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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Educación Universitaria “Ciencia


y Tecnología”
Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales “Rómulo
Gallegos”
Programa de Formación en Derecho
Área de Ciencias Políticas y Jurídicas

“TEM Unidad Curricular: Obligaciones I


San Juan de los Morros

A 16- Edo. Guárico


3er Año- Sección 1

La
Culpa,
TEMA
17-El
Daño y
la
Profesor: Integrantes:

Donaire Emilio Caldera Fabiola V. 27.238.760

TEMA Castro Ignacio V. 27.863.806

García Fabiola. V.27.408.804

18- Rojas Loreana. V.27.049.399

Relació Torrealba María V. 28.174.178

Octubre, 2020

n de
Causali
dad”
El derecho civil Obligaciones es muy amplio, dentro de este nos topamos
con la responsabilidad civil por hecho ilícito, la cual en sentido amplio es una
institución jurídica destinada a proporcionar a quien ha sufrido un daño como
consecuencia de la conducta, activa u omisiva, de otra persona, los mecanismos
jurídicos necesarios para obtener su reparación o una compensación, en otras
palabras la responsabilidad civil es la obligación de resarcir que pesa sobre el
patrimonio de la persona que ha causado un hecho ilícito. Se distingue entre
responsabilidad civil contractual y extracontractual, según derive de un contrato o
de una fuente distinta a éste. De tal suerte que cuando la “obligación” de reparar
el daño causado no deriva de un contrato o cuasicontrato, sino que es
consecuencia de la inobservancia del deber general de no dañar a los demás
estamos antes la “responsabilidad civil extracontractual”. El hecho ilícito es,
como todo acto contrario al ordenamiento jurídico vigente, generado por la
intención, la imprudencia, impericia, negligencia mala fe, abuso de derecho e
inobservancia normativa de una persona (agente) que tiene por contrapartida una
responsabilidad civil en favor de otra persona (víctima) que debe cubrir el agente
del daño. Para que exista responsabilidad extracontractual, se necesita que se
den tres elementos o requisitos: en primer lugar, un incumplimiento contractual o
hecho ilícito; en segundo lugar, un daño que pueda ser reparado; y, en tercer
lugar, una relación de causalidad entre los dos elementos anteriores, en
Venezuela está generalmente aceptado que el daño material (daño emergente y
lucro cesante) es reparable, tanto en el ámbito de la responsabilidad contractual,
como en el ámbito de la responsabilidad extracontractual, en cambio, el daño
moral es reparable en el ámbito de la responsabilidad extracontractual únicamente
(esto es en el entendido de que, si la acción u omisión de una de las partes
de un contrato causa un daño moral a la otra parte, aquélla puede ser
obligada a indemnizar a ésta, siempre y cuando tal acción u omisión,
haciendo abstracción del contrato que une a ambas partes, configure un
hecho ilícito generador de daño moral, conforme a los artículos 1185 y
siguientes del Código Civil). Respecto a esto existen tres nociones doctrinarias
que se refieren a la aceptación y cumplimiento del hecho ilícito y la respectiva
indemnización; la teoría subjetiva sostiene que el daño es sufrido por la víctima,
a menos que este pruebe que el agente lo causo por acto intencional o culposo,
esto quiere decir que, cada quien debe responder por el daño que cause, si ha
actuado con negligencia, impericia o imprudencia; por otro lado tenemos la teoría
objetiva, esta teoría plantea que la persona que cause un daño debe repararlo, al
margen de que haya tenido o no la culpa en el hecho o de que la víctima haya
contribuido o no en la producción del daño; y por ultimo existe una tercera
corriente que sostiene que los daños causados a los particulares deben ser
indemnizados por el Estado, esto es razón de solidaridad social, según lo antes
explicado es de entenderse que en Venezuela se acoge la teoría subjetiva
fundamentando en el artículo 1185 del Código Civil “el que con intención,
imprudencia o negligencia causa un daño a otro está obligado a repararlo”.
Savatier, define la culpa como “la inejecución de un deber que la persona
debía conocer y observar”. En este mismo orden de ideas existe un llamado
sistema de apreciación de la culpa que a su vez se clasifica en dos; 1) in
