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Pehuenches, Puelches y Poyas

Pueblos originarios Andino - Patagónicos


por
Sergio E. Caviglia
PUEBLOS Y FRONTERAS –DE LA PATAGONIA ANDINA- AÑO 1 Nº 1 - EL
BOLSÓN. PÁGS 4-15. OCTUBRE 2000

VERSIÓN SIN IMÁGENES

¿Quiénes eran los pueblos originarios con que se encontraron los primeros europeos al llegar a
la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro?. ¿Quiénes eran los Pehuenches, Puelches y
Poyas? Para responder a estas preguntas nos detendremos en el momento de los primeros
contactos con los europeos (años 1550 a 1700). Finalmente analizaremos algunas situaciones
más tardías (siglo XIX) que nos ayudarán a situarnos y comprender el complejo panorama de
los pueblos originarios en la actualidad.

INTRODUCCIÓN
Realizaremos un análisis de las fuentes que se refieren a los pueblos originarios con que
se encontraron los primeros europeos al llegar a la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro.
Son muy pocos los investigadores que han estudiado seriamente la compleja trama de
los pueblos que habitaban esta región, entre ellos es importante destacar a Sánchez Labrador,
Escalada, Harrington, Perea, Casamiquela y Nacuzzi.
Osvaldo Silva Galdames y Eduardo Téllez Lugaro en su trabajo sobre los Pehuenches
previenen sobre el atolladero en el que puede caer todo etnólogo que conceda demasiado
crédito a los rótulos en desmedro de la realidad étnica que se pretende explicar. Advierten
sobre los diversos pueblos que verdaderamente existen ocultos bajo el nombre de
“pehuenches”: “A estos pueblos los encontramos a lo largo de cuatro siglos, encarnados por
actores étnicos contrapuestos que ingresan y salen del escenario andino embrollando
extraordinariamente el panorama. La realidad étnica a más de plural, es cambiante.”
Lidia Nacuzzi nos habla de “Identidades impuestas” a estos pueblos, pues en la mayoría
de los casos desconocemos si se trata de autoidentificaciones. Fue usualmente el blanco quien
otorgó estos rótulos étnicos con fines prácticos, administrativos y/o políticos a lo largo de estos
siglos. Pero no debemos olvidar que más allá de estos rótulos siempre hay grupos de personas
que interactúan y construyen la compleja y cambiante trama de la existencia de los pueblos
originarios.
Las culturas son dinámicas, fluidas, y con la riqueza inherente a cualquier grupo humano.
La complejidad de este problema radica principalmente en que se ha partido de visiones
estáticas y ahistóricas sobre los pueblos originarios. A esto se suma la visión del colonizador
que, para legitimar el etnocidio, ubica al otro étnico en una posición de inferioridad.
El panorama étnico es más complejo y diferente del que se nos presenta en la mayoría
de los libros de difusión general. Existen unas pocas excepciones como los excelentes libros de
Miguel Angel Palermo y de Carlos Martínez Sarasola.
Nos interesa entonces conocer quiénes eran los pueblos originarios con que se
encuentran estos viajeros. Para ello se consideraron diversas fuentes como las de: Gerónimo
de Vivar (1558), Juan Fernández (1620), Diego de Rosales (1651), el padre Mascardi (1670), el
padre Laguna (1706), el padre Guillelmo (1711), los viajes del padre Menéndez (1791-1793),
etc..

13.000 AÑOS DE HISTORIA


En esta región la historia de los Pueblos Originarios se remonta por lo menos a 13.000
años atrás. El primer registro hallado es el sitio arqueológico de Monte Verde -cerca de Puerto
Montt y a unos 150 km de El Bolsón. Sus pobladores cazaban mastodontes y construían sus
viviendas con estructuras de madera y cubiertas seguramente de pieles. Se encontraron
también morteros de madera con restos de frutas, semillas y tallos comestibles. Estas
estructuras de viviendas son las más antiguas halladas en América.
La cordillera por muchos miles de años nunca fue frontera ni barrera para los pueblos
que habitaban la región. Este límite se estableció recién en forma clara y como una convención
entre dos estados (Argentina y Chile) hace solo120 años dentro de este gran proceso de
13.000 años.
Trataremos aquí una pequeña parte de este proceso: los primeros contactos con los
europeos (años 1550 a 1700). Contamos con documentos escritos en esa época a la que
sumamos la lectura del registro arqueológico.

