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“DAMAS”
TERCERA NOMINACIÓN V FESTIVAL NACIONAL DE TEATRO DE HUMOR

Adriana Allende

PERSONAJES

Susana
Bety
Perla
Anita
Alida
Mara

Baño de damas de una vieja estación de servicio. Graffitis en las puertas y


paredes dan muestra de que en otra época fue un lugar muy concurrido. Dos
compartimentos con sus respectivos inodoros, a un costado mesada y piletín. Sobre
ellos una pequeña ventana da hacia el exterior. Una vieja silla en un rincón.
Desde afuera se escucha la voz ronca de un hombre que grita: “¡Paramos cinco
minutos! ¡Los baños están a la derecha del surtidor!”. Sonido por tirar de la
cadena del baño en dos o tres oportunidades. Luego de un silencio se va
iluminando de a poco la escena. Todas en actitud impaciente.

Perla: (a Alida) ¿Has probado a abrir la puerta?

Alida: Sí he probado. He mirado hacia adentro, pero no se veía nada. Las luces
apagadas. Generalmente están abiertos las veinticuatro horas.

Perla: No es tan tarde, está atardeciendo ¡Qué raro!

Bety: Yo también intenté entrar. Quería comprar unas pastas de té, pero ni una
luz. Nada. El baño de los hombres también está cerrado. Tiene una chapa
atravesada. Parece que hace años que está así.

Perla: Menos mal que este lugar estaba abierto, si no ¿dónde nos metíamos?

Bety: ¿Habremos tardado más de cinco minutos?

Alida: No. Fuimos bastante rápidas ¿no? (asienten)


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Perla: ¿Le habrán avisado de algo urgente y con el apuro se habrá olvidado de
nosotras?

Bety: Lo dudo. Los móviles aquí no tienen cobertura. Ya lo he intentado varias


veces.

(Ladridos de perros)

Perla: Y esos perros siguen ahí.

Alida: ¿Visteis con qué velocidad aparecieron? ¿De dónde habrán salido? No se
ve ni una casa alrededor.

Mara: Intenté esperar fuera, pero fue imposible. Cada vez eran más y más. No
se les ve muy amigables por cierto.

Perla: Bueno, no nos preocupemos. Va a volver y...

Susana: Ya hace más de dos horas que se fue.

(Silencio)

Perla: Insisto. Una urgencia seguramente (Abraza a su joven hija, Anita).

Mara: Cuando estábamos parando le iba a preguntar en que lugar estábamos,


pero después no me atreví. Tenía mal genio ¿os disteis cuenta?

Alida: ¡Bah! Todos hacen lo mismo cuando no quieren que las mujeres hablemos.

Bety: Quizá los perros no le dejan acercarse.

Alida: Tocaría el pito. Además, los escucharíamos ladrar.

Bety: Voy a mirar por si acaso. (Sale de escena. Ladrido de perros. Grita desde
afuera) ¡No hay un alma! El bar sigue cerrado. Casi ni se ve la carretera (ladrido
de perros más intenso) Shtoo!! ¡Iros de aquí! ¡Fuera! ¡¡¡Fuera!!! (Portazo)

Alida: A lo mejor tuvo que ir a arreglar algo y tardan en atenderlo. Ya sabéis


como son los mecánicos...

Mara: Se escuchaba un ruidito en la parte de atrás

Perla: Alguien parará a echar gasolina ¿Dónde estaremos?

Alida: Cerca del santuario del Gauchito Gil, porque dijo que era la primera
parada que íbamos a hacer.

(Se escuchan los perros ladrar alterados y los gritos de Bety)

Bety: ¡Fuera! ¡Fuera! (Entra) No se mueven de la puerta. Apenas si me han


dejado asomarme. No hay nadie. La estación está completamente desierta.
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Susana: ¡Qué hijo de puta!

Perla: (Tapa los oídos de Anita) ¡Señora! ¡Por favor! Hay criaturas.

Mara: Se escuchaba un ruidito atrás.

Perla: Nos podría haber avisado.

Bety: Tiene razón la señora. Nos podría haber avisado

Perla: Llámenme Perla.

Mara: (Risa nerviosa) ¿No nos va a dejar aquí? (Inspecciona el lugar)

Susana: (Enciende un cigarrillo) ¿Por qué no?

Perla: (Ayuda a Anita a sentarse) Hay que tranquilizarse y esperar. ¿Qué hombre
dejaría a seis mujeres solas y en estas condiciones?

Susana: Un hombre que haya cobrado el viaje por anticipado... que tenga una
agencia de viajes fraudulenta... (verborragia) ¡Y al que no le importe en absoluto
dejar a seis mujeres solas en una estación de servicio abandonada en la mitad de
la noche!

Bety: ¡Qué hijo de pu...!

Perla: (Tapa nuevamente los oídos de Anita) ¡Por favor, señoras!

Bety: Disculpe, es que estoy tan nerviosa.

Alida: Y esos perros que no nos dejan salir.

Bety: ¿Qué vamos a hacer?

Susana: Quedarnos aquí hasta que venga alguien. No nos queda otra.

