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La Promesa

Tu plan maestro para una vida abundante

Mark Ford

Copyright 2011 Mark Ford. Todos los derechos reservados

Prohibida su reproducción parcial o total.

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PRÓLOGO

La primera vez que leí La Promesa, recién iniciaba mi camino como


periodista en Inversor Global, plataforma de educación financiera
que hoy hace posible que seas parte de este importante
entrenamiento.

Varios años después de esa lectura inicial, puedo decir que La


Promesa se ha transformado en el catalizador para crear un plan
maestro que se ajusta a mis objetivos.

Por eso, si vas a leer este libro por completo, estás a punto de
adquirir las herramientas para sistematizar tus ideas, transformarlas
en objetivos y así construir tu propio plan.

Puede ser que quieras desarrollar tu emprendimiento con base


digital o tal vez tienes un negocio tradicional que no logra ser visible
en Internet o —simplemente— quieres darle mayor exposición en
redes sociales a tu marca personal. En todos esos casos La Promesa
te ayudará a transformar ese nuevo desafío en un objetivo
alcanzable.

La fórmula está basada en la gestión del tiempo y una mirada muy


particular de Mark sobre cómo priorizar objetivos bajo la premisa de
que lo importante supera a lo urgente, y es a lo que debes dedicarle
la mayor cantidad de horas productivas.

Todo esto que suena complicado está presentado de una forma muy
sencilla, y hay muchas acciones que se describen en el libro que las
puedes llevar a cabo solo con un lápiz y papel.

Eso sí, te advierto que cuando leas este libro, verás que todo
comienza a ponerse un poco vertiginoso producto de la
interpelación que Mark realiza al lector con un cuestionario llamado
¿Qué tan buena es tu vida?
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En mi caso y cuando leí este libro por primera vez, mi vida estaba
cambiando de forma dramática: recién me había mudado a Buenos
Aires y en mi futuro, si bien se vislumbraban muchos desafíos,
también debía aprender a convivir con la incertidumbre de
comenzar de cero.

Recuerdo perfectamente que contesté ese cuestionario con la


mayor sinceridad. El resultado, a mi pesar, se encumbraba apenas a
los 43 en una puntuación que tiene al 100 como máximo.

Tener menos de 50 puntos, según explica Mark en el libro, me ponía


en una situación muy compleja y que por lo mismo “debía comenzar
a tomar buenas decisiones”.

Hace un par de semanas volví a contestar el cuestionario y el


resultado final fue de 78, puntaje que en La Promesa se describe
como un estado de mucha satisfacción, pero que aún hay aspectos
de la vida que pueden mejorar significativamente.

Si estás decidido a desarrollar tu propio plan para emprender en el


mundo digital con tu negocio, La Promesa será una poderosa
herramienta para ponerte en movimiento, avanzar hacia tus
objetivos y cumplir tus metas.

La pregunta ahora es: ¿estás dispuesto a cumplir la promesa?

Carlos Martínez
Managing Editor
Octubre 2020

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Índice

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Introducción
CÓMO VIVIR UNA VIDA PRÓSPERA DESDE HOY
Todos queremos una vida mejor, pero sólo muy pocos están dispuestos a
realizar los cambios necesarios para lograrla.

Veamos el ejemplo de mi viejo amigo Joe S. Cada vez que lo veo, lo cual no
es muy seguido este último tiempo, se está quejando de su (a) mujer, su (b)
trabajo, sus (c) hijos, su (d) cuerpo y sus (e) amigos. En general, quejarse de
todos estos temas le lleva menos tiempo que tomarse una cerveza. Antes,
solía alentarlo a que cambie.

“Hacé terapia de pareja”, le sugería.

“No sirve para nada”, me aseguraba.

“Entonces, divórciate”.

“Me sale más barato quedarme con ella”.

Todas nuestras conversaciones eran así. Luego, dejé de sugerirle cosas.


Ahora, cuando nos vemos, me tomo una cerveza y, luego, me voy.

Joe es un ejemplo extremo. Dice que quiere cambiar, pero no lo hace.


Prefiere seguir haciendo lo que siempre ha hecho, es decir, tener una vida
miserable y perder su tiempo libre quejándose de ello.

Joe está estancado. También lo está John K., un ingeniero eléctrico con base
en Gran Bretaña que leía mi newsletter Early to Rise (ETR) (Madrugar) por
unos tres meses cuando me escribió para decirme que si bien normalmente
creía que las ideas que aparecían en el ETR eran “excelentes”, no podía
empezar. Su problema era la “falta de motivación”.

Como alguien con buena educación, John podía “reconocer las


oportunidades que se le presentaban en… el mercado inmobiliario, en

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Internet, en el comercio, etc.”, pero no podía aprovechar ninguna de ellas
salvo que estuviera “un 100 por ciento seguro” de que tendría éxito.

John admitió que el miedo a fracasar lo paralizaba. Sin embargo, saber que
tenés un problema emocional no significa que podés resolverlo”. “¿Cómo
puedo superar este obstáculo?”, quería saber.

Este libro está dirigido a gente como John, que quiere mejorar su vida, pero,
por alguna razón, no pueden hacerlo.

¿QUÉ TAN BUENA ES TU VIDA? CONTESTÁ ESTE


EXAMEN Y DESCUBRILO
Una de mis máximas favoritas es la siguiente: Podés determinar la calidad
de tu vida laboral contestando estas tres preguntas simples:

1. ¿Qué harás?

2. ¿Con quién?

3. ¿En dónde?

Me gusta la simplicidad de eso, y tiene sentido. La cantidad de momentos


alegres que tenés cada día depende mucho de las siguientes tres sabias
elecciones:

1. La carrera que elegís.

2. Los socios que decidís tener.

3. El lugar que elegís.

Es muy probable que ya hayas tomado esas tres decisiones. Seguramente,


las hayas tomado sin pensar mucho o de forma pasiva sin elegir. Sin embargo,
tenés que vivir con tus elecciones.

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Antes de que hagamos otra cosa, y hay un montón de cosas maravillosas que
me gustaría que hagamos juntos en este libro, repasemos las decisiones que
has tomado.

Hacé este examen de tres partes. Luego, hablemos de tu puntuación.

Qué haces… Tu carrera

Puntuá a tu empresa o a tu carrera asignándole un número del 1 al 10 a cada


una de las siguientes descripciones. Un 10 significa que describe de manera
perfecta a tu empresa. Un 1 significa que no se aplica a tu empresa para nada.

Si sos empresario o profesional, usá el siguiente grupo de descripciones:

Es difícil de igualar porque tiene una proposición de venta única.

Es expandible. Puede crecer sin mucho trabajo.

Tiene pocos gastos generales con alquileres bajos y no se necesita


realizar inversiones de mucho capital.

Puede comercializarse bien en Internet y sacar provecho del mercadeo


directo.

No tiene inventario o tiene poco.

Está sujeta a pocas regulaciones del gobierno.

Tiene un flujo de efectivo positivo. Puede financiar su crecimiento a


través de su propio flujo de efectivo.

No necesita muchos empleados. No se necesitan más de cuatro


empleados para generar $1 millón en ingresos.

Tiene una capacidad ilimitada para crear riqueza para mí.

Es un desafío total a nivel emocional, intelectual y creativo.

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Si sos empleado, usá el siguiente grupo de descripciones:

Se beneficia con mis habilidades.

Desafía totalmente mi lógica mental.

Desafía totalmente mi creatividad mental.

Encaja perfectamente con mi estilo de vida.

Hace que esté rodeado de gente interesante e inteligente.

Me da la oportunidad de superarme y avanzar.

Favorece el pensamiento independiente.

Ofrece control.

Me da la oportunidad de aprender nuevas habilidades.

Ser honestos y ofrecerle un valor agregado a los clientes es una prioridad


absoluta.

¿CON QUIÉN LO HACÉS?... TUS SOCIOS, TUS


VENDEDORES Y TUS CLIENTES PRINCIPALES
Calificá a tus socios asignándole un número del 1 al 10 a cada una de las
siguientes descripciones. Un 10 significa que describe perfectamente a tu
socio. Un 1 significa que no se aplica para nada a tu socio.

Tienen mi mismo sistema de valores.

Valoran mis puntos fuertes.

Perdonan mis debilidades.

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Hacen que todos los negocios comerciales sean beneficiosos para todas
las partes.

Aportan habilidades que yo no tengo.

Están dispuestos a dialogar cuando hay desacuerdos o


desentendimientos

No muestran mal carácter, por ejemplo, no abusan verbalmente de sus


colegas.

No son propensos a hacer que la preparación y la planificación sean


eternas.

Adoptan nuevas tecnologías y técnicas.

Ahora, calificá a tus empleados:

Tienen mi mismo sistema de valores.

Son productivos y trabajan duro.

Aportan habilidades que yo no tengo.

Apoyan mis metas comerciales

Tratan a todos con respeto, incluso a los competidores.

Confían en mi juicio.

Siguen mis consejos y mis órdenes.

Son abiertos al cambio.

No entran en pánico ante la primera señal de derrota.

Siempre están dispuestos a aprender y a enseñar.

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¿EN DÓNDE LO HACÉS?…
EL LUGAR DONDE VIVÍS Y TRABAJÁS
Calificá al lugar donde vivís y trabajás asignándole un número del 1 al 10 a
cada una de las siguientes descripciones. Un 10 significa que describe
perfectamente a tu lugar. Un 1 significa que no se aplica para nada a tu lugar.

Cuenta con el clima que me gusta.

Tiene las cualidades físicas que amo, por ejemplo, montañas, mar, etc.

Tiene la cantidad de población que me gusta, por ejemplo: urbana,


suburbana, rural.

Me ofrece más que suficientes actividades culturales/recreacionales.

Me permite disfrutar mi vida por completo sin tener que viajar mucho.

No necesito viajar mucho para llegar al trabajo.

Ofrece un ambiente de trabajo de oficina cómodo, seguro y productivo.

Tiene muchas ventanas o un área al aire libre.

Tiene comodidades, como por ejemplo, un gimnasio y restaurantes


cerca para ir después del trabajo.

Está bien equipado, lo cual me permite hacer mi trabajo de la mejor


manera posible.

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CÓMO PUNTUAR

Cada categoría puede tener un puntaje máximo de 100 (cada una de las 10
descripciones de la carrera puede tener como máximo 10 puntos; cada una
de las 10 descripciones de tus socios puede tener como máximo 10 puntos;
cada una de las descripciones de tu lugar de trabajo puede tener como
máximo 10 puntos).

Colocá tus puntajes y comparalos con las siguientes observaciones:

• 90 a 100: ¡Felicitaciones, tenés lo que necesitás! Mejorar tu vida en


esta categoría será solo cuestión de corregir algunas cosas.

• 70 a 90: Has logrado mucho. Mucho más que la mayoría de las


personas. Sin embargo, podés mejorar tu vida en esta categoría. El proceso
de nuestro plan maestro te dará lo que necesitás para hacer los cambios que
querés.

• 50 a 70: Tu vida es mejor que la mayoría. (La mayoría de las personas


le da a su vida un puntaje entre 40 y 50). Sin embargo, hay mucho para
mejorar. Necesitás aplicar un plan maestro para mejorar tu vida.

• Menos de 50: Has tomado algunas malas decisiones. Tendrías que


empezar a tomar mejores decisiones.

No te preocupes si tus puntajes son más bajos de lo que esperabas. Todo se


puede mejorar con rapidez si estás dispuesto a cambiar. En este libro,
hablaremos de cómo podés mejorar tu vida al máximo.

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OBSTÁCULOS QUE TE IMPIDEN ALCANZAR LOS
OBJETIVOS: POR QUÉ NO PODÉS EMPEZAR
John dice que cree que parte de su problema es que no está 100% seguro
de que si comienza a trabajar en una oportunidad específica, tendrá éxito.

¿Cómo puede superar este obstáculo?

La vida cobra sentido cuando te motivás, te imponés metas y


corrés hacia ellas sin que nadie te frene. Les Brown

La única gran razón por la cual la gente fracasa en la vida es que nunca actúan
de manera eficaz. La pobreza es un problema también, pero no uno
insuperable. Un sinnúmero de hombres y mujeres exitosos comenzaron sus
vidas en la pobreza. La ignorancia también es un problema, pero cualquiera
que tenga el deseo de aprender puede superarla. La indecisión y el miedo (a
fracasar o a tener éxito) son obstáculos comunes en el camino hacia el éxito.
Sin embargo, todos estos obstáculos pueden ser superados fácilmente por
cualquier persona que se comprometa a actuar, a descifrar lo que quiere y,
luego, a caminar en esa dirección.

La inacción es el problema de John, ¡no el miedo a trabajar en una


oportunidad que no se materialice!

La gente exitosa no se sienta a esperar a que todo salga bien en un “100%” o


a estar “absolutamente segura” de que va a tener éxito. Analizan las
probabilidades, y si las probabilidades son razonablemente buenas,
arremeten con energía y valentía. No necesitan estar completamente
seguros, porque saben que en la vida nada lo es.

La gente exitosa sabe, por experiencia, que el costo del fracaso es muy
moderado en comparación con el costo de la inacción. El fracaso significa que
uno será más inteligente la próxima vez. En la inacción no hay una próxima
vez. La infelicidad tiene sólo una vida, primero la preocupación y luego el
arrepentimiento.

En este momento, John vive preocupado. Si no actúa rápido, será un jubilado


lleno de arrepentimiento.
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Mi regla se denomina “Ready, Fire, Aim” (“Listo, Disparo, Apunto”). He
escrito sobre ella muchas veces en el ETR, y es el título de uno de mis libros.
En el capítulo 17 del libro explico lo siguiente:

Ready, Fire, Aim significa hacer caso omiso de los obstáculos y de los desvíos
que detienen a otros. Implica encontrar y seguir el camino más rápido para
alanzar cualquier objetivo que te impongas para que el tiempo y todos los
problemas que el tiempo provoca no te venzan. Ready, Fire, Aim alcanza más
en menos tiempo, porque le da el valor correcto a la acción. También es un
enfoque realista, porque reconoce la imperfección humana y el fracaso de
una forma inteligente. En efecto, Ready, Fire, Aim es una forma de aumentar
el éxito que obtengas en cualquier cosa.

La clave de entender este enfoque llamado Ready, Fire, Aim es el principio


del fracaso acelerado. Este principio del fracaso acelerado se basa en el
reconocimiento de que en cualquier empresa aprendemos cometiendo
errores durante el trayecto. Cuanto más rápido reconozcas tus errores
críticos, más rápido adquirirás el conocimiento para tener éxito. En otras
palabras, no tengas miedo a cometer errores… ¡localizalos!

John reconoce que todas las oportunidades de las cuales hablamos con
regularidad en el ETR, oportunidades inmobiliarias, publicidad de
información, por internet, entre otras, pueden ser formas viables de alcanzar
el éxito… sin importar lo que pasa en la economía. Si ese es el caso,
¿qué espera? No va a aumentar sus posibilidades esperando y
preocupándose. Cuanto antes empiece, más rápido cometerá los errores que
necesita para alcanzar el éxito.

Siento compasión por John. Vos podrías estar atascado en el mismo lugar. Su
problema empeora por su inteligencia. La gente inteligente se preocupa más.
Suelen evocar razones para temerle al fracaso y retrasan su actuar. Son
víctimas de su coeficiente intelectual.

John tiene que compensar esto haciendo un gran esfuerzo para no prestarle
atención a sus preocupaciones y forzándose a actuar. No importa que
oportunidad elija, sabe que tiene los recursos para tener éxito en

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cualquier cosa que haga. Todo lo que tiene que hacer es empezar. Poner un
pie delante del otro y empezar a caminar.

Voy a hacer que el proceso sea fácil, no sólo para John, para vos también, si
estás en su situación. Te voy a decir lo que tenés que hacer hoy. Luego, te
voy a decir lo que tenés que hacer si querés ser exitoso no solo en el ámbito
financiero sino también en el resto de las áreas de tu vida.

¿Listo? Lo que tenés que hacer en este momento es esto: Llenar la siguiente
promesa.

“Bueno, Michael. Estoy con vos. Me he comprometido a crear un plan


maestro que pueda usar para alcanzar el éxito este año. Me comprometo a
seguir ese plan sin cuestionamientos ni quejas. Asimismo, me comprometo
a mantener un registro que me permita hacer un seguimiento de mi progreso
e invertir el tiempo y el dinero requerido para alcanzar mis metas. Asimismo,
me comprometo a escribirles a fin de año para explicarles exactamente
cuáles han sido mis logros.

Por medio del presente prometo

Firma:

Fecha:

¡Ya está! ¡Empezá ahora!

No puedo ofrecerte una “garantía segura en un 100%”… pero si estás


dispuesto a seguir mi consejo y el plan que presentamos en este libro, estoy
dispuesto a garantizarte, en un 99%, que en este misma época el año que
viene estarás camino a obtener salud, riqueza, sabiduría y felicidad.

¿Es suficiente eso para vos? Si es así, ¡empecemos!

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Parte uno
TU PLAN MAESTRO PARA LOGRAR UNA VIDA
PRÓSPERA
¿QUÉ NECESITÁS REALMENTE PARA CAMBIAR TU VIDA?

Tenía 13 años cuando escuché por primera vez la palabra “mediocre”. La Sra.
Growe, mi profesora de inglés de noveno grado, la utilizó para describir a un
estudiante que, según su opinión, había trabajado por debajo de su
potencial. ¿Quién era el estudiante? El que les habla.

"El Sr. Ford," se dirigió a la clase, “es el ejemplo clásico de alguien mediocre.
No hace la tarea. Llega tarde a la clase y se pasa el día soñando. Como
resultado, obtiene una C. De un estudiante con un potencial medio espero
resultados mediocres. En este caso, estoy decepcionada”.

No me sorprendió tal valoración. Era correcta. No puedo negarlo. El proceso


de maduración femenino llamaba más mi interés en ese momento. Eso y el
fútbol. Y jorobar con mis amigos. Todo eso menos la tarea.

No era un buen lector y no podía quedarme quieto durante la clase. Más


tarde, descubrí que tenía una combinación de dislexia y lo que se llama
“déficit de atención”. Sin embargo, ni la Sra. Growe ni yo sabíamos nada de
eso en ese momento. Según ella, yo era un eterno vago. Yo tenía la misma
opinión.

La ironía del compromiso es que es muy liberador en el trabajo, en el juego,


en el amor. Anne Morriss

Sin embargo, al menos una vez al año, me prometía a mí mismo que


“empezaría de cero”. Sentía, como lo hacía la Sra. Growe, que no era tan

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tonto como indicaban mis calificaciones. Y sentía, muy por dentro, que en
algún momento alcanzaría el éxito.

Pero antes de que pudiera ser exitoso, tenía que cambiar algo fundamental
sobre mí, y ese cambio comenzó en el último año, cuando me desperté un
día y me di cuenta de que estaba enojado conmigo mismo.

Estaba cansado de ser un eterno fracasado. Estaba harto de las calificaciones


bajas y de ser el tonto de la clase. Quería convertirme en la persona que la
Sra. Growe pensaba que debería ser. Pero parecía muy tarde. Solo faltaba un
mes para la graduación y, obviamente, era imposible rectificar cuatro años
de mal desempeño en tal corto plazo.

Dado que mis calificaciones eran mediocres, no tenía posibilidades de


obtener una beca universitaria, y dado que mis padres no podían pagarme la
matrícula, la única opción que tenía era ir a la universidad local. En la
universidad local estaban contentos de cobrar mis $400 por año y estarían
igualmente felices de calificarme con la misma C que me habían puesto en la
secundaria. Sin embargo, yo no quería vivir más esa vida.

Me di cuenta, aunque suene raro, de que mi falta de éxito era un beneficio


oculto. Estaba a punto de sumergirme en una ambiente académico en donde
reinaba la mediocridad, en donde competiría con otros fracasados de la
secundaria como yo.

¿Y si usaba el resto del tiempo que me quedaba en la secundaria para


prepararme para una vida nueva y mejor en la facultad? ¿Y si usaba mi
energía para desarrollar aptitudes y hábitos que me ayudaran a tener éxito
durante los siguientes cuatro años?

Y eso es exactamente lo que hice. El sábado posterior a mi gran decisión de


cambiar, manejé mi Bel Air del año 1956 a la Nasau Community Collage en
Hempstead, Nueva York. Recolecté todo lo que podía acerca de la facultad y
del currículo en el cual me involucraría. Traje todo a casa y pasé el resto del
fin de semana leyendo cuidadosamente cada panfleto y volante.

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Estaba haciendo algo que nunca había hecho en el colegio: tomar ventaja de
mi competencia planeando mi éxito. En las semanas siguientes, me convertí
en un pequeño experto sobre la pequeña universidad. Sabía todos los cursos
que ofrecían, cada licenciatura y cada profesor que me tocaría en el primer
año.

Tomar esa iniciativa de planear mi éxito me generó un pensamiento positivo.


Realmente sentía que estaba cambiando. Me estaba convirtiendo
—incluso antes de que empezara— en un estudiante serio y comprometido.

Me di cuenta de que comenzaría la universidad como una persona nueva.


Ninguno de mis profesores sabrían de mi comportamiento ridículo de la
secundaria, y ninguno de mis compañeros iba a esperar que fuera el payaso
de la clase.

Empezar la universidad sin esa mala reputación que había creado en la


secundaria era un regalo de los dioses académicos. Podría entrar a las clases
nuevas como un estudiante interesado, entusiasta que estaba allí para tener
éxito.

Y eso es lo que ocurrió. Concurrí a las clases en septiembre de manera


puntual y con los textos que se necesitaban. Me senté en la primera fila y
levanté la mano cada vez que el profesor hacía preguntas. Realicé mi tarea y
pasé el resto del tiempo estudiando. Entre las clases, el estudio y el negocio
de pintura de casas por otro lado, trabajaba 16 horas al día, siete días a la
semana.

Al finalizar el primer semestre, tenía la reputación de un estudiante


excelente. Durante toda la universidad y la carrera de grado, nunca dejé de
ser aplicado.

Algunas veces pienso qué habría pasado si no me hubiera enojado conmigo


mismo. O si no hubiera realizado todas esas preparaciones que me ayudaron
a comenzar de cero.

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Seguramente, estaría trabajando de algo que no me gusta en algún lugar,
luchando para pagar las cuentas y estableciendo propósitos inútiles —
sabiendo que viviría mi vida como un “mediocre” constante.

La diferencia fue el simple hecho de darme cuenta de que si no cambiaba, mi


vida no cambiaría —ni en ese momento ni nunca. Había gastado mis años de
secundaria haciendo una promesa que nunca esperé cumplir realmente.
Pero estaba cansado de hacer eso.

Volvamos a pensar, hay una serie de factores que me permitieron cambiar


de una forma seria y comprometida:

• Primero, emocionalmente había tocado fondo. Había llegado al


punto en el cual realmente me odiaba a mí mismo por no alcanzar lo que mi
potencial me permitía.

• Segundo, tome la decisión de cambiar completamente, pasar de ser


un estudiante mediocre al mejor de la clase.

• Tercero, reconocí que tenía que cambiar no sólo mis hábitos de


trabajo, sino también la opinión que tenía de mí mismo. Tendría que
“convertirme” en el estudiante brillante que quería ser.

• Y, por último, actué de manera inmediata. No esperé hasta


septiembre para cambiar. Empecé enseguida a prepararme durante los
últimos meses de la secundaria.

¿Alguna vez te prometiste a vos mismo algo que no cumpliste? ¿Tuviste


sueños de éxito y felicidad que no alcanzaste? ¿Sentís, a veces, que no
importa lo que hagas seguís siendo, en parte, “mediocre”?

Si es así, te tengo buenas noticias. Tu comportamiento pasado no se


relaciona con tus hábitos de trabajo futuros. Si podés cambiar la manera en
que trabajás —aunque sea un poco— podés cambiar la manera en que vivís.

La mayoría de las personas que lean esto pensarán, “Otra vez ese sermón
motivador. Lo que necesito es que mi suerte cambie”.

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Estoy aquí para decirte que la suerte no tiene nada que ver con el cambio en
mi vida y no debería tenerla con ningún cambio que te gustaría hacer en la
tuya. Si hubiera esperado a tener suerte, todavía estaría esperando. Mi vida
cambió cuando me cansé y empecé a planear mi éxito.

Vos también podés cambiar, si reunís las siguientes características: (a) estás
insatisfecho con la falta de éxito que has tenido hasta el momento; (b) deseás
realizar un gran cambio, no sólo un ajuste pequeño; (c) estás preparado para
comenzar a trabajar de manera diferente y pensar acerca de vos mismos
como una persona distintas y (d) deseás comenzar ahora preparándote para
el éxito.

REINVENTÁ TU VIDA CON UN PLAN PARA ALCANZAR EL ÉXITO


COMPROBADO

Tu desafío es el siguiente: una carrera automovilística desde Nueva York


hasta Las Vegas. Si llegás a la meta dentro de un plazo de tiempo
determinado, ganarás millones de dólares y un estilo de vida mejor y
completamente diferente.

Suena divertido, ¿no? Bien.

Pero hay un problema: No sabés cómo llegar a la meta.

La cuenta regresiva ya ha comenzado. En unos minutos, cientos de otros


autos se posicionarán chillando en la largada. ¿Qué deberías hacer? ¿Salir y
comprar un mapa? ¿Instalar un GPS en tu auto? ¿O empezar la carrera luego
del disparo, seguir al resto y hacer preguntas?

La gente precavida instalaría un GPS y empezaría la carrera más tarde, lo cual


reduciría drásticamente sus posibilidades de ganar. La gente exitosa usaría
una combinación de sentido común e inteligencia: permanecer con el resto
y, luego, hacer preguntas en las estaciones de servicio para asegurarse de
encontrar la ruta posible más rápida.

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Mejorar tu vida se parece un poco a participar de una carrera automovilística
por el país. Si esperás mucho para empezar, disminuís las posibilidades de
completarla. Aun así, si empezás sin ningún plan, es posible que te pierdas
en el camino.

Cuando decidí convertirme en un estudiante ejemplar en la universidad


(luego de casi ni estudiar en la secundaria para obtener una C en las
materias), empecé a trabajar enseguida, pero tenía un plan, un plan que
habían aplicado muchos estudiantes ejemplares antes que yo: conocer el
plan de estudios. Encontrar para qué materias tenía facilidad. Mostrarme
como un estudiante ejemplar y matarme trabajando.

Eso es lo que tenés que hacer si estás listo para alcanzar el éxito. Empezá de
manera inmediata, pero usando una estrategia comprobada, algo que les
haya funcionado a otras personas.

PRESENTACIÓN DEL PLAN MAESTRO

El diccionario “Webster’s New Collegiate Dictionary” define “plan maestro”


como algo que sirve de guía general para un proyecto, como por ejemplo, la
construcción de una iglesia, un colegio o una ciudad. Los planes maestros son
usados por los desarrolladores inmobiliarios para transformar tierras sin
construcciones en subdivisiones suburbanas, centros urbanos y distritos
comerciales junto al mar.

Washington, D.C., una de las ciudades con el diseño más lindo en América
del Norte, era un pantano. Su transformación se logró gracias a un plan
maestro llevado a cabo por Pierre Charales L´Enfant. Columbia, Maryland,
por su parte, solía ser un terreno agrícola accidentado en la última parte del
siglo XX y, ahora, tiene una población de casi 96.000 habitantes.

Yo usé un plan maestro para rediseñar un centro residencial de 1200


hectáreas en la costa del Océano Pacífico en Nicaragua. Después de haber
invertido en proyectos inmobiliarios durante 30 años, aprendí cuán útil es
tener un plan maestro antes de comenzar cualquier proyecto importante.

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La gente que no puede inventarse y reinventarse a sí misma debe de estar
satisfecha con posturas prestadas, ideas de otros, encajando en vez de
sobresaliendo. Warren G. Bennis

Los planes maestros también son usados para rediseñar empresas. Jack
Welch usó uno para articular y ejecutar su visión de General Electric. Welch
dijo que era la clave para transformar a esa empresa gigante de una empresa
de miles de millones de dólares que se encontraba en problemas y cayendo
en una empresa líder en la industria.

Fue un plan maestro lo que usaron Warren Buffett y su socio para lograr que
Berkshire Hathaway alcanzara el éxito financiero más grande de la historia y
para convertirse en multimillonarios.

En cuanto a mí, mis socios y yo hemos aplicado un plan maestro para ayudar
a docenas de empresas a convertirse en emprendimientos multimillonarios,
incluida una empresa que pasó de los $100.000 a los $135 millones en 11
años y otra que paso de $8 millones a $320 millones en 14 años.

Los planes maestros no siempre funcionan. La ex‒Unión Soviética y China


comunista fueron planes maestros famosos, los cuales continuaron
proyectando crecimiento a medida que sus economías se desmoronaban.

Para que un plan maestro funcione, tiene que ser realista y flexible. Tiene
que ser realista acerca de los recursos y las posibilidades y tiene que estar
ajustado y cambiar radicalmente cuando las circunstancias lo indiquen.

Pero si el plan maestro es usado de forma adecuada puede ayudarte a


alcanzar milagros. Puede transformar desiertos en ciudades brillantes,
empresas muy endeudadas en compañías prósperas y gente que ha sido
mediocre toda su vida en personas sabias, felices, saludables y ricas.

¿En qué se diferencia un plan maestro de un plan?

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Un proyecto con un plan maestro se diferencia de un proyecto planeado de
forma común en su alcance. La mayoría de los proyectos, ya sean
inmobiliarios o comerciales, están diseñados en piezas, una sección
importante por vez. No es una forma mala de generar cambio, pero sí implica
perder tiempo, recursos y capital, ya que conglomerar diseños individuales
siempre provoca diferencias, superposiciones y omisiones.

Cuando creás un plan maestro para un proyecto, das cuenta de cada aspecto
de este, como por ejemplo: el jardín, los sistemas de suministro de agua, la
arquitectura, el sistema eléctrico y la plomería. También reducís el tiempo y
el dinero que gastás arreglando cosas que no encajan.

La dinámica de tu plan maestro personal

Un plan maestro personal puede ayudarte a alcanzar las metas de tu vida con
rapidez y con la menor cantidad de problemas, tiempo y conflictos posible.
Aplicar un plan maestro indica que realmente querés mejorar y que querés
que esa mejora sea radical: de mediocre a excelente. No estarás satisfecho
con una simple mejoría.

Un plan maestro personal es un contrato formal entre la persona que sos


ahora (cansado de los problemas y de la falta de éxito) y la persona en la que
estás decidido a convertirte (alguien exitoso que es sabio, feliz, saludable y
rico). El plan maestro personal te ayudará a reinventar tu vida, porque te
obligarán a transformar las ambiciones nebulosas en objetivos específicos.
Determinará exactamente lo que tenés que aprender, hacer y con quién
tenés que trabajar.

Un plan maestro personal transformará tus sueños en tareas. Al hacer eso,


perderá un poco el romance. Sin embargo, esa pérdida se verá compensada
por el éxito, el sentimiento de progreso inspirado que te provocará. A medida
que pasen las semanas, podrás observar, de forma concreta, el progreso que
estás logrando. Esto le dará a tu espíritu un gran impulso y hará que sea más
fácil seguir progresando.

La mayoría de las personas nunca cumplen sus sueños, no porque no sean


inteligentes o astutos o porque no tienen la motivación suficiente sino

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porque cuando deciden hacer el esfuerzo, este esfuerzo es muy pequeño o
está mal direccionado. Vos no vas a tener ese problema; ya has empezado el
trayecto con un mapa que ha sido comprobado.

Seguir un plan maestro personal, en realidad, es mucho más fácil que


responder aleatoriamente a una docena de impulsos separados durante toda
tu vida. Un plan maestro funciona porque reduce cientos de sueños y
ambiciones menos importantes y, en ocasiones, conflictivos a cuatro metas
de vida fundamentales. Al simplificar todas tus metas en cuatro mestas
importantes, harás que sea 400 veces más fácil seguirlas y alcanzarlas.

Yo he cambiado mi vida tres veces. Primero en 1968, cuando cambié de ser


un estudiante mediocre en la secundaria a uno excelente en la universidad.
Segundo, en 1984, cuando decidí volverme rico. Y, por último, en 2000,
cuando desarrollé y comencé a usar un plan maestro para mi newsletter Early
to Rise.

En cada una de las oportunidades, los cambios fueron importantes y las


recompensas, muy gratificantes. Sin embargo, cuando comencé a crear un
plan maestro para lograr el éxito, las mejoras comenzaron a aparecer más
rápido y con más facilidad. Si no hubiera sido por el plan maestro personal
que desarrollé en ese entonces, nunca habría podido escribir y publicar una
docena de libros o escribir, dirigir y producir un largometraje o escribir 350
poemas en un año, todo mientras seguía con mi “trabajo diario”.

Usar un plan maestro personal te pondrá en una nueva trayectoria. Tardarás


unas semanas en poner todo en orden, pero pronto empezarás a notar el
progreso que estás logrando y (seguramente dentro de las dos semanas),
estarás sorprendido con la magnitud de tus logros. Finalmente, estarás
cumpliendo (¡y terminando!) proyectos sobre los cuales has soñado por
años. Cada objetivo que logres hará que tu confianza aumente, tus
habilidades se fortalezcan, y tu riqueza y desfrute de la vida se incrementen.

Va a ser muy bueno para vos: ¡el año de tu transformación milagrosa!

27
28
Parte dos
CÓMO HACER REALIDAD TUS SUEÑOS MÁS
GRANDES
¿ESTÁS ESTABLECIENDO METAS O SEGUÍS SOÑANDO?

Todos tenemos sueños. Todos nos imaginamos cómo sería nuestra vida en
un mundo mejor. Sally sueña con una casa grande con una pileta empotrada.
Harry sueña con un garaje con capacidad para ocho autos lleno de Porsches
antiguos. Jill fantasea con pintar cuadros en la costa. Jack quiere la oficina de
la esquina con buena vista.

Es posible que Sally, Harry, Jill y Jack nunca tengan lo que sueñan. Van a
seguir imaginándoselos o van a hablar de eso con amigos y familiares.

El hecho de no vivir tus sueños no es necesariamente algo malo. Muchas


personas son completamente felices soñando con una vida pero viviendo
otra. El problema surge cuando la distancia entre la fantasía y la realidad trae
como resultado infelicidad o incluso depresión. Cuando esto sucede, es el
momento para planear una nueva vida. El primer paso es establecer metas.

Las metas se diferencian de los sueños de cuatro maneras. Son específicas,


factibles, realistas y tienen un tiempo determinado.

Específica. Ser rico es un sueño. Crear un patrimonio neto de 4 millones de


dólares es una meta.

Factible. Ganar la lotería es un sueño. Ganar una carrera es una meta.

29
Realista. Crear un patrimonio de 4 millones de dólares en 5 años es
probablemente razonable. Crear un patrimonio de 4 millones de dólares en
4 meses no lo es.

Tiene un tiempo determinado. Crear un patrimonio neto de 4 millones de


dólares es una meta. Pero crear un patrimonio neto de 4 millones de dólares
en 5 años es una meta mejor.

Tu plan maestro estará dividido en metas de un año y siete años, en objetivos


semanales y mensuales y, finalmente, en tareas diarias que te
permitiráncumplir con tus objetivos a mediano plazo y con tus metas a largo
plazo. Por ejemplo:

Metas a siete años: crear un patrimonio neto de 4 millones de dólares en


siete años.

Metas del primer año: reducir la deuda por un valor de 36.000 dólares.

Objetivos mensuales: obtener un trabajo de medio tiempo que te permita


haber generado una ganancia neta de 36.000 dólares para fin de año.

Objetivos de la primera semana: obtener la primera entrevista laboral.

Tarea del primer día: escribir cartas de presentación a los presidentes de las
10 empresas en donde me encantaría trabajar.

Bueno, ese es el plan. A partir de hoy, vas a realizar tareas todos los días que
respalden objetivos semanales que, a su vez, respalden objetivos mensuales
que, a su vez, respalden metas anuales y que, a su vez, respalden metas a
siete años. Todo esto se llevará a cabo de manera formal y por escrito.

A esta altura, te estarás preguntando: “¿Es importante que mis metas sean
específicas? ¿Hay alguna diferencia si las escribo?”

Me agrada que preguntes.

Por qué tenés que ESCRIBIR tus metas.

30
Es muy importante que las escribas. Tenerlas en tu cabeza no es suficiente.
En un estudio que descubrí en “Look Within or Do Without” (“Mirá hacia
adentro o hacelo sin ello”) escrito por Tom Bay, se explica el motivo.

Según Bay, la Universidad de Negocios de Harvard (Harvard Business School)


realizó un estudio sobre la situación económica de sus alumnos 10 años
después de que se recibieran y descubrió lo siguiente:

El 27% de ellos necesitaban ayuda económica.

El increíble 60% de ellos vivían ajustados.

El mero 10 % de ellos vivían confortablemente.

Solo el 3% de ellos eran económicamente independientes.

El estudio también se concentró en las metas y se encontraron las siguientes


correlaciones interesantes:

El 27% de ellos que necesitaban ayuda económica no tenían un proceso para


establecer metas en sus vidas.

El 60% de ellos que vivían ajustados tenían metas de supervivencia básica,


como por ejemplo, cómo pagar los gastos mes a mes.

El 10% de ellos que vivían confortablemente tenían metas generales.


Pensaban que sabían en dónde iban a estar en los próximos cinco años.

El 3% de ellos que eran económicamente independientes habían escrito sus


metas y los pasos necesarios para cumplirlas.

Estos resultados admirables fueron alcanzados por quienes eran


económicamente independientes gracias a que no solo establecieron metas
sino que también las escribieron.

Nuestra vida está compuesta en gran parte por sueños, por el inconsciente y
se deben unir a la acción. Deben estar entrelazados.

-Anais Nin

31
Más evidencia a continuación.

Un estudio reciente de DayTimer.com mostró que los trabajadores


norteamericanos con los ingresos más altos y más exitosos en el mercado
laboral eran aquellos que habían escrito sus metas. Estas superestrellas
también tenían el hábito de escribir listas de tareas diarias repletas de pasos
para alcanzar esas metas por orden de prioridad. Por otra parte, del más del
70% de trabajadores que no escriben sus metas profesionales o económicas,
sólo el 9% de ellos logran cumplir con lo que se proponen cada día.

También resulta que podría existir una base psicológica o incluso física para
el poder de escribir metas. Esto es lo que dijeron los investigadores sobre el
comportamiento, Richard Molden y Steven Swavely, en 2004 en su informe
técnico, “The Physchology of Top Performers” (“La psicología de los grandes
trabajadores”):

Escribir planes de acción proporciona un plan claro para llegar a destino y


escribir rangos de tiempo les permite hacer un seguimiento sobre el
progreso. Esto sirve para incrementar el nivel de conciencia sobre los
eventos, las oportunidades y las acciones que pueden ser de ayuda para
acercarlos a la meta que quieren alcanzar.

Incluso existe evidencia de que escribir las metas produce este nivel elevado
de conciencia a través de algunos efectos neuroquímicos muy específicos en
el cerebro.

Y este no es el único informe llevado a cabo en este campo. Este es un estudio


que leí en Psychology Today (“Psicología hoy”) publicado en diciembre de
1996, que muestra el poder de establecer metas específicas:

Investigadores de Virginia Polytechnic Institute y State University les pidieron


a 56 mujeres estudiantes universitarias que hicieran la mayor cantidad de
abdominales que pudieran en 90 segundos. El grupo al que se le dijo que
“hicieran lo mejor que pudieran”, logró un promedio de 43 abdominales por
día durante los cuatro días que duró el estudio. Los otros grupos, a los cuales
se les dio la meta específica de hacer de manera

32
consecutiva más abdominales en cada sesión, se desempeñaron
significativamente mejor y lograron un promedio de 56 abdominales en el
último día del experimento.

Los estudios son geniales, pero las experiencias profesionales son mejores.

En mi caso, pasé los primeros 17 años de mi vida soñando con el éxito sin
tenerlo. En mi primer año de la universidad, decidí cambiar eso. Aprendí a
aprender y me convertí en un estudiante perfecto. Veintidós años más tarde,
descubrí la idea de establecer metas. Luego de tres años, era millonario.
Cuando empecé a escribir Early to Rise en 1999, aprendí a priorizar mis
metas. Esto me permitió cumplir con mi primer y más preciado sueño:
convertirme en un escritor exitoso.

En ETR, no hace falta decirlo, establecemos metas de negocios a largo plazo


y objetivos a mediano plazo. Esto nos ayudó a que nuestros ingresos pasaran
de cero a 25 millones de dólares en siete años y nos ayudará a pasar a la
próxima etapa de nuestro desarrollo, más de 50 millones de dólares en los
próximos años. Aplicar un plan maestro para hacer que nuestro negocio
crezca es gratificante, pero lo que es mejor es ver a nuestros empleados usar
planes personales para mejorar sus vidas.

Por ejemplo, uno de ellos diseñó un plan maestro para pasar de ser un
empleado de bajo nivel que trabajaba contestando el teléfono a tener un
puesto gerencial en unos pocos años. Ahora, es un gran generador de
ganancias para la empresa. Varios empleados han diseñado planes maestros
para alcanzar sus metas relacionadas a la pérdida de peso y al entrenamiento
físico. Un empleado perdió 30 libras siguiendo una dieta y un entrenamiento
riguroso y superó graves problemas de salud.

Estos resultados loables se cumplieron porque estas personas se tomaron el


tiempo para convertir sus sueños de riqueza y salud en metas específicas,
factibles, realistas y de tiempo determinado.

Podés pasar toda tu vida soñando. Y los sueños son bárbaros. Soñá, pero si
querés convertir esos sueños en realidad, necesitás transformarlos en metas.

33
¿Cuál es tu sueño más loco y con el que soñás hace mucho? ¿Cómo podés
hacer para que sea específico y factible? ¿Cómo podés limitarlo en el
tiempo? ¿Cómo podés hacer para que sea realista? Usá estas cuatro
preguntas para crear metas a las que apuntás, luego, accioná. Vas a estar
viviendo tu sueño en unos pocos años.

EL VOCABULARIO DEL LOGRO

Las palabras importan, nos ayudan a definir el significado. Nosotros


pensamos con palabras. Aprendemos con las palabras. Las palabras son las
herramientas fundamentales que usamos para comunicarnos. Si las usamos
correctamente, podemos cortar, pulir y darle forma a nuestras ideas de
forma linda y precisa. Si las usamos de forma descuidada, nos posicionamos
en un lugar de desventaja intelectual.

Las palabras te ayudan a pensar mejor. Si pensás mejor, planeás mejor. Si


planeás mejor, trabajás mejor. Si trabajás mejor, podés lograr casi todo.

Hablemos sobre el logro y las palabras más comunes asociadas con ese
concepto, tales como: sueño, meta, objetivo, trabajo y tarea.

Para el pensador descuidado, estas palabras significan todas más o menos lo


mismo. Pero para la persona que quiere alcanzar la mayor cantidad de cosas
posible, son muy distintas.

A continuación, algunas definiciones de diccionario:

Sueño. Todos los principales sinónimos utilizados en Webster` s para definir


sueño denotan fantasía: pesadilla, aparición, alucinación, ilusión y así
sucesivamente. Antónimos: realidad, verdades, verdad.

Meta. Entre los sinónimos de meta se encuentran los siguientes: propósito,


fin, intención ¿Podés ver la diferencia entre sueño y meta? A veces se los usa
como sinónimos, pero no debería ser así. Un sueño, por su propia naturaleza,
no es realista –quizás hasta ilusorio. Una meta no lo es.

Objetivo. Según Webster´ s, la palabra “objetivo” es igual a la palabra


“meta”. Tiene los mismos sinónimos: fin, aspiración y propósito. Pero creo

34
que existen dos diferencias connotativas entre ambas palabras. La primera
diferencia concierne al tiempo. Las metas son más largas en el tiempo que
los objetivos. La segunda diferencia concierne al alcance. Las metas tienen
un alcance más amplio que los objetivos.

Trabajo. La palabra trabajo es muy diferente a un sueño, una meta o un


objetivo. Se lo define como una situación, puesto, lugar, posición,
designación, operación, vocación o carrera. La palabra “trabajo” hace
referencia al trabajo que realiza una persona para ganarse la vida o en
cualquier momento en particular. No se asemeja a las metas y objetivos.
Podés tener un trabajo sin metas. Podés tener metas sin un trabajo.

Tareas. Una tarea es algo más pequeño que un trabajo. La diferencia radica
en el alcance y la duración en el tiempo. Una tarea es algo específico que
tenés que hacer, como por ejemplo: cortar el pasto o editar un párrafo.
Empieza y finaliza dentro de un marco definido de tiempo. Algunas tareas se
repiten, incluso se repiten una y otra vez, pero son de un alcance más
restringido en este sentido. A veces las palabras “trabajo” y “tarea” se usan
indistintamente. Sin embargo, para nuestro propósito, las mantendremos
separadas.

Bueno, hemos examinado los términos empleados para desarrollar nuestro


plan maestro. ¿Cómo las usamos?

Al crear nuestro plan maestro, vamos a hablar de cómo ser muy claros
cuando establecemos las metas. Al diferenciar estas cinco palabras, va a ser
más fácil enfocarnos en lo importante. A esto me refiero:

Sueño. Los planes maestros no se basan en sueños, ya que los sueños, por
definición, son fantasiosos y delirantes. Perseguir un sueño está bien como
pasatiempo para un nene de cuarto grado, pero los adultos con
responsabilidades no tienen tiempo para los sueños; tienen que buscar
metas realísticas y desafiantes. Por lo tanto, desterremos la palabra “sueño”
de nuestro vocabulario. No vamos a perder tiempo persiguiendo sueños.
Estamos en la conquista de metas.

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Meta. Como expliqué en el capítulo anterior, las metas son específicas,
factibles, realistas y tienen un tiempo determinado. El hecho de que sean
realistas no significa que no puedan serpomposaso incluso descabelladas,
pero deben estar dentro de los límites de la razón. Podés decidir que querés
ganar la lotería de un millón de dólares dentro de tres años, pero no hay nada
razonable que puedas hacer para ganar ese millón de dólares, salvo gastar
un millón de dólares en billetes de lotería.

Objetivo. El diccionario que consulté no hacía distinción entre metas y


objetivos, pero me gustaría remarcar una diferencia que nos ayudará con
nuestro plan maestro. Para mí, los objetivos deberían ser más específicos
que las metas y más acotados en el tiempo.

Trabajo. Tu trabajo es lo que estás haciendo ahora. Como dije, no tiene nada
que ver con lo que vas a estar haciendo de acá a un año. Y absolutamente
nada que ver con lo que vas a estar haciendo de acá a siete años. Poner un
plan maestro en acción significa tomar el control de tu futuro. Tener un
trabajo significa que dejás a otra persona a cargo de eso. Por lo tanto, para
los fines que nos atañen, no es algo bueno. Vas a poner la palabra “trabajo”
en el mismo cesto mental en el cual tiramos la palabra “sueño”. No nos es
útil. Es solamente un necesidad temporal. Es algo que vamos a reemplazar
algún día con la palabra “carrera”.

Tarea. Las tareas son trabajos específicos y tienen un tiempo determinado


que forman parte de un proceso más grande. A los fines de la realización de
un plan maestro para tu vida, vamos a distinguir las tareas de las metas y de
los objetivos. Las tareas van a ser más cortas en el tiempo y más específica
que los objetivos.

Cuando hagamos referencia a tu plan maestro, vamos a usar las siguientes


tres palabras:

1. “Metas” para deseos más grandes y a largo plazo.

2. “Objetivos” para deseos más específicos y a mediano plazo.

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3. “Tareas” para cada acción a corto plazo que es necesaria para
alcanzar objetivos a mediano plazo.

Espero que esto no te suene a semántica. Es más que eso. Es una pequeña
caja de herramientas que contiene tres herramientas chicas que podés usar
para mejorar tu vida. Dedicá algo de tiempo hoy pensando acerca de cómo
trabajás actualmente; cómo estableces metas –si lo hacés; y cómo tratás de
alcanzar esas metas anual, mensual, semanal y diariamente.

¿Has pasado tu vida persiguiendo un sueño? ¿Has pasado tu vida


persiguiendo alguna fantasía que nunca hayas tenido la posibilidad de
realizar?

Si tenés metas sólidas y permanentes, ¿las has transformado en algo más


alcanzable y corto en el tiempo? ¿Tenés metas de varios años? ¿O
simplemente establecés propósitos para el año siguiente? Yo tengo
propósitos para el próximo año. Pero la mayoría de ellos son objetivos
anuales que se basan en metas de largo plazo.

¿Anotás tus metas anuales? Si no lo hacés, te voy a dar cierta información


que te convencerá para que lo hagas. Si anotás tus metas anuales, ¿las dividís
también en objetivos mensuales y semanales? Si no lo hacés, te voy a
mostrar por qué deberías.

Y, finalmente, ¿pasás al menos 15 minutos de tu día planeado exactamente


cuáles son las tareas que necesitás realizar? ¿Establecés prioridades y límites
de tiempo? ¿Tenés un método para respetarlos?

Si no lo hacés, no te preocupes. Tenemos todo lo que necesitás para cambiar


tu vida y disfrutar de un nuevo estilo de vida empezando hoy mismo.

ANTES DE ESTABLECER TUS METAS A LARGO PLAZO, DESCUBRÍ TUS


VALORES PRINCIPALES

Antes de dar un paso en la planificación de tu vida, tenés que hacer algo más:
descubrir qué es lo más importante para vos.

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La mayoría de las personas que conocés diariamente no están a gusto con su
trabajo, no están felices con su vida familiar y quieren más dinero. Creen que
si pudieran hacer solo esto o aquello, todo estaría mejor.

Ganar la lotería solucionaría todo. Al menos eso es lo que ellos piensan. Pero
la verdad es otra. A menos que vivas tu vida conforme a tus valores
principales, todo el éxito en el mundo no será suficiente para hacerte feliz.

Entonces, antes de intentar establecer tus metas, tenés que pasar un tiempo
descubriendo tus valores principales. ¿Qué quiero decir por valores
principales? Significan los sentimientos sobre lo bueno y lo malo que están
enterrados en lo profundo de tu corazón.

¿Qué tienen que ver los valores con el establecimiento de metas? Se trata de
asegurar tu felicidad a largo plazo. Si establecés metas que van en contra de
tus valores principales, vas a despertar un día y dirás: “Hice todo lo que
quería, pero ¿de qué me sirve?”.

No querés terminar siendo otra persona muy exitosa pero, en esencia,


miserable, un destino tan común que se ha convertido en un cliché. A
continuación, te mostraré cómo hacer para que eso no suceda.

Empezá imaginándote un funeral. Se está llevando a cabo en un lugar muy


elegante. El cuarto está lleno de amigos y familiares que se han juntado para
hablar de la persona fallecida. Mirás a tu alrededor. Empezás a reconocer
caras. Te preguntás: “¿Quién es la persona que murió?”. Mirás el ataúd. ¡Por
Dios, sos vos!

¿Qué es lo que dice la gente sobre vos en tu funeral?

Imagínate a alguien específico: un padre, un hermano, un vecino, un socio


de negocios e, incluso, un extraño. Tenés que ser específico. Pensá en
personas individuales y reales. Imaginalas diciendo algo muy específico.

No es suficiente que te imagines a tu sobrino diciendo: “Ella era una persona


generosa”. Tenés que imaginar una segunda oración calificativa, tal como:
“Siempre me mandaba regalos de cumpleaños caros”.

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Y sé honesto. No suavices el comentario. Decilo tal como es. Por ejemplo: tu
vecino de al lado podría decir: “Creo que era una persona desconsiderada.
Nunca levantaba el desastre que dejaba su perro cuando hacía caca en mi
jardín”.

La felicidad es ese estado de conciencia que resulta del hecho de alcanzar los
valores de uno”.

-Ayn Rand

Imaginá todo lo que las personas podrían decir sobre vos en tu funeral y,
luego, pensá sobre cómo te hacen sentir sus palabras.

Si no te sentís bien, significa que, en esas relaciones por lo menos, no estás


viviendo tu vida según tus valores principales.

Ahora, por cada comentario negativo que te hayas imaginado, preguntate:


“¿Qué es lo que me gustaría que esa persona diga sobre mí?” La respuesta a
tu pregunta revelará tus valores principales para esa relación en particular.

La meta de este ejercicio es crear una lista de por lo menos doce oraciones.
Cada oración tendrá un comentario que indique qué es importante para vos
en un área en particular de tu vida.

Supongamos que imaginás que alguien dice: “Siempre le costó llegar a fin de
mes”. Este comentario te haría sentir mal, ¿correcto? Entonces, te vas a
imaginar qué te gustaría que esa persona diga sobre vos y puede que digas:
“Luchó bastante por un tiempo y, luego, todo cambió. Se convirtió en una
persona exitosa y murió rico”. Si ese comentario te hace sentir bien, es
razonable decir que generar riqueza es un valor principal para vos. Y lo
escribirías de la siguiente forma: “Creo que tener éxito en términos
económicos es un logro valioso y admirable”.