abstracto de la culpa y el 2) in concreto de la culpa; el primero sostiene que
para determinar si existe culpa en la actuación de una persona, debe compararse
la conducta desarrollada por ella en el momento dado, con la conducta que
hubiera puesto en práctica una persona abstracta ideal, dotadas de determinadas
cualidades o defectos y colocada en las mismas circunstancias externas de la
persona cuya conducta se quiere calificar. Si la conducta del deudor no
corresponde con la del ente abstracto, sí es un hecho que éste no hubiese
ejecutado, aquél habrá incurrido en culpa, ese ente abstracto era para los
romanos el páter familia, este sistema se presta para determinar cualquier grado
de culpa; y el segundo, se guía en que, para determinar la culpa debe compararse
la conducta desplegada por el sujeto en un momento dado y que se desea
calificar, con la conducta habitual que normalmente desarrolla ese mismo sujeto
en la vida diaria. El criterio que cuenta con más aceptación de la doctrina es el de
apreciación in abstracto de la culpa; sin embargo, la practica aconseja la
aplicación de la apreciación in concreto de la culpa. En este mismo sentido, se
explica la graduación de la culpa, que no es más que el grado, es decir grave o
no grave, cuando hablamos de culpa grave nos referimos a que no se empleó el
debido cuidado en la labor que se ejecutaba o en el negocio ajeno que se
encomendó, es decir, que no se empleó el cuidado que aun las personas
negligentes emplearían. Esta clase de culpa es la que más se acerca al dolo,
podemos describir entonces este tipo de culpa como una culpa casi que se
equipara al dolo, ya que la persona que desarrolla la conducta bien sea activa u
omisiva, conoce que debe o no hacer. Sin embargo, podemos decir que existe una
zona limítrofe entre la culpa grave y el dolo ya que dicha acción u omisión se da
por un incumplimiento directamente no querido, no existe la intención de causar el
daño o perseguir el fin único. Continuamente, se habla de la culpa de leve,
levísima, o no grave, que es la culpa propiamente dicha, la que describe
exactamente lo que es la culpa, un comportamiento que bien sea por impericia,
por negligencia, inobservancia desarrolla una conducta positiva o negativa causa
un daño, en Derecho civil podemos hablar de una culpa leve, como un grado
inferior al de la culpa lata (culpa grave), el deudor incurre
en negligencia por omisión de los cuidados y precauciones usados habitualmente
por la gente prudente. Esto es si hablamos de una simple graduación o clases de
culpa, también podemos hablar de la distinción que hace Mazeaud, distingue:
Culpa intencional lllamada delictual en el caso de la responsabilidad
extracontractual. Llamada dolosa en el caso de la rresponsabilidad contractual. En
segundo lugar, Culpa no intencional, en tercer lugar, cuasidelictual en la
responsabilidad extracontractual. Y No dolosa, por imprudencia o negligencia en
el caso de la responsabilidad extracontractual. Lo importante de la distinción Al
tratarse de una culpa intencional, pues el autor ha querido causar ese daño, la
noción de culpa la constituye esa mala intención. Así que basta que el juez realice
un examen subjetivo, es decir “en concreto” de la actuación del deudor. Esto
quiere decir que tomará en cuenta las circunstancias externas que rodearon el
hecho, como aquellas internas y particulares del sujeto (Como lo es la intención
particular de causar daño). Al tratarse de una culpa no intencional, la doctrina
varía su criterio en cuanto a si se debe valorar en concreto o en abstracto; en
Venezuela se asume la segunda posición. ¿En qué consiste? Pues se analiza si
en esa misma circunstancia la actuación de un sujeto será de la misma manera.
Lo que hace es valorar las circunstancias externas. Ejemplo. Un médico en una
medicatura rural, falto de aparatos y tecnología hace un diagnóstico errado, lo que
hace el juez es colocar a ese médico en circunstancias adecuadas para realizar el
diagnóstico y precisar si actuaría de la misma forma. Si nos remontamos un poco
a la historia de la culpa específicamente en la romana, los romanos distinguieron
distintos grados de culpa. La culpa grave o culpa lata es la negligencia extrema, a
la que definían como no entender lo que todos entienden, que en este caso se
