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GRUPO: 5HM2
Bazo
Este órgano está situado debajo del diafragma, en la parte izquierda del abdomen. Está dividido en
tres zonas: una corteza protectora (en su parte externa), una pulpa roja (en el interior y la forman
una red de conductos) y una pulpa blanca (en el interior y se compone de células inmunes).
Sus principales funciones son proteger al cuerpo contra las infecciones, filtrar la sangre y guardarla
hasta que sea necesario y destruir las plaquetas y glóbulos rojos desgastados.
La linfa
Es un líquido transparente que recorre los vasos linfáticos, gracias a las contracciones de los
músculos y arterias y al movimiento de las extremidades del cuerpo. Es pobre en proteínas, pero rica
en lípidos y contiene glóbulos blancos y algunos microorganismos que son eliminados al pasar por el
filtro de los ganglios.
Las tres funciones que realiza este líquido son recolectar y devolver el líquido intersticial a la sangre,
proteger al cuerpo de los antígenos y absorber los nutrientes del sistema digestivo, transportándolos,
junto al oxígeno, a la circulación sanguínea.
Timo
Se encuentra en la zona media del cuerpo, detrás del esternón. En su interior existe una médula
llena de linfocitos T preparados para multiplicarse. Estos llegaron por el torrente sanguíneo desde la
médula ósea roja. Desde el timo son expulsados al bazo y a los ganglios linfáticos. Aunque este
órgano se atrofia a muy temprana edad (seis años), sigue funcionando pero con menor actividad.
Epistaxis: Hemorragia aguda de los orificios nasales, cavidad nasal o nasofaringe (producida en el
extremo cefálico del organismo.
La hemorragia nasal suele ser anterior, que se origina de un plexo vascular localizado en el tabique
anteroinferior (área de Kiesselbach). Menos comunes pero más graves son las hemorragias nasales
que se originan en el tabique posterior que reviste el hueso vómer, o lateralmente en el cornete
inferior o el medio. Las hemorragias nasales posteriores tienden a producirse en pacientes que
tienen vasos sanguíneos ateroscleróticos preexistentes o trastornos hemorrágicos y que sufrieron
cirugía nasal o de los senos.
Suele aparecer en individuos jóvenes, espontanea o favorecida por circunstancias como
manipulación digital intempestiva, exposición al sol, esfuerzo. Pueden ser inmediatas o diferidas
unas horas después de la manipulación.
Otorragia: Hemorragia a través del conducto auditivo externo. (Traumatismos de conducto auditivo
externo, perforación traumática de la membrana timpánica, fracturas de peñasco que afecten al
conducto auditivo externo, otitis media aguda, pólipos de conducto auditivo externo, tumores
vasculares del oído, neoplasias malignas infiltrantes del conducto y/o oído medio.
Hemoptisis: Expectoración de sangre proveniente de los pulmones o los bronquios causada por
alguna lesión de las vías respiratorias.
Hemoptisis de origen pulmonar: Tiene su origen, en la mayoría de las ocasiones, en las arterias
bronquiales, estas arterias nacen de la aorta torácica, salvo en las llamadas variantes anatómicas,
en las que pueden proceder de las arterias intercostales, la mamaria interna, la subclavia derecha o
la aorta abdominal; existiendo en las arterias bronquiales presiones similares a la sistémica. Algunas
hemorragias se producen a partir de ramas de las arterias pulmonares.
Ante toda hemoptisis conviene realizar un examen de cavidad oral y de las fosas nasales y además
si es posible una exploración otorrinolaringológica, para descartar un origen supra glótico del
sangrado. Los antecedentes cardiorrespiratorios y que la emisión de sangre se acompañe de tos,
disnea o dolor torácico, nos pude orientar hacia un sangrado broncopulmonar. La característica de la
sangre que procede de la vía aérea suele ser de un color rojo brillante de aspecto espumoso y de pH
alcalino.
Hemoptisis extrapulmonar: Las hemoptisis de origen extrapulmonar pueden deberse a una
enfermedad mitral, insuficiencia cardiaca, tromboembolismo pulmonar, enfermedad de rendu-osler,
hipertensión pulmonar, endometriosis alteración de la coagulación.
Hematemesis: Vomito con sangre fresca, no digerida, normalmente abundante, provocado por
una distención del estómago; por sangre procedente de una hemorragia del estómago, duodeno o
del esófago.