Mara: ¿Aquí encerradas? ¿Cuánto tiempo más? ¡No! ¡No! ¡No puedo quedarme
encerrada en este lugar! ¡Me falta el aire! ¡Me falta el aire!

Perla: Cálma. Enseguida vendrá.

Susana: Qué va a venir ¡Qué va a venir! Ese tipo es un borde. Cogió las perras y
se fue.

Alida: No puede hacer una cosa así.

Bety: (Saca de su bolso un móvil) El Willy se va a preocupar si no tiene noticias


mías.

Susana: No merece la pena intentarlo, seguimos sin señal.


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Mara: (Tomándose del cuello) ¡No aguanto más! ¡No aguanto más! (sale corriendo
hacia afuera)

Perla: (Gritando) ¡Venga aquí! ¡La van a morder los perros! (A las demás) Parece
que le falta el aire.

(Tratan de alcanzarla. No llegan a tiempo. Ladrido de perros que se van perdiendo


a lo lejos. Caminan de un lado a otro. Tensas. Anita se agarra la tripa)

Perla: ¿Qué voy a hacer ahora? Le vienen los retorcijones otra vez ¿Quieres
hacer caca Anita?

(Anita tímida, le habla al oído)

Perla: ¡Ah! Dice que no le pregunte eso delante de vosotras porque le da


vergüenza (sonríe) Bueno... ¿Quieres ir al baño? Venga, yo te acompaño (Entran a
uno de los compartimentos).

Susana: ¿Quién me mandó contratar un servicio de mierda?

Perla: (Asomándose, deja expuesta Anita que está sentada en el inodoro. Cierra.)
¡Señora, por favor!

Bety: (Observa alrededor) Considerando el lugar donde estamos... ¿podríamos


cambiar de tema?

Alida: Vamos a confiar en nuestros santos. Después de todo estamos


peregrinando porque confiamos en ellos ¿no?

Susana: En Gilda puede ser porque era mujer. Pero Rodrigo era hombre, no
confiaría demasiado.

Alida: No le permito.

Susana: Allá con su ingenuidad.

Alida: (A Susana) Si no cree ¿para qué vino?

(Susana le dirige una mirada despectiva)

Bety: Y yo que le di propina... “¡Con cuidado, señora!” Me decía el muy borde.

Susana: Cuándo te tratan de “señora”... Malooo.

Alida: Cuando me ayudaba a subir la escalera también me trató de sñora, pero le


dije: Mira, muchacho, déjate de tontadas que tengo prisa. En casa me esperan
diez bocas que mantener. Tenía una cara de bicho...

Bety: Qué lugar tan sucio y frío... ¡Y qué olor!


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Perla: (saliendo) Disculpen no va la cadena, y hay algo que tiene asentado en el
estómago mi hija.

Mara: (Entra corriendo agitada con la ropa desgreñada. Desesperada sube la silla
a la mesa donde está el lavabo y saca la cabeza hacia el exterior por la pequeña
ventana. Respira profundo, con dificultad. Al borde del llanto) ¡No me los podía
sacar de encima! ¡Están muertos de hambre! ¡Son asesinos!

Bety: ¿¿¿Asesinos??? (Entran en pánico. Bety intenta encender la luz) Y para


rematar no hay luz.

Mara: (Desespera) ¿¿¿ No hay Luz??? ¡Por favor! ¡No puedo estar en la oscuridad!
(vuelve a sacar la cabeza)

Alida: Tranquilícense (buscando en la cartera) Tengo velas de sobra. Traje veinte


velas para el Potro, diez para la Gilda, y una para Gauchito... ¿alguien tiene un
encendedor?

Susana: Si, acá.

(Alida le da una vela encendida a Mara, quien va a permanecer ahí arriba casi
todo el tiempo. Las demás las distribuye por varios sectores. Anita toma una)

Bety: Vamos a calmarnos. Es una situación ridícula. Alguien tiene que venir.

(Anita sopla la vela. Sonríe)

Perla: (Acariciándola) Anita, no son de cumpleaños (Sonríe) Una sola vez


celebramos el cumpleaños porque yo ese día tuve fiesta y le encantó eso de soplar
las velitas. Vela que ve, vela que sopla.

Bety: (A Alida) Disculpe, lo de las velas... ¿es para pedir o para agradecer?

Alida: Para las dos cosas. Veinte son para el Rodrigo, porque todo lo que le pedí
se cumplió. Lo tengo en un póster pegado en la cocina, encima del aparador.
Desde que murió ni un día dejé de rezarle. Aunque soy fiel devota de él, también
le traje a la Gilda. Diez velitas para ella. Tengo diez hijos y como ella era maestra
le voy a pedir que me estudien y me terminen la escuela para que sean alguien en
la vida y no tengan que andar limpiando mierda ajena como yo.

Susana: ¿Y por qué una sola al Gauchito?

Alida: Es que... es la primera vez que le voy a pedir. He enviudado cinco veces,
pero necesito “uno” más.

Susana: ¿Otro marido?