¿Entendiste?

• Comentario negativo: “Siempre le costó llegar a fin de mes”.

39
• Comentario positivo: “Luchó bastante por un tiempo y, luego, todo
cambió. Se convirtió en una persona exitosa y murió rico”.

• Valor principal: “Creo que tener éxito en términos económicos es


un logro valioso y admirable”.

Te recomiendo que pienses en alrededor de doce comentarios, ya que vas a


querer abordar todas las áreas principales de tu vida:

• Tus valores en el tema salud.

• Tus valores en el tema de la riqueza.

• Tus valores en el tema de la superación personal.

• Tus valores en el tema de la felicidad.

¿Por qué?

Porque tus valores principales deberían determinar tus metas, y tus metas
deben abordar la totalidad de tu vida.

La mayoría de los programas para establecer metas no son integrales. Se


enfocan en una sola cosa. Ganar más dinero. Perder peso. Ser feliz (sea lo sea
que signifique). Establecer metas singulares puede ser efectivo a veces, si
tenés la flexibilidad en tu agenda para enfocarte en ellas. Pero la mayoría de
las personas no la tienen. Y eso crea un problema. Empiezan con entusiasmo
y progresan por un tiempo. Sin embargo, en poco tiempo, la mayoría de las
urgencias de la vida se abren camino. Descuidan los buenos hábitos y vuelven
a los malos. Poco después, abandonan la meta.

Vas a evitar ese problema tan común al considerar el espectro total de tu


vida – no solo tu salud o tu riqueza, sino también tus actividades recreativas,
tus relaciones personales, tus obligaciones sociales, y así sucesivamente.

Esto es lo que deberías hacer:

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1. Tomá un pedazo de papel y dividilo en cuatro casillas.

2. En la parte superior de cada casilla escribí: salud, riqueza,


superación personal y felicidad.

3. En cada casilla, escribí comentarios que te gustaría que hubiesen


dicho sobre vos en tu funeral.

Por ejemplo:

Salud:

• “Era el hombre de 80 años con el mejor estado físico que jamás


haya conocido”.

• “Podía correr una milla en ocho minutos”.

• “Una vez lo vi levantar un auto desde el paragolpes”.

Riqueza:

• “De todas las personas que se recibieron de Riverdale High School


en 1972, ella terminó siendo la más rica”.

• “Tenía un mansión en Laguna Beach”.

• “Donó 4 millones de dólares a una fundación cuando murió”.

Superación personal:

• “Era el mejor jugador de ajedrez que jamás haya conocido”.

• “Era un poeta cuyo trabajo fue publicado”.

• “Sabía más sobre decoración de casas que Martha Stewart”.

Felicidad:

• “Era la mamá más buena del mundo”.

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• “También era una amiga muy generosa”.

• “Era una gran partidaria de la investigación contra el cáncer de


mama”.

Escribí por lo menos dos declaraciones de este estilo en cada una de las
cuatro categorías. El propósito de escribirlas es doble: para fijarlas en tu
mente y para tener algo específico a lo que te puedas remitir más adelante.

Durante los próximos años, te vas a remitir a estos valores muchas veces.
Estos deberían ser una fuente de inspiración constante. Tomalos con
seriedad ya que son el centro de tu plan maestro.

ESTABLECER METAS A SIETE AÑOS Y OBJETIVOS A CORTO PLAZO

Ahora que has aprendido a conocer cuáles son tus valores principales –tus
creencias básicas sobre lo que es bueno y malo en cada área importante de
tu vida –podés transformarlos en metas a largo plazo.

Por metas a largo plazo me refiero a metas a siete años. ¿Por qué siete años?
Porque es un período lo suficientemente largo como para lograr el objetivo,
pero no es un período tan extenso como para sentir que tus metas son
inalcanzables.

He estado escribiendo sobre este número mágico en Seven Years to Seven


Figures (Siete años para alcanzar siete cifras) y, también, en Automatic
Wealth (Riqueza automática).

Siete años es un período común cuando nos referimos al negocio humano.


Los economistas se refieren con frecuencia a cambios macroeconómicos que
suceden en ciclos de siete años. El mismo período se aplica a fluctuaciones
de los negocios, movimientos del mercado de acciones, incluso a los ciclos
naturales y agrícolas.

Podés crear y desarrollar una empresa multimillonaria en un período de siete


años. Podés dominar un idioma en menos de siete años. Podés convertirte
en cinturón negro en casi cualquier arte marcial en siete años. Podés volverte
más saludable. Podés volverte más sabio.

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Siete años es el tiempo máximo que me ha llevado alcanzar mis metas tanto
profesionales como personales, y es el período que pienso que te llevará a
vos.

Entonces, empecemos con siete años. Una vez que hayas alcanzado todo lo
que está en tu lista de siete años, podés empezar otro plan maestro en donde
establezcas otras metas a siete años.

Establecer metas a siete años es fácil. Empezá con los comentarios de tu


funeral. Transformalos en una declaración de valor. Luego, traducí ese valor
en una meta específica que te gustaría alcanzar en siete años.

Por ejemplo:

• Comentario del funeral: “Era una de las personas más inteligentes


que jamás haya conocido”.

• Valor principal: Ser inteligente es una característica valiosa y


admirable.

• Meta a siete años: Entrar a Mensa antes del 1 de enero de 2017.

• Comentario del funeral: “Era la persona más generosa que jamás


haya conocido”.

• Valor principal: La filantropía es un pasatiempo valioso y


admirable.

• Meta a siete años: Haber donado 1 millón de dólares a la fundación


de lucha contra el cáncer para el 15 de junio de 2017.

• Comentario del funeral: “Era la persona más rica de la clase del


secundario”.

• Valor principal: La riqueza monetaria es un logro valioso y


admirable.

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• Meta a siete años: Haber alcanzado un patrimonio de 3,5 millones
de dólares antes del 15 de abril de 2017.

¿Podés ver lo fácil que es?

Solo recordá las reglas que mencioné con anterioridad cuando establezcas
tus metas. Seguir las reglas incrementará ampliamente tus posibilidades de
tener éxito.

Primera regla. Tu meta debería ser lo más específica posible. Seré rico es muy
general. Voy a tener un patrimonio neto de 4 millones de dólares es
específico.

Segunda regla. Tu meta debe ser factible. Ganar la lotería es un sueño.


Ganar una carrera es una meta.

Tercera regla. Tu meta debería ser lograda dentro de un tiempo


determinado. Ya hemos hablado de esto y concordamos en un período de
siete años. Entonces cuando establezcas tus metas hoy hazlas específicas
para que se puedan alcanzar en siete años a partir de hoy. Voy a tener un
patrimonio de 4 millones de dólares es una meta específica pero no tiene un
plazo. Voy a tener un patrimonio de 4 millones de dólares para el 1 de julio
de 2017, es una meta específica y tiene un plazo.

Cuarta regla. Tu meta debería ser realista. Tener un patrimonio de 4 millones


de dólares en siete años es bastante realista. Tener un patrimonio de 4 mil
millones de dólares no lo es.

Esta es la primera parte de tu tarea para hoy. Establecer una meta a siete
años para cada uno de tus valores principales.

Tu plan maestro se basará en estas metas. Pero, para convertir esas metas
en realidad, deben ser traducidas en objetivos anuales, mensuales y
semanales. Estos son los ejemplos que mencioné con anterioridad:

Meta a siete años: Tener un patrimonio de 4 millones de dólares en siete


años.

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Meta del primer año: Reducir la deuda por un valor de 36.000 dólares.

Objetivo anual: Obtener un trabajo de medio tiempo que te permita haber


generado una ganancia neta de 36.000 dólares para fin de año.

Objetivo de la primera semana: Tener mi primera entrevista laboral.

¿Podés ver cómo funciona? Cada objetivo se basa en el anterior. Es


realmente muy simple.

Entonces hacelo ahora. Establecé metas a un año para cada meta a siete
años. Anotalas.

Cuando termines con eso, creá tus objetivos mensuales y cuando termines
con eso, establecé tus objetivos semanales.

Hacelo hoy. Es bastante. Luego, te voy a mostrar cómo elaboro mis hojas de
tareas diarias. Mañana será el primer día que implementes tu plan maestro.

USAR LISTAS DE TAREAS DIARIAS PARA ALCANZAR TU METAS

No siempre planifiqué mis días. De hecho, durante gran parte de mi carrera


no lo hice.

Había escrito metas y me remitía a ellas regularmente. Mis metas me


mantenían en la dirección correcta, pero siempre iba y volvía muy seguido
sin ninguna razón.

Mientras manejaba al trabajo pensaba en mis metas. Eso me ayudaba a


motivarme y, muy seguido, me generaba ideas específicas sobre qué tareas
debía alcanzar ese día. Entraba a la oficina con la intención de completar esas
tareas, pero al final del día, muchas de esas tareas quedaban sin hacer.

¿Qué pasaba? Lo mismo que te podría estar pasando a vos ahora mismo. Te
sentás en el escritorio, y hay una pila de cartas. Agarrás el teléfono y hay 15
mensajes. Prendés la computadora y ves que has recibido 50 nuevos e-

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mails desde la última vez que lo revisaste. Te decís a vos mismo que vas a
hacer las tareas importantes más tarde. Ahora mismo, tenés que “resolver”
todas estas emergencias.

Antes de que te des cuenta, el día terminó y no has hecho nada para alcanzar
tus metas importantes. Hacés un esfuerzo, pero estás cansado. Te decís a vos
mismo que mañana lo vas a hacer mejor.

¿Te suena familiar?

La productividad no es nunca un accidente. Es siempre el resultado de un


compromiso con la excelencia, con un plan inteligente y enfocado al esfuerzo.

-Paul J. Meyer

Si es así, no te sientas mal. Estás en buena compañía. La mayoría de las


personas manejan su trabajo de esa manera, incluso las personas que
establecen metas y las cumplen. A largo plazo, cumplen con todo. Pero, en
el día a día, se sienten constantemente frustrados.

Vos podés ser exitoso sin planificar tus días, pero vas a tener que trabajar
mucho más duro y por más tiempo. ¿El motivo? Cuando no planificás tus
días, terminás trabajando para otras personas, no solamente para vos. Sentís
que antes de trabajar en tus cosas, primero deberías atender sus pedidos.

Es muy fácil Comenzar tu día vaciando tu casilla de correo, tu contestador


automático y la bandeja de entrada. Casi todo lo que te espera cada mañana
no tiene nada que ver con tus metas y aspiraciones. Es trabajo que otras
personas quieren que hagas por ellos.

Si querés ser el capitán de tu alma y el amo de tu futuro, tenés que estar a


cargo de tu tiempo. Y la mejor manera de estar a cargo de tu tiempo es
estructurar tu día alrededor de una lista de tareas que vos y solamente vos
creás.

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Como dije, el simple hecho de escribir mis metas me ayudó a alcanzar mucho.
Pero mi productividad se cuadriplicó cuando empecé a planificar mi agenda
alrededor de una lista de tareas diarias. Si usás el sistema que te voy a
recomendar, te aseguro que obtendrás el mismo progreso.

Durante años, he usado muchos sistemas de organización estándares, pero


nunca me sentí totalmente satisfecho con ninguno de ellos. El sistema que
uso ahora es mío – se basa en lo mejor que saque de otros lugares.

Al empezar el año, diseño mis metas para los próximos doce meses. Me
pregunto: “¿Qué es lo que necesito cumplir en enero, febrero y así, para no
perder mi camino?”. Luego, a principio de cada mes, diseño mis objetivos
semanales. Finalmente, todos los días, diseño una lista específica de tareas
diarias.

Así es como lo hago.

Mi lista personal de tareas diarias

Comienzo cada día el día anterior.

Con esto me refiero a que diseño mi lista de tareas diarias al final de la


jornada laboral del día anterior. Diseño la lista del martes al final de la
jornada laboral del lunes. Diseño la lista del miércoles al final de la jornada
laboral del martes.

Empiezo repasando la lista del día. Me fijo qué tareas llevé a cabo y cuáles,
no. Mi nueva lista —la lista de tareas del día siguiente— comienza con
aquellas tareas incompletas. Luego, reviso mis objetivos semanales para
corroborar si hay otras tareas que quiera agregar. Después, reviso mi casilla
y decido lo que voy a hacer con lo que hay ahí. Puede que deje algunos de
esos ítems para el día siguiente. A la mayoría de ellos los programo para más
tarde, los tiro o se los dejo a otra persona.

En una hoja de cálculos, creo columnas para lo siguiente:

• Tareas que voy a hacer.

47
• Tiempo estimado que me tomará hacer cada una.

• Tiempo real que me lleva completarla.

• Tareas que le voy a delegar a mi asistente.

Casi todos los días, termino diseñando alrededor de veinte tareas de entre
15 minutos y una hora.

Prefiero hacer esto en mi computadora. Podrías hacerlo a mano, en lapicera


o lápiz. El punto es disfrutar el proceso.

Dado que las tareas que llevan mucho tiempo tienden a ser cansadoras, casi
nunca diseño una tarea que me lleve más de una hora. Si tenés una tarea que
te llevará varias horas, dividila en partes y hacela en varios días. Va a ser más
fácil de completar. Además, seguramente vas a lograr un trabajo de mejor
calidad, ya que lo harás con más energía y con más tiempo para revisarlo y
corregirlo mientras seguís.

Un día típico mío incluye dos o tres tareas de una hora, tres o cuatro tareas
de media hora y más o menos una docena de tareas de quince minutos. El
tipo de trabajo que vos hacés puede que sea diferente, pero me gusta ese
equilibrio. Me brinda flexibilidad. Puedo emparejar mi nivel de energía
durante todo el día con mi lista de tareas.

Lo ideal sería que hagas todas las tareas importantes y casi todas las tareas
no tan importantes casi todos los días. Vas a querer lograr mucho para poder
alcanzar tus metas a largo plazo lo más rápido posible. Pero también te
querés sentir bien con vos mismo al final del día.

Te vas a dar cuenta, como yo lo hice, de que cuando empezás a usar este
sistema, vas a entusiasmarte demasiado –al agendar más tareas de las que
probablemente puedas hacer. Entonces, establecé períodos de tiempo
realistas cuando escribís tus tareas, y volvé a chequearlas al final del día e
incluí el tiempo real que te llevó cada una.

48
Cuando finalices una tarea, tachala de la lista. ¡Una meta menos! ¡Ahora, otra
tarea! He estado haciendo esto por años y todavía siento placer.

Diseñar cada lista de tareas diarias debería llevarte menos de 15 minutos. El


secreto está en trabajar teniendo en cuenta tus objetivos semanales –que se
basan en tus metas mensuales y anuales.

Tal vez, este sistema no te sirva, pero te ruego que lo pruebes. Creo que te
va a gustar.

Antes de que tus colegas, competidores y compañeros de trabajo tomen un


sorbo de su primer café, vos ya vas a haber resuelto todo lo que necesitás
hacer para ser más rico, más sabio y más sano. Vas a saber qué hacer, cuáles
son tus prioridades y ya vas a estar pensando en alguna de ellas. No te vas a
tener que preocupar de olvidarte algo importante y vas a tener una fuerte
sensación de energía y emoción y vas a estar seguro de que tu día será
productivo.

CÓMO LOGRAR UN PROGRESO MEDIBLE EN LAS METAS MÁS


DESCUIDADAS

Cómo ya te has dado cuenta, para planificar tu nueva vida, debés comenzar
con aquellas metas a largo plazo que concuerdan con tus valores principales.
Desde ese punto, debés establecer tus metas anuales y objetivos mensuales.
En base a ellos, crearás objetivos semanales y listas de tareas diarias. Hacer
todo eso será de gran ayuda. Pero, si realmente querés cambiar tu vida, tenés
que aprender a establecer prioridades.

No administres tiempo sino prioridades.

-Denis Waitley

No siempre supe cómo priorizar. Casi toda mi vida profesional, dependía del
hecho de establecer metas y de las listas de tareas y estaba feliz con los
resultados. Sin embargo, cuando cumplí 50 años y empecé a escribir el
newsletter Early to Rise, empecé a leer sobre cómo otros líderes de

49
negocios alcanzaron sus metas. Fue así como descubrí cuán diferente puede
ser si establecemos prioridades.

La lección más importante que aprendí la leí en The Seven Habits of Highly
Effective People(Los siete hábitos de personas altamente efectivas) de
Stephen Covey. En ese libro, Covey describe una técnica para priorizar las
cosas que me impresionó mucho y enseguida pasó a ser una parte central de
mi proceso de planificación.

Según Covey, hay que dividir las tareas en cuatro categorías:

• Tareas sin importancia ni urgencia.

• Tareas sin importancia pero urgentes.

• Tareas importantes y urgentes

• Tareas importantes pero sin urgencia.

En la primera categoría, deberías incluir cosas tales como:

• Ponerse al día con los chismes de la oficina.

• Comprar por Internet artículos personales.

• Devolver llamadas que no son importantes.

• Responder e-mails que no son importantes.

En la segunda categoría, deberías incluir cosas tales como:

• Devolver llamadas telefónicas de vendedores molestos.

• Terminar con los preparativos de último momento para la fiesta de


la oficina.

• Participar de una reunión necesaria pero que no ayuda a tu carrera.

• Planificar una reunión que no es importante.

50
En la tercera categoría, deberías incluir cosas tales como:

• Terminar con los preparativos de último momento para una


reunión importante con tu jefe.

• Hacer llamadas de último momento a clientes claves.

• Resolver problemas inesperados.

Y, finalmente, en la cuarta categoría, deberías incluir cosas tales como:

• Aprender a escribir mejor.

• Aprender a hablar mejor.

• Aprender a pensar mejor.

• Trabajar en tu novela.

• Bajar de peso hasta alcanzar uno saludable.

Cuando dividís las tareas en estas cuatro categorías, es más fácil darte cuenta
de que no deberías darles ninguna prioridad a las tareas “sin importancia ni
urgencia”. De hecho, estas tareas no deberían hacerse en lo absoluto. Son
una pérdida de tiempo. Sin embargo, muchas personas le dedican mucho
tiempo ya que tienden a ser fáciles y a veces son del tipo de tareas que se
disfrutan y no requieren un desgaste mental. O tienen miedo a trabajar en
las tareas importantes porque le temen al fracaso.

Lo que es aún peor que dedicarle tiempo a tareas que no son importantes ni
urgentes es dedicarle tiempo a aquellas que no son importantes pero
urgentes. Se deberían haber resuelto mucho antes de que lleguen a la etapa
de crisis.

Si te das cuenta de que le estás dedicando mucho tiempo a tareas que no


son importantes, tenés un serio problema. A menos que cambies tus hábitos,
es poco probable que alcances alguna de tus metas importantes.

51
Entonces ¿cuáles son las tareas que deberías priorizar?

En Seven Habits, Covey escribe que la mayoría de las personas piensan que
deberían priorizar las tareas importantes y urgentes. Pero eso es un error.
Covey dice que: “Es como una potente rompiente”. “Viene un gran problema
y te tira al piso y quedas aniquilado. Luchas por levantarte para enfrenar otro
problema que aparece y te noquea y te tira al piso”. Estás “siendo
literalmente golpeado por problemas todos los días”.

Todas las tareas urgentes, tanto las importantes como las que no lo son, son
problemáticas. Son urgentes porque has descuidado algo o porque son
importantes para otras personas, como para tu jefe. En cualquier caso,
necesitás encontrar la forma de mantener a la mayoría de esos problemas
fuera de tu lista de tareas. Esto significa que vas a tener que cambiar algunos
hábitos de trabajo –usualmente resulta de ser más eficiente y de delegar más
tareas a otras personas.

Las tareas urgentes te van a agotar y te convertirán en un adicto infeliz al


trabajo. Si querés una transformación en tu vida, vas a tener que priorizar las
tareas importantes pero no urgentes ya que son las que te van a ayudar a
alcanzar tus metas más importantes y de largo plazo.

No es fácil.

Las tareas importantes pero no urgentes susurran, mientras que las tareas
urgentes gritan. Pero existe una forma de hacer que las cosas críticas pero
silenciosas se lleven a cabo en cuatro simples pasos:

Paso 1. Cuando planificás tus días, dividí tus tareas en las cuatros categorías
mencionadas por Covey: Sin importancia ni urgencia, sin importancia pero
urgentes, importantes y urgentes e importantes pero sin urgencia.

Paso 2. Vas a tener que, por supuesto, hacer todas las tareas urgentes –por
lo menos hasta que mejores en el manejo de tu agenda. Además, vas a tener
que encontrar la forma de eliminar las tareas que no son importantes ni
urgentes. Aun así, asegurate de incluir una tarea importante que no sea

52
urgente que, una vez que la hayas completado, te acerque a una de tus metas
a largo plazo.

Paso 3. Resaltá en tu lista aquella tarea que es importante pero no urgente.


Que sea la prioridad número uno de tu día.

Paso 4. Hacé primero esa tarea antes que ninguna otra cosa.

Al principio, te va a resultar difícil cumplir con una tarea que sea importante
pero no urgente. Hay razones para ello.

• Como no es urgente, pensás que no es importante. Pero lo es.

• Como es una tarea que conduce a una meta que has pospuesto,
estás acostumbrado a hacerla a un lado.

• Estás acostumbrado a hacerla a un lado porque pensás que no es


importante y porque podés tener miedo a hacerla.

• Podés tener miedo a hacer la tarea porque sabés, en lo más


profundo, que va a cambiar tu vida. Y el cambio, aunque sea bueno,
da miedo.

Pero una vez que empieces a utilizar la técnica de cuatro pasos, vas a notar
algo enseguida.

Lo primero que vas a notar es lo bien que te sentís. Lograr algo que has
estado posponiendo es energizante. Borrará algunas dudas que tenés sobre
vos mismo –dudas causadas por pasar años “sin alcanzar” tus metas a largo
plazo.

La energía y la confianza adicionales crecerán y te alimentarán durante el día.


Esto te ayudará a alcanzar otras tareas importantes pero no urgentes.

Con el paso de los días, te vas a dar cuenta de que estás logrando un progreso
medible en las metas descuidadas. En unas pocas semanas, te sorprenderá
lo mucho que has hecho. Y en 52 semanas –en un corto año a partir de hoy-
vas a ser una nueva persona y mucho más productiva.

53
Ese año igualmente va a transcurrir. Vas a pasar el tiempo de alguna forma.
¿Por qué no hacerlo tomando el mando de tu agenda? ¿Por qué no gastar
ese tiempo en vos –en lo que es realmente importante para vos?

SEGUIMIENTO DEL ÉXITO: POR QUÉ DEBERÍAS LLEVAR UN REGISTRO

Podría parecer un pasatiempo egocéntrico, pero llevar un registro es en


realidad una excelente herramienta para establecer metas. Te puede ayudar
a descubrir la dirección de tu vida y guiarte en el sentido que querés ir.

Un registro que uses con ese fin –registrar, revisar y comprometerte


nuevamente con tus metas‒ se convierte en el registro de tus éxitos,
observaciones, logros, habilidades para resolver problemas e ideas mejores
que puedas volver a mirar una y otra vez. Pero también podés incluir temas
menos importantes.

En mis primeros años, llevaba registros de forma esporádica, generalmente,


cuando viajaba o estaba involucrado en algún proyecto interesante. Llevé un
registro por dos años cuando viví en África en donde enseñaba inglés y
filosofía en la Universidad de Chad. Mantuve un registro durante las dos
oportunidades que estuve de vacaciones, una de ellas cuando estuve en la
campiña francesa y la segunda cuando estuve en Roma.

Sin embargo, cuando empecé a escribir Early to Rise, comencé a llevar un


registro diario y lo he hecho desde entonces sin parar.

Antes de padecer artritis en mis dedos pulgares, escribía en un libro con una
lapicera de tinta. Ahora lo escribo en la computadora. Me gustaba la
sensación de escribirmis propias palabras. Además, dibujaba ilustraciones,
satisfaciendo así mis fantasías artísticas. Ahora no lo puedo hacer, pero
puedo insertar ilustraciones de Internet.

Escribo en el registro diario cuando comienza mi día. Como escritor, me


enfrento con la misma página/pantalla en blanco que todos los escritores

54
enfrentan cada mañana. En vez de esperar el típico momento de inspiración,
miro lo que escribí el día anterior en el registro diario, lo leo y me sirve como
plataforma para escribir lo que tengo que hacer ese día.

Lo primero que hago es un relato obsesivo compulsivo de las horas que han
pasado desde las anotaciones en el registro del día anterior: qué comí, qué
ejercicio hice, en qué trabajé y así sucesivamente. El registro no está para
que lo lea cualquiera (me daría mucha vergüenza si alguien lo hiciese). Sirve
para acelerar mi mente perezosa y ejercitar mis dedos. Estoy cinco minutos
haciendo esto, lo cual, generalmente, es suficiente.

Luego, edito algo de lo que escribí el día anterior. A menudo, es un poema o


un cuento corto, pero, a veces es un ensayo para el ETR. Esto requiere un
poco más de agudeza mental. Luego de estar haciendo eso por treinta
minutos, puedo sentir que el motor de creatividad está listo para poner
tercera.

Lo siguiente que hago es empezar con la redacción real. Ficción o no ficción,


esta es la parte más importante de la redacción que hago en el día.

Mi registro diario es el lugar en donde hago un seguimiento del estado de mi


salud: peso, nivel de azúcar en sangre, turnos médicos y resultados. Además,
es el lugar en donde registro el progreso de mis otras metas laborales y
personales.

Antes redactaba mis metas, objetivos y listas de tareas diarias por separado
en una libreta. El año pasado, empecé a incluir los objetivos semanales y las
tareas diarias, y esto me ha ayudado mucho.

Mi hermana, que es directora artística de teatro y cine, nos manda a todos


sus familiares e-mails con copia de su registro diario cuando está en el set.
Las copias están llenas de fotos y comentarios sobre su vida poco usual.
Nunca usé mi registro como una herramienta de comunicación pero puedo
ver cómo sería al ver como ella lo usa.

Para mí, un registro diario debería ser como tu casa, debería estar llena de
cosas interesantes que reflejen la persona que sos. Odio las casas que están

55
diseñadas por decoradores profesionales. Caminás por las casas y todas se
parecen. Sabés quiénes son los dueños pero no podés darte cuenta de sus
personalidades.

Llevar un registro diario puede ayudarte a cambiar tu vida. Como ya


mencioné, puede ayudarte a trabajar mejor, a alcanzar tus metas, a
comunicarte con tus amigos y familiares y a mantener en movimiento tu día
de trabajo. Y es una gran manera de dejar un registro de la persona que eras
y lo que hiciste durante tu viaje por la vida.

Si ya llevás un registro diario o estás pensando en tener uno, a continuación,


describo tres formas para que sirva.

Tres formas poderosas de beneficiarte con tu registro diario.

1. Hacer un seguimiento de tus metas. Cada mes, consulto la lista de mis


metas anuales y objetivos mensuales y diseño la lista de objetivos semanales.
Y como ya mencioné, reviso mis objetivos semanales al final de cada día para
diseñar mi lista de tareas diarias para el siguiente día. Anoto en una libreta
tanto mis metas anuales como mis objetivos mensuales –un recuerdo de mis
días como escritor. Aun así, anoto mis objetivos semanales y tareas diarias
directamente en mi registro diario que está en mi computadora.

Resalto con amarillo las tareas diarias que priorizo e intento alcanzarlas
temprano en el día. Y mientras voy completando cada tarea, cambio su color
de rojo a negro en la pantalla (que es lo mismo que tacharlas). Esta es una
técnica que te recomiendo. El punto es que tengas un pequeño premio
psicológico por haber completado tu trabajo.

Al final de cada día, me fijo qué tareas he completado y qué tareas, no.
También me fijo en el tiempo que me llevó completar cada tarea. Esto me
ayuda a mejorar cuando tengo que calcular el tiempo de compromisos
futuros.

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El uso del registro diario para establecer metas se ha convertido en la parte
más productiva. Probablemente, no sea siempre la más divertida, pero es
clave para el éxito de mis planes a largo plazo.

2. Ser creativo y mantener actualizada la redacción. Escribir en tu registro


diario todas las mañanas mantiene activa tu creatividad. Podés anotar ideas
para nuevos productos o servicios, confeccionar memos para tu equipo o
cartas para tus colegas, anotar ideas para escribir un libro.

3. Recordá cosas que aprendiste, libros que leíste y observaciones que


hiciste. Todos tenemos muy buenas ideas de vez en cuando, pero ¿qué es lo
que hacemos con esas ideas? Las anotamos en pedazos de papel y luego los
perdemos, ¿no? Ahora, cada vez que tengo una buena idea, la anoto en mi
registro diario y pongo “NPM” (nota para mí) al lado y la resalto con amarillo.
Es más fácil divisar las anotaciones resaltadas, entonces puedo asegurarme
de no olvidarme de incluirlas en mi lista de metas (como muchas de las
buenas ideas que olvidaba antes de que mantuviera un registro diario).

También registro datos y números interesantes que saco cuando leo. (Me
pongo como objetivo encontrar al menos un dato o idea útil en cada diario,
revista o libro de negocios que leo). También uso mi registro diario para
anotar recomendaciones que leo o escucho: un nuevo vino, un nuevo libro,
un cd nuevo de mi cantante favorito, un nuevo restaurante, un lugar exótico
que quiera visitar.

Es impresionante lo mucho que uno puede acumular una vez que adquirís el
hábito de anotar cosas que te interesan en tu registro diario y de resaltarlas
para uso futuro.

Entonces, tener un registro diario tiene tres beneficios importantes –pero


hay muchos más. El diario también puede ser un lugar en donde podés:

• Registrar fragmentos de conversaciones que luego podés usar


cuando escribas tu próxima o nueva novela o guion.

57
• Diseñar una lista de las razones por las cuales merecés un aumento
de sueldo (o las razones por las cuales no deberían incluirte en los
próximos despidos en tu empresa).
• Identificar todos tus bienes y sus ubicaciones para que tu
marido/mujer o tus hijos puedan acceder a ellos en caso de
emergencia.
• Registrar tus buenos actos y las bendiciones que has recibido.

Redactar en el registro diario lleva alrededor de 5-30 minutos por día –vale
mucho la pena si tenés en cuenta el resultado: te ayudará a diseñar mejores
planes y a alcanzar más cosas.

Y cuando seas más viejo, el registro diario tendrá una ventaja inesperada:
horas y horas de diversión, rememorando tu vida productiva, rica y
gratificante.

58
Parte tres
TU VIDA PRÓSPERA DÍA A DÍA

CÓMO CONVERTIRSE EN UN MADRUGADOR

Cuando entré a las oficinas de Londres del cliente más grande que asesoro a
las 7:25 h de la mañana ese primer día, pensé que el lugar iba a estar desierto.
Me sorprendí cuando vi que las luces ya estaban encendidas y cuando llegué
a mi oficina provisoria, vi que Ben, Nick, Gary y Woody ya estaban
trabajando.
“¡Buen día!”, dije, sintiendo como si me hubiera encontrado con integrantes
nuevos de mi fraternidad secreta. “¡Qué temprano llegaron chicos!”.
“Al que madruga Dios lo ayuda”, dijo Nick.
Me dirigí a mi oficina con una sonrisa. Estos cuatro madrugadores eran la
mitad de mi equipo creativo. El hecho de que hubieran llegado más de 90
minutos antes de las 9 h me impresionó. Su buen humor me impresionó aún
más.
“Hubiera grabado en las cortinas de tu cama y en las paredes de tu recámara:
“Si no madrugas no podrás progresar en nada”.
─William Pitt
“Voy a poder lograr algo acá”, pensé.
Ya sabemos lo que dicen los estudios: las personas que madrugan son más
felices, más saludables y más productivas en sus trabajos. Se mantienen en
forma, ganan más dinero e dicen estar más satisfechas con sus vidas.

59
Muchas de las personas con las que he hablado dicen que les parece sensato
este razonamiento de que madrugar es algo bueno. Sin embargo, no pueden
reunir ni la energía física ni la emocional para realmente hacerlo.
Me dicen que son gente “nocturna”, que tienen más energía a la medianoche
que a las 9 de la mañana. De hecho, dicen que se irían a dormir a la
madrugada y se levantarían al mediodía si sus trabajos/esposas lo
permitieran.
Existen pruebas científicas que sugieren que esto podría ser verdad. Se ha
investigado mucho acerca de los patrones de sueño en los últimos años, y es
evidente que para muchas personas (más o menos el 15%, según lo que leí),
es más normal “acostarse tarde y levantarse tarde”.
Pero que te cueste más levantarte temprano no quiere decir que no deberías
intentarlo. Los beneficios son muchos y muy buenos como para pasarlos por
alto:
• Lograrás realizar más trabajo.
• Lograrás cumplir con más tareas importantes.
• Harás que tu carrera progrese más rápido.
• Te respetarán más en tu trabajo.
• Ganarás más dinero.
• Tendrás más tiempo para ejercitarte.
• Mejorarás tu salud.
• Serás más feliz.

Si querés convertirte en un madrugador pero te cuesta convencer a tu


cuerpo de que coopere, seguí el siguiente plan que consta doce pasos:
Paso 1: Dejá de culparte a vos mismo. Es posible que no sea una falta de
fuerza de voluntad lo que te lleva a querer dormir hasta el mediodía. Es
posible que sea una combinación de genes, azúcar en sangre, hormonas… y

60
malos hábitos. Pero, dejando de lado tus genes, todas esas son cosas que
podés controlar.
Paso 2: Tomá melatonina, no químicos a la noche. Para levantarte
temprano, tenés que irte a dormir temprano. Si te cuesta dormirte, probá
tomar un sumplemento de melatonina en vez de pastillas para dormir. Mi
médico personal, el Dr. Al Sears, llama a esta hormona que el organismo
produce en respuesta a la oscuridad, “regulador del sueño de la naturaleza”.
Paso 3: Dormí en la oscuridad. Cuanto más oscuro esté, más melatonina
liberará de manera natural tu cuerpo. En consecuencia, tratá de que tu
cuarto esté lo más oscuro posible. Colocá cortinas blackouts y abrilas ni bien
apagues el despertador.
Paso 4: Respirá mucho aire puro. El aire puro es bueno para dormir y para
levantarte. Si dormís con las ventanas cerradas, salí y respirá aire fresco
apenas te levantes a la mañana.
Paso 5: No comas antes de ir a dormir. Deberías cenar o comer tu último
aperitivo tres horas antes de irte a dormir. Dormirás y te sentirás mucho
mejor a la mañana.
Paso 6: No programes el despertador en función dormitar. Según el Centro
de Trastornos del Sueño del Hospital de Niños de Filadelfia, cuesta menos
levantarse cuando el despertador suena por primera vez que levantarse,
volverse a dormir nuevamente y luego despertarse otra vez.
Paso 7: Colocá flores en tu cuarto. Investigadores de Harvard han informado
que “las personas que no son mañaneras” dicen haberse sentido más felices
y más energéticas cuando había flores frescas en sus cuartos.
Paso 8: Pintá tus paredes de colores vivos. Algunos estudios han indicado
que los colores vivos activan las células de la energía. Por ende, pintá las
paredes de tu cuarto de algún color vivo y alegre que te despierte.

61
Paso 9: Elongá. 15 minutos de elongación al sol te ayudarán a deshacerte de
cualquier contractura que puedas haber desarrollado durante la noche. La
elongación de las clases de yoga, en especial, hace muy bien.
Paso 10: Hacé ejercicio. Además de elongar, hacé ejercicio. En mi caso,
después de elongar alterno entre ejercicios calisténicos (flexiones de brazos,
sentadillas y otros ejercicios hindúes) y una rutina PACE, una rutina de
aceleración cardiopulmonar progresiva, en general corro o subo escaleras.
Paso 11: Empezar el día con una sonrisa. Antes de lavarte la cara, sonreí 25
veces. Parate frente al espejo y sonreí de la forma más alegre que puedas…
25 veces. El acto físico de sonreír produce endorfinas que te dan energía y
empuje.
Paso 12: Levantate un minuto antes cada día: No fue sino hasta que llegué
a los 30 que me di cuenta del valor de levantarse temprano. Me estaba
ganando el pan como dicen, estaba dominando el arte de ganar dinero. Aún
así, levantarme todos los días a las 8:30 no me dejaba tiempo para lograr
otras metas. Entonces, empecé a poner el despertador un minuto más
temprano cada día.
Pronto me empecé a levantar a las 8 de la mañana… luego a las 7:30…luego
a las 6:30…y, al final, llegué a un punto en mi carrera en el cual comencé a
levantarme a las 5:30. (Hoy en día, me levanto un poco más tarde, en general,
a las 6 o 6:30 de la mañana).
Levantarse temprano me ha dado el tiempo para escribir ficción, estudiar
español, estar en forma y pasar más tiempo con mi familia y muchas otras
cosas más. Quién sabe la cantidad de cosas que podés lograr volviéndote un
madrugador.

62
UNA RUTINA PARA REALIZAR A LA MAÑANA TEMPRANO QUE CAMBIARÁ
TU VIDA
En lo que hace a la productividad personal, todos tenemos la posibilidad de
tener buenos y malos días.
Los buenos días son aquellos que te dejan una buena sensación, ya que has
cumplido con la mayoría de tus tareas. Los malos días son aquellos que te
dejan una mala sensación, ya que no has podido avanzar en tus metas más
importantes.
Si querés tener una vida mejor, tenés que llenarla de buenos días, y la mejor
forma de hacer eso es organizando tu día según tus prioridades personales,
haciendo las cosas más importantes primero.
Es fácil lograr eso. Aun así, la mayoría de las personas no lo logran. El ocho
por ciento de las personas que conozco, y estoy incluyendo a todas las
personas inteligente y trabajadoras con las que trabajo, hacen exactamente
lo contrario.
Estas personas organizan sus días en base a urgencias y emergencias. Se
ocupan de temas de último momento sobre los que deberían haberse
ocupado antes o realizan tareas que ayudan a que otras personas alcancen
sus metas dejando de lado las propias.
Primero lo primero. Es una disciplina simple, pero su fuerza transformadora
es inmensa. Puede cambiar tu vida de un día para el otro literalmente
hablando.
De hecho, esta disciplina cambió mi vida varias veces.
He usado esta técnica extraordinaria para escribir docenas de libros, producir
un disco y escribir y dirigir un largometraje. La usé otra vez el año pasado
para escribir 350 poemas, uno por día, desde el 15 de enero y la estoy usando
este año para lograr publicar ese libro de poemas y escribir

63
otros seis libros (cinco libros sobre negocios bajo el seudónimo Michael
Masterson y una novela con mi pie de autor personal).
Es la mejor técnica que conozco para cambiar y la forma más fácil y rápida
de que tu vida dé un vuelco si no estás feliz con ella.
Primero lo primero. ¿Eso es lo que hacés?
A continuación te detallo lo que yo hago:

• Me levanto temprano, como máximo a las 6:30 de la mañana.


• Me voy a trabajar temprano, nunca después de las 7:30 de la
mañana.
• Paso la primera hora realizando una tarea que me permite avanzar
con mi meta más importante.
• Si estoy trabajando bien, paso la siguiente hora haciendo lo mismo.
De lo contrario, empiezo con otra tarea que me permita avanzar con
mi segundameta más importante.
• Paso la tercera hora en orden de prioridad.
• Solo luego de cuatro horas de hacer el trabajo más importante me
permito empezar con el trabajo menos importante y las urgencias de
otras personas.

Para el momento que la mayoría de las personas empieza a aparecer en la


oficina, entre las 8:30 y las 9:00, yo ya he trabajado por lo menos una hora y,
a veces, dos para alcanzar mis metas más importantes. Metas que
corresponden a mis valores principales. Metas que harán que mi vida mejore
enormemente.
¡Así se empieza un muy buen día!
Hago esto cinco días a la semana y los fines de semana, dedico por lo menos
dos horas más cada día a mi prioridad principal. En un año, esto alcanza un
promedio de 600 horas. Puede que no suene mucho, pero lo es.
Seiscientas horas son quince semanas de 40 horas de trabajo. ¡Son casi
cuatro meses de trabajo! Pensalo.

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A continuación, detallo lo que he logrado hasta ahora en 600 horas:
• Aprendí a hablar otro idioma con nivel medio.
• Me he convertido en un bailarín de salón bastante habilidoso, con
un buen dominio del swing, del foxtrot, de la salsa y del disco.
• Logré convertirme en cinturón azul de jiujitsu brasilero o cinturón
negro o marrón en muchas otras artes marciales.
• Desarrollé una buena voz para cantar y me siento cómodo
cantando en fiestas.
• Escribí cinco libros de 60.000 palabras sobre un tema que ya
conocés.
• Escribí y edité dos novelas y 350 poemas.
• Escribí, dirigí y edité una película de 30 minutos.
• Comencé, paralelamente, una empresa de millones de dólares.

¿Algo de esto te sonó interesante?


Nada debería sorprenderte. Todo esto es buen sentido común.
Pero una cosa es reconocer una buena técnica y otra, aprender a usarla. La
mayoría de las personas que lean esto van a pensar por adentro: “Debería
hacer eso. Debería levantarme temprano y dedicar tiempo a cumplir mi
sueño”. Lo pensarán, pero no lo harán. Es posible que comiencen a llegar más
temprano a la oficina, pero cuando lo hagan, probablemente prenderán la
computadora y leerán sus emails.
Podés cambiar tu vida si te permitís experimentar la ventaja natural e
imbatible de hacer tu trabajo más importante cuando tu cuerpo está fresco
y fuerte.
Levantate temprano. Andá a trabajar temprano. Hacé las cosas importantes
pero sin urgencia primero.

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¡TU DÍA PERFECTO! COMO DISTRIBUIR TUS HORAS PARA LOGRAR LA
MAYOR PRODUCTIVIDAD
Todos tenemos el mismo número de horas cada día para cumplir con
nuestras metas. Nadie, ni los ricos ni los famosos, tienen más de 24 horas.
La manera en que usamos esas horas determina nuestro éxito.
En este momento, me gustaría hablar sobre las dos preguntas más comunes
acerca de cómo distribuir el tiempo para lograr la mayor productividad:

• ¿Cuántas horas, en total, debería trabajar?


• ¿Qué tipo de actividades debería realizar en esas horas?

Estoy interesado, en especial, en el número de horas que se deberían dedicar


a planear y a preparar y las horas que se deberían dedicar a actuar.
Nunca me gustó pasar mucho tiempo preparándome para hacer un trabajo.
Me gusta empezar de manera inmediata. No me gusta sentarme a investigar
la tarea y a evaluar problemas potenciales para luego encontrar la mejor
forma de abordarla.
Más aún cuando estoy inspirado. Impulsado por alguna visión de lo que
podría ser, me siento obligado como un maníaco a hacer realidad esa visión
de la forma más rápida posible. La gente que trabaja conmigo algunas veces
se estresa a causa de mi entusiasmo por avanzar.
Creo que mi impulso a actuar ha sido una causa importante de mi éxito como
empresario. Sin embargo, al comienzo de mi carrera, mi negación a planificar
y preparar fue una gran pérdida de mi tiempo y del de los que trabajaban
conmigo.
No te puedo contar la cantidad de proyectos de construcción y planes de
comercialización que he tirado a la basura y he comenzado devuelta.

66
A medida que el tiempo pasaba, comencé, a regañadientes, a aceptar la
necesidad de prepararme. Todavía tengo la necesidad de avanzar con un
proyecto de manera inmediata, pero me he entrenado para tomarme el
tiempo para evaluar la situación y planificar.
El equilibrio entre la planificación, la preparación y la acción que encontré se
vio reflejado de manera perfecta en el título de un libro sobre la capacidad
empresarial que publiqué en 2008: Ready, Fire, Aim.
La idea, en pocas palabras, es la siguiente:
• Actuar es lo más importante. Las carreras y los proyectos fracasan
mucho más seguido por la reticencia a actuar que por actuar
demasiado pronto.
• Aun así, planear y prepararse un poco es útil.
• Hacelo más o menos bien no bien puedas y luego empezá. Podés
trabajar en los inconvenientes después.

Por ende, Ready Fire, Aim (Me preparo, disparo y apunto).

Esa es una buena guía general para saber cómo organizar tu tiempo. Aun así,
no te dice cuánto tiempo deberías destinar a prepararte.

Hace unos meses atrás, le pregunté a más de una docena de empresarios


exitosos cómo preparaban y planeaban lo que hacían cada día. También
sentía curiosidad de saber cuántas horas trabajaban.

A continuación, los resultados de mi pequeña encuesta:

El setenta y seis por ciento dijo que trabajaba más de ocho horas al día. El
rango era amplio, entre 4 y 12 horas. Sin embargo, el promedio era 9,3.

La mayoría consideró que la “planificación” era una parte vital de su día. De


hecho, como grupo, pasaban, en promedio, una hora haciendo sólo eso. Sin

67
embargo, todos ellos dijeron sentir que “actuar” era la parte más importante.

Casi todos dijeron que su día laboral comenzaba temprano, antes de las 9 de
la mañana, y cerca de la mitad dijo que empezaba a las 8 de la mañana o
antes.

Muchos comenzaban a trabajar antes de llegar a la oficina leyendo correos


electrónicos o recaudando información de los diarios o de publicaciones por
Internet.

No muchos, más o menos un 20 %, dijo llevarse trabajo a la casa a la noche,


pero la mayoría trabaja por lo menos algunas horas los fines de semana.

Muchos se esforzaron en decir que “su familia era su prioridad luego del
trabajo” y que “pasaban tiempo con sus hijos durante la comida o a la hora
de ir a dormir”. No pude evitar sospechar de estas respuestas. Nunca les
pregunté si tenían abandonada a su familia, pero parecía que querían
asegurarme que no lo hacían. Tal vez se sentían un poco culpables.

Me pareció que sería interesante comparar los resultados de mi encuesta


con mis costumbres, así también como con los hábitos de trabajo de Ben
Franklin (la fuente de inspiración deEarly to Rise) y de Donald Trump, el
empresario más conocido de los Estados Unidos.

En mi caso, un día típico se desarrolla de la siguiente forma:

Parte uno: A la mañana temprano

6:30 Levantarme, sonreír, pensar en positivo. Vestirme. Correr,


caminar, elongar y meditar en la playa.

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La primera cosa que hago a la mañana es correr, elongar y meditar.
Es lo mejor que puedo hacer (además de alimentarme bien) para
asegurarme una vida larga y feliz.

7:00 Bañarme. Vestirme. Tomar un desayuno rico en proteínas


mientras leo el diario.

7:30 En la oficina de casa, paso unos minutos escribiendo en mi


registro diario. Leo poesía, libros sobre filosofía, entre otras cosas, para
encontrar buenas ideas.

8:00 Escribo/edito poesía o ficción.

9:00 Escribo/edito algún libro que no es de ficción.

Escribo un ensayo para Early to Rise.

Dedico entre tres y cuatro horas a escribir, lo cual es una de mis


prioridades más importantes. Más o menos la mitad del tiempo que paso
escribiendo la dedico a la literatura creativa. Esto refleja un equilibrio que
se corresponde con mis metas actuales.

Parte dos: Al mediodía

11:00 Voy a la oficina y me tomo un batido de proteínas mientras


reviso mi agenda del día.

11:15 Me ocupo de algún asunto importante.

11:45 Me reúno con mi asistente y le doy tareas.

12:00 Voy a jiujitsu en el centro que se encuentra al lado. Me baño


y me cambio.

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El jiujitsu es un pasatiempo para mí. Me fortalece, expande mi
mente, me equilibra y me tonifica.

1:00 Almuerzo algo sano.

1:30 Me ocupo de los negocios (¡Acción!), mediante reuniones o


llamadas telefónicas.

Siempre tengo mis reuniones después de ejercitarme al mediodía.


(He acostumbrado a la gente que trabaja conmigo para que no me
interrumpan en la mañana). Más o menos a la 1:30, mi día cambia de
manera drástica, de una agenda dedicada a mis objetivos principales a
una dedicada a las necesidades de los demás. La mayoría de las
reuniones programadas para la tarde, por ejemplo, son para complacer
los deseos de otros. Pueden verme todos los días, pero solo luego de
que me haya ocupado de mis prioridades principales.

4:00 Dos reuniones de 15 minutos.


4:30 Devuelvo llamadas telefónicas.

Devuelvo llamadas durante las últimas horas de la tarde. No son


una prioridad para mí. Así de simple.

5:00 Termino con mis tareas más importantes. Escribo dos informes
para el ETR y en un blog.

Por la tarde, si tengo media hora libre la dedico a alguna tarea


importante pero sin urgencia… como escribir cosas que no tienen una
fecha límite.

Reviso y respondo correos electrónicos.

5:30 Mi penúltima tarea del día es revisar y responder correos


electrónicos. Antes lo hacía dos veces al día. Ahora, solo una vez.

70
6:00 Termino todas mis tareas que tienen mucha prioridad y
planifico el día siguiente. Esta es la última tarea de mi día laboral.

Parte tres: En las últimas horas de la tarde

6:30 Hago ejercicio o me relajo.

Como me siento bien por haber cumplido con la mayoría de mis


prioridades, generalmente me recompenso con un batido rico en
proteínas o me voy a un negocio de cigarrillos a dos cuadras de la
oficina en donde escribo un poco más mientras me tomo un café
expresso y me fumo un cigarrillo nicaragüense.

Parte cuatro: A la noche

7:30 Vuelvo a casa y disfruto de una copa de vino mientras hago un


crucigrama en el porche.

8:00 Comida y conversación con mi esposa.


9:00 Algún entretenimiento que no requiera pensar.
10:00 Lectura en la cama.
11:30 Apago las luces.

Si sumo todo tenemos el siguiente desglose de 24 horas:


• 7 horas de sueño
• 4 horas de planificación, preparación y lectura.
• 8 horas de acción
• 5 horas de relajación, recreación y sociabilización.

¿Qué tiene de similar esta agenda a la de Ben Franklin?


Así la describió él en su autobiografía:

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4:00 Se levanta, se baña y toma el desayuno.
5:00 (No dice).
8:00 Trabaja.
12:00 Lee mientras almuerza.
2:00 Trabaja.
6:00 Piensa en las cosas buenas que ha hecho durante el día.
6:30 Se relaja y realiza alguna actividad recreativa.
9:00 Se va a dormir.

Dado que Ben dejó tres horas de la mañana sin especificar qué hace, es
difícil estimar sus bloques horarios con precisión. Pero si suponemos que
esas horas se dividieron en partes iguales entre ocio (era partidario de él),
lectura y trabajo, su desglose de 24 horas luciría así:

• 7 horas de sueño.
• 3,5 horas de planificación, preparación y lectura.
• 9 horas de acción.
• 3,5 horas de relajación y recreación.

Es notablemente parecida a mi agenda, lo cual me pone feliz porque soy


fanático de Ben.
¿Qué hay de Donald Trump?
También se levanta temprano, en general a las 5:30. Pasa varias horas
leyendo los diarios. (Lee media docena de diarios a la vez). Llega a la oficina
a las 8:30 y trabaja hasta la hora de la comida y, si no tiene planes para la
comida, hasta más o menos las 10 de la noche. Se va a dormir, en general,
entre las 11:00 y las 11:30.
Su día laboral consiste en reuniones y llamadas telefónicas sin parar. Al
estar en el negocio del desarrollo y la construcción, podemos suponer que
un tercio de ese tiempo lo pasa planeando y preparando.

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Entonces, aproximadamente, sus 24 horas podrían desglosarse de la
siguiente forma:
• 6,5 horas de sueño.
• 5,5 horas de planificación, preparación y lectura.
• 9,5 horas de acción.
• 2,5 horas de relajación y recreación.

Interesante, ¿no?

Ahora, hacé lo siguiente. Mirá tu agenda de ayer y fijate de qué forma se


asemeja tu día laboral.
Recordá, estas son horas típicas para empresarios. Si sos médico o
lavaplatos, es probable que tengas una agenda diferente.
Aun así, supongo que, a pesar de lo que queríamos creer cuando
compramos y disfrutamos del libro de Timothy Ferriss The 4-hour
Workweek (La semana laboral de 4 horas), son necesarias tres o cuatro
horas de preparación cada día y entre ocho y nueve horas de acción para
ser exitosos en la vida.
Para maximizar tu productividad, inténtalo por algunas semanas y observá
cómo te resulta. Dado que la forma en la que comenzás tu día tiene un
efecto importante en tu productividad durante la tarde y la noche, seguí las
siguientes cuatro reglas fáciles:
1. Desayuná algo rico en proteínas para que no te quedes sin energías
a mitad de mañana. Yo, por ejemplo, como dos huevos sobre una
tostada rica en fibras, varios vasos de agua y una taza de café.
2. Hacé algo de ejercicio físico para despertar a tu cuerpo. Yo corro y
camino y, luego, elongo 15 minutos (en general con ejercicios de
yoga).
3. Hacé que tu primera tarea del día sea algo significativo. Por
significativo me refiero a alguna tarea importante pero sin urgencia
que te va a hacer avanzar hacia una meta desafiante a largo plazo

73
que cambiará tu vida. Para mí, en este momento, eso involucra
escribir poesía o ficción. Para vos, podría ser algo en relación con
ganar dinero o progresar en tu profesión.
4. Hacé algo que estimule tu mente. A mí me gusta leer poesía o
filosofía. Sé que suena pretencioso, pero a mí me funciona.