LOS PRIMEROS MALONES


Los primeros viajeros vinieron desde Valdivia y Chiloé y estaban movidos por varios
motivos:
* Establecer misiones y evangelizar a los indígenas. Los primeros fueron los
franciscanos (1568-93 a 1655) , seguidos luego por los jesuitas (1651).
* La expansión territorial y búsqueda de la Ciudad de los Césares, Lin Lin o
Trapalanda, con templos de Plata y Oro.
* Conseguir esclavos y para ello venían a “maloquear”.
Según la definición de Rodolfo Lenz, maloquear es una “campeada; asalto por sorpresa
que daban los españoles a los indios para robar I hacer prisioneros de guerra”, de esta palabra
deriva luego malón.
Realizaban estas malocas para reducir a los indígenas a esclavitud, pues si eran indios
de paz o amigos, sólo los podían someter a “encomienda”. De esta manera y autorizados por
una Real Cédula de Felipe III de 1608, podían convertir en esclavos a los indios varones
mayores de diez años y medio y a las mujeres de nueve y medio que se cautivasen en la
guerra:
“Por la presente declaro y mando:
Que todos los indios, así hom-bres como muje-res d las provin-cias rebeladas (...), siendo hombres
mayo-res de diez años y medio, y las mujeres de nueve y medio que fuesen tomados y capturados
en la guerra (...) sean habidos y tenidos por esclavos suyos y como tales se puedan servir de ellos
y venderlos, darlos y disponer de ellos a voluntad. Con los menores de dichas edades abajo no
pueden ser esclavos, empero pueden ser sacados de las dichas provincias rebeldes y llevarlos a
otras que estén en paz.”
El Padre Rosales relata una de estas Malocas realizada a los Puelches del Sur de
Neuquén por el capitán Juan de Roa en el siglo XVII:
“Maloquearon las tierras del cacique Ginuebilu, toqui general de aquella parte, y cogiéndole
muchas piezas de esclavos; ganados tenían pocos, que las guerras se los habían consumido.
Como es gente pobre y humilde y que nunca han tratado de guerra como estotros, (se) dejaban
coger como ovejas. Tras esta entrada hicieron otra y en las dos cogieron más de cuatrocientos
esclavos, con que los obligaron a tomar las armas y a venir a la venganza a las tierras de los que
los habían acometido injustamente.” (Rosales 1877:394)
y otra realizada por el Capitán Juan Fernández al Norte del Neuquén en el año 1627 al
mando de 200 hombres “Y tuvo tan buena cuenta, que apresó ciento treinta piezas (personas),
quitoles treinta caballos y colgó de los árboles los indios que no pudo aver a las manos, con perdida de
solo un soldado que le mataron peleando en un paso”.
Dentro de este contexto de intereses es que debemos analizar la visión de estos
primeros viajeros europeos.
¿Quiénes eran los pueblos originarios con que se encontraron los primeros europeos al
llegar a la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro?. ¿Quiénes eran los Pehuenches,
Puelches y Poyas? Preguntas a las que intentaremos responder

