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La forma más plena y terrorífica de acto hermenéutico marxista puede

contemplarse en esos grandes momentos de Los secuestrados de A/tona de Sartre


en los que la mirada implacable de los extraños e incomprensibles habitantes 8. PERIODIZAR LOS 60
del siglo treinta arde incontestable sobre un presente sumido en la tortura, la
explotación y la culpa de sangre:
/
Habitants masqués des plafonds [] décapodes [] siecles, voici mon siecle, solitaire et
difforme, l'accusé. Mon client s'éventre de ses propres maim; ce que vous prenez pour
une lymphe blanche, c'est du sang [] Répondez done! Le trentieme ne répond plus.
Peut-etre ny aura-t-il plus de siecles apres le notre. Peut-etre qu'une bombe aura
soujflé les lumieres. Tout sera mort: les yeux, les juges, le temps. Nuit. O tribunal de
la nuit, toi quifas, qui seras, qui es, j'ai été!j'ai été. 26 La conmemoración nostálgica de las glorias de los 60 y la confesión pública
abyecta de las muchas fallas y oportunidades perdidas de la década son dos
Habitantes enmascarados de los cielos [ ...] decápodos [ ... ] siglos, aquí está mi errores que no pueden evitarse por medio de una posición intermedia. Este
siglo, solitario, deforme, el acusado. Mi cliente se destripa con sus propias ma­ bosquejo tiene como punto de partida la idea de que la Historia es Necesidad,
nos; lo que toman por linfa es en realidad sangre [ ...] ¡Respóndanme! El siglo de que los 60 tenían que suceder como sucedieron, y de que sus oportunidades
treinta no responde más. Es posible que no haya siglos después del nuestro. Es y fracasos estaban íntimamente entrelazados, marcados por las restricciones
posible que una bomba apague todas las luces. Todo estará muerto: los ojos, los y posibilidades objetivas de una situación histórica determinada, de la cual
jueces, el tiempo. Noche. ¡Oh tribunal de la noche, tú que fuiste y siempre serás, quisiera ofrecer un modelo tentativo y provisional.
que eres, ¡yo he sido! Yo he sido. Sin embargo, hablar de la "situación" de los 60 es pensar necesariamente
en términos de períodos históricos y trabajar con modelos de periodización
Pero la apelación de Franz a una posteridad silenciosa e inimaginable, con histórica que no se relacionan con las modas teóricas del presente. Dejemos
todos sus ecos de un pathos más propiamente existencialista, no es la única fi­ de lado el hecho existencial de que los veteranos de la década, que han visto
gura posible de esta relación plena con la historia. Los cangrejos de Sartre son, cambiar tantas cosas tan dramáticamente de año a año, piensan más histó­
después de tÓdo, nuestros nietos o bisnietos, los Nachgeborenen de Brecht; y, ricamente que sus predecesores; la clasificación en generaciones se ha vuelto
por lo tanto, es adecuado concluir con la evocación de un tipo algo diferente tan relevante para nosotros como lo era para los rusos de fines del siglo XIX,
de arte político -el film de Alain Tanner, ]onás, que tendrá 25 años en el año que organizaban los tipos de carácter refiriendo a décadas específicas. Y los
2000, con su juego de relaciones colectivas posindividuales alrededor del cen­ intelectuales de cierta edad ahora consideran normal justificar sus posiciones
tro ausente del nacimiento y de un nuevo sujeto por venir- para comunicar actuales por medio de una narración histórica ("los límites del althusserianis­
la idea de una relación hermenéutica con el pasado que sea capaz de captar su mo comenzaron entonces a ser evidentes", etc.). Ahora bien, este no es lugar
propio presente como historia y de mantener a su vez viva la idea del futuro, para una justificación teórica de la periodización en la escritura de la historia,
y de la transformación radical y utópica. pero a aquellos que piensan que la periodización cultural implica la existencia
de un parentesco, homogeneidad o identidad en un período dado se les puede
responder rápidamente que sin duda es solo contra una cierta concepción de
1979 lo que es históricamente dominante o hegemónico que se puede ponderar el
valor pleno de lo excepcional, lo que Raymond Williams llama "residual" o
"emergente" . En todo caso, en este contexto el"peno'd"o en cuestión se entien-
26
Sartre, Jean-Paul, Les Séquestres d'Altona, París, Gallimard, 1960, pp. 222-223. de no como un estilo o modo de pensar y actuar compartido, omnipresente y
uniforme, sino más bien como el hecho de compartir una situación objetiva, practican, cuya pretensión de originalidad depende de la novedad de la nueva
frente a la que es posible toda una gama de respuestas variadas e innovaciones teoría de la historia que vienen a defender. Por lo tanto, es más tranquilizador
creativas, pero siempre dentro de los límites estructurales de esa situación. descubrir que las regularidades propuestas hipotéticamente para un campo
Sin embargo, toda una serie de objeciones teóricas distintas tienen que ver de actividad (por ejemplo, lo cognitivo, o lo estético, o lo revolucionario) son
con el carácter selectivo de tal narrativa histórica: si la crítica de la periodiza- "confirmadas" por la reaparición de esas regularidades en un campo totalmente
/ ción cuestiona las posibilidades de la diacronía, estas involucran los proble­ diferente y aparentemente no conectado, como será el caso del plano econó­
mas de la sincronía, y en particular de la relación que ha de establecerse entre mico en este contexto.
los distintos "planos" del cambio histórico a los que se les presta atención. En En todo caso, ya habrá quedado claro que aquí no se ofrecerá nada que se
efecto, esta narración busca decir algo significativo sobre los 60 por medio de parezca a una historia de los 60 en el sentido tradicional y narrativo. Pero sin
pequeños bosquejos sobre cuatro de esos planos: la historia de la filosofía, la duda la representación histórica atraviesa una crisis similar a la de su prima
teoría y la práctica política revolucionarias, la producción cultural y los ciclos distante, la novela lineal, y por razones similares. La "solución" más inteligente
económicos (y esto en un contexto esencialmente limitado a los Estados Uni­ a esa crisis no consiste en abandonar la historiografía, como meta imposible
dos, Francia y el Tercer Mundo). Ese carácter selectivo no solamente parece y como categoría ideológica, sino más bien, y como sucede en la estética mo­
darle peso histórico equivalente a la base y la superestructura, sino que además dernista, en reorganizar sus procedimientos tradicionales en un plano diferen­
plantea el espectro de una práctica de las homologías -la clase de paralelismo te. La propuesta de Althusser parece ser la más sabia en esta situación: en la
analógico en el que la producción poética de Wallace Stevens de algún modo medida en que la narración anticuada o la historiografía "realista'' se vuelven
es "equivalente" a la práctica política del Che Guevara- que ha sido conside­ problemáticas, el historiador debería reformular su vocación. Ya no se trata
rada abusiva por lo menos desde Spengler. de producir una representación vívida de la Historia "tal como ocurrió", sino
Por supuesto, no hay razones para que los fenómenos especializados y de de producir el concepto de historia. Al menos esa será la apuesta de las páginas
élite, como la escritura de la poesía, no puedan revelar tendencias históricas que siguen.
tan vívidamente como la "vida real", o incluso más visiblemente, dados su
aislamiento y su semiautonomía, que se aproxima a una situación de labora­
torio. En todo caso, hay una diferencia fundamental entre esta narración y I. ORIGEN EN EL TERCER MUNDO
las de una historia orgánica anterior que buscaba una unificación "expresiva"
por medio de analogías y homologías entre planos totalmente distintos de la No es particularmente polémico indicar como origen de lo que se identificará
vida social. Allí donde estas últimas proponían una identidad entre las formas como "los 60" el Tercer Mundo, más específicamente, los grandes movimien­
en planos tan distintos, lo que so�tendrá aquí será una serie de homologías tos de descolonización en las Áfricas británica y francesa. Puede argumentarse
significativas entre las rupturas en esas formas y su desarrollo. Lo que está en que las expresiones más características de los 60 del Primer Mundo son todas
juego, entonces, no es una proposición sobre la unidad orgánica de los 60 en posteriores a esto, sea que se las entienda en términos contraculturales -drogas
todos sus planos, sino más bien una hipótesis sobre el ritmo y la dinámica y rock-, o en los términos políticos de una Nueva Izquierda estudiantil y un
de la situación fundamental en la que se desarrollan esos planos distintos de movimiento antiguerra masivo. En efecto, políticamente, los 60 del Primer
acuerdo con sus propias leyes internas. Mundo le deben mucho al tercermundismo en términos de modelos político­
En ese punto, lo que parecía ser una debilidad de este procedimiento his­ culturales, como por ejemplo el maoísmo simbólico, y, además, encontró su
tórico o narrativo resulta ser una fortaleza inesperada, particularmente porque misión en la resistencia a guerras que se proponían precisamente cortar las raí­
da lugar a una suerte de "verificación" de los diferentes hilos de la narración. ces de las nuevas fuerzas revolucionarias del Tercer Mundo. Belden Fields ha
A veces se cree, especialmente en el área de la cultura y las historias y las crí­ sugerido que las naciones primermundistas en las que surgieron los movimien­
ticas culturales, que son posibles un número infinito de interpretaciones na­ tos estudiantiles más poderosos (los Estados Unidos y Francia) se volvieron es­
rrativas de la historia, y que solo están limitadas por el candor de los que las pacios políticos privilegiados precisamente porque eran dos países involucrados
en guerras co loniales, aunque la Nueva Izquierda francesa aparece después de o como una noción posestructuralista, foucaultiana (significativamente anti;.
la resolución del conflicto en Argelia. La única excepción imp ortante a todo cipada por Sartre en el fragmento que acabamos de citar) de la conquista del
esto es el movimiento po lítico del Primer Mundo que, de alguna manera, es derecho a hablar con una nueva voz colectiva, nunca antes oída en el escena­
el más importante de to dos: la nueva po lítica negra y el movimiento de los rio mundial, y del rechazo concomitante de los intermediarios (progresistas,
derechos civiles, que debe ser fechado no a partir de la decisión de la Corte intelectuales del Primer Mundo) que hasta ese momento pretendían hablar
Suprema de 1954, sino más bien a partir de las manifestaciones en Greens­ en nuestro nombre; sin olvidar la retórica más propiament� política de la au­
boro , Caro lina del Norte, en febrero de 1960. De todos modos puede argu­ todeterminación o la independencia, o la retórica más psicológica y cultural
mentarse que este también fue un movimiento de descolonización y, en todo de las nuevas "identidades" colectivas.
caso, el intercambio constante y las influencias mutuas entre los movimientos Es, sin embargo, importante situar el surgimiento de estos nuevos "suje­
negros estadounidenses y los distintos movimientos africanos y caribeños son tos de la historia'' e "identidades" colectivas en la situación histórica que hizo
continuos e incalculables a lo largo de este período. posible ese surgimiento, y en particular relacionar el emerger de estas nuevas
La independencia de Ghana en 1957, la agonía del Congo (Lumumba fue categorías sociales y políticas (los colonizados, la raza, la marginalidad, el gé­
asesinado en enero de 1961), la independencia de las colonias subsaharianas nero, y así siguiendo) con una suerte de crisis en la categoría más universal que
de Francia tras el referéndum gaullista de 1959 y, finalmente, la Revolución hasta entonces había parecido subsumir todas las variedades de la resistencia
argelina (que podría marcar nuestro esquema con su momento culminante, social, a saber, la concepción clásica de la clase social. Esto ha de entenderse,
la Batalla de Argel, en enero-marzo de 1957, y con su resolución diplomática, sin embargo , no en un sentido intelectual sino en un sentido institucional:
en 1962); todo esto señala el nacimiento convulsiv o de lo que con el tiemp o sería idealista suponer que las deficiencias en la idea abstracta de clase social,
se conocerá como los 60: y en particular en la concepción marxista de la lucha de clases, pueden haber
sido responsables del surgimiento de lo que ahora parecen fuerzas no relacio­
Hace no mucho tiempo, la tierra contaba con dos mil millones de habitantes: nadas con la dase. Lo que puede observarse, por el contrario, es una crisis en
quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de nativos. Los prime­ las instituciones a través de las cuales una verdadera p olítica de clase había
ros tenían el Mundo; los otros meram ente lo utilizaban. 1 sido capaz de expresarse, aunque sea imperfectamente. En este sentido, la fu­
sión de la AFL [Federación Estadounidense del Trabajo] y la cm [Congreso de
Los 60 fue el perío do en el que todo s esto s "nativos" se vo lvieron seres Organizaciones Industriales] en 1955 puede considerarse una "condición de
humanos, y esto tanto interna como externamente: los colonizad os interiores po sibilidad fundamental" para el desencadenamiento de la nueva dinámica
del Primer Mundo -"minorías ", marginales y mujeres- tanto como sus sujetos social y política de los 60: esa fusión, un triunfo del macartismo, significó la
externos y "nativos" o ficiales. El proceso puede describirse, y ha sido descrip­ expulsión de los comunistas del movimiento obrero estadounidense, consolidó
to , de distintos modos, cada uno de los cuales implica una cierta "visión de la el nuevo "contrato social" antipolítico entre las compañías estadounidenses y
Historia" y una cierta lectura, singularmente tematizada, de los 60: puede ser los sindicatos estadounidenses, y creó una situación en la que los privilegios
considerado un capítulo decisivo y global de la concepción de Croce de la his­ de la fuerza de trabajo masculina y blanca pesaron más que las demandas de
toria como historia de la libertad humana; como un proceso más clásicamente las trabajadoras y otras minorías . En consecuencia, estos últimos ya no tuvie­
hegeliano de llegada a la autoconciencia de pueblos sometidos; como una con­ ron lugar en las instituciones clásicas de la vieja política obrera. De ese modo
cepción poslukácsiana o marcuseana del surgimiento de nuevos "sujetos de la fueron "liberados" de la clase social, en el sentido cargado y ambivalente que
historia" de tipo no clasista (negros, estudiantes, pueblos del Tercer Mundo); el marxismo le da a ese término (en el contexto de los cercamientos, por ejem­
plo): fueron separados de las viejas instituciones y entonces quedaron "sueltos"
para encontrar nuevos modos de expresión social y política.
La virtual desaparición del Partido Comunista de los Estados Unidos
1
Sartre, Jean -Paul, "Prefacio" a Fran tz Fa non, Ihe Wretched ofthe Earth, trad. Constance Farri ngton,
Nueva York, Grove Press, 1965. como fuerza política pequeña pero significativa en la sociedad estadouniden-