El punto es hacer lo que mejor te ayuda a mantener la mente en tus metas


principales.

TRES PASOS PARA ALCANZAR EL ÉXITO: PENSAR, ACTUAR Y DIVIDIR EL


DÍA
Cumplir con nuestras metas se reduce, básicamente, a cómo dividimos
nuestro tiempo. Lo que hacemos y lo que no llegamos a hacer.
Ponerte metas es fácil. Establecer prioridades también es bastante fácil. La
parte difícil es cumplirlas. Afortunadamente, existen algunos pasos fáciles
que te pueden servir de guía durante el proceso.
1. Debés reconocer que tener buenas intenciones no es suficiente.
Escribir una lista de metas anuales o para el año siguiente podría
hacerte sentir bien. Incluso podría hacerte sentir que estás en
camino, sin embargo, no podés decir que estás progresando hacia
el cumplimiento de nada hasta que no empieces a poner en práctica
tu plan maestro.
2. No pases mucho tiempo pensando sobre tu futuro éxito. Imaginar
lo que querés de tu vida —una casa grande, autos lujosos, un yate—
podría darte placer. Aun así, a pesar de lo que digan los gurúes de la
filosofía “pensar y hacerse rico”, no te va a hacer exitoso. Tenés que
pasar la mayor parte de tu tiempo actuando, no soñando acerca de
los juguetes que tendrás “algún día”.

La mayoría de las personas que conozco que más cosas han logrado, y en
ese grupo incluyo a algún instructor que defiende la filosofía de “pensar y
hacerse rico”, no desperdician su tiempo pensando acerca del éxito.

74
Piensan sobre cómo hacer una tarea determinada o resolver un problema
específico. Saben que la riqueza y el éxito vendrán si tienen un buen plan y
lo siguen.

3. Dividí tu día atareado. Una vez que comiences a implementar tu


plan maestro, te darás cuenta de que vas a querer trabajar por
horas y horas sin parar. Como vas a empezar a progresar hacia tus
metas, te vas a sentir más enérgico gracias al trabajo mismo. (Si
ésta no ha sido tu experiencia con el trabajo antes, ¡preparate
para empezar a disfrutar tus días mucho más!).

La motivación extra será muy útil para lograr realizar mucho trabajo. Estarás
trabajando más intensamente, de manera más inteligente y simplemente en
más cantidad y más duro que nunca. Pero, dado que estarás trabajando más
y con más intensidad, vas a necesitar forzarte a tomar descansos de entre
tres y cinco minutos para reducir el estrés, recargar las baterías y asegurarte
de que tu cuerpo no permanezca en la misma posición mucho tiempo.
No es fácil tomarse descansos una vez que agarraste ritmo. De hecho, te
sorprenderá lo difícil que puede ser. La mayoría de las personas de negocios
que conozco pueden pasar entre cuatro y seis horas sentados frente a la
computadora o en el teléfono. Esto es prueba del poder motivador de tener
un plan maestro, pero pone mucha presión sobre tu cuerpo y tu cerebro.
Para asegurarte de que te tomes los descansos que necesitás, te recomiendo
algo simple: un cronómetro antiguo. Gene Schwartz, el redactor publicitario
legendario que fue clave para el éxito de Boardroom Reports y Rodale
Publishing, nunca se sentó a trabajar sin programar un cronómetro por 33
minutos. Cuando la alarma sonaba, se iba de la computadora y hacía algo
distinto por cinco minutos. Él decía que dicho

75
hábito lo hacía más productivo y que era una parte importante del proceso
que lo llevó al éxito.
Cuando escribo, programo mi cronómetro según las metas de escritura que
me he impuesto. Dado que actualmente estoy trabajando en muchos
proyectos de escritura a la misma vez, mi tarea diaria, en general, es lograr
escribir entre 300 y 1200 palabras. Por ende, puedo hacer 300 palabras en
media hora, 600 palabras en una hora y un artículo entero de 1200 palabras
para ETR en dos horas.
Como has podido observar de mi rutina diaria típica, así es como divido mi
tiempo —en segmentos de media hora o de una hora con algunos
ocasionales de dos horas. Entre los segmentos, generalmente me estiro hacia
adelante y hacia atrás en una barra de Pilates que tengo afuera de mi oficina.
Algunas veces, salgo y simplemente tomo aire fresco.
Como mis tardes consisten en reuniones y llamadas telefónicas que tienen
cortes naturales, no necesito un cronómetro.
Pero como Gene Schwartz, he descubierto que mis pequeños recreos son
muy renovadores.
Algunas veces, si no he dormido bien y tuve un entrenamiento intenso al
mediodía, me siento muy cansado a media tarde. Cuando me siento así, me
acuesto y duermo una siesta de 15 minutos. Lo hago en cualquier lugar y
circunstancia. No me da vergüenza. Creo que la gente que no lo entiende
debería avergonzarse, no yo.
Una vez me pasó que estaba con jet lag en Londres, me acosté en el piso
debajo de la sala de conferencias antes de una reunión de directorio. 15
minutos antes de que la reunión empezara, NR, que era miembro del
directorio y un multimillonario alemán del mundo editorial, entró. Nuestros
ojos se encontraron, pensé que me diría algo. En vez de eso, se sacó los

76
zapatos y se acostó al lado mío y ambos disfrutamos de una siesta
renovadora.
He equipado tanto la oficina de casa como la oficina principal de ETR con
cubículos eficientes y sillas cómodas. Además, cuento con almohadas en caso
de que necesite una siesta.
Todos estos recreos, estas siestas y estos premios hacen que mi día sea más
placentero. No importa cuánto trabajo tenga en mi agenda, nunca me alejo
más de dos horas de estas experiencias placenteras.
Si te das cuenta de que tu día laboral es un trayecto largo a través de un
camino aburrido, trata dividirlo como lo hago yo y ver si no te hace más feliz
y productivo.

CÓMO TENER ÉXITO EN TODO


A medida que pongas en práctica el plan maestro que estás aprendiendo en
este libro, te darás cuenta de que podés lograr más cosas que nunca. Mucho
más.
La gente se dará cuenta de todo lo que estás logrando. Como resultado,
muchas personas te pedirán ayuda o consejos o, simplemente, que les des
más trabajo porque te has convertido en la persona a quien recurren todos
en tu empresa.
Todo esto está bien y es bueno. Te da más poder, opciones y oportunidades
para avanzar en tu profesión. Sin embargo, salvo que tengas un sistema para
administrar todo ese trabajo extra, pronto te verás agobiado, y si es así, la
película feliz que te has estado haciendo de ti mismo en tu cabeza se volverá
en una película de terror. La gente estará decepcionada de vos. Antes de que
te des cuenta, estarán planeando como deshacerse de vos.

77
No querés que eso ocurra. Querés manejar cuánto trabajo realizás y llevar
registro de ese trabajo, así también como del trabajo que les delegás a otras
personas. Tené en cuenta que cuanto más alto escales en tu empresa, más
trabajo delegás.
Cuanto más ocupado estés, mejor vas a querer ser. En particular, vas a querer
lo siguiente:
• Estar preparado para todas las reuniones a las que vayas.
• Llegar con todas tus fechas límite.
• Responder a todas las preguntas que aceptaste responder.

Por naturaleza, no me interesan los detalles. Siempre me jacté de ser una


persona que ve el “panorama general”. Soy muy bueno en darme cuenta
cuáles son las posibles causas de los problemas y en encontrar soluciones.
Puedo lograr que estas soluciones se implementen pero no me gusta estar
pendiente de eso.
También soy, por naturaleza, una persona sociable. Si alguien me pide que
haga algo, me gusta obedecer. Pero me he dado cuenta de que mi tendencia
natural a complacer me lleva a tomar más de lo que debería, y eso, en el
pasado, me ha llevado muchas veces a olvidarme cosas y a pasarme fechas
límite, lo cual me provocó frustración y decepción.
Años atrás, me di cuenta de que si quería dirigir una empresa y liderar a gente
independiente, tenía que mejorar en el seguimiento de lo que estaban
haciendo. No podía darme el lujo tonto de excusarme por insuficiencias en
esta área diciendo que era una persona que ve el panorama general. Tuve
que adoptar técnicas y aprender habilidades que me permitieran llevar el
control de los detalles críticos de mi empresa.
Dado que no era organizado por naturaleza, no se me ocurrió ningún
sistema. El sistema organizativo que empecé a seguir entonces, y que

78
continúo aplicando, está compuesto de muchas cosas que he aprendido de
varios antiguos mentores.
Ya he descripto mi programa de imposición de metas y tareas en capítulos
anteriores de este libro. Está basado en establecer metas anuales, objetivos
mensuales y semanales y listas de tareas diarias y luego organizar esa lista de
tareas en orden de prioridad. La mejor parte del progreso de mi
productividad personal resultó de usar este programa, y puedo decir con
honestidad que ha revolucionado mi vida.
Lo que el programa no hace es darme una forma para hacer un seguimiento
de muchos detalles de los que necesito estar atento para implementar esas
tareas con efectividad. Volvé a la sección dos en la Parte dos sobre cómo usar
las listas de tareas diarias para alcanzar tus metas y verás a qué me refiero.
Para estar atento a los detalles, uso un sistema manual simple que consiste
de dos carpetas de archivos. Funciona de la siguiente forma:
Registrar los detalles
Digamos que uno de mis objetivos para este año es publicar un libro sobre
algún tema. Para hacer lo que tengo que hacer personalmente para lograrlo
(escribir el libro y aprobar el diseño final y la publicidad), solo tengo que
hacer que el libro sea una meta anual… incluir los objetivos mensuales
apropiados… y luego, en base a eso, armar las listas de tareas diarias y
semanales.
Pero, ¿qué hay de todo el otro trabajo para publicar el libro ─el trabajo que
no voy a hacer yo mismo? ¿Y de encontrar a alguien que lo edite y a alguien
que lo corrija? ¿Y de armar un equipo de comercialización y asegurarse de
que sigan sus planes? Todas estas actividades necesarias serán coordinadas
por mi editorial, y como no estaré durante esas charlas, pido que me hagan
un resumen de los detalles y que me lo envíen por correo electrónico.

79
Archivar los detalles para futuras referencias
Cuando recibo el resumen por correo electrónico, en general lo leo por
arriba, para recordarme a mí mismo de qué se trata. Luego, escribo algo
arriba (como por ejemplo, “Ideas para la publicidad del nuevo libro”) y lo
archivo en una carpeta que guardo debajo de mi escritorio. La carpeta tiene
12 compartimentos, uno por cada mes del año. Pongo el documento en el
mes correspondiente. Si, por ejemplo, la primera reunión de
comercialización para mi libro se llevará a cabo en abril, pongo las
anotaciones de la reunión en el compartimento correspondiente al mes de
abril.
Cuando llega el mes de abril, saco esas anotaciones de la carpeta (junto con
otros documentos guardados en el compartimento de abril) y las pongo en
otra carpeta. Esta tiene 31 compartimentos, uno por cada día del mes. Pongo
las anotaciones de la reunión donde creo que las necesitaré. Tal vez, el día
de la reunión o un día o dos antes, para tener tiempo para revisarlas y estar
preparado.
Fuera de la capeta y en mi cerebro.
Como dije, cada noche antes de irme de la oficina, hago una lista de las tareas
para el día siguiente. Para hacer eso, saco los documentos del día siguientes
de la carpeta diaria (la que tiene 31 compartimentos) y miro cada
documento para familiarizarme con el proyecto al que se refiere cada uno.
Algunas veces, una revisión rápida es todo lo que necesito. Otras, tengo que
dejar algo de tiempo al día siguiente para estudiarlo. (Entre treinta minutos
y una hora, en general, es más que suficiente). Luego, cuando es hora de la
reunión, estoy equipado no sólo con las notas originales a mano sino también
con nuevas ideas estimuladas por mi preparación.

80
Uso este sistema para estar atento a casi todo. Los proyectos que delego a
otras personas, los proyectos que llevo a cabo yo mismo e incluso
correspondencia que intento responder más tarde. Cuando encuentro
artículos de mi interés (o que me han enviado), en general, los pongo en la
carpeta diaria y los saco para leer uno por vez.
Es un sistema muy simple, pero me ha sido de mucha ayuda. Además, me
permite ver, de forma muy sencilla, cuándo no puedo tomar más proyectos
¡ya que la carpeta anual está llena!
Estoy seguro de que existen muchos programas de computadora que se
parecen a lo que hago con estas dos carpetas, pero aquellos que he probado
hasta ahora me han resultado engorrosos y requerían de tiempo. Prefiero
hacerlo manualmente.
Dado que el plan maestro que te estoy ayudando a construir empieza a
cambiar tu vida, comenzarás a tomar más responsabilidades que antes. No
confíes en tu memoria o en tu inteligencia natural para controlar los detalles
importantes. Usá este sistema de archivo simple.

CUATRO COSAS QUE PODÉS HACER PARA OBTENER MÁS TIEMPO PARA
VOLVERTE EXITOSO
De todos los ensayos que he escrito acerca de la superación personal, los que
generaron más reacción, tanto positiva como negativa, fueron aquellos
sobre ahorrar tiempo. No sé por qué. Uno pensaría que los lectores de Early
to Rise estarían felices de recibir consejos sobre cómo ser más productivos
ahorrando tiempo durante sus tareas rutinarias. Eso es lo que uno pensaría.
La peor discusión la tuve en febrero de 2005, cuando les sugerí a los lectores
del ETR que podían ahorrar tiempo pasando menos tiempo bañándose.
Tengo amigos, les dije, que pasan media hora debajo de la

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ducha todos los días. Es una locura, les dije. Dos minutos es suficiente tiempo
para mí, en general. Cinco como mucho.
Los lectores estaban indignados con esto. Me retaron por mi insensibilidad.
Me acusaron de ser arrogante, sexista y absolutamente sucio.
Mucha gente, aparentemente, es muy apegada a su ducha, pues que alguien
simplemente les sugiera que limiten el tiempo que pasan debajo del agua
caliente los pone como locos.
Sin embargo, esta parte del libro no se refiere a eso. Se trata de lograr
obtener más tiempo para vos mismo. Por ende, voy a hacer una serie de
sugerencias para ayudarte a encontrar el tiempo que necesitás invertir en tu
salud, tu riqueza y tu felicidad futuras… si querés.
Hacer que tus duchas duren dos minutos
Sé lo mucho que te gusta pararte debajo de la ducha de agua caliente y
empaparte. Sé cómo te relaja. Pero pasar entre 15 y 30 minutos por día en
la ducha (como lo hacen muchas personas) implica un gastadero de agua y
de tiempo.
Ayudá al planeta. Mejorá. Tomá duchas más cortas.
Ahorrarás entre 79 y 170 horas al año si tomás duchas más cortas.
Comer en tu escritorio
Como dije antes, me gustaba tener almuerzos de negocios de horas. Luego,
me hice más inteligente y comencé a comer en mi escritorio. Como en un
restaurante dos o tres veces al mes. Eso es todo y siempre es algo social,
nunca de negocios.
En vez de permitirles a los vendedores que te inviten un almuerzo elegante,
dejalos que gasten su dinero en ofrecerte precios mejores.

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La realidad es que los almuerzos de negocios no te sirven para ahorrar
tiempo, ¡gastan tu tiempo! Y dinero. Comé en tu escritorio.
Ahorrarás 250 horas al año si comés en tu escritorio.
Insistir en tener reuniones muy cortas
Creo que el 80 % de las reuniones de negocios de una hora que he tenido en
toda mi vida podrían haberse llevado a cabo en menos de 15 minutos.
Además, el 50 % de los seminarios de varios días a los que he concurrido
podrían haberse llevado a cabo en un día o en medio día.
Las reuniones de negocios son como partidos de básquet. Los jugadores
pasan la mayoría del tiempo lanzando la pelota mientras que el tanteador
sigue ajustado. Solo en los últimos 10 minutos se pone seria la cosa y se juega
para ganar.
Si las planeas bien, podés reducir el tiempo que gastas en ellas. Las reuniones
bien planeadas tienen las siguientes características:
• Se enfocan en temas simples.

• El tema se expresa de forma consistente antes de la reunión en un


memorándum corto.
• La reunión la preside alguien que impulsa ideas, reduce las
digresiones y busca soluciones.
• Asiste la gente indicada, nunca más de siete.
Ahorrarás 75 horas (supongamos, 100 reuniones al año), si tenés reuniones
de no más de 15 minutos.
Responder correos electrónicos de manera eficiente
Responder correos electrónicos solo una vez al día, al final del día, te hará
ahorrar muchas molestias y mucho tiempo. ¿Por qué? Porque tres cuartos
de los 100 correos que recibís por día no te incumben a vos sino a otras

83
personas. Es mejor para ellos y me ahorra tiempo a mí, si los dejo resolver
sus propios problemas.
Cuando sí respondo correos, mis respuestas son cortas y van al grano.
Cuando tengo que resolver algo difícil o tengo que decir algo negativo, no
uso este medio porque crea confusión que trae como resultado muchos más
correos para brindar claridad. Los comentarios positivos se pueden hacer de
forma rápida, y si algo no puede decirse de forma rápida, lo hago en persona
o por teléfono.
De vez en cuando, tal vez dos veces al año, no sigo esta regla y empiezo el
día con los correos electrónicos. He notado que cuando hago eso, me lleva
mucho más tiempo, ya que a la mañana siento que tengo mucho tiempo y
tiendo a escribir correos electrónicos más largos cuando podrían ser cortos.
De hecho, he medido el tiempo que me lleva hacerlo de cada forma. Cuando
empiezo a la mañana, me lleva 90 minutos terminar con 100 correos. Cuando
espero al final del día, me lleva entre 45 y 60 minutos.
Ahorrarás 185 horas (suponiendo que revisás tus emails 250 días al año), si
lo hacés durante solo 45 minutos.
El total es impresionante.
Hacé la cuenta. Te acabo de mostrar cómo podés ahorrar 589 horas al año,
por lo menos. ¡Eso es el equivalente a más de 14 semanas de 40 horas de
trabajo!
Pensá en todas las cosas que podrías lograr con 589 horas extras al año.
Luego, hacé los cambios y empezá.

CÓMO TENER UNA OFICINA PERFECTAMENTE ORGANIZADA


¿Qué dice tu oficina de vos? ¿Que sos formal y eficiente? ¿Desordenado,
pero creativo? ¿O que estás totalmente abrumado?

84
Cualesquiera que sean tus costumbres actuales ─descuidadas u ordenadas─
lograrás más cosas y estarás menos estresado mientas trabajás si tu oficina
está organizada de manera inteligente. Todos los estudios ha comprobado
esto.
He logrado una hora de productividad más al día si planifico y organizo mi
trabajo. Una gran parte de eso tiene que ver con la organización física de mi
oficina.
A continuación, te presento 12 cosas que podés hacer para que tu oficina
funcione para vos.
1. Contá con diferentes tipos de iluminación, desde la sutil hasta una
muy brillante
Vas a necesitar entre tres y cuatro fuentes de luces separadas. Recomiendo
las luces fluorescentes (indirectas o de techo) para iluminar el espacio
cuando te sientas cansado o necesites despertarte. Una segunda luz debería
enfocar tu escritorio. Eso lo podés hacer con una luz de techo. Una lámpara,
ya sea de escritorio o de pie, le dará un aire cálido y amigable a tu oficina
cuando recibas visitas y una luz natural, con cortinas, sería genial si podés
tenerla.
Si es posible, hacé que tus luces sean regulables para poder controlar la
cantidad de luz que necesitás. También, hacé que se puedan prender y
apagar desde el mismo interruptor, en lo posible al lado de la puerta.
La iluminación de tu ambiente podría sonar como algo de poca importancia
si no le prestás atención, pero tiene un efecto directo sobre tu energía y
estado de ánimo. Usá las mejores luces que puedas comprar.
2. Hace que el espacio sea bueno para trabajar
Tu escritorio y tu credenza deberían estar diseñados para ajustarse
a tu estilo de trabajo. No escatimes acá. Date un buen espacio, pero
no al punto de que te termines acumulando cosas que no necesitás.

85
Asegurate de que las carpetas y el equipamiento que usás con
regularidad estén accesibles. Además, distribuí los muebles de tal
forma que sea fácil moverte del escritorio al mueble credenza y
devuelta a tu escritorio.
Poné la computadora en el mueble credenza, no en el escritorio. De
esa forma, cuando la gente viene a verte, no se sentirán como si la
mitad de la atención está puesta en ellos y la otra en la computadora.
3. Colocá todos tus libros de referencia e inspiración diaria de forma
accesible, preferentemente a un paso de distancia de tu silla.
No es necesario que gastes mucho. Podés comprar bibliotecas para tu
oficina en cualquier tienda.
4. Invertí tiempo y dinero en encontrar y comprar una buena silla
Desde el punto de vista de la productividad personal, la silla de tu oficina
es algo muy importante. Es más importante que tu casa, incluso más
importante que tu auto. Pensalo, en un día típico, es posible que gastes
entre 8 y 10 horas en la silla. Tu silla también es la primera cosa que la
gente ve cuando entra a la oficina. Por ende, asegúrate de que luzca bien.
Ajusta tu silla para que tu tronco esté alineado a 90 grados e incliná la
computadora para que la primera línea del texto esté a cinco grados por
debajo del nivel de tus ojos. (De esa forma, no tenés que mover tu cabeza
hacia arriaba y hacia abajo para leer). Tu teclado debería estar
posicionado de tal forma que tus manos permanezcan planas. Poné una
alfombra de plástico duro en el piso debajo de la silla para poder hacerla
rolar fácilmente.
5. Colocá un cronómetro en tu escritorio

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Ya te he contado sobre este truco. Usá un cronómetro para asegurarte
de que nunca estés sentado por más de una hora hora. Cada vez que el
cronómetro suene, levántate antes de apagarlo, y una vez que estés
parado, movete. Hacé algo físico por cinco minutos. Elongá, ponete en
cuclillas o hace flexiones. Yo algunas veces camino por la oficina y hablo
con mis colegas.
6. Sé ordenado
Tal vez pienses que tener todo lo que puedas llegar a necesitar en una
pila alrededor tuyo es una ventaja, pero no lo es. Solo le muestra al
mundo tu reticencia a controlar tu vida.
“Un lugar para todo y todo en su lugar”. Eso incluye lapiceros y porta
anteojos de leer de forma separada y al alcance.
7. Usá dos bandejas y dos carpetas
La primera bandeja es una en la que la gente pone sus cosas y la segunda
es para vos. Revisá la primera bandeja cada mañana y elegí algo
importante que quieras hacer ese día. Transferí el trabajo a la segunda
bandeja. Agarrá el resto de las cosas en la primera bandeja y archivalas
ya sea en tu carpeta expandible mensual o en la diaria como mencioné
antes.
Asegurate de que la segunda bandeja (tu bandeja) esté vacía al terminar
el día.
8. Reservá uno o dos cajones para guardar todo lo que puedas llegar a
necesitar en caso de “urgencia”
En uno de mis cajones, coloco todas las herramientas que pueda llegar a
necesitar en la oficina. Pequeños destornilladores (incluso un
destornillador de joyas que cabe justo en el tornillo de la patilla de mis
anteojos de leer), WD-40, cinta adhesiva, etc.

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En el otro cajón, guardo mudas de ropa por las dudas (dos camisas
limpias y dos corbatas) para poder lucir bien si tengo una reunión
importante no planeada.
Como ocurre, tengo el baño en mi oficina en donde tengo pasta de
dientes, cepillo de dientes, curitas, ibuprofeno, alcohol en gel, alicate,
etc. Aun así, esto artículos pueden ir perfectamente en tus cajones de
“emergencia”.
9. Colcá un reloj en la pared que las personas que te visitan puedan ver
Mirá el reloj al comienzo de cada reunión a medida que anunciás
exactamente cuántos minutos tenés para resolver el problema. (¡No uses
el cronómetro para esto!).
10. Poné un bar
Tené botellas de whiskey, de vodka y de ron para aquellos momentos en
los que las buenas palabras no son suficientes. Un humidificador para
cigarrillos es una opción para algunos, no para mí. Si la bebida no es lo
tuyo, colocá una bandeja con té chino. Yo tengo un bar de un lado de la
oficina y té chino del otro. Las dos cosas son muy útiles.
11. Dale vida a tu oficina
Las plantas renuevan el oxígeno del ambiente y también suavizan las
superficies duras. Elegí una planta verde grande, si tenés espacio. Cuidala
en alguno de tus recreos de cinco minutos.
12. Decorá tu oficina con señales de quién sos como persona
Colocá fotos de tu familia y de tus premios. Las paredes y los espacios de
tu oficina son superficies que observan todas las personas que te visitan.
Asegurate de dar el mensaje que querés.

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Además, asegúrate de que haya por lo menos una cosa a la vista que te
haga sonreír, tal vez alguna cita que te inspire. Mantenela ahí hasta que
deje de funcionar y luego reemplazala por algo nuevo.
Invertí en un sistema de audio también. No necesitás nada lujoso, tan
solo algo para poner música de fondo suave.
Una última cosa que no voy a poner en la lista porque tal vez es mucho
pedir si no sos jefe todavía: un sofá cama para una siesta reparadora
cuando realmente la necesites.

CÓMO CAMBIAR TUS HÁBITOS DE TRABAJO Y CONVERTIRTE EN UNA


MÁQUINA DEL ÉXITO
Estamos trabajando en un proyecto para cambiar tu vida. Es posible que
te veas motivado a empezar a trabajar en tu plan porque nunca has
podido trabajar tan duro como sabés que necesitarás hacerlo. Te has
impuesto metas antes e incluso has empezado a mejorar. Sin embargo,
te has distraído con problemas y sucesos inesperados y has frenado.
Ese es el problema más grande que tenés ahora. ¿Cómo me puedo
asegurar de seguir trabajando?
La siguiente historia, que ocurrió 40 años atrás, explica cómo lo hice yo.
Cómo me convertí en un estudiantebrillante
Casi al final de mi último año de la secundaria, la Sra. Bigsley, la
orientadora vocacional, me pidió que fuera a su oficina.
“He estado revisando tus notas, tus exámenes de aptitud y los informes
sobre tu conducta”, dijo, hojeando una pila de papeles.
Aguardé expectante. La Sra. Bigsley era la persona encargada de hacer
que los estudiantes entraran en buenas universidades y facultades. “Tal

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vez, puede ver el potencial que tengo”, pensé. “Tal vez, me va a ayudar
a entrar a una universidad de la Ivy League”.
Dejó la pila de papeles en el escritorio y me miró.
“En todos los años que he dedicado a la enseñanza, nunca he visto a
alguien desperdiciar un ADN como el tuyo”, me dijo. “Tus padres son
profesores universitarios, ¿no?”.
Le dije que sí.
“Y tus dos hermanos más grandes eran estudiantes brillantes, ¿no es
así?”.
“Sí, pero…”
“¿Y fueron becados en las mejores universidades?
“Sí, pero…”
“He hablado con la Sra. Growe, tu profesora y con el Sr. Dean y el Sr.
Mackel también. Todos dicen lo mismo. Nunca vas a servir para nada que
tenga que ver con las matemáticas, la escritura o la lectura. Tus notas
evidencian su opinión”.
“Pero…”
“Tu desempeño en la secundaria indica una sola posibilidad de carrera:
unirte al ejército. Creo que deberías hablar con un oficial de
reclutamiento lo más pronto posible”.
Intenté protestar una vez más, pero la Sra. Bigsley, y aparentemente mis
profesores también, habían llegado a una decisión firme. Era un
completo y total fracaso como estudiante.
Ese fue el punto más bajo de mi vida académica. Fue humillante y me
sentí casi derrotado.

90
Aun así, la evaluación de la Sra. Bigsley me enojó. Pensé sobre ella esa
noche y me levanté la mañana siguiente con un pensamiento totalmente
diferente.
Decidí que no sería más un fracasado. Desde ese momento en adelante,
iba a ser un buen estudiante.
Me anoté de manera inmediata en la universidad local (Si te sentís
derrotado, ellos te aceptan). Luego planeé mi verano. Cuando no estaba
trabajando, pasaba cada hora leyendo y preparándome para las clases
que tomaría.
Cada día me sentía mejor conmigo mismo. Estaba aprendiendo lo que
debería haber aprendido en la secundaria. Estaba mejorando día a día.
Aún así, tenía miedo de que cuando empezaran las clases mis malos
hábitos volvieran. Para hacer que eso fuera menos probable, encontré a
un “nerd” para compartir mi departamento y me negué a anotarme en
deportes o en fraternidades. También le dije a mis amigos que estaría
“fuera de contacto” por lo menos un año. Les explique cuáles eran mis
metas y les pedí que las respetaran y que no me llamaran hasta el
siguiente verano.
Ahora me doy cuenta de que lo que estaba haciendo era cambiar mi
personalidad de manera radical. Estaba cambiando la forma en que
pensaba de mí mismo, no pensando de forma positiva sino haciendo
cosas que me hicieran sentir un mejor estudiante.
Cuando empezó la facultad en septiembre, me senté en la primera fila
de cada clase, algo que nunca había hecho en la secundaria.
Me puse como objetivo hacer siempre por lo menos un 50 por ciento
más de lo que me pedían. Si la tarea era escribir un ensayo de 500
palabras sobre religión, yo escribía 750 palabras e incluía un glosario con
fuentes sorprendentes. Si la tarea era leer King Lear para la semana

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siguiente, yo lo leía dos veces y, luego, iba a la biblioteca y leía ensayos
importantes sobre la obra para saber sobre las interpretaciones
principales.
Levantaba la mano todas las veces que hacían una pregunta y luego
entregaba trabajo extra incluso si no me daban créditos extras.
En pocas palabras, me convertí en un estudiante excelente, trabajador
que alcanzaba más objetivos que los que se pedían a gran escala y me
aseguré de que mis instructores y mis compañeros me vieran de esa
forma.
Al principio, otros estudiantes de mi clase tenían mi mismo rendimiento.
Pero a medida que pasaban las semanas, muchos comenzaban a decaer.
Cada vez que uno se quedaba en el camino, yo me sentía motivado para
trabajar aún más duro y estaba contento cuando recibí aquellos
resultados de los primeros exámenes. Nunca había sentido lo que era
que te pusieran una A o una B+.
Sentirme de esa forma me motivó aún más. A medida que pasaba cada
semana, la distancia que me separaba de los otros “buenos” estudiantes
se hacía cada vez más grande, y cuando finalizó el primer año, me había
convertido en una persona totalmente diferente. No fui más el payaso
que había sido en la secundaria. Me había transformado en la “mascota
del profesor” que se sentaba en la primera fila y contestaba cada
pregunta de manera correcta.
Una vez que mi imagen había cambiado, mi motivación se volvió
permanente. Siempre estaba entre los dos o tres mejores estudiantes de
la clase. Quería mantener esa posición sin importar cuánto trabajo
requiriera.
Mantuve un promedio de “A” por dos años y luego entré con facilidad a
la Universidad de la Ciudad, una universidad más difícil, en donde

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continué teniendo un buen desempeño. Dos años después, me recibí con
honores. Dos años después de eso, me recibí con el mejor promedio de
mi clase en la Universidad de Michigan. Luego, en la Universidad Católica,
obtuve mi doctorado con honores.
Ser el mejor requiere de mucho tiempo extra, por ende vas a tener que
hacer grandes sacrificios.
Vas a tener que hacer lo siguiente:
1. Despertarte temprano y hacer que tu día arranque con algo
significativo… primero que nada.
2. Trabajá hasta tarde algunas veces.
3. Hacé por lo menos un 50 por ciento más de lo que te pidan.
4. Ofrecete para hacer tareas desafiantes.
5. Seguí estudiando de manera paralela.
6. Sé mejor que todos en lo que hace a las habilidades esenciales que
necesitás para alcanzar tu meta.
Si sos como la mayoría de las personas, tu distracción más grande es la
televisión, Internet, tus amigos y tu familia. Deshacete de la televisión.
Limitá tu uso “recreacional” de Internet a una hora por día y haceles
saber a los miembros de tu familia y a tus amigos que no pasarás mucho
tiempo con ellos durante el próximo tiempo.
Trabajá como loco hasta que te conviertas en el número uno de tu clase,
tu trabajo o cualquier otra afición. Cuando eso ocurra, y no debería
llevarte más de seis meses, te sentirás genial con vos mismo. Una vez que
experimentes ese sentimiento, nunca más vas a preocuparte por la
motivación.

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Bueno… casi nunca. Todos necesitamos una recarga de motivación de
vez en cuando, pero después de la primera vez, entenderás exactamente
lo que tenés que hacer para empezar otra vez.

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Parte cuatro
LOGRAR UNA VIDA MÁS PRÓSPERA Y MÁS DIVERTIDA

HACER QUE NUESTRA VIDA SEA DE ORO: LAS POSIBILIDADES QUE


TENEMOS

Ahora que nuestro último hijo se está por ir de casa, K y yo estamos


hablando de poner cable. Por casi 20 años, no tuvimos televisor. Nuestra
idea era que nuestros hijos serían mejores lectores si no tenían esa
distracción –y el objetivo se cumplió. Nuestros tres hijos son lectores
voraces y habilidosos.
Entonces ahora, con el nido vacío, estamos pensando en que sería
divertido mirar algunos programas juntos –pasar una hora luego de
comer por la noche, sentados uno al lado del otro, riéndonos de las
mismas cosas.
Para probar esta hipótesis, improvisamos una conexión a una antena
para el combo de televisión con el que solo solíamos ver películas y
pasamos algunas noches mirando televisión.
Los resultados de nuestro experimento fueron variados. Había algo
maravilloso en el hecho de mirar esos programas juntos; el doble placer
de la experiencia en sí misma y el hecho de saber que tu pareja también
“lo siente”. Pero cuando terminaba, nos sentíamos como nos solíamos
sentir cuando mirábamos televisión, un poco tristes y vacíos por dentro.
Como si estuviéramos de luto por el tiempo que perdimos.
La otra noche, vimos juntos un programa de ciencia, un documental
sobre insectos. De repente, estábamos experimentando lo que habíamos
deseado: compartir algo que era entretenido y a la vez ilustrativo.

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Eso me hizo pensar sobre cómo pasan las personas su tiempo libre,
cuánto tiempo le dedican, las cosas que hacen, y si el tiempo lo
aprovechan de forma sabia.
Hablando de forma general, existen cuatro tipos de actividades que
llevamos a cabo: trabajar, dormir, comer y descansar. Y parece lógico
afirmar que, hasta cierto punto de agotamiento mental y físico, mientras
más trabajes, más exitoso serás.
Habiendo dicho eso, tenemos que reconocer que si nos la pasamos
trabajando nos convertiremos en alguien aburrido y quejoso.
Necesitamos algo de recreación. La pregunta es: ¿cuánta?
Y la respuesta a la pregunta es muy simple. Te tenés que preguntar a vos
mismo qué tan lejos querés llegar en la vida, cuán inteligente querés ser,
cuánto querés crecer en tu industria, cuánto dinero querés ganar, qué
logros querés alcanzar.
Pensá qué tan ambicioso sos y luego averiguá cuántas horas de trabajo
por día trabajaron las personas que ya tienen lo que vos querés. Salvo
que seas excepcionalmente dotado (o excepcionalmente lento), es muy
probable que tengas que trabajar tan duro (en otras palabras, la misma
cantidad de horas) como ellos.
Sumá la cantidad de horas que pasás durmiendo y comiendo y sumá a
ese número la cantidad de horas que la gente exitosa que trabaja en tu
industria generalmente trabaja. Restale ese número a 24 y el resultado
es el número de horas que podés dedicar a la recreación.
Pero hay otra pregunta que tenés que hacerte: ¿El tipo de actividad
recreativa que hacés influye en algo? Durante tu tiempo de descanso,
¿qué diferencia hay entre si estás sentado enfrente del televisor mirando
Jerry Springer o levantando pesas o tocando algún instrumento musical?

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En general, hay tres cosas que podés hacer en tu tiempo libre. Te podés
entretener con actividades que, aunque son divertidas, son perjudiciales
(como emborracharte). Podés mantenerte ocupado con distracciones
que no requieren esfuerzo mental (como leer novelas sin sentido) o
podés elegir hacer algo que requiere un poco más de energía de tu parte,
pero que te va a brindar un alto grado de placer y el entendimiento de
que, de alguna manera, has mejorado (como hacer yoga).
Me parece que sin importar el trabajo que hagamos, los deportes que
practiquemos, las vacaciones que nos tomemos, tenemos las tres
mismas opciones. Tenemos estas tres opciones:
1. Hacer algo que nos haga mejorar de alguna manera.

2. Hacer algo que nos deje más o menos de la misma manera.

3. Hacer algo que nos dañe de alguna manera.

No importa qué actividad observes, te vas a dar cuenta de lo que estoy


hablando. En los libros que leés. En los amigos que tenés. En los trabajos
que aceptás. Lo que sea. Algunas opciones te harán mejorar y otras te
dañarán, pero la mayoría caerá en algún lado en la zona neutral: no te
dañarán, pero tampoco te ayudarán.
Si llenamos nuestras vidas con experiencias mediocres, ¿tiene algún
sentido?
Todos los días, tenemos que tomar docenas de decisiones, desde qué
comida comer hasta qué sección del diario leer y qué palabras decir en
cualquier conversación. Muchas de estas decisiones parecen ser
insignificantes, pero cuando las conectás todas juntas determinan la
calidad de nuestras vidas.

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En el nivel más bajo de la escala, están las personas que pasan su tiempo
consumiendo drogas, mirando televisión y prostituyéndose o robando
para pagar su adicción. En el nivel más alto de la escala, bueno, no sé
realmente quién está ahí. Pero cuando pienso en personas ricas en
limusinas o personas santas en montañas… simplemente no me cierra.
La mayoría de nosotros vivimos en un punto medio, mezclamos
experiencias de calidad con experiencias neutras mientras intentamos
no dañarnos a nosotros mismos… pero lo hacemos de todas formas.
Reconocemos que algunas de las decisiones que tomamos son mejores
que otras, pero no siempre tenemos la fuerza de voluntad para tomar las
mejores decisiones.
Es interesante, ¿no te parece? Las mejores decisiones son generalmente
las más difíciles de elegir porque requieren más energía de nuestra parte.
Las peores decisiones son, en general, las más difíciles de rechazar
porque nos asustan. Pero cuando las experimentamos suelen resultar
placenteras y ejercen la mayor influencia sobre nosotros.Las decisiones
neutras -las acciones que sirven un poco más- son las más populares
porque son relativamente fáciles y favorables. Estas decisiones no
requieren mucha energía de nuestra parte y no nos dañan.
Si hay una cosa que la vida nos brinda a todos en la misma proporción es
la cantidad de horas que tienen los días. No podemos determinar (con
seguridad) cuántas horas se nos asignarán, pero si podemos decidir
cómo pasar aquellas horas que tenemos.
Como señalé con anterioridad, cuanto más tiempo trabajes, más
posibilidades tendrás de ser exitoso, pero reconocí que incluso los
trabajadores más ambiciosos y más arduos necesitan por lo menos

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unas horas al día para hacer algo que les brinde placer. Algo que no sea
trabajo.
La pregunta entonces es la siguiente: ¿Qué es ese algo?
Pensá en las mejores decisiones –aquellas que mejoran a las personas-
como las de Oro. Pensá en las decisiones neutrales –aquellas que solo te
ayudan a pasar el tiempo- como si fueran de Vapor. Y pensá en las peores
decisiones –aquellas que te dañan- como si fueran de Ácido.
Depende de vos cuánto oro, vapor y ácido vas a tener en tu vida.
Cuando pienso en mis decisiones –buenas, malas y neutrales- me di
cuenta de que tienen las siguientes características:
Decisiones de oro.
Mis mejores experiencias suelen estar relacionadas con actividades que
son intelectualmente desafiantes y emocionalmente atrayentes. Dado
que me demandan mucho, evito esas actividades cuando mi nivel de
energía es bajo. Pero cuando no lo hago, elevan mi nivel de energía y,
por ende, es más fácil que continúe. Cuando termino de hacer esa
actividad, me siento bien sobre mí mismo y satisfecho con cómo he
pasado mi tiempo.
Decisiones de vapor.
Estas actividades son fáciles de empezar y también son fáciles de
continuar haciendo. Estas son las decisiones que tomamos cuando no
tenemos ganas de tomar decisiones. El tiempo que pasamos cuando no
nos interesa mucho cómo pasamos nuestro tiempo. Bienvenido a la zona
de vapor, al mundo neutral y feliz del póker, las novelas y los chismes.
Cuando quiero relajarme, mi primer impulso es elegir actividades de
vapor. Cuando he “trabajado duro todo el día”, quiero algo simple y

99
que no requiera pensar para poder bajar las revoluciones, y la mayoría
de las personas seguramente dirán lo mismo. Meterse en la zona de
vapor es fácil y quedarse ahí es más fácil aún.
El gran problema con las actividades de vapor – y este es un gran
problema para mí- es que me hacen sentir débil en vez de darme energía.
Y vacío. Las actividades de vapor hacen lo que hace la comida de vapor
(o sea, la comida simple que llena): me llenan, pero me dejan cansado.
Decisiones de ácido.
Todos tenemos vicios. En algún u otro momento, yo los he tenido casi
todos. Nunca he probado el crack, pero he hecho muchas otras cosas
para destruirme, reducirme o hacerme ineficaz.
Por qué hago estas cosas, sólo puedo adivinar. A veces pienso que
necesito el desafío de superar obstáculos autoimpuestos. Cualesquiera
que sean las razones, el resultado de tomar esas decisiones es, en
general, el mismo. Siento un placer insulso que se mezcla con un dolor
apenas discernible. Incluso cuando el placer es intenso, se pierde en una
mente nublada. Siento como que la estoy pasando genial, pero no estoy
seguro. Y si la experiencia verdadera de las actividades ácidas es confusa,
lo que sentís después no es ambivalente para nada. Es malo.
Lo interesante sobre las decisiones de ácido es lo atractivas que pueden
llegar a ser. Nadie va a discutir que son buenas opciones. Optamos por
ellas porque somos demasiado débiles como para elegir cualquier otra
cosa y hacemos uso de la poca cabeza que nos queda para racionalizar
nuestra propia destrucción.
Veamos en detalle estas tres categorías
Cuando estamos en nuestro mejor momento –con confianza y llenos de
energía- optamos por las actividades de oro. Cuando nos sentimos

100
simplemente bien, generalmente, rechazamos las decisiones ácidas,
pero se nos dificulta elegir los momentos de oro por los de vapor. Y
cuando estamos en el peor momento –con poca energía y llenos de
dudas- somos más susceptibles a tomar decisiones ácidas.
Las actividades de oro incluyen:

• Meditación

• Yoga

• Mirar un documental educativo e inspirador

• Escuchar música compleja, que eleve el espíritu

• Ver arte

• Mirar una muy buena película

• Leer un muy buen libro

• Hacer el amor

• Probar un muy buen vino

Las actividades de vapor incluyen:

• Masajes

• Ir a un evento deportivo

• Mirar programas de entretenimiento en la televisión como The


Office, CSI, The Tonight Show, entre otros.

• Leer novelas “de verano” o un libro atrapante.

• Escuchar casi todo tipo de música de fondo, incluido el rock & roll.

• Tener sexo

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• Tomar cerveza o whiskey.

Las actividades ácidas incluyen:

• Emborracharse

• Escuchar música rap

• Mirar programas de televisión tontos/degradantes como Jerry


Springer, Cops y The Bachelor.

• Hacer cosas sobre las cuales te daría vergüenza hablar.

Podrás no coincidir con algunas de estas denominaciones. No te


preocupes. Vos podés (y deberías) hacer tu propia lista. Pero al
confeccionar la lista, tené en cuenta lo siguiente:
Cuando elijas el oro…
La actividad/experiencia tiene que ser intelectualmente desafiante, te
enseña algo que vale la pena saber o desarrolla una técnica que vale la
pena tener.
La actividad es emocionalmente profunda. Te ayuda a entender algo que
no entendías antes y/o te convierte en una persona más comprensiva
ante situaciones y/o experiencias frente a las cuales estabas cerrado.
La actividad es energizante. La experiencia en sí misma te recarga a nivel
espiritual, emocional e intelectual. Adquirís más fuerza y mayor
resistencia gracias a ella.
Te deja contento con las decisiones que has tomado. Durante la actividad
y finalizada esta, tenés una fuerte sensación de que estás haciendo las
cosas bien.

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Desarrollás confianza, porque sabes que estás mejorando, elegir oro te
hace sentir que podrás tomar decisiones sabias en el futuro.
Cuando elijas vapor…
La actividad/experiencia es intelectual y emocionalmente fácil. Es
agradable y da gusto. La has hecho antes y te divertiste, por lo que estás
seguro de que si la hacés otra vez vas a divertirte de nuevo.
En general, es una actividad más pasiva que activa. Es ver televisión en
vez de ir a ver una obra. Es recibir un masaje en vez de practicar yoga. Es
tomar una cerveza en vez de saborear un buen vino.
Tiende a convertirse en un hábito, ya que te hace sentir bien (a un nivel
medio de energía) y es tan fácil de hacer que la repetís una y otra vez.
Repetirla muchas veces no es bueno para vos. Ya sea comer fécula o
grasa o sentarse en el sillón y mirar la pantalla del televisor, un poco no
hace mal. Pero si lo haces mucho te deja con la sensación poco
placentera de que has perdido el tiempo.
Cuando elijas ácido…
La actividad/experiencia es dañina física y mentalmente. En general,
destruye neuronas. A veces causa cáncer.
Aunque sea mala para vos, es atrayente. Hay algo sobre la experiencia
que te lleva fuera de vos mismo que encontrás atractivo.
Atrae mala compañía. Dado que la mayoría de las personas sanas no la
aprueban, la experimentás con otro grupo de personas. Eventualmente,
rechazás a los amigos y a los familiares que no la “entienden”. Ellos son
demasiado puritanos o cerrados como para comprender, entonces
pensás que no los necesitás en tu vida.
Te desarma a nivel intelectual, emocional y físico. Durante el momento
no tenés la capacidad de llevar a cabo técnicas complejas o lidiar con

103
temas emocionales o intelectuales complejos. Si realizás muchas
actividades ácidas, te vas a convertir en una persona con menor
capacidad para llegar a altos niveles de rendimiento.
Las experiencias ácidas tienen un umbral cambiante. Lo que te hace
despegar al principio nunca es suficiente para que te haga despegar más
adelante. Tenés la noción errada de que más es siempre mejor.
¿Esto te hará cambiar las decisiones que tomes?
Una vez que hayas confeccionado tu lista de actividades de oro, de vapor
y de ácido, usala para controlar cómo pasás tu tiempo. (Una buena forma
de hacer eso es mediante anotaciones en tu registro diario). Te podrás
sorprender –y desilusionar- con lo que descubras.
Confeccioná tu propia lista. Controlá tu propia vida. Preguntate a vos
mismo qué persona podrías llegar a ser si comenzaras a tomar mejores
decisiones ahora mismo.
Mientras tanto, voy a tener que hablar con K sobre nuestro plan de poner
cable en nuestra casa. Le voy contar cuáles son mis miedos:

• Que me voy a hacer adicto.

• Que voy a empezar a ver los peores programas.

• Que al ver más y más programas de vapor, voy a pasar menos


tiempo haciendo actividades de oro.

Ella va a remarcar que está contenta con ver sus tres o cuatro programas
favoritos en video mientras se ejercita en su Stairmaster. Me va a decir:
“Hacé lo que quieras. Para mí es lo mismo” – y lo dice en serio, lo cual
me hará completamente responsable de calcular cuántas horas de mi
tiempo libre van a ser de oro, de vapor o de ácido.
¿Y vos?

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PREMIARTE A VOS MISMO

Cuando empecé a trabajar en el negocio de la venta de programas


educativos, un gurú famoso de la compraventa de inmuebles sin pago
inicial me preguntó: “¿Sabés qué es lo que más quieren las personas que
asisten a mi curso?”.
Tenía una leve sospecha de que no iba a decir la respuesta correcta, pero
animosamente respondí: “Ser inversores inmobiliarios exitosos”.
Él se rió. “Tenés mucho que aprender, amigo mío”.
Caí en la trampa. “Entonces, ¿qué es lo que tus clientes quieren?
“Quieren evitar actuar”.
Le dije que no estaba seguro de entender, y tuvo la generosidad de
explicarme. “La mayoría de las personas que asiste a mis cursos y que
van a comprar tus programas quieren sentir que están camino al éxito.
Pero no quieren que el camino se termine. Les justa el viaje. Tienen
miedo de llegar”.
Y pregunté: ¿Por qué será eso?
“Para serte honesto”, él dijo. “No lo sé. Pero puedo decirte lo siguiente.
Cuando nuestros alumnos adquieren el conocimiento que necesitan para
ser exitosos, pocos de ellos salen a la calle y trabajan. La mayoría de ellos
compra más programas. Si no nos compran los programas a nosotros, se
los comprarán a otra persona. Entonces, les vendemos más programas”.
Respondí: “Eso es algo deprimente”.
“Si le das a elegir a uno de mis clientes –alguien que haya terminado los
cursos educativos sobre inmuebles y esté completamente preparado
para empezar a invertir y a generar ganancias- la opción de empezar a
trabajar o de comprar otro curso para aprender más, elegirá el curso”.

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“¿Le temen al fracaso?”
“Puede ser eso”, dijo. “Puede ser que le teman al éxito. Como dije, no lo
sé”.
Desde entonces, he pensado mucho sobre este problema de no actuar.
He leído docenas de libros y he hablado con muchos de mis colegas y les
he preguntado a miles de mis clientes. Las teorías sobre por qué las
personas no actúan son muchas y variadas. Las tres razones que, a mi
entender, tienen más sentido son las siguientes:
• Falta de confianza: Las personas que todavía no han sido exitosas en
la vida no creen que lo puedan llegar a ser, incluso si están
totalmente preparadas para tener éxito.

• Miedo al dolor: Algunas personas piensan que actuar es una forma


de trabajo y que el trabajo es una forma de dolor. Estas personas
son, generalmente, personas que nunca han experimentado el
placer de trabajar en algo que consideran valioso.

• Vagancia: Además del miedo al trabajo, los seres humanos estamos


programados para ser vagos. Ser vagos significa intentar obtener lo
que querés con la menor cantidad de esfuerzo. Algunas personas no
actúan porque quieren encontrar una forma más fácil.

Si estas son las razones por las cuales muchas personas no actúan cuando
están preparadas, ¿cuál es la solución?
No hay misterio. Los científicos del comportamiento saben que la forma
para cambiar el comportamiento de una persona es motivándola a través
del refuerzo positivo. Esto es lo que dijo B. F. Skinner sobre este tema en
A Brief Survey of Operant Behavior (Un estudio breve sobre el
comportamiento operante):
Es sabido que el comportamiento se ve afectado por sus
consecuencias. Premiamos y castigamos a las personas, por ejemplo,

106
para que se comporten de maneras diferentes. El refuerzo operante
no solo moldea la topografía del comportamiento, sino que también
lo mantiene mucho tiempo después de que el operante haya sido
formado. El momento del refuerzo es importante para mantener el
comportamiento. Si la respuesta ha sido reforzada solo una vez cada
cinco minutos, por ejemplo, la rata deja de responder inmediatamente
luego de su refuerzo, pero responde más y más rápido cuando se
acerca el momento para el próximo refuerzo… Los refuerzos pueden
ser positivos o negativos. Un estímulo positivo refuerza cuando se lo
presenta. Un estímulo negativo refuerza cuando se lo saca. El refuerzo
negativo no es un castigo. El refuerzo siempre fortalece el
comportamiento; eso es lo que “refuerzo” significa.
El refuerzo positivo tiene un gran lugar en mi vida. Me premio a mí
mismo de manera constante y por casi cualquier tipo de logro, grande o
pequeño. Al hacer que los refuerzos sean parte de mis comportamientos
deseados, incremento las posibilidades de que se repitan en el futuro.
Cuando armé un “plan maestro” para mi vida por primera vez, pasé un
rato pensando cómo premiarme a mí mismo. Me impuse todo tipo de
incentivos para todo tipo de objetivos. Algunos funcionaron, otros no.
Algunos instructores del éxito sugieren grandes premios cuando se
obtienen grandes logros. Podrías, por ejemplo, premiarte con un auto
deportivo cuando ganes tu primer millón de dólares. Grandes metas
como las mencionadas nunca me funcionaron a mí, porque son a largo
plazo. Lo que me motiva a mí, personalmente, son las metas a corto
plazo. Y tengo el presentimiento de que las metas a corto plazo también
te van funcionar a vos.