EL PRIMER DOCUMENTO ESCRITO


El primer europeo que llega a esta región y del que poseemos un relato escrito es Juan
Fernández en 1620, quien viene en busca de la “Ciudad de los Césares” y realiza dos viajes:
* En uno llega al Norte del Lago Nahuel Huapi
* y en otro al Puelo y luego va a un lugar hacia el Oeste de la actual Río Negro y/o
Chubut
Este relato se encuentra dentro del memorial que Don Díego Florez de León presenta al
Real Consejo de Indias
Su intención era arribar a la Ciudad de los Césares que la situaban en una zona cercana
al Nahuel Huapi o más al Sur:
Porque el descubrimiento de los Cesares, y de aquellos Españoles que se perdieron en el navio
del Obispo de Plasencía, y quedaron de la ciudad de san Felipe, que en el Estrecho fundó el
Capitan Pedro Sarmiénto de Gamboa (...) por la mucha gente y riqueza que promete, me ha
parecido (...) poner a la letra la relacion que ultimamente se tuvo en Chile del Capitan Juan
Fernandez, que por orden del Governador don Lope de Ulloa y Lemos, fue el año de 1620. con 46
hombres a descubrir las noticias destas gentes por la parte de Chiloé, y por Valdivia,
Juan Fernández relata las masacres que ya habían realizado los españoles:
...una laguna, que se llama Quechocabi (Reloncaví), en cuyos contornos avia mucha gente, que
aora está despoblada: porque los soldados de aquella provincia la assolaron;...
Posteriormente llega al Nahuel Huapi y describe a los pobladores nativos de estas
tierras, llamándolos Puelches:
...donde topamos otra laguna muy gráde, que se llama Naualguapi, en la qual bolvimos a coser
nuestras piraguas, navegando por ella hasta ocho leguas, que dimos en unos Indios Puelches,
los quales examinados, nos dixeron, que los Caziques mas principales de la tierra se llamavan
Ylaquilé, y Yaquilloy, y que estos indios servian a las ciudades de Osorno y Villarrica, quando
estuvieron pobladas, los quales se sustentá de caza, y de algunas legumbres de la tierra,
diferentes de las del Reino de Chile. Avia en la laguna cantidad de pescado, truchas, y pejereyes,
También menciona a otro grupo que denomina Poyas:
...confinan estos indios con una nacion muy belicosa y corpulenta, cuyos Indios llaman Poyas, y el
principal Cazique que esta nacion obedece, se llama Yaguapana, y tiene deferent lengua: haze
esta laguna un caudaloso rio,...
y diferencia claramente a lo habitantes de un lado y del otro del Limay
tienen los Indios de la otra parte deste rio mucho cavallos, y perros de caza; andan vestidos con
pieles de guanacos, y de pellejos de abestruzes, dizen que ay infinidad de Indios en la tierra
adentro, y que es muy llana y apacible, y se pueden sacar azequias deste rio para sembrarla toda,
y que ay grandisima cantidad de cavallos cimarrones.
Cuando arriba al Puelo dice:
Todo lo mas que anduvimos en este viage, fue al Puelche (al Este), hicimos otra maloca, y
entrada por la boca de Puraylla, la buelta del sur, topamos con otro rio llamado Puelo, navegamos
por el hasta doze leguas, y de allí fuimos a pie abriendo grandes montañas para passar por la
falda de la Cordillera, y en algunos pasos tuvimos necesidad de hazer escaleras para passar; al fin
chinuamos la Cordillera, y dimos en lo llano, donde caminarnos cosa de veinte leguas la buelta del
Sur,y un dia cogimos dos Indios, el uno Puelche, y el otro de la tierra adentro que tenia las narizes
oradadas, como los del Peru,...
En este párrafo un informante indígena describe los diferentes pueblos que habitan hacia
el sur y hace referencia a los pobladores de Tierra del Fuego.
...este nos dijo, que por la parte del Sur ázia el Estrecho, señalando la otra mar, avia mucha
cantidad de indios de diferentes naciones, y que en aquella mar avian visto un navio, que avia
invernado arrimado a una isla, y que los Indios de aquella isla peleavan con los de Tierrafirme, y q
della traia marisco, y cueros de lobo...

PEHUENCHES, PUELCHES Y POYAS:


Haremos primero una breve reseña de los pueblos originarios que habitaban esta región
y luego cada uno en particular. Comenzando de Norte a Sur:
1. Los Pehuenches:
Habitaban la región de la cordillera a
ambos lados desde la región de Antuco hasta el
Lago Lácar. Utilizaban su propia lengua que hoy
se ha perdido.
Se los denomina también Pehuenches
primitivos o pehuenches boreales.
2. Los Puelches (centrales o
intermedios) o Pehuenches australes
Este grupo o grupos llamados Puelches
(gente del Este) habitaron la zona al Sur de los
Pehuenches boreales hasta el lago Nahuel
Huapi.
Son los Puelches del Norte de Mascardi;
muchos de ellos son los llamados auca o
aucaces , más tarde llamados “manzaneros” y
también algunos llamados Huilliches.
3. Los Puelches de Nahuelguapi
(Puelches piragüeros):
Vivían al norte del lago Nahuel Huapi y en las islas del mismo lago. Un siglo después ya
no los mencionan más.
Eran navegantes y utilizaban la “piragua”. Serían un grupo relacionado con los canoeros
del pacífico.
4. Los Poyas (Tehuelches)
* 1. Los Poyas serían los más tarde llamados Tehuelches del Borde de la Cordillera o
Chüwach a Künna que vivían al sur del lago Nahuel Huapi. No navegaban, y eran los típicos
cazadores de la estepa vestidos con sus quillangos. Ya en esta época los tehuelches del lago
hablaban aparte de su propia lengua el mapudungun, no así los otros grupos tehuelches.
Los viajeros también mencionan:
* 2. A los Tehuelches del Norte que llegaban del Este, son los Tehuelches
Septentrionales o Gününa Küne
3. Y también se mencionan a los Tehuelches del Sur o Tehuelches Meridionales o
Aóeni Kenk, que vivían al Sur del río Chubut
1. LOS PEHUENCHES:
Durante los primeros momentos de contacto con los europeos se designa a los
habitantes de la región del pehuen o araucarias. Vivían en la cordillera a ambos lados desde la
región de Antuco hasta el Lago Lácar.
Su economía estaba centrada en la recolección del piñón del pehuén. Poseían un
característico toldo cónico. Eran cazadores-recolectores pedestres hasta los primeros tiempos
de la colonización hispana, luego en el siglo XVII incorporan el caballo.
Eran altos y delgados y los cronistas los diferencian de los Huarpes que vivían más al
norte. Hablaban una lengua que hoy se ha perdido. Desconocemos cómo se autode-
nominaban y su filiación étnica.
La Cor-dillera para ellos no era una “barrera o límite natural”. Intercambiaban con los
grupos de los llanos occidentales (Mapuches) y cazaban en las praderas orientales guanacos,
ñandúes y buscaban sal.
Se los denomina también Pehuenches primitivos o pehuenches boreales.
Este grupo no es claramente definido en los siglos posteriores seguramente debido a la
fuerte influencia Mapuche y luego Tehuelche por parte de los Tehuelches del Norte desde la
adopción del caballo, y la mapuchización definitiva posteriormente.
Ricardo Latcham, al abordar el caso especifico de los pehuenches dice:
Los araucanos llamaban pehuenches a estos indígenas (aquellos que habitaban los bosques de
araucaria), sin preocuparse de si fueran o no todos de la misma estirpe... Los españoles, por
conveniencia, adoptaron las mismas denominaciones y así quedaron perpetuados como nombres
nacionales, cuando en su origen no lo eran. Es sumamente dudoso que haya existido alguna que
se llamara a sí misma pehuenche, ni siquiera sabemos si el término se aplicaba a una entidad
étnica derivada de una sola estirpe o si se componía de elementos diversos.
Bajo este nombre en los distintos siglos se han denominado a distintos grupos y muchas
veces se hace muy difícil saber de quiénes está hablando el cronista.
Actualmente en el valle de Lonquimay hay 11 comunidades (con 4500 integrantes) que
se autodenominan Pehuenches. Hablan el mapudungun. Realizan sus rogativas alrededor de
un Pehuen que consideran pura bendición de Dios y principio de su cultura, identidad y
vivencias: “Dios lo hizo para el provecho de nosotros hombres de la tierra”

