir un espacio lógico en el cual, en razón de
su propio discurrir categorial, adviene al fin (en el fin) la sutura que restaña eso
escindido; lo cual presupone la creación de un escenario que posibilite el encaje
(encuentro y reconocimiento) entre las dos partes del símbolo (simbolizante y
simbolizada). El símbolo es la forma lógica que corresponde al ser del límite. P. 33

Lo propio del símbolo consiste en su capacidad por unificar eso escindido. Eso
acontece en lo que se ha llamado séptima categoría del símbolo, o categoría
unificante y sintética. Ésta es, con mucho, la más relevante de la operación o acción
simbólica. P. 33

¿Qué es, pues, lo que «nos aparece» y «se nos da» con sólo mentar la expresión
símbolo? De hecho, esa expresión menciona algo (= x) que a la vez que se nos revela y
manifiesta tiende, también, a sustraerse a todo posible modo de aparición. P. 42
Tal sustrato matricial (materno, salvaje y fiero) comparece, pues, como la primera
dimensión del fenómeno que el símbolo revela. La categoría matricial aparece en
primer lugar en el examen fenomenológico del símbolo. Constituye el fundamento
sobre el cual las restantes dimensiones que componen el acontecimiento simbólico se
asientan. P. 44

Todo símbolo es, por tanto, ante y sobre todo materia, o emerge de un fondo
material y matricial. P. 45

El símbolo, además, hace expresa referencia siempre al sustento físico y material de la


existencia humana: suele referirse a las funciones vitales. P. 46

El símbolo, manifestación sensible y material de lo sagrado, revela la congénita


ambivalencia y duplicidad de éste (entre lo puro y lo execrable, o entre lo inviolable y
lo susceptible de ofrenda y sacrificio). De ahí que todo símbolo sea ambiguo. P. 47

Puede afirmarse que esa silueta da origen a la institución simbólica. Expresa la


conjunción del testigo y la presencia a través de la simbiosis de la mano con el muro.
Las dos partes del símbolo quedan estampadas en esa unidad copulativa. P. 49
Categorías Son diferentes revelaciones en virtud de las cuales van emergiendo a plena luz las Las categorías simbólicas son los
simbólicas condiciones del acontecer simbólico. Tales revelaciones forman una escala que puede elementos que componen al símbolo,
figurarse en forma musical, como la escala de los intervalos musicales. P. 19 que se pueden dar de manera sincrónica
o diacrónica.
Acontecimiento … ya se dispone del escenario que interviene como condición de posibilidad del
simbólico acontecimiento simbólico. El cual constituye siempre un encuentro. O una relación El acontecimiento simbólico es el
(sym-bálica) entre cierta presencia que sale de la ocultación y cierto testigo que la resultado final del proceso simbólico que
reconoce (y que determina su forma, o su figura). P. 20 implica a todas las categorías simbólicas.
Este acontecimiento no es el símbolo
Pero ese encuentro místico, para consumarse como acontecer simbólico debe, mismo, sino la posibilidad de este. Así
entonces, retroceder a un ámbito en el cual se puede producir el enlace entre las dos mismo, se da específicamente cuando lo
partes consideradas, la simbolizante y la simbolizada. P. 21 simbolizante y lo simbolizado copulan
entre sí. En este sentido, el
Una vez formada la materia, o convertido el sustrato material (o matricial) en cosmos, acontecimiento simbólico es el momento
entonces puede ya producirse el acontecimiento simbólico, en el cual tiene lugar la y lugar en el que el símbolo es
presentación de aquello que en ese escenario cósmico se aguarda: la aparición plenamente.
manifiesta de esa forma o figura ante un testigo que pueda dar cuenta de ella. P. 22