578 579
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"sobredeterminada'' por su represión ba jo el macartismo Y de un nuevo espírit u de idealismo público o cívico. En cuanto a la reali
estadounidense está
a de desestali­ esta apar ie ncia, n o es muy importante que , en retrospectiva , tal perspecti.VI
por la "revolución" que desató en el bloque soviético la campañ
e distint as Y de la presidencia Kennedy pueda estar e nteramente errada, si se considera su
nización de Kruschev, que tendrá consecuencias análogas, aunqu
europeos. En Francia, e n particular, conservadurismo y su anticomunismo, la ap uesta espantosa de la "crisis de los
específicas, para los partidos c omunistas
luego d el breve perí odo de " huma nismo "
comunista, desarrollado por filó­ misiles", y su responsabilidad en la intervención estadounidense en Vietnam.
y el fracaso El legado del régimen de K ennedy al desarrollo de la política de los 60 bien
sofos de los países orientales, y con la caída del propio Kr uschev
e n 1964, surge una sit uación sin pa­ puede haber sido la retórica de la juventud y de la "brecha generacional", que
definitiv o de s us distintos experim entos
ral elo e n la que , prácticamente por primera
vez desde el C ongreso de Tours él utilizó pero que lo sobrevivió para ofrecerse dialécticamente como forma
uales radicales concebir un trabajo expresiva a través de l a cual podía articularse e l desconte nto polític o de los
de 1920, se vuelve posible para los intelect
emente del Partido Comunista fran­ estudiantes y los jóvenes estadounidenses.
revoluci onar io por fuera e independie nt
a mucho, pero Estas fueron algunas de las precondiciones o "condiciones de posibilidad ",
cés. (Las viejas actitudes -"estamos al tanto de todo, no nos gust
ap are c en expresadas tanto en las instit uciones p olíticas obreras tradicionales y en la arena de legi­
no hay nada que .pueda hacerse políticamente sin el pe"-
olítico de Sart re, e n particular e n Les timación del poder del Estado, en las que se desarrollaron las "n uevas" fuerzas
bajo su for ma clásica en el periodismo p
communistes et fa paix). Ahora el trotskismo gana una vida e
xtra, y las nuevas sociales de los 60. Regresando a estas nuevas fuerzas, hay un modo en el que
cion es extrapar­ su destino último marca el fin de los 60: el fin del "tercermundism o" en los
formas maoístas, seguidas por toda una explosión de forma
s grupúsculos, Estados Unidos y en Europa es anterior al Termidor chino, y· coincide con la
lamentarias de distintas complexiones ideológicas, los llamado
e "liberada" de conciencia de la creciente corrupción institucional en muchos de los nuevos
ofrecen la promesa de una n ueva clase de política, igualment
Estados indep endientes de África y con la casi completa militarización de los
las categorías de clas e tradicionales.
uar. En efec- regím en es la tinoamericanos después del golpe de Estado en Chile e n 1973
D eben apuntarse dos acontecimientos clave antes de contin
añ o 1, la demos­ (los tri unfos revolucionarios posteriores en las antiguas colonias por tug uesas
to, para muchos de nos otros el detonador crucial -el n uevo
e pto histór ico y pasan a interpretarse como "marxistas" antes que como "tercerm undistas",
tra ción palpable de que la revolución no era un mero conc
una pi eza de museo, sino real y cons egu
ible- lo proporcionó un pueblo cuya mientras que Vietnam se desvanece de la conciencia estadounidense de spués
nses una sim­ del replieg ue tan completamente como Argelia desapareció de l a conci e ncia
s ubyugación imperialista había producido entre los estadounide
n o tros p ueblos francesa después de l os acuerdos de Evian de 1963). En el Primer Mundo de
patía y un sentido de fraternidad que n o podíamos t ener c o
o e intel ectual. los 60 tardíos hay sin duda un retorno a la p olítica más interna, como lo ates­
del Te rcer Mundo en su lucha, si no era de un modo abstract
si endo sim bóli­ tiguan el movimiento antiguerra en los Estados Unidos y el Mayo de 1968
Sin embar go, en enero de 1959 la Revolución cubana seguía
ndista de un en Francia . Pero el movimiento estadounidense sigue estando orgánicamente
cament e ambigua. Podía leérsela como una revolución tercermu
p q ue tenía una conectado con s u "ocasión" tercermundista en la Guerra de Vietnam, así como
tipo diferente al de la experiencia clásica leninista o maoísta, or

a, la teoría del foco, que discu ti­ con la inspiración maoísta de los grupos obreros progresistas que s urgen de la
estra te gia revo lucionaria enteramente propi
ntes 60 como sos [Est udiantes por una Sociedad Democrática], de modo que el movimien­
remos en breve . Este gran acontecimiento anuncia l os inmine
nfirmación de to como un todo perderá su empuje a medida que la guerra pierde potencia
perí odo de innovación política inesperada, antes que como co
viejos esq uemas sociales y conceptuales. y se interrumpe el recl utamiento. En Francia, el "programa común" de la iz­
o que para
Por otro lado, los testimonios personales parecen dejar clar q uierda (1972), en el que tiene su origen el actual Gobierno socialista, indica
ara muchos de
muchos estudiantes blancos estadounidenses, en particular p un nuev o giro hacia m odelos gramscianos y hacia un nu evo tipo de espíritu

el asesinato d el presidente Kennedy "eurocomunista" que les debe muy p oco a los antecedentes tercermundistas.
aq uello s activos e n la Nueva Izquierda,
descrédito del Finalment e, el movimiento negro en los Estados Unidos ingresa en una c ri­
jugó un rol importante en la deslegitimación del Estado y en el
pase de la an-
proceso parlamentario, marcando el final decisivo del célebre sis al mism o tie mpo que se ago ta su ideolo gía dominante (el nacionalismo

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se en 1956 indica otra dimensión de esta situación general: la crisis del partido torcha a un a generación más joven de líderes, así como la derrota dramáti�
estadounidense está "sobredeter minada'' por su repres ión b ajo el macart ismo Y de un nue vo espírit u de idealismo público o cívico. En cuanto a la realidad ti€

por la "revolución'' que desató en el bloque sov iético la campaña de desestali­ esta apariencia, no es muy importante qu e, en retrospectiva, tal p erspectiva

nización de Kruschev, que tendrá consecuencias análogas, aunque distintas y de la presidencia Kennedy pueda estar enteramen te errada , si se considera su

específicas, para lo s partido s comun istas europ eos. En Francia, en particular, conservadurism o y su anticomunismo, la apuesta espantosa de la "crisis de los
luego del breve p er íodo de "humanism o" comunista, desarrollado por filó- misiles", y su responsabilidad en la intervención estadounidense en Vi etnam.
/ sofos de los países orient ales, y con la caída del propio Kruschev Y el fracaso El legado del régimen de Kenned y al desarrollo de la política de los 60 bien
de finitiv o de sus distintos experimentos en 1964, surg e una sit uación sin pa­ puede haber sido la retórica de la juventud y de la " brecha generacional", que
ralelo en la que, pr áct icam ente por primera vez desde el Congreso de Tours él utilizó pero que l o sobrevivió para ofrecerse dialécticam ente com o forma
de 1920, se vuelve posible para los intelectuales radicales concebir un trabajo expresiva a t ravés de la c ual podía articulars e el descon tento pol ítico de los

re voluc ionario por fuera e in dep endientemen te del P artido Comunista fran­ estudiantes y los jóven es estadounidenses.

cés. (Las viejas actitudes -"estamos al tanto de todo, no nos gusta mucho, pero Estas fueron algunas de las precondiciones o "condiciones de posibilidad",
no hay nada que pueda hacerse políticamente sin el pe"- aparecen expresadas tanto en las instituciones políticas obreras tradicionales y en la arena de legi­
bajo su forma c lásica en e l periodismo p olít ico de Sart re, en particular en Les timación del poder del Estado, en las que se desarrollaron las "nuevas" fuerzas
communistes et la paix). Ahora el trotskismo gana una vida extra, y las nuevas sociales de los 60. Regresando a estas nuevas fuerzas, hay un modo en el que
formas mao ístas, seguidas por toda una explosión de formaciones extrapar­ su destino último marca el fin de los 60: el fin del "tercermundismo" en los
lamentarias de distintas complexiones ideológ icas, lo s llamados grupúsculo s, Estados Unidos y en Europa es anterior al Termidor chino, y coincide con la
ofrece n la promesa de una nueva clase de política, igualmente "liberada'' de conciencia de la creciente corrupción institucional en muchos de los nuevos
las categ or ías de clase tradicionales. Estados independientes de África y con la casi completa militarización de los
D eben apuntarse dos acontecimientos clave antes de continuar. En efec- regímen es latinoamericanos después del go lpe de Estado en Chil e en 1973

to, para muchos de nosotros el deto nador crucial -el nuevo año I, la demos­ (los triunfos revolucionarios posteriores en las antiguas colonias portuguesas
trac ión palpable de que la revolución n o era un m ero concepto histórico y pasan a interpretarse como "marxistas" antes que como "tercerm undistas",
una pieza de museo, s ino real y conseguible- lo proporcionó un pueblo cuya mientras que Vietnam se desvanece de la conciencia estadounidense después
su byugación imperialista había producido entre los estadounidenses una sim­ del repliegu e tan completamen te c omo Argelia desapar eció de la co nciencia

pat ía y un �entido de fraternidad que no p odíamos tener con ot�os pueblos francesa después de los acuerdos de Evian de 1963). En el P rimer Mundo de

1
d el Tercer Mundo en su lucha, si no era de un mo do abstracto e mtelectual. los 60 tardíos hay sin duda un retorno a la política más interna, como lo ates­
Sin embargo, en enero de 1959 la Revolu ción cubana seguía siendo simbóli­ tiguan el movimien to antiguerra en los Estado s Unidos y el M ayo d e 1968

cam ente ambigua . Po día leérsela como una revolución tercermundista de un en Francia . P ero el m ovimiento estado unidense sigue estando orgánicamente

1
tipo diferente al de la experiencia clásica leninista o maoísta, porque tenía una conectado con su "ocasión" tercermundista en la Guerra de Vietnam, así como
estrategia revoluc ionaria ent erame nte p rop ia, la teoría d el foco, que discuti­ con la inspiración maoísta de los grupos obreros progresistas que surgen de la
remos en breve. Este gran acontecim iento anuncia los inminentes 60 com o sns [Estudiantes por una Sociedad D emocrática], de modo que el movimien­
período de innovac ión política inesp erada, antes que como confirmación de to com o un todo perderá su empuje a medida que la guerra pierde potencia
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vi ejos esquemas sociales y conceptuales. y se interrumpe el reclutamiento. En Francia, el "programa común" de la iz­
Por otro lado, los t estimonios pe rsonales parec en d ejar claro que para quierda (1972), en el que tiene su origen el actual G obierno socialista, indica
muchos estudiantes blancos estadounidenses, en particular para muchos de un nuevo giro hacia modelos gramscianos y hacia un n uevo tipo de espíritu
aquellos activos en la Nueva Izquierda, el asesinato del presidente Kennedy "eurocomunista'' que les debe muy poco a los antecedentes tercermundistas.
jugó un rol importante en la deslegitimación del Estado y en el descrédito del Finalmente, el movimi ento negro en los Estados Unidos ingresa en una cri­
proceso parlamentario, marcando el final decisivo del célebre pase de la an- sis al mism o tiempo que s e agota s u i deología dominante (el nacionalismo