Alida: Sí. Así me termina la habitación del fondo. Es la única que me queda sin el
techo (nostálgica). Fueron buenos hombres, cada uno colaboró con algo. Con uno
más y me queda la casa completa.
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Susana: ¿Cinco maridos?

Alida: Así es

Susana: ¿Y diez hijos?

Alida: Sí, diez.

Susana: Que injusto, unas tanto y otras tan poco.

Alida: ¿Hijos?

Susana: No, sexo.

(Silencio incómodo)

Perla: Yo también vengo a pedir por primera vez, pero a la Gilda. Doña Magda,
que tiene la casa cerca de nosotras, me dijo que con su hija hizo milagros
(acaricia a Anita). Hace tiempo que está muy descompuesta, como con mal del
estómago. No come casi nada y está muy calladita.

Bety: (A Anita) ¿Cuántos años tienes?

(Anita está por responder, Perla interrumpe)

Perla: Dieciocho.

Bety: (A Anita que apenas levanta la mirada) Yo, a tu edad, ya hacia un año que
estaba de novia con el Alfredo ¿Tienes novio?

(Anita está por responder, Perla interrumpe)

Perla: ¡No! Es joven todavía. Además, donde nosotros vivimos no hay tiempo para
esas cosas. A las cuatro de la mañana ya estamos ordeñando y haciendo todo lo
de la casa. Anita es muy guapa. Me ayuda un montón, aunque últimamente no
me rinde mucho. Anda remolona.

Alida: (Saca una pequeña radio de su bolso) Ya deben estar los resultados de la
quiniela (Busca la emisora. Sonido entre cortado) Algún día tocará... Digo yo…

Radio: Trá ...co accidente en ruta nacional Nro. Ciento....ein...tres.

Susana: ¿Ciento veintitrés?

Mara: (Desde arriba) ¿Dijo ciento veintitrés o ciento treinta y tres?

Alida: ¡¡¡Shhh!!! (sigue buscando la emisora)

Susana: ¡Ciento veintitrés! ¡Es esta ruta!

Bety: (Horrorizada) ¡El Willy debe estar muy preocupado si escuchó la noticia!
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Susana: ¿Su esposo?

Bety: No. Mi hijo. Tiene veintiocho años. Es por él que vine a pedirle a los
santitos. No consigue trabajo y tampoco novia. Está “trabado”, “trabado”.

Susana: ¿Ni una novia?

Bety: ¡Nunca!

Radio: Actualizamos. Trágico a...dente en ruta ciento veintitrés ... Turismo


Carlitos...colisionó y ... chofer en estado critico.

(Se pierde la emisora. Boquiabiertas. Silencio)

Alida: ¡Es el guacho que nos dejó acá! ¿Chocó?

Bety: ¡Bien hecho! ¡Que se joda! ¡El que las hace las paga!

Mara: Vieron. No hay mal que por bien no venga.

Alida: Siempre digo, lo que es del agua el agua se lo lleva.

Perla: ¡Por supuesto! Y el que mal anda mal acaba.

Susana: (Silencio) ¡¡¡Que se cague!!!

Perla: (Tapa rápidamente los oídos de Anita) Señora... ¡Por favor!

Alida: ¡Escuchen! ¡Escuchen!

Radio: Ampliamos información del trágico accidente en la ruta 123. El chofer de


“Turismo Carlitos” se encuentra inconsciente y en estado reservado. En el
vehículo se han encontrado los documentos de seis mujeres de las cuales no se
sabe aún su paradero. Si alguien tiene algún tipo de información sobre estas seis
mujeres rogamos llamar a los teléfonos de nuestra emisora. Los mantendremos
informados al instante (Música de noticiero).

Perla: (Gritando a la radio) ¡Aquí estamos!

Bety: Tenemos que llamarlos.

Susana: No hay señal, y afuera están los perros.

Mara: Y están muertos de hambre.

Alida: (Nerviosa) ¡¡¡Shh!!! ¡¡¡Shh!!!

Radio: Fuentes policiales informaron que el chofer de “Turismo Carlitos” es un


mal viviente que se habría fugado de la cárcel de Olavarría el año pasado. Se
trata de Carlos Bañares, quien fue condenado por los delitos de cinco secuestros
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extorsivos. Se cree que las seis mujeres podrían ser rehenes de la banda de
Bañares, que las tendría ocultas en algún lugar de la provincia de Buenos Aires.

Bety: ¿¿¿Estamos secuestradas???

Mara: ¡Dios mío!

Alida: ¡Voy a prender más velas!

Susana: ¡Pero no! ¡No estamos secuestradas! ¿No ven que el tipo nos choreó la
guita y se fue? ¿Adónde está la banda que nos secuestró? Era un muerto de
hambre. Ni banda tenía.

Alida: Era un secuestrador, capaz que un violador y a mí me decía “madrecita”


(se sacude y se refriega el cuerpo).

Perla: ¿La tocó?

Alida: Un poquito (Anita se acerca a Perla y le habla al oído).

