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observarse a simple vista como una acción tomada sólo para defender sus intereses de

clase, sin embargo, colateralmente, esto también propició el surgimiento de grupos más
amplios y sobre todo con una consciencia en la que el cuidado y la recuperación de los
entornos naturales era una cuestión vital.
Significativo resulta el incipiente nacimiento de organizaciones como la Sociedad
Zoológica de Londres (1830), la Sociedad Francesa para la protección de la naturaleza
(1854), o bien la creación del Parque Nacional de Yellowstone (1872) y posteriormente
el “Sierra Club” (1892) en Estados Unidos, durante el Siglo XIX, aun cuando
inicialmente eran grupos pequeños y su impacto social en la recta final de este siglo era
realmente muy reducido, ello no fue un impedimento para que en las siguientes
décadas surgieran en varios países de Europa y Estados Unidos, movimientos más
amplios y fortalecidos con un importante número de seguidores, a mediados del siglo
XX.
Ahora bien, el estudio científico y el surgimiento de la Ecología como disciplina
en 1869, demostró las repercusiones negativas de la actividad humana en los entornos
naturales, esto fortaleció aún más la idea de la conservación y el cuidado de la
naturaleza por parte de un sector importante de la sociedad, sobre todo intelectuales y
la clase media alta y alta, pues fueron quienes contaron con mayores argumentos para
obligar a sus gobiernos a tomar medidas urgentes para detener el deterioro del medio
ambiente.
“La ecología no sólo fue capaz de demostrar las graves repercusiones que la actividad
humana puede tener sobre el medio ambiente como resultado de la contaminación,
sino también cómo la explotación inadecuada de los suelos, bosques y zonas
acuáticas podían dar lugar a una caída espectacular en la población de especies
económicamente (y no tan económicamente) importantes. Una explotación agrícola
intensiva y mal llevada puede conducir a la erosión y devastación de grandes
extensiones de terreno. […].

Naturalmente, la ecología no creó el movimiento ecologista que apareció en los años


sesenta, pero el hecho de que esta ciencia fuera capaz de analizar con tal precisión
las repercusiones que las actividades humanas acarrean en el medio ambiente, vino a
significar qué parte del vocabulario ecológico penetrará en el lenguaje del movimiento
ecologista. Al mismo tiempo, el hecho de que dentro del mundo académico hubiera
cierto número de ecologistas, además simpatizantes del movimiento, contribuyó a
potenciar el uso (a veces con bastante indiscreción) de la terminología ecologista.”128

128
LEMKOW, Luis y Buttel, Fred (1983). Los movimientos ecologistas, p. 14

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