107
A lo largo de los años, desarrollé un sistema de premios que me funciona
muy bien. Este es el sistema:
• Como mencioné antes, cuando finalizo una tarea que está en la lista
de tareas diarias, la tacho (o la pinto de otro color en mi
computadora) para “indicar” que he cumplido con la tarea. Este
pequeño gesto es como una pequeñísima descarga de adrenalina.
Me anima y me da energía para atacar mi próximo objetivo.

• Cuando estoy trabajando en la oficina y el cronómetro suena me


levanto de la silla, camino hacia afuera y paso uno o dos minutos
elongando mi espalda. Me he dado cuenta de que 30/60 minutos
pasan volando –en especial cuando escribo- por lo que esos períodos
de 30 y 60 minutos parecen muy cortos.

• Cuando corro en la mañana, me premio con 10 o 15 minutos de yoga.


Practicar yoga puede parecerles a algunas personas más ejercicio,
pero para mí es un premio, ya que es mucho más relajante que
correr.

• Luego de practicar jiujitsu al mediodía, me premio con un sabroso


batido rico en proteínas.

• A las 6:30 de la tarde, voy a un bar que queda cerca y llevo mi


computadora, y escribo ahí por una hora más o menos. Cuando
entro, ya tienen mi café y mi vaso de agua listos. Realmente espero
ese momento. Sigo trabajando, pero es un premio porque lo hago en
un lugar nuevo.

• Luego de estar escribiendo por una hora en el bar, me premio yendo


a casa en donde abro una buena botella de vino y como con K.

• Si trabajo durante la noche, me premio, luego, leyendo un buen libro


o mirando una película.

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• Me premio todas las noches metiéndome en una gran cama con
sábanas de seda y una almohada en donde mi cabeza encaja a la
perfección.

Estos premios, como podés ver, son bastante mundanos. Pero eso es lo
que tienen los premios. Puede que no sean ni grandes ni especiales, pero
te hacen disfrutar.
Sería más fácil para mí considerar estas pequeñas cosas –estirarme, el
batido proteico, leer un buen libro- simplemente como partes cotidianas
de un día común en mi vida. Pero al mirarlas de una manera diferente, al
mirarlas como premios placenteros para tipos de comportamientos
deseados y específicos, me motivan.
Yo creo que ésa es la clave –identificar pequeños placeres que disfrutás
en tu vida y tomarlos como premios para cambiar el comportamiento.
Esto es muy fácil de hacer una vez que reconocés que estos pequeños
placeres son regalos. Hablando con sinceridad, tenés suerte de poder
aprovecharlos. Ponete contento por eso. Usalos de forma pragmática.

Cinco manera para vivir una vida más enriquecedora


Hace unos ocho años, hice un pequeño experimento. Quería saber si es
realmente posible trabajar desde cualquier lugar en el mundo. Entonces,
fui con mi familia a Roma (una de mis ciudades favoritas) para tomarme
seis semanas de “vacaciones con trabajo”. No solo descubrí que podía
trabajar en Roma (o desde cualquier lugar, en realidad), sino también
algo que tiene un efecto mucho más profundo.
En Roma, alejado completamente de la rutina estresante y loca que tenía
en casa, aprendí a simplificar mi vida.
Si pensás que simplificar tu vida significa ganar menos plata, tener menos
éxito, tal vez, incluso ser menos eficiente como trabajador, estás

109
equivocado. Simplificar tu vida es tener más -no menos- cosas buenas.
Más pasión, más relaciones y más trabajo significativos. Además, vas a
poder tener más de esas cosas teniendo menos de las malas cosas como
rituales que no disfrutás, hábitos autodestructivos, sentimientos que
consumen tu energía, etc.
Me gustaría comentarte sobre una manera de simplificar tu vida en el
trabajo. Si seguís mi sugerencia no sólo vas a ser más productivo, sino
que también vas a tener más paz interior al evitar conflictos que tienen
un costo emocional.
Vivimos en un era en donde el hecho de mantenerse ocupados con
tareas sin sentido evita que la mayoría de las personas alcancen grandes
cosas. Confunden el estar ocupados con ser productivos. Permiten que
las prioridades de otras personas –sus jefes, sus parejas e incluso sus
hijos- se interpongan. Como resultado, se sienten abrumados y fuera de
control.
No vas a recuperar el control de tu vida si seguís ocupándote de muchos
temas en muy poco tiempo. Por máscontrario a la intuiciónque parezca,
la única forma de hacerlo es aprendiendo a hacer lo siguiente:
• A simplificar lo que es complejo.

• A eliminar lo que es superfluo.

• A saber la diferencia entre ambos.

Como ejemplo, miremos la trampa en la cual caía yo todo el tiempo:


tratar de solucionar las disputas entre empleados. ¿Es esencial para tu
negocio que la gente se lleve bien? Sí. En especial porque por culpa de
los conflictos, los empleados no trabajan de manera eficiente.
¿Depende de vos dejar lo que estabas haciendo y ayudar a calmar las
aguas? No, salvo que quieras unirte a la improductividad.

110
Entonces, ¿qué deberías hacer cuando te ves tentado a involucrarte?
Asegurarles a ambos individuos que son inteligentes y capaces, de lo
contrario no los hubieras contratado. Haceles saber que tenés plena
confianza en que van a encontrar la forma de resolver el problema de
forma privada, entre ellos. Y haceles saber que si el hecho de que no se
lleven bien es una situación incómoda para ellos, es aún más incómoda
para el resto del equipo.
En vez de pasar horas intentando resolver el problema que no tiene nada
que ver con tus prioridades, solamente te lleva 10 minutos darles
confianza, mostrarles que tienen tu apoyo, que tenés la expectativa de
que ellos van a hacer el esfuerzo, de buena fe, para resolver el conflicto;
o quizás hacerlos sentir a ambos un poco avergonzados por hacer que el
resto del grupo se sienta incómodo.
Si permitís que tu búsqueda de simplicidad quede relegada -por
involucrarte en situaciones de las cuales no formas parte, revisando tus
correos electrónicos constantemente, asistiendo a reuniones sin sentido
o escribiendo memorandos largos que nadie lee- la habilidad para
manejar tu tiempo y tu atención irá desapareciendo, al igual que todo
aquello que te gustaría lograr en esta vida.
Esto es lo que necesitás para recuperar el control, lo que denomino
Simplicidad Imperativa:
Visión sólida. Ya sea que estés administrando un proyecto o una
empresa o manejando tu cronograma del día, necesitás tener una gran
comprensión del panorama general. Además, tenés que poder articular
tu visión de las otras personas con claridad y facilidad, y ayudarlos a
encontrar la manera para que apoyen tu visión…y no que trabajen en
contra de ella. Cuando no somos claros sobre nuestra visión, somos más
vulnerables. Nuestro tiempo y atención se vuelven difusos y empezamos
a perder el enfoque.

111
Prioridades claras. Cada uno crea sus prioridades naturalmente según su
visión, de lo que sabemos que es importante y haciendo solamente eso.
Luego, cuando te das cuenta de que no estás alcanzando tus metas, no
tenés que ir muy lejos para descubrir el problema. En general, significa
que perdiste el control de tu tiempo porque dejás de ocuparte de tus
prioridades.
Disciplina diaria. Tal vez, el recurso limitado más valioso conocido por el
hombre es el tiempo. Si lo empleás mal, no hay forma de recuperarlo.
Tener una agenda que ha sido diseñada teniendo en cuenta tu visión y
siguiendo tus prioridades es el camino más seguro para obtener la
libertad personal. Esto suena fácil, pero no lo es. Muchos de nosotros
nos resistimos y pagamos el precio. (No sorprende que las enfermedades
más importantes estén relacionadas al estrés).
Cuando estés diseñando tu lista de tareas diarias, hacete las siguientes
preguntas:
1. “¿Esto es algo que podría delegar/eliminar?”

2. “¿Existe alguna forma de poder hacer esto en la mitad del tiempo?”

3. “¿Está esto relacionado a un objetivo que realmente hará que mi


vida sea mejor/más completa/ enriquecedora?”

Como he dicho, cuando elijo mis prioridades para cada día, resalto las
tareas más importantes , aquellas que son esenciales para mi plan
maestro personal a largo plazo. Y, dado que sé que puedo hacer un
número limitado de cosas cada día, empiezo con ellas.
Si alguna vez tengo que elegir entre dos prioridades, me pregunto: “De
las dos prioridades, ¿cuál será más importante para mí al final de mi
vida?”.

112
Todo es cuestión de economía, de hacer menos cosas en términos
generales, pero asegurarte de que las cosas que uno hace sean las más
importantes.
Aquí va algo que también puede ayudarte a establecer prioridades.
El principio de Pareto establece que el 20 por ciento de las cosas que
hacemos alcanzarán el 80 por ciento de lo que queremos. Entonces
hacete la siguiente pregunta: ¿Cuáles de las tareas que tengo por delante
están dentro de ese 20 por ciento?
Entonces, para simplificar tu vida, tenés que hacer más de la que te
brinda satisfacción en el alma y menos de lo que ofrece un premio
negativo o ningún premio. Lo malo, lejos. Lo bueno, cerca. Al establecer
tus metas y planificar tu tiempo, tené esto en mente.
Tener el control de tu tiempo es realmente el secreto del éxito. Además,
vas a salir bien parado en el camino.
QUERER COSAS
No recuerdo haber sido muy agradecido cuando era pequeño. Recuerdo
querer cosas -muchas cosas- todo el tiempo.
Quería camiones de juguete, pistolas de plástico con ruido, trenes marca
Lionel, guantes de baseball. Quería muñequitos de guerra, aviones para
armar y sets de construcción marca Erector. Quería todo lo que veía en
las publicidades para chicos en la televisión, y todo lo que tenían los otros
chicos del colegio, incluidos las luncheras y el sándwich de carne en vez
del sándwich de mantequilla de maní y dulce envueltos en una bolsa de
papel.
Quería vivir en una linda casa en vez de en el lugar destruido en donde
vivíamos mis siete hermanos y yo. Quería la bicicleta, la ropa nueva y los
cortes de pelo de peluquería que mis compañeros del colegio tenían.

113
Quería, como mencioné, todo tipo de cosas. ¿Y gratitud? No tenía
tiempo para la gratitud.
Revisá eso.
Fui agradecido con la familia de Bruce Conger cuando nos regaló una caja
con ropa de él para Navidad. Bruce, el chico con la ropa con más onda de
séptimo grado. Me convertí, por lo menos en mi cabeza, en el chico con
más onda de séptimo grado al año siguiente cuando usé la ropa de Bruce.
Pantalones delgados de color verde aceituna que tenían una raya tan
marcada que te podía cortar. Zapatos negros brillosos con una punta tan
puntiaguda que podías abrir una lata de gaseosa y medias de lana azules
como el cielo. ¡Ah, tenía tanta onda!
También fui agradecido dos años después cuando mi madrina, Jean Kerr,
me regaló la mitad de las ganancias de una de sus obras. No era uno de
sus grandes éxitos, pero pude comprarme un nuevo taco de billar que
pude usar en el Rockville Center Cue Club.
Fui agradecido, también, en mi último año, cuando, luego de haber sido
atrapado por una corriente de agua en la playa Jones y haberme rendido
al intentar nadar directo a la costa, fui llevado por la corriente hacia el
muelle y llegué sano y salvo. Había perdido mi fe en la religión en ese
momento, pero fui muy pero muy agradecido.
Por lo demás, como dije antes, gasté casi toda mi energía emocional
queriendo cosas.
Luego del secundario, fui agradecido porque no fui reclutado para la
guerra de Vietnam. Alguien de la comisión de reclutamiento local me
llamó y me informó que debía reportarme, pero nunca hicieron un
seguimiento y no volvieron a llamarme. Lo único que puedo imaginarme
es que mi expediente se perdió. Todavía pienso que lo van a encontrar y
que voy a ser el recluta más viejo del Ejército.

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En la universidad, empecé a valorar aprender cosas nuevas y aprendí a
ser agradecido por los grandes profesores que tuve. Harriett Zinnes,
quien me enseñó un poco sobre poesía, y Lilian Feder, quien me enseñó
a amar la buena redacción, fueron dos de los mejores profesores.
Luego, cuando terminé la universidad y la maestría, estuve dos años en
el Cuerpo de Paz (Peace Corps). Recuerdo estar sentado en la entrada de
mi casa en África, mirando como la lluvia caía sobre mi casa de barro,
revestida con yeso y pensando: “Algún día vas a ser rico, pero nunca vas
a vivir en una casa que te dé tanto placer como esta”.
Fui agradecido por esa casa, por tener el privilegio de vivir en esa casa
cuando muchos de mis estudiantes vivían en chozas. Y también estaba
agradecido por mi gratitud. Estaba empezando a entender lo bien que se
sentía.
Cuando regresé a los Estados Unidos, casado, recuerdo sentirme
agradecido cada vez que nacía uno de mis hijos. Agradecido de que todos
eran sanos. Y recuerdo haber estado agradecido cuando, los domingos,
llevábamos a los chicos a caminar por la calle 16th Street en Washington
D.C. para observar las mansiones imponentes que había. No envidiaba a
las personas que tenían esas casas. Tener la posibilidad de verlas y
admirarlas era suficiente.
En 1982, nos mudamos al sur de Florida y empecé a trabajar en una
pequeña editorial que publicaba un diario. Me sentía afortunado por
tener ese trabajo –administraba el departamento editorial– porque
significaba que estaba encaminado a alcanzar la meta que tenía hace
muchos años: convertirme en escritor.
Pero dos años después, cambié de idea. Cambié mi meta de ser escritor
por otra, ganar dinero. Y cuando lo hice, dejé de ser agradecido.

115
Fue una experiencia interesante. Estaba como loco con el dinero. Gasté
toda mi energía personal en la búsqueda de dinero. Pero, mirando hacia
atrás, es claro que estaba otra vez obsesionado con querer cosas. Quería
un sueldo más alto. Quería plata en el banco. Quería un auto nuevo. Y
quería una casa que no estuviera hipotecada.
He escrito mucho sobre los trucos y las técnicas que usé para generar
mucho dinero durante esos años. Pero nunca escribí sobre lo poco
agradecido que fui por las cosas que me compraba con el dinero. Sentía
que las merecía. Y en el momento que tenía algo que quería, pensaba en
la próxima cosa que quería.
Cuando cumplí 50 años, me di cuenta de que generar riqueza, mi meta
número uno, fue un error. Durante el tiempo que lo fue, aprendí un
montón, pero también perdí un montón. Una de las cosas más
importantes que perdí fue mi capacidad de ser agradecido.
Ahora, estoy agradecido de que no perdí mi alma por completo durante
los años en los que quería cosas. Y sí, me doy cuenta de que es más fácil
sentirse de la forma en la que me siento ahora cuando uno no tiene que
preocuparse por los gastos. Aun así, estoy agradecido por haber sido
capaz de cambiar eso.
Para que no pienses que soy solamente agradecido con cuestiones
sentimentales, rápidamente admito que soy agradecido también por las
cosas materiales. Estoy agradecido por mi NSX que tiene 17 años de
antigüedad y mi camión Ranger que tiene 8 años de antigüedad. Estoy
agradecido por algunas prendas de ropa (aquellas que me hacen sentir
bien) y por mi mesa de billar (que está en mi oficina) y por vivir en una
casa que me brinda tanto placer como la casa de barro en la que viví 30
años atrás. (Estaba equivocado, pude sentirlo otra vez).
Pero cuando K y yo hablamos sobre cuán agradecido somos, las tres
mismas cosas están al principio de la lista:

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1. Estamos agradecidos de que nuestros hijos y nosotros estemos
vivos.

2. Estamos agradecidos de que nuestros hijos y nosotros gocemos de


buena salud.

3. Estamos agradecidos de tener tantos buenos amigos.

Y yo estoy personalmente agradecido por ser capaz de pasar gran


cantidad de mis horas laborales escribiendo –que fue mi primera meta y
la más importante- y, ¡estoy especialmente agradecido de que Early to
Rise me permita escribirle a 400.000 lectores!
¿Cuál es tu lista?
DESAPEGO EMOCIONAL Y EL ZEN DEL GOLF

Hace, aproximadamente, un mes, jugué al golf por primera vez con mi


Hijo Número 3 (HN3). Estaba esperando con ansias tener una tarde
placentera. Me imaginaba el aire fresco, el sol saludable y las bromas
padre-hijo que las mujeres que no entienden a los hombres categorizan
como superficiales.
La tarde empezó como esperaba. El sol brillaba. La cancha estaba verde.
Nos preparamos comiendo panchos y fumando un cigarrillo. Pero en el
primer hoyo, las cosas empezaron a salir mal, por lo menos para HN3.
HN3 es un golfista principiante. Jugó menos de media docena de
partidos. Estaba enfocado en drives largos, buenos golpes y puttings
certeros. Cuando no le pegaba bien a la pelota -que sucedía la mayoría
de las veces- se enojaba consigo mismo.
Aunque no le pegaba a la pelota como él quería, le estaba pegando.
Estaba impresionado y se lo dije. “Estás jugando mucho mejor que yo
cuando estaba en el mismo nivel”.

117
Eso no lo aplacaba. Cuando llegamos al noveno hoyo, estaba
emocionalmente exhausto. No quería seguir jugando. “No hay forma”,
dijo malhumorado, “soy un desastre”.
La frustración de HN3 debido a su mal rendimiento y su depresión
subsecuente me hizo pensar en mí mismo unos años atrás. Me generaba
miedo el hecho de pensar que él podría pasar por la misma situación que
yo pasé por cuarenta años. Cuando estábamos volviendo a casa, le
comenté sobre una de las maneras que me ayudó a superar mi propia
tendencia hacia la depresión. Hoy, voy a compartir con vos esta
estrategia.
Cuando estás feliz podés mover montañas. Cuando estás enojado o
deprimido, tu nivel de energía baja, tu visión se nubla y tu productividad
decae.
La depresión puede debilitar tus habilidades laborales. Puede dañar tu
reputación. Puede separarte de tus ingresos y de tus posesiones. Puede
afectar la relación con tu pareja, con tus hijos y con tus familiares –
incluso con los amigos de toda la vida. La depresión puede robarte todos
aquellos lindos y pequeños momentos que hacen que valga la pena vivir
la vida –como un día en la cancha de golf con papá.
Te roba la diversión. Te roba el tiempo. Te deja sin nada.
Dos amigos míos cayeron en la depresión cuando perdieron sus trabajos
y sus ingresos.
Ambos amigos consideraban que eran valiosos por su habilidad para
generar dinero –un error que muchos empresarios cometen. Y cuando,
sin ninguna culpa de su parte, sufrieron un importante contratiempo
económico, sintieron que habían fracasado. Sugerí que una forma de
evitar caer en esa trampa era valorarte según las cosas que realmente

118
importan –en valores personales que no tienen nada que ver con tu
ingreso.
Existe otro error común que lleva a la desesperación. El error que estaba
cometiendo HN3 durante nuestro juego de golf. Tengo que advertirte
que la solución a este problema es un poco más difícil de entender y de
poner en práctica. Pero quedate conmigo mientras la explico. Porque
una vez que la “entiendas”, no vas a tener problema en tener una mirada
positiva, incluso cuando estés pasando por las circunstancias más
difíciles.
Estoy refiriéndome a desarrollar la técnica del desapego emocional. Más
específicamente, la técnica de establecer metas y tratar de alcanzarlas
sin importar si realmente las lográs o no.
Yo aprendí a hacer esto hace solo seis u ocho años atrás y lo he estado
practicando esporádicamente. Con cada año que pasa, mejoro cada vez
más. Me siento más contento y con más control sobre mi vida. Lo que es
más importante, pienso que me ha ayudado a transmitir un poco de esta
nueva felicidad a otras personas.
Cuando la mayoría de las personas escucha la frase desapego emocional,
piensan que significa indiferencia o incluso no tener corazón. Nada de
esto puede estar más lejos de la verdad. El desapego emocional te libera
de las cosas neuróticas y te permite enfocar tu energía en otras personas,
otras cosas y en el aquí y el ahora.
El mejor ejemplo que te puedo dar es el amor natural que una madre
tiene por su hijo. Cuando el hijo está feliz, la madre está feliz. Cuando el
hijo no está feliz, la madre, de forma instintiva, quiere encontrar la causa
de su infelicidad y terminar con ella, si puede.
Cuando la madre descubre que el hijo no está feliz a causa de algún dolor
físico, trata de aliviarlo. Cuando la causa es un conflicto

119
emocional, le enseña al hijo, de la mejor forma que puede, cómo manejar
ese conflicto. La meta de la madre es siempre preparar al hijo para que
se convierta en una persona independiente. Ella trabaja de forma
consistente para liberar gradualmente al hijo de la dependencia natural
que tiene para con ella con el fin de que pueda aventurarse en el mundo
y vivir una vida feliz y productiva.
Cuando un niño de 11 años le dice a su madre que la “odia” porque le ha
impuesto algunas restricciones, la madre (mentalmente sana) no se
siente herida, aunque le ha dicho algo hiriente. Ella ama a su hijo y no se
lo toma a pecho. Mantiene la calma. Le recuerda que lo ama. Y le explica
que la restricción no será eliminada simplemente porque él “odia” la
restricción o a ella.
En otras palabras, ella está desapegada emocionalmente de la expresión
de enojo de su hijo.
Si sos padre, vas a entender lo que digo. La mayoría de los padres, la
mayor parte del tiempo, practican este desapego emocional con sus
hijos. Pero hay otros padres que no pueden porque están
emocionalmente apegados a la aprobación de sus hijos. Estos son los
padres que quieren ser “mejores amigos” con sus hijos. Ellos quiebran
sus propias reglas cuando sus hijos las objetan. A veces, toleran
comportamientos riesgosos.
La técnica de desapego emocional puede ser aplicada en todas las
relaciones. Puede funcionar con tu jefe y tus colegas de trabajo. Puede
funcionar con tu pareja y tus padres en casa. El desapego puede ser
aplicado a casi cualquier problema o desafío. Y el resultado va a generar
siempre gran calma y claridad.
Esto nos lleva al cuento de HN3…

120
Cuando empecé a jugar al golf, encaré el juego casi de la misma forma
que mi hijo.
Estaba preocupado por el resultado de mis golpes. Cuando le pegaba a
la pelota, me importaba cuán lejos podía llegar. Cuando le pegaba con el
putter, me importaba cuán cerca dejaba la pelota del hoyo.
Esto hizo que el juego sea frustrante. Al ser un jugador principiante, el
resultado de todos mis golpes era decepcionante.
Pero no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que yo era mi peor
enemigo. Al permitir que me decepcionen cuatro de los cinco golpes,
estaba destinado a fracasar (¿Cómo podés aprender a jugar bien al golf
si estás maldiciendo cuando estás por pegarle con el palo de golf?). El
truco, lo descifré rápidamente, era desapegarme emocionalmente del
resultado querido (cuando la pelota sale) y enfocarme en la experiencia
del swing.
Mi meta, cuando juego al golf estos días, es tener un buen swing. No me
importa para dónde va la pelota. Todo lo que me interesa es poder
cumplir con mi intención de tener un buen swing.
Esto ha influido mucho en mi forma de jugar. En pocos meses, mi
hándicap bajó alrededor de 30 golpes. Antes, hacía 130 golpes y odiaba
el juego. Ahora, hago alrededor de 100 golpes y me gusta, incluso cuando
la pelota cae en una trampa de arena o rueda en el green.
Todo lo que hacemos en la vida -toda meta que establecemos, toda
relación que tenemos- se puede hacer mejor y de forma más feliz
aplicando el desapego emocional.
Te voy a nombrar algunos ejemplos más.
Apego emocional. Querés hacer un picnic el sábado por la tarde. Llueve.
Te desilusionás.

121
Desapego emocional. Tenías la intención de hacer un picnic el sábado.
Pero, al saber que uno nunca puede predecir el clima, te desapegás de
forma consciente de la idea de que va a salir el sol. Armás un plan B –ir
al cine. Entonces, cuando llueve, cambiás felizmente del plan A al plan B
sin enojarte y sin enojar a otras personas. Sos el experto zen de tu tarde
de sábado. Ayudás a otras personas a que se sientan mejor con tu buen
ejemplo. Y eso, a su vez, incrementa tu felicidad.
Apego emocional. Querés obtener un aumento de sueldo. No te dan el
aumento. Te desilusionás.
Desapego emocional. Tenés la intención de conseguir un aumento de
sueldo. Pero, al saber que uno no puede controlar el resultado de tu
próxima evaluación de desempeño, diseñás un plan B que involucra
tener un negocio propio. Tenés una buena evaluación, pero tu jefe
decide no aumentar tu sueldo. No estás desilusionado. De hecho, estás
emocionado porque ahora podés poner en marcha el plan B.
Apego emocional. Querés casarte con tu novia de la universidad. Le
proponés casamiento. Ella dice que no. Estás destrozado.
Desapego emocional. Tenés la intención de casarte con tu novia de la
universidad. Pero, al saber que no podés controlar sus sentimientos, te
desapegás del resultado y te conformás con el plan B, que se basa en el
hecho de disfrutar la relación por algunos meses mientras empezás a
buscar una nueva. Le proponés casamiento y ella te rechaza. No estás
triste. No hacés un berrinche. Ponés en acción el plan B. Ella se da cuenta
de tu desapego y le atraes más por eso. Ahora vos tenés que tomar la
decisión de seguir con la relación o cortar con ella.
Como dije anteriormente, la técnica de desapego emocional es difícil de
entender y de poner en práctica. Pero si lográs dominarla, vas a disfrutar
de una vida con ilimitada riqueza, salud y felicidad.

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Antes de que HN3 y yo fuéramos por segunda vez a jugar al golf, tomó
una clase con Larry, un jugador profesional con quien yo aprendí. Larry
comprende el efecto zen del golf. Él, como Ben Hogan, entiende que el
verdadero propósito del golf no es alcanzar un puntaje específico, sino
experimentar la serenidad y el placer que te brinda lograr buen swing de
forma consistente.
Cuando fuimos a jugar en esta oportunidad, le recordé a HN3 que no se
enfocara en la dirección de la pelota, sino en ejecutar un buen golpe.
Jugó los 18 hoyos en perfecta armonía. Y, aunque no nos importaban
nuestros resultados, ellos fueron mejores que los anteriores.

PONELE UN POCO DE LIGEREZA A TU VIDA

Te he recomendado que establezcas metas para mejorar tu salud,


aumentar tu riqueza, convertirte en una mejor persona y para que te
pongas las pilas con tu vida personal. Mi recomendación del día de hoy
para vos es diferente.
Quiero que le agregues un ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! a tu vida.
¿Qué es exactamente un ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!? Es una técnica que va a hacer lo
siguiente:
• Te revelará verdades importantes sobre tu vida y tu bienestar.

• Reducirá tu tensión y los problemas que son creados por la tensión.

• Te ayudará a sobrepasar obstáculos, incluso aquellos que son


insuperables.

• Incrementará la dopamina en tu sistema y te ayudará a sentirte


mejor.

• Incrementar tu circulación sanguínea, respiración y digestión.

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• Reducirá, en gran parte, la posibilidad de que mueras de cáncer o
problemas cardíacos.

• Hará que seas una persona más popular.

• Alcanzarás tus metas más rápido.

• Te dará más poder personal.

Y las mejores cosas sobre esta técnica espectacular son las siguientes:

• No te va a costar ni un peso implementarla.

• No necesitás ningún tipo de conocimiento especial o habilidad para


aprovecharla.

• Solamente te toma unos pocos minutos de tu tiempo.

• Cuanto más la “practiques”, más fácil se vuelve.

¿Estás listo para aprender más?


En el año 1992, durante el mayor pico del motín en Los Angeles, Terry
Braverman estaba manejando por la autopista Hollywood en hora pico.
Al mirar a través de la ventana del lado del pasajero, vio fuego en la
ciudad. El olor del humo se mezclaba con el olor familiar del smog y
estaba haciendo que el viaje en caravana parezca peligroso. Miró a los
otros conductores y vio en sus caras que ellos, también, estaban un poco
ansiosos.
La ansiedad de ellos hizo que él se sintiera aún más ansioso. Empezó a
entrar en pánico. Luego recordó una máxima simple: no podés controlar
lo que no podés controlar, pero tenés el control sobre cómo reaccionás.
Decidió en ese momento, en medio del peor embotellamiento que había
estado en su vida, tranquilizarse. Por suerte, Braverman tenía una

124
manera para hacerlo. Como era un comediante profesional, tenía una
bolsa con accesorios en el asiento de atrás. Se dio vuelta y agarró una
nariz de payaso de goma. Pensó: “Esto es justo lo que necesito”.
Con la nariz de payaso puesta, Braverman miró otra vez por la ventana.
Al principio, comentó que los conductores que estaban alrededor de él
lo miraron sorprendidos como si pensaran: “Es un turista, no sabe lo que
está pasando”. Pero cuando sonrió, ellos entendieron el mensaje.
“Quería que ellos supieran que, sin importar las circunstancias, podemos
tomarnos un momento para relajarnos y terminar con la espiral de
angustia”.
Leer esta historia en el libro de Terry Braverman, When the going gets
tough, the tough lighten up (Cuando las cosas se ponen duras, no hay
que desanimarse), recordé la muy linda película, La vida es bella, que
trata sobre un padre que heroicamente mantiene el optimismo de su hijo
en un campamento de concentración haciendo de payaso. También
recordé el gran libro de Víctor Frankl, Man`s search for meaning (El
hombre en busca de sentido), en el cual cuenta su propia experiencia de
vida en un campo de concentración y la increíble conclusión a la cual
llega después de haber soportado la peor forma de pérdida humana.
Frankl comenta: “Como vemos, el ser humano no es alguien que está en
búsqueda de la felicidad, sino en búsqueda de una razón para ser feliz.
Cuando la búsqueda de sentido de una persona es exitosa, no sólo es
feliz, sino que también le brinda la capacidad para sobrellevar el
sufrimiento”.
En su libro, Braverman también cuenta la historia de Jean Houston,
filósofa y autora de A mythic life (Una vida mítica), quien viajaba con un
colega a Washington, D.C. para hablar en una conferencia que tenía
como fin inspirar a los participantes para que sean más creativos. El
colega se quejaba porque decía que era imposible inspirar creatividad

125
en los burócratas del gobierno. Ella dijo: “Pasan sus vidas
reorganizando sillas en el Titanic. No nos van a escuchar”.
Houston le respondió: “Tendremos que cambiar su mentalidad”.
“¿Cómo?”
Houston le explicó que el mejor método que ella conocía era a través del
humor. Entonces, iba a hacer chistes durante los primeros 10 minutos de
su presentación. “En el momento más gracioso, uno está, como a punto
de estornudar, en todos lados y en ningún lado”, ella comentó, “y está
abierto a ser bendecido, provocado y a hacerse más profundo”.
El “método” de Houston es un método utilizado por muchos oradores
profesionales. La audiencia está incómoda en seminarios. Cuando te
sentís de esa manera, uno es más crítico y resistente. Sin embargo si el
orador es lo suficientemente bueno como para hacerte reír, vas a abrirte
un poco a él. Vas a decir: “Ok, estoy listo. Decime que querés y vos a
escuchar”.
Braverman cuenta como Rich Little se salvó de ser golpeado por un grupo
de matones. “Estaba muy asustado, pero en 15 minutos los hice reír.
Estaba llevando a cabo mi acto. Entonces di vuelta la situación, no
recuerdo exactamente cómo lo hice. Creo que me transformé en Louis
Armstrong. Ellos desconocían quien era yo, pero cuando empecé a hacer
las imitaciones, perdieron las ganas de pegarme”. En este caso, el humor
de Little hizo más que mejorar su propio estado mental, mejoró su
destino. Al final, comenta, los matones estaban aplaudiendo.
Todos hemos estado en situaciones donde nos permitimos ser
arrastrados por el enojo. Alguien -mal informado o no- te dice tarado o
tonto y vos respondés con malas palabras y furia.

126
Cuando usé el humor en situaciones difíciles, siempre me ayudó. Por lo
menos, me hizo sentir mejor al poner las cosas en contexto: la vida es
corta. Vivimos. Morimos. Es lo mismo para todos. Relajate.
En 1927 se hizo una película que aborda este tema. Se llama Sunrise
(Amanecer). Te tomará unos 15 minutos que te atrape porque es en
blanco y negro y es muda perotomate esos minutos. Es una película
fuerte y emotiva. Y prestá atención en el papel que juega el humor. Vas
a querer ser más gentil y más amoroso. Y te demostrará cuán importante
es relajarse.
Uno de los empresarios más eficaces que conozco, el presidente de una
de las empresas más importantes, es un maestro de este método
poderoso de manejar crisis. Debido a su puesto, varias veces ha tenido
que escuchar a gerentes enojados por ciertas injusticias reales o
imaginarias que habían sufrido por parte de algunos colegas en el
negocio.
Cuando viví situaciones similares -y he vivido muchas- mi respuesta
siempre fue tomar las quejas de mis gerentes en serio y tratar de
resolverlas de forma seria. Pero, en general, Chris apela al humor. Tiene
un don para hacerte entender lo trivial que es tu queja en el gran
esquema de las cosas. No sé cómo lo hace, pero lo ha hecho conmigo
una docena de veces y puedo decirte que funciona.
Chris resuelve muy bien las disputas porque su primera reacción frente
a los problemas es buscar en ellos el ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!. La mayoría de los
problemas en la vida no resultan tan serios como parecen al principio.
Aquellos que son serios pueden ser abordados de una mejor manera
cuando los mirás con una actitud más relajada.
Por lo que esto es lo que te deseo, que encuentres el tiempo cuando
estés estresado para lograr la tranquilidad en tu alma. Te va a brindar la
energía y la flexibilidad para seguir adelante con esperanza y felicidad.

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128
Parte cinco
EL IMPULSO QUE NECESITÁS PARA TRIUNFAR

DATE UN EMPUJÓN

Conocí a Adela hace ocho años, cuando asistía a su primer taller de redacción
publicitaria del American Writers & Artists Inc. (AWAI). (Como el taller de
marketing de la información de ETR, el taller de redacción publicitaria se lleva
a cabo cada otoño en Delray Beach, Florida). Adela era una ambiciosa mujer
de 36 años, recientemente divorciada y llena de energía y de ideas. “Esta es
la mejor conferencia a la que he asistido en toda mi vida”, me dijo al finalizar
el programa de tres días. “Estoy con unas ganas bárbaras de volver a casa y
ponerme a trabajar”.
Estaba entusiasmado por ella. Si había alguien con la energía suficiente y lista
para avanzar, esa era Adela.
Cuando me la encontré en el taller de AWAI al año siguiente, le pregunté
sobre el progreso de su carrera como redactora publicitaria freelance.
“Bueno, me descarrillé”, admitió. Primero, su padre falleció. Eso la tomó por
sorpresa y tuvo que dejarla de lado. Luego, consiguió otro trabajo en otra
ciudad. Cuando finalmente se acomodó, pensó que sería no intentar ponerse
al día. “Vine al taller este año para volver a empezar”, dijo con orgullo. “Y
estoy segura de que triunfaré”.
Si sólo necesitáramos tener actitud para alcanzar nuestras metas, esta mujer
sería una superestrella. Pero tener actitud no es suficiente. Entonces, la
alenté a que invirtiera en el programa para establecer metas de ETR.
“Puedo entender lo devastador que puede haber sido a nivel emocional
perder a tu padre”, le dije. “Y sé lo perturbador que es tener un nuevo trabajo
y mudarte de ciudad, pero si hacés que esta meta —convertirte en

129
una redactora publicitaria— sea tu meta principal y seguís nuestro programa
para establecer metas, nada te distraerá. Vas a poder lidiar con cualquier
interrupción en tu vida”. (Pensé que no era necesario que le diga que la vida
siempre está llena de interrupciones). “Pero, a medida que hacés eso, podés
seguir progresando hacia tu meta principal”.
Adela decidió invertir en el programa para establecer metasy no la vi por dos
años. Cuando me la volví a encontrar en el taller de AWAI otra vez y le
pregunté sobre su progreso, se mostró a la defensiva. “No tengo el lujo de
poder pasar seis horas al día practicando mis destrezas para la redacción
publicitaria”, me dijo. “Tengo un trabajo de tiempo completo, colaboro con
una organización benéfica, y tengo amigos y familia”.
No le quería decir que prácticamente todas las personas a las cuales he
instruido estaban en la misma situación o peor. Tampoco le quería decir que
cuando tenía su edad tenía dos trabajos de tiempo completo, estaba casado
y tenía obligaciones sociales. ¿Qué ganaba con discutir con ella? No iba a
cambiar. Por lo menos yo no la iba a poder persuadir. En el fondo, ella había
decidido que lo que quería hacer era lo siguiente:

• Continuar con una vida que según ella “no la llenaba”.

• Invertir una semana y un par de miles de dólares cada año más o


menos en un taller sobre redacción publicitaria para sentirse mejor
con ella misma sobre su futuro.
“Solo necesito inspiración para volver a motivarme”, me dijo.
“Bueno, espero que este taller te la dé”, le dije.
Supongo que está bien vivir la vida así. ¿Quién soy yo para decirle a esta
mujer cómo ocupar su tiempo? Aun así, me siento incómodo cuando la
gente desperdicia oportunidades.
Cada año, gracias al entrenamiento y al estímulo que reciben en los
talleres de redacción publicitaria de AWAI, docenas de personas pasan

130
de ser empleados a escritores freelance autónomos. Muchos de ellos dan
el salto con éxito luego de asistir al programa de redacción publicitaria
básico e incluso antes de terminar la Maestría. No hay nada mejor para
los muchachos de AWAI que recibir una nota escrita o un correo
electrónico diciéndoles, ¡Guau! ¡He conseguido mi primer trabajo
profesional!” o “¿Adivinen qué?” ¡Mi último paquete de correo directo
está se convirtió en un paquete de control! ¡Me pagaron $5.000 por un
trabajo que me llevó menos de una semana terminar!”.
¿Qué diferencia hay entre aquellos que tienen éxito y aquellos que no?
Esto es lo que pienso: aquellos que cambian su vida con éxito no esperan
a que todo esté “bien”.
No esperan ninguna de las siguientes cosas:

• Que sus vidas personales estén en orden.

• Que sus trabajos se acomoden.


• Completar los proyectos en los que están trabajando.

• Terminar con las reformas de sus casas.


• Que los problemas que tienen con su familia política se
solucionen.
• Estar inspirados.

La motivación aparece con la acción


—Robert Ringer
El autor de best-sellers, Robert Ringer, cree que la mayoría de las personas
exitosas tienen esta característica en común: no esperan a estar motivadas.
Se motivan a través de la acción.

131
“Si tuviera que esperar a estar motivado para escribir”, dice, “nunca podría
haber escrito todos los libros que he escrito”. (Ha escrito media docena de
libros sobre desarrollo personal excelentes, incluidos tres best-sellers).
“Como la mayoría de los escritores, paso muchas mañanas enfrente a la
computadora, sin motivación ni ideas definidas acerca de qué escribir”.
“Si tuviera el hábito de esperar a estar inspirado, pasaría mucho tiempo
esperando”, dice. En vez de ello, “empieza a escribir”. No importa si su
redacción inicial no es buena, si lo mantiene escribiendo por una o dos horas,
sabe que saldrá algo bueno. “La motivación aparece con la acción”, dice.
Salvo que tengas una meta, que la conviertas en una prioridad y que
encuentres una forma de proceder de acuerdo con ella cada día, tus
posibilidades triunfar serán escasas.
Con todas mis otras responsabilidades de negocios —sin mencionar todo lo
que escribo para el Early to Rise— se me pueden ocurrir muchas excusas
todos los días para atrasar mi próximo libro. Si espero a estar inspirado para
empezar a escribir un capítulo, nunca llegaría a nada. En vez de eso, hago lo
que hace Robert Ringer. Empiezo a escribir.
Frank McKinney, un desarrollador inmobiliario multimillonario, ha hecho
hincapié sobre lo mismo pero de diferente forma: “No necesitás esperar a
ser un experto para comenzar a ganar dinero en el mercado inmobiliario.
Conocé el área donde vivís un poco cada día. Antes de que te des cuenta
tendrás una buena idea de lo que querés comprar y de cuándo vender y así
estarás camino a lograr riqueza e independencia financiera. Pero tenés que
empezar ahora mismo. Empezá de inmediato y luego seguí. Hacé un poco
cada día, incluso si es algo que te lleva entre cinco y diez minutos”.
Ya sea que sos un aspirante a redactor publicitario como Adela (quien, hasta
donde sé, todavía está esperando a estar inspirada para dejar de ser

132
una asistente de talleres y pasar a ser una redactora hecha y derecha), un
aspirante a empresario o un escalador de montañas que se muere por escalar
el Everest, tenés que ponerte manos a la obra, hacer algo cada día y avanzar
hacia tu meta.

EL SECRETO DEL ADICTO


Cuando era adolescente, era como un perro malo. Si alguien me miraba
“mal”, empezaba a ladrar. Por ende, tuve muchas peleas —la mayoría contra
oponentes más grandes y más habilidosos. Aun así, me las ingeniaba para
“ganar” muchas de esas peleas porque accedía a algo interno en mí, una
especie de furia, supongo, que alimentaba mi agresión.
Algo de eso existe en el reino de la riqueza. Hay algo que está encendido —
o por lo menos brilla— dentro de cada uno que, si lo podés detectar, te
puede transformar en un megalómano generador de riqueza (MGR).
Como MGR, nunca vas a poder hacer lo siguiente:

• Ser un vago
• Estar confundido sobre lo que necesitás.
• Dudar sobre tu capacidad para generar dinero.
• Vacilar acerca de ir por ello.
¿Suena bien? ¿O te asusta?
Si te asusta, no te sientas mal. La mayoría de las personas le tienen miedo al
cambio, en especial al interno, del cual que te voy a hablar ahora. Va
profundo y se queda por más tiempo. Cambia tu forma de sentir y de pensar.
Ante la oportunidad de cambiar, la mayoría de las personas piensan: “no
estoy satisfecho conmigo por completo, pero no me odio tampoco. Si

133
cambio de alguna forma que no esperaba, podría perder el control o
volverme más infeliz que lo que soy ahora. Es mejor permanecer así”.
Pero si te suena bien, tenés suerte. Te voy a dar el secreto que solía alimentar
mis ambiciones monetarias en el pasado y que uso ahora para escribir libros
y filmar películas.
Lo llamo el Secreto del adicto.
Veamos al humilde adicto a la cocaína
Veamos el ejemplo de un joven veintitantos sin ambiciones ni objetivos.
Abandonó la secundaria, por ende es prácticamente analfabeto. Al no haber
tenido una buena familia, también está enojado y desmotivado. Encima de
todo, no es el joven brillante por naturaleza que ha sido privado de todo que
muestran las películas. Más tonto, imposible.
Te pregunto: ¿De qué trabajará este joven?
Estás en lo cierto, de nada.
Pero si tuviera que trabajar… si de alguna forma se viera forzado a trabajar
a través de algún programa sorprendentemente exitoso del gobierno…
¿cuánto dinero ganaría?
Estás en lo cierto, unos $48 por día o $6 la hora, antes de los impuestos.
Ahora, agarremos al mismo joven vago y estúpido y démosle una buena y
anticuada adicción a la cocaína y al crack.
¿Cuánto dinero ganaría entonces?
Estás en lo cierto otra vez, ¡podría ganar una fortuna!
A principios de los años ochenta, yo vivía en lo que a veces se denomina como
un barrio “transicional” de Washington, D.C. Por varios años, tuve la
oportunidad de observar las rutinas para generar dinero casi compulsivas e
incesantes de los adictos. Día tras día, estas creaturas degeneradas, sin

134
educación, analfabetas, sucias, destituidas y drogadas se introducían en un
mundo muy poco amigable y trabajaban para obtener dinero.
Mendigaban, rogaban, pedían, traficaban, llevaban a cabo todo tipo de juego
de cartas y concursos y ganaban mucho dinero.
En ese momento, leí un artículo bastante largo del Washington Post que
decía que muchos de estos adictos ganaban entre $300 y $400 por día para
satisfacer sus adicciones.
Eso me impresionó. O sea, diablos, estos tipos ganaban más dinero que yo,
que tenía dos títulos y tres trabajos.
Cuanto más lo pensaba, más me sorprendía. Ahí están, todos esos
perdedores totales en la calle ganando más dinero que un periodista joven o
un profesor de secundario.
Gente muy sorprendente
El hecho de que fueran adictos sin educación no hacía que sus logros sean
menos sorprendentes. Todo lo contrario.
Estas eran personas cuya meta principal en la vida era drogarse hasta quedar
inconscientes. Aun así, podían meterse en calles hostiles y ganar dos o tres
veces el dinero que yo podía ganar en una oficina linda y amigable.
Cuanto más lo pensaba, más interés me generaba. Tenía una buena idea de
cómo ganaban dinero los adictos, pero no podía entender cómo lograban esa
fortaleza emocional para hacerlo.
Entonces, decidí empezar a hablar con los adictos de mi barrio. Era fácil
hablar con ellos. Con un dólar compraba una conversación de cinco minutos.
Con cinco dólares y un café, cinco de ellas.
Al final, me hice amigo de tres adictos. Un hombre mayor llamado George
que había trabajado en el correo, un joven llamado Dean que nunca había

135
trabajado en serio en su vida y una madre de tres llamada Desiree, por lo
menos así es cómo decía que se llamaba.
Todos trabajaban en la 14th Street, que era el pasillo central de las
prostitutas y los drogadictos. También era la intersección que tenía que pasar
para ir a lo de la Sra. Phoenix, la mujer que cuidaba a nuestro hijo más grande
mientras trabajábamos en el centro de la ciudad todos los días.
Luego de dejar a Hijo Número Uno (HN1) en lo de su niñera, pasaba unos
minutos hablando con George, Dean o Desiree. Les preguntaba dónde vivían,
dónde dormían y cuándo “trabajaban”, etc.
Poco a poco, descubrí cómo hacían para ganar tanto dinero todos los días.
No era ningún tipo de truco o timba inteligente (aunque sí tenían algunos
trucos que aplicaban cuando podían). Era una combinación de tres viejas
virtudes.
Los tres hábitos de los adictos al crack muy éxitos:
1. George, Dean y Desiree trabajaban más horas que yo. Yo creía que
trabajaba duro porque tenía jornadas de 12 horas. Estos tres
trabajaban en todo momento, en general entre 18 y 20 horas por
día.
2. Cada uno trabajaba con un propósito determinado. Aunque tenían
momentos en los que se “retrasaban” cuando hablaban conmigo o
asentían, el 90 por ciento del tiempo que estaban conscientes lo
dedicaban a generar el dinero que necesitaban para conseguir sus
dosis. Yo, por el contrario, tenía una docena de ambiciones
alternativas e intereses que me alejaban de mi trabajo. Pero ellos no,
nunca se desviaban de sus metas individuales.
3. Pero la diferencia más importante entre George, Dean, Desiree y yo
tenía que ver con algo más profundo. Su adicción era mucho más

136
fuerte que mi ambición, y por eso, hacían lo que fuera necesario
para obtener el dinero que necesitaban.
Si estudiás la vida de la gente más exitosa de los Estados Unidos,
descubrirás que ellos también hacían lo siguiente:
• Trabajaban mucho y duro.

• Se mantenían enfocados en su meta.

• Hicieron sacrificios para triunfar.


Leé la biografía de Andrew Carnegie y verás que estas características se
repiten a lo largo de su vida. Mirá un documental sobre Warren Buffett o Bill
Gates y descubrirás lo mismo.
Da para pensar, ¿no?
Trabajar mucho y duro es importante para triunfar y tener determinación y
estar enfocado también. Sin embargo, para realmente lograr grandes
metas… llegar a una categoría totalmente nueva… tenés que hacer más.
Si le sacáramos la adicción al crack, nuestro joven analfabeto que dejó la
secundaria podría trabajar tan duro como quisiera… pero nunca lograría
ganar $600 por día. Eso sólo se puede lograr con el deseo de hacer lo que sea
necesario, incluidas las cosas más riesgosas, incómodas, nuevas,
preocupantes o peligrosas.
Los adictos no reciben el respeto que se merecen.
Imaginate lo que debe ser la vida de un adicto. Se levanta en el banco de una
plaza oliendo a pis. Se estira, se frota las úlceras de la cara y de los brazos y
se dice a sí mismo: “A ellos, chico. Hoy voy a salir ─a la fría ciudad hostil─ y
voy a volver con seiscientos dólares”.
¿Podrías hacer eso? ¿Todos los días? Yo no podría. Salvo que fuera adicto a
algo.

137
Cómo acceder al subestimado poder de los adictos
Es posible conseguir el don de los adictos y no es necesario consumir crack
para ello.
En algún lado dentro de vos hay un fuego que arde. Es tu deseo troncal de
ser amado y apreciado. Todos lo tenemos, y es siempre muy intenso.
Si descuidás este fuego, tarde o temprano se apagará. Tu vida va a pasar sin
sentido. Cuando mueras, tus sueños también lo harán.
Si alimentás ese deseo troncal, ese fuego también crecerá y eso significará
dos cosas: tendrás el éxito que anhelás o no harás nada y el calor te quemará
de adentro para afuera.
Tenés que encontrar el deseo que está encendido dentro de vos y usarlo para
vivir tu vida.
Es muy difícil lanzar una empresa, comenzar con una nueva carrera o
realmente escapar del pasado. Es difícil porque es diferente y porque
requiere dejar algo a lo que estamos acostumbrados.
Dale un vistazo a la lista de las cosas que tenés que hacer hoy, como ejemplo.
Probablemente, hay algo que no querés hacer. Sabés que es importante, lo
has resaltado. Aun así, te negás a hacerlo.
Tal vez, es hacer una llamada difícil o una tarea tediosa. Es muy probable que
sea algo que no te hace sentir cómodo. Es por eso que no lo has hecho hasta
ahora y, es probablemente por eso que tus competidores tampoco lo han
hecho.
Querés lograr más cosas que nunca, tenés que estar dispuesto a hacer más
que lo que has hecho en toda tu vida. Tenés que comprometerte, invertir
muchas horas, permanecer enfocado y, sí, hacer la tarea poco desagradable
pero necesaria.

138
Entonces, hacé eso ahora. Imaginate por un momento que sos un adicto y
que para obtener tu dosis tenés que lograr una meta que te supera. Si tu
salud física dependiera de tu éxito absoluto, ¿qué harías para lograrlo? (No
podés fracasar).
Dejá de lado tus escrúpulos y tus miedos, por lo menos por ahora. Si nada
más importara, ¿qué es lo que harías?
¿Entendiste? Bien.
Ahora pregúntate a vos mismo: ¿por qué no lo estás haciendo?
¿Tenés alguna objeción moral? ¿Alguna duda? ¿Miedo a fracasar? Sacá eso
sentimientos para afuera y examinalos. Son ellos los que te están privando
de lo que deseás.
Enfrentá tus sentimientos con honestidad. Pensá cómo te bloquean. Si hacés
eso total y honestamente, habrás logrado algo importante.

POR QUÉ EL PENSAMIENTO POSITIVO NO LE SIRVE A LA MAYORÍA DE LAS


PERSONAS
Una de las grandes falacias de la industria de la autoayuda es la idea de que
podés cambiar tu vida si “pensás de forma positiva”.
Los generadores del positivismo, empezando por Napoleon Hill, incluidas las
personas que promueven ahora The Secret(El secreto), afirman que todos, a
nuestra disposición consciente, tenemos los medios para transformarnos en
máquinas humanas generadoras de éxito.
Algunos gurús de la autoayuda venden el pensamiento positivos porque
saben que es uno de los productos más lucrativos para colocar en el
mercado. ¡Si cambiás un pensamiento, podés cambiar tu vida! ¿Qué mejor
promesa le podés hacer a un vago de bajo rendimiento que quiere ser rico y
exitoso?