asimilaría en sus consecuencias al dolo para el responsable del actuar culposo. La
culpa leve era no poner la diligencia que pondría un buen padre de familia. Estos
casos comprenden categorías de la culpa in abstracto, o sea, basadas en una
referencia ideal. Cuando se considera la culpa en relación al propio sujeto que
actuó en el hecho se llama culpa in concreto. En este caso cabe tomar en cuenta
las características particulares del sujeto, si es distraído, si es ordenado, si es
cuidadoso en general con sus propias pertenencias. En la época de Justiniano en
cuanto a la responsabilidad civil siempre se respondía por culpa grave y solo
respondían por culpa leve in abstracto, quienes obtenían alguna ventaja del
negocio, como el comodatario o el mandatario. Por culpa leve en concreto tenían
responsabilidad el marido por la restitución de los bienes dotales, el condómino,
los socios y el tutor. Actualmente existiendo culpa leve, se hace responsable al
autor de la reparación del daño ocasionado, en miras a no perjudicar a la víctima.
Resaltamos el hecho de que no importe en materia civil, el grado de culpa, sino la
reparación del daño causado por parte del deudor, diferente en materia penal, que
de la graduación del comportamiento desarrollado se impondrá la pena. En
conclusión, solo se persigue la protección jurídica del acreedor que ha sido
perjudicado por el hecho ilícito cometido, y que el deudor cumpla con la
responsabilidad civil extracontractual, es decir, el cumplimiento de la obligación de
dar o hacer. Continuando con otro de los elementos que integra al hecho ilícito, se
encuentra el “Daño” y que comprende en sentido jurídico, la disminución o
perdida tanto de valores económicos o morales que sufre una persona
determinada, que debe ser reparado y así entonces, cada daño proveniente de un
hecho ilícito implica para quien lo causa, la responsabilidad de repararlo; de modo
que, quien con intención negligencia o imprudencia haya causado un daño a otro
queda obligado a repararlo y lo que conlleva, un deber jurídico a todo individuo en
desarrollar su actuar, sin causar daño a otros con intención, negligencia o
imprudencia, pero que al causar el daño en dichas circunstancias, el deber jurídico
se incumple y como consecuencia de la violación, se debe reparar el daño
causado. Lo cual ocurre, cuando se encuentran en el daño determinados
requisitos o elementos, siendo el daño capaz de ser reparado (indemnizado) y
darse la “Reparación Civil”, al ser determinado o determinable, donde las
partidas que pretenda la víctima del hecho indemnizar, deben encontrarse
perfectamente determinadas y cuantificadas en la demanda o reclamación porque
es imposible obtener una indemnización al no determinar ni probar como se debe,
los daños que ha sufrido la víctima del hecho, este requisito implica también que
el daño sea cierto, donde no existe duda de su realidad siendo experimentando
o al tener certeza absoluta que se experimentara en el futuro, del cual puede
reclamarse su reparación, que no conlleva que ya se haya producido y lo otro que
implica es, que el perjuicio eventual no es indemnizable, donde al existir duda
si se realizará o no el daño, la acción de responsabilidad civil no puede ser
admitida y eso porque el daño cierto se opone al daño eventual, que depende de
un acontecimiento futuro e incierto, ósea aquel que puede o no producirse;
ocasionar una lesión al derecho de la víctima, dado que el solo interés no es
indemnizable y entonces, debe haber el daño ocasionado al derecho de la víctima
una lesión; no haber sido reparado ya, porque la víctima puede obtener la
reparación sólo una vez, donde al ser indemnizada inmediatamente desaparece el
perjuicio y solicitar un nueva reparación, ya no procede; ser personal a quien lo
reclama, así aquella o aquellas personas que ha sufrido el daño (titular), tienen la
acción para reclamar los daños causados y en efecto solicitar la indemnización,
donde al morir el titular que tiene el derecho a intentar la acción se tramite a sus
herederos; así pues, dicho daño de cual fuera su clase, debe reunir cada uno de
los requisitos que antes hemos examinado y con lo cual, puede ser indemnizado.
También es de notar, que el daño puede afectar el patrimonio de la persona y nos