Melena: Signo clínico que refleja una hemorragia digestiva por la presencia de deposiciones con
sangre digerida. Es casi siempre manifestaciones de una hemorragia digestiva alta copiosa. (Ulcera
gastroduodenal, varices esofágicas, cáncer de esófago o cáncer gástrico)
Rectorragia: Salida de sangre no digerida por el ano, bien solo o mezclada con las heces. El color
de la sangre puede variar desde rojo brillante hasta granate, dependiendo de la localización del
sangrado y del tiempo transcurrido hasta si emisión al exterior. (Angiodisplasias, hemorroides,
fisuras intestinales, neoplasias de colon o divertículo de Meckel
Metrorragia: La metrorragia es el sangrado vaginal que ocurre entre los periodos menstruales de
una mujer, es decir, el sangrado que tiene lugar fuera de estos ciclos.
Palidez de piel y mucosas: Es una pérdida anormal del color de la piel normal o de las
membranas mucosas.
La palidez puede ser el resultado de una disminución del riego sanguíneo a la piel. También puede
deberse a una reducción de la cantidad de glóbulos rojos (anemia). La palidez de la piel es distinta a
la pérdida del pigmento cutáneo. La palidez está relacionada con la circulación de la sangre en la
piel más que con el depósito de melanina en esta parte del cuerpo.
Petequia: Puntos redondos y pequeños de color púrpura o marrón debido al sangrado debajo de la
piel. Puede darse en un área pequeña, debido a un traumatismo menor, o generalizado, por
extravasación de un número pequeño de eritrocitos cuando se daña un capilar. Las anormalidades
de las plaquetas o de los capilares se suelen asociar con petequias.
Equimosis: Define una lesión subcutánea caracterizada por depósitos de sangre extravasada
debajo de la piel intacta. Se clasifica como contusión simple y es un signo inequívoco de vitalidad.
Su tamaño puede variar. Se puede localizar en la piel o en la membrana mucosa.
Infecciones frecuentes:
Virus: síndromes mononucleosicos (VEB, CMV), hepatitis, herpes simplex, herpes-6, V-Z,
rubeola, gripe, sarampión, adenovirus, VIH, queratoconjuntivitis epidémica, vacuna.
Bacterias: estreptococo, estafilococo, brucelosis, toxoplasmosis, tularemia, salmonela,
peste, chancroide, melioidosis, muermo, tuberculosis, m. atípicas, sífilis primaria y
secundaria, difteria, lepra.
Clamydeas: linfogranuloma venéreo, tracoma.
Parásitos: toxoplasmosis, tripanosomiasis, leishmaniasis, filariasis.
Ficha de identificación
EDAD: En las Adenopatías los niños y jóvenes presentan adenopatías sin significado patológico con
mayor frecuencia debido a la mayor reactividad inmune. En menores de 40 años el riesgo de
malignidad es del 0.4% frente al 4% en mayores de 40 años.
El linfedema congénito se manifiesta antes de los 2 años y se debe a una aplasia o una hipoplasia
linfática. El linfedema precoz se manifiesta entre los 2 y los 35 años, típicamente en mujeres durante
la menarca o el embarazo. El linfedema tardío se desarrolla después de los 35 años.
La incidencia de linfoma llega a su máximo en individuos mayores de 70 años. El linfoma de no
Hodgkin es raramente encontrado en niños y lo más común es que se desarrolle en adultos
mayores. Menos del 1% de los diagnósticos de linfoma de no Hodgkin reportados en el 2001
ocurrieron en niños menores de 15 años. Los grupos de edad afectados más frecuentemente por el
linfoma de Hodgkin son adultos jóvenes (edad 15-40) y adultos mayores (arriba de 55).
El linfoma de Hodgkin afecta tanto a niños como a adultos. Es más común en dos grupos de edades:
de 15 a 40 años (con más frecuencia entre 25 y 30) y de 55 años en adelante.
Antecedentes heredofamiliares:
En Adenopatias enfermedades infecciosas en la familia (TBC, toxoplasmosis, rubéola)
En Linfedema: Antecedentes de cáncer de mama.
Los antecedentes familiares de obesidad y de celulitis son factores predisponentes de primer orden
para padecer celulitis, así como madres con problemas circulatorios, principalmente varicosos. Que
influyen en la depuración por el sistema linfático.
En el linfedema, una cirugía por vaciamiento ganglionar o cáncer de mama o insuficiencia venosa
crónica. Enfermedad de Milroy, Enfermedad de Meige.
Individuos con enfermedades autoinmunes tienen un alto riesgo de desarrollar linfoma. Ejemplos de
enfermedades asociadas con el riesgo de desarrollar linfoma incluyen: Diabetes tipo 1 y artritis
reumatoide.
La infección con ciertos virus y bacterias están asociados con un aumento en el riego de linfoma.