139
Y, estrictamente desde el punto de vista de las ganancias, tienen razón. Los
productos sobre el pensamiento positivo que hacen promesas sobre
resultados fáciles y rápidos generan miles de millones de dólares al año en
ventas por Internet y porcorreo directo, y eso es sólo con respecto a las
empresas que conozco personalmente. El número total probablemente se
multiplica.
No estoy diciendo que todos los partidarios del pensamiento positivo sean
charlatanes. Muchos son hombres y mujeres honestos que creen en el
concepto porque lo aplican con éxito en sus vidas. En general, son personas
que siempre han sido talentosos en los deportes, en los negocios o a nivel
académico desde el principio. Su éxito constante les dio la confianza de que
pueden lograr casi todo y siempre se sumergen con rapidez en ese
sentimiento de confianza subyacente cuando se enfrentan con un nuevo
desafío. Dentro de sus corazones, saben que pueden tener éxito. Entonces,
cuando comienzan algo nuevo, no pueden evitar creer que van a ser exitosos.
Pero, ¿qué hay del resto del mundo, es decir, el 80 por ciento de la población
que se sacaba C en el colegio y se sentaba en el banco durante los partidos
de fútbol y que casi no ha triunfado en los negocios? ¿Cuál es el mensaje
grabado en sus corazones?
Bueno, los partidarios del pensamiento positivo te van a decir que ese es el
punto. La gente que lucha sin tener éxito fracasa porque no creen realmente
que puedan lograrlo. Si cambian ese pensamiento, les irá mejor.
Entonces, la terapia para estas personas que dudan de sí mismas es el
pensamiento positivo. Pararse enfrente al espejo cada mañana y repetir 20
veces lo siguiente: “Soy una buena persona. Puedo lograr cualquier cosa.
Seré exitoso”.
Es muy atractivo. Dos o tres minutos de charla frente al espejo y el cambio
mental ocurrirá. Luego de eso todo ocurrirá sin el menor esfuerzo.

140
La realidad es diferente.
El pensamiento positivo: ¿funciona?
Un estudio mencionado en el libro de Julie Norem The positive power of
negative thinking(El poder positivo del pensamiento negativo) confirma mi
creencia sobre que, si bien el pensamiento positivo puede funcionar en
algunas personas que ya ven sus habilidades de forma optimista, no funciona
en las personas que son pesimistas.
Los investigadores dividieron sus sujetos (todos identificados como
pesimistas) en dos grupos. Le dijeron a un grupo que, en base a su
desempeño anterior, les iba a ir bien en un examen estándar que iban a
hacer. Este grupo señaló en una encuesta previa al examen que,
efectivamente, se sintieron optimistas sobre sus resultados. El segundo
grupo no recibió ese aliento. ¿Los resultados? El primer grupo, los pesimistas
que fueron optimistas en ese momento, de hecho obtuvieron peores
resultados en el examen.
He sido muy crítico de la idea del pensamiento positivo por años, ya que creo
que es inútil en las personas que necesitan más ayuda para cambiar sus vidas:
gente que tiene sentimientos negativos profundos sobre lo que pueden
alcanzar.
El pensamiento positivo funciona sólo en aquellos que son positivos a nivel
emocional. En general, estas son personas que han tenido éxito en sus vidas.
Es fácil para las personas que han sido buenas luchadoras, por ejemplo, creer
que ganarán la próxima lucha. Es fácil para los empresarios como el que les
habla pensar que su próxima empresa será exitosa.
Cuando sos positivo a nivel emocional, no podes evitar pensar de manera
positiva sobre todo.
Entonces, pensar de forma positiva ayuda, pero solo ayuda al 20 por ciento
de la población que ya es positiva a nivel emocional. El resto de la

141
población, el 80 por ciento del mundo que es negativo a nivel emocional, no
se beneficia con el pensamiento positivo.
Sabía que eso era así, aunque no sabía bien por qué. Cuando escribí sobre
ello en el pasado, muchos de los lectores del Early to Rise estuvieron en
desacuerdo. Cuando hablé de ello en conferencias, las personas que
asistieron luego se quejaron conmigo. Parecían enojados, como si yo
estuviera intentando sacarles algo valioso.
Creían que yo intentaba negarles la mejor oportunidad que tenían de tener
éxito. Mientras tanto, lo que yo realmente estaba intentando hacer es que
no se engañaran a sí mismos y que tomaran todas las medidas específicas
necesarias para lograr sus metas.
A medida que pasaban los años, me encontré con algunas de estas personas
en otras conferencias. Seguían asistiendo a seminarios sobre la superación
personal, todavía tenían libros sobre pensamiento positivo y seguían
enojados conmigo por decirles que el pensamiento positivo no iba a cambiar
su suerte. Después de todo, funcionó para las personas que promocionaban
esos seminarios y esos libros.
Los años y las décadas pasaban, y ellos seguían pobres, atascados. Aun así,
no querían abandonar el sueño de cambiar sus vidas de forma rápida y fácil
mediante un cambio en su forma de pensar.
Nunca pude articular una razón que explicara por qué yo sabía que el
pensamiento positivo nunca funcionaría en estas personas, pero, luego, leí
un libro que me ayudó a entender: A General Theory of Love (Una teoría
general del amor). Este libro fue escrito por tres ilustres psicoterapeutas y
científicos especializados en temas neurológicos. Te voy a explicar
brevemente lo que me enseñó que hizo que me iluminara en este asunto.
En esencia, nuestras emociones se originan con profundidad según como
este conectada nuestra mente. Existe un fundamento científico que

142
justifica nuestras respuestas emocionales y cómo nos relacionamos con el
resto de las personas. Al mismo tiempo, nuestras interacciones con el mundo
y con la gente que nos rodea tienen un impacto profundo sobre nuestra
actitud. Esta interacción, que puede de hecho alterar las vías neurológicas de
nuestro cerebro, comienza en la infancia y modifica nuestro desarrollo.
Entonces, si creciste con sentimientos negativos sobre tu posibilidad de
triunfar, tu cerebro estará conectado de esa manera, y ningún pensamiento
positivo hará que cambie.
Esto es lo que dicen los autores de A General Theory of Love (2001) sobre la
industria de la autoayuda:
Un fuerte movimiento de autoayuda ha luchado a favor de la mentira acerca
de que una persona de convicciones férreas equipada con las directivas
apropiadas, puede elegir buenas relaciones. Aquellos que se ven seducidos
con la promesa de un cambio inmediato se la creyeron. Sin embargo, la
psicología de la vida emocional no puede desaparecer con unas pocas
palabras (…)
(…)Los libros de autoayuda son como manuales para reparar autos: podés
leerlos todo el día, pero haciendo eso no arreglás nada.
Para dejar de ser emocionalmente negativo y comenzar a ser
emocionalmente positivo, tenés que tener en tu haber algunas experiencias
de éxito sólidas, y es ahí en donde aparece otra técnica para el éxito: la
visualización. Pero esta funciona. La visualización es una técnica comprobada
y útil para alcanzar el pico de tu desempeño.
Todos sabemos que muchas de las personas más exitosas del mundo
─incluidos atletas, artistas y presidentes de empresas─ usaron la
visualización para alcanzar sus metas.
Veamos a Michael Jordan…

143
“Visualicé a dónde quería llegar, qué tipo de jugador quería llegar a ser y supe
exactamente en dónde quería estar y me enfoqué en llegar a ese lugar.”
Jack Nicklaus, uno de los golfistas más grandes de la historia, dijo, “Nunca
realizo un golpe, ni en las prácticas, sin tener una imagen bien clara y nítida
de él en mi cabeza. Es como una película a color”.
El famoso psicólogo de deportistas, Bob Rotella, cobra miles de dólares la
sesión para ayudar a atletas profesionales y a empresarios de alto rango a
triunfar a través de la visualización. Además de ayudar a golfistas del PGA y
a los mejores atletas de la NBA y de la NFL, ayuda a ejecutivos de alto rango
de Merrill Lynch, Morgan Stanley, General Electric, Coca-Cola, entre otras
empresas.
Matt Furey, un maestro de las artes marciales mundial y gran comerciante
de Internet, atribuye su éxito a la visualización. El entrenador de lucha de
Matt le había dicho al adolescente de secundario, poco coordinado y
flacucho que nunca tendría posibilidades. Sin embargo, mediante el poder
de la visualización, Matt adquirió confianza para ganar partido tras partido y
se convirtió en un campeón de lucha en el secundario y en la universidad.
Más tarde, Matt se convirtió en el Campeón Mundial de Kung Fu ─gracias,
nuevamente, a la visualización y a la actitud muy positiva que, ahora, estaba
muy enterrada en el sistema límbico de su cerebro (la parte del cerebro que
determina el comportamiento emocional).
Como dije, la gente que es positiva emocionalmente sobre sus posibilidades
de tener éxito tiene un historial de éxitos. Son personas dinámicas, no
soñadores. Entonces, olvidate del pensamiento positivo. En vez de ello,
comenzá a reconectar tu cerebro trabajando para lograr la meta que querés
alcanzar o practicando la habilidad que querés dominar.

144
Primero, no te sentirás muy bien acerca de lo que estás haciendo porque no
serás muy bueno en eso. Pero tené perseverancia. Recordá que te llevará mil
horas ser competente en cualquier cosa que valga la pena.
Empezá estableciendo objetivos discretos. Usá la visualización para que te
ayude a brillar en tareas específicas y a superar desafíos determinados. Aun
así, no pierdas el tiempo repitiendo mantras inútiles. Las acciones, sólo las
acciones, reprogramarán tu sistema límbico y te convertirán en una
“máquina del éxito” real.

¿TENÉS MUCHO MIEDO DE INTENTARLO? UNA FÓRMULA PARA


ENFRENTAR EL MIEDO AL FRACASO
“No sé bailar”, le dijo Jane a su primo Ray mientras miraban a una pareja más
grande bailar en un casamiento. “Tengo dos pies izquierdos. Es muy
avergonzante”.
“Yo era malísimo antes”, dijo Ray. “Entonces, tomé unas clases”.
“No podría ni tomar clases”, dijo Jane, “Me daría vergüenza que el profesor
viera lo mala que soy”.
“Sé a qué te referís”, dijo Ray. “Siento lo mismo con el golf”.
Me pasaba lo mismo cuando tenía que hablar en público. El simple hecho de
pensarlo me causaba temor y cuando estaba obligado a hacerlo, lo hacía muy
mal, lo cual me provocaba aún más miedo en mi siguiente discurso. Es un
círculo vicioso.
Cuando me convertí en director editorial de una empresa de newsletters en
Florida del Sur en 1982, me encontré en un puesto en el cual tenía que tener
reuniones y realizar presentaciones en ceremonias de la industria con
bastante regularidad ─algo para lo cual no estaba preparado. Entonces,
decidí anotarme en un programa de Dale Carnegie para hablar en público.

145
No sé cómo pero me inscribí en el curso equivocado. En vez de enfocarse en
hacer discursos, tenía una meta más amplia, y ese programa me cambió la
vida. Me enseñó la importancia de establecer metas y de actuar. Pero,
además, me enseñó, sin que me diera cuenta, a estar más cómodo como
orador.
Mis habilidades para dar discursos mejoraron casi de manera accidental.
Cada semana, teníamos que leer un capítulo del clásico libro de Carnegie,
How to Win Friends and Influence People (Cómo ganar amigos e influir sobre
las personas) y, luego, ir a la clase y realizar una presentación de dos minutos
sobre cómo íbamos a poner en práctica ese capítulo en nuestras vidas.
Los jueves a la noche, luego del trabajo, manejaba media hora al lugar donde
nos encontrábamos. Durante el trayecto, pensaba lo que iba a decir. Era
difícil al principio, pero cada semana se volvía más fácil.
Al finalizar el curso de 14 semanas, mi desempeño era casi profesional. Había
ganado varios premios en competencias y siempre estaba entre los mejores
de la clase. La última sesión fue una especie de ceremonia de graduación.
Asistieron nuestros amigos y parientes, lo cual hizo que la audiencia a la que
nos teníamos que dirigir se triplicara en tamaño. Todos lo hicimos bastante
bien, recuerdo. Yo di el último discurso. Todavía estaba un poco nervioso
cuando me levanté del podio, pero ya había aprendido mucho para ese
entonces. Por ende, respiré profundo e hice lo que tenía que hacer.
Recibí un fuerte aplauso. Varias personas que ni siquiera conocía se
acercaron a saludarme y una sugirió que debería hacerme comediante. No
fui lo suficientemente tonto como para tomarme su consejo al pie de la letra,
pero sí me alegró pensar que había progresado tanto en tan poco tiempo
empezando prácticamente de cero.

146
¿Cómo vencí mi miedo a hablar en público? De la misma forma que vos
vencerías el miedo a hacer cualquier otra cosa.
Entonces, ¿a qué le temés?
Existen sistemas de psicoterapia totalmente dedicados a curar los miedos de
las personas. Los más efectivos son aquellos que exponen a la persona fóbica
de forma gradual a aquello a lo que le tiene miedo. Si te dan miedo las
serpientes, el tratamiento podría empezar mirando fotos de serpientes.
Luego, una vez que te acostumbrás a eso, empezarías a mirar videos de
serpientes, y, luego, a mirar serpientes en las jaulas…y, luego, a mirarlas
sueltas pero a la distancia…y, luego, de forma gradual, a acercarte hasta que
puedas realmente agarrar una sin una incomodidad emocional.
De la misma forma, si tenés miedo a hablar en público, la terapia sería
empezar a dar un discurso breve delante de una audiencia pequeña y, luego,
comenzar de forma gradual a dar discursos más largos delante de audiencias
más grandes hasta que te sientas cómodo hablando por una hora o más
delante de un gran número de personas.
Eso es lo que me pasó a mí. El curso de Dale Carnegie que hice resultó ser un
programa terapéutico para perder el miedo de forma gradual a hablar en
público.
Los miedos a cosas específicas ─serpientes, hablar en público, volar, etc.─
pueden superarse mediante una exposición gradual, pero, ¿qué hay de los
miedos más generales, como por ejemplo, el miedo a fracasar?
Para responder a esa pregunta, tenemos que determinar a qué le tememos
con exactitud cuando decimos que tenemos miedo al fracaso.
Supongamos que estás solo en un cuarto silencioso intentando resolver un
crucigrama difícil. No te sale.
¿Cómo te sentís?

147
Ahora, supongamos que estás participando de un campeonato nacional de
crucigramas. Quedan cuatro finalistas, vos y tres más. Los cuatro están
parados en un escenario delante de crucigramas enormes con marcadores
en las manos. La audiencia es de seiscientas personas y millones los miran
por televisión. El cronómetro da la señal y empezás a llenar las preguntas lo
más rápido posible. Antes de que termines la sexta parte de tu crucigrama,
aparece el primer granador. Antes de que hayas terminado la cuarta parte,
aparece el segundo, y ahora quedan el otro oponente y vos. Te falta la mitad
y no tenés esperanzas. Luego, escuchás el timbre. Te ha ganado por bastante.
Estás parado con el marcador en la mano. Los otros tres participantes están
sonriendo.
¿Cómo te sentís ahora?
Cuando intenté este pequeño experimento, sentí dos emociones claramente
distintas. En el primer escenario me sentí un poco enojado. En el segundo,
me sentí avergonzado.
En el primer escenario, soy sólo una persona común que está resolviendo un
crucigrama en un juego común. No cumplí con mi meta, pero no siento
vergüenza. En el segundo, soy una persona que resuelve crucigramas a nivel
nacional. Fracaso, pero delante de una enorme audiencia. Esto agrega
vergüenza a mi enojo y me hace sentir mucho peor.
Entonces, tal vez, podemos decir esto acerca del miedo a fracasar: gran parte
de ese miedo es el miedo a sentir vergüenza delante de otras personas.
Humillación y humildad
Cuando la vergüenza es extrema, la llamamos humillación. Si te tirás un gas
en una comida elegante, te vas a sentir avergonzado. Si tu gran proyecto en
el trabajo fracasa de manera miserable ─y has estado jactándote de que “el
éxito era seguro”─ sentirás humillación.

148
La humillación es lo que ocurre cuando la vergüenza se mezcla con el orgullo.
Cuanto más orgulloso seas, más te van a doler los fracasos.
Lo cual nos lleva a nuestra cura para el miedo al fracaso: la humildad.
Yo mismo soy orgulloso. Soy orgulloso de mi escritura, por ejemplo, y del
éxito que he logrado en los negocios. Entonces, tengo que recordarme todo
el tiempo de ser humilde acerca de esas cosas. Aun así, no soy orgulloso de
todo lo que hago. No estoy orgulloso con mis habilidades para bailar o para
cantar o para hablar otros idiomas, porque hago esas cosas muy mal. Y
porque mi ego no está involucrado, no siento vergüenza de hacer preguntas
estúpidas, de mostrarme a mí mismo como un principiante y, en definitiva,
de fracasar una y otra vez en mi intento por dominar esas habilidades.
La realidad es que, cuando empecé en los negocios, no era muy bueno
tampoco. Una vez más, eso me permitió hacer muchas preguntas, lucir
estúpido y cometer errores, lo cual me permitió acelerar mi curva de
aprendizaje.
El secreto del fracaso acelerado
Esta última observación nos lleva a un principio importante del éxito. Lo
llamo “el secreto del fracaso acelerado”.
El principio del fracaso acelerado es el siguiente: para desarrollar cualquier
habilidad compleja, tenés que estar dispuesto a cometer errores y a
soportarlos. Cuanto más rápido los cometas y los sufras, más rápido
dominarás esa habilidad.
En ETR, les enseñamos este secreto a nuestros gerentes. Los alentamos a que
les permitan fracasar a sus empleados, no a fracasar de manera estúpida, no
a fracasar una y otra vez, sino a sentirse libres de fracasar en algo siempre y
cuando haya sido para adquirir conocimiento.

149
Si jugás al golf o practicás jiujitsu, sabés que esto es así. Si te ponés tenso y
te enfocás en no fracasar, vas a aprender muy lento. Si te relajás, dejás que
los errores ocurran y aprendés de ellos, vas a progresar con rapidez.
Tenés que comenzar siendo humilde, lo suficientemente humilde como para
aceptar el hecho de que es probable que no tengas un buen desempeño
cuando empieces algo nuevo.
La humildad es el primer regalo de la naturaleza
El orgullo no te permite admitir que sos incompetente, pero todos somos
incompetentes cuando estamos aprendiendo.
Pensemos en los bebés cuando están aprendiendo a caminar. Empiezan
gateando y, luego, con “caídas hacia adelante” (como las llama mi hermano)
y, luego, empiezan a caminar como si estuvieran un poco borrachos y,
finalmente, caminan de forma correcta. Los bebés no sienten vergüenza
porque no tienen orgullo. El orgullo no invade la mente humana hasta los
seis o siete años, ya que hay mucho por aprender hasta esa edad. Si los bebés
que gatean tuvieran vergüenza, les llevaría años o incluso décadas caminar y
hablar bien.
La humildad es una virtud muy subestimada. Nos otorga por lo menos tres
ventajas importantes:
1. Nos hace más atrayentes. La gente humilde ─en especial las personas
que han logrado mucho y siguen siendo humildes─ tienden a gustar.
2. Hace que sea más fácil obtener cooperación. La gente humilde obtiene
más cooperación de los otros, porque no intentan obligar a las personas
decididas a aceptar sus ideas.
3. Nos permite aprender más rápido y más fácil. La gente humilde sabe
hacer preguntas, cometer errores y experimentar el fracaso sin
avergonzarse. Esto atrae a las personas buenas que quieren ayudarlos.

150
La gente humilde tienen los mejores maestros y obtienen lo mejor de
ellos.
Si la humildad es la solución, ¿cómo puede volverse humilde una persona
orgullosa?
Ahora, estamos llegando a la parte más importante del análisis, un plan
práctico para vencer el miedo a fracasar. Los podés hacer de la siguiente
forma:
1. Empezá por aceptar la verdad. Sos una buena persona, pero eso no
significa que seas naturalmente bueno en todo. Mirate en el espejo
y pensá en las habilidades que querés tener. Decilas en voz alta,
“Acepto el hecho de que, por el momento, no sé (nombrá la
habilidad)”. Repetí este ejercicio hasta que no duela.
2. Admití tu incompetencia ante una audiencia indiferente. Una vez
que puedas decirlo delante del espejo, decícelo a una persona.
Decícelo a alguien que no le importe. Decile a tu profesor de inglés
que no sos bueno hablando en público. Decile a la persona que te
entrena para hablar en público que no hablás bien inglés. Repetí este
ejercicio hasta que lo puedas hacer con gracia y buen humor.
3. Admití tu incompetencia ante una audiencia crítica. Decile a tu
profesor de inglés que no sos bueno con los idiomas. Decile a tu
instructor de danza que tenés dos pies izquierdos. Hace esto no una
vez, sino todas las veces que cometas un error o fracases de cierta
forma. Hacelo con gracia y buen humor. Como dicen los psicólogos
populares, “adueñate” del sentimiento.
4. Admití tu incompetencia ante alguien que te pueda castigar. Esta
es la última prueba. La próxima vez que te ofrezcas como voluntario
para hacer una tarea difícil en el trabajo, decile a tu jefe que podrías
cometer errores antes de tener éxito. Hacelo con

151
gracia y humor, y el resultado te sorprenderá. Tu jefe no te pondrá
en aprietos. (Salvo que sea muy incompetente). En vez de eso,
admirará tu humildad. Después de todo, sabe que todavía no sos
competente. Quiere que te comprometas hasta lograr ser
competente.
Me he dado cuenta de que a los ejecutivos más productivos y exitosos no les
importa decir, “Voy intentar hacer esto y aquello. Es probable que lo arruine
por completo, pero si tengo éxito en algún momento… ¡pensá lo bueno que
puede ser!
Eso es lo que querés de tu empresa. Eso es lo que querés de vos mismo.
Vencé tu miedo a fracasar sintiéndote feliz ─incluso ávido─ de intentar y
fracasar hasta lograr el éxito finalmente. Es así como Edison inventó la
lamparita. Es así como Michael Jordan, un jugador de básquet mediocre en
la secundaria, se convirtió en el jugador con los mejores tiros de la historia.
No tenían miedo a fracasar. Vos tampoco lo tendrías que tener.

CÓMO CONVERTIRTE EN LO QUE QUERÉS SER


“Si querés ser escritor, tenés que escribir”.
Tenía 16 años cuando mi papá me dijo esas amables, pero crueles, palabras.
Nunca las olvidé.
La primera vez que recuerdo que sentir que quería ser escritor, fue a los 11 o
12 años. Había escrito un poema para la Hermana Mary Algo del colegio. El
título de la rima de cuatro líneas (AABB) era, “¿Cómo sé que el mundo es
real?”.
Estaba en la mesa de la cocina cuando mi padre lo empezó a leer por arriba
de mi hombro. Estaba ansioso. Mi padre era un escritor muy capacitado, un
dramaturgo que había ganado premios, investigador de Shakespeare y
maestro de literatura, incluida la poesía. Los sábados a la mañana lo veía

152
abalanzado sobre ensayos de sus estudiantes, murmurando y, a veces,
leyéndole pasajes en voz alta a mi madre que para mí estaban perfectamente
bien pero a ellos los hacía reír de manera burlona.
Mi padre entendía las claves para lograr una buena redacción que para mí
eran un secreto. No me sentía cómodo con él sosteniendo mi frágil poema
joven expuesto al peligro de su mente crítica. Entonces, ahí me quedé
sentado, esperando que se vaya. Pero no lo hizo. Sentí su mano en el
hombro, cálida y gentil. “Puede que tengas talento para escribir”, dijo.
Escribí muchos poemas durante los meses siguiente y empecé a creerme
escritor. Me gustaba la sensación, pero pronto otros intereses ─el fútbol, el
Junior Police Club y las chicas─ aparecieron en mi vida. Empecé a escribir
cada vez menos. Todavía me jacto de ser escritor, entonces, me empiezo a
sentir culpable por no escribir.
Para aliviar mi culpa, me prometí a mi mismo que mis otras actividades eran
“experiencias de vida” y que necesitaba experiencias de vida para
convertirme en el buen escritor que quería ser. Al desarrollar esta excusa por
no escribir, estaba construyendo una estructura de autoengaño que muchas
personas tienen cuando abandonan sus sueños. Desde afuera, parece que no
estás haciendo nada, pero en tu interior, sabés que estás camino a
convertirte, lo cual, te convencés a vos mismo, es la segunda mejor cosas
después de “ser”.
Esa era la forma de mi engaño cuando mi padre dijo, “Si querés ser escritor,
tenés que escribir. Un escritor es alguien que escribe”.
Entonces, muchas personas viven sus vidas sin convertirse en lo que quieren
ser porque no pueden encontrar el momento para empezar.
¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir que, algún día, harán lo que
siempre han querido hacer ─viajar por el mundo o pintar cuadros o escribir
un libro? Y cuando escuchas eso, ¿qué sentís? ¿Felicidad, porque tenés

153
confianza de que algún día van a cumplir con esa meta que tienen hace
mucho? ¿O tristeza, porque estás bastante seguro de que nunca lo harán?
¿Y vos? ¿Qué es lo que querés ser que todavía no sos? ¿Acerca de qué
tarea o proyecto o meta hablás todo el tiempo pero nunca cumplís?
Cuando mi padre me dijo que los “escritores escriben”, me estaba diciendo
dos cosas:
1. Que había perdido el derecho a llamarme a mí mismo escritor
desde el momento en que había dejado de escribir.
2. Que podía volver a serlo no bien empezara a escribir de vuelta.
Si reflexionás sobre esto, te darás cuenta de que es tanto inquietante como
liberador.
Me inquietaba porque quería que mi padre dijera que para convertirse en
escritor era necesario leer libros sobre redacción y, luego, hacer cursos sobre
redacción y, luego, tal vez, convertirse en aprendiz de escritor y, luego,
empezar a escribir un poco ahí y un poco allá. Finalmente, luego de 3 o 10
años de entrenamiento, de preparación y de recibir títulos, me convertiría
de forma automática en escritor.
Aun así, si seguía estudiando o preparándome para ser escritor, y no escribía,
no sería escritor. Era así de simple.
Mucha gente siente que puede mantener sus sueños vivos y obtener algún
tipo de satisfacción para su ego de esos sueños simplemente viviendo en un
estado de conversión. “Todavía no soy la persona que quiero ser, pero si
continúo expresando mi deseo de convertirme en esa persona, mantengo
viva esa posibilidad y me merezco recibir un reconocimiento por hacerlo”.
Para convertirse en escritor, lo primero que tenés que hacer es negarte a
aceptar cualquier reconocimiento psicológico por querer ser escritor. Luego
de la desilusión inicial por renunciar al engaño de que la conversión era

154
igual de buena que el ser, no tuve opción y tuve que saltar la etapa de
conversión y simplemente ser.
Hice eso comenzando a escribir. Todos los días. Y cuando aprendí el secreto
de levantarme temprano y de comenzar a escribir antes que nada, horas
antes de que la gente llegara a trabajar, comencé a vivir mi sueño realmente.
Hoy, empiezo a escribir en la computadora en la oficina de casa a las 7:30 de
la mañana. No hay nada mejor que empezar con eso, en general realizando
anotaciones en mi registro diario, pero, a veces, empezando con algo más
difícil, como un capítulo de un libro. De todos los placeres de ser escritor
─terminar un manuscrito, colaborar con los editores, ver una copia del libro
por primera vez e, incluso, que tu libro llegue a ser un bestseller─ el más puro
y el mejor siempre ha sido escribir durante las primeras horas de la mañana
cuando estoy inspirado.
La mejor parte de ser escritor, he descubierto, es escribir. (También es la peor
parte, pero esa es otra historia). Y esto pasa, creo, con todas las profesiones
o habilidades.
La forma más fácil de convertirte en alguien especial es también la más
rápida: empezar a hacerlo. No esperes el momento “indicado”. No te
preocupes si no estás calificado o si no te pagan por ello. Empezá a hacerlo.
¿Querés ser músico? Empezá a tocar el piano.
¿Querés ser filántropo? Empezá a invertir dinero.
¿Querés ser jugador de básquet? Empezá a hacer tiros al aro.
No pierdas ni un minuto más hablando de lo que harás… algún día.

155
CUANDO DUDÁS DE VOS MISMO
Los gurús del éxito siempre hablan de la duda que uno tiene de sí mismo
como si fuera una característica mortal. El inspirador autor Wayne Dyer lo
expresó de esta forma en su libro Your Sacred Self: Making the Decision to
Be Free (Tu yo sagrado: Tomar la decisión de ser libre): “Siempre tené en
cuenta que tu ego produce la duda. La duda no es parte de tu yo espiritual
más alto. Con este entendimiento podés aprender a observar tu duda en vez
de elegir adueñarte de ella… Luego, observá cómo la duda te obliga,
literalmente, a actuar de formas predeterminadas y limitadas”.
De hecho, cuestionar tu habilidad para lograr un objetivo deseado es una
forma saludable e inteligente de empezar cualquier objetivo desafiante, en
especial cuando el objetivo es tu carrera. El optimismo desenfrenado ante
posibilidades imposibles o casi imposibles es una tontería. Si querés llevar
una vida en la que cumplas con tus objetivos al máximo y tengas la menor
cantidad de decepciones deberías adoptar un enfoque que es una mezcla de
confianza, precaución y entusiasmo.
Conocí a una señor de 50 y tantos en un seminario hace poco que me dijo
que iba a crear una empresa que generaría millones de dólares en cinco años
escribiendo e ilustrando poemas. Si su objetivo financiero no era lo
suficientemente loco como para hacerla pensar, su objetivo de negocios
debería haberlo hecho, y si su objetivo de negocios no le dio un golpe en la
cabeza, la valoración modesta de su redacción (me mostró uno de sus
poemas) debería haberla calmado.
Cuando sugerí que, antes de comprometerse con ese cambio profesional,
estudiara el mercado de libros para niños y/o leyera mi libro Seven Years to
Seven Figures, me miró como si le hubiera dado un cachetazo. ¿No creés en
el pensamiento positivo?, me preguntó.
“Creo,verdaderamente, en pensar”, le dije y lo dejé ahí.

156
Hacer más probable que lo alcanzable se cumpla, la mezcla mental correcta
es una ambición consciente, enfocada y clara basada en tener un buen
conocimiento de uno mismo y de lo que estás intentando hacer.
Y eso empieza con hacerte algunos cuestionamientos difíciles como las
siguientes:
• ¿Esta meta es realista? ¿Se ha hecho antes? Si es así, ¿con qué frecuencia?
¿Con qué frecuencia se ha intentado sin tener éxito? Estadísticamente,
¿cuáles son mis probabilidades de tener éxito?

• ¿Tengo lo que se necesita? ¿Tengo la inteligencia necesaria? ¿La capacidad


para aprender? ¿La fortaleza emocional?
Con respecto a este tema, Sheila, una lectora del Early to Rise de mediana
edad, escribió lo siguiente:
“35 años atrás, me pidieron en mi clase de literatura para niños que
escribiera un cuento corto y que enviara el manuscrito a una editorial para
que lo corrigiera. No recibí resultados favorables y renuncié a mi sueño de
escribir cuentos para niños.”
“Ahora ya estoy jubilada [y] la necesidad de escribir es más fuerte que nunca.
¿Qué pasos debería seguir para averiguar si tengo talento o no?”
Elogios para Sheila. Su ambición profesional, frustrada por una sola crítica
negativa cuando era más joven, ha resurgido y tiene el sentido común de
hacer esta pregunta sensata antes de lanzarse.
La duda no es lo contrario a la fe; es un elemento de la fe.
-Paul Tillich
La respuesta corta a su pregunta es la siguiente: en base al pequeño ejemplo
de escritura que nos dio con su nota, creo que tiene el talento innato para
escribir cuentos cortos para niños. Escribir es una habilidad que

157
se puede aprender. Escribir cuentos para niños es una habilidad especial,
cuyas técnicas están disponibles en muchos libros y programas.
Para aprender esta habilidad, Sheila necesitará dedicar entre 600 y 1000
horas a esos libros y a esos programas. Pero antes de hacer eso, debería
realizar un análisis honesto de las posibilidades que tiene de poder ganar una
suma razonable de dinero como autora de libros para niños y si está
preparada financieramente para dedicar varios años a este proceso sin
ninguna recompensa financiera.
Finalmente, tiene que imaginarse a ella misma dedicándo cuatro o cinco
horas cada día a sentarse sola y a escribir. Si no lo ha hecho desde la
universidad, entonces sería ideal que lo intente una semana para ver si la
experiencia diaria real de escribir es tan gratificante como piensa.
Hablar con escritores profesionales de libros para niños es un buen paso
preliminar. Con unas pocas horas de conversación casual, Sheila puede
beneficiarse con la experiencia de gente que ha hecho lo que quiere hacer.
Nada de lo que estoy diciendo ahora debería interferir con su sueño de
convertirse en escritora de cuentos para niños. Todos los consejos
mencionados tenían como fin responder a su pregunta, que era acerca de
evaluar sus posibilidades para adquirir las habilidades que necesita para
hacer realidad su sueño profesional.
Si la meta de Sheila es simplemente convertirse en escritora de cuentos para
niños, debería empezar a escribir de forma inmediata. Debería estudiar las
guías a medida escribe, pero el aprendizaje final se lo brindará la escritura.
Además, puede empezar a escribir ya mismo, incluso antes de estar segura
si quiere convertirlo en una carrera y no sólo una vocación amada.
Sheila debería tener en cuenta un punto sobre el cual he hablado muchas
veces: no te podés convertir en alguien, por ejemplo en escritor, solo

158
estudiando. Te convertís en eso cuando empezás a hacerlo todos los días. Si
Sheila empieza a escribir cuentos para niños y lo hace por un año, en este
momento el año que viene no solo será mejor escritora, sino que también se
podrá llamar a sí misma de esa forma.

DAR EL GRAN SALTO


En algún momento de tu carrera de negocios, tendrás la oportunidad de
hacer algo o vender algo y será obvio que estás ante una gran oportunidad.
Sin embargo, te darás cuenta de que sencillamente no tenés el tiempo, el
conocimiento o los recursos para afrontar el desafío. Si sos sensato,
probablemente digas “No, gracias” y te retires, pero, si la oportunidad es
realmente extraordinaria, es posible que quieras intentar hacer el gran salto
del Gran Cañón.
Estoy pensando en el salto en motocicleta por el Gran Cañón del ahora
famoso Robbie Knievel. (Robbie Knievel es el hijo del legendario y osado Evel
Knievel). La historia que escuché fue que la idea se basó en un intento fallido
de su padre de la misma maniobra.
Recuerdo una de las primeras veces que hice un “Salto del Gran Cañón”
─aunque de una forma mucho menos peligrosa. Fue hace más de 10 años.
Early to Rise era totalmente nuevo y estaba aprendiendo a aplicar por
Internet mis conocimientos de marketing directo. Me invitaron a hablar en
un seminario acerca de marketing por Internet. El problema era que yo sabía
muy poco del tema. (Regla número uno para lograr un buen discurso: saber
de lo que hablás).
Aun así, acepté realizar la presentación porque supuse que me obligaría a
pensar sobre esta parte creciente e importante de mi empresa. No solo
acepté a hablar, sino que estuve de acuerdo con el título para mi discurso

159
(“Los 7 mitos acerca de Internet y las 7 formas de ganar dinero a través de
este medio”) que era, dada mi experiencia en ese entonces, audaz.
Desde ese entonces, he realizado el salto muchas veces. (Esto es lo que está
detrás de la filosofía de “Ready, Fire, Aim” [Listo, Dispara, Apunta]).
Cuando realmente quiero hacer algo pero no tengo idea de cómo hacerlo, no
acepto hacerlo solamente –me prometo a mí mismo que lo voy a hacer muy
bien. Me impongo una gran carga. Supongo que lo que hago es alimentar mi
impulso con el temor a la humillación.
Y funciona, la mayoría de las veces.
En el caso de mi discurso “Los 7 mitos acerca de Internet”, me esforcé porque
tenía la obligación. Leyendo acerca de lo que otros han hecho. Observando
lo que mis propios empelados hacían, lo que funcionaba y lo que no
funcionaba para nada. Intentando algunas cosas yo mismo. Y logré un
progreso destacado. De hecho, luego de tan solo dos meses, llegue a un
punto en el cual el 80 por ciento de lo que había leído sobre marketing por
Internet o me aburría porque era muy simple o me ponía furioso porque era
obviamente incorrecto.
A medida que pasaron las semanas y se aceraba el día de la presentación, me
encontré a mi mismo pensando más sobre el tema. Más que nunca, me di
cuenta de cómo otros medios que conocía muy bien (correo directo,
publicidad impresa, etc) me hacían acordar a Internet. Poco a poco, las ideas
aparecían.
Cuando llegó el día del evento, tenía más o menos una docena de ideas útiles
y observaciones que parecían correctas. Muchas de ellas desafiaron a la
sabiduría convencional. Luego, cuando escuché lo que decían los otros
presentadores, sus cuentos sobre lo que tuvo éxito y lo que fracasó, todo
cobró sentido.

160
Mi presentación funcionó. Me sentía bien. Estaba lleno de energía cuando la
di, pensando “Che, ¡esto es muy importante!” Además, obtuve una buena
respuesta de la audiencia y, más importante aún, obtuve lo que tenía
esperanzas de obtener: un conjunto de ideas que me han ayudado, y que me
siguen ayudando, a ganar dinero por Internet.
En este momento, hacer algo distinto además de tu trabajo podría parecer
un desafío enorme. Estás en lo cierto. Sin embargo, con más razón hay que
dar el Salto del Gran Cañón.
Pensá en algo que no hayas hecho o te hayas negado a hacer que podría ser
muy bueno para tu carrera a largo plazo. Podría ser algo general, como
aprender a vender por Internet… o algo más específico, como hacer que
funcione tu próxima presentación de ventas o campaña de pago por cantidad
de clics.
El próximo paso es anunciar tu intención. Contactá a las partes adecuadas y
haceles saber lo que has decidido.
Finalmente, ponete un estándar elevado, tan elevado que parezca tonto o
pretencioso y, luego empezá a pensar acerca de cómo podés alcanzarlo
realmente.
No podés cambiar las leyes de la física. Robbie Knievel saltó por un sector
“angosto” del Gran Cañón en vez de hacerlo por la parte más amplia. Pero lo
superó y le dio no sólo el impulso momentáneo a su carrera que estaba
buscando, sino también una maniobra por la cual será recordado.
Entonces, ¿qué será? ¿Cuándo y cómo vas a dar el Salto del Gran Cañón?

CORROBORÁ TU PROGRESO
Uno de los pasos más importantes que tenés que seguir cuando estás
creando el plan maestro para tu vida es monitorear en dónde estabas y en

161
dónde estás. Este paso simple te puede ayudar a alcanzar prácticamente
cualquier meta que te hayas impuesto.
Tu salud, por ejemplo. Si querés perder peso, hacer un seguimiento de tu
progreso puede ayudarte a alcanzar esa meta.
El experto en entrenamiento físico, Craig Ballantyne, me enseñó un estudio
realizado por investigadores de las universidades Brown Medical School y
Drexel University. El objetivo de este estudio era determinar si pesarse de
manera constante producía algún efecto sobre el mantenimiento del peso.
Al finalizar el año, los sujetos que se habían estado pesando todos los días
perdieron más peso y mantuvieron más su peso que aquellos que no se
habían pesado con frecuencia. “Monitorearse de manera constante luego de
la pérdida de peso”, señaló Craig, “es un componente clave para mantener
el peso”.
Eso me hizo recordar una recomendación que di en mi libro Automatic
Wealth (Riqueza automática). Si tu objetivo es convertirte en una persona
rica, señalé, es una buena idea hacer un seguimiento de tu patrimonio neto
regularmente. Dije:
Creo que las personas que generan dinero con éxito lo cuentan de
manera regular… evalúan sus fortunas regularmente. A medida que
crece su ingreso neto y se sienten más cómodos con su riqueza y
más cómodos con sus ingresos, empiezan a contarlas menos.
Cuando se vuelven extremadamente ricos, tipo Warren Buffett, no
cuentan más su dinero. La revista Fortune y un gran número de
otras entidades lo hacen por ellos. Pero en su camino hacia la cima,
ellos cuentan su dinero, y te recomiendo que vos lo hagas también.
En particular, te sugiero que armes un estado de situación
patrimonial personal todos los meses. Creá una hoja de cálculos

162
que enumere tus activos y tus pasivos. Incluí tus posesiones de
valor, acciones, bonos, fondos de inversión, inmuebles (aparte de
tu casa), etc.
Te sorprenderá el efecto que esta simple tarea tendrá en la forma
en que pensás e incluso en la que actuás.
He leído estudios que mostraban lo mismo sobre la imposición de
metas en general. Si escribís tus metas y las verificás de manera
regular, tendrás más posibilidades de alcanzarlas.
Por ejemplo, un estudio reciente del sitio DayTimer.com llegó a la
conclusión de que los trabajadores estadounidenses más exitosos
y con los ingresos más altos en el mercado laboral eran aquellos
que habían escrito sus objetivos. Estas superestrellas también
tenían el hábito de escribir listas de tareas diarias priorizadas de tal
forma que los ayudaba a alcanzar sus metas. Por otro lado, del más
de 70 porciento de trabajadores que no escribían sus metas
profesionales o financieras, sólo el 9 por ciento cumplía con lo que
querían hacer cada día.
Entonces, esas son tres cosas que tenés que verificar con
regularidad:

• Tu peso (o, aún mejor, la composición de tu grasa


corporal).
• Tu patrimonio neto
• Tu progreso hacia tus metas de vida.
¡Manos a la obra!

163
164
Parte seis
LAS HABILIDADES DE LOS MÁS EXITOSOS

POR QUÉ PODÉS APRENDER MUCHO DE UN MENTOR

Un hombre mira para atrás en su vida y dice, “Ojalá hubiera sabido en ese
entonces lo que sé ahora”.

Convertirnos en la persona exitosa que queremos ser puede tomarnos una


década, pero podés reducir tu curva de aprendizaje –incluso de manera
drástica─ con un mentor.

Con los consejos, la experiencia y el apoyo de una persona experimentada


en tu campo, podés evitar los errores más comunes que es posible que
cometas.

¡Superás los problemas más graves y encontrás atajos para alcanzar el éxito!

No importa mucho en que momento de tu carrera estás; encontrar un buen


mentor sería muy valioso para vos…

Un estudio a cargo del Elliot Leadership Institute de la Johnson & Wales


University confirma esto.

Para este estudio en particular, los investigadores estudiaron las capacidades


de liderazgo de los ejecutivos de altos rangos y de los gerentes intermedios
en la industria alimenticia y en la hotelera.

Lo que descubrieron fue que los líderes que habían tenido mentores
sintieron que esa experiencia había sido de gran valor. Dijeron que sus
mentores los ayudaron a desarrollar todo tipo de habilidades de liderazgo,

165
incluidas la capacidad para tomar decisiones, para planear, para entrenar,
para pensar de forma estratégica y para dirigir a otros.

En lo que respecta a los mentores, siempre miro a aquellos en mi propia vida.

De Leo, mi primer jefe luego de la facultad, aprendí la importancia de la


persistencia y de la determinación perseverante.

Una vez, me hizo llamar a Honda Motors más de 100 veces para convencerlos
de que nos cambiaran el motor que se había roto (por falta de aceite) por
uno nuevo.

No tenía ni un argumento sensato a nuestro favor, pero eso no evitó que Leo
siguiera presionándome.

Finalmente, luego de haber llegado hasta los cargos más altos de Honda, ¡el
gerente ejecutivo decidió que habían perdido mucho tiempo con nosotros y
que se daban por vencidos!

No me sentía bien recibiendo algo que no merecíamos, pero nunca me


olvidaré de la lección de ser persistente.

De Joel, mi segundo gran mentor, aprendí bastante.

La primera lección que me enseñó –despidiendo a la mujer que quería que


me despidieran─ fue que un buen líder necesita rodearse de la gente más
fuerte que pueda encontrar.

Otra lección que aprendí poco tiempo después tenía que ver con la
naturaleza fundamental de los negocios. “Hasta que hacés una venta”,
explicaba Joel con paciencia, “no pasa nada más”.

166
De Bill, cliente, socio y mentor de medio tiempo, descubrí –relativamente
tarde en mi carrera─ dos secretos importantes de los negocios que me han
hecho un líder mejor.

Para empezar, ya no me siento obligado a resolver cada problema que se me


presente. He observado a Bill pasar por alto incontables peleas, lo cual
resultó ser mucho mejor.

Ahora, antes de involucrarme en una pelea, me pregunto a mí mismo, “Estas


personas, ¿pueden encontrar una solución satisfactoria sin mi
intervención?”.

Si la respuesta es afirmativa, no hago nada.

Gracias a Bill, también soy un gran creyente de la calidad del producto.

Al haber dominado los secretos de la venta a través de mi relación con Joel,


tendía a subestimar la importancia del producto.

¡Yo fui uno de esos vendedores que quería venderle nieve a los esquimales!

Cuando trabajé con Bill –cuyo único enfoque fue siempre la calidad─ me di
cuenta que una empresa se beneficia mejor cuando hace hincapié en la
calidad.

Tal vez no sepas lo que necesitás aprender para dar el próximo paso en tu
carrera…

Pero sí alguien que ha estado en ese lugar y lo ha hecho.

Obtener la ayuda de esa persona hará una gran diferencia en tu futuro.

Cómo encontrar al mentor correcto

167
Buscá en tu industria cinco líderes de los negocios exitosos que se hayan
jubilado en los últimos dos a cinco años. El lapso de tiempo es importante.

Si se han jubilado hace más tiempo, podrían no estar bien actualizados y si


se han jubilado hace poco todavía no están lo suficientemente aburridos de
la jubilación como para extrañar pensar sobre trabajo.

Escribirles a cinco de estas personas una carta corta expresando tu genuina


admiración por sus carreras y felicitándolos por sus logros específicos.

Luego, pediles que te den un consejo para tu carrera.

Invitalos a almorzar o, si no viven en tu ciudad, pediles molestarlos 15


minutos por teléfono, y, te vuelvo a repetir, no les ofrezcas ningún tipo de
compensación por su ayuda… todavía.

Es probable que, por lo menos uno de los cinco acepte tu invitación y te


brinde un poco de su tiempo.

Si se llevan bien, has conseguido a un mentor.

LO QUE EL BAILE PUEDE ENSEÑARTE SOBRE LIDERAZGO

Las tres lecciones más importantes sobre el liderazgo que he aprendido en


toda mi vida, las aprendí en la pista de baile.

Hace unos doce años, K y yo decidimos hacer algo con nuestro miedo a bailar
en eventos sociales. Contratamos un instructor de baile de salón para que
nos enseñara lo básico: un baile lento, un baile rápido y lo mínimo de salsa.

Era una meta simple, y progresamos con rapidez cuando tuvimos que
aprender a hacer los pasos uno al lado del otro, pero cuando el instructor

168
nos dijo que nos agarráramos y bailemos juntos, fue un desastre. K tenía una
idea de cómo yo me tenía que mover y yo tenía la mía.

En unos minutos, el baile que intentábamos hacer se convirtió en una lucha


grecorromana, ella me llevaba para un lado mientras yo empujaba para el
otro. Nuestro instructor intento resolver el problema pidiéndonos que
bailáramos más suave. Como eso no funcionó, se sentó y nos dio un pequeño
sermón.

“El baile”, dijo, “es una sociedad, pero una sociedad que es dirigida por el
hombre y la mujer los sigue”.

Miró a K, que me observaba a mí de manera penetrante.

“Sé que no te gusta que te digan a dónde ir”, dijo. “Pero si querés bailar con
él bien, tenés que hacerlo”.

Podrán imaginar mi cara cuando dijo eso. Por mucho que lo intentara, no
podía evitar sonreír enormemente. Sí, en el baile de salón —incluso en estos
días— el hombre es el que dirige. Ésta es una contradicción flagrante
—no sólo por la forma en la que opera un buen matrimonio— sino también
por sentido común. Después de todo, casi todas las mujeres saben bailar un
poco y la mayoría de los hombre son (y se sienten) ridículos desde el
momento en que empiezan.

No importa. La tradición manda en la pista de baile. Es posible que te muevas


más como Steve Martin en The Jerk que como Fred Astaire, pero vos sos el
hombre, por ende, mandás en la pista de baile.

“En general, es un shock”, dijo nuestro instructor. “Pero si siguen esa regla,
funciona”.

169
Fue una gran prueba para K. Casi arruina todo un par de veces durante los
siguientes 30 minutos. “¡No creo que pueda hacer esto!” me dijo con una voz
que hizo que me subieran escalofríos por la espalda.

“Aprender a seguir”, nuestro instructor dijo de manera simpática. “No es


fácil. Es una habilidad y, para algunos de nosotros, una dificultad. Por un lado,
tenés que hacer lo mismo que hace tu pareja, pero para atrás. Es también
igual de importante que sigas sus pasos, incluso si parece que va por la
dirección equivocada”.

Eso casi convenció a K. ¿Por qué no aprende él a bailar para atrás?”, dijo K.

Nuestro instructor le sonrió. “¿Realmente pensás que él es capaz de hacer


eso?”

“Creo que no”, dijo.

“Y si él aprende a guiarte bien”, prometió, “es posible que realmente


termines disfrutando la sensación de que te guíen”.

“Sí, claro”, dijo K. Aun así, se esforzó para dejarse llevar. No pasó mucho
tiempo hasta que el instructor nos frenó devuelta y nos dio el sermón
número dos.

“Ser un líder no significa empujar a tu pareja por todos lados”, dijo con
dureza. “Ser el líder implica ser sensible, y usted, Sr. Ford, ha mostrado muy
poca sensibilidad”.

Ahora, era el turno de K de sonreír.

Me defendí con la mayor simpleza que pude. “Sensibilidad”, dije. “es una
cualidad que siempre he evitado. Una vez pensé que debía escribir un libro
para hombres titulado “30 días para lograr una completa insensibilidad”.

170
Nuestro instructor se estaba divertiendo. Se cruzó de brazos y decía no con
la cabeza lentamente, mirándome como un perro que ha hecho sus
necesidades en la alfombra.

“Es imposible guiar bien si estás empujando a tu compañera por todos lados.
Vas a parecer un matón y ella no va a disfrutar del baile para nada. Para guiar
bien, tenés que saber exactamente dónde está su pareja todo el tiempo.
Tenés que saber en qué pie tiene su peso sin mirar. Tenés que saber su ritmo,
su virtudes y sus defectos y tenés que prestar atención cada vez que te movés
con ella”.

“¿Podés ponerlo por escrito y hacer que lo firme con sangre?”, quería saber
K.

“Va a llevar tiempo”, respondió nuestro instructor. “Pero creo que podemos
convertir a este tronco en un líder si quiere seguir tres reglas”.

Estaba, tengo que admitir, interesado en oír esas tres reglas. Resultaron ser
muy fáciles y muy poderosas. Me convirtieron en un mejor bailarín de
manera inmediata. Pero, lo que es más importante, luego, me ayudaron a
entender cómo lograr ser un mejor líder en mis negocios también.

Las tres reglas son las siguientes:

1. Saber lo que vas a hacer antes de hacerlo

En la pista de baile: “Un error grande que cometen los hombres muy a
menudo en la pista de baile”, dijo nuestro instructor, “es que toman
decisiones instantáneas acerca de cuál será su siguiente movimiento. Eso no
les da nada de tiempo para avisarle a su pareja, entonces lo compensan con
empujones y tirones. Empujar y tironear son movimientos contrarios a bailar
y es fácil evitarlos. Solo tenés que saber cuál será tu próximo

171
movimiento e indicarle a tu pareja en el momento correcto para que te
pueda seguir con gracia”.

Para demostrar lo mal que la estaba guiando, nuestro instructor me filmó


durante la salsa, haciendo como si tuviera a K en mis brazos. Lo reprodujo
devuelta e hizo hincapié en lo brusco de mis movimientos. “Lucís así porque
pasás mucho tiempo decidiendo cuál será tu próximo movimiento. Si
bailando solo lucís torpe, imaginate bailando con una pareja que intenta
seguir tus movimientos de último momento”. En los negocios: Tener una
visión a largo plazo de cómo debería resultar tu negocio es como saber qué
tipo de baile querés hacer, pero ser un buen líder requiere más que eso.
Requiere que también tengas buenas ideas sobre las tareas a mediano y a
corto plazo que se necesitan hacer para alcanzar esa visión, y esto significa
que tenés que comunicarles todas estas ideas a tus socios ─empleados,
vendedores, proveedores que trabajan con vos muy de cerca para alcanzar
esa visión a largo plazo.

2. Indicá cuáles son tus intenciones con claridad

En la pista de baile: Para desarrollar mi primera habilidad para guiar,


practiqué tres bailes solo hasta que tuve el repertorio completo de los
movimientos que podía hacer sin tener que realizar cambios repentinos o
rápidos. Luego, K y yo empezamos devuelta a bailar juntos.

Era mucho mejor, pero todavía había problemas. Cada tanto, K dudaba y se
tropezaba. Pensé, “Bueno, estoy aprendiendo más rápido que ella”. Nuestro
instructor tenía otra interpretación. “No la estás guiando bien”, me dijo.

“Pero si sé lo que voy a hacer”, protesté. “Y le estoy dando señales”.

“No me parece”, dijo. Y luego me hizo bailar con él.

172
Nuestro instructor era un tipo grandote y corpulento. Si tuviera la tendencia
de bailar con hombres, nunca saltaría para que me concediera una pieza. Aun
así, bailé lo mejor que pude e intenté seguirlo sin cometer errores.

Luego de un par de vuelas, me frenó y me dijo, “Lo que sospechaba. No estás


dando señales con la fuerza suficiente”.