(Bety toma una de las velas, se va hacia un rincón y comienza a rezar a Gilda en
voz alta. De la misma manera lo hace Alida en otro rincón, pero sus oraciones van
dirigidas al Potro. Mezclan canciones, agradecimientos y peticiones de manera
verborrágica. Entre miradas desafiantes, se desata una feroz competencia. Duelo
de rezos. Levantan el volumen hasta hacerse intolerable. Perla interrumpe)

Perla: ¡Anita dice que tiene hambre!

(Bety y Alida continúan mirándose desafiantes)

Mara: No tenemos nada que comer.

Susana: ¿Cómo tiene hambre? ¿No estaba descompuesta?

Perla: Así es ella, vomita, tiene hambre, vomita de nuevo.

Susana: ¿Por qué no la lleva al médico?

Perla: No. Confío en lo que dijo doña Magda. La Gilda la va a ayudar. (Anita, al
oído) Anita dice que no necesita a la Gilda, ni tampoco a un médico. Dice que ella
sabe qué le pasa: está embarazada (Perla se desmaya).

Bety: ¡Señora! ¡Traigan agua! ¡Señora! (Alida va a buscar) ¡Del inodoro, no! (Alida
trae agua del lavatorio en el cuenco de la mano, y se la tira a Perla en la cara)

Perla: (Reacciona un poco) Gracias, gracias. Anita, ¿estás ahí? Estás equivocada,
hija. ¿Cómo vas a estar embarazada? Para estar embarazada hay que… No podés
estar embarazada. Hay que… Hay que…

Susana: Coger (Perla se desmaya otra vez).


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Alida: (A Susana) ¡¡¡ Señora!!!

Bety: ¡Más agua! (Alida trae más agua y le tira en la cara a Perla)

Perla: (Vuelve en sí) Hijita, Anita. ¿Cómo decís eso? No puede ser (Anita, al oído)
Anita dice que sí, que ella con… ¿con Antonio? Que una vez... ¿¿¿ordeñando???
(Anita hace gestos explicativos de como ordeñar. Perla horrorizada, le sostiene las
manos violentamente. Anita le habla nuevamente al oído) Y dice que sigue
teniendo hambre.

Mara: (Impresionada) ¿Todavía tiene hambre?

Alida: Perla, ¿está bien?

Perla: Más o menos.

Susana: No es para menos, con una hija que ordeña así.

Alida: Véale el lado bueno, va a ser abuela.

Perla: (A Anita) No entiendo algo, querida. ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡Así
por lo menos nos evitábamos este viaje de mierda! (Anita se tapa rápidamente los
oídos) ¡Como no te tapaste ahí abajo con la misma velocidad carajo!

Radio:
Locutor: Estamos aquí con algunos de los familiares de las seis mujeres
secuestradas por la violenta banda de Carlos Bañares. El joven Willy, hijo de
Bety, quiere mandarle un mensaje a su madre.

Willy: Mamá…

Bety: ¡Hijito! ¡Es mi hijito!

Willy: Mamá, no dejaste nada para comer en el departamento. Vino el


administrador a cobrar las expensas y no dejaste un mango. Sabés muy bien que
no hay para pagar tu rescate ¿Qué hago? Tengo apenas veintiocho años. No estoy
listo para enfrentar tantas responsabilidades.

Locutor: La palabra del joven Willy, notablemente conmovido y preocupado por


la desaparición de su madre. En cualquier momento seguimos informando.

Bety: ¡Hijito! Pobre... con el apuro del viaje no le dejé nada en la heladera.

Susana: (Irónica) Parece que sigue trabado.

Mara: (Desesperada) ¡Me falta el aire! ¡No puedo respirar! (Gritando por la
ventanita hacia afuera) ¡¡¡No quiero estar secuestrada!!!

Susana: Pero si esto no es un secuestro (Anita se desliza hacia afuera).


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Mara: No puedo pasar otra vez por esto.

Bety: ¿La secuestraron alguna vez?

Mara: No. Mi mamá tenía que ir a trabajar.

(Silencio)

Alida: ¡Ese hombre me tocó!

Mara: Tenía que dejarme sola cuando iba a trabajar... yo era chiquita, no fue su
culpa. Me encerraba para mi seguridad.

Susana: (A Alida) Si la tocó es porque usted quiso. Anda buscando a su sexto


marido para que le teche la piecita.

Perla: ¿Y Anita? ¿Adónde está mi nena?

Bety: Recién estaba acá (se escuchan ladridos, después aullido de dolor y luego
de unos segundos entra Anita con un perro muerto, se acerca a Perla y le dice algo
al oído).

Perla: Dice Anita que ya tenemos para comer (bajan las luces).

(Suben las luces. Las mujeres sentadas en círculo, comiendo. Mara come pegada a
la ventanita)

Alida: (Chupando un hueso, a Susana) Menos mal que usted fuma y tenía
fósforos.

Susana: Tardó en cocinarse el infeliz, duro como un zapato.

Bety: Galgo viejo.

Perla: Pero está rico.

Mara: (Desde arriba) ¿No habrá algún caniche?

Susana: ¿Para qué quiere un caniche?

Mara: Son más chicos, deben de ser más tiernos ¿Me acercan otro pedacito?

Bety: Pero no alcanza para las seis. Nosotras tenemos que apuntar a un ovejero o
a un dogo. Somos como una familia numerosa.