2. LOS PUELCHES
Puelches (centrales o intermedios) o Pehuenches australes
Este grupo o grupos, llamados Puelches (que era la denominación genérica que se le
daba a la gente del Este) habitaron la zona al sur del lago Lacar hasta el lago Nahuel Huapi.
Gerónimo de Vivar en 1558 menciona por noticias de otros expedicionarios que en el sur
del actual Neuquén habitaba un grupo que se denominó puelche, realiza una breve pero
excelente descripción en donde se mencionan también las relaciones con otros grupos:
“Dentro de la cordillera a quince y a veinte leguas hay unos valles donde habita una gente,
los cuales se llaman Puelches y son pocos. (...) Esta gente no siembra; susténtase de caza que
hay en aquestos valles. Hay muchos guanacos y leones y tigres y zorros y venados pequeños y
unos gatos monteses y aves de muchas maneras. De toda esta caza y montería se mantienen,
que la matan con sus armas que son arco y flechas. Sus casas son cuatro palos y de estos
pellejos son las coberturas de las casas. No tienen asiento cierto, ni habitación, que unas veces se
meten a un cabo y otros tiempos a otros. Los vestidos que tienen son de pieles. De los pellejos de
los corderos aderézanlos y córtanlos, y cósenlos tan sutilmente como lo puede hacer un pellejero.
Hacen una manta tan grande de como una sobremesa y ésta se ponen por capa o se la revuelven
al cuerpo. De éstas hacen cantidad y los tocados que traen en la cabeza los hombres son unas
cuerdas de lana que tienen veinte y veinte y cinco varas de medir, y dos de éstas que son tan
gordas como tres dedos juntos. Hácenlas de muchos hilos juntos y no las tuercen. Esto se
revuelven a la cabeza y encima se ponen una red hecha de cordel. Este cordel hacen de una
hierba que es general en todas las Indias; es a manera de cáñamo.(...) Encima de este tocado en
la red que dije meten las flechas que le sirve de carcaj. Los corderos que toman vivos sacrifican
encima de una piedra que ellos tienen situada y señalada. Degüéllanlos encima y la untan con la
sangre y hacen ciertas ceremonias y a esta piedra adoran. Es gente belicosa y guerrera y dada a
ladrocinios y no dejarán las armas de la mano a ninguna cosa que hagan. Son muy grandes
flecheros y, aunque estén en la cama, han de tener el arco cabe sí. Estos bajan a los llanos a
contratar con la gente de ellos en cierto tiempo del año porque señalado este tiempo, que es por
febrero hasta en fin de marzo que están derretidas las nieves y pueden salir, que es al fin del
verano en esta tierra, porque por abril entra el invierno y por eso se vuelven en fin de marzo,
rescatan con esta gente de los llanos. Cada parcialidad sale al valle que cae donde tiene sus
conocidos y amigos y huélganse este tiempo con ellos y traen de aquellas mantas que llaman
llunques; y también traen plumas de avestruces, y de que se vuelven llevan maíz y comida de los
tratos que tienen. Son temidos de esta otra gente porque ciento de ellos juntos de los Puelches
correrán toda la tierra sin que destotros (de estos otros?) les haya ningún enojo porque, antes de
que viniesen españoles, solían abajar ciento y cincuenta de ellos y los robaban y se volvían a sus
tierras libres. No sirven éstos a los españoles por estar en tierra tan agria y fría e inhabi-table”.
Se trataba de cazadores de arco y flecha que cazaban guanacos y ñandúes en las
mesetas. Con la pieles hacían quillangos. Los hombre utilizaban un tocado particular, que con
gruesas cuerdas de lana rodeaban sus cabezas y sobre ellas colocaban una red de fibra
vegetal que utilizaban como carcaj para sus flechas. Estos grupos que seguramente accedían a
la zona de las araucarias, no dependían del piñon del mismo modo que los pehuenches del
norte.
Son los Puelches que Mascardi menciona como Puelches del Norte (Margen norte del
Limay) que hablan el veliche o williche (“gente del Sur”).
Más tardíamente los grupos que habitaban esta región eran llamados auca o aucaces
(etm. ‘alzado’ o ‘rebelde’) y luego los llaman “manzaneros”. Otros autores los denominan
Huilliches (gente del sur, para diferenciarlos de los pehuenches del norte).