“¿Eh?”, dije. “Pensé que no tenía que usar la fuerza”.

“Así es”, me contestó. “Y para evitar la fuerza tenés que dar señales claras y
fuertes”.

Lo demostró bailando conmigo y guiando él. Podía sentir la testosterona


mientras me ponía a su disposición con obediencia, K sonreía con felicidad
mientras nos observaba.

Lo que noté fue que las señales de nuestro instructor ─diferentes tipos de
toques sobre mi espalda─ eran imperceptibles para el resto pero lo
suficientemente obvios para mí porque eran, como dijo, claros y fuertes.

“No podés seguir bien a tu pareja si te da señales vacilantes”. Me contestó.


Cuanto más fuertes sean, más fácil será seguirlas, y cuanto más fácil sea para
tu pareja seguirte, mejor lucirás y mejor estará bailando ella con vos”,
explicó. En los negocios: Saber lo que querés de tus socios (repito, tus
empleados y tus vendedores y tus proveedores) no es suficiente. Les tenés
que hacer saber lo que querés hacer comunicándoselos de forma clara.
Además, les tenés que dar tiempo suficiente para hacer eso.

3. Guiar para demostrarle a tu pareja tus puntos fuertes

En la pista de baile: Durante las numerosas lecciones siguientes, trabajé


diligentemente para lograr dar señales claras y más perceptibles, y, en
efecto, las trastabilladas ocasionales de K, que yo pensaba que eran por su

173
culpa, comenzaron a desaparecer. Sin embargo, había una lección más por
aprender antes de que el instructor me considerara un “buen líder”.

“Has progresado bastante”, me dijo un día luego de haber realizado tres


bailes con bastante gracia. “Aun así, hay una cosa más que necesitás hacer,
y ésta te llevará al siguiente nivel”.

Queríamos saber cuál era. En cierta forma, esperaba algún tipo de paso
extravagante o algo sobre mi postura o mi ritmo.

“Se me ocurren tres vueltas que K hace particularmente bien”, me dijo. “Pero
no las hace muy a menudo. Lo que más veo son movimientos que a usted le
gusta hacer”. Y, luego, me miró fijo.

Me sentí, una vez más, como un perro que había hecho sus necesidades en
la alfombra. Metí mi cola metafórica entre las piernas y pregunté, “Pero,
¿no es normal hacer lo que uno quiere?

“Es normal, pero no está bien”, me dijo. “Cuando uno baila, el fin es que el
hombre lleve la batuta, pero el fin del baile mismo es exhibir a la mujer”.

“Piense en Fred Astaire”, dijo. “uno de los mejores bailarines de la historia.


Ninguna de las mujeres que bailaron con él tenían su nivel de dominio, pero
siempre hizo que lucieran mejor de lo que eran en el medio del baile cuando
realizaban los movimientos que él hacía mejor”.

Cuando me lo explicó de esa forma, esta regla tuvo sentido y al tenerla en


cuenta, puede mejorar mi baile de manera inmediata.

En los negocios: Si querés que todos los esfuerzos que hagas en los negocios
sean exitosos, necesitás que todos tus socios (repito, tus empleados y tus
vendedores y tu proveedores) trabajen al máximo de sus niveles, y querrás
aprovechar todas las cosas que ellos hacen

174
particularmente bien, lo cual implica darles la oportunidad de hacer esas
cosas (en especial, cuando son mejores que vos).

Estas tres lecciones son realmente importantes ─de hecho, necesarias─ para
ser un buen líder. Sin embargo, esta última es la más importante para
aquellos líderes de negocios que ya han superado la etapa de desarrollo, en
otras palabras, cuando el crecimiento continuo de los negocios requiere de
la contribución de mucha gente talentosa, no sólo la energía y el don del
empresario que empezó con todo. (Explico las etapas de desarrollo de una
empresa en detalle en mi libro Ready, Fire, Aim).

Ser un buen líder significa que tenés que tener una visión. Significa que tenés
que tener un plan también, por ende, tus socios saben cuáles serán tus
próximos pasos. Significa saber comunicar esos pasos con precisión y a
tiempo para que ellos puedan responder, y significa poder darles a tus socios
el espacio que necesitan para hacer lo suyo.

El PODER DE UN PREGUNTA SIMPLE

Luego de escuchar un informe en las noticias acerca del fenómeno de los


Beatles en Inglaterra, Marsha Albert, de 15 años, escribió a la radio local de
Washington, D.C. para preguntar, “¿Por qué no tenemos música como esa
acá en los Estados Unidos?”.

Inspirado por la pregunta de Marsha, el disc jockey Carroll James obtuvo una
copia de “I want to hold your hand” de una azafata británica y le presentó la
canción a su audiencia de la WWDC el 17 de diciembre de 1963.

En solo minutos, los pedidos de esa canción inundaron la estación. En días,


todas las estaciones de los Estados Unidos la estaban pasando, y Capital

175
Records se vio forzada a lanzarla el 26 de diciembre, tres semanas antes de
lo programado.

Lo que ilumina no es la respuesta, sino la pregunta.

─Decouvertes

Según Bruce Spizer, autor de The Beatles are coming!The Birth of


Beatlemania in America (¡Los Beatles están llegando! El nacimiento de la
Beatlemanía en los Estados Unidos), cuando la banda apareció en el
programa de televisión de Ed Sullivan el 9 de febrero de 1964, 73 millones de
personas ─un 40 por ciento de la población de los Estados Unidos en ese
entonces, un número sin precedentes─ lo miraron.

“No hay duda de que los Beatles han conquistados los Estados Unidos”, el
historiador de los Beatles, Martin Lewis, le dijo a USA Today, “Pero la rapidez
y la magnitud de ese despegue estratosférico no podría haber ocurrido sin
Marsha Albert. Si el disco hubiera sido lanzado el 13 de enero, como
planeaban, los chicos no lo habrían escuchado 20 veces por día, como lo
hicieron durante el receso escolar. Nunca habría vendido un millón de copias
en tres semanas. No habría habido 10.000 chicos en el Aeropuerto JFK para
recibir a los Beatles. Marsha no hizo arrancar la Beatlemanía. La empujó para
que arrancara.

Eso es lo que puede hacer una sola simple pregunta.

Pensá en las parejas que nunca se hubieran conocido y casado si no hubiera


sido por esta vieja pregunta confiable: “¿Está desocupado este asiento?”.

Pensá en las posibilidades que habrías perdido en tu propia vida si no te


hubieras hecho la pregunta “¿Puedo?” o “¿Podrías?” o “¿Es él?”.

En 1982, estaba trabajando como periodista en un puesto que no tenía


futuro para un pequeña editorial de Washington, D.C. Sabía que era hora

176
de cambiar de rumbo si no quería terminar aburridísimo y con un sueldo
escaso por el resto de mi vida. Pero no sabía qué hacer.

Como ocurrió, K había planeado unas vacaciones de una semana para los dos
en Key Largo, en donde mi hermano trabajaba para una empresa de alquiler
de Jet Ski. Dado que íbamos a ir a Florida de todas formas, se me ocurrió
concertar algunas entrevistas de trabajo. No porque tuviera esperanzas de
encontrar un buen trabajo allí, sino porque quería deducir los gastos del viaje
de mis impuestos.

Tenía dos conexiones posibles. Una era un colega, un editor de alta rango del
Washington Post quien, pensé, podría conocer a alguien en Florida. La otra
era el nombre y la dirección de un editor en Boca Ratón, Florida, que me
había estado enviando promociones de sus newsletter.

Pero para ponerme en contacto, tendría que hacer preguntas, lo cual es algo
que siempre he evitado hacer, en especial si la respuesta podría ser algo que
no quiero escuchar.

Pero, lo hice.

Le pregunté al editor del Washington Post, “¿Conocés a alguien en Florida


que quiera recibirme para tener una entrevista laboral?” y le escribí al editor
de Boca Ratón y le pregunté, “¿Tenés alguna vacante en tu organización para
una persona como yo?”.

Como resultado, para el momento que K y yo nos fuimos de vacaciones, ya


tenía tres entrevistas programadas. Una era con el editor en jefe del St.
Petersburg Time, la otra con un editor de noticias para el Miami Herald y la
tercera fue con Joel, un editor de newsletters de Boca Raton.

177
Me reuní con cada uno de ellos durante el viaje y, cuando llegué a Key largo
ya tenía tres ofertas de trabajo. Obtener tres ofertas de tres entrevistas es
algo asombroso y me dejó con un dilema.

¿Debería tomar el camino más seguro que me podría llevar a ganar un


Pulitzer y a tener una fama interminable como periodista respetado? ¿O el
camino menos seguro, la oscuridad periodística, pero con la promesa
implícita de obtener mucho dinero por mis esfuerzos?

¿Cuál debería elegir?

Yo era la única persona que podía responder esa pregunta. Aun así, traté de
obtener la respuesta de incluso las fuentes menos probables, incluido un
porrero de 17 años cuyo trabajo era llenar los tanques de gasolina de los Jet
Skis.

Luego de que le conté mi historia, hizo una pausa, le dio una pitada a su porro
y dijo, “Andá a Boca”.

Resulta ser que, luego de pensarlo, llegué a la misma conclusión, y esa


decisión fue el disparador de todas las cosas buenas que he logrado desde
ese entonces.

Pero todo comenzó cuando me obligué a mí mismo a preguntarles a algunas


personas influyentes las preguntas correctas en el momento indicado.

DUPLICÁ TU PODER PERSONAL DOMINANDO UNA HABILIDAD

En cualquier organización, el poder se mueve de manera inexorable hacia


aquellos que dominan el arte de la persuasión. Ya sea comunicándote por
Internet, en una charla telefónica o en persona no importa mucho. Lo que

178
importa es tu habilidad para convencer a la gente de que tus ideas valen la
pena.

Pensá en la gente más rica e inspiradora. Pensá en Warren Buffett, Oprah


Winfrey, Barack Obama.Sí, tienen inteligencia, ambición y buenos instintos
y, sí, trabajan duro, pero también son oradores articulados, y eso, por sobre
todo, es la fuente del poder.

“Se considera que hablar bien es la causa número uno del progreso en una
carrera”, afirma Virginia Avery en The Power of Your Speech (El poder de tu
discurso). “Cada vez que te encuentres con un cliente o realices una
presentación, tu imagen se ve afectada, para bien o para mal”.

Woodrow Wilson, señala Avery, entendió la importancia de comunicar de


manera efectiva. Comenzó su carrera como un reservado profesor de
ciencias políticas con un estilo para hablar forzado. Cuando decidió meterse
en la política, comenzó a convertirse en un orador con habilidades. Cuando
dio su discurso inaugural como el Presidente de los Estados Unidos número
28, se dijo, “No vemos a un presidente tan espectacularmente dotado con el
arte de la expresión desde Lincoln”.

Una historia de Peggy Noonan en On Speaking Well (Acerca de hablar mejor)


ilustra a la perfección la habilidad de Lincoln como orador.

“Cuando el famoso orador Edward Everett habló ante Lincoln en Gettysburg,


lo hizo por más de dos horas y usó frases poéticas, resonantes y de súplica.
Luego, Lincoln se levantó y ofreció una obra maestra de compresión, dos o
tres minutos sobre el significado de la guerra, y del día… Con una mucha
gracia [Everett] le escribió a Lincoln, “Me sentiría contento si pudiera
alagarme a mí mismo con que he transmitido la idea central de la ocasión en
dos horas como lo ha hecho usted en dos minutos”.

179
La habilidad de la oratoria persuasiva ayudó a la mayoría de los presidentes
influyentes de los Estados Unidos a “lograr que sus preciados programas sean
aprobados por el Congreso y a dejar su marca para el futuro”, escribió
Michael Kazin en el Washington Post. Todos los presidentes modernos que
“dejaron sus cargos con su popularidad intacta”, desde Theodore y Franklin
D. Roosevelt hasta John F. Kennedy y Ronald Reagan, dijo Kazin, fueron
grandes oradores.

Si ser un orador habilidoso te permite llegar a la cima de tu carrera, ser un


orador torpe puede meterte en problemas.

Vemos los problemas más comunes causados por la mala comunicación:

• No ser considerado para un trabajo o para el aumento que te


merecés.
• Ser rechazado por alguien porque no te entiende.
• Ser tratado como alguien invisible por tu jefe.
• No ser respetado por tu esposa o por tus hijos.
• Tener conflictos verbales innecesarios.

No hay duda de que saber expresarte de manera persuasiva es una


característica importante para tu vida.

Entonces, mi pregunta es la siguiente: ¿Qué estás haciendo para lograrla?

¿Qué estás haciendo, en este momento, para convertirte en un orador más


poderoso? ¿Qué libros estás leyendo? ¿Qué programas estás siguiendo?
¿Qué clases estás tomando?

Si hablar bien es la forma más rápida de alcanzar el éxito en cualquier carrera,


¿por qué no estás aprendiendo a hacerlo mejor?

180
Sin duda tu respuesta a esta pregunta es “No tengo suficiente tiempo”. Pero
este es el mismo argumento que Stephen Covey critica en The Seven Habits
fo Highly Effective People. Con el apuro de hacer todo lo que nos dan todos
los días, dice, tendemos a ocuparnos de las tareas urgentes primero y
posponemos las que no lo son. Aun así, son las tareas importantes sin
urgencia —por ejemplo, mejorar como orador— las que harán la diferencia
más grande a largo plazo en la calidad de tu vida. Por ende, tenés que
convertirlas en una prioridad.

La clave para volverte un orador más poderoso, explica Timothy Koegel en


The Exceptional Presenter (El orador excepcional) es practicar.

“Todas las personas que he estudiado en toda mi vida que han logrado ser
personas excepcionales –Churchill, Reagan- han trabajado en esta
habilidad”, dice Koegel. “La mayoría de las personas no tienen ni idea cómo
lucen o cómo se escucha cuando están dando una presentación, ya sea que
estás sentados en una mesa de conferencias o hablándole a un grupo. Dado
que no se ven a sí mismos como presentadores, no se dan cuenta del impacto
de este talento. “Pero [hablar bien] es la forma más rápida de avanzar en tu
carrera”.

Es imposible sobreestimar el valor de hablar bien. Ya sea en que estás


negociando el alquiler de un auto, presentando una idea en una reunión de
negocios, conversando con alguien poderoso que te han presentado recién,
lo que decís y cómo lo decís importa.

Si bien primero y principal me considero escritor, la mayoría de mis logros


más importantes los alcancé gracias a mi capacidad de oratoria.

• Decir lo correcto me permitió obtener una participación del 25 por


ciento del primer producto de información que creé. Con esa

181
participación en el negocio me volví millonario en menos de dos
años.
• Hablar bien me permitió lograr más alianzas luego de esa primera
durante los siguientes años. Como resultado, mi participación en el
negocio aumentó hasta alcanzar un tercio de un grupo cuyos
ingresos anuales superaban los $135 millones.
• Menos de dos años después de haberme jubilado por primera vez a
los 39 años, obtuve un trabajo muy bien pago con un cliente que ha
generado una importante ganancia de siete cifras desde ese
entonces.

Hablar de manera persuasiva sigue ayudándome a lograr alianzas y


sociedades que son tanto placenteras como rentables. Por ende, soy un
gran defensor de desarrollar la capacidad de oratoria y es por eso que te
recomiendo hacerlo.

“Si alguna inescrutable Providencia me sacara todos mis talentos y mis


poderes y solo tuviera la posibilidad de quedarme con uno”, dijo una vez
Daniel Webster, “Pediría, sin duda, conservar la capacidad de oratoria,
ya que a través de ella recuperaría de manera rápida el resto”.

Las palabras son inocentes e impotentes en sí mismas, dijo Nathaniel


Hawthorne, pero se vuelven inmensamente poderosas si salen de la boca
de alguien que sabe usarlas para persuadir a otros a que sigan su
ejemplo.

Y no se necesita mucho. Si mejoras tu capacidad de oratoria en tan solo


un 10 por ciento, duplicarás tu poder personal.

Pensá en la cantidad de veces que tu vida diaria podría beneficiarse si


fueras un orador persuasivo. Pensá en las conversaciones que tenés con
tu esposa, tus hijos, tus colegas, tu jefe y tus empleados.

182
Imaginate si pudieras convencer a cualquier persona de cualquier cosa.

Imaginá la cantidad de cosas que podrías lograr.

Convertirte en un orador poderoso no es tan difícil. Como ocurre con


cualquierhabilidad, se puede adquirir si estás dispuesto a dedicar tiempo
a practicarla. En esta sección, voy a describir tres pasos para convertirte
en un orador poderoso. Podés seguir estos tres pasos de forma
inmediata y notarás la diferencia no bien empieces.

Hablar de forma persuasiva implica pensar estratégicamente. No es en sí


una falta de conocimiento de cómo usar el lenguaje lo que padece la
gente que se expresa mal sino de un pensamiento perezoso. El
pensamiento perezoso trae aparejado nociones poco elaboradas e ideas
contradictorias, y eso, a su vez, provoca errores gramaticales, sintácticos
y de dicción.

Paso uno: Definí qué querés

Digamos que te han invitado a participar de una reunión de negocios… o


tal vez, te estás preparando para tener una conversación importante con
un familiar. Tomate algo de tiempo antes para pensar el tema que va vas
a tratar. Encontrá la manera de sacar provecho de la reunión. Imponete
una meta específica y calculable. Luego, definí cómo querés alcanzar esa
meta.

Es posible que este paso te parezca innecesario. Es probable que estés


pensando, “No necesito pensar acerca de lo que quiero. Siempre lo sé.
No es necesario”.

De hecho, la mayoría de la gente no sabe lo que quiere. Tienen alguna


idea general de lo que es ser exitoso o rico, pero no analizan esas ideas.
No las desglosan. No saben cómo alcanzarlas de manera estratégica.

183
Paso dos: Definí lo que podés darle a los demás

Contrario a lo que dicen algunos gurús de la autosuperación, no vas a


lograr lo que querés en la vida pidiéndolo solamente. (Posible excepción:
te parecés a Brad Pitt o a Angelina Jolie).

El interés propio motiva básicamente a todos. Alcanzar un objetivo


específico, por ende, requiere definir cómo podés satisfacer los deseos
de otros.

Si, por ejemplo, tu meta para esa reunión de negocios a la que te han
invitado es que te asignen el próximo proyecto, planifica lo que vas a
decir haciendo una lista mental sobre cómo se beneficiaría cada persona
que vaya a la reunión con tu asignación. Pensá en las cosas que quiere
cada uno. Determiná cómo podés hacer para dárselas si dirigís este
proyecto.

Lo que es más importante, pensá en cómo podés dirigir el proyecto para


que la empresa pueda crecer y generar ganancias. Pasá algo de tiempo
formulando frases que usarás para expresar tu argumento.

Al poner a la empresa en primer lugar, vas a conseguir el respeto y el


apoyo de prácticamente todos. Te vas a convertir en un líder natural y,
luego, cuando expliques cómo se verá beneficiado cada uno con el
proyecto, verás como todos te apoyan rápidamente.

Paso tres: Dedicá tiempo a considerar las objeciones

Luego de definir cómo podés alcanzar tu objetivo beneficiando a otros,


hacé una lista de las objeciones que podrías recibir.

Los buenos redactores publicitarios lo hacen cada vez que tienen que
escribir un paquete promocional. Los buenos oradores lo hacen antes

184
de hacer una presentación. Vos también lo debería hacer antes de
cualquier presentación informal.

Claro, no es suficiente hacer una lista de las objeciones. Tenés que buscar
buenas respuestas para ellas. Tenés que pensar en argumentos concisos
para contrarrestar esas objeciones. Tenés que mostrarle a tu publico que
entendés sus preocupaciones y que tenés planeado trabajar en ellas.

Desglosá las objeciones determinando sus componentes. Analizá esos


componentes. Descubrí sus puntos débiles o encontrá formas de
minimizarlos. Basá tu pensamiento en investigación si tenés tiempo para
hacerla, pero también pensá sobre tus experiencias pasadas. Recordá
que tu objetivo final es encontrar una meta que no sólo te beneficie a
vos sino también a las personas a las que les estás hablando. Si hacés
eso, podrás encontrar las soluciones que necesitás.

Listo, disparo, apunto

La mayoría de nosotros, la mayoría de las veces, hablamos de manera


impulsiva. Nos vemos estimulados por algún suceso o comentario y
decimos lo primero que se nos cruza por la cabeza. No frenamos y
consideramos el efecto de nuestras declaraciones sobre las personas a
las que nos dirigimos. Tampoco consideramos cómo nos afectan
nuestras palabras, y es seguro que lo hacen.

“Las palabras son todo lo que tenemos”, dijo Samuel Beckett. En lo que
hace los diferentes aspectos de nuestra vida, esto es así la mayoría de las
veces.

No podés forzar a tus colegas a que escuchen tus ideas. No podés obligar
a tu jefe a que te dé un aumento o a que te promueva. No podés obligar
a tu esposa a que esté de acuerdo con todo lo que decís.

185
Aun así, si aprendés a pensar de manera estratégica, podés hablar de
forma persuasiva cuando lo necesites, y eso producirá un gran cambio
en tu vida y en tu carrera.

LA FORMA CORRECTA DE TOMARTE UNA VACACIONES DE TRABAJO

Te levantás a las 6:30, te refrescás luego de haber dormido bien y mirás


el Kensington Gardens por la ventana del hotel, listo para iluminarte con
la luz del día. Los días de verano en Inglaterra, recordás, son muy largos.

“Mucho mejor”, pensás, porque va a ser un buen día. Te pones un buzo


y tomás el ascensor hasta el pequeño vestíbulo del Milestone Hotel. La
recepcionista y el conserje te dicen “Buen día”. Afuera, en la sombra, el
aire es renovadoramente frío, pero enfrente, en el parque, el sol de la
mañana lo calienta. Mientras caminás por la laguna, te sentís contento
de estar en Londres.

A las 7:00, tomás el desayuno en el restaurante del hotel. Veinte minutos


después, viajás un en taxi que pasa por Abadía de Westminster camino
hacia tu trabajo. “Tengo que ver eso devuelta”, te recordás a vos mismo.
A las 7:30, estás sentado en el escritorio de la oficina temporaria que han
preparado para vos, que se encuentra ubicada en el séptimo piso del Sea
Containers House, con vista al Támesis.

Durante las próximas cuatro horas, ayudás a dirigir esta empresa. Hay
que asistir a reuniones, realizar entrevistas, escribir y leer memorandos.
Es un día laboral común en algunos aspectos, pero es más intenso y
termina al mediodía. A las 11:30, comenzás a ejercitarte. Noventa
minutos después, te encontrás almorzando en Wagamama’s, un
restaurante asiático de moda cerca de tu hotel.

186
A la tarde, te dedicás a pasarla bien: visitas turísticas, compras, búsqueda
de galerías. Volvés al hotel a las 6:00 para ir a la sauna o para tomar una
siesta y, luego, te vas a comer a un restaurante local que te ha
recomendado el conserje. Tomás Prosecco con tu primer plato (una
ensalada de porotos amarillos), Vino de Burdeos con tu segundo plato
(un bife de carne) y un moscatel con el postre (frutillas con crema).
Mientras caminás de regreso a casa fumando un pequeño cigarrillo
Tuscanella, pasás por casas de piedra blanca que suponés valen entre 5
y 10 millones de dólares cada una.

A las 10:00, ya estás metido en tu cómoda cama, con un buen libro,


esperando otro día espectacular.

Bienvenido a nuestro día laboral de cuatro horas.

Lo que acabo de describir es más o menos la vida que llevé por unas seis
semanas en el verano de 2008.

El verano anterior, me había tomado mis primeras vacaciones de trabajo.


Pasé el mes de junio en Chicago, escribiendo Ready, Fire, Aim en la
mañana y recorriendo la ciudad con K por la tarde. Funcionó de manera
fantástica, tanto en lo que hace a la cantidad de trabajo que realicé como
al tiempo que dediqué a divertirme con K. Por ende, en 2008, extendí
mis “vacaciones de trabajo” a seis semanas.

Fue una buena agenda, pero no me estoy engañando a mí mismo. No es


algo que pudiera haber hecho años atrás, cuando mis intereses de
negocios necesitaban más atención. Tampoco es algo que pueda hacer
todo el año. Pero por seis (¿tal vez ocho?) semanas al año, sí.

Vos también lo podés hacer, disfrutá de vacaciones en las cuales trabajás


medio día. La idea es que en vez de tomarte dos o tres semanas de
vacaciones sin trabajar en absoluto, te tomes unas

187
vacaciones de entre cuatro y seis semanas en las cuales trabajás sólo
cuatro horas por día.

En 2007, Timothy Ferriss publicó un libro titulado The 4-hour Workweek


(La semana laboral de cuatro horas). Estuvo entre los libros más vendidos
por meses.

El libro tuvo éxito gracias a su gran destreza para la publicidad en las


redes sociales. (MaryEllen Tribby y yo analizamos lo que hizo en el
capítulo 4 de nuestro libro de 2008 Changing the Channel: 12 Easy Ways
to Make Millions for Your Business (Cambiar de canal: 12 formas fáciles
para que tu negocio gane millones). Pero también se debe a su título: la
idea de que uno pueda dirigir una empresa rentable trabajando tan solo
cuatro horas a las semana es muy tentadora.
¿Quién no querría eso?

En el libro, Ferriss dice que se las ingenió para reducir su semana laboral
a cuatro horas usando servicios y ejecutivos freelance conectados por
Internet. Yo sólo le creo en parte. Creo que fue capaz de continuar con
su negocio trabajando sólo cuatro horas a la semana mientras viajaba
por Asia. Pero cuando volvió a casa, estoy seguro de que la cantidad de
horas laborales aumentaron, tal vez, incluso en semanas laborales de
entre 60 y 80 horas, algo normal para los empresarios exitosos.

Ferriss admite que pasar tan poco tiempo dedicado a su negocio cuando
estaba de viaje le provocó algunos problemas como por ejemplo,
problemas en los servicios al consumidor, que tuvo que resolver cuando
volvió. Esa no es un práctica que querés perpetuar. El buen servicio
implica buen servicio todo el tiempo, lo cual es lo que tenés que brindar
si querés desarrollar una empresa millonaria.

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Toda persona que tenga la posibilidad debería obligarse a sí misma a
tomarse vacaciones un mes entero al año, quiera o no.

─William James

La semana laboral de cuatro horas de Timothy Ferriss es una


exageración, pero es útil porque hace hincapié en una realidad
bienvenida: no tenés que trabajar entre 60 a 80 horas a la semana, 50
semanas al año, para tener una empresa exitosa. Podés extender tus
vacaciones y, durante esas vacaciones, podés trabajar mucho menos que
lo que trabajás cuando estás en casa.

Aun así, no creo que puedas irte y trabajar sólo cuatro horas a la semana.
Estoy feliz con cuatro horas al día.

Recomiendo The 4-hour Workweek porque está lleno del tipo de


consejos prácticos que podés obtener de gente que ha tenido éxito
haciendo lo que te dicen que hagas, aunque dudo que Ferriss haya
podido hacer realidad su sueño desde el debut de su libro. Si bien es
verdad que podés poner tu negocio en piloto automático cuando es
pequeño y está estancado, y si tenés un buen equipo de personas que te
ayudan a dirigirlo, una vez que comienza a crecer, de la forma en la que
lo debe estar haciendo el de Ferriss, no podés descuidarlo de forma
benigna y no te equivoques, trabajar sólo cuatro horas a la semana es
descuidarlo de forma benigna.

Las empresas que comienzan a crecer crean problemas nuevos y


desafiantes para el empresario. No son el tipo de problemas que se
pueden delegar a los empleados. El fundador debe involucrarse en cierto
nivel, y si la empresa está creciendo con rapidez, esta demanda
solamente requerirá más de cuatro horas a la semana.

189
Si querés que tu empresa crezca ─y querés disfrutar de los beneficios de
una empresa en crecimiento─ no sueñes con una semana laboral de
cuatro horas. Es mucho más realista asumir que deberás trabajar entre
60 y 80 horas a la semana. Esa es la cantidad de horas que trabajan la
mayoría de los dueños y de los ejecutivos de empresas exitosas que
conozco.

Pero, una vez que contrates a algunas superestrellas para que te ayuden
a dirigir la empresa, podés empezar a reducir la cantidad de horas de 80
a 60 y luego a 40 y, luego, podés empezar a extender tus vacaciones de
cero a dos semanas, luego, a cuatro y luego a ocho, mientras trabajás
cuatro horas al día como hice yo en 2008.

Me gusta y recomiendo las vacaciones extendidas en las cuales trabajás


cuatro horas al día. Me gustan más, mucho más, que las vacaciones
cortas en las cuales no se trabaja nada. Las vacaciones extendidas, de
cuatro horas de trabajo te ofrecen los siguientes beneficios:

• No estarás preocupado sobre cualquier cosa mala que le pueda


pasar a tu empresa mientras estás de vacaciones.
• Durante cuatro horas al día, te enfocarás en el trabajo más
importante y más gratificante.
• Le das a tus superestrellas la oportunidad de mejorar sus
habilidades y de que estén más seguros (lo cual hará que te sea
más fácil tomarte otras vacaciones extendidas, posiblemente
más largas el año siguiente).
• Si te vas de vacaciones con un amigo o con tu esposa, les das la
oportunidad de hacer las cosas que les gustan a ellos mientras
vos seguís haciendo las tuyas.
• Nunca sentís culpa por haberte tomado vacaciones.

190
Es de gran ayuda, claro, cuando la empresa es internacional, como la mía,
con oficinas en los lugares más importantes para vacacionar como Paris,
Londres y Buenos Aires. Pero, incluso si tu empresa se encuentra sólo en los
Estados Unidos, podés tomarte unas vacaciones extendidas en algún lugar
diferente ─en Europa o en el Caribe, por ejemplo─ siempre y cuando el lugar
que elijas tenga acceso a Internet de alta velocidad, el cual es casi universal
hoy en día.

Lo que tenés que hacer es lo siguiente:

• Programá tu tiempo. Si tenés pensado irte dos semanas de


vacaciones sin trabajar, planeá cuatro semanas de vacaciones en las
que trabajes medio día.
• Identificá tus prioridades. Para estar al tanto de todos los aspectos
más importantes de tu empresa, analizá cómo usás tu tiempo e
identificá las tareas que provocan el efecto más grande a largo plazo
sobre la rentabilidad. En general, el 20 por ciento del trabajo que
hacés va a crear el 80 por ciento de las ganancias a largo plazo.
Determiná cuáles son esas tareas. Durante tus vacaciones, enfócate
en ellas.
• Identificá cuáles son las cosas que te hacen perder el tiempo.
Mientras identificás tus tareas más productivas, identificá también
cuáles son las que te hacen perder la mayor cantidad de tiempo. Si
sos como yo, la mayoría de ellas están relacionadas a correos
electrónicos. Entonces, avisales a todos los que trabajan con vos, con
tiempo, que estarás de vacaciones y pediles que te envíen correos
electrónicos sólo si es absolutamente necesario. (Te sorprenderás
cuántas preguntas y preocupaciones pueden manejar las personas
por sí mismas si les das la oportunidad, algo que deberías estar
haciendo de todas formas).

191
• Seguí el cronograma. Te verás tentado a trabajar más de cuatro
horas por día a medida que las demandas comiencen a aparecer.
Resistí. Las vacaciones que involucran seis u ocho horas de trabajo
por día son injustas para tu pareja de vacaciones y no es muy
divertido. La mejor forma de seguir tu cronograma es empezar a
trabajar antes que todos para tener tiempo para estar solo (que es
lo que hice en Londres) y programé algo (como mis clases de jiujitsu
a las 12:00) que me obligara a dejar de trabajar en el momento
correcto.

Entonces, hay algo que podés hacer hoy… algo divertido mientras tomás una
copa de vino esta noche. Agarrá un mapa o metete en Internet… hacé un
viaje mental por el mundo… y empezá a soñar. Luego, elegí el lugar donde
pasarás tus próximas vacaciones de trabajo.

PARA TRIUNFAR HAY QUE LEER

El adulto estadounidense promedio lee unas 150 palabras por minuto. A ese
ritmo, nos llevaría 24 horas terminar un libro de 500 palabras. Si tuvieras dos
horas por día para dedicarte a leer, podrías terminar un libro cada dos
semanas.

Veintiséis libros al año. Eso es solo una parte de los grandes libros de
negocios que se publican ─libros que te pueden ayudar a trabajar de manera
más inteligente. Además, cuando observás todo lo que leés
─revistas, diarios, informes de negocios, correos electrónicos, etc.─ es obvio
que no podés recolectar la información que necesitás si lo hacés de manera
convencional.

Para leer con el fin de tener éxito necesitás dos cosas:

192
• Una manera de elegir cosas buenas para leer.
• Una manera de leer las cosas buenas más rápido.

Cómo elegir cosas buenas para leer.

Decidir qué leer es, lejos, lo más importante de esto. Tu cerebro es, en
esencia, una computadora sofisticada. Si le cargás cosas buenas, saldrán
buenas de él. Si lo llenás de porquerías, tus pensamientos serán una
porquería.

Cuando leés para tener éxito, leés con un objetivo. Buscás ideas que te
inspiren, estrategias que te informen y hechos y cifras que te ayuden a
realizar mejor tu trabajo. Pero, debido a que nunca tendrás tiempo para leer
un 95 por ciento de lo que se publica en tu campo, tenés que estar seguro de
que el 5 por ciento que sí podés leer sea lo mejor.

Desafortunadamente, la mayoría de lo que encontrarás es inútil, banal o


ambos, y, como dijo Ralph Waldo Emerson, “Hay muchas cosas que un
hombre sabio podría desear no saber”.

En capítulos anteriores, hice hincapié en que casi todas las experiencias de la


vida, incluida la lectura, pueden ser divididas en enriquecedoras, neutrales o
negativas. Las denominé, de oro, de vapor o de ácido.

Algunas cosas que elijas leer serán de ácido, completamente malas para vos.
La mayoría serán de vapor, no perjudican ni te ayudan, y solo una fracción
pequeña de ellas será de oro, te ayudarán a ser mejor.

Prometete a vos mismo leer sólo las de oro de ahora en más. Proponete
hacer una lista de cosas para leer.

Tu lista debería incluir libros (tanto de negocios como obras de ficción),


revistas y diarios, online o impresos. Además, esta lista tiene que tener dos

193
partes: una sección de cosas de tenés que leer durante el año y una lista de
cosas que te gustaría leer pero no tenés tiempo.

La sección de las cosas que tenés que leer tiene que estar limitada a aquello
que realmente podés leer. La lista de lo que te gustaría leer puede ser del
tamaño que quieras y es útil como fuente para realizar la lista de lo que tenés
que leer para el próximo año.

En mi computadora guardo la lista de lo que me gustaría leer. Tiene libros


como Harry Potter y War and Peace (La guerra y la paz), revistas como the
Nation y Esquire y diarios como el London Times y Le Monde. Mi lista de lo
que debo leer es mucho más larga. Incluye tres diarios, cuatro revistas, 24
revistas online, 52 libros de negocios y 12 obras de ficción.

No leo todos los números de cada revistas o de cada revista online de esta
lista. Tampoco leo esos diarios todos los días. He desarrollado una método
de ir rotando cada semana para poder estar estimulado de forma constante
con buenas ideas. Además, cuando leo libros de negocios, uso una técnica de
lectura rápida que te voy a explicar a continuación.

El punto es tener una lista de lectura que me permita tomar una decisión
consciente una vez por año acerca de lo que voy a leer. No es algo impulsivo.
Está basada en mi propia opinión acerca de lo que es bueno para mí. Busco
oro, no tengo tiempo para nada más.

Cómo leer las cosas buenas más rápido

En mi adolescencia, me enseñaron a leer rápido. Tripliqué mi velocidad de


lectura, pero pronto perdí esta habilidad por falta de práctica.

Ya de grande, leí varios libros y artículos con rapidez y desarrollé mi propio


sistema. Usando este método, he leído libros de 359 hojas sobre marketing
en 55 minutos, cuatro revistas semanales en 31 minutos y el New York

194
Times del domingo en 16 minutos (un ritmo que ni mi profesora de lectura
rápida podría alcanzar). Lo que es más importante, sigo recordando (y
usando) mi idea del millón de dólares que aprendí de un libro, una técnica
de administración del tiempo que tomé de una de esas revistas y un puñado
de ideas interesantes que tomé de un número del Times.

Leer rápido, después de todo, no es lo que importa. Retener… y aplicar…así


cambiarás tu vida. “El valor de un libro se mide por lo que podés obtener de
él”, dijo alguna vez James Bryce.

Este es el sistema que uso para leer libros y revistas de negocios:

• Primero, leo el índice. Esto te dará una idea rápida sobre lo que te
puede ofrecer el libro o la revista.
• Luego, resalto uno o dos títulos que me gustaría leer. No seas
codicioso. No tenés tiempo para leer todo y sería tonto intentarlo.
Elegí el contenido que más podría impactar en tu carrera a largo
plazo.
• Ahora, revisá los títulos resaltados y fijate si hay un hilo conductor.
Lo que buscás es una Gran Idea Útil (GIU), un principio o una
perspectiva que sea nueva para vos y que puede hacerte más
exitoso, más inteligente o más feliz.

Tu trabajo es encontrar esa GIU, entenderla, y determinar si encaja en tu


vida. Con ese objetivo limitado en tu cabeza, podrás recorrer con
velocidad el material, dejando de lado lo que es irrelevante o tangencial
a estos fines.

• Cuando encuentres lo que buscás ─una GIU─ resaltá las secciones


del libro o del artículo que te ayudan a entenderla. Continuá
leyendo rápido hasta que tenés todo lo que necesitás. Luego, frená.

195
• Proponete mencionar la GIU en una conversación o en una
comunicación por correo electrónico. Hacé esto dentro de las 24
horas para que penetre en tu mente y te estimule. Hacelo devuelta
dentro de las 24 horas siguientes y, luego, hacelo una vez más.

Ciertos estudios han demostrado que nos olvidamos de un 80 por ciento de


lo que leemos dentro de las 24 horas y el 20 por ciento restante durante la
siguiente semana. Si enfocás tu atención en una GIU y hacés referencia a ella
dentro de las 72 horas, te darás cuenta de que permanecerá en ti y,
finalmente, afectará tu proceso de toma de decisiones.

Claro, algunos libros de negocios tienen más de una GIU. Un buen ejemplo
sería el libro que escribí con MaryEllen Tribby, Changing the Channel: 12 Easy
Ways to Make Millions for Your Business.Es una mina de oro. Cada uno de
sus 12 capítulos te enseña a dominar un canal de marketing importante.

Para leer rápido un libro como Changing the Channel, primero tendrías que
revisar el índice y buscar dos o tres capítulos que creés que pueden tener un
impacto inmediato en tu carrera. (Inmediato es la palabra clave aquí. No vas
a querer desperdiciar tu valioso tiempo en aprender algo que no podés
implementar de inmediato). De esas dos o tres, vas a elegir una y vas a buscar
su GIU.

Podrías decidir, por ejemplo, que necesitás aprender sobre telemarketing,


sobre marketing por correo electrónico y sobre publicidad impresa… en ese
orden. Entonces, empezarías leyendo un capítulo sobre telemarketing, en
busca de su GIU, resaltarías lo párrafos que lo explican mejor. Luego, usarías
lo que aprendiste en conversaciones durante un período de tres días. Luego
de ese período, ya habrás absorbido lo que has aprendido. Luego, seguirás
con el capítulo sobre marketing por correo electrónico y la próxima GIU.

196
Este método funciona. Lo he estado usando hace un poco más de un año y
estoy aplicando mucho mejor las cosas que leo. Las frases se me vienen a la
mente. La terminología. Los títulos y los autores.

Hace que mi pensamiento esté más “conectado”. Estoy empezando a ver


cómo ciertas ideas populares financieras y sobre negocios se corresponden
con ideas sobre arte y literatura. También me ayuda a hablar con más
confianza y creo que mis argumentos son más creíbles.

Estoy convencido de que esta es la manera inteligente de recaudar


información:

1. Leer menos, aprender más. No sientas que tenés que leer todo el
contenido. Buscá grandes ideas útiles. Enfocate en una GIU a la vez.
Entendela. Repetila. Aplicala.
2. Aprendé a escanear. Cuando leas libros, prestales más atención a los
prólogos y/o a los primeros capítulos, porque es posible que tengan
la mayor cantidad de grandes ideas útiles. Luego, leé el primer
párrafo del resto de los capítulos y la primera oración de cada
párrafo después del primero. Esta técnica te ayudará a localizar las
grandes ideas con rapidez.
3. Hacé que sea divertido. El fin de aprender no siempre tiene que ser
pasar un buen rato, pero si te importa lo que estás haciendo y lo
hacés con seriedad, te divertirás.

Leé menos. Leé mejor. Leé más rápido. Divertite y aprendé.

197
198
Parte siete
LOS OBSTÁCULOS EN EL CAMINO HACIA EL ÉXITO Y CÓMO SUPERARLOS

CUANDO OCURRE UN DESASTRE

El doctor lee tu electrocardiograma y dice, “¡Madre mía! ¡Nunca he visto algo


así!”.
Vas al auto a la mañana y te das cuenta de que te robaron las cuatro ruedas.
Te olvidas la billetera con todas tus identificaciones y tarjetas bancarias en el
metro.
Algunas veces, la vida te golpea con estos pequeños desastres. Cómo
reaccionas ante ellos dice mucho de tu carácter y afecta mucho tu capacidad
para llevar una vida exitosa.
La primera vez que perdí la billetera, mi primer pensamiento fue catastrófico:
una pandilla de ladrones muy habilidosos me había robado la billetera y ya
habían vaciado todas mis cuentas bancarias. Ese pensamiento te demuestra
que tiendo a entrar en pánico. K es testigo. Me ha tenido que recordar
incontables veces que no entre en pánico y que “lo más probable es que todo
salga bien”.
Tener un carácter positivo es de mucha ayuda cuando te enfrentas a un
desafío grande o pequeño. Sin embargo, he aprendido que incluso la gente
con una mentalidad desoladora como la mía puede superar sus miedos y
reaccionar a las crisis de manera positiva siguiendo unas simples
instrucciones.

199
Mi sobrino es muy parecido a su tío. Hace poco se encontró en un apuro en
la universidad a la que asiste. Había actuado de manera imprudente y rompió
algunas reglas. Ahora tiene que enfrentar una medida disciplinaria. Lo que
había comenzado como una carrera universitaria prometedora en una
universidad estupenda se ha convertido en un posible desastre.
Está preocupado, me dijo, tan preocupado que no puede ni pensar bien. Se
imagina el fin del mundo. Duerme nervioso y está distraído en el trabajo.
Sé cómo se siente. Yo me sentiría igual si estuviera en su situación. Sin
embargo, ya tengo suficiente experiencia como para saber que no tienes que
dejar que te ganen tus miedos. Cuando te enfrentas a un desafío
amenazante, es muy difícil seguir adelante, y si no encuentras la forma de
hacerlo, tu productividad puede reducirse a cero y tu vida puede caer en un
pozo permanente.
No querrás que eso te ocurra. Por ende, la próxima vez que ocurra un
desastre, sigue el protocolo que le sugerí a mi sobrino:
1. Hazte amigo de tus miedos
¿Qué te da miedo? Seguramente sea que el “peor escenario” que te está
dando vueltas en la cabeza se haga realidad.
Algunas personas te recordarán que la mayoría de las veces los “peores
escenarios” no se hacen realidad. Es por eso que los llaman peores
escenarios. “No te preocupes”, te dirán. “Probablemente, no ocurrirá, así
que sácatelo de la cabeza”.
Aun así, ese consejo es inútil en una persona que ya tiene el peor escenario
metido en la cabeza. Después de todo, es una película de terror y esa persona
es el actor principal. No pensar en eso no es una opción.
La solución que me sirvió a mí es dejar que la película siguiera hasta el final.
Me permito pensar lo peor, vívidamente y en detalle. Luego, me las rebusco

200
para verme a mí mismo viviendo esa nefasta realidad de forma satisfactoria.
Si, por ejemplo, me imagino ladrones de identidades robándome todos mis
activos y dejándome en la calle, me imagino volviendo a trabajar feliz y
comenzando de nuevo. Me imagino una película en la que me despierto al
otro día, comienzo un nuevo negocio con el vuelto que tengo en el bolsillo y,
de manera gradual, me vuelvo exitoso y rico otra vez.
Al dejar que esa película siga hasta el final dándole un final feliz, puedes
exorcizar el miedo y volver a un estado emocional positivo. Sólo podrás estar
en paz para actuar de manera positiva si “aceptas” lo peor.
Lo más probable es que las cosas no ocurran como lo imaginaste, pero si lo
hacen, estarás emocionalmente preparado para ellas. No entrarás en pánico,
no llorarás y seguirás adelante con tu plan.
2. Busca el lado positivo
Todo desastre tiene un lado positivo, incluso el cáncer. Tienes suficiente
tiempo para organizar el fin de tu vida y para despedirte. No tendrás esa
oportunidad si tu destino es morir atropellado por un tren.
Identifica lo bueno de una mala situación y tómate un tiempo para pensar
acerca de ello. Si lo haces de manera sincera y varias veces, te dará algo de
consuelo emocional.
Finalmente, si tienes éxito haciendo esto, es probable que te sientas
agradecido por el problema.
3. Desarrolla un plan
Necesitas un plan para hacerle frente al problema. El plan debería tener
varios niveles, ya que no sabes cómo se desenvolverá la situación.
Un buen plan para un desastre debería tener en cuenta tres posibilidades: la
peor, la mala, y la buena. Articula cada una de forma clara y en detalle.

201
Luego, busca soluciones o, por lo menos, respuestas para cada uno de esos
detalles.
4. Actúa
Hacerte amigo de tu miedo, encontrar el lado positivo y desarrollar un plan
de acción te hará sentir un cien por ciento mejor. Además lo puedes hacer
en cuestión de horas, días como mucho. Aun así esa mejora de tu estado
emocional no durará si no empiezas a seguir tu plan.
Actuar, como ocurre con todas las áreas de la vida, es esencial cuando te
enfrentas a un desastre. No bien empieces a aplicar tu plan de respuesta,
comenzarás a progresar y a reducir las posibilidades de que las cosas resulten
mal.
Te sentirás mejor contigo mismo no bien empieces y seguirás sintiéndote así
siempre y cuando actúes de manera positiva.

DEJA TU ADICCIÓN A LA INFORMACIÓN


No he visto a Dave en casi 20 años. Era mi dentista cuando nos mudamos a
Boca Raton a principios de los ochenta. Siguió revisando a K y a los niños
luego de que nos mudáramos a Delray Beach hace 10 años, pero yo decidí
buscar un dentista más cerca de casa.
Dave me contactó cuando descubrió que yo era el hombre detrás del
seudónimo “Michael Masterson”. Había estado recibiendo Early to Rise por
un tiempo y le gustaba. Un día, entró a la página de internet y vio mi foto.
“¡Yo conozco a ese tipo!”, dijo. Entonces, obtuvo mi dirección de correo
electrónico por medio de K. “¿Qué tal si almorzamos?”, me escribió. “Tengo
que preguntarte un montón de cosas”.
Varias semanas después estábamos almorzando unas ensaladas de pollo en
City Oyster sobre Atlantic Avenue. Dave parecía nervioso. Era como si

202
estuviera intimidado porque estaba frente Michael Masterson en persona,
así que hice todo lo que pude para asegurarle que era la misma persona que
solía hacer muecas de dolor cuando me hacía una limpieza. Hablamos un
poco de la familia, pero era claro que tenía algo más en mente.
Se trataba de una decisión que estaba tratando de tomar: ¿debería invertir
$100.000 en un programa de marketing por internet de máximo nivel que
había estado observando?
“He estado observando sus cosas”, me dijo. “Es muy bueno, pero no estoy
seguro si tiene sentido invertir esa cantidad de dinero”.
“100.000 es mucho dinero”, le dije. Me sentía como Sam Spade hablando
con Gutman sobre el precio del Maltese Falcon.
“Pero ganas un montón con tu dinero”, explicó Dave. “Hacen todo tipo de
cosas técnicas por ti, cosas en las que no soy muy bueno. Sólo se me tienen
que ocurrir ideas”.
“Bueno”, dije, practicando mi mejor acento de Sam Spade, “¿qué ideas
tienes?”.
De hecho, no tenía ni una idea. “Todo lo que sé es que estoy en el negocio
equivocado”, dijo. “Hice este autoexamen online y descubrí que estoy en el
peor negocio del mundo”.
Casi con 50 años, Dave había llegado a la conclusión de que toda su carrera
había sido un desperdicio.
“Quise ser dentista desde que tenía ocho años”, me dijo. “Si hubiera sabido
que era un mal negocio, me habría dedicado a otra cosa”.
“¿Cómo qué?, dije. Dave sonreía, pero parecía hablar en serio.
“Mira”, le dije. “Mi negocio es un gran negocio, pero no creo que debas llegar
a la conclusión de que tu vida fue un desperdicio simplemente

203
porque hiciste un examen que seguramente está diseñado para venderte
algo”.
“Pero estaba en lo cierto”, insistió. “Comprobó algo que yo siempre supe,
pero que tenía miedo de admitir”.
La camarera nos llenó los vasos. Comimos en silencio por un rato.
“Entonces, lo que pienso es que dado que no tengo el conocimiento técnico,
este programa de marketing por Internet sería algo bueno para mí”.
“¿Cuánto tiempo has invertido en aprender sobre marketing por Internet?”,
le pregunté.
“Unos tres años”, me respondió.
“¿Y cuántos productos de información sobre el tema has comprado en ese
plazo de tres años?”, le pregunté.
Dave se rió. “No puedo ni contar la cantidad que compré”, me dijo.
“¿Cuánta plata gastaste?”.
“Decenas de miles. Tal vez más”.
“Y, aun así, todavía no has empezado tu negocio de marketing por Internet”,
le dije.
Asintió, y luego me dijo los nombres de cada uno de los programas de
marketing por Internet que había comprado. Eran todos los que yo conocía
y docenas más sobre los que nunca había oído.
“Eso se llama comprar mucho”, le dije.
“Ni me lo digas”, me contestó.

La información no es conocimiento

204
─Albert Einstein
Dave me explicó que cuando lee una oferta publicitaria que lanza un nuevo
producto de marketing por Internet, se “la cree totalmente”, incluso si se da
cuenta de que está leyendo un “gancho comercial”.
“Pero aunque me doy cuenta de que estoy siendo seducido por un escritor
profesional, no puedo evitarlo y compro”.
“Te entiendo”, dije. “Eres un adicto a la información”.
“¿Tú dices?”.
“Sí”.
“¿Y tú?, me dijo. “He leído que lees muchos libros que brindan información,
más o menos uno por semana”.
“Sí, lo hago”. Dije, “pero no soy un adicto a la información. Soy un usuario
de la información”.
“¿Cuál es la diferencia?”.
Le expliqué que era enorme. Un adicto a la información es adicto al proceso
de comprar información. Aunque se engaña a sí mismo y piensa que no lo es,
no tiene ninguna intención de aplicar la información que compra. Un usuario
de la información es muy práctico al momento de comprar. Compra
información con un fin específico y pragmático. Usa la información que
compra para lograr metas específicas –empezar o hacer que crezca un
negocio, aprender otro idioma, mejorar sus técnicas de negociación.
Un adicto a la información alcanza la felicidad máxima cuando compra la
información. Sin embargo, su entusiasmo pronto decae. Luego de horas o
días de haber comprado la información, el adicto empieza a buscar otra cosa.
El nuevo producto se apila en el estante de los productos viejos. Está
entusiasmado con el próximo producto.

205
Un usuario de información es alguien que consume información para
obtener ganancias. Invierte $100 en aprender sobre un tema y espera
obtener un retorno sustancial sobre esa inversión, tal vez algo material o
espiritual que tenga un valor de mil dólares. El adicto a la información
consume información como si fuera droga o golosinas. Le da una dosis de
adrenalina inmediata que luego desaparece. Es por eso que necesitan
comprar más.
El usuario de información tiene expectativas a largo plazo en lo que hace al
conocimiento. Cree que el conocimiento que adquiere ahora se combinará
con el paso del tiempo a medida que aprende más y está en una posición
mejor para aplicar lo que ha aprendido y así obtener un beneficio más
grande. El adicto a la información está en el aquí y en el ahora. No cree en
ahorrar. Siempre tiene lo último que ha salido de todo.
¿Qué hay de vos? ¿Sos un adicto a la información? Hacé esta prueba y
comprobalo:
1. Durante el último año, compraste más de 12 libros que no has leído.
(Si la respuesta es Sí, obtienes 2 puntos).
2. Durante el último año, has comprado:

• Sólo productos de información que has usado. (Sí = 1


punto).
• Entre uno y tres productos de información de $100 que no
has usado. (Sí = 2 puntos).

• Entre tres y cinco productos de información de $100 que


no has usado. (Sí = 3 puntos).