Ahora la presencia sagrada ya no puede ser una figura que sale de la ocultación, en
proceso descendente, con el fin de aparecer ante el testigo. Ni éste puede ser
sencillamente el habitante del cerco del aparecer capaz de ascender hasta la frontera
del mundo al encuentro con la manifestación de lo sagrado. Ahora la presencia y el
testigo deben al fin reconocerse como las dos partes de un mismo acontecer
simbólico. P. 23

El acontecimiento simbólico convoca, pues, las formas narrativas (míticas) y las


instituciones ceremoniales (sacrificiales) en que se implanta. Y éstas se van
modulando al compás de cada una de estas categorías reseñadas. P. 28

El acontecimiento simbólico celebrará entonces la recreación festiva, litúrgica o


sacrificial de ese acontecimiento originario en virtud del cual cierta materia
indeterminada fue ordenada y organizada hasta constituir un «mundo». P. 31
El acontecer simbólico propicia entonces un ascenso hacia ese encuentro liminar con
lo que se halla radicalmente sustraído: el fondo místico del sentido. En y desde ese
encuentro en forma mística puede ahora desencadenarse un grandioso proceso
emanativo de esa «Luz de luces» primigenia, captada en el encuentro místico, de
manera que el conjunto de lo existente componga una procesión de formas
jerarquizadas. P. 37

El acontecimiento simbólico, para poderse producir, exige retroceder de su aparición


(como presencia revelada) al mundo en el cual ésta comparece ante un testigo. Pero
ese mundo ha debido previamente organizarse (como orden cósmico) en virtud del
acto creador inaugural que ha civilizado ese sustrato salvaje. Éste constituye su fondo
matricial, o material. P. 44
Ambos (materia y cosmos) establecerán las condiciones para que pueda tener lugar el
acontecimiento simbólico: el encuentro efectivo entre la presencia sagrada y el
testigo. P. 45

Ya en este acontecer simbólico de la protohistoria pueden determinarse todas las


dimensiones del símbolo: la cueva o caverna como lugar, como templo; la presencia
mural como dimensión presencial (o hierofanía de lo sagrado ante un testigo, el
hierofante enmascarado); cierta escritura cifrada (triángulos, redecillas) como forma
de consigna o contraseña simbólica que rubrica la comunicación entre la presencia y
el testigo; en la cual escritura se advierte su remisión a una idea, a un horizonte de
sentido. P. 54
Materia Tal sustrato puede ser designado como la materia que el símbolo, para asumir forma La materia, como lo dice Trías, es la
simbolizante, debe determinar. Esa materia constituye un carácter propio y específico primera condición necesaria para que se
del símbolo. Éste, a diferencia del concepto o de la idea, resalta su carácter material.9 de el símbolo. De forma sincrónica
Sólo puede realizarse como símbolo bajo ese carácter (como materia simbólica). P. 22 porque este no puede desligarse del
sustrato material y real que le
La materia constituye el presupuesto positivo sin el cual no puede darse el acontecer proporciona su estado físico, y en forma
simbólico. Todo símbolo remite a la Magna Mater (potencia materna, matricial) como diacrónica porque es la materia símbolo
a su sustrato fundamental de sentido. P. 26 mismo.

Materia significa, etimológicamente, madre y matriz. En griego hylé, materia, significa


bosque, y madera del bosque. Los estoicos llamaban a la materia silva, selva:21 el lado
silvestre, salvaje y boscoso que debe ser «clareado» para que pueda resplandecer la
forma. P. 43

Se intenta aquí recuperar el sentido antiguo de materia en el cual resuena todavía su


referencia a un sustrato matricial, o maternal, de donde se supone que proviene la
fuente y el principio de toda vitalidad: la entraña cuya eclosión produce un cosmos.
Materia remite, en este sentido, al seno profundo maternal que, al abrirse o estallar,
promueve un mundo. P. 43
La materia es el primer principio que desencadena, como posibilidad, el
acontecimiento simbólico. Es, de hecho, un pre-principio (proârjë), 27 algo previo en
relación al principio ordenador (propio y específico de la segunda dimensión del
símbolo). P. 45