Alida: No jodan con eso, los perros son un obstáculo que nos mandó Dios para
probarnos.

Susana: Anita ya venció un obstáculo (Anita ríe tímidamente, cubriéndose la boca


con la mano).
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Radio: Últimas noticias... (Dejan de comer. Atentas) Ya han pasado varias horas
y aún no se tienen rastros de las seis mujeres secuestradas. A esta altura se teme
lo peor. Uno de los diez hijos de la señora Alida, Esteban…

Alida: ¡Hijito mío! ¡Querido! Estebancito, es el menor, hace unos días cumplió 22
años.

Radio: …se ha acercado a nuestra emisora para trasmitir a los secuestradores


que él y sus hermanos necesitan una prueba de vida de su madre, mientras no
tengan la prueba de vida, que ni sueñen con ver un peso del rescate. Y que
tampoco pueden pagar mucho porque su madre es viuda y ninguno de ellos tiene
trabajo todavía (Alida pensativa, se va hacia un rincón. Silencio prolongado).

Susana: ¿Cuántos perros hay?

Mara: (Mirando por la ventanita hacia afuera) Como veinte.

Perla: Una jauría grande.

Susana: Tenemos como para veinte días, suponiendo que no nos encuentren.

Mara: No pasa nadie y este encierro...

(Anita le habla a Perla al oído, se pone de pie. Entrena)

Susana: ¿Qué hace?

Perla: Dice que tiene que estar lista para correr. Con el embarazo está fuera de
estado. Si no es rápida mañana no comemos.

Bety: Alida... ¿se siente bien?

Alida: Pensaba... ¿Cuánto cuesta una madre?

Perla: Señora, una madre no tiene precio.

Mara: ¡Ni un mango! ¡Me encerraba la muy yegua! (Saca abruptamente la cabeza
por la ventanita. Respira con dificultad)

Bety: (A Susana) ¿Y Ud. por qué viene?

Susana: (incómoda) Curiosidad.

Alida: ¿Es casada? (Susana le dirige una fulminante mirada) curiosidad...

Susana: No soy de las que anda ventilando (Se separa del grupo. Enciende un
cigarrillo. Les da la espalda).

Bety: Debería creer en algo. Eso la ayudaría.

Susana: (Ríe irónica) ¿Creer? ¿Cómo creen Uds.? ¡Por favor!


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Alida: No se burle señora. A personas como nosotras la fe es lo único que nos


salva.

Susana: Comience a dudar de su fe, porque mire dónde y en qué condiciones


estamos.

Bety: Jamás dudaría. Es más, podría exponerme a cualquier tipo de peligro y


confiaría plenamente en la protección de cualquiera de estos santos.

Alida: Por supuesto. Sin dudas. (a Bety) Pese a las diferencias que tenemos estoy
de acuerdo con Ud.

Susana: (Ríe) Vayan a ver si consiguen ayuda entonces. Corran a campo abierto
con toda la jauría detrás

(Alida y Bety, se van nuevamente cada una a un rincón y comienzan a entrenar,


arremangan sus ropas. La escena se asemeja a un ring. Perla ayuda a Bety. Mara
a Alida)

Perla: (A Bety) ¡Vamos señora Ud. puede!

Mara: No mire hacia atrás. ¡Corra! ¡Dele para adelante nomás ¡Ah! Y si ve un
caniche se lo encargo.

Susana: ¿Listas?

Bety/Alida: (Sin dejar de trotar) ¡Listas!

Perla: Listas...preparadas...¡¡¡ya!!!

(Salen corriendo de escena. Se escuchan ladridos que lentamente van


desapareciendo. Apagón. Cuando se ilumina la escena nuevamente, Perla y Mara
están limpiando las heridas de las corredoras)

Mara: Muchas gracias por el regalo.

Alida: Cuando lo vi, mientras corría, me dije: Este es para la muchacha de la


ventanita.

Mara: Mara. Me llamo Mara. Mi hermana eligió el nombre.

Alida: ¡Así que lo barajé en el aire!

Bety: ¿Lo barajé? ¡Ja! No me haga reír... ¡Yo lo agarré de las patas! No se cuelgue
de mi triunfo.

Alida: Pero cállese mentirosa, a ese caniche lo cacé yo.

Susana: Ridícula fe la de Uds.


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Bety: ¡Basta mujer! ¿Qué más prueba quiere? (Se pone de pie) Mírenos ¿Estamos
íntegras, o no? (Se desvanece) ¡Ese galgo! ¡Qué velocidad!

Alida: Ni árboles siquiera. Sólo perros y el llano. Menos mal que por la ventanita
se veía la luz de las velas, porque sino no volvíamos más.

(Mara corre hacia la ventanita, respira con dificultad)

Radio
Locutor: Otro de los familiares de las mujeres secuestradas se ha acercado a
nuestra emisora. Todo el país está conmocionado con la terrible noticia. Señor, lo
escuchamos.

Hombre: (Ridículamente conmovido) Buenas noches a toda la audiencia. Les pido


sepan comprender mi angustia y agradezco a todo el país el apoyo que me están
dando. Soy el marido de Susana, una mujer incomparable (llanto exagerado).