3. LOS PUELCHES DEL NAHUEL HUAPI


(Puelches piragüeros):
Vivían en las islas y en la orilla norte del lago Nahuel Huapi. En 1793 el Padre Menéndez
realiza la última mención de ellos: “Ahora no los hay y dicen que se han acabado unos con
otros en guerras”.
Mascardi dice que estos canoeros poseían una lengua particular: “la lengua puelche solo
la hablan sólo los que viven en la isla, o a orillas de la laguna (lago)”.
Eran navegantes y utilizaban la “piragua” -embarcación semejante a la de los Chonos de
Chiloé- llamada dalca, estaba confeccionada con tres tablas de alerce cosidas que permitía
desarmarlas y transportarlas. Es diferente de la canoa hecha de un solo tronco cavado.
Eran cazadores de huemules y “se sustentá de caza, y de algunas legumbres de la
tierra, diferentes de las del Reino de Chile. Avia en la laguna cantidad de pescado, truchas, y
pejereyes...”
Los caciques principales eran Ylaquilé, y Yaquilloy, que estaban conectados con el otro
lado de la cordillera mediante la navegación con piraguas. Estarían relacionados con los
canoeros del Pacífico.
Casamiquela considera que son los autores de las pinturas rupestres del Nahuel Huapi
hasta el lago Puelo. Este arte lo habrían adquirido de los Tehuelches.