• Más de cinco productos de información de $100 que no has


usado. (Sí = 5 puntos).

206
3. Durante el último año, has comprado por lo menos un producto de
información de $1000 que no has usado. (Sí = 5 puntos).
4. Me entusiasmo con la información que compro:
• Cuando la ordeno. (Sí = 3 puntos).
• Cuando la recibo. (Sí = 2 puntos).
• Cuando la comienzo a usar. (Sí = 1 punto).
5. Cuando leo un libro, me siento obligado a leerlo de principio a fin.
(Sí = 2 puntos).
6. En general, tomo notas cuando leo algo. (Sí = 1 punto, No =2
puntos).
Bueno, ¿cuál fue tu puntaje?
Si obtuviste un puntaje de 8 o más, sos efectivamente un adicto a la
información. Podrías pensar que la gente buena deETR estará contenta con
eso (ya que están en el negocio de la venta de información), pero no será así.
La gente de ETR sabe que su negocio crecerá con mayor fuerza si tienen una
base de usuarios de información en vez de una base de adictos, ya que los
usuarios de información se benefician con el conocimiento que adquieren.
Esto significa que discriminan más (lo cual favorece a los productos de ETR,
ya que están entre los mejores del mercado), compran más a largo plazo y
solicitan menos reembolsos.
Si sos un adicto a la información, no desesperes. Te podés convertir en un
usuario de información simplemente siguiendo estas dos reglas:
1. Cuando comprás un producto de información, ponete fechas límites
para terminar de leerlo e implementar lo aprendido. Por ejemplo,
ponente la meta de que vas a aplicar una de las recomendaciones
dentro de las 24 horas de recibido el producto.

207
Luego, decidí aplicar una recomendación más cada semana
siguiente.
2. No compres otro producto hasta que no hayas registrado un
progreso con el que ya has comprado.
Eso es todo. Seguí estas dos reglas y no solo dejarás tu adicción, sino que
mejorarás tu vida radicalmente.
EXCESO DE INFORMACIÓN: CÓMO EVITAR LA ACUMULACIÓN
Stan Connors tiene un problema. Como lector regular del Early to Rise, está
obteniendo tantas cosas de nosotros (le interesa, en especial, aprender a
deshacerse de algunas deudas y jubilarse algún día) que no puede
“decidirse qué leer”.
“No me malinterpreten”, dice. “Me encanta el Early to Rise y espero con
ansias leerlo, pero es mucha información de un saque”.
“¿Qué debería hacer?”, pregunta.
¿Qué debería hacer cualquiera de nosotros?
Vivimos en un mundo que está inundado de información. Veamos estos
datos:
• Una persona común recibe 32 correos electrónicos por día.

• Por día, se escribe suficiente información científica como para


completar siete tomos de la Enciclopedia Británica.
• La producción mundial de contenido impreso, cinematográfico,
óptico y magnético anual requeriría más o menos 5 exabytes (5
billones de megabytes) de almacenaje, unos 800 megabytes por
persona.

208
Entonces, si vos, al igual que Stan Connors, te sentís abrumado por la
información, pensá que no sos el único. El exceso de información es un
problema serio para casi todos.
“Uno de los efectos colaterales de la era de la información que más ansiedad
produce”, dice Richard Saul Wurman en Information Anxiety (La ansiedad
producida por la información), “es la sensación de que tienes que saber
todo”, en especial en gente ambiciosa e inteligente, gente que quiere
mejorar sus vidas y que se da cuenta de que en gran parte lo logrará si
obtiene la información correcta.
Dado que estás leyendo este libro, probablemente sea tu caso.
Cuando empezás un nuevo proyecto o te comienza a interesar una idea
nueva, ¿tienes el deseo insaciable de querer aprender más acerca de ello?
¿Comprás y leés cada uno de los libros, informes, newsletters y revistas que
encuentras sobre el tema? (Eso es lo que yo hago).
Al principio, se siente bien. Estás animado. Luego, de repente, te das cuenta
de que te has convertido en un adicto a la información. Has estado pasando
tanto tiempo leyendo sobre lo que sea que querés hacer que no te queda
tiempo para aplicarlo realmente. Sentís que necesitás ayuda.
Bob Bly lo denomina “parálisis del análisis”.
“Toda esa información que estás adquiriendo ha llenado tus circuitos”, dice.
“No podés procesarla, ni revisarla ni determinar qué hacer primero.
Entonces, no hacés nada. No actuás y solo seguís comprando cualquier otro
curso o informe para leer”.
¿Te suena?
Bob tiene una fórmula para evitar esta parálisis del análisis. La llama la regla
25-25-50. Se basa en el hecho de que solo hay tres formas de aprender un
proceso (por ejemplo, cómo empezar un negocio por Internet) o una

209
habilidad (por ejemplo, la redacción publicitaria): estudiando, observando y
aplicando.
La regla 25-25-50 dice que tienes que dividir tu tiempo de la siguiente
forma:
• No más del 25 por ciento de tu tiempo en estudiar, es decir, en leer
libros, asistir a talleres, escuchar discos con instructivos en el auto.
• No más del 25 por ciento en observar, es decir, mirar lo que están
haciendo las personas que ya son exitosas.
• Por lo menos un 50 por ciento de tu tiempo en realmente aplicar lo
que estás estudiando y observando.
Por ejemplo, si querés vender productos de información por Internet,
dedicarías un 25 por ciento de tu tiempo en estudiar material sobre cómo
hacerlo, un 25 por ciento en observar a la gente que ya lo está haciendo y un
50 por ciento en crear tu primer producto, diseñar tu página web y crear tu
lista.

Me gusta la regla de Bob porque pone énfasis en la acción, y cuando la


descubrí, me pregunté si podía aplicarla en mi trabajo diario. Al pensar en
eso, llegué a la conclusión de que dependía, en gran parte, del tipo de trabajo
que estaba haciendo. Si estaba aprendiendo una nueva habilidad, la regla de
Bob parecía aplicable, pero cuando estaba realizando alguna de las
actividades normales de mi día laboral —creando algún producto nuevo y
haciendo que mi negocio crezca— dedicaba mi tiempo de manera diferente.

Mi día laboral, me di cuenta, tiene tres componentes comunes:


1. Recolección de información.
2. Análisis y aplicación de esa información para planificar.
3. Acción.

210
Tiendo a recolectar información en diferentes momentos. Leo diarios a la
mañana temprano, revistas durante mis descansos y correos electrónicos al
finalizar el día. Leo para encontrar ideas útiles. Analizo esas ideas tanto
cuando las estoy leyendo como después, en momentos diferentes del día.
Paso la mayor parte de mi día laboral, más o menos un 80 por ciento de él,
actuando. El resto del tiempo, un 20 por ciento, lo dedico a recolectar
información, analizarla y a planificar.
Me gusta el 80 por ciento. Sigue la regla de Pareto, la regla del 80/20 que
podés aplicar en casi cualquier cosa.

EL EXCESO DE INFORMACIÓN: EL PROBLEMA DE LOS CORREOS


ELECTRÓNICOS

Chris Shroeder, presidente de Health Central Network, se jactó, hace poco,


en una conferencia de editores de información, de que tenía 2000 ítems no
leídos en su fuente RSS. Cuando leí eso en un artículo de Bob Bly, no pude
evitar decir no con la cabeza.
“Tengo noticias para el Sr. Schroeder”, escribió Bob. “Tener 2000 ítems no
leídos en tu fuente RSS NO es la forma ideal de obtener información.
Suscribirse a demasiados contenidos gratuitos a través de fuentes RSS genera
exceso de información, es lo mismo que recibir el New York Times de los
domingos todos los días del año”.
Bob está en lo cierto.
El exceso de correos electrónicos con información, en particular, es un gran
problema para los empresarios y los dueños de pequeñas empresas.
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros somos adictos, en mayor o
menor medida. Vemos estos datos aportados por un estudio de la tasa de
retorno energético:

211
• El 66 por ciento de los estadounidenses revisan sus correos
electrónicos todos los días de la semana.

• El 61 por ciento continúa revisando sus correos electrónicos


mientras están de vacaciones.
• El 41 por ciento revisa sus correos a primera hora de la mañana.

• El 26 por ciento dice que no puede pasar más de dos o tres horas
sin revisar sus correos electrónicos.
¿Es algo malo?
Creo que sí. Para empezar, es una causa de estrés importante. En Bit Literacy:
Productivity in the Age of Information and Email Overload (Alfabetización
digital: Productividad en la era del exceso de correos electrónicos y de
información), Mark Hurst dice: “Podría sonar seductor suscribirse al último
e-newsletter, pero es desmoralizador ver un montón de entregas sin leer…”.
El estrés no es el único problema. Consideremos lo siguiente: un psiquiatra
del King’s College de Londres les hizo exámenes de coeficiente intelectual a
tres grupos. El grupo 1 sólo realizó el examen de coeficiente intelectual. El
grupo 2 se distrajo con llamadas telefónicas y correos electrónicos. El grupo
3 estaba drogado con marihuana. Como era de esperar, al grupo 1 le fue
mejor, en promedio 10 puntos mejor, que a los otros grupo. Los que se
pusieron a enviar correos electrónicos, sin embargo, tuvieron, en promedio
el peor desempeño, seis puntos por debajo del puntaje de los drogados.
Según señaló Gertrude Stein mucho antes de que existieran los correos
electrónicos, “Todos reciben tanta información todos los días que pierden el
sentido común”.
Si querés trabajar de manera inteligente y feliz (¿quién no?), tienes que
controlar la bandeja de entrada de tu correo electrónico.

212
El primer paso, dice el autor Timothy Ferriss, es no sentirte culpable.
“Reconocer que recibís mucha información. No es tu culpa. Tan solo aceptá
que hay más información que tiempo y que está aumentando día a día”.
Ferriss dice que hay tres formas de combatir el exceso de correos
electrónicos. Podés vivir “por reacción” y sentirte estresado y confundido.
Podés optar por no leer nada o podés practicar la “alfabetización digital”
recibiendo “algo de información, la correcta, y no toda la información que
existe”.
Ferris recomienda hacer una “dieta sin medios”, es decir, se deshace de la
mayoría de los correos que recibe en su casilla y sólo se queda con los que te
dan información útil y confiable.
Entonces, podés dividir las cosas buenas en “vale la pena darle un vistazo” y
en “oro macizo”. Los correos que vale la pena darles un vistazo provienen de
fuentes que envían confiablemente al menos algo de información relevante.
Los correos que son oro macizo provienen de fuentes poco comunes que
otorgan consejos y conocimientos útiles todo el tiempo.
Deberías leer estos correos primero y no deberías leer todo el contenido de
ellos y de los que vale la penar darles un vistazo, sino leerlos de manera
inteligente y con un fin estratégico, de la misma forma que te sugerí para los
libros de negocios.
Aun así, incluso luego de reducir tu casilla a estas dos categorías y de leer la
información de forma estratégica, podrías darte cuenta de que todavía
desperdiciás mucho tiempo leyendo correos electrónicos.
Si es tu caso, seguí la regla del “Poder de uno”. Leé tus correos de oro macizo
hasta que encuentres una idea útil y buena, una idea que puedas
implementar de manera inmediata. Luego dejá de leer.
Recordá que no tienes que saber todo —o la mayoría que lo que hay para
aprender— para triunfar en la mayoría de los emprendimientos. Hay

213
cientos de formas de ganar dinero por Internet, por ejemplo, pero podés
obtener un ingreso de seis cifras aplicando sólo algunas.
Finalmente, como he recomendado, deberías abrir tu correo una vez al día,
más hacia el final del día.
Me ha pasado muchas veces que si leo mis correos electrónicos a primera
hora de la mañana, como lo hacen la mayoría de las personas, me siento
emocionalmente exhausto cuando termino. Me saca la energía justo en el
momento que más la necesito y luego, debido a la falta de energía, no quiero
hacer nada muy difícil o importante. Entonces me ocupo de tareas de
“preparación” o “reforma”, ese tipo de tareas que te hacen sentir
organizado, pero que no te ayudan a avanzar en tu carrera o a alcanzar
ningún objetivo importante.
También me he dado cuenta de que cuando intento ocuparme de algún
correo electrónico relacionado con el trabajo a la mañana, paso el doble de
tiempo del que debería. Ello se debe a que tiendo a involucrarme en
“discusiones” que no son importantes o que son irrelevantes para mis metas.
Como dije, este tipo de correos electrónicos está lleno de problemas que otra
gente quiere que resuelvas por ellos. Si les prestás atención recién al finalizar
el día, te darás cuenta de que la mayoría de los problemas ya han sido
resueltos, lo cual te deja más tiempo para aprovechar las cosa buenas, los
correos electrónicos con información de oro macizo que realmente necesitás
y querés.

CÓMO SALIR DE ESA MALDITA RUTINA


Leonard, un gran amigo y socio de negocios, me hizo las siguientes
preguntas:

214
¿Cómo se hace para salir de la rutina y volver a sentir pasión por tu trabajo?
¿Cómo hago para levantarme cada día? ¿Has pensado en eso? Me pasa muy
a menudo. Me hace sentir miserable. Me siento culpable e inútil, porque
tiendo a desperdiciar el día. Sólo me vuelvo a enfocar cuando participo de un
nuevo proyecto, pero, algunas veces, eso no pasa por mucho tiempo.
¿Qué podemos decir de la experiencia de Leonard? ¿Qué apesta?
Te levantás cansado y desmotivado. Le tienes terror al trabajo. Todo lo
demás parece mucho más interesante.
Esa sensación puede transcurrir durante unas pocas horas o durar días,
incluso semanas. Es totalmente improductiva y completamente innecesaria.
Te voy a decir como erradicar esa experiencia de tu vida en un momento,
pero, antes, hablemos de por qué, a veces, te sentís así.
Los siguientes tres párrafos podrían ser no aptos para niños ni creyentes
verdaderos.
La razón por la cual, a veces, sentís que tu trabajo no tiene sentido es porque
no lo tiene.
Lo mismo ocurre con tu vida. Lamento decirte que el universo es un vacío,
no un reino mágico creado para tu entretenimiento personal.
El sentido, junto con la pasión que va con él, no es algo que existe fuera de
vos. Está dentro de vos. No podés capturarlo, sólo lo podés crear. No bien
dejás de crearlo, lo perdés.
La sensación de malestar que tienes cuando caés en la rutina te saca energía,
la energía que has estado creando.

215
Bueno… tal vez no creés esto. Un universo sin sentido podría ir en contra de
tus creencias, pero no importa, porque lo que te voy a decir funcionará sin
importar si entendés la causa y el efecto de todo esto.
Voy a empezar enumerando las dos razones por las cuales te sentís mal:
1. Tienes un desequilibrio bioquímico. (Si te sentís mal mucho tiempo,
buscá ayuda).
2. Estás haciendo algo mal, estás con la persona incorrecta o estás en
el lugar equivocado.
Deberías estar haciendo algo que querés hacer… con quien querés… y donde
querés
Si estás haciendo algo que realmente no te gusta, deberías cambiar de
carrera. Lo mismo ocurre con las personas importantes de tu vida. Si estás
rodeado de perdedores que te quitan energía, ponelos de patitas en la calle
y lo mismo con el lugar en donde vivís. ¿Realmente apesta? ¿Te deprimís
cada vez que pensás en él? ¿Soñás con un clima más cálido y un cielo
soleado? (¡Venite a Florida!).
Por otro lado, si, básicamente, te gusta tu trabajo/tus colegas/tu ubicación
geográfica, no desperdicies tiempo fantaseando con cambiarlos.
Tres pasos para sacarte de la rutina
Dije que nunca hay razón para desplomarse. Es verdad. Salir de una crisis es
relativamente fácil.
1. Aceptá que tienes poca energía… y energía es lo que necesitás.
Imaginate que dentro de tu cerebro hay un panel motivador. El panel
tiene docenas de fusiles y cada uno de ellos traslada energía. Cuando
estás en crisis, muchos de estos fusibles se han quemado.

216
Los fusibles quemados, es decir, cualquier tipo de pensamiento negativo,
limitante y despectivo, deben ser eliminados antes de reemplazarlos por
los buenos.
Eliminá tus fusibles quemados de la siguiente forma:
Reconocé que tu crisis pasará. (Has superado otras, ¿no?).
No te enojes con vos mismo. (Después de todo, esto es, en sí, un
problema bioquímico).
Recordate a vos mismo que tienes suerte. (Hay miles de personas que
están peor que vos).
Si te preocupa un problema en particular, imaginate el peor resultado y,
luego, buscá la forma de sobrevivir a él. Eso va a neutralizar tu ansiedad.
2. Hacé algo, cualquier cosa, que te dé un poco de energía. La idea es
pensar/decir/hacer un número de cosas que, en otras ocasiones, te
han dado un poco de energía. Algunas cosas que me sirvieron a mí
te pueden servir a vos también. Intentá lo siguiente:

• Poné música, fuerte. Elegí algo que te “dé pilas”, como dicen.
Hoy a la mañana, puse “Help me Rhonda” de los Beach Boys.
Muy terapéutico.
• Bailá. (Asegurate de que nadie te vea).
• Si no te podés obligar a bailar, hacé algún tipo de ejercicio
alocado. Saltos frenéticos separando las piernas. Saltos de rana
por toda la alfombra. (También hacelo en privado).

• Parate enfrente al espejo y sonreí. Sonreí 100 veces. ¿Sabías que


el acto físico de sonreír libera endorfinas? No lo creerás hasta
que lo intentes. Hacelo.

217
Si hacés suficientes de estas cosas y eliminás por completo tus fusibles
quemados, estarás listo para el tercer paso, que es, en realidad, el más
importante de todo el proceso.
3. Realizá una tarea que valga la pena, algo útil que tenga valor para
vos.
El truco es tener un grupo de tareas significativas que tienes que hacer. Si sos
una persona ocupada, no habrá problema. Las tareas que has agrupado
deberían ser lo suficientemente pequeñas en alcance como para que las
puedas realizar en unas pocas horas como mucho.
No puedo ni adivinar cómo estaría compuesto tu grupo. El mío,
probablemente, incluiría escribir algo (como un cuento corto, una escena
para un guión o una mensaje para Early to Rise). También podría incluir algo
más mundano (como por ejemplo, reemplazar la lamparita de luz que se
encuentra quemada desde hace seis meses).
Recordá que el trabajo debe ser importante, para vos, y lo tienes que hacer
bien. Si lo es, y lo hacés, saldrás de la crisis no bien lo termines.
Funciona siempre. Salir de una crisis implica olvidarse de los problemas que
te consumen energía e involucrarte con el trabajo bueno y que te da energía.
El secreto es salir de la rutina por etapas. De lo contrario, no tendrás éxito.
Una cosa más: cuando sientas que estás por entrar en una crisis, no hagas
como si nada. Actuá de manera inmediata.
Si no te permitís ni tener una migraña, ¿por qué dejarte caer en depresión?
Las crisis son como los dolores fuertes de cabeza. Son terribles, pero, en
general, aparecen de a poco. Si los atacás cuando empiezan, podés
vencerlos. Si esperás mucho, vas a sufrir.

218
Entonces, no bien te sientas deprimido o de mal humor o, simplemente,
desanimado y desmotivado, reconocé esos sentimientos como síntomas de
una enfermedad que estás por padecer y empezá con la cura de tres pasos
que te describí.
CUANDO TU VIDA EMPEORA DE REPENTE
Un nuevo cliente que había accedido a suscribirse, de repente, cancela la
suscripción.
Un ascenso prometedor se evapora.
Tu plomero se pasa de la fecha límite que te prometió sin hacer nada.
El truco para superar desilusiones como éstas es tener un plan denominado
“¿Qué pasa si no ocurre?” casi desde el principio.
La idea es crear un plan B cada vez que creás un plan A. Además, si creás un
buen plan B y lo visualizás (luego de que has visualizado el plan A), no te
sentirás tan desilusionado si el plan A no resulta.
Si, por ejemplo, querés ir a Londres a pasar la Navidad este año, empezá a
hacer todas los arreglos, pero dedicá unos minutos a pensar qué podrías
hacer en lugar de eso si, por cualquier motivo, el viaje se cae. (Celebrar una
Navidad especial en casa en algún lugar nuevo e interesante podría resultar
incluso mejor).
Un plan alternativo también funciona si tu rutina se ve interrumpida con algo
imprevisto. Estar siempre preparado con una lista de tareas que has querido
hacer por mucho tiempo es una buena forma de convertir un freno
inesperado en algo enriquecedor.
Hace unos años, por ejemplo, me desgarré la rodilla y me tuve que someter
a una operación que me obligó a estar en cama por dos semanas y a faltar a
mis clases de jiujitsu por seis meses. Para alguien con mi agenda (y con una
mentalidad adictiva), una situación así puede ser algo muy malo. Sin

219
embargo, dado que había tenido otras lesiones de rodilla y, por ende, sabía
que me tendría que someter a esta operación algún día, había desarrollado
un plan sustituto que hizo que mi recuperación fuera más llevadera.
Mi plan sustituto para las dos semanas que estaría en cama (y con
antibióticos, lo cual implicaba que no podría hacer ningún trabajo
significativo) era ver todas las grandes películas que nunca había visto o que
había visto sólo una vez. Mi plan sustituto para los seis meses sin jiujitsu era
dedicarme a descansar y a mejorar los hombros y la espalda, los cuales me
dolían mucho.
Me fue bien con el plan de mirar películas. Vi dos o tres grandes películas por
día, más de 30 en total. También pude, durante la segunda semana, leer
media docena de publicaciones sobre negocios que había acumulado en la
esquina de mi escritorio. Durante la primera parte de mi convalecencia, no
me sentí ni deprimido ni mal físicamente, estaba de buen humor, y eso se
dio así gracias a que sentía que estaba haciendo cosas que hacía mucho
quería hacer.
Mi plan alternativo para los seis meses de inactividad era más desafiante.
Continué yendo a la academia de jiujitsu en mi tiempo libre, (y, en ocasiones,
ayudaba con las clases) pero la mayoría del tiempo me sentía frustrado por
no poder volver a entrenar, un sentimiento que era cada vez más fuerte a
medida que mi rodilla se recuperaba.
Sin embargo, como me dediqué a ejercitar los hombros y la espalda, algo que
había estado posponiendo por más de tres años, sentí que había logrado
algo. Además, gracias a que me dediqué a recuperarme, cuando volví a
entrenar, pude competir por primera vez en años con un cuerpo sin lesiones
(aunque afectado por la edad), y eso se sintió muy bien.
Tomate cinco minutos hoy para preguntarte lo siguiente:

220
• ¿Qué cambio positivo quiero realizar en mi carrera en este
momento?
• ¿Qué pasará si no lo logro?
Luego, hacete las mismas preguntas pero sobre tu vida personal.
Si no tienes un plan alternativo, desarrollá uno. Cuando lo hayas hecho,
asegurate de que sea algo que te haga feliz. Si no es así, trabajá en él un poco
más. Te darás cuenta de que cuanto más tiempo pases elaborándolo, más
atractivo resultará ser.
Además, si de manera inesperada te sobra tiempo, preparate de antemano
con una lista de proyectos o tareas que siempre has querido hacer. (¿Has
estado pensando en escribir una novela o en investigar el árbol genealógico
de tu familia? ¿Has estado frustrado porque no sabés hablar otro idioma?
¿Sabés bailar salsa?).
Pensá un poco sobre tus proyectos “soñados”, elaboralos e imaginá cómo
podés hacer para que se hagan realidad. Cuanto más tiempo pases haciendo
eso, más entusiasmado estarás con él. Luego, cuando sea el momento (y es
casi seguro que llegará), pasarás de la desilusión a la anticipación con rapidez.

NUEVE PASOS PARA VENCER LA DEPRESIÓN


De todas las recetas para la felicidad que inundan los medios hoy en día, la
más popular es la menos eficaz. Estoy hablando de la idea de vencer la
depresión “enfocándote en vos mismo”.
La realidad es que enfocarte en vos mismo no te hará feliz en lo más mínimo.
De hecho, cuanta más atención ponés en vos, menos probabilidades tienes
de ser feliz. Enfocarte en tu interior puede perpetuar tus sentimientos de
desesperanza.

221
El corresponsal de 60 minutes, Mike Wallace, definió a la depresión de la
siguiente forma: “La luz del sol no significa nada para vos. Las estaciones, los
amigos y la comida rica tampoco. Todo lo que hacés es enfocarte en vos
mismo y en cuán mal te sentís”.
Pensá en la gente más infeliz que conocés. ¿De qué hablan siempre? Sus
logros. Sus problemas. Sus esperanzas. Sus preocupaciones. Sus estos y sus
aquellos. En resumen, sobre ellos mismos.
Tengo una amiga. Llamémosla Shelly. Shelly es una mujer inteligente,
atractiva, pero no puede mantener relaciones duraderas. No sabe por qué.
“La gente siempre me desilusiona”, dice. Tiene varias historias.
Almorzamos juntos dos o tres veces al año, pero cada vez que nos vemos,
Shelly habla sin parar de la gente que la ha decepcionado. Se queja de su jefe.
Critica a su marido. Lo hace con cierto sentido del humor, pero siempre es
“Ufa, ufa, ufa ¿qué hay de mí?”.
Le sugerí a Shelly que sería más feliz si se ofreciera para hacer algún trabajo
de voluntariado o si encontrara algún pasatiempo. Tal vez una mascota, pero
no me escucha.
Para el que mira de afuera, Shelly no tiene motivos para quejarse. Es
saludable, tiene una familia saludable y tienen independencia financiera, lo
cual la hace una de las personas con más suerte del planeta. Aun así, según
ella, desde su interior, solo ve cosas negativas.
Es probable que tengas una Shelly en tu vida. Tal vez, más de una.
El problema con las Shellys del mundo es que desperdician mucho de su
valioso tiempo pensando y hablando sobre ellas mismas. Sus vidas nunca
están mejor y no pueden saber por qué. Creen que la solución es que el resto
de las personas les tengan lástima. No entienden que llamar la atención es
una gran parte del problema.
Tengo una teoría sobre por qué esto es así.

222
En sí, hay dos impulsos en el universo: la contracción y la relajación. Todo,
cualquier cosa animada o inanimada, se convierte, literalmente, más o
menos densa en un momento determinado. La densidad máxima es un
agujero negro que chupa toda la luz y no emite ninguna.
Como criaturas psicológicas, nuestra consciencia siempre está cambiando
entre la contracción y la disolución del ego. Nuestros impulsos egocéntricos
son la fuente de mucho del trabajo que hacemos y del arte que creamos,
pero también generan tensiones, enfermedades y desesperación. Nuestros
impulsos de desilusión son la fuente de muchas de nuestras relaciones de
amor. Nos relajan y nos preparan para aceptar la desilusión máxima del ego,
que es la muerte.
La contracción nos da el placer egoísta de ser amados, es decir, de ser
reconocidos y apreciados. La relajación nos da el placer egocéntrico de hacer
lo que amamos de nuestro trabajo, nuestras vidas y de amar a las personas
en ellas.
Tanto la contracción como la relajación nos pueden dar placer, pero el placer
de la contracción (el placer del ego) es temporario, mientras que el placer de
la relajación es el placer duradero del alma.
Te sentís bien cuando la gente te presta atención, pero incluso cuando la
atención es muy intensa (como en el caso de una estrella de cine), el placer
se disipa no bien la atención desaparece. Además, cuando el placer del ego
desaparece, la vacuna de la tristeza ocupa su lugar.
Es como drogarse. El efecto es temporario. Es adictivo. Te deja queriendo
más, hasta que llega un momento que ninguna dosis es suficiente y, al final,
te mata.
“Basta de este pensamiento profundo”, te decís. “¿Qué tiene que ver
conmigo todo esto?”.

223
Hacé esto: la próxima vez que te sientas triste o enojado, sabé que hay una
forma de volver a ser feliz. Relajá tu ego de la siguiente forma:
1. Aceptá el hecho de que es perfectamente normal que te sientas
miserable en ocasiones.
A pesar de tus puntos fuertes principales y de todos tus logros, habrá
ocasiones en las que te sentirás deprimido. Es natural que la gente ambiciosa
se sienta así. Como dice el experto en productividad Timothy Ferriss, “Los
episodios ocasionales de dudas y tristeza constituyen algo esencial para el
logro de cualquier cosa extraordinaria”.
2. Si estás triste por algo que te hiciste a vos mismo, perdónate. Está
bien. Lo echaste a perder. Lo que importa es lo vayas a hacer de
ahora en más, no lo que ya hiciste.
A veces, me enojo cuando me siento presionado por las obligaciones
laborales, pero cuando examino por qué tengo tanto trabajo, en general, es
porque me ofrecí a hacerlo en primer lugar. Cuando entiendo que mi ánimo
se ve afectado por mis propias acciones, me recuerdo a mí mismo que tengo
suerte. “Está bien que estés enojado, pero no tienes que estarlo. Hoy podés
salir adelante y ser más disciplinado mañana”. Eso es lo que me digo a mí
mismo y me ayuda a sentirme mejor de forma inmediata.
3. Si estás triste por algo que alguien te hizo, relajá. Contá hasta 10.
Date cuenta de que no podés controlar el comportamiento de los demás. Lo
único que podés controlar es tu respuesta a ese comportamiento. Nadie te
puede privar de eso.
“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio”, dice Viktor Frankl, autor de
Man’s Search for Meaning(El hombre en busca de sentido). “En ese espacio
está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta está
nuestro crecimiento y nuestra libertad”.

224
Solía ponerme mal cuando mi familia, mis amigos o mis colegas cometían un
error. Ahora, me doy cuenta de lo estúpido que era. No me hacía bien y me
convertía en alguien improductivo, infeliz y desagradable. Cambié
aprendiendo a poner la otra mejilla. No bien dejé de ofenderme con el resto
de las personas por sus errores, comencé a sentirme mejor conmigo mismo.
Es increíble lo bien que funciona esto.
Alguien te golpea en la calle y te hacés un esguince en el tobillo. Podés
enojarte con esa persona, podés enojarte con vos mismo por no estar más
atento a lo que te rodea o podés perdonar a esa persona, perdonarte a vos
mismo y cambiar la manera en que pensás acerca de tu lesión. En vez de
lamentarte por tener que pasar una semana o dos en cama, tomá el período
de recuperación como un regalo, la posibilidad de empezar un nuevo
proyecto o de actualizarte con tu lectura.
4. No permitas queexpectativas irrealistas interfieran con tus
relaciones. (Esta es una subcategoría de no permitir que el
comportamiento de la gente te moleste). En vez de enojarte con el hábito
de tu esposa de (llenar el espacio en blanco), amala por su debilidad. En vez
de enojarte porque tu hijo es un desaliñado, encontrá la forma de amarlo por
sus virtudes mientras le enseñas gentilmente (con el ejemplo, no
diciéndoselo) las ventajas de ser ordenado. En vez de enojarte con tu socio
porque no trabajó como esperabas, aprendé a apreciar lo que ella aporta y
negociá un nuevo acuerdo con ella sin que se enoje.
Aceptar a las personas por como son no quiere decir que les tengas que
permitir que hagan que tu vida sea miserable. Todo lo contrario, significa ser
realista, darse cuenta de que el 90 por ciento de las veces las características
fundamentales de una persona no pueden cambiar. Si cierto
comportamiento te parece inaceptable, cambiá la forma en la que te

225
ocupás de él (algo que puedas hacer) en vez de intentar cambiar a la persona
(algo que no podés hacer).
5. Si estás molesto por alguna circunstancia que no podés controlar,
relajá aún más. Como dijo Alex Green, director de inversiones del Oxford
Club y presidente de Investment U, en su artículo The Psychology of Optimal
Experience (La psicología de la experiencia óptima), podés ocuparte de tus
problemas de forma más efectiva si los definís como “problemas” (que
pueden ser resueltos) o “conflictos” (que podés enfrentar).
Que te agarre la lluvia o resfriarte no es motivo para enojarte con vos mismo.
Para el caso, tampoco es motivo para enojarte que te haya afectado el
colapso económico mundial.
6. Si no estás feliz en el trabajo, encontrá la forma de que te guste lo
que hacés.
Como dijo Albert Camus, “La felicidad, ¿no es la simple armonía entre un
hombre y la vida que lleva?”. No vas a ser feliz si tienes un trabajo que odiás
o si no hacés un buen trabajo en un proyecto que te gusta, pero si aprendés
a preocuparte por el trabajo que hacés, te darás cuenta de que tendrás más
energía y empezarás a disfrutarlo.
7. Hacé algún deporte o ejercicio estimulante, algo que sea tan
demandante que no lo puedas practicar si no relajás la mente. Caminar,
hacer un estiramiento y hacer yoga son buenas formas de ejercitarte. Si
practicás alguno de estos ejercicios con la mente tranquila, estarás más
saludable y feliz, pero si los hacés cuando estás triste o sentís tristeza por vos
mismo, no te ayudarán. Te olvidarás del ejercicio y te enfocarás en los
pensamientos negativos. Harán que las cosas empeoren.

226
8. Aceptá el hecho de que la salud de tu cuerpo influye mucho en tu
estado de ánimo. Si te sentís mal por mucho tiempo, probablemente
necesites hacer algunos cambios en tu estilo de vida. A saber:
• Comer sano. Comer muchos carbohidratos te volverá loco,
estarás malhumorado y cansado. Para tener suficiente energía
todo el día, comé alimentos que te den energía. Hacé seis
comidas pequeñas por día, evitá la comida chatarra y aumentá
las proteínas y los alimentos orgánicos y magros.
• Dormir y descansar adecuadamente. En mi caso, si duermo bien
me siento bien. Ciertos estudios han demostrado que la gente
que duerme siete horas vive más, padece menos enfermedades
y logra más cosas porque tiene más energía. Si te sentís cansado
en algún momento del día, dormí una siesta.
• Consultar con un buen médico acerca de si necesitás
antidepresivos. En general, estoy en contra de introducir
químicos en el organismo. Prefiero curas más naturales. Sin
embargo, existen personas cercanas a mí que han mejorado con
antidepresivos y, tal vez, a vos también te resulten.
9. Enfocarte en tu “exterior” y no en tu “interior”, para no estar tan
pendiente de vos y para prestarle más atención a los otros. Algunos
ejemplos:

• Hacé feliz a tus amigos. Sonreí cuando los veas. Escuchá sus
historias. Dales los consejos que quieren y no digas nada
cuando no los quieren. Convertite en la persona a la que
acuden cuando están mal. Aprendé a amar sus deslices y
alentalos a superar sus errores y, por sobre todo, sé leal.
• Sé una fuente confiable y estable para tus colegas. Ayudalos
a lograr sus metas, no porque querés que te

227
compensen de alguna forma, sino porque te importan y
querés que tengan éxito.

• Hacé algo por alguien que no conocés, un extraño que te


encontraste, un niño de un hogar, una persona enferma o
pobre que se puede beneficiar con tu ayuda. Dedicale
tiempo y dinero.
Hacé que este enfoque hacia el exterior sea una parte natural de tu vida
diaria. Convertilo en un propósito y hacelo deliberadamente hasta que te
salga de manera natural. Te darás cuenta cuando ocurra, ya que te sentirás
feliz la mayoría de las veces y, cuando te enojes o estés triste, podrás
recuperarte más fácil y rápidamente.

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229
230
Parte ocho
AUMENTÁ TU RIQUEZA

¿CUÁNTO VALÉS?DESCIFRALO Y HACÉ QUE TU VIDA SEA MUCHO, MUCHO


MÁS RICA

Una señora francesa, al ver a Picasso en un restaurante de París, se acercó al


gran maestro y le insistió en que dejara su café y le dibujara su retrato. Con
gracia, Picasso le hizo el favor. Cuando terminó, la señora tomó el dibujo, lo
puso en su cartera y sacó la billetera.
“¿Cuánto le debo?”, preguntó la señora.
“$5000”, respondió Picasso.
“¿5000?”, ¡Pero si sólo le llevó tres minutos!, exclamó ella.
“No”, respondió Picasso. “Me llevó toda la vida”.
Así es cómo me siento acerca de mi trabajo. Mis habilidades, como creador
de pequeños negocios y operador de mercado, son valiosas. Si querés que te
ayude a vender tus productos o a que tu negocio crezca, vas a tener que
pagarme por lo menos $2000 la hora, siempre y cuando tenga tiempo, el
tiempo laboral, para modificar mi agenda. Si querés que trabaje durante la
noche, los fines de semana o durante las vacaciones, ¿cuánto te costaría?
Mejor ni preguntes.
Un hombre de negocios acaudalado que ha estado leyendo el Early to Rise
por años ha estado intentando persuadirme de ayudarlo a que su negocio
crezca. Hace poco, me ofreció pagarme $50.000 para pasar un fin de semana
con él, más “mucho más” si accedo a asesorarlo de manera constante.

231
No acepté su oferta y le costó entender por qué. “Te estoy ofreciendo
pagarte $3000 la hora”, me dijo.
Es verdad. Por 16 horas (dos días de trabajo), $50.000 es un poco más de
$3000 la hora, pero no quería hacerlo, porque me estaba pidiendo que deje
de lado mi tiempo personal, el tiempo que paso con mi familia y amigos, el
tiempo que le dedico a mis pasatiempos, un tiempo que vale más del doble
que mi tiempo laboral.
Cómo calcular tu tarifa horaria
Ahora, hablemos de vos. Hablemos de cómo determinar tu tarifa horaria.
La fórmula que uso yo es la siguiente: Calculá cuánto ganás por año. Luego,
dividí ese monto por 50 semanas y, luego, por 40 horas.
Por ejemplo, mi amigo Walt tiene un negocio inmobiliario que está creciendo
cada vez más. Para convencerlo de que no debería estar haciendo la mayoría
del trabajo de hormiga él mismo, lo ayudé a aplicar mi fórmula.
Walt gana $150.000 al año. $150.000 dividido 50 semanas es igual a $3000
(su ingreso semanal). $3000 dividido 40 horas da como resultado $75.
“Eso es lo que deberías cobrar por hora”, le dije. “Entonces, nunca hagas
nada vos mismo por menos de $75”.
Ahora, hacelo vos. Dividí tu ingreso anual por 50 semanas. Luego dividilo por
40 horas.
Si el número que te da es menor a $50, significa que no estás realizando un
trabajo financieramente valioso, algo que contribuye a los resultados finales
de tu empresa, es decir, en la creación del producto, en el marketing, la venta
o la administración de las ganancias. Si ese es el caso, involucrate en alguna
de esas tareas, porque es ahí donde se encuentran los salarios altos.

232
Al mismo tiempo, convertite en alguien valioso en tu trabajo actual y empezá
por enfocarte en el trabajo que realmente es importante y que promueve tu
carrera y tus ganancias.
En poco tiempo, tu tarifa por hora se duplicara o triplicará con respecto a la
actual. Además, tu vida personal valdrá incluso más, tal vez tres, cinco o diez
veces el valor de tu tiempo laboral. Sólo vos sabés cuánto vale, pero, por lo
menos, tiene que ser del doble de tu hora laboral.
Una vez que determines el número, te podés asegurar de que cada tarea
personal en la que te involucres tenga ese “valor”.
Digamos que, por ejemplo, mediante la aplicación de mi fórmula, has
calculado que tu tarifa es de $25 la hora y determinás que el valor de tu
tiempo personal es del doble, es decir, $50 la hora. Digamos que pasás tres
horas cada fin de semana en el verano haciendo trabajos de jardinería
(cortando el pasto, fertilizando, podando, etc). Preguntate a vos mismo si
pensás que vale $150 ($50 por 3 horas de tu tiempo personal). Si pensás que
lo vale, adelante. Si no, contratá a alguien que lo haga, algo que podés hacer
por mucho menos que $150 por semana y dedicá ese tiempo personal a
realizar las actividades que disfrutás realmente.
Lo mismo ocurre con cualquier tarea doméstica que puede realizar otra
persona como por ejemplo, limpiar, pintar, lavar el auto.
Todos tenemos la misma cantidad de horas por día. Lo que cobrás por tus
horas de trabajo y cuánto disfrutás cuando no lo estás haciendo depende de
vos.

LO QUE NECESITÁS REALMENTE PARA VOLVERTE RICO


“No tengo tu actitud”, me dijo Jeff. “No tengo la mentalidad de alguien que
puede hacer mucho dinero”.

233
“¿Querés hacer mucho dinero?”, le pregunté.
“Eso es lo más triste”, me dijo sonriendo con ironía. “Sí, quiero”.
“Bueno entonces”, dije. “¿por qué no te olvidas de tu actitud y te enfocás
en tu comportamiento?”.
“¿A qué te referís?”.
“¿Por qué no empezás a pensar acerca de por qué no podés ganar mucho
dinero y hacés algo para que puedas lograrlo?”.
“¿Cómo qué?”.
Le di un pedazo de papel. “Empezá a escribir cuánto te gustaría cobrar en
20 años”.
Lo hizo.
“Ahora”, dije, “hablemos acerca de cómo podemos llegar a ese número, año
tras año”.
Una hora después, ya tenía objetivos de patrimonios netos para los
siguientes 20 años. Su objetivo para ese año era alcanzable. Estaba motivado.
“¡Esto es genial!”, dijo.
“¿Qué pensás?”.
“Creo que lo puedo lograr”.
La actitud puede cambiar el comportamiento, pero es mucho más común
que el comportamiento cambie la actitud.
En otras palabras: volverse rico no depende tanto de si sos una persona
positiva o negativa sino de si actuás o no.
Hay mucha desinformación con respecto a este tema en la industria de la
autoayuda.

234
Los aspirantes quieren creer que es posible un cambio de mentalidad que, si
lo logran, los transformará de forma instantánea de vagos a máquinas
humanas generadoras de dinero.
“El cambio está en algún lugar de tu cerebro”, sostienen. “Encontralo,
activalo y el resto es fácil”.
Sí, es fácil volverse rico, pero si sólo estás dispuesto a pensar acerca de
volverte rico, te vas a llevar una desilusión.
Es posible que no te guste lo que te estoy diciendo, pero tienes que
escucharme. Por favor, confiá en mí.
No estoy diciendo que no creo en el pensamiento positivo. Creo que te puede
ayudar de muchas formas.
Cuando me lavo los dientes a la mañana, me sonrío a mí mismo por lo menos
una docena de veces para darme energía y ponerme en ritmo de producción
y, cuando voy a dar una charla, voy a participar de un torneo de lucha o voy
a dar una presentación, uso la visualización para prepárame mentalmente
para tener un buen desempeño.
Sin embargo, esas cosas no me van a convertir en un magnate del dinero.
Para desarrollar el poder para generar riqueza, tienes que tomar ciertas
medidas específicas para generar riqueza y, cada vez que las tomes, sentirás
un gran cambio dentro de vos.
Eso es lo que realmente necesitás, cambiar tus hábitos y tu comportamiento
para generar riqueza.
PAGATE PRIMERO A VOS Y TE VOLVERÁS RICO DE FORMA AUTOMÁTICA
Agarrá cualquier libro de planificación financiera de una librería y
encontrarás el mismo consejo. Si querés acumular suficiente dinero como
para jubilarte algún día, empezá a hacer un presupuesto.

235
Si determinás y limitás tus gastos, dicen, podés obtener un sobrante cada
mes para ahorrar y aumentar tu patrimonio.
El problema está en que cuando hacés un presupuesto, primero le prestás
atención al resto, el propietario de tu casa, la tarjeta de crédito, la cuenta de
teléfono, etc., y aunque te esforzás, no te sobra nada para depositar en el
banco.
Entonces, te castigás a vos mismo y te prometés que el mes que viene lo
harás mejor. Sin embargo, nunca lo hacés.
Siempre hay cuentas inesperadas que pagar, ofertas no anticipadas que
aprovechar y esos $200 o $300 imposibles de determinar desaparecen.
Intenté presupuestar por unos 20 años. No funcionó, pero existe una
estrategia que descubrí después que sí funciona. De hecho, funciona muy
bien.
Creo que la razón por la cual funciona tan bien es porque es muy simple.
Aquí va: cada vez que te paguen o que ganes o recibas plata por algún
motivo, separá un porcentaje fijo en una caja de ahorros enseguida. Separa
ese dinero antes de pagar las cuentas.
Hacé como si fueras una empresa. Como presidente de la empresa, tu trabajo
es generar una buena ganancia. El dinero que depositás en una cuenta
especial es tu ganancia. Todo lo que gastás después, en pagar cuentas, etc.,
son tus gastos.
Sólo la porción que va a la caja de ahorros es realmente tuya. Podrías pensar,
“Esto sería simplemente engañarme a mí mismo. Si tengo disciplina, puedo
poner el mismo monto en una cuenta luego de pagar mis cuentas”. También
podrías pensar que hacer eso es más responsable, pero no lo es. Tu primera
responsabilidad como persona (y como presidente de VOS S.A.) es volverte
financieramente independiente. Si lográs eso, no dependerás más de otras
personas o del gobierno. Podrás cubrir tus

236
necesidades y las de tu familia. Esa es una meta responsable, una meta que
podrás alcanzar fácilmente ¡si te pagás a vos primero!
Para que el proceso sea, de cierta forma, automático, hacé que una parte de
lo que cobrás se deposite electrónicamente de forma automática en tu
cuenta cada mes. Podrías decirme que esto en realidad es pagarte a vos
mismo después.
Yo me pago a mí mismo primero depositando un porcentaje de mis ingresos
en una caja de ahorro. Luego, deposito la mayor cantidad de dinero que me
permiten en un vehículo de impuestos diferidos.
Luego, le pago al gobierno creando una cuenta de retenciones separada en
la cual deposito un porcentaje de cada honorario que me pagan, el dinero
que voy a deber en impuestos.
Luego, pago mis cuentas.
Si no estás haciendo esto, probalo. Te sorprenderá lo rápido que crecerá tu
cuenta de ganancias personales.

LA MEJOR FORMA DE LLEGAR A LA CIMA DE CUALQUIER NEGOCIO


¿Cuál es la mejor forma de superar a tus colegas y a tus competidores?
Trabajá más duro que ellos.
Si suena desalentador, considerá esto: la mayoría de las personas no trabajan
duro.
Algunos pasan sus días laborales haciendo lo menos posible. Muchos otros
viven ocupados, pero no logran casi nada. Escriben memorandos largos,
debaten sobre temas que no necesitan ser debatidos, discuten sobre temas
que no tienen importancia y se ocupan de lo aburrido.

237
Sólo unos pocos se ocupan mucho y con dedicación de los desafíos claves
para lograr el éxito.
Si entendés esto, verás que sólo con una modesta cantidad de trabajo duro
podrás superar a la multitud media perezosa. Si trabajás nueve horas de
manera inteligente por día, lograrás trepar hasta las altas esferas de casi
cualquier organización, pero llegar hasta el último escalón será duro.
En ese nivel, estarás compitiendo contra otras personas inteligentes y que
trabajan duro, y algunas de ellas podrían tener ventajas que vos no tienes.
Podrían ser más inteligentes. Podrían ser más agradables. Podrían tener más
contactos.
Aun así, hay una cosa en la que no te superan: el tiempo.
Si podés dedicar más tiempo que el que ellos están dispuestos a dedicar o
podés usar tu tiempo de manera más efectiva, los superarás.
La realidad es que la vida no es justa. En lo que hace al dinero, la belleza, la
inteligencia y el talento, la distribución es arbitraria y desigual, pero lo que sí
tenemos todos por igual es la cantidad de horas que tienen nuestros días,
todos tenemos 24 horas. Lo que hacés con ese tiempo determinará tu éxito
y tu felicidad.

CINCO SECRETOS PARA DUPLICAR TU DINERO CADA TRES AÑOS


Para duplicar tu dinero cada tres años, necesitás una ganancia promedio
anual de alrededor del 26 por ciento. ¿Un 26 por ciento te parece un
objetivo fácil o difícil?
Cuando observo mi propio registro de inversiones, esto es lo que veo.
• Acciones: En general, compro fondos indexados sin gastos de
comisión y algunas blue-chips. En promedio, durante todos estos
años, me ha ido igual que al mercado en los últimos 100 años, es

238
decir, he obtenido alrededor de un 10 por ciento. Sí, creo que me
podría haber ido mejor con las acciones. Conozco a muchas personas
que les va mejor. Si sigo sus consejos de manera consistente y
cuidadosa, creo que podría obtener entre un 15 y un 18 por ciento
por año con mis acciones. Eso no es suficiente para duplicar mi
dinero cada tres años, pero, con el tiempo, me podría hacer rico.

• Acciones de empresas con baja capitalización. Probé con ellas por


un tiempo y perdí mucho dinero. Entonces, frené.

• Bonos: Compro bonos municipales con una calificación AAA y no los


negocio, entonces obtengo los intereses vigentes del mercado.
Durante los últimos 25 años, en promedio, he obtenido un 4,5 por
ciento, lo cual, en mi categoría impositiva, llega al 7 por ciento antes
de los impuestos. El siete por ciento se duplica cada nueve años. Eso
no va a hacer que mi patrimonio crezca significativamente, pero me
protegerá de las pérdidas del mercado de valores y (normalmente)
de la inflación. Tengo unas 50 inversiones líquidas, el 15 por ciento
de mi patrimonio neto, en bonos.
• Opciones: Nunca invertí en ellas.
• Negociación de divisas: Nunca lo intenté.

• Propiedades inmobiliarias para alquilar: He estado haciendo esto


durante unos 20 años. Con los años, he mejorado. Contando los
errores que cometí al principio, he alcanzado un promedio del 18 por
ciento. Estoy muy contento con mis inversiones en propiedades
inmobiliarias para alquilar y creo que aplicando lo que he aprendido
puedo mejorar un poco en el futuro. Aun así, no esperaría ganar un
26 por ciento con estas inversiones.

239
• Comprar, remodelar y vender propiedades. Me metí y salí de este
juego en el momento indicado. Gané millones durante los años
noventa, llegar a ganar entre un 50 y un 100 por ciento con
transacciones individuales era casi “normal”. Cuando los precios
comenzaron a volverse locos, me retiré. (Todo esto fue
documentado en el Early to Rise). Salvo por el error tonto de dejar
que un socio comprara tres casas que sabía, con seguridad, que sus
precios eran excesivos en 2002, nunca perdí dinero con ninguna
transacción. En total, gané entre un 30 y un 35 promedio por año
durante 10 años, pero no creo que se presente esta oportunidad
nuevamente por mucho tiempo. Me gusta la idea de invertir en otros
lugares (algo que recomienda Justin Ford) y estoy haciendo eso
ahora, pero no espero ganar un 26% con estas inversiones

• Inversiones inmobiliarias pasivas: He estado invirtiendo en unas


transacciones inmobiliarias de un amigo por 15 años. Los retornos
han subido y bajado y tuve la oportunidad de aprender mucho sobre
el negocio del desarrollo inmobiliario durante ese tiempo, pero, en
total, el ROI que obtuve con él ha sido de alrededor del 14 por ciento.
• Desarrollo inmobiliario en el exterior: Adquirí muchas propiedades
en el exterior en los últimos 15 años. Mis retornos han sido, en
general, buenos, de un 50 por ciento o más. Sin embargo, no lo estoy
haciendo más. Se ha convertido en un mercado más selectivo.

• Negocios pequeños: Las únicas inversiones que me han dado los


retornos más grandes —de más del 26 por ciento— han sido las
inversiones en negocios pequeños. Aunque las inversiones
individuales en las que estoy involucrado varían mucho (algunas
pierden dinero, algunas mantienen el equilibrio, algunas generan

240
ganancias modestas y otras la levantan con pala), en promedio, he
obtenido un retorno del 50 por ciento durante los primeros 10 a 15
años en todas mis start-ups. Si cuento los negocios más viejos
también (que tienen un crecimiento patrimonial mucho más lento) y
los errores ocasionales, podría decir que mi ROI total sobre las
inversiones en pequeños negocios ha sido de más del 35 por ciento.
Lasstart-ups me han dado mucho, un crecimiento permanente de
mis ganancias, una base patrimonial que se ha duplicado cada tres
años, la oportunidad de involucrarme en muchas otras inversiones
interesantes y una vida de negocios estimulante y rica.
Debido a la naturaleza de lo que hice —involucrarme en docenas de
start-ups, incluidas dos empresas de marketing directo que, en sí,
eran holdings de start-ups— tuve la oportunidad de participar en
cientos de empresas lanzadas durante los últimos 25 años. He visto
y he cometido todos los errores que te puedas imaginar y he visto
lanzamientos muy exitosos también.
Aunque me quejo de que trabajo mucho, tengo que admitir que amo
empezar nuevos negocios. Es muy divertido y es algo que sé hacer.
Cuando empiezo un negocio hoy en día, estoy seguro de que
funcionará. No siempre tuve esa confianza y no siempre la merecía,
pero, gradualmente, a lo largo de 25 años, he creado una pequeña
guía en mi mente que me permite saber qué funcionará y qué no.
En 2007 pasé esa guía mental a papel. El resultado fue Ready, Fire,
Aim, un libro que ha sido un bestseller, publicado por John Wiley &
Sons.
Entonces, si me preguntaras, “¿Cuál es la forma más rápida para
volverme rico?”, Te respondería: lanzá una pequeña empresa.