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cultu ral, una ideología profundamente vinculada con los modelos del Tercer l o p olí tico" baj o el socialismo, ofrecen una iluminación oblicua interesante
Mundo). El movimiento de las mujeres también le debe algo a esta clase de y c uriosa). Por otro lad o, puede decirse algo similar de las concepciones de la
inspiración del Tercer Mundo, pero también este movimiento, en el período identidad colectiva, y en particular del eslogan posestr ucturalista de la con­
1972-1974, experimentará una articulación creciente en posiciones ideológi­ quista del discurso, d el derech o a hablar con la propia voz, por uno mismo.
cas relativamente distintas ( el feminismo "burgués", el separatismo lesbiano, Arti cular nuevas demandas, en la voz propia, no es n ecesariamente satisfacer­
el feminismo socialista). las , y hablar no es necesariamente alcanzar un reconocimiento hegeliano por
Por las razones e numeradas, y por ot ras, parece plausible marcar como parte del Otro (o al menos en el sentido más sombrío y fatídico de que el Otro
fin de los 60 los años 1972-1974; retornaremos al problema de este "punto tiene que tenerlo a uno en consideración de un nuevo modo e inventa r nuevos
de ruptura'' al final de este b osquejo. Por el mom ento, deb emos completar métodos para lidiar con esa nueva presencia que se ha conseguido). En retros­
nuestra caracterización de la dinámica general de la historia del Tercer Mundo p ectiva, el "núcleo materialista" de esta retórica característica o visión ideoló­
durante este pe ríodo, particularmente si se concede que esta dinámica o "línea gica de l os 60 puede encontrarse en una reflexión más fundamental sobre la
na rrativa'' sostiene una relación privilegiada de influencia en el desarrollo de naturaleza de la revol ución cultural (ahora independiente de su manifesta ción
los 60 del Primer Mundo (a través de intervención directa -las guerras de li­ local e históri ca en China).
be ración nacional-, a través del prestigio de ciertos modelos políticos exóticos Es p osible que la combinación paradójica, o dialéctica, de desc oloniza­
-siendo el más obvio el maoísta-, o, finalmente, debido a una dinámica global ción y neocol onialismo pueda ser m ej or entendida en tér minos económi cos
que ambos mundos comparten, y a la que responden de modos dif erentes). por medio de una reflexión sobre la natural eza de otro proceso cuyo comien­
Este es el momento para apuntar que la "liberación" de las nuevas fuer­ zo coincide con l os oríg enes gen erales que h emos s ugerido para este perío­
zas en el Tercer Mundo es tan ambigua como suele ser este término (libertad do como un todo. Este es un proceso generalmente descripto en el le nguaje
co mo separación d e sistemas antiguos); para decirlo más bruscamente, este es neutral p ero obviamente ideológico d e una " revolución" tecnológica en la
el momento de recordar lo obvio: que históricamente la descolonización fue agri cult ura: la llamada revolución verde, con su aplicación de procedimientos
de la mano del neocolonialismo, y que el final agraciado, reticente o violento químicos a la f ertilización, sus estrategias intensificadas de mecanización y su
de un imperialismo anticuado sin duda significó el final de un tipo de dominio predecible cel ebración del progreso y la tecnología milagrosa, supuestamente
pe ro evidentem ente también la invención y la construcción de un dominio destinada a librar el mundo del h ambre (la revolución verde, por cierto, tie­
de un nuevo tipo -simbólicamente, algo así como el reemplazo del Imperio ne su equivalente en el Segundo Mundo en el desastroso experimento de las
inglés por el Fondo Monetario Internacional. A propósito, es por esto que la "tierras vírgenes" de Krusch ev). Pero estos logros están lejos de ser neutrales;
retóri ca del poder y la dominación actualmente en boga (Foucault es el más Y su exportación, iniciada por los K ennedy, no es una actividad benevolente
influyente de estos retóricos, pero el desplazamiento básico de lo económico Y altruista. En el siglo XIX y a principios del xx, la penetración capitalista del
a lo político ya lo había hecho Max Weber) es en última instancia insatisfac­ Tercer Mundo no significó necesariamente una transformación capitalista de
toria; por supuesto, políticamente es importante "discutir " las distintas for­ los modos de producción tradicionales en este último. Por el contrario, en su
mas de poder y dominación, pero esta última no puede entenderse a menos mayor parte quedaron intactos, siend o "meramente" explotados por una es­
que se articulen sus relacion es funcionales con la explotación económica; esto tructura más política y militar. La naturaleza de enclave de estas modalidades
es, hasta que lo político sea una vez más subsumido bajo lo económico. (P or agrícolas antiguas, en combinación con la violencia del ocupador y esa otra
otro lado, particularmente en la perspectiva historizadora de este ensayo, es vi olencia, la introducción del din ero, establecieron una suerte de relación tri­
u n imp or tante síntoma histórico y social q ue, a mediados de los 60, la gente buta ria que fue b enefi ciosa para la m etrópolis imperialista durante un la rg o
haya sentido que era n ecesari o expresar s u percep ción de la situa ción y su período. La rev ol ución verde lleva esta penetración y expansión de la "lógica
praxis política en un lenguaj e p olítico cosificado del po der, la dominación, del capital" a un nuevo estadio.
la autoridad y el autoritarismo, y así siguiendo; en este punto, los desarrollos La vieja estruct ura d e la aldea y las fo rmas precapitalistas de agricu lt u­
del S egundo y el Tercer Mundo, con sus concepciones de una "primacía de ra sufren ah ora una d estr uc ción sistemática, para ser reemplazad as por una

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agricultura industrial cuyos efectos son tan desastrosos como, y análogos a, el conceptualizar una sustancia histórica y social en constante transformación
momento de los cercamientos durante el surgimiento del capitalismo en lo dialéctica, cuyas aporías y contradicciones marcan todas las filosofías sucesivas
que se convertiría en el Primer Mundo. Las relaciones sociales "orgánicas" de como fracasos específicos, pero fracasos a partir de los que podemos leer algo
las sociedades de aldea se hacen ahora añicos, se "produce" un enorme pro­ de la naturaleza del objeto que les trajo dificultades, entonces no parece dispa­
letariado sin tierra, que migra a las áreas urbanas (como testifica el tremendo ratado echarle un vistazo a la trayectoria más limitada de esa disciplina ahora
crecimiento de la Ciudad de México), mientras que formas nuevas, más pro­ altamente especializada en busca de síntomas de los ritmos más profundos de
letarias, y asalariadas, de trabajo agrícola reemplazan las viejas formas colecti­ los 60 "reales" o "concretos".
vas o tradicionales. Tal "liberación" ambigua necesita ser descripta con toda la En lo que concierne a la historia de la filosofía durante ese período, una de
ambivalencia dialéctica con la que Marx y Engels celebran el dinamismo d�l las versiones más influyentes de su historia se cuenta de esta manera: la susti­
capital en el Manifiesto o el progreso histórico conseguido por la ocupación tución gradual del existencialismo sartreano hegemónico (con sus perspectivas
británica de la India. esencialmente fenomenológicas) por lo que a menudo se llama vagamente "es­
La concepción de los 60 del Tercer Mundo como un momento en el que a tructuralismo", a saber, por una variedad de nuevos intentos teóricos que com­
lo largo de todo el globo se destruyen las cadenas y los grilletes del imperialismo parten al menos una única "experiencia'' fundamental -el descubrimiento de la
clásico en una conmovedora ola de "guerras de liberación nacional" es una sim­ primacía del Lenguaje o lo Simbólico (un área en la que la fenomenología y el
plificación mítica. Esa resistencia es generada tanto por la nueva penetración de existencialismo sartreano eran relativamente convencionales o tradicionales).
la revolución verde como por la impaciencia definitiva con las viejas estructuras Sin embargo, el momento del alto estructuralismo -cuyos monumentos más
imperialistas, estando esta última sobredeterminada por el espectáculo histórico influyentes parecen no ser filosóficos, pero que pueden caracterizarse, junto a
de la supremacía de otra antigua entidad del Tercer Mundo, a saber Japón, en sus la nueva lingüística, como las transformaciones lingüísticas de la antropología
arrasadoras victorias iniciales sobre las viejas potencias imperiales en la Segunda y el psicoanálisis que operan respectivamente Claude Lévi-Strauss y Jacques
Guerra Mundial. El indispensable trabajo de Eric Wolf, Las luchas campesinas Lacan- es inherentemente inestable y tiene la vocación de convertirse en un
del siglo XX (1969), subraya la relación entre posibilidades de resistencia, el desa­ nuevo tipo de mathesis universal, en peligro de desaparecer como otra moda
rrollo de un ethos revolucionario, y una cierta distancia constitutiva de la más intelectual más. Puede considerarse que los productos críticos de ese momento
desmoralizante lógica social y económica del capital. del alto estructuralismo son, por un lado, la reducción a una suerte de cienti­
La ambigüedad final con la que dejaremos este tópico es la siguiente: los ficismo, al método y la técnica analítica puros (en la semiótica), y, por el otro,
60, a menudo imaginados como un período en el que el capital y el poder la transformación de las perspectivas estructuralistas en ideologías activas en
global del Primer Mundo están en retirada, puede ser igualmente conceptua­ las que se extraen consecuencias éticas, políticas e históricas de las posiciones
lizado como un período en el que el capital está en plena expansión dinámica "estructuralistas" que hasta entonces eran más epistemológicas. Este último
e innovadora, equipado con toda una armadura de nuevas técnicas de produc­ es, por supuesto, el momento de lo que en general se llama posestructuralismo,
ción y nuevos "medios de producción". Ahora resta ver si esta ambigüedad y asociado con nombres familiares como los de Foucault, Deleuze y Derrida.
la especificidad mucho mayor de los desarrollos agrícolas en el Tercer Mundo El hecho de que el paradigma no es meramente local, a pesar de sus obvias
tienen algún equivalente en la dinámica con la que se desplegaron los 60 en referencias francesas, puede juzgarse a partir de la mutación análoga que su­
los países avanzados. frió la Escuela de Frankfurt en el trabajo de Habermas con los problemas de
la comunicación, o a partir del resurgimiento actual del pragmatismo en el
trabajo de Richard Rorty, que tiene un sabor "posestructuralista'' estadouni­
U. LA POLÍTICA DE LA OTREDAD dense (después de todo, Pierce precedió y superó a Saussure ampliamente).
En cierto sentido, puede decirse que la crisis de la institución filosófica y
Si la historia de la filosofía se entiende no como una secuencia de posiciones la gradual extinción de la vocación política clásica del filósofo, de la que Sar­
atemporales pero finitas en lo eterno, sino como la historia de los intentos de tre fue la encarnación suprema en nuestro tiempo, se relaciona con la llamada

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muerte del sujeto: el ego o la personalidad individual, pero también el Sujeto jerárquicas de Yo y Otro, Centro y Margen, se invierten violentamente, y«a
filosófico supremo, el cogito pero también el auteur del gran sistema filosófico. el que la conciencia servil del Colonizado alcanza la identidad colectiva y la
Ciertamente, es posible ver a Sartre como uno de los últimos constructores de autoafirmación frente a los colonizadores en una lucha abyecta.
sistemas de la filosofía tradicional (pero entonces al menos una de las dimen­ Lo que es significativo es el modo en el que lo que había sido un tema
siones del existencialismo clásico debe entenderse como una ideología o una filosófico técnico (el "problema'' del solipsismo, la naturaleza de las relado,­
metafísica, la del pathos heroico de la elección y la libertad existenciales en el nes entre sujetos o "cogitos" individuales) ha caído sobre el mundo transfor.­
vacío, y la del "absurdo", particularmente en Camus). Algunos de nosotros mándose en una ideología política explosiva y escandalosa: una pieza del an­
llegamos al marxismo a través de los elementos dialécticos del primer Sartre (él ticuado sistema filosófico técnico del existencialismo se separa y migra fuera
mismo se dedica a recorrer esta avenida en su obra marxista posterior, como la de los departamentos de filosofía hacia el paisaje más aterrador de la praxis y
Crítica de la razón dialéctica [1960]). Pero en el balance, el componente de su el terror. Tanto aquellos que se sintieron consternados como aquellos que se
trabajo que sufrió la elaboración práctica más rica a manos de otras personas y sintieron energizados pudieron leer en ese momento el gran mito de Fanon
de él mismo fue su teoría de las relaciones interpersonales, su asombrosa rees­ como un llamado irresponsable a la violencia. En retrospectiva, y a la luz del
critura del capítulo del amo y el esclavo de Hegel, su concepción de la Mirada otro trabajo de Fanon, su trabajo clínico (era un psiquiatra que trabajaba con
como el modo más concreto de relacionarse con los otros sujetos y luchar con las víctimas de la colonización y de la tortura y el terror de la Guerra de Arge­
ellos, la dimensión de mi alienación en mi "ser-para-otras-personas", en la que lia), puede leerse más apropiadamente como una contribución significativa a
cada uno de nosotros intenta vanamente, mirando al otro, dar vuelta las me­ una teoría de la revolución cultural como la reeducación colectiva (o incluso
sas y transformar la mirada alienante y fatídica del Otro en un objeto de mi el psicoanálisis colectivo) de pueblos oprimidos o clases trabajadoras no revo­
mirada igualmente alienante. En su Crítica, Sartre pasará a intentar construir lucionarias. La revolución cultural como una estrategia para romper con los
sobre este territorio aparentemente estéril una teoría de la dinámica grupal hábitos inmemoriales de subalternidad y obediencia que se han internalizado
más positiva y política, transformándose dialécticamente la lucha entre dos como una suerte de segunda naturaleza en todas las clases trabajadoras y ex­
personas en la lucha entre grupos. La Crítica fue sin embargo un trabajo anti­ plotadas de la historia humana; esa es la vasta problemática a la que parecen
cipatorio, cuya importancia y significado no serían reconocidos hasta Mayo de contribuir hoy Gramsci y Wilhelm Reich, Fanon y Rudolf Bahro, y también
1968 y después, y cuyas consecuencias más ricas todavía no han terminado de las prácticas más oficiales del maoísmo.
extraerse. Baste con decir, en este contexto, que la Crítica no logra alcanzar el
final de su recorrido y completar la autopista proyectada que hubiera llevado
del sujeto individual de la experiencia existencial a las clases sociales plena­ III. DIGRESIÓN SOBRE EL MAOÍSMO
mente constituidas. Se detiene en el momento de constitución de pequeños
grupos, y en última instancia es principalmente útil para las ideologías de las Con esta fatídica referencia se impone una digresión parentética incómoda
pequeñas bandas guerrilleras (a fines de los 60) y de los microgrupos (al final pero inevitable: el maoísmo, la más compleja de las nuevas ideologías de los
del período). El significado de esta trayectoria quedará claro en breve. 60, será una presencia borrosa pero central a lo largo de este ensayo, pero de­
Sin embargo, a comienzos de los 60, el paradigma sartreano de la Mira­ bido a su polivalencia no puede ser insertada fácilmente en ningún momento
da y la lucha por el reconocimiento entre sujetos individuales será apropiado ni tratada exhaustivamente. Por supuesto, se entiende por qué los militantes de
de manera dramática por un modelo de lucha política muy diferente, en la izquierda aquí y en el extranjero, cansados de los dogmatismos maoístas, lan­
enormemente influyente visión de Frantz Fanon (en Los condenados de la tie­ zaron un suspiro colectivo de alivio cuando el giro chino envió al "maoísmo"
rra [ 1961]) de la lucha entre Colonizador y Colonizado, en la que la inver­ al basurero de la historia. Sin embargo, a menudo las teorías se liberan en sus
sión objetificadora de la Mirada se reescribe apocalípticamente como el acto propios términos cuando se las separa radicalmente de los intereses prácticos
de violencia redentora del Esclavo contra el Maestro, como el momento en el del poder estatal. Por otro lado, y como he sugerido, el terreno simbólico de
que, dominados por el miedo y la angustia frente a la muerte, las posiciones este debate está tan elegido y dictado por la derecha como por los sobrevi-