4. LOS POYAS (TEHUELCHES)


* 1. Los Poyas serían los más tarde llamados Tehuelches del Borde de la Cordillera o
Chüwach a Künna que vivían al sur del Lago Nahuel Huapi. No navegaban, y eran los
típicos cazadores de la estepa vestidos con sus quillangos. Ya en esta época los
tehuelches del lago hablaban aparte de su propia lengua el mapudungun, no así los otros
grupos tehuelches.
Los viajeros también mencionan:
* 2. A los Tehuelches del Norte que llegaban del Este, son los Tehuelches
Septentrionales o Gününa Küne
* 3. Y también se mencionan a los Tehuelches del Sur o Tehuelches Meridionales o
Aóeni Kenk, que vivían al Sur del río Chubut
Los Poyas del Sur del Nahuel Huapi son algo trigueños de rostro, con barbas y bigotes,
se pintan el rostro con varios colores cuajados en grasa, cada uno a su gusto. Dicen que era
una nación muy belicosa, el principal cacique en el momento de Juan Fernández era
Yaguapana, y “tienen muchos caballos y perros de caza; andan vestidos de pieles de guanaco
y de pellejos de avestruces”.
El Padre Menéndez al sur de las nacientes del Limay se encuentra con el cacique
Mancuúvunay (linaje que Casamiquela pudo conectar con Inacayal). Allí fue recibido con un
canto de ceremonia de bienvenida realizado por las mujeres, menciona que los toldos eran de
cuero de caballo y “venado” (huemules).
El relato que hace Menéndez de este grupo es el siguiente:
“Todos se mantienen de huanacos, avestruces y caballos; también tienen alguna quínoa, trigo,
cebada; pero estas semillas no son muchas ni permanentes, porque no cultivan la tierra, sino que
las arrojan en las laderas de los arroyos, y lo que sale lo coge el primero que llega. Su vestido es
de pieles de huanaco bien bruñido y pintado. Sus armas son bolas atadas en las puntas del lazo,
que llaman laqui con el que cogen los animales. Usan del arco y flecha y algunos tienen puñales
pequeños, que los compran de los Pehuenches”.
En su tercer viaje en 1793 menciona que en la margen sur del lago toda la gente ‘es de a
caballo’ sin excepción.
En esta época casi todos estos tehuelches del lago hablaban también el mapudungun,
no así los tehuelches que venían de más al sur.
También llegaban a estas latitudes los “Poyas del Sur” (Tehuel-ches del Norte -
Gününa Küne)
“Entre ellos vino uno viejo, venerable por las barbas, que traía la nariz agujereada y en ella un
escudete muy adornado con chaquiras, que tapaba la punta de la nariz, y es cabeza de los Poyas,
que traen ese adorno, además de los sarcillos que traen los Poyas todos, en las orejas y adornos
de la cabeza.”. “Casi todos tienen una sola mujer, y ésa con sus hijos traen siempre consigo.
Porque nadie tiene más casa que el toldo o tienda, pellejos de guanaco, que llevan consigo, donde
quiera que van en busca de la caza con que se sustentan, que son guanacos, avestruces, zorras,
chines (zorrino en Map chinge), ñaques (gatos monteses en Map. ñarkí) o tigres (jaguares)
pequeños, xuimas (piches teh. jùima) y quirquinchos, tortugas y chunanes (huemules teh. sunam),
que son como cabras montesas, o ciervos pequeños, y leones (pumas) , aunque estos solo se
hallan al pie de la cordillera. Y lo más de esta carne comen casi crudo por falta de leña, y aun
adonde la haya, se comen cruda la sangre, bofes, corazón, cebo y grasa, y con la misma grasa se
untan la cabeza, la cara y todo el cuerpo...,” Mascardi 1670

ALGUNAS REFLEXIONES
El análisis de estas fuentes nos muestra un panorama étnico bastante más complejo y
dinámico de lo que usualmente se plantea. Desde los primeros relatos se ve que el intercambio
y las relaciones que había entre estos grupos eran fluidos, el caballo recién se incorporaba.
Poco tiempo después el caballo estaba muy difundido en la región.
En principio vemos que estos grupos sufrieron un fuerte impacto con las malocas de los
españoles que buscaban mano de obra esclava y en el mejor de los casos, la encomienda,
esto indudablemente produjo fuertes cambios en sus poblaciones y a nivel social.
Analizaremos ahora algunas situaciones más tardías (siglo XIX) que nos ayudarán a
situarnos y comprender el complejo panorama de los pueblos originarios en la actualidad.
La dinámica poblacional comenzada hace siglos, se incrementa después de 1880
(Campañas de exterminio de Roca).Una vez finalizada esta campaña las comunidades
indígenas de La Pampa, Neuquén, sur de Buenos Aires y Norte de Río Negro al ser
despojadas de sus propias tierras, deben trasladarse más al Sur en busca de otros lugares
donde vivir. Los Mapuches de Neuquén, que fueron empujados por las campañas militares
hacia el otro lado de la cordillera, vuelven y se establecen nuevamente en Neuquén, pero
también en Río Negro y Chubut.
M. Vignati plantea que es difícil encontrar entre los indígenas del siglo pasado una clara
filiación étnica, especialmente cuando se trata de personas con jerarquía, entre quienes las
alianzas matrimoniales fueron adquiriendo un status de mutua ayuda y solidaridad entre los
grupos. Fueron un importante factor de cohesión social.
Lo Mapuche o la “Mapuchización” llega a ser dominante, y las lenguas y costumbres
patagónicas se fusionan. Pero es solo una aparente unidad pues se mantienen los rasgos
característicos de cada pueblo. El mapudungún se impone casi por completo, convirtíendose
en la lengua general en estas comunidades.
La expansión blanca rompe el esquema nómade de los grupos indígenas meridionales,
los pocos Gününa Küne y Aóeni Kenk que quedan se desbandan y se radican, perdiendo trato
entre sí por la vida sedentaria. Aunque este “nomadismo” ancestral en la actualidad se
manifiesta en una gran movilidad por toda la Patagonia en donde tampoco interfieren
demasiado las nuevas fronteras nacionales entre Chile y Argentina.