referimos aquí al daño patrimonial, que consiste en una pérdida o disminución de
tipo económico que una persona experimenta en su patrimonio. Además, el daño
se expresa de muchas maneras y así se distinguen diversas clases, que
comprende las siguientes; el daño material, afecta en el ámbito patrimonial del
sujeto al producirse en un bien u cosa física propiedad de la víctima, como un
automóvil y debe ser indemnizado de acuerdo al valor que tiene la cosa al tiempo
del hecho ilícito, causante de la destrucción total o parcial de este, o de su avería;
a su vez, el daño material se subdivide en, daño emergente, que disminuye
inmediatamente el patrimonio y el lucro cesante, que priva el incremento del
patrimonio ulterior al hecho dañoso. En otra clase de daño, se ubican el daño
previsible que pudo ser predicho al momento que se asumió la obligación
contractual y contrario a este se encuentra, el daño imprevisible que no logra ser
anticipado por las partes. Por otro lado, están los daños patrimoniales a objetos
incorporales que recaen sobre un bien incorporal más no en una cosa corporal,
con consecuencias en la esfera patrimonial o económico de la víctima y donde se
encuentran los daños provocados por la práctica desleal en el comercio, que
repercute en la esfera patrimonial del comerciante víctima del hecho. También se
encuentran los daños a la salud o a la vida de una persona, que tienen
repercusión en la esfera económica o patrimonial de esta, que ha causado el daño
producto del hecho ilícito y que tienen un doble aspecto, un daño material que
consiste en los gastos médicos y hospitalarios, y una incapacidad temporal o
permanente. Tenemos por otro parte, el daño concubinario causado a uno de los
miembros de la pareja donde el concubino o concubina, tiene el derecho de
reclamar una indemnización al morir su pareja como consecuencia de un hecho
lícito y así tiene el concubino o concubina, el derecho a reclamar al agente del
hecho ilícito, la reparación del daño patrimonial causado con la muerte de su
pareja. Y, por último, opuesto al daño material está el daño moral, que perjudica
en el ámbito extrapatrimonial del sujeto al afectar su honor, reputación, libertad
personal y sus sentimientos, y por lo cual viene hacer, la perdida que sufre una
persona en sus bienes inmateriales; esto es, sus sentimientos, dolencias,
relaciones de familia, o todos aquellos que constituyen sus bienes no
patrimoniales. Como vemos, el daño moral consiste en el dolor sufrido por la
persona y las consecuencias extramatrimoniales de ese daño, que no le permiten
a la víctima disfrutar de manera plena de los goces de la vida, el cual deben ser
indemnizado donde para que proceda su indemnización, es indispensable la
prueba del hecho ilícito que lo genere y podemos afirmar entonces, que surge el
derecho a reclamar la indemnización por el daño moral, al ser probado el hecho
ilícito; este daño lo clasificado la doctrina en daños morales que afectan la parte
social del patrimonio moral de la persona, que en lo general produce descredito
con alcance al patrimonio per que resultan fáciles de evaluar en dinero y daños
que afectan exclusivamente la parte efectiva del patrimonio moral,
refiriéndose a un estado de ánimo, como el dolor que sufre una madre por la
muerte de un hijo, que no presenta tan fácilmente una tabulación en dinero. Ahora
bien, encontramos en el plano doctrinario criterios en cuanto la resarcibilidad del
daño moral que apuntan en dos direcciones, una en si se debe reparar el daño
moral y en otra, si no se debe reparar; por tanto, algunos explican que el daño
moral es irreparable y donde la indemnización patrimonial viene hacer una pena
privada de carácter compensatorio dado que tiende a compensar la pérdida que
sufre la víctima, además sostienen que por lo menos en forma pecuniaria el daño
moral no se puede ni se debe reparar y esto basado, en que no puede
ponderarse ni tasarse, el sufrimiento psíquico en porcentajes económicos (ni
monetarios, ni materiales) para quienes estaban a favor grotesco e inmoral, que
el sufrimiento por ejemplo de una madre por la muerte de un hijo pudiera
repararse con dinero; en cambio, otros autores sostienen que si se puede resarcir
el daño moral pudiendo ser reparado de forma pecuniaria, porque estos van más