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vientes de la izquierda; y la actual campaña de propaganda, en todas partes más asombrosos e impredecibles, construyendo un Yenan de un tipo nuevo0é.>
del mundo, para estalinizar y desacreditar el maoísmo y la experiencia de la impredecible que todavía hoy es impenetrable.
revolución cultural china -reescrita ahora como otro Gulag, más al este- es
parre del intento más amplio de atacar a los 60 en general. No sería prudente
abandonar rápidamente, y sin una reconsideración detenida, ni una pizca de IY. EL DEBILITAMIENTO DE LA FILOSOFÍA
este terreno al "enemigo".
En cuanto a los rasgos más absurdos del tercermundismo occidental -una Los límites y la fortaleza del riguroso modelo fanoniano de lucha fueron es­
suerte de versión exótica moderna u orientalista de los revolucionarios de 1848 tablecidos por la relativa simplicidad de la situación colonial; esto puede de-­
de Marx, quienes "convocaban ansiosamente los espíritus de [la Gran Revo- · mostrarse de dos maneras, antes que nada en la secuela a la "guerra de inde­
lución de 1789] para utilizarlos y tomar prestados nombres, gritos de batalla pendencia nacional". Porque con la victoria simbólica y literal del Esclavo
y atuendos"-2 ahora se los entiende bajo una luz más cínica, como en la ob­ sobre el Amo, la "política de la otredad" alcanza su límite. La retórica de la
servación de Régis Debray: "En Francia, los Colón de la modernidad política conquista de una identidad colectiva no tiene adónde dirigirse sino es hacia
creyeron que después de La chinoise de Godard estaban descubriendo China una lógica de secesión, de la que el nacionalismo cultural negro y (posterior­
en París, cuando en realidad estaban aterrizando en California". 3 mente) el separatismo lésbico son los dos ejemplos más dramáticos (la dialéc­
Sin embargo, lo más paradójico y fascinante es la inesperada e impredeci­ tica de la independencia cultural y lingüística en la provincia de Quebec sería
ble secuela a la ruptura sino-soviética: la nueva retórica china, dispuesta a cas­ otro ejemplo instructivo). Pero este resultado también es contradictorio, en la
tigar a la burocracia soviética como revisionista y "burguesa'', tendrá el efecto medida en que el grupo recientemente constituido (aquí elegimos la versión
curioso de evacuar el contenido de clase de estos eslóganes. Hay entonces un de Sartre en su Crítica) necesita de enemigos exteriores para sobrevivir como
desplazamiento terminológico inevitable: el nuevo opuesto binario al término grupo, para producir y perpetuar un sentido de cohesión e identidad colecti­
"burgués" ya no sería "proletario" sino "revolucionario", y las nuevas reservas vas. En última instancia, y en ausencia de la clara situación maniquea del vie­
que se les presentan a los juicios políticos de esta clase ya no se hacen en térmi­ jo período imperialista, esta trabajosa autodefinición colectiva de un primer
nos de clase o afiliación partidaria, sino más bien en términos de vida personal momento de resistencia se descompondrá en las unidades más pequeñas y más
(la relación con privilegios especiales, con lujos burgueses, casas de campo, cómodas de los grupos cara a cara (de los que las sectas políticas oficiales son
ingresos gerenciales y otros beneficios. Se nos dice que el "salario" mensual de apenas un ejemplo).
Mao Tse-tung se acercaba a los cien dólares estadounidenses). Como todas las El debilitamiento gradual del modelo fanoniano también puede describirse
formas de anticomunismo, esta retórica puede ser apropiada por la temática desde la perspectiva de lo que en breve será su crítica "estructuralista''. Desde
antimarxista de la "burocracia", del fin de la ideología y de la clase social, y así esta perspectiva, el de Fanon es todavía un modelo basado en una concepción
siguiendo. Pero es importante entender cómo lo que al principio era un mero de los sujetos individuales, aunque míticos y colectivos. Por lo tanto, es antro­
desplazamiento táctico y retórico se transformó para los militantes occiden­ pomórfica y transparente, en el sentido de que nada interviene entre los gran­
tales en un nuevo espacio político, un espacio que llegará a ser articulado por des adversarios colectivos, entre el Amo y el Esclavo, entre el Colonizador y el
el eslogan "lo personal es político", y hacia el cual el movimiento de mujeres Colonizado. Pero incluso en Hegel, siempre hubo un tercer término, a saber,
avanzará triunfalmente al final de la década, en uno de los giros históricos la materia misma, los materiales sobre los que el Esclavo tiene que trabajar y
elaborar una larga y anónima salvación a lo largo de la historia. Sin embargo,
el "tercer término" de los 60 es distinto a este. Fue como si las experiencias
extendidas de la primera parte de la década grabaran en las mentes de los par­
' Marx, Karl, 7he Eighteenth Brumaire ofLouis Bonaparte, Nueva York, Inrernational Publishers, ticipantes una lección específica. En los Estados Unidos fue la experiencia de·
1969, p. 15.
3
Debray, Régis, ''A Modest Conrribution to the Rites and Ceremonies of the Tenrh Anniversary", en
la interminable Guerra de Vietnam; en Francia, el asombroso y aparentemente
New Left Review, 115, mayo-junio 1979, p. 58, trad. John Howe. invencible dinamismo tecnocrático, y la inercia y la resistencia aparentemente

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inconmovibles a la desestalinización del Partido Comunista francés; y en todas reinventar un humanismo marxista sobre la base de la teoría de la alienJ�1',;
partes, la tremenda expansión del aparato de los medios y la cultura del con­ en los primeros manuscritos de Marx. El hecho de que el althusseri �\
sumo. Esta lección bien podría describirse como el descubrimiento, dentro de es esencialmente una meditación sobre lo "institucional" y sobre la opadda
una praxis política hasta aquí antagónica y "transparente", de la opacidad de de lo "práctico-inerte" puede ser juzgado por las tres formulaciones sucesi.'.'
la Institución misma como lo radicalmente transindividual, con su dinámica vas de este objeto que hace el propio Althusser en el curso de los 60: la de la
y leyes internas, que no son las de la acción o la intención humana individual, "estructura dominante" o structure a dominante (en La revolución teórica de
algo que Sartre teorizó en la Crítica como lo "práctico-inerte", y que asumirá Marx), la de la "causalidad estructural" (en Para leer El capital), y la de "apa­
la forma definitiva, en el "estructuralismo" rival, de la "estructura'' o "sistema ratos ideológicos del Estado" (en el ensayo homónimo). Lo que a menudo se
sincrónico", un dominio de lógica impersonal en cuyos términos la conciencia recuerda menos, pero que debería ser perfectamente obvio en cualquier relee­
humana es poco más que un "efecto de estructura''. tura de La revolución teórica de Marx, es el origen de esta nueva problemática
En esta lectura, entonces, el nuevo giro filosófico se interpretará menos de en el propio maoísmo, y en particular en el ensayo de Mao Tse-tung, "Sobre
acuerdo con la perspectiva idealista del descubrimiento de una nueva verdad la contradicción", en el que se mapea la noción de coyuntura compleja, una
científica (lo Simbólico) que como síntoma de una experiencia esencialmente coyuntura ya dada y sobredeterminada de distintos tipos de contradicciones
protopolítica y social, como el shock de un objeto nuevo, duro, no concep­ antagónica y no antagónicas.
tualizado y resistente que la vieja conceptualidad no puede procesar y que La modificación que surgirá del "proceso de producción teórica'' de
entonces genera gradualmente toda una nueva problemática. La conceptuali­ Althusser en tanto trabaja con sus "materiales" maoístas puede ser comunica­
zación de esta nueva problemática en la codificación de la lingüística o la teo­ da por medio del problema y el eslogan de la "semiautonomía'' de los planos
ría de la información puede ser entonces atribuida a la explosión inesperada de la vida social (un problema al que ya nos referimos en nuestras páginas ini­
de información y mensajes de todo tipo en la revolución de los medios, que ciales). Esta fórmula implicará una pelea en dos frentes: por un lado, contra
discutiremos con mayor detalle en la sección siguiente. Baste con observar en el monismo o "causalidad expresiva'' del estalinismo, en el que los "planos"
este punto que hay cierta ironía histórica en el modo en que este momento, se identifican, se mezclan y se funden el uno con el otro (los cambios en la
esencialmente la Tercera Revolución Tecnológica en Occidente (electrónica, producción económica serán "iguales" a los cambios políticos y culturales); y,
energía nuclear) -en otras palabras, un nuevo paso en la conquista de la natu­ por el otro, contra la filosofía burguesa de vanguardia, que encuentra agrada­
raleza por parte de la praxis humana-, es saludado filosóficamente y expresa­ ble esa denuncia de los conceptos orgánicos de totalidad, pero extrae de ella
do conceptualmente en una clase de pensamiento oficialmente denominado la consecuencia de una celebración post o antimarxista de la heterogeneidad
"antihumanista'' y ocupado de pensar lo que trasciende o escapa la conciencia nietzscheana. La noción de una semiautonomía de los distintos niveles o ins­
y la intención humanas. Similarmente, la Segunda Revolución Tecnológica de tancias, notablemente de la instancia política y de la dinámica del poder es­
fines del siglo XIX -un salto cuántico sin paralelos en el poder humano sobre tatal, tendrá una resonancia enorme (sobre todo en el trabajo de Nicos Pou­
la naturaleza- fue el momento de expresión de toda una gama de nihilismos lantzas), puesto que parece reflejar, y ofrecer un modo de teorizar, el enorme
asociados con la "modernidad" o con el alto modernismo en la cultura. crecimiento de la burocracia estatal desde la guerra, la "autonomía relativa'' del
En este contexto, el experimento althusseriano de mediados y fines de los aparato del Estado de toda funcionalidad clásica y reductiva al servicio de las
60 es el más revelador y sugestivo de los distintos "estructuralismos", puesto grandes empresas, así como el muy activo nuevo terreno de la lucha política
que fue el único que fue explícitamente político y que tuvo efectos políticos que presentan los trabajadores del Gobierno o del sector público. También
de amplio alcance en Europa y en América Latina. La historia del althusseria­ podría apelarse a la teoría para justificar una semiautonomía en la esfera cul­
nismo solo se puede contar aquí de manera esquemática: su impulso inicial es tural, y especialmente una política cultural semiautónoma, de una variedad
doble, contra la tradición aún no liquidada del estalinismo (estratégicamente que va de los films de Godard y el situationisme al "festival" de Mayo de 1968
designada con las palabras clave "Hegel" y "causalidad expresiva'' en los propios y el movimiento Yippie (y acaso sin excluir siquiera esas formas del llamado
textos de Althusser), y contra la "transparencia'' de los intentos orientales de terrorismo que se propusieron no una clásica toma del poder estatal, sino más