Sin materia (entendida como matriz, madre, selva) no es posible erigir, mediante la
civilización de esa hylé (bosque, madera del bosque), el recorte o la demarcación del
témenos, genuino templo cósmico. P. 55

Y material es, en resumen, el acontecer simbólico en su realización como forma


cumplida, o como acto consumado. El símbolo que la imaginación produce, en la
séptima categoría, sólo adquiere forma y sentido a partir de una sólida base material.
P. 55
Relación presencial El encuentro entre la presencia simbólica y el testigo. Y en esa correlación se consuma La relación presencial es la tercera fase
entonces, a través de la apertura del sentido, la comunicación (escrita o dialógica) del símbolo. En forma sincrónica porque
entre dicha presencia y el testigo. P. 22 hace falta un encuentro entre el símbolo
y el testigo. De forma diacrónica porque
Se expone y se concreta, por tanto, una relación dialógica en la que se hace es una condición necesaria en la que un
manifiesto el lógos, pensar-decir, como culminación de dicho encuentro. Esa situación individuo reconoce una relación con
dialógica se determina como palabra revelada, o inspirada, y como escritura santa. En aquello que considera sagrado para
ella se consuma la relación presencial, o el encuentro de la presencia sagrada y del llegar a expresarlo mediante el logos.
testigo. P. 27
Categoría mística Tal es la categoría mística, la que modula el encuentro simbólico en clave mística, La categoría mística es aquel elemento
definiéndolo como acontecimiento de encuentro con la tiniebla liminar adonde del símbolo que lo lleva más allá de toda
remite el sentido. P. 22 comprensión posible, es decir, en el
momento en el que un símbolo se
comprende completamente ya no puede
considerársele símbolo. De esta forma la
mística es la que sacraliza el símbolo y
mantiene su parte oculta e indescifrable.
Cosmos Pero el acontecimiento simbólico exige la ordenación de la hylé (selva, bosque) hasta El cosmos es la segunda categoría del
la constitución de un cosmos en el cual se delimita y circunscribe esa densidad símbolo, por medio de la cual se
boscosa, o se «civiliza» esa selva, clareando y recortando en ella el espacio delimitado reconoce en la materia un aspecto
del témenos (templo), genuino templo cósmico. En virtud de tal deslinde la materia generalizante en el sentido creador y
deviene cosmos. P. 26 ordenador del cosmos, de manera que,
aquí se piensa el símbolo como génesis y
como orden.
Espacio lógico Tal espacio lógico constituye la estructura, constante y fija, que se da en todo Es la estructura que permite que se dé el
acontecer simbólico. Esa estructura puede leerse en la siguiente columna horizontal, proceso simbólico.
reveladora de la relación sincrónica entre cada una de las dimensiones indicadas. P.
29

Pues no es posible que se produzca el acontecer simbólico sin que la totalidad del
espacio lógico simbólico se dé como presupuesto estructural. P. 38

