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Prueba

Por Catalina Quiroz Arriagada.

La cuestión de la identidad cultural surge como una problemática diferenciada en los


estudios culturales británicos en las últimas décadas del siglo XX. De acuerdo a lo visto en
el curso, discuta los principales planteamientos realizados por S. Hall referidos a las
consecuencias de la globalización en las identidades nacionales.

Bibliografía:
S. Hall “La cuestión de la identidad cultural” en Sin Garantías (363-404)
S. Hall “Negociando identidades caribeñas” en Sin Garantías (405-418)

Respuesta:

En el mundo moderno, dice Hall, las culturas nacionales han sido la principal fuente de
identidad e identificación cultural, por lo que la identidad nacional es una forma
distintivamente moderna. Es decir que son inherentes al periodo y ethos de la
modernidad, pues son un valor que en tiempos premodernos era adjudicado a la tribu,
pueblo o religión.

Sin embargo, con la llegada de la modernidad existen una serie de dislocamientos a la


identidad, que producen una crisis, que con la llegada de la globalización se transforma en
posibilidad también.

Asimismo, las identidades nacionales se dislocan y cambian frente al fenómeno de la


globalización. A continuación se revisará la relación entre identidad y nación, y como es
que el dislocamiento moderno de la primera repercute en la manera que la nación se
entiende a si misma y su relación con el mundo en tiempos de globalización, donde la
concepción del aquí y ahora ha mutado.

Así, la pregunta por la identidad se vuelve necesaria y determinante frente a los procesos
históricos de cambio de la modernidad. Pues se disloca la idea de una identidad cartesiana
tradicional y centrada, se pone en cuestión frente a la relación con los otros (identidad
sociológica) y muta a través del tiempo y frente a los cambios sociales (identidad
posmoderna). Se compone como aquello que existe entre la cultura y la estructura, pues
da sustento, continuidad y una aparente unidad que parece ser más una narrativa en
cambio.

En este sentido, aun cuando las identidades sean metafóricas respecto a cómo nos
(auto)percibimos frente a la estructura y la relación que mantenemos con esta -de
identificación respecto a la representación, en tanto es un elemento que desarrollamos y
no nacemos con- y frente a la que si perdiera, experimenta una sensación de pérdida
subjetiva.

Así, esta situación que vive el sujeto para imaginarse y autonarrarse tiene directa relación
con la nación en tanto, según los planteamientos de Hall, esta es “una comunidad
simbólica y es esto lo que explica su “poder para generar un sentido de identidad y
lealtad” (Schwarz 1986: 106).” (379). Así, es una cultura que se compone de una lengua
única como medio de comunicación dominante, base desde la cual se establece una
cultura homogénea y las instituciones culturales nacionales, como el sistema educacional,
que viene a reproducir esta cultura.

En las sociedades europeas e industrializadas, como lo es Inglaterra, este proceso apoyó el


proceso de industrialización que impulsó la modernidad.

En esta línea, la nación, al ser una comunidad simbólica se construye a partir de la


representación mediante los símbolos nacionales, es decir que es una identidad que se
imagina a sí misma mediante una narrativa que se vale de los aparatos culturales para
darse sentido y unir las partes que la componen.

De esta manera, es importante notar que nación se refiere al estado-nación moderna y a


la comunidad local/familia a la cual se pertenece. Así, las identidades nacionales se
representan como conjunción de estos dos espacios, como cultura y estructura política.
pues “Una cultura nacional nunca ha sido simplemente un punto de lealtad, unión e
identificación simbólica. Es también una estructura de poder cultural” (Hall, p.384)-

Así, el mito de la unidad nacional se cimenta sobre una cultura que nunca que fue igual en
el sentido de que existe una cultura hegemónica que ha absorbido, generalmente por vías
violentas, otras culturas que ahora componen la identidad nacional. Asimismo, las
naciones están compuestas por distintos géneros, clases sociales y grupos étnicos
De esta manera, una manera de unificar las identidades que componen la cultura nacional
ha sido a través de la etnicidad que busca unificar apelando a lo fundacional u original de
un pueblo, sin embargo como bien señala Hall: “Las naciones modernas son todas híbridos
culturales.” (385)

En este sentido, la naturaleza de la relación entre identidad y nación es imaginaria, y hasta


mítica, en el sentido de que es una narrativa que la comunidad nacional se narra a si
misma a partir de algunos elementos como a través de objetos, símbolos imágenes y
rituales, que a veces remiten a un pasado original y puro, que a veces es un mito mucho
más cercano temporalmente de lo que se cree. Esto conlleva a la invención de una
tradición que sustente este pasado original legitimando los objetos y rituales a través de
los cuales toma vida la narrativa.
Además, es interesante revisar uno de los elementos por los cuales la narrativa nacional se
consolida tiene que ver con la idea de que la nación se compone de gente pura u
originaria, cuando sucede que similar a la identidad, las naciones viven procesos de
hibridación cultural. Estos elementos conformaban la identidad nacional, daban un
sentido a quienes componían la nación.

Sin embargo, en la modernidad tardía, el proceso de descentramiento ha interrumpido


estas certezas. Entre algunas de las razones, está el proceso globalizador.

Según Hall, este proceso produce una dislocación frente a lo que se entendía como aquí y
ahora, de manera que el espacio global se transforma en un “espacio de flujos, un espacio
electrónico, un espacio descentrado, un espacio en el cual las fronteras y los límites se han
vuelto permeables.” (391)

Así, las identidades nacionales se diluyen en el crecimiento de la homogenización cultural


de la globalización, lo que produce en sí una respuesta resistente en algunas identidades
nacionales que responden reforzando estas identidades particulares, mientras que en un
tercer momento de este proceso, surgen nuevas identidades hibridas que remplazan las
antiguas identidades nacionales producto de la asimilación. Este último proceso da como
resultado la nueva identificación de identidades de raza, género y muchas otras
combinaciones que han complejizado la identidad, y por consiguiente la identidad
nacional.

Finalmente, Hall identifica que el impacto de la globalización es contradictorio. Pues si


bien es capaz de dislocar las identidades, al hacerlas más plurales y diversas, sin embargo
su impacto general sigure siendo contradictorio, pues es capaz de producir dos
respuestas: tradición, al intentar establecer las certezas que se han perdido, mientras que
también existe el proceso de traducción, aceptando que el origen no existe ya y que las
culturas se han hibridado.

En este sentido, Hall es enfático en que ninguna identidad cultural aparece de la nada, ni
en el pasado esperando ser encontrada, “sino que en el futuro, esperando ser construida”
(Hall, 1993, p.417)

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