Susana: Apague eso... ¡Apague eso le digo!

Alida: (Tono burlón) Imposible. La curiosidad...

Hombre: ¡Susanita! Ahora que no te tengo amor mío, me doy cuenta de cuánto
significas para mí. No debería haberte dejado ir. Si no hubiera sido por el torneo
de bochas en Tandil... Negrita, mi amorcito, lo de la quiosquera fue un verso que
te metieron. Vos sabés la envidia que te tienen las de barrio. Lo de la Rosa...
¡Dejate de joder, Negrita! Y lo de la turca... ¡vos sos una tipa inteligente! Sabés
mejor que nadie que odio a los turcos...
Estés donde estés, estoy con vos mi amor. Y a todos los que me están
escuchando, mi más sincero agradecimiento. A los que me han llamado, los que
dejan cartas en la puerta de mi casa, a los medios que están realizando esta
labor... Si me permite Sr. Locutor, aprovecho para darles el número de cuenta
donde pueden realizar los depósitos para el rescate... 066 – 7575. (rompe en
llanto exagerado) ¡¡¡Negrita!!!

Locutor: Agradecemos al marido de Susana su conmovedor testimonio. Vamos a


la pausa.

Susana: (Avergonzada) ¡Qué! ¿Qué me miran? ¿Piensan que son las únicas que
tienen problemas? Fui a todas las curanderas y ninguna puede lograr que
cambie.

Mara: ¿Por qué no cambia de marido?

Susana: ¡Callate, boluda! Y seguí mirando por la ventanita! (Silencio) Como si


fuera fácil. ¿Quién pondría sus ojos en mí a esta altura del partido? Seca como
una pasa de uva. Hizo hijos en cuanta cama estuvo, menos conmigo (al borde del
llanto, les da la espalda).

(Silencio)

Bety: El Willy es trolo.


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(Silencio)

Bety: Dicen que la culpa es mía. No sé que hice mal. Estaba tan sola... El color
rosa, quizá fue demasiada ropa rosa.

(Silencio)

Mara: Ya deben estar enterados. Lo único que hacen es mirar televisión. No


pueden hacer otra cosa. Mamá no camina y papá está postrado hace años. A mi
hermana no le va a quedar otra que hacerse cargo. Que paradójico... libre, en este
encierro (saca la cabeza nuevamente).

(Silencio)

Alida: ¡Parásitos! ¡Al menos uno, por agradecimiento aunque sea! Estoy cansada.
No tengo ganas de aguantar otro borracho en mi cama para que nada más me le
ponga el techo a la piecita. ¡Que duerman amontonados que joder! No tengo nada
que pedir a nadie (Apaga una de las velas. Ensimismadas. Silencio prolongado)

Anita: (Se pone de pié) ¿un ovejero alemán?

Todas: ¡Sí! ¡Un ovejero alemán! (Apagón)

(Cuando se ilumina la escena, están nuevamente comiendo entusiasmadas. Mara


está sentada junto a ellas.)

Mara: ¿Cuánto saldrá un viaje a las Cataratas?

Bety: Ni idea. Pero la próxima vez nos fijamos bien que empresa contratamos.

Alida: ¿Cómo estará? ¿Se habrá muerto?

Susana: Yerba mala nunca muere.

Perla: No diga eso. Dios no lo permita.

Susana: Dios permite cada cosa, ¿por qué no le puede tocar a un cerdo como
ese?

Bety: Sería mejor que viva, para poder hacerle un buen juicio.

Susana: ¿Y sacarle qué?

Radio
Locutor: Se van acercando a nuestra emisora más familiares de las víctimas
secuestradas por la peligrosísima banda de Bañares. La señora, a quien estamos
asistiendo luego de un desmayo, dice ser hermana mayor de Mara. La
escuchamos, señora.
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Mujer: Mara, ¿me escuchás chiquita? Yo no sé dónde estás, ni quién te tiene,
pero quiero que tengas en cuenta que no podés ausentarte por mucho más
tiempo. Vos sabés muy bien que tengo que cuidar a mis tres hijos, atender a mi
marido, que tengo una profesión y no puedo hacerme cargo de los viejos ¡Yo tengo
una familia, Mara! ¿entendés? Por favor, quiero que los secuestradores digan
cuanto quieren por mi hermana y les daré lo que pidan, pero necesitamos que
vuelva inmediatamente. Muchas Gracias. ¡Ah! Un beso, chiquita.

(Mara sube corriendo a la silla. Saca la cabeza. Respira con dificultad. La


observan. Silencio. Luego, dirigiéndose hacia la radio todas gritan “¡¡¡Yegua!!!”.
Perla sentada en el suelo. Anita se recuesta en su regazo. Las demás juntan la
comida en silencio)

Bety: ( A Perla) Bueno, solo falta que alguien reclame por Ud.

Perla: ¡No! (Ríe tímidamente) ¿quién va a reclamar por mí?

Bety: ... O por Anita.

Perla: (Ríe) Menos que menos. ¿Quién va a reclamar por la Anita?