LA EXPANSIÓN DEL ESTADO NACIONAL


El llamado “desierto” estaba poblado por muchos grupos humanos que desde hacía
miles de años se movían dentro de sus tierras con libertad. Poco a poco fueron desplazados de
sus lugares y los pueblos al ser agredidos responden.
Actúan entonces los mecanismos siempre utilizados por los colonizadores:
1. Las extensiones territoriales (aunque ocupadas por los pueblos originarios) son
presentadas como propias por el estado. Se debe recuperar entonces algo que nunca se había
poseído.
2. El mecanismo a través del cual se legitima el conflicto, consiste en descargar sobre el
pueblo que es la víctima, la responsabilidad de la violencia que ella ocasiona (ellos enviaban
malones, eran salvajes), pero no se dice que fue Roca quien envió un ejercito a exterminarlos y
robarles las tierras.
3. La agresión colonial es planteada como una necesidad de “pacificación”. Es casi una
empresa “humanitaria” para “calmar” a los indígenas, con ello se justifican las matanzas. Los
indígenas (que se defienden), son considerados los que agreden y asesinan, y los ejércitos son
los encargados de traer “la paz”.
4. Una vez lograda “la paz” las fuerzas armadas se ofrecen “desinteresadamente” a
reconocer a aquellos que se arrepienten con la condición de aceptar su autoridad, ponerse bajo
su protectorado y no oponer resistencia. A algunos arrepentidos se les entregan tierras (son
aquellas que les acaban de quitar).
Con esta “paz” se otorga la seguridad, la prosperidad, la libertad, el orden y el progreso,
en una palabra “La Civilización” que aporta el etnocida.
Esta pacificación disimula entonces el engaño fundamental e inaugura nuevas formas de
agresión tan mortíferas como la guerra, pero menos visibles. Con la “nueva civilización”
comienza el etnocidio cultural (“integración”) a través de la imposición de sus valores.
En la ciudad de General Roca en la plaza central del Pueblo Viejo hay una plaqueta de
bronce de 1939 que sintetiza todo lo dicho:
“A la memoria de los beneméritos jefes, oficiales y soldados del glorioso Ejército expedicionario al
desierto, civilizador y poblador, cuyo esfuerzo y Sacrificio destruyó el imperio salvaje y promovió
amparo y aseguró el proyecto de estas tierras y el dominio efectivo de la Nación sobre su
patrimonio territorial”.
EN CONCLUSIÓN:
Los pueblos originarios son reducidos a un territorio (reducción o reserva), a suministrar
materias primas y mano de obra barata, y deberán perder toda identidad cultural. Esto lo vemos
por ejemplo en los cambios de nombre e incorporación de apellidos huincas.
Se hace efectiva la “integración” cultural del colonizador al colonizado al precio de
negarles su propia identidad.
Dijo Faqui Prafil, Mapuche de Río Negro en 1972:
“Somos nosotros el dueño verdadero de la tierra. Cuando llegó Colón acá, ¿qué nación vino a
encontrar? ¿vino a encontrar los turcos, vino a encontrar los alemanes, vino a encontrar los
gringos? Me parece que nada, señor, con mi ignorancia. Vino a encontrar acá solamente los
indios, verdaderos dueños de la tierra.”
También dijo Amaranto Aigo, Mapuche de Ruca Choroi
“Porque es un deber reclamar lo que es de uno. Nosotros no vamos a ir a reclamar a otros países
extranjeros... Estamos completamente explotados... ¿Por qué tiene que ser así? Una vida tan
despareja.
y Eulogio Frites:
“parece que hoy los seguidores de Roca continúan creyendo que eso de la “civilización” es un
lindo pretexto para marginar pueblos, para despojar de tierras fértiles a los indios y condenarlos a
ser solo peones viviendo en miserables ranchos.”
La ocupación militar de la década del 80, concretamente destruyó un sistema económico
muy vasto y dinámico, que nunca pudo volver a recuperarse.
El destino de los pueblos originarios y el reparto de las tierras usurpadas se vieron
respaldadas por una serie de leyes que se fueron promulgando en los años anteriores a la
campaña. Los que se sometían pacíficamente firmarían con el poder ejecutivo un tratado para
establecer de común acuerdo, el lugar y cantidad de tierra que les serían dadas para su “vida
fija y pacífica”. Esto no se cumplió (salvo raras excepciones) y casi ningún grupo pudo
permanecer en sus tierras originales.
Pero sí les fueron otorgadas a los colonos, que ocuparon las tierras más ricas. Los
pueblos originarios, que no estaban incluidos en la nueva estructura poblacional y económica
del territorio, fueron arrinconados y marginados a las zonas cordilleranas más inhóspitas o a los
parajes más desérticos.
Otra forma de acceder a la propiedad de estas tierras robadas fue prevista por la “Ley de
empréstito”, cuya finalidad había sido la de financiar la expedición militar, entregando títulos a
los suscriptores de las tierras que iban luego a usurpar. Dicho sin eufe-mismos: ‘si aportás para
quitarles las tierras a los indí-genas, te doy a cam-bio parte del botín de guerra en forma de
títulos de tierras’.
La “ley de premios militares” fue otro modo de acceso a las tierras para los militares que
inter-vinieron en la cam-paña y para aquellos pocos caciques que también la apoyaron.
Don Felix Manquel nos cuenta:
“los llevaron a pie, los arriaron todo la toldería, los llevaron, los que se cansaban los mataban ahí,
los llevaron a Buenos Aires. .(...)
caminando a pie, parte, alguno a caballo, y así. Y ahí dece que al que cansaba alguno, y lo
sacaban el sable y le cortaban el garrón; y se quedaba sentao y ahí se moría y lo dejaban.... lo
trataban igual que un animal un hermano d’ella se cansó, no podía caminar y lo pegaron un
sablazo, no pudo caminar ese, entonces agarraron el sable y lo cortaron el garrón, atrás, un
hachazo así.
Por eso digo... la vida nuestra naide lo comprende como es”
Dice hoy Florentino Quinchafil de Ing Jacobacci
Vinieron los de afuera y trajeron el progreso digamos y eso fue lo que nos fue destruyendo,
entonces quedamos huérfanos, sin tierra, sin madre, bueno nos quisieron cortar de raíces, nos
quisieron sacar, borrarnos de la faz de la tierra, pero como la tierra es nuestra madre, ella misma
se sentía herida y volvió a reclamarnos y hoy estamos perteneciendo a ese tronco del que habían
quedado sus raíces, que habían quedado.
Bien creo que Futa Chau nuestro Padre y Ngenechen, también nos trajo, nos está juntando para
que nosotros vivamos defendiendo, veamos cuál es nuestro derecho y a partir de ahí estamos
todos a su manera, en su lugar.
De una manera u otra nos juntamos y de ahí debemos siempre encontrarnos el mismo
pensamiento de luchar por la tierra y el de seguir luchando y cada vez más esperanzados. La
esperanza de que nuestro Futa Chau está del lado de nosotros y quiere que un día tengamos
nuestra tierra.