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bien producir demostraciones esencialmente ped agógicas o informativas, por listas", de ahora en más caracterizado como "teoría'', antes que como trabajo
ejemplo, "forzar al Estado a revelar su naturaleza fundamentalmente fascista"). en una disciplina tradicional particular. Debemos subrayar dos rasgos de esta
Sin embargo, el intento de inaugurar por un lado una semiautonomía de evolución, o mutación. La primera es una consecuencia de la crisis, o la desapa­
los distintos niveles, mientras por el otro se los mantiene unidos en la unidad rición, del canon clásico de escritos filosóficos que necesariamente resulta de la
última de una "totalidad estructural" (con la clásica determinación en últi­ impugnación de la filosofía como disciplina y como institución. De ahora en
ma instancia de lo económico del marxismo), tiende a autodestruirse bajo su más, el nuevo texto "filosófico" ya no extraerá su significado de su inserción en
propio empuje, en la fuerza centrífuga de la crítica de la totalidad que había las cuestiones y los debates de la tradición filosófica, lo que significa que sus
elaborado (de manera muy dramática en la trayectoria de Hindess y Hirst). referencias "intertextuales" básicas se vuelven azarosas, una constelación ad hoc
Lo que surgirá no es meramente una heterogeneidad de niveles o planos -en la que se forma y se disuelve con cada nuevo texto. El nuevo texto tiene que ser
que la semiautonomía se relaja en una autonomía plena, y en la que es conce­ necesariamente un comentario sobre otros textos (en efecto, esa dependencia
bible que en el mundo descentrado y "esquizofrénico" del capitalismo tardío respecto de un cuerpo de textos para glosar, reescritos e interconectados de mo­
las distintas instancias realmente no tengan una relación orgánica entre sí-, dos nuevos, no dejará de intensificarse), pero esos textos, tomados de las disci­
sino, lo que es más importante, la idea de que las luchas apropiadas a cada uno plinas más distantes (antropología, psiquiatría, literatura, historia de la ciencia)
de estos planos (luchas puramente políticas, luchas puramente económicas, serán seleccionados de un modo aparentemente arbitrario: Mumford lado a
luchas puramente culturales, luchas puramente "teóricas") no tienen por qué lado con Antonin Artaud, Kant con Sade, la filosofía presocrática, el presidente
tener una relación necesaria la una con la otra. Con este "derrumbe" último Schreber, una novela de Maurice Blanchot, Owen Lattimore sobre Mongolia, y
del aparato althusseriano nos encontramos en el mundo (contemporáneo) de un conjunto de oscuros tratados médicos del siglo XVIII. La vocación de lo que
los microgrupos y la micropolítica -teorizado en distintos momentos como se conocía como "filosofía'' se reestructura y se desplaza: dado que ya no hay
parte de la política local o molecular, pero claramente caracterizado, por más una tradición de problemas filosóficos en cuyos términos puedan proponerse
diferentes que sean las concepciones, como un repudio de la anticuada política nuevas posiciones y nuevas declaraciones significativas, esas obras tienden ahora
de clase y de partido de tipo "totalizan te", y epitomizado de manera más obvia a lo que podríamos llamar "metafilosofía"; es decir, el trabajo muy diferente de
por el desafío del movimiento de mujeres, cuyas estrategias y preocupaciones coordinar una serie de códigos o sistemas de significantes dados, ya constitui­
nuevas y singulares trascienden (o, en algunos casos, socavan y desacreditan) dos, de producir un discurso modelado a partir del discurso ya modelado de la
muchas formas clásicas y heredadas de la acción.política "pública" u "oficial", constelación de obras de referencia ad hoc. De ese modo, la "filosofía'' se vuelve
incluyendo la acción electoral. El repudio de la "teoría" en tanto empresa esen­ radicalmente ocasional; habría que llamarla teoría descartable: la producción de
cialmente masculina de "obtener poder a través del conocimiento" que pro­ un metalibro, que será reemplazado por uno diferente la próxima temporada,
pone el feminismo francés (en particular en el trabajo de Luce Irigaray) puede antes que la ambición de expresar una proposición, una posición o un sistema
entenderse como el momento final de este "debilitamiento de la filosofía". con mayor valor de "verdad". (La analogía obvia con la evolución de los estu­
Pero hay otro modo de leer la densidad del althusserianismo, un modo que dios literarios y culturales actuales, con la crisis y la desaparición del canon de
le dará forma a la transición hacia nuestra discusión subsiguiente de la transfor­ grandes libros de estos últimos -habiendo sido el último ampliado para incluir
mación de la esfera cultural de los 60, y este modo involucra la importancia del las "obras maestras" algunas vez recalcitrantes del alto modernismo- será un
eslogan "teoría'' en tanto reemplazo del viejo término "filosofía'' a lo largo de punto de partida en nuestra siguiente sección).
este período. El "descubrimiento" de lo Simbólico, el desarrollo de su temática Es posible que todo esto pueda ser entendido de un modo diferente si
emparentada con la lingüística (como, por ejemplo, en la idea de que la com­ rastreamos los efectos de otro rasgo significativo de la teoría contemporánea,
prensión es en esencia un proceso sincrónico, que influencia la construcción de a saber, el tema privilegiado de la llamada "crítica de la representación". La fi­
"estructuras" relativamente ahistóricas, como la estructura althusseriana que ya losofía tradicional se entenderá ahora en esos términos, como una práctica de
hemos descripto), debe ser ahora puesto en correlación con una modificación representación en la que el texto o sistema filosófico intenta expresar (errónea­
de la práctica de lo simbólico, del lenguaje mismo en los textos "estructura- mente) algo distinto a sí mismo, a saber, la verdad o el sentido (que se presenta

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como "significado" frente al "significante" del sistema). Sin embargo, si toda la tan discutido no es posible en este contexto. Esa discusión debería abarcar los
estética de la representación es metafísica e ideológica, el discurso filosófico ya siguientes aspectos: el conocido tema del posestructuralismo, la "muene" del
no puede sostener esta vocación, y debe aparecer como la mera adición de otro sujeto (incluyendo el sujeto creador, el auteur o el "genio"); la naturaleza y la
texto a lo que ahora se concibe como una cadena infinita de textos (que no son función de una cultura del simulacro (una idea desarrollada a partir de Platón
necesariamente verbales: la vida cotidiana es un texto; la vestimenta es un tex­ por Deleuze y Baudrillard para dar a entender cierta especificidad de un mun­
to; el poder estatal es un texto; ese mundo externo, sobre el que se afirmaban do de los objetos reproducible, no de copias o reproducciones marcadas como
"significados" o "verdades" y ahora es caracterizado desdeñosamente como la tales, sino de la proliferación de copias trompe-1'c:eil sin originales); la relación
ilusión de referencia o el "referente", es una superposición indeterminada de de esto último con la cultura de los medios de la "sociedad del espectáculo"
textos de distintas clases). De allí la importancia del eslogan actualmente de (Debord), bajo dos encabezamientos: 1) el nuevo estatuto peculiar de la ima­
moda de "materialismo", cuando se lo hace sonar en el área de la filosofía y la gen, el significan te "material" o lo que podríamos denominar el significante
teoría: "materialismo" significa aquí la disolución de toda creencia en el "senti­ "literal": una materialidad o literalidad de la que se ha abstraído la antigua
do" o en el "significado" concebido como ideas o conceptos que son distintos riqueza sensitiva del medio (así como, en el otro lado de la relación dialéctica,
a sus expresiones lingüísticas. Por más paradójica que pueda ser una filosofía la antigua individualidad del sujeto y sus "pinceladas" han sido borradas); y 2)
"materialista'', una "teoría materialista del lenguaje" claramente transformará la el surgimiento, en la temporalidad de la obra, de una estética de la textualidad
función y la operación misma de la "teoría'', dado que instala una dinámica en o lo que a menudo se describe como tiempo esquizofrénico; el eclipse, por
la que ya no son las ideas, sino más bien los textos, los textos materiales, los que último, de toda profundidad, especialmente de la historicidad, con la subse­
luchan entre sí. Así definida, la teoría (y está claro que el término ahora tras­ cuente aparición del arte nostálgico o pastiche (lo que los franceses denominan
ciende ampliamente lo que solía llamarse filosofía y su contenido especializado) la mode rétro), incluyendo la superación de los modelos de la interpretación
concibe su vocación no como el descubrimiento de la verdad y el repudio del profunda en filosofía (las distintas formas de hermenéutica y la concepción
error, sino más bien como un combate sobre formulaciones puramente lingüís­ freudiana de la "represión" de niveles manifiestos o latentes).
ticas, como el intento de formular proposiciones verbales (lenguaje material) En general, se objeta a caracterizaciones de este tipo la observación empí­
de modo tal que no puedan implicar consecuencias no deseadas o ideológicas. rica de que todos estos rasgos ya pueden verse en tal o cual variedad del alto
Dado que esta meta es imposible de alcanzar, lo que emerge de la práctica de modernismo; en realidad, una de las dificultades para dar cuenta de la especifi­
la teoría -y esto se volvió especialmente dramático y visible durante el apogeo cidad del posmodernismo reside en la relación simbiótica y parasitaria que este
del althusserianismo en 1967-1968- es un retorno violento y obsesivo a la crí­ sostiene con el modernismo. En efecto, con la canonización del hasta ahora
tica ideológica bajo la forma nueva de una guerra de guerrillas perpetua entre escandaloso, feo, disonante, amoral, antisocial y bohemio alto modernismo,
los significantes materiales de las formulaciones textuales. Sin embargo, con la que era ofensivo para la burguesía, con su promoción a la mismísima figura
transformación de la filosofía en una práctica material nos acercamos a un de­ de la alta cultura y, lo que tal vez sea más importante, con su veneración en la
sarrollo que no puede ser plenamente apreciado hasta que es reemplazado en el institución académica, el posmodernismo emerge como un modo de produ­
contexto de una mutación general de la cultura a lo largo de este período, un cir espacios creativos para artistas oprimidos por las categorías modernistas,
contexto en el que la "teoría'' pasará a entenderse como una forma específica (o ahora hegemónicas, de la ironía, la complejidad, la ambigüedad, la tempo­
semiautónoma) de lo que debe llamarse posmodernismo en general. ralidad densa y, particularmente, la monumentalidad estética y utópica. De
modo análogo, se dirá que el alto modernismo ganó su autonomía del realismo
hegemónico precedente (el lenguaje simbólico o modo de representación del
V. US AVENTURAS DEL SIGNO
capitalismo clásico o mercan til). Pero hay una diferencia: el realismo sufrió
una mutación significativa; se convirtió en naturalismo y de inmediató gene­
El posmodernismo es un marco significativo en el que describir lo que su­ ró las formas representacionales de la cultura de masas (el aparato narrativo
cedió en la cultura en los 60, pero una discusión completa de este concepto de los best-sellers contemporáneos es una invención del naturalismo y una de