allá, explicando que no se trata de pagarle a la víctima por el sufrimiento vivido ni
mucho menos regresar a la víctima al estado en que se encontraba antes del
hecho y esto es porque ciertamente no sería posible, ni siquiera en determinados
casos de daños materiales. Donde para estos autores, reparar simplemente
significa, procurar una satisfacción equivalente y tratándose de un daño moral,
solo es posible mediante una suma de dinero porque quien lo padeció, puede
desde sus ópticas ser satisfecho, por ejemplo, mediante un periodo vacacional y
así compensar un momento desagradable con un momento agradable. En la
doctrina, también se planteó la procedencia o no del daño moral en materia
contractual y donde para gran parte de los autores, el daño moral solo es
susceptible de producirse en materia de responsabilidad civil delictual, negando su
existencia en materia de responsabilidad contractual porque sustancialmente las
relaciones contractuales son fundamentales de orden patrimonial y el daño moral
entonces no procede en materia contractual, porque no tiene naturaleza
patrimonial, donde se ve por parte de la jurisprudencia, inclinación al no acordar
indemnización por daño moral en materia contractual y si admitirla en materia
delictual. Aunado a esto, al observa el régimen legal del daño moral en la
evolución que ha sufrido nuestro Código Civil y respecto a la indemnización por
daño moral, logramos ver que antes de la promulgación del Código Civil en el año
1942 no estaba consagrado en ninguna norma legal dicha acción aunque en la
doctrina y jurisprudencia esta si se admitía, pero solo en materia de
responsabilidad civil delictual, discutiéndose a través del tiempo si la enumeración
de casos morales contemplados en el artículo 1.196 de nuestro Código Civil,
inspirado en el proyecto Franco–Italiano de las obligaciones, son taxativas o
enunciativas, claro es predominante el criterio, tano en doctrina, como en la
jurisprudencia, por eso aclara el legislador que la enumeración de los daños
morales expresada en el citado artículo 1.196 son enunciativas y no taxativas
considerando que es importante resaltar que en líneas generales, que tanto la
doctrina, como la jurisprudencia por dejar al juez amplias facultades para la
apreciación y estimación del daño moral, ya que sustancialmente se le confiere la
potestad a la discreción y prudencia del juez, para que este califique la extensión y
cuantía de los daños morales, entonces es pertinente deducir que del análisis de
la jurisprudencia se extraen ideas que por lo general norman el criterio del juez
para la apreciación de los daños morales y donde a consideraciones del maestro
“Maduro Luyando” aun cuando en algunas sentencias se han ordenado
determinar la cuantía del daño moral por expertos, tal doctrina resulta inaceptable,
porque no hay expertos en daño Moral. Ahora bien, como se expresó en líneas
anteriores, la responsabilidad civil es la obligación de responder ante la justicia por
un daño, y de reparar sus consecuencias indemnizando a la víctima, y las
obligaciones de reparar dichos daños, no se derivan sólo de los contratos, sino
que nacen también a consecuencia de ciertos actos o hechos ilícitos en que
intervenga cualquier especie de culpa o negligencia. El artículo 1.196 del Código
Civil venezolano establece que la reparación se extiende a todo daño material o
moral causado por el acto ilícito. De este modo, la relación de causalidad es el
tercer elemento constitutivo esencial de la responsabilidad civil. La causalidad es
un medio de conexión de la conducta con el consiguiente efecto, por lo general de
una lesión. Para que el deudor quede obligado a reparar los daños y perjuicios, es
necesario que esos daños y perjuicios sean consecuencia directa de un hecho
imputable al deudor, bien sea por culpa probada o presunta del agente del daño o
por imputarle la responsabilidad al deudor que se encuentra en determinada
situación jurídica respecto del hecho de una persona o de una cosa. El
discernimiento de relación de causalidad no comprende solamente el vínculo o la
relación de tipo físico entre la culpa y el daño, sino también una relación causal
entre el hecho de la persona demandada como responsable y el daño. En este