EL GESTO FUNDACIONAL Y EL HORROR AL PASADO


La visión de la “generación del 80” está aún vigente. El protagonismo y el énfasis de las
historias regionales está puesto siempre en los nuevos inmigrantes, como si los actos
fundacionales de los nuevos pueblos o ciudades barrieran con la historia anterior. Dice
Humberto Giannini:
“El gesto fundacional se prolonga por la historia americana como un ritual, casi como un
automatismo: la obsesión de estos pueblos de empezar cada cierto tiempo, todo da capo; en
política , en educación, en economía; la obsesión de lo discontinuo y de no dejar rastros tras sí,
como si solo a través de la destrucción pudiera construirse algo. Diríamos, el olvido como técnica
para avanzar. El horror al pasado.”
Los gestos fundacionales y el horror al pasado -tan característicos de nuestra historia-
pretenden nublar continuamente nuestra visión acerca de los pueblos originarios.
Es fundamental para comprender nuestro pasado, continuar profundizando para que los
nombres de estos pueblos dejen de ser solo rótulos étnicos y se valorice su riqueza cultural en
toda su dimensión dentro de una dinámica histórica.
Algunos los llaman Poyas, otros Tehuelches, otros Günuna-Küne, ... pero sabemos
claramente que se habla de los mismos pueblos. Sus ancestros son aquellos que se vieron a
obligados a defender primero a sus familias de las malocas españolas, y después a luchar
contra las guerras de exterminio y usurpación.
Dice Carlos Martínez Sarasola:
“Es por tanto, un camino saturado de violencia, de sangre y de crueldades infinitas, y por eso
mismo no debemos olvidarlo.
Los indígenas, con las espaldas castigadas por todo ese bagaje de atrocidades que se descargan
sobre ellos, han sido y son parte de la historia argentina”
En nuestra región convivimos hoy con estos pueblos y vemos como sus identidades
siguen tejiendo su trama con toda la complejidad y la riqueza de las relaciones humanas.
El Bolsón Agosto de 2000
Agradecimientos: Quiero agradecer muy especialmente a Marta por su gran paciencia y por la
corrección de las distintas versiones del trabajo. A Jorge por su gratuidad y apertura. A mis
hermanos de fraternidad por ser sostén. A José María y Daniel por su incentivo para volver a
escribir. A Don Jaramillo, Doña Benita, Doña Lucerinta, Doña Amelia, y tantas personas que he
conocido en estos años y que me han abierto su corazón y me han permitido compartir la gran
sabiduría del pueblo Mapuche-Tehuelche.

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