Radio
Locutor: Queridos oyentes, esto es realmente muy conmovedor. En la puerta de
nuestra emisora se está haciendo un multitudinario reclamo. Vamos a escuchar
a la persona que viene en representación de todos estos manifestantes. Lo
escuchamos, señor.

Hombre: Bueno, nosotros somos de la Asociación de Ordeñadores Argentinos y


estamos dispuestos a entregar todos nuestros campos y nuestras maquinarias
con tal de que nos devuelvan a la Anita. (Se escuchan gritos de reclamos. Cánticos
populares al estilo de los que usan las barras en las canchas. Voces masculinas.
Anita se pone de pie. Perla la mira con furia)

Anita: (Con voz entrecortada. Señalando hacia la puerta.) ¿Un dogo?

Perla: ¡Sentate ahí y callate! ¡¡¡Pendeja de mierda!!!

(Se escucha el ruido de un motor. Ladrido de perros. Gritan pidiendo auxilio. Los
ladridos no permiten que las escuchen. Tratan desde adentro de callarlos. Ladran
más fuerte. Bety corre hacia la puerta intenta abrirla pero los perros no la dejan)

Bety: ¡Salgan! ¡Cállense! (Regresa) ¡No me dejan abrir la puerta!

(Se escucha al vehículo alejarse. Desilusión. Apagón. Cuando se ilumina


nuevamente la escena están tiradas en el piso. Han pasado días)

Susana: No podemos seguir así.

Bety: Seguiremos rezando.


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Susana: Pelotudeces no. Déjese de joder. Ya vamos para tres días sin una señal y
ninguno de sus santos milagreros nos dio una mano.

Bety: ¡No blasfeme! Si Ud. no cree la respeto, pero yo creo con todas mis fuerzas
en quien hizo de su vida un logro como lo hicieron ellos. A quienes desde abajo
lograron la fama, ser reconocidos, amados y reclamados por multitudes.

(Ensimismadas)

Alida: famosos...

Bety: reconocidos...

Mara: amados...

Perla: reclamados por multitudes...

Alida: lo que buscamos todos

(Suena otra vez el ruido de un motor. Se ponen de pie con ansiedad. Estáticas se
miran en silencio. El motor se detiene. Ladrido de perros. Mara las observa
aterrorizada. Entra en pánico. Sube rápidamente a pedir auxilio por la ventanita.
Susana la detiene y le tapa la boca violentamente)

Susana: (Entre dientes. Tratando de no ser escuchada por los de afuera) Si salís
ahora, vas a lavarle el culo a tus viejos por el resto de tu vida. Eso es lo que
quiere tu hermana ¿no?

(Mara baja la cabeza)

Bety: (mira nerviosa hacia la puerta) ¡el Willy está solo!...

Susana: Vamos, mujer. Un trolo con guita, es un diseñador de modas. Un trolo


sin un mango es...

Perla: ¡Basta! ¡Guárdese su crueldad!

Susana: (a todas) Si volvemos... ¡que sea por la puerta grande!

(Una voz grita desde afuera: “¿Hay alguien ahí?” . Bocinas. Insisten: “¿¿¿Hay
alguien ahí???”. Las miradas de desesperación lentamente van transformándose
en miradas de complicidad. Sonríen. Apagan las velas. Ruido del motor que
arranca y se aleja. Apagón. Cuando ilumina, se las ve muy entusiasmadas)

Mara: Va a tener que hacerse cargo y ellos por fin me van a mirar a mí, aunque
sea por televisión. Van a estar orgullosos y la inútil va a ser ella.

Alida: ¡Sabía! Sabía que alguna vez iba a llegar, pero pensé que iba a ser un golpe
de suerte con el “Quini”.

Susana: Esto es mucho más que un golpe de suerte. Si antes me tenían envidia...
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Perla: (Acomodándose la ropa. Desconforme) Y yo con esta pinta.

Bety: No se preocupe. Los asesores de imagen se van a hacer cargo y otros se van
a pelear por el rating.

Alida: (anota) Una buena agenda para organizar los días que atendemos a los
noticieros...los días que vamos a los programas de tv... a los de chismes... aunque
no sé si eso nos conviene.

Susana: No. Nos va a hacer perder credibilidad.

Bety: No hay dudas que quien va a tener más propuestas va a ser Anita.

Susana: A Anita se la podemos ofrecer al gobierno. Así calma el conflicto con el


campo.

Perla: (ofendida) ¡Pero! ¿Qué dice?

(Anita se tapa la boca, ríe)

Radio:
Locutor: El país no habla de otra cosa. Todos los medios no hacen más que
informar sobre la terrible situación de las seis mujeres secuestradas por la banda
de Bañares. Mientras más tiempo transcurre más se habla del tema. Los canales
extranjeros y hasta el New York Times están informando sobre el terrible
episodio. A través de una fuente extraoficial pero fidedigna, se ha conocido que el
chofer de Turismo Carlitos ha logrado balbucear algunas palabras que podrían
llevar al paradero de las víctimas.