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las exportaciones culturales francesas más increíblemente exitosas). El alto exigiría tener en cuenta la posibilidad de que en nuestra época esta autono­
modernismo y la cultura de masas se desarrollaron más adelante en oposición mía de la esfera cultural (o nivel, o instancia) pueda est ar en proceso de mo­
dialéctica y se interrelacionaron entre sí. Es precisamente el debilitamiento de dificación; y que desarrolláramos los medios para proveer tanto una descrip­
su oposición, y ciertas nuevas combinaciones de las formas de la cultura alta ción del proceso por medio del cual semejante modificación podría llevarse a
y la cultura de masas lo que caracteriza al posmodernismo. cabo, como del proceso previo según el cual la cultura se vuelve "autónoma''
o "sem1autonoma ".
. ,
La especificidad histórica del posmodernismo debe argumentarse, por lo
.
I tanto, en términos de la funcionalidad social de la cultura. Como ya se afirmó, Esto exige valerse de otro código analítico (no emp arentado), un código
el alto modernismo, cualquiera haya sido su contenido político manifiesto, fue que en general es más familiar en estos días, dado que incluye el concepto es­
crítico y marginal al interior de la cultura burguesa victoriana, filistea o de la tructural ahora clásico de signo, con sus dos componentes, el significante (el
edad dorada. Aunque el posmodernismo es igualmente ofensivo en todos los vehículo o la imagen material: el sonido o la palabra escrita) y el significado
aspectos enumerados (pensemos en el punk rock o en la pornografía), ya no es (la imagen mental, el sentido o el contenido "conceptual"); y su tercer com­
crítico en ese sentido. En efecto, constituye la estética dominante o hegemóni­ ponente (el objeto externo del signo, su referencia o "referente"), en lo suce­
ca de la sociedad de consumo y colabora significativamente con la producción sivo expulsado de la unidad y a su vez perseguido como un efecto secundario
de mercancías de esta última en tanto virtual laboratorio de nuevas formas y espectral y residual (ilusión o ideología). El valor científico de esta concepción
modas. El argumento a favor de una concepción del posmodernismo que lo en­ del signo será puesto entre paréntesis aquí dado que nos interesa, por un lado,
tienda como categoría de periodización se basa entonces en la siguiente presu­ historizarlo, interpretarlo como un síntoma conceptual de los desarrollos du­
posición: aun si todos los aspectos formales ya enumerados estuvieron presentes rante el período, y, por el otro, "ponerlo en movimiento", ver si los cambios
en el alto modernismo, la significación de esos rasgos cambia cuando se vuel­ en su estructura interna pueden ofrecer un pequeño emblema o un electro­
ven una dominante cultural, con una funcionalidad socio-económica precisa. cardiograma de los cambios y permutaciones en la esfera cultural en general
En este punto puede que sea bueno cambiar los términos (o el "código") a lo largo del período.
de nuestra descripción por el código más tradicional de la "esfera' cultural, una Esos cambios ya están sugeridos por el destino del "referente" en las "con­
concepción desarrollada por Herbert Marcuse en el que para mí es su texto diciones de posibilidad" del nuevo concepto estructural del signo (sin embar­
más importante, el gran ensayo "El carácter afirmativo de la cultura" (1937). go, se debe not ar una ambigüedad significativa: los teóricos del signo se des­
(Se debe añadir que en general la concepción de una "esfera pública" es muy lizan notoriamente desde una concepción de la referencia según la cual esta
contemporánea en Alemania, en donde aparece en los trabajos de Habermas designa un objeto "real" fuera de la unidad del significado y el significante
y Negt y Kluge, en los que ese sistema de categorías presenta un interesante hacia una posición en la cual el significado mismo -o el sentido, o la idea, o
contraste con el código de "niveles" o "instancias" del posestructuralismo fran­ el concepto de la cosa- se identifica de algún modo con el referente y estig­
cés). Marcuse relata allí la dialéctica paradójica de la estética clásica (alemana), matizado junto con él; volveremos a esto más adelante). A Saussure, en los
que resalta como juego y "finalidad sin fin" un reino utópico de la belleza y albores de la revolución semiótica, le gustaba describir la relación entre signi­
la cultura más allá del mundo empírico caído del dinero y la actividad mer­ ficante y significado como la relación entre las dos caras, anverso y reverso, de
cantil, ganando de ese modo un potente valor crítico y negativo gracias a su una hoja de papel. En lo que es una consecuencia lógica, y en un texto que se
capacidad para condenar, por su propia existencia, la totalidad de lo que es, al vuelve igualmente canónico, Borges empujará la "representación" al punto de
tiempo que pierde toda habilidad para la intervención social o política en lo imaginar un mapa tan riguroso y referencial que se vuelve tan extenso como
que es, en virtud de su separación o autonomía constitutivas respecto de la su objeto. El escenario está así prep arado para el emblema estructuralista por
sociedad y la historia. excelencia, la cinta de Moebius, que logra librarse por completo de su refe­
La interpretación comienza por ende a coincidir de modo sugestivo con la rente, y alcanza entonces una unidad libre y flotante en el vacío, una suerte de
problemática de los niveles autónomos o semiautónomos que desarrollamos autorreferencialidad y autocirculatoriedad absolutas de la cual todo rastro de
en la sección precedente. Historizar la dialéctica de Marcuse, sin embargo, referencia, o de cierta exterioridad, ha sido triunfalmente borrado.

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Para ser aún más ecléctico, sugiero que este proceso aparentemente in­ ción poética de Stevens para cumplir este papel hegemónico y norm
terno al signo exige un código explicativo suplementario, el del proceso más pende en gran medida de la creciente combinación, en su obra, de la
universal de cosificación y fragmentación de la lógica del capital. Sin embar­ poética y la teoría poética:
go, entendida en sus propios términos, la convulsión interna del signo es una
figura inicial útil del proceso de transformación de la cultura en general, que This endlessly elaborating poem
en un primer momento (el descripto por Marcuse) debe separarse a sí misma Displays the theory of poetry
del "referente", el mundo social e histórico existente, para desarrollarse recién As the life of poetry...
en un estado posterior a los 60, en lo que estamos llamando "posmodernismo",
en una "autonomía'' autorreferencial nueva e intensificada, libre y flotante. "Stevens" es entonces el locus y la consumación de la estética y de la teoría
El problema gira en torno a este término, "autonomía'', y a su paradójica estética tanto como el objeto exegético privilegiado y ejemplar de esta última;
modificación althusseriana, el concepto de "semiautonomía''. La paradoja es la teoría ideológica o estética en cuestión es en gran medida una afirmación de
que el signo, en tanto unidad "autónoma'' por derecho propio, en tanto reino la "autonomía'' de la esfera cultura en el sentido antes desarrollado, una valo­
divorciado del referente, puede preservar su autonomía inicial, y la unidad y la rización del poder supremo de la imaginación poética por sobre la "realidad"
coherencia exigida por esta, solo al precio de mantener vivo el fantasma de la que produce.4 El trabajo de Stevens, por lo tanto, ofrece una extraordinaria
referencia como recordatorio espectral de su propio exterior, puesto que esto le situación de laboratorio en la que observar la autonomización de la cultura
brinda unidad, autodefinición y un límite esencial. La propia dialéctica ator­ como proceso: un análisis detallado de este desarrollo (algo para lo que no
mentada de Marcuse expresa esto dramáticamente en la curiosa oscilación por tenemos espacio aquí) mostraría cómo cierta "predisposición" inicial o "aten­
medio de la cual su reino autónomo de belleza y cultura retorna sobre cierto ción a'' cierta poética del pensée sauvage, la operación de grandes estereotipos
"mundo real" para juzgarlo y negarlo, separándolo al mismo tiempo radical­ preconscientes, abre un vasto mundo interno en el que poco a poco las imá­
mente de ese mundo real para volverse un lugar de mera ilusión e "ideales" genes de las cosas y sus "ideas" comienzan a sustituir a las cosas mismas. Sin
impotentes, el infinito, y así sucesivamente. embargo, lo que distingue esta experiencia en Stevens es la sensación de una
El primer momento de las aventuras del signo es lo suficientemente des­ vasta sistematicidad en todo esto, el manejo de un conjunto completo de opo­
concertante como para exigir una ilustración más concreta, y sistemática, en siciones cósmicas demasiado complejas como para ser reducidas a los esquemas
las producciones culturales más características. Esto bien podría demostrarse de las oposiciones binarias del "estructuralismo", pero semejante a aquellas en
con el nouveau roman francés (en particular con las novelas de Robbe Grillet), espíritu, y de algún modo pre-dadas en el Orden Simbólico de la mente, que
que estableció su nuevo lenguaje a comienzos de los 60 utilizando variacio­ pueden ser descubiertas por la exploración pasiva de la "imaginación poética",
nes sistemáticas de segmentos narrativos para "minar" la representación, aun esto es, de cierta capacidad de asociación libre elevada e impersonal en el reino
cuando en algún sentido confirmara esta última al provocar y estimular el del "espíritu objetivo" o la "cultura objetiva''. El análisis mostraría más adelan­
apetito por ella. te las limitaciones estratégicas de este proceso para describir la reducción de
Dado que una ilustración estadounidense parece más apropiada, puede las ideas y las imágenes de las cosas a los nombres de las cosas, y por último a
observarse algo similar en conexión con la forma última y canónica del alto aquellos irreductibles que son los nombres de los lugares, entre los cuales lo
modernismo en la poesía estadounidense, a saber, la obra de Wallace Stevens, exótico tiene una función privilegiada (Key West, Oklahoma, Yucatán, Java).
quien será, en los años subsiguientes a su muerte en 1956, institucionalizado Aquí la "totalidad" poética comienza a trazar una mímesis o analogon espectral
en las universidades como la más pura y esencial consumación del lenguaje de la totalidad del sistema imperialista mundial, ocupando los materiales del
poético que la de los aún impuros (léase: ideológicos y políticos) esfuerzos de
un Eliot o de un Pound; y que puede, por consiguiente, contarse entre los
"acontecimientos" literarios de comienzos de los 60. Como ha demostrado
4
Lentricchia, Frank, After the New Criticism, Chicago, Universicy of Chicago, 1980, especialmente
Fran Lentricchia en Después de la Nueva Crítica, la flexibilidad de la produc- pp. 31-35. [Hay edición en español: Después de la Nueva Crítica, Buenos Aires, Visor, 1990].

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Tercer Mundo un lugar similarmente estratégico y margi nal, pero sin embar­ u na se nsación tenue y final de ese m undo exterior del que es la réplica y el
go esencial (de modo similar al sistema dodecafónico de Schoenberg, el cual, doble imaginario.
como demostró Adorno, producía inconscientemente una imitación formal Todo esto también puede demostrarse enseñando lo que sucede cuando,
del "sistema total" del capital). Esta réplica inconsciente de la totalidad "real" en un segundo momento, se extrae la conclusión perfectamente lógica de que
del sistema mundial en la mente es entonces lo que le permite a la cultura se­ el referente es en sí mismo un mito y que no existe; un segundo momento
pararse como un "sistema" cerrado y autosuficiente por derecho propio que que hasta ahora describimos como posmodernismo. Su trayectoria se puede
/ reduplica lo real y flota sobre él al mismo tiempo. Es un impulso compartido ver como un movimiento desde el viejo nouveau roman al de Sollers, o al de la
por la mayoría de los grandes altos modernismos, tal como lo demostraron escritura propiamente "esquizofrénica", o el q ue va de la primacía de Stevens
dramáticamente las recientes críticas del modernismo arquitectó nico, en parti­ a la de John Ashbery. Este nuevo momento constituye un corte radical (que
cular del lnternational Style, cuyos grandes objetos monumentales se constitu­ puede localizarse alrededor de 1967 por razones que se darán más adelante),
ye n protegiendo un espíritu protopolítico y utópico de transformación contra pero es importante captarlo como un momento dialéctico, esto es, como un
el tejido de la ciudad caída a su alrededor y, como ha demostrado Venturi, pasaje de la cantidad a la cualidad en el que la misma fuerza, alcanzando un
terminan necesariamente exhibiéndose y hablando solo de sí mismos. Ahora cierto umbral de exceso, produce ahora en s u prolongación efectos cuantita­
bien, esto también da cuenta de lo que debe confundir a cualquier lector se­ tivamente distintos y parece generar un sistema completamente nuevo.
rio de los versos de Stevens, a saber, la extraordinaria combinación de rique­ Esta fuerza ha sido descripta como cosificación, pero ahora podemos co­
za verbal y vacío o empobrecimiento conceptual que se comprueba en ellos menzar a hacer algunas conexiones con otro lenguaje fig urado ya utilizado: en
(siendo este último atribuible a la impersonalidad de la imaginación poética un primer momento, la cosificación "liberaba'' al signo de su referente, pero
de Stevens, y a la posición epistemológica y esencialmente contemplativa del esta no es una fuerza que p ueda liberarse impunemente. Ahora, en un seg un­
sujeto en ellos, por sobre y contra el estático mundo objetual de sus paisajes). do momento, continúa su trabajo de disolución, penetrando en el interior del
El pu nto esencial aquí, de todos modos, es que este movimiento carac­ signo mismo y liberando al significante del significado, o del propio sentido.
terístico del impulso modernista necesita justificarse a sí mismo por medio Este juego, que ya no es del reino de los signos, sino de los significantes puros
de una ideología, un suplemento ideológico que en general p uede describir­ o literales liberados del lastre de sus significados, sus sentidos anteriores, genera
se como el del "existencialismo" (la suprema ficció n,, la insignificancia de un ahora un nuevo tipo de textualidad en todas las artes (y también en la filosofía,
mundo contingente de objetos irredento por la imaginació n, etc.). Esta es como vimos antes) y comienza a proyectar la ilusión de cierto le nguaje último
la dimensión menos interesante y más banal del trabajo de Stevens, aunque de significantes puros que con frecuencia se asocia con el disc urso esquizo­
delata juntó con otros existencialismos (por ejemplo, la raíz del árbol en La frénico. (En realidad, la teoría lacaniana de la esquizofrenia -un desorden del
náusea de Sartre) la fatal s utura o el lazo q ue debe reten erse a fin de que lo lenguaje en el que el tiempo sintáctico se rompe y deja una sucesión de signi­
co nti ngente, el "mundo exterior", el referente sin sentido, esté presente de ficantes vacíos, momentos absolutos de presentes perpetuos, detrás de sí- ha
modo suficientemente dramático para que sea superado al interior del leng�a­ ofrecido una de las explicaciones y justificaciones ideológicas más influyentes
je. En ninguna parte este punto fundamental puede deducirse de modo tan para la práctica textual posmodernista).
claro, una y otra vez, en Stevens, como en el ojo del mirlo, en los ángeles, o Esta interpretación tendría que ser demostrada detalladamente por me­
en el Sol mismo -este último, punto de referencia residual y evanescente, tan dio de un análisis concreto de la experiencia posmodernista en todas las artes;
distante como una estrella enana en el horizonte, pero que no puede desapa­ pero se p uede concluir el presente argumento trazando las consecuencias de
recer del todo sin cuestionar toda la vocació n de la poesía y de la imaginación este seg undo momento -la cultura del significante vacío o del simulacro­
poética. Así, Stevens ejemplifica para nosotros la paradoja fundamental de la para toda la problemática de la "autonomía'' de la esfera cult ural que nos ha
"autonomía" de la esfera de la cultura: el signo p uede volverse autónomo solo ocupado aquí. Pues ese reino autónomo no es en sí mismo perdonado por el
si se mantie ne semia utónomo, del mismo modo q ue el reino de la cultura intenso proceso a través del cual se disuelve el signo clásico; si su a utonomía
puede absolutizarse en contraste con el mundo real solo al precio de retener dependía paradójicamente de su posibilidad de permanecer "semiautónomo"