Éstos incluyen:
Virus de inmunodeficiencia humana (VIH): este virus es el agente causante del SIDA.
Virus de Epstein-Barr (VEB): la infección del VEB está asociada con un aumento en el
riesgo de linfoma. En ciertas regiones geográficas, incluyendo África, la infección del VEB
está asociada con el linfoma de Burkitt.
Virus de la hepatitis C (VHC): el rol del VHC en el riesgo de linfoma no es muy claro.
Virus linfotrópico de células T humano Tipo 1(HTLV-1): este virus está asociado tanto con
linfomas como con leucemias.
Helicobacter pylori (H. pylori): esta bacteria infecta el estómago y se piensa que causa úlceras. La
infección también está asociada con un aumento en el riesgo de linfomas del estómago.
Antecedentes ginecológicos
Los cambios hormonales que presenta la mujer como la pubertad, embarazo, post-parto,
menopausia o el uso de anticonceptivos, están en relación con la aparición de celulitis; tanto los
estrógenos como la progesterona tienen efecto directo sobre el tejido graso, siendo responsables del
aumento de volumen de los adipocitos en zonas específicas del cuerpo de la mujer.
Embarazo, partos, abortos, menopausia y métodos anticonceptivos pueden desencadenar una
celulitis por impedimento de depuración del sistema linfático.
Factores de riesgo
Edad avanzada
Sobrepeso u obesidad
Tumor que afecta o bloquea los ganglios o conductos linfáticos de cuello, torax, axila, pelvis
o abdomen.
Palpación
Ganglios dolorosos- Inflamación
Ganglios indurados y/o móviles – Sugestivo de neoplasia
Ganglios indurados, pequeños y móviles – infecciones crónicas.
Porque los ganglios linfáticos se distribuyen por todo el cuerpo, su evaluación lleva a cabo como
parte de los exámenes regionales de la cabeza y cuello, pecho y axilas, extremidades superiores, los
órganos genitales externos o extremidades inferiores. Es mejor usar las pastillas del dedo índice y
medio en cuenta tamaño, forma, número, flexibilidad, textura, movilidad y sensibilidad de ganglios
bilateral.
Con el cuello del paciente ligeramente hacia delante flexionado, inspeccione si hay
ampliación del nodo de notablemente visible.
Para cada uno de los siguientes pasos, plan de palpar los ganglios de cabeza y cuello con
las dos manos, una a cada lado. En muchos casos, los nodos no son palpables.
Palpe los ganglios preauriculares, posteriores auriculares y mastoideas delante de la oreja,
detrás de la oreja y superficial a la apófisis mastoides, respectivamente.
Palpe los ganglios occipitales posterior y en la base del cráneo.
Palpe los nodos tonsillar situados en el ángulo de la mandíbula, la mitad de los nodos
submandibulares entre el ángulo y la punta y los nodos submentales unos centímetros de la
punta. Tenga en cuenta que los nodos submandibulares necesitan distinguirse de la
glándula submaxilar subyacente, que es más grande y lobuladas.
Palpe los ganglios cervicales anteriores y superficiales en frente y que recubre el músculo
esternomastoideo, respectivamente. Los nodos cervicales profundos, bajo el músculo
esternocleidomastoideo, son raramente palpables.
Palpe los ganglios cervicales posteriores entre el borde anterior del trapecio y el borde
posterior de la esternomastoideo.
Palpe los ganglios supraclaviculares dentro del ángulo formado por el músculo
esternocleidomastoideo y la clavícula. Algunos cánceres abdominales y pulmón
metastatizan a estos nodos, por lo que pueden ser descubiertos durante el examen.
Palpe los ganglios infraclaviculares en la parte inferior de la clavícula.
Para examinar los ganglios axilares izquierdos, pararse en frente y a la izquierda del
paciente sentado, apoyando el brazo del paciente relajado izquierdo en la muñeca o el codo.
Informar al paciente que el examen puede sentirse un poco incómodo.
Llegar a tu mano derecha arriba de la axila izquierda, justo por detrás del músculo pectoral,
con los dedos apuntando hacia la clavícula medio. Presiona los dedos contra la pared
torácica y deslícelos hacia abajo para sentir los ganglios centrales.
Si no ha hecho todavía, palpe la infraclavicular (apical) y los ganglios supraclaviculares.
Mientras que el brazo izquierdo todavía apoya al paciente, palpe los ganglios epitroclear,
que se encuentra medialmente unos 3 cm por encima del codo.
Repita los pasos 2.1-2.5 en la axila derecha del paciente y de la extremidad superior con la
mano izquierda.
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