Susana: ¡Medio muerto y nos sigue cagando el hijo de puta! Justo ahora se le va
a dar por abrir la boca!

Alida: Tenemos que apurarnos y pedir un buen rescate antes de que reaccione o
se avive alguno de sus colegas.

Bety: Imposible. Sin teléfono.

(Anita, al oído de Perla)

Perla: Dice la Anita que en la puerta del bar vio un cartel con el dibujito de un
teléfono.

Susana/Bety/Alida: (Levantando la voz) ¿Y por qué no lo dijiste antes?

(Anita, asustada. Al borde del llanto corre a encerrarse en uno de los


compartimentos)

Mara: (afligida) Sí querés te presto la ventanita.

(Anita sube y se sienta. Cabizbaja)


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Susana: No perdamos más tiempo. Vamos.

Mara: ¿Y los perros?

Alida: Podríamos dividirnos. Salir corriendo, dos para cada lado. Mientras tanto
otra rompe el vidrio y entra en el bar.

Perla: Está bien. Pero esta vez la Anita no va. Será lo que será, pero está
embarazada.

Susana: Uds. dos (señalando a Bety y Mara), hacia la parte trasera de la estación.
Nosotras (señalando a Perla), hacia la ruta, y Ud. (a Alida), entra en el bar y
busca un teléfono.

Alida: (nerviosa) ¿ Y a quién llamo? ¿Qué digo?

Susana: Tiene que llamar a alguien que tenga un teléfono fijo. Si lo hace a un
celular quedaría registrado el número y se arruinaría todo.

Alida: ¡Ay! ¡Qué nervios! ¿Y qué pido? ¿Y si me preguntan dónde dejan el dinero?
¿¿¿Qué les digo???

Bety: Bueno, tanto no sabemos. Es la primera vez que nos secuestramos.

Susana: Invente lo que quiera, pero piense que mientras mejor salga, más fama y
más dinero. ¿Están listas?

(Asienten)

Susana: ¡Vamos!

(Salen de escena. Anita cambia la emisora. Suena música. Baila sobre la mesada.
Sensual. Apagón. Cuando se ilumina nuevamente la escena están sentadas
limpiándose algunas heridas. Alida busca la emisora. Anita tiene una bolsa grande
de papas fritas. Come ansiosa)

Alida: (Repartiendo Coca Cola) ...Y es lo único que se me ocurrió.

Susana: Esperemos que dé resultado ¿Le parece que ese vecino suyo habrá hecho
lo que le dijo?

Alida: Seguro. Si por un simple chisme del barrio es capaz de cualquier cosa,
imagínense tener la primicia de que los secuestradores me obligaron a hablarle
para que él lo transmita a los medios.

Radio:
Locutor: Estamos en una conferencia de prensa. Es impresionante la cantidad
de medios que han asistido a este lugar. Un hombre llamado Juan, vecino de
Alida, una de las mujeres secuestradas, asegura haber recibido una llamada de la
víctima, quien decía estar maniatada y a punta de pistola La víctima le habría
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informado, entre notables muestras de dolor, que ella y sus cinco compañeras
estaban secuestradas por una peligrosísima banda que exigió el pago en corto
término de seis millones de pesos. Lo que no se dio a conocer, por razones
obvias, es donde se realizaría la entrega. Lo que sí es ya de público conocimiento
es que tan exorbitante suma ha sido donada por la Asociación de Ordeñadores
Argentinos. Volvemos en breve con más noticias.

(Anita se tapa la boca, ríe)

Bety: (a Alida) ¡Pero qué maravilla, Alida!

Perla: Resultó ser toda una actriz.

Susana: Un poco obvia la cifra ¿Justo seis millones?

Alida: Lo hubiera hecho Ud. entonces.

Mara: ¿Y adónde van a dejar la plata?

Alida: En tres santuarios distintos. Dos millones en cada uno. Está de más
decirles en cuales ¿no? (Sonríen) Adentro de tubos de metal bien sellados, que a
su vez estarán ocultos dentro de supuestos velones de color rojo.

Mara: ¿Y cuándo nos vamos a reunir con el dinero?

Susana: En unos meses. Cuando lo mediático pase. Como pasa todo en este país.
Cuando la atención se disipe. Peregrinaremos para agradecer. ¿Entienden?

(Se escuchan sonidos de helicópteros)

Alida: Llegó la hora.

(Sin demostrar ansiedad alguna. Se acomodan la ropa. Se dirigen al espejo, sacan


elementos de sus carteras. Desde afuera, llanto de dolor de los perros. Mientras se
maquillan, peinan y perfuman, suena de fondo la música de inicio del programa de
“Almorzando con Mirta Legrand”.

Voz en Off: Almuerzan hoy con la señora Mirta Legrand de Tinayre... “Las seis
mujeres más buscadas de la Argentina. El caso de secuestro extorsivo con más
repercusión en los últimos tiempos”...

(Sonríen. Van saliendo de escena Se escuchan desde afuera aplausos y sonidos de


flashes. Bajan las luces lentamente. Ya no queda nadie en escena. Mara regresa y
guarda el caniche en su bolso. Sonríe nuevamente como estatua. Apagón.)

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