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Continuando con otro de los elementos que integra al hecho ilícito, se encuentra

el “Daño” y que comprende en sentido jurídico, la disminución o perdida tanto de


valores económicos o morales que sufre una persona determinada, que debe ser
reparado y así entonces, cada daño proveniente de un hecho ilícito implica para
quien lo causa, la responsabilidad de repararlo; de modo que, quien con intención
negligencia o imprudencia haya causado un daño a otro queda obligado a
repararlo y lo que conlleva, un deber jurídico a todo individuo en desarrollar su
actuar, sin causar daño a otros con intención, negligencia o imprudencia, pero que
al causar el daño en dichas circunstancias, el deber jurídico se incumple y como
consecuencia de la violación, se debe reparar el daño causado. Lo cual ocurre,
cuando se encuentran en el daño determinados requisitos o elementos, siendo el
daño capaz de ser reparado (indemnizado) y darse la “Reparación Civil”, al ser
determinado o determinable, donde las partidas que pretenda la víctima del
hecho indemnizar, deben encontrarse perfectamente determinadas y cuantificadas
en la demanda o reclamación porque es imposible obtener una indemnización al
no determinar ni probar como se debe, los daños que ha sufrido la víctima del
hecho, este requisito implica también que el daño sea cierto, donde no existe
duda de su realidad siendo experimentando o al tener certeza absoluta que se
experimentara en el futuro, del cual puede reclamarse su reparación, que no
conlleva que ya se haya producido y lo otro que implica es, que el perjuicio
eventual no es indemnizable, donde al existir duda si se realizará o no el daño,
la acción de responsabilidad civil no puede ser admitida y eso porque el daño
cierto se opone al daño eventual, que depende de un acontecimiento futuro e
incierto, ósea aquel que puede o no producirse; ocasionar una lesión al derecho
de la víctima, dado que el solo interés no es indemnizable y entonces, debe haber
el daño ocasionado al derecho de la víctima una lesión; no haber sido reparado
ya, porque la víctima puede obtener la reparación sólo una vez, donde al ser
indemnizada inmediatamente desaparece el perjuicio y solicitar un nueva
reparación, ya no procede; ser personal a quien lo reclama, así aquella o
aquellas personas que ha sufrido el daño (titular), tienen la acción para reclamar
los daños causados y en efecto solicitar la indemnización, donde al morir el titular
que tiene el derecho a intentar la acción se tramite a sus herederos; así pues,
dicho daño de cual fuera su clase, debe reunir cada uno de los requisitos que
antes hemos examinado y con lo cual, puede ser indemnizado. También es de
notar, que el daño puede afectar el patrimonio de la persona y nos referimos aquí
al daño patrimonial, que consiste en una pérdida o disminución de tipo
económico que una persona experimenta en su patrimonio. Además, el daño se
expresa de muchas maneras y así se distinguen diversas clases, que comprende
las siguientes; el daño material, afecta en el ámbito patrimonial del sujeto al
producirse en un bien u cosa física propiedad de la víctima, como un automóvil y
debe ser indemnizado de acuerdo al valor que tiene la cosa al tiempo del hecho
ilícito, causante de la destrucción total o parcial de este, o de su avería; a su vez,
el daño material se subdivide en, daño emergente, que disminuye
inmediatamente el patrimonio y el lucro cesante, que priva el incremento del
patrimonio ulterior al hecho dañoso. En otra clase de daño, se ubican el daño
previsible que pudo ser predecido al momento que se asumió la obligación
contractual y contrario a este se encuentra, el daño imprevisible que no logra ser
anticipado por las partes. Por otro lado, están los daños patrimoniales a objetos
incorporales que recaen sobre un bien incorporal más no en una cosa corporal,
con consecuencias en la esfera patrimonial o económico de la víctima y donde se
encuentran los daños provocados por la práctica desleal en el comercio, que
repercute en la esfera patrimonial del comerciante víctima del hecho. También se
encuentran los daños a la salud o a la vida de una persona, que tienen
repercusión en la esfera económica o patrimonial de esta, que ha causado el daño
producto del hecho ilícito y que tienen un doble aspecto, un daño material que
consiste en los gastos médicos y hospitalarios, y una incapacidad temporal o
permanente. Tenemos por otro parte, el daño concubinario causado a uno de
los miembros de la pareja donde el concubino o concubina, tiene el derecho de
reclamar una indemnización al morir su pareja como consecuencia de un hecho
lícito y así tiene el concubino o concubina, el derecho a reclamar al agente del
hecho ´ilícito, la reparación del daño patrimonial causado con la muerte de su
pareja. Y por último, opuesto al daño material está el daño moral, que perjudica
en el ámbito extrapatrimonial del sujeto al afectar su honor, reputación, libertad
personal y sus sentimientos, y por lo cual viene hacer, la perdida que sufre una
persona en sus bienes inmateriales; esto es, sus sentimientos, dolencias,
relaciones de familia, o todos aquellos que constituyen sus bienes no
patrimoniales. Como vemos, el daño moral consiste en el dolor sufrido por la
persona y las consecuencias extramatrimoniales de ese daño, que no le permiten
a la víctima disfrutar de manera plena de los goces de la vida, el cual deben ser
indemnizado donde para que proceda su indemnización, es indispensable la
prueba del hecho ilícito que lo genere y podemos afirmar entonces, que surge el