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(en un sentido althusseriano) y d e preservar un lazo el e mental y tenu e con
Desde el comienzo, la experiencia de Cuba se declaró como original, como
un referente primario (o, en un lenguaj e althusseriano, de preservar la unidad
un nuevo modelo revolucionario, para ser distinguida radicalmente de las for­
fundamental de la "totalidad estructur al"), entonces, evidente mente, en el
mas más tradicionales de la práctica revolucionaria. En efecto, la teoría del foco,
nuevo momento cultural la cultura habrá dej ado de ser autónoma, y el reino
tal co mo se la asoció con e l Che Guevara y fue teorizada po r Régis Deb ray
autó no mo de los signos se vuelve imposibl e, cuando el referente primario al
en ¿Revolución en la revolución? (1967), se sostuvo (co mo sugie re el título del
cual el globo de la mente fue amarrado se corta definitivamente. La disolución
libro) tanto contra la conce pción leninista tradicional de la práctica del par­
del signo determina un retroceso en una realidad soci al ahora absolutamente
tido, como contra la experiencia de la revolución china en su estadio inicial
fragmentada y anárquica; los pedazos rotos del l enguaj e (los significantes pu­
de conquista del poder (lo que más adelante será denominado "maoísmo", la
ros) caen nuevamente en el mundo, como otros tantos pedazos de basura entre
"revolución dentro de la revolución" propia de China, o la Gran Revolución
los otros aparatos y los edificios anticuados y oxidados que ensucian el paisaj e
Cultural Proletaria, no fue visible para el mundo exterior hasta el mo mento
de las mercancías y salpican la "ciudad collage", la "Nueva York delirante" del
en que el destino de la estrategia cubana había sido sellado).
capitalismo tardío posmoderno en plena crisis.
Una lectura del texto de D ebray muestra que la estrategia del foco, la es­
Si regresamos a la terminol ogí a d e M ar.cuse todo esto se puede decir de
trategia de la base guerrillera móvil o de l foyer revolucionario, es concebida
un modo diferente : con el ecl ipse de la cultura como esp acio o esfera autó­
como un tercer término, como algo distinto tanto de l modelo tradicional de
no ma, la cultura misma ca e al mundo, y el resultado no es su desaparición
la lucha de clases (un proletariado esencialmente urbano que se levanta contra
sino su prod igiosa expansió n, al punto que la cultura se vue lve del mi smo
una burguesía o una clase dirigente) como de la experiencia china de un mo­
tamaño que la vida so cial en g eneral. Ah ora tod os l os nivel es se vuelven
vimiento campesino de masas (y también tiene muy poco en co mún con la
"acult ura dos" y, en la sociedad d el esp ectáculo , la imagen, o el simulacro,
lucha propuesta por Fanon por el reconocimiento entre Colonizador y Colo­
todo se ha vuelto a l fin cultural, d esd e las superestr ucturas hasta los meca­
nizado). El foco, u operación de guerrilla, no es conceptualizado como algo que
ni smos de la infraestr uctura misma. Si este desarroll o, entonces, col oca en
ocurre en ni como algo que proviene de el campo o la ciudad; geográficamente,
la agenda el proble ma neogramsciano de la nueva cultura política actual -en
por supuesto, está localizado en el campo, pero cuando esa ubicación no es el
un siste ma social en el que el mism o estatuto d e la cultura y la po lítica ha
"territorio permanentemente liberado" de la región Yenan, qué está fuera del
si do modificado pro fun da, fun cion al y estructur almente-, ta mbién vuelve
alcance de las fuerzas en emigas de Chiang Kai-shek o de l ocupante j aponés.
probl emática toda discusión post erior sobre lo que s'olía ll amarse "cultura"
Tampoco está localizado en el área cultivada de los campos de campesinos,
propia men te dicha, cuyos artefactos son ahora las experienci as azarosas de
sino más bien en ese tercer lugar o no lugar que es la tierra virg en de la Sierra
la vida cotidiana .
Maestra, ni campo ni ciudad, sino más bien un elemento enteramente nuevo
en el que las bandas guerrilleras se mueven en un desplazamiento perpetuo.
E sta particularidad del modo en que se conciben las coord enadas espacia­
V:t EN LA SIERRA MAEsTRA
les de la estrategia cubana tiene, por ende, consecuencias in mediatas para el
modo en que se teorizan los elementos de clase del movimiento revoluciona­
La s ección precedente, sin e mbargo, h abrá sido p oco más que una dilatada
rio. N i ciudad ni campo; p or consiguient e, y paradój icamente, se concibe a
excursión en un área especializada (o de "élite"), si no pod emos mostrar que la
las guerrillas como si no fueran ni obreros ni campesinos (mucho menos inte­
dinámica que allí se hace visible, que tiene algo de la simplificación artificial de
lectuales), sino algo enterament e nuevo, para lo que la sociedad de clases pre­
la situación de laboratorio, encuentra sorprendentes analogías y homologías en
rrevolucionaria no tiene categorías: nuevos suj etos revolucionarios, fraguados
áreas muy diferentes y distantes de la práctica social. E s precisamente este eco
en la lucha guerrille ra a partir del mate rial social de camp es inos, trabaj adores
de un ritmo diacrónico co mún o "códi go genético" lo que no observaremos
urbanos o intelectuales, pero trascendiendo ampliamente esas categorías de
en las muy di stintas realidades de l a teoría y la práctica revol ucionarias en el
cla se (del mismo modo en que este momento de la teoría cubana pretenderá
curso de los 60 en el Tercer Mundo.
trascender las viej as ideologías revolucionarias basadas en categorías de clase,
602
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sean l as del obrerismo trotskista, el populismo maoísta y su conciencia cam­ de Gaza por parte de Israel en 1967, y que a partir de entonces se convertím
pesina o las del intelectualismo l eninista de vanguardia). en uno de los símbolos mundiales de la praxis revolucionaria a fines de los 60. ·
Lo que queda claro en un texto como el d e Deb ray es que el foco guerri­ De modo igualmente claro, no obstante, la lucha de este pueblo desesperado
llero -lo suficient emente móvil como para estar m ás allá d e la geografía en y victimizado no puede considerarse responsable de los excesos de este tipo de
sentido estático- es en y por sí mismo unafigura de la sociedad revolucionaria est rategia en to das parte s de l mundo , una estrategia cuyo resultado universal
Y transformada por venir. S us militantes revolucionarios no son sencillamente (en América Latina, o con Cointelpro en los Estados Unidos, o, tardíamente,
"sold ados" a cuyo rol y función especializada uno tendría que "añadir" los roles en Alemania Occidental y en Italia) ha sido legitim ar una intensificación del
suplementarios en la división revolucionaria del trabajo, como los de comi­ carácter represivo del aparato estatal.
sari os políticos, o el de partido político de vanguardia, ambos explícitamente Esta coincidencia objetiva entre una evaluación errada de la situación so�
rechazqdos aquí. P or el contrario, en ellos se abrogan todas esas division es y cial y política por parte de los militantes de izquierda (en su mayor parte es1
ca tegorías pre- prerrevolucionarias. Esta concepción d e un "espacio" revolu­ tudiantes e intelectuales deseosos de fo rzar una coyuntura revolucionaria po(¡,<
cionario emergente -situado por fuera del mundo político, social y geográfico medio de acciones vo luntaristas) y la explotación de esas provocaciones
"real" del campo y l a ciudad, y d e l as clases social es históricas, pero al mismo parte del Estado sugiere que lo que a menudo se llama vagament e "terror"
tiempo figura o imagen y prefiguración a pequeña escala de la transfo rmación debería ser objeto de un análisis complejo y propiamente dialéctico. Por
revolucionaria de ese mundo real- puede designarse como un espacio propia­ correctamente que una izquierda responsable elija desasociarse de ese tip
me nt e utópico, un "mundo i nvertido" heg elian o , un a esfera revolucionaria estrate gia (y la oposición marxista al terrorismo es una antigua y establ
au tón om a, en la que el mund o real caído sobre el que aparece es en sí mismo tradición que se retrotrae al siglo XIX), es importante recordar que el "te
end erezado y transfo rmado en una nueva sociedad socialista. mo", como "conce pto", es también un ideologema d e la d ere cha y que
Para todos los p ropósitos p rá cticos, este pod eroso modelo se agota, aun tanto debe ser rechazado bajo esa forma. Junto con los films sobre des
a ntes d e la trági ca muerte del Che en B olivia en 1967, con el fracaso de los fines de los 60 y comienzos de los 70, la cultura de masas deja en claro
movimientos guerrilleros en Perú y en Venezuel a en 1966. Coincidentemente, "terrorismo" -la imagen del "terrorista''- es una de las formas privilegi
ese fracaso irá acom pañado de una suerte de reversión de la catexis de la libido que una sociedad ahistórica imagina el cambio social radical; por otr
revolucionaria y la fascinación de la izquierda del Primer Mundo y del retorno una inspección d el contenido d el thriller moderno o la historia de a
(con c ie rta col aboración d el más novedoso maoísmo) a su propia "situación deja en claro que la "otredad" del llamado terrorismo ha comenzado
actual" en el movimiento estadounidense an tiguerra y en Mayo -de 1968. En plazar las viejas imágenes de la "demencia'' criminal como motiva
Améri ca Latina, no obstante, la estrat egia radical que reemplaza efectivamen­ ex aminada y en aparien cia "natural" en la construcción de tramas, otr ·
te la t eorí a del foco es l a del movimiento guerrillero urbano, que se inicia en de la naturaleza ideológica de este seudoconcepto particular. Enten
Uruguay con los Tupamaros. Hab rá quedado claro que este quiebre del espa­ es e modo, el "terrorismo" es una obsesión colect iva, una fantasía sint
cio utópico del v iejofoco guerrill ero, el retorno d e l a política al mundo bajo la del inconsciente político estadounidense, que exige una decodificad
form a de un estilo muy d iferente de práctica política -uno que busca drama­ análisis esp ecíficos.
ti zar los rasgos del pod er estatal, antes que, como sucedía en los movimientos En cuanto a la cosa misma, para todos los propósitos prácticos 11
revol uci onarios tradicionales, construir con la mira en un encuentro d efiniti­ fin con el golpe del 73 en Chile y la caída de práctica mente todos l
vo con él-, se interpretará aquí como una suerte de equivalente estructural al latinoamericanos en distintas fo rmas de dictadura militar. La ree
est adio final del signo tal como lo hemos caracterizado.
tardía d e este tipo de actividad política en Alemania Occidental y
Sin emb argo, debemos presentar una serie de reservas. Por un lado, es claro debe ser atribuida al menos en parte al pasado fascista de estos dos p
que a esta nueva forma de actividad política se le conferirá, por asociación, algo incapacidad de liquidar ese pasado tras la guerra, y a la revulsión moralf ·. .,
. ,
del prestigio trágico del movimiento de liberación palestino, que surge en su ese pasado de parte de un segmento de la juventud y de los intelectwues'i�(
forma contemporán ea como resultado de la toma de Cisjordania y la Franja crecieron en los 60.