mismo orden de ideas, cabe indicar que no debe mezclarse la relación de
causalidad con la culpa o dolo, pues ello claramente lo indica el artículo 1.275 del
Código Civil venezolano: el incumplimiento ya sea doloso o culposo trae consigo la
misma consecuencia, la reparación se limita al daño directo e inmediato.
Igualmente, el Código Civil emplea en materia de responsabilidad civil, la noción
de la relación de causalidad en sus dos alcances: como vínculo de causalidad
física señalada en los artículos 1.185, 1.190, y 1.194 ejusdem y, como vínculo de
causalidad jurídica establecido en los artículos 1.192, 1.193 y 1.194 ejusdem.
Debe señalarse que existen dos teorías causales: una de inspiración filosófica y
otra de inspiración científica; la primera hace mención a la equivalencia de
condiciones que procura mediante el método de eliminación mental, elevar el
rango de causa a todos los antecedentes sin los cuales no se habría producido el
evento; su mayor debilidad está en que coloca todo el énfasis en el factor física o
mecánicamente más cercano y omite demostrar lo único que realmente interesa,
la causa del evento. Respecto a la segunda teoría, esta hace referencia a la causa
eficiente, que, a diferencia de la equivalencia de condiciones, sostiene que no
todas las causas son iguales, sino que algunas son más eficientes que otras para
producir un resultado. Por otro lado, el nexo causal o vínculo de causalidad, es
el enlace entre un hecho culposo con el daño causado, es una relación causa-
efecto que permite establecer los hechos susceptibles de ser considerados
determinantes del daño y cuál de ello es el que ocasionó el perjuicio tangible. Esta
relación de causalidad es imprescindible para reclamar los daños causados al
autor o responsable. Para que exista responsabilidad civil no se requiere tan solo
de la existencia de una falta y de un perjuicio, pues puede haber una falta que no
ocasiona un daño o puede haber un daño sin que haya falta. En consecuencia, el
autor de una falta no tiene que reparar, sino los perjuicios que sean la
consecuencia exclusiva de esa falta. Por tanto, la causalidad únicamente tiene
sentido jurídico cuando sea prevista o previsible por el sujeto, de donde se sigue
que la previsión es algo que constituye el contenido de un juicio, cuyas
características son las propias del juicio de posibilidad a que se refería la teoría de
la causa adecuada, y cuyo sentido fundamental es el de servir de base al acto de
la voluntad. Para Concluir, debemos saber que, la mayoría de las figuras jurídicas,
están conformadas por su historia, evolución, y unas diversas teorías; entiéndase
por teoría, un conjunto de hipótesis comprobadas, aplicables a un determinado
campo, que deben cumplir con unas determinadas reglas, que permitan extraer
consecuencias de la misma. En el caso de este último elemento del Hecho Ilícito,
la Relación de Causalidad; encontramos las siguientes Teorías: Teoría de la
Causa más Próxima, Teoría de la Causa Efectiva o Desencadenante, Teoría
de la Equivalencia de Condiciones, y la Teoría de la Causalidad Adecuada;
cada una de ellas tiene por supuesto una diferencia en cuanto a la responsabilidad
que ocasionan, desde un punto de vista Penal, a un Punto de vista Civil, siendo
este en el cual nos enfocamos, y que nace, cuando concurren diversas
concausas, de las cuales se tiene que puntualizar cual es la que generó a través
de esa unión entre la culpa y el Daño, la Responsabilidad del agente, es decir, la
acción antijurídica no genera responsabilidad, sino media entre el hecho y el daño
una relación o nexo de causalidad, de ahí puede afirmarse, que la relación de
causalidad es un presupuesto de la responsabilidad civil. La primera Teoría,
relacionada a la “Causa más Próxima”, ha generada grandes discusiones
doctrinarias, incluso desde la historia y la evolución de los códigos, ya que, en
Italia, se acogía al limitar el resarcimiento del daño a las consecuencias
inmediatas y directas del incumplimiento, y en Francia, se estudia el nexo causal,
del cual, los daños y perjuicios indemnizables sólo comprenderán aquellos que
sean la directa e inmediata consecuencia del incumplimiento de la Obligación; sin
embargo, esta teoría mantiene su idea, de que la consecuencia se genera, debido