…el espacio lógico que dota de forma al ser, a un ser que se comprende como ser del
límite. En ese modelo se despliega, en sus formas categoriales, la forma lógica
simbólica que corresponde al ser del límite. Tal forma constituye la finalidad
consumada a través del complejo acontecimiento que el símbolo constituye. P. 39
Revelación La revelación es, de hecho, el modo a través del cual destaca el acontecimiento La revelación está presente en cada una
simbólico las distintas determinaciones categoriales que lo hacen posible. Esas de las categorías porque implica al
determinaciones marcan su dominio y hegemonía sobre las demás, ordenándolas y símbolo mismo a través de cada una de
organizándolas cada vez a partir de una u otra de las claves. Cada una de esas sus fases. Entonces hay revelación de
revelaciones establece lo que en términos simbólicos puede llamarse era o época del este desde la materia hasta la copula
mundo. P. 30 donde se da propiamente el acontecer
simbólico en su totalidad.
Logos Será, pues, la palabra o lógos específico de esa comunicación lo que entonces se El logos es la cuarta categoría del
revele y salga a luz. Todo el acontecer simbólico derivará del carácter hegemónico que símbolo por medio de la cual este pasa a
ese lógos establecerá (susceptible de revelarse como palabra inspirada o revelada, o plasmarse en la palabra, ya sea escrita o
como escritura sagrada). P. 31 hablada y de esta manera se fija en los
individuos.
Tal revelación del lógos que corresponde al lado manifiesto del espíritu será lo que, en
el seno de ese ciclo, podrá llamarse en rigor la razón (lo que desde Descartes y Galileo
podrá entenderse por tal). Sólo que la razón es tan sólo, como se irá viendo, el lado
manifiesto del espíritu. P. 40
Espíritu Del símbolo plenamente consumado nace y crece, como se verá, el espíritu, auténtica
criatura nacida de la matriz que el ciclo simbólico va preparando. Y ese nacimiento El espíritu nace de la experiencia
espiritual determinará, entonces, la promoción de un nuevo ciclo de aconteceres que simbólica y se alimenta de la misma.
se llamará ciclo espiritual, en el cual insistirán en una nueva escala, o se variarán, los
mismos cauces categoriales (materia, mundo, presencia, etc.). p. 34

Al final del libro podrá definirse el espíritu como la síntesis consumada de razón y
simbolismo que el ciclo espiritual, en sus tramos finales, no puede menos que anhelar
y anticipar. P. 40
Sagrado Ahora el mundo entero, el cosmos, con sus puntos cardinales, sus orientaciones, sus Lo sagrado es lo que hace al símbolo ser
jerarquías (cielo, atmósfera, tierra, subsuelo) constituye el ámbito en el cual se lo que es. Ni bueno ni malo. Aparece en
«delimita» (como templo) el espacio de revelación de lo sagrado. P. 36 la revelación y se plasma más
fuertemente en la mística del símbolo, en
En correspondencia con ello habrá también dos modos de comparecer la presencia de aquello que no es posible entender
lo sagrado: o bien como una multiplicidad de figuras teofánicas que el poeta acoge en completamente, en el misterio y la
el himno o en la epopeya; o bien como un conjunto de presencias teofánicas que trascendencia.
remiten a un único Dominus, o «señor del universo», que el profeta acoge como
revelación. P. 36

Palabra y escritura comparecen, pues, como una forma hipostática en la cual la


revelación simbólica de lo sagrado halla así su consumación. P. 37

De la modalidad simbólica del acontecer se transitará, entonces, a la modalidad


espiritual. Ésta, surgida del acto simbólico plenamente consumado, se caracterizará,
ante y sobre todo, por inhibir el carácter simbólico de la revelación de lo sagrado. P.
40

El espíritu tiende, en efecto, a dejar en ocultación la forma simbólica de expresión


(sensible) de lo sagrado. P. 40

Se traza entonces la silueta de esa mano sobre el muro, primera y decisiva


intervención del testigo en el que hace acto de presentación lo sagrado. P. 49

El acuerdo con lo sagrado queda sellado mediante la intervención sobre el muro. Se


establece la comunicación entre la presencia y el testigo a través de formas
primigenias de escritura: triángulos, redecillas, etc. Esta profusión gráfica evoca, a
través de metáforas y metonimias, la fuerza fecundadora de la hendidura vaginal. P.
52

La ambivalencia de lo sagrado, su carácter a la vez «santo» (incontaminado) y


«execrable» (maldito, horrendo) no es ajeno a ese retorno de la matriz reprimida, o
de esa fuerza maternal de entidad salvaje y tenebrosa. Y el acontecer simbólico
celebra una y otra vez ese retorno a través del repertorio de figuras teofánicas que
rememoran ese fondo oscuro primigenio. P. 56

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