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VU. EL RETORNO DE LA "DETERMINACIÓN EN ÚLTIMA INSTANCIA" de cierto empuje por parte de lo que debemos llamar "clases dominantes\4<
surgimiento de un concepto y término nuevo y popular ampliamente a&�
Las dos "rupturas" que han surgido en la sección precedente -una en el área tado, la noción de "corporación multinacional", es también un síntoma, llf�
general alrededor de 1967; la otra inmediatamente después de 1973- servirán indica, como han sugerido los autores de Global Reach, el momento en el que
ahora de marco para una hipótesis más general sobre la periodización de los los intereses privados se ven obligados a aparecer en público como "sujetos de
60 en general. Comenzando con la segunda de estas rupturas, toda una serie la historia'' visibles y como actores visibles en el escenario mundial {piénsese
de acontecimientos aparentemente no relacionados entre 1972 y 1974 sugiere en el rol de ITT en Chile) cuando el Gobierno estadounidense, afectado por el
que este momento no es meramente un momento decisivo en el plano rela­ fracaso de la intervención en Vietnam, es en general reticente a llevar a cabo
tivamente especializado de la política radical del Tercer Mundo o de América emprendimientos de este tipo.
Latina, sino señales del fin definitivo de lo que se denominan los 60 en un Por todas estas razones, p arece apropiado señalar como fin definitivo de
sentido mucho más global. En el Primer Mundo, por ejemplo, el fin del re­ "los 60" el período que transcurre entre 1972 y 1974. Pero hasta ahora hemos
clutamiento y la retirada de las fuerzas estadounidenses de Vietnam (en 1973) omitido el elemento decisivo en todo argumento a favor de una periodización
marcan el fin de la política de masas del movimiento antiguerra {la crisis de o "punteo" de esta clase, y esta nueva clase de material dirigirá nuestra aten­
la Nueva Izquierda, que puede fecharse a partir del quiebre del sos en 1969, ción a un "nivel" o "instancia" que hasta ahora ha estado significativamente
parecería estar relacionada con la otra ruptura mencionada, a la que volvere­ ausente de esta discusión, a saber, el plano propiam ente económico. Porque
mos en breve), mientras que la firma del Programa Común entre el Partido 1973-1974 es el momento del inicio de una crisis económica mundial, cuya
Comunista y el nuevo Partido Socialista en Francia {así como la circulación dinámica todavía está presente, y que pone un punto final decisivo a la expan­
creciente de los eslóganes asociados con el "eurocomunismo") p arecerían mar­ sión y prosperidad económica características del período de posguerra y de los
car un abandono estratégico del tipo de actividad política asociado con Mayo 60 en general. Cuando añadimos a esto otro marcador económico clave -la
del 68 y sus secuelas. Este es también el momento en el que, como resultado recesión de Alemania Occidental en 1966 y la de los otros países avanzados,
de la Guerra de Yom Kippur, aparece el arma del petróleo, y les propina un en particular los Estados Unidos, un año después-, bien puede ser que nos
tipo de shock diferente a las economías, las estrategias políticas y los hábitos encontremos en una mejor posición para conceptualizar más formalmente la
cotidianos de los países avanzados. Concomitante�ente, en el plano cultural sensación de una ruptura secundaria alrededor de 1967-1968 que ha comen­
e ideológico más general, los intelectuales asociados con el establishment (par­ zado a hacerse visible en los planos filosófico, cultural y político tal como se
ticularmente en los Estados Unidos) comienzan a recuperarse del miedo y de los analizó o se los "narró" más arriba.
la postura defensiva que habían hecho suya durante la década que terminaba, Es probable que esta confirmación por p arte del "plan o" económico de
y vuelven a encontrar sus voces propias en una serie de ataques contra la cul­ una periodización derivada de otros niveles o instancias de la vida social duran­
tura y la política de los 60, los cuales, como se ha observado al comienzo, ni te los 60 nos ponga en una mejor posición para responder a las dos cuestiones
siquiera han llegado a su fin. Uno de los documentos más influyentes en este teóricas planteadas al comienzo de este ensayo. La primera tenía que ver con la
sentido fue Sincerity andAuthenticity de Lionel Trilling, un llamado arnoldia­ validez del análisis marxista para un período cuyas categorías políticas activas
no a invertir la marea de "barbarie" contracultural de los 60. (Esto irá seguido ya no parecían ser las de la clase social, y en el que, de modo más general, las
del diagnóstico igualmente influyente del concepto de "autenticidad" de los formas tradicionales de la teoría y la práctica marxista parecían haber entrado
60 en términos de una "cultura del narcisismo"). Por otro lado, en julio de en "crisis". La segunda implicaba el problema de una "teoría del campo uni­
1973, algunos "intelectuales" bien diferentes, representando distintas formas ficado" en cuyos términos realidades en apariencia distan tes -como los mo­
concretas de poder político y económico, comenzarán a pensar el fracaso de vimientos de campesinos del Tercer Mundo y la cultura de masas del Primer
Vietnam en términos de una nueva estrategia global para los intereses esta­ Mundo {o, más abstractamente, los planos intelectuales o superestructurales
dounidenses y del Primer Mundo; el establecimiento de la Comisión Trilate­ como la filosofía y la cultura, y los de la resistencia masiva y la práctica política)
ral será al menos simbólicamente una marca significativa de la recuperación - podrían estar conceptualmente emparentados de un modo coherente.

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La innovadora síntesis que propone Ernest Mandel en su libro El capi­ mo transforma su relación con sus colonias, pasando del control imperialis­
talismo tardío sugiere una respuesta hipotética a ambas cuestiones. 5 El libro ta anticuado a la penetración mercantil, destruyendo las viejas comunidades
presenta, entre otras cosas, un sistema elaborado de ciclos de negocios bajo el aldeanas y creando un nuevo grupo de asalariados y un lumpenproletariado.
capitalismo, cuya unidad más familiar, la alternancia de siete a diez años de La militancia de las nuevas fuerzas sociales es al mismo tiempo resultado de la
boom, sobreproducción, recesión y recuperación económica, da cuenta ade­ "liberación" de campesinos de las viejas y autosuficientes comunidades aldea­
cuadamente de la ruptura ya discutida que tiene lugar en los 60. nas, y un movimiento de autodefensa, que generalmente se origina en las áreas
La explicación que proporciona Mandel de la crisis mundial de 1974, sin más estables pero más aisladas de un país del Tercer Mundo, contra lo que se
embargo, se basa en una concepción mucho más controvertida de ciclos más. percibe correctamente como una forma mucho más absoluta de penetración
amplios, de treinta a cincuenta años cada uno, que por lo tanto son mucho y colonización que la de los viejos ejércitos coloniales.
más difíciles de percibir experiencia! o "fenomenológicamente" en la medida Es en términos de este proceso de "mecanización" que Mande! establece
en que trascienden los ritmos y los límites de la vida biológica de los indivi­ una conexión entre la transformación neocolonialista del Tercer Mundo du­
duos. De acuerdo con Mandel, estas "ondas kondratievianas" (bautizadas en rante los 60 y el surgimiento de esa cosa aparentemente muy distinta en el
homenaje al economista soviético que las hipotetizó) han tenido cuatro ciclos Primer Mundo, denominada como sociedad de consumo, sociedad posindus­
desde el siglo XVIII, y se caracterizan por saltos cuánticos en la tecnología de la trial, sociedad de los medios, y demás:
producción, que permiten crecimientos decisivos en la tasa de ganancia, hasta
que finalmente las ventajas de los nuevos procesos de producci6n han sido ex­ Lejos de representar una "sociedad posindustrial", el capitalismo tardío cons­
ploradas y agotadas, y con eso el ciclo llega a su fin. El último de estos ciclos tituye la industrialización universal generalizada por primera vez en la historia.
kondratievianos está marcado por la tecnología informática, la energía nuclear La mecanización, la estandarización, la superespecialización y la parcelación del
y la mecanización de la agricultura (particularmente en alimentos pero tam­ trabajo, que en el pasado determinó solo el dominio de la producción de mer­
bién en materias primas), que Mandel fecha a partir de 1940 en los Estados cancías en la industria propiamente dicha, penetra ahora en todos los sectores
Unidos y a partir del período de posguerra en los otros países imperialistas. Lo de la vida social. Es una característica del capitalismo tardío que la agricultura se
que es decisivo en este contexto es su noción de que, con la recesión mundial esté industrializando paso a paso tanto como la industria, la esfera de circulación
de 1973-1974, se agota la dinámica de esta última ':onda larga". [por ejemplo, tarjetas de crédito y demás] tanto como la esfera de la producción,
La hipótesis es atractiva no solo por su utilidad abstracta para confirmar y la recreación tanto como la organización del trabajo (LC, p. 387).
nuestros esquemas de periodización, sino también por el análisis que hace de
esta última ola de expansión capitalista, y por la versión propiamente marxista Con esto último, Mandel roza lo que en otras partes llama la mecanización
que da de toda una serie de desarrollos que en general han sido pensados como de la superestructura o, en otras palabras, la penetración de la propia cultura
marcas del fin del capitalismo "clásico" teorizado por Marx, y que por lo tanto por lo que la Escuela de Frankfurt había llamado industria cultural, y de la
exigirían una teoría posmarxista de la mutación social (como las teorías de la que el crecimiento de los medios es apenas una parte. Podemos generalizar su
sociedad de consumo, la sociedad posindustrial, y demás). descripción de esta manera: el capitalismo tardío en general (y los 60 en par­
Ya hemos visto que el neocolonialismo se caracteriza por la tecnología ticular) constituye un proceso en el que las últimas zonas internas y externas
radicalmente nueva (la llamada revolución verde en agricultura: nueva ma­ que sobreviven del precapitalismo -los últimos vestigios de espacio no mer­
quinaria, nuevos métodos agrícolas, y nuevos tipos de fertilizantes químicos y cantilizado o tradicional dentro y fuera del mundo avanzado- son ahora pene­
experimentos genéticos con plantas híbridas y demás) con la que el capitalis- trados y colonizados. El capitalismo tardío puede ser entonces descripto como
el momento en el que los últimos vestigios de Naturaleza que sobrevivieron al
capitalismo clásico son finalmente eliminados; a saber, el Tercer Mundo y el
5
Mande!, Ernest, Late Capitalism, Londres, New Left Books, 1975, trad. Joris De Bres. [Hay edición
inconsciente. Los 60 serían entonces el período de transformación en el que
en español: El capitalismo tardío, México, Era, 1979]. Las referencias a este texto se indican LC. esta reestructuración sistemática ocurre a escala global.

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Con esta explicación, se nos proporciona nuestra "teoría del campo uni­ militantes de una "conciencia excesiva'' en los movimientos estudian�y
ficado" de los 60: el descubrimiento de un único proceso operando en el Pri­ de las mujeres, así como un conjunto de luchas de otras clases. Esas fu:�
mer y el Tercer Mundo, en la economía global y en la conciencia y la cultura, recién liberadas no solo no parecen contar en el modelo de clase dicotómico
un proceso propiamente dialéctico en el que se combinan inextricablemente del marxismo tradicional; también parecen ofrecer un reino de libertad y po­
"liberación" y dominación. Podemos ahora en consecuencia proceder a una sibilidad voluntarista más allá de las restricciones clásicas de la infraestructura
caracterización final del período como un todo. económica. Sin embargo, este sentido de libertad y posibilidad -que para el
La formulación más simple pero más universal sigue siendo la sensación transcurso de los 60 es una realidad momentáneamente objetiva, a la vez que
ampliamente compartida de que en los 60, y durante un tiempo, todo era (en retrospectiva, desde los 80) una ilusión histórica-pueda tal vez explicarse
posible; en otras palabras, de que este período fue un momento de liberación mejor en términos del movimiento y el juego superestructura! posibilitado
universal, un desencadenamiento global de energías. La figura que proponía por la transición desde un estadio infraestructura! o sistémico del capitalismo
Mao Tse-tung para este proceso es en este sentido muy reveladora: "Nues­ a otro. Los 60 fueron en ese sentido un momento de emisión inmensa e in­
tra nación", exclamaba, "es como un átomo [ ...] Cuando el núcleo de este flacionaria de crédito superestructura!; un momento de abandono universal
átomo sea aplastado, la energía térmica liberada tendrá un poder realmente del patrón oro universal; un momento de impresión extraordinaria de signifi­
tremendo".6 La imagen evoca el surgimiento de una democracia genuinamen­ cantes cada vez más devaluados. Con el fin de los 60, con la crisis económica
te masiva a partir de la ruptura de las viejas estructuras feudales y aldeanas, y mundial, todas las viejas deudas infraestructurales empiezan a cobrarse; y los
a partir de la disolución terapéutica de los hábitos de esas estructuras en las 80 se caracterizan por el esfuerzo, a escala mundial, por proletarizar todas esas
revoluciones culturales. Sin embargo, los efectos de la fisión, la liberación fuerzas sociales liberadas que les dieron a los 60 su energía, por una extensión
de energías moleculares, el desencadenarse de los "significantes materiales" de la lucha de clases hasta los extremos más remotos del globo, así como hasta
pueden ser un espectáculo terrorífico; y ahora sabemos que el propio Mao las configuraciones más ínfimas de las instituciones locales (como el sistema
Tse-tung retrocedió ante las consecuencias últimas del proceso que él había universitario). La fuerza unificadora es aquí la nueva vocación de un capitalis­
iniciado, cuando, en el momento supremo de la Revolución cultural, el de la mo desde entonces global, del que también puede esperarse que unifique las
fundación de la Comuna de Shanghái, detuvo la disolución del aparato del resistencias desiguales, fragmentadas o locales al proceso. Y esta es, finalmen­
partido y, efectivamente, revirtió la dirección de es�e experimento colectivo te, la solución a la llamada crisis del marxismo y a la ampliamente observada
(con consecuencias que hoy son demasiado obvias). También en Occidente inaplicabilidad de sus formas de análisis de clase a las nuevas realidades sociales
las grandes explosiones de los 60 han llevado, en la crisis económica mundial, a las que nos enfrentaron los 60: el marxismo "tradicional" si no era "verda­
a restauraciones poderosas del orden social y a una renovación del poder re­ dero" durante este período de proliferación de nuevos sujetos de la historia,
presivo de los distintos aparatos estatales. debe necesariamente volver a serlo cuando las realidades sombrías de la ex­
Sin embargo, las fuerzas que estos deben enfrentar, contener y controlar plotación, la extracción de la plusvalía, la proletarización y la resistencia a esta
son nuevas; fuerzas sobre las que los viejos métodos no necesariamente funcio­ bajo la forma de la lucha de clases vuelvan a afirmarse lentamente en una escala
nan. Hemos descripto los 60 como un momento en el que la ampliación del mundial nueva y expandida, como parecen estar haciéndolo en la actualidad.
capitalismo a escala global produjo simultáneamente una inmensa liberación
de energías sociales, una descarga prodigiosa de fuerzas nuevas y no teorizadas:
1984
las fuerzas étnicas de los movimientos negros y de "minorías", o tercermun­
distas, en todas partes; los regionalismos; el desarrollo de nuevos portadores

6
Mao Tse-tung, Chainnan Mao Talks to the People: Talks and Letters, 1956-1971, ed. y trad. Stuart
Schram, Nueva York, Random House, 1974, pp. 92-93.

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