241
Esa es mi respuesta, no tiene que ser la tuya. Tal vez, no quieras
invertir el tiempo, la creatividad y la energía en convertirte en un
empresario exitoso. Tal vez, ya estás jubilado y no querés dejar de
jugar al golf todos los días. Si invertir en un pequeño negocio no es
para vos, entonces, te recomiendo que investigues sobre el mercado
inmobiliario y el mercado de valores. No creo que puedas tener la
certeza de que duplicarás tu dinero cada tres años de esa forma,
pero realmente creo que podés tener un desempeño tan bueno
como el mío o incluso mejor.
Aun así, si querés convertirte en un empresario, incluso de medio
tiempo, te verás beneficiado ampliamente. No sólo podés duplicar
(o incluso triplicar) tu dinero cada tres años, sino que también podés
disfrutar de muchos otros beneficios de ser tu propio jefe, como por
ejemplo, los siguientes:

• La libertad de manejar tu agenda.


• El poder para crear tus propios productos.
• La adrenalina de sentirte muy desafiado.
• Saber que estás generando ganancias para tus empleados.

Mi amiga Anna W. me pidió que la ayudara a crear una empresa


basada en su amor por la música. Había estado observando su plan
jubilatorio y se dio cuenta de que si seguía con su trabajo actual y
seguía aumentando su responsabilidad y sus ganancias, podría tener
una jubilación confortable en 14 años (a los 67).
Nada mal. A la mayoría de las personas de su edad no le irá tan bien.

242
Pero si pone su energía y sus recursos en crear una empresa exitosa
propia, podrá esperar tener un retorno mejor sobre su “inversión”.
Anna va a comenzar con su nueva empresa de forma paralela,
trabajando a la noche y los fines de semana. Va a buscar un socio que
le brinde apoyo, desarrolle su producto y lo lleve al mercado. Cuando
analizamos los números, Anna entendió que esta empresa paralela,
si era exitosa (y estoy seguro de que lo será), le permitiría alcanzar
sus objetivos jubilatorios en cinco años en vez de hacerlo en 14,
mientras sigue siendo relativamente joven.
En ese momento, podrá hacer lo que quiera con el resto de su vida.
Eso es lo que una empresa te puede ofrecer.
Pensá en tu propia situación financiera. ¿Estás bien así o te ayudaría
triplicar tu dinero cada tres años?
Si necesitás un ROI por encima del promedio en tu vida, sólo tienes
que considerar empezar tu propia empresa. No renuncies a tu
trabajo diurno,sólo conseguí algo que puedas hacer de manera
paralela. No tienes que invertir mucho dinero o trabajar muchas
horas. Te puede ir muy bien si empezás con algo pequeño.
A continuación, encontrarás cinco secretos comprobados y
absolutamente verdaderos, según mi experiencia, que te ayudarán a
convertirte en un genio en el lanzamiento de empresas.
Secreto n° 1: No gastes mucho tiempo planificando
Cuando estás entrando a un mercado, no conocés (y tampoco es
posible que puedas entender) los desafíos y problemas ocultos que
enfrentarás. No entenderás esos problemas hasta que cometas
algunos errores y no los resolverás (para pasar a tener éxito con tu
empresa nueva), salvo que seas capaz de cambiar tu dirección con
rapidez.

243
La mayoría de las empresas exitosas (probablemente el 90% de ellas)
terminan siguiendo prácticas que son diferentes a las anticipadas. Es
por ello que no sirve pasar mucho tiempo y gastar mucho dinero
planificando. Improvisá de forma razonable,descubrí los buenos
golpes y tené una opción de rescate. Luego, seguí adelante. El que se
puede adaptar, gana.

Secreto n° 2: No gastes mucho dinero


La gran mayoría de las start-ups que tiene éxito lo hacen con
presupuestos limitados. Casi ninguna tiene el beneficio de obtener
un financiamiento de capitales de riesgo.
Las gran mayoría de las nuevas empresas se ven entorpecidas (y
mejoradas) por el hecho de volar sin combustible. La gente
involucrada en empresas que tienen fondos limitados tiene que
pensar más, trabajar más y, lo que es más importante, vender más.
Su esfuerzo inicial principal es obtener fondos, y así es como se
debería ser. Hay sólo una cosa que seguramente perjudique a tu
empresa, la falta de flujo de capitales. Es irónico, pero tener capitales
limitados casi siempre significa que habrá un flujo de capitales más
rápido y más sólido.
Secreto n° 3: Empezá a trabajar enseguida
Perder el tiempo preparándonos es la razón más común del fracaso
de un nuevo producto o proyecto. Entre los planes de negocios muy
largos y caros, los ajustes infinitos al producto, la pérdida de tiempo
con grupos determinados y los cambios de ideas, es muy fácil que el
producto/proyecto pierda su impulso.
A aquellos empresarios que inician una empresa con poco capital no
les importa empezar con una idea copiada dirigida a un mercado

244
más pequeño. La imitación nos ahorra el costo de investigar el
mercado, y es poco probable que la start-up que ingresa a un
mercado pequeño enfrente competencia de empresas más grandes
y establecidas.
Secreto nº 4: Buscá primero liquidez rápida
Contrario a lo que algunos libros de negocios dicen, los empresarios
exitosos admiten que toman la ruta más rápida para obtener
efectivo cuando lanzan una nueva empresa. Lo hacen porque no
tienen opción. (Véase secreto Nº 2). Luego de que el efectivo
comienza a entrar, tienen el tiempo y los fondos para mejorar el
producto y los servicios al consumidor y perfeccionar las
operaciones.
Tené en cuenta que los planes mejor trazados son, en ocasiones,
arrogantes. No sabés con seguridad cuál es la mejor forma de actuar
en el mercado. Cuando lances un producto o una empresa, encontrá
la forma de llegar al umbral de rentabilidad de la manera más rápida.
Esta forma de pensar te obligará a seguir al mercado más de cerca, y
el mercado es tu maestro.
Secreto nº 5: Olvidate del grupo de expertos; vos sos el experto
Los empresarios exitosos no contratan expertos para que manejen
sus empresas. Se las arreglan solos. En lo que hace al trabajo en tu
nuevo producto o proyecto, confiá sólo en vos para asegurarte de
que se haga bien. Tener mucho trabajo adicional puede que sea
estresante y te consuma tiempo, pero dará sus frutos a la larga.
Entenderás el proyecto de una forma íntima y extremadamente
valiosa.
Deberías aprender cómo funciona tu empresa desde abajo hasta
arriba. Deberías saber cómo comprar productos y servicios que

245
descubrís. Deberías entender cómo contratar a las mejores
personas, y más que nada, deberías saber cómo atraer nuevos
clientes a un costo razonable. Ésta es la clave del éxito de una start-
up.

CÓMO PENSAR COMO UN MULTIMILLONARIO


En su muy entretenido libro The Prime Movers (Los principales
impulsores), Edwin A. Locke nos da un ejemplo sobre la forma en la
que piensa un empresario:
Una persona común observa los pinos que crecen a lo largo de la
calle y piensa que lucen lindos, en especial cuando una parte está
cubierta de nieve. En ese momento, deja de pensar. Un empresario
observa los mismos pinos y piensa: “Esos pinos lucirían bien en los
livings de la gente en Navidad. ¿A cuánto se podrían vender? Luego,
continúa haciéndose las siguientes preguntas:

• ¿Será difícil plantar pinos?


• ¿Qué inversión se necesitaría?
• ¿Hasta qué tamaño debería dejarlos crecer antes de
cortarlos?
• ¿Será difícil cortarlos y transportarlos?

• ¿Cuánto costaría?
• ¿Cuánto durarían sus agujas?

• ¿Dónde los podría vender?


• ¿Cuánta competencia tendría?

246
• ¿Podría fabricar otros productos relacionados como por
ejemplo, coronas?

• ¿Podría ganar dinero con un producto de un mercado tan


estacional?
• ¿Cuánto?
• ¿Cómo puedo empezar?
Este tipo de pensamiento activo y directo es una de las cosas que diferencian
a un empresario del resto de la humanidad. De hecho, los empresarios más
exitosos de la historia, todos multimillonarios según los estándares actuales,
parecerían haber tenido una mentalidad pragmática y dinámica.
Locke da varios ejemplos:

• Thomas Edison: Era “una especie de máquina de


pensamientos”. Casi hasta el día que falleció, su mente
emanaba un torrente de ideas y podía llevar a cabo hasta
60 experimentos al mismo tiempo en su laboratorio”.
• Steve Jobs: Bombardeó con ideas a la gente —a sus
inversores, directores, clientes, súbditos y a su CEO.
• Henry Ford: "Estaba en cada detalle insistiendo en que
hasta las cosas más pequeñas salieran bien. Sin embargo,
nunca perdió de vista el objetivo general fundamental.
Tenía una visión de cómo debería lucir su nuevo auto (el
modelo T). De todo el trabajo duro, el análisis profundo y
la improvisación surgió una máquina que fue, en su
momento, el automóvil más simple y sofisticado del
mundo”.
Tal vez, estés pensando, “Che, no soy ni Thomas Edison ni Steve Jobs ni
Henry Ford”. Bueno, yo tampoco y te puedo enumerar una docena de

247
empresarios multimillonarios que conozco que no tienen esa inteligencia
tampoco.
La inteligencia pura no es el tema. Si lo fuera, Einstein habría sido más rico.
Lo que importa en el mundo del comercio es cómo pensás.
Algunas personas, ya sea por su crianza o por su ADN, piensan como
multimillonarios de forma natural, pero casi todas las personas que son
inteligentes y ambiciosas pueden aprender a pensar como multimillonarios.
Podés transformar tu mente completamente y de forma permanente en
unos pocos meses haciendo pequeños cambios, uno a la vez. Aun así, esto
requiere esfuerzo. Como dijo alguna vez Joshua Reynolds: “No hay recurso al
que el hombre no recurriría para evitar el trabajo verdadero de pensar”.
Empezá por comprometerte a hablar con todas las personas exitosas que
conozcas. Deciles cuánto admirás lo que han logrado y preguntales cómo
hacen lo que hacen.
Te sorprenderá lo abiertos que serán ante tus preguntas. En el noventa por
ciento de los casos, estas personas están dispuestas a contarte casi todo lo
que saben.
Desafortunadamente, muchos de los empresarios más importantes del siglo
XX han sido menospreciados por los historiadores y por los medios. Como
señala Locke en The Prime Movers (2000), si mencionás los nombres Andrew
Carnegie, John Rockefeller o Cornelius Vanderbilt, la gente piensa “esos
magnates ladrones y ávaros que se aprovecharon de las circunstancias”. No
saben nada sobres sus logros. Lo que saben, en su mayoría, está basado en
mitos persistentes que no nos permiten aprender de ellos y prosperar.
Locke dice lo siguiente:
Se sostiene, muy a menudo, que los principales impulsores han sido vistos de
forma sospechosa en los mejores casos y con repugnancia o desagrado

248
en los peores… El motivo más básico (de aquellos que los envidian) es que
envidian a los buenos por ser buenos… odian a los principales impulsores
porque son inteligentes, exitosos y competentes, porque son mejores en lo
que hacen que otras personas.
El fin principal de los que odian lo bueno no es llevar a otros al nivel de los
más capaces (lo cual es imposible), sino hacerlos caer al nivel de los menos
capaces, para borrar sus logros, destruir sus recompensas o no permitirles
funcionar por encima del nivel de la mediocridad, para castigarlos y, sobre
todo, para hacerlos sentir una culpa no merecida por sus propias virtudes.
Cuando te volvés muy exitoso, tienes que aprender a tratar con las personas
que te envidian por alcanzar lo que ellos no han podido. Pero primero, tienes
que llegar a la situación de ser envidiable. Para ello, tienes que tener la
mentalidad de los grandes empresarios que pensaban como multimillonarios
y, entonces, amasaron fortunas.
Si estudiás a alguien con la mentalidad de un multimillonario ─descubrís
exactamente cómo hacen lo que hacen descubriendo cómo piensan─ podrás
“mejorar” tu cerebro hasta el punto que te permita tener el tipo de vida que
ellos disfrutan.
Para empezar, a continuación enumero algunas observaciones que he hecho
luego de estudiar a mis amigos con mentalidad de multimillonarios y de leer
acerca de generadores de riqueza como Jobs, Edison y Ford.
1. A una persona “normal” le preocupa su ego. Cuando trata de resolver
un problema que realmente no entiende, aparenta entender las causas
básicas y no intenta descifrar lo que el resto piensa. Una persona con la
mentalidad de un millonario hace preguntas incesantemente. No tiene ego
en lo que hace a aprender. Sabe que el conocimiento es poder.
2. Una persona “normal” tiene la mentalidad de un consumidor.
Observa un producto nuevo que se ha puesto de moda y piensa que le

249
gustaría tener uno. Una persona con la mentalidad de un multimillonario
tiene la mentalidad de un emprendedor. Observa el producto y piensa,
“¿Cómo puedo producir esto o algo similar en mi propia industria?”.
3. Una persona “normal” está enfocada en el deseo. Sueña con ganar
un montón de dinero. Una persona con la mente de un multimillonario se
basa en la realidad. Siempre analiza su propio éxito y el de otros y se pregunta
cómo puede aprender de éste.
4. Cuando una persona “normal” se enfrenta con una idea desafiante,
piensa en todas las razones por las cuales no funcionaría. Una persona con la
mentalidad de un millonario ve el potencial en ella y deja de lado los
problemas hasta que tiene una perspectiva clara de cómo llegaría al éxito.
5. Una persona “normal” se resiste a los cambios. Una persona con la
mentalidad de un multimillonario los aprovecha.
6. Una persona “normal” acepta el estado de las cosas. Una persona
con la mentalidad de un multimillonario siempre está buscando mejorar las
cosas—incluso las cosas buenas.
7. Una persona “normal” reacciona. Una persona con la mentalidad de
un millonario es proactiva.
8. Una persona “normal” observa al dueño de una empresa exitosa y
piensa: “Este tipo tiene suerte” o “Este tipo es un sinvergüenza”. Una
persona con la mentalidad de un multimillonario piensa: “¿Cuál es el
secreto? y ¿Cómo puedo hacer eso?”.
Empezá por ser humilde y por hacer preguntas. Hacé esto hasta que se
convierta en un hábito. Luego, adquirí otra característica de la mentalidad de
los multimillonarios como por ejemplo, cuando mires un producto exitoso
pensá, “¿Cómo puedo hacer algo así?”.
Revisá la lista, adquiriendo una característica por vez y, en tres meses, podrás
comenzar un nuevo negocio casi de forma automática. Te vas a

250
volver un líder natural, el dinero te caerá como una catarata y estarás listo
para enfrentar a todas esas personas “normales” que están celosas de tu
increíble éxito.

¿QUÉ PIENSAN DE LOS CAMBIOS LOS QUE NACIERON


MULTIMILLONARIOS?
En la parte siete dije que la persona común se resiste al cambio, mientras
que la persona con la mentalidad de alguien multimillonario lo aprovecha.
Eso fue simplista.
De hecho, la mayoría de las personas ‒inteligentes o no‒ se resisten al
cambio. Ello se debe a que el instinto de desconfiar del cambio está grabado
profundamente en nuestro ADN.
Sin embargo, la resistencia al cambio también es un tema de lógica. El cambio
origina confusión, la confusión origina trabajo extra, el trabajo extra origina
estrés y el estrés no es ni saludable ni agradable.
Entonces, ¿por qué dije que la mente de una persona común se resiste al
cambio mientras que la mente de un multimillonario lo aprovecha?
Dejame que te cuente una historia.
Diez o doce años atrás, cuando la mitad de los libros más vendidos de no
ficción eran sobre Internet, algunos de los jóvenes ejecutivos más
inteligentes de la empresa de mi cliente más grande le ofrecieron un plan.
Querían “revolucionar” el negocio lanzándolo online y cambiando de un
modelo basado en el marketing directo a un modelo basado en la publicidad.
Mi cliente escuchó su propuesta cuidadosamente. Estaba entusiasmado
sobre las perspectivas del nuevo medio ofrecido y estaba feliz de que su

251
gente estuviera llena de ideas. Sin embargo, a medida que ellos describían el
plan, empezó a sentir algo en la boca del estómago.
“Es un enfoque interesante”, dijo cuando terminaron la presentación de
PowerPoint. “Pero no veo cómo puede llegar a ser rentable”.
Había ocho gerentes de control de ingresos en la sala, y la mayoría de ellos
habían estado trabajado con mi cliente lo suficiente como para saber que no
podían tomar literalmente lo que decía. Sabían que lo que quería decir era
“es la idea más loca que he escuchado en mucho tiempo”.
Sin embargo, uno de ellos sí tomó lo que dijo literalmente y creó una división
de control de ingresos y de costos online basada en un modelo de publicidad.
Gastó millones de dólares y más de tres años en ella.
Mientras tanto, mi cliente comenzó con un newsletter online, pero basado
en el viejo modelo que conocía, el marketing directo y ¿adivinen qué? Se
convirtió en una empresa de $20 millones y, hoy en día, es una parte esencial
de una franquicia de publicaciones online de más de $50 millones.
Ahora, si termino la historia acá, podrías suponer que el mensaje es que es
sabio resistirse al cambio. Efectivamente, es natural y sabio resistirse al
cambio, pero es tonto negarlo. Hay una gran diferencia entre resistirse al
cambio y negarlo, y la diferencia es la diferencia entre una persona común y
alguien que piensa como un multimillonario.
Vas a entender mejor cuando te cuente el resto de la historia…
Al hacer el comentario que hizo, mi cliente desalentó a siete de los gerentes
de divisiones de control de ingresos que estaban presentes a que avanzaran
con un modelo basado en publicidad. Sin embargo, no intentó disuadir al
octavo de que llevara a cabo su nueva idea. Todo lo contrario. Lo alentó a
que lo hiciera. Sabía que si siete octavos de su empresa permanecían con lo
que sabían, la empresa podría enfrentar una pérdida si la nueva idea fallaba
completamente, que fue lo que ocurrió.

252
En otras palabras, estaba protegiendo sus apuestas. Siete partes se resistían
al cambio y una parte no. Así es como piensa un multimillonario.
Aquí va otra historia…
Siete años atrás, mi cliente tuvo la oportunidad de comprar una revista de
finanzas que se publicaba en Inglaterra que estaba en problemas en ese
entonces. Las revistas están basadas en la publicidad. Normalmente, él no
estaría interesado, pero en este caso, pensó que podría reinventar a la
moderna revista.
Entonces, contra todo pronóstico, compró la publicación y la reinventó
creándole un online feeder y usando técnicas de marketing directo para
vender productos relacionados.
¿El resultado? Hoy, cinco años después, es la revista de finanzas más exitosa
de Londres.
Esas dos historias son un buen ejemplo de lo que estoy intentando explicar
hoy: la diferencia del efecto del cambio en una persona común y en una que
nació con mentalidad de multimillonario.
No quiere decir que la persona con mentalidad de multimillonario no se
resista al cambio, sino que está dispuesta a aprovecharlo cuando ve que
podría beneficiarse.
Aún así, existe otra cosa.
La persona que por naturaleza tiene mentalidad de multimillonario no se
lanza sobre cada oportunidad que ve. No la aprovecha de forma automática
porque podría beneficiarlo. No. La persona con mentalidad de
multimillonario es más práctica. Sus posibilidades de beneficiarse tienen que
ser buenas.
En el caso de mi cliente, estaba dispuesto a aplicar la idea de un negocio
online basado en la publicidad, pero sólo si siete de ocho gerentes de

253
control de ingresos seguían haciendo las cosas de la forma tradicional. Siete
de ocho es más o menos un 85%. En otras palabras, estaba dispuesto a
arriesgar sólo un 15% de sus recursos en esta nueva idea.
¿Cuáles son las recompensas que recibe una persona con la mentalidad de
un multimillonario?
Hay dos: satisfacción para su ego y satisfacción monetaria.
Hay un punto importante. Los que nacen con la mentalidad de un
multimillonario no se ven motivados completa o profundamente con el
dinero. La verdadera recompensa para ellos es el sentimiento de éxito que
les general hacer algo nuevo y el hecho de probarle al mundo que tienen lo
que se necesita para triunfar.
La mayoría de las personas exitosas no admitirán eso, pero es así.
Entonces, ahora, volvamos a lo que dije acerca de que la persona común se
resiste a cambiar mientras que la que nace con mentalidad de
multimillonario la aprovecha. Tratemos de decir algo menos simplista y más
útil acerca de la forma en la que piensan los que nacen con mentalidad de
multimillonarios.
La persona común se resiste a cambiar por completo porque implica más
trabajo y más estrés, pero el que nace con mentalidad de multimillonario
sabe que el estrés y el trabajo ofrecen una recompensa: un beneficio
emocional y financiero.
Son muchos los ejemplos de personas y empresas que se resistieron al
cambio y perdieron mucho. Los fabricantes de autos de Detroit son el
ejemplo más obvio, pero también ha sido la historia (y el destino) de editores
de libros, de diarios y de revistas, con la notable excepción del Wall Street
Journal y del New York Timesque tomaron medidas inteligentes y bien
calculadas para ingresar a Internet cuando se presentó la oportunidad.

254
Ésta es la clave de pensar como un multimillonario. Tienes que saber cuándo
resistirte al cambio y cuándo darle la bienvenida. Para mí, es cuestión de
cuán lejos querés llegar.
La persona común no quiere ir muy lejos de lo que está obligada. El aspirante
a empresario está dispuesto a ir más allá e intentar cosas que no conoce,
pero la persona que nace con la mentalidad de un multimillonario sólo
avanza un paso más de lo que puede ver. Yo lo llamo el principio de un paso.
Esto es lo que digo en mi libro Read, Fire, Aim:
Cuando desarrollás un producto nuevo, no tienes que cometer el error
de invertir en algo que implica ir dos o tres pasos más lejos de lo que sabes
hacer.
Ello se debe a que tus posibilidades de éxito disminuyen
geométricamente con cada paso. Con un paso ya estás bien. Con dos pasos
ya estás sobre hilo delgado. Con tres pasos ya estás con el agua fría al cuello.
Hay simplemente muchas cosas que no conocés… demasiados
secretos internos que te bloquean la vista.
Es posible, claro, que alcances el éxito con un producto que es
totalmente diferente del que estás vendiendo, pero las posibilidades son
remotas. Los empresarios exitosos corren riesgos que son calculados, es
decir, sólo actúan cuando los cálculos sugieren que tienen muchas
posibilidades de ganar.
Para pensar como un multimillonario, tienes que confiar en el instinto que
va en contra del cambio, pero también te tienes que entrenar para ver al
cambio como algo que te puede dar una recompensa financiera y emocional.

255
Tienes que poder calcular las probabilidades de alcanzar el objetivo y la
recompensa financiera. Además, tienes que poder imaginar lo bien que te
podés llegar a sentir cuando les cierres la boca a las personas negativas
(siempre hay más personas negativas que personas que te apoyan).

LA CLAVE PARA DISFRUTAR DE UNA GRAN JUBILACIÓN (Y DE UNA VIDA


FELIZ)
Cerrá los ojos por un momento e imaginate disfrutando de una jubilación
ideal. Tal vez, estás metido en el río Montana con el agua hasta las rodillas
pescando truchas. Tal vez, estás caminando por las calles de Praga o, tal vez,
estás leyendo Faulkner en el porche de atrás de tu casa, escuchando el
sonido de tus nietos jugando en el jardín.
Es muy probable que tu jubilación real sea bastante diferente a la que te
imaginaste. Por un lado, es muy probable que los niños que estén jugando
en el jardín sean tus bisnietos, ya que es probable que te jubiles mucho más
tarde de lo que pensás, si es que te jubilás por completo en el sentido
tradicional de la palabra.
Un estudio de Vanguard revelado este año descubrió que más del 60 por
ciento de los estadounidenses (de entre 40 y 69 años) dijeron que realizarán
algún tipo de trabajo durante su jubilación. Un estudio realizado por
Brookings Institution, un centro de investigación de Washington, arrojó
resultados similares. Según informó la corresponsal de CBS News Nancy
Cordes, “Casi el 80 por ciento [de los que participaron del estudio] dijo que
trabajarán medio día hasta bastante pasada esa edad [63 años]”. Asimismo,
el masivo Health and Retirement Study (Estudio de la salud y la jubilación) de
la Universidad de Michigan (el cual encuesta a más de 22.000
estadounidenses de más de 50 cada dos años) también reveló que la mayoría
de los estadounidenses preferirían una “jubilación gradual”, es

256
decir, ir reduciendo las horas de a poco en vez de dejar de trabajar por
completo, si tuvieran la opción.
En un mundo diferente —el de antes— cuando te jubilabas no trabajabas.
Eras parte del clan familiar. Cuando te volvías viejo y querías dejar de trabajar
lo podías hacer. Tus hijos se ponían a manejar el negocio familiar y te
consultaban, cada tanto, cuando había que tomar decisiones importantes.
Tu sabiduría y tus instintos eran apreciados y estabas rodeado de gente que
te amaba, disfrutando de los frutos de tu trabajo. Todo era fantástico.
En el mundo que vivimos hoy, eso no ocurre. Por un lado, necesitás dinero
para jubilarte bien. Mucho dinero. Entonces, algunas personas de la
generación del baby boom ser verán “forzadas” a retrasar su jubilación
porque, simplemente, no tienen el dinero para dejar de trabajar.
Incluso si llegás a la edad de jubilarte con millones en el banco, te voy a decir
que existe una razón más importante para que hagas desaparecer esos
sueños de una vida de placer idílica.
Para entender lo que te estoy diciendo, tienes que entender lo siguiente: en
la vida, uno no es feliz gracias al ocio, sino gracias al trabajo. No a un trabajo
que odiás, sino a uno que te interesa.
Teniendo en cuenta eso, el secreto para alcanzar una gran jubilación es
descubrir cómo hacer para que te paguen por un trabajo que harías gratis
con gusto y poder trabajar cuando quieras y donde quieras.
Tal vez querés ser escritor. Tal vez tu pasión secreta es cocinar comida
gourmet. Tal vez, siempre has querido volver a la astronomía o a la
arqueología o a la jardinería.
En algún momento en el pasado enterraste una profesión, algo que dejaste
hace mucho tiempo. ¿Y si pudieras retomar ese sueño?

257
Conozco un hombre cuyo sueño era ser piloto profesional. Luego de trabajar
30 años en el mercado de los tapices, siguió mi consejo y consiguió un trabajo
de piloto de medio tiempo para un aerolínea pequeña. Unos pocos años
después, adquirió una parte de la aerolínea. Está ganando más dinero ahora
que el que ganaba vendiendo tapices y solo “trabaja” 20 horas a la semana.
Mi padre dejó de lado una carrera prometedora en el mundo del espectáculo
para convertirse en profesor. Cincuenta años después, volvió a la actuación
y se convirtió en actor profesional. Ha aparecido en todo tipo de comerciales
y novelas, obtuvo pequeños papeles en algunas películas importantes y tuvo
algunas grandes participaciones en obras fuera del circuito de Broadway. Lo
hizo por 10 años, ganó algo de dinero y la pasó bárbaro.
Internet ha abierto un mundo de posibilidades para los “jubilados”. Conocí a
un hombre que comercializa encendedores online. Resulta que era algo que
siempre había querido hacer una vez que se jubilara. Gracias a eBay y a otros
sitios de remates por Internet, ya ha ganado más de $30.000 por año sólo
trabajando los fines de semanas. ¡Vendiendo encendedores!
Hay muchos otros ejemplos. Podés convertirte en redactor publicitario, en
editor, en agente de viajes por Internet, en maestro por Internet. Podés
ganar dinero dando consejos maritales o para citas por Internet o incluso
vender ropa interior. Podés aprovechar Internet para ganar dinero
explotando tu interés por las rosas silvestres, digamos, o tu conocimiento,
hasta el momento inútil, acerca de las espadas del siglo XIX.
Si querés una gran jubilación, tienes que dejar la idea de jugar al golf todo el
día. En vez de ello, enriquecé tu vida con objetivos que tengan un significado
para vos y ganá dinero al mismo tiempo.
Podés empezar planificando tu jubilación en este momento haciéndote las
siguientes tres Grandes Preguntas:

258
1. “¿Qué me gusta hacer realmente?”.
2. “¿Con quién sería mejor hacerlo?”.
3. “¿En dónde me gustaría hacerlo?”.
Probablemente no encuentres un socio o no te mudes enseguida, pero,
definitivamente, podés empezar a aprender las habilidades que necesitás
para tu nuevo “trabajo”.

CONVERTIRSE EN UNA PERSONA MEJOR


Para tener una vida más rica, más saludable y más placentera, vas a tener
que comprometerte a hacer lo siguiente:

• Enfocarte menos en vos mismo y empezar a prestar más


atención en los demás.

• Enfocarte en oportunidades, no en problemas.


• Escuchar primero y hablar después.

• Criticar sólo cuando tu crítica sea útil.


• Nunca hablar mal de otra persona.
• Nunca quejarte de nada.

• Realizar un acto de generosidad por día.


Estas cosas tendrán un efecto profundo en tu felicidad. Sólo esto te traerá
paz mental, ni el dinero ni el éxito ni la fama pueden hacerlo.
El secreto de la felicidad sustancial y duradera no está relacionado con
ponerte a vos en primer lugar, con educar a tu niño interno o con cualquiera
de las muchas formas de narcisismo tan populares entre los psicólogos
actuales. Como alguien que ha pasado mucho tiempo en la búsqueda
superficial (y quiero decir superficial) de la autogratificación,

259
estoy aquí para decirte que la felicidad y la plenitud en la vida, generalmente,
tienen que ver con ocuparte menos de vos y más en los demás.
Este no es un concepto revolucionario. Era, me parece, el mensaje de Cristo
y de Gandhi, por nombrar sólo a dos.
Seguramente, es algo que ya sabías y, tal vez, seas mucho más desinteresado
que yo en tu vida. Aun así, estoy seguro de que has descubierto que poner al
prójimo en primer lugar es un compromiso que necesita atención constante,
y es por eso, precisamente, que te estoy pidiendo ‒y que me estoy pidiendo
a mí mismo‒ que renueves ese compromiso ahora.
Cuando pienso en las personas felices que admiro, todas, sin excepción, son
personas que se ocupan de los otros. No estoy hablando de misioneros o de
humanitarios profesionales, sino de gente común que tiene el hábito de
preocuparse por las personas que los rodean.
Son personas que te preguntan cómo estás y que te prestan atención cuando
les respondés. Te visitan cuando estás enfermo y tiene dicen cosas amables
cuando lo necesitás.
Son personas comunes con los mismos problemas que el resto de las
personas comunes, pero, aun así, no te piden que les tengas lástima. Cuando
te ven renguear porque te lesionaste la rodilla, no te dicen que a ellos les
duele la espalda. Son comprensivos y te recomiendan algún tratamiento útil.
Cuando todos se levantan en alguna comida festiva y se apresuran a ir a
tomar un trago o a fumar, ellos ayudan al anfitrión a lavar los platos o a
limpiar la mesa.
Saben los nombres de tus hijos. Se acuerdan de tu cumpleaños. Saben cómo
te gusta el café y, aunque quieren que seas más exitoso, mejor y más fuerte,
nunca te transmiten que están insatisfechos con vos.

260
Soy afortunado de haberme casado con una de esas personas. Mi hermana
más grande es la personificación de este tipo y tengo amigos y colegas que
encajan perfectamente en esta descripción. Siempre me sorprende su
bondad y admiro su fortaleza.
Me hacen querer mejorar un poquito como persona cada año.
Para volverse una mejor persona, primero, hay que intentar hacer feliz a tus
familiares directos
Tu esposa y tus hijos, tu madre y tu padre, tus tíos y tus sobrinos no vinieron
al mundo para resolver tus problemas. Ese es tu trabajo. Decidí pasar menos
tiempo quejándote con ellos y más, escuchando sus quejas.
Sonreí cuando los veas. Dales el tiempo y la atención que necesitan para
compartir con vos sus sueños y ambiciones. Dales los consejos que quieren y
no digas nada cuando no quieren ninguno. Convertite en la persona a la que
acuden cuando están mal. Aprendé a amar sus deslices y alentalos a superar
sus errores y, sobre todo, sé leal.
Sé una fuente confiable y estable para tus colegas también. Ayudalos a lograr
sus metas, no porque querés que te compensen de alguna forma, sino
porque te importan y querés que tengan éxito.
Hacé algo por alguien que no conocés ‒un extraño que te encontraste, un
niño de un hogar, una persona enferma o pobre que se puede beneficiar con
tu ayuda. Dedicale tiempo y dinero y por sobre todo amá.
Hacé que este enfoque hacia el exterior sea una parte natural de tu vida
diaria. Hacelo deliberadamente y a propósito hasta que te salga de manera
natural.
Este no es el tipo de meta que uno puede lograr en un solo año. Estará en mi
lista este año. Tal vez, esté en tu lista también.

261
262
CONCLUSIÓN
En la secundaria, fui, con orgullo, miembro del Alpha Omega Theta (AOT),
una de las fraternidades de la secundaria que florecieron en Brooklyn y en
Long Island durante los años cincuenta y sesenta.
Al igual que las fraternidades universitarias, hacíamos promesas, tragábamos
pescados, cantábamos canciones de la fraternidad y nos metíamos en peleas
individualmente luego del colegio o en grupo en los lugares de reunión
locales como el Rockville Centre Recreation Center o el Nathan’s Famous Hot
Dogs en Island Park.
AOT era diferente del resto de las fraternidades de ese entonces porque no
discriminaba: compuesta, en su mayoría, de niños irlandeses o italianos,
aceptábamos gente de color, hispanos, judíos e incluso a blancos
anglosajones protestantes. Estos eran grupos que no eran admitidos en la
fraternidad rival: Omega Gamma Delta.
La mayoría de nosotros proveníamos de la clase baja o trabajadora, aunque
teníamos algunos miembros que vivían en la zona rica de la ciudad. Lo que
nos unía era nuestra concepción del mundo: creíamos en la idea de la
fraternidad, permanecer juntos para ayudarnos unos a otros a superar la
adolescencia.
La mayoría lo logró.
Cuando terminó la secundaria, la clase que se graduaba, naturalmente, se
desintegró, pero por lo menos veinticuatro nos mantuvimos en contacto. De
esos, tres murieron en Vietnam, uno se ahorcó en una estación de tren luego
de Vietnam, cuatro murieron de sobredosis de drogas, uno fue asesinado en
una pelea, uno fue sentenciado a cadena perpetua por asesinato y varios
terminaron en la cárcel por diferentes motivos. Del resto, la mayoría pasó
sus mejores años trabajando en puestos sin futuro,

263
bebiendo para consolarse y conformándose con mucho menos que lo que
habían soñado cuando eran jóvenes.
Aun así, hubo algunos que triunfaron. Peter P. y Joey M. comenzaron un
pequeño negocio y vivieron bien de sus ingresos hasta que se jubilaron. John
F. se convirtió en vicepresidente del New York Stock Exchange. Herny
G. se convirtió en un operador de bonos muy acaudalado. Peter W. hizo
mucho dinero trabajando para Rider Corporation. Kevin K. se jubiló a los 50
luego de una carrera exitosa en la computación y Richie B. se convirtió en un
peso pesado del Partido Republicano.
Carl B. ganó mucho en el negocio de las ferreterías, pero contrajo SIDA y Alec
desperdició su vida bebiendo y tomando cocaína hasta que se recuperó a los
40 y, ahora, tiene una familia y un negocio exitoso, dos cosas que nunca
imaginó que tendría.
Mi cambio de rumbo comenzó en la facultad, maduró en África con el Cuerpo
de Paz y, luego, comenzó a acelerar, a principio de los años ochenta, cuando
decidí volverme rico.
El destino, obviamente, no había favorecido a nuestro grupo, pero la mitad
sobrevivimos y, de esa mitad, algunos pudimos tener vidas de las cuales
estamos orgullosos.
Siempre me pregunto cuánto de ese éxito fue suerte o destino y cuánto se
logró gracias a la decisión de cambiar.
Sólo puedo asegurar que, en mi caso, mi transformación no fue suerte. Fue
una decisión consciente que tomé cuando terminé el secundario, una
decisión de cambiar mis costumbres y de salir del agujero en el que me había
metido.
No tenía dinero ni dones especiales ni amigos en lugares importantes. Había
desperdiciado mi educación. Ganaba dinero pintando casas.Era un miembro
marginal de la sociedad, y esa realidad era aparente para mis

264
padres, para mis hermanos y para mí. Me daba vergüenza ser quien era.
Quería cambiar.
A pesar de todo esto, siempre supe que algún día sería rico y siempre tuve la
esperanza de poder ganarme la vida como escritor.
Estos sentimientos me impulsaron a cambiar, pero la única cosa que podía
cambiar eran los malos hábitos que me mantenían en el escalón más bajo de
la sociedad. Dejé de tomar, de meterme en peleas y de salir de parranda y
me dediqué a estudiar de manera obsesiva. Por ocho años, trabajé y cursé a
tiempo completo. Me gradué con honores, obtuve un Master en la
Universidad de Michigan e hice mi doctorado en la Universidad Católica de
Washington, D. C.
Luego, pasé dos años enseñando literatura inglesa en la Universidad de Chad
en África. Allí fue que aprendí a hablar francés con fluidez, árabe, estudié
filosofía y me convertí en escritor.
Desde ese entonces, he escrito casi todos los días de mi vida tanto para
divertirme como para progresar en mi carrera. Cinco años después, publiqué
mi primer bestseller y gané mi primer millón de dólares. Desde ese entonces,
he seguido escribiendo y enseñando a escribir y acumulé más dinero del que
yo o mis hijos vayan a necesitar alguna vez.
Mi experiencia me enseñó varias cosas:
• El privilegio no asegura el éxito.
• Cualquier persona, sin importar donde empiece, puede mejorar su
vida.
• Tus mejores amigos siempre serán tus amigos más viejos, aquellos
que te fueron leales cuando no tenías nada.

265
Al recordar mi juventud desperdiciada, está claro que lo que más influyó en
que no tuviera la vida que yo creía que merecía era mi incapacidad para
cambiar mi comportamiento.
Una vez que acepté esa realidad y que necesitaba cambiar, todo empezó a
avanzar, y cuando el cambió ocurrió, fue rápido y continuo. Tuve
contratiempos, seguro, pero nunca evitaron que siguiera avanzando, porque
no los dejaba. Estaba muy decidido a convertirme en la persona más exitosa
de mi clase en el secundario y de mis hermanos de la fraternidad, incluso más
exitosa que los niños ricos y privilegiados.
Creo que lo hice, y esa es la razón por la cual creo, enormemente, en el
cambio personal. No importa qué tan mal estés. No importa si tienes un
trabajo terrible o estás desempleado. No importa si estás endeudado,
agobiado o deprimido. Podés cambiar tu vida rápido y fácilmente. Todo
comienza en el momento que dejás ir a tu viejo vos y te permitís convertirte
en la persona que sabés que tienes derecho a ser.
El fin de este libro era darte un plan maestro para que logres un cambio
personal. He hecho todo lo que pude para crear una estructura que contenga
todas las lecciones importantes que he aprendido en los 40 años que me
tomó pasar de ser una persona mediocre a la persona que soy hoy en día.
Estoy confiado de que si seguís los consejos que te doy en este libro
seriamente, y los ponés en práctica, experimentarás la transformación que
estás buscando.
Ahora, me gustaría que te tomes unos minutos e imagines cómo sería tu
nueva vida y cómo te sentirías con ella de la forma más clara que puedas.
Imaginate tu nueva casa, tu nuevo auto, tu nueva carrera y, lo que es más
importante, tu nueva sensación de poder personal y de independencia
financiera.

266
Disfruta del sentimiento que tienes ahora de saber que tienes un plan
maestro armado que te dará todo lo que te has imaginado.
Ponete feliz de saber que podés empezar a disfrutar de ese sentimiento de
éxito y cumplimiento de forma inmediata. Sabés lo que se necesita y sabés
cómo hacerlo.
Al principio de este libro descubriste dos verdades importantes acerca de lo
que se necesita para lograr un cambio importante en tu vida:

• Que no hay obstáculo más grande que la inacción.


• Que tu vida puede cambiar de forma inmediata si hacés algo activo,
incluso algo pequeño.
Ya sabés que los grandes cambios requieren grandes planes y ya has hecho
esos planes. Al crear tu plan maestro personal, has creado un plan de acción
para cambiar. Ahora sabés cómo alcanzar tus metas más importantes y cómo
empezar a disfrutar de los beneficios de tu nueva vida de forma inmediata.
Para crear un plan maestro, empezaste haciendo un inventario formal de tus
valores más importantes. Te imaginaste a vos mismo en tu propio funeral y
descubriste cómo querés ser recordado en cada dimensión principal de tu
vida. Usaste este experimento para identificar las cosas más importantes
acerca de vos, cosas de las cuales, probablemente, no te habías percatado.
El siguiente paso fue usar el ejercicio del funeral para crear tus metas de vida.
Escribiste esas metas y te diste cuenta de cuán importantes es haberlas
escrito.
Luego, siguiendo el proceso que te recomendé en la parte dos, desglosaste
esas metas en unidades más pequeñas: siete años, un año, un mes, una
semana y, finalmente, tareas diarias. Compartí con vos la técnica que usé

267
para determinar prioridades. Te di todos los mejores trucos que tengo para
cumplir con las tareas más importantes todos los días.
Te conté sobre la rutina matutina que cambió mi vida. Esta rutina combina
la mejor idea que descubrí acerca de la productividad personal con un
secreto que descubrí de repente un día muy entrada la noche cuando había
tomado unas copas de más.
Gracias a esta rutina pude cumplir con más de una docena de metas de toda
la vida y ¡eran metas que había estado postergando por décadas!
Aprendiste un sistema genial para hacer un seguimiento de tus logros y para
motivarte a lograr más. (Todos los trucos, las técnicas y las rutinas que fueron
mencionadas en este libro son únicos. Aunque contienen ideas que tome de
algunos de los mejores expertos en administración y productividad personal
del planeta, el programa —el plan maestro— es original).
Es exactamente lo que usé para cuadriplicar mi productividad personal ¡y yo
era productivamente bastante malo antes de desarrollarlo!
También aprendiste lo siguiente:

• Por qué tienes que escribir tus metas.


• Cómo te puede ayudar tener un registro diario para hacer un
seguimiento.
• Las cuatro reglas para establecer metas que aumentarán,
enormemente, tus posibilidades de tener éxito.

• Por qué no deberías revisar tus correos electrónicos, tu correo de


voz o tu canastilla a la mañana temprano.
Lograste todo eso en la parte dos. Si ponés las ideas de esa parte en práctica,
estoy seguro de que sentirás que has obtenido más de ellas que de cualquier
otra fuente particular y ¡era sólo el comienzo!

268
En la parte tres, aprendiste más secretos sobre la rutina que sigo a la mañana
temprano y cómo organizo mis horas para alcanzar el máximo de
productividad. Además, te conté sobre mi sistema para estar al tanto de todo
y no sólo sobre tus propias responsabilidades, sino también las de tus
subordinados. (Antes de aprender este sistema, mis empleados se salían con
la suya. Ahora, sé que pueden ejecutar cada tarea que les delego, y eso me
ha dado una gran sensación de alivio y ha hecho que cada negocio que realizo
sea infinitamente más productivo).
Luego, aprendiste algunos trucos geniales para obtener algunas horas
adicionales cada día. Tal vez, ya los estés usando para vos o para alcanzar
más cosas.
Además de todo eso, aprendiste el secreto profundo de convertirte en una
máquina de lograr éxitos y, por último, aprendiste a crear la oficina perfecta.
(¡Realmente cambia mucho!).
También aprendiste lo siguiente:

• Por qué vas a ser más feliz, más saludable y más productivo si te
levantás temprano y los 12 pasos para lograr que incluso la persona
que es dormilona se levante temprano.
• Cuánto tiempo deberías pasar planificando y cuánto, actuando.
• Por qué no deberías pasar mucho tiempo pensando acerca del
éxito.

• Qué detalles importan y cuáles no.


No frenamos aquí.
En la parte cuatro, hablamos acerca de lo que muchas personas me dijeron
que es el elemento principal del plan maestro.
Ésta fue la sección en la que te conté acerca de todas las cosas que he
aprendido de la gente más inteligente que conozco sobre cómo hacer que

269
tu vida diaria sea inmensamente rica. Aprendiste las opciones que tienes en
cada momento de tu vida.
Te di una forma para identificar de forma instantánea las opciones que harían
que tu vida personal sea más rica y más gratificante. También te di la forma
para identificar cuáles hacen que pierdas el tiempo o que te vuelvas más
“pobre”.
Al eliminar esos hábitos destructivos o derrochadores de tu vida,
desarrollaste un poder para crear abundancia personal, sin importar los
desafíos que te presentó el mundo externo.
Tal vez, lo más importante fue que aprendiste el secreto Zen de la
intencionalidad sin deseo. Aprendiste a lograr mucho más sin importar el
resultado. Ésta es una técnica mental que podés usar el resto de tu vida para
que nunca te sientas decepcionados o desesperado.
También aprendiste lo siguiente:
• A superar los tres obstáculos que no te permiten actuar.

• El motivo por el cual recompensarte durante el trayecto es


esencial para alcanzar cualquier meta.
• Cinco estrategias para vivir una vida más completa y
simple.
• Qué “emergencias” podés pasar por alto en tu vida sin
correr peligro.
En la parte cinco, aprendiste por qué el pensamiento positivo no funciona en
el 90 por ciento de las personas que lo practican (que es el motivo por el cual
el 90% de la gente que lo recomiendan son eternos perdedores). Luego,
aprendiste lo que tienes que hacer para formar parte del 10 por ciento de
aquellos que se benefician con él

270
Compartí con vos el “secreto del adicto” para ganar todo el dinero que
necesites, incluso si no tienes recursos para hacerlo.
Aprendiste a usar la duda a tu favor, a cómo y cuándo dar el gran salto y otro
truco para hacer un seguimiento de tu progreso. Finalmente, aprendiste la
única forma significativamente probada para vencer el miedo al fracaso.
También aprendiste lo siguiente:

• Por qué no podés esperar a que las cosas estén “bien” para
empezar.
• El secreto del fracaso acelerado.

• La única cosa que tienes que hacer para convertirte en quien


querés ser.

• Cuándo está bien dudar de vos.


En la parte seis, te di algunas ideas muy originales para encontrar un mentor
y beneficiarte con él.
La mayoría de las personas no tienen idea de lo mucho que te puede ayudar
un mentor. Te expliqué cómo identificar a la persona que necesitás y cómo
persuadirla a que te apoye.
Aquí también aprendiste el secreto más importante de ser un líder poderoso
y carismático y cómo triplicar tu comprensión de textos (y obtener ideas que
realmente te beneficien).
También aprendiste lo siguiente:
• Cómo el baile de salón puede ayudarte con tu liderazgo.

• Cómo hacer una pregunta que puede cambiar todo en tus negocios
y en tu vida.

271
• Que dominar una habilidad puede duplicar tu poder personal.
• El secreto del día laboral de 4 horas.
En la parte siete, hablamos acerca de los desafíos más importantes en tu
camino al éxito ‒las trampas y los obstáculos que impiden que incluso la
gente más ambiciosa y talentosa tenga éxito.
Hablamos acerca de evitar el exceso de información, la tiranía de los correos
electrónicos, la molestia de las interrupciones indeseadas, las demandas
intrusivas de tu tiempo, el estancamiento que podés sufrir y, finalmente,
cómo vencer la tristeza para no caer en depresión.
También aprendiste lo siguiente:
• Qué hacer cuando ocurre un desastre.

• Cómo evitar la caída de la productividad debido al exceso de


información.
• Cuándo no prestarle atención al pensamiento positivo y cuando
aplicarlo.
• El secreto para recuperar la pasión por tu vida y tu trabajo.
Además, como una ventaja adicional, te conté sobre las mejores ideas que
tengo para aumentar tu patrimonio en la parte ocho.
En esta parte, hablamos acerca de lo que significa realmente la riqueza,
cuánta riqueza necesitás, cómo hacer para que crezca fácilmente y de forma
automática. Te conté sobre mis trucos para llegar a la cima de cualquier
negocio, sobre cómo duplicar tu patrimonio neto cada tres años, sobre cómo
incorporar un cambio en tu vida personal y en las vidas de tus empleados y,
finalmente, sobre cómo “jubilarte” inmediatamente y disfrutar de una vida
en abundancia desde mañana.

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Todo esto es lo que te he dado en este libro y espero que eso sea lo que
hayas aprendido.
Está todo aquí. He probado cada idea, cada estrategia y cada técnica. Sé que
funcionan, porque funcionaron conmigo.
Entonces, si no has logrado todo esto en este momento, todo lo que tienes
que hacer es volver a la sección que te “faltó”, releerla y ponerla en práctica.
Este es un libro, no una píldora mágica. Tiene todos los ingredientes que
necesitás para transformar tu vida, pero no funcionará si no lo usás. Usalo
poniendo en práctica estas ideas ahora mismo.
No tienes que tener ninguna experiencia ni conocimiento previo para
beneficiarte de ellos. Todo lo que tienes que hacer es ponerlas en práctica.
Funcionarán incluso si no creés en ellas en este momento. Suspendé esa
incredulidad. Seguí las indicaciones. Actuá. Muy pronto, serás un creyente.
No bien empieces a poner en práctica tu plan maestro, tu vida mejorará.
Cuando empieces a ver los resultados tangibles, y eso ocurrirá enseguida, te
sentirás feliz de haber tomado la decisión de cambiar.
A medida que las cosas cambian y empezás a disfrutar de todos los beneficios
de tu nueva vida, devolvé algo de lo que te dio compartiéndolo con otras
personas. Le podés dar el libro a aquellos que quieren tu ayuda, pero sería
mejor para vos y para ellos (¡y para mí!) si los convencés de comprar el libro,
así invierten un poco en el proyecto también.
Recordá, el protocolo para el éxito está listo…dispará…apuntá.
Has leído el libro, entonces ya estás listo. Es hora de que dispares. Ya. No
pierdas otro día retrasando las cosas. Habrá suficiente tiempo en el futuro
para perfeccionar el plan cambiando pequeñas cosas aquí y allá, ahora, es
momento de actuar. ¡Aprovechá la oportunidad!

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ACERCA DEL AUTOR
Michael Masterson no es un hombre de negocios típico. Ex voluntario del
Cuerpo de Paz, nunca tomó ni una clase de negocios, no lee la prensa
dedicada a los negocios y no le gusta hablar de negocios. Pasa su tiempo libre
escribiendo poesía, coleccionando obras de arte y practicando jiujitsu
brasilero. Sus vecinos lo consideran un bohemio, pero es simplemente un
empresario. Comenzó su primera empresa cuando tenía 11 años y, en las casi
cinco décadas desde ese entonces, ha sido una parte integral de docenas de
empresas exitosas dentro de una variedad de industrias.
En el último negocio que Michael admite haber participado es el sitio Early
to Rise.com, una empresa de internet que provee asesoramiento y
capacitación sobre “salud, riqueza y sabiduría”. Esta empresa comenzó
enviando correos electrónicos informales semanalmente a un puñado de sus
protegidos, pero pronto se convirtió en un negocio de $28 millones.
El enfoque principal de su vida de negocios hoy en día, sin embargo, está en
su puesto como consultor de Agora Inc., una editorial de productos de
información de $300 millones con base en Baltimore y con oficinas en
Inglaterra, Francia, España, Alemania, América del Sur y Australia.
A pesar de haber tenido almuerzos clandestinos que originaron empresas
multimillonarias, Michael insiste en que está pasando la mayoría de su
tiempo desde que se jubiló por segunda vez a los 53 años enseñando y
escribiendo.
Escribe poesía y ficción (“un tanto mala”, dice), así también como libros sobre
negocios y sobre cómo incrementar el patrimonio (los cuales han sido
bestsellers de Wall Street Journal, de Amazon.com o del New York Times).
“Tengo lectores que aprecian mi forma de ver las cosas”, dice Michael. “Y eso
es gratificante”.

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Entre sus libros de no ficción se encuentran: Ready, Fire Aim: Zero to $100
Million In No Time Flat; Seven Years to Seven Figures: The Fast-Track Plan to
Becoming a Millionaire; Automatic Wealth for Grads… and Anyone Else Just
Starting out; Automatic Wealth: The Six Steps to Financial Independence;
Power and Persuasion: How to Command Success in Business and Your
Personal Life; Confessions of a Self-Made Multimillionaire y Changing the
Channel (con MaryEllen Tribby).
The Pledge es su libro número doce y el séptimo con John Wiley & Sons. Sigue
escribiendo acerca de empezar y desarrollar pequeñas empresas
semanalmente en la revista electrónica EarlytoRise.com.

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