a que esa diversa causa, se encuentra más próxima al resultado, sin importar, que
haya sido la ultima en asociarse a las restantes. La segunda teoría, de la Causa
mas Efectiva o Desencadenante, es una de las más interesantes, y que se
puede estudiar desde dos puntos de vista, uno “Cuantitativo”, ya que el enfoque
parte de la fuerza que produjo el daño, y la del resultado más eficaz y activo, es
decir, a través de ella los doctrinarios establecieron, que no basta comprobar que
un hecho ha sido antecedente de otro para que su causa sea eficiente, sino, que
tenga la fuerza de producir semejante resultado; y el segundo enfoque, es el
“Cualitativo”, no se establece más, ni menos, sino que la causa en cuanto a sus
antecedentes este inmersa en el contenido del efecto por su mayor eficacia interna
en el proceso causal. La tercera teoría, de la “Equivalencia de Condiciones”,
tiene su objetivo en determinar cuales son los hechos sin los cuales no se habría
producido el daño, para que así el juez pueda determinar cuales son los hechos
causales; y, si en la investigación de dichos hechos hay culposos, todos serán
causales, sin importar el grado de la culpa en cuanto a la responsabilidad del
agente; ya que si recordamos lo ya estudiado y analizado, muy claro establece el
elemento de la culpa, que sin importar su grado, por ejemplo “Levísima”, genera
responsabilidad Civil; el otro enfoque de esta teoría, es cuando concurren diversos
hechos generadores de daño, pero uno solo de ellos con carácter culposo, pues el
agente que la ejecuto queda como único responsable del daño. Claro está, que
todo lo explicado anteriormente queda sometido a la óptica del juez, quien de
acuerdo a su competencia evaluará la participación de todos los coautores en el
hecho. Y por ultimo se encuentra la “Teoría de la Causalidad Adecuada”, que
no por ser la ultima es la menos importante, al contrario, establece unos supuestos
que permiten entender claramente que, en el Hecho considerado como causa, y el
resultado que lo produjo debe existir cierta adecuación; siendo esto lo que ha
generado su confusión con la Relación de Causalidad como elemento del hecho
del ilícito, pero, en líneas generales se considera que la causalidad adecuada es
aquella idónea para determinar los efectos o consecuencias del obrar del agente.
Para esto, el ejemplo más claro, es el que nos establece el Doctor Freddy
Zambrano, “Una persona que recibe una pequeña herida de bala en una
pierna, y cuando es trasladado a la clínica, la ambulancia choca con otro
vehículo, ocasionándole contusiones que agravan su condición actual,
cuando finalmente es tratado, se presencia una negligencia médica y se
produce una infección en la herida que ocasiona la muerte” aplicando la
teoría, y la lógica jurídica, sabemos que la causa más adecuada que ocasionó la
muerte del paciente fueron las complicaciones que surgieron por la negligencia
médica; es menester resaltar, que esta teoría va respaldada por sus raíces
romanas, en cuanto a la Ley Aquilia se refiere; por la obligación a reparar el daño,
por más levísima que sea la culpa. Finalizando este ensayo, se puede dar por
entendido, que estudiar el hecho ilícito a profundidad, amerita el desglosamiento
de sus elementos, por ser una figura jurídica con tanta importancia en el Área del
Derecho Civil- Obligaciones en cuanto a la responsabilidad civil extracontractual
se refiere; asimismo, se pudo entender, que se tiene que analizar y aplicar lógica
jurídica cuando se menciona que son tres elementos que van de la mano, porque
ciertamente, es así, pero cada uno tiene unos requisitos una razón de ser, incluso,
como el lector pudo notar, están conformados por teorías, historia, doctrinarias,
discusiones, en sí, un todo, que se explican con la finalidad de determinar en su
totalidad cual es la responsabilidad por los daños ocasionado. Es decir,
concluimos que el Hecho Ilícito es una acción extracontractual que ejecuta un
agente, con los prenombrados elementos constitutivos fundamentales del mismo,
los cuales van a permitir evaluar su relación de causalidad en el hecho, por la
culpa en todos sus grados y el daño ocasionado, para así, determinar su
responsabilidad sobre el hecho ocasionado.

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