derecho a reclamar la indemnización por el daño moral, al ser probado el hecho
ilícito; este daño lo clasificado la doctrina en daños morales que afectan la parte
social del patrimonio moral de la persona, que en lo general produce descredito
con alcance al patrimonio per que resultan fáciles de evaluar en dinero y daños
que afectan exclusivamente la parte efectiva del patrimonio moral,
refiriéndose a un estado de ánimo, como el dolor que sufre una madre por la
muerte de un hijo, que no presenta tan fácilmente una tabulación en dinero. Ahora
bien, encontramos en el plano doctrinario criterios en cuanto la resarcibilidad del
daño moral que apuntan en dos direcciones, una en si se debe reparar el daño
moral y en otra, si no se debe reparar; por tanto, algunos explican que el daño
moral es irreparable y donde la indemnización patrimonial viene hacer una pena
privada de carácter compensatorio dado que tiende a compensar la perdida que
sufre la víctima, además sostienen que por lo menos en forma pecuniaria el daño
moral no se puede ni se debe reparar y esto basado, en que no puede
ponderarse ni tasarse, el sufrimiento psíquico en porcentajes económicos (ni
monetarios, ni materiales) para quienes estaban a favor grotesco e inmoral, que el
sufrimiento por ejemplo de una madre por la muerte de un hijo pudiera repararse
con dinero; en cambio, otros autores sostienen que si se puede resarcir el daño
moral pudiendo ser reparado de forma pecuniaria, porque estos van más allá,
explicando que no se trata de pagarle a la víctima por el sufrimiento vivido ni
mucho menos regresar a la víctima al estado en que se encontraba antes del
hecho y esto es porque ciertamente no sería posible, ni siquiera en determinados
casos de daños materiales. Donde para estos autores, reparar simplemente
significa, procurar una satisfacción equivalente y tratándose de un daño moral,
solo es posible mediante una suma de dinero porque quien lo padeció, puede
desde sus ópticas ser satisfecho, por ejemplo mediante un periodo vacacional y
así compensar un momento desagradable con un momento agradable. De este
modo, se rapara un daño cuando se suprime o al colocar en el patrimonio de la
víctima un interés económico equivalente al perjuicio sufrido, preguntándose
algunos autores ¿Cómo se puede medir el dolor que experimenta una madre por
la muerte de un hijo? ¿Cómo se puede reducir a una cifra económica? Donde en
dichos casos, la ley le permite al juez que este acuerde una indemnización a la
víctima o a sus parientes, en el caso de lesión corporal o muerte de la persona. En
la doctrina, también se planteó la procedencia o no del daño moral en materia
contractual y donde para gran parte de los autores, el daño moral solo es
susceptible de producirse en materia de responsabilidad civil delictual, negando su
existencia en materia de responsabilidad contractual porque sustancialmente las
relaciones contractuales son fundamentales de orden patrimonial y el daño moral
entonces no procede en materia contractual, porque no tiene naturaleza
patrimonial, donde se ve por parte de la jurisprudencia, inclinación al no acordar
indemnización por daño moral en materia contractual y si admitirla en materia
delictual. Aunado a esto, al observa el régimen legal del daño moral en la
evolución que ha sufrido nuestro Código Civil y respecto a la indemnización por
daño moral, logramos ver que antes de la promulgación del Código Civil en el año
1942 no estaba consagrado en ninguna norma legal dicha acción aunque en la
doctrina y jurisprudencia esta si se admitía, pero solo en materia de
responsabilidad civil delictual, discutiéndose a través del tiempo si la enumeración
de casos morales contemplados en el artículo 1.196 de nuestro Código Civil,
inspirado en el proyecto Franco–Italiano de las obligaciones, son taxativas o
enunciativas, claro es predominante el criterio, tano en doctrina, como en la
jurisprudencia, por eso aclara el legislador que la enumeración de los daños
morales expresada en el citado artículo 1.196 son enunciativas y no taxativas
considerando que es importante resaltar que en líneas generales, que tanto la
doctrina, como la jurisprudencia por dejar al juez amplias facultades para la
apreciación y estimación del daño moral, ya que sustancialmente se le confiere la
potestad a la discreción y prudencia del juez, para que este califique la extensión y
cuantía de los daños morales, entonces es pertinente deducir que del análisis de
la jurisprudencia se extraen ideas que por lo general norman el criterio del juez
para la apreciación de los daños morales y donde a consideraciones del maestro
Maduro Luyando aun cuando en algunas sentencias se han ordenado determinar
la cuantía del daño moral por expertos, tal doctrina resulta inaceptable, porque no
hay expertos en daño Moral.

y que en materia delictual, cada uno de los daños provenientes del hecho ilícito
deben ser reparados, sean materiales o morales; así pues, quien con intención,
negligencia o imprudencia haya causado un daño a otro, se encuentra en
obligación de repararlo, al igual de quien excediéndose en el ejercicio de su
derecho, cause un daño a otro. Aunque para que el daño pueda ser capaz de ser
reparado o indemnizado y para que se dé la “Reparación Civil”, el daño debe
reunir en sí mismo algunos requisitos o elementos y por lo tanto entonces, el daño:
debe ser determinado o determinable, ocasionar una lesión al derecho de la
víctima, no haber sido reparado y ser personal a quien